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Artículo 2.

- Toda persona tiene derecho:

11. A elegir su lugar de residencia, a transitar por el territorio nacional y a salirde él y entrar en él, salvo
limitaciones por razones de sanidad o por mandato judicial o por aplicación de la ley de extranjería.

Este inciso contiene varios derechos, todos fundamentales para la libertad personal en el sentido más estricto de la
palabra. Son los siguientes:

- El derecho a elegir el lugar de residencia, es decir, el lugar donde se centran las actividades de la vida cotidiana de la
persona. Nadie puede obligar a otro afijar su residencia donde no desea.

- El derecho de transitar por el territorio, es decir, de viajar libremente dentro de él sin que dicho movimiento le pueda ser
impedido y, también, de permanecer en el lugar que se prefiera.

- El derecho de salir libremente del territorio nacional e ingresar en él.

Sin embargo, su ejercicio puede sufrir limitaciones de dos tipos que son:

- La restricción o suspensión en caso de decretarse estado de emergencia o estado de sitio.

- Las limitaciones que pueden ser establecidas por tres razones:

 de sanidad, es decir, cuando se afecta o pone en peligro la seguridad del país en materia de salud (por ejemplo, ante
la inminencia del ingreso de una enfermedad por personas que puedan portarla del exterior, o de un lugar del territorio
a otro, o de residuos peligrosos)"';
 por mandato judicial, es decir, cuando el juez ordena que se prohíba a alguien el ejercicio de alguno de estos derechos;
y,
 por aplicación de la ley de extranjería, que es aquella situación en la que una persona pretende salir del territorio sin
el cumplimiento de las normas del caso (por ejemplo, no portar pasaporte), o en la que ha ingresado o permanece en
el territorio sin cumplir las disposiciones vigentes en materia de inmigración, visas, etc., caso por el que puede,
inclusive, ser expulsado.

Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:

12. A reunirse pacíficamente sin armas. Las reuniones en locales privados oabiertos al público no requieren
aviso previo. Las que se convocan en plazas y vías públicas exigen anuncio anticipado a la autoridad, la que
puede prohibirlas solamente por motivos comprobados de seguridad o de sanidad públicas.

El derecho de reunión es la libertad de las personas para juntarse unas con otras. Es un derecho que tiene significado
en prácticamente todos los órdenes de la vida humana, desde que la vida social supone que los seres humanos
compartan sus vidas. Así, y sólo en vía de ejemplo, serán reuniones un servicio religioso, el dictado de una conferencia,
una fiesta, una asamblea sindical, la sesión de los socios de una empresa o un mitin político.

Las reuniones deben ser pacíficas, tanto en sus finalidades como en sus métodos.

La Constitución establece que cuando las reuniones se hacen en locales privados no se necesita aviso previo a la
autoridad. Esto porque, de un lado, existe el derecho de reunirse y, de otro, quien acepta que dicha reunión se haga en
su local no está sino ejercitando las libertades y derechos que le otorga el ordenamiento jurídico.

Tampoco se requiere aviso previo cuando la reunión se lleva a cabo en locales abiertos al público, sean de propiedad
privada o pública. Tal el caso de un teatro o de un colegio. Caso especial es, por ejemplo, el de una reunión convocada
en un edificio de oficinas públicas que no es privado, que está abierto al público, pero en el que se supone que las
personas no se reúnen, sino que son atendidas. Consideramos que, en este caso, una reunión tendría que ser aprobada
por la autoridad encargada, con lo que, en la práctica, estaría asimilado por analogía al tratamiento de los locales
privados.

Las reuniones en plazas y vías públicas exigen aviso anticipado a la autoridad, pero esto no quiere decir que no haya
derecho a reunirse en ellas. El derecho existe y, precisamente por ello, no es de libre arbitrio de la autoridad dar el
consentimiento o no. Por el contrario, el principio es que debe autorizarlas, salvo que existan motivos comprobados de
seguridad o de sanidad públicas que impidan hacerlo. Estas seguridades son muy importantes porque el derecho de
reunión en plazas y vías públicas es uno de los instrumentos de expresión política del pueblo.
Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:

13. A asociarse y a constituir fundaciones y diversas formas de organización jurídica sin fines de lucro, sin
autorización previa y con arreglo a ley. No pueden ser disueltas por resolución administrativa.

Este inciso establece el derecho que genéricamente se llama de asociación y consiste en la libertad que tienen las
personas de constituir diversas formas de personas jurídicas sin fines de lucro; esto es, instituciones que no tienen la
finalidad de producir utilidades mediante el ejercicio de actividades económicas.

El derecho referido está también amparado por la normativa internacional. Concretamente, el art. 16.1 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos establece una garantía amplia para la asociación: "Todas las personas tienen
derecho a asociarse libremente con fines , ideológicos, religiosos, políticos, económicos, laborales, sociales, culturales,
deportivos o de cualquier otra índole"

Las asociaciones son personas jurídicas que persiguen fines expresados por los asociados en los estatutos y que pueden
ser de lo más variadas: culturales, educativas, deportivas, sociales, etc. Están reguladas en el Código Civil. La libertad
de asociación consiste, entonces. en la "facultad de las personas para constituir agrupaciones permanentes encaminadas
a la consecución de fines específicos. Sus caracteres típicos y constantes son: la participación de varias personas, el fin
común de carácter permanente y la creación de un nuevo sujeto de derechos y obligaciones distinto a los asociados".

Las fundaciones son personas jurídicas dedicadas a fines benéficos y de interés social. Pueden ejercer estas actividades
mediante una donación o un legado, o mediante la adjudicación de recursos o inmuebles a una obra de interés general
o piadoso.

Por lo demás, la libertad de asociación se ejerce con ciertas características establecidas en el mismo inciso constitucional:

- Sin autorización previa, es decir, que basta la sola expresión de voluntad delas personas para que la persona jurídica
exista.

- Se debe actuar con arreglo a ley, es decir, cumpliendo los requisitos y procedimientos de creación de instituciones que
se establecen en las normas.

- No pueden ser disueltas por resolución administrativa. Cuando ello sea necesario, la disolución forzada deberá ser
hecha por resolución judicial

Artículo.2.- Toda persona tiene derecho:

14. A contratar con fines lícitos, siempre que no se contravengan leyes de orden público.

Se puede establecer, de otro lado, que la libertad de contratar sobre los más diversos asuntos en que tengan interés las
personas es un derecho de fundamental importancia, porque el contrato no es sino la formalización jurídica de las
relaciones patrimoniales entre los seres humanos y las instituciones.

La contratación debe tener fines lícitos, esto es, no prohibidos por el Derecho. Al contratar, las personas ejercitan su
libertad de expresión de voluntad bajo el principio constitucionalmente establecido de que "nadie está obligado a hacerlo
que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe".

La contratación, como los actos jurídicos en general, debe conformarse a las leyes de orden público. Si las contraviene
sufrirá de nulidad.

Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:

15. A trabajar libremente, con sujeción a ley.

Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:

16. A la propiedad y a la herencia

La propiedad es el derecho sobre las cosas que consiste en usarlas; disfrutarlas, es decir, percibir sus frutos; disponer
de ellas, es decir, transferirlas bajo cualquier forma posible; y, reivindicarlas, que equivale a recuperarlas de quien las ha
usurpado. En este artículo no se establece el tratamiento detallado de la propiedad en el plano constitucional-lo que
ocurre en los artículos 70 y siguientes sino el derecho de toda persona a acceder a ella. En el contexto descrito, la norma
que comentamos resulta muy importante, porque formula una aproximación directa al derecho de acceso a la propiedad
y a la protección jurídica que sobre ella recae.

Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:

17. A participar, en forma individual o asociada, en la vida política, económica, social y cultural de la Nación. Los
ciudadanos tienen, conforme a ley, los derechos de elección, de remoción o revocación de autoridades, de
iniciativa legislativa y de referéndum.

Aunque el enunciado es amplio y general, el inciso bajo comentario tiene un contenido eminentemente político. El
dispositivo establece el derecho a participar individual o asociadamente en diversos aspectos de la vida social. La
participación individual es una atribución reconocida a cada persona para actuar por sí misma, sin necesariamente
concordar con otras personas. La participación asociada significa, en cambio, que las. personas pueden reunirse entre
sí para fomentar una participación comunitaria y, generalmente, potenciada. En este aspecto, se puede subrayar una
clara conexión con el derecho de libre asociación, analizado anteriormente.

La participación en la vida política consiste en ejercitar los derechos que tienen relación directa con los asuntos públicos
de la sociedad. Tradicionalmente se ha tomado como participación política el elegir y ser elegido. Sin embargo, si bien
éste es uno de los aspectos más importantes, no es el único. También la libertad de expresión y opinión son participación
política como, a su turno, lo son el plantear aportes a la solución de los problemas sociales del más diverso tipo. En
general, la participación política confiere a la persona la más amplia intervención en los asuntos públicos de la sociedad.
Por su lado, la participación individual se produce como persona o como ciudadano. La participación asociada se hace
en frentes, movimientos o partidos políticos.

La participación en la vida económica consiste en ejercitar las actividades correspondientes: producir, comprar, vender,
prestar servicios, etc. Esto quiere decir que cada persona tiene el derecho de intervenir en las actividades económicas
de la sociedad, sin más limitaciones y con los requisitos que encada caso establezca la ley. La participación individual
será la del propio trabajo. La participación asociada consiste en la participación a través de empresas.

La participación en la vida social consiste en el derecho de intervenir en todas las actividades de la sociedad, en su
sentido más amplio: laborales, de recreación, deportivas, etc. Ella puede ser individual-de la persona misma- y colectiva,
a través de grupos, reconocidos jurídicamente o no, lo que, desde luego, no los convierte en ilegales. Por lo demás, la
participación social debe hacerse de acuerdo a lo estipulado por la ley.

Por otro lado, la participación en la vida cultural consiste en la intervención individual o asociada en los diversos aspectos
que comprende la vida cultural de la sociedad. Esta abarca sus manifestaciones externas (representaciones artísticas,
por ejemplo), como sus manifestaciones internas, que van desde el desarrollo de las expresiones propias a la identidad
cultural de cada persona, la creación intelectual o artística y la participación en las características y valores de la cultura
social. Este último aspecto está conectado con aquel otro que reconoce el derecho a la identidad étnica y cultural, aunque
es distinto de él en tanto también podrán tener derecho a participar en la vida cultural quienes no pertenezcan a nuestra
cultura y residan en el Perú.

El primer derecho que se reconoce a los ciudadanos es el de elección, que supone tanto elegir como ser elegido en
comicios para cubrir los cargos representativos del pueblo en sus diversos rangos y niveles (gobierno nacional, regional
y local).

El derecho de remoción o revocación de autoridades consiste en la posibilidad de que el pueblo, mediante votación, retire
de un cargo electivo a quien considera inapto para realizar dicha función. Mediante este dispositivo constitucional, sólo
se puede remover a alcaldes y regidores. No hay norma alguna que haga operativo remover al Presidente de la
República, y según el artículo 134 de la Constitución, no se puede remover a los congresistas si no es mediante la
disolución del Congreso.

La iniciativa legislativa es el derecho presentar proyectos de ley que deben ser tramitados obligatoriamente por el
Congreso. Es una atribución popular de democracia directa que les permite a los ciudadanos la participación activa en
el ejercicio del poder, no tomando la decisión, pero sí proponiéndola. Es obvio que si el Congreso no da trámite a los
proyectos de ley así presentados, incumple la Constitución. Desde luego, que el trámite del Congreso consistirá en que
la iniciativa sea enviada a la comisión respectiva para que la estudie preferencialmente, formule el informe y que, luego,
sea el Pleno la instancia que la apruebe o no124. La iniciativa legislativa popular es retornada en el artículo 107 para la
proposición de leyes comunes y en el 206 para la proposición de reformas constitucionales.
El referéndum es una votación en la que el pueblo da una opinión favorable o desfavorable sobre determinado asunto,
en el entendido que lo aprobado no puede ya ser modificado por los órganos del Estado. Ello es así porque el pueblo es
la entidad de la que el poder emana y nadie puede ir contra sus decisiones, si han sido producidas dentro de los cánones
que establece el sistema jurídico; es decir, cumpliendo los requisitos y procedimientos establecidos. El art. 32 de la
Constitución indica qué materias pueden ser sometidas a referéndum.

Debe anotarse, finalmente, que en mayo de 1994 el Congreso expidió la Ley N°26300, conocida como Ley de
Participación y Control Ciudadanos. Mediante este dispositivo se fija como derechos de participación de los ciudadanos
los siguientes: iniciativa de reforma constitucional, iniciativa en la formación de las leyes, referéndum, iniciativa en la
formación de dispositivos municipales y regionales, y otros mecanismos de participación establecidos por ley para el
ámbito de los gobiernos regionales y municipales.

Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:

18. A mantener reserva sobre sus convicciones políticas, filosóficas, religiosas o de cualquiera otra índole, así
como a guardar el secreto profesional.

En sentido general, el texto bajo análisis otorga a la persona el derecho a mantener reserva sobre sus convicciones.
Mantener reserva quiere decir que la persona puede decidir libremente expresar o no sus convicciones, en todo o en
parte, a todos o a algunos. Las convicciones se refieren a aquellas ideas que la persona se ha formado y profesa en los
más variados campos del saber y del querer. Se trata de sus opiniones y posiciones intelectuales. No se trata del
conocimiento que se tenga de determinados hechos, porque de ellos no siempre podrá guardar silencio. Por ejemplo, si
es citado como testigo ante un tribunal, deberá relatar lo que sabe bajo juramento.

El artículo habla de convicciones de cualquier índole, pero se refiere expresamente a tres de ellas: políticas, que tienen
que ver con las opiniones dela persona sobre los asuntos públicos y quienes intervienen en ellos; filosóficas, que parecen
referirse a sus concepciones más globales sobre la realidad, siendo más propio hablar de convicciones culturales porque
se reflejaría mejor lo que se pretende sostener; y religiosas, que consisten en la fe que la persona profesa.

La parte final del inciso establece que la persona tiene el derecho a guardar el secreto profesional que, por ser secreto,
es también un deber. En otras palabras, se establecen los dos aspectos del asunto: se le da el derecho y por la naturaleza
I de la institución, se le establece la obligación de guardar el secreto profesional I que es el conjunto de ideas y
conocimiento de hechos que el profesional recibe de quienes piden sus servicios. El secreto profesional protege a quien
consulta a un profesional, a fin de que pueda decirle toda la verdad, o todas sus opiniones, sin que se vea amenazado
porque el profesional luego esté obligado a decir lo que sabe. Dentro de la amplitud del concepto sobre el secreto
profesional, debe entenderse que también queda amparado el secreto confesional de todas las religiones, cuyo culto se
ejerce libremente.

Igualmente sostenemos que este derecho al secreto profesional ampara al periodismo, respecto de las fuentes
empleadas para la información y la investigación inherentes a este oficio.

Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:

19. A su identidad étnica y cultural. El Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural de la Nación.

Todo peruano tiene derecho a usar su propio idioma ante cualquier autoridad mediante un intérprete. Los extranjeros
tienen este mismo derecho cuando son citados por cualquier autoridad.

El reconocimiento de estos derechos es un aporte novedoso de la Constitución de 1993. La Carta de 1979 no consignó
estos asuntos como derechos formales. Cada persona tiene un conjunto de características propias que constituyen su
identidad, es decir, lo que ella siente ser y la define como un ser único en relación a los demás.

Algunos elementos de la identidad son individuales y exclusivos de la persona (sus rasgos genéticos, su apreciación de
los valores, sus preferencias en todos los ámbitos de la vida, sus convicciones, etc). Otros son elementos de su identidad
que comparte con otros seres humanos y que la hacen formar parte de grupos más amplios. Tales los casos de su
identidad étnica y de su identidad cultural.

La identidad étnica se refiere a los rasgos de raza que son propios del sujeto y que comparte con los demás que
pertenecen a ella. Desde luego, también las razas se entremezclan y entonces aparecen muchas personas que tienen
pertenencia étnica a diversas formas de mestizaje. La raza mestiza particular será también la identidad cultural de quien
pertenece a ella.
El concepto de identidad étnica tiene dos componentes fundamentales. El primero consiste en que cada ser humano
tiene derecho a mantener sus rasgos étnicos como un valor propio, tanto en sí mismo como en relación a todos los
demás seres humanos que los comparten. El segundo, es que tiene derecho a que su etnía sea considerada como un
valor particular y distinto, perteneciente al acervo de valores de la humanidad, tanto en la sociedad en la que vive como
en el mundo entendido globalmente.

La primera dimensión de la identidad étnica es de contenido correspondiente a quienes la comparten: es subjetiva de


cada uno de ellos. La segunda está referida al respeto que los demás deben tener de las etnías a las que no pertenecen
y está muy conectada al principio de no discriminación también contenido en la Constitución.

La identidad cultural es análoga a la identidad étnica, pero se refiere esta vez a la pertenencia cultural de la persona, es
decir, a su cosmovisión de la vida. La cultura es en definitiva la manera de vivir y, como tal, forma parte esencial de la
persona, de su libertad de opinión y de expresión, así como también de la cabal formación de su personalidad. Como
hemos dicho ya al comentar otras disposiciones constitucionales, existen diversos conceptos de cultura. Para los efectos
de su inclusión como asunto constitucionalmente reconocido y protegido, debe entenderse como la visión global de la
vida y del entorno que rodea a cada persona, contribuyendo a definir elementos básicos de su identidad personal y de
su armónica inclusión social.

La cultura se hace en la historia y su acumulación es básicamente social. Es la sociedad a la que pertenecen los
individuos; cada cual recibe y toma los elementos que contribuyen a su identidad, razonabilidad y socialización. En esa
perspectiva, identidad nacional y cultura son dos cuestiones intrínsecamente vinculadas. Son las diversas aportaciones
populares surgidas en un espacio comunitario las que van configurando, en el tiempo, la identidad nacional. La solidez
de ésta guarda relación directa con los grados y formas de adhesión y reconocimiento a los productos culturales. que
vienen de la creación individual y grupal, siendo aceptados como elementos de común identidad.

El Perú es un país pluriétnico y pluricultural desde su nacimiento republicano, y los elementos esenciales de esta
conformación los heredó ya desde la Colonia española. En su formación participaron y participan aún activamente vadas
tradiciones culturales provenientes de diversos pueblos nativos, del español y de otros que, como la población africana
y la china, inmigraron en diversas épocas. Durante siglos, nuestro país ha sufrido fenómenos de discriminación étnica y
racial y, si bien en los últimos años se notan procesos sociales tendientes a superar este fenómeno, estudios recientes
demuestran que el racismo está aún presente en nuestro medio con mucha fuerza y que, por la configuración particular
de nuestra sociedad, racismo significa simultáneamente discriminación étnica y cultural.

En este contexto, resulta acertada la norma que dice: "El Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural de la
Nación". Que el Estado la reconozca quiere decir que acepta su valor como un aporte a la sociedad en su conjunto. Que
la proteja quiere decir que debe desarrollar políticas de diverso tipo que permitan, precisamente, que todos alcancen un
plano de igualdad y de mutuo respeto en los más diversos terrenos de la vida social.

La segunda parte del inciso bajo comentario contiene una norma práctica y de justicia, consistente en que todo peruano
tiene derecho a utilizar su propio idioma ante cualquier autoridad mediante un intérprete. Es una norma importante porque
permite que la persona se exprese y comprenda, de la mejor manera, en la relación con las autoridades del Estado. Por
otro lado, es un refuerzo a los criterios constitucionales que proclaman la igualdad ante la ley y que prohiben cualquier
tipo de discriminación. También es una garantía de trato justo, pues impedirá que la incomprensión lingüística pueda
conducir a perjuicios para quien no sabe expresarse adecuadamente en castellano o en el idioma oficial del lugar. Hay
que recordar que el artículo 48 establece que son idiomas oficiales el castellano y, en las zonas donde predominen,
también lo son el quechua, el aimara y las demás lenguas aborígenes, según lo establezca la ley. No obstante, debe
recordarse que este importante dispositivo no se cumple cabalmente. La dominación del castellano es un hecho del cual
derivan situaciones de desventaja para quienes no hablan este idioma.

En el caso de los extranjeros se les permite utilizar su propio idioma mediante intérprete, pero sólo cuando son citados
por la autoridad. El beneficio no está extendido, como en el caso de los peruanos, para cuando ellos recurran
voluntariamente a la autoridad.

Artículo 2.- Toda persona tiene derecho:

20. A formular peticiones, individual o colectivamente, por escrito ante la autoridad competente, la que está
obligada a dar al interesado una respuesta también por escrito dentro del plazo legal, bajo responsabilidad.

Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional sólo pueden ejercer individualmente el derecho de
petición.
El derecho de petición es un tema que también fue regulado por la Constitución de 1979 (inc. 18, arto 2). La innovación
que trae la nueva Carta es la autorización para ejercer este derecho a los miembros de las Fuerzas Armadas y de la
Policía Nacional, posibilidad negada por la anterior Constitución.

El derecho de referencia es tradicional y antiguo en la organización política delas sociedades. Consiste en el derecho
que se reconoce a toda persona para recurrir a la autoridad, a fin de pedir aquello a lo que no se tiene acceso por derecho
propio. En este sentido, es largamente anterior al Estado de Derecho moderno y ha coexistido con las más diversas
formas de organización del poder. Desde luego, su incorporación en la Constitución es un paso muy importante para su
existencia, consolidación' y respeto, pues en el pasado, si bien se reconoció formalmente su existencia, en la realidad
muchas veces no podía operar por falta de regulación y, las más de las veces, por falta de voluntad política para darle
validez y fuerza.

Se pide a la autoridad, no a personas privadas en cuanto tales, pues éstas se hallan regidas por el principio de libertad
que consiste en que nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohibe. Por
esa razón, una persona particular no está obligada a atender la petición de un extraño. Sin embargo, la autoridad en
tanto tal, sí tiene el deber de hacerla. Entendemos por autoridad tanto al funcionario del Estado frente al particular, como
a quien ejerce una función de naturaleza pública como, por ejemplo, el empleador frente al empleado, aunque ambos
pertenezcan al sector privado, pues el contrato de trabajo establece una relación de naturaleza pública, no sólo privada.

Se pide aquello a lo que no se tiene acceso por derecho propio porque todo derecho tiene una acción y, además, porque
no se puede dejar de administrar justicia por defecto o deficiencia de la ley. Si la persona tiene un derecho subjetivo
emanado de una disposición jurídica, entonces no tendrá que recurrir al derecho de petición, sino a la vía administrativa
o judicial.

La petición puede ser formulada por una sola persona (individual), o por variasen conjunto (colectivamente). Debe ser
presentada ante la autoridad competente para ejecutar lo que se está pidiendo. Debe entenderse que si no es activada
de esta forma, quien recibió la petición debe redirigirla hacia el órgano competente, en cumplimiento de las normas de
procedimiento administrativo existente, a cuyas reglas, en lo que fuere aplicable, deben ceñirse este derecho de petición.
La petición, asimismo, debe ser formulada por escrito.

La autoridad está obligada a dar respuesta al interesado, también por escrito y bajo responsabilidad, dentro del plazo
legal. La vía procedimental aplicable a este plazo debe estar regulada, necesariamente, por las normas de procedimiento
administrativo.

Lo sostenido en los dos párrafos anteriores es muy importante porque, en realidad, el derecho de petición es una relación
administrativa entre la autoridad y la persona y, por consiguiente, asume en el tipo de relación, la naturaleza de
procedimiento administrativo. De ahí que estimemos que las normas fijadas para los procedimientos administrativos
deben ser aplicadas al derecho de petición.

El segundo párrafo del inciso que comentamos niega el derecho de petición colectiva y, desde luego institucionalmente,
a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional. La autorización se da en términos individuales. La petición así entendida
implica, por lo tanto, la solicitud individual tanto dentro de las propias instituciones (por ejemplo, un oficial que pide un
préstamo a cuenta de su sueldo), como en la sociedad (por ejemplo, el policía que como vecino, pide a la municipalidad
la culminación de determinada obra).

Negar el derecho de petición a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional es una garantía para la permanencia del
sistema democrático, en la medida que la petición hecha por estas instituciones probablemente podría deteriorar la
situación política interna, si la aprobación o desaprobación sobre la petición es negada o dilatada en el tiempo.

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