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- La correcta valoración del Salvador está ligada, en un alto grado, a su obra en la cruz.

El apóstol era consciente de dicha valoración


cuando, decía de Cristo: el cual me amo y se entregó a sí mismo por mí. Grandes son ciertamente los triunfos de Cristo mediante
la cruz, que se extiende hasta la transformación de todas las cosas en la tierra y en el cielo, y si se entienden correctamente,
producen un conocimiento más rico y pleno de aquel que es poderoso para salvar. El omnipresente salvador, aunque habita en
cada uno de los creyentes, aunque está presente donde quiera que dos o tres de los suyos están reunidos en su nombre, y aunque
acompaña a cada uno de los suyos hasta la consumación de lo siglos, esta sin embargo, localmente presente en los cielos, sentado
en el trono de su padre y ejerciendo allí el ministerio de salvador de los hombres perdidos, y de cabeza sobre todas las cosas para
la iglesia, esta también preparando un lugar para los hijos que ÉL mismo introduce en la gloria. Cuando estaba en este mundo,
nadie lo conoció más íntimamente que Juan el discípulo amado.
- Para el apóstol la salvación es la comunicación de vida, el ser engendrado de Dios, de forma que se llegue a ser hijo suyo. A
causa del hecho de ser nacido de Dios el hombre es transformado según la semejanza de Dios.
- Jesucristo conoce al Padre perfectamente a causa de que es el Hijo en el sentido más elevado de la palabra. Por lo tanto, es él
quien lo ha dado a conocer. Sólo él reúne las condiciones para ser el Intérprete o Exégeta de Dios (el verbo es ἑξηγήσατο). Esto
no significa que nos da un conocimiento tan adecuado de Dios que, después de todo, lo finito llega a comprender al Infinito; sino
que nos explica acerca del ser de Dios lo que es necesario para nuestra completa salvación y para un conocimiento relativo de su
obra en la creación y en la redención, para que de este modo podamos glorificar a nuestro Hacedor y Redentor.
- Con relación al texto de Nicodemo, vemos que él estaba acostumbrado a la idea que salvación por medio de las obras de la ley;
es decir, por un acto del hombre. Pero la enseñanza que ahora recibe es que la salvación es un don de Dios y que en su primera
etapa tiene lugar por medio de un acontecimiento en el que el hombre es necesariamente pasivo.
- La salvación en el sentido más completo de la palabra (libre no solo del castigo sino del mismo pecado y la dadiva de la vida
eterna) es lo que Dios tenía preparado para mundo al cual envió su Hijo, no condenación sino salvación.

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