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Eric Garay El Perú es un país en el que la corrupción está presente en gran parte de los
ciudadanos, en las administraciones públicas e incluso en las administraciones privadas.
A pesar de considerarse un cáncer muy dañino que ocasiona el desvío de más de 12 mil
millones de soles anuales del gasto público y grandes daños sobre los valores en la
sociedad, gran parte de la población y principalmente los sectores más pobres aceptan la
corrupción argumentando que es una práctica común y puede ser utilizada para obtener
de manera más fácil y rápida mejores beneficios personales. Se plantea entonces la tesis
que la corrupción tiene un alto impacto negativo sobre el sistema educativo y la formación
de los estudiantes. El presente ensayo inicia describiendo qué es la corrupción y su
percepción por la sociedad peruana, seguidamente se identifican los principales actores
de la corrupción y se analiza el entorno educativo en el que se formaron, además de
mencionar algunas prácticas que pueden disminuir la corrupción en la educación. El
significado de la corrupción ha ido evolucionando con el tiempo y se puede definir como
el abuso de poder por un individuo o grupo de individuos, para la obtención de beneficios
propios y tomada como un medio para alcanzar el crecimiento económico. Este abuso de
poder se da principalmente por las autoridades que son elegidas por los ciudadanos que,
muchas veces en los procesos electorales, frente a la ausencia de candidatos competentes,
se ven obligados a votar por “el mal menor” o elegir a un candidato del cual se sabe que
“roba, pero hace obra”. Vivimos entonces, en un mercado de oferta y demanda de
corrupción que tiene como actor principal al ciudadano que corrompe o es corrompido y
que, la percepción de la corrupción es tomada como un acto común y normal bajo la
justificación de que todos la practican, somos así y siempre será así (Sime-Rendon, 2016).
2 La corrupción está presente en gran parte de las instancias del Estado, ministerios,
gobiernos regionales y gobiernos locales entre otros. Genera un severo daño a los valores
en la sociedad y principalmente el desvío de fondos del Estado, que deberían ser
destinados por lo menos, para cubrir las necesidades básicas de la población en vivienda,
alimentación, saneamiento, educación, etc. Es así que la corrupción ocasiona pérdidas al
estado por más de 12 mil millones de soles anuales (Semanaeconómica.com, 2017), con
los que se podrían construir anualmente 50 mil viviendas, 20 hospitales regionales, más
de 200 principales centros educativos, más de 2,000 kilómetros de vías nacionales entre
otros. Con esta pérdida, los que más sufren por la corrupción en el Perú son los sectores
de mayor pobreza D y E, más del 45% de la población peruana con necesidades básicas
insatisfechas y en los que predominan los ingresos bajos y la informalidad. Son tantas las
necesidades que hay por cubrir, que la población vive resignada indicando que recibir
“algo es mejor que nada” sin importar cómo se obtiene, aceptando y siendo tolerantes
frente a los actos de corrupción (Sime-Rendon, 2016). Habiendo identificado al
ciudadano como actor principal de la corrupción y los principales daños ocasionados,
veamos dónde se forman estos ciudadanos y bajo qué contexto. La educación de los
ciudadanos está dada por las instituciones educativas y padres que también salieron de
instituciones educativas que, lamentablemente como en toda la sociedad también está
presente la corrupción. Sergio Cárdenas (2012), hace una descripción clara de las
prácticas corruptas en el sistema educativo. En el nivel administrativo central de
educación y sus dependencias se identificaron prácticas en contra del sistema educativo
y los docentes tales como, el desvío de recursos que debían ser usados en infraestructura
y material educativo, sobornos en los procesos de selección, contratación y evaluación de
desempeño de docentes y creación de trabajadores “fantasmas” entre otros. Así mismo,
se identificaron prácticas en las escuelas en contra de los alumnos tales como, sobornos
para la obtención de 3 vacantes y aprobación de evaluaciones académicas, pagos por
tratos preferenciales a los alumnos, ausentismo injustificado de docentes, venta de
exámenes, certificados de estudios entre otros. Lo mencionado en el párrafo anterior ha
ocasionado que el sistema educativo tenga insuficiente infraestructura y material
académico; así como, el ausentismo de docentes y estudiantes en las instituciones
educativas estatales, afectando de este modo la calidad, la eficiencia, la equidad y la
confianza en la educación estatal, obligando a los estudiantes a migrar a instituciones
educativas privadas siempre en cuando su condición económica lo permita y de no ser así
conformarse con lo que la institución educativa pueda darle. Este es un claro hecho de
desventaja de acceso a una educación de calidad diferenciada por la condición económica
a la cual se pertenece (Cárdenas, 2012). En este contexto educativo, conviven y se forman
las nuevas generaciones, considerando a la corrupción como una práctica común y hasta
positiva porque la percepción es que la corrupción permite alcanzar los objetivos o
intereses de manera más fácil y rápida frente a un sistema de corrupción educacional que
oferta “facilidades” (Sime-Rendon, 2016). Para reforzar el impacto de la corrupción sobre
la formación de una sociedad digna, con iguales oportunidades de acceso a los servicios
públicos y principalmente al derecho de una educación de calidad, que permita el
desarrollo de competencias personales y profesionales, Báez y del C. Jongitud (2014)
realizó una medición de los parámetros reconocidos internacionalmente como Índice de
Percepción de la Corrupción (IPC) y Programa para la Evaluación Internacional de
Estudiant 4 Gobierno peruano es una de las más bajas en calidad en el mundo, con un
promedio de calidad educativa privada mejor a la pública, razón por la que los padres de
familia prefieren matricular a sus hijos en instituciones privadas viendo frustradas sus
intenciones si no cuentan con los recursos económicos necesarios (Garmendia, 2013).
Frente al alto impacto negativo de la corrupción sobre la educación, se han planteado
algunas alternativas de solución para enfrentar el problema. Cárdenas (2012) propone
medidas relacionadas al monitoreo y control de la calidad de educación considerando la
participación activa de la comunidad y de los usuarios para informar sobre actos corruptos
en los procesos educativos, sumado a la implementación de una cultura de rendición de
cuentas y sanciones frente a los entornos de impunidad y tolerancia a la corrupción. Estas
medidas recaen principalmente sobre las autoridades y tomadores de decisión del sistema
educativo nacional, considerando que el Estado cuenta y asigna los recursos económicos,
esta medida depende principalmente de intenciones, actitudes y decisiones de los
principales actores. Por otro lado, Garmendia (2013) propone no dejar esta tarea a un
gobierno corrupto, ineficiente y burocrático, ya que durante más de 200 años no pudo
implementar un sistema educativo de calidad, sugiere seguir lo propuesto por el ganador
del Premio Nobel de Economía Milton Friedman, quien da como alternativa que el Estado
encomiende la labor de educar con calidad a las instituciones privadas, dando mayores
incentivos frente a mejores resultados obtenidos. Finalmente, de los párrafos anteriores
se concluye que la corrupción es uno de los principales problemas en el sistema educativo
peruano, generando un alto impacto negativo, representado por la mala calidad educativa
impartida por las instituciones educativas estatales, las mismas que forman a las nuevas
generaciones en un entorno corrupto y permite que el estudiante tenga la percepción de
que, la corrupción es una práctica normal frente a la cual se debe ser tolerante y que se
puede usar para la obtención de beneficios personales. A la 5 fecha el Estado no ha podido
luchar contra la corrupción y establecer medidas de solución concretas en el sistema
educativo que reviertan los daños que se vienen generando día a día en la sociedad. Es
necesario entonces, que todos tengamos una participación activa en la formación de las
nuevas generaciones para erradicar este cáncer maligno llamado corrupción que está
llevando a la sociedad al sub desarrollo y colapso social.
Referencias
Báez Corona, J. F., & del C. Jongitud Zamora, J. (2014). La Influencia De La Corrupción
Sobre El Derecho a Una Educación De Calidad. Un Estudio De Correlación.
Prolegómenos Derechos y Valores, 17(33), 123–142. Recuperado de
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Gobierno Una Labor Tan Importante Para La Competitividad? Revista de Economía y
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http://search.ebscohost.com.ezproxybib.pucp.edu.pe:2048/login.aspx?direct=true&db
=a9h&AN=121730762&site=eds-live&scope=site
La mala educación Los medios de comunicación, y la televisión en particular, se han
convertido en el chivo expiatorio preferido por las escuelas para explicar los males de la
sociedad. Que si los niños no aprenden es porque la pantalla los distrae, que si dos de
ellos resuelven sus diferencias a golpes seguramente lo vieron en una serie, que si la niña
de 13 años tiene el corazón precoz sin duda tuvo un empacho de besos y frases melosas
de la novela de moda. Cuando se trata de identificar culpables de las dificultades de
aprendizaje, el mal comportamiento, la distracción, y sobre todo la agresividad de los
adolescentes, la televisión siempre tiene un lugar preferencial. Los profesores suelen ser
bastante críticos con casi todo lo que aparece en pantalla, aunque en la mayoría de los
casos pecan de un reduccionismo que resulta peligroso. En primer lugar, la televisión no
es la escuela ni menos la familia. Es un medio de información y e-n-t-r-e-t-e-n-i-m-i-e-n-
t-o, así nació y así sigue siendo. Cuando informa no es un reflejo infalible de la realidad,
sino que –como todo medio- presenta una lectura, un punto de vista sobre lo que ocurre;
y cuando entretiene es solo eso, un espectáculo como el cine, como el teatro, como un
partido de fútbol. ¿Alguien va al estadio o a un concierto en busca de un encuentro místico
con el saber filosófico? Lo dudo. Igual sucede con la televisión, llegamos cansados del
trabajo y tomamos el control remoto para despejarnos un poco, para “evadirnos” de la
dura realidad, como señalan el español Javier Mayoral o el peruano Miguel Gutiérrez,
ambos trajinados académicos y hombres de televisión. O acaso usted se sienta en el sillón
y piensa ¡Oh, voy a culturizarme! (un incompleto empleo del término, dicho sea de paso)
A estas alturas, amable lector, usted se estará preguntando por el promocionado rol
“educativo” que se le exige desde siempre a la televisión. Se lo explico, todo producto
cultural (música, juegos, lecturas, costumbres, creencias, medios, etc.) educa de alguna u
otra manera, pero también a su manera. En el fútbol ejercitamos el trabajo en equipo y el
fair play, el cine aporta referencias de lo socialmente aceptable, la religión marca las
reglas de lo bueno y lo malo, y así por el estilo. La TV también “educa”, pero a través de
la representación de situaciones posibles, una especie de vista previa de lo que nos puede
ocurrir si actuamos de uno u otro modo. ¿Quiere decir que una escena de violencia puede
educar, o que debo dejar que mi hija vea los besuqueos y frecuentes cambios de pareja en
Combate o Al fondo hay sitio? Se lo planteo del siguiente modo: ¿le prohibiría que lea a
Vargas Llosa y sus Travesuras de la niña mala, le impediría ver una función teatral de
Edipo Rey, le taparía los ojos frente al Minotauro erecto del reputado escultor Gerardo
Chávez o le ocultaría los cuentos de Edgar Allan Poe? Todos están cargados de erotismo,
transgresiones y violencia, pero ningún maestro osaría proscribirlos, por el contrario
podría usarlos como referencia para “educar”. ¿Por qué no hacen lo mismo con la
televisión? Es momento de cambiar el cristal con que se la mira. Si la televisión genera
efectos nocivos es porque el espectador no está preparado para ser analítico, y el origen
está en una deficiente educación y una familia fragmentada que le ha delegado a la
pantalla un rol que no le compete. El punto es que una escuela que ni siquiera puede
garantizar una mínima comprensión lectora difícilmente podría ayudar a que el alumno
sea capaz de discernir lo útil o inútil en la televisión o el internet. Luego de ir a los
extremos vuelvo al punto medio. No quiero decir que la televisión sea perfecta, y menos
la peruana. Gran parte de su programación es repetitiva, copiona, simplista, simplona y
aburrida, por lo mismo es un exceso atribuirle una influencia que es apenas una parte de
lo que recibe cualquier persona de su sociedad. Las honrosas excepciones que el público
y la crítica etiquetan como ejemplos de televisión educativa o cultural han logrado ese
reconocimiento porque no han perdido de vista su función de entretenimiento. Quién no
se entretiene – y de paso aprende – con A la vuelta de la esquina, Reportaje al Perú, Tabú
Latinoamérica, el Cazador Cazado o Discovery Kids, en el caso de los niños. El debate
está abierto para educadores y comunicadores. Solo termino recalcando que tanto como
una mejor televisión se necesita una mejor escuela, que forme espectadores
verdaderamente críticos y no solo criticones.
https://es.scribd.com/document/4872209/Una-mejor-educacion-para-una-mejor-sociedad
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https://es.scribd.com/document/289495988/Propuestas-para-Una-Mejor-Educacion-Mirando-
a-Finlandia
https://es.scribd.com/document/94102959/PROPUESTAS-PARA-UNA-MEJOR-EDUCACION
https://es.scribd.com/document/94102959/PROPUESTAS-PARA-UNA-MEJOR-EDUCACION
https://es.scribd.com/document/405645157/025-Por-una-educacion-de-calidad-para-el-Peru-
Estandares-rendicion-de-cuentas-y-fortalecimiento-de-capacidades-pdf
https://es.scribd.com/document/231839785/Calidad-de-La-Educacion-en-El-Peru
https://es.scribd.com/presentation/323901243/Educacion-en-El-Peru
https://es.scribd.com/document/325190279/Desigualdad-y-Oportunidades-en-el-Peru