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El Infinito Matemático

Lorena Dı́az Garcı́a <su@fmat.ull.es>


Miguel Ángel Vilela Garcı́a <miguev@fmat.ull.es>

20 de enero de 2005
Índice general

1. Introducción 1

2. El infinito en La India 4

2.1. Nombrando el infinito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

2.2. Infinito matemático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

3. La civilización Griega 7

3.1. La Escuela Pitagórica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

3.2. La escuela de Parménides . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

3.3. Platón y Aristóteles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

3.4. El método de exhaución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

4. Europa antes de Cantor 15

4.1. El método de inducción matemática . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

4.2. Los indivisibles, la semilla de los infinitesimales . . . . . . . . . . . . . . . 16

4.3. El Renacimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

4.4. El cálculo infinitesimal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20

4.5. Nuevas Geometrı́as . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

1
2

5. El paraı́so de Cantor 24

5.1. Georg Cantor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

5.2. El siglo XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

6. Conclusión 31

El Infinito Matemático
Resumen

Más grande que lo más grande, más pequeño que lo más pequeño. . .

A lo largo de la historia, la idea del Infinito siempre ha sido fuente de controversia. Men-
cionado en la India desde hace 5000 años, estudiado extensamente por los griegos clásicos,
el infinito parecı́a conducir siempre a paradojas. Cantor resolvió algunas de las relacio-
nadas con lo infinitamente grande, mientras que la invención del Cálculo Infinitesimal de
Newton y Leibniz nos ayudó a trabajar con lo infinitamente pequeño. Pero por mucho
que avance la matemática, la fascinación por el Infinito nunca dejará de formar parte de
la naturaleza humana.
CAPÍTULO 1

Introducción

– I’VE SEEN THE INFINITE. IT’S NOTHING SPECIAL.


– Don’t be daft. You can’t see the Infinite. ’Cos it’s infinite.
– I HAVE.
– All right, what did it look like?
– IT’S BLUE.
– ’S black.
– NOT WHEN SEEN FROM THE OUTSIDE. THE NIGHT SKY IS BLACK.
BUT THAT IS JUST SPACE. INFINITY, HOWEVER, IS BLUE.
Terry Pratchett, Soul Music (1994)

El estudio de la historia del Infinito plantea el dilema de centrarse únicamente en el con-


cepto matemático puro o abarcar también los aspectos filosóficos y religiosos relacionados
con él. Históricamente no se puede separar la faceta religiosa y filosófica puesto que desde
siempre ha jugado un papel importante en el desarrollo de las ideas y teorı́as matemáticas
acerca del Infinito.

En este trabajo hemos decidido concentrarnos en el aspecto matemático del Infinito, pues-
to que es nuestro verdadero objetivo. Las consideraciones filosóficas y religiosas tendrán
un papel secundario que se desvanecerá a medida que el concepto matemático vaya ganan-
do fuerza. En realidad, las consideraciones filosóficas no han dejado de estar presentes en
las mentes de todos los matemáticos que se enfrentaron con algún problema relacionado
con el Infinito.

En la cultura hindú la relación del infinito con la religión es un punto clave puesto que
la idea de lo infinito como divino surge miles de años antes que el infinito matemático.
Como veremos más adelante, la idea del Infinito ha estado presente en las mentes de los
hindúes desde tiempos ancestrales, pero no fue hasta bien entrada la Edad Media cuando
se comenzaron a desarrollar matemáticas relacionadas con el infinito en las civilizaciones
hindú y árabe.

1
2

En la Grecia clásica, ambas facetas del infinito conviven, pues la religión tiene una gran
influencia en los pensadores y al mismo tiempo las Matemáticas experimentaron un de-
sarrollo muy importante. La relación entre Matemáticas y Filosofı́a se hizo especialmente
patente en los estudios de los antiguos griegos.

Desde que la gente comenzó a pensar sobre el mundo en el que vivimos surgieron las
primeras preguntas sobre el Infinito. Cuestiones sobre si el tiempo y el espacio son finitos
o infinitos. Dudas existenciales acerca de cosas como ¿qué pasarı́a si viajáramos en un
dirección constante indefinidamente, llegarı́amos al fin del mundo o podrı́amos continuar
viajando eternamente?

Los antiguos griegos tropezaron con la primera cuestión fundamental sobre el Infinito:
la divisibilidad de la materia. ¿Se puede dividir la materia en piezas cada vez más pe-
queñas infinitamente o por el contrario llegado a un punto las piezas alcanzan un tamaño
indivisible?

Pitágoras decı́a que “todo es un número” y que la Naturaleza se componı́a de los números
Naturales. Los defensores de la teorı́a atómica creı́an que la materı́a estaba compuesta por
un número infinito de partes indivisibles que denominaron átomos, teorı́a que fue atacada
por Parménides y su escuela. Zenón escribió unas paradojas con las que mostró que tanto
la creencia de que la materia era continua y divisible como la teorı́a atómica llegarı́an a
conclusiones aparentemente contradictorias. Naturalmente estas paradojas surgieron de
considerar erróneamente el Infinito.

Por su parte, Aristóteles introdujo una idea que dominarı́a el pensamiento de los siguientes
dos mil años y aún en el actualidad es un argumento persuasivo para algunos. Rechazaba
el infinito “actual” proponiendo en su lugar un infinito “potencial”. Su idea era que
aunque no seamos capaces de concebir los números Naturales en su totalidad, éstos son
potencialmente infinitos en el sentido de que dada una colección finita de ellos siempre
se puede encontrar una colección finita mayor. Unos dos mil años más tarde, Cantor dijo
que Aristóteles estaba haciendo una distinción puramente lingüı́stica[18].

. . . en realidad el infinito potencial sólo tiene una realidad prestada, hasta


el punto en que un concepto de infinito potencial siempre apunta a un concepto
lógico de infinito actual de cuya existencia depende.

Ante esta dualidad del Infinito cabe preguntarse ¿cómo pudo Euclides demostrar que
los números primos son infinitos? Lo que hizo fue demostrar que los números primos
son potencialmente infinitos. Su demostración muestra que dada una colección finita de
números primos debe haber siempre un número primo que no esté en tal colección.

Descubrimientos recientes sugieren que no todos los matemáticos griegos se limitaron a


trabajar únicamente con el infinito potencial. Algunos autores, como Arquı́medes, traba-
jaron mucho con esta idea, utilizando el método de exhaución ideado por Eudoxo. Pero
Arquı́medes reconoce en El Método que estos razonamientos no son verdaderas demostra-
ciones matemáticas.

El Infinito Matemático
3

Entrada la Edad Media, los matemáticos hindúes introdujeron el cero en su sistema y estu-
vieron trabajando en él para conseguir que respetara las operaciones aritméticas usuales.
Bhaskara II afirmó que una cantidad dividida por cero resultarı́a en una fracción con de-
nominador cero que consideró una cantidad infinita. Con ello intentó introducir también
el infinito en su sistema, al igual que el cero. Lógicamente esto no funcionó, pues como
más tarde dirı́a el mismo Bhaskara II significarı́a que multiplicando cero por infinito se
obtendrı́a cualquier número, por lo que todos los números serı́an iguales.

En el siglo X el matemático árabe al-Karaji utilizó una forma no rigurosa de demostra-


ción por inducción matemática, cientos de años antes de su primera formulación rigurosa
como método de demostración. En el Renacimiento, Pascal demostró la relación entre los
coeficientes binomiales del triángulo de Pascal por medio de inducción matemática, sin
tener conocimiento sobre el trabajo de al-Karaji.

La primera persona en enfrentarse de verdad con el infinito fue Galileo Galilei[16]. Se


enfrentó con las cantidades infinitamente pequeñas al estudiar el problema de las dos
ruedas proponiendo convertir la menor en la mayor añadiendo una cantidad infinita de
incrementos infinitamente pequeños. Aparecen en escena los indivisibles, la semilla de los
infinitesimales.

Para tratar con las cantidades infinitamente grandes estableció una biyección (aunque este
concepto entrarı́a en escena mucho más tarde) entre los números naturales y los cuadrados
perfectos. Llegó a la conclusión de que no se podı́a considerar que dos cantidades infinitas
estuvieran relacionadas por igualdad o desigualdad.

En esta época John Wallis introdujo el sı́mbolo del infinito que utilizamos actualmente
(∞). Eligió este sı́mbolo por la posibilidad de recorrer esa curva, llamada lemniscata
indefinidamente.

Décadas después del surgimiento de los indivisibles, Newton y Leibniz desarrollaron, de


forma paralela sus propias versiones del Cálculo Infinitesimal. Newton desarrolló su tra-
bajo con anterioridad, pero no pudo publicarlo. Pocos años después Leibniz publicó sus
desarrollos y fue acusado de plagio por Newton, cuya obra sobre el Cálculo Infinitesimal
no se publicarı́a hasta un par de décadas después de su muerte.

Quizás uno de los eventos más significantes en el desarrollo del concepto del infinito fue
la publicación del Paradoxes of the infinite en 1840, en las que Bolzano abogaba por la
existencia del infinito utilizando la idea de conjunto que definió por primera vez.

La formalización final del Cálculo Infinitesimal vino de la mano de Weierstrass en el s.


XIX. La siguiente gran revolución al respecto llegarı́a en 1966 cuando Robinson introdujo
el “análisis no-estándar”, que trata los infinitesimales como cualquier otra cantidad.

Pero antes de eso apareció en escena Georg Cantor. Pionero de la teorı́a de conjuntos,
introdujo el concepto de “numerabilidad”. Demostró que hay infinitos “más grandes” que
otros, en particular que el cardinal de R es mayor que el de N. Trabajó también con los
ordinales infinitos (transfinitos), definiendo sus curiosas reglas operacionales. Cantor fue
el primero en mirar al infinito a la cara. Esperemos que no sea el último.

El Infinito Matemático
CAPÍTULO 2

El infinito en La India

Om purnam-adah purnam-idam, purnaat purnam-udacyate.


Purnasya purnam-aadaaya, purnam-eva-avashishyate.
Mantra Shanti Védico (ca. 3000 a.C.)

2.1. Nombrando el infinito

Los mantras son cantos que se entonan antes de comenzar cualquier estudio o enseñanza
Védica. Su objetivo es traer paz, armonı́a y concentración allá donde sean cantados. El
mantra que abre este capı́tulo proviene del capı́tulo 40 del Sukla Yajur Veda, el “Libro
del Ritual”, una colección de rituales litúrgico (Upanishads) entre los que se incluyen los
dos más sobresalientes de la religión Hindú: el Upanishad Brihadaranyaka y el Upanishad
Isavasya. Antes de su estudio siempre se cantan esos versos.

El concepto fundamental del mantra es el de purnam, un término que admite diversas


interpretaciones. El idioma original del mantra es el sánscrito, y sus distintas traducciones
coinciden en lo siguiente:

Purnam-adah Eso es purnam


purnam-idam, esto es purnam,
purnaat purnam-udacyate. de ese purnam nace este purnam.
Purnasya purnamadaya, si le quitas a ese purnam este purnam,
purnameva vashishyate. lo que queda es purnam.

La raı́z de la palabra purnam es pri, que significa “llenar”. Ası́ purnam se traduce como
lleno, pleno, ı́ntegro, completo, ilimitado. En ocasiones se interpreta como “sin principio
ni fin” e incluso “circular”. La versión más difundida y aceptada de este mantra lo traduce
directamente como “infinito”, aunque otras versiones aseguran que significa “cero”. Una
tercera interpretación dice que ambos conceptos están presentes en el mantra, que se

4
2.2. INFINITO MATEMÁTICO 5

refiere a un principio de dualidad, denotando que cero e infinito son inversos el uno del
otro. Esta última lectura parece en un principio demasiado rebuscada, sin embargo, hay
indicios de que podrı́a estar en lo cierto.

Existen otras palabras en sánscrito para designar el concepto de infinito, como ananta
(sin fin) y aditi (sin principio). El término asamkhyat, que se traduce como innumerable,
aparece en el Upanishad B’had Rayaka del Yajur Veda (capı́tulo 16). También en este
Upanishad se dice que los misterios de Indra son ananta.

2.2. Infinito matemático


La pasión de la civilización hindú por los números grandes es un factor fun-
damental en el descubrimiento del sistema posicional. No sólo fue un in-
centivo para ir más allá de la realidad “calculable” sino que llevó a una
comprensión de la noción de infinito matemático mucho más temprana
que la de nuestra civilización
Georges Ifrah - Histoire Universelle des Chiffres (1981)

En el capı́tulo 5.15 del Atharvaveda encontramos un himno con los numerales del uno al
diez: eka, dva, tisra, chatasra, pancha, sat, sapta, asta, nava, dasha y las decenas del 10
al 100 dasha, vinshati, trinshat, chatvarinshat, panchashat, sasti, saptati, ashiti, navati,
shata y por último el número mil: sahasra.

En otro mantra del Yajur Veda (17.2) encontramos las potencias de diez hasta un billón:

Ima me agna istaka dhenavah santveka cha dasha cha dasha cha shatam
cha shatam cha sahasram cha sahasram chayutam chayutam cha niyutam cha
niyutam cha prayutam charbudam cha nyarbudam cha samudrashcha madh-
yam chantashcha parardhashchaita me agna ishtaka dhenavah santvamutra-
musminlloke.

Que se traduce como:

¡Oh, Agni! Que estos ladrillos sean vacas para mı́. Una y diez diez y cien,
cien y mil, mil y diez mil, diez mil y cien mil, cien mil y un millón y diez
millones y cien millones y mil millones y diez mil millones y cien mil millones
y un billón. ¡Oh, Agni! Que estos ladrillos sean vacas para mı́ en este mundo
y en el otro mundo.

Pero no sólo con palabras expresaban los hindúes los números grandes. La notación sáns-
crita tenı́a una calidad conceptual excelente. Era fácil de usar y facilitaba la concepción
de los mayores números imaginables. Se cree[13] que los hindúes védicos conocı́an la dife-
rencia fundamental entre un número muy grande e infinito y que sabı́an que un número

El Infinito Matemático
2.2. INFINITO MATEMÁTICO 6

infinito no puede conseguirse mediante un número finito de operaciones con números


finitos.

Yativrsabha (500-570) describió en su obra Tiloyapannatti el sistema de las medidas


de tiempos infinitos. Yativrsabha era seguidor del Jainismo, una religión y filosofı́a que
concebı́a un mundo infinito en espacio y tiempo. Esto les llevó a considerar distintas
medidas de infinito y en este aspecto parece ser que fueron los únicos que se preocuparon
por esto antes de Cantor.

Georges Ifrah asegura en [7] que los hindúes descubrieron que cero e infinito son nociones
mutuamente inversas mil años antes que los europeos. Esta es probablemente la aportación
más importante de los hindúes al concepto de infinito matemático.

Brahmagupta (598-670) estuvo cerca de tropezar con el infinito al intentar ampliar la


aritmética para incluir la división por cero. En su intento –brillante aunque no del todo
correcto– definió la división por cero del siguiente modo: un número positivo divido entre
cero es una fracción con denominador cero, mientras que cero dividido por cero es cero.

Unos de los matemáticos hindúes más célebres es Bhaskara II (1114 - 1185), más conocido
en la india como Bhaskaracharya, que significa “Bhaskara el Profesor”. Según Victor
Katz[8], Bhaskaracharya acometió en su obra Lilavati la división por cero, tratando de
mejorar el intento de Brahmagupta. Afirmó que cualquier número multiplicado y dividido
por cero es ese mismo número.

Posteriormente, en Bijaganita, afirmó que cualquier número divido entre cero es infinito.
Sin embargo, si esto fuese cierto, al multiplicar infinito por cero obtendrı́amos cualquier
número, i.e. todos, por lo que todos los números serı́an iguales. Los matemáticos hindúes
no llegaron a admitir que la división por cero no es posible.

Dice Madhukar Mallayya en [10] que el cero utilizado por Bhaskaracharya en su regla
se equipara al concepto moderno de “infinitesimal”. Aunque esta consideración no es
infundada, quizás esté viendo ideas más allá de las pretensiones de Bhaskaracharya.

El Infinito Matemático
CAPÍTULO 3

La civilización Griega

No existe lo más pequeño entre lo pequeño ni lo más grande entre lo grande,


sino siempre algo aún más pequeño y algo aún más grande[11].
Anaxágoras de Clazomenae (ca. 500 – 428 a.C.)

Los filósofos de la antigua Grecia fueron los primeros en investigar a fondo el concepto de
infinito, por ejemplo en sus discusiones acerca si un segmento de recta es infinitamente
divisible, o si en algún momento se llegarı́a a un punto indivisible, un átomo.

Sin embargo, no llegaron a aceptar el infinito en su sistema matemático. Estuvieron cerca


de desarrollar el cálculo con dos mil años de antelación, de no ser por su deficiente sistema
de notación matemática. Fueron maestros en Geometrı́a, pero su contribución al Álgebra
deja mucho que desear[11]. No fue hasta el s. III d.C. cuando Diofanto desarrolló una
notación basada en pseudofórmulas más que en largas frases, el álgebra sincopada.

El carecer de las ventajas del Álgebra –su generalidad y la posibilidad de expresar de


manera abstracta la relación entre dos variables– les causó una gran suspicacia alrededor
de todo lo que tuviera que ver con el infinito (el llamado horror infiniti ).

No hay duda de que los griegos antiguos discutieron mucho sobre la naturaleza de la
lógica y del infinito. Pero el legado que su cultura nos dejó fue que el infinito es un tema a
evitar. Aún peor, las generaciones posteriores se aferraron a este pensamiento con fervor
casi religioso.

La primera escuela filosófica[5] se creó en Mileto en el s.VII a.C. y se caracterizaba por


buscar el principio de todas las cosas, el cual Tales (640-560)1 pensaba que era el agua.
Anaximandro (610-547) consideraba que todas las cosas son “definidas”, mientras que su
principio es indefinido á-peiron. Esta es la primera aparición en la civilización griega del
término “infinito” en el sentido de indefinido e indeterminado.
1
Todas las fechas de esta sección son aproximadas y antes de Cristo, a menos que se especifique lo
contrario

7
3.1. LA ESCUELA PITAGÓRICA 8

El infinito era tabú. Tenı́an que prescindir de él a cualquier precio, o si no


habı́a más remedio, camuflarlo con argumentos ad absurdum y similares.
Tobias Dantzig (Number - the Language of Science.)

3.1. La Escuela Pitagórica

Esta escuela surgió en Crotón, Grecia, en el s. VI bajo la tutela de Pitágoras de Samos


(569-475). Los pitagóricos suelen considerarse como los primeros verdaderos matemáticos,
ya que introdujeron los estándares de rigor que caracterizan a esta ciencia. No aceptaban
ninguna afirmación a menos que pudiera deducirse lógicamente de los datos previamente
establecidos: exigı́an demostraciones. Los griegos también fueron los primeros en abstraer-
se del cálculo práctico y abordar la matemática como una disciplina puramente intelectual.

Los pitagóricos pensaban que la matemática, y por ende la naturaleza entera, estaba
compuesta y podı́a expresarse por los números naturales. Dividı́an la Matemática en
cuatro campos[1]: quadrivium, números y aritmética; música, aplicaciones de los números;
geometrı́a, caracterı́sticas de las cosas y astronomı́a, objetos en movimiento.

Pitágoras desarrolló la tesis de Anaximandro con una base matemática[5]. Para él, todas
las cosas se derivaban de la sı́ntesis de lo definido y lo indefinido, lo limitado y lo ilimitado.
La realidad nace de la armonı́a entre opuestos: lo impar (uno, limitado, forma) y lo par
(dos, ilimitado, materia) ya que de uno y dos surgen todos los números y las figuras
geométricas. El infinito se entiende como una disposición a recibir lo finito.

3.1.1. Los inconmensurables

El sistema de creencias pitagórico con el dogma “todo es número” se vio amenazado con
la aparición de los inconmensurables: cantidades que no se pueden expresar como una
relación entre dos números enteros.

Uno de los primeros números inconmensurables (irracionales) con los que se toparon fue
la relación
√ entre la diagonal y el lado de un cuadrado de lado 1, lo que nosotros conocemos
como 2. También fueron los primeros en descubrir la razón áurea φ.

Estos nuevos entes, que ni siquiera entraban dentro de su definición de número, rompieron
todos los esquemas de los pitagóricos. Ante un descubrimiento que entraba en conflicto
con sus creencias su reacción fue ocultarlo. El gran mérito de los pitagóricos fue reformular
toda su teorı́a anterior para evitar encontrarse con los inconmensurables. Ası́, transfor-
maron su teorı́a de proporciones en una de transformación de áreas, evitando por poco el
desastre.

Papo nos cuenta que Teeteto de Atenas (417-369) se inspiró en el trabajo de Teodoro
sobre los inconmensurables y que realizó grandes avances en la teorı́a de números irra-
cionales. Los libros X y XIII de los Elementos de Euclides son una recopilación de sus

El Infinito Matemático
3.2. LA ESCUELA DE PARMÉNIDES 9

descubrimientos. Algunos historiadores como van der Waerden afirman que en realidad
los escribió él.

3.2. La escuela de Parménides

La escuela de Parménides es una de las muchas que nacieron del descubrimiento de los
inconmensurables. Esperaban conservar los puntos positivos de los pitagóricos pero al
mismo tiempo tratar con los inconmensurables.

Parmenides de Elea (520-440)[18] concebı́a el pensamiento y la materia como una única


cosa, más universal que las demás. Bajo esta premisa, Parménides afirmó que la multipli-
cidad cuantitativa y la diversidad cualitativa son sólo aparentes[5].

Su discı́pulo Meliso de Samos mostró el absurdo inherente a esta concepción: si la existen-


cia es una entidad única, no puede ser ilimitada, porque esto implica una “no-existencia”,
una negatividad. Por tanto es limitada y por fuerza su lı́mite ha de ser exterior a ella y
consecuentemente... ¡no existir!

Demócrito de Abdera (460-370) demostró la coherencia de la multiplicidad empleando el


concepto de vacı́o: no necesitamos utilizar la nada, la no-existencia absoluta, sino que
basta con pensar en la ausencia de materia.

Ası́ se rompe la contradicción, que nacı́a de la oposición absoluta entre existencia y no-
existencia. Esto abre la posibilidad de considerar algo “infinito” en un sentido positivo,
definido y no sólo en sentido indeterminado.

Demócrito se inspiró en las ideas atomistas de su maestro Leucipo para idear una visión
del mundo fı́sico mucho más compleja y sistemática que la de todos sus predecesores.
Concebı́a el vacı́o como un espacio infinito donde un infinito número de átomos componen
la realidad. Estos átomos son eternos e invisibles, tan pequeños que su tamaño no puede
disminuir (de ahı́ el nombre athomos, indivisible).

La belleza de la teorı́a de Demócrito es que combina lo infinitamente grande con lo in-


finitamente pequeño. Según Heath, Demócrito consideraba los sólidos como la suma de
infinitos planos paralelos, y podrı́a haber utilizado esta idea para hallar los volúmenes del
cono y la pirámide, como nos cuenta Arquı́medes. La similitud con el moderno cálculo
infinitesimal es evidente.

3.2.1. Zenón de Elea

Zenón (495-430) pertenecı́a a la escuela de Parménides. No se conserva ninguna obra


suya, pero parece ser que escribió solamente un libro[18]. Según Proclo, esta obra contenı́a
cuarenta paradojas acerca del movimiento y la continuidad, de las cuales sólo conocemos
cuatro. Cada una de ellas ataca un aspecto diferente del concepto de infinito. Consideradas

El Infinito Matemático
3.2. LA ESCUELA DE PARMÉNIDES 10

individualmente, parecen sencillas de refutar. Pero si las tenemos todas en cuenta, muchas
de las refutaciones “evidentes” chocan las unas con las otras.

Las paradojas de Zenón jugaron un papel importante en el desarrollo de la noción de


infinitesimal. Los matemáticos de su época vieron que la única forma de evitar las dificul-
tades que causaba la idea del infinito era librarse de ella. Por eso desterraron el infinito de
su ciencia, o lo camuflaron como pudieron. Por ejemplo, no incrementaban ni disminuian
magnitudes ad infinitum, sino que usaban con magnitudes finitas que podı́an aumentar o
disminuir “tanto como se quisiera”.

Sin embargo, la mayorı́a de los filósofos posteriores a Zenón despreciaron sus paradojas y
éstas quedaron sin resolver. Dos mil años más tarde fueron rescatadas y constituyeron un
impulso para el renacimiento matemático, tal como cuenta Russel en [15].

Las cuatro famosas paradojas de Zenón son en realidad la misma, que de hecho no es una
paradoja puesto que no muestra la contradicción que pretende poner de manifiesto. Las
paradojas son[9]:

La Dicotomı́a. Para poder recorrer una distancia hay que recorrer primero la mitad,
pero antes de recorrer la mitad ha de recorrerse la mitad de la mitad, i.e. la cuarta
parte, que a su vez no podrá recorrerse sin antes recorrer la octava parte. Esta
secuencia se prolonga infinitamente, por lo que se requiere un número infinito de
pasos para recorrer la distancia original.
Ası́ “demostraba” que el movimiento era imposible.
Utilizando el lenguaje matemático actual esto se expresa por


1 1 1 1 X 1
1= + + + +··· = (3.1)
2 4 8 16 n=1
2n

que como ya sabemos en efecto es una serie infinita geométrica de razón r = 1/2.
1/2
Esta serie es convergente y su suma es, en efecto, 1 = 1−r
Evidentemente, Zenón sabı́a que las distancias podı́an cubrirse en lapsos finitos de
tiempo. Aún ası́ no resolvió la paradoja sino que la dejó para futuras generaciones.
Al menos tuvo la humildad de admitir que el infinito estaba más allá del alcance
intelectual de su generación. Las paradojas de Zenón tuvieron que esperar otros
veinte siglos antes de ser resueltas.
Aquiles y la tortuga. En una carrera entre Aquiles y una tortuga, Aquiles concede
ventaja a la tortuga, dejándola salir desde una posición adelantada. Antes de poder
adelantarla, Aquiles debe correr hasta el lugar desde el que partió la tortuga, pero
para entonces ésta se habrá desplazado hasta algún punto más lejano. De nuevo
Aquiles deberá correr hasta el punto que ha alcanzado la tortuga pero cuando él
llegue, ella se habrá desplazado aún más. Esta situación se repite eternamente y
Aquiles jamás podrá adelantar a la tortuga.
La cuestión clave es, como en la Dicotomı́a, la posibilidad de sumar una cantidad
infinita de sumandos (intervalos de tiempo) y aún ası́ obtener un resultado finito.

El Infinito Matemático
3.3. PLATÓN Y ARISTÓTELES 11

La flecha. Consideramos una flecha en movimiento. Dividamos el tiempo en instantes in-


divisibles. En cada instante la flecha no puede moverse, pues si lo hiciera podrı́amos
dividir el instante –supuestamente indivisible–. Dado que los instantes son indivisi-
bles, una cantidad finita de tiempo (la duración del vuelo de la flecha) se compone
de un número finito de instantes. Pero si la flecha no se mueve en cada instante,
tampoco se mueve en la suma de los instantes, por lo que no se mueve durante su
viaje.
El truco está en que no se puede de dividir el tiempo en instantes indivisibles, puesto
que el tiempo es continuo del mismo modo en que son continuas las rectas de la
geometrı́a griega.

El estadio. Esta paradoja es un poco más oscura que las anteriores. Versa sobre dos
sujetos moviéndose en la misma dirección pero en sentidos opuestos con igual velo-
cidad. Zenón parece deducir que el doble de la velocidad es lo mismo que la mitad
de la velocidad.
Se parte de la suposición de que no se pueden dividir ni el tiempo ni la distancia en
un número infinito de partes, por lo que deben tener algún tipo de partes indivisibles
(las menores), algo ası́ como átomos del tiempo y de las distancias.
Desde el punto de vista de un observador inmóvil, los sujetos en movimiento recorren
“medio átomo de distancia” durante “cada átomo de tiempo”. Por otra parte, para
cada sujeto en movimiento, el contrario está recorriendo “cada átomo de distancia”
durante sólo “medio átomo de tiempo”.

Parece ser que el motivo por el que Zenón escribió sus paradojas fue poner de manifiesto
los peligros de trabajar con el infinito. Pero los matemáticos de la época (y los de todas)
no estaban dispuestos a privarse de una herramienta tan sugerente. La cuestión era difı́cil
de resolver, y la primera solución parcial vino de mano de Aristóteles.

3.3. Platón y Aristóteles

Los filósofos de la la Academia de Platón también discutieron sobre el infinito y la conti-


nuidad. Aristóteles de Estagira[18] (384-322), discı́pulo aventajado de Platón, elaboró una
teorı́a en la que negaba la continuidad y divisibilidad infinita de los objetos geométricos.
Las bases de su teorı́a las podemos encontrar en su Fı́sica.

Su “solución” al problema del infinito fue separar el concepto en dos: infinito potencial
e infinito actual. Aristóteles acepta el uso del infinito en potencia, pero rechaza el del
infinito real. Un infinito potencial es simplemente un proceso que no acaba nunca.

El rechazo al infinito real deja sin respuesta muchas cuestiones, entre ellas la de las series
infinitas, ya que se opondrı́a a afirmaciones como 0,999 · · · = 1. Sin embargo, Aristóteles
nunca aceptó este argumento:

El Infinito Matemático
3.3. PLATÓN Y ARISTÓTELES 12

Mi argumento no les arrebata nada a los matemáticos aunque deniega la exis-


tencia del infinito en el sentido de algo tan grande que no se puede ir más
allá. Porque en realidad, ellos no necesitan utilizar el infinito, sino sólo que
una recta finita sea tan larga como quieran... ası́ que no habrá diferencia
para ellos en lo que respecta a las demostraciones.
Aristóteles de Estagira, Fı́sica (ca. 384 – 322 a.C.)

Es cierto que esta distinción entre infinitos es muy práctica, y de hecho los predecesores de
Aristóteles, como Eudoxo y Euclides ya habı́an usado el concepto de infinito en potencia.
Admitiendo sólo este tipo de infinito se evitaba el debate filosófico al mismo tiempo que
se abrı́a la posibilidad de desarrollar nueva matemática.

El infinito actual planteaba mayores problemas, por ejemplo, Aristóteles argumentaba


que nada es infinito, en el sentido de eterno, porque nada es para siempre: la materia
no es estática o fijada[2]: siempre se transforma. En su incapacidad para imaginar algo
ilimitado, afirmaba cosas como “el fin es el lı́mite”.

Una de las eternas cuestiones abiertas en la Academia de Platón es si una recta puede
dividirse infinitamente. Euclides en sus Elementos definió una lı́nea como longitud sin
anchura y postuló que cualquier segmento de recta puede prolongarse indefinidamente.
Los griegos decı́an que los puntos están en las rectas, pero las rectas no se componen de
puntos. Aristóteles razonaba lo siguiente:

Decir que una linea se compone de infinitos puntos potenciales equivale a decir que una
lı́nea puede dividirse en cualquier punto, que cualquier punto potencial puede convertirse
en uno actual. La continuidad de una recta consiste en el hecho de que cualquier punto
“actualizado” de la recta mantendrá unidos los segmentos a sus dos lados. De otra forma,
no tiene sentido hablar de un punto potencial que une dos semirrectas potenciales.

Después de tantas vueltas seguı́an sin presentar una solución, por lo que se conformaron
con decir que, aunque una recta no puede dividirse infinitamente (infinito actual), sı́ que
puede dividirse tantas veces como sea necesario (infinito potencial). Al parecer, esta clase
de “soluciones” que en realidad no solucionan nada eran comunes en la época. Ante el
problema de si el punto por el que se dividen dos semirrectas es único o no, Aristóteles
respondió[12]: el punto es uno en número pero dos en forma (logos).

Está claro que la incapacidad de los griegos para concebir lo infinitamente grande, y sobre
todo lo infinitamente pequeño les supuso un grave lastre. Lo cierto es que la continuidad
es un concepto muy complicado que roza el terreno filosófico, más que matemático. Para
los griegos, los números eran discretos, la geometrı́a era continua, y ambas cosas estaban
bien diferenciadas.

De todas formas, la aportación de Aristóteles fue de gran importancia, y sus ideas siguieron
vigentes hasta siglos después de su muerte. En el s. XIII, Tomás de Aquino se adentró en
el concepto de infinito actual, asociándolo a la divinidad. En el s. XVII, Descartes dijo:

Los esfuerzos para conocer el infinito equivalen a convertirlo en casi-infinito.

El Infinito Matemático
3.4. EL MÉTODO DE EXHAUCIÓN 13

3.4. El método de exhaución

Leucipo, Demócrito y Antı́fono fueron tres grandes figuras griegas que contribuyeron a la
invención del “método de exhaución”. Pero fue Eudoxo de Cnido (395-390 BC) quien lo
formalizó, dándole una base cientı́fica[18].

Además, desarrolló una teorı́a de la proporción que tiene el mérito de servir para comparar
infinitesimales sin hacer uso de ellos. Se basa en un teorema que “disfraza” los procesos
[ ad infinitum] de la siguiente forma:

magnitudes desiguales, si se resta de la menor una magnitud mayor que su


mitad, y de lo que queda, una magnitud menor que su mitad y si repeti-
mos este proceso continuamente entonces obtendremos una magnitud que
será menor que la magnitud menor dada
Euclides, Elementos (Libro X, proposición 1)

Vemos que Euclides agregó la teorı́a de Eudoxo a sus Elementos, de hecho parece ser que
el libro entero está basado en sus trabajos, si no escrito por él mismo. Por ejemplo, en la
proposición 2 del libro XII Euclides utiliza la exhaución junto con una doble reducción al
absurdo para probar que “cı́rculos son entre sı́ como los cuadrados sobre sus diámetros”.

Eudoxo tiene el mérito de haber inspirado con sus obras a matemáticos de todos los tiem-
pos, especialmente a Arquı́medes que se basó en el método de exhaución para conseguir
sus resultados. También Dedekind en el siglo XIX d.C. declaró que Eudoxo habı́a sido su
gran inspiración.

3.4.1. Arquı́medes

Arquı́medes de Siracusa (287-212) es la cumbre de la matemática griega. Conocemos su


obra gracias a Heath[6], pero su libro más importante estuvo perdido durante mucho
tiempo. El Método, escrito en el s. III a.C. y perdido desde entonces (es posible que
se hubieran conservado copias, pero no está claro dónde ni quién tenı́a acceso a ellas)
reapareció en un monasterio de Jerusalén a finales del s. XIX d.C.

En este libro, Arquı́medes cuenta cómo llegó a establecer los teoremas que luego probarı́a
rigurosamente con métodos geométricos. El autor reconoce que sus métodos no son de-
mostraciones matemáticas al uso, sino en algunos casos mecánicas y en otros métodos
recursivos, que utilizan el espinoso concepto de infinito.

De hecho, de no haber estado perdido esta obra durante tanto tiempo, probablemente el
nacimiento del cálculo diferencial se habrı́a adelantado algunos siglos. Arquı́medes utiliza
el método de exhaución y compresión no solamente en este libro, sino también en otras
obras como Sobre la cuadratura de la parábola.

El Infinito Matemático
3.4. EL MÉTODO DE EXHAUCIÓN 14

También lo usó para obtener la primera acotación histórica para el valor del inconmen-
surable que expresa la relación entre el diámetro y la longitud de una circunferencia, que
nostros llamamos π. De nuevo utilizó este método en Sobre la medida del cı́rculo para
establecer que el área de un cı́rculo equivale a la de un triángulo rectángulo cuyos catetos
son el radio y la longitud de la circunferencia. Veamos cómo lo hizo (figura 3.1):

Tómese un cı́rculo y circunscrı́base por (para compresión) o inscrı́base en (para exhaución)


un polı́gono regular. El área del polı́gono será una aproximación por exceso (compresión)
o por defecto (exhaución) del área del cı́rculo. Por tanto sabemos que el área del cı́rculo
es una magnitud que está entre las dos áreas de los polı́gonos inscrito y circunscrito. Si
ahora aumentamos el número de lados del polı́gono, la aproximación será mejor.

Figura 3.1: Método de exhaución.

Arquı́medes llegó hasta 96 lados para aproximar el valor de π, pero era consciente de
que repitiendo el proceso indefinidamente se llegarı́a al valor exacto. La idea fundamental
subyacente es el concepto de lı́mite, el pilar sobre el que se edificarı́a el cálculo. De hecho,
la similitud entre este método y la integración es evidente.

El Infinito Matemático
CAPÍTULO 4

Europa antes de Cantor

Los meandros y giros paradójicos del infinito han descolocado a muchos grandes
pensadores. La primera persona que verdaderamente entendió el concepto
fue el muy notable Galileo Galilei.
Brian Clegg, Brief History of Infinity (2003)

El hecho de que los conjuntos infinitos no se comporten como los conjuntos finitos no
significa que el infinito sea un concepto inconsistente. Significa que los números infinitos
obedecen unas reglas artiméticas diferentes de las de los números finitos. Este nuevo tipo
de aritmética empezó a tomar forma en el seno del cálculo a finales del siglo XVII.

Durante la Edad Media, tras la desintegración del Imperio Romano, se produjo una rup-
tura en el desarrollo cultural de Europa, un periodo de estancamiento cultural durante el
cual no se produjeron avances notables en relación con el estudio del infinito matemático.

No obstante, sı́ que se produjeron avances “menores” en la Matemática que cultivaron la


semilla para el desarrollo del método de inducción matemática y los infinitesimales.

4.1. El método de inducción matemática

El método de demostración por inducción matemática tiene sus orı́genes mucho tiempo
antes de que su primera formulación rigurosa[18]. Este método permite demostrar propo-
siciones que se cumplen para un número infinito de valores enteros.

El matemático árabe Al-Karaji (953-1029) utilizó una forma no rigurosa de inducción


matemática en sus argumentos. Lo que hizo fue demostrar que una proposición era cierta
para n = 1, luego demostró el caso n = 2 utilizando el resultado obtenido para n = 1.
Ası́ demostró los cinco primero casos (hasta n = 5) para luego afirmar que este pro-
ceso se puede continuar infinitamente. Utilizando este método al-Karaji dio una bonita

15
4.2. LOS INDIVISIBLES, LA SEMILLA DE LOS INFINITESIMALES 16

descripción de la generación de los coeficientes binomiales mediante el triángulo de Pascal.

Siglos más tarde, en pleno Renacimiento (siglo XVII), Blaise Pascal (1623-1662) no sabı́a
nada del trabajo de al-Karaji pero sabı́a que Francisco Maurolico (1494-1575) utilizó una
forma de inducción matemática a mediados del siglo XVI. Pascal dijo acerca de su propia
versión del triángulo[18]:

Aunque esta proposición puede tener un número infinito de casos, daré una
demostración muy corta basándome en dos lemas. El primero, que es evidente,
es que la proposición es cierta para la segunda fila. El segundo es que si la
proposición es cierta para una fila cualquiera entonces es necesariamente cierta
para la fila siguiente. A partir de esto se ve claramente que la proposición es
necesariamente cierta para todas las filas; dado que es cierta para la segunda
fila por el primer lema; luego por el segundo lema debe ser cierta para la tercera
fila, y por tanto para la cuarta y ası́ hasta el infinito.

4.2. Los indivisibles, la semilla de los infinitesimales

Aunque como hemos dicho durante la Edad Media no se produjeron avances notables
en relación con el estudio del infinito matemático, en esta oscura era se descubrió una
paradoja relacionada con el infinito[16]:

Sean dos cı́rculos, uno de ellos con el doble de radio que el otro. La cir-
cunferencia del circulo mayor será entonces el doble que la del cı́rculo menor.
Ambas circunferencias tienen un número infinito de puntos, pero la mayor de-
berı́a tener un número mayor de puntos que la menor. Sin embargo, dibujando
un radio observamos que para cualesquiera puntos P , Q de la circunferencia
menor se corresponden exactamente un punto P 0 y un punto Q0 de la circunfe-
rencia exterior. Ası́ tenemos dos magnitudes infinitas que son al mismo tiempo
iguales y distintas.

P0

Q Q0

El Infinito Matemático
4.2. LOS INDIVISIBLES, LA SEMILLA DE LOS INFINITESIMALES 17

A principios del siglo XVII, Galileo Galilei (1564-1642) dio una solución a este problema
proponiendo convertir el cı́rculo pequeño en el grande añadiéndole una cantidad infinita de
agujeros infinitamente pequeños. Al respecto de las dificultades de este tipo de problemas
Galileo dijo[18]:

Estas dificultades son reales, y no son las únicas. Pero recordemos que
estamos tratando con infinitos e indivisibles, y ambos trascienden nuestro en-
tendimiento finito, los primeros por su enorme magnitud y los últimos por lo
diminutos que son.

Otra paradoja intersante y muy similar a ésta en la que trabajó Galileo, es la rotación de
una pareja de ruedas[3]:

Dos ruedas unidas rı́gidamente por su eje, de modo que al girar una de las ruedas la otra
se ve obligada a girar exactamente igual y a la misma velocidad angular. El radio de una
es el doble del radio de la otra. Se situán sobre dos raı́les horizontales de modo que ambas
puedan rodar sobre su correspondiente rail.

Hacemos rodar las dos ruedas sobre sus respectivos raı́les y observamos que al estar rı́gi-
damente unidas por sus ejes ambas han recorrido la misma longitud de rail, digamos que
una cuarta parte de la circunferencia de la rueda mayor. La rueda menor ha recorrido
la misma distancia que la rueda mayor a pesar de que la longitud de su cuarto de cir-
cunferencia (que ha recorrido el rail superior) es tan sólo la mitad del desplazamiento
efectuado. La rueda menor sólo ha podido rodar su cuarto de circunferencia, pero se ha
visto obligada a desplazarse la misma distancia que la rueda mayor.

Si consideramos las ruedas como polı́gonos regulares (por ejemplo hexágonos) obser-
varı́amos que al rodar la rueda hexagonal mayor ésta pivotarı́a sobre una de sus esquinas
y al hacerlo levantarı́a la rueda hexagonal menor del rail superior. La rueda hexagonal
menor puede desplazarse una distancia mayor que la de su lado precisamente gracias a
que pierde el contacto con su rail.

El Infinito Matemático
4.2. LOS INDIVISIBLES, LA SEMILLA DE LOS INFINITESIMALES 18

Sin embargo, en el caso de las ruedas circulares la rueda menor no pierde el contacto con
su rail en ningún momento. No hay saltos como en el caso de las ruedas hexagonales, o
al menos no lo parece.

Galileo imaginó que la rotación de las ruedas circulares producı́a un número infinito de
saltos infinitamente pequeños que sumarı́an entre todos la diferencia entre los cuartos de
circunferencia de las ruedas mayor y menor.

De hecho, esto es lo que sucede en nuestra realidad fı́sica. Consideremos un automóvil


mientras toma una curva. Para cada una de sus ruedas la velocidad de rotación será dife-
rente, proporcional a la distancia de la rueda al centro de curvatura de la trayectoria del
automóvil.

Si los ejes de las ruedas traseras estuvieran unidos rı́gidamente de forma que no pudieran
girar a velocidades distintas, al menos una de las ruedas derraparı́a al verse obligada a
desplazarse a una velocidad distinta de la que le permite su rotación. Es por esto que los
automóviles tienen al menos un diferencial por cada eje tractor, para permitir que cada
rueda gire con independencia de su compañera.

Galileo afirmó que los problemas derivados de tratar con el infinito surgı́an porque . . .

. . . intentamos, con nuestras mentes finitas, discutir acerca del infinito,


dándole esas propiedades que damos a lo limitado y finito; pero esto no es
correcto puesto que no podemos hablar de que dos cantidades infinitas sean
una mayor o menor que la otra.

Esta última afirmación la apoya la paradoja de Galileo[16]:

Consideremos la secuencia de los números naturales n y los cuadrados perfectos n2

1 2 3 4 5 6 7 8 ...
1 4 9 16 25 36 49 64 ...

Se produce una situación paradójica, dado que por una parte parece evidente que la
mayorı́a de los números naturales no son cuadrados perfectos y por tanto el conjunto de
los cuadrados perfectos es menor que el conjunto de los números naturales.

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 . . .
1 4 9 16 ...

Hay muchos más números naturales en los huecos entre sus cuadrados perfectos correspon-
dientes y estos huecos crecen a medida que los números son más grandes. Pero, por otra
parte, cada número natural es la raı́z cuadrada de justamente un cuadrado perfecto, por
lo que parece que hay tantos cuadrados perfectos como números naturales. Se concluye
que hay una biyección entre cada número de ambas secuencias.

El Infinito Matemático
4.3. EL RENACIMIENTO 19

Para Galileo esto significaba que la totalidad de los números es infinita, y que atribu-
tos tales como “iguales”, “mayor” o “menor” no eran aplicables al infinito, sino sólo a
cantidades finitas. Más tarde Cantor demostrarı́a que se equivocaba.

Por otra parte, Johannes Kepler (1571-1630) publicó en 1615 Nova stereometria dolio-
rum vinarorum (Geometrı́a sólida de un tonel de vino), un estudio sobre volúmenes de
revolución. Esta obra tuvo su origen en su segunda boda, en la cual observó un curioso
método para estimar el volumen de un barril de vino mediante una barra diagonal des-
lizante. Kepler resolvió el problema por medio de “indivisibles”, basándose en el trabajo
de Arquı́medes.

Más tarde, Bonaventura Francesco Cavalieri (1598-1647) desarrolló un método de indivi-


sibles que influyó en el posterior desarrollo del cálculo infinitesimal.

La teorı́a de los indivisibles de Cavalieri, presentada en su obra Geometria indivisibilibus


continuorum nova quadam ratione promota en 1635 consitió en un desarrollo del méto-
do de exhaución de Arquı́medes que incorporaba la teorı́a de magnitudes geométricas
infinitamente pequeñas de Kepler.

Debido a su falta de rigor el método de Cavalieri recibió muchas crı́ticas, que tuvieron
por respuesta por su parte una mejora de su exposición en su publicación Exercitationes
geometricae sex. Esta obra se convirtió en la fuente principal para los matemáticos del
siglo XVII.

Gilles Personne de Roberval (1602-1675) dio un paso más al considerar que las lı́nas
estaban formadas por la suma de un número infinito de partes indivisibles. Introdujo
métodos para comparar las magnitudes de los indivisibles, por lo que aunque no tuvieran
magnitud por sı́ mismos podı́an definirse relaciones entre sus magnitudes[18].

Esto constituyó un paso adelante, pues por primera vez se podı́an ignorar magnitudes que
eran despreciables respecto de otras. Sin embargo, aunque Roberval fue capaz de utilizar
su método correctamente no escribió de manera precisa ni rigurosa las condiciones en
las que su método podı́a aplicarse. Esta carencia permitió que surgieran paradojas que
causaban rechazo hacia los indivisibles, por lo que el método fue rechazado.

4.3. El Renacimiento

Este movimiento surge en Italia a fines del siglo XIV y principios del XV, expandiéndose
con fuerza a Europa a mediados del siglo XV. Se caracteriza por un renovado interés por
el pasado grecorromano clásico.

En esta época se estableció el sı́mbolo del que utilizamos actualmente para el infinito.
John Wallis lo utilizó por vez primera en De sectionibus conicis en 1655 y en Arithmetica
infinitorum en 1656. Wallis eligió este sı́mbolo para representar el hecho de que se puede
recorrer esa curva (llamada lemniscata una y otra vez, infinitamente.

El Infinito Matemático
4.4. EL CÁLCULO INFINITESIMAL 20

El avance más importante logrado en relación con el infinito matemático en el siglo XVII
fue el desarrollo del cálculo infinitesimal (diferencial e integral) por parte de Newton y
Leibniz. Entre 1664 y 1666, Newton desarrolló el cálculo infinitesimal a partir de las obras
de varios autores anteriores y contemporáneos a él, a saber: sus compatriotas John Wallis e
Isaac Barrow, ası́ como Descartes, Francesco Bonaventura Cavalieri, Johann van Waveren
Hudde y Gilles Personne de Roberval.

Años más tarde Leibniz desarrolló paralelamente su propia versión del cálculo infinitesi-
mal, sin tener ningún conocimiento de los resultados obtenidos por Newton. Dado que
la obra de Newton sobre cálculo infinitesimal apareció impresa unos 65 años después de
ser escrita, fue Leibniz el primero en publicar sobre el tema, alrededor de 1675. En la
actualidad utilizamos principalmente su notación.

4.4. El cálculo infinitesimal

Isaac Newton (1643-1727) rechazó los indivisibles en favor de su propia teorı́a[18].

El “método de las fluxiones” se basaba en su visión de que la integración de una función era
simplemente el proceso inverso a su derivación (o diferenciación). Tomando la derivación
como operación básica desarrolló métodos analı́ticos simples con los que unificó varias
técnicas anteriores, desarrolladas separademente para resolver problemas aparentemente
no relacionados como el cálculo de áreas, tangentes, longitudes de curvas, máximos y
mı́nimos.

Newton escribió este método en su obra De Methodis Serierum et Fluxionum en 1671


pero no pudo publicarla, por lo que no apareció impresa hasta 1736.

Las fluxiones eran una forma de medir la variación instantánea de una magnitud, es decir
la variación en un intervalo infinitamente pequeño. Naturalmente no se libró de tener
que vérselas con el infinito, puesto que tenı́a que considerar incrementos infinitamente
pequeños. En cierto modo, esta fue la respuesta de Newton a la paradoja de la flecha de
Zenón[18]:

Si, como dice Zenón, todo está o quieto o en movimiento cuando ocupa
un espacio igual a sı́ mismo, mientras el objeto movido está en el instante, la
flecha móvil no se moverı́a.

Las fluxiones de Newton produjeron estupendos resultados matemáticos, pero los ma-
temáticos de la época se mostraban cautos en cuanto al uso de los incrementos infinita-
mente pequeños. La famosa cita de George Berkeley resume las objeciones a las fluxiones:

¿Y qué son esas fluxiones? ¿Las velocidades de incrementos que se desva-


necen? No son ni cantidades finitas ni cantidades infinitamente pequeñas ni
nada. ¿No podrı́amos llamarlos fantasmas de cantidades perecidas?

El Infinito Matemático
4.4. EL CÁLCULO INFINITESIMAL 21

Los infinitesimales también tenı́an su aplicación Fı́sica. Thomas Harriot (1560-1621) resol-
vió en 1950 el problema óptico de Alhazen, resolviendo un problema equivalente. Fenton[4]
conjetura que Harriot podrı́a haber utilizado técnicas infinitesimales para demostrar tal
equivalencia. Lo que se sabe es que Harriot introdujo ideas al respecto que fueron redes-
cubiertas más tarde por Barrow.

Gottfried Wilhelm von Leibniz (1646-1716) comenzó a estudiar la geometrı́a de los infi-
nitesimales en la Royal Society de Londres, paralelamente y (discutiblemente) sin tener
conocimiento de los desarrollos de Newton. En 1674 escribió a Oldenburg y éste le res-
pondió que Newton y Gregory habı́an encontrado ya métodos más generales que el suyo.

A partir de 1672 y mientras vivió en Parı́s, Leibniz desarrolló su propia versión del cálculo
infinitesimal. En 1673 aún se esforzaba por desarrollar una buena notación para su cálculo
y sus primeros resultados aún no habı́an madurado.
R
El 21 de Noviembre de 1675 publicó un manuscrito utilizando la notación f (x) dx por
primera vez. En este manuscrito publicó también la regla del producto para la deriva-
ción. En el otoño de 1676 descubrió la relación dx = n xn−1 para n tanto entero como
n
dx
fraccionario.

A la vista de esta publicación, Newton escribió a Leibniz una carta en la que exponı́a
muchos de sus propios resultados, pero sin describir el método. Esta carta tardó bastante
en llegar a Leibniz, por lo que aunque éste respondió inmediatamente, Newton creyó que
Leibniz habı́a tenido tiempo de sobra (seis semanas) para trabajar en su respuesta. A raı́z
de esta carta Leibniz se dio cuenta de que debı́a publicar rápidamente una relación más
completa de sus propios métodos.

Newton escribió entonces una segunda carta a Leibniz el 24 de Octubre de 1676 que éste
recibió en Junio de 1677 cuando ya se habı́a ido de Parı́s. Aunque de buenas maneras,
Newton escribió esta carta convencido de que Leibniz le habı́a robado sus métodos. Leibniz
respondió proporcionando a Newton algunos detalles sobre su versión del cálculo diferen-
cial, incluyendo la regla para derivar la composición de funciones, conocida actualmente
como “regla de la cadena”.

Leibniz descubrió en 1676 las derivadas de las funciones básicas, independientemente de


Newton, y en 1677 descubrió las reglas para derivar productos, cocientes y composiciones
de funciones. En 1684 publica detalles de su cálculo diferencial en Nova Methodus pro Ma-
ximis et Minimis, itemque Tangentibus, que incluye la notación actual para las derivadas
y las reglas para derivar potencias, productos y cocientes.

En 1736 John Colson publicó una traducción al inglés de la obra Principia de Newton,
que él mismo no pudo publicar cuando la escribió en 1671. Este retraso en la publicación
de la obra de Newton tuvo como consecuencia la disputa entre Newton y Leibniz por la
autorı́a del cálculo infinitesimal.

Desde la publicación del cálculo infinitesimal se suceden más trabajos en la materia de la


mano de diferentes autores:

Brook Taylor (1685-1731) publica en 1715 Methodus incrementorum directa et inversa

El Infinito Matemático
4.5. NUEVAS GEOMETRÍAS 22

(Métodos directos e indirectos de incrementación), una importante contribución al cálculo


en la que trata soluciones singulares para ecuaciones diferenciales, cambios de variable y
una forma de relacionar la derivada de una función con la de su función inversa.

Jean Le Rond d’Alembert (1717-1783) recibió en 1747 el premio de la Academia de Prusia


por su trabajo Réflexion sur la cause générale des vents (Reflexión sobre la causa general
de los vientos) en el que utilizó ecuaciones en derivadas parciales para estudiar los vientos.

Ya en el siglo XIX, Johann Carl Friedrich Gauss (1777-1855) trató las ecuaciones diferen-
ciales en el segundo volumen de su segundo libro, publicado en 1809.

Bernard Bolzano (1781-1848) publicó en 1817 Rein analytischer Beweis (Demostración


analı́tica pura), que contiene un intento de liberar el cálculo del concepto de infinitesimal.
Bolzano definió las funciones continuas sin utilizar infinitesimales. Esta obra incluye el
teorema de Bolzano-Weierstrass.

Quizás uno de los eventos más significantes en el desarrollo del concepto del infinito fue la
publicación de por este autor de Paradoxes of the infinite en 1840, obra en la que abogaba
por la existencia del infinito utilizando la idea de conjunto que definió por primera vez:

Denominaré conjunto a una colección en la que el orden de sus partes es


irrelevante y donde esencialmente nada cambia si se altera el orden.

La respuesta a por qué definiendo un conjunto es convierte en realidad el infinito actual


es bien simple: podemos considerar los números enteros como un conjunto y éste es una
entidad única que debe ser infinita. Aristóteles los veı́a como la unión de subconjuntos
finitos arbitrariamente grandes. Una vez asentado el concepto de conjunto la existencia
de estos subconjuntos lleva a la conclusión de que el conjunto de los números enteros es
infinito.

La última gran aportación al cálculo diferencial la hizo Karl Weierstrass (1815-1897).


Todo el cálculo se basa en una idea fundamental: el concepto de lı́mite, sin el cual no
tienen sentido los trabajos de Newton y Leibniz. Las objeciones que sus detractores tenı́an
hacia el cálculo normalmente estaban basadas en la falta de precisión en la definición de
este concepto. Weierstrass zanjó el asunto definitivamente dando la definición formal más
conocida: la llamada definición  − δ.

4.5. Nuevas Geometrı́as

Girard Desargues (1591-1661) inventó una nueva forma de hacer Geometrı́a, desmarcándo-
se del estilo griego que dominaba la Geometrı́a de su época. Esta nueva geometrı́a, conoci-
da hoy por el nombre de Geometrı́a Proyectiva, consituyó su trabajo más importante[18].

Publicó este trabajo en Brouillon project d’une atteinte aux evenemens des rencontres
du Cone avec un Plan, que trataba sobre secciones planas de un cono. Se publicaron

El Infinito Matemático
4.5. NUEVAS GEOMETRÍAS 23

unas pocas copias impresas en Parı́s en 1639, de las cuales se conserva sólo una, que
se encontró en 1951. Hasta entonces sólo se conocı́a su trabajo a través de una compia
manuscrita hecha por Philippe de la Hire.

En este libro, corto pero muy denso, reveló que las cónicas pueden tratarse en términos de
propiedades que son invariantes a través de proyecciones. Ası́ nos dio una teorı́a unificada
para las cónicas.

Aunque Desargues era buen conocedor de los trabajos de los antiguos griegos, decidió ex-
plicar estas materias a su manera y sin referencias directas a los teoremas en el vocabu-
lario de éstos. Tal vez lo hiciera en reconocimiento de que su propio trabajo se hallaba
profundamente en deuda con la tradición práctica, especialmente con su estudio de la
perspectiva. Es muy probable que las nuevas ideas de Desargues surgieran de su trabajo
con la perspectiva y otros relacionados.

Johann Friedrich Gauss (1777-1855) se interesó desde los primeros años del siglo XIX en
la posiblidad de que existiera una geometrı́a no Euclı́dea, aunque durante años sólo tuvo
ideas vagas y no quiso publicarlas por temor a dañar su reputación.

Su mayor interés se centró en la Geometrı́a Diferencial, campo en el que publicó numerosos


artı́culos. En 1828 introdujo la Geometrı́a Diferencial al publicar Disquisitiones generales
circa superficies curva, su obra más renombrada en este campo. En realidad este artı́culo
tuvo su motivación en el interés de Gauss por las geodésicas, pero incluı́a ideas geométricas
como la curvatura de Gauss.

El Infinito Matemático
CAPÍTULO 5

El paraı́so de Cantor

Nadie podrá expulsarnos del paraı́so que Cantor ha creado para nosotros
David Hilbert (1862-1943)

En cualquier exposición sobre el infinito antes o después surgirá el nombre de Cantor. El


hecho de que este documento se divida en “Europa antes de Cantor” y esta sección da
una idea de la importancia del trabajo de este matemático en el desarrollo del concepto
de infinito.

Esto es porque la concepción moderna del infinito cuantitativo se basa en los trabajos que
Cantor, Gottlob Frege, Richard Dedekind y otros desarrollaron a finales del siglo XX.

5.1. Georg Cantor

Georg Ferdinand Cantor (1845-1918) nació en Rusia pero vivió casi toda su vida en
Alemania. Estudió Matemáticas en Göttingen y fue profesor de esta materia en Halle.
Presidió la Mathematical Society en el bienio 64-65. Su amigo Heine le dirigió hacia el
estudio de la unicidad de la representación de una función como una serie trigonométrica,
tema sobre el cual hizo avances importantes.

Fue en 1872 cuando trabó amistad con Richard Dedekind y en su correspondencia con
él empezó a investigar acerca de la numerabilidad de conjuntos infinitos, un concepto
que explicaremos más adelante. En los trabajos de Cantor está el germen de la teorı́a de
conjuntos, y de hecho son muchı́simo más sencillos de entender usando la terminologı́a
de esta teorı́a. Aquı́ la usaremos por simplicidad, pero hay que darle crédito a Cantor no
sólo por recorrer el camino, sino por ir creándolo al mismo tiempo bajo sus propios pies.

El terreno sobre el que caminaba Cantor, los conjuntos infinitos, era bastante traicionero y
desafiaba a la intuición. El ejemplo clásico de este hecho es el llamado “Hotel de Hilbert”,

24
5.1. GEORG CANTOR 25

ideado por el matemático David Hilbert (1862-1943).

Imaginemos un hotel con infinitas habitaciones, que están todas llenas. Cuando un nuevo
cliente solicita una habitación, el dueño no tiene más que pedirle a los inquilinos actuales
que se muden a la habitación siguiente (las habitaciones están numeradas). Ası́, el nuevo
cliente puede alojarse en la habitación número uno. Si llegaran infinitos nuevos clientes,
sólo tendrı́a que pedirle a los ocupantes de la habitación n que se mudaran a la 2n,
solucionando ası́ el problema.

Volviendo a Cantor, Ruckerbook[14] le cita ası́:

El infinito actual surge en tres contextos: primero cuando se hace realidad


en su forma más completa, un ser de otro mundo, totalmente independiente,
in Deo, al que yo llamo Infinito Absoluto o simplemente Absoluto; segundo,
cuando ocurre en la contingencia del mundo creado; tercero cuando la mente
lo entiende in abstracto como una magnitud matemática, número o tipo de
orden.

Cantor acuñó el término transfinito para el infinito que surge. en el tercer contexto Dentro
de los números transfinitos distinguió. entre los ordinales y los cardinales .

5.1.1. Cardinales transfinitos

Normalmente entendemos el cardinal de un conjunto como el número de elementos que


contiene, por tanto dos conjuntos tendrán el mismo cardinal cuando contengan el mis-
mo número de elementos. Esto funciona bien para conjuntos finitos, pero no podemos
extenderlo a conjuntos infinitos.

Para establecer cuándo dos conjuntos infinitos tienen el mismo cardinal, necesitamos la
idea de “biyección”. Este concepto está presente en todos los trabajos de Cantor sobre
este tema, aunque en los primeros sólo implı́citamente. El término y la definición rigurosa
tuvieron que esperar un poco más.

Utilizando este concepto podemos afirmar que dos conjuntos tienen el mismo cardinal si
se puede establecer una biyección entre ellos, y esta definición es válida para conjuntos
tanto finitos como infinitos.

De hecho, el concepto de biyección es útil también para dar una definición rigurosa de
“conjunto infinito”. Dedekind en 1888 lo definió certeramente como es aquél que admite
una biyección con un subconjunto suyo.

Una vez establecido esto, Cantor se planteó si el cardinal de todos los conjuntos infinitos
serı́a el mismo. Ya Galois habı́a probado que el cardinal de los números naturales (N)
es el mismo que el de los números pares (2N) (aunque por supuesto él no lo enunciaba
ası́). A los conjuntos con este cardinal Cantor los llamó numerables. Un primer resultado
sorprendente que encontró Cantor es que N2 también es numerable.

El Infinito Matemático
5.1. GEORG CANTOR 26

La siguiente pregunta que se planteó fue si el conjunto de los números racionales (Q) serı́a
numerable. Mediante un razonamiento ingenioso, ilustrado por la figura 5.1 demostró que
sı́ lo son.

Figura 5.1: Siguiendo la flecha, eliminando los números repetidos y duplicando cada frac-
ción con signo negativo, obtenemos una biyección entre N y Q

Después de esto, parecı́a lógico suponer que todos los conjuntos infinitos son numerables,
esto es, que hay “sólo una clase de infinito”. Pero Cantor consiguió demostrar que el
conjunto de los números reales (R) no es numerable.

Esta demostración revolucionó la concepción del infinito que se tenı́a hasta aquel mo-
mento. Familiarmente podrı́amos decir que mostraba que la mayorı́a de los números son
trascendentes y que hay infinitos más grandes que otros.

Naturalmente, la comunidad matemática de la época era muy reacia a este tipo de ideas
y Cantor dio de lleno con la oposición de muchos matemáticos, liderados por Leopold
Kronecker. La incomprensión y el desdén de sus contemporáneos hacia su trabajo llevó a
Cantor a una grave depresión que acabarı́a con su muerte en un hospital psiquiátrico en
1918.

Las publicaciones de Cantor durante los últimos años de su vida muestran el deterioro de
su mente. Sostenı́a que Francis Bacon era el verdadero autor de las obras de Shakespeare y
realizó mucha investigación a este respecto. Pero antes de que su enfermedad le superara,
publicó muchas obras de gran valor matemático.

Siguiendo con la cuestión de la no-numerabilidad de R, su demostración se basa en un


método diagonal bastante sencillo de comprender (figura 5.2):

El Infinito Matemático
5.1. GEORG CANTOR 27

Figura 5.2: Si escribimos todos los números entre el 0 y el 1 de esta manera, el número
0.a1 b2 c3 . . . no estarı́a entre ellos. Esto demuestra que no se puede establecer una biyección
entre N y R.

Habiéndo demostrado que el cardinal de N y el de R son distintos, era lógico darles un


nombre. Cantor eligió la primera letra del alfabeto hebreo para este menester. Ası́, el
cardinal de N es ℵ0 (aleph sub cero) y el de R es c, o también ℵ1 (aleph sub uno).

Esta segunda notación para el cardinal de R es quizás imprecisa, ya que sugiere que no
existe ningún conjunto cuyo cardinal esté entre ℵ0 y ℵ1 . Esta es la llamada hipótesis del
continuo que también enunció Cantor.

Cantor pasó toda su vida intentando probar la hipótesis del continuo, sin conseguirlo.
De hecho, más tarde se demostró que si asumimos los axiomas de Zermelo-Fraenkel, esta
hipótesis es indecidible1 .

5.1.2. Ordinales transfinitos

Aparte de los cardinales infinitos, Cantor también consideró los ordinales infinitos, a los
que llamó números transfinitos. En teorı́a de conjuntos se define un ordinal como el tipo
de orden de un conjunto bien ordenado[17]. Es fácil comprobar que todo conjunto finito
en el que esté definido un orden total está bien ordenado.

El primer ordinal transfinito, denotado ω, es el tipo de orden del conjunto de los números
naturales
ω = {0, 1, 2, . . .}
Este es el número transfinito de Cantor más “pequeño”. En orden creciente, los números
ordinales son:

0, 1, 2, . . . , ω, ω + 1, ..., ω + ω, ω + ω + 1, . . . (5.1)

Donde ω + 1 = {0, 1, 2, . . . , ω}

Esta notación resulta poco intuitiva ya que 1 + ω = ω pero ω + 1 > ω.


1
No se puede demostrar ni refutar

El Infinito Matemático
5.2. EL SIGLO XX 28

Incluso existen números ordinales que no se pueden construir a partir de otros más pe-
queños utilizando un número finito de sumas, multiplicaciones y exponenciaciones. Estos
ordinales verifican la ecuación de Cantor.

El primero de estos ordinales es

ω
· ··
ωω ω ω ω

| {z } = 1 + ω + ω + ω + · · ·
0 = ω (5.2)
ω

El segundo es

(0 +1)
1 = (0 + 1) + ω (0 +1) + ω ω (5.3)

La ecuación de Cantor dice que:

ω =  (5.4)

donde ω es un ordinal y  es un cardinal inaccesible, esto es, un cardinal que no puede


expresarse en términos de cardinales menores que él.

También pueden definirse la suma, la multiplicación y la exponenciación de los números


ordinales. Aunque estas definiciones funcionan bien para tipos de orden, esto no suele
hacerse. Hay dos métodos comúnmente utilizados para definir operaciones sobre ordinales:
uno utiliza conjuntos y el otro la inducción matemática.

5.2. El siglo XX

Durante el siglo XX se desarrollaron dos importantes ramas de la Matemática que tenı́an


sus raı́ces en el siglo XIX: la teorı́a de conjuntos y la topologı́a. También surgieron algunas
ideas nuevas estrechamente relacionadas con el infinito, como el Análisis no estándar y la
Teorı́a del Caos. Exploraremos brevemente estas dos materias.

5.2.1. Análisis no estándar


Hay buenas razones para creer que el análisis no estándar, en alguna de sus
versiones, será el análisis del futuro
Kurt Gödel (1906 – 1978)

Exactamente 250 años después de la muerte de Leibniz, en 1966, Abraham Robinson


publicó un libro revolucionario sobre lo que bautizó como “análisis no estándar”. En este

El Infinito Matemático
5.2. EL SIGLO XX 29

libro se tratan los infinitesimales como a Leibniz le habrı́a gustado: son números como
cualquier otro y obedecen a las mismas leyes que los demás[17].

Para ello se introducen los números hiperreales, que permiten la existencia de infinitesima-
les “genuinos”. Esta innovadora técnica encuentra aplicaciones en campos tan variados
como espacios de Banach, ecuaciones diferenciales, teorı́a de la probabilidad, economı́a
matemática y fı́sica matemática.

Los axiomas empleados en el análisis no estándar son axiomas teóricos de primer orden,
pero muchas de las materias que en el análisis clásico se axiomatizan con axiomas de mayor
orden pueden reformularse en el análisis no estándar como axiomas de primer orden.

Básicamente lo que se consigue es una gran simplificación tanto de los teoremas como
de sus demostraciones. Hay una cantidad creciente de resultados obtenidos mediante este
tipo de análisis que no se traducen al análisis clásico, porque en análisis no estándar la
demostración queda mucho más clara o intuitiva.

Se espera que algún dı́a se obtengan ası́ resultados que no se puedan obtener mediante el
análisis clásico por el simple hecho de que llevarı́an demasiado tiempo (siglos, quizá).

5.2.2. Fractales

Los fractales son figuras autosimilares (similares a sı́ mismas), en el sentido de que una
parte de la figura tiene la misma estructura que la figura completa. Esta similitud recursiva
se encuentra en numerosas formas en la Naturaleza: las lı́neas de las costas, los perfiles
de las montañas, las ramas de los árboles, los nervios de una hoja, etc.

Gaston Maurice Julia (1893-1978) y Pierre Joseph Louis Fatou (1878-1929) descubrieron
estructuras autosimilares en aplicaciones iterativas en el plano complejo. Durante los
años 20 Julia y Fatou lideraron el estudio de estas estructuras, pero debido a que no
habı́an computadores capaces de crear los gráficos que vemos actualmente el interés por los
fractales se reducı́a a los pocos matemáticos capaces de entender la matemática subyacente
en las figuras que hoy conocemos.

Julia y Fatou estudiaron funciones iterativas definidas del plano complejo en sı́ mismo,
pero dado que las funciones lineales tienen un comportamiento poco interesante, sus estu-
dios se centraron en las funciones no lineales más simples: las funciones cuadráticas, que
en el plano complejo C se definen ası́:


x1 ∈ C
(5.5)
xn+1 = x2n + c

Benoit Mandelbrot (1924-) se ayudó de los gráficos por ordenador para obtener las figuras
que hoy dı́a conocemos con el nombre de fractales, como por ejemplo el conjunto de Man-
delbrot. Además de desarrollar nuevas ideas matemáticas, también tuvo que desarrollar
algunos de los primeros programas para crear los gráficos.

El Infinito Matemático
5.2. EL SIGLO XX 30

Figura 5.3: Conjunto de Mandelbrot.

El Infinito Matemático
CAPÍTULO 6

Conclusión

Cuando uno se enfrenta a la historia del infinito, lo primero que piensa es cómo abarcar
un tema tan extenso en un tiempo finito. Cuando empezamos a profundizar, nos damos
cuenta de las dificultades que ha tenido la humanidad para concebir siquiera este concepto.

Tardamos siglos en empezar a imaginar con nuestra mente finita algo sin fin, pero una
vez lo conseguimos, no dejamos de plantearnos cuáles eran sus consecuencias.

La historia del infinito, como la de la mayorı́a de los conceptos matemáticos, se compone


de muchos pequeños avances y unos pocos grandes saltos. La diferencia entre esta y otras
ideas es que el infinito nos inspira un respeto casi reverencial, por lo que los pequeños pasos
son especialmente cautos, mientras que los grandes saltos tardan mucho en reconocerse
como avances.

El infinito matemático es probablemente el concepto sobre el que menos se ha avanzado


en más tiempo. Parece como si le tuviéramos miedo, algunos incluso lo equiparan a Dios.
A la vista del progreso tan grande que supuso la invención del cálculo diferencial, nuestras
mentes matemáticas se preguntan de cuánto conocimiento nos está privando este temor
infundado.

31
Bibliografı́a

[1] Onden to infinity. http://www.uvm.edu/k̃poon/Zero.html.

[2] Aristóteles. Metafı́sica.

[3] Brian Clegg. A Brief History of Infinity: The Quest to Think the Unthinkable. Cons-
table and Robinson, 2003. ISBN: 1841196509. Extracto de Galileo’s Moment tomado
de http://www.firstscience.com/site/articles/infinity1.asp.

[4] P. C. Fenton. An extremal problem in Harriot’s mathematics, Historia Math. 1989.


pags 154-163.

[5] Gianfranco. ”infinity”, interdisciplinary enciclopedia of religion and science.

[6] T. L. Heath. The Works of Archimedes. Cambridge University Press, 1897.

[7] Georges Ifrah. Histoire Universelle des Chiffres, volume 2. Robert Laffont, Paris,
1994. volumen 2, página 3.

[8] Victor Katz. History of Mathematics. Addison Wesley Publishing Company, 1992.
ISBN: 0673380394.

[9] Jim Loy. Zeno’s paradoxes.


http://www.jimloy.com/physics/zeno.htm, 1997.

[10] V. Madhukar Mallayya. Arithmetic operation of division with special reference to


Bhaskara II’s Lilavati and its commentaries. Indian J. Hist. Sci. 32 (4), 1997. páginas
315-324.

[11] Eli Maor. To infinity and Beyond. 1991.

[12] Henry Mendell. Aristotle and Mathematics. Stanford Encyclopedia of Philosophy,


2003.

32
BIBLIOGRAFÍA 33

[13] Sri Aurobindo Sastry Institute of Vedic Culture. Mathematics in india of the vedic
age.
http://www.vedah.com/org/literature/maths/mathsInIndia.asp.

[14] Ruckerbook. Mind Tools.

[15] B Russell. The Principles of Mathematics. 1903.

[16] James Schombert. Cosmology lecture #18.


http://abyss.uoregon.edu/ js/cosmo/lectures/lec18.html.

[17] Eric W. Weisstein. The World of Mathematics, MathWorld, A Wolfram Web Re-
source. http://mathworld.wolfram.com/.

[18] O’Connor y Robertson. Mactutor history of mathematics archive.


http://www-gap.dcs.st-and.ac.uk/~ history/.

El Infinito Matemático

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