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LA COMPRAVENTA.
Concepto y caracteres.
Es el más típico ejemplo de contrato de cambio y el paradigma de los contratos
onerosos.
Las posibilidades de cambio son de cosa por cosa (contrato de permuta típico de
una economía primitiva) y de cosa por dinero (contrato de compraventa, típico de la
economía moderna).
Esa tipicidad del contrato de compraventa, junto con su importancia en el
mundo jurídico, hace que el Código Civil le dedique una mayor extensión.
Caracteres del contrato de compraventa:
Se trata de un contrato consensual, se perfecciona por el mero
consentimiento. No tiene requisitos de forma, es un contrato consensual puro.
Es sinalagmática y onerosa. En la compraventa surgen obligaciones recíprocas
para ambas partes y la causa de la obligación de uno de ellas se encuentra en la de la
otra.
Se dice que es traslativo de dominio, aunque por ello debemos entender una
justa causa para transmitir la propiedad, necesitando la entrega (tradición) de la cosa
para producir la transmisión.
Elementos de la compraventa.
Se distinguen elementos personales y reales; no hay elementos formales porque
no se exige una forma determinada.
Elementos personales: son el comprador y el vendedor.
En principio, sólo tendría legitimación para vender el propietario de la cosa o
titular del derecho que se enajena, siempre que tenga poder de disposición. Sin embargo,
es admisible la venta de cosa ajena, en cuyo caso el vendedor se obliga a adquirir la cosa
a su dueño para entregársela al comprador. No hay que olvidar que la compraventa en
nuestro ordenamiento es un contrato obligacional, por lo que siempre que se entregue
en su momento la cosa en las condiciones pactadas se habrá cumplido el contrato y si no
se entrega (por no haber podido adquirirla o por no querer entregarla) ello implicará
siempre el incumplimiento de una obligación.
Elementos reales: Son la cosa y el precio.
La cosa. En un sentido amplio se entiende por cosa cualquier realidad material y
también las inmateriales (derechos, energías, etc.). La cosa ha de ser existente, lícita y
determinada.
El precio.
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o una indemnización por daños y perjuicios por el importa de la minoración del valor de
la finca. El plazo para ejercitar esta acción es de 1 año y es de caducidad.
Se puede pactar la evicción agravándola, atenuándola o suprimiéndola.
Saneamiento por vicios ocultos El vendedor responde porque la cosa tiene vicios
que el comprador no conoce. El vendedor responde con independencia de la idea de
culpa y el que haya o no mala fe agravará su responsabilidad. Es un elemento natural del
contrato pero no esencial, porque cabe también suprimir la responsabilidad por pacto,
con el límite de los casos en que el vendedor actúa con dolo o conoce los vicios. Si no se
ha pactado nada rige el sistema del Código Civil. Los presupuestos para que haya vicios
ocultos son:
Que haya un vicio, como ausencia de una cualidad que se presupone existe en
esa cosa, que disminuye su utilidad atribuida en el contrato y, en consecuencia, hace
disminuir su valor.
Que sea un vicio oculto, es decir, desconocido para el comprador. Deja de ser
oculto cuando está a la vista o cuando es un perito que, por su profesión, debería haber
conocido el vicio.
Tiene que ser un vicio grave. Tiene que impedir que esa cosa se pueda usar o
bien disminuye de tal modo su utilidad que el comprador no la hubiese comprado. Esta
función de la cosa se determina en primer lugar por lo acordado por las partes y si las
partes no han previsto nada, por lo que sea el uso normal en el tráfico.
Tiene que ser un vicio preexistente a la conclusión del contrato. Si aparece
después las consecuencias se deducen o bien de un problema de custodia o de riesgos.
Efectos. El Código Civil concede al comprador una opción y le permite elegir
entre dos acciones, la llamada acción redhibitoria (devuelve la cosa y le devuelven el
precio) o estimatoria (quanti minoris), rebaja del precio.
Si además es un vendedor de mala fe, deberá indemnizar los daños y perjuicios.
Para apreciar mala fe en el vendedor se tiene en cuenta si conoce los vicios y no los dice,
pero también con una actuación positiva, cuando afirma cualidades que no tiene.
El plazo para ejercitar estas acciones es de 6 meses desde la entrega de la cosa
vendida. Además, este plazo que ya de por sí es corto, la doctrina entiende que es de
caducidad.
Garantía en el caso de ventas a consumidores.
Cuando la venta es realizada por un empresario a un consumidor, existe una
regulación especial que aumenta la protección otorgada al consumidor respeto a la que
tendría de aplicar el régimen del Código Civil que hemos visto. Esta regulación está
recogida en los artículos 114 y siguientes del Real Decreto Legislativo 1/2007 de 16 de
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noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la Defensa de
los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias.
Esta regulación se va a aplicar a todas las ventas realizadas a consumidores de
productos y de suministro de productos salvo algunos casos que son excluidos por la ley
expresamente (como el agua, el gas o la electricidad).
En el caso de falta de conformidad del producto con lo pactado en el contrato, el
consumidor tiene derecho a optar entre exigir la reparación o la sustitución del
producto, salvo que una de las dos opciones resulte objetivamente imposible o
desproporcionada. Dicha reparación o sustitución deberá ser gratuita para el
consumidor, incluidos gastos de envío, mano de obra y materiales, y deberá llevarse a
cabo en un plazo razonable. En los casos en los que no pueda realizarse la reparación o
sustitución o ésta no se haya realizado en un plazo razonable, el consumidor podrá
exigir entre la resolución del contrato o la rebaja proporcional del precio, si bien la
resolución no procederá cuando la falta de conformidad sea de escasa importancia.
El vendedor responde de la falta de conformidad durante un plazo de dos años
desde la entrega. Salvo prueba en contrario, se presumirá que las faltas de conformidad
ya existían en el momento de la venta cuando se manifiesten en los seis primeros meses.
Cuando al consumidor le resulte imposible o le suponga una carga excesiva
dirigirse frente al vendedor por la falta de conformidad, podrá reclamar directamente al
productor con el fin de obtener la reparación o sustitución del producto.
Obligaciones del comprador.
La obligación más importante del comprador es pagar el precio pero no es la
única. Además, está obligado a pagar intereses en los casos de mora, cosa productiva
entregada antes de tiempo y pacto. Está obligado a entregar los gastos de primera
escritura y primera copia y los de transporte, salvo pacto en contrario.
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO DE COSAS.
Concepto.
Contrato por el que una de las partes (arrendador) se obliga a dar a la otra
(arrendatario) el uso y disfrute de la cosa por tiempo determinado y precio cierto.
Características.
1º Es un contrato consensual que no requiere formalidades específicas.
2º Es bilateral, surgen obligaciones recíprocas para ambas partes.
3º Es oneroso.
4º Un contrato conmutativo.
5º Es temporal.
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Hay que tener en cuenta la llamada tácita reconducción, que es una renovación
automática del contrato de arrendamiento. Si una vez vencido el arrendamiento, el
arrendatario sigue 15 días con la cosa con aquiescencia del arrendador se entenderá
renovado. Para evitar esto el arrendador puede requerir notarialmente. La tácita
reconducción no su pone una prórroga, sino un nuevo contrato.
2º Por pérdida de la cosa.
3º Resolución. Cuando el arrendador o arrendatario incumplirán sus
obligaciones.
4º Cuando se extinga el derecho del arrendador en la cosa arrendada.
Cuando el arrendamiento es de inmuebles y termina sin que el arrendatario
desaloje de forma voluntaria el inmueble existe un procedimiento sumario para
expulsar al arrendatario llamado desahucio, regulado en la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Arrendamientos sometidos a un régimen especial.
Este contrato tiene una importancia no sólo económica, sino social, porque
determinadas cosas de las que hay escasez pueden circular mediante el arrendamiento
(ej. el arrendamiento de vivienda viene a paliar el problema social de la escasez de
viviendas y su alto precio, igual ocurre con el arrendamiento de tierras). Esto justifica
que existan leyes especiales que regulan cierto tipo de arrendamiento de manera
distinta al Código Civil. Así, la Ley 29/1994, de 24 de noviembre, de Arrendamientos
Urbanos regula los arrendamientos de viviendas y los de locales. Respecto a los de
viviendas, establece una regulación imperativa con la que se pretende proteger a los
arrendatarios, recogiendo, entre otros, su derecho a prorrogar el contrato hasta una
duración mínima de 5 años, con independencia de cuál haya sido la duración pactada, y a
que no se pueda subir la renta por encima del IPC durante esos 5 primeros años. En
cuanto a los locales, como entiende que los arrendatarios (comerciantes o empresas) no
tienen tanta necesidad de protección, concede libertad de pactos.
La Ley 49/2003, de 26 de noviembre, de arrendamientos rústicos regula los
arrendamientos de fincas rústicas, también con una finalidad protectora de los
arrendatarios y estableciendo, como principal media de protección, una duración
mínima de 5 años y sucesivas prórrogas de 5 años en el caso de que el arrendador no
ponga fin al contrato una vez alcanzada esa duración mínima.
EL CONTRATO DE PRÉSTAMO.
El Código Civil distingue en el artículo 1.740.1º entre préstamo mutuo y
comodato. Las principales diferencias entre ambas figuras son:
1º La fungibilidad o no del objeto entregado. Si se entrega una cosa específica e
individual cuya propiedad conserva el que la entrega y que debe restituirse in natura
estamos ante un comodato, mientras que si se entrega una cosa perteneciente a un
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convencionales, los intereses moratorios, así como las demás prestaciones a cargo del
deudor (como la pena convencional, etc.) Como gastos del juicio hay que considerar
aquellos que ocasionen las reclamaciones judiciales para que sea cumplida la obligación.
En la fianza limitada, la obligación del fiador queda constreñida por los límites
establecidos por el negocio jurídico de constitución.
Una vez que el acreedor se dirige contra el patrimonio del fiador, éste puede
oponer el beneficio de excusión. El fiador no puede ser compelido a pagar al acreedor sin
hacerse antes excusión de todos los bienes del deudor. El beneficio de excusión es una
facultad que la ley concede al fiador y que tiene por objeto paralizar la pretensión
ejecutiva dirigida contra el fiador. Su fundamento está en el carácter subsidiario de la
obligación del fiador, por lo que éste no debe ser compelido a pagar mientras que pueda
hacerse efectiva la deuda normalmente sobre el patrimonio del deudor. Sin embargo, la
carga del ejercicio de esta facultad se hace recaer sobre el fiador. Esto significa que el
fiador tiene que señalar los bienes del deudor y los bienes señalados deben de ser
suficientes para cubrir el importe de la deuda y han de ser realizables dentro de
territorio español.
Hay una serie de supuestos en los que el beneficio de excusión no tiene lugar:
La expresa renuncia del fiador del beneficio de excusión.
El carácter solidario de la fianza.
Los casos de quiebra o concurso del deudor principal.
La imposibilidad de demandar judicialmente al deudor dentro del territorio
nacional español.
Derecho de reembolso o de regreso del fiador que paga contra el deudor. El fiador
que paga se convierte en acreedor del deudor principal. Se produce la subrogación del
fiador en el crédito pagado, lo que implica que el fiador va a tener el mismo derecho que
tenía el acreedor pagado (con el derecho a intereses, prestaciones accesorias, específicas
garantías, privilegios, etc. que el crédito tuviera). La subrogación se produce en todos los
casos de pago por el fiador, salvo cuando el pago haya sido hecho ignorándolo el deudor
principal.
La cofianza.
Es la situación en la que existen varios fiadores de un mismo deudor, frente a un
mismo acreedor y que garantizan la misma deuda. La cofianza debe de ser distinguida
del supuesto de pluralidad de fianzas independientes, aunque estén constituidas sobre
una misma deuda, es decir, las constituidas de manera independiente y sin ninguna
relación entre sí (ej. el fiador que se obliga ignorando la existencia de otros, los fiadores
de distintos deudores solidarios, etc.)
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Siendo varios los fiadores de un mismo deudor y por una misma deuda, la
obligación a responder de ella se divide entre todos. El acreedor no puede reclamarle a
cada fiador sino la parte que le corresponda satisfacer, a menos que se haya estipulado
expresamente la solidaridad. Esto es lo que se conoce con el nombre de beneficio de
división. Por tanto, la solidaridad entre los cofiadores debe ser considerada con carácter
excepcional y, por tanto, como objeto de interpretación restrictiva. El fiador tendrá que
alegar este beneficio por vía de excepción.
Los cofiadores, una vez hayan pagado, pueden dirigirse contra el deudor. En
cuanto a las relaciones internas entre los cofiadores, el Código Civil concede una acción
de reintegro del fiador que paga frente a los cofiadores por la parte que a éstos
proporcionalmente les corresponda.
Extinción. Como la fianza es una obligación accesoria, siempre que queda
extinguida la obligación principal la fianza queda también extinguida. También es
posible la extinción de la obligación del fiador sin que se extinga la obligación
garantizada. Son aplicables a la obligación del fiador las causas generales de extinción de
las obligaciones.
Subfianza. Es aquella situación en la que una persona, el subfiador, se constituye
en garante de la obligación del fiador frente al acreedor. Está admitida incluso contra la
voluntad del fiador.
En la relación entre subfiador y fiador y entre subfiador y demás intervinientes
se aplican las reglas de la fianza, pero el Código Civil regula algunas reglas especiales:
a) El subfiador goza del beneficio de excusión, tanto respecto del deudor
principal como de los demás intervinientes en la relación obligatoria.
b) Si el subfiador garantiza a uno solo de los cofiadores, en caso de insolvencia
del fiador garantizado queda responsable frente a los cofiadores en los mismos términos
que lo estaba el fiador insolvente.
La fianza solidaria. La regla general en nuestro ordenamiento es la
subsidiariedad, pero ésta puede ser sustituida por un pacto de solidaridad entre deudor
y fiador.