Vous êtes sur la page 1sur 14

Dicho film se analiza haciendo foco en el aspecto capitalista a partir del marco teórico que

incluye a Adam Smith, Karl Marx, Jean Baudrillard, como así también la teoría de Darwin,
la cual resulta importante dentro de la película “El precio del mañana”

Marco Teórico

Tomando a Adam Smith, se tendrán en cuenta a los fisiócratas, el interés individualista, la


mirada hacia el empresario capitalista. Desde el punto de vista marxista se tendrá en
cuenta el capitalismo según Marx, la alienación, la plusvalía y el concepto de ejército de
reserva. Por Baudrillard podremos ver la definición de consumo y cómo se vincula en la
película. Mediante la teoría darwiniana se observa cómo el más apto es el que vive y el
que no, muere. Se tomarán momentos de la película que son aplicables al marco teórico
seleccionado, haciendo posible que el capitalismo pueda ser visible dentro de toda
sociedad, ya que la película se basa en la posmodernidad y en una sociedad particular
como así también una forma muy particular de vivir, donde los minutos son el dinero pero
también es la vida de uno. Para el desarrollo del ensayo se tendrá como objeto de aná-
lisis el valor que tiene la vida y el dinero y cómo la película muestra ambas como una
dualidad, pudiendo hacer referencia a una sociedad capitalista donde el dinero es la vida
misma de cada persona. Estos temas nos permiten reflexionar sobre la vida de cada
persona dentro de una sociedad capitalista, y cómo se toma valor de lo que uno tiene o
deja de tener, como así también las diferencias sociales en todo contexto.

Desarrollo

Para este ensayo decidimos analizar el capitalismo según Marx en la película In time. La
elección de esta película se debe a que en ella se presenta concretamente el sistema
capitalista que propone Adam Smith, con una mirada darwiniana y también se presenta la
crítica de Karl Marx. Dicha película presenta una trama de ciencia ficción, en la cual la
sociedad vive con una moneda representada en tiempo, el valor de uso del tiempo
representa el capital de cada uno y su vida misma. A los 25 años se extingue el gen del
envejecimiento humano y las personas dejan de envejecer y solo se les da tiempo que
representa en el valor de uso para un año de vida. Si no consiguen ganar más tiempo, que
se gana a través del capital, las personas mueren de un paro cardíaco. De esta manera, el
tiempo de vida se convierte en dinero/capital y la gente paga sus lujos, necesidades, o se
queda exento de poder vivir y muere. Dicho tiempo es igual que el dinero, ya que con el
tiempo se compra los alimentos, se paga los impuestos, los transportes y todo tipo de
gastos. La clase burguesa tiene la posibilidad de vivir eternamente una vida frívola y
lujosa, mientras que las clases sociales más bajas viven como ejército de reserva bajo
condiciones de vida vulnerables y deben negociar o pedir préstamos para poder vivir el día
a día. En la película se puede ver cómo hasta los 25 años se tiene una vida
medianamente tranquila, ya que una vez cumplida la edad el reloj comienza a correr y se
debe realizar todo tipo de trabajos para poder conseguir tiempo. Pero también el tiempo
corre a cada segundo, no es solo una forma de pago sino que también un marcador de
existencia, una vez que el reloj marca cero, ellos mueren. Esto genera una obsesión por
querer conseguir dinero, es su única preocupación y meta, conseguir más tiempo. En la
teoría que propone Darwin las especies van evolucionando dependiendo de cuál sea el
más apto, el que no logra adaptarse al final muere y las especies que quedan se van a
reproducir, creando nuevos seres. Es decir, el que mejor se adapta es el que podrá
sobrevivir. Esto sucede con la sociedad, sólo sobrevive el que puede adaptarse al sistema
impuesto por el estado y los que no lo consigue, muere. Genera una abierta desigualdad
entre la clase burguesa, la clase social más alta, que es la que controla el tiempo, y los
obreros, la clase social más baja. Estas clases sociales se pueden ver distinguidas en la
película según el lugar de nacimiento y la zona horaria en la que viven según su estatus
social. Los barrios sociales están divididos en cuatro zonas, custodiadas por el Estado.
Las clases sociales más bajas viven en los guetos y hacen lo que pueden para sobrevivir y
conseguir más tiempo, mientras que la clase social alta vive de manera lujosa y
frívolamente en Nueva Greenwich. De esta manera, el Estado, que esta compuesto por la
clase burguesa, tiene controlada a toda la sociedad, le hace creer a sus miembros que son
libres pero en realidad los controlan a través de las políticas económicas que establecen;
una de ellas se manifiesta a través de las restricciones que tienen para circular, ya que
cada zona horaria esta cercada con muros donde se cobran peajes en tiempo cada vez
más costoso para evitar que la gente de los guetos pueda cruzar o emigrar a lugares de
niveles sociales más altos. Estos son conceptos del libro de Darwin El origen de las
especies. El capitalismo presentado en la película tiene fuertes lazos con Charles Darwin y
su teoría de la evolución. Le película podría ser utilizada para acompañar la teoría del
interés individualista del liberalismo propuesta por Adam Smith, ya que cada uno se
preocupaba por su tiempo, no importa lo que le pasa al otro. Eso es lo que quieren
cambiar Will y Sylvia, los personajes principales, que se comienzan a preocupar por los
menos beneficiados por este sistema económico y comienzan a robarles a los ricos para
darle a los más necesitados. En esa dimensión pertenece al sistema propuesto por los
fisiócratas ya que por otro lado es un sistema absolutista, controlado por el gobierno por
un dispositivo panóptico, por el cual son observados todo el tiempo. Se presenta también
la diferencia de clases propuesta por Smith, en la cual la burguesía controla al proletariado
a través de los sueldos bajos de subsistencia mínima y vital. Para Smith, la clase social
más importante es la burguesía, ya que es la que brinda los medios de producción y
empleo a las clases sociales proletarias. En la película se puede observar cómo lo único
que genera la clase burguesa a través de su poder es desigualdad social, ya que no le
brinda a la clase obrera los medios suficientes para obtener más tiempo, capital y vida. De
esta manera, la clase burguesa necesita de la clase obrera para generar sus propias
ganancias a través de la plusvalía. Se podría decir que la película pertenece a una etapa
posmoderna ya que se vive un tiempo únicamente presente, se elimina la historia y el
futuro. El tiempo está ligado a la muerte, es un enemigo temido por toda la sociedad, pero
más que nada por las clases sociales más bajas. Los seres humanos se comienzan a
identificar según lo que consumen, por la cantidad de dinero y tiempo que poseen, y no
por su historia. No importa cómo obtuvieron ese dinero, lo que importa es cuánto tiempo
poseen. También, podemos distinguir una cultura posmoderna ya que el modelo
económico beneficia a los que más tienen y los que menos tienen son los más
perjudicados por las políticas económicas impuestas. El trabajador es explotado
generando que las empresas ganen más. Esto es parte de lo que hoy en día conocemos
como la globalización y tiene que ver con un momento cultural.

Por otro lado, la película podría ser utilizada por Baudrillard para ejemplificar su crítica al
consumismo, ya que la clase social más alta tiene una práctica idealista, consumiendo
comparaciones, el que más tiempo tiene, más cargos logra. No se consumen cosas sino la
idea de querer pertenecer a un grupo y categoría social, el carácter compulsivo reemplaza
a la lógica del deseo, el querer conseguir más tiempo para pertenecer más. Según
Baudrillard el consumo es como un mito de la época, un relato social mediante el cual se
explica y justifican las diferencias. Es por esto que otra gran característica de la película
es el abismo de diferencias económicas que hay entre las diferentes clases sociales.
Gracias a la plusvalía, los más ricos pueden vivir su lujosa vida, mientras los más pobres
intentan sobrevivir, minuto a minuto. Esto genera un ejército de reserva, el cual es capaz
de hacer cualquier cosa con tal de entrar al sistema capitalista, este ejército es la gente
que vive en los guetos de Dayton. Además, se ve reflejado en las clases sociales altas el
sistema de acumulación, el sistema de producción criticado por Karl Marx. Por su parte, la
clase social baja tiene un sistema de producción de necesidades, ya que para lo único que
quiere tener más tiempo era para poder sobrevivir. Esto muestra la gran diferencia que se
establece entre las clases sociales gracias al sistema capitalista. La clase social que vive
en los guetos de Dayton representa la clase social definida por Marx como clase obrera, la
cual tiene que trabajar cada día para ganar capital, y que esta representado en un par de
horas más de vida, las cuales utilizan también para pagar las necesidades diarias. Esto es
controlado por la clase burguesa, que vive en New Greenwich y tiene una cantidad de
capital desorbitada utilizado para vivir durante siglos o milenios en función de la cantidad
de horas de vida acumulada gracias expropiación de las clases sociales más bajas. De
esta manera, la clase burguesa aliena a los obreros y los controla a través de las políticas
económicas establecidas, generando un nivel de pobreza desorbitante. La clase social
más baja no solo tiene un nivel de vida muy bajo, sino que al no tener los medios para
producir capital, a sus miembros se les quita la vida.

Muestra un escenario en el cual la clase burguesa controla a través del capital y convierte
la vida de un individuo en virtualmente inmortal o no. Explica que solo aquellos
suficientemente exitosos (en términos de capital) serán quienes permanezcan con vida
pudiendo vivir para siempre, mientras aquellos individuos sin capital, las clases bajas, son
condenados a morir inevitablemente para dar paso a otras generaciones. Sin embargo, la
película nos demuestra que hay una solución para este modelo capitalista demoledor. Al
final, los personajes principales le roban a los más ricos su capital (tiempo) para dárselo a
los más pobres. Esto genera que las clases sociales más bajas obtengan más tiempo, de
modo que abandonan las fábricas y el sistema regresivo comienza a desmoronarse. En
los guetos la gente viaja hacia otras zonas horarias ignorando los peajes de tiempo entre
cada zona, así los policías de tiempo ven cómo la situación se les escapa de sus manos y
deciden no actuar sobre estos hechos, dejando que se rompa el capitalismo impuesto.

Conclusión

En la película analizada se puede observar cómo se presenta claramente la teoría de Marx


con respecto a lo que genera el modelo capitalista, cuáles son las motivaciones como son
el de acumular dinero y obtenerlo a ganancia de las clases sociales más bajas. El capital
es tan importante y esencial, gracias a las políticas regresivas impuestas, que tener o no
dinero implica la posibilidad de vivir o morir. La clase burguesa impone este modelo para
tener a la sociedad bajo control, así las personas podrán mantenerse con vida, siempre y
cuando puedan pagar por ello, de este modo evitan la superpoblación. Así pues, el tiempo
se convierte en la principal moneda de cambio y la clase burguesa logra vivir para
siempre, mientras que los pobres tienen que negociar continuar viviendo ya que no tienen
las herramientas necesarias para conseguir el dinero. Genera una asociación del
cronómetro (que crece con el salario y decrece con el consumo) con la posición del
trabajador que no tiene otra opción que ser parte de la máquina, tanto social como
individual y termina siendo maquinizado por su propio cronómetro y transforma el poder
ganarse su vida en una pesadilla. Esto presenta un antítesis entre la lucha por la libertad y
el sufrimiento de lo que resta por vivir.
Se concluye este análisis diciendo que la película representa una metáfora del mundo en
el que vivimos, en el cual solo unos pocos tienen las herramientas para sobrevivir,
mientras que las clases más altas viven lujosamente; muestra un capitalismo llevado al
límite. Dicha película es una crítica a la política, economía, sociedad, capitalista y
neoliberal. La película honra al título en español, El precio del mañana, es exactamente
eso, una proyección al futuro, presagiando que en su debido tiempo todos los sistemas
políticos se fusionarán en un solo gobierno mundial y toda clase de religiones se
convertirán en una religión mundial.

En el año 2161, el gen del envejecimiento humano ha sido desactivado. Al cumplir los
veinticinco años, las personas dejan de envejecer. Transcurrido un año, mueren de un
ataque cardíaco a menos que «ganen» tiempo y rellenen con él sus «relojes de vida», que
llevan la cuenta regresiva como un reloj digital en sus antebrazos izquierdos, programado
desde que nacen.

El tiempo de vida se ha convertido en «dinero» y es la forma con que la gente paga sus
lujos y necesidades. Los ricos pueden vivir muchos años y hasta eternamente, mientras
que el resto de la población pobre debe trabajar, negociar o pedir préstamos para poder
vivir el día a día (sus «relojes de vida» a lo más tienen siete días de vida). Cada persona
vive en una «zona horaria» distinta, en función de su estatus social.

Los pobres viven en los guetos de Dayton en el centro de la ciudad. Para ellos, el trabajo
de cada día sirve para ganar un par de horas más de vida que también deberán utilizar
para pagar las necesidades diarias con tiempo, la comida, la luz y el hospedaje. Los ricos
viven en la lujosa zona residencial New Greenwich en las afueras de la ciudad y pueden
vivir durante muchos años, siglos o milenios en función de la cantidad de tiempo que han
adquirido. Cada «zona horaria» está cercada con muros y cámaras de video seguridad,
donde se cobran peajes en tiempo cada vez más costosos para evitar que la gente
«pobre» pueda cruzar o emigrar a lugares de niveles sociales más altos.

Will Salas (Justin Timberlake) es un trabajador de 28 años en una fábrica, que vive con su
madre de 50 años, Rachel (Olivia Wilde), en los guetos. Un día, Will y su mejor amigo,
Borel (Johnny Galecki), visitan un bar donde ven que un extraño hombre, Henry Hamilton
(Matt Bomer), que tiene más de un siglo de vida programado en su reloj y hace alarde de
su tiempo ante los demás. Hamilton es atacado por Fortis (Alex Pettyfer), el jefe mafioso
de 75 años de edad, perteneciente a una banda llamada «Los Minuteros», quienes roban
tiempo a los demás con el uso de la fuerza.

Will ayuda a Hamilton a escapar y lo lleva a una fábrica abandonada para ocultarse por
varias horas, donde éste le dice a Will un secreto que solo los ricos conocen, que con la
tecnología desarrollada en los últimos años existe tiempo suficiente para todo el mundo,
pero que se ha estado guardando únicamente para que los ricos tengan más tiempo y se
vuelvan inmortales. Así, además, controlan la superpoblación mundial (subiendo el costo
de la vida: impuestos, servicios y alimentos), logrando así que la gente más pobre tenga
que correr el riesgo de que su reloj se consuma más rápidamente y finalmente muera. Los
ricos lo llaman «el sistema». Hamilton está deprimido por esto y afirma que nadie debe
morir antes de tiempo, confiesa que ya está harto de seguir vivo tanto tiempo y su mente
está cansada después de sus 105 años de vida programada desde que nació.
Mientras Will duerme en la fábrica abandonada esperando el día para escapar, Hamilton
siente pena por él y su vida de angustia por obtener tiempo cada día, le transfiere el
tiempo de vida que le queda, más de 100 años. Al despertar, Will descubre el tiempo
cargado en su reloj y por una ventana ve a Hamilton caer al río, con todo su tiempo
consumido, le da un infarto y muere. Will corre para tratar de salvarlo con la posibilidad de
transferir a él algo más de tiempo, pero ya es muy tarde y sólo logra que una cámara de
vigilancia detecte su presencia. Huye de la zona, pero la policía, los «Guardianes del
Tiempo», dirigidos por Raymond Leon (Cillian Murphy), comienzan a perseguirlo porque
creen que él mató a Hamilton para robarle su tiempo.

Will quiere ver a su madre Rachel para festejar su cumpleaños, le lleva de regalo un ramo
de flores y un poco de tiempo que recibió de Hamilton, pero ella muere al acudir a la cita.
El tiempo que le quedaba de 2 horas no era suficiente para llegar a pie y el chofer del
autobús que debía tomar no acepta rebajarle la tarifa del transporte hasta su lugar de
destino, que fue subida nuevamente como el sistema hace para provocar la muerte de los
pobres en forma intencional, la cual también se paga con tiempo y ha aumentado en forma
sorpresiva, Rachel corre para tratar de salvarse si logra conseguir más tiempo y Will,
sospecha que algo está mal porque Rachel no llega en el autobús, también corre para
tratar de encontrase con ella, al verla correr por una calle trata de salvarla pero ella muere
por falta de tiempo.

Recordando lo que Hamilton le dijo sobre la inequidad del «sistema», Will decide vengarse
de los ricos. Visita a Borel y le da una década de tiempo como regalo de amistad. Borel
aprovecha para ir a beber a un bar. Will acude luego a la zona de los ricos, pagando
muchos años de tiempo en los peajes que abren los muros, donde conoce a Phillipe Weis
(Vincent Kartheiser), el fundador de la compañía de Prestamistas de Tiempo Weis y a su
hija de veintisiete años, Sylvia Weis (Amanda Seyfried). Sylvia muestra interés amoroso en
Will después de ver su actitud atrevida al jugar póker contra su padre, donde apuesta
mucho tiempo, también al llegar al hotel cuando iba entrando y cuando estaba comiendo.
Phillipe los presenta e invita a Will a una fiesta en su mansión.

En la mansión, Will es capturado por Leon, quien confisca la mayor parte de su tiempo.
Will escapa entonces, tomando como rehén a Sylvia. Trata de volver al gueto con ella,
pero tienen un accidente en el auto en el que huyen y quedan inconscientes, lo que
aprovecha Fortis para ir hasta ellos y registrar a Will. Sin embargo, se decepciona al saber
que Will ya no las tiene consigo y, como consuelo, roban la mayor parte del tiempo de
Sylvia. Al despertar, Sylvia se angustia al descubrir que, por primera vez en su corta vida,
le queda muy poco tiempo. Ella y Will visitan a Borel para recuperar algo de tiempo. Al
visitar a Borel se enteran, por su esposa, que este murió alcoholizado cuando Will le
regaló tiempo. Sylvia decide entonces vender sus aretes de diamante a una casa de
empeño, pero sólo consigue dos días. Llaman entonces a Phillipe para pedir rescate: mil
años que se distribuirán entre la población del gueto, pero Phillipe no acepta. Leon detecta
la llamada y los persigue.

Justin Timberlake (al centro) y Amanda Seyfried (a la derecha) promocionando In Time


durante la Comic-Con 2011.
Esa noche, Will y Sylvia al llegar al gueto se hablan entre ellos sobre sus vidas: sobre
cómo los relojes de tiempo se activaron (el de Will se activó cuando andaba en la calle
diciendo su año fue gastado en una semana por las deudas y Sylvia le comenta que le
sucedió lo mismo cuando la despertó mientras dormía y cree que todo el mundo le
sucede) y también sobre cómo se ganaba la vida el padre de Will. Al día siguiente
descubren que Phillipe no paga el rescate. Leon aparece y casi mata a Will, pero recibe un
disparo en el hombro por parte de Sylvia. Entonces Will le transfiere a Leon dos horas de
tiempo, en vez de quitárselo (Will sabe que los guardianes del tiempo también viven al día
como la gente del gueto), lo que sorprende a Sylvia. Ambos escapan en la patrulla de
Leon. Más tarde, Will le dice a ella que todavía puede alejarse de la situación y salvarse,
pero ella decide quedarse a su lado, al darse cuenta de que la vida que llevaba en Nueva
Greenwich no tenía ningún sentido y se besan. Comienza entonces una serie de robos de
bancos de tiempo al estilo de Bonnie y Clyde evadiendo a Leon y a los cronometradores.
Roban las cápsulas que almacenan el tiempo y deciden distribuirlas entre los pobres ya
que en el fondo están recuperando el tiempo robado por los ricos que pertenecía a los
pobres. Eventualmente, los ricos ponen una recompensa de diez años por su captura.
Fortis finalmente localiza a Will y Sylvia, por segunda vez, en un hotel. Will los elimina con
las estrategias que aprendió de su padre.

Sin embargo, Will y Sylvia pronto se dan cuenta de que sus anteriores esfuerzos fueron
inútiles, pues los ricos aumentan simplemente el costo de vida en los guetos para
mantener el status. Ellos idean entonces un plan para robar un millón de años en la sede
privada de Weis, ya que eso realmente dañaría a los ricos. Will y Sylvia roban una cápsula
de un millón de años de la bóveda de la oficina de Phillipe y escapan de las instalaciones.
Los cronometradores tratan de detenerlos, pero Will y Sylvia logran abrirse paso y llegar a
Dayton. A su llegada, León estrella su coche contra Will, pero Will alcanza a darle la
cápsula de tiempo a una joven, quien distribuye el tiempo entre la gente. Leon alcanza en
su patrulla a Will y a Sylvia, quienes huyen del lugar. Will le pide a Leon que le regrese
parte del tiempo que anteriormente le había transferido, para que él y Sylvia puedan
sobrevivir antes de sus ejecuciones y León se da cuenta entonces de que había olvidado
cargar más tiempo a su reloj, muriendo frente a ellos.

Will y Sylvia tienen aún unos segundos de vida y, cuando creen que uno de los dos va a
tener que sacrificarse por ambos, Will recuerda que pueden tomar tiempo de la patrulla de
León y, en una escena que recuerda la muerte de Rachel, Sylvia recibe de Will justo a
tiempo lo que necesitaba para sobrevivir. A costa de los robos y reparticiones de tiempo
efectuadas por ellos, los cronometradores en su base monitorean como los pobres, ahora
con más tiempo de vida, abandonan las fábricas y «el sistema» comienza a
desmoronarse. En los guetos la gente viaja hacia otras zonas horarias ignorando los
peajes de tiempo entre cada zona, así los cronometradores o policías de tiempo ven como
la situación se les escapa de sus manos y deciden no actuar sobre estos hechos.

En la última escena, Sylvia y Will concluyen que para lograr derrocar «el sistema» van a
tener que seguir robando y repartiendo mucho más tiempo, por lo que se ve cómo
aparecen en la entrada de un gran banco de tiempo. Finalmente se dedican a seguir
robando más cápsulas de tiempo.

En “La ideología alemana”, Karl Marx y Friedrich Engels afirmaban que “las ideas de la
clase dominante son las ideas dominantes en cada época” o lo que es lo mismo que:
La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con
ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le
sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios
necesarios para producir espiritualmente. 1

. En esta reflexión voy a intentar demostrar porqué el filme norteamericano In Time (“A
tiempo” o “El precio del mañana”2, de Andrew Niccol actualmente en las carteleras), a
pesar de la utilidad general de la citada premisa marxista, es una de las películas
hollywoodienses con un mensaje más revolucionario de todas las realizadas hasta la fecha
en la historia del cine. Pero, ¿cómo es posible que Hollywood, la misma industria que ha
sido epicentro de gran parte de la propaganda capitalista desde hace casi un siglo,
produzca ahora una película blockbuster que sea casi tan revolucionaria como el
Manifiesto Comunista? Analicemos y entendamos el fenómeno desde lo que pretende ser
una aportación a la teoría marxista de la cultura, la ideología y las industrias culturales.
Aportación que en ningún momento pone en cuestión la validez tendencial de la cita
reproducida de Marx y Engels, sino que intentará corregir algunas interpretaciones
mecanicistas que no hacen sino metahistorizar y empobrecer la herramienta marxista para
la revolución social.

Comencemos con el guion de la película: estamos en el año 2161, los humanos han sido
modificados genéticamente de tal modo que al cumplir 25 años un temporizador vital
visible en sus antebrazos comienza la cuenta atrás, si bien su apariencia física queda
atrapada en la juventud a pesar de que puedan vivir longevamente. A partir de ese
momento, deben conseguir tiempo si no quieren que el crono llegue a cero y mueran. El
tiempo es el dinero del futuro, la nueva divisa que simboliza el valor de cambio. Se gana
tiempo trabajando y se pagan los bienes y servicios de la misma forma. De este modo el
cronómetro genético se va actualizando a medida que uno desembolsa o ingresa la nueva
moneda temporal. En este futuro distópico la sociedad está dividida de manera brutal por
tres clases: los super ricos (muy pocos), los acomodados (pocos) y los pobres (mayoría).
Los pobres tienen poco tiempo y deben estar continuamente trabajando a gran velocidad
si no quieren morir jóvenes (lo cual sucede frecuentemente). Los ricos pueden llegar a
acumular cientos y hasta miles de años, siendo prácticamente inmortales y
aprovechándose del excedente productivo que extraen a los pobres asalariados.

El protagonista de la trama es un obrero (de fábrica para más in ri) llamado Will Salas
(Justin Timberlake) que ve morir a su madre prematuramente ante su imposibilidad de
pagar las deudas y la constante subida de precios con los que la élite gobernante asfixia a
la clase obrera. De repente, la vida de Will cambia radicalmente cuando se encuentra a un
rico borracho en un bar de los suburbios. Unos atracadores intentan dejarlo sin dinero (sin
vida) pero Will lo salva y éste a cambio le hace una revelación: no tiene sentido vivir para
siempre y la inmortalidad de los ricos se basa en la alta mortandad planificada de los
pobres: “Para que unos pocos sean inmortales, muchos han de morir”. La metáfora con
nuestro sistema es evidente. Seguidamente el rico (el atractivo M.Bomer) se suicida sin
que Will pueda evitarlo y minutos antes, mientras dormía, le regala un siglo de vida al
verse impresionado por su buen corazón y sus ganas de vivir. Con este dinero el
protagonista decide ir más allá de los suburbios, que están separados por varias aduanas
infranqueables para todo aquel que no tenga dinero. De este modo conoce el barrio de los
más ricos entre los ricos, los que tienen el verdadero poder: el distrito de New Greenwich 3.
De este modo Will comenzará una aventura que le hará comprender los límites del
sistema y las posibilidades revolucionarias para derrocarlo mientras lucha por su propia
supervivencia junto a Sylvia (A.Seyfried), la hija rebelde de un magnate de las financias de
New Greenwich.

El filme está repleto de enseñanzas revolucionarias, marxistas, obreristas e


internacionalistas. Por ejemplo, al colocar el tiempo como Tiempo de Trabajo Socialmente
Necesario (TTSN)4 para la generación de valor en las mercancías y la extracción de
plusvalor por parte de los capitalistas, el filme destaca la importancia del espacio-tiempo
como centralidad en la lucha de clases. La película también contiene una crítica explícita a
la ideología neoliberal, que en un diálogo entre el protagonista con el magnate Weis, uno
de los malos, éste defiende el sistema como “capitalismo darwinista” justificando y
apoyando la conocida sentencia del darwinismo social de corte liberal que afirma que “sólo
los más fuertes sobreviven”. Por otra parte el protagonista, en contraposición, sentencia en
una escena: “Nadie debe ser inmortal si sólo una persona ha de morir”, ergo nadie debe
ser rico materialmente si una sola persona no puede tener satisfechas sus necesidades
vitales. Crítica definitiva a nuestro sistema. Más adelante, Will y Sylvia plantean varias
veces cuando van a robar los bancos de tiempo que lo que van a hacer no es robar
cuando el tiempo (dinero) se le quita a los primeros ladrones (el famoso “expropiación de
los expropiadores” por el que aboga el Manifiesto Comunista) 5. Además, la figura del
“esquirol/traidor de clase” es representada por dos personajes: el guardián de tiempo
Murphy y el mafioso “minutario” Fortis que aparecen como traidores a su clase, ya que los
ambos nacieron en el gueto, pero viven de explotar a sus habitantes. El propio Fortis,
reconoce su papel y el de su banda cuando ante Will afirma que la policía le permite
delinquir libremente porque mantiene el sistema controlado al solamente atracar y
asesinar a los de su clase. Por otra parte, ahondando entre las similitudes flagrantes del
mundo distópico de la película con el sistema capitalista, nos encontramos con las
aduanas que separan los mundos de In Time donde para franquearlas se debe pagar un
alto importe sólo accesible a los capitalistas. Este elemento es muy interesante, porque en
la película se afirma que no hay una prohibición legal de cruzarlas “libremente” para nadie,
pero cuando Will, un obrero, lo hace (con dinero), saltan todas las alarmas del sistema en
la figura del guardián de tiempo (el cuerpo represor). O sea: no hay prohibición legal pero
si imposibilidad real para la fuerza de trabajo = libertad casi total de movimientos para el
capital, opresión y restricciones para la fuerza laboral (aduanas, permisos de residencia y
laborales, ciudadanos de segunda con derechos amputados, etc). Otro momento
importante de In Time acontece cuando se afirma que el problema no es que Will y Sylvia
estén robando dinero, sino que el “crimen” radica en que lo están regalando poniendo
en peligro la viabilidad del sistema en su conjunto, permitiendo que los obreros,
aunque sea momentáneamente tengan tiempo para algo más que producir. En otra
vertiente, una parte muy humanista a destacar dentro del mensaje anticapitalista de la
película que lima las interpretaciones marxistas más sectáreas, sanguinarias y
mecanicistas se produce cuando Will contesta a Sylvia sobre si él la odia por pertenecer a
la clase explotadora que pertenece y responde que no, que nadie tiene culpa de nacer
donde nace. O sea, nadie elige desde que lugar comenzar “la partida”. Este mensaje es
muy importante porque Marx apuntó muchas veces que cuando criticaba
despiadadamente a los capitalistas, lo hacía como miembros abstractos de una clase, no
como personas. Pueden existir algunos capitalistas que hagan más por la revolución
que muchos obreros, como fue el caso de Engels, sin el que Marx no podría haber sido
lo que fue y nosotros no podríamos disfrutar de su impresionante legado revolucionario.
Por tanto, lo importante no es donde naces, sino qué haces con lo que te viene
dado. Un mensaje profundamente emancipador.
Hasta aquí me he limitado a explicar algunas claves sobre el porqué defiendo que la
película posee un mensaje revolucionario y humanista en toda regla, pero no quiero
contarlas todas porque no desearía desalentar a los espectadores sobre su visionado. Al
contrario, animo seriamente a todos los revolucionarios y activistas del mundo a verla y
servirse de In Time para hacer talleres de economía política crítica donde explicar las
interesantes conexiones entre la película y la obra nuclear de Marx: “El Capital”. Con
intención de facilitar su estudio entre las masas obreras (especialmente con los jóvenes).
Esta movie puede ser una gran herramienta para hacer llegar a personas sin alta
formación académica la teoría marxista del análisis del capitalismo y el materialismo
histórico, haciendo las anotaciones necesarias donde se precise y ayudando a ilustrar la
densa teoría de Marx con las excelentes “imágenes en movimiento” que nos regala In
time.

Ahora pasemos a analizar cómo es posible que Hollywood haya realizado una película así
y que esto nos sirva para hacer una crítica demoledora a la teoría aciaga de autores
fatalistas de la tradición filomarxista como Adorno o Marcuse que planteaban la
imposibilidad de una rebelión sistémica o creían imposible la emisión de un mensaje
revolucionario desde las propias industrias culturales (IICC). Estos autores avizoraban las
IICC como un bloque todopoderoso (decir que alguien o algo es todopoderoso implica
dotarlo de una infinidad imposible en el mundo material, renunciar a la revolución y negar
la propia dialéctica variable del poder no como posesión sino como capacidad social) 6. Mi
tesis, en cambio, es la siguiente: si bien la producción hollywoodiense se caracteriza
por estar repleta de películas que tienden a fortalecer las ideologías de las clases
dominantes como afirmaban Marx y Engels, en algunos contextos históricos se
transgreden, por lo que la teoría marxiana ha de dar cuenta de estos casos y
explicar su génesis. En especial cuando el sistema en su conjunto se halla en crisis por
sus propias contradicciones y ante luchas grupales o individuales de especial talento. Es
justo lo mismo que afirmaban los autores alemanes que ocurría con la superestructura
política en tiempos de inestabilidad: cuando diversas clases se hallan en pugna sin que se
avizore un claro ganador (como a veces ocurrió entre la corona, la burguesía y la
aristocracia en los inicios del capitalismo mercantil o como puede ocurrir con el
bonapartismo en los inicios del capitalismo industrial u otros momentos de la lucha de
clases). Esto no significa que podamos esperar que Hollywood mayoritariamente, ni
tan siquiera significativamente, comience a realizar películas que animen a la
revolución socialista, al menos bajo la hegemonía productiva capitalista. Pero lo que sí
debemos aprender los marxistas es a ser críticos y no dogmáticos con nuestra propia
teoría y conseguir entender dónde están las contradicciones de las clases dirigentes y
cómo a veces podemos aprovecharlas para nuestro beneficio, también en el terreno
cultural. Debemos ser capaces de bucear entre las fallas sistémicas para poder construir
contrahegemonía con las herramientas capitalistas que son las que, en definitiva, tenemos
(junto con otras de sistemas históricos anteriores). Diferenciar los elementos
progresivos de los regresivos. Entonces comencemos a entender el caso de In Time...
¿quiénes fueron los agentes que participaron en su producción y difusión?

El filme está siendo distribuido en las salas por 20th Century Fox, una de las grandes
hollywoodienses propiedad del derechista Ruper Murdoch (que muy posiblemente no sepa
ni que la película existe), y Regency Enterprises, productora y cadena de televisión que ha
producido excelentes filmes críticos como JFK de Oliver Stone o la excelente A Time to
Kill (“Tiempo de matar”, de Joel Schummacher). La producción de In Time corrió a cargo
de New Regency, filial de la codistribuidora Regency Enterprises, y la productora Strike
Entertainment (“Huelga Entretenimiento” en castellano), productora de tamaño medio que
tiene un acuerdo de first look con Universal7, lo que en la jerga legal hollywoodiense quiere
decir que todos sus proyectos deben ser ofrecidos en primer lugar a Universal y si ésta los
rechaza, la compañía es libre de presentárselos a otra major. Con lo cual podemos
averiguar casi con toda seguridad que In Time tuvo resistencias capitalistas y fue
posiblemente rechazada por Universal antes de que Regency le diera luz verde, ¿quizás
por un guion “excesivamente politizado hacia la izquierda”?

Hagámonos otra pregunta pertinente: ¿Qué aceptación está teniendo In Time por los
voceros de la industria encargados de alentar o desalentar el consumo de las mercancías
culturales entre las masas? Pues más bien beligerante cuando no mediocre, si bien la
película está viéndose respaldada con un importante éxito de taquilla en relación al
presupuesto. Por ejemplo, Kyle Smith del New York Post 8 , se cebó con la película por su
propaganda marxista dándole una estrella y media sobre cuatro acusándola de que “el
futuro que muestra está totalmente pasado de moda”, que la película “tampoco funcionaría
en la Rusia de 1917” o que el director miente cuando el filme “asume que detrás de toda
gran fortuna hay un gran crimen”. Smith como intelectual orgánico burgués que es, ladra
contra un filme de Hollywood que sin duda podría reclamarse de ideología comunista y
termina reconociendo que “la película alienta un programa redistributivo para que los
obreros del mundo se alcen contra la industria privada”. Y sin duda en esta última frase,
como mandarín del sistema, da en la diana. Por su parte, Peter Travers de la
supuestamente juvenil y “rebelde” superventas Rolling Stone 9, como no puede meterse de
lleno a criticar el guion de corte izquierdista, lo hace hablando mal de la película y
reconoce que ha sido pensada “para gustar a los del movimiento Occupy Wall Street”
como si eso fuera algo malo: hacer una obra para que guste a un público determinado
(cosa que han hecho los artistas desde el principio del Arte). No parece que ese hecho
moleste a Travers cuando las películas se producen para gustar a un público chauvinista,
racista o neoliberal, como la gran mayoría de la cartelera blockbuster que ella tiende a
adorar. El periodista sentencia, jugando con el título de la película, que si vamos a verla
serán dos horas desperdiciadas del tiempo de nuestra vida. Quizás Travers debiera
advertir con el mismo consejo a los que suelen compran Rolling Stone, la cual desde luego
no está diseñada para aquellos que quieren ocupar Wall Street, sino para los que prefieren
sostenerla, como su dueño Jann Wenner que desde su compañía Wenner Media sufraga
el Partido Demócrata de Obama y el clan Clinton 10.

En cuanto al presupuesto de In Time, y por tanto respecto al apoyo de la gran industria,


fue más bien discreto para ser Hollywood: alrededor de 40 millones de dólares (unas 4
veces menos que las más comerciales). Pero ya lleva cosechados más de 117 millones de
$.11 Es de notar, que la mayoría de ellos (82 millones), provienen de fuera del mercado
norteamericano con lo que se viene consolidando la tendencia depresiva del mercado
interno estadounidense (entre otras cosas por el empobrecimiento de su clase obrera) y la
expansiva del exterior, lo que obliga a Hollywood a, si quiere seguir ganando dinero,
realizar películas cada vez menos “estadounidenses”. Capitalismo puro. Y eso también se
nota en In Time, que con su estética azonal podría estar representando el conflicto barrios
residenciales-guetos (burguesía vs trabajadores) de cualquier ciudad “occidental” de EUA,
pero también de Sudáfrica, España o Brasil. El filme tiene un lenguaje
cinematográfico mainstream no geolocalizado, cercano a un estilo internacional con una
escenografía sobria, sin artificios, que enfatizan la dureza de la sociedad personificada en
las embrutecidas vidas de los obreros.
Sin ser una obra maestra del cine, In Time sí es una buena película comercial con un
mensaje revolucionario con lo que ello implica: la posibilidad de que muchas personas del
mundo, no militantes ni activistas, al ir al cine a “pasar el rato” tengan la oportunidad de
“pasarlo bien” y reflexionar, a la par, sobre el sistema en el que viven. Sin duda más de
una de ellas abrirá los ojos y se unirá a las filas de la resistencia.

Desde aquí le doy las gracias a Andrew Niccol, director y guionista de In Time, por esta
contribución a la cultura pedagógica revolucionaria, junto a mi más sinceras felicitaciones
por haber realizado un buen thriller que en todo momento nos mantiene atentos a la
pantalla y además, nos invita (más bien nos exhorta) a pensar críticamente sobre nuestro
papel en el sistema que vivimos. ¿Qué más se puede pedir en estos tiempos que corren
de protofascismo capitalista financiero? Niccol, que ya fue coguionista de “El show de
Truman” y director y guionista de “El señor de la guerra” vuelve a sorprendernos con una
película radicalmente distinta al resto del repertorio blockbuster, que basa su atractivo en
su argumento rebelde, el pulso narrativo y el reclamo que puedan tener para los jóvenes
los coprotagonistas: la experimentada actriz Amanda Seyfried y la estrella de la música
pop, reconvertida en actor con pretensiones “serias”, Justin Timberlake. Si es verdad que
la película tiene algunos puntos débiles como ciertas incongruencias narrativas, la puesta
en escena de situaciones poco creíbles o la falta de un mayor metraje que les permitiera a
los personajes ganar en profundidad y complejidad (resultado posible de las limitaciones
presupuestarias); pero sin duda la película merece la pena para pasar un buen rato y la
propuesta argumental se desenvuelve certeramente junto a una fotografía notable de la
mano de R. Deakins, colaborador habitual de los hermanos Cohen.

Para despejar las dudas de aquellos que piensen que nada bueno puede salir de
Hollywood resaltemos que el director y guionista llevaba seis años sin dirigir un filme y
volvió a hacerlo después de muchos proyectos rechazados. Preguntado en una entrevista
cómo conseguía cofinanciación de un gran estudio cuando su película demoniza esos
mismos conglomerados capitalistas, el director de origen neozelandés contestó que
“afortunadamente los productores no se leyeron el script” (guion) y consiguió venderles el
proyecto focalizando el hecho de que todos los personajes en la película tendrían
solamente hasta 25 años de edad, con lo que significaría de reclamo para el público
potencial de la producción: los jóvenes. Además, Niccol concordó con el entrevistador T.
Cook, que la película sin duda abogaba por “una amplia y radical revolución” para el
mundo entero12.

Sin duda, como deseaban Marx y Engels, los marxistas debemos asumir el papel de
vanguardia del proletariado o el de intelectuales orgánicos de los que hablaba Gramsci (a
medio camino entre los libros y la práctica revolucionaria); por tanto en lo que debemos
evitar convertirnos por antítesis es en unos tarugos sectarios con la cabeza cuadrada y los
ojos vendados ante la compleja lucha de clases que se despliega a nuestro
alrededor. Que sepamos que mayoritariamente las industrias capitalistas reproducen
la ideología dominante no significa que siempre puedan hacerlo, del mismo modo que
los grandes capitalistas (como individuos) no son siempre unos jodidos hijos de...su
madre. Vivimos en momentos de crisis sistémica y a lo largo de la superestructura cultural,
se pueden abrir grietas en la medida en que los artistas se solidaricen con las causas de
los pueblos y las grietas en la infraestructura económica permitan que se expresen.
Porque de lo contrario, si decimos a un público no movilizado contrahegemónicamente
que ve en In Time una película revolucionaria, que todo lo que salga de las industrias
capitalistas es “basura”, estaremos asumiendo falsamente que su poder es ilimitado,
pintando un escenario aciago y pequeño-burgués para unas masas con las que de esta
manera no conectaremos ni produciremos cambio alguno en el devenir histórico. El
marxismo es herramienta revolucionaria que debe nutrir la lucha popular, no la insumisión
de una élite acomodada de carácter nihilista, a salvo de las luchas reales tras los
despachos de alguna cátedra universitaria o la herencia familiar. Debemos dar cabida para
la reflexión y la autocrítica en la teoría marxiana para entender que pese a que In
Time es también una mercancía como cualquier producto humano en el mercado
capitalista (del mismo modo que “El Capital” de Marx en las librerías, nuestra conexión a
Internet o el agua que bebemos); In Time también es un producto fruto del trabajo
humano objetivado que nos permite transformar una mercancía capitalista en una
herramienta para la predica revolucionaria, la pedagogía marxista y la victoria socialista
que la sinergia de un presente preñada de humanidad candente nos reclama.

Valor de uso y valor de cambio, ésta es la cuestión. La construcción (y el éxito) del


socialismo internacional consistirá en diferenciar correctamente cuál es el valor de uso de
un futuro de libertad aprisionado en la forma mercancía de un presente asediado por la
necesidad y el dolor, donde cualquier producto del trabajo humano es arrebatado y
fetichizado para la necesaria rotación del capital. Necesitamos saber qué productos
humanos nos serán útiles para desarrollar una sociedad sin explotación de clases, en
libertad e igualdad, pese a las apariencias embrutecedoras y alienantes que los malvisten
en nuestro sistema, y cuál es la morralla que deberemos dejar morir en la tumba del
capitalismo para no enfermar la sociedad del mañana.

En definitiva, In Time sí es una mercancía que ya ha producido un retorno directo de 117


millones de dólares brutos repartidos entre individuos que mayoritariamente no son ni
anticapitalistas ni revolucionarios, pero también es una poderosa herramienta que
debemos utilizar enérgicamente para despertar a las masas revolucionarias
dormidas bajo el soma13 capitalista global, suministrado en muchas ocasiones sí, entre
otros, por Hollywood14. La explotación capitalista no se evita dejando de ir a ver una
película15, sino derrocando el sistema y para este fin, In Time nos puede servir como
instrumento para la acumulación de fuerzas.

Decía Marx que un revolucionario debe escuchar la hierba crecer, enfatizando la


importancia del desarrollo de los sentidos, la virtud y la sutileza en el aprendizaje de la
praxis revolucionaria. In Time es fruto de su contexto histórico. Es una película, una obra
de arte, que no se hizo hace diez ni cinco años. Se ha realizado ahora, tras la acumulación
de fuerzas de izquierdas en Latinoamérica, después de las revueltas en gran parte del
mundo árabe, de las protestas en media Europa y en el corazón del imperio usamericano
o de las luchas armadas comunistas en Oriente 16. In Time es hija de su tiempo, y los
prados de mañana volverán a lucir verdes si sabemos localizar las semillas y regar la
esperanza socialista.

¿Seremos capaces de distinguir el canto del mañana en el lodo del presente o lo


dejaremos ahogarse, una vez más, junto a la mil veces hundida utopía de lo posible?
¿Sabremos diferenciar la paja del grano?

Ojalá esta vez sí, lleguemos a tiempo.

Vous aimerez peut-être aussi