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sentimiento que distingue entre lo que daña y lo que no daña, que además indica
cuándo el mismo sujeto es o no dañino para otro. A lo contrario lo podemos
llamar el fracaso de la ternura y la patología que genera desde la invalidez
infantil. Puede darse tanto por exceso como por defecto en el suministro. De hecho,
en situaciones en las que no se instaura la coartación instintiva, no existe la ternura:
los padres se apoderarán del niño para su exclusiva descarga. No hay miramiento
promotor de autonomía, hay apropiación torpe. En el apoderamiento se suele
estructurar un verdadero incesto pre-edípico, que compromete el desarrollo de la
autonomía del niño, atrapado en relaciones simbióticas, base de futuras patologías
que bordean o llegan a la psicosis. Cuando desde los primeros años carece de
algunos suministros tiernos que nunca tuvo ni tendrá se verá enfrentado a
elaborar un tipo de duelo muy difícil: aquel que concierne la pérdida de lo no
tenido, por lo cual buscará sustitutos alternativos. El objeto sustituto no puede
ser reconocido como original porque no sólo no lo es, sino que refiere a algo que
estuvo ausente: lo nuevo tampoco es reconocido en sus propias características
singulares. La función de esta relación desviada es encubrir o mantener apartado al
sujeto de ese doloroso y difícil duelo. Configura una modalidad de relación
donde fácilmente se abandona al objeto por otro, pero no se cambia de
estilo relacional (a la manera de un alcohólico que cambia la bebida, pero no deja
de beber). Si la carencia ha sido mayor, si el sujeto no contó en grado
extremo con la mediación de la ternura y su invalidez infantil o juvenil
transcurrió en el sufrimiento, el sujeto mismo será esas cosas: configurará
una personalidad perversa, sádica y violenta. El cuadro se corresponde con lo
que Laing describió como “inseguridad ontológica”: lo que no se tuvo en su momento
refuerza el sentimiento de lo que no vendrá. Cuando alguien se apodera de un
hijo ajeno, usurpando el lugar parental con ocultamiento ante la sociedad y
la víctima, de ninguna manera puede pensarse que se trata de alguna forma
de solución altruista para ese niño. Se establece una relación tiránica no sólo
para el niño sino para el usurpador, que no puede renunciar a su presa de la cual
está preso porque de lo contrario se vería enfrentado con lo originalmente ausente.
No es por amor que la retiene, sino como alternativa al servicio de su
patología. Muchas veces lo no tenido al ser asunto antiguo está acrecentado por la
imposibilidad de tener hijos propios. El niño usurpado aunque de inicio esté atendido
en cuanto a calidad y cantidad de suministro, no será más que un niño atrapado
en un vínculo perverso, pues él mismo está sometido a la pérdida de lo no
tenido, ya que fue privado del deseo de sus padres biológicos y privado de la
verdad de su situación. Estará infiltrado por el secreto y sus efectos nocivos.
Muchas veces el niño atrapado funciona como un objeto fetiche: con su presencia,
quien se apodera de él pretende proclamar ante su conciencia algo como “No soy
culpable, pues amo a este niño”. El amor no tiene nada que ver con el velo
fetichista, el fetiche es un ídolo adorado por lo que es: una mentira que dice
que es lo que no es.
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que favorecen aquel desarrollo aludido. Por un lado, el psicólogo social es
desvalorizado mientras que por otro es sobrevalorizado, y esta situación condiciona
tensiones en él y entre él y los grupos. El psicólogo social debe evitar lo mismo
conductas de huida que sufrir el influjo de las opiniones corrientes de su
medio inmediato. El psicólogo social también debe saber que está incluido en el
terreno mismo de sus indagaciones y que al operar produce cierto impacto.
La posibilidad de realizar su trabajo depende en gran medida de un clima particular
que se puede preparar por medio de técnicas de planificación, transformando esta
situación en el campo propicio para la indagación activa, llamada por Lewin el
laboratorio social. EXPERIENCIA EN ROSARIO, 1958 Esta experiencia se hizo
efectiva mediante el empleo de ciertas técnicas y tuvo como propósito la aplicación
de una didáctica interdisciplinaria de carácter acumulativo, utilizando métodos de
indagación de la acción o indagación operativa. La primera sesión fue de grupos
heterogéneos con un promedio de nueve miembros por grupo, elegidos al
azar, los cuales fueron conducidos por un coordinador contando con uno o dos
observadores. El coordinador actuaba como orientador favoreciendo la comunicación
y evitando la discusión. Luego se reunieron grupos homogéneos. Luego de las
reuniones, se formaron grupos que ya funcionaban. Esta didáctica que promueve
Pichón Rivière es interdisciplinaria, acumulativa, interdepartamental y de
enseñanza orientada. La didáctica interdisciplinaria se basa en la preexistencia
de cada uno de nosotros de un esquema referencial (experiencias con las que el
individuo piensa y hace) y que adquiere unidad a través del trabajo en grupo,
promoviendo a la vez en ese grupo un esquema referencial sustentado en el común
denominador de los esquemas previos. Se cumplen funciones de educar, de
despertar interés, instruir y transmitir conocimientos. Además esta didáctica
propicia la creación de departamentos donde los estudiantes de distintas facultades
concurren a estudiar determinadas materias comunes a sus estudios, o sea,
tenemos la conjunción de los diversos grupos de alumnos en un mismo
espacio, creando interrelaciones entre ellos. La indagación operativa estudia
en detalle todas las partes de un problema, a los efectos de ayudar a solucionarlo de
forma eficaz. Puede dar bases sólidas como para tomar decisiones; su método
consiste en observar los elementos comunes a cierto tipo de problemas y
analizar las posibles soluciones, aún en los casos donde no haya nuevos
medios, buscará la optimización de los ya existentes. Se ha utilizado en la
división de tareas comerciales e industriales. Aquí, la función del coordinador es
fomentar la comunicación. El análisis de ideologías es una tarea implícita en el
análisis de las actitudes y del esquema conceptual, referencial y operativo
(ECRO). Las ideologías (Schilder) son sistemas o ideas y connotaciones que los
hombres disponen para orientar mejor su acción. Son pensamientos con gran carga
emocional. Las ideologías no están explicitadas, pero son siempre operantes. El grupo
debe configurar un esquema conceptual, referencial y operativo de carácter dialéctico
donde las contradicciones referidas al campo de trabajo deben ser resueltas. El
individuo o el grupo se expresan tanto en la manera de formular sus problemas como
en el contenido mismo del discurso. LA COMUNICACIÓN GRUPAL SE HACE
POSIBLE POR LA EXISTENCIA DE UN ECRO DE CARÁCTER GRUPAL. Debemos
identificar el acto de enseñar y aprender con el acto de inquirir, investigar y
caracterizar la unidad “enseñar y aprender” como una continua y dialéctica
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experiencia de aprendizaje en espiral donde en un clima de plena interacción
descubren o redescubren, aprenden y “se enseñan”. La actividad está centrada en la
movilización de estructuras estereotipadas, dificultades de aprendizaje y
comunicación debidas al monto de ansiedad que despierta todo el cambio: ansiedad
depresiva por el abandono del vínculo anterior y ansiedad paranoide creada por el
vínculo nuevo y la inseguridad. Si estas dos ansiedades son muy intensas, pueden
cerrar el vínculo, el cual deberá ser intervenido por el coordinador para poder
favorecerlo entre los integrantes de un grupo.
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sociedad catectiza con significaciones el mundo y su propia vida en el
mundo, un mundo y una vida que estarían de otra manera privado de
sentidos. La institución de la sociedad y las significaciones imaginarias sociales
incorporadas se despliegan en dos dimensiones:
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