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Otra pregunta que se hacen los investigadores es como nuestro sistema inmunológico distingue una
bacteria amiga de una que intenta dañar nuestro organismo. Por ejemplo, si comemos un alimento con
Salmonella, nuestro sistema inmune. Pues se piensa que las bacterias que viven con nosotros son
ellas las que hacen que el sistema inmunitario no reaccione contra ellas enviando señales a nuestros
linfocitos (muchas veces las señales son azúcares que producen las propias bacterias) para que estos
no puedan activarse. Una bacteria extraña como la Salmonella sus señales no serían reconocidas por
los linfocitos y por lo tanto, en este caso, el sistema inmunitario si reaccionaría contra ellas. Todo esto
son teorías basadas muchas veces únicamente en experimentos realizados in vitro utilizando cultivos
celulares y de bacterias. Realmente la relación de nuestras bacterias residentes con nuestras células es
complejísima en la que seguro intervienen multitud de mecanismos moleculares no conocidos ni
comprendidos todavía. Sin ir más lejos, el proyecto Genoma Humano en el que se secuenció nuestra
información genética también secuenció el microbioma, los genes de los billones de bacterias que
habitan en nosotros y que son fundamentales para nuestra supervivencia. A través de este conocimiento
se están realizando estudios, como uno existente a nivel europeo, en el que se está intentando generar
un catálogo de bacterias simbióticas que viven en el cuerpo humano. Con los resultados iniciales de
este proyecto se ha incluso postulado que es posible que los seres humanos puedan clasificarse
además de por su grupo sanguíneo, sexo y edad, según sus bacterias.
¿Donde se encuentran esas bacterias?. Pues su lugar de residencia más conocido es el aparato
digestivo y particularmente en elintestino delgado y grueso. Pero también podemos encontrar
bacterias en la boca, las fosas nasales, en el pelo, residentes en la piel o en el oído entre otros lugares.
La mayoría de estas bacterias no se pueden considerar patógenos. Sin embargo, si entran en contacto
por ejemplo con la sangre o con el líquido cefalorraquídeo podrían inducir enfermedades como la
sepsis.
Es evidente que tenemos que cuidar a nuestras bacterias. Por ejemplo, cuando tomamos antibióticos
estamos también eliminando bacterias que nos ayudan en nuestra salud. Pero también las eliminamos
fumando, por el estrés, mediante una alimentación no saludable etc.
Ahora hay en el mercado muchos productos de tipo yogures, derivados lácteos etc que
contienen probióticos. Es decir contienen bacterias vivas semejantes a las que residen en nuestro
organismo y particularmente en el intestino. Bacterias como Lactobacillus acidophilus,
Bifidobacterium bifidum, Streptococcus thermophilus etc aparecen añadidas en estos alimentos.
También existen alimentos prebióticos. Estos son ingredientes no digeribles que potencialmente
favorecen el crecimiento selectivo de nuestras bacterias intestinales beneficiosas. Generalmente
son carbohidratosprovenientes de la cebolla, ajo, puerro tomates y un largo etcétera. Existe no
obstante la duda de si son tan necesarios este tipo de alimentos ya que los estudios existentes hasta el
momento no son concluyentes en este aspecto. Seguro que en Teinteresa,dedicaremos otros artículos
a comentar mas específicamente si estos productos realmente nos benefician. Lo que si es claro es que
una dieta equilibrada ayuda a equilibrar y recuperar nuestra flora intestinal.
Muchos viajeros que visitan Latinoamérica, particularmente México, desde tierras europeas sufren lo
que se denomina la diarrea del viajero o mas conocido como venganza de Moctezuma. Realmente,
estas diarreas son provocadas por una bacteria que se encuentra en el agua y en la piel de algunos
alimentos como frutas y verduras, pero que es muy probable que también resida en el organismo de
los habitantes de esos países además que su organismo estar acostumbrado a ella y no así el de las
personas extranjeras que les visitan. Esa bacteria también tiene una función muy beneficiosa ya que
recientemente se ha descubierto que una tóxina que libera la bacteria consigue frenar la división de las
células cancerígenas en el colon.
BACTERIAS EN EL CUERPO HUMANO
Aunque no podemos notarlo, el cuerpo humano de cada uno es en sí todo un mundo, habitado por
seres microscópicos. Se calcula que en el cuerpo de un solo ser humano habitan unas 100 billones
de bacterias y otros microorganismos. La creencia más común es que se trata de elementos
invasores y dañinos para el hombre; pero, muy por el contrario, su presencia no es algo extraño, ya
que las bacterias, virus, hongos y otros seres microscópicos están en relación de diez a uno
comparados con las células del cuerpo de un adulto sano. Asimismo, muchos de estos seres son de
gran utilidad para los procesos diarios del organismo en el que se alojan, tales como asimilar los
alimentos, sintetizar vitaminas o mantener activo el sistema inmunológico, entre otras cosas. Del
mismo modo, la industria ha aprovechado las capacidades de las bacterias para diversos productos
en beneficio de la humanidad. De ahí, la importancia de conocerlas y comprender los beneficios y
perjuicios que nos pueden ocasionar en función del tipo de bacteria con el que se esté en contacto.
2. Staphylococcus aureus. Es una bacteria anaeróbica (no utiliza oxígeno) muy distribuida por el
mundo. Se estima que más del 30% de la población mundial se encuentra colonizada o infectada
por ella. Causa diversas enfermedades y es la principal causante de infecciones nosocomiales
(adquiridas dentro del hospital). Es resistente a la penicilina, por lo que se usa en su tratamiento
aminoglucósidos, cefalosporinas, oxacilina o nafcilina. Su presencia se puede considerar normal en
la piel; pero, cuando las defensas se encuentran debilitadas, puede causar una enfermedad. En el
hombre se encuentra en la piel, nariz, garganta, boca e intestino grueso.
3. Streptococcus salivarius. Coloniza la boca y la zona superior de los seres humanos, después del
nacimiento, por lo cual, la posterior exposición a ella es inofensiva. Es un patógeno oportunista,
encontrado poco comúnmente en el torrente sanguíneo donde ha estado relacionado a casos de
septicemia en personas con neutropenia. En el hombre se encuentran en la garganta y la boca.
4. Enterococcus faecalis. Habita en el tracto intestinal de humanos y otros mamíferos. Es muy
resistente a condiciones adversas, tales como la desecación, el calor o tratamiento térmico, entre
otras. Por ese motivo, es un buen indicador de condiciones higiénicas en alimentos congelados y
desecados. Puede causar infecciones en la vejiga, la próstata, el epidídimo y, de manera menos
común, en el sistema nervioso. En el hombre, se encuentra en la boca e intestino grueso.
5. Haemophilus influenzae. Es una bacteria aeróbica que puede crecer como anaeróbica. Es
responsable de un gran número de enfermedades como la meningites, epiglotis, neumonía, sepsis,
entre otras. Es un patógeno oportunista que puede habitar por mucho tiempo a un huésped y
atacar el organismo cuando se dan las condiciones que requiere. En el ser humano, se encuentra
en la nariz, la garganta y la boca.
6. Escherichia coli. Es el organismo procariota más estudiado por el ser humano. Habita
generalmente los intestinos de animales, pero se puede encontrar en todos lados. Es una de las
bacterias necesarias para el correcto funcionamiento del proceso digestivo, así como para producir
las vitaminas B y K. Es anaeróbico, de fácil adquisición y gran resistencia a antibióticos, por lo cual
no se prescriben. Puede causar infecciones intestinales y extraintestinales graves como cistitis,
meningitis, peritonitis, mastitis, septicemia y neumonía.
7. Género Proteus. Son responsables de muchas infecciones tracto urinario. Puede estar en todos
lados y generalmente se ubican en el tracto intestinal del hombre y de algunos animales. Otras
áreas en el hombre en la que se hallan comúnmente son la nariz, garganta, boca y uretra. De las
cinco especies conocidas, tres causan infecciones oportunistas en el hombre: Proteus vulgaris,
Proteus mirabilis y Proteus penneri.
8. Género Lactobacillus. Son bacterias anaeróbicas facultativas que reciben su nombre por su
capacidad para convertir la lactosa y otros monosacáridos en acido láctico. Normalmente son
inofensivas e incluso necesarias para el desarrollo del hombre y otros animales. Por la acidez que
producen, inhiben la presencia de bacterias dañinas. Son los únicos seres vivos que no necesitan
hierro para vivir y algunas variedades se utilizan para la producción de yogur.