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SALMOS

Allen P. Ross
Tradicción: Elizabeth C. de Marquez, Diana M. de Peláez y
Bernardino Vázquez
INTRODUCCIÓN
De todos los libros del A.T., el de Salmos es el que representa más vívidamente la fe del
individuo en el Señor. Los salmos son la respuesta inspirada del corazón humano a la
revelación que Dios hace de sí mismo en la ley, la historia y la profecía. Los creyentes
de todos los tiempos se han apropiado de esta colección de oraciones y alabanzas para
expresar su adoración, tanto en público, como en sus meditaciones personales.
Título del libro. El título “Salmos” (o “Salterio”) proviene de la LXX, trad. gr. del A.T.
En el Códice Vaticano (del s. IV d.C.) se usa el título Psalmoi con el subtítulo Biblos
psalmon (“Libro de los Salmos”). En el Códice Alejandrino (del s. V) aparece el
nombre Psalterion. La palabra gr. psalmos, que es trad. del vocablo hebr. mizmôr,
significa música acompañada de instrumentos de cuerda. Bajo la influencia de la LXX y
del cristianismo, la palabra psalmos llegó a designar un “himno de alabanza” sin hacer
énfasis en el acompañamiento de instrumentos de cuerda (Christoph Barth, Introduction
to the Psalms, “Introducción a los Salmos”, N.Y.: Scribners and Sons, 1966, pág. 1).
Debido a que mizmôr aparece en los títulos de 57 de los salmos, los traductores griegos
utilizaron la trad. de esa palabra para dar título a toda la colección.
En la Biblia hebr., el título de este libro es sēp̱er tehillîm, “Libro de Alabanzas”,
refiriéndose a su contenido y no tanto a su forma. Ese nombre es muy adecuado para
referirse a la colección de himnos que se usaban en la adoración del pueblo de Israel, ya
que la mayoría de los salmos contienen un elemento de alabanza. Claus Westermann, en
su estudio de los salmos de lamento individual, encontró que sin excepción, todos ellos
van más allá de la queja y la petición para expresar alabanzas al Señor (The Praise of
God in the Psalms, “La Alabanza a Dios en los Salmos”, pág. 74). En los títulos, la
palabra tehillâh (“alabanza”) sólo aparece una sola vez (Sal. 145), pero se usa unas 28
veces a lo largo del libro. Es posible que tehillîm sea el nombre técnico del libro, ya que
el pl. normal de tehillâh es tehillôṯ.
Su lugar en el canon. En la Biblia hebr., este libro pertenece a la tercera sección, la
cual se llama Escrituras (después de las secciones de la Ley y los Profetas). En los
manuscritos hebr., generalmente aparece al principio de esa división.
Este arreglo del canon bíblico no se sigue en nuestra versión, donde el orden se basa
en las versiones griegas y latinas. En ellas, parece que el arreglo de los Profetas y las
Escrituras es tópico y cronológico.
Naturaleza de los salmos

LXX Septuaginta

trad. traducción, traductor

s. siglo

d.C. después de Cristo

pl. plural
1. Poesía lírica religiosa. Salmos es la más grande colección de poesía lírica antigua
que existe, misma que expresa directamente las emociones individuales del poeta.
Debido a que forma parte del A.T., necesariamente esa poesía es religiosa. La poesía
lírica religiosa expresa las emociones y sentimientos que conmueven al poeta al pensar
en Dios y al dirigirse a él (A.F. Kirkpatrick, The Book of Psalms, “El Libro de los
Salmos”, pág. x).
Muchos salmos se dirigen a Dios directamente, expresando en forma poética
peticiones y alabanzas. Revelan todos los sentimientos religiosos del creyente—
temores, dudas y tragedias, así como triunfos, alegrías y esperanzas. Con frecuencia, los
salmistas tomaban de sus experiencias para ejemplificar las necesidades de la gente y la
bondad y misericordia de Dios. Al cantar su gratitud por las liberaciones pasadas en
forma de poesía didáctica fácil de recordar, los salmistas proporcionan al creyente
apoyo y alivio en sus horas de prueba, y le advierten contra la incredulidad y
desobediencia. En este aspecto, los salmistas entonaban cánticos de gozo al reconocer
que la ley de Dios es la guía de su conducta y la que les dirige para obtener prosperidad.
Varios salmos también incluyen la “sabiduría” o filosofía de la vida de Israel. Además,
reflejan las enseñanzas morales de los Proverbios y otras obras de literatura sapiencial.
Debido a que los salmos formaban el “himnario” del templo, a menudo celebran las
ordenanzas del santuario y se gozan en el privilegio de acercarse a Dios en su santo
monte. Este aspecto de los salmos, combinado con el despliegue de sentimientos
religiosos personales que contienen, hacen de ellos la expresión más poderosa y
completa de la adoración del antiguo Israel. Además, debido a que adoptaron la forma
de poesía lírica, se hicieron inolvidables.
Salmos revela que el israelita era un pueblo intensamente religioso, que adoraba a
Dios y que poseía un fuerte sentido del bien y del mal. Debido a que se consideraba el
pueblo del pacto de Dios, se oponía a la impiedad e incredulidad. Sus actividades
cotidianas, sus fiestas nacionales y su esfuerzo militar, se realizaban con entrega
religiosa. Debido a que sus cantos reflejan esa entrega, los hace más que útiles para la
edificación de toda la familia de la fe.
2. Lenguaje evocador. La poesía lírica difiere de otras formas literarias en que es
una forma más concentrada de discurso que incluye deliberadamente más elementos
artísticos. La concentración se logra a través del uso de imágenes, símbolos, figuras,
vocabulario emotivo y múltiples significados. Las imágenes utilizadas en los salmos son
terrenales, porque principalmente, Israel era una nación agrícola y pastoril que vivía en
el campo, cerca de la naturaleza. También utiliza figuras militares, porque a menudo se
enzarzó en guerras para conquistar la tierra o para repeler los ataques de otras naciones
que a veces Dios utilizaba para disciplinarlos. Para entender completamente las
expresiones poéticas que usaban, debemos conocer las experiencias culturales de ese
pueblo.
El lenguaje evocador que aparece en el discurso poético permitió a los salmistas
lograr simultáneamente varios propósitos. El hecho de que la verdad se presente en
cuadros verbales, evoca en el lector las emociones que el poeta sintió cuando escribió
sus líneas; y puede comprender así la significancia emocional de las palabras junto con
su sentido intelectual. Por ejemplo, el poeta describe la vitalidad y estabilidad de un
hombre justo usando la figura de un árbol plantado junto a arroyos de aguas, o el miedo
del cobarde al compararlo con la cera que se derrite, o los ataques verbales de los
impíos, usando la imagen de espadas y flechas. Por eso, una exposición de Salmos debe
ser sensible a esas imágenes si pretende apreciar tanto el significado intelectual como el
emocional de su poesía. En concreto, el libro de los Salmos debe ser tratado como
poesía lírica religiosa.
En el libro aparecen varios encabezados para designar los distintos tipos de salmos
que hay en él. Mizmôr, que se trad. “salmos” aparece en 57 de ellos. Ese término se
refiere a un cántico acompañado de instrumentos de cuerda. “Himno” es trad. de šîr y se
aplica a 32 salmos. Un maśkîl probablemente significa “poema contemplativo” y 13
salmos llevan ese encabezado. La designación miḵtām se encuentra en 6 salmos.
Posteriormente se llegó a creer que significaba “epigrama” o “poema inscrito”, pero
esto es discutible. Cinco salmos se designan como “oraciones” (tep̱illâh), y uno se llama
“de alabanza” (tehillâh, Sal. 145).
3. Metro. El hecho de que los salmos sean medios artísticos, despliegan en mayor
medida y frecuencia los componentes de la expresión artística, incluyendo patrón,
diseño, unidad, equilibrio, armonía y variación. Los salmistas eran muy creativos y
poseían una gran imaginación. Por eso, consideraban que su arte era crucial para
expresar el significado del contenido.
Un elemento básico de la poesía es el metro. La poesía hebr. ciertamente tiene metro
y ritmo, pero todavía no es posible identificar y determinar su metro con algún grado de
certidumbre. La mayoría de los comentaristas quedan satisfechos con contar el número
de palabras hebr. acentuadas o unidades de palabras que hay en una línea como base
para hacer su análisis poético. Debido a que sólo unos cuantos salmos siguen en forma
consistente un patrón métrico o contienen palabras acentuadas, son poco convincentes
los intentos que se han hecho para reconstruir el texto siguiendo ideas preconcebidas o
novedosas para encontrar la métrica.
4. Paralelismo. La característica predominante de la estructura poética hebr. es la
repetición de un significado en expresiones paralelas—el llamado paralelismo poético.
Generalmente, la estrofa poética bíblica tiene dos o más de esas unidades paralelas. La
relación entre ellas debe estudiarse para determinar el énfasis que tiene cada verso como
un todo. Se han hecho comunes las siguientes categorías de paralelismos, y pueden
usarse para analizar las relaciones que hay entre las distintas unidades paralelas (V.
A.A. Anderson, The Book of Psalms, “El Libro de los Salmos”, 1:40–42; y James L.
Kugel, The Idea of Biblical Poetry: Parallelism and Its History, “El concepto de la
poesía bíblica: el paralelismo y su historia”. New Haven, Conn.: Yale University Press,
1981.
Paralelismo sinónimo. Describe la similitud más cercana entre cada una de las dos
líneas consecutivas. El término o unidad de pensamiento que aparece en una parte se
compara con un término o unidad de pensamiento equivalente en la otra. En los
siguientes ejemplos, los elementos paralelos se han dividido según las palabras que
aparecen acentuadas en el verso hebr.:
“Después entró / Israel / en Egipto;//
Y Jacob / moró / en la tierra de Cam” (Sal. 105:23).
Paralelismo antitético. Equilibra los elementos paralelos a través de la oposición o
contraste de pensamientos:
“En la mañana / florece / y se renueva;//
a la tarde / es cortada / y se seca (90:6).
Paralelismo emblemático. Aparece cuando una de las unidades paralelas es una
ampliación metafórica de la otra:
“Como el padre / se compadece / de sus hijos,//
“se compadece / Jehová / de los que le temen” (103:13).
El orden de las palabras no necesariamente debe ser igual en las expresiones
paralelas del verso. De hecho, algunas veces se invierte el orden de las palabras de la
segunda parte para formar un quiasmo poético. Además, con frecuencia el paralelismo
está incompleto. Dentro de esto, se pueden distinguir dos tipos:
Paralelismo incompleto con compensado. Se refiere a un verso donde sólo algunos
de los términos son paralelos, aunque cada parte tiene el mismo número de términos:
“Su fruto / destruirás / de la tierra,//
y su descendencia / de entre / los hijos de los hombres” (21:10).
Este tipo también puede aparecer en expresiones repetidas en un paralelismo
escalonado conocido como paralelismo de clímax:
“Tributad / a Jehová / oh hijos de los poderosos,//
Dad / a Jehová/ la gloria y el poder,//
Dad / a Jehová / la gloria debida a su nombre;
Adorad / a Jehová / en la hermosura de su santidad” (29:1–2).
Paralelismo incompleto sin compensación. Se refiere a un verso en el que una de las
líneas tiene menos términos:
“Jehová, / no me reprendas / en tu enojo,//
ni me castigues / con tu ira” (6:1).
Cuando la segunda expresión paralela es de compensación (i.e., cuando
sencillamente continúa el pensamiento de la primera), el paralelismo se describe como
formal (y por lo tanto, en realidad no es un paralelismo):
“Pero yo he puesto / mi rey//
sobre Sion, / mi santo monte” (2:6).
Algunos estudiosos encuentran que es conveniente usar la categoría general llamada
“paralelismo sintético” de Lowth en vez de “paralelismo incompleto”. En el paralelismo
sintético, la segunda línea amplía la idea de la primera.
El paralelismo describe la relación que hay entre las expresiones de los versos
(paralelismo interno); a veces también refleja la relación que hay entre los versos
(paralelismo externo).
5. Arreglos estilísticos. Con excepción de algunos salmos, no es común el arreglo de
líneas poéticas para formar estrofas. Quizá el mejor ejemplo de esto es el salmo 119,
porque se divide en 22 estrofas de ocho versos cada una. Pero pocos salmos contienen
un refrán para marcar el arreglo por estrofas (e.g., 42:5, 11; 43:5; 57:5, 11; 80:3, 7, 19).
Algunos salmos están compuestos en forma alfabética a manera de acróstico, i.e.,
cada verso empieza con una letra diferente del alfabeto hebr. siguiendo su orden
consecutivo (Sal. 9–10 [juntos, estos dos salmos son un poema acróstico]; 25; 34; 37;
111–112; 145). Este arreglo también se utiliza en el salmo 119, donde cada uno de los
ocho versos de cada una de las 22 estrofas empieza con la misma letra. Entre otros, esa
estructuración debe haber tenido como propósito que sirviera como ayuda
mnemotécnica.
6. Música y melodía. En las alabanzas de Israel se menciona el uso de la música e
instrumentos musicales. Se nombran címbalos, tamboriles, instrumentos de viento, así
como instrumentos de cuerdas de varios tipos, indicando que debe haber existido el
acompañamiento musical en gran escala.
Además, muchas de las instrucciones que aparecen en los encabezados de los
salmos indican qué clase de actividades musicales se realizaban. Principalmente, están
las instrucciones “al músico principal” (lamnaṣṣēaḥ, “al director musical”, NVI99) que
aparecen en 55 salmos. Aunque existen muchas especulaciones acerca de ese título,
quizá se refiere al director principal encargado de la música del templo. Es probable que

NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999


los salmos que llevan esa designación formaran en algún tiempo una colección de
himnos usados en el servicio del templo.
La frase “de los hijos de Coré”, que se encuentra en Salmos 42; 44–49; 84–85; 87–
88, probablemente se refiere a los ejecutantes musicales que pertenecían a esa familia
porque de otro modo, se requeriría de una autoría múltiple o de una autoría doble para el
salmo 88. Yeḏûṯûn (“a Jedutún”, Sal. 39; 62; 77) probablemente también se refiere a una
cofradía de músicos, porque Jedutún fue uno de los jefes musicales de David (1 Cr.
16:41).
Otros títulos también proporcionan indicaciones musicales. Neg̱înôṯ (Sal. 4; 6; 54–
55; 67; 76) significa “con instrumentos de cuerda” (NVI99). En hebr., el salmo 61 dice
neg̱înaṯ (sing.), “con un instrumento de cuerda”, aunque la RVR60 lo trad. como pl.
Šemînîṯ (Sal. 6; 12) probablemente significa “con un laúd de ocho cuerdas” (“con
instrumentos de cuerda. Sobre la octava”, NVI99). Se desconoce el significado de
neḥîlôṯ (Sal. 5; aunque la NVI99 lo trad. “acompáñese con flautas”); tal vez se refiere a
las flautas que se usaban para expresar un lamento. Gittîṯ (Sal. 8; 81; 84) también es
difícil de interpretar, porque puede significar tanto “canción del vino” como
“instrumento de Gat” (la NVI99 dice: “sígase la tonada de ‘la canción del lagar’ ”).
’Ălāmôṯ (Sal. 46) probablemente significa “doncellas” y puede referirse a un canto que
era entonado por voces femeninas.
Selâh, que se encuentra en muchos salmos, pero no en los encabezados, puede
indicar el momento en que los adoradores debían “levantar” sus voces (porque es
probable que selâh se relacione con sālal, “levantar o elevar”). En total, se usa 71 veces
en Salmos. Originalmente, selâh no aparecía en el libro, sino que se añadió
posteriormente. Aun así, su inclusión es bastante antigua.
Varios salmos también incluyen indicaciones para las melodías. “Sobre [con la
tonada de] Lirios” se encuentra en Salmos 45, 60, 69 y 80. “Sobre Ajelet-sahar” (lit. en
hebr. “sígase la tonada de ‘la cierva de la aurora’ ”, NVI99) aparece en el salmo 22. El
encabezado del salmo 56 es: “sobre la paloma silenciosa en paraje muy distante” (lit. en
hebr. “la tonada de ‘la tórtola en los robles lejanos’ ”, NVI99). La indicación “no
destruyas” aparece en Salmos 57–59 y 75. Se han discutido mucho, y todavía son
inciertos, los significados de Mut-labén del encabezado del salmo 9 (trad. por la NVI99
“la tonada de ‘la muerte del hijo’ ”), y Mahalat, de Salmos 53 y 88. Esas notas que se
añadieron a los títulos de los salmos en hebr., pueden haberse referido a las melodías
correspondientes, o tal vez a alguna idea litúrgica.
Autoría y notas históricas. Los comentaristas han debatido intensamente la trad. de la
preposición lāmeḏ, que tradicionalmente se creía designaba la autoría de los salmos
(e.g. leḏāwiḏ, “de David”). Pero los eruditos modernos han dudado de esas notas
basándose en razones históricas, gramaticales y teológicas. Muchos creen que David
escribió cierto número de salmos, pero no es posible decir cuáles, si es que en realidad
escribió alguno.

sing. singular

RVR60 Reina-Valera Revisión 1960

lit. literalmente
Las Escrituras aseguran que David fue cantor de himnos y el principal organizador
de las cofradías de músicos del santuario (1 Cr. 15:3–28; 16:4–43; 23:1–5; 25; 2 S. 6:5;
también cf. 1 Cr. 13:8). Además, las tradiciones de Israel recuerdan a David como
escritor de poesía sagrada.
Por otro lado, la construcción gramatical de la preposición lāmeḏ junto con el
nombre de “David” (leḏāwiḏ) ciertamente puede referirse a la autoría del salmo. La
preposición puede trad. como “a”, “para”, o “de”, o aun de otras formas. Su uso para
distinguir la autoría ha sido bien comprobado en las inscripciones semíticas del
noroeste, por otros dialectos semitas como el árabe, y otros pasajes bíblicos como
Habacuc 3:1 (“de Habacuc”). Aunque un traductor podría interpretar esa preposición de
otra manera, hay suficiente evidencia para apoyar su uso al designar al autor de los
salmos.
No obstante, cada salmo debe estudiarse individualmente, y los encabezados que
utilizan la preposición lāmeḏ deben trad. según su evidencia interna, porque ésta se usa
en una gran variedad de formas. La reacción demasiado negativa a esos encabezados
como indicadores de quién es su autor, es parte del escepticismo general en cuanto a la
antigüedad de los salmos. Aunque algunos eruditos críticos han sugerido que muchos de
los salmos se escribieron en el período posexílico o el de los macabeos, hay evidencias
obtenidas de las tablas ugaríticas de Ras Shamra que prueban la antigüedad de ese tipo
de expresión poética. Por lo tanto, los expositores de Salmos deben investigar
cuidadosamente las evidencias relativas a las inscripciones que parecen indicar de qué
autor se trata. También debemos recordar que Cristo y sus apóstoles consideraban que
éstas eran testimonio de la autoría individual de los salmos.
Si aceptamos las indicaciones de autoría como ciertas, la siguiente tabulación puede
ser útil para el estudio de los 90 salmos que las tienen: el salmo 90 se atribuye a Moisés;
73 de los salmos a David; Salmos 50, 73–83 son de Asaf; Hemán ezraíta escribió el
salmo 88; Etán ezraíta (cf. 1 R. 4:31) escribió el 89; y se indica que Salomón es autor de
Salmos 72 y 127. (Asaf, Hemán y Etán eran músicos levitas; 1 Cr. 15:17, 19; cf. 1 Cr.
6:39; 2 Cr. 5:12).
Entonces, la escritura de los salmos abarca el período desde Moisés hasta el regreso
de la cautividad, porque algunos de los salmos, como indica su contenido, claramente
son del período posexílico.
Además de la preposición lāmeḏ unida a un nombre para designar a su autor, varios
salmos contienen pequeños apuntes informativos acerca de la vida de David. Es difícil
decir cuándo se escribieron esas inscripciones, pero no hay razón para dudar de su
antigüedad. Catorce salmos contienen notas históricas.
Salmos 59 está relacionado con 1 Samuel 19:11.
El salmo 56 se relaciona con 1 Samuel 21:10–15.
Salmos 34 está conectado con 1 Samuel 21:10–22:2.
El salmo 52 se relaciona con 1 Samuel 22:9.
Salmos 54 está relacionado con 1 Samuel 23:15–23.
Salmos 7 puede tener relación con 1 Samuel 23:24–29 (aunque esto es dudoso).
El salmo 57 se relaciona con el incidente de Adulam (1 S. 22:1–2) o de Engadi (1 S.
24).
Salmos 142, otro de los pasajes que relata la estancia de David en una cueva, podría
referirse también a cualquiera de las instancias mencionadas antes.
El salmo 60 procede de 2 Samuel 8:8, 13; y 1 Crónicas 18:9–12.
Salmos 18 es casi idéntico a 2 Samuel 22.
El salmo 51 se basa en el incidente del pecado de David que se menciona en 2
Samuel 11–12.
El salmo 3 parece relacionarse con 2 Samuel 15–18.
Salmos 63 puede estar relacionado con 2 Samuel 15:23.
Salmos 30 puede estar conectado con 1 Crónicas 21:1–22:1. (El contenido del salmo
30 sugiere que David lo escribió para la dedicación el templo después que pecó al
censar al pueblo y compró los terrenos para construir el santuario.)
Así que esas anotaciones dan fe de que muchos de los salmos fueron escritos por
David mismo, y que varios se relacionaron con acontecimientos de su juventud.
Formación del salterio. Puesto que la composición de los salmos abarcó un período tan
extenso, deben haber habido varias etapas en su formación. Ya se ha mencionado que
David organizó la música para la adoración en el templo. Salmos 72:20 contiene la
anotación: “Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí”. Algunos de los salmos
anteriores al 72 no se adjudican a ese rey, y 17 después de ese salmo sí se le acreditan.
Entonces, esa nota se refiere a una colección temprana de salmos.
Durante sus reformas, otros reyes también reorganizaron los gremios musicales y a
los músicos del templo. Salomón organizó los cantos en el santuario (2 Cr. 5:11–14;
7:6; 9:11; Ec. 2:8). Josafat lo hizo también (2 Cr. 20:21–22), así como Joiada (2 Cr.
23:18). Una de las reformas de Ezequías consistió en restablecer los gremios de músicos
(2 Cr. 29:25–28, 30; 30:21; 31:2). Ezequías instruyó a los levitas para que cantaran
alabanzas usando las palabras de David y Asaf (2 Cr. 29:30), lo cual sugiere que había
dos colecciones de salmos. Posteriormente, Josías reinstaló la música en el templo así
como a las cofradías de músicos (2 Cr. 35:15, 25).
Entonces, el desarrollo del salterio pudo haber sido gradual, siendo revisado y
reorganizado con frecuencia. La primera etapa pudo haber sido la composición de
salmos individuales, algunos de los cuales se recolectaban para usarse en la adoración.
Pero no todos los antiguos salmos hebreos se tomaron en cuenta para ese himnario. No
se consideraron los cánticos de Moisés (Éx. 15:1–18; Dt. 32:1–42), María (Éx. 15:21),
Débora (Jue. 5), Jonás (Jon. 2) y aun algunos himnos de David (2 S. 1). En tiempos de
ese rey, los levitas también compusieron salmos para los servicios del templo (1 Cr.
16:4).
Tal vez la siguiente etapa fue formar la colección de salmos. Es posible que se
incluyeran algunos cánticos de David, así como los de Asaf. También se reunieron otras
colecciones, como los cánticos graduales o de los peregrinos (Sal. 120–134).
Esas colecciones más pequeñas entonces se incluyeron en los libros que ahora
existen. El Libro I está formado de Salmos 1–41; el Libro II incluye Salmos 42–72; el
libro III abarca Salmos 73–89; el libro IV está compuesto de Salmos 90–106; y el Libro
V incluye Salmos 107–150. Cada una de esas secciones concluye con una doxología, y
la totalidad del Salterio concluye con el salmo 150, que es una doxología grandiosa. La
evidencia más antigua de esas cinco divisiones proviene de los rollos de Qumrán
(encontrados cerca del mar Muerto) que fueron copiados poco después del comienzo de
la era cristiana.
La etapa final en la formación del salterio pudo haberse realizado con la
intervención del editor final. El orden actual muestra la influencia de un solo individuo.
Aun así, la colección no parece incluir el desarrollo de un solo argumento a través de
toda ella.
Así que para cuando se cerró el canon del A.T., las colecciones de cánticos y salmos
ya se encontraban en su forma actual.
El texto de Salmos. En los mss. de Salmos, cuando menos se encuentran tres tipos de
textos. La Biblia hebr.; i.e., el Texto Masorético (TM), ciertamente representa el mejor
texto. Los manuscritos de esa familia preservaron las mejores lecturas, aun cuando a
veces eran arcaicas, raras, o difíciles. Esa preservación demuestra la alta estima que los
escribas tenían por el texto que recibieron. Sin embargo, los traductores y comentaristas
ocasionalmente se han tomado algunas libertades para enmendar el texto en su afán de
resolver algunas de esas dificultades. Los cambios sugeridos por ellos deben estudiarse
con cuidado.
En la LXX en gr., el texto de los salmos se basa en una tradición textual distinta e
inferior al TM. En los casos en que el hebr. era especialmente raro o difícil, y los trad.
griegos encontraban alguna dificultad, a menudo emparejaban el texto para hacerlo más
fluido. Jerónimo y los traductores de otras Biblias dependieron grandemente de los
textos gr.
La numeración de los salmos en gr. difiere del hebr. Es importante recordar esto
cuando se consultan los comentarios católicorromanos o los mismos textos latinos o gr.
Lo siguiente ilustra esto:
TM LXX

Salmos 1–8 Salmos 1–8

9–10 9

11–113 10–112

114–115 113

116:1–9 114

116:10–19 115

117–146 116–145

147:1–11 146

147:12–20 147

148–150 148–150

Es más, las versiones gr., inglesas y españolas no incluyen las notas como parte de
la numeración de los vv. como hace la hebr. Con frecuencia, entonces, los números de
los vv. del texto hebr. (y las referencias en otros libros que hacen alusión a ellos) son
siempre uno o más vv. arriba.

TM texto masorético
Un tercer tipo de textos aparece en el libro correspondiente a Salmos de los rollos
encontrados en el mar Muerto. Ese texto también es inferior al TM.
Tendencias al estudiar Salmos. Con el paso de los siglos, han prevalecido distintos
acercamientos para estudiar esta colección. La mayoría de estudiosos conservadores
probablemente confían en los antiguos pero útiles comentarios históricos, algunos de los
cuales proceden del s. XIX. Los comentarios de J.A. Alexander, Franz Delitzsch,
Alexander Maclaren y J.J.S. Perowne proveen interpretaciones históricas y gramaticales
del texto. Sin embargo, cuando reconstruyen las circunstancias de los salmos, en
ocasiones van más allá de las evidencias visibles.
El método literario-analítico de estudiar la Escritura puede observarse en el
comentario de C.A. Briggs. Basándose en las ideas teológicas, estructura poética y
filología de Salmos, supuso que la mayoría de ellos habían sido escritos en el período de
los macabeos (ca. 150 a.C.)
Una serie de estudios más provechosa procede del método de crítica de las formas
de Salmos. Hermann Gunkel fue el pionero de ese acercamiento y se encuentra en su
libro Einleitung in die Psalmen, Introduction to the Psalms, “Introducción a Salmos”,
trad. por Thomas Horner. Filadelfia: Fortress Press, 1967). El método considera que los
salmos debían cantarse en los actos rituales de adoración de Israel. Primero Samuel
1:24–2:10 y 1 Crónicas 16:1–37 dan evidencia de ese acercamiento a la salmodia.
Entonces, la tarea era determinar las circunstancias que rodearon la formación de cada
salmo.
La crítica de las formas también determinó que los salmos que se usaban en las
mismas actividades rituales del templo tenían características comunes, tales como
vocabulario, ideas y modos, y formas de expresión. Al comparar éstas, se podrían
agrupar los diferentes tipos de salmos.
Desde este acercamiento, se pudieron reconocer algunas categorías de los distintos
tipos de salmos. Éstos incluyen lamentos individuales y nacionales, acciones de gracias
de individuos, e himnos. También existen subtipos, como salmos reales, de los
peregrinos, de victoria, cánticos a Sion, salmos de entronización, de la tôrâh (la ley) y
de sabiduría.
Muchos críticos de las formas creyeron que podrían trazar el desarrollo de esos tipos
de salmos. Como resultado, la mayoría de los salmos fueron considerados
composiciones sacerdotales con fines litúrgicos, no como poemas de santos
independientes que escribieron acerca de sus experiencias con Dios. Ese esfuerzo de la
crítica de formas ha hecho que muchos expositores rechacen todo el sistema. Esto es
infortunado, porque se han producido muchas cosas buenas de ese método.
Las siguientes clasificaciones de tipos de salmos se han usado para gran beneficio y
comprensión de ellos.
1. Lamentos individuales. Esos salmos se consideran oraciones pidiendo ayuda en la
aflicción. Constan de las siguientes partes:
a. Clamor introductorio a Dios. El salmista se vuelve a Dios de inmediato y derrama
su corazón en un breve discurso (con frecuencia es un resumen del tema del salmo).
b. Lamento. Enseguida, el salmista expresa su estado lamentable. Al describir sus
dificultades, declara lo que le han hecho sus enemigos, las estrecheces por las que está
pasando, y lo que Dios había o no había hecho.
c. Confesión de confianza en Dios. Dejando su queja, el salmista declara su
confianza absoluta en el Señor. Algunas de esas secciones se amplían para convertirse
en salmos completos de seguridad y confianza.

ca. cerca de
d. Petición. A continuación, el salmista pide la intervención divina a favor de él para
rescatarlo.
e. Promesa de alabarlo o expresión de alabanza. El salmista concluye su lamento
con una expresión llena de alabanza a Dios por responder a su oración. Debido a que
esa sección forma parte de la oración provocada por la aflicción, se ha descrito como un
juramento—que es lo que el poeta diría delante de la congregación cuando el Señor
hubiera contestado su petición. Estando seguro de que el Señor le contestaría, el
salmista empieza a adorarlo dentro de su oración. Claus Westermann sugiere que en
medio de la oración del salmista, Dios escuchaba y se inclinaba hacia el sufriente (The
Praise of God in the Psalms, “La Adoración a Dios en los Salmos”, pág. 79). La
repentina seguridad de la respuesta divina llevaba al salmista a expresar una grandiosa
muestra de alabanza.
2. Lamentos nacionales. Estos salmos siguen el mismo patrón de los lamentos
individuales, pero generalmente son más cortos. Incluyen un discurso introductorio y
una petición, un lamento, la confesión de seguridad, una petición y una promesa de
alabar al Señor. En cada uno de esos salmos, la nación enfrentaba alguna dificultad, y
todo el pueblo unido se acercaba a Dios con su queja.
3. Salmos de acción de gracias Estos salmos, también llamados salmos de adoración
declarativa, adoptan una forma diferente. Incluyen cinco elementos:
a. Proclamación de alabanza a Dios. Generalmente, el salmista empieza con una
expresión parecida a: “Te alabaré mi Dios”, porque ese poema era el medio por el que
decía a otros lo que Dios había hecho por él.
b. Resumen introductorio. Con frecuencia, el salmista ofrece una breve explicación
de lo que Dios ha hecho por él.
c. Informe de la liberación. A continuación, el salmista expresa en forma detallada
su liberación. Generalmente explica que había clamado al Señor, que él le había
escuchado, y que lo había librado.
d. Renovación de la promesa de alabarlo. Aquí, de hecho el salmista le da a Dios la
alabanza que le había prometido.
e. Alabanza o instrucción. El salmo termina con una alabanza directa a Dios, o bien,
incorpora una sección adicional de instrucciones para otros.
Los salmos 21, 30, 32, 34, 40 y 66 son ejemplos de salmos de acción de gracias o de
adoración declarativa.
4. Salmos (himnos) de alabanza descriptiva. No hablan principalmente de alguna
liberación personal. Más bien, ofrecen una alabanza directa a Dios y siguen un arreglo
distinto:
a. Llamado a la alabanza. El salmista invita a otros a que alaben a Dios.
b. Motivo de la alabanza. El salmista expresa las razones para hacerlo. Esta sección
generalmente incluye un resumen y después un desarrollo completo de los motivos para
alabar al Señor. Usualmente, la razón era la grandeza y gracia de Dios, explicada con
ilustraciones específicas.
c. Conclusión. El salmista termina su himno con una nueva exhortación a alabar al
Señor.
Los salmos 33, 36, 105, 111, 113, 117 y 135 son ejemplos de salmos de alabanza
descriptiva.
Otras clases de salmos se discutirán a lo largo de este Comentario. Entre los más
importantes, están: salmos sapienciales, de los peregrinos, de la realeza y de
entronización. Los salmos sapienciales están relacionados muy de cerca con los
patrones que sigue la literatura de sabiduría del A.T. (e.g., Pr.). Entre las características
que pueden contener están los dichos “mejor es” (Sal. 119:72), dichos numéricos
(62:11–12a), amonestaciones a los “hijos” (34:11), fórmulas de bendición (1:1), énfasis
en la ley (119), y contrastes entre los justos y los impíos (1:6; 49).
Los salmos 120–134 han sido llamados cánticos de los peregrinos. Todos ellos
tienen el título “cántico gradual”. Aunque se han ofrecido gran cantidad de
interpretaciones para esas inscripciones, es más posible que se refieran a los viajes en
que Israel “subía” a Jerusalén para participar en las tres fiestas anuales (cf. 1 S. 1:3; Sal.
122:4; Is. 30:29; también cf. Éx. 23:17; Sal. 42:4). El contenido de muchos de esos
salmos se adaptan bien a la posibilidad de realizar un viaje a Jerusalén.
Los salmos en que se menciona al rey ungido como protagonista se llaman salmos
reales. Su contenido se refiere a los hitos de la carrera del monarca, tales como la
coronación (Sal. 2), su boda (Sal. 45), o su salida a la batalla (Sal. 20; 144). El pacto
davídico se consigna poéticamente en el salmo 89. Salmos 110 anticipa la venida del
rey conquistador, y Salmos 72 prevé su reinado glorioso. Para estudiar la relación entre
esos salmos y el Rey Mesías, V. el comentario de esos salmos.
Los salmos de entronización se caracterizan por las expresiones “Jehová reina” (Sal.
93; 96–97; 99), Jehová “es Rey grande sobre toda la tierra” (Sal. 47; 95), o “vino a
juzgar la tierra” (Sal. 98). Los comentaristas interpretan esas expresiones en distintas
formas. Algunos dicen que se refieren a una fiesta anual que celebraba el reinado de
Dios sobre la tierra. No obstante, no hay evidencias concluyentes que prueben que se
llevara a cabo un festival de esa índole. Otros entienden la frase como que se refiere al
reinado del Señor sobre Israel. Esto es congruente con el salmo 99, pero no le hace
justicia al contenido de los demás. También se ha interpretado como una alusión al
reinado universal de Dios (Alva J. McClain, The Greatness of the Kingdom, “La
grandeza del reino”. Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1959, pág. 22). El
salmo 93 podría interpretarse de esta manera, pero es evidente que las ideas de los
salmos de entronización incluyen algo más dramático.
Aunque puede decirse que los salmos de entronización incluyen características del
reino de Dios en varias instancias (i.e., en sus grandes actos salvíficos en que se
desplegaba su soberanía), el significado más completo de la terminología utilizada en
ellos alude al reino mesiánico. El lenguaje que se usa en ellos, reminiscente de la
teofanía de Sinaí, armoniza bien con los oráculos proféticos del esperado reino
mesiánico. De hecho, la expresión “Jehová reina” se encuentra en Isaías 52:7 y se
refiere al futuro reino del Siervo sufriente.
El estudio de los salmos de entronización ha conducido a muchos eruditos modernos
a adoptar un acercamiento “cúltico” a ellos. Ese acercamiento es una evolución del
método de la crítica de formas y argumenta que el festival anual de otoño era el centro
de la adoración o “culto” de Israel. Un adepto a ese punto de vista es Sigmund
Mowinckel (The Psalms of Israel’s Worship, “Los Salmos de la adoración de Israel”).
Él afirma que en la época otoñal, Israel realizaba una fiesta en que el Señor era
entronizado en el templo, asegurando así su reinado sobre el universo por un año más.
La evidencia de Mowinckel se basa en las referencias bíblicas al reinado o justicia de
Dios (Sal. 47; 93; 95–99), a su victoria sobre la naturaleza y al pueblo que participa en
un festival en que se regocija en el prospecto de que su Dios reine. El material que toma
como base es insuficiente, así que apoya su idea tomando como ejemplo algunas fiestas
parecidas de las naciones del antiguo Cercano Oriente que rodeaban a Israel, en especial
Babilonia y su festival llamado Akitu.
Otros han interpretado ese festival en forma distinta. Artur Weiser (The Psalms: A
Commentary, “Los Salmos, un Comentario”) concuerda en que se realizaba un festival
otoñal y que en él se usaban los salmos de entronización, pero sugiere que se hacía una
renovación del pacto en vez de una entronización de facto del Señor. Para ello, describe
algunas similitudes con Josué 24.
Hans-Joachim Kraus (Worship in Israel, “La adoración en Israel”. Richmond, Va.:
John Knox Press, 1966) ve un cuadro más complejo del festival de otoño. Lo considera
como un recordatorio del éxodo, del peregrinaje por el desierto, la celebración de la
renovación del pacto, aunado con la tradición y conceptos cananeos del reinado que
surgieron durante el gobierno de David y Salomón.
Si en verdad existía ese festival, y constituye la clave de todo el Salterio, es
sorprendente que no se mencione en ningún lugar de las Escrituras. Es probable que
algunos de los salmos se usaran en relación con los festivales de otoño, pero es
improbable que la mayoría de los salmos formara parte de una fiesta diseñada siguiendo
ideas mitológicas paganas. Ese acercamiento también ha sido criticado con base en la
evidencia procedente de los festivales del antiguo Cercano Oriente. (V. Kenneth A.
Kitchen, Ancient Orient and Old Testament, “El antiguo oriente y el A.T.”. Downers
Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1966, pág. 102).
No obstante, ese enfoque para estudiar los salmos proporciona un énfasis necesario.
Es probable que muchos de los salmos se relacionaran con el ritual y la adoración del
tabernáculo de David y/o con el templo de Salomón. Con demasiada frecuencia, los
comentaristas conservadores muestran indiferencia al escenario de adoración del
tabernáculo y del templo.
Aparte de las numerosas referencias a la adoración en el ritual del templo dentro de
los salmos, hay indicadores litúrgicos que se dan en algunos de los títulos. Salmos 30
dice: “Salmo cantado en la dedicación de la Casa”, el 92 se designa como “Salmo.
Cántico para el día de reposo” y el 100: “Salmo de alabanza”, y se usaba durante el
ofrecimiento del sacrificio de acción de gracias (Lv. 7). “Salmo de David, para recordar
o conmemorar” es la inscripción que aparece en Salmos 38 y 70, y es evidente que era
un recordatorio para que el Señor se acordara del que hacía la petición. Se desconoce el
significado de šiggāyôn, “sigaión”, del salmo 7. A las anteriores, se puede añadir el
título “cántico gradual” (Sal. 120–134), que se entonaba cuando los israelitas iban de
camino hacia los grandes festivales que se celebraban en Jerusalén.
El calendario religioso judío (V. “Calendario de Israel” en el Apéndice, pág. 424) es
muy importante para entender los antecedentes de algunos salmos. Las tres grandes
fiestas anuales se explican en Éxodo 23:14–19 y Levítico 23:4–44. Durante la pascua y
los panes sin levadura que se conmemoraban en la primavera, la fiesta de las semanas o
Pentecostés (también llamada de las primicias) que se realizaba al principio del verano,
y la de la expiación o de los tabernáculos que se celebraba en el otoño, la gente debía ir
a Jerusalén a celebrar la abundancia provista por Dios en las cosechas. En todas esas
convocaciones, el pueblo participaba en el ritual del templo y cantaba los salmos para
expresar su alabanza.
Con frecuencia, los salmos hablan de instrumentos musicales, de cantos, y de que el
pueblo aplaudía durante las actividades religiosas. Salmos 5:7 menciona el acto de
entrar en el templo para adorar a Dios. (Sal. 68:24–27 se refiere a una procesión hacia el
santuario acompañada por cantantes; cf. 42:4.) Salmos 122:1 relata la alegría de
participar en una peregrinación hacia el templo.
En muchas ocasiones, Israel adoraba en el templo. El día de reposo, la nueva luna,
los años sabáticos y el jubileo, proporcionaban oportunidades de adorar a Dios en el
santuario.
Los adoradores también podían venir en forma espontánea. Había ofrendas
voluntarias que se traían para expresar gratitud (tôḏâh; cf. Lv. 7:12–18; Sal. 50:14–15),
por haber recibido respuesta a la oración (1 S. 2:1–10), para purificación de impureza
ritual o de enfermedades (Lv. 13–15), por la reivindicación de la persona involucrada en
conflictos legales, para la expiación de pecados (Sal. 51:13–17), o para cumplir votos
especiales. En tales ocasiones, el adorador traía su ofrenda para ser compartida con los
otros asistentes, y daba a conocer su alabanza (probablemente en la forma de un salmo
de adoración declarativa) para edificación de la congregación.
Sin duda, las oraciones del salterio también eran usadas ampliamente por aquellos
que venían a pedir perdón, salud, protección, liberación, y consuelo, como han sido
usados a través de toda la historia de la iglesia.
Así que con toda seguridad, ya fuera individual o congregacionalmente, los salmos
se cantaban o repetían con frecuencia cerca del santuario. Sus mensajes y cómo se
usaban son muy instructivos para los creyentes de hoy, como pretende mostrar la
exposición que sigue. Las oraciones de los salmistas denotan la gran confianza que
tenían en el Señor, ésta era tan grande que a veces se dedicaban a adorar al Señor aun
antes de que fueran respondidas sus peticiones. Un estudio cuidadoso de los Salmos
muestra cómo se desarrollaba esa confianza en el Señor. Además, las alabanzas de los
salmistas muestran un gozo genuino y espontáneo por los beneficios recibidos de Dios.
Para ellos, era pecado recibir algo del Señor y no adorarlo. La declaración de los
beneficios divinos era la parte final del proceso. También era parte del disfrute de Dios,
porque en forma natural, uno menciona las cosas que más disfruta (C.S. Lewis,
Reflections in the Psalms, “Reflexiones en los Salmos”. Nueva York: Harcourt, Brace
and World, 1958). Entonces, cuando las Escrituras llaman a los creyentes a adorar a
Dios, los llaman a disfrutar de Dios y sus beneficios. Y cuando Dios bendice a alguien,
ese hecho debe compartirse con la congregación para que todos puedan unirse a la
alabanza y disfrutar de Dios y sus beneficios.
En Israel, lo anterior generalmente involucraba participar en la comida sacrificial
presentada por el adorador que venía a alabar a Dios. Su sacrificio, que era una muestra
de la abundancia recibida, acompañaba a su alabanza. De esa manera, Dios era
disfrutado por su pueblo, y como consecuencia éste era inspirado a orar y a adorarlo aún
más.
Teología de los salmos. Debido a que los salmos registran una muy amplia gama de
ideas e impresiones religiosas, es difícil descubrir una teología específica de toda la
colección, aunque es evidente que aquí afloran casi todas las ideas teológicas del A.T.
No obstante, se nota un énfasis predominante y recurrente a través de toda la colección.
Los salmistas creían o expresaban la creencia de que Dios, que soberanamente gobierna
el universo, algún día establecerá su reino en la tierra, dentro y a través de su pueblo.
Cuando su pueblo enfrentaba oposición por parte de los impíos o dificultades físicas,
oraba para que el reino fuera una realidad en sus vidas y confiaba en que el Juez de toda
la tierra los reivindicaría. Cuando la justicia triunfaba, alababan a Dios porque la causa
justa del Señor había salido victoriosa.
La participación de los salmistas en la adoración y aceptación de la ley demuestra su
confianza en el gobierno divino. A veces, veían más allá de sus experiencias, hacia el
reino justo y real de Dios en la tierra cuando viniera el Mesías. Es imposible decir cuán
clara era su comprensión de los detalles relacionados con la revelación de Dios. No
obstante, sí es claro que confiadamente esperaban que Dios pusiera las cosas en orden.
Los salmistas no dudaban en expresar su lealtad a Dios y su pacto. En su celo por
defender su justicia, con frecuencia sus palabras expresan imprecaciones o maldiciones.
Oraban pidiendo que Dios quebrantara los brazos de los impíos (Sal. 10:15), que
quebrara sus dientes (58:6), y que derramara su ira contra ellos (69:22–28). Debe
recordarse que los salmistas estaban llenos de celo por defender el gobierno de Dios
sobre su pueblo. Por eso, esas expresiones no indicaban una venganza personal. De
hecho, los salmistas afirmaban que su amabilidad con tales personas había sido
traicionada porque incluso, les devolvían odio por amor (109:4–5). Sus oraciones
representan su anhelo de que la causa divina fuera reivindicada en la tierra, y que el
pecado fuera castigado—lo que al final, Dios haría de todos modos.
Por supuesto que el creyente del N.T. eleva una oración distinta, porque comprende
la revelación total de Dios. Aun así, cuando pedimos que la voluntad de Dios sea hecha
en la tierra, o que Cristo venga pronto, también estamos pidiendo la reivindicación de
los justos y el castigo de los impíos.
Los salmistas también aborrecían las ideas y costumbres paganas, porque sabían que
amenazaban la fe de su nación. Se atacan de manera sutil muchos aspectos de las
creencias politeístas extranjeras (menos sutilmente que los oráculos proféticos). Tales
polémicas pueden a veces ser una referencia casual (como la descripción que hacen del
Señor como el “que cabalga sobre los cielos”; 68:4, en lugar del Baal cananeo que se
describe de manera semejante). En otras ocasiones, la polémica constituye la sustancia
de todo el salmo (como en Salmos 29, que atribuye una tormenta sobre el territorio
cananeo al Señor en vez de atribuirla a Baal, el dios cananeo de las tormentas).
Muchos eruditos dicen que esas referencias son préstamos mitológicos del mundo
semítico. Sin embargo, aunque los israelitas compartían el vocabulario e imágenes
comunes con sus vecinos, estas porciones polémicas muestran una separación espiritual
de sus caminos. El hecho de que muchos israelitas siguieran a otros dioses hacía más
urgente esa crítica. Si querían asegurar y perpetuar la verdad de generación en
generación, las creencias falsas y corruptoras debían ser destruidas. Por ello, los
estudiantes de Salmos deben estar conscientes de las amenazas politeístas que pendían
sobre la fe de Israel, así como las luchas históricas que peleaban los justos.
La lucha con las fuerzas del mal, ya fueran las creencias paganas o los israelitas
apóstatas, forzaban a los creyentes sinceros a contender vigorosamente por la fe, a dar
testimonio de su integridad y lealtad abiertamente, y a esperar la liberación de Dios. Los
salmistas esperaban que esa liberación viniera durante su vida. Uno esperaría que esos
poetas, que padecían persecuciones, aflicciones y desaliento, se desesperaran con la vida
y buscaran el contentamiento en la vida por venir. Pero ese no es el caso. Más bien,
sentían que la muerte terminaría con su servicio y alabanza de Dios (aunque otros
pasajes de las Escrituras registrados posteriormente, indican que esto no era así). Es en
esta vida que se puede experimentar el amor leal de Dios, su fidelidad, y su justicia (Sal.
6:5; 30:9; 88:4–5, 10–12; 115:17).
En ninguno de los salmos se encuentra una expresión directa y clara de esperanza en
la resurrección, la clase de declaración que hicieron los profetas (Is. 26:19; Ez. 37:1–14;
Dn. 12:2). Sin embargo, algunos pasajes de este libro parecen interrumpir ese patrón
para expresar esperanza en un compañerismo continuo con Dios después de la muerte
(Sal. 16–17; 49; 73). Aun así, las expresiones que aparecen en ellos se usan en otros
lugares para hablar de experiencias temporales y terrenas. Por ejemplo, los salmistas
usaron la palabra hebr. še ’ôl (Seol) para designar al mundo de los muertos, pero también
para referirse a la tumba y (en forma figurada) a peligros extremos. Salmos 49:15
expresa esperanza en la liberación del Seol y entrada a la presencia de Dios. Para el
salmista, esto debe haber sido el equivalente de“una esperanza de gloria”, pero también
puede haber significado liberación temporal y continuación en el servicio, porque
Salmos 30:3 también menciona una liberación del Seol experimentada por David.
A.F. Kirkpatrick destaca la forma tan sencilla en que esos pasajes se adaptan a una
esperanza en la vida futura, como se indica en la revelación bíblica posterior. “Es
incuestionable que esos salmos (Sal. 16–17; 49; 73) contienen un atisbo y la base para
la doctrina de la vida eterna, porque ésta estaba presente en la mente del Espíritu que
inspiró a sus autores. El compañerismo íntimo con Dios del cual hablan como siendo la
felicidad más alta y verdadera, a la luz de la naturaleza y destino del hombre en relación
con Dios, sigue siendo considerada como limitada a esta vida y sujeta a ser interrumpida
de forma abrupta y definitiva. Se requería dar un paso más adelante para darse cuenta de
la verdad de su permanencia, pero es dudoso que los salmistas hayan dado ese paso
adicional” (The Book of Psalms, “El Libro de los Salmos”, págs. xxv–xxvi). En caso de
que hubieran dado ese paso, sería por fe.
La misma ambigüedad se aplica a los salmos mesiánicos. Con el conocimiento de la
revelación completa hecha en Jesucristo, uno puede mirar hacia atrás a los Salmos, y de
hecho a todo el A.T., y ver que con frecuencia hablan de Cristo (cf. Lc. 24:27). Aún así,
para los creyentes del A.T., no era muy claro el significado completo de esos pasajes.
Por un lado, un salmista describió su propio sufrimiento o victoria, y por el otro, esas
expresiones, que pueden haber parecido exageradas para describir la experiencia real del
salmista, posteriormente se hicieron verdad en Cristo Jesús. Mirando hacia atrás,
alguien podría decir como Delitzsch: “Así como Dios el Padre moldeó la historia de
Jesucristo según su sabiduría, así su Espíritu moldeó las palabras de David relacionadas
consigo mismo, ya que fue un tipo del que había de venir, teniendo en mente la historia”
(“Salmos”, en el Commentary on the Old Testament in Ten Volumes, “Comentario del
A.T. en Diez Volúmenes”. 5:307).
La tipología es una forma de declaración profética. Difiere de la profecía formal en
que puede discernirse como tipológica sólo después de que se realiza su cumplimiento.
Una vez que se comprueba el antitipo, se puede ver hacia atrás y descubrir que algunas
expresiones e imágenes tienen otros significados aparte de la experiencia histórica del
autor. Los escritores del N.T. citaron con frecuencia los salmos para describir muchos
aspectos de la persona y obra de Jesús, el Mesías. Como el Ungido rey davídico por
excelencia, Jesús es el gran antitipo de los salmos mesiánicos; los cuales presentan al
rey en primer plano. Sin embargo, los expositores deben tomar precauciones y
reconocer que no todo el contenido de los salmos mesiánicos es aplicable a Cristo (i.e.,
no todas sus partes son tipológicas) y recordar que esos salmos tuvieron su significado
primario en la vida de los autores. El análisis del significado histórico, contextual y
gramatical del texto debe preceder al análisis de la aplicación hecha a Jesús en el N.T.
Muchos comentaristas han utilizado de alguna manera el arreglo que hizo Delitzsch
de los cinco tipos de salmos mesiánicos (“Salmos”, págs. 68–71).
1. Salmos puramente proféticos. Esta categoría probablemente se aplica al salmo
110, el cual se refiere al futuro rey davídico que sería el Señor. El N.T. (Mt. 22:44)
identifica a ese rey con Jesucristo, no con otro rey davídico.
2. Salmos escatológicos. Salmos 96–99, llamados salmos de entronización junto con
otros, describen la venida del Señor y la consumación de su reino. Aunque no se
refieren al rey davídico, las Escrituras indican que se cumplirán en la segunda venida de
Cristo.
3. Salmos tipológico-proféticos. En ellos, el escritor describe su propia experiencia
usando un lenguaje que va más allá de ella y se cumple históricamente en Jesús (e.g.,
Sal. 22).
4. Salmos indirectamente mesiánicos. Estos se escribieron para aplicarse a un rey
contemporáneo o para actividades monárquicas en general. Pero su cumplimiento
definitivo se realiza en Jesús (Sal. 2; 45; 72).
5. Salmos típicamente mesiánicos. Estos son menos evidentemente mesiánicos. De
alguna forma, el salmista es un tipo de Cristo (cf. 34:20), pero no se pueden aplicar a él
otros aspectos del pasaje. Quizá, en este caso, Jesús y los apóstoles estaban aplicando
expresiones sálmicas familiares a sus experiencias (e.g., 109:8 en Hch. 1:20).
Sin duda, el lenguaje de los Salmos expresa esperanza y las verdades de la fe en una
forma muy memorable, no sólo porque apuntan a Cristo, sino porque reflejan las luchas
de los fieles. Los Salmos han servido a los creyentes a través de todas las edades, como
inspiración, y a menudo, como instrumento de alabanza a Dios. Pero también han traído
consuelo y esperanza a las almas que pasan por épocas de grande necesidad,
enseñándoles cómo deben orar, asegurándoles que las oraciones son contestadas, así
como para darles una confianza renovada en su Señor. A menudo, los salmos cambian
dramáticamente de estar expresando un lamento a describir la contestación divina como
si ya se hubiera realizado, lo cual es una expresión de la confianza que tenía el salmista
de que Dios iba a responder a sus peticiones. Tan seguros estaban que las recibirían, que
alababan al Señor con todo detalle, como anticipo de sus triunfos. Sólo a través de una
fe genuina puede el creyente encontrar seguridad en que Dios contesta cuando aún se
está orando. Los salmistas tenían esa certeza, porque su alabanza acompañaba a sus
oraciones.
BOSQUEJO
I. Libro primero (Sal. 1–41)
II. Libro segundo (Sal. 42–72)
III. Libro tercero (Sal. 73–89)
IV. Libro cuarto (Sal. 90–106)
V. Libro quinto (Sal. 107–150)
COMENTARIO
I. Libro primero (Sal. 1–41)
Salmo 1
Este salmo es una introducción muy adecuada del salterio, porque resume los dos
caminos que están frente a la humanidad, el camino del justo y el del impío. Puede
clasificarse como un salmo sapiencial, porque hace hincapié en esas dos alternativas de
vida, usa símiles, y anuncia la bendición y la centralidad de la ley para tener una vida
plena. Las características dominantes de este salmo vuelven a aparecer una y otra vez a
través de toda la colección.
El pasaje describe a un hombre bienaventurado que lleva una vida intachable y
próspera obedeciendo la palabra del Señor, y lo contrasta con los malos, los cuales
perecerán.
A. El hombre bienaventurado (1:1–3)
1:1. Haciendo uso de tres trilogías de expresiones, el salmista describe la vida del
hombre bienaventurado diciendo: no anduvo …, ni estuvo …, ni … se ha sentado
…, en consejo, camino, o silla de malos (impíos), pecadores y escarnecedores
(burladores). Con cada unidad paralela, la expresión se hace más intensa. Esto indica
una progresión que va desde una influencia casual de los malos hasta llegar a la
participación activa con ellos en su burla contra los justos. Aquel que no se caracteriza
por esa clase de influencias, es “bienaventurado”, i.e., está en buenos términos con Dios
y disfruta de la paz espiritual y alegría que proceden de esa relación.
1:2. Un justo no se deja influenciar por los impíos, sino por la meditación en la ley
de Jehová. Esa meditación necesariamente incluye el estudio y la memorización, lo
cual sólo es posible si existe el deseo de hacerlo, que aquí se describe como su delicia.
Los salmistas encontraban dirección, no aburrimiento, en la ley divina.
1:3. Hay prosperidad para todos aquellos que se deleitan en vivir conforme a la
palabra de Dios. Usando la imagen de un árbol fructífero, el salmista declaró que todo
lo que hace ese hombre, prosperará (cf. 92:12–14). Pero se deben notar dos
condiciones. Primera, el fruto, i.e., la prosperidad, se produce en su tiempo y no
inmediatamente después de plantar. Segundo, todo lo que esa persona justa hace, está
controlado por la ley de Dios (1:2). Así que si una persona medita en la palabra de Dios,
sus acciones serán justas, y sus actividades controladas por el Señor también
prosperarán, i.e., tendrán un cumplimiento dirigido divinamente.
B. Los malos (1:4)
1:4. Hay un contraste enorme entre una persona bienaventurada (v. 1) y una mala.
La palabra hebr. rāšā‘ con frecuencia se trad. malos (cf. vv. 1, 5–6), pero el problema es
que ese término puede denotar extrema maldad. Los que se describen con rāšā‘ no
tienen una relación pactal con Dios; viven siguiendo sus pasiones, y por lo tanto, no son
justos. Puede que hagan toda clase de obras caritativas, pero la evaluación que Dios
hace de ellos es que no tienen mérito eterno.
El salmista los compara con el tamo, la cascarilla sin valor que arrebata el viento
durante el proceso de aventar y limpiar el grano. Ese es el contraste con la persona
fructífera (cf. v. 3), valiosa y justa.
C. El juicio (1:5–6)
1:5. Con base en el contraste entre los piadosos y los malos, el salmista dice que en
el día del juicio, Dios va a separar a los pecadores de los justos. Estos últimos son
aquellos que están relacionados con Dios por medio del pacto, que viven por su palabra,
que realizan obras de valor eterno. Dios va a dividir a los justos de los pecadores, así
como un agricultor separa el trigo de la cizaña.
1:6. El fundamento del juicio es el conocimiento que Dios tiene de la gente. La
primera parte del v. donde dice que Jehová conoce, i.e., que observa el camino de los
justos, se entiende mejor con el paralelismo antitético que sigue: mas la senda de los
malos perecerá. La salvación en el día del juicio se equipara con ser conocido por el
Señor (cf. Mt. 7:23). En Salmos 1:6 se contrasta “el camino de los justos” con “la senda
de los malos”. “El camino” significa toda la manera de vivir de alguien, incluyendo lo
que la dirige y lo que produce. Por eso, la vida fútil de los impíos no perdurará.
Salmo 2
Este salmo es muy conocido de los estudiantes del N.T. en virtud de su relevancia
en cuanto a Cristo. Sin embargo, el pasaje era un salmo real del A.T., y por ello, fue
usado por los reyes de la dinastía davídica. (Otros salmos reales son 18, 20–21, 45, 72,
89, 101, 110, 132, 144.) Su contenido describe la celebración que se hacía durante la
coronación a pesar de la oposición de la gente rebelde de los territorios aledaños. En una
palabra, el salmista exhorta a las naciones paganas a que abandonen sus planes
contrarios al Señor y su rey ungido y se sometan a la autoridad del Hijo, a quien Dios ha
ordenado que reine sobre las naciones con vara de hierro. (Como se indica en Hch. 4:25,
Sal. 2 fue escrito por David.)
A. La rebeldía de las naciones (2:1–3)
2:1–3. Los primeros tres vv. expresan el asombro del salmista ante los planes de las
gentes, y los pueblos de derrocar a Jehová y … su ungido (māšîaḥ, “Mesías”, que en
gr. es Christos, el Cristo). Todo rey que era ungido por un profeta era un “mesías”, un
ungido. Si obedecía al Señor, su reino contaba con la autenticación de la elección de
Dios y el apoyo de su poder. A menudo, esto hacía que fracasaran los planes de las
demás naciones.
El v. 1 expresa ese asombro en forma de pregunta retórica. El escritor no podía creer
que “los pueblos” enemigos se amotinaran y planearan hacer algo que de antemano

trad. traducción, traductor


estaba destinado al fracaso. Al resistirse a su ungido, los reyes de la tierra en realidad
se estaban oponiendo al Señor (v. 2).
El v. 3 registra cuál era la intención de las naciones: deseaban romper las ligaduras
que los oprimían y quedar libres del control político de ese rey. La expresión que usa el
salmista describe su esclavitud a ese monarca como si estuvieran atados con cuerdas. Y
eso no lo podían soportar.
B. La decisión del Señor (2:4–6)
2:4. El salmista deja la descripción de las naciones (vv. 1–3) para hablar de la
respuesta del Señor a su plan. Haciendo una audaz descripción, imaginó que Dios se
burlaba de ellos. El Señor que mora y se sienta en su trono (cf. 9:11; 22:3; 29:10;
55:19; 102:12; 113:5; Is. 6:1) en lo alto de los cielos, discierne cuán necio es su plan de
resistirse a él. La descripción es antropomórfica; la reacción de Dios se establece en
términos humanos.
2:5–6. Debido al desprecio que siente el Señor por su plan malvado, hablará a ellos
en su furor. Es probable que el v. 6 sea un resumen de sus palabras, porque su decisión
de poner a su rey en Jerusalén terminará con su rebelión. Sion, lugar que se menciona
40 veces en el libro de los Salmos, fue originalmente una ciudad cananea conquistada
por David (2 S. 5:7). Posteriormente, esa palabra se usó para referirse a la zona del
templo y más adelante, para hablar de toda la ciudad de Jerusalén (cf. el comentario de
Lm. 1:4 y Zac. 8:3). Mi santo monte es un sinónimo del monte donde estaba el templo
(cf. Sal. 3:4; 15:1; 24:3; 78:54; Dn. 9:16, 20; Abd. 16; Sof. 3:11).
Cuando Dios establezca a su rey, también dominará a aquellos que se oponen a él.
Esto se hizo realidad con David y también se cumplirá al final de los tiempos con
Jesucristo, el descendiente más destacado de ese monarca.
C. La declaración del rey (2:7–9)
2:7. A continuación, el salmista menciona la afirmación hecha por Dios en relación
con el rey para demostrar con qué derecho reina. El decreto se refiere al pacto davídico,
en el cual Dios declaró que él sería Padre de ese rey, y que éste sería su hijo. Así que
cuando David se convirtió en rey, Dios describió su relación como la de un padre con su
hijo. Por lo tanto, la expresión “hijo” llegó a tener el significado de un título mesiánico.
Mi hijo eres tú es una cita del pacto davídico (2 S. 7:14) de la cual el rey se apropia
para demostrar su derecho legítimo a gobernar. Entonces, hoy se refiere al día de la
coronación, y la expresión yo te engendré no habla de un nacimiento físico, sino que es
una metáfora más amplia que describe cómo se convertiría en su “hijo”.
2:8. La significancia de esta adopción del rey como el ungido hijo de Dios se ve por
su herencia. Así como un hijo hereda de su padre, así el rey hereda el reino de su
“Padre”. El v. continúa citando el decreto divino, y hace una invitación al rey para que
reclame su herencia, la cual alcanzará hasta los confines de la tierra algún día. La
gente que viva en las naciones, incluyendo a las que se han rebelado (v. 1), serán
subyugadas por el ungido de Dios.
2:9. Ese sometimiento se expresa en términos muy fuertes: Él aplastará
(quebrantarás) a todos los rebeldes a medida que establece su reinado. Probablemente
esas similitudes proceden de las costumbres condenatorias de Egipto, en las cuales el
faraón usaba su vara o cetro para aplastar los recipientes votivos (vasija de alfarero)
que en este caso representaban a las ciudades o naciones rebeldes. Los vbs. hebr. que
aparecen en el v.—ra‘a‘ (“romper”) y nāp̱aṣ (“hacer pedazos, quebrar”)—describen un
golpe desmenuzador para los rebeldes. Este v. se refiere al principio de su gobierno, en
el cual aplastará toda rebelión.
D. Exhortación del salmista (2:10–12)
2:10–11. En vista de todo lo que el Señor ha decidido hacer con su Hijo, el salmista
exhorta a las naciones rebeldes a someterse al rey antes de que venga su ira. Muchas
veces en los Salmos, Dios es citado como Rey (v. 6; 10:16; 24:7–8, 10; 29:10; 44:4;
47:2, 6–7; 48:2; 68:24; 84:3; 95:3; 98:6; 99:4; 145:1; 149:2). El salmista instruyó a los
reyes terrenos a que fueran prudentes y dejaran su insensata rebelión (cf. 2:1). Serían
más sabios si sirvieran a Jehová con temor y se alegraran con temblor. “Servir”,
“alegrarse”, “temer” y “temblar” describen las respuestas religiosas de los justos cuando
adoran al Señor. Éstos deben llevar vidas de sumisión, no de rebelión, vidas que se
caracterizan por el temor y el temblor, no la arrogancia; vidas llenas de exaltación, no
de la tristeza de la opresión.
2:12. Aquí, la imagen es la de someterse a un soberano: ¡Honrad al Hijo! En este
v., es inusual el uso de bar, palabra aramea que significa “hijo”. Por tanto, algunas
versiones la trad. de forma distinta. Jerónimo lo hizo como:“¡Dadle adoración pura!”
(porque bar es la palabra hebr. que trad. “puro”). O “¡Adorad con pureza!” en vez de
trad. como “hijo”. Sin embargo, no era raro que apareciera ese vocablo en un discurso
dirigido a las naciones. Es más, “honrad” sugiere homenaje (cf. 1 R. 19:18; Os. 13:2).
De cualquier forma, es claro que el salmista está diciendo a los reyes de la tierra que se
sometan al Señor y a su Hijo ungido, el rey de Israel.
La urgencia de la sumisión requerida se expresa con la frase para que no se enoje
en forma inesperada; i.e., de pronto. Aquí no es completamente claro si esa ira es del
Señor o del rey. El antecedente más cercano es el rey (el hijo), quien aplastará cualquier
oposición (Sal. 2:9). No obstante, en este salmo, las dos personas son inseparables;
nadie puede servir al Señor (v. 11) si no se somete a su hijo (v. 12). Si los reyes de las
naciones no se someten, el rey los destruirá, porque el Señor, en su ira y oposición a sus
planes malvados, ha decretado que su Hijo ocupará el trono.
La nota final del salmo expresa una bendición para todos los que en él confían.
(“Los que en él buscan refugio”, NVI99. El pensamiento de refugiarse en Dios aparece
muchas veces en los salmos.) De nueva cuenta, se repite que someterse al hijo es
encontrar refugio o amparo en el ungido del Señor, y por lo tanto, en él también. Sólo
en el hijo estamos a salvo de la ira de Dios.
Este salmo es muy rico en aplicaciones novotestamentarias. Reflexionando en la
forma en que los líderes de Israel crucificaron a Jesús, el Mesías, Pedro identificó
prontamente a aquellos dirigentes judíos con los reyes paganos descritos en el salmo 2
(Hch. 4:25–26)
La significancia tipológica del “hijo” se ve cumplida en Hebreos 1:5. Este salmo de
coronación se cita ahí para referirse a la exaltación de Cristo cuando resucitó (cf. Hch.
13:33) y ascendió a los cielos. Por ello, “fue declarado Hijo de Dios con poder” (Ro.
1:4), que es un título mesiánico. Cuando el Padre instruya a su Hijo a que reclame su
herencia, entonces volverá a traer a su Hijo al mundo (He. 1:6). La segunda venida
significa que se derramará su ira contra todos aquellos que se rebelan contra Dios y su
rey ungido, pero dará gran alegría y refugio a todos aquellos que por fe se someten al
plan divino de regir al mundo a través de Jesucristo, el descendiente de David. Así que
el título de “hijo” tomado del pacto davídico (2 S. 7:14) finalmente se convierte en la
designación de Jesucristo como rey.
Salmo 3
El título de este salmo dice que fue escrito por David. En el Primer Libro (Sal. 1–
41), 37 de los 41 salmos (todos, excepto 1–2; 10; 33) se atribuyen a ese rey. Se dice que
el salmo 3 fue escrito cuando huía de su hijo Absalón (cf. 2 S. 15–18) y consta de una

NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999


oración de confianza del rey que había huido de su palacio y estaba rodeado de
enemigos. A pesar de que sus incontables adversarios estaban seguros de que él no tenía
escapatoria, David, el elegido de Dios, contó con la seguridad y protección divinas
durante la noche, lo cual le produjo confianza en su liberación final.
A. Rodeado de enemigos (3:1–2)
3:1–2. El salmo inicia con el lamento de David: ¡Oh Jehová, cuánto se han
multiplicado mis adversarios! los cuales estaban por doquier. De hecho, el ejército de
la oposición lo había desalojado de su palacio y ahora lo rodeaban sus enemigos. Sus
burlas se centraban en que no tenía esperanza de ser liberado y en que no había para él
salvación en Dios. Esa afirmación arrogante llevaba la intención de convencerlo de que
Dios lo había abandonado.
B. Sostenido por Dios (3:3–6)
3:3. Encarado con tal antagonismo, David encontró consuelo en el carácter de Dios.
Usando la metáfora de un escudo, dijo que el Señor era la verdadera fuente de su
protección (a pesar de las burlas de sus adversarios). A menudo, los salmistas hablaban
de Dios como de su escudo para ilustrar su protección (7:10; 18:2, 30; 28:7; 33:20;
59:11; 84:11; 115:9–11; 119:114; 144:2). David confiaba en que Dios lo restauraría y lo
volvería a poner en su trono. La frase el que levanta mi cabeza expresa confianza en
que recuperaría su dignidad y posición (V. la misma expresión en Gn. 40:13, 20; 2 R.
25:27 RVR09, VM).
3:4–5. La razón que tuvo David para expresar tal efluvio de confianza (v. 3) se
explica en los vv. 4–5. Dios lo había protegido a través de la noche aunque estaba
rodeado de enemigos, y esa protección era la prueba de que sería librado
completamente. Los tiempos verbales de los vbs. hebr. de estos vv. son difíciles de
trad., porque pueden trad. en presente. Pero la RVR60 los trad. bien en tiempo pasado:
Clamé a Jehová, y él me respondió, porque esto es lo que el salmista habría dicho a la
mañana siguiente, después de haber orado. (Desde su monte santo, V. el comentario de
2:6). La respuesta a su oración se explica (de nuevo en tiempo pasado): Yo me acosté, y
dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba.
3:6. Confiado en su liberación, el salmista dijo que no tendría temor aunque diez
millares de gente … pusieren sitio contra él.
C. Salvado por Dios (3:7–8)
3:7–8. Estos vv. registran la petición confiada de David de ser completamente
salvado de sus enemigos. Quizá David estaba diciendo en el v. 7b que Jehová … Dios
siempre había destruido a todos sus enemigos y por lo mismo, pedía que el Señor lo
hiciera otra vez. Sin embargo, puede ser mejor interpretar los vbs. como una expresión
de confianza—él estaba tan seguro de que Dios los destruiría, que lo dijo como si esto
ya hubiera sucedido.
Las imágenes de la destrucción son muy descriptivas. David usa términos que
indican golpes demoledores sobre las caras de sus enemigos para afirmar que Dios los
destruiría completamente.
Su conclusión es didáctica: La salvación es de Jehová. El pueblo del Señor podía
orar a él cuando estuviera en circunstancias parecidas y compartiría una bendición

RVR09 Reina-Valera Revisión 1909

VM Versión Moderna

RVR60 Reina-Valera Revisión 1960


semejante. Así que el salmo instruye a aquellos que están en medio del peligro a confiar
en que Dios los protegerá mientras duermen (v. 5).
Salmo 4
Los estudiosos de la Biblia han reconocido ampliamente que este salmo está
íntimamente relacionado con el salmo 3. Debido a las similitudes que hay en su
expresión y estructura, ambos deben haber sido resultado de la misma crisis. Si esto es
así, entonces David debe haber escrito el salmo 4 después de que pasó una noche en
medio del peligro (cf. 3:1, 5–6). La relación entre ambos salmos es incierta. Sin
embargo, el contenido de Salmos 4 es como sigue: habiendo clamado pidiendo la ayuda
de Dios, el salmista advirtió a sus enemigos que no pecaran contra Dios ni le hicieran
daño a su siervo, porque el Señor lo había separado para darle su cuidado protector,
hecho que le hacía regocijarse aunque encaraba la oposición. (Para estudiar los títulos y
encabezados de este salmo y muchos otros, V. el comentario “Autoría y Notas
Históricas” en la Introducción.)
A. Un llamado a Dios (4:1)
4:1. El salmo inicia con un clamor introductorio pidiendo a Dios que escuche la
oración del poeta. Respóndeme (en imperativo en la RVR60) de hecho está en tiempo
perfecto. Dios había librado al salmista; i.e., le había proporcionado alivio en medio de
su angustia. Por eso, dirigía su oración a ese mismo Dios.
B. Advertencia a sus enemigos (4:2–5)
4:2. En contraste con el justo Dios (v. 1), los rebeldes eran simples mortales, hijos
de los hombres. A ellos les preguntó: ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia?
por medio de su rebelión y mentira. Parte de la intriga de Absalón, si eso es lo que
David tenía en mente, fue un intento fallido de desacreditar la reputación de David (2 S.
15:3). Sin embargo, los vbs. amaréis … y buscaréis apuntan hacia el fin deseado y no a
los medios para alcanzarlo.
4:3. Este v. es la base del asombro del salmista (v. 2) y de su consejo (v. 4). Debido
a que Jehová había escogido en su amor al piadoso para sí; i.e., al salmista, era seguro
que respondería a su oración. David se describió como uno de los piadosos (ḥāsîḏ), y
objeto del amor pactal y fiel de Dios. David estaba seguro en el cuidado de Dios, y
Jehová oiría y respondería a sus oraciones.
4:4–5. Entonces, el único recurso para los impíos era que abandonaran sus planes
pecaminosos (no pequéis) y se convirtieran en adoradores del Señor. Las almas que
fueran diligentes en buscar al Señor serían conducidas a actuar correctamente con
David. Sus enemigos debían desistir de su oposición; por eso les dijo: Meditad en
vuestro corazón … y callad.
Los sacrificios de justicia aceptables resultarían cuando depositaran su confianza
en Jehová, porque serían ofrecidos con un espíritu correcto (cf. Dt. 33:19; Sal. 51:19).
Si Absalón estaba en la mente de David, entonces el salmista se estaba refiriendo aquí a
los sacrificios vanos por lo que Absalón y sus seguidores trataban de legitimizar su
causa (2 S. 15:12). Pero un hombre de fe se rendiría obediente a Dios.
C. Paz gozosa en Dios (4:6–8)
Encarado con la oposición, David expresó gozosamente la paz y seguridad que
experimentaba con Dios.
4:6. Este v. probablemente se refiere a los muchos descontentos que seguían a
David, los cuales seguirían a cualquiera que les ofreciera buenos prospectos. La
respuesta de David a su pregunta: ¿Quién nos mostrará el bien? fue pedir una
bendición (cf. Nm. 6:24–26). David pidió: Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de
tu rostro (i.e., que derramara su favor; cf. Sal. 31:16; 44:3; 67:1; 80:3, 7, 19; 119:135).
Dios satisfaría su queja, como había hecho tantas veces a través de toda la historia de
Israel.
4:7–8. La alegría y contentamiento que experimentaba David al confiar en el Señor
era mayor que los que producían los festivales de la cosecha. Aun estando en angustia y
apartado de las evidencias visibles de la bondad de Dios, él disfrutaba de paz y
seguridad en su Señor (en paz me acostaré y asimismo dormiré; cf. 3:5). El gozo y la
paz verdaderos no dependen de las circunstancias, sino de la protección y provisión de
Dios (cf. Gá. 5:22; Ro. 14:17).
Salmo 5
Este salmo es una plegaria de David elevada al Señor cuando enfrentaba la amenaza
de enemigos inescrupulosos. Se ha argumentado que debido a que el v. 7 menciona al
templo (que fue construido por Salomón), David no pudo haber escrito este salmo. Pero
la palabra hebr. usada aquí para trad. templo (hêḵāl) también se aplica al tabernáculo
(cf. 1 S. 1:9; 3:3). Además, el vocablo “casa” de Salmos 5:7 puede referirse al
tabernáculo (cf. “casa de Jehová” en 23:6; Jos. 6:24; 1 S. 1:24) al igual que al templo.
Al suplicar a Dios que escuchara su oración matinal, David expresó su confianza al
acercarse a Dios (quien odia la iniquidad) y oró para que Dios dirigiera y bendijera a los
justos y destruyera a los impíos.
A. Oración matutina (5:1–3)
5:1–3. El salmista rogó: Escucha, oh Jehová, pidiéndole que diera oído a su gemir
y a su clamor, los que elevaba a él de mañana en mañana, con un gran sentido de
expectación. Por eso, añadió: me presentaré delante de ti, y esperaré. “De mañana” se
repite en el v. 3 para poner mayor énfasis. Esta frase hace hincapié en que el primer
pensamiento que el salmista tenía cada día era la oración.
B. Confianza en Dios (5:4–7)
5:4–6. El salmista expresó su confianza al acercarse a Dios, quien no se complace
en la maldad y que odia la iniquidad. Un malo no habitará junto a semejante Dios. El
Señor abomina a los que son presuntuosos y soberbios, a los que maquinan asesinatos y
engaños. Los insensatos no estarán delante de sus ojos; él aborrece a todos los que
hacen iniquidad … a los que hablan mentira … al … sanguinario y engañador,
destruirá a todos ellos porque para él son detestables.
5:7. En contraste con esa excesiva maldad, David no se dedicó a exaltar sus propias
virtudes. En vez de ello, hizo hincapié en la abundancia de la misericordia (ḥeseḏ,
“amor leal”) de Dios hacia él. Gracias a ella, podía entrar en el tabernáculo (V. el
comentario de casa y templo en el primer párrafo de este salmo) para adorar al Señor en
temor y reverencia. La palabra hebr. que se trad. adoraré (“postrarme reverente”,
NVI99; e.g. Éx. 34:8) significa tenderse boca abajo, postura que representa la actitud
interna correcta hacia Dios cuando le adoramos. El impío es arrogante, pero un adorador
verdadero se humilla delante del Señor.
C. Oración pidiendo dirección (5:8–12)
5:8. La idea central de los vv. 8–12 es la petición de David de recibir dirección, por
eso, dijo: Guíame, Jehová, en tu justicia. Debido a que Dios es justo y sus enemigos
son malos (vv. 4–6), el deseo de David era seguir la senda recta (endereza delante de
mí tu camino). Él no quería ser contado con los que Dios aborrece. La palabra que se
trad. enemigos viene del vb. “acechar”.
5:9–10. En vista del peligro inminente, la plegaria de David se hizo más urgente, y
rogó a Dios que castigara a sus opositores. A continuación, hizo una lista de sus
pecados. En la boca de ellos no había sinceridad, sino que eran mentirosos y
planeaban destruirlo. Todo lo que decían con su garganta (palabra que sustituye a “sus
palabras” por medio de una metonimia) provocaba muerte, porque era un sepulcro
abierto. Es evidente que expresaban lisonjas superficialmente, pero en el fondo, eran
viles (cf. v. 6). Por todo ello, David pidió: Castígalos, oh Dios.
5:11–12. El salmo termina con una nota de ánimo: Pero alégrense todos los que en
ti confían … den voces de júbilo … en ti se regocijen los que aman tu nombre; i.e.,
los que Dios bendice y protege. El canto es una forma natural de adorar al Señor; esta es
la primera de más de 70 referencias al canto que aparecen en los salmos. El justo es el
que ama el nombre de Dios. El nombre de Dios (que se menciona más de 100 veces en
el libro de los Salmos) se refiere a su carácter y atributos que han sido revelados a la
humanidad. Aquí, la revelación de su nombre significa bendición y protección, como la
que proporciona un escudo (cf. 3:3).
Salmo 6
Habiendo sido reprendido por la vara correctiva del Señor, su siervo pidió
liberación. Teniendo la seguridad de que su oración había sido escuchada, advirtió a sus
perseguidores que se alejaran de él, porque estaban a punto de ser avergonzados.
Este es uno de los salmos penitenciales. David había estado sufriendo de alguna
enfermedad que casi le causó la muerte. Sin embargo, es difícil relacionar este salmo
con algún acontecimiento conocido de su vida.
A. Petición de alivio del sufrimiento (6:1–3)
6:1. En su clamor inicial, David pidió a Dios que dejara de castigarlo debido a su
ira. En hebr., la frase en tu enojo precede a no me reprendas, y en la segunda línea,
con tu ira viene antes de ni me castigues. Esa posición adelantada de esas palabras
enfatiza la forma del castigo. Si la ira de Dios contra David fuera a continuar, él no
podría sobrevivir.
6:2. Enseguida, David expresa su oración en forma positiva. Él quería que Jehová
lo librara de su sufrimiento y le dice: ten misericordia de mí … porque estoy
enfermo. Sin duda, el salmista estaba sufriendo intensamente. La mención de los
huesos se refiere a la estructura física completa, a la persona en sí misma. Al decir mis
huesos se estremecen es una forma muy enfática de decir que su cuerpo estaba
sufriendo muchos dolores. Esta figura se menciona con frecuencia en los salmos (31:10;
32:3; 38:3; 42:10; 102:3, 5).
6:3. Las palabras de este v. son altamente emocionales. La pregunta ¿hasta
cuándo? se deja inconclusa debido a la intensa frustración que experimentaba el alma
del sufriente. (Cf. “¿Hasta cuándo?” en 13:1–2; 35:17; 74:10; 79:5; 80:4; 82:2; 89:46;
94:3; 119:84.) Él anhelaba que Dios le sanara.
B. Plegaria pidiendo liberación (6:4–5)
6:4. En su intensa plegaria pidiendo liberación, David expresa dos razones por las
cuales Dios debía responderle. La primera: por su misericordia siempre fiel. Dios
había mostrado una y otra vez que era grande en su amor fiel (ḥeseḏ), así que David
clamó por su liberación basándose en el carácter divino.
6:5. David dijo que la segunda razón por la que Dios debía atender su petición era
porque en la muerte no hay memoria (tôḏâh de ti; i.e. que en la tumba nadie puede
cantar alabanzas al Señor. Si el salmista moría por causa de su enfermedad, entonces no
podría adorar al Señor por haberlo librado de ella. Así que David razonó que si Dios
deseaba que alguien se presentara en el santuario para proclamar la liberación divina,
entonces el Señor tenía que librarlo de la muerte.
C. Quejas por la enfermedad (6:6–7)
6:6–7. David presentó una queja formal. Usando lenguaje hiperbólico, llamó la
atención a la gravedad de su sufrimiento. Dijo que todas las noches sufría en agonía. Su
salud estaba disminuyendo y sus ojos estaban gastados de sufrir … a causa de sus
enemigos. Si Dios no le daba liberación, seguramente moriría; entonces el pueblo sabría
que sus angustiadores habían sido la vara del castigo de Dios.
D. Seguridad de restauración (6:8–10)
6:8–10. Dirigiéndose a sus adversarios, David les exhortó a que se apartaran de él
porque estaba seguro de que Jehová había oído la voz de su lloro y su oración y pronto
lo libraría. Su petición final fue que todos aquellos que persistían en ser sus enemigos
fueran avergonzados. Lo que quería era que el desconsuelo y turbación que él sufría a
manos de ellos se volviera en su contra (cf. 40:14; 7:2).
Cuando están en la agonía del sufrimiento, los justos pueden estar seguros de que
Dios escuchará su llanto y contestará sus oraciones pidiendo liberación.
Salmo 7
Al orar pidiendo liberación de sus enemigos calumniadores, el salmista
solemnemente afirmó que era inocente y solicitó al juez justo de la tierra que lo
reivindicara y castigara a los impíos.
El título de este salmo se refiere a la experiencia de David con “Cus hijo de
Benjamín” que es la única referencia que se hace a él en la Biblia. Este himno procede
del tiempo en que David estaba siendo perseguido por los hombres de Saúl (1 S. 22:8;
24:9; 26:19). Sigaión (šiggāyôn) puede referirse a un poema escrito con emoción
intensa.
A. Oración pidiendo la intervención de Dios (7:1–2)
7:1–2. Con toda confianza, David pidió liberación de todos sus enemigos diciendo:
No sea que desgarren mi alma cual león; i.e., que quisieran hacerlo pedazos (cf. 10:9;
17:12; 22:13, 21; 35:17; 57:4; 58:6). Él sabía que si Dios no lo libraba, nadie podría
hacerlo. Salmos 7:1–2 contiene las primeras referencias que se hallan en los salmos al
concepto de la salvación, usando el término hebr. que se trad. “librar”.
B. Afirmación de inocencia (7:3–5)
7:3–5. Con solemnidad, David afirmó que en sus manos no había maldad. Estos vv.
están enmarcados por expresiones de juramento. Si yo he hecho esto … si hay …
iniquidad, entonces, persiga el enemigo mi alma, y alcáncela. En vista de su petición
de liberación, esto debe interpretarse como una aseveración solemne de su integridad.
Parece que el v. 4 expresa los cargos falsos que le hacía su enemigo en el sentido de
que había dado mal pago al que estaba en paz con él, y que lo había despojado sin
motivo.
Así que David pidió morir a manos de sus enemigos si fuere culpable de los cargos.
La frase mi honra ponga en el polvo significa su muerte y sepultura (cf. Dn. 12:2). No
se refiere a la existencia inconsciente durante la muerte. Simplemente sugiere que un
muerto parece que está dormido (cf. 1 Ts. 4:13).
C. Petición de reivindicación (7:6–9)
7:6–7. David apeló a Dios, el juez justo de toda la tierra, para que reivindicara su
causa. Las palabras levántate … álzate y … despierta estaban destinadas a instar a
Jehová a que actuara en justicia delante de la congregación de pueblos.
7:8–9. En el v. 8, el vb. juzgará significa “reivindicar”; David estaba solicitando un
juicio que revelaría su justicia e integridad. También solicitó que el Dios justo y
omnisciente pusiera fin a la maldad de los inicuos y estableciera o reivindicara al
justo. Es comprensible que la oración del justo a menudo pida que Dios enderece las
cosas en la tierra.
D. Descripción de la justicia divina (7:10–17)
7:10–11. David describió la forma en que Dios, que era su escudo (cf. el comentario
de 3:3) y el que salva a los rectos de corazón, juzga directamente a los impíos. Debido
a que Dios es juez justo (cf. 9:8), está airado contra el impío todos los días. Los
creyentes obedientes pueden consolarse en el hecho de que la maldad de las gentes no
pasa desapercibida. Pero también deben entender que la venganza pertenece al Señor y
él pagará a cada uno (cf. Dt. 32:35; Ro. 12:19; He. 10:30).
7:12–13. Como un guerrero, Dios prepara y afila su espada para usarla con los
malvados. La espada, el arco (v. 12), sus armas de muerte y saetas ardientes (v. 13) a
menudo se refieren al decreto del juicio de Dios que destruirá a los impíos con esos
elementos.
7:14–16. A continuación, David afirmó la forma en que Dios atrapa a los malos en
sus propias redes. Si alguien concibió maldad, no producirá los resultados deseados. En
lugar de ello, la asechanza se volverá contra el que la planeó (cf. pozo en 9:15; 35:8;
57:6; Pr. 26:27). Este es un pago de Dios, porque el castigo se adecua al crimen (ojo por
ojo, diente por diente, etc., Éx. 21:24–25). Jesús dijo que “todos los que tomen espada, a
espada perecerán” Mt. 26:52).
7:17. El salmo termina con un juramento hecho por David de agradecer y alabar
(alabaré a Jehová) conforme a su justicia, una justicia que estaba todavía por
manifestarse en la vida del salmista. Así que aunque se burlaran de él y lo atacaran,
David confiaba de todo corazón en la justicia del Altísimo para que lo reivindicara y le
hiciera justicia. Esta es la primera de 21 ocasiones en que se usa el título divino
“Altísimo” en los salmos y denota la posición exaltada y soberana de Dios en los cielos.
Salmo 8
En este salmo, David se maravilla de que el glorioso Dios de los cielos, cuyo
nombre es excelente, misericordiosamente use a las personas para sojuzgar a la tierra. El
pasaje alude a la dignidad que tiene el ser humano como representante de Dios en la
tierra, sin detenerse a considerar la consecuencia caótica y rebelde que provocó la caída
del hombre.
A. La majestad de Dios (8:1)
8:1. El inicio y final de este salmo (vv. 1, 9) contienen la misma exclamación
relacionada con el glorioso … nombre de Dios. Su nombre, i.e., el carácter revelado
del Señor, es exaltado sobre toda la creación. La palabra “glorioso” sugiere esplendor y
magnificencia, y es una expresión de alabanza muy adecuada para el Dios de la
creación.
El vocativo ¡Oh Jehová, Señor nuestro es vital para esta idea. Usando para
dirigirse al Señor su nombre propio de Jehová (“Señor”), David lo identifica como
“Señor nuestro” (’ăḏōnay), el Soberano o Dueño. “Señor” hace hincapié en el dominio
de Dios sobre su creación.
El hebr. que corresponde a la última part del v. 1 es difícil de trad. Aunque el texto
hebr. tiene un vb. en imperativo, la mayoría de las trad. (incluyendo la RVR60) la
interpretan como infinitivo y la vierten como una declaración acerca de la majestad de
Dios: Has puesto. Esto describe su exaltación (tu gloria) como estando muy arriba,
sobre los cielos.
B. El poder del Señor (8:2)
8:2. David se maravillaba de que Dios usara la fuerza de los niños … para hacer
callar al enemigo y al vengativo. (En lugar de fundaste la fortaleza la NVI99 trad.

trad. traducción, traductor

RVR60 Reina-Valera Revisión 1960

NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999


“has hecho que brote la alabanza” porque aquí, “fortaleza” podría indicar “alabanza de
la fortaleza divina”; cf. Mt. 21:15–16.) La idea es que el Señor ha ordenado que los más
débiles confundan a los fuertes (cf. 1 Co. 1:27). La humanidad, aun “los niños” y los
que maman, representan la fuerza de Dios en la tierra.
C. La creación de Dios (8:3–8)
A continuación, David examinó el maravilloso tema de que Dios
misericordiosamente ha entregado su dominio al hombre.
8:3–4. Primeramente, el salmista observó la gran obra de la creación (incluyendo los
cielos, … la luna y las estrellas) como resultado de la obra de los dedos divinos y
después expresó su asombro de que el hombre (la palabra hebr. para “hombre” es ’ĕnôš,
“hombre débil y mortal”) finito tenga la gran responsabilidad de supervisarla. Las
preguntas retóricas del v. 4 hacen hincapié en que el hijo del hombre es una criatura
insignificante del universo (cf. 144:3). Aun así, Dios se preocupa por él intensamente.
David se sorprendía de que el Señor del universo siquiera pensara en el hombre.
8:5. La creación del hombre por Dios se describe como poderosa y digna, porque
fue hecho poco menor que Dios (’ĕlōhîm). La RVR60 sigue el ejemplo de la LXX y
trad. los ángeles, pero la NVI99 dice “poco menor que un dios”. Aunque en algunos
casos ’ĕlōhîm puede referirse a los ángeles, éste no es su significado principal. El
hombre fue creado como representante de Dios en la tierra y fue puesto sobre la
creación, pero es menor que Dios. David estaba asombrado de que Dios exaltara al
hombre finito a ese sitio de tan alta honra.
Hebreos 2:6–8 cita este salmo para hacer un contraste entre el fracaso del hombre
con su destino exaltado. Jesucristo, el Hijo del Hombre, es el último Adán (1 Co. 15:45,
47); todas las cosas quedarán sujetas a él cuando venga a cumplir con los planes
expresos de Dios el Padre definidos para su creación.
8:6–8. David reflexionó en la posición del hombre como representante de Dios en la
creación. Después que el Creador hizo a Adán y Eva, les ordenó que dominaran y
sojuzgaran la tierra (Gn. 1:28); i.e., que señorearan sobre las obras de tus manos.
Todas las criaturas vivientes estarían debajo de sus pies, pero debido al pecado, ese
señorío nunca se efectuó completamente. De hecho, fue a través de un subordinado, la
serpiente, que el hombre se rebeló contra el orden divino.
D. La majestad de Dios (8:9)
8:9. El salmo termina con la misma expresión de alabanza a Dios ¡Oh Jehová,
Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra! con que comenzó (cf. v.
1). La majestad de Dios se muestra en el cuidado y diseño del hombre finito.
Salmo 9
Es posible que los salmos 9 y 10 originalmente hayan formado un solo himno, como
los presenta la LXX. Están relacionados por su forma hebr., porque casi todas las
estrofas (aprox. un verso sí y uno no), comienzan con una letra sucesiva de su alfabeto.
Asimismo, ambos contienen vocabulario parecido. Por ejemplo, la frase “en el tiempo
de la angustia” o “de la tribulación” aparece tanto en 9:9 como en 10:1, aunque sólo en
otros dos pasajes del libro. Asimismo, cada uno de los salmos termina haciendo
hincapié en el hombre mortal (9:20; 10:18) y por último, ambos salmos mencionan a
“las naciones” (9:5, 15, 17 “las gentes”, 19–20; 10:16).

LXX Septuaginta

aprox. aproximadamente
Sin embargo, hay buenas razones para que estén separados, porque el salmo 9 es un
cántico triunfal de acción de gracias, mientras que el 10, es una queja y plegaria
relacionada con los hombres malvados de la nación. Debido a que el salmo 9 está
completo en sí mismo, es mejor considerar el 10 como un salmo relacionado.
El salmo 9 es una canción de gratitud por la reivindicación. Se atribuye a David y
está dedicado “al músico principal; sobre Mutlabén”. La trad. de la NVI99 dice: “Sígase
la tonada de ‘la muerte del hijo’ ”. Se desconoce qué significa esto. En su himno, David,
alabó al Señor por manifestar su justicia al juzgar a las naciones impías, y por ser un
Juez verdadero y eterno en quien pueden confiar los afligidos. A continuación, pidió
que Dios le diera motivos adicionales para alabarlo al ver su aflicción y quitarla de él.
A. Alabanza: Manifestación de la justicia divina (9:1–12)
9:1–2. La primera porción del salmo (vv. 1–12) habla de Dios como el Juez
verdadero y esperanza de los afligidos. En vista de ello, David decidió alabarlo con
todo su corazón y cantar sus maravillas, estar gozoso en el Señor y cantar a su
nombre. “Maravillas” (nip̱lā’ôṯ, “cosas extraordinarias o portentosas”) se usa con
frecuencia en Salmos para referirse a las obras divinas.
9:3–6. En estos vv., se expresan las razones que David tenía para expresar su
alabanza. El Señor había manifestado su justicia (v. 4) al reivindicar la causa de David.
Sus enemigos se habían retirado; i.e., se volvieron atrás (v. 3), cayeron y además,
fueron reprendidos y destruidos (v. 5). Aun el nombre de las naciones (que también se
mencionan en los vv. 15, 17 “las gentes”, 19–20), había sido borrado. Esta descripción
tan vívida habla de que fueron derrotadas, ya que ni siquiera su nombre sería recordado.
Su memoria pereció con ellas, después que sus ciudades quedaron desoladas (v. 6).
David dijo que todo esto era evidencia de que Dios había mantenido su causa y que
está sentado en el trono juzgando con justicia (v. 4).
9:7–10. Con base en la liberación que mencionó en los vv. 3–6, David declaró que
Jehová permanecerá para siempre y que ha dispuesto su trono para juicio, porque
es el verdadero Juez eterno, y refugio de los afligidos. La alabanza del salmista primero
se dirige al Señor y a su gobierno eterno de la tierra (vv. 7–8). Después, David aplica
esa verdad a las necesidades de los pueblos. El pobre y el afligido, aquellos que con
más frecuencia son ignorados o atropellados por el juicio humano, son defendidos por el
Juez justo. El Señor es su refugio y defensa para el tiempo de angustia. La palabra
miśgoḇ que se usa dos veces en el v. 9 y que se trad. como “refugio”, sugiere seguridad
y protección en un lugar alto de refugio. Miśgoḇ, que es una de las varias palabras que
se usan en los Salmos para hablar de la seguridad y amparo que Dios nos da, se trad.
“fortaleza” en Salmos 18:2; 144:2; “refugio” en 46:7, 11; 48:3; 59:17; 62:2, 6; 94:22,
“defensa” en 59:9 y “amparo” en 59:16. Otra palabra hebr. que se trad. como “refugio”
es maḥseh, “protección del peligro”. Se trad. en 14:6 como “esperanza” en 73:28; 91:2,
9; como “amparo” en 46:1; “refugio” en 61:3; 62:7–8; 71:7. Otra palabra que se trad.
“refugio” en los Salmos, es mānôs (“lugar para ir a refugiarse”; 59:16; 142:5). Sabiendo
que en Dios hay seguridad y protección, los que lo buscan pueden confiar en él.
9:11–12. Esta sección de alabanza (vv. 1–12) cierra con una exhortación del
salmista a que los pueblos, en especial los afligidos, canten a Jehová (cf. v. 2) y
publiquen entre los pueblos sus obras (v. 11); i.e., que alaben su nombre porque … se
acordó de ellos (v. 12) y no pasó por alto su tribulación.
B. Petición: Ayuda para el afligido (9:13–20)
9:13–14. En vista de la liberación divina que había experimentado en el pasado,
David pidió a Dios que respondiera a su tribulación y le diera una razón para alabarlo.
El salmista pidió a Dios que tuviera misericordia de él y viera su aflicción … a causa
de los que lo aborrecían y perseguían. Estando en peligro de morir, clamó al Señor para
que lo rescatara de las puertas de la muerte (cf. Job. 38:17; Sal. 107:18; Is. 38:10). Si
fuera liberado, contaría todas sus alabanzas en las puertas de la hija de Sion (i.e., el
tabernáculo que estaba en Jerusalén).
9:15–16. La oración de David se basaba en la gran confianza que tenía en el Señor.
En los vv. 15–18 David repasó la reputación que Dios tiene de destruir a los impíos por
oprimir a los necesitados. El v. 15 puede haber sido escrito como un anticipo de la
destrucción de sus enemigos, como sucede en las secciones de “confianza” de varios
salmos. Si esto es así, entonces David previó la forma en que los malos se hundirían en
el hoyo que hicieron (cf. 7:15) y en la red que escondieron (cf. 35:8; 57:6). No
obstante, Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó, y porque en la obra de
sus manos queda enlazado el malo; i.e., que la maldad que éste prepara se vuelve
contra él.
9:17–18. Los malos serán trasladados al Seol (še ’ôl, “sepultura”), pero no para
siempre será olvidado el menesteroso (cf. vv. 9, 12) ni el pobre y afligido, los cuales
verán cumplida su esperanza. En el libro de los Salmos, a veces se contrasta la
expresión “no será olvidado” con la palabra “recordar”, término que significa fe y
oración, pero los que rechazan e ignoran al Señor no tienen esperanza.
9:19–20. El salmo termina con una plegaria pidiendo que Jehová se levante y con
su juicio implacable, ponga en el hombre (’ĕnôš; cf. el comentario de 8:4) su temor. La
destrucción haría que los malos se dieran cuenta de que no son sino hombres (’ĕnôš) y
que no pueden oprimir a aquellos que confían en Jehová.
Salmo 10
En el salmo 10 es menos enfática la idea de alabar a Dios por la reivindicación del
justo, tan evidente en el salmo 9. El 10 contiene una oración pidiendo que Dios no
retrase su ayuda para el afligido. El salmista describió el asombroso poder que tienen
los malvados, mismo que manifiestan con su gran impiedad contra Dios y por sus
asechanzas contra los desvalidos. Después, vuelve a pedir que el Señor se levante y
tome venganza por los oprimidos y destruya a los impíos.
A. Descripción de los malvados (10:1–11)
10:1. La primera parte del salmo es una impactante descripción del cruel poder de
los impíos. No obstante, al principio, el escritor dirige su queja al Señor, quien parecía
indiferente al sufrimiento de los oprimidos. El hecho de que los malos pudieran triunfar
hacía que el salmista preguntara: ¿Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el
tiempo de la tribulación? (Cf. “¿por qué?” en el v. 13.) Esa pregunta es una atrevida
expresión de los verdaderos sentimientos de los oprimidos, que claman pidiendo ayuda.
10:2–7. En estos vv., David describe el carácter del opresor. Lleno de orgullo y
arrogancia (v. 2, y cf. se jacta v. 3); el malo persigue al pobre … y desprecia a
Jehová (cf. v. 13). Asimismo, confía en sí mismo por la altivez de su rostro (v. 4, a
todos sus adversarios desprecia, v. 5) y los juicios del Señor los tiene muy lejos de
su vista. Esa clase de persona está convencida de que no puede ser apartado de sus
malos caminos. Piensa que puede seguir prosperando sin interrupción (v. 5), por lo que
se jacta de su felicidad diciendo: Nunca me alcanzará el infortunio (v. 6; cf. 73:3).
Sus palabras están llenas de engaños y fraude; i.e., son mentirosas y destructoras
(10:7). La frase debajo de su lengua hay vejación y maldad significa que todo lo que
habla produce algún tipo de calamidad.
10:8–11. Aquí, el salmista describe a los malvados como estando siempre al acecho
(el concepto del acecho aparece cuatro veces en los vv. 8–9) en escondrijos … en
oculto, como el león desde su cueva (cf. el comentario de 7:2) para atacar a su víctima
desvalida (cf. 10:12); arrebata al pobre trayéndolo a su red como hace un pescador.
Estas imágenes del león y del pescador sugieren que son hombres arteros, que están
esperando atacar. Los afligidos (i.e., los justos) caen en sus fuertes garras y son
aplastados por ellos. Debido a que Dios tal vez no los rescata de inmediato, el malvado
dice en su corazón: Dios ha olvidado a los justos, porque no le importan.
B. Petición de venganza (10:12–18)
10:12–15. Haciendo una intensa petición de venganza, el salmista pide: Levántate,
oh Jehová Dios (cf. 9:19) … no te olvides de los pobres y desvalidos (cf. 10:9). Una
de las razones de esa petición es que al malo no debe permitírsele que desprecie a Dios
(cf. v. 3) y piense que puede salirse con la suya impunemente (cf. ¿por qué? en el v. 1).
El Señor debería sentirse motivado a responder porque él mira el trabajo y la
vejación, y porque sólo él es el amparo del huérfano (v. 14). La petición específica
del salmista era que Dios castigara al inicuo (v. 15). Nuevamente aquí utiliza imágenes
muy gráficas, diciendo quebranta tú el brazo del inicuo para indicar que deseaba que
destruyera su poder. Si Dios castigara de esa manera a los impíos, entonces tendrían que
dar cuenta de su maldad. De esa manera, el salmista ya no podría decir que Dios no
está atento a sus fechorías (cf. v. 13) y que no le importan los afligidos.
10:16–18. El salmo termina con una expresión de confianza en que la oración del
escritor ha sido escuchada. Aquí, como en el salmo 9, el poeta declaró que Jehová es
rey (cf. 9:7) y que aquellos de las naciones (cf. 9:5, 15, 17 “las gentes”, 19–20) que se
oponen a él, sin duda perecerán (9:3, 5, 15). El salmista estaba seguro de que Jehová
escucha el clamor de los humildes y defiende su causa, de tal modo que el malvado—
que a fin de cuentas es un simple mortal (’ĕnôš; cf. 9:20 y el comentario de 8:4)—no
vuelva más a hacer violencia ni los aterre ya más.
La fe en que Dios defiende a los desvalidos y necesitados contra la tiranía de los
malvados era un consuelo para el salmista y fue la base de su oración.
Salmo 11
Aunque se desconoce el antecedente histórico de este salmo, es evidente que David
estaba pasando por graves dificultades y que su vida estaba en peligro. La tentación de
huir de esa amenaza era un reto a su confianza en Dios. El mensaje del salmo es como
sigue: tentado a escapar en un tiempo en que la autoridad establecida estaba
desapareciendo, el salmista se aferró a su fe en el Señor, quien finalmente destruirá a los
malvados, a quienes odia, y librará a los justos, a quienes ama.
A. Tentación de escapar (11:1–3)
11:1. El salmo inicia con el repudio que hace el salmista de la tentación: ¿Cómo
decís a mi alma, que escape al monte cual ave para evitar el peligro? David se
maravillaba de esa sugerencia, tal vez procedente de los desfallecidos, porque iba contra
su fe en el Señor. Su declaración inicial: En Jehová he confiado; i.e., me he refugiado,
iba contra tal sugerencia.
Los desfallecidos aconsejaban a David que escapara hacia las alturas como hace un
ave para estar segura. Pero en lugar de hacerles caso, el salmista se refugió en el Señor
en busca de seguridad.
11:2. Esa tentación se debía a que los malos habían salido a destruir a los justos,
incluyendo a David. Los malos tienden el arco con sus cuerdas y después disponen
sus saetas sobre la cuerda para asaetear en oculto (cf. 10:8–9) a los rectos de
corazón. Es posible que David estuviera amenazado por un ataque literal, pero es más
posible que los arcos y flechas se refieran a calumnias destructivas, como a menudo
menciona el libro de Salmos.
11:3. Si fueren destruidos los fundamentos de la sociedad, entonces ¿qué ha de
hacer el justo? Los fundamentos se refieren a la ley y el orden que debían basarse en el
gobierno de Dios. Entonces, la tentación que proponían los desfallecidos se debía al
temor que tenían de que la nación se derrumbara. Su perspectiva se basaba en la
experiencia humana y era puramente terrenal. Pero la de David era mucho más alta.
B. Confianza en Dios (11:4–7)
11:4. David contrastó el problema que había en la tierra con la alta posición que
ocupa el Señor en el cielo. “¿Qué ha de hacer el justo?” habían preguntado los
desfallecidos (v. 3). David respondió que los justos deben confiar en la fuente verdadera
del gobierno terrenal seguro—Jehová. Jehová tiene en el cielo su trono, el cual es su
templo, muy lejos de los ataques de los malvados. Debido a que él está gobernando
soberanamente sobre la tierra, sus ojos ven; i.e., observan todo, y sus párpados
examinan cuidadosamente las actividades de los hijos de los hombres (cf. 33:13–14).
Generalmente, los párpados se contraen cuando se examina algo con cuidado. Este
antropomorfismo tan descriptivo enfatiza la precisa omnisciencia de Dios.
11:5. Jehová prueba (examina, refina) al justo, pero al malo y al que ama la
violencia, su alma los aborrece. Dios se opone a todo el que escoge la impiedad y
violencia que van contra su voluntad.
11:6. A continuación, el salmista considera al juicio inminente y certero que vendrá
sobre los malos. El Señor hará llover (también puede trad. “que haga llover”)
calamidades: fuego, azufre (que es un recordatorio del castigo divino sobre Sodoma y
Gomorra, Gn. 19:24) y viento abrasador. “Fuego” puede trad. como “trampas”. Si esto
es así, entonces el salmista estaba anticipando un juicio merecido para los malvados—
quedarían irremisiblemente atrapados. De cualquier manera, su porción o destino era un
juicio quemante.
11:7. En contraste con el castigo divino que vendrá sobre los malos (v. 6), Jehová
que es justo, … ama la justicia. El hombre recto—el que por la fe confía en él y
quiere seguir en sus caminos—mirará su rostro. Esto significa que los íntegros serán
aceptados en su presencia y disfrutarán de sus bendiciones.
Salmo 12
Este cántico expresa la confianza que David tenía en las intachables palabras de
Dios que aseguran que él libra a los que buscan su salvación. Esta expresión de
confianza surgió en medio de una cultura que oprimía a los débiles con el engaño. Se
desconoce el escenario en que se dio este salmo, pero hubo muchos incidentes en la vida
del rey que pudieron inspirarlo (cf. 1 S. 23:11, 19; 26:19). No obstante, el lenguaje que
utiliza es lo suficientemente general como para adaptarse a varias situaciones.
A. Petición de liberación (12:1–4)
El salmista clamó a Dios (vv. 1–4) pidiendo que lo librara de un pueblo mentiroso y
arrogante.
12:1–2. Su clamor inicial lamenta la impresión equivocada de que los piadosos
habían desaparecido. Aquellos que habían sido fieles y que habían mostrado lealtad al
pacto, habían desaparecido definitivamente de esta tierra. (La palabra que se trad.
“fieles” es ḥasîḏ, muy relacionada con ḥeseḏ, que significa “amor leal o lealtad pactal”.)
En su lugar habían quedado los que hablaban mentira … con labios lisonjeros, y con
doblez de corazón. Sus palabras eran deshonestas y por lo tanto, indignas de confianza.
Se había generalizado la corrupción en la sociedad. Tal parece que ya no había gente
confiable y honesta en quien el salmista pudiera confiar.
12:3–4. Así que el poeta oró pidiendo que Dios destruyera a todos los labios
lisonjeros, porque sus dueños estaban llenos de orgullo y hablaban jactanciosamente,
considerando que a través de su propaganda, adulaciones y engaños podían alcanzar sus
metas. Seguramente habían dicho: Por nuestra lengua prevaleceremos. Pensaban que
podían hacer lo que les placiera y aun se atrevían a decir: ¿quién es señor de nosotros?
Por eso, David deseaba que Dios los destruyera y pusiera fin a su arrogante jactancia.
B. Seguridad de liberación (12:5)
12:5. El salmista recibió la seguridad de que al ver la opresión de los pobres y
escuchar el gemido de los menesterosos, el Señor respondería diciendo: Ahora me
levantaré, para poner a salvo al oprimido. Dios prometió salvar a los que confiaban en
él y librarlos de los que los perseguían.
C. Confianza en la palabra de Dios (12:6–8)
12:6. Debido a que el poeta recibió la seguridad de parte de Dios en el sentido de
que los afligidos serían librados (v. 5), el salmista expresó su confianza en las
inmarcesibles palabras de Dios, aunque seguía rodeado de malvados.
Haciendo un contraste con las palabras mentirosas de los malos, el poeta dijo que
las palabras de Jehová son palabras limpias y verdaderas. Por el hecho de ser limpias
y puras, las compara con el proceso de purificar la plata refinada en horno de tierra;
es como si los dichos del Señor fueran plata purificada siete veces, el número que
expresa cabalidad y perfección. Lo que Dios dice es verdad (cf. “y acrisolada la palabra
de Jehová” cf. 18:30) y confiable. Sus palabras no están adulteradas de engaño o de
adulaciones falsas (en contraste con las palabras de los impíos, 12:2–3), por lo tanto, se
puede fiar en ellas.
12:7–8. Por todo lo anterior, el salmista confiaba en la palabra divina. Por ello,
expresa: Tú, Jehová, los guardarás, refiriéndose a los rectos, y añade: De esta
generación los preservarás para siempre, sabiendo que estaban rodeados de los
malos, que se jactaban y mostraban confianza desmedida en sí mismos, y que exaltaban
la vileza (zūllûṯ, palabra que solamente se utiliza aquí en todo el A.T. y que significa
algo malgastado o sin valor). El v. 8 describe a los hombres malos y despiadados que
ejercían autoridad y poder utilizando palabras engañosas. Pero las palabras de Dios, que
son verdaderas, afirman que ese tipo de gente será destruida.
Salmo 13
Este salmo registra el clamor del afligido y por lo tanto, armoniza bien con varios de
los salmos que le anteceden. Aquí, David descansa confiadamente en el amor leal del
Señor (v. 5), a pesar de que no veía que estuviera cerca su liberación de la opresión de
su adversario, que también era enemigo de Dios.
A. Su queja por la angustia (13:1–2)
13:1–2. Haciendo una serie de preguntas retóricas destinadas a motivar a Dios a que
respondiera a su oración, David preguntó: ¿Hasta cuándo, Jehová? (frase que aparece
cuatro veces en estos dos vv.; cf. el comentario de 6:3), ¿hasta cuándo esperaría el Señor
para responderle? David se sentía ignorado por Dios y olvidado. ¿Continuaría esto en
forma indefinida? Luchando en lo más profundo de su corazón (“en mi alma”), se
quejaba de que cada día lo pasaba con tristezas y en una situación desesperada, de tal
modo que su alma estaba llena de luchas y aflicción. Como resultado de ese aparente
abandono de Dios, sentía que su enemigo triunfaba de continuo sobre él.
B. Petición de liberación (13:3–4)
13:3–4. David pidió a Dios: mira, respóndeme para que lo rescatara de esa
situación. Alumbra mis ojos era la forma en que David solicitaba sabiduría divina o la
perspectiva correcta para entender su problema. Con gran intensidad pedía esto
diciendo: para que no duerma de muerte (cf. el comentario de 7:5); i.e. que ese
problema le podía causar la muerte, lo cual haría que su enemigo dijera: lo vencí y se
alegrara por su triunfo.
C. Confianza en el Señor (13:5a)
13:5a. David expresó lo siguiente: Mas yo en tu misericordia (ḥeseḏ; el amor leal
del Señor para con los que confían en él), he confiado. Los enemigos de David estaban
desafiando la fidelidad del amor de Dios hacia uno de los creyentes de su pacto.
D. Alabanza por la salvación (13:5b–6)
13:5b–6. El salmista, seguro de que su oración había sido escuchada, decidió
regocijarse y cantar a Jehová, y añadió, porque me ha hecho bien, ya que el Señor lo
había tratado tan misericordiosamente. (Esta es la primera de varias docenas de veces en
que se hace referencia en Salmos a que Dios es bueno o que hace bien.) El salmista
podía anticipar el final feliz de su larga espera.
Salmo 14
Sabiendo que el ser humano es necio y corrupto, y que Dios destruirá a la gente por
sus acciones, el salmista añoraba que se estableciera el reino de Dios en la tierra. (V. el
comentario del salmo 53, que es casi idéntico a este salmo.)
A. Descripción de la humanidad (14:1–3)
14:1. David afirmó que el veredicto de Dios sobre la humanidad es que sólo hay
necedad en su corazón. El v. 1 nos da una descripción sumaria del necio (nāḇāl, aquel
que es moralmente insensible o impío). Un necio cree que no hay Dios y por eso, se ha
corrompido. Estas dos declaraciones están relacionadas porque un ateo (i.e., que vive
como si Dios no existiera), de hecho se encuentra separado de la sabiduría revelada en
la palabra divina. Como resultado de ello, es corrupto, y contamina todo lo que hace.
Sus acciones son abominables; i.e., viles, y Dios las odia. Sin fe, es imposible agradar a
Dios y sin ella, no hay quien haga el bien.
14:2. La evaluación del poeta en relación con la humanidad se basa en que Jehová
miró desde los cielos para examinar a los hijos de los hombres; i.e., a la gente. Otros
ejemplos de que Dios observa la maldad de los hombres se encuentran en Babel (Gn.
11:1–9) y en Sodoma (Gn. 18:21). El salmista añade que Dios quería ver si había algún
entendido; i.e., si había alguien que buscara a Dios. El principio de la sabiduría es el
temor de Jehová (Pr. 1:7). Puesto que el necio se niega a aceptar este hecho, carece de
entendimiento.
14:3. Al buscar gente prudente, Dios vio que todos los seres humanos se desviaron;
a una se han corrompido (lit., “agrios”, como la leche). La palabra, ’ālaḥ, que sólo
aparece aquí, en Job 15:16 y en Salmos 53:3, se utiliza en un sentido moral. (Este
vocablo indica algo que es corrupto y es diferente del que se usa en 14:1.) En
consecuencia, Dios dice que ni una sola persona, absolutamente nadie, hay que haga lo
bueno. Las Escrituras enseñan que la única esperanza de la humanidad es que los
individuos busquen a Dios para ser salvos.
B. Castigo de los impíos (14:4–6)
14:4–6. David reveló el resultado que habrá de la lucha entre los hacedores de
iniquidad y los justos. Él estaba sorprendido de la ignorancia y falta de discernimiento
que mostraban todos los que hacen iniquidad, que pensaban que podían devorar al
pueblo de Dios como si comiesen pan. Su maldad era más pronunciada cuando
atacaban cruelmente a los escogidos. Ignoraban el hecho de que Dios los dominará,
porque al atacar al pueblo de Dios en realidad están atacando a Jehová, … porque Dios
está con la generación de los justos. Así que el salmista previó que los malos
temblarán de espanto (v. 5) cuando el Señor los castigue por perseguir a los suyos.
Puede que se burlen del consejo del pobre por algún tiempo, pero el pueblo de Dios

lit. literalmente
será reivindicado, porque Jehová es su esperanza; i.e., su refugio (maḥseh, “protección
del peligro”, palabra que en Salmos se aplica al Señor nueve veces: 14:6; 46:1; 61:3;
62:7–8; 71:7; 73:28; 91:2, 9).
C. Esperanza del reino (14:7)
14:7. David añoraba que se estableciera el reino de Dios (cf. Mt. 6:10). Por eso,
exclamó: ¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel! Cuando Jehová haga
volver a los cautivos de su nación Israel de la presencia de los impíos (Ro.11:26–27),
se gozará Jacob (Sof. 3:14–16), y se alegrará Israel. Es claro que el salmista anhelaba
el establecimiento del gobierno justo de Dios desde Sion (cf. el comentario de Sal. 2:6)
y la destrucción de los malos, que persistieran en la iniquidad.
Salmo 15
Este salmo explica quién es digno de ser “huésped” del Señor. El poeta describe el
carácter impecable de alguien que está capacitado para adorar en el santuario de Dios.
A. La pregunta: ¿Quién habitará en tu tabernáculo? (15:1)
15:1. David se preguntaba: ¿Quién habitará en el tabernáculo; i.e., el santuario
del Señor? Éste se encontraba en el monte santo; i.e., en Sion, la ciudad de David (cf. 2
S. 6:10–12, 17 y el comentario de Sal. 2:6). La pregunta se refiere a quién es capaz de
ser “huésped” del Señor y vivir en el lugar donde se encuentra su presencia. Es una
pregunta espiritual: ¿quién puede acercarse a Dios y alabarlo en su morada?
B. La respuesta: Sólo los justos pueden hacerlo (15:2–5)
15:2a–b. Primero se da respuesta a la pregunta del v. 1 en forma resumida (v. 2a–b)
por medio de dos descripciones y después se amplía (vv. 2c–5) con otras ocho. La
persona aceptable es el que a) anda en integridad y también, b) hace justicia en todas
sus acciones. La metáfora de “andar” se usa a través de la Biblia para referirse al patrón
personal de vida y conducta que sigue un individuo (cf. 1:1). “Que es íntegro” (tāmîm)
significa cabal, sincero, completo o perfecto. Una persona justa vive en obediencia a
Dios y mantiene una vida íntegra.
Sus actividades van en armonía con los estándares divinos; i.e., son justas. De esta
manera, David declaró que si alguien quería presentarse delante del Señor en Sion,
debía ser un siervo obediente y justo. Los malos y los hipócritas, no pueden entrar en el
santuario.
15:2c–5a. Después de la declaración general contenida en las dos primeras líneas
del v. 2, David describió cómo es el carácter de una persona intachable.
(1) La primera característica del justo es que habla verdad en su corazón, con
sinceridad. No es como los aduladores, que hablan en doble sentido (cf. 12:2). (2) Un
hombre justo no calumnia con su lengua maliciosamente. (3) No hace mal a su
prójimo, (4) ni admite reproche alguno contra su vecino con objeto de
desacreditarlo. Un vecino (o amigo) es cualquier persona con la que entra en contacto.
Las observaciones irreprochables de tal persona nunca llevan la intención de dañar o
destruir a su prójimo.
(5) Asimismo, una persona justa, a cuyos ojos el vil es menospreciado, honra a los
que temen a Jehová. Una persona “vil” (que viene de mā’as y por lo tanto no es la
misma palabra que se trad. “corrompido” en 14:1) es reprobable y sin valor. Pero el que
teme al Señor está llevando una vida de fe y obediencia.
(6) El justo cumple sus promesas aunque sea en daño suyo. Aun si hizo un
juramento impulsivamente (Lv. 5:4), cumplirá su palabra cabalmente.
(7) Tampoco da su dinero … a usura (lit., “no les muerde”). No se aprovecha de
una persona que debe pedir prestado. Prestar con interés a otro israelita estaba prohibido
y se consideraba como el acto de un aprovechado (Éx. 22:25; Lv. 25:36).
(8) Una persona que no acepta el cohecho o soborno contra el inocente. Por
supuesto que la ley prohibía esto (Dt. 27:25). Más bien, el justo abandera la causa del
inocente y del necesitado.
15:5b. David llegó a la conclusión de que alguien que sigue este patrón de conducta
en la vida; i.e., el que hace estas cosas, no resbalará jamás (cf. 16:8; 21:7; 30:6; 62:2,
6; 112:6). No sólo disfrutará compañerismo en la presencia de Dios, sino que también
experimentará la bendición y seguridad divinas.
El hecho de que el salmista incluya diez características de la persona que califica
para entrar al santuario de Dios (ese tipo de creyente es sincero, justo, honrado, no
calumniador, no hace lo malo, no reprocha, distingue entre el bien y el mal, cumple sus
promesas, no es usurero, y es insobornable) sugiere que pueden compararse con los diez
mandamientos (aunque las dos listas no corresponden exactamente a la letra). La
obediencia a la voluntad revelada de Dios es el requerimiento para participar
completamente de las bendiciones de estar en el santuario.
Salmo 16
Este salmo es una celebración del gozo que trae el compañerismo con el Señor, el
cual David se daba cuenta procedía de la fe en Dios. El salmo pudo haber sido
compuesto cuando David enfrentaba grandes peligros en el desierto o bien, cuando
surgió oposición en su reinado. Cualquiera que haya sido la ocasión, David estaba
seguro de que debido a que había llegado a conocer y confiar en el Señor como su
herencia en esta vida, y que podía confiar en él aunque enfrentara la muerte.
A. El Señor es su herencia en la vida (16:1–8)
16:1. En los vv. 1–8, David repasó cómo había llegado a conocer y confiar en el
Señor. El v. 1 parece ser el resumen de todo el poema: Guárdame, oh Dios, porque en
ti he confiado (“busco refugio”, NVI99). A continuación, el salmista desarrolló esa idea
de haber encontrado refugio en el Señor.
16:2. David anunció su fe exclusiva en Jehová. Su declaración de fe era: Tú eres
mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti (cf. 34:10; 84:11).
16:3–4. Basado en su consagración al Señor, el salmista describió la sociedad de
amigos con quienes se podía identificar. Se deleitaba con los justos; i.e., los santos que
están en la tierra, a quienes consideraba íntegros y nobles. Dios ha llamado a su
pueblo para ser una nación santa (Éx. 19:6), y el siervo de Dios reconocía que con ellos
debía andar, con los fieles servidores del Señor. Los otros, aquellos que sirven
diligentes a otro dios, tendrán que enfrentar dolores y aflicción. David no aprobaba sus
acciones, ni les ayudaba en sus libaciones; i.e., en su vana adoración, y ni siquiera se
atrevía a pronunciar los nombres de sus dioses, porque su lealtad estaba con los
creyentes justos.
16:5–6. Dirigiéndose directamente al Señor, el salmista proclamó sus bendiciones.
Haciendo una comparación dice: Jehová es la porción (cf. 73:26; 119:57; 142:5) de mi
herencia. Para él, Dios era todo lo que necesitaba para satisfacer su corazón mientras
viviera. Además de ser su porción y su copa, Dios le había asignado una hermosa …
heredad. La expresión: las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos se trad. “bellos
lugares me han tocado en suerte” (NVI99) y habla de un terreno que fue medido con
cuerdas y distribuido por suertes. En otras palabras, el salmista comparaba las
bendiciones divinas con la mejor herencia que alguien pudiera recibir; reconocía que
Dios le había permitido llevar una vida maravillosa y plena.
16:7–8. Como resultado de toda esa largueza, David alababa a Jehová, porque dijo:
me aconseja; aun en las noches me enseña (y por supuesto que también durante el
día) y porque lo guiaba en forma segura. Bendeciré significa “hablar bien de alguien”.
Esta es la primera de cerca de dos docenas de veces que en el libro de Salmos se dice
que el Señor es “bendecido”. Debido a esto, David. sabía que nunca sería conmovido
(cf. el comentario de 15:5b) ni apartado de su camino de integridad y nada impediría
que siguiera disfrutando de las bendiciones que tenía en el Señor.
B. Cuidado del Señor (16:9–11)
16:9–11. David estaba seguro de que el Señor lo iba a preservar cuando enfrentara
la muerte. Dijo: Se alegró … mi corazón y se gozó mi alma porque mi carne …
reposará confiadamente cuando estuviera a punto de morir. La razón por la que podía
confiar es que Dios no dejaría su alma en el Seol, ni permitiría que viera corrupción.
Este v. se refiere a David, quien se describe a sí mismo como santo, i.e., uno de los
santos del Señor (cf. v. 3). El salmista hallaba consuelo en el hecho de que Dios no
permitiría que muriera en esa ocasión, ni que su cuerpo se corrompiera en la tumba. De
hecho, Dios le había mostrado la senda de la vida, así que anticipaba disfrutar en esta
vida de su presencia, en la que hay plenitud de gozo (v. 11).
Pedro citó los vv. 8–11 el día de Pentecostés (Hch. 2:25–28) y en Antioquía, Pablo
mencionó Salmos 16:10b (Hch. 13:35–37) al hacer referencia a la resurrección de
Cristo. Así que las palabras de David fueron tipológicas, porque trascendieron su propia
experiencia y se cumplieron históricamente en Cristo. La idea de ser preservado de la
corrupción del sepulcro es la que está detrás de las experiencias tanto de David como de
Jesús, pero en el caso del salmista, vino con la liberación de la muerte, mientras que en
Cristo, vino a través de la resurrección de los muertos.
La muerte no era una amenaza para David, porque disfrutaba de la bendición y
compañerismo con Dios, quien no permitiría que la muerte y el sepulcro interrumpieran
ese maravilloso compañerismo. Así que en un sentido más completo, esto se aplica
también a los creyentes de hoy, que cuentan con la revelación completa acerca de la
doctrina de la resurrección, y pueden decir que aun cuando mueran, Dios no permitirá
que su fallecimiento elimine el compañerismo completo que disfrutan con el Señor (2
Co. 5:8; Fil. 1:23). Esta expresión de fe es posible porque Cristo conquistó la muerte
(Lc. 24:6) y se levantó para ser las primicias de todos los que duermen (1 Co. 15:20).
Salmo 17
En este salmo, David estaba consciente de su integridad a pesar de que estaba
rodeado de enemigos para quienes su herencia no pasaba de esta vida. Él oraba pidiendo
que Dios lo librara del mundo impío que lo oprimía a medida que veía el futuro glorioso
en la presencia del Señor.
Este poema es parecido en muchas formas al salmo 16, pero con una diferencia
importante. En Salmos 16, David estaba consciente del peligro latente que lo
amenazaba, pero su fe lo animaba a no tener temor. Sin embargo, en el salmo 17, el
peligro era más inminente, así que necesitaba urgentemente de la ayuda del Señor.
A. La oración de un justo (17:1–5)
17:1–2. David pidió a Dios encarecidamente: Oye, oh Jehová, una causa justa;
está atento … escucha mi oración. Esta triple petición a Dios lleva una nota de
urgencia.
La oración no provenía de un malvado o hipócrita, su oración estaba hecha de
labios sin engaño. David reafirmó su integridad delante de Dios, y le pidió: vean tus
ojos mi rectitud, con objeto de que pudiera reivindicarlo.
17:3. En su integridad (vv. 3–5), David afirmaba que si fuera probado … visitado
de noche o puesto a prueba por Dios, sería encontrado puro. Esto se debía a que había
decidido no cometer ninguna transgresión. Para vivir correctamente delante de Dios,
uno debe tomar una resolución de corazón de servirlo y obedecerlo.
17:4–5. Además, en cuanto a las obras humanas, David se había guardado y
apartado de las sendas de los violentos y destructores. Su vida estaba regida por la
palabra del Señor. Había seguido sus caminos; i.e. había andado por el camino que
Dios le había marcado y sus pies no se habían apartado (resbalado) de él.
B. Oración pidiendo protección del mundo (17:6–12)
David oraba pidiendo ser librado de los malos de este mundo porque están llenos de
orgullo y vanidad.
17:6–7. Su oración se basaba en las maravillosas misericordias; i.e., el amor leal
del Señor. Ese inmenso amor se revela en el hecho de que él salva a los que se refugian
a su diestra. A esas alturas, David se estaba acogiendo a su cuidado, así que deseaba
recibir ese gran amor.
17:8. David pedía que Dios lo guardara en el centro de su atento cuidado. Las dos
figuras de lenguaje que aparecen en este v. han sido de gran ayuda para los creyentes de
todos los tiempos. La niña de tus ojos parece referirse a la pupila del ojo, que
simboliza la vista de alguien. En otras palabras, el salmista pedía la atención directa y
cuidadosa del Señor.
La otra figura: la sombra de tus alas también se menciona en 36:7; 57:1; 61:4;
63:7; 91:4 (cf. Rt. 2:12; Mt. 23:37). Esta imagen está tomada del mundo animal, y
compara el cuidado protector de Dios con el que proporciona un ave a sus polluelos. Así
que David estaba pidiendo cuidado y protección del Señor.
17:9–12. La razón de la urgencia que contiene la oración está en la naturaleza de los
malos, la cual David describió vívidamente, tratando de hacer que Dios entrara en
acción. Aquéllos trataban de destruir a David y quitarle la vida (v. 9), hablaban
arrogantemente, con dura indiferencia y orgullo (v. 10); y eran como león que acecha
para hacer presa (vv. 11–12; cf. el comentario de 7:2).
C. Visión de un futuro glorioso (17:13–15)
17:13–14a. En contraste con la persecución de los malvados de que estaba siendo
víctima (vv. 6–12), David pudo ver lo que le deparaba el futuro. Su oración urgente
pidiendo: Levántate, oh Jehová, era un recordatorio de su problema, por eso, pidió que
lo librara de aquellos malvados mundanos, cuya porción (o recompensa) la tienen en
esta vida (v. 14); i.e., que aquí reciben su pago. Debido a que no seguían al Señor, esta
vida era con lo único que contaban para disfrutarla. Pero atacaban a los justos de
diferentes maneras, tanto física como verbalmente.
En su oración, David pidió a Dios que desenvainara su espada para defenderlo y
rescatarlo. Esto puede referirse al hecho de que a veces, Dios utiliza ejércitos humanos,
aun de los malos, para castigar a las naciones (cf. Is. 10:5).
17:14b–15. En contraste con los que viven sólo centrados en esta vida y que tendrán
que enfrentar la “espada” de Dios, David preveía una bendición mucho más grande para
él y otros, que incluye apetitos satisfechos y riqueza para sus hijos. Por eso, añadió: En
cuanto a mí, veré tu rostro en justicia (cf. 11:7); i.e., que estaría satisfecho cuando
despertara y viera la semejanza del Señor. Aquí, el salmista no estaba anticipando el día
de su muerte, o el despertar en la resurrección de los muertos. Más bien, estaba
haciendo un contraste entre la destrucción de los malos, que viven sin tener en cuenta a
Dios, con su propia vida, que él vivía dentro de la gracia divina.
No obstante, sus palabras son apropiadas como una descripción de su regocijo al
disfrutar la presencia de Dios. Aunque David haya pensado en las bendiciones
espirituales y la presencia divina, sus palabras se pueden aplicar certeramente a los
creyentes de hoy en día, quienes con la revelación completa del N.T., pueden anticipar
un prospecto mucho más glorioso que el que se experimenta en esta vida.
Salmo 18
El título atribuye este salmo a David, quien lo compuso después de que el Señor lo
libró de la mano de todos sus enemigos, incluyendo a Saúl. Después de repasar todo lo
que el Señor era para él, David documentó su liberación por mano del Señor y se
regocijó en las misericordias que le había mostrado. Este salmo es un cántico de gratitud
por la victoria alcanzada por ese rey guerrero, que por fin estaba en paz. Con algunas
variantes, este salmo también se registra en 2 Samuel 22. Es probable que algunas
palabras del poema de 2 Samuel 22 se hayan cambiado en el salmo para que pudiera ser
usado en el culto público, pero esto no puede probarse.
A. Descripción del carácter de Dios (18:1–3)
18:1–3. En su juramento de alabar a Dios, David incluyó una metáfora después de
otra para describir todo lo que el Señor es y lo que había sido para él. El poeta dice: Te
amo, oh Jehová, porque Dios le había mostrado gran misericordia durante todas sus
luchas.
David se refirió al Señor como su roca (cf. vv. 31, 46), porque le daba estabilidad y
seguridad. En los Salmos, cerca de veinte veces se dice que Jehová es la roca. El poeta
también lo comparó con una fortaleza (en 31:3; 71:3; 91:2; 144:2 se usa la misma
palabra hebr. [meṣûḏâh] para referirse a Dios). “Roca” y “fortaleza” describen un lugar
alto o refugio defensivo hacia el cual puede uno huir buscando protección. Refugiarse
en el Señor es mucho mejor que esconderse en una fortaleza hecha por el hombre o
detrás de una enorme roca.
David también comparó a Dios con un escudo (cf. 18:30 y el comentario de 3:3) y
con un refugio (miśgoḇ; cf. el comentario de 9:9), términos militares que sugieren
seguridad y protección de los enemigos. Por ser la fuerza (lit. “el cuerno”, BLA, NVI99
nota mar.) de su salvación, Dios le daba fortaleza. Los cuernos de un animal se usaban
para simbolizar la fuerza o el poder. En tiempos posteriores representaron a los
gobernantes (cf. 148:14; Dn. 7:8, 11, 20–21, 24; 8:21–22; Ap. 17:12).
Puesto que el Señor había defendido y librado a David de todos su enemigos, era
digno de ser alabado por el salmista.
B. Informe de la liberación de Dios (18:4–29)
En una amplia sección de alabanza, David reiteró los sufrimientos y peligros que
había pasado, así como la grandiosa y sobrenatural liberación de Dios.
18:4–5. En los vv. 4–19, David relata la forma en que Dios lo salvó
sobrenaturalmente. Haber estado rodeado de ligaduras de muerte significa que estaba
pasando por tal desesperación y dificultad, que sin la intervención divina, seguramente
habría muerto. El salmista dice que lo habían inundado torrentes de perversidad y
había visto de cerca las ligaduras del Seol, o de la muerte, sin contar con ningún
recurso humano para poder salvarse.
18:6–15. Cuando David clamó (invoqué a Jehová y clamé a mi Dios), el Señor
oyó su voz desde su templo e intervino para ayudarlo. (Con frecuencia se menciona la
ayuda divina en los salmos.) A continuación, David describe esa intervención como una
gloriosa teofanía, o aparición del Señor. El poeta dijo que ésta provocó que la tierra
fuera conmovida y tembló, porque se indignó él contra los enemigos del salmista y de
él (v. 7); humo … y … fuego consumidor salieron de su nariz, y de su boca (v. 8).
Descendió; y había densas tinieblas debajo de sus pies (v. 9); voló sobre las alas del
viento (v. 10); lo acompañaron oscuridad de aguas; i.e., nubes negras (v. 11); nubes
…, granizo y carbones ardientes y los truenos y relámpagos, también estaban con él
(v. 12). La voz de Dios (cf. Job 37:2, 4–5) tronó (Sal. 18:13); envió sus saetas y lanzó

BLA Biblia de las Américas

mar. margen, lectura marginal


sus relámpagos (cf. Job. 36:30, 32; 37:3, 11; 38:24, 35), y los destruyó (Sal. 18:14).
Cuando él se presentó, los abismos de las aguas aparecieron, y quedaron al
descubierto los cimientos del mundo (v. 15). Esta descripción poética de la
intervención divina en la batalla describe una espantosa tormenta en la cual el Señor
utilizó muchos fenómenos de la naturaleza. Esos terribles acontecimientos se entendían
como expresiones de la ira judicial de Dios (cf. v. 7).
18:16–19. En estos vv., David explica que esa intervención sobrenatural del Señor
lo libró de su poderoso enemigo. Es como si David se estuviera ahogando (en las
muchas aguas) en medio de sus opositores y el Señor lo hubiera sacado a lugar
espacioso … porque se agradó de él (vv. 16, 19).
Esa descripción tan dramática de la intervención divina sugiere un parecido con la
entrega de la ley (Éx. 19:16–18). Otros eventos similares también se registran en Josué
10:11; Jueces 5:20 y 1 Samuel 7:10. Descripciones como esta también se mencionan
con frecuencia en las visiones proféticas que hablan de la intervención divina (e.g., Is.
29:6; 30:27; 64:1; Hab. 3:3–4).
18:20–24. Después de describir la liberación milagrosa del Señor, David la explicó
en términos de su fe en él. Por fe, David había conservado su integridad (mi justicia,
vv. 20, 24) delante del Señor. La liberación había sido porque Dios había premiado al
poeta por su limpieza (vv. 20, 24) de … manos (i.e., su vida). David podía atestiguar
que nunca se había apartado del Señor, sino que siempre había guardado los caminos
de Jehová, y obedecido sus juicios y sus estatutos. Asimismo, se había guardado de
maldad. Por tanto, Dios había recompensado a su siervo obediente dándole victorias
asombrosas.
18:25–29. Por fe, David entendía cómo es la naturaleza de Dios y cómo se revela
ante la humanidad. Él premia a la gente conforme a su carácter interno: con el
misericordioso, el Señor es misericordioso (ḥāsîḏ, palabra relacionada con ḥeseḏ), y
recto para con el hombre íntegro. Limpio … para con el limpio, pero severo …
para con el perverso (‘iqqēš, “retorcido, malvado”, palabra que también se usa en
101:4; Pr. 2:15; 8:8; 11:20; 17:20; 19:1; 22:5; 28:6). Su trato con el hombre siempre es
justo.
Además, Dios salva al pueblo afligido (lit. “el pobre o humilde”) pero humilla a los
ojos altivos (cf. Sal. 101:5; Pr. 6:17; 30:13) y arrogantes. Dios endereza los asuntos
humanos. Para David, esto significaba que el Señor lo mantenía vivo; i.e. con su
lámpara encendida (cf. Job 18:5–6; 21:17; Pr. 13:9; 20:20; 24:20) a pesar de sus
enemigos. David exclamó: Contigo desbarataré ejércitos y con mi Dios asaltaré
muros para derrotar a cualquier enemigo.
C. Regocijo por las bendiciones divinas (18:30–50)
18:30–31. En la primera parte (vv. 30–45) de esta sección de alabanza, David se
regocija en el carácter de Dios y en los beneficios recibidos. El salmista dijo: perfecto
es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová (cf. 12:6; Pr. 30:5). De nueva cuenta
(cf. Sal. 18:2), dijo que Dios era su escudo (cf. el comentario de 3:3) y su roca (cf.
18:46). Sin duda, podemos confiar en Dios para obtener seguridad y salvación.
18:32–45. Aquí, David describe la forma en que Dios lo preparó con poder … para
la batalla, dándole fuerza, agilidad y eficacia (vv. 32–34); cómo el Señor le había dado
la victoria sobre sus enemigos, a quienes persiguió, alcanzó, y cayeron debajo de sus
pies (vv. 35–42) y cómo Dios le permitió enseñorearse y ser cabeza de las naciones
(vv. 43–45; cf. 2 S. 8). Debido a que Dios es perfecto (Sal. 18:30), podía hacer que el
camino de David también lo fuera (v. 32). El pensamiento que predomina en todos estos
vv. es que David atribuía cada una de sus habilidades y victorias a su Señor. Todo lo
que había hecho y todo lo que disfrutaba se debía a la capacitación de Dios.
18:46–50. En consecuencia, David reconocía al Dios vivo (v. 46) y prometía
alabarlo (v. 49). Una prueba de que Dios está vivo es que lo había librado de sus
enemigos. Por ser su roca (v. 46; cf. vv. 2, 31), Dios era su fuente de seguridad y
protección. Dios había dado grandes triunfos … a su rey, y había mostrado su amor
leal o misericordia (ḥeseḏ) a su ungido y siervo David. Por lo tanto, el Señor también
daría victorias a su descendencia.
El salmo 18 es un cántico de gratitud que el vencedor eleva a Dios por todo lo que
había logrado.
Salmo 19
David estaba conmovido al observar que los cielos, bajo la influencia dominante del
sol, declaran el esplendor de la obra de Dios. Por comparación, describe la influencia
dominante de la ley de Dios, la cual alumbraba su camino. Después, oró pidiendo ser
completamente limpio, de tal modo que su vida fuera aceptable ante Dios. Por lo tanto,
este salmo examina tanto la revelación natural de Dios como su revelación especial, la
cual induce a hacerse un autoexamen.
Con frecuencia, el A.T. une la descripción de Dios como dador de la ley con la de
Creador. Por ello, en la primera parte de este salmo, ’ēl, (“Dios”) se usa (v. 1) para
indicar su poder como creador y en la segunda parte usa Jehová (“Yahweh”; vv. 7–9,
14), que es su nombre personal por medio del cual se dio a conocer a Israel como Dios
del pacto.
Este salmo también puede considerarse como una polémica contra las creencias
paganas. En los centros politeístas, el dios sol era el dios de la justicia. En este salmo, el
Señor Dios es el Creador de los cielos, incluyendo al sol que adoraban los paganos y
también es el dador de la ley, por medio de la cual establece la justicia en la tierra.
A. Revelación natural de la gloria de Dios (19:1–6)
19:1–4b. David anunció que los cielos cuentan la gloria (o esplendor) de la obra de
Dios. El v. 1 es una declaración sumaria: la majestuosa creación es evidencia de un
Dios-creador aún más majestuoso.
De continuo (un día … a otro día … una noche a otra noche), el firmamento
anuncia el hecho de que hay un creador (v. 2). Aunque la creación no habla con
palabras audibles, es oída su voz; i.e., su mensaje es escuchado por toda la tierra … y
hasta el extremo del mundo. La noticia dada por la naturaleza que habla de la gloria de
Dios alcanza a todas las naciones, y es igualmente inteligible en todas ellas (cf. Ro.
1:18–20).
19:4c–6. El sol es la figura dominante de los cielos. Como esposo que sale de su
tálamo el día de su casamiento con gran emoción, así se levanta el sol; y como atleta, se
alegra cual gigante para correr el camino y seguir su curso. Estos vv. hacen algo más
que solamente hablar de la naturaleza como evidencia de la gloria divina, también
minan las creencias paganas, porque en la literatura del antiguo Cercano Oriente se
utilizaban las mismas imágenes para referirse al dios-sol.
B. Revelación específica de la ley de Dios (19:7–11)
19:7. En los vv. 7–9, David describe la naturaleza eficaz de la ley de Dios. Así como
el sol es la figura dominante de la revelación natural de Dios (vv. 4c–6), así la ley de
Jehová es el elemento dominante de la revelación especial del A.T.
Como es perfecta (“limpia, inmaculada” en 12:6; 18:30; Pr. 30:5), la ley de Dios
puede transformar a las personas. Convierte el alma y se puede confiar en que el
testimonio de Jehová … hace sabio al sencillo.
19:8. Los mandamientos de Jehová … alegran el corazón y el precepto de
Jehová … alumbra los ojos; i.e., alegran la vida y guían al justo. El testimonio (v. 7),
los mandamientos, el precepto (v. 8) y los juicios (v. 9) de Jehová se refieren a las
instrucciones específicas que se encontraban dentro de la ley mosaica. El gozo y la
dirección llenan el alma de aquel que medita y cumple los mandamientos de Dios.
19:9. Aquí, temor es un sinónimo de la ley, porque su propósito era hacer que el
corazón humano temiera al Señor (Dt. 4:10). Entonces, el temor (la ley) de Jehová es
limpio, es verdad y es justo. La ley se diseñó para hacer que los creyentes obedecieran
a Dios y llevaran vidas rectas.
19:10–11. A continuación, David expresó su reacción personal a la perfecta ley
divina. Él consideraba que los estatutos eran deseables y producían gozo. Al exaltar el
valor que tenían para él, los comparó con oro y miel—deseables son más que el oro,
que era la posesión más valiosa del antiguo Cercano Oriente y dulces más que miel,
que era la sustancia más dulce que se conocía en aquella región. Los mandamientos no
eran una carga para los creyentes que trataban de agradar a Dios con su vida. David
consideraba que en guardarlos hay grande galardón, porque nos advierten contra los
peligros de la necedad y del pecado.
C. Oración pidiendo limpieza (19:12–14)
19:12–14. Al contemplar la santa ley, David oró pidiendo una limpieza completa de
su ser para que pudiera vivir íntegramente, en forma aceptable y que estuviera limpio
de gran rebelión delante de Jehová, que era su roca (cf. 18:2, 31, 46) y su redentor.
(Para estudiar la petición del salmista de que su meditación fuera agradable a Dios; cf.
104:34.) El salmista pedía ser librado de sus errores ocultos y de que pecara
deliberadamente. En la ley había provisiones para redimir los pecados que se cometían
en ignorancia, pero para los que se hacían deliberadamente, con arrogancia, no había
prescripciones ceremoniales, aunque se podía obtener el perdón si una persona se
arrepentía sinceramente y confesaba sus pecados (cf. Sal. 51). Por lo tanto, David
necesitaba de la perfecta ley y de la capacitación divina para evitar tales faltas.
Salmo 20
Este breve cap. es un salmo real. El rey estaba a punto de ir a la guerra, pero antes
de hacerlo, se detuvo a orar en el santuario, donde lo alcanzó la congregación para
interceder por él. Después de repasar la oración intercesora del pueblo por su monarca,
que estaba pidiendo un triunfo, el rey expresó que Dios le había dado la seguridad de
que obtendría una aplastante victoria.
A. La intercesión del pueblo (20:1–5)
20:1–4. En su oración intercesora, el pueblo oró al unísono pidiendo por el rey:
Jehová te oiga cuando hiciera su petición de victoria y protección (v. 1), y te envíe
ayuda desde el santuario (el tabernáculo), que era donde moraba Dios (v. 2).
Asimismo, pidió: el Señor acepte tu holocausto el cual había acompañado a su oración
(v. 3) y que le diera conforme al deseo de su corazón (cf. 21:2), para que todo su
consejo y sus planes fueran exitosos (20:4).
20:5. A continuación, los adoradores reunidos expresaron su confianza en que Dios
respondería las peticiones de su rey. Anticipaban que se alegrarían en su salvación
cuando triunfara. Después, volvieron a repetir su intercesión en apoyo a las oraciones
del monarca: Conceda Jehová todas tus peticiones.
B. Seguridad del rey (20:6–8)
20:6. El salmista, que era el rey, expresó la seguridad que había recibido: debido a
que confiaba en Jehová, sabía que obtendría un triunfo aplastante.
Gracias a su fe, estaba convencido de que el Señor le iba a responder e iba a salvar a
su ungido. La palabra hebr. salva puede trad. “salvó”. En los salmos, a menudo se
expresa gran confianza al usar el tiempo pasado, como si algo ya hubiera sucedido. El
salmista estaba seguro de que Dios lo libraría.
La liberación que David esperaba sería sin duda, majestuosa. Sería una victoria con
la potencia salvadora de su diestra—que era símbolo de poder (cf. Éx 15:6, 12; Sal.
45:4; 60:5; 63:8; 89:13; 108:6).
20:7. En marcado contraste con los que confían en carros, y … caballos, así como
en todo tipo de equipamiento militar (33:17), David confiaba sólo en el Todopoderoso.
De hecho, el vb. “confiar” significa “guardar en la memoria o ponderar” (zāḵar). La
contemplación del Señor edifica la confianza en él.
El objeto de su fe era el nombre de Jehová, que se refiere a la naturaleza,
reputación y carácter del Señor. La fe de David provenía de meditar y analizar la
reconocida buena reputación de Dios.
20:8. Debido al carácter de Dios, David estaba seguro que sus enemigos iban a caer.
Con toda certidumbre veía el triunfo de su ejército.
C. Intercesión renovada (20:9)
20:9. Los adoradores reunidos respondieron al unísono con una oración pidiendo
que el Señor demostrara que la seguridad del rey era correcta y dijeron: Salva, Jehová
al rey en la batalla. La petición: el Señor nos oiga aparece tanto al principio como al
final del salmo (vv. 1, 9).
Salmo 21
El salmo 21 está estrechamente relacionado en su estructura y contenido con el 20.
Este puede ser el salmo de acción de gracias escrito después de la batalla que se
menciona en el salmo 20. En este cántico, David se regocija en el poder de Dios porque
respondió a su fe dándole una victoria contundente. Asimismo, el salmista estaba
animado al ver que los fieles anticipaban una victoria futura gracias al poder divino.
A. Regocijándose en el poder de Dios (21:1–7)
21:1–6. El rey salmista alabó a Jehová porque había desplegado su gran poder en la
batalla. Haciendo referencia a sí mismo en tercera persona, David expresó su gozo por
las victorias. Alabó a Dios por concederle el deseo de su corazón (cf. 20:4), por darle
cosas buenas (cf. 21:6), incluyendo una corona de oro fino (posiblemente del rey
amonita, 2 S. 12:30); por responder a su petición de preservar su vida; por las victorias
que Dios le había concedido, junto con abundantes bendiciones (cf. Sal. 21:5), y por la
alegría que sentía en su ser.
21:7. La razón de su gran victoria, resultado de la oración, es que el rey confiaba en
el amor fiel, i.e., en la misericordia (ḥeseḏ) del Altísimo. Por lo tanto, sabía que podía
estar confiado (no sería conmovido; cf. el comentario de 15:5).
B. Anticipando las bendiciones futuras (21:8–12)
21:8–10. Aquí, el pueblo habla al rey. Debido a que él confiaba en Jehová, sabía
que sin duda vencería a todos sus enemigos. (Acerca de la ira de Dios que es como
fuego V. 79:5; 89:46; 97:3.) David infligiría una derrota decisiva a sus adversarios, que
caerían bajo la “ira” de Dios, y quedarían sin esperanza de tener descendencia.
21:11–12. A pesar de que maquinaron derrocar al rey, huirían temerosos delante de
él. De esa manera, al rey que confiaba en el Señor, le estaban aseguradas las victorias
futuras.
C. Juramento de alabar (21:13)
21:13. El pueblo juramentó que se inclinaría, cantaría y alabaría al poderío de
Jehová, que es el único digno de ser engrandecido.
Salmo 22
Es obvio que en este pasaje, el salmista se sentía desamparado por Dios al verse
rodeado por sus enemigos, que lo perseguían y escarnecían. Lamentó su terrible
sufrimiento y lucha desesperada con la muerte, rogando a Dios que lo librara de tan
terrible fin. Parece que su oración fue contestada, porque pudo declarar a los escogidos
y al mundo entero que Dios había respondido a su clamor.
No hay ningún incidente en la vida de David que coincida con los detalles de este
salmo. Las expresiones describen una ejecución, no una enfermedad. Esa ejecución se
parece más a la crucifixión de Jesús que a una experiencia de David. También los
escritores de los evangelios encontraron relación entre las palabras de este salmo (vv. 8,
16, 18) con los eventos de la pasión de Cristo. Es interesante notar que en Hebreos 2:12
se cita el salmo 22:22. Por tanto, la iglesia ha entendido que este salmo es tipológico de
la muerte de Jesucristo. David usó numerosas expresiones poéticas para describir su
intenso sufrimiento. Sin embargo, sus palabras poéticas se cumplieron lit. en Jesucristo,
cuando sufrió a manos de sus enemigos. La característica interesante de este salmo es
que no incluye ninguna palabra de confesión de pecado y tampoco contiene oraciones
imprecatorias contra sus enemigos. Principalmente es el relato de un hombre justo
siendo ejecutado por hombres perversos.
A. Oración ferviente de alguien que se siente desamparado (22:1–10)
Es obvio que David se sentía abandonado por Dios y agobiado por el escarnio de sus
enemigos. Sin embargo, estaba seguro de que el Señor no lo abandonaría para siempre.
Los vv. 1–10 forman la introducción del clamor desesperado del salmista provocado por
su angustia. Esta sección incluye dos ciclos, uno de lamento (vv. 1–5) y otro de
confianza (vv. 6–10).
1. PRIMER CICLO (22:1–5)
22:1–2. Aunque sentía que Dios lo había desamparado (v. 1), el cantor renovó su
confianza en el hecho de que Jehová había contestado a las oraciones de sus padres (v.
4). El clamor inicial de David, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
es una expresión que Cristo utilizó en la cruz (Mt. 27:46; Mr.15:34). Dios, a quien
David estaba dirigiéndose como “Dios mío”, parecía haberlo desechado. Aunque David
oraba constantemente (de día … y de noche), parecía que no obtenía respuesta.
22:3. El cantor basaba su confianza en la certeza de que Dios responde a las
oraciones. En contraste con los otros dioses paganos, el Señor es santo, vive y actúa. De
hecho, él está sentado en el trono (cf. V. el comentario de 2:4) y recibe las alabanzas de
su pueblo cuando sus oraciones son contestadas.
22:4–5. Los antepasados de David habían puesto su fe en el Señor y esperaron en él.
Clamaron en el día de su angustia y fueron librados. Por eso, David se sentía alentado
para seguir orando.
2. SEGUNDO CICLO (22:6–10)
22:6–8. Aunque el salmista recibía el escarnio de los hombres, estaba convencido
de que el Dios de su juventud no lo abandonaría para siempre. David lamentaba el
hecho de que los hombres lo aborrecieran. Se sentía como un gusano sin valor,
desprotegido y despreciable. Le gritaban e insultaban (cf. Mt. 27:39, 44), y se burlaban
de su fe porque pensaban que Jehová no lo rescataría. Las expresiones que aparecen en
Salmos 22:8 fueron utilizadas por aquellos que se burlaron de Jesús al pie de la cruz
(Mt. 27:42–43), sin darse cuenta que estaban cumpliendo con esta profecía y que él era
el Mesías sufriente.
22:9–10. La confianza que sentía el salmista era producto de la educación que había
recibido desde niño. En ese entonces, fue enseñado a confiar en el Señor, quien le había
sacado del vientre de su madre. Durante toda su vida, el Señor había sido su Dios.
B. Lamento del rey sufriente (22:11–18)
22:11. David se lamentaba mientras luchaba desesperadamente contra la amenaza
de muerte de sus enemigos que lo trataban en forma infrahumana. Resumió sus
lamentos en una petición breve de que Dios no se alejara, porque la angustia estaba
cerca y se sentía indefenso.
1. PRIMER CICLO (22:12–15)
De nueva cuenta, usando dos ciclos (vv. 12–15 y 16–18; cf. los ciclos de los vv. 1–5
y 6–10) David describe a sus enemigos y su sufrimiento.
22:12–13. El salmista comparó a sus enemigos con bestias crueles e insensibles
(toros y leones) que querían destruirlo y enseguida describió su agonía. Los toros de
Basán eran animales muy bien alimentados (cf. el comentario acerca de las vacas de
Basán en Am. 4:1), poblado que se encontraba al oriente del mar de Cineret (Galilea).
En varias ocasiones, David se refirió a sus enemigos como a leones (cf. Sal. 7:2; 10:9;
17:12; 22:21; 35:17; 57:4; 58:6).
22:14–15. Debido a los ataques de sus opositores, la fuerza de David había sido
agotada como agua que se derrama, y sus coyunturas le dolían intensamente. También
su valor (corazón), se había desleído como cera derretida. Había perdido el deseo de
seguir resistiendo. Su fuerza estaba agotada y su lengua estaba seca. En tal debilidad, se
veía al borde de la muerte.
2. SEGUNDO CICLO (22:16–18)
22:16. Otra vez (cf. vv. 12–15), David describe a sus enemigos y su agonía. Lo
torturaban y lo observaban sin la menor compasión. Los comparó con perros (cf. v. 20),
los cuales en tiempos antiguos eran considerados como animales de rapiña. Al igual que
los canes, sus enemigos (hombres malignos) le habían rodeado, esperando su muerte
para despedazar su cuerpo. Al comparar a sus enemigos con esas bestias, quería indicar
que estaba casi muerto. Las palabras horadaron mis manos y mis pies describen en
forma figurada el despedazamiento de su cuerpo como hecho por animales. Sin
embargo, vemos que en el N.T., esas palabras adquieren mayor significado (cf. Lc.
24:39–40) al relacionarse con Cristo.
22:17–18. Después de hablar de sus enemigos (v. 16) el salmista una vez más
describe su agonía. Estaba débil y demacrado. Sus enemigos lo veían y consideraban
como muerto, así que repartieron entre sí sus vestidos; i.e., sus últimas posesiones (cf.
Mt. 27:35).
C. Oración pidiendo liberación de la muerte (22:19–21)
22:19–21. David oró pidiendo que Jehová (que era su fortaleza; cf. 28:7–8; 46:1;
59:9, 17; 81:1; 118:14) salvara su vida del poder de sus perversos enemigos, quienes
eran como el perro (cf. v. 16), el león (cf. v. 13 y el comentario de 7:2), y como los
búfalos (cf. toros, 22:12–13). A medida que él oraba, sentía la confianza de que había
sido escuchado. Según el hebr. (TM), la segunda parte del v. 21 comienza
inesperadamente con la declaración de confianza “y ya me has oído” (VM; NVI99 nota
mar., donde ofrece la trad. “me respondiste desde” y BLA nota mar.; lit. “me has
respondido”) en vez de la petición y líbrame de (RVR60). El salmista debe haber
recibido la revelación de que sería liberado, porque el resto de salmo se centra en alabar
a Dios por su salvación.
D. Alabanza y ánimo para la oración (22:22–31)
22:22. David ahora se dirige hacia la congregación, haciendo una promesa de
alabar al Señor. El v. 22 se cita casi lit. en Hebreos 2:12, donde habla de la alabanza

TM texto masorético

VM Versión Moderna
expresada por Jesús cuando fue liberado. Por supuesto que la oración de Jesús pidiendo
ser librado de la muerte (He. 5:7) fue contestada en forma distinta, porque fue levantado
de entre los muertos. Por su lado, el salmista fue rescatado de la misma muerte.
22:23–26. El salmista invita a la congregación a alabar a Dios junto con él porque el
Señor no menosprecia a ningún afligido (i.e., al salmista que estaba en sufrimiento)
sino que escucha cuando clama a él pidiendo ayuda (cf. vv.1–2) y contesta su oración.
Con base en esta declaración de alabanza, David prometió cumplir sus votos y animó a
la congregación a alabar a Dios con él. También la motivó a seguir orando (vivirá
vuestro corazón para siempre significa “no se den por vencidos”; cf. “corazón” en v.
14).
22:27–31. Después de esto, el salmista se dirige al resto del mundo anticipando que
la humanidad se volvería a Jehová (v. 27) y le adoraría (se postrarán delante de)
porque él es el rey soberano, el único que rige a las naciones (v. 28), incluyendo a los
poderosos y a los que están en agonía. De generación en generación, todos los
habitantes de la tierra sabrían que Jehová escuchó su oración y lo rescató. Por esa
razón, Dios es digno de nuestra confianza. Es indudable que estas palabras, cuando se
aplican a nuestro Señor Jesucristo, adquieren mayor significado. Cuando las personas
escucharan la forma en que Dios respondió a su oración levantándole de los muertos
(He. 5:7), muchos se volverían a él, confiarían en él y le adorarían.
Salmo 23
Usando las imágenes de un pastor y de un buen anfitrión, David reflexionó acerca
de las abundantes bendiciones que Dios le daba aun en medio de los peligros que
enfrentaba. Concluyó diciendo que la protección continua y amorosa de Dios le
restauraría a la comunión completa con él.
A. El Señor como líder (23:1–4)
23:1. El salmista empleó la figura de un pastor para recordar las bendiciones de
Jehová (cf. Dios como pastor en 28:9; 80:1) que disfrutaba. Esa metáfora resultaba muy
familiar para David, conocido como rey-pastor. También era una metáfora muy común
en el antiguo Cercano Oriente, ya que muchos reyes se comparaban a sí mismos con
pastores cuando ejercían su liderato. La profecía acerca del futuro Mesías también
incluía esta idea (Is. 40:11), y Jesús se identificó como el “buen pastor” (Jn. 10:14) tan
esperado. Jesucristo también es llamado el “gran pastor” (He. 13:20) y el “príncipe de
los pastores” (1 P. 5:4). Ya que Dios era el pastor de David, sus necesidades estaban
completamente cubiertas.
23:2a. La primera bendición que David experimentó fue recibir el alimento
espiritual. Así como un pastor conduce a sus ovejas hacia pastos verdes para que se
alimenten, así el Señor conduce a su pueblo espiritualmente. Al que sigue al Señor no le
falta alimento espiritual. Se espera de los pastores de la iglesia (cf. Hch. 20:28; 1 P. 5:2)
que también alimenten al rebaño (Ez. 34:1–10; Jn. 21:15–17) de creyentes. La comida
para el alma es la palabra de Dios (He. 5:12–14; 1 P. 2:2).
23:2b–3a. Una segunda bendición que viene del liderazgo del Señor, es la
restauración espiritual. Así como el pastor conduce a sus ovejas hacia aguas tranquilas
para que reposen y se aseen, así el Señor restaura o refresca el alma del creyente. La
lección espiritual es clara; el Señor provee perdón y paz para aquellos que le siguen.
23:3b. La tercera bendición que viene del liderazgo del Señor es que nos dirige por
el camino correcto (sendas de justicia). Un buen pastor sabe exactamente por qué
camino llevar a sus ovejas para que lleguen seguras al redil. De la misma manera, Dios
guía a los suyos por el camino correcto sin perder a ninguno de ellos. Esto lo hace para
cuidar de su reputación (por amor de su nombre).
23:4. La cuarta bendición del liderazgo del Señor es la protección. Si alguien se
encuentra en el valle de profunda oscuridad (o sombra de muerte), no debe temer. El
Señor está con él y lo protege. La vara y el cayado son el equipo con que cuenta el
pastor para proteger a las ovejas en tales situaciones. David se consolaba con la
presencia del Señor y con su protección prometida. Los creyentes nunca están
involucrados en situaciones ajenas a Dios, ya que él nunca desampara u olvida a su
pueblo (cf. He. 13:5).
B. El Señor como proveedor (23:5)
23:5. En este v., el escenario cambia a un salón de banquetes donde un espléndido
anfitrión ofrece una generosa recepción. Con estas imágenes, el salmista se regocijó en
la provisión del Señor. Lo que le consolaba era que ese acto se realizaba en presencia
de sus angustiadores (enemigos). A pesar del peligro inminente, el Señor era el que
servía la mesa para él; i.e., proveía a sus necesidades.
La imagen de ungir la cabeza con aceite habla de un acto refrescante y placentero, y
armoniza con lo que un anfitrión amable haría para dar la bienvenida a su invitado.
Teniendo la mesa y el aceite a la vista, David sabía que su futuro (su copa) estaría lleno
de abundantes bendiciones del Señor.
C. La respuesta de fe (23:6)
23:6. David se dio cuenta de que el amor leal (misericordia, ḥeseḏ) de Dios lo
seguiría todos los días de su vida y por dondequiera que fuera. Las bendiciones del
Señor sobre su pueblo permanecen firmes a pesar de las circunstancias. (Cf. el bien; i.e.,
la bondad de Dios en 27:13; 31:19; 69:16; 86:17; 109:21; 116:12; 142:7; 145:7.) Así,
concluyó diciendo: en la casa de Jehová moraré por largos días. La casa de Jehová se
refiere al santuario (tabernáculo), indicando que disfrutaría de una comunión completa
con el Señor por el resto de su vida (lit. “largura de días”). Es más, el vb. hebr. que se
trad. “moraré” comunica la idea de regresar, y se trad. “confortará” en 23:3. Quizá el
salmista, por alguna razón, estaba alejado del santuario y, por tanto, no podía disfrutar
plenamente de las bendiciones espirituales. Meditar en el amoroso liderazgo y provisión
del Señor, le hicieron recordar su comunión con él y anhelar estar delante de su
presencia en el santuario.
Salmo 24
En preparación para la entrada triunfal del gran Rey de gloria, el salmista declaró
que aquellos que tuvieran las manos limpias y un corazón puro serían los que podrían
presentarse en el lugar santo.
Muchos piensan que este salmo fue escrito cuando David llevó el arca del pacto a
Jerusalén (2 S. 6). Sin embargo, esto no se puede comprobar. Pero si tal suposición
fuere cierta, entonces las “puertas eternas” (Sal. 24:7) se refieren a la vieja fortaleza que
recibió el arca, que era símbolo de la presencia de Dios. O quizá el salmo habla de algún
otro regreso a Jerusalén después de una victoria obtenida en alguna batalla.
A. Ascendiendo al lugar santo (24:1–6)
24:1–2. David alabó a Dios porque la tierra y su plenitud le pertenecen, porque él
la ha creado. Este es un reconocimiento general de la soberanía de Dios sobre todas las
cosas.
24:3–4. A continuación, David preguntó: ¿quién podrá entrar en la presencia del
Dios soberano? (I.e., al tabernáculo que estaba en el monte [cf. el comentario acerca de
“santo monte” en 2:6] de Jehová y su lugar santo.) La respuesta, tal vez dada por los
sacerdotes del santuario, es: aquel cuya conducta es pura y cuya adoración es verdadera
(cf. Sal. 15). Limpio de manos se refiere a las acciones justas, y corazón puro se
refiere a la actitud y voluntad rectas. Solamente aquellos que no adoran a los ídolos
pueden ser verdaderos adoradores y andar en integridad por fe.
24:5–6. A la enseñanza anterior le sigue la afirmación de que aquellos que buscan
el rostro de Dios serán bendecidos con justicia. Esto puede referirse a los adoradores
que desean entrar en el santuario.
B. Entrada del Rey de gloria (24:7–10)
24:7. El salmista ofreció una exhortación (v. 7) y después una explicación (v. 8). Si
alzad … vuestras cabezas, o alzaos … puertas eternas se refiere a la ciudad de
Jerusalén, entonces estaba pidiendo que las puertas eternas se abrieran de par en par
durante la entrada triunfal del rey. Esta es una manera poética de subrayar la
superioridad de aquel que iba a entrar. Las puertas debían levantar sus cabezas, porque
el Rey de gloria estaba a punto de pasar por ellas.
24:8–10. David dio una explicación de esto. Por medio de preguntas y respuestas
declaró que este Rey de gloria es Jehová, el poderoso en batalla. Jehová había
mostrado que era fuerte porque les había proporcionado grandes victorias. Por tanto, él
es el rey glorioso que entrará en la ciudad. Uno puede imaginar la procesión de los
israelitas triunfantes llevando el arca, que era el símbolo de la presencia de Dios, y
subiendo al santuario para alabar a Jehová. Las ideas que hay en la exhortación (v. 7) y
en la explicación (v. 8) se repiten en los vv. 9–10. La repetición enfatiza el siguiente
punto: Jehová es un Rey glorioso que va a entrar al santuario y sólo los verdaderos
adoradores pueden disfrutar de su presencia.
Salmo 25
David buscó confiadamente al Señor para pedirle instrucción y perdón por su
iniquidad basándose en su misericordia hacia Israel. Este salmo es una meditación
acerca del carácter del Señor que invita a los humildes a confesar sus faltas y a orar. El
salmo es un acróstico, y cada v. comienza con una letra sucesiva del alfabeto hebr.
A. Oración implorando dirección y perdón (25:1–7)
El salmista no estaba avergonzado de buscar al Señor para pedir su dirección y
perdón por los pecados cometidos en su juventud (v.7).
25:1–3. Al buscarlo, David demostró su confianza en Jehová. Por ello, elevó su
alma al Señor sin ningún temor, porque sabía que nadie que confiara y esperara (cf. vv.
5, 21) en él, sería avergonzado (cf. v. 20); i.e., sus oraciones serían contestadas y sus
necesidades cubiertas. Esto contrasta con sus enemigos y con los que querían hacerle
mal.
25:4–7. En primer lugar, David pidió instrucción (vv. 4–5; cf. vv. 9, 12) y dirección
(v. 5; cf. v. 9). Él deseaba que Dios le mostrara sus caminos, incluyendo la verdad, y
que le enseñara sus sendas. Después, oró pidiendo perdón (vv. 6–7). Amparándose en
las misericordias y en la bondad de Dios, que habían sido evidentes a través de las
generaciones pasadas, pidió al Señor que no le fueran tomados en cuenta los pecados de
su juventud. (En tres ocasiones utilizó la palabra acuérdate o acuerdes).
B. Repetición de la oración (25:8–22)
El salmista insistió en su oración pidiendo dirección divina que lo llevara por el
camino de la verdad (cf. vv. 4–5) y de perdón (cf. vv. 6–7) para su alma afligida. Esta
vez, la oración se basó en el carácter revelado del Señor.
25:8–10. David exaltó el carácter de Dios diciendo: Él es bueno y recto; su amor es
infinito y fiel. Sobre esa base enseñó a los pecadores … y a los humildes el camino.
Es indudable que los pecadores necesitan de la gracia y la dirección de Jehová.
25:11. El salmista oró pidiendo perdón por su gran pecado—haciéndolo por amor
del nombre (su carácter revelado) de Jehová.
25:12–14. Aquí David describe a la persona que teme a Jehová, a la cual Dios hace
conocer su pacto (v. 14) y a quien instruye (v. 12b; cf. vv. 4–5, 8–9). Estas
declaraciones recuerdan al lector la literatura de sabiduría, especialmente Proverbios. La
persona que teme al Señor (Pr. 1:7; 9:10; 15:33; 31:30) es instruida por la palabra
divina.
25:15–22. El salmo concluye con una oración pidiendo la salvación por gracia.
Comenzando con la afirmación de que confiaba en que Dios lo podía salvar (v. 15), le
rogó que perdonara (v. 18; cf. vv. 6–7, 11) su alma afligida de sus pecados y que lo
salvara del sufrimiento causado por sus crueles enemigos (v.18). Una vez más pidió no
ser avergonzado (cf. v. 20, en el proceso de ser rescatado), y reiteró que esperaba sólo
en Dios (v. 21; cf. vv. 3, 5; esperar en Dios se menciona más de dos docenas de veces
en Salmos). La última petición fue de liberación para Israel de todas sus angustias (v.
22).
Es claro que el salmo relaciona la oración de salvación y dirección con la confesión
de pecado. El camino del Señor requiere que así sea.
Salmo 26
El salmo 26 es una afirmación clara de integridad personal e incluye una oración
pidiendo que esa cualidad sea aceptada por Dios. No hay ningún acontecimiento en la
vida de David que se pueda relacionar con este pasaje a la letra. En muchos aspectos,
este salmo es muy similar al 25. Sin embargo, el 26 no incluye una petición de perdón.
El salmista declaró que permanecía alejado de los pecadores, y se identificó como
adorador de Dios. Con base en esto, oró con confianza pidiendo que el Señor lo librara
del destino que espera a los pecadores.
A. Declaración de integridad (26:1–3)
26:1–3. David hizo una petición introductoria que contiene dos partes: Jehová (a)
debía actuar a su favor con justicia (v. 1) y (b) considerar su afirmación (v. 2; cf.
139:23). El Señor podía ver que el salmista había sido consistente en su fe (26:1a) y que
había obedecido al Señor y su verdad (v. 3).
B. Evidencia de integridad (26:4–8)
26:4–5. David demostró su integridad separándose de los pecadores (vv. 4–5) e
identificándose con los verdaderos adoradores de Dios (vv. 6–8). En ninguna manera se
había identificado con los impíos y los malignos. Jamás se sentó (vv. 4a, 5b) con ellos
ni consultó con ellos ninguna cosa (cf. 1:1); en realidad, aborrecía sus reuniones.
26:6–8. El santuario (cf. altar, v. 6, y casa, v. 8) es el escenario de estos vv. David
adoraba con un corazón íntegro (lavaba sus manos, cf. 24:4, en inocencia) y de manera
sincera (alababa a Dios y declaraba sus maravillas). En contraste con la aversión que
sentía hacia las reuniones de los impíos (26:5), el salmista anhelaba estar en el santuario
y disfrutaba estar en él, porque era el lugar de la morada de la gloria de Dios.
C. Oración pidiendo recompensa por andar en integridad (26:9–12)
26:9–12. David pidió al Señor que lo librara del destino fatal de los pecadores, con
quienes no se asociaba (cf. vv. 4–5). Probablemente David se estaba refiriendo a la
muerte prematura (alma en hebr. se refiere a la vida).
Si los impíos iban a ser destruidos con un juicio repentino, los que evitaran su
compañía se librarían de ese castigo.
Esperando quedar exento de ello, David ofreció alabanzas a Jehová en medio de la
congregación (cf. vv. 7–8). En repetidas ocasiones los escritores de Salmos oraron
pidiendo ser redimidos (v. 11) de la angustia (pāḏâh,“rescatar, redimir,” se usa en 31:5;
44:26; 49:7; 55:18; 69:18; 78:42; 119:134). Con frecuencia, esta palabra hebr. se usa
para referirse a la liberación de Israel de la esclavitud egipcia (cf. Dt. 7:8; 9:26; 13:5;
15:15; 24:18; 2 S. 7:23; Mi. 6:4).
Salmo 27
Al principio de este salmo, David expresa su confianza gozosa en el Señor a pesar
de la multitud de enemigos que lo amenazaban de muerte. Sin embargo, repentinamente
su ánimo cambió: oró con desesperación pidiendo que no lo abandonara, sino que lo
ayudara y consolara durante esa situación de necesidad. Sabiendo que el Señor era la
fuente de su consuelo y esperanza, se fortaleció y esperó en él. Este salmo refleja gran
confianza y valor.
A. Confianza que disipa el temor (27:1–3)
27:1. David expresó una gran fe en Jehová: porque era su luz …, salvación y
fortaleza (mā‘oz, “lugar fortificado”; cf. 37:39; 43:2; 52:7). Por tanto, nadie podía
hacerle daño. La referencia a la luz indica entendimiento, gozo y vida (cf. 18:28) y la
fortaleza (cf. 18:2) sugiere defensa. Con tales provisiones de parte del Señor, ¿a quién
puede temer el creyente? (cf. 27:3). La respuesta obvia es que a nadie.
27:2–3. Respondiendo a la pregunta anterior, David habló de los enemigos que
estaban en su contra. Pero aunque arremetieran contra él, no sentiría temor (cf. v. 1) y
siempre estaría confiado en el Señor.
B. Comunión que da seguridad (27:4–6)
27:4. David continuó expresando su confianza en Jehová al afirmar que deseaba
habitar en la casa (templo) y morar allí toda su vida, para disfrutar de su hermosura y
buscar al Señor en su templo. (Hêḵāl no se refiere aquí al templo de Salomón, ya que
aún no se había construido. En hebr. significa una estructura magnífica, como el
tabernáculo; cf. vv. 5–6; 5:7; 1 S. 1:9; 3:3; el templo, 2 R. 24:13; o un palacio, Sal.
45:15; 144:12; Dn. 1:4.)
27:5–6. Morar en la presencia del Señor daría más confianza a David. Dios lo
tendría a salvo en el día del mal, lo libraría del peligro, finalmente triunfaría (su cabeza
sería levantada) sobre sus enemigos y entonces entonaría alabanzas a Jehová con
alegría. Quizá la idea de estar a salvo en el santuario, donde sus enemigos no podían
alcanzarlo, le hizo meditar acerca de la protección de Dios. En hebr., la palabra sēṯer,
que indica protección divina, también se encuentra en 32:7 (“refugio”); 91:1 (“abrigo”)
y 119:114 (“escondedero”), y se refiere al cuidado de Dios. Ciertamente David conocía
la verdadera fuente de seguridad.
C. Oración ferviente de fe (27:7–14)
27:7–10. Es evidente que el Señor no estaba brindando protección inmediata a
David, ya que éste oró de manera ferviente y desesperada pidiendo su ayuda. Le rogó
que no lo abandonara, porque padecía una gran necesidad. Dios había mandado a los
justos que oraran (que buscaran su rostro) y eso es precisamente lo que David hacía.
Por tanto, el Señor no debía negarle su socorro (o esconder de él su rostro; cf. 102:2;
143:7). Además, David declaró ser su siervo y que él había sido su ayuda en el pasado.
Sobre esta base, suplicó a Jehová que no lo rechazara. Esta oración iba respaldada por
su conocimiento de que Dios no lo desampararía, aunque sus padres lo dejaran (algo
poco probable).
27:11–12. David pidió a Dios que le enseñara el camino que debía seguir (cf. 25:4–
5), ya que sus enemigos lo estaban acechando. Rogó que no lo entregara a sus
enemigos, que eran testigos falsos que habían jurado destruirlo.
27:13–14. Finalmente, la confianza del salmista se reafirmó nuevamente. Se
regocijó en la esperanza de ver la intervención de Jehová. David sabía que sobreviviría
(estaría en la tierra de los vivientes) para ver la bondad de Dios. En esa verdad se
fortaleció y decidió esperar a Jehová.
Salmo 28
El salmista estaba convencido de que el Señor haría una distinción entre él y sus
enemigos. Rechazaría a estos y lo preservaría a él de su angustia. Así, oró pidiendo que
el Señor pastoreara y salvara a su pueblo. Este salmo acompaña al 26; sin embargo, aquí
el peligro es inminente.
A. Petición a Jehová (28:1–4)
28:1. El salmista se dirigió a Jehová rogando que lo separara de los impíos cuando
fueran castigados. Esta es una súplica de carácter urgente. Si Dios no contestaba,
entonces él moriría (i.e., iría al sepulcro, ḇôr, que es un sinónimo de tumba; cf. 30:3).
28:2–4. David pidió (a) que el Señor mostrara su favor y escuchara su clamor
suplicando misericordia y ayuda (v. 2), (b) que no lo arrebatara juntamente con los
pecadores hipócritas (v. 3), y (c) que castigara con justicia (v. 4) a los malos.
B. Alabanza llena de confianza en el Señor (28:5–8)
28:5–8. Al dirigirse a la congregación, el salmista expresó su seguridad en que
Jehová contestaría su oración y que los impíos serían derribados para siempre. Ya que
los malos no toman en cuenta los hechos de Jehová, serán destruidos. Esto lo llevó a
expresar su alabanza a Jehová: (a) porque había escuchado la voz de sus ruegos (v. 6;
cf. v. 2); (b) porque era su fortaleza (cf. v. 8; 22:19; 46:1; 59:9, 17; 81:1; 118:14) y su
escudo (cf. el comentario de 3:3) que le había permitido escapar de las maquinaciones
de los malos y regocijarse en el Señor (v. 7); y (c) porque había salvado a su pueblo (cf.
18:2) y como una fortaleza había defendido al rey (su ungido, 28:8). El hecho de que
Dios se dio a conocer como el salvador de su pueblo, le inspiró a alabarlo.
C. Oración pidiendo liberación y dirección (28:9)
28:9. El salmista continuó su oración (v. 9) después de expresar su confianza en que
sería contestada (vv. 5–8). Pidió liberación para la nación de Israel (heredad de Dios;
cf. 33:12; 78:62, 71; 79:1; 94:14; Dt. 4:20; 9:26, 29; Jl. 2:17; 3:2; Mi. 7:14, 18) y
dirección pastoral (cf. Sal. 23:1; 80:1) para siempre. Esta oración es una petición para
que el Señor los sostuviera a través de todas las pruebas y tribulaciones. Su respuesta les
daría ánimo.
Salmo 29
David fue testigo de una aterradora tormenta que pasaba por la tierra de los
cananeos originada por el poder de Dios. Aquí, invita a los ángeles a glorificarle porque
él es el rey eterno de la naturaleza. El salmo 29 es una polémica contra las creencias
paganas que atribuían las tormentas a los ídolos.
A. Invitación a la adoración (29:1–2)
29:1–2. El salmista invita a los ángeles a tributar gloria a Jehová. Hijos de los
poderosos es lit., “hijos del poderoso”; i.e., los seres angélicos de Dios. Aquí, la poesía
alcanza un punto muy alto cuando repite tres veces (con ligeros cambios en las palabras
que le siguen) la expresión dad (o tributad) a Jehová la gloria debida a su nombre y
sigue ampliando esa idea hasta llegar a la línea final, donde hace la invitación a adorar
en santidad. El salmista, usando expresiones del culto israelita, exhorta a los ángeles a
reconocer la gloria y poder del Señor y a hacerlo en santidad, porque Jehová es santo.
B. Razón para adorar (29:3–9)
El salmista describió el control que el Omnipotente tiene sobre la naturaleza
valiéndose de la imagen de la imponente tormenta.
29:3–4. David dijo que el inicio de la tormenta sobre las muchas aguas (i.e., el mar
Mediterráneo) se debió a la voz de Jehová. Aunque el vocablo voz puede ser una
manera poética de referirse a los truenos (cf. 18:13), probablemente también se utiliza
para comunicar que aquél que creó la naturaleza con su palabra (cf. Gn. 1:3, 6, 9, 14, 20,

lit. literalmente
24) también la controla por medio de ella. De esa manera, la tormenta era una
demostración de su poder.
29:5–7. Mientras David presenciaba la intensa tormenta y cómo se movía tierra
adentro, siguió describiéndola como la voz de Jehová, que es capaz de destruir los
cedros del Líbano, provocar terremotos en las grandes montañas (v. 6), y producir
llamas de fuego (relámpagos) en los cielos (v.7). El Líbano (v. 6) y el Sirión son
montañas de la cordillera Antilíbano.
Lo que estaba sucediendo era por decreto divino. Es interesante que la frase la voz
de Jehová se mencione siete veces en los vv. 3–9. Esa tormenta era evidencia de la
supremacía de su majestad.
29:8–9. La tormenta (la voz de Jehová) no solamente hizo estremecer a las
montañas (v. 6); también hizo temblar … el desierto de Cades. Ese Cades era un
pueblo ubicado aprox. a 124 kms. al norte de Damasco, no es el Cades del sur de Israel.
Al avanzar la tempestad, trastornó la flora y la fauna de la zona desértica oriental.
También provocó que las ciervas parieran prematuramente por el miedo (como trad.
casi todas las versiones siguiendo el hebr. [cf. BLA, RVR09, VM]) y arrancó las hojas
de los árboles de los bosques. Como resultado, todas las criaturas (todo), quizá
refiriéndose a los ángeles una vez más (cf. v. 1), proclamaron alabanzas en su templo
por su gloria y su poder.
C. Conclusión (29:10–11)
29:10. El salmista concluyó diciendo que Jehová gobierna como rey para siempre
y que él desea bendecir a su pueblo. El diluvio probablemente se refiere a la inundación
universal de los días de Noé. La palabra preside debe trad. “se sentó” (BLA, BJ, VM).
Quizá David recordó este hecho para apoyar su tesis de que la tormenta que presenciaba
era obra de Dios. Si existiera alguna duda de que Dios controla la naturaleza, ese
meteoro la disipó. Él es Jehová, el Señor y dueño de la creación.
29:11. Esa demostración de poder sirvió para alentar al pueblo, ya que ese mismo
poder (fuerza) estaba disponible para ellos. La fuerza que está a su alcance (v. 11) es
divina (v. 1). En estos dos vv. se usa la misma palabra hebr. (‘ōz) para enfatizar que el
poder que puede provocar una tormenta de esa magnitud es el que está disponible para
aquellos que confían en Dios. Y de la misma manera que el Señor puede calmar una
tempestad, también puede traer paz a su pueblo. Los milagros de Jesús sobre la
naturaleza, especialmente cuando calmó la tempestad en el mar de Galilea (Mr. 4:37–
39), demostraron que le había sido otorgado todo el poder.
Salmo 30
El título de este salmo escrito por David dice que es un “Salmo cantado en la
dedicación de la Casa” y puede referirse a la consagración que hizo David del sitio
donde se iba a edificar el templo (1 Cr. 21:26; 22:1) después de censar al pueblo. (La
palabra “casa” podría referirse al tabernáculo [tienda] donde David colocó el arca, 2 S.

aprox. aproximadamente

trad. traducción, traductor

BLA Biblia de las Américas

RVR09 Reina-Valera Revisión 1909

VM Versión Moderna

BJ Biblia de Jerusalén
6:17.) El problema con esa interpretación es que el salmo menciona el castigo que Dios
envió a David (cf. Sal. 30:7) por su orgullo (v. 6), quizá por medio de algún
padecimiento físico (v. 3). Puede ser que el malestar haya sido figurado, no literal, y que
se refiriera al remordimiento interno que sentía (1 Cr. 21:13) por su soberbia, ya que
ocasionó la muerte de 70,000 israelitas (1 Cr. 21:2, 8, 14). Algunos interpretan el título
como una designación litúrgica para utilizarlo cuando se dedicaran edificios construidos
en el futuro (e.g., Esd. 6:16; Neh. 12:27).
David alabó al Señor cuando experimentó la liberación del castigo divino por su
pecado. Aprendió que la ira divina es temporal, pero su favor es permanente.
A. Liberación del castigo (30:1–5)
David agradeció la liberación de Dios e invitó a la congregación a alabarle.
30:1. Juró adorar a Jehová porque lo había sacado de la angustia y lo había
exaltado, evitando así que sus enemigos se alegraran, porque no les dio oportunidad
para ello.
30:2–3. Aquí David describe la respuesta a su oración. Dios lo sanó y preservó su
vida. Por eso dijo en forma figurada: hiciste subir mi alma del Seol (v. 3a, que es igual
a sepultura del v. 3b), lo que indica que estuvo muy cerca de la muerte (cf. 71:20;
130:1), tal vez por algún padecimiento físico. Sin embargo, Jehová lo sanó evitando su
muerte.
30:4–5. El salmista invitó al pueblo a cantar y a celebrar a Jehová por su liberación.
El motivo de alabarlo es que su ira es temporal. Sólo dura un momento, sólo una
noche … pero su favor dura para toda la vida. Por la mañana, podemos experimentar
nuevamente la alegría de ser sus hijos.
B. Castigo por su falta de dependencia (30:6–10)
30:6–7. Aquí, David registra su petición por el perdón por su pecado de
autosuficiencia. Había estado lleno de orgullo, y pensaba que jamás sería conmovido
(cf. el comentario de 15:5). La palabra prosperidad (šelew) puede trad. como “seguro”
(NVI99) y sugiere su negligencia; había olvidado su necesidad de confiar en el Señor
poniendo su confianza en sí mismo.
Como resultado, Dios lo castigó (30:7). Antes, cuando Dios le había mostrado su
favor, le brindó seguridad (como monte fuerte es una figura que indica la fortaleza de
su posición). Sin embargo, cuando lo disciplinó, escondió su rostro de él, expresión que
se refiere a la remoción de sus bendiciones y protección.
30:8–10. Cuando Dios mandó la plaga como castigo por su orgullo (2 S. 24:15),
David clamó argumentando que con su muerte el Señor no tendría ninguna ventaja.
(Acerca de sepultura; cf. Sal. 30:3 y el comentario de 28:1). Si Dios deseaba recibir
alabanzas de David, entonces debía preservarlo de la tumba (cf. Is. 38:18). Ese es el
razonamiento que el salmista siguió cuando elevó su oración pidiendo misericordia y
ayuda (cf. Sal. 30:2).
C. Restauración después de la disciplina (30:11–12)
30:11–12. Utilizando la terminología de las fiestas solemnes (baile y alegría),
David describió la forma en que Dios lo había sacado de su condición tan lamentable
(acerca de cilicio; cf. 35:13 y V. el comentario de Gn. 37:34). Al ver la respuesta a su
oración, David cantó alabanzas y prometió alabar y agradecer a Jehová su Dios (cf. Sal.
30:2) para siempre. De igual manera, cada experiencia de liberación debe producir una
alabanza sincera de parte del creyente.
Salmo 31

NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999


El salmo 31 es otro “salmo de David” escrito en tiempo de gran aflicción. Es la
oración de alguien que está sufriendo persecución, que ha sido despreciado y difamado.
David estuvo bajo esas circunstancias durante gran parte de su vida, y el libro de
Salmos incluye varias de sus oraciones que surgieron por el sufrimiento. En este pasaje
se exhorta a los afligidos a amar a Dios y a ser fuertes porque él los protege de los
planes malvados de los hombres. David dijo que aprendió esa verdad cuando puso su
vida en las manos de Dios al ver que sus enemigos querían matarlo.
A. Clamor pidiendo ser rescatado (31:1–2)
31:1–2. Estos vv. registran la primera parte del clamor de David a Jehová, a quien
consideraba su refugio (cf. vv. 2, 4). Oró pidiendo al Señor que lo librara pronto (cf.
69:17; 70:1, 5; 71:12; 79:8; 102:2; 141:1; 143:7) y que fuera su roca y su fortaleza (cf.
31:3 y el comentario de 18:2). Su única protección y seguridad provenían del Señor.
B. Confianza en su amor (31:3–8)
David puso confiadamente su vida en las manos del Señor, su roca, sabiendo que
podía gozarse en su amor (cf. vv. 16, 21).
31:3–4. La confianza del salmista se muestra de manera muy intensa en estos vv. El
Señor era su roca y su castillo (cf. v. 2) y su refugio (cf. vv. 1–2; 18:2), por tanto, lo
sacaría de cualquier peligro.
31:5. Con gran fe en Dios (vv. 3–4) dijo: en tu mano encomiendo mi espíritu
pidiendo que el Dios de verdad (cf. Is. 65:16) lo redimiera (V. el comentario de Sal.
26:11). Cuando se vio atacado por hombres impíos, nuestro Salvador hizo la misma
declaración de confianza en el Señor (Lc. 23:46). Una persona que está sufriendo y tiene
fe en Dios, puede orar y entregar sus problemas a él (1 P. 4:19).
31:6–8. Además de expresar su confianza, David declaró que aborrecía a los que
esperan en vanidades ilusorias, i.e., en “ídolos vanos” (NVI99). Sólo Jehová es fiel, y
digno de toda confianza. Por ello, David confiaba anticipadamente que lo alabaría por
su misericordia. Escribió esta porción (v. 8) como si la liberación ya se hubiera
efectuado. Con esa clase de fe genuina, los creyentes pueden anticipar la liberación de
Dios y elevar cantos de victoria.
C. Lamento por el peligro (31:9–13)
31:9–13. El salmista suplicó misericordia de Jehová, porque su vida estaba en
peligro (angustia). Debido a que estaba experimentando angustia …, tristeza y dolor,
sentía que estaba a punto de perecer (vv. 9–10). (Acerca de huesos, V. el comentario de
6:2.) Por culpa de sus enemigos, había sido olvidado por sus conocidos (31:11–12).
Puesto que muchos planeaban quitarle la vida, sentía que el miedo le perseguía por
todas partes (cf. Jer. 20:10).
D. Oración pidiendo liberación (31:14–18)
31:14–18. Subrayando que confiaba en Dios y que había entregado su vida (mis
tiempos) en sus manos (vv. 14–15a; cf. v. 5), el salmista pidió ser librado (vv. 15b–16)
de sus enemigos y que sus perseguidores arrogantes enmudecieran (vv. 17–18).
(Acerca del resplandor del rostro del Señor, V. el comentario de 4:6.) Ellos eran los que
debían quedar mudos, porque hablaban con labios mentirosos, y no él, que quería
alabar a Dios.
E. Alabanza y exhortación (31:19–24)
31:19–24. David alabó a Dios (¡Cuán grande es tu bondad …!) por su protección
para los fieles en general (vv. 19–20), y por librarlo en su misericordia (v. 21; cf. vv. 7,
16) a pesar de su incredulidad (v. 22). Con base en lo que había aprendido acerca de la
liberación de los fieles por Dios, animó a los santos a esforzarse, a esperar en Jehová y
a animarse y tomar aliento en él (vv. 23–24).
Salmo 32
Habiendo experimentado el castigo y perdón divinos (posiblemente por los pecados
de adulterio y homicidio registrados en 2 S. 11), David animó a otros a buscar al Señor,
porque él trata con misericordia a los pecadores, pero si no se humillaban, recibirían el
castigo.
Este salmo puede ser complemento del 51, que se refiere al pecado de David con
Betsabé. Durante un año, David rehusó admitir su falta. El salmo 51 es una oración
pidiendo perdón; el 32 es la continuación de la historia, donde se enfatiza el perdón de
Dios y la lección que aprendió el cantor de Israel.
A. Bendición del perdón (32:1–2)
32:1–2. Habiendo recibido el perdón de Dios por su transgresión, David expresó su
alegría. En el Salmo 1:1, bienaventurado se refiere a una persona que lleva una vida
intachable. Aquí se relaciona con alguien que ha sido perdonado. Dios perdona
totalmente, y no culpa de iniquidad a una persona que en verdad se ha arrepentido.
B. El castigo para los que no se arrepienten (32:3–5)
32:3–5. El salmista experimentó el perdón cuando reconoció su pecado, pero sólo
después de haber experimentado el castigo divino. Mientras calló, y no declaró su
pecado, se debilitó físicamente (acerca de huesos, V. el comentario de 6:2) y sufrió en
su interior. La mano (o poder) de Dios pesaba sobre él (32:4), i.e., Dios lo trató con
severidad. El resultado fue que su vitalidad (verdor) se convirtió en sequedades de
verano. Esta expresión puede referirse a algún padecimiento físico que incluía una
fiebre muy alta, o puede ser una manera poética de describir el remordimiento que
pesaba sobre su conciencia.
Por tanto, confesó su pecado a Dios y él le perdonó. Este es el primer paso que lleva
a la restauración, porque el Señor perdonó la maldad de su pecado.
C. El consejo de los que han sido perdonados (32:6–11)
32:6–7. David animó a otros a buscar al Señor pues él muestra gracia a los
pecadores. El tiempo oportuno para orar es cuando el Señor puede ser hallado. Si esto
hacemos, las calamidades (descritas como inundación de muchas aguas) no nos
ahogarán. Basándose en ese consuelo, David alabó al Señor llamándolo refugio (sēṯer,
que también se usa en 27:5, “morada”; 91:1, “abrigo”; 119:114, “escondedero”). Dios
protege de la angustia a aquellos que confían en él y les da razones para alabarlo.
32:8. David también aconsejó a otros a someterse al Señor antes que él los obligara
a hacerlo, y a confesar su pecado de manera voluntaria. Debido a las palabras sobre ti
fijaré mis ojos (cf. 25:8, 12; 73:24), algunos opinan que el que está hablando en el v. 8
es Dios y no David. Sin embargo, parece que el salmista adopta aquí el papel de
maestro (cf. 34:11; 51:13).
32:9–11. El salmista aconsejó a sus lectores que se humillaran delante de Jehová y
que no opusieran resistencia como hace el caballo, o … el mulo, que son animales sin
entendimiento y que tienen que ser sujetados. Aquellos que confían en el Señor
experimentarán su misericordia (ḥeseḏ, amor leal), y podrán cantar alabanzas a
Jehová.
Salmo 33
El salmista invitó a los justos a alabar a Dios porque su palabra es fiel y sus obras
justas. Los que confían en él pueden estar seguros de que cumplirá sus promesas y que
consumará su obra de salvación.
Este salmo es un himno de alabanza. Pudo haber sido resultado de una victoria
nacional, pero no se sabe específicamente cuál. El texto hebr. no tiene título, sin
embargo, la LXX atribuye este salmo a David.
A. Es bueno alabar a Dios (33:1–3)
33:1–3. Estos vv. incluyen la invitación del salmista a alabar a Dios y la exhortación
a los justos a regocijarse en Jehová porque es bueno hacerlo. La alabanza es la
respuesta natural de los hijos de Dios cuando reciben sus beneficios. Sin embargo, su
alabanza debe ser espontánea y fresca—las nuevas bondades exigen nuevos cantos de
alabanza (cf. un cántico nuevo en 40:3; 96:1; 98:1; 144:9; 149:1). Además, es necesario
que se haga bien, con destreza. El mejor talento que una persona posee debe ser
ofrecido en alabanza al Omnipotente.
B. El Señor es confiable y recto (33:4–19)
33:4–5. El motivo de la alabanza de este salmo se resume en estos vv. La palabra
de Jehová es digna de confianza; toda su obra es hecha con fidelidad y él es justo y
actúa con misericordia (ḥeseḏ; cf. vv. 18, 22).
33:6–11. En éstos vv. se amplía el pensamiento del v. 4 acerca de que su palabra y
sus obras son confiables. En primer lugar, el salmista habla del poder de la palabra de
Jehová durante la creación (vv. 6–9). Debido a que él dijo, todo lo que existe fue
hecho. Lo que Dios decreta, se realiza. Por tanto, todos los habitantes del mundo
deben ofrecerle alabanzas.
A continuación, el salmista habló acerca del poder de Jehová a través del devenir de
la historia (vv. 10–11). El designio divino frustra los planes de las naciones impías (cf.
2:1–6). Sus propósitos se llevan a cabo inexorablemente, sin importar lo que las
personas se propongan. Sin lugar a duda, un Dios cuya palabra y obra tienen tanto
poder, debe recibir gloria y alabanza.
33:12–19. Estos vv. amplían la idea de la rectitud de Jehová. Él es justo (cf. v. 4a),
y fiel (cf. v. 5b). El v. 12 expresa el gozo del salmista porque pertenecía a la nación
escogida para recibir su amor leal. (Acerca de Israel como heredad de Dios, V. el
comentario de 28:9.) En seguida, el salmista declaró que Dios mira a todos los hombres
desde su elevado trono que está en los cielos (el lugar de su morada, cf. 2 Cr. 6:21, 30,
33, 39; 30:27). Incluso, conoce sus pensamientos más profundos (Sal. 33:13–15). Nada
escapa de sus ojos, ni salva al que confía en sí mismo (vv. 6–17). Los que buscan a un
rey, o dependen de la fuerza humana, o del caballo, no pueden encontrar alivio (cf.
20:7). Pero Jehová sí salva y preserva a aquellos que le temen y esperan en su
misericordia (33:18–19; cf. “esperar” en vv. 20, 22 y “misericordia” en vv. 5, 22). Este
es el destino de Israel, la nación … bienaventurada (v. 12).
C. El pueblo de Dios confía en él (33:20–22)
33:20–22. La conclusión del salmo es una reafirmación de fe en Jehová. El pueblo
de Dios demuestra su fe de tres maneras. Primero, espera confiadamente (cf. 25:5, 21;
39:7; 62:5; 71:5) la liberación y ayuda (cf. 30:10; 40:17; 46:1; 54:4; 63:7; 70:5; 115:9–
11; 146:5) del Señor, que es su escudo (cf. el comentario de 3:3). Segundo, se alegra en
él, en quien confía (33:21). En tercer lugar, ora pidiendo que su misericordia (ḥeseḏ;
cf. vv. 5, 18) sea … sobre ellos. Así que están seguros (esperamos) de que él cumplirá
a cabalidad su plan salvífico.
Salmo 34
Este canto de alabanza se atribuye a David. Lo escribió cuando escapó de Abimelec
fingiendo estar loco (1 S. 21:11). En este salmo, David invita a la congregación a alabar

LXX Septuaginta
a Dios por su salvación. Y después de afirmar que él es bueno con aquellos que confían
en él, instruye al pueblo acerca de cómo tener una larga vida.
A. Dios es bueno con su pueblo (34:1–10)
34:1–3. Los vv. 1–10 están saturados de la alabanza de David. En los vv. 1–3 invita
al pueblo a alabar a Jehová junto con él. Personalmente, él decidió alabar a Dios de
continuo con objeto de alegrar a los afligidos (mansos). Sin embargo, en esta ocasión
animó a todo el pueblo a unirse con él para engrandecer y exaltar a una su nombre.
34:4–6. En esta sección David registró el evento de su liberación. Cuando clamó y
fue librado (cf. “libra, defiende, librará” en vv. 7, 17, 19), se convenció de que los
creyentes no serán avergonzados jamás. Más bien, serán alumbrados, porque Dios los
escucha (cf. vv. 15, 17) y además, quedarán libres de todas sus angustias (cf. vv. 17,
19).
34:7–10. David declaró que el ángel de Jehová (posiblemente Dios mismo; cf. el
comentario de Gn. 16:9) acampa alrededor de los que le temen (cf. Sal. 34:9, 11).
Aquí, el salmista describió la protección divina utilizando imágenes militares (cf. Gn.
32:2; 2 R. 6:16).
Aquellos que confían en el Señor experimentan felicidad genuina, por lo que el
salmista dice: gustad, y ved que es bueno Jehová. Todos los que le temen, i.e.,
aquellos que son verdaderos adoradores, no tendrán falta de ningún bien (cf. Sal.
23:1), i.e., no carecerán de lo bueno (cf. 16:2; 84:11).
B. Dios bendice a los rectos dándoles vida (34:11–22)
34:11–14. Los vv. 11–22 incluyen las instrucciones de David al pueblo acerca de
cómo lograr una vida abundante en el Señor. Los exhorta a atender la instrucción acerca
del temor de Jehová. Esto implica esencialmente llevar una vida pacífica y recta (v.
12), haciendo a un lado el mal y el engaño (v. 13) y siguiendo el bien (v. 14). Esta es
enseñanza sapiencial acerca del camino del justo, el cual produce una vida feliz y la
bendición de Dios.
34:15–21. Para aquellos que viven rectamente (cf. justos en los vv. 15, 17, 19, 21)
delante de Jehová, se mencionan varias garantías. En primer lugar, el Señor fija sus
ojos … sobre los justos, i.e., los protege (v. 15), pero está en contra de los malos, y
cortará su memoria de entre los vivientes (v. 16; cf. Pr. 10:7b). En segundo lugar,
Jehová oye (cf. Sal. 34:6, 15) las oraciones de los justos que llegan ante él contritos de
espíritu, sin arrogancia o contumacia (vv. 17–18). En tercer lugar, Jehová libra (cf. vv.
4, 7, 17) de todas sus angustias a los creyentes (cf. v. 6) y no permite que ni uno solo
de sus huesos sea quebrantado. Esta es una expresión que indica la protección
absoluta de Dios de la opresión cruel. Dios utilizó el v. 20, así como Éxodo 12:46b, para
referirse al Salvador en Juan 19:36.
34:22. En resumen, el salmista aseguró que Jehová redime el alma de sus siervos
(cf. el comentario acerca de “redime” en 26:11); y no serán condenados los que en él
confían. Se puede apreciar en el texto hebr. que éste v. resume la razón para alabar a
Dios. Este salmo es un acróstico, porque cada v. empieza con una letra diferente del
alfabeto hebr. en su orden correcto. Sin embargo, se omitió una letra (entre los vv. 5–6),
terminando así el acróstico en el v. 21. Entonces, el último v. interrumpe la secuencia y
llama la atención a su contenido.
Salmo 35
Este cántico es una combinación de tres lamentos por la oposición de los enemigos
de David. En cada uno de ellos se desarrolla la petición de ser librado de sus opresores,
quienes lo odiaban sin razón.
A. Clamor pidiendo liberación de los destructores (35:1–10)
El salmista pidió al Señor que lo librara de sus enemigos, quienes lo odiaban sin
causa y deseaban matarlo.
35:1–6. La oración de David comenzó con una súplica a Jehová para que actuara
como su defensor (vv. 1–3) y combatiera y derrotara a sus enemigos (vv. 4–6). Deseaba
ver que sus opositores fueran arrebatados como hace el viento con el tamo (v. 5)
durante el proceso de trillar el grano. Oró pidiendo justicia y retribución y que el ángel
de Jehová los persiguiera y les pagara conforme a lo que habían planeado contra él.
35:7–10. Sus enemigos habían buscado matarlo por sorpresa, al igual que un
cazador esconde su red y cava un hoyo para atrapar a su presa desprevenida. David
pidió que las trampas que habían colocado para otros, los atraparan a ellos de manera
sorpresiva (cf. 7:15; 9:15; 57:6) y quedaran arruinados (cf. 35:4; 38:12; 40:14; 70:2).
Entonces, dijo David: mi alma se alegrará en Jehová; i.e., lo alabaría con alegría, de
todo corazón y con todo su ser (con todos mis huesos) por haber rescatado al afligido
… y al pobre que vivían a merced de los poderosos.
B. Lamento por ser odiado injustamente (35:11–18)
Siguiendo con su énfasis en el lamento, el salmista pidió al Señor que lo protegiera
de quienes lo odiaban injustamente.
35:11–18. Aquí David describió su triste condición. Básicamente había recibido
mal por bien (vv. 11–12). Había ayunado y orado por sus enemigos cuando ellos
enfermaron, vistiéndose de cilicio (cf. 30:11 y el comentario de Gn. 37:34), y cuando
sus oraciones no fueron contestadas, lloró y se enlutó por ellos (Sal. 35:13–14). Pero
cuando él estaba en dificultades, ellos se alegraron (vv. 15–16). Al ver esa injusticia,
suplicó la ayuda del Señor, quien hasta ese momento no había respondido (v. 17).
(Acerca de ¿hasta cuándo …? V. el comentario de 6:3, y acerca de sus enemigos como
leones V. el comentario de 7:2.) Pero cuando el Señor contestara su oración, David lo
alabaría en medio de la congregación (35:18).
C. Petición de justicia (35:19–28)
Aquí el salmista pidió que el Señor lo librara de los malos y castigara a los que
traman hacer mal a la gente pacífica calumniándola. De nueva cuenta, el tema del trato
injusto que dan los impíos a los rectos es la causa de este clamor.
35:19–21. David pidió al Señor que no dejara que los escarnecedores triunfaran, ya
que sus crueles palabras levantaban contienda. Otra vez expresó que eran sus enemigos
… sin causa (cf. v. 7). Es más, se guiñaban el ojo unos a otros (cf. Pr. 6:13; 10:10;
16:30), dejando ver así sus malas intenciones y hablaban palabras engañosas en
contra de los mansos, levantándoles calumnias diciendo: ¡Ea, ea, nuestros ojos lo han
visto! (Que participaban en alguna obra mala.)
35:22–26. A pesar que los enemigos de David afirmaban que lo habían visto pecar y
lo publicaban, él sabía que el Señor los había visto haciendo sus fechorías. Así que
pidió a Dios que no callara más (i.e., que no permaneciera inactivo) y que le hiciera
justicia. Cuando el Señor reivindicara a David, quedarían avergonzados y
confundidos los que se solazaban en ver su mal (cf. v. 19).
35:27–28. La petición final de David fue que las personas que estaban a favor de su
justa causa y deseaban verlo reivindicado, tuvieran la oportunidad de gozarse y alabar a
Jehová junto con él. Debido a que sus enemigos lo odiaban sin razón alguna (cf. vv. 7,
19), estaba seguro que Dios lo iba a reivindicar para poder alabarlo de continuo (todo el
día).
Salmo 36
En este salmo David recibió una profecía relativa a la filosofía y estilo de vida de los
incrédulos que continuamente fraguan iniquidades. Gracias al conocimiento que por
experiencia tenía de la naturaleza gloriosa de Dios, que derrama abundantes bendiciones
sobre los creyentes, David encontró alivio a sus aflicciones. Por ello, oró para que el
Señor siguiera mostrando su amor leal y justicia para evitar que los malos destruyeran
su integridad.
A. Oráculo acerca de los impíos (36:1–4)
36:1. David recibió información de parte del Señor relacionada con la iniquidad
(peša‘, “transgresión”) del impío. Así que se apresuró a registrar lo que aprendió. La
filosofía de los malvados está basada en que no tienen temor (paḥaḏ, “terror”, que no
es la palabra más común yir’âh, “temor”) de Dios. No respetan al Señor, ni sienten
remordimiento de su conducta, así que siguen adelante con su maldad.
36:2–4. Debido a que el inicuo vive sin temor de Dios, se inclina a hacer el mal de
continuo. Acalla su conciencia (se lisonjea) para esconder su iniquidad ante sus
propios ojos, porque si la viera desde el punto de vista divino, la aborrecería. Además,
sólo habla iniquidad y fraude y su vida deja de tener sentido, porque ha dejado de ser
cuerdo y ha escogido seguir un camino no bueno y por tanto, no aborrece … el mal.
Es más, por la noche sólo medita en su maldad (cf. Os. 7:15; Nah. 1:11) en lugar de
dormir.
B. Valorando la porción de Jehová (36:5–9)
36:5–6. En contraste con la maldad que lo rodeaba (vv. 1–4), David halló descanso
para su alma al meditar en los atributos gloriosos de Jehová y las abundantes
bendiciones que derrama en favor de los creyentes. Su filosofía se basaba en su
conocimiento que por experiencia tenía de la misericordia (ḥeseḏ; cf. vv. 7, 10),
fidelidad … y justicia de Jehová. Esos atributos han sido una fuente inagotable de
confianza para los creyentes. Por medio de ellos, Jehová preserva al hombre y al
animal todos sus días.
36:7–9. El resultado de seguir esa filosofía trae bendición a los creyentes (cf. el
resultado de seguir la filosofía de los impíos, vv. 2–4). La misericordia (cf. v. 5, 10)
divina es preciosa, porque los seres humanos pueden refugiarse en su Señor, como
hacen los polluelos que se protegen bajo … las alas de la mamá gallina (v. 7; cf. 17:8;
57:1; 61:4; 63:7; 91:4). A continuación, el salmista utilizó la imagen del templo para
explicar que los creyentes también disfrutan de la abundante provisión que hay en la
casa de Dios (36:8). El huerto de Edén y la obra de creación se mencionan como otras
bendiciones—i.e., abrevar del torrente de las delicias (“delicias” en hebr. significa
“Edén”), y obtener la vida y la luz (i.e., entendimiento, gozo y vida) son bendiciones
que provienen de Dios, que es la fuente de todas ellas. De esta manera, en contraste con
la corrupción de los malos, la vida de un creyente obediente se caracteriza porque tiene
seguridad en el Señor y abundantes provisiones, además de vida y conocimiento y todo
ello, estando en la presencia divina.
C. Preservación de la integridad (36:10–12)
36:10–12. David pidió a Dios: Extiende tu misericordia (cf. vv. 5, 7), con objeto
de impedir que la influencia de los soberbios y los impíos afectara su integridad. Él
sabía que al final, los hacedores de iniquidad serían destruidos.
Salmo 37
Este salmo de David parece estar basado en el anterior. Aquí exhorta a los justos a
no impacientarse cuando vean la prosperidad de los impíos, ya que los tales rechazan a
Dios y tarde o temprano recibirán el castigo divino. Usando una serie de expresiones
proverbiales, el salmista anima a los justos a confiar en el Señor continuamente y a no
impacientarse por los malos, pues ellos serán desechados. El mensaje es similar al de
Salmos 49 y 73, y al del libro de Job.
A. Confía y no te impacientes (37:1–8)
37:1–8. En esta primera sección del salmo, David hace una invitación a confiar en
Dios a pesar de la presencia de los malignos. Uno no debe sentir envidia al ver la
prosperidad de los pecadores (cf. vv. 7–8; cf. Pr. 23:17; 24:1) porque como la hierba …
se secarán (cf. Sal. 90:5; 102:4, 11; 103:15–16; Is. 40:6–8; 1 P. 1:24), y pronto morirán
(Sal. 37:1–2). Más bien, debemos confiar en Jehová, que es poderoso para contestar los
deseos de nuestro corazón (vv. 3–4). La promesa, él te concederá las peticiones de tu
corazón, está basada en la condición, deléitate asimismo en Jehová. El que se regocija
en él, tiene deseos correctos. Si una persona confía en Jehová (cf. v. 3), él lo
reivindicará de manera gloriosa (vv. 5–6).
Por tanto, el justo no debe sentir envidia ni impacientarse (cf. v. 1; Pr. 24:19) con
motivo del que prospera. La impaciencia solamente conduce a la ira …, el enojo … y
a hacer lo malo (Sal. 37:7–8).
B. Los impíos serán castigados con justicia (37:9–22)
37:9–11. David describió (a) el juicio inminente sobre los malignos—pronto serían
destruidos (vv. 9a, 10)—y (b) la verdad contrastante de que los mansos heredarán la
tierra (vv. 9b, 11). Esta promesa de heredar la tierra (cf. vv. 22, 29, 34) fue reiterada y
ampliada por el Señor Jesús (V. el comentario de Mt. 5:5).
37:12–22. Cinco contrastes forman la base para las declaraciones que aparecen en
los vv. 9–11: (1) El impío … maquina mal contra el justo …, pero el Señor se reirá
de él (vv. 12–13). (2) Los impíos atacan a los rectos, pero su propia violencia los
destruirá (vv. 14–15). (Las palabras pobre y … menesteroso aparecen por primera vez
aquí de las seis que se mencionan en Salmos: v. 14; 40:17; 70:5; 74:21; 86:1; 109:22.)
(3) Es mejor tener poco, que ser pecador y poseer mucho, ya que las riquezas serán
destruidas (vv. 16–17). (4) Jehová … conoce y protege el camino de los perfectos,
pero los impíos perecerán (cf. 1:6) como hierba (cf. 37:2) y como el humo (vv. 18–
20). (5) Los impíos toman prestado, y no pagan, pero los justos son generosos (cf. v.
26). Por tanto, Jehová les pagará con justicia (vv. 21–22), incluyendo darles por
herencia la tierra (cf. vv. 9, 11, 29, 34).
C. El Señor ama y bendice al justo (37:23–31)
37:23–31. En contraste con la retribución para los impíos, el salmista listó las
bendiciones que el Señor otorga a los justos: (1) Jehová establece y protege su camino
(vv. 23–24). (2) Provee alimento para ellos (vv. 25–26). (3) Él ama y protege a los que
hacen bien (cf. v. 3), dándoles seguridad en la tierra (vv. 27–29; cf. vv. 9, 11, 22, 34).
(4) El justo habla con sabiduría porque la ley de su Dios está en su corazón (vv. 30–
31).
D. El conflicto entre el bien y el mal (37:32–40)
37:32–38. El salmista concluyó su meditación describiendo la lucha entre los impíos
y los justos. Su solución al problema de los perversos fue contrastar los planes de los
malignos para destruir a los creyentes con el poder que tiene Dios para proteger al justo.
El impío … acecha al justo para destruirlo pero Jehová no … dejará a los suyos (vv.
32–33). La persona que espera en Jehová gozará de protección (v. 34; cf. vv. 9, 11, 22)
y el hombre íntegro …, el hombre de paz tendrá un final dichoso (o dicho de otra
manera, verá a su posteridad o descendencia). El gran contraste que se observa en los
transgresores es que florecerán (v. 35; cf. v. 7b) por un tiempo, pero ciertamente serán
cortados (vv. 36, 38; cf. v. 34).
37:39–40. David concluyó diciendo que en un mundo lleno de malvados, Jehová es
la salvación y fortaleza (mā‘ôz, “lugar fortificado”; cf. 27:1; 43:2; 52:7) para aquellos
que se refugian en él para escapar de los impíos.
Salmo 38
El salmo 38 es un canto de duelo. Se titula “para recordar” (cf. el comentario del
título del salmo 70). Debido a su pecado, el salmista fue castigado severamente por el
Señor y oprimido en gran manera por sus enemigos. En el momento más duro de su
lucha, suplicó al Señor que lo librara y tuviera compasión de él. Puso su esperanza en
Dios y confesó su iniquidad.
A. La disciplina del Señor (38:1–12)
38:1–2. David rogó a Jehová que ya no lo castigara más en su ira (cf. 6:1). Es
evidente que la disciplina fue severa y dolorosa, por las figuras que utiliza para
explicarla: tus saetas cayeron sobre mí, y sobre mí ha descendido tu mano.
38:3–8. David se lamentó amargamente porque estaba sufriendo intensamente por
su pecado. Debido a su iniquidad, cayó enfermo (cf. v. 7) y su condición física se vio
deteriorada en gran manera (nada hay sano en mi carne; acerca de huesos V. el
comentario de 6:2). Tuvo que aceptar su culpa, y llevarla como una carga pesada
(38:4) y por eso lo dejó abrumado. Su enfermedad le produjo úlceras, dolor y debilidad
a causa de su locura o contumacia (vv. 5, 6). Además, se sentía molido en cuerpo (cf.
v. 3) y en espíritu (debilitado … en gran manera) debido a la conmoción de su
corazón.
38:9–12. Enseguida David describió el efecto de su sufrimiento sobre otros. En
primer lugar expuso su miserable situación delante del Señor (vv. 9–10). Dios sabía
que estaba gimiendo hasta el punto de morir. Segundo, sus amigos lo evitaban (v. 11).
Tercero, sus enemigos hablaban mal de él y planeaban cómo cometer fraudes en su
contra (v. 12; cf. 35:4, 8; 40:14; 70:2).
B. La esperanza del que sufre (38:13–22)
La segunda parte del salmo expresa la confianza de David en que el Señor mostraría
su compasión y lo rescataría.
38:13–16. Su esperanza estaba puesta sólo en el Señor. Hablando de manera
negativa, dijo que como si fuera sordo … y mudo, no había respondido (vv. 13–14) a
los impíos que maquinaban su destrucción (cf. v. 12). Más bien, esperó que Jehová
respondiera a su oración y pusiera fin al escarnio de sus enemigos.
38:17–20. La necesidad de David era grande y su situación, desesperada. Su dolor
(cf. v. 7) era continuo. Confesó su pecado, reconociendo que le estaba causando
sufrimiento (cf. vv. 3–4). Sus enemigos habían aumentado en número, eran fuertes, lo
aborrecían y le eran contrarios. La víctima sabía que Dios debía rescatarlo pronto.
38:21–22. La petición de David era urgente. Rogó a Jehová que no lo desamparara,
sino que lo ayudara, pues él era su Señor, y su salvación.
Salmo 39
David reconoció que Dios había hecho breve la vida del hombre. Así que se entregó
a él como su única esperanza, orando para que hiciera cesar su castigo sobre él y
pudiera disfrutar del resto de sus días.
El salmo continúa el tema del 38, pero aquí, los ataques de sus enemigos habían
menguado. Parece que el salmista padeció de una enfermedad prolongada en la que casi
pierde la vida.
A. Reconocimiento de la brevedad de la vida (39:1–6)
39:1–3. David aceptaba el hecho de que su vida sería breve (vv. 1–6). Por eso, en
primer lugar, decidió no pecar con su lengua. Guardó silencio en la presencia de sus
enemigos, pero reprimir sus emociones solamente agravaba su dolor.
39:4–6. En segundo lugar, buscó alivio a su frustración aceptando la determinación
de Dios en cuanto a su vida. Oró pidiendo que Jehová le ayudara a estar consciente de
la brevedad de sus días (cf. 90:10, 12). Su oración fue resultado de ese conocimiento—
su vida era de término corto y completa vanidad, i.e., como un suspiro (cf. Job 7:7;
Sal. 39:11; 62:9; 144:4). Todo el trabajo realizado para amontonar riquezas y
posesiones es en vano, pues la vida es muy breve.
B. Confianza en la única esperanza de la vida (39:7–13)
39:7. Cuando se dio cuenta de que sus aflicciones eran por causa de sus pecados,
David se entregó por completo en las manos del Señor para que los días que le
quedaban fueran más agradables. Expresó su consagración al Señor con las palabras: Mi
esperanza está en ti (cf. 25:5, 21; 33:20; 62:5; 71:5).
39:8–11. David pidió al Señor que no lo castigara más (vv. 8–9). Dios reprende a las
personas por su pecado y deshace sus riquezas como hace la polilla con un vestido (v.
11; cf. Job. 13:28; Is. 50:9; 51:8; Os. 5:12; Stg. 5:2). Puesto que el salmista se sentía
acabado o consumido, pidió a Dios: quita de sobre mí tu plaga (Sal. 39:10).
39:12–13. La oración final del autor en este salmo consiste en pedir a Dios que
escuche su ruego y que no lo trate como a forastero, sino que le extienda su gracia para
que el resto de sus días sea más tolerable.
Salmo 40
Este salmo incluye una acción de gracias (vv. 1–10) y una petición (vv. 11–17). En
la primera parte, David se ofreció gustosamente en sacrificio a Dios por la salvación tan
grande que le había concedido. En la segunda, lamentó su angustia y oró pidiendo ser
librado de sus males.
A. Dedicación sacrificial al Señor (40:1–10)
40:1–4. Este salmo comienza con un informe gozoso de parte de David para la
congregación, donde habla acerca de su liberación y da una palabra de ánimo para que
confíe en el Señor. Dios había hecho algo maravilloso a su favor después de un largo
tiempo de oración y espera pacientes. Utilizando lenguaje figurado para describir su
angustia y victoria, afirmó que Jehová lo había sacado de su aflicción (del pozo de la
desesperación, del lodo cenagoso) y lo había puesto sobre una peña. Esta liberación
hizo surgir un cántico nuevo de regocijo de parte del poeta (cf. 33:3; 96:1; 98:1; 144:9;
149:1).
Poniendo su liberación como ejemplo, declaró: Cuán bienaventurado es el hombre
que puso en Jehová su confianza, el que no mira a los soberbios ni a los adoradores
de ídolos.
40:5. David expresó su gratitud por las innumerables y maravillosas obras
(maravillas) de Dios al librarlo de su tribulación. Si intentara contar todos los planes
(tus pensamientos) que tenía para los suyos, no podría enumerarlos.
40:6. El reconocimiento de las abundantes bendiciones de Dios hizo que el salmista
se consagrara al Señor. Recordó que para Dios era mejor su persona que un sacrificio y
ofrenda. Algunos han sugerido que la frase: Has abierto mis oídos se refiere a la
costumbre de horadar la oreja de un esclavo (Éx. 21:6), i.e., “me has hecho como un
esclavo tuyo”. Sin embargo, parece más lógico pensar que esta declaración es un
reconocimiento de que Dios le había dado la capacidad de oir y obedecer su palabra (cf.
“pero me has hecho obediente”, NVI99). La LXX lo trad. de manera más general “me
preparaste cuerpo” (He. 10:5), que se apega a la idea del contexto.
40:7–8. David reaccionó a la verdad del v. 6 y sometió su vida a la voluntad de
Dios. Se presentó voluntariamente ante él, recibió dirección del rollo del libro y
expresó su deseo de hacer la voluntad de Dios. Estos vv. presentan un maravilloso
ejemplo de lo que significa consagrarse a hacer la voluntad de Dios en conformidad con
su palabra.
Los vv. 6–8 cobran mayor significado cuando son citados en Hebreos 10:5–7 por el
escritor con objeto de contrastar la perfecta obediencia de Cristo con la insuficiencia de
los sacrificios estipulados por la ley mosaica. Las palabras se aplican a la encarnación
de Cristo, que vino para cumplir el propósito divino tal y como se había escrito en el
libro santo.
40:9–10. Incluida en el compromiso que hizo David, estaba la alabanza, la cual es
parte importante de la voluntad de Dios. Así que en estos vv. anunció que hablaría con
gusto a la congregación acerca de los diversos atributos de Dios, incluyendo su justicia
… fidelidad … salvación … misericordia, y verdad.
B. Súplica de liberación a Dios (40:11–17)
40:11–12. El tono del salmo cambia dramáticamente para presentar un ruego
desesperado. David comenzó su súplica pidiendo que el Señor continuara enviando sus
misericordias (lit., “compasión”), su amor leal y su verdad para ayudarle con los
males y angustias que lo rodeaban. Los problemas que estaba experimentando estaban
directamente relacionados con sus muchos pecados (cf. 25:17–18; 38:2–14).
40:13–16. Su oración se tornó más específica cuando pidió una liberación inmediata
(apresúrate a socorrerme, cf. v. 17) de sus angustias. Creía que al rescatarlo, Dios
confundiría a todos aquellos que buscaban su vida para destruirla (vv. 14–15; cf. 35:4,
8; 70:2). Al hacer que los enemigos de David se volvieran atrás y quedaran asolados
(cf. 6:10; 70:2), los justos; i.e., los que aman la salvación de Dios, se animarían a
regocijarse y a alabar a Jehová. Estos son los resultados naturales de la oración
contestada.
40:17. Enseguida, el salmista, sintiéndose afligido … y necesitado (V. el
comentario de 37:14), reiteró su oración pidiendo: Dios mío, no te tardes (cf. 40:13)
para ayudarlo (V. el comentario de 30:10).
Salmo 41
En éste, David instruyó al pueblo acerca de los que ayudan a los necesitados
diciendo que ellos recibirían ayuda y liberación para sí mismos. En relación a esto,
recordó su oración pidiendo venganza sobre los que no tenían misericordia de él, y que
se aprovechaban de su enfermedad. El salmo 41 es una enseñanza basada en la oración,
donde se pide ayuda contra los malos.
A. Los misericordiosos reciben misericordia (41:1–3)
41:1. El salmo comienza expresando el principio general de que Jehová tendrá
misericordia de aquel que piensa en el pobre. Tener este espíritu merece la aprobación
y recompensa divinas.
41:2–3. Las bendiciones específicas que se otorgan a los que hacen misericordia
incluyen protección y seguridad en la tierra (cf. 37:9, 11, 22, 29). Además, Jehová no
los entregará a sus enemigos, sino que los sustentará … en su enfermedad.
B. Venganza por una traición (41:4–10)
Dirigiéndose aún a la congregación, el salmista señaló que Jehová castigará con
justicia a aquellos que abusan de los afligidos. David desarrolló esa idea repitiendo la
oración que había hecho anteriormente.
41:4–10. En su oración, había pedido restauración después de haber confesado sus
pecados (v. 4). Sin embargo, se entristeció cuando vio que sus enemigos se
aprovechaban de su situación. A pesar de que le deseaban la muerte (v. 5), fingían ser
sus amigos y hablaban mal de él (v. 6), diciendo que nunca volvería a levantarse (vv.
7–8). Aun el amigo en quien confiaba lo traicionó (alzó contra mí el calcañar, v. 9).
Estas palabras, por supuesto, fueron citadas por Jesús refiriéndose a Judas (Jn. 13:18).
Sin embargo, aquí David tenía en mente la traición de Ahitofel, quien fue desleal a él y
después se ahorcó (2 S. 16:20–17:3, 23).
La oración de David había sido motivada en parte por su deseo de vengarse (les
daré el pago) de sus enemigos por haberlo traicionado (Sal. 41:10).
C. Liberación por andar en integridad (41:11–13)
41:11–12. Hablando directamente a Dios, David le expresó que había sido librado
(cf. v. 1) de sus enemigos porque había andado en integridad.
41:13. Esta doxología (cf. 106:48) es la conclusión a esta primera sección principal
(Primer Libro) de los Salmos.
II. Segundo Libro (Sal. 42–72)
En el segundo libro, 7 salmos (Sal. 42; 44–49) llevan el título, “de los hijos de
Coré”. Probablemente esto no se refiere a una designación de autores, sino al hecho de
que esos salmos fueron entregados a ellos para que los ejecutaran. En este segundo
libro, un salmo es de Asaf (Sal. 50), 20 son de David (Sal. 51–70), 3 son anónimos (Sal.
43; 67; 71), y uno es de Salomón (Sal. 72).
Salmo 42
Es evidente que Salmos 42 y 43 estuvieron unidos en el pasado, ya que en muchos
mss. hebr. aparecen como uno solo. Esto puede comprobarse al observar el coro (vv. 5,
11), que se repite dos veces en el salmo 42 y al final del 43 (v. 5). El 42 es la expresión
del anhelo que el salmista sentía por su Dios, y el 43 es su alabanza por la esperanza que
tenía en que disfrutaría de una comunión perfecta con él.
A. Anhelo por el Dios viviente (42:1–5)
En la primera estrofa, el salmista expresó cuánto anhelaba al Dios vivo a pesar de
que sus enemigos lo vituperaban. Sin embargo, estaba seguro de que todavía alabaría a
su Señor.
42:1–2. El salmista comparó su deseo de estar con el Dios vivo con el anhelo
intenso de un ciervo sediento por beber de las aguas. La necesidad que tiene el animal
de tomar agua para sobrevivir es un símil muy adecuado de la necesidad que tiene el
alma de buscar a Dios (cf. 143:6), que es la fuente de la vida espiritual.
42:3–4. El escritor explicó que había estado anhelando esto y derramando lágrimas
mientras sus enemigos lo insultaban. Aprovechándose del hecho de que estaba lejos del
lugar oficial de adoración, continuamente (todos los días; cf. v. 10; 38:12) probaban su
fe haciéndole la pregunta: ¿Dónde está tu Dios? (cf. 42:10). Solamente le quedaban los
recuerdos de su participación en las procesiones de las fiestas en Jerusalén.
42:5. En este coro (cf. v. 11; 43:5) el salmista se consuela con la pregunta retórica,
¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? y aunque estaba
descorazonado (42:6), no perdía la esperanza en Dios, porque estaba seguro de que aún
habría de alabarle como había hecho en el pasado.
B. Abrumado por la presencia de sus enemigos (42:6–11)
En esta segunda estrofa, el salmista lamentó el tormento que le habían ocasionado
sus enemigos, a quienes comparó con ondas y olas embravecidas. Sin embargo, una vez
más, confiaba en que aún podría alabar a su Dios.
42:6. El salmista lamentó su profunda depresión. Clamó al Señor porque su alma
estaba muy abatida (cf. v. 5). Posiblemente la región montañosa que se encuentra
dentro del territorio de la tribu de Dan es el lugar desde donde elevó esta oración. Él se
encontraba a muchos kms. al norte del mar de Cineret (Galilea). Por eso, no deseaba
estar en el monte de Mizar que era un pico de la cumbre de los hermonitas (monte
Hermón, NVI99), sino en el monte Sion (cf. 43:3).
42:7. Describe su angustia usando la figura de ondas y olas embravecidas. La
aflicción había venido sobre él como una oleada tras otra, que se personifican como si
se estuvieran llamando la una a la otra y formando cascadas. Se sentía tan abrumado,
que comparó su situación con un diluvio.
42:8. Enseguida, el salmista pidió a Dios que lo librara. Recobró su confianza en el
Señor—la confianza de que su misericordia y su cántico estarían con él continuamente
(de día … y de noche). Su oración se refiere a su alabanza.
42:9–11. En su oración (v. 8) le preguntó a Dios por qué seguía sufriendo física
(acerca de huesos V. el comentario de 6:2) y emocionalmente (andaré … enlutado), y
por qué estaba bajo tal opresión (cf. 43:2). Le recordó al Señor que sus enemigos se
burlaban de su fe continuamente (cf. 42:3). De esta manera esperaba poder motivar a
Dios para que le respondiera.
En el v. 11 se repite el coro (cf. v. 5; 43:5).
Salmo 43
Este salmo completa el canto que comenzó en el 42. Aunque el salmo 42 y el 43 son
considerados como uno solo en muchos mss. hebr., el 43 también es un cántico
independiente de alabanza. En él, el salmista pidió al Señor que lo llevara de regreso a
Jerusalén, donde anhelaba servirle y adorarle.
A. Reivindicado ante sus enemigos (43:1–3)
43:1. En su plegaria pidiendo regresar a Jerusalén, el salmista también imploró ser
reivindicado de sus enemigos, que eran impíos, engañosos e inicuos. Por ello, rogó a
Dios que defendiera su causa en presencia de ellos.
43:2. Su oración está basada en su confianza en Dios como su única fuente de
seguridad. Sin embargo, ya que Dios era realmente su fortaleza, (mā‘ôz, “lugar
fortificado en gran manera”; cf. 27:1; 37:39; 52:7), ¿por qué sufría tal angustia a manos
de su enemigo? (cf. 42:9). Parecía que Dios lo había desechado.
43:3. La reivindicación ante sus enemigos vendría cuando llegara nuevamente a
Jerusalén y adorara en el templo. Así que pidió que la luz y la verdad de Dios lo
guiaran a las moradas del Señor, al santo monte (cf. 48:1; 87:1; 99:9). Esto se refiere a
Jerusalén, donde se levantó primeramente el tabernáculo de David y más tarde, el
templo de Salomón. “Luz” representa el entendimiento y vida, y “verdad”, se refiere a
la palabra fiel de Dios por medio de la cual el salmista encontraría dirección; él
esperaba la manifestación de Dios para recibir dirección.
B. Decisión firme de alabar a Dios (43:4)
43:4. El salmista expresó su compromiso de alabar a Dios por su liberación cuando
regresara al altar de Jerusalén. Al llegar ahí, el anhelo de su alma quedaría satisfecho.
Estar con Dios era su gozo y alegría.
C. Ánimo para el alma (43:5)
43:5. Aquí se repite el coro de Salmos 42:5, 11. El salmista consolaba a su alma …
abatida y turbada, con la esperanza (confianza) de que aún habría de alabar a su Dios.
Salmo 44
El salmo 44 es un lamento nacional que se originó en un tiempo de desastre sin
precedentes. Los israelitas clamaron con intensidad al Señor pidiendo que les
concediera victoria y liberación. Basaron su clamor en la misericordia de Dios hacia sus
padres y en la fe del pueblo en ese momento. Elevaron su oración porque estaban
experimentando derrotas inexplicables. El salmo es único en que confirma la fidelidad
de toda la nación (contraste Lm. 3).
A. Historia de la fe de la nación (44:1–8)
El pueblo declaró su confianza en el Señor, apoyándose en el favor que había
mostrado hacia la nación en el pasado y en su fe de ese tiempo.
44:1–3. Después de declarar que Israel había sido testigo de las maravillas de Dios
en el pasado (v. 1), recordaron específicamente que Dios les había dado la tierra bajo el
liderazgo de Josué (v. 2). Reconocieron que esto había sido una obra milagrosa de Dios,
realizada por su mano y su brazo, por su favor (la luz de tu rostro; cf. el comentario
de 4:6), y por su amor. De ninguna manera hubieran podido salir adelante confiando en
sus propias fuerzas.
44:4–8. Al recordar lo que Dios había hecho, la nación entera declaró que confiaba
en él como su rey. En algunas ocasiones, el salmista escribe como si una sola persona
estuviera hablando (e.g., “mi rey”). Sin embargo, con frecuencia también escribe como
si el pueblo lo estuviera haciendo (e.g., “nuestros enemigos”), indicando que los
pronombres en sing. pueden ser colectivos. El pueblo experimentó grandes victorias por
medio de la intervención de Dios a lo largo de su historia y estaba confiado (cada uno
se glorió en Dios) en cuanto al futuro.
B. La humillante derrota de la nación (44:9–16)
44:9–12. Israel había experimentado grandes victorias, sin embargo, en esa ocasión
(cf. vv. 3–4, 7) había sido humillado y derrotado. El fracaso se describe en forma lit., y
se atribuye a que el Señor había dejado de luchar por ellos (vv. 9–10). Después, se
describe en forma muy vívida en lenguaje figurado (vv. 11–12): fueron esparcidos
como ovejas (cf. v. 22) y vendidos como baratijas para servir de esclavos. La frase de
balde sugiere el poco valor que tenían.
44:13–16. Como resultado, la nación quedó avergonzada. Los enemigos de Israel
los escarnecían y ponían en ridículo, provocando en ellos sentimientos de fracaso y
desgracia.
C. Protección de la inocencia (44:17–22)
44:17–22. El pueblo estaba perplejo al ver esa derrota, que según ellos no merecían.
Después de confirmar su integridad (v. 17), la nación ratificó su pacto de lealtad a Dios.
No habían vuelto a buscar otros dioses, y por ello, no merecían fracasar de una manera
tan humillante (vv. 18–19). Es interesante notar que Dios no los estaba acusando de
idolatría (vv. 20–21), porque si hubieran caído en ella, en su omnisciencia, el
Todopoderoso seguramente lo sabría. Pero por causa de él, se enfrentaban con la
muerte diariamente (cada día). I.e., que por estar peleando una guerra santa por él,
estaban experimentando ese desastre y siendo tratados como ovejas para el matadero
(cf. v. 11).
D. Oración pidiendo victoria (44:23–26)
44:23–26. La nación rogó a Dios que la ayudara pidiéndole: Despierta: ¿por qué
duermes, Señor? y que no pasara por alto su aflicción. También sentían que Dios debía
rescatarlos, por lo que le dijeron: Levántate para ayudarnos. Querían escapar de la
angustia profunda (postrados hasta la tierra; i.e., a punto de morir) en que se
encontraban. Aunque el pueblo parecía haber sido rechazado por Dios y derrotado en
batalla (aunque había permanecido fiel), confió de todo corazón en que sólo él podría
redimirlo (cf. el comentario de 26:11). Esta respuesta es la apropiada para un creyente
maduro cuando enfrenta el sufrimiento (cf. Job 13:15: “He aquí, aunque él me matare,
en él esperaré”).
Salmo 45
Este es un salmo real escrito para celebrar la boda de un rey poderoso. Comienza
con una alabanza desbordante hacia el novio real por su esplendor, majestad y justicia.
Enseguida, aparece una sección de consejos dados a la novia antes de ser llevada en
toda su gloria, al palacio del rey. Después, el salmista predice que el nombre de ese rey
será un memorial universal y eterno a través de toda su descendencia.
El salmo tiene un título e introducción largos que describen su naturaleza. El canto
se dedica “al músico principal: sobre Lirios. Masquil de los hijos de Coré. Canción de
amores”, i.e., celebra una boda.
A. Alabanza del novio real (45:1–9)

sing. singular
45:1 El salmista explicó que su cántico era inspirador. Mi corazón rebosa (lit.,
“estaba hirviendo hasta rebosar”) de palabra buena. Lo que estaba a punto de expresar
a través de este canto de alabanza contenía tal inspiración, dijo, que era como una obra
de arte escrita y editada con fineza. El autor no podía contener la intensidad de sus ideas
a medida que escribía para su majestad, el rey.
45:2. El escritor expresó que el rey era una persona trascendente y excelente (el más
hermoso de los … hombres). De todos los seres humanos, él era el mejor. E.g., sus
palabras estaban llenas de gracia, y eran la evidencia de que Dios lo había bendecido.
45:3–5. Ya que el rey era un hombre valiente, el himnólogo lo invita a demostrar su
valor: “Con majestad, cabalga victorioso en nombre de la verdad, la humildad y la
justicia” (V. NVI99). Como ese rey era justo, fue prosperado. Además, tendría
victorias magníficas cuando cayeran los pueblos … enemigos del rey.
45:6–7. Durante su administración, el rey se condujo de manera justa. En una
explosión del lenguaje que sorprende, el salmista se dirigió al rey llamándolo Dios
(’ĕlōhîm). No solamente aquí se utiliza este lenguaje para referirse a alguien. Durante
los días de Moisés, se hacía referencia a los jueces de la misma manera, por ser
representantes justos de Dios (cf. Éx. 21:6; 22:8–9; Sal. 82:1). Como representante
divino, ese rey tendría un trono … eterno y un reino justo (su cetro sería de justicia).
Dios lo bendijo derramando sobre él alegría abundante, porque había amado la justicia
y aborrecido la maldad.
Sin duda alguna, Salmos 45:6–7 se refiere a la promesa del trono eterno para la casa
de David (cf. 2 S. 7:16), la cual encontrará su cumplimiento en Jesucristo cuando
regrese a reinar para siempre. Hebreos 1:8–9 cita este pasaje haciendo referencia a la
exaltación y dominio de Cristo. Ya sea que el salmista usara la palabra ’ĕlōhîm para
referirse a Dios o a su representante humano, el escritor de Hebreos demostró que el
pasaje señala la diferencia vital entre el Hijo de Dios y los ángeles (cf. He. 1:5, 7).
45:8–9. El rey fue ricamente bendecido el día de su boda. Sus vestidos (vestidura
real) habían sido perfumados con diversas fragancias. La mirra es una resina fragante
de árboles de Arabia (cf. su uso como perfume en Pr. 7:17; Cnt. 1:13). Es probable que
el áloe provenga de una madera aromática (cf. Nm. 24:6; Pr. 7:17; Cnt. 4:14). La casia
se extrae de las raíces aromáticas de una planta. El marfil se utilizaba para embellecer
los palacios. Además, había música alegre para animar la fiesta (“te alegra la música de
cuerdas” posiblemente tocada con liras y arpas, NVI99), y las hijas de los reyes estaban
presentes entre tus ilustres. Con él, estaba su novia, la reina, portando joyas de oro de
Ofir, una famosa mina de ese metal precioso que probablemente se ubicaba en la parte
occidental de Arabia (cf. 1 R. 9:28; 10:11; 22:48; Job 22:24; 28:16; Is. 13:12).
B. Consejos para la novia del rey (45:10–15)
45:10–11. El salmista dio algunos consejos a la novia antes de que se presentara
ante el rey. La instruyó a rendir homenaje a su señor, el rey, y que se olvidara de su
pueblo. Explicó que debía inclinarse a él, porque el rey deseaba (en hebr. significa más
que “estar cautivado por algo” [NVI99]) su hermosura.
45:12. Si seguía su consejo y obedecía su instrucción, recibiría bendición. Obtendría
regalos de Tiro y además, los ricos del pueblo buscarían su favor, quizás ofreciéndole
presentes costosos.
45:13–15. Aquí la escena cambia hacia la corte donde la novia es escoltada hasta la
presencia del rey. Se veía hermosa (gloriosa), iba adornada con oro (cf. v. 9) y portando
preciosos vestidos bordados. De esa manera da comienzo la majestuosa procesión. La
novia, acompañada de sus damas, llega hasta donde está el rey.
C. La bendición nupcial (45:16–17)
45:16–17. El escritor predijo el éxito de ese matrimonio y la prosperidad que
gozaría—sus hijos serían los príncipes de la tierra. De esa manera, el rey sería
recordado y honrado por todos los pueblos, i.e., las naciones.
Es casi imposible que Juan no tuviera en mente este salmo cuando escribió
Apocalipsis 19:6–21. Describiendo con anticipación las bodas del Cordero (Jesucristo)
en el cielo, indicó que la novia se viste con acciones justas (Ap. 19:6–8) preparándose
para él. Después, Juan describió la forma en que el novio real peleaba con justicia (Ap.
19:11–21). Por tanto, podemos decir que el salmo 45 es tipológico de un rey superior a
David, i.e., Jesucristo.
Salmo 46
El salmista exaltó a Dios como defensor infalible de los santos en todo tiempo.
Explicó que la presencia del Señor hace de Sion un lugar seguro contra el enemigo. Por
tanto, por el contenido de su mensaje, este salmo está incluido en los cantos acerca de
Sion, que se centra en Jerusalén.
A. Dios es el escudo de sus santos (46:1–3)
46:1–3. El salmista declaró que Dios es el amparo (maḥseh, “refugio contra el
peligro”; cf. el comentario de 14:6) y fortaleza (cf. el comentario de 18:1) de los
creyentes. En otras palabras, ellos encuentran seguridad y valor cuando confían en él.
Además, él siempre está dispuesto a ayudarlos pronto (V. el comentario de 30:10) en su
angustia. Así que no debemos temer a pesar de los muchos peligros que nos acechan. El
lenguaje utilizado aquí es hiperbólico y describe la magnitud de los peligros que
podríamos enfrentar. Sin importar la intensidad de la tormenta, los que confían en Dios
están seguros.
B. Dios está presente en Sion (46:4–7)
46:4–5. El salmista expresó que la paz de Jerusalén, la ciudad de Dios, el lugar
santo (santuario) donde el Señor tiene su morada (i.e., donde ha dado a conocer su
presencia) depende de Dios. Su presencia es como un río (en contraste con las aguas
turbulentas, v. 3), de corriente apacible. (Cf. Is. 8:6; 33:21, donde el Señor es
comparado a un río que rodea su ciudad.) Debido a la presencia de Dios … en medio de
ella, la ciudad no caería jamás (no sería conmovida). (Sin embargo, años más tarde, la
ciudad sí cayó. Por causa de la idolatría que se practicaba aún en el templo [Ez. 8], Dios
retiró su presencia del mismo [Ez. 10]. Sin ella, Jerusalén cayó en manos de los
babilonios.)
46:6–7. El salmista describió el gran poder de Dios: con él, las naciones que una
vez bramaron contra él, se derretirán (cf. 2:5). Aunque los reinos se desplomen,
Jerusalén estará a salvo.
Por tanto, Jehová de los ejércitos es como un refugio (miśgoḇ, “lugar alto y
seguro”, que se trad. “refugio” en 9:9; 46:11; 48:3; 59:16–17; 62:2, 6; 94:22; “fortaleza”
en 18:2; 144:2; “defensa” en 59:9 y “amparo” en 59:16) para su pueblo (cf. 46:11). Los
que en él confían encuentran protección.
C. Dios será exaltado en la tierra (46:8–11)
46:8–11. El salmista exhortó a los santos a tomar en cuenta las obras maravillosas
de salvación de Jehová. Sus milagros reflejan que Dios puede traer paz sobre su pueblo
y destruir las armas terrenales. Dios mismo invita a su pueblo a confiar en él y a conocer
que él es Dios. Finalmente, él será exaltado en toda la tierra. Los vv. 8–10 sin duda
animaron a los habitantes de Jerusalén, como reitera el último v. (v. 11; cf. v. 7). De
igual manera, se invita a los santos de todos los tiempos a confiar y a estar quietos, y a
conocer el poder salvador de Dios, quien traerá la paz universal. Esta esperanza ha sido
fuente de consuelo y fortaleza para los creyentes a través de muchas generaciones.
Salmo 47
Este salmo es un canto acerca de Dios, el gran Rey (cf. vv. 2, 6–7). Se ha clasificado
como salmo de entronización, en el que se celebra su reinado universal. Otros salmos de
entronización son: 93, 95–99 y deben entenderse proféticamente, ya que anticipan el
reino futuro de Dios, de cuyas manifestaciones disfrutó Israel anticipadamente. En este
salmo, el poeta invitó a todos los pueblos de la tierra a rendir homenaje al santo
monarca de Israel—Jehová—cuando en efecto comience a reinar sobre todos ellos.
A. Homenaje al rey soberano (47:1–4)
47:1–2. El salmista invitó a todos los pueblos (cf. vv. 3, 8–9) a regocijarse y rendir
homenaje a Jehová el Altísimo, quien es Rey grande (cf. vv. 6–7) sobre toda la tierra
(cf. v. 7). Tales expresiones de júbilo (cf. v. 5) sólo pueden nacer del corazón de los
súbditos dispuestos del rey.
47:3–4. La razón para rendirle tributo se expone en los vv. 3–4. En general, como lo
expresa el v. 2, él es el gran rey sobre la tierra. En lo específico, demostró su grandeza
al someter a los pueblos cuando eligió a Israel como su heredad. El sometimiento de las
naciones extranjeras tuvo una pequeña manifestación en la historia de Israel, pero será
una realidad durante el reinado milenial venidero.
B. El reinado del rey soberano (47:5–9)
47:5–6. El salmista describe la ascensión de Dios a su trono en medio de voces de
júbilo y sonido de trompetas. Por eso, invita a los pueblos a alabar a su Rey: Cantad a
nuestro Rey, cantad. (Observe que “cantad” aparece cuatro veces en el v. 6.)
47:7–9. El salmista exhortó a la gente a cantar a Dios porque él reina (cf. 93:1;
96:10; 99:1; 146:10) sobre las naciones (cf. 47:1, 3, 9). Esta expresión, común en este
tipo de salmos, es más bien una declaración profética en cuanto al cumplimiento seguro.
Así que el salmista anticipó el reinado seguro de Dios en el cual todos los príncipes y
los nobles se reunirán delante de él y lo reconocerán como su soberano. Desde su
posición exaltada, el Señor reinará en toda la tierra y toda rodilla se doblará ante él (Fil.
2:9–11). Para aquellos que creen en él, la confianza de que las promesas de este salmo
se cumplirán brinda consuelo y ánimo en tiempos de angustia.
Salmo 48
El salmo 48 es un cántico acerca de Sion, la ciudad de Dios, el gran rey. En
reconocimiento a él, que ama a Jerusalén, el salmista elevó un canto que describe la
gloria y fortaleza de la ciudad, porque Dios la había librado de sus enemigos. Sobre esta
base, ofreció su alabanza a Jehová.
A. Sion es la ciudad de nuestro Dios (48:1–3)
48:1. El salmo comienza con un resumen del siguiente tema: Jehová, a quien
pertenecen el monte santo (cf. 43:3; 87:1; 99:9; V. el comentario de 2:6 acerca de
“santo monte”) y la ciudad de Jerusalén, es digno de ser en gran manera alabado.
48:2–3. El salmista describe a continuación la ciudad santa. Por su belleza
impresionante (cf. 50:2), es el gozo de toda la tierra. Su altura a los lados del norte
(trad. de la palabra hebr. ṣāp̱ôn, que puede significar “montaña sagrada” o “dirección
norte”) probablemente sea una alusión a una montaña sagrada de los cananeos donde se
reunían los dioses, que se ubicaba a algunos kms. al norte de Jerusalén (V. RVR95, nota
mar.). Aquí se compara con la ciudad del gran rey. La característica más
impresionante de Sion (cf. el comentario de 2:6), era que Dios moraba en sus palacios
“fortificaciones” (NVI99, cf. 48:13). La fortaleza y seguridad de Jerusalén (refugio es

RVR95 Reina-Valera Revisión 1995

mar. margen, lectura marginal


trad. de miśgoḇ; cf. el comentario de 9:9 y 46:7) sólo son producto de su presencia (cf.
46:5).
B. Dios es quien hace de Sion una ciudad segura (48:4–8)
48:4–7. El salmista describe aquí la derrota de los enemigos de Sion. Los reyes de
la tierra se habían reunido para atacarla, pero al verla, se sintieron aterrados. Se
turbaron y huyeron. Les sobrecogió un temblor … como de mujer que da a luz. Dios
los destruyó repentinamente, como se quiebran las naves de Tarsis (que probablemente
eran grandes embarcaciones mercantes que navegaban por el Mediterráneo) a causa de
los vientos orientales. Muchos han interpretado este pasaje como un tributo a Dios por
la liberación de Jerusalén cuando fue invadida por el ejército asirio (cf. Is. 10:8; 33:3,
14).
48:8. El salmista confirmó el hecho de que Jehová de los ejércitos había hecho de
Sion una ciudad segura. Frecuentemente se utiliza este título para referirse a Dios en los
pasajes que se relacionan con las guerras terrenales. Sus ejércitos son tanto terrenales
(los soldados de Israel) como celestiales (los ángeles).
C. Sion se regocija en su Dios (48:9–14)
48:9–10. El salmista ofreció alabanzas a Dios por su misericordia (ḥeseḏ, “amor
leal”) y justicia. Su gloria (loor) llena toda la tierra y su poder muestra su fidelidad.
48:11–14. El salmista invitó a la congregación que habitaba en Sion y Judá a
gozarse en Dios al considerar la fortaleza de la ciudad (i.e., que sus torres estaban
intactas, así como su antemuro y sus palacios, “fortificaciones”, (NVI99, cf. v. 3). El
Señor había preservado todo esto. Este Dios, quien había brindado su protección, es el
que ha guiado a los creyentes de todos los tiempos y es el Dios nuestro eternamente y
para siempre.
Salmo 49
Este salmo es un poema de sabiduría que analiza el añejo problema de la
prosperidad de los impíos (cf. Sal. 73). El poeta describe esto como un enigma (49:4)
que merece ser analizado; él había observado que los impíos gozaban de riqueza y
prosperidad, que eran orgullosos y que disfrutaban de cierta seguridad. Sin embargo, el
sabio salmista declaró que no son mejores que las bestias del campo. En análisis final, la
esperanza de los justos es mucho mejor que la falsa seguridad de los impíos.
A. Introducción al enigma (49:1–4)
49:1–4. El salmista invitó al mundo entero a escuchar sus palabras. Todos los
habitantes … así los plebeyos (el tema de este salmo) como los nobles debían estar
atentos a la sabiduría. Explicó que sus palabras, aunque sabias, no serían claras, i.e.,
que eran como un enigma, y que era necesario tener entendimiento e inteligencia para
poder entenderlas. De hecho, muchas de las dificultades que enfrentamos en la vida
requieren discernimiento espiritual para evitar caer en la desesperación.
B. Observaciones en cuanto a la prosperidad de los impíos (49:5–12)
49:5. En los v. 5–12, el sabio poeta registró sus observaciones en cuanto a que los
que gozan de prosperidad tienen una seguridad falsa. Introduce este tema en el v. 5 con
la pregunta: ¿Por qué había de temer en los días de adversidad provocados por sus
opresores, siendo que su gloria es temporal?
49:6–9. A continuación desarrolló su idea indicando que los orgullosos y arrogantes
no pueden redimir (cf. el comentario de 26:11) la vida de otra persona. La vida es tan
valiosa, que ni aun con grandes riquezas se puede pagar su rescate. La prosperidad no
puede evitar la muerte.
49:10–12. Los ricos saben el principio que se expone en los vv. 6–9. Ellos—al igual
que el insensato—perecen (cf. Ec. 2:15–16) y dejan … sus riquezas a sus herederos
(cf. Ec. 2:19–21). Su nuevo domicilio será la tumba, a pesar de que dieron sus nombres
a sus tierras. El cuerpo humano muere (cf. Ec. 3:19–20) igual que el de los animales.
C. Ánimo por la esperanza perdurable (49:13–20)
49:13–14. El sabio salmista concluyó que la condenación para los orgullosos es
segura, pero la esperanza de los justos es eterna. Presentó este contraste describiendo la
sinrazón (la locura) de la vida de los soberbios. La muerte es el destino de los que
proclaman su propia justicia y la de sus seguidores. Todos son conducidos al Seol
(sepulcro), donde la muerte los pastoreará y su gloria se consumirá. El salmista no
estaba considerando hasta ese momento el juicio de Dios sobre los impíos; más bien se
enfocó en que se apartarían de su gloria terrenal.
49:15. Pero en cuanto a los justos, Dios redimirá su vida de la muerte. Una vez
más la terminología hace el contraste con la ruina de los impíos e incluye en forma
velada la esperanza en la resurrección de los justos.
49:16–20. El escritor expresó que es una necedad tener envidia de los ricos
incrédulos, pues su condenación es segura. Aunque gozan de gloria y prosperidad,
mueren y no se llevan nada a la tumba (cf. Ec. 5:15) y nunca más verán la luz. El
consejo es claro: No temas cuando se enriquece alguno. Debemos tener la perspectiva
correcta para poder discernir la vida de una manera espiritual. El destino de los justos es
mucho mejor que la gloria pasajera de los impíos.
Salmo 50
Este salmo didáctico, escrito por Asaf, un músico principal de los levitas (1 Cr.
16:4–5) y autor de los salmos 73–83, habla acerca de la adoración a Dios por parte del
hombre y de las obligaciones hacia el prójimo. Estas dos secciones se encuentran en el
Decálogo (los diez mandamientos). Asaf describió una escena en una corte celestial en
la cual el Señor examinó a su pueblo y declaró que él tiene dos querellas contra el
pueblo: el ritualismo en la adoración y la hipocresía en su manera de vivir. Para agradar
a Dios es necesario ofrecer sacrificios de alabanza que provengan de un corazón
obediente y lleno de fe.
A. Dios se presenta para juzgar (50:1–6)
50:1–3. Asaf describió una escena en un juzgado en la cual el Dios de dioses,
Jehová—dos distintos apelativos del Señor—viene a juzgar. Todos los habitantes de la
tierra, desde el oriente hasta el occidente, han sido convocados a comparecer ante su
presencia. Dios resplandece desde la hermosa ciudad de Sion (cf. el comentario de 2:6;
V. también 48:2, 11–12), donde se localizaba el templo. Cuando ejecuta su juicio, su
presencia se manifiesta como fuego consumidor y como furiosa tempestad. Estos
fenómenos naturales que con frecuencia acompañan a las teofanías, significan su juicio
final.
50:4–6. Asaf presenta a los protagonistas del juicio. Los habitantes de todo el
universo son los testigos (los cielos y la tierra representan a los habitantes de ellos).
Todo el mundo presenciará el juicio que se realizará a su pueblo. Los acusados son los
santos, quienes han hecho pacto con él, y Dios es el juez justo. Una vez puesto el
escenario, Asaf menciona las dos acusaciones que el Señor presenta contra su pueblo
(vv. 7–15 y 16–23).
B. La acusación de Dios contra el ritualismo (50:7–15)
50:7–13. Asaf presentó la primera de dos acusaciones de Dios contra su pueblo, en
la cual describió el ritualismo que empleaban en su adoración. La acusación fue
presentada como palabra de Dios, su Dios, y por tanto debían estar muy atentos. Dios
no los estaba reprendiendo por guardar meticulosamente los preceptos de la ley en
cuanto a los sacrificios prescritos. Más bien, su error fue que no se percataron que Dios
no necesitaba sus machos cabríos y becerros (v. 9; cf. v. 13) él es Señor de toda la
creación. Él es dueño de toda bestia y de todas las aves y no había instituido los
sacrificios porque necesitara de esos animales, sino porque la gente lo necesitaba a él
desesperadamente. Él no es como los dioses de los paganos, quienes supuestamente se
fortalecían con los sacrificios de comida; el Señor no depende de la adoración humana
para sobrevivir.
50:14–15. Israel debía ofrecer sus sacrificios de alabanza y acción de gracias
acompañados de una confianza genuina en el Señor. La solución al ritualismo es adorar
a Dios con una fe sincera, por lo que Asaf invitó al pueblo: Paga tus votos al Altísimo,
como expresión de gratitud (cf. “¡Ofrece a Dios tu gratitud!” NVI99) del corazón. La
palabra que se trad. “alabanza” o “gratitud” (NVI99) en hebr. es tôdâh, del vb. yāḏâh, y
quiere decir “reconocer, agradecer”. Tal ofrenda no puede ser presentada a menos que el
ofrendante experimente las obras de Dios hechas a su favor. Si siente angustia e invoca
al Señor, ciertamente Dios contestará. Como resultado, el creyente debe adorar al Señor
con una expresión espontánea de agradecimiento por sus bendiciones. Si el pueblo
adorara así, disfrutaría de los beneficios divinos, pero nunca debe hacerlo en forma
vacía y ritualista.
C. Acusación de Dios contra la hipocresía (50:16–23)
50:16–17. Al presentar el segundo cargo de Dios contra la nación, Asaf señala que
la gente vivía un estilo de vida hipócrita. En primer lugar reprende al malo por recitar
sus leyes y por hablar del pacto como si fuera su profesión de fe, cuando en realidad
aborrecía la instrucción de Dios. Aunque esos impíos se congregaban con aquellos que
sí amaban a Dios, él conocía sus corazones.
50:18–21. El salmista escogió varios ejemplos para ilustrar esa maldad.
Aparentaban ser justos, y por otro lado toleraban y participaban en robos (cf. Éx.
20:15), adulterio (cf. Éx. 20:14), e infamia (cf. Éx. 20:16). Les advirtió que no
confundieran la paciencia de Dios con su aprobación. El silencio de parte de Dios no
significa que esté de acuerdo con sus acciones. Por el contrario, Dios los reprenderá
directamente (“cara a cara”; NVI99, v. 21).
50:22–23. Asaf dio instrucciones a los hipócritas para que consideraran sus caminos
antes de que fuera demasiado tarde. Una vez más, los invitó a ofrecer sacrificios de
alabanza (“quien me ofrece gratitud”, NVI99; V. el comentario de v. 14). Ésta
solamente puede provenir de corazones que están bien con Dios.
De esta manera, el salmista acusa al pueblo de Dios por su formalismo e hipocresía
en la adoración. El consejo de Jesús de adorar en “espíritu y en verdad” (Jn. 4:24)
incluye los correctivos adecuados para tales errores.
Salmo 51
Pocos salmos han sido tan utilizados como éste por los santos de todas las edades, lo
cual pone en evidencia las necesidades espirituales del pueblo de Dios. El salmo 51 es
un modelo de oración en la que se pide perdón por los pecados. El título menciona que
fue escrito cuando el profeta Natán fue a ver al rey “por haber cometido David adulterio
con Betsabé” (NVI99; 2 S. 11), incidente en el que el rey transgredió varios de los diez
mandamientos. Los creyentes han sido consolados porque si Dios pudo perdonar los
pecados de David, también puede perdonar los suyos.
Con frecuencia, la poesía acentúa la intensidad de un momento. David experimentó
un instante de esos al ser confrontado con su pecado y tenerlo que confesar (2 S.
12:13a). Debido a que este salmo habla solamente de confesión y no menciona el
perdón (el cual sucedió inmediatamente después, según el relato histórico de 2 S.

NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999


12:13b), debe tomarse como una reflexión completa acerca de la importancia que tiene
la confesión. Después de que un creyente peca, debe obtener el perdón para disfrutar de
una comunión plena y poder servir a Dios.
El mensaje de este salmo es que aun el más vil pecador de los hijos de Dios puede
acudir a él para obtener perdón, ser restaurado moralmente y reanudar su vida de
felicidad, comunión y servicio. La condición es que llegue delante de él con un espíritu
humilde y que sustente su ruego en la compasión y gracia de Dios.
A. Oración introductoria (51:1–2)
Al pedir al Señor que por su gracia lo perdonara y lo limpiara de su pecado, el rey
apeló al amor y compasión de Dios.
51:1a. Los atributos de Dios como la misericordia (“amor leal”, ḥeseḏ) por su
siervo y sus piedades por los desamparados fueron la base sobre la cual David hizo su
petición de perdón. La frase ten piedad de mí es una oración pidiendo que Dios actuara
según su propia naturaleza y el reconocimiento de que el rey no merecía el perdón. La
absolución divina es por pura gracia.
51:1b–2. Los tres vbs. que utilizó David aquí son figurados. Borra mis rebeliones
se compara con los antecedentes humanos que se pueden borrar; lávame (kāḇas) más y
más de mi maldad compara al perdón con lavar la ropa (que a menudo se consideraba
la extensión de una persona), y límpiame de mi pecado se toma de la ley litúrgica
ceremonial en la cual uno se debía purificar para poder participar en el templo. Estas
peticiones (cf. vv. 7, 9) enfatizan el deseo de David de recibir un perdón total de sus
transgresiones, maldades y pecados.
B. Confesión (51:3–6)
David confesó que había pecado contra Dios (vv. 3–4), y después se lamentó por su
incapacidad de vivir rectamente (vv. 5–6).
51:3–4. Al leer la expresión de que su pecado estaba siempre delante de él,
debemos recordar que su confesión ocurrió aprox. un año después de haber pecado (su
hijo murió una semana después de su confesión; cf. 2 S. 12:13–18). Quizá David había
tratado de justificar tanto sus acciones, que no había sentido culpa sino hasta que Natán
lo confrontó con su falta. Finalmente, confesó que había pecado contra el Señor. Se
sometió a la voluntad divina, afirmando que cualquier cosa que él decidiera sería justa.
51:5–6. David reconoció que era incapaz de vivir rectamente. Había nacido siendo
pecador; i.e., en ningún momento de su vida había estado exento de pecado. Esto era
contrario a las demandas morales de Dios para su vida. Desde su más temprana edad
había enfrentado una lucha interna, sabiendo que el Señor desea la verdad y la
sabiduría; i.e., una vida digna de confianza y productiva.
C. Petición (51:7–12)
Unida a su confesión estaba la petición de David para que Dios lo perdonara (vv. 7–
9), y para que lo renovara internamente (vv. 10–12).
51:7–9. En su oración pidiendo perdón, el salmista solicitó las mismas cosas que
había pedido antes (cf. vv. 1b–2) pero en orden inverso: Purifícame … lávame … y
borra. Cuando David habló de que Dios lo limpiara con hisopo, se estaba refiriendo al
uso de éste en las ceremonias religiosas en que se rociaba la sangre de los sacrificios
sobre el altar. Esto representaba la remoción de pecado a través de la sangre derramada
(cf. He. 9:22). A continuación, David pidió a Dios que le permitiera otra vez regocijarse
al saber que estaba en paz con él. (Acerca de la asociación de huesos con la angustia

aprox. aproximadamente
emocional, V. el comentario de Sal. 6:2.) El rey pidió a Dios que eliminara sus pecados
judicialmente.
51:10–12. Como un correctivo para su naturaleza pecaminosa, David pidió a Dios
que renovara la actitud de su corazón (v. 10), que lo preservara en su servicio (v. 11), y
que restaurara su gozo (v. 12). Él estaba consciente de que había sido indiferente a sus
malas actitudes y que necesitaba ser renovado. También sabía que a Saúl se le había
quitado su reinado por su pecado (descrito en el A.T. como que el Espíritu abandona a
una persona). Por esa razón, David pidió a Dios que no quitara de él su Espíritu y por lo
tanto, que no lo destituyera. En el N.T., el Espíritu de Dios no abandona a los creyentes;
más bien, en el momento de la salvación, él viene a morar en ellos (cf. Jn. 14:16; Ro.
8:9). Pero un cristiano puede ser retirado de su servicio a Dios por causa del pecado (cf.
1 Co. 9:27). David también estaba consciente que para poder experimentar el gozo que
había sentido en el pasado por su salvación, necesitaba ser renovado internamente por
Dios.
D. Promesa de adoración (51:13–17)
David prometió a Dios que si lo perdonaba, se involucraría por completo en su
servicio. En estos vv., pide cosas que son resultado del perdón, y por lo tanto,
indirectamente está volviendo a pedir perdón.
51:13. En primer lugar, David expresó que si tuviera el perdón de Dios, enseñaría a
los transgresores los caminos del Señor (i.e., la forma en que Dios trata a los
pecadores que se arrepienten). Naturalmente, para poder enseñar esto, primero debía
experimentarlo él.
51:14–15. En segundo lugar, David prometió que si Dios lo perdonaba, le cantaría y
alabaría por su justicia. Solamente podía exaltar a Dios después de haber sido librado
de su culpa.
51:16–17. En tercer lugar, David aseguró que si Dios le concedía el perdón de sus
pecados, ofrecería sacrificios a él; el salmista sabía que Dios no quería solamente un
holocausto (sacrificio de animal, cf. 40:6). Necesitaba hallar perdón antes de poder
ofrecer los sacrificios de paz a Dios. El sacrificio que tenía que presentar consistía en
un corazón contrito (molido) y humillado—i.e., un espíritu humilde y sinceramente
arrepentido. Esto es lo que Dios espera y ciertamente aceptará.
En el A.T., si alguien pecaba como David, un sacerdote o profeta debía avisarle que
había sido perdonado. Sólo entonces, el penitente podía reintegrarse a la adoración y
ofrecer un sacrificio de paz. En el N.T., la noticia del perdón está escrita eternamente en
la palabra de Dios—la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado (1 Jn. 1:7). Sin
embargo, también en el N.T. el creyente debe presentarse con un espíritu quebrantado
que abandona toda confianza en sí mismo y reconoce su necesidad delante de Dios para
encontrar renovación espiritual y limpieza de pecados (1 Jn. 1:9).
E. Oración pidiendo prosperidad (51:18–19)
51:18–19. Con frecuencia estos vv. han sido considerados como una adición
posterior al salmo, ya que no se relacionan directamente con el tema principal. Sin
embargo, los sacrificios de justicia están íntimamente relacionados con los vv. 16–17.
La oración pidiendo la reconstrucción de los muros de Jerusalén puede referirse a la
prosperidad en relación con los recursos de protección de la ciudad; y a la vez pudiera
ser figurada, refiriéndose a que la protección moral de la nación fuese fortalecida (i.e.,
edificando al rey). La adoración hecha en justicia va de la mano con la prosperidad
moral.
Salmo 52
Este salmo se atribuye a David y fue escrito cuando fue traicionado por Doeg (1 S.
21–22), ya que el personaje que describe aquí corresponde a un retrato de un hombre
como él. David, que confiaba en el Señor, contrastó su fe con el comportamiento del
hombre traicionero que sigue el camino de la iniquidad.
A. Destrucción del hombre traicionero (52:1–7)
52:1. Dirigiéndose directamente al impío, el poeta reprobó su traición (vv. 1–5).
David estaba asombrado de que ese hombre pudiera jactarse de su maldad sabiendo que
era una vergüenza delante de Dios.
52:2–4. Doeg, el hombre traicionero (V. el título), tenía una lengua … engañosa y
afilada como navaja (cf. “espadas” en 55:21) que destruía a otros con sus palabras
(cf. Stg. 3:6, 8). Ese hombre vivía en completa falsedad y maldad, y amaba las
palabras que hacen daño.
52:5. Al ver tal impiedad, David predijo que Dios destruiría a ese hombre malo y lo
arrancaría de la tierra de los vivientes, i.e., que la muerte llegaría para llevárselo
repentinamente y para siempre.
52:6–7. David anticipó el gozo que esto traería a los justos; ellos serían testigos de
lo que sucede a una persona que no confía en Dios, sino que tiene puesta su esperanza
en el poder que le dan sus propias riquezas. (Fortaleza se trad. mā‘ôz, “un lugar muy
fortificado”; cf. 27:1; 37:39; 43:2).
B. El destino del hombre de fe (52:8–9)
52:8–9. En fuerte contraste con Doeg, el hombre pérfido (vv. 1–7), David
personificaba una vida llena de las bendiciones de Dios. Se comparó a sí mismo con un
olivo verde, que es una figura que indica la prosperidad que disfrutaba en presencia de
Dios (cf. Os. 14:6) y es un fuerte contraste con el impío que será arrancado (Sal. 52:5).
En el salmo 1:3 se utiliza la metáfora de un árbol floreciente.
El florecimiento de David se debía a la misericordia de Dios (cf. “el gran amor de
Dios”, NVI99) en la cual confiaba eternamente. Fue así que prometió alabar a Dios
continuamente por lo que había hecho. David esperaría en su nombre (que se refiere a
sus atributos y hechos; cf. Éx. 34:5–7) y le alabaría delante de sus santos.
De esta manera, los justos, a diferencia de los traicioneros, depositan su confianza
en el amor de Dios, donde se encuentran la justicia y la bendición.
Salmo 53
Este pasaje es otra versión del Salmo 14, que fue adaptado para el segundo libro
(’ĕlōhîm, “Dios”, se sustituye por Jehová). Este salmo es de David, arreglado para
māḥălaṯ, que posiblemente era una tonada muy conocida. El salmo expresa que toda la
raza humana es impía y que el Señor triunfará sobre los pecadores. Por tanto, el salmista
anhela que se establezca pronto el reino de Dios.
A. Revelación acerca de la raza humana (53:1–3)
53:1. David recibió una revelación acerca de cómo ve Dios a la raza humana, por lo
que dijo: todos son necios, y resume esa descripción en el primer v.: el necio cree que
no hay Dios. Por lo tanto, su vida está corrompida y envilecida (i.e., es abominable
delante de Dios). De hecho, no hay ninguna persona que haga bien.
53:2–3. A continuación, registró los detalles de la revelación. Desde los cielos, Dios
escudriñó a la raza humana para ver si había algún prudente, pero su búsqueda fue
inútil. La raza humana entera se había corrompido (’ālaḥ,“agria, cortada” como la
leche, que sólo se utiliza aquí y en 14:3; Job 15:16). La palabra que se trad.
“corrompido”, aquí difiere de la empleada en el v. 1. El Señor no encontró a ningún ser
humano sin pecado, ni aun uno (cf. Ro. 3:10–12).

trad. traducción, traductor


B. Anticipación de la destrucción de los impíos (53:4–5)
53:4–5. David expresó su asombro al ver la ignorancia de aquellos que perseguían a
los justos. Pudo ver de antemano que los malos serían sobrecogidos por el pavor y la
vergüenza cuando Dios los destruyera. Ese juicio es tan seguro, que el salmista lo vio
como si ya hubiera ocurrido.
C. Anhelo por el reino de Dios (53:6)
53:6. David expresó su anhelo por ver el reino de Dios establecido después de que
los cautivos fueran restaurados. Llegará el tiempo en que ya no habrá incrédulos
malvados e Israel, el pueblo de Dios, se alegrará.
Salmo 54
Esta es una oración de confianza que David compuso cuando era perseguido por
Saúl y fue traicionado por los habitantes de Zif (cf. 1 S. 23:19). Aunque el salmista
estaba siendo perseguido por hombres sin temor de Dios que querían asesinarlo,
confiaba plenamente en el poder divino para librarlo.
A. Sálvame por tu nombre (54:1–3)
54:1–2. La primera parte de este salmo (vv. 1–3) nos presenta la oración
desesperada de David pidiendo liberación, la cual se basa en el nombre de Dios. Su
“nombre” (cf. v. 6) representa lo que él es y lo que ha hecho (cf. Éx. 34:5–7). David
había llegado a conocer el gran poder de Dios, y sabía que podía salvarlo.
54:3. La razón de su petición era que algunos hombres violentos estaban tratando
de destruirlo y esos individuos no tomaban en cuenta a Dios.
B. Dios es el que me ayuda (54:4–7)
54:4–5. La segunda parte del salmo (vv. 4–7) registra la afirmación de confianza
que David hace acerca del Señor. Declaró: Dios es el que me ayuda (V. el comentario
de 30:10) y además, el que lo sostenía (“el Señor es el que sostiene mi alma”, BLA).
Esto lo llevó a orar pidiendo que el Omnipotente devolviera el mal a aquellos que lo
calumniaban. También pidió que le siguiera mostrando su verdad (cf. “fidelidad”,
NVI99).
54:6–7. Teniendo la plena seguridad de que Dios había escuchado su oración y de
que lo libraría de toda angustia que le fuera infligida por sus enemigos, David
prometió alabarle voluntariamente. Esto se refiere a las ofrendas de paz (sacrificaré a
ti; Lv. 3; 7) que expresaban alabanzas por la liberación y que presentaban
voluntariamente los creyentes devotos. Una vez más, David (cf. Sal. 52:9) declaró que
el nombre de Jehová (cf. 54:1) es bueno.
Salmo 55
En este salmo se describe el sufrimiento de David por la traición de un amigo
íntimo. Los comentaristas especulan que el incidente ocurrió cuando Ahitofel le fue
desleal (2 S. 15:31). Sin embargo, no es nada seguro.
En su poema, David invocó al Señor para pedirle que lo ayudara a escapar de tan
terrible aflicción. Se lamentó por el dolor que le ocasionó la traición de su amigo
cercano. Aun así, expresó la confianza que tenía en Dios, el único que podía redimirlo.
A. La terrible opresión de David (55:1–8)
55:1–8. Esta primera sección registra la oración pidiendo ser librado de la terrible
opresión que sufría. Clamó a Dios, suplicando ser escuchado (vv. 1–2a). Su enemigo
estaba vigilándolo y persiguiéndolo, provocándole temor … temblor … y terror (vv.
2b–5). Así que deseaba escapar de tal hostilidad (vv. 6–8), deseando ser como paloma,
para volar lejos y encontrar un refugio (“reposo”, NVI99; es trad. de mip̱lāṭ, “un lugar

BLA Biblia de las Américas


para escapar”, que sólo se utiliza aquí en el A.T.) en el desierto y escapar así del viento
borrascoso, de la tempestad y la aflicción.
B. David sufre una dolorosa traición (55:9–15)
55:9–11. El salmista rogó a Dios que confundiera a los que querían hacerle daño.
Esta oración imprecatoria está basada en el hecho de que la ciudad (posiblemente
Jerusalén) estaba llena de violencia, rencilla, iniquidad y maldad, las cuales eran
ocasionadas por el fraude y el engaño de los perversos.
55:12–14. Lo más doloroso de vivir expuesto a esa violencia tan destructiva fue que
sufrió la traición de su íntimo y fiel amigo. David dijo que podría haber soportado la
opresión de un enemigo y que aún podría haberse ocultado del que lo aborrecía, pero
lo peor era que su amigo íntimo le había sido desleal. David se dirigió al traidor (tú
hombre), recordando que habían adorado juntos al Señor en medio de la congregación
55:15. Por esta razón, el salmista deseaba que Dios destruyera rápidamente (con la
muerte) a todos sus enemigos (cf. v. 23).
C. La confianza de David (55:16–23)
55:16–21. Expresando su confianza, David declaró que Jehová lo salvaría. Con esta
certeza podía seguir acudiendo a él siempre que tuviera alguna angustia, porque el
Señor lo escuchaba y libraba (pāḏâh, cf. V. el comentario de 26:11) de la guerra
(“batalla”, NVI99). Dios, el gobernador supremo, escucha las oraciones de su pueblo y
también conoce la violencia de los impíos. Los que no temen a Dios serán derrotados
por él. El compañero de David estaba incluido entre aquellos que no creían en Dios, ya
que había quebrantado su pacto y lo había engañado para destruirlo. La forma en que su
“amigo” hablaba era blanda y suave (como la mantequilla), pero existía engaño en su
corazón. En cuatro ocasiones, David comparó las palabras de sus enemigos con
espadas (cf. 55:21; 57:4; 59:7; 64:3) punzantes y destructivas.
55:22–23. La confianza de David es evidente por las palabras que dirige a los santos
invitándoles a depositar o echar su carga o afanes, sobre Jehová (cf. 1 P. 5:7). Dios
nunca abandonará al justo (cf. Dt. 31:6; He. 13:5). Sin embargo, destruirá (cf. Sal.
55:15) a los hombres sanguinarios y engañadores que afligen al justo.
Salmo 56
El salmo 56 es un cántico de confianza escrito durante la estancia de David en Gat
(V. 1 S. 21:10; Sal. 34). Está adaptado para la tonada de “la paloma silenciosa en paraje
muy distante”. David afirmó que aunque sus enemigos lo acechaban para destruirlo, él
confiaba plenamente en que el Señor conocía su sufrimiento. Su confianza lo llevó a
anticipar el privilegio de alabar a Dios por su liberación del peligro.
A. Los enemigos de David conspiran contra él (56:1–7)
David oró pidiendo a Dios que destruyera a aquellos que planeaban matarlo.
56:1–2. En estos vv. aparece su clamor inicial (Ten misericordia de mí, oh Dios),
porque estaba en gran peligro. Los que lo calumniaban con soberbia lo perseguían
frenéticamente (cf. 57:3), todo el día (cf. 56:5).
56:3–7. Sin embargo, debido a que tenía su confianza depositada en Dios, alababa
su palabra y se daba cuenta que no debía temer al hombre (que es trad. de bāśār,
“carne”, cf. “simple mortal”, NVI99; cf. “hombre” en v. 11). Así que una vez más, el
salmista entregó su problema a Dios y oró para que destruyera a sus enemigos (vv. 5–7).
El problema era que éstos estaban al acecho, tergiversando continuamente sus palabras,
ideando nuevas maneras para destruirlo y siguiéndolo constantemente. Era una guerra
sin cuartel y no podía hallar descanso.
B. Dios estaba por él (56:8–13)
David reiteró su confianza en Dios porque él conocía su sufrimiento y estaba seguro
de que él lo protegería.
56:8–9. Se llenaba de confianza porque sabía que Dios lo conocía íntimamente,
tanto, que incluso sabía cuántas lágrimas había derramado. La figura de las lágrimas
recolectadas en una redoma (NVI99, nota mar. “odre”; BLA, nota mar.) significa que
Dios no olvidaba su sufrimiento. Por esa razón, podía expresar con certeza: Esto sé, que
Dios está por mí.
56:10–11. El salmista parafraseó el refrán del v. 4 (V. el comentario allí). Creía en
la palabra de Dios y sabía que el hombre mortal (’āḏām; en el v. 4 se utiliza una
palabra distinta para referirse al hombre) no podía frustrar los planes de Dios.
56:12–13. La confianza de David lo llevó a anticipar que Dios lo libraría del peligro
para que pudiera seguir viviendo (para que ande … en la luz de los que viven) en
obediencia a él. Al igual que en otros salmos, David estaba tan seguro que Dios lo
libraría, que escribió en tiempo pasado (porque has librado mi alma). En respuesta,
juró adorar al Señor y presentar su ofrenda de gratitud (te tributaré alabanzas).
Salmo 57
El salmo 57 es similar al 56 en su mensaje y estructura, excepto que éste tiene una
nota triunfante. El título atribuye esta obra a David, misma que escribió mientras huía
de Saúl y se escondía en una cueva (cf. el título de Sal. 142), pero no se sabe con
seguridad a qué cueva se refiere (cf. 1 S. 22; 24). El salmo contiene dos secciones, cada
una terminando con un coro (Sal. 57:5, 11) en el que el salmista expresa su deseo de que
Dios fuera exaltado. David oró pidiendo liberación de sus enemigos y después cantó un
himno de victoria reconociendo el amor fiel de Dios y deseando que los impíos cayeran
en sus propias trampas.
A. La necesidad de la intervención divina (57:1–5)
57:1–3. La primera estrofa (vv. 1–5) es el clamor del salmista pidiendo a Dios que
lo rescatara. Imploró la misericordia (cf. 56:1) del Dios Altísimo mientras se refugiaba
en la sombra de sus alas (cf. 17:8; 36:7; 61:4; 63:7; 91:4) hasta que pasaran los
quebrantos. No tenía a nadie más a quién recurrir para encontrar protección. Sin duda,
su fe estaba bien cimentada en el Señor, quien envía desde los cielos … su
misericordia (ḥeseḏ, “amor leal”) y su verdad, i.e., fidelidad (cf. 57:10). Conociendo
los atributos divinos, David sabía que él lo libraría de la cruel persecución (cf. 56:1–2)
de sus enemigos.
57:4. La súplica acompañada de fe de David fue seguida por un lamento acerca de
su condición. Comparó a sus enemigos con leones (cf. V. el comentario de 7:2) y con
bestias salvajes que lo querían devorar, cuyos dientes y lengua eran como armas de
guerra que usaban para calumniarlo y maldecirlo. (Acerca de la lengua comparada con
la espada; cf. 55:21; 59:7; 64:3.) El salmista estaba sufriendo intensamente al verse
rodeado por hombres sanguinarios (cf. “gente rapaz”, NVI99) y escarnecedores.
57:5. En este coro (cf. v.11), David expresó su deseo de que Dios fuese exaltado …
sobre los cielos y sobre toda la tierra. Por supuesto que esto se cumplirá cuando Dios
derrote a sus enemigos y reivindique su justicia.
B. La ocasión del canto de victoria (57:6–11)
Esta es la segunda estrofa del canto del salmista acerca del amor leal y fidelidad de
Dios. Es indudable que el salmista estaba anticipando la victoria.
57:6. David habló nuevamente de su dilema, pero ahora añadió que deseaba ver la
destrucción de sus enemigos que habían cavado un hoyo y habían puesto una red
delante de él. Pero habían caído ellos mismos en su trampa. Esta es la cuarta vez que
David escribe de esa manera (cf. “hoyo” en 7:15; “hoyo” y “red” en 9:15, 35:8). Por

mar. margen, lectura marginal


supuesto que las figuras de lazos y redes describen los intentos de los impíos para
atraparlo.
57:7–11. Estos vv. son casi idénticos al 108:1–5. A la luz de la destrucción segura
de los impíos, David se dispuso a cantar un himno de victoria. Con su fe cimentada en
el Señor, podía alabar temprano en la mañana, anticipando las obras que Dios haría.
David dijo que lo alabaría por su misericordia (ḥeseḏ, “amor leal”) y verdad, i.e.,
fidelidad (cf. 57:3). De esa manera, otros podrían escuchar y alabar a Dios también.
En el coro que se repite en el v. 11 (cf. v. 5), David expresó una vez más su deseo de
que Dios fuese exaltado … sobre los cielos y sobre toda la tierra.
Salmo 58
David levantó una denuncia contra los jueces injustos que actuaban impíamente y
ocasionaban destrucción. Rogó a Dios que los castigara de manera rápida e irrevocable.
Así, los justos se verían fortalecidos en sus propósitos.
A. Reprensión para los jueces injustos (58:1–5)
David denunció los resultados de las injusticias cometidas por los jueces de la tierra
y utilizó el método de preguntas y respuestas para exponer sus ideas.
58:1. En primer lugar, cuestionó la integridad de los líderes: Ustedes, gobernadores:
¿Pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente …?. La justicia en la nación
se había pervertido debido a que los gobernadores y jueces eran arbitrarios.
58:2–5. La respuesta a las preguntas del v. 1 es un rotundo no. No procuraban la
justicia. Al contrario, planeaban iniquidades y violencia. Más adelante, Miqueas
también escribió cosas muy semejantes acerca de los líderes de su tiempo (cf. Mi. 3:1–
3, 9–11; 6:12). Esos jueces impíos se habían apartado desde su nacimiento, hablando
mentira. Eran como serpientes venenosas que no prestan atención a la voz de los que
las encantan. En otras palabras, actuaban deliberadamente para destruir a otros y daban
oídos sordos a cualquier amonestación. Simplemente no estaban dispuestos a atender a
ninguna palabra de corrección.
B. Juicio repentino sobre los jueces (58:6–9)
58:6–8. David pidió a Dios que removiera a los jueces injustos, y de manera
específica, que quebrara sus dientes, para evitar que siguieran comunicando sus
injusticias. Eran como leoncillos feroces (cf. v. el comentario de 7:2), cuyas muelas
(“colmillos”, NVI99; BLA, nota mar.) debían ser arrancadas. También oró pidiendo que
los jueces fueran destruidos de manera repentina, y que (a) fueran disipados como el
agua que se evapora para evitar que sus saetas (i.e., sus palabras) cumplieran su
propósito; (b) que fueran arrastrados como un caracol (“babosa rastrera”, NVI99) que
se marchita en tiempo de sequía y (c) que perecieran como el que nace muerto y no
logra ver el sol.
58:9. La destrucción de los impíos será repentina. El fuego que quema espinos y
zarzas se extingue rápidamente (cf. V. el comentario de Ec.7:6). Antes que se puedan
poner las ollas al fuego, éste se apaga. Dios se llevará repentinamente a los impíos antes
que su maldad, que es como el fuego, pueda lograr su propósito.
C. Consuelo para el justo (58:10–11)
58:10–11. David anticipó el gozo que experimentarían aquellos que vieran
cumplirse la justicia de Dios sobre los jueces injustos. Una vez más, el lenguaje
utilizado aquí es metafórico e hiperbólico; la expresión el justo … lavará … sus pies
… en la sangre del impío sugiere una victoria militar.
David también anticipó que esa victoria sería evidencia de que Dios recompensa la
justicia y castiga la tierra. Él no dejará para siempre a la humanidad en manos de
jueces injustos.
Salmo 59
Esta es una oración de David pidiendo protección de los hombres sanguinarios. Al
igual que en otras plegarias, se puede apreciar una inamovible confianza en el Señor.
David oró solicitando al Señor que lo librara de sus enemigos y que los humillara de tal
forma, que todo el mundo reconociera su soberanía divina.
El evento en que se desarrolla este salmo es cuando Saúl envió a sus soldados a que
“vigilaran la casa para matarlo” (1 S. 19:8–11a). Sin embargo, Mical lo ayudó a escapar
por la ventana (1 S. 19:11b–14).
A. Conspiración contra el inocente (59:1–5)
59:1–5. Una vez más, David oró pidiendo ser librado de sus enemigos, de una
situación desesperada, y ser rescatado de los que cometen iniquidad … de hombres
sanguinarios que acechaban su vida y de los que conspiraban contra él, a pesar de que
era inocente. David expresó que Dios debía castigar a todos los que se conducían
impíamente.
B. Victoria sobre la traición (59:6–10)
59:6–7. David comparó a sus enemigos con perros que andan merodeando por las
noches (cf. v. 14). Sus obras y sus palabras demostraban que eran arrogantes, y
pensaban que Dios no los escuchaba. Sus dichos eran cortantes y ofensivos como
espadas … en sus labios (cf. 55:21; 57:4; 64:3).
59:8–10. Sin embargo, el salmista tenía la seguridad de que sus enemigos no
prevalecerían. Sabía que Dios se reiría de los paganos (cf. 2:1, 4). Por tanto, mantuvo su
esperanza puesta en Dios, que era su única defensa (“protector”, NVI99, es trad. de
miśgoḇ que se trad. “refugio o fortaleza”; cf. 59:16–17 y los comentarios de 18:1 y 46:7)
y el Dios de su misericordia. Estaba seguro que él lo rescataría y le permitiría ver el fin
de sus adversarios.
C. Impartición de justicia (59:11–13)
59:11. David oró pidiendo a Jehová, que era su escudo (cf. el comentario de 3:3),
que retribuyera a los malos para que así lo reconocieran como el único Dios soberano.
No pidió que les quitara la vida, porque entonces serían olvidados, pero sí que fueran
dispersados y desterrados para que fueran como fugitivos que vagan humillados.
59:12–13. También David pidió que sus maldiciones y mentiras quedaran expuestas
y que fueran sorprendidos en sus malas obras para que al ser consumidos, todos
supieran que Dios gobierna con justicia.
D. Anticipación de alabanza (59:14–17)
59:14–17. David tenía la seguridad de que a pesar de la presencia de sus enemigos
(a quienes comparó de nuevo con perros; cf. v. 6) él alabaría a Dios por haberle
mostrado su poder (cf. v. 9) y misericordia y por haber sido su amparo y refugio.
(Para la expresión amparo; cf. v. 9 y el comentario de 46:7; y refugio, mānôs, también
se utiliza en 142:5).
Salmo 60
Este es un salmo didáctico (“para enseñar”) basado en las victorias militares de
David. Es una oración pidiendo victoria. Al mismo tiempo que estaba en guerra contra
los sirios del norte, Edom invadió Judá. Este cántico pudo haber sido escrito durante, o
poco tiempo después, de que David, Joab y Abisai aplastaron a Edom (2 S. 8:13; 1 R.
11:15–16; 1 Cr. 18:12). (V. el comentario de 1 Cr. 18:12 donde el número de los
edomitas que murieron fue de 18,000, mientras que el título de este salmo dice que
fueron “doce mil”.)
David sabía que tanto la victoria como la derrota venían del Señor, por lo que oró
pidiendo la ayuda divina y la victoria sobre los enemigos de Israel. Él tenía la certeza de
que Dios los ayudaría a triunfar.
A. Oración pidiendo liberación (60:1–5)
60:1–3. El salmista se volvió a Dios y pidió la restauración de Israel. La situación de
desastre que estaban experimentando era resultado de la ira del Señor. Él había hecho
temblar la tierra y las tropas de David tuvieron miedo. Ya que Dios había ocasionado
esa trágica derrota, era el único que podía darles nuevamente la victoria.
60:4–5. Es difícil determinar el significado del v. 4, sin embargo, parece un
reproche expresado en forma sarcástica: Dios había llamado a su pueblo a la guerra (has
dado … bandera) pero los condujo a la derrota (y no pudieron “escapar de los
arqueros”, NVI99). Israel estaba defendiendo la causa de Dios, pero el Señor permitió
que fueran derrotados.
Por esta causa, David pidió a Jehová que librara con su poder (su diestra, cf. Éx.
15:6, 12; Sal. 20:6; 45:4; 89:13; 108:6) a los que amaba. El salmo 60:5–12 es casi
idéntico al 108:6–13.
B. Certeza de la victoria (60:6–8)
60:6–8. El salmista citó las palabras que el Señor había pronunciado en cuanto a la
victoria que les daría. Dios había declarado que por ser dueño de todas las tribus y
tierras, él libraría a su pueblo y sometería a sus enemigos. Él repartiría a Siquem, y …
el valle de Sucot, i.e., entregaría esas tierras a su pueblo. Sucot está localizada a 32
kms. al oriente de Siquem, de la tribu de Efraín y pertenecía a la tribu de Gad, que
estaba asentada cerca del río Jordán. Efraín era una tribu grande y poderosa que se
ubicaba en el centro de Israel. Era considerada como un yelmo (fortaleza de mi
cabeza) para defender a la nación. Judá era el cetro (legislador) del Señor, i.e., David
(quien era de Judá) fue el gobernador designado por Dios, a pesar de las amenazas que
recibía. Los enemigos de Israel serían humillados y esclavizados. Galaad, ubicada al
oriente del río Jordán, y Manasés, la tribu que se asentó a ambos lados del Jordán, le
pertenecían a Dios. Moab era como una vasija para lavar entregada al conquistador.
Edom se compara con un esclavo a quien Dios, como guerrero, lanzaría su calzado
(indicando, según una costumbre antigua, toma de posesión, V. nota mar. BJ, RVR95).
Además, Filistea escucharía el grito de victoria después del triunfo de David.
C. Confianza en Dios (60:9–12)
60:9–12. Usando tres preguntas retóricas, el salmista reconoció que el Señor los
llevaría al triunfo después de haber permitido su derrota (cf. vv. 1–4). Como sabía que
el esfuerzo humano era en vano, David oró para que el Señor le brindara socorro
contra el enemigo. Con la confianza de que Dios estaba con ellos, pudo visualizar la
victoria como un hecho.
Es claro que la victoria y la derrota pertenecen a Dios. Cuando el desastre llega a la
vida, él es nuestra única esperanza.
Salmo 61
David se sentía incapaz de seguir adelante y estaba a punto de desmayar. Pero
encontró seguridad en el poder de Dios. Él era su roca y encontró aliento en sus
promesas que nunca fallan. Muchos han sugerido que este salmo describe una de las
ocasiones en que David realizó uno de sus arriesgadas escapatorias en el desierto
rocoso, pero el salmo no señala nada acerca de su trasfondo histórico.
A. Llévame a la roca (61:1–2)
61:1–2. El salmista pidió ser fortalecido, pues se sentía abrumado. Pidió a Dios que
lo llevara a la roca que era más alta que él. “Roca” describe un lugar donde se puede

BJ Biblia de Jerusalén

RVR95 Reina-Valera Revisión 1995


estar a salvo; pero David deseaba ser conducido a una roca que él mismo no pudiera
alcanzar. Si Dios le concedía esto, entonces se sentiría totalmente seguro.
B. Anhelo habitar en tu tabernáculo (61:3–7)
David expresó su confianza en el Señor, ya que le había prometido proveer
protección y seguridad.
61:3–4. El salmista encontró consuelo al meditar en el carácter de Dios. Él lo había
defendido de sus enemigos, había sido su refugio (maḥseh, “protección del peligro”; cf.
el comentario de 14:6) y su torre fuerte. Por lo demás, el salmista anhelaba habitar en
la casa de Dios (en su tabernáculo y bajo la cubierta de sus alas; cf. 17:8; 36:7; 57:1;
63:7; 91:4, como un pajarillo que es protegido por su madre), que es el lugar más
seguro para refugiarse.
61:5–7. David oró pidiendo la protección y presencia de Dios. Esta súplica estaba
basada en la promesa dada por el Señor. Dios lo había oído y le había dado la heredad
de los que temen su nombre; los verdaderos israelitas que temían al Señor y
permanecían fieles al reinado de David. Por tanto, él oraba pidiendo que Dios alargara
los días del rey (su propia vida) y que lo siguiera protegiendo por su misericordia
(ḥeseḏ, “amor leal”) y verdad, i.e., por su amor que permanece para siempre.
C. Entonces cantaré alabanzas (61:8)
61:8. El rey juró cantar y alabar a Dios por su protección; una vez que fuera
liberado, pagaría (“cumpliré mis votos”, NVI99) sus votos cada día.
Salmo 62
Este salmo refleja la confianza y fe que David tenía en el Señor a pesar de la
oposición. Esperaba en él y guardaba silencio delante de él. Lo consideraba su fortaleza
y estaba seguro de que tenía el poder para librarlo de sus perversos enemigos. El salmo
contrasta la confianza en Dios que proporciona seguridad con la necedad de confiar en
filosofías humanas que sólo producen incertidumbre. El salmo contiene tres estrofas de
cuatro vv. cada una.
A. Descansa en Dios cuando atacan los enemigos (62:1–4)
62:1–2. El tema de este salmo se presenta en el v. 1, donde David escribe: En Dios
solamente está acallada mi alma. (Cf. “Sólo en Dios halla descanso mi alma”, NVI99;
cf. v. 5) que lit. significa: “Solamente a Dios entrego el silencio de mi alma”; i.e., que
sólo en el Señor podía presentarse en completa calma. Además, sabía que no resbalaría
(cf. 62:6 y el comentario de 15:5) porque Dios era su roca (cf. el comentario de 18:2),
su salvación y su refugio (cf. el comentario de 46:7). Así como los guerreros de épocas
pasadas se sentían seguros dentro de una fortaleza impenetrable, así David estaba
confiado en el Señor.
62:3–4. Aunque David confiaba plenamente en su Señor, estaba perplejo al ver que
sus adversarios intentaban destruirlo. La imagen de una cerca derribada sugiere
debilidad e indefensión. Así como los hombres tratan de derrumbar la pared de una
ciudad o una cerca, así los impíos buscaban destruir a David, pensando que era débil.
Querían hacerlo caer por medio de la mentira. Con su boca bendecían a David, pero
… en su corazón había maldición.
B. Confía en Dios en todo tiempo (62:5–8)
62:5–8. David dijo una vez más que esperaba calladamente delante del Señor y
confesó que su única esperanza era Dios (cf. 25:5, 21; 33:20; 39:7; 71:5). Otra vez
aseguró que él es la única fuente de fortaleza (roca), liberación (salvación) y seguridad
(refugio; cf. 62:2). Por tanto, estaba a salvo y no resbalaría (cf. el comentario de 15:5).

lit. literalmente
Dios era su salvación y su gloria (honor). Si Dios no hubiera intervenido innumerables
veces en la vida de David, hubiera sido aplastado por sus enemigos.
Por tanto, el salmista invitó a los santos a derramar su corazón … delante del Señor
y a esperar en él en forma continua, sabiendo que él es su refugio (maḥseh,“lugar
seguro del peligro”; cf. 14:6; 46:1; 61:3; 71:7; 73:28; 91:2, 9).
C. Dios dará su recompensa a cada persona (62:9–12)
62:9–10. El salmista hizo una advertencia en cuanto a la necedad de confiar en los
seres humanos. Describió cuán efímera es la vida, sin importar la posición
socioeconómica de la persona. Los seres humanos son vanidad (como un soplo, heḇel,
“un vapor”; cf. 39:5, 11; 144:4 y el comentario de Ec. 1:2). Son tan insignificantes que
si fuesen pesados, la báscula ni siquiera se movería. Su poder es como nada delante de
Dios. Por tanto, nadie debe confiar en los logros de los impíos. Tampoco se debe
confiar en las riquezas (cf. Pr. 11:28; 23:5; 27:24).
62:11–12. El salmista contrastó esta verdad con el hecho de que Dios ha declarado
que el poder le pertenece a él. David escuchó a Dios decir dos veces que a él le
pertenecen el poder y la misericordia, y que por eso, se impartirá justicia a todo ser
humano. ¡Cuánto mejor es hallar descanso para nuestras almas en el poder de Dios que
en las maquinaciones humanas!
Salmo 63
La fe que se expresa en Salmos 61 y 62 llega a un clímax y así surge este himno de
David, escrito “cuando estaba en el desierto de Judá”. Se refiere al tiempo en que siendo
rey, fue apartado del arca, el lugar formal de adoración (2 S. 15:25). El salmista
satisfizo el anhelo de su alma de adorar a Dios alabando su misericordia, i.e., amor fiel,
en medio de la angustia. Como resultado, pudo anticipar que vendría un tiempo de gozo
cuando quedaran frustrados los planes de sus enemigos.
A. Sed de Dios (63:1–2)
63:1. La experiencia de David en el desierto seco y árido lo hizo reflexionar en la
sed insaciable que tenía su alma por Dios. Al experimentar esto, escribió: De
madrugada te buscaré, que también puede trad.: “yo te busco intensamente” (NVI99),
o “te busca con afán” (BLA). La expresión de la RVR60 ha llamado la atención de
muchos creyentes y leen este salmo por las mañanas. Buscar a una persona de
madrugada sugiere que hay urgencia de hablar con ella.
63:2. El anhelo de David de estar con Dios surgió al ver su poder (fuerza) y …
gloria … en el santuario. Él tenía esa convicción aun antes de que sus enemigos lo
persiguieran hasta el desierto. El arca era el símbolo de la gloria y el poder divinos (cf. 1
S. 4:21). David había experimentado el gozo de ver la evidencia de la presencia de Dios
en el santuario, i.e., el tabernáculo de Jerusalén.
B. La alabanza satisface el alma (63:3–8)
63:3–4. A pesar de estar lejos del santuario, David halló satisfacción para su alma
alabando a Dios. Esto produjo gozo y consuelo a su corazón. Alabó al Señor por su
misericordia, diciendo que ésta es mejor … que la vida. Esta alabanza procede de
alguien que está en un desierto árido (v. 1) y cuyos pensamientos están centrados en
Dios más que en el agua que necesita para sobrevivir.
63:5–6. La alabanza a Dios satisfaría su alma, así como los manjares más
abundantes (de meollo y de grosura) satisfarían su cuerpo. Su alabanza le
proporcionaba vitalidad a su vida espiritual. La alabanza a Dios es la expresión natural

RVR60 Reina-Valera Revisión 1960


de un corazón que medita acerca del Señor y se acuerda de él durante las vigilias de la
noche.
63:7–8. La causa inmediata de la meditación y alabanza a Dios fue por la protección
y apoyo recibidos. Puesto que Dios había sido su socorro (V. el comentario de 30:10) y
su fortaleza (Tu diestra me ha sostenido), David permanecía cerca de él, protegido
bajo la sombre de sus alas (cf. 17:8; 36:7; 57:1; 61:4; 91:4) y continuaba cantando
alabanzas al Señor.
C. Regocijo en la victoria (63:9–11)
63:9–11. En estos vv. David dejó de meditar en la alabanza como alimento para su
alma y comenzó a pensar en su situación. Conocía de tal manera a Dios, que estaba
seguro de que alcanzaría a ver la destrucción y muerte ignominiosa de sus enemigos.
Por tanto, el rey se podía alegrar en Dios. De igual manera, cualquiera que sea fiel a él
puede hacerlo. Podemos decir entonces que la alabanza es esencial para la vida
espiritual. Debe surgir espontáneamente cuando vemos la intervención divina en nuestra
vida. En otras palabras, la alabanza es la evidencia de que Dios está cumpliendo sus
promesas y supliendo las necesidades de su pueblo.
Salmo 64
Este es otra oración de David pidiendo el castigo divino sobre los enemigos de los
justos. El salmista pidió protección porque muchos conspiraban en su contra. A
continuación ofrece una descripción de los planes que los malos fabrican en contra de
los justos. Estaba convencido de que Dios podía hacer que esas maquinaciones se
revirtieran y cayeran sobre ellos mismos.
A. Oración pidiendo protección (64:1–2)
64:1–2. David comenzó este salmo presentando una queja ante Dios. Le dijo que
necesitaba su protección porque estaba triste al ver la conspiración de los impíos
contra él.
B. El problema de las maquinaciones perversas (64:3–6)
64:3–4. David describió la forma en que los impíos preparan sus ataques contra el
hombre íntegro. Comparó su boca con una espada (cf. 55:21; 57:4; 59:7) y su palabra
con una saeta—armas que perforan y destruyen. Sus infames ataques venían de
repente, como emboscadas. Cometían sus fechorías con mucho aplomo, atacando a
muchos sin temer el castigo. Creían que sus actos quedarían impunes.
64:5–6. Además, observó que los impíos se incitan unos a otros para realizar su
inicuo designio. Piensan que pueden realizar el crimen perfecto (investigación exacta),
y suponen que nunca serán descubiertos. Esto, concluyó David, es muestra de lo
profundo y desviado (cf. 83:3) que puede llegar a estar el corazón humano.
C. Profecía del juicio divino (64:7–10)
64:7–8a. David profetizó que Dios intervendría y derrotaría a los impíos, quienes
pueden tener pensamientos muy profundos (v. 6), mas Dios los herirá con saeta. Esta
justicia dicta la sentencia del castigo de acuerdo con el delito. Sus lenguas, que eran
como flechas lanzadas contra otros (v. 3), serían volteadas por Dios en su contra y sus
planes malévolos (cf. vv. 5–6) acarrearían su propia ruina de repente.
64:8b–10. Los hombres perversos serían escarnecidos por todos los que los vieran
cuando sus obras malas quedaran expuestas. Además, al ver su destrucción, el pueblo
temería (cf. “temer” en el v. 4) a Dios y anunciaría su obra. El juicio de Dios tendría un
efecto duradero en la vida del pueblo. En cuanto a los justos, tendrían razón para
regocijarse, para renovar su confianza en Jehová su protector, y para alabarlo.
Salmo 65
Es posible que David escribiera este salmo para cantarlo cada año cuando se
presentaran al Señor las primicias de la cosecha de cebada y cuando el sacerdote
ofreciera la ofrenda mecida de dedicación (V. Lv. 23:9–14 y el comentario ahí). Es una
canción de gratitud por la siega y de celebración por la bondad de Dios hacia su pueblo.
En este cántico, David declara que Dios, quien escucha las oraciones, también provee
un sacrificio expiatorio por los pecados y que esto resulta en la prosperidad que Dios
proporciona. También anuncia que el Señor se vale de su poder sobrenatural para
ayudar a sus hijos. Inspirado en ese despliegue de generosidad de parte de Dios, el
compositor pudo ver con anticipación la bendición de su parte sobre la tierra, lo cual
traería prosperidad al pueblo.
A. Hay bendición en los atrios de Dios (65:1–4)
65:1–4. El salmista expresó la convicción que tenía de que Dios expía el pecado, y
cuando lo hace, derrama sus bendiciones en abundancia. Este salmo comienza
mencionando los preparativos para dar alabanza a Dios por haber respondido a la
oración (vv. 1–2). El salmista elevó esta plegaria porque reconocía que el pueblo había
pecado en gran manera, pero en su misericordia, Dios lo perdonó de todas sus
iniquidades y rebeliones (v. 3). Por tanto, alguien que ha recibido perdón es llevado al
templo, delante de su presencia y se siente feliz (es bienaventurado, cf. 1:1) y
satisfecho (seremos saciados del bien, 65:4). El perdón de pecados hace posible que el
pueblo se acerque en adoración a Dios y que pueda entrar a celebrar las fiestas en los
atrios del tabernáculo (la palabra trad. templo es hêḵāl, “una casa magnífica”; cf. el
comentario de 5:7).
B. Dios hace maravillas con su poder (65:5–8)
65:5–8. El salmista tenía la certeza de que Dios contesta las oraciones y que él es la
esperanza de los hombres de todos los términos de la tierra.
Con frecuencia, la respuesta de Dios a las oraciones viene acompañada de
tremendas cosas; esto es lo normal para él. Demostró su poder y su valentía cuando
formó los montes y cuando calmó los mares y sus ondas. Las maravillas de Dios
hacen que los habitantes … de la tierra le teman y alaben con alegría por todo el
mundo (“del oriente al occidente”, NVI99).
C. La cosecha abundante es provisión de Dios (65:9–13)
65:9–13. El salmista estaba convencido de que Israel gozaría un año de abundancia
si Dios derramaba (visita la tierra, y la irriga) su bendición sobre la tierra. El v. 9a
resume el cuidado de Dios sobre la tierra y los vv. 9b–13a desarrollan el tema de su
bendición sobre ella. Además, el control que Dios tiene sobre las aguas hace que se
produzca el grano (v. 9b); entonces, él riega y prepara la tierra para que sea fructífera
(v. 10); su bendición permite una cosecha abundante (v. 11) y él convierte las tierras
improductivas en ricos pastizales (v. 12). En resumen, las manadas y los campos
plantados de grano son prosperados gracias a la bendición divina (v. 13a).
El salmista concluyó diciendo que toda la naturaleza exclama y da voces de júbilo
(v. 13b); i.e., la abundancia del fruto es muestra de la bendición de Dios.
Salmo 66
Este es otro salmo de acción de gracias al Señor. Al igual que Salmos 65, pudo
haber sido escrito para celebrar una fiesta, pero se desconoce la ocasión precisa. En la
primera sección (vv. 1–12), el salmista (no se especifica que sea David) escribió en
primera persona pl. (“nosotros”, “nuestro”, V. especialmente los vv. 7, 8–12), y en la
segunda parte (vv. 13–20) escribió en primera persona sing. (“yo”, “mí”). En este

pl. plural

sing. singular
salmo, la nación reconoció la salvación de Dios e invitó a las naciones a unirse en su
alabanza.
A. La nación alaba a Dios (66:1–12)
Los vv. 1–9 son dirigidos a las naciones, y los vv. 10–12, a Dios. El salmista invitó
a las naciones de todo el mundo a alabar al Señor por la gran salvación de Israel.
66:1–4. Toda la tierra, i.e., todos sus habitantes, fueron invitados a aclamar (v. 1),
a cantar (vv. 2, 4), y a hablar (vv. 3–4) de las maravillas de Dios. Se les exhortó a
regocijarse y ver sus obras … asombrosas (cf. v. 5). Al ver estos hechos grandiosos,
sus enemigos tiemblan ante la grandeza de su poder.
66:5–7. A continuación, el salmista convocó a las naciones a que vieran cómo las
obras de Dios (cf. v. 3) a favor de los hijos de los hombres demuestran su soberanía.
El cruce del Jordán y del mar Rojo fueron milagros muy notables del poder y liberación
de Dios. Por ello, la gente debía reconocer que él señorea con su poder para siempre,
humilla a los rebeldes, y libera a su pueblo.
66:8–9. Israel invitó a todos los pueblos a bendecir a Dios por estas y muchas otras
maravillas, porque él fue quien preservó la vida de su pueblo.
66:10–12. En esta sección, la nación reconoce que Dios los había probado con toda
clase de luchas y pruebas, pero al final los había llevado a un lugar de abundancia.
Demostró que había estado con ellos durante todo el tiempo y que los había librado.
B. El salmista dirigió a la congregación en alabanza (66:13–20)
El salmista, como líder de la congregación, ofreció holocaustos y alabanzas a Dios.
66:13–15. En estos vv., se dirigió a Dios y en los vv. 16–20 a la congregación. El
salmista dijo que entraría en la casa y ofrecería holocaustos. Con esto, cumpliría con
los votos que había hecho cuando estaba angustiado.
66:16–20. Aquí se dirigió a la congregación en alabanza a Dios (una alabanza
declarativa). Lo alabó delante de ellos por haber contestado su oración (a él clamé con
mi boca) y por haberlo librado. Sin embargo, esto no hubiese sucedido si se hubiera
aferrado a la iniquidad de su corazón (cf. Pr. 28:9; Is. 59:2). Mas ciertamente, lo
escuchó Dios y atendió a su súplica. La enseñanza es clara: Cuando el pueblo de Dios
está en necesidad, debe limpiar su corazón y orar a él. Entonces él responde y no retiene
su misericordia de ellos. De esta manera, otros creyentes pueden alabar y exaltar a
Dios.
Salmo 67
Una vez que el salmista oró pidiendo la misericordia y bendición de Dios para que
su plan de salvación fuera manifestado (Sal. 66), invitó al pueblo a alabar a Dios por sus
juicios justos. De esta manera, ellos podrían disfrutar de su generosidad.
A. Dios tenga misericordia (67:1–2)
67:1–2. El escritor pidió la misericordia de Dios, usando una parte de la bendición
sacerdotal (v. 1; V. Nm. 6:24–26). La frase haga resplandecer su rostro sobre
nosotros se refiere al favor y aprobación de Dios (cf. el comentario de Sal. 4:6). El
propósito de esta oración es que su camino de salvación fuese conocido en toda la
tierra. Porque si Dios los salvó, otros debían escuchar de ello.
B. El pueblo debe alabarle (67:3–7)
67:3–7. En los vv. 3–4, el salmista invitó al pueblo a alabar a Dios con alegría,
porque él juzga con equidad. En los vv. 5–7 los llama a exaltar a Dios para que a su vez
él les dé fruto abundante. El reconocer que las bendiciones vienen de Dios nos motiva a
temerlo y a alabarle.
Salmo 68
Este es un “cántico” que celebra el ascenso triunfal de Dios al monte Sion. Si este
salmo fue compuesto por David como dice el título, la ocasión puede haber sido la
conquista de la ciudad bajo el liderazgo de David (2 S. 5:6–8), el traslado del arca a
Sion (2 S. 6), o alguna marcha triunfal después de una victoria o serie de victorias en la
guerra. Algunos estudiosos desechan el título y relacionan este salmo con los eventos
acaecidos durante el regreso de los judíos del exilio. Sin embargo, en el poema no hay
referencias históricas claras a esto. Su lenguaje figurado permite adaptarlo a varios
eventos. Si fue escrito por David, sin duda lo utilizaron en victorias posteriores. La
victoria más espectacular a la que este salmo puede hacer referencia es a la ascensión de
Cristo. Pablo lo utilizó de manera parafraseada (Sal. 68:18) y lo aplicó al Señor Jesús
(Ef. 4:8).
El salmista hizo un recuento de la historia de Israel desde su peregrinación por el
desierto hasta la conquista y ocupación de la tierra. Enfatizó que Sion era el lugar
escogido por Dios. Por eso, los israelitas tomaron cautivos a muchos cananeos y
recibieron regalos y riquezas de sus prisioneros. Esta es la razón por la que cantó
alabanzas: Dios marcha triunfante a favor de los oprimidos. David invitó a todos a
unirse a él para alabar a su poderoso Dios.
A. Reverencia y alabanza por el triunfo divino (68:1–6)
68:1–3. David pidió a Dios que mostrara su gran poder. Las palabras del v. 1 son
casi las mismas que las que Moisés expresaba siempre que los israelitas iniciaban
alguna marcha por el desierto (Nm. 10:35). Cuando Dios se levanta con poder, los
malos son esparcidos … como … el humo por el viento, y como cera que se derrite
… delante del fuego. Los justos, que están a salvo de los impíos, se alegran en gran
manera (cf. Pr. 28:12; 29:2).
68:4–6. David invitó al pueblo a cantar al que cabalga sobre los cielos (cf. v. 33;
104:3; Is. 19:1). Esta es una descripción poética de la alta majestad de Dios, escogida
como polémica contra un apelativo similar que describía a Baal. Dios es digno de
alabanza por su obra triunfante: Él salva y consuela a los despreciados (huérfanos y …
viudas), a los oprimidos (cautivos), y deja a los rebeldes sufrir desolación en el
desierto.
B. Recordatorio de la conquista triunfante de Dios (68:7–18)
El salmista trazó el desarrollo de la“estrategia” de Dios para pasar del desierto a su
nueva ubicación en Sion.
68:7–10. Cuando el Señor sacó a su pueblo al desierto, se presentaron terremotos y
lluvias (cf. 77:16–19). Cansados del desierto, el pueblo (llamado su heredad, cf. el
comentario de Dt. 4:20) fue reanimado por la lluvia y Dios, en su gracia, proveyó para
el pobre.
68:11–14. El salmista recordó la conquista exitosa de la tierra de Canaán, de la cual
huyeron reyes (vv. 12, 14). Aunque es difícil entender con precisión el v. 13, parece
una referencia a Jueces 5:16 donde habla de la reprobación hacia algunos israelitas que
no apoyaron la conquista. Mientras algunos de ellos estaban durmiendo a la intemperie,
rehusando involucrarse en la guerra, Dios bendijo a su paloma i.e., Israel (cf. Sal.
74:19). Su prosperidad (probablemente el botín de sus enemigos derrotados) era como
plata y oro en las alas y plumas de una paloma. La nieve en el monte Salmón puede
ser una referencia a una nevada acaecida en una montaña cerca de Siquem (cf. Jue.
9:48), que permitió que los israelitas derrotaran definitivamente al enemigo. O puede
sugerir que la victoria de Dios era tan refrescante como la nieve que acaba de caer.
68:15–18. Estos vv. hablan de cómo Dios escogió a Sion de entre otras montañas y
de su entrada triunfal como conquistador. Los grandes montes de Basán se refieren a la
cadena montañosa de Hermón, localizada a pocos kms. al norte de Basán. Dios escogió
a Sion como su morada y entró a la ciudad acompañado de una gran multitud (millares
de millares) de huestes angelicales, descritas aquí como montando carros. Es así como
el Señor desfiló desde el Sinaí (cf. v. 8) hasta su santuario de Sion. Su entrada a
Jerusalén (cuando David la conquistó, 2 S. 5:6–8, o cuando trasladó el arca a Jerusalén,
2 S. 6) fue como la de un conquistador poderoso subiendo a lo alto y llevando enemigos
cautivos (la cautividad), y recibiendo el tributo de los vencidos, los rebeldes.
Pablo hizo referencia al Salmo 68:18 en Efesios 4:8 (cf. el comentario allí). Sin
embargo, en vez de citar el texto hebr., aparentemente Pablo tomó en cuenta la
interpretación judía de aquellos días (el Targum), que parafraseaba el v. como sigue:
“Ascendiste al firmamento, ¡oh profeta Moisés! Llevaste cautiva a la cautividad,
enseñaste las palabras de la ley; diste [no ‘recibiste’, como en hebr.] dones a los hijos de
los hombres”. (Esta interpretación consideraba a Moisés como el representante de
Dios.) Pablo tomó esa exégesis judía porque explicaba que el conquistador distribuía
los dones a sus fieles súbditos. El apóstol aplicó la misma idea a la victoria de Cristo
sobre las fuerzas del diablo y a su repartición de dones espirituales (cf. Ef. 4:11) para los
que estaban con él. Por medio de esta analogía (basada más en la interpretación judía
del salmo que en las palabras exactas en hebr.), Pablo enfatizó la grandeza de la victoria
espiritual de los creyentes en Cristo.
C. Los efectos de la victoria de Dios (68:19–31)
68:19–23. David alabó al Señor … Dios, quien lleva las cargas de los creyentes y
que los salva de la muerte. El salmista estaba convencido de que la entrada de Dios a
Sion a favor de su pueblo resultaría en la completa destrucción de sus enemigos.
Libraría o haría volver a Israel de los peligros (como los que enfrentó en Basán cuando
conquistó Og, Nm. 21:33–35) y de otras experiencias aterradoras (como cuando
cruzaron el mar Rojo, sugerido aquí por las palabras profundidades del mar; cf. Is.
51:10). Dios daría a Israel la victoria sobre sus enemigos. Aquí se describe como que
pondría sus pies en la sangre de sus enemigos y que sus perros la beberían (cf. 1 R.
22:38).
68:24–27. La entrada triunfal a Sion y al santuario se describe otra vez aquí como
un desfile de victoria con cantores y músicos. Todo aquel que había presenciado la
entrada triunfal del Señor debía alabarle. Las tribus de Benjamín y Judá, ésta grande y
la otra pequeña, representan la sección del sur del reino, y Zabulón y Neftalí la sección
norte. Es posible que se mencionen éstas dos últimas por la alabanza que ofrecieron
Débora y Barac (Jue. 5:18) en su cántico.
68:28–31. El escritor pidió una vez más a Dios que demostrara su fuerza. Al ver su
poder y su templo …, los reyes paganos entregarían un tributo de sumisión a él.
Reprime la reunión de gentes armadas (cf. “reprende a esa bestia de los juncos”,
NVI99 “reprende las fieras de las cañas”, BLA; v. 30) es una representación simbólica
de los enemigos, y quizá en especial Egipto (v. 31). Los toros sugieren la fortaleza de
Egipto. Sin embargo, los príncipes (v. 31, cf. “embajadores”, NVI99) de ese pueblo y
de Etiopía (cf. “Cus”, NVI99), su vecino del sur, serían humillados, dispersados y
sometidos a Dios.
D. Llamado a la alabanza (68:32–35)
68:32–35. El salmista invitó a las naciones a cantar alabanzas al Señor, al que
cabalga sobre los cielos (cf. v. 4) en honor a su poder y magnificencia que había
desplegado en Israel y en los cielos y había entregado a su pueblo.
Salmo 69

NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999

BLA Biblia de las Américas


David rogó a Dios que lo rescatara de la destrucción, ya que estaba sufriendo el
reproche y rechazo de sus hermanos por causa de su nombre. Oró que Dios pagara con
la misma moneda a aquellos que querían hacerle daño. Además, esperaba ver la
alabanza y restauración universales.
A. Los enemigos de David lo odiaban sin causa (69:1–4)
69:1–4. En medio de sus problemas, el salmista buscaba al Señor. Aquí usa la figura
de ahogarse para describir que estaba al borde de la muerte y que hubiera perecido si
Dios no lo hubiese rescatado. Sus dificultadas eran ocasionadas por sus numerosos
enemigos, que buscaban destruirlo. Lo odiaban sin tener por qué (cf. 35:19) y lo
obligaban a darles sus posesiones (a pagar lo que no había robado).
B. Era celoso de la casa de Dios (69:5–12)
69:5–12. David trató de persuadir a Dios para que actuara en su favor, ya que estaba
sufriendo por el celo que sentía por su casa. A pesar de que era pecador (v. 5), esa no
era la causa de su dolor en esa ocasión. Más bien, estaba sufriendo por amor al Señor
(v. 7). Aun su familia lo odiaba porque tenía celo por la casa de Dios (vv. 8–9). Sus
insultos contra Dios caían sobre él. Cuando estaba en angustia, ayunaba (señal de luto;
cf. Jue. 20:26; 1 S. 31:13; 2 S. 12:16; 1 R. 21:27; Neh. 1:4) y se vestía de cilicio (otra
señal de luto; cf. Gn. 37:34; 1 R. 21:27; Neh. 9:1; Est. 4:1–4; Sal. 30:11; 35:13; Lm.
2:10; Dn. 9:3). Aún así, sus enemigos (incluyendo a los jueces, que eran los que se
sentaban a la puerta) así como los bebedores, lo atacaban con sus canciones.
C. Él oró a Dios (69:13–28)
69:13–18. El salmista pidió a Jehová que lo salvara de la muerte inminente. En su
tiempo (al tiempo de tu buena voluntad), y en su misericordia (ḥeseḏ, vv. 13, 16) y
amor, Dios podía rápidamente (V. el comentario de 31:2) sacarlo del lodo (69:14, 18) y
librarlo (pāḏâh, cf. el comentario de 26:11) de su miseria y angustia. Una vez más
utilizó la figura de las aguas turbulentas que lo ahogaban (no me anegue la corriente
de las aguas; cf. 69:2).
69:19–21. David encontró consuelo al saber que Dios veía su afrenta (cf. “afrenta”
en el v. 10) y su oprobio (le dieron hiel [rō’š, posiblemente una planta venenosa] para
comer y le dieron a beber vinagre). La palabra comida (bārûṯ) significa “comida que
da un amigo a alguien que está de luto. Su uso enfatiza la hipocresía de su conducta”
(A. Cohen, The Psalms, “Los Salmos”, pág. 219).
69:22–28. En esta declaración imprecatoria, David oró pidiendo que esa comida de
sus falsos amigos les provocara su ruina, que sus ojos fuesen oscurecidos … para que
no vieran, y que sus lomos (espaldas) se encorvaran de dolor. Pidió que fueran objeto
de la ira de Dios, y que sus casas quedaran desoladas con la muerte de los que ahí
habitaban. Estos castigos eran justos, porque perseguían al pueblo de Dios (v. 26).
David oró pidiendo que Dios los declarara culpables y que los borrara del libro de
los vivientes (cf. Ap. 20:15). En la Biblia, cuando se abran los libros, se sabrá que viene
un juicio (cf. Dn. 7:10; Ap. 20:12). Es como si Dios “registrara en una lista” los
nombres de los justos. Por supuesto que en su omnisciencia, Dios no necesita registrar
en libros esos nombres. El punto aquí es que los malos no tienen parte con los justos
para recibir las bendiciones de Dios.
D. El Señor escucha al necesitado (69:29–36)
69:29–33. David oró una vez más en su aflicción para que el Señor lo salvara (cf. v.
13) y lo protegiera. Con la confianza de que Dios lo libraría, prometió alabar su
nombre. David sabía que sus alabanzas y acciones de gracias (v. 30, NVI99) eran más
agradables delante de Dios que los sacrificios de buey o becerro que tiene cuernos y
pezuñas. Los cuernos eran un símbolo de que el animal era maduro y sólo podían
sacrificarse animales con pezuñas (Lv. 11:3). Los oprimidos y los menesterosos (cf.
Sal. 70:5) verían la salvación de David por Dios y se alegrarían y animarían. Serían
confortados con la seguridad de que el Señor escucha su clamor y que no menosprecia
a los suyos.
69:34–36. David invitó al mundo entero a alabar a Dios como anticipo de la gran
liberación de Sion y el establecimiento de las ciudades de Judá en la tierra.
En este salmo, prevalece una actitud de oración pidiendo liberación del sufrimiento
por amor del Señor. Algunas secciones de éste, fueron aplicadas a la vida de Cristo. Él
también fue aborrecido (v. 4; cf. Jn. 15:25), mostró celo por la casa de Dios (Sal. 69:9;
cf. Jn. 2:17), y le fue ofrecido vinagre en la cruz (Sal. 69:21; cf. Mt. 27:48). Por eso, se
dice que es un salmo parcialmente tipológico de Cristo. Él es el epítome de los justos
que son perseguidos por su celo al cumplir la voluntad de Dios.
Salmo 70
Este breve salmo registra una oración de David pidiendo un rescate rápido porque
enfrentaba una terrible lucha. También anticipa el gozo que resulta de tal liberación. El
título dice: “para conmemorar” (lit., “para traer a la memoria”; cf. el título de Sal. 38).
La NVI99 dice: “petición de David”. Quizá esta nota indica que este salmo debía
acompañar a los sacrificios (cf. 1 Cr. 16:4), para “recordar” a Dios la petición que le
estaban haciendo.
A. Apresúrate a ayudarme (70:1–3)
70:1–3. El salmista clamó a Dios pidiendo que lo librara rápidamente (cf. v. 5 y el
comentario de 31:2). Sus enemigos trataban de arruinarlo (cf. 35:4, 8; 38:12), de ahí la
urgencia de su súplica. Pidió que los que lo habían avergonzado y causado daño (69:19)
fuesen avergonzados (70:2–3; 71:13) y vueltos atrás (cf. 6:10; 40:14) en pago de su
afrenta, para que no se siguieran burlando de él y diciendo: ¡Ah! ¡Ah!
B. Engrandecido sea Dios (70:4–5)
70:4–5. El salmista pidió que todos los que … buscan a Dios y aman su salvación
se alegren y exclamen: ¡Engrandecido sea Dios! Considerándose pobre y menesteroso
(cf. 40:17; V. el comentario de 37:14), oró pidiendo una liberación urgente (cf. 70:1)
porque Dios era su única esperanza de ayuda (cf. el comentario de 30:10).
Salmo 71
El salmo 71 es una combinación de elementos tomados de otros salmos (22; 31; 35;
40). Sin embargo, es una unidad en sí mismo y expresa la fe que tuvo una persona
anciana durante la mayor parte de su vida. Como respuesta a su oración, el salmista,
quien no se identifica, anticipa el mismo resultado maravilloso que ha tenido durante
toda su vida. Así que comprometiéndose a alabar a su Dios, tal y como acostumbraba,
pidió ser librado de aquellos que buscaban hacerle daño y que se burlaban de su fe.
Tenía la seguridad de que sería escuchado.
A. Oración pidiendo la ayuda del Señor (71:1–4)
71:1–4. El salmista se volvió hacia Jehová, pidiendo liberación de los impíos. Su
petición está llena de declaraciones de confianza en el poder de Dios para salvarlo: En
Dios se refugiaba (v. 1) porque era para él una roca de refugio (v. 3; cf. 31:2), y su
fortaleza (en 18:2; 31:4; 91:2 se utiliza la misma palabra hebr.). El salmista deseaba
protección y seguridad permanentes (71:3) junto con la liberación de la mano de los
impíos (v. 4).
B. Oración que brota de una fe de toda la vida (71:5–13)
71:5–8. El salmista reafirmó su seguridad en el Señor a pesar de sus aflicciones.
Dios era su esperanza (cf. 25:5, 21; 33:20; 39:7; 62:5), aquél en quien había confiado

lit. literalmente
desde su juventud (cf. 71:17). Aunque muchos se asombraban por él (había sido como
prodigio), él permanecía firme y confiaba en el Señor, quien era su refugio fuerte.
También seguía tributándole alabanza (vv. 6, 8) y dándole gloria (cf. el comentario de
29:2). (La palabra hebr. que se trad. “refugio” es maḥseh, “protección del peligro”,
también se utiliza como “esperanza” en 14:6; 73:28; 91:2, 9 “amparo” en 46:1;
“refugio” en 61:3; 62:7–8 y es diferente del vb. que aparece en 71:1 que se trad. “me he
refugiado” [ḥāsâh, relacionado con el sustantivo maḥseh] y de “refugio” del v. 3
[mā‘ôn; 90:1; 91:9, “habitación”].)
71:9–13. El salmista oró pidiendo protección continua (no me desampares, cf.
v.18) en su vejez, pues muchos deseaban su mal. Pensaron que Dios lo había
desamparado—¡una suposición un poco extraña!—y creían que podían prenderlo y
matarlo. Así que el salmista pidió a Dios que lo ayudara pronto (cf. el comentario de
31:2), que cubriera a sus enemigos de vergüenza (cf. 71:24) y confusión (cf. 70:2–3).
C. Una vida de alabanza continua (71:14–24)
Como el salmista había confiado en el Señor durante toda su vida, prometió seguir
alabándolo por sus liberaciones futuras.
71:14–18. El escritor expresó su determinación de esperar en Dios y alabarle por su
justicia, por su inescrutable salvación, y por sus hechos poderosos (cf. v. 24).
Desde su juventud (cf. v. 5), el salmista había alabado a Dios por sus maravillas.
Ahora que ya era viejo (cf. v. 9), todavía anhelaba rendirle alabanza, pero pedía a Dios
que no lo desamparara (cf. v. 9) para que pudiera seguir anunciando su gran poder.
71:19–21. El salmista recuerda aquí algunas de las grandes cosas que Dios había
hecho a su favor. En su justicia (cf. vv. 2, 15), había hecho muchas grandes cosas (v.
19). Por tanto, su Dios era incomparable. La pregunta retórica ¿quién como tú? se
repite varias veces en los salmos, con ligeras variaciones en las palabras (cf. 35:10;
77:13; 89:6; 113:5; también V. Éx. 15:11; Mi. 7:18).
Dios había mostrado al salmista, quien estaba envejeciendo, que él lo había librado
de angustias y males y que lo restauraría a la vida una vez más, evitando que llegara a
los abismos de la tierra; i.e., la muerte (cf. Sal. 30:1; 130:1). Por tanto, estaba seguro
de que Dios lo engrandecería; por eso, le dijo: volverás a consolarme.
71:22–24. En estos últimos vv. el salmista se comprometió a alabar a Dios,
cantándole, tocando instrumentos (salterio y arpa—ambos instrumentos de cuerdas—
se mencionan varias veces en los salmos), gritando y anunciando (cf. v. 15) las obras de
Dios (cf. vv. 16–17). El título Santo de Israel se utiliza frecuentemente en el libro de
Isaías; sin embargo, sólo aparece tres veces en el libro de los salmos (71:22; 78:41;
89:18). Su alabanza duraría todo el día, porque sus enemigos habían sido
avergonzados (cf. 71:13).
Salmo 72
Dos salmos (72; 127) se atribuyen a “Salomón”. Si el salmo 72 es de él, puede ser
que en él describa su reinado. También habla del reinado milenial del Mesías. El poema
describe las bendiciones que fluyen de la justicia del rey que Dios pondrá, i.e., el
Mesías. El salmista esperaba que el soberano reinara con justicia y paz a favor de los
oprimidos, y que su dominio se extendiera sobre muchos reyes, de mar a mar. El
salmista oró pidiendo las bendiciones de paz y prosperidad, basando su petición en el

trad. traducción, traductor

mar. margen, lectura marginal


hecho de que el rey es el salvador de los oprimidos y que por lo tanto, es digno de
recibir el honor, el poder y el dominio.
A. Oración pidiendo juicios justos (72:1–7)
72:1–4. Este salmo comienza con una oración pidiendo a Dios que diera al rey la
capacidad de hacer justicia (vv. 1–2). El salmista declaró que si el rey juzgaba con
justicia (vv. 1–3, cada v. incluye la palabra justicia), traería prosperidad (cf. v. 7) y
paz. También debía juzgar a favor de los afligidos (cf. v. 12) y del menesteroso (cf. vv.
12–13) y castigar a aquellos que oprimían al pobre.
72:5–7. La trad. te temerán (cf. TM) es preferible a las palabras “que viva el rey”
(de la LXX y NVI99). Si se toma la primera opción, indica que el v. se refiere no al rey
humano, sino a Dios, quien permanece de generación en generación. Por otro lado, si
aceptamos lo que dice la NVI99, entonces lo que afirma es que el nombre y reputación
del rey permanecen a través de las generaciones (cf. v. 17). Cuando el gobierno de un
rey es justo, resulta refrescante para el pueblo. Es como el rocío … sobre la tierra. Un
rey justo promueve que los justos florezcan y que haya muchedumbre de paz.
B. Expectación por su dominio (72:8–11)
72:8–11. El salmista anticipó que su reino se extendería de mar a mar y desde el
río Éufrates hasta los confines de la tierra. Los moradores del desierto se postrarían
delante de él y sus enemigos serían hechos sus súbditos (lamerán el polvo). Los reyes
de las costas distantes ofrecerían dones y se postrarían ante él. Esos reyes vendrían de
lugares lejanos, incluyendo Tarsis (probablemente Tartessos, que estaba en la región
suroeste de España), Sabá (cf. v. 15; que actualmente es Yemen y se encuentra en la
región suroeste de Arabia), y Seba (en la parte alta [el sur] de Egipto; cf. Gn. 10:7).
C. Justificación del dominio (72:12–14)
72:12–14. El salmista explicó que el rey era digno de este dominio (v. 8) y del
honor que se le tributaba (vv. 9–11) porque era el salvador de los oprimidos. Él libraría
al menesteroso (esta palabra aparece dos veces en los vv. 12–13) y al afligido (cf. v. 4)
que clamaren a él. Tendría misericordia del pobre y del menesteroso y los salvaría,
porque la sangre (i.e., sus vidas) de ellos es preciosa ante sus ojos.
D. Práctica de la alabanza (72:15–20)
72:15–17. En respuesta a su reinado majestuoso y justo, el pueblo le presentaría
regalos (e.g., oro de Sabá; cf. la impresionante cantidad de oro que la reina de Sabá
trajo a Salomón; 1 R. 10:10), así como oraciones y bendiciones. El pueblo oraría
pidiendo cosechas prósperas (cf. Sal. 72:3, 6–7), y abundancia de grano y fruto. El
Líbano, con sus bosques de cedros, era un ejemplo de la abundancia de la tierra. Las
bendiciones de un reinado tal son recíprocas; él bendice a las naciones (quizá a través
del comercio y alianzas pacíficas) y ellos en respuesta lo llaman bienaventurado.
72:18–20. Los vv. 18–19 registran la segunda doxología del libro de los Salmos, y
por lo tanto, aquí termina el segundo libro (Sal. 41–72). Este pasaje incluye expresiones
de alabanza a Jehová Dios, el Dios de Israel y pide que su gloria se manifieste en todo
lugar. El v. 20 declara que aquí terminan las oraciones de David. Sin embargo, es
probable que esto se refiera a una colección anterior de salmos, porque después de este,
los títulos de otros 18 salmos dicen que son de David (Sal. 86; 101; 103; 108–110; 122;
124; 131; 133; 138–145).
III. Tercer libro (Sal. 73–89)

TM texto masorético

LXX Septuaginta
Once de los 17 salmos de esta sección se atribuyen a Asaf (Sal. 73–83), uno a David
(Sal. 86), tres a los hijos de Coré (Sal. 84–85; 87), uno a Hemán (Sal. 88), y otro a Etán
(Sal. 89). Asaf, Hemán y Etán fueron músicos levitas durante los días de David (1 Cr.
15:17, 19).
Salmo 73
Este salmo trata el mismo tema del 49, por lo tanto, puede ser clasificado como un
salmo de sabiduría o por lo menos, debe ser estudiado por su género sapiencial. “Asaf”
habló de las dudas que casi lo abrumaban cuando comparaba la vida de un hombre
inicuo con la de él. Confesó su pecado al pensar de esa manera y explicó que el
contraste entre sus diferentes destinos lo animaba a mantener la perspectiva correcta.
A. Prosperidad de los impíos (73:1–14)
73:1–3. Asaf comenzó este salmo afirmando que aunque sabía que Dios … es
bueno para con Israel y para con los de limpio corazón (cf. v. 13), él estuvo a punto
de titubear (cf. 94:18) en lo que se refiere a su confianza en el Señor. El salmista
enfatizó su propia situación comenzando cuatro vv. con la expresión hebr. que se trad.
en cuanto a mí (73:2, 22–23, 28). Su pecado consistía en que envidiaba la prosperidad
de los impíos. ¿Por qué aquellos que se oponen a Dios están en mejor situación que los
que confían en él? Este problema lo abrumaba de tal forma, que casi pierde su fe en la
bondad de Dios.
73:4–12. Asaf describió la prosperidad que le molestaba. Observó que los impíos no
parecen sufrir angustias como los otros mortales (vv. 4–5), sino que están llenos de
soberbia y violencia (v. 6). Además, sus planes malvados no tienen límite (logran con
creces los antojos del corazón, v. 7); su manera de hablar es burlona porque hablan
con maldad de hacer violencia con arrogancia, como si fueran los dueños de la tierra
(vv. 8–9). Muchas personas se dejan engañar (“hará volver”, v. 10) con sus
pensamientos malévolos y su presuntuosa autosuficiencia. Estos creen que Dios no sabe
de su pecado (v. 11; cf. 94:7). Sin tener grandes problemas (cf. 73:4–5, 12), los impíos
siguen prosperando.
73:13–14. Asaf expresó su confusión en cuanto al valor de la salvación. Sentía que
en vano había limpiado su corazón (cf. “limpios” en el v. 1) porque su fe en Dios le
había acarreado castigos y azotes. Al igual que muchos santos antes y después de él,
Asaf estaba confundido al ver la prosperidad que Dios parecía permitir a los impíos y la
opresión que sufrían los justos.
B. El destino de los impíos y los justos (73:15–28)
73:15–20. Asaf aclaró sus dudas cuando consideró cuál era el fin de los malos. En
primer lugar, reconoció la impiedad de su anterior conclusión a la luz de esta nueva
reflexión. Sus palabras son como una confesión, pues se dio cuenta de que sus palabras
pudieron haber sido tropiezo para el pueblo (v. 15). Todo este conflicto fue doloroso
(duro trabajo para mí) para él, hasta que entrando en el santuario entendió el
destino de ellos. Dios los colocará en lugares peligrosos (deslizaderos; cf. “deslizaron”
en el v. 2) para que tropiecen y caigan. Serán asolados, consumidos y destruidos de
manera repentina.
Cuando Dios finalmente ponga todas las cosas en su lugar, los impíos vendrán a ser
como un sueño, i.e., sustituto de la realidad. Este fue el aspecto negativo a la solución
del problema que enfrentó Asaf.
73:21–26. El aspecto positivo de la solución fue la convicción que Asaf obtuvo
acerca de su propio destino glorioso. Confesó que su perspectiva había sido opacada por
su torpe ignorancia como la de una bestia. Si hubiera entendido, su corazón no se
hubiera llenado de amargura (vv. 21–22; “amargura” es lit., “se volvió agrio”), a tal
grado, que en su corazón sentía punzadas. Su condición real contrastaba enormemente
con la de los impíos, ya que tenía la seguridad de que Dios siempre estuvo con él (v.
23), que lo guiaría sabiamente (según tu consejo), y que lo recibiría en su gloria (v. 24).
Me recibirás en gloria también puede trad. “con gloria”; i.e., que Dios lo conduciría a
través de sus problemas para que pudiera disfrutar de honra (y no de vergüenza; cf. 4:2)
durante su vida terrenal. Debido a que “gloria” en el A.T. rara vez se refiere a la gloria
celestial, probablemente el salmista se refería a la liberación de su vida. Esto
demostraría que gozaba del favor de Dios. Por supuesto, los creyentes de hoy en día
leen en el N.T. acerca del castigo de Dios para los impíos y de su bendición para los
justos, lo cual trasciende aun a la muerte.
Además, Asaf afirmó que Dios era su única posesión en los cielos y en la tierra.
Aunque se sentía abrumado por los problemas, Dios seguía siendo su roca (cf. 18:1) y
su porción (cf. 16:5; 119:57; 142:5). Algunos impíos prosperan materialmente, pero
solamente las “posesiones” espirituales de los justos permanecerán.
73:27–28. Asaf concluyó que los que se alejan de Dios, son infieles y serán
destruidos, pero aquellos que se acercan a Dios, encuentran gozo y seguridad. Aunque
casi había perdido su confianza en el Señor (cf. v. 2), ahora estaba seguro de que él era
el que lo protegía y que era su única esperanza (cf. “refugio” en 61:3; 62:7–8; 71:7,
NVI99; maḥseh, “protección del peligro”; cf. “esperanza” en 14:6; 73:28; 91:2, 9;
“amparo” en 46:1). La cercanía con Dios siempre ayuda a los creyentes a mantener una
perspectiva equilibrada de las cosas materiales y de los impíos.
Salmo 74
Asaf pidió a Dios que se acordara de su pueblo, pues el santuario había quedado
devastado por el enemigo. Oró suplicando que de la manera en que había destruido a sus
enemigos, actuara a su favor y no permitiera que fuera avergonzado.
A. Oración pidiendo ser recordados (74:1–2)
74:1–2. El salmista pidió a Dios que quitara su furor contra las ovejas de su prado
(i.e., el pueblo escogido; cf. 79:13; 95:7; 100:3). El Señor debía recordar (y tomar en
cuenta) a aquellos a quienes había redimido (cf. Éx. 15:13) para ser su herencia (cf. el
comentario de Dt. 4:20). Asimismo, el salmista quería que se acordara de su morada en
Sion. (La tribu representa a la nación entera, como se ve en Jer. 10:16).
B. Lamento sobre la destrucción (74:3–9)
74:3. Asaf oró pidiendo que Dios viera y rescatara a su pueblo de manos del
enemigo que había arruinado el santuario y había amenazado a la nación. La palabra
asolamientos y las declaraciones de los vv. 4–8 sugieren una devastación completa del
santuario (cf. Sal. 79). El evento histórico que se relaciona con este pasaje no está bien
definido; la única ocasión que concuerda con esa destrucción es la invasión de los
babilonios en 586 a.C. Sin embargo, parece demasiado tardía si es que el autor del
salmo es el Asaf que vivió en tiempos de David. Quizá, este Asaf pertenece a una
generación posterior de la familia de músicos que llevaba ese nombre.
74:4–8. De acuerdo con este salmo, los enemigos habían entrado como león
rugiente y destruido el recinto. Las entalladuras habían sido quebradas con hachas y
martillos, el santuario (el tabernáculo, o lugar de la morada; cf. 76:2; 84:1; 132:5, 7;
del nombre de Dios, i.e., el lugar donde Dios revela su carácter; cf. “nombre” en 74:10,
18, 21) fue quemado con fuego, así como todas las sinagogas y los lugares de reunión
de la tierra.
74:9. La preocupación del salmista es que no había profeta que diera orientación
espiritual al pueblo y que le explicara cuándo terminaría el problema.
C. Petición de ayuda (74:10–17)
74:10–17. Ya que no había un profeta disponible (v. 9), el salmista apeló
directamente a Dios pidiendo información acerca de cuándo (cf. v. 9 y el comentario de
6:3) cesaría el enemigo … de blasfemar (cf. 74:22) e insultar a Dios (cf. v. 18). Asaf
sugirió que Dios no permaneciera indiferente, sino que mostrara su diestra como
símbolo de su poder y que los destruyera (v. 11). Asaf intentó motivar a Dios
recordándole cómo los había ayudado en el pasado: Dios era su rey soberano y salvador
(v. 12); desde tiempo antiguo los había librado, haciéndolos pasar en medio del mar
(el mar Rojo, v. 13). Además, había despedazado al leviatán, un monstruo mitológico
que tenía siete cabezas y simbolizaba en este contexto el poder de Egipto (v. 14), y tiene
el control absoluto sobre la naturaleza (vv. 15–17), incluyendo los ríos …, el día …, la
noche, la luna y el sol, así como las estaciones del año. A la luz de lo que Dios había
hecho a favor de ellos en el pasado, Asaf pidió que actuara de inmediato.
D. Recordatorio del pacto (74:18–23)
74:18–23. El salmista apeló a Dios y le pidió que no olvidara la burla del enemigo
(cf. vv. 10, 22), que protegiera a su tórtola, un ave indefensa (i.e., Israel; cf. 68:13), y
que recordara su pacto para que su pueblo—la congregación de tus afligidos que
estaba avergonzado, abatido y menesteroso (V. el comentario de 37:14)—no sufriera
la vergüenza de la derrota. Dijo que Dios debía tomar en cuenta que sus enemigos eran
unos blasfemos que se burlaban de él (74:22; cf. vv. 10, 18). Por tanto, no debía
desamparar a los suyos, sino que debía defender su causa y derrotar a sus enemigos.
Salmo 75
Este salmo celebra con anticipación la victoria. El salmista reconoció que Dios
enviaría su juicio en el tiempo señalado, y que destruiría a los impíos para exaltar a los
justos. Sobre esta base, advirtió a los malos que se sometieran bajo la mano de Dios, ya
que él es el único que puede salvar.
A. Dios determina que ha de haber juicio (75:1–3)
75:1–3. Asaf alabó a Dios en nombre de su pueblo, por su cercanía y por sus
maravillosas obras (v. 1). Entre los hechos de Dios, es notable su juicio (v. 2; cf. v. 7;
94:2); y aunque su castigo hace que la tierra tiemble, él la sostiene (75:3).
B. Dios es el Juez (75:4–8)
75:4–6. Dios advierte a los impíos y les da oportunidad de cambiar las actitudes de
su corazón hacia él para que no lo desafíen de manera arrogante: No hagáis alarde de
vuestro poder (“no alcéis vuestro cuerno”, BLA, nota mar., es una metáfora tomada del
reino animal que significa confianza desafiante y altiva). El impío no debe hablar con
cerviz erguida, i.e., en obstinada rebeldía contra Dios. Los malos deben saber que
cuando Dios juzga, no hay ninguna otra ayuda en este mundo a la que puedan acudir.
75:7–8. El salmista advirtió a los malos que Dios es el juez (cf. v. 2) y por lo tanto,
experimentarán toda su ira. Esto se ilustra con las palabras: Porque el cáliz está en
mano de Jehová, y el vino está fermentado (cf. Job 21:20; Is. 51:17; Jer. 25:15).
Hasta el fondo lo apurarán y lo beberán todos los impíos de la tierra, quienes serán
obligados a someterse al juicio definitivo de Dios.
C. El juicio de Dios merece nuestra alabanza (75:9–10)
75:9–10. Asaf se comprometió a cantar alabanzas a Dios por la victoria de los
justos. En el v. 10 puede entenderse que Dios está diciendo que cuando él quebrante a
los pecadores y exalte al justo, entonces será alabado por todos.
Salmo 76
Este es un cántico alabando el poder del Dios de Jacob. El salmista declara que el
Señor se dio a conocer en Jerusalén cuando ejecutó su juicio. Aquí Asaf describe la
forma en que el Señor destruyó a los impíos y libró a los justos. Por tanto, exhortó a los
líderes a jurar lealtad al Altísimo.
A. El juicio de Dios se conoce (76:1–3)
76:1–3. Dios dio a conocer su nombre destruyendo a los enemigos de Israel.
Despedazó las armas de guerra de aquellos que querían atacar a Jerusalén, o Salem
(que sólo se utiliza en Gn. 14:18; He. 7:1–2) y a Sion. (Acerca del tabernáculo de Dios
localizado en Jerusalén V. Sal. 74:7; 84:1; 132:5, 7).
B. El juicio de Dios es justo (76:4–10)
76:4–6. Asaf alabó a Dios, diciendo que es el único glorioso y que ilumina a los
suyos. Su majestad sobrepasa aun a los montes de caza. Esta frase, lit. “montañas
donde hay presa” (V. NVI99, nota mar.) puede referirse a que Dios es supremo en
majestad y no puede compararse con las fortalezas de los enemigos. Los soldados del
ejército enemigo serían destruidos repentinamente (v. 5) a la reprensión de Dios (v. 6).
76:7–10. El salmista explicó que la ira de Dios cumple sus propósitos soberanos
sobre sus enemigos. Nadie puede estar en pie delante de ese Señor tan temible (vv.
11–12). Cuando él dicta su juicio desde los cielos para librar a los justos (los mansos),
toda la tierra guarda silencio y queda suspensa. La ira de Dios en contra del hombre
impío hace que los creyentes le alaben e impide que los sobrevivientes, dejen de dar
rienda suelta a sus pecados.
C. El juicio de Dios es temible (76:11–12)
76:11–12. Los creyentes deben cumplir sus promesas a Dios, y ofrendar al Temible
(cf. v. 7) lo que le corresponde. Por su lealtad a Dios, las personas pueden escapar al
juicio que viene sobre los reyes de la tierra. El Omnipotente puede cambiar la rebelión
de los arrogantes en temor a él.
Salmo 77
El salmista Asaf clamó con vehemencia una noche desde lo más profundo de su
espíritu, escudriñando su alma para encontrar alivio a su angustia. Encontró consuelo al
meditar en la liberación maravillosa de Dios durante el éxodo. Esa reflexión le levantó
el ánimo e hizo que nuevamente deseara constatar el gran poder de Dios.
A. El problema (77:1–9)
77:1–3. Asaf relata que clamó en su angustia toda la noche a Dios para que lo
escuchara. Su espíritu estaba intranquilo y confuso cuando se acordaba de Dios (cf. vv.
6–7). Es evidente que fracasaron sus esfuerzos para encontrar consuelo a través de la
oración.
77:4–6. A continuación, el salmista contó la forma en que escudriñó su espíritu para
encontrar consuelo. El Señor lo mantenía despierto y en su insomnio meditaba en él
acerca de los días en que pudo elevar sus cánticos de liberación durante la noche. Sin
embargo, ahora, estaba perplejo (mi espíritu inquiría; cf. v. 3), ya que no hallaba un
motivo para alabarle.
77:7–9. Asaf estaba confuso porque se sentía abandonado por el Señor. Se
preguntaba si el Señor había desechado a Israel y quitado su favor, su misericordia
(ḥeseḏ, “amor leal”) y su promesa, deteniendo su compasión y misericordia a causa de
su ira.
Es evidente que la nación estaba afligida. Dios no había contestado sus oraciones y
esto turbaba sobremanera el espíritu del salmista.
B. La solución (77:10–20)
El consuelo y esperanza del salmista surgieron de su meditación en cuanto a la
grandiosa liberación de Israel en el éxodo.
77:10–15. Asaf se propuso recordar (me acordaré, haré … memoria, meditaré,
vv. 11–12) las maravillas que Dios (v. 11) había realizado en el pasado por su diestra
(v. 10; i.e., con poder; cf. su “brazo”, v. 15). Asaf basó su apelación en tales obras y
hechos. Su reflexión inmediata lo llevó a alabar al Dios incomparablemente santo y
grande como su redentor (vv. 13–15). Dios no puede ser comparado ya que hace
maravillas. Un ejemplo de tales hechos es la redención (liberación) del pueblo de
Egipto con su brazo (i.e., fuerza). La pregunta: ¿Qué dios es grande como nuestro
Dios? no está sugiriendo que existan otros dioses; más bien, se refiere a que Dios
sobrepasa a todo dios falso que es adorado por los hombres (cf. una pregunta similar
aparece en 35:10; 71:19; 89:6; 113:5; Éx. 15:11; Mi. 7:18).
77:16–18. Asaf describe vívidamente el fenómeno natural que acompañó a la
manifestación del poder de Dios cuando redimió a su pueblo de Egipto. Las aguas
obedecieron a su voz (cuando cruzaron el mar Rojo), y las nubes, truenos, relámpagos,
y temblores revelaron su gran poder (cf. 68:7–9; 97:2–5).
77:19–20. Dios utilizó a Moisés y a Aarón para llevar de forma milagrosa (como se
conduce a un rebaño de ovejas; cf. 78:52; 79:13; 100:3) a su pueblo fuera de peligro a
través del mar Rojo.
Por tanto, la conclusión de esta reflexión llena de alabanza es que Dios rescatará
otra vez de manera milagrosa a su pueblo, a quien él ha redimido para sí.
Salmo 78
El salmo 78 continúa la tradición de transmitir el mensaje de los hechos poderosos
de Dios de generación en generación. El salmista Asaf suplicó a sus contemporáneos
que guardaran la ley, que no olvidaran las obras de Dios y que no se rebelaran contra él.
No debían seguir los pasos de sus antepasados durante su peregrinación en el desierto.
Ellos habían sufrido las consecuencias de su error y habían sido objeto de la ira de Dios.
Tampoco debían imitar a una generación posterior que se olvidó del Señor cuando el
santuario en Silo fue saqueado antes de que él escogiera a David. Este poema se
caracteriza por su tristeza. Relata la forma en que las generaciones anteriores se habían
olvidado de las obras de Dios. Sin embargo, también describe cómo el Señor los libró
en su gracia.
A. La tradición de la instrucción (78:1–8)
78:1–8. Asaf invitó al pueblo a escuchar su instrucción (v. 1) acerca de las
alabanzas, la potencia, y las maravillas (v. 4) de Dios, que daría a conocer a su
generación. Esas enseñanzas habían sido transmitidas por generaciones anteriores, tal y
como Dios había ordenado. Él lo había planeado así para que la nación pusiera en Dios
su confianza y para que obedeciera la ley (v. 7). Esto evitaría que tropezaran y que se
rebelaran como habían hecho sus padres infieles (v. 8).
B. La desobediencia de Efraín (78:9–11)
78:9–11. Es difícil saber con certeza a qué evento se hace referencia en estos vv. La
derrota de Efraín en la batalla y su desobediencia a Dios, sin importar cuándo haya
ocurrido esto, pudo haber sido la causa por la que Judá obtuvo la preeminencia sobre
Efraín (cf. vv. 67–68).
C. Las obras maravillosas que el hombre olvida (78:12–72)
En el resto del salmo, Asaf revisó la intervención de Dios en la historia de Israel. En
los vv. 12–39, el escritor hace un recuento de las cosas grandiosas que Dios hizo a favor
de los antepasados del pueblo escogido durante el éxodo y la peregrinación en el
desierto, así como su desobediencia. En los vv. 40–72, el salmista hace un recuento de
las maravillas que hizo a favor de la nación desde el tiempo de las plagas hasta que les
dio a David como rey, y también describe la desobediencia de la gente.
78:12–20. Asaf describe aquí los milagros de Dios cuando envió las plagas (cf. vv.
43–51; Éx. 7–11) en Zoán, la ciudad capital de la región de Gosén en el nordeste de
Egipto (Sal. 78:12), cuando dividió el mar Rojo (v. 13; cf. Éx. 14:21–22), y cuando los
envió al desierto (Sal. 78:14–16; cf. Éx. 13:21; 17:6). Pero, el pueblo murmuró y se
rebeló contra él (Sal. 78:17–20). Dudaron del poder de Dios (cf. v. 22) y lo tentaron
(cf. vv. 41, 56), esperando que realizara milagros a su favor a pesar de que andaban
fuera de su voluntad.
78:21–33. Asaf contó que Jehová, ante la murmuración de los israelitas,
primeramente se indignó mandando fuego (vv. 21–22; cf. Nm. 11:1–3). Y después hizo
llover sobre ellos maná (Sal. 78:23–25; cf Éx. 16:14–31), llamado trigo de los cielos
porque fue enviado por Dios (cf. Éx. 16:4), y en una tercera ocasión mandó carne (Sal.
78:27–29) de codornices (cf. Éx. 16:13) que fueron traídas por el viento del sur (cf.
Nm. 11:31). Asaf también recordó que el furor de Dios (cf. Sal. 78:21) destruyó a
aquellos que habían anhelado la comida (vv. 30–33; cf. Nm. 11:33).
78:34–39. Asaf añadió que cuando el Altísimo castigaba a su pueblo, entonces le
buscaban … y se acordaban de que Dios era su refugio y su redentor, aunque sus
corazones no eran rectos. Sin embargo, Dios los perdonó, y refrenó muchas veces su
ira, porque se acordó de que eran simples humanos cuyas vidas son como un soplo
(vv. 38–39).
78:40–55. Asaf lamentó las muchas veces que el pueblo se rebeló contra él en el
desierto, olvidando los hechos maravillosos que mostraban el gran poder de Dios (vv.
40–42). Así que, habiendo hecho una breve referencia a las plagas en Egipto (v. 12),
describió algunas de ellas con más detalle (vv. 43–51; cf. 105:28–38). Los árboles de
higo (sicómoros) eran muy comunes en Egipto. Escribió acerca de la gran liberación de
Dios en el desierto, conduciéndolos como a un rebaño (78:52–54; cf. 79:13), y también
acerca de la conquista de la tierra (78:55).
78:56–64. Después, Asaf recordó con tristeza cómo el pueblo había tentado al Dios
Altísimo (V. el comentario de v. 18), se había rebelado contra él y se había vuelto en
pos de ídolos falsos (vv. 56–58). Por ello, Dios se enojó y permitió que Silo fuera
saqueado y el arca capturada (vv. 59–61; cf. 1 S. 4:4–11). Muchas personas murieron en
esa invasión (Sal. 78:62–64), incluyendo a los sacerdotes Ofni y Finees.
78:65–72. A continuación, Asaf recordó al pueblo la forma en que el Señor había
despertado, hablando en forma figurada, como un valiente, y los había librado de sus
enemigos. Sin embargo, desechó la tienda de José, Manasés y Efraín (V. el
comentario de los vv. 9–11), que representan a las tribus del norte, escogió a Sion,
ubicada en la tribu de Judá, para edificar allí su santuario, y eligió a David su siervo
para ser el rey. La incredulidad y desobediencia que provocaron el desastre en la batalla
de Afec (1 S. 4:1–11) marcaron el cambio hacia un nuevo sacerdocio, un nuevo
santuario y hacia un rey que guiara al pueblo, la heredad de Dios (cf. Sal. 78:62; 79:1;
V. el comentario de Dt. 4:20).
Salmo 79
Aquí, el salmista se queja amargamente por la devastación de Jerusalén, la matanza
de los santos, y la burla de los enemigos, ruega a Dios que no se acuerde de sus
pecados, y que los libre por amor de su nombre. Este salmo es similar en muchos
aspectos al 74.
A. Lamento por la destrucción de Jerusalén (79:1–4)
79:1–4. El escritor se lamentó porque las naciones habían invadido la tierra del
pueblo escogido (que era su heredad, cf. el comentario de Dt. 4:20), habían profanado
el templo, y saqueado la ciudad santa. Además, habían matado a muchos siervos de
Dios, dejándolos para ser devorados por las aves de los cielos y las bestias de la tierra.
Por todo esto, los pobladores de Israel estaban siendo afrentados … escarnecidos y
burlados por los que los rodeaban.
B. Súplica por la liberación (79:5–12)
79:5–9. A continuación, el salmista rogó a Dios que no se acordara de sus pecados y
que los ayudara. Quería saber hasta cuándo (cf. el comentario de 6:3) estaría airado y
su celo encendido (cf. 89:46). Pidió a Dios que destruyera a sus enemigos y que salvara
pronto (cf. el comentario de 31:2) a los suyos por la gloria de su nombre y por amor
de su nombre, i.e., por su reputación.
79:10–12. Buscando la manera de motivar al Señor para que respondiera a su
petición de librarlos, el salmista le pidió que preservara la vida de los presos israelitas,
que terminara con la burla de las naciones hacia su pueblo que decían: ¿Dónde está su
Dios? (cf. 42:3, 10; 115:2) y les devolviera siete veces (i.e., de manera completa; cf.
12:6) su maldad, acallando la boca de las naciones que deshonraban a Dios poniendo en
duda su poder para rescatar a su pueblo.
C. Promesa de alabar a Dios (79:13)
79:13. Una vez que Dios hubiera liberado a su pueblo de la esclavitud, el salmista
prometió que como ovejas de su prado (cf. 74:1; 95:7; 100:3), estarían agradecidos de
por vida y que lo alabarían para siempre.
Salmo 80
En su oración pidiendo que el Señor restaurara y salvara a Israel, el salmista lamentó
la terrible calamidad que habían sufrido a causa de sus enemigos. Describió la bendición
y la maldición de la nación, y la comparó con una viña que había florecido y que
después fue destruida. Repitió el coro (vv. 3, 7, 19) solicitando a Dios que se volviera a
ellos y que los salvara.
A. Súplica al pastor de Israel (80:1–3)
80:1–2. El salmista apeló al Señor, su Pastor (cf. 23:1; 28:9) para que ayudara a sus
ovejas, i.e., su pueblo que se dividía en tribus, en medio de la angustia. Él pudo ver al
Señor sentado en el trono del templo, encima de los querubines de oro (cf. 99:1; 1 R.
6:23–28) que estaban sobre el arca del pacto. José, que representa al reino del norte, y
Benjamín, que representa al reino del sur, fueron los dos hijos de Raquel: Efraín y
Manasés, hijos de José, fueron sus nietos.
80:3. El salmista oró pidiendo a Dios que los restaurara y salvara por su gracia. Este
coro se repite en los vv. 7, 19. El concepto del favor divino se expresa en la imagen del
rostro de una persona que resplandece sobre otra, como si fuera un resplandor de
aprobación (cf. Nm. 6:25; y el comentario de Sal. 4:6).
B. Disciplina de parte de Dios (80:4–7)
80:4–7. El salmista se entristeció al ver la disciplina tan dura que Dios había
mandado a su pueblo. Clamó a él preguntando: ¿Hasta cuándo (cf. el comentario de
6:3) seguiría mostrando su indignación contra ellos? La situación que estaban pasando
era como si Dios (que era su pastor) les estuviera alimentando con lágrimas. Había
permitido que cayera sobre ellos una terrible calamidad, de tal suerte que lloraban
incontrolablemente (lo que se expresa con la hipérbole de que bebían lágrimas en gran
abundancia). Sin embargo, el aspecto más doloroso del castigo de Dios era que los
enemigos de Israel se burlaban de ellos (cf. 79:10).
Una vez más, el coro expresa el deseo de que Dios restaure a su pueblo y le muestre
su favor (cf. 80:3, 19).
C. Dios retira su bendición (80:8–14b)
80:8–11. El salmista comparó a Israel con una vid que Dios había traído de Egipto
para ser plantada en la tierra y que floreció de tal manera, que se esparció por los
montes del sur, por los cedros del Líbano al norte, hasta el mar (Mediterráneo) al
occidente, y hasta el río (Éufrates) hacia el nordeste.
80:12–14b. Sin embargo, esa prosperidad se había marchitado. Haciendo una
pregunta retórica, el escritor muestra su tristeza al ver que Dios había destruido los
muros de la ciudad dejándola expuesta al saqueo de sus enemigos. La palabra hebr. que
se trad. “vallados” (también utilizada en 89:40; Is. 5:5) no se refiere a las paredes de la
ciudad, sino a las de los viñedos. Los enemigos que invadieron Israel se describen aquí
como un puerco montés y la bestia.
Esta figura que presenta a Israel como una vid pudo inspirarse en el pasaje de
Génesis 49:22. También se utiliza en Isaías 5:1–7; 27:2–6; Jeremías 2:21; 12:10 y Oseas
10:1. Jesús habló de sí mismo como la vid verdadera (Jn. 15:1, 5), ya que él, siendo la
simiente prometida, representaba y cumplía los propósitos de Dios para Israel. Donde
Israel fracasó, Cristo cumplió.
Las dos primeras líneas del Salmo 80:14 son un coro similar (pero parafraseado) al
que se encuentra en los vv. 3, 7, 19.
D. Promesa de obediencia (80:14c–19)
80:14c–16. Asaf continuó hablando acerca de la viña, lamentando que la planta (la
raíz) que había sido plantada y el renuevo que había crecido habían sido destruidos
(cortados). “Renuevo” es una palabra hebr. que se puede trad. lit. “hijo”, V. BLA, nota
mar. y se refiere a la nación que surgió de “la raíz”. Entonces, “renuevo” puede
entenderse como “rama” (“vástago” NVI99). De nueva cuenta (V. el comentario del v.
12), esta figura pudo haber sido tomada del pasaje de Génesis 49:22. El término hebr.
“renuevo” también se utiliza para referirse a la nación en Éxodo 4:22 y Oseas 11:1. Una
vez más, el N.T. (Mt. 2:15) aplica las palabras de un profeta (Os. 11:1) a Cristo como
simiente y representante de Israel.
80:17–19. El salmista oró pidiendo que la mano de Dios los restaurara. El varón a
tu diestra puede ser una referencia a Benjamín, que significa “hijo de la diestra”. El
hijo del hombre se refiere a Israel (una vez como renuevo). Asaf declaró que si Dios
derramaba su bendición sobre su pueblo, éste le sería fiel.
Una vez más, el salmo incluye el coro en que solicita que Dios restaure a su pueblo
y que le muestre su favor (cf. vv. 3, 7).
Salmo 81
Este cántico es una celebración en memoria de la liberación de Dios.
Tradicionalmente, esa fiesta se ha identificado con la de los tabernáculos (Lv. 23:33–36,
39–43; Dt. 16:13–15). Algunos han argumentado, con base en lo que dice Salmos 81:5,
que la pascua fue la ocasión en la que Asaf escribió este salmo, ya que esa fiesta se
celebró por primera vez en Egipto. Sin embargo, el júbilo que demuestra este salmo
concuerda mejor con la fiesta de los tabernáculos. En este cántico, Asaf invitó al pueblo
al festival que Dios había instituido como memorial de la gran liberación de la
esclavitud de Egipto. Echando mano de la historia como testigo, el escritor declaró que
el Señor cambiaría su aflicción en gozo si ellos obedecían.
A. Invitación a la celebración (81:1–5)
81:1–2. El salmista invitó a la congregación a cantar con gozo al Señor, su
fortaleza (cf. 22:19; 28:7–8; 46:1; 59:9, 17; 118:14), y a alabarle con instrumentos
musicales.
81:3–5. Enseguida, el salmista los exhorta a asistir a la fiesta solemne, ya que era un
estatuto que la nación debía cumplir. La ley estipulaba que los varones adultos debían
viajar tres veces al año hasta Jerusalén para celebrar las fiestas de la pascua (junto con la
fiesta solemne de los panes sin levadura), de las semanas y de los tabernáculos (Dt.
16:16). La fiesta de los tabernáculos comenzaba el día 15 del mes séptimo (Lv. 23:33)
cuando había luna llena. El mes séptimo equivale a septiembre-octubre (V. “Calendario
de Israel” en el Apéndice, pág. 424). Israel empezó a conocer los mandamientos de
Dios en Egipto (cuando les dio instrucciones acerca de la pascua). Esa experiencia fue
como oir un lenguaje que nunca antes habían escuchado.
B. Informe acerca de la revelación de Dios (81:6–16)
En estos vv. se registra la comunicación de Dios con Israel como si les hablara
directamente.
81:6–7. En primer lugar, el salmista escribió que Dios había dicho que en el éxodo,
libró a los israelitas de la carga (de la esclavitud egipcia cuando habían tenido que
cargar ladrillos en canastas), y que en la peregrinación por el desierto los había probado
en Meriba (Éx. 17:7; Nm. 20:13; Sal. 95:8; 106:32). La fiesta solemne de los
tabernáculos recordaba al pueblo su peregrinación por el desierto.
81:8–10. A continuación, el salmista recordó la revelación de Dios acerca de sí
mismo y de su ley dada a su pueblo. Había prometido que si se mantenían fieles a él (v.
9; cf. Éx. 20:3–6), proveería para sus necesidades en abundancia, ya que él los había
hecho subir de la tierra de Egipto (cf. Éx. 20:2). No debían volverse hacia ningún dios
ajeno, porque él era el único que podía satisfacerlos de manera completa.
81:11–12. Enseguida, Asaf registró las palabras de Dios acerca de su desobediencia.
Debido a que ellos no quisieron someterse a él, los dejó seguir su camino hacia su
propia destrucción.
81:13–16. El salmista anotó la promesa que Dios había hecho. Si el pueblo
obedecía, él derribaría a sus enemigos y les concedería prosperidad (trigo y miel; cf.
Dt. 32:13–14). Las palabras de Salmos 81:6, 11–15 se dirigen a Israel en tercera
persona (su), mientras que las que se utilizan en los vv. 7–10 están en segunda persona
(tu). El cambio abrupto que se presenta en el v. 16 marca la introducción para enumerar
las bendiciones que vienen sobre el pueblo que obedece a Dios (v.13).
Salmo 82
Habiendo declarado que Dios juzga a los jueces humanos, Asaf lo invoca para que
actúe con base en su justicia. El salmista advierte que perecerán los jueces sin
entendimiento, aquellos que ignoran que Dios los nombró.
A. Dios juzga a los jueces humanos (82:1)
82:1 El salmista vislumbró a Dios como presidiendo una reunión de jueces. La
palabra dioses (’ĕlōhîm) se usa en este pasaje para referirse a las autoridades de Israel
(cf. 45:6; Éx. 21:6; 22:8–9). Algunos consideran que el término se refiere a los ángeles
(e.g., la trad. siriaca) de la corte celestial de Dios. Sin embargo, el resto del salmo
clarifica que se trata de los representantes del Señor que ejercen autoridad en la tierra.
B. Dios acusa a los jueces (82:2–7)
Hablando en los términos que Dios usaría, el salmista exhorta a los magistrados a
que hagan bien su trabajo.
82:2–5. La acusación (v. 2), expresada en forma de pregunta retórica, afirma que los
jueces eran injustos y parciales. (Acerca de las palabras hasta cuándo, V. el comentario
de 6:3.) En lugar de ello, debían defender la causa de los oprimidos (incluyendo al débil
… huérfano … afligido y menesteroso). Esta es la esencia de la actuación de un buen
juez.
Sin embargo, los jueces humanos a quienes Dios acusa, viven sin discernimiento
espiritual o intelectual y actúan inmoralmente, de tal manera que hacen que los
cimientos de la tierra se estremezcan, i.e., se trastoca el orden y la ley (cf. 11:3).
82:6–7. Dios advirtió a los jueces malos que perecerían. Él los nombró “dioses” (cf.
v. 1) e hijos del Altísimo, i.e., sus representantes sobre la tierra. Pero, a pesar de su
posición exaltada, estaban sujetos a rendir cuentas a Dios. Jesús apeló al v. 6 cuando fue
acusado de blasfemia (Jn. 10:34). Debido a que los jueces de Israel eran, en cierto

trad. traducción, traductor


sentido, “hijos” de Dios, Jesús dijo que no blasfemaba cuando se llamaba a sí mismo
Hijo de Dios.
C. Petición de que Dios juzgue (82:8)
82:8. Asaf invocó a Dios para que se levantara y juzgara la tierra, i.e., a todos sus
pobladores, porque todos son suyos y, por tanto, responsables ante él.
Salmo 83
El salmista lamentó el gran peligro que representaban los muchos enemigos que
rodeaban a Judá y que tenían como meta aplastarlo. Oró para que Dios mostrara su
poder y los destruyera, tal como había hecho en ocasiones anteriores.
A. Peligro de destrucción (83:1–8)
83:1–8. Estos vv. registran el lamento de Asaf por la grave situación en que se
encontraba Judá. Como en muchos otros salmos de lamento, el escritor de inmediato se
volvió a Dios, pidiendo que contestara su petición (v. 1).
El salmista describió cómo, los enemigos de Judá, habían acordado consejo
destruirlo (vv. 2–5). Como enemigos de Dios, maquinaron un astuto complot (cf. 64:6)
contra el pueblo escogido (83:3) y contra el Señor mismo (v. 5). Conspiraron para
destruir a la nación y borrar todo recuerdo de ella. Esos adversarios incluían a
numerosas naciones vecinas: edomitas … ismaelitas (llamados también agarenos),
Moab … Gebal (Biblos), Amón … Amalec, los filisteos y la ciudad de Tiro. La
poderosa Asiria también apoyaba esa coalición que incluía a los hijos de Lot, i.e., los
moabitas y amonitas (Gn. 19:36–38).
B. Liberación poderosa (83:9–18)
Los vv. 9–18 del salmo registran la oración de Asaf de que Dios usara su poder para
vencer a los enemigos de Judá.
83:9–12. En su inicio, la oración del salmista alude a las victorias pretéritas de Dios
sobre los madianitas a través de Gedeón (Jue. 7–8) y contra Sísara a través de Débora y
Barac (Jue. 4–5). Endor se encontraba cerca de Taanac, lugar mencionado en Jueces
5:19. Asaf habló de nuevo de la victoria de Gedeón, guerra en la que Oreb y Zeeb
fueron los líderes del ejército madianita (Jue. 7:25) y Zeba y Zalmuna, los reyes
madianitas (Jue. 8:5–6, 12, 18).
83:13–16. El salmista pidió a Dios que los hiciera como zarzas (NVI99) llevadas
por el viento, que se sintieran como hojarascas (cf. 1:4), inseguros y acosados, y que
los persiguiera como el fuego que consume y quema el bosque de un monte. Asaf
quería que la ira de Dios se manifestara como una tempestad de la que no pudieran
escapar. Esa derrota provocaría vergüenza en ellos y haría que muchos se convirtieran
al Señor.
83:17–18. El salmo cierra con una reiterada petición de que los malos sean
afrentados (cf. v. 16) y deshonrados. Por haber jugado con el pueblo que el Señor ama,
ellos aprenderían, de la forma más difícil, que sólo Dios es soberano.
Salmo 84
Este pasaje es un complemento de los salmos 42 y 43, porque expresa el mismo
anhelo de estar en el lugar formal de adoración a Dios. Técnicamente es un canto de
peregrinaje, aunque no se encuentra en la colección de salmos alusivos a ese tema (Sal.
120–134). En el salmo 84, el peregrino declara la bendición de un creyente que viaja al
templo en fe para orar al Señor. El autor de este salmo es desconocido, aunque debían
cantarlo los coreítas.
A. El anhelo del alma por el Señor (84:1–4)

NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999


84:1–2. El salmo irrumpe alabando las moradas (cf. 74:7; 76:2; 132:5, 7) de
Jehová de los ejércitos (cf. 84:3, 8, 12). El corazón y cuerpo (carne) del salmista
anhelaban estar en ese lugar (el templo y sus atrios; cf. v. 10). La expresión de tener
ansia por estar en el templo significa anhelar la comunión con el Dios vivo (cf. 42:2).
En ese tiempo, el pueblo podía acercarse a Dios por medio de los sacerdotes del templo.
De esa manera, el salmista puso su fe en el Dios viviente y poderoso.
84:3–4. El salmista expresó su deseo intenso de allegarse a Dios y su templo,
haciendo notar la posición envidiable de los que moraban en la casa de Dios; las aves
que allí anidaban y los que servían en el santuario (sacerdotes que moraban en las
habitaciones del templo).
B. Peregrinaje al templo (84:5–7)
84:5–7. El salmista exaltó la bendición (cf. v. 12; i.e., los gozosos privilegios y
grandes beneficios) de quienes demostraban su fe viajando (cf. Dt. 16:16) para ir a
Jerusalén (Sion) a presentarse delante del Señor. En su peregrinaje, Dios los fortaleció
con sus bendiciones. El valle de Baca (BLA, la nota mar. reza “probablemente ‘de
lágrimas’ o, de ‘árboles de bálsamo’ ”. V. RVR95, nota mar.) era aparentemente un
terreno seco que se convirtió en un lugar de manantiales. La lluvia cubría el árido valle
con estanques de agua, lo cual representa una vívida imagen de las bendiciones de Dios
sobre los fieles peregrinos.
C. Oración del peregrino (84:8–12)
84:8–9. Una vez que el peregrino arribaba al lugar de la morada de Dios en Sion,
oraba por el rey, quien era como un escudo que protegía al pueblo por ser el ungido de
Dios (cf. 2:2). Como Jehová Dios de los ejércitos y Dios de Jacob, él es capaz de
intervenir a favor de su pueblo y liberarlo.
84:10–12. El salmista peregrino declara por qué anhelaba ir a Sion: confiaba en que
Dios contestaría su oración. Reafirmando su intenso amor por el templo y sus atrios (cf.
v. 2), dijo que era mejor un día en sus aposentos que mil fuera de ellos; ser un siervo
del templo era mejor que vivir en las suntuosas moradas de maldad. La razón, por
supuesto, era que Dios se encontraba en el templo, daría su bendición y protección (ser
sol y escudo; cf. el comentario de 3:3), mostraría su favor y haría el bien (cf. 16:2;
34:10) a quienes vivieran de manera irreprochable. Otro requisito para recibir la
bendición de Dios es tener confianza en él.
Salmo 85
El salmista reconoció la bondad de Dios al restaurar a su pueblo y perdonar sus
pecados. Luego oró pidiendo que el Señor apartara su ira de su pueblo. La confianza del
salmista en el Señor surge de la promesa divina de salvación.
A. Oración a Dios (85:1–7)
85:1–3. El canto comienza con una alabanza porque Dios restauró a la nación. Esa
restauración evidenciaba el hecho de que Dios había perdonado y cubierto todos los
pecados de ellos, y había apartado el ardor de su ira.
Algunos eruditos dicen que este salmo fue escrito en los primeros días del retorno
de los exiliados del cautiverio babilónico; aunque esto es difícil de probar. Sin embargo,
su punto de vista remarca el hecho de que el perdón divino de los pecados de la nación
pone fin a la ira de Dios y produce el retorno de su pueblo.

BLA Biblia de las Américas

mar. margen, lectura marginal

RVR95 Reina-Valera Revisión 1995


85:4–7. El salmista pidió que el Señor apartara de nuevo su ira y los librara. Quería
que Dios hiciera cesar su ira, y que no siguiera enojado. Evidentemente, la
restauración anterior, que se refiere en los vv. 1–3, inspiró esta oración para que se diera
otra restauración. Habiendo revivido, la nación sería capaz de regocijarse y
experimentar el infalible amor (misericordia ḥeseḏ) de Dios.
B. Promesa de Dios (85:8–9)
85:8–9. El salmista afirmó que estaba dispuesto a escuchar la palabra que Dios le
revelara, que promete paz (šālôm “bienestar”; cf. v. 10; Est. 10:3) … a sus santos. Él
da la salvación de manera que su gloria se evidencie en la tierra. “Gloria” significa la
manifestación de su presencia (cf. Is. 60:1–2; Zac. 2:5).
Estas ideas expresadas en la revelación de Dios a Israel, encuentran su máximo
cumplimiento en Cristo. Esta promesa de paz y salvación, por medio de la gloria del que
mora entre los hombres, pudo haber estado en la mente del evangelista cuando escribió
Juan 1:14.
C. Fe del salmista (85:10–13)
85:10–13. El escritor confiaba en que el Señor usaría sus atributos (misericordia
[ḥeseḏ], verdad y justicia) para que produjeran paz (bienestar; cf. v. 8), justicia y
prosperidad (cf. 84:11).
Salmo 86
Debido a que Dios es bueno y perdonador, y porque es incomparablemente
suficiente para hacer cosas grandiosas, el salmista le suplicó que mostrara su poder ante
la oposición de los soberbios.
Este salmo se atribuye a David. Parece que es un mosaico de expresiones
provenientes de otros salmos. A pesar de ello, hace una contribución muy singular a la
enseñanza del libro de Salmos.
A. Oración pidiendo protección (86:1–5)
86:1–5. En su oración, David sinceramente pidió a Jehová que lo escuchara, le
contestara, lo guardara, salvara, tuviera misericordia de él y lo alegrara debido a que se
encontraba afligido y menesteroso (V. el comentario de 37:14). En esencia, en su
petición, el salmista deseaba que Dios lo preservara (cf. 25:20) por su misericordia.
David se considera a sí mismo un siervo que confía en el Señor, y que levanta su alma
a él (cf. 25:1).
Esta oración se basa en el hecho de que Dios es bueno, perdonador y grande en
misericordia (cf. 86:15; Éx. 34:6).
B. Alabanza por el poder de Dios (86:6–13)
86:6–10. David repitió su clamor al Señor para que lo oyera. Su confianza de que,
en su angustia, Dios contestaría su oración, es fortalecida por su conocimiento del
Señor, mismo que es incomparable (ninguno hay como tú; cf. Éx. 15:11) y
absolutamente capaz de hacer lo que le pide su pueblo (ni obras que igualen tus
obras). La gente de todas las naciones le servirá porque es el gran Dios. Este tema de
la grandeza incomparable de Dios se refleja en las siete veces que se usa en el salmo la
palabra hebr. (’ăḏōnay), que remarca su soberanía y señorío, se trad. “Señor” en Sal.
86:4–5, 8–9, 15 y “Jehová” en vv. 3, 12.
86:11–13. El salmista oró pidiendo instrucciones que le permitieran ser más fiel a
Jehová al considerar su grandeza. Deseaba conocer el camino del Señor de tal manera,
que pudiera dedicarse a seguirlo con inquebrantable lealtad. Además, prometió alabar
de todo corazón la grandeza divina (cf. con todo el corazón, v. 11), ya que debido a su
amor, el Todopoderoso había librado a David de la muerte.
C. Petición pidiendo fortaleza (86:14–17)
86:14–17. Debido a que los soberbios se habían levantado contra David, éste
suplicó al Señor que le diera fuerza. Sus enemigos eran hombres crueles a quienes no
les importaba Dios en absoluto. En contraste, Jehová es un Dios misericordioso (cf.
111:4), clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad (cf. Éx. 34:6;
Neh. 9:17; Sal. 103:8; 145:8; Jl. 2:13; Jon. 4:2). La oración de David pidiendo
“fortaleza” ante los peligros, se basa en la grandeza de Dios. También pidió una señal
de la bondad de Dios, i.e., la liberación que serviría para que otros vieran y conocieran
sus obras.
Salmo 87
Este salmo amplía la idea que aparece en Salmos 86:9: que las naciones adorarán
algún día al Señor. El salmo 87 es un canto acerca de las cosas gloriosas que se dicen
acerca de Sion, la ciudad de Dios. Después de describir a Sion como la gloriosa ciudad
del Señor, el salmista explica cómo será que los distintos pueblos se reunirán en ella
como niños, y cuán gozosos estarán los que moren allí.
A. La gloriosa ciudad de Dios (87:1–3)
87:1–3. El primer v. es el resumen del tema del salmo: Dios ha establecido su
cimiento en el monte santo (cf. 43:3; 48:1; 99:9), i.e., él ha escogido a Sion como
residencia, por encima de todos los demás lugares. Además de que el Señor ama a Sion,
se dicen cosas gloriosas acerca de ella. Algunas se mencionan en el resto del salmo (cf.
Is. 11:10).
B. Las naciones se reunirán en Sion (87:4–6)
87:4. El salmista listó algunas de las naciones que serán reunidas en Sion. Serán
como niños nacidos allí (vv. 4–6). El propósito de Dios es reconciliar a la gente consigo
mismo, y estas declaraciones prevén que cinco naciones, Rahab … Babilonia …
Filistea, Fenicia (representada por Tiro), y Etiopía (la región del actual sur de Egipto,
Sudán y norte de Etiopía) estarán entre las que reconozcan a Dios. Rahab, que aquí
representa a Egipto (cf. Is. 30:7), era quizá el nombre de una poderosa fuerza demoniaca
que, se pensaba estaba tras esa nación.
87:5–6. Sion será enriquecida en ese tiempo por la adquisición de ciudadanos
nuevos. En ese tiempo, todas las naciones mirarán a Sion como la “ciudad madre”. De
manera figurada, Dios les garantiza un lugar en ella al inscribir los nombres de los
pueblos.
C. Regocijo en Sion (87:7)
87:7. Este v. es una breve descripción del gozo que traerán a Sion las demás
naciones que crean en el Señor. La segunda línea del v. declara la esencia de su
alabanza musical: todas mis fuentes están en ti. “Fuentes” significa que Sion será el
origen de toda bendición y disfrute de bienes, debido a la presencia del Señor allí.
Salmo 88
El salmo 88, escrito por Hemán (cf. 1 Cr. 15:19; 16:41–42; 25:1, 6) el ezraíta (una
persona sabia, 1 R. 4:31), se considera como uno de los salmos más tristes del salterio.
Expresa la oración diligente de alguien que sufre constantemente. El salmista lamenta la
terrible y feroz aflicción que lo ha llevado hasta el punto de morir. Con todo, él ora al
Señor constantemente, de día y de noche, basando su petición en el hecho de que, en la
tumba, él sería inútil para Dios.
A. Su terrible aflicción (88:1–9a)
88:1–2. La introducción del salmo se presenta en estos vv.: el salmista ora (cf. v. 13)
constantemente (día y noche) a Dios pidiendo su liberación.
88:3–9a. Al describir su aflicción, Hemán primero se compara con aquellos seres
olvidados que se encuentran en el sepulcro. Su vida atribulada se encontraba cerca de la
muerte (v. 3), ya se le consideraba muerto (v. 4, cf. v. 6 hoyo profundo; 28:1; 30:3, 9;
69:15 “pozo”; 143:7). Estaba igual que los muertos, sin la protección de Dios (88:5).
Luego, haciendo una alusión directa, Hemán declaró que Dios había producido ese
problema en su vida. Dios lo dejó en el hoyo profundo (cf. v. 4), la ira de Dios lo había
avasallado como las ondas del mar, y lo había separado de sus conocidos debido a su
aflicción.
B. Su oración sincera (88:9b–12)
88:9b–12. El salmista declaró que él siguió orando de manera sincera al Señor.
Argumentó que los muertos no pueden alabar las obras y atributos de Dios desde el
sepulcro. (Él escribió esto desde una perspectiva humana y física, pero esto no
contradice otros vv. que hablan de que hay una vida consciente después de la muerte.)
Afirmó que el Señor debía liberarlo para que pudiera declarar su gloria. Los verdaderos
creyentes quieren alabar al Señor, y para Hemán la muerte parecía poner fin a la
oportunidad de hacerlo.
C. Su fe constante (88:13–18)
88:13–18. Por tercera vez, el salmista expresa su fe clamando a Dios que lo ayude
(v. 13; cf. vv. 1–2). Luego, cuestionando el aparente hecho de que Dios lo ha
abandonado (v. 14), afirma de nuevo que su aflicción es terrible (vv. 15–18). Como Job,
en alguna manera, este salmista sufrió lo que parecía ser la ira de Dios, separado de sus
amigos y seres queridos y se encontraba casi en la angustia total (tinieblas). Con todo,
continuó orando porque sabía que Dios era su única esperanza.
Salmo 89
Este salmo real es una oración pidiendo que Dios cumpla su pacto davídico (2 S.
7:5–16). El salmo es atribuido a “Etán” (un levita, 1 Cr. 15:17–18, y persona sabia, 1 R.
4:31) pero se desconoce la ocasión exacta de este escrito. Como contestación a esta
interrogante se han sugerido varias derrotas militares, como la invasión de Judá por
Sisac de Egipto (1 R. 14:25) y el exilio babilónico. Confrontado por el turbador
problema de la aflicción y la derrota del rey davídico ungido, el salmista imploraba al
Señor que recordara su juramento a David y pusiera fin a este desastre. Etán procuró
inducir al Señor a que respondiera su oración, repitiendo las promesas pactales y los
atributos divinos en los que éstas descansaban. Así que el salmo es un estudio del
antiquísimo conflicto entre las promesas del Dios fiel y amante, y las catástrofes que
ocurren con frecuencia.
Varias palabras clave que se usan repetidamente en este pasaje, muestran algo del
énfasis del salmo: “misericordia” (ḥesed vv. 1–2, 14, 24, 28, 33, 49), “fidelidad” (vv. 1,
8), “verdad” (vv. 2, 5, 33, 49) “trono” (de David; vv. 4, 14, 29, 36, 44), “David mi
siervo” (vv. 3, 20; cf. v. 50), “ungido” (vv. 20, 38, 51), “pacto” (vv. 3, 28, 34, 39). Este
salmo, debido a sus varias referencias al pacto davídico (vv. 3–4, 27–29, 35–37, 49),
afirma que el Mesías, un descendiente de David, se sentará en el trono de David y
reinará sobre Israel. Esto, tomado de manera literal, apoya el punto de vista de que
Cristo no está ahora sentado en el trono de David en los cielos, pero reinará en su trono
sobre la tierra (cf. el comentario de 2 S. 7:5–16).
A. La fidelidad de Dios (89:1–4)
89:1–4. El salmista prometió alabar al Señor por su misericordia y fidelidad
(palabras repetidas en los vv. 1–2; cf. v. 49; 92:2, pero en los vv. 2 y 49 “fidelidad” se
trad. “verdad”). La creencia firme de Etán de que el Señor es fiel, es la base de su
invocación a Dios en medio del sufrimiento. Debido a que Dios hizo promesas pactales
a David (cf. 2 S. 7:5–16), ¿el Dios fiel no debería entonces cumplirlas?
B. La naturaleza del Dios del pacto (89:5–18)
89:5–14. El salmista alabó al Señor por sus extraordinarios atributos (vv. 5–8) y
maravillosas obras (vv. 9–14). Dios, afirma, es fiel (vv. 5 “verdad”, 8 “fidelidad”),
incomparable (v. 6), temible, formidable (acerca de la pregunta ¿quién será semejante
a Jehová? cf. 35:10; 71:19; 77:13; 89:6; 113:5; Éx. 15:11; Mi. 7:18), y sus grandes
obras incluyen su dominio sobre el mar, el haber quebrantado a Rahab (V. el
comentario de Sal. 87:4) con su poder (brazo potente), creado los cielos y la tierra, y
trabajado con fuerza (mano y diestra; cf. “diestra” en 17:7; 18:35; 20:6; 45:4; 60:5;
63:8; 108:6) y justicia. Incluso, las montañas (entre las que se encontraban el monte
Tabor y el Hermón), se personifican como si se alegraran al ver el poder creativo de
Dios.
89:15–18. A la luz de los atributos (vv. 5–8) y obras divinas (vv. 9–14) el salmista
habló de las bendiciones que reciben los que confían y tienen compañerismo con ese
maravilloso Dios. Disfrutan los beneficios de su justicia …, potencia y protección
(escudo). Ser exaltado como cuerno de animal (V. las notas mar. de la BLA y la
NVI99), significa ser favorecido y bendecido con gran poder (cf. 92:10; 112:9).
C. Las promesas del pacto (89:19–37)
89:19–20. El salmista recordó al Señor que él había escogido a David, un guerrero
joven, para que fuera su siervo ungido.
89:21–25. Luego, recordó a Dios que él había prometido que con su poder
fortalecería y protegería al rey de todos sus enemigos (mano … brazo; cf. v. 13),
además de amarlo y extender su dominio sobre el mar Mediterráneo y los ríos.
89:26–29. Enseguida, el salmista habló de la relación especial que el rey davídico
tenía con Dios. Era como la relación de padre a hijo (cf. 2 S. 7:14). Además, Dios, en
su inquebrantable pacto, había prometido que la descendencia (dinastía) de David y su
trono serían perpetuos (cf. Sal. 89:35–37; 2 S. 7:12–13, 16).
89:30–37. El Señor había prometido no quebrantar su pacto aun si el pueblo le
desobedeciera. Si lo hacía, la vara divina vendría sobre él (i.e., Dios lo castigaría), pero
no retiraría de él su misericordia y verdad, lo cual pondría fin al pacto. Sus promesas,
incluyendo las del pacto davídico (cf. vv. 27–29), permanecen para siempre.
D. La oración al Señor para que recordara su juramento (89:38–52)
89:38–45. Aquí el salmista lamenta el hecho de que el rey había sido afligido y
derrotado a pesar de contar con las promesas pactales. Etán escribió que Dios había
desechado a su siervo (vv. 38–39), había destruido los vallados de sus viñas (cf. el
comentario de 80:12), sus defensas (89:40), lo debilitó en la batalla (v. 41), fortaleció
(había exaltado) la diestra de sus enemigos (vv. 42–43), y echó su trono por tierra
como afrenta (vv. 44–45).
89:46–52. El salmista suplicó a Dios (acerca de la pregunta ¿hasta cuándo …?, cf.
el comentario de 6:3) que recordara su juramento y viniera en su ayuda, porque su
tiempo era breve. Se encontraba cerca de la muerte y llevaba el oprobio de sus
enemigos. Así que la única esperanza del salmista en este desastre era orar a Dios para
que cumpliera su palabra, por su amor (misericordias) y fidelidad (verdad) (cf. 89:1–
2).
La doxología del v. 52 concluye el libro III (Sal. 73–89).
IV. Libro IV (Sal. 90–106)
En esta sección de 17 salmos, todos, menos 3, son anónimos. El salmo 90 fue escrito
por Moisés y 101 y 103, por David.
Salmo 90
Contrastando la eternidad de Dios con la transitoriedad del ser humano, y
confesando que los días del hombre se consumen en la ira de Dios, el salmista oró
pidiendo que el Señor misericordioso le diera éxito a su pueblo en sus labores y gozo en
sus aflicciones. Según el título del salmo, se trata de una “oración de Moisés, varón de
Dios” (cf. Dt. 33:1). No hay razones que obliguen a rechazar este punto de vista, aunque
muchos comentaristas lo hacen. Si fue producido por Moisés, se desconoce la ocasión
en que lo escribió. Sin embargo, bien podría sugerirse como dicho trasfondo, el período
del peregrinaje por el desierto, en que una generación de israelitas pereció. Si su autor
es Moisés, entonces este es el más antiguo de los 150 salmos.
A. La transitoriedad del hombre (90:1–12)
Esta porción del salmo contrasta a Dios y el hombre, y da la reacción que ese
contraste provoca.
90:1–6. Estos vv. discuten la disparidad entre el Dios eterno y los seres humanos
finitos. En humildad, el salmista reconoce que Dios es el refugio eterno de los santos,
porque él es desde el siglo y hasta el siglo (vv. 1–2). De generación en generación, el
pueblo ha encontrado refugio en él. (La palabra hebr. para mundo, ṯēḇēl v. 2, es un
sinónimo poético del término tierra, y significa la parte productiva de la misma. Se usa
frecuentemente en este libro.) Pero el Señor, que está por encima de las limitaciones que
impone el tiempo (vv. 3–4), destina a los hombres mortales (hombre es trad. del
término ’ĕnôš “hombre débil”) a la destrucción. La expresión ser quebrantado (NVI99
“volver al polvo”, dakkā, de dākā, “aplastar”), usada sólo aquí en el A.T., significa
pulverizar algo para dejarlo como polvo.
Una de las vigilias de la noche (cf. 63:6) constaba de aprox. cuatro horas (Jue. 7:19
se refiere a la vigilia de la medianoche, sugiriendo que la noche se dividía en tres
períodos). Esa porción de la noche, cuando las personas duermen, es breve. El hombre
es como la hierba que se seca (cf. Sal. 37:2; 102:4, 11; 103:15–16; Is. 40:6–8) en el
calor del día—Dios lo arrebata para destruirlo (Sal. 90:5–6). De esa manera, se
establece que la vida del hombres es frágil y breve en comparación con el Dios eterno.
90:7–12. La vida del hombre es transitoria debido a la ira de Dios contra el pecado.
El salmista afirma que los individuos son consumidos por el furor de Dios, porque él
ve los pecados del hombre, incluso los llamados pecados secretos (trad. yerros en la
RVR60). Debido a que el hombre es pecador, toda su vida la pasa bajo la ira de Dios.
La vida es bastante limitada—consta de setenta años (o algunos años más para ciertos
individuos)—y pasa como un ave fugaz (cf. Job 20:8). Nadie puede entender el poder de
la ira de Dios (Sal. 90:11).
Debido a que la vida es tan breve y transcurre bajo la ira de Dios por el pecado, el
salmista, representando al pueblo escogido, implora que el Señor le dé sabiduría para
contar sus días (cf. 39:4), i.e., percatarse de lo escasos que son (cf. 39:5–6). (Nuestros
días o expresiones similares aparecen en 90:9–10, 12, 14 y “días” en el v. 15.)
B. La compasión divina (90:13–17)
90:13–15. El salmista implora al Señor que tenga misericordia (aplácate) con sus
siervos (cf. v. 16). Esta era su única esperanza.
Al suplicar que les extendiera su compasión, pedía que cambiara su tristeza (cf. v.
10) en alegría. Si Dios los favorecía con su misericordia (ḥeseḏ, amor leal), podían
regocijarse todos los días. El salmista pidió a Dios que les dejara gozarse tanto tiempo
como el que vivieron en el mal. Los vv. 14–15 parecen sugerir que la nación pasaba por
un período de castigo por sus pecados que era particularmente severo, i.e. toda una

aprox. aproximadamente

RVR60 Reina-Valera Revisión 1960


“noche” de aflicción. Así, la palabra mañana sugiere una nueva era de regocijo para el
pueblo de Dios.
90:16–17. El salmista también pidió a Dios que mostrara su gloria (cf. el
comentario de 29:2) a sus siervos (cf. 90:13) y les extendiera su favor en lugar de
consumirlos en su ira. De esa manera, a pesar de que la vida es corta, tendrían éxito en
lo que hicieran.
Cuando Dios amonesta a alguien por causa del pecado, la persona se siente más
frágil y limitada. Pero cuando es bendecida por el favor de Dios, se siente muy digna;
porque participa en la obra del Dios eterno. Cuando uno es quebrantado por la
disciplina divina, puede darse cuenta, de mejor manera, de su mortalidad; pero cuando
abundan el amor y misericordia del Señor, la persona está consciente de que es
coronada con gloria y honor (cf. 8:5–8).
Salmo 91
Debido a que el salmista estaba convencido de que hay una completa seguridad
cuando se confía en el Altísimo, encontró ánimo para percatarse de que Dios lo libraría
de los diversos y amenazadores ataques de los impíos. Sabía que él había comisionado a
sus ángeles para que le brindaran protección.
Este salmo es un bello testimonio de la seguridad que se puede obtener en la vida.
Varios temas vinculan a los salmos 90–92, sugiriendo que conforman una unidad. El
término “refugio” sinónimo en el hebr. de “habitación” aparece en 90:1 y 91:9; “hierba”
en 90:5 y 92:7; “florece(n)” en 90:6 y 92:7; “alégranos” en 90:15 y 92:4; “tus obras” en
90:16 y 92:4; “Altísimo” en 91:1, 9 y 92:1.También se menciona el juicio de los impíos
en 91:8 y 92:11.
A. La seguridad en Dios (91:1–2)
91:1–2. El salmista expresó su gran confianza en el hecho de que cualquiera que
confía en el Altísimo encuentra en él seguridad y protección. Los títulos atribuidos a
Dios en el v. 1 (el Altísimo y el Omnipotente) son significativos, porque hacen
hincapié en su poder como gobernante soberano del mundo. (Acerca del significado de
“Omnipotente” šadday, V. el comentario de Gn. 17:1.)
Las imágenes expresadas en los términos abrigo y sombra retratan de manera
vívida la protección divina. “Abrigo” (sēṯer) es un lugar de refugio (usado también en
Sal. 27:5 “lo reservado”; 32:7 “refugio”; 119:114, “escondedero”). La “sombra”, quizá
la que proyectan las alas de un ave (cf. 91:4), describe también el cuidado y protección
divinos, así como bienestar. Dios es también la esperanza del creyente (trad. de
maḥseh, “refugio ante los peligros”; cf. v. 9 y el comentario de 14:6) y su castillo
(meṣûḏâh, “fuerte protección”; usada en 18:2; 31:3; 71:3; 144:2). En 91:1–2 se expresa
admirablemente el hecho de que la seguridad de la vida se encuentra en el Señor.
B. Liberación por los ángeles (91:3–13)
El salmista, encontrando ánimo para sí, amplía el tema de la protección de Dios
frente a los peligros.
91:3–8. El escritor enumeró las maneras en que Dios libra al creyente de diversos
ataques atemorizantes: (1) Libra al creyente del lazo del cazador (v. 3a; cf. 124:7),
figura que describe los intentos malvados de privarlo de la vida. (2) Dios lo libra de la
peste destructora (91:3b). (3) Lo cubre con sus alas (v. 4a), figura que expresa los
conceptos de seguridad y bienestar (cf. 17:8; 36:7; 57:1; 61:4; 63:7). (4) Además, lo
protege con su verdad (“fidelidad”, BLA; 91:4b), expresión descrita aquí con la
metáfora que comunican las palabras escudo y adarga.
Como resultado de la protección divina de esas cuatro formas, el que confía en el
Señor no temerá el terror nocturno, los ataques de día, ni la pestilencia o la
mortandad (vv. 5–6). La destrucción que pueda causar la derrota de miles, no afectará
al creyente que confía en Dios; más bien, verá la destrucción de los impíos (vv. 7–8).
91:9–13. El salmista explicó que ningún daño o desastre puede sobrevenir a quienes
han encontrado a Dios como su refugio (maḥseh, “refugio del peligro”; cf. v. 2 y el
comentario de 14:6) porque él ha comisionado a los ángeles para cuidarlos. Los ángeles
protegen a los creyentes de los daños físicos y les dan fuerza para superar las
adversidades, que se describen como leones salvajes y serpientes peligrosas. Cuando
Satanás tentó a Cristo citó Salmos 91:11–12 (Mt. 4:6), lo cual demuestra que incluso las
promesas más maravillosas de Dios pueden ser aplicadas de manera insensata.
C. Promesa divina de protección (91:14–16)
91:14–16. El salmista escribió como si Dios mismo le hablara para confirmar su fe.
En respuesta al amor del salmista, el Señor prometió rescatarlo del peligro, protegerlo
de sufrir daño, estar con él en su angustia, honrarlo y saciarlo de bienes. Todos los
tipos de amenazas que se mencionan en este salmo son inefectivas para el que descansa
bajo la sombra del Omnipotente.
Salmo 92
A. Es bueno alabar al Altísimo (92:1–7)
92:1–3. Este salmo comienza con la declaración de que es bueno alabar al Altísimo
(cf. 91:1, 9) con música para anunciar diariamente su misericordia y fidelidad (cf.
89:1–2). Al expresar que es “bueno” alabar a Dios, el salmista quiere decir que es
conveniente hacerlo debido a las obras grandes y dignas de alabanza que él ha hecho.
92:4–7. Aquí el salmista detalla las obras de Dios que son dignas de alabanza. El
autor canta a las grandes … obras y profundos … pensamientos del Señor. Al
escribir esto, meditaba específicamente en la reivindicación divina de los justos, al
causar la destrucción de los impíos y necios que brotan como la hierba (cf. 90:5) y
florecen por un poco de tiempo (cf. Sal. 49; 73).
B. El Señor es exaltado perpetuamente (92:8–15)
92:8–9. El v. 8 forma un excelente vínculo entre 1–7 y 9–15. En contraste con los
impíos, que florecen brevemente (v. 7), el Señor reina para siempre con absoluta
supremacía. Debido a ello, sus enemigos perecerán.
92:10–11. En los vv. 10–14 el salmista declaró lo que significaba para él la verdad
contenida en los vv. 8–9. Dios seguramente exaltará y ungirá a su elegido y aumentará
sus fuerzas (hebr. “cuerno”, V. BLA nota mar.). Aquí, de nueva cuenta, el salmista
escribió con tal confianza, que describió la obra de Dios como si ya hubiere ocurrido.
En hebr., la figura de un cuerno de un animal representa su fuerza (cf. 89:17, 24; 112:9;
V. Las notas mar. para todos estos textos en la NVI99 y la BLA), y el aceite del
ungimiento representa celebración y restauración de la vitalidad de la persona. De
manera que por haber sido exaltado (cf. 92:8), Dios, de la misma manera, bendecirá a su
pueblo. Más aún, los justos contemplarán la destrucción total de los malignos (v. 11; cf.
v. 7).
92:12–15. Si bien es cierto que los impíos pueden florecer, su vida, como la de la
hierba, es cortada (v. 7). Por otra parte, el justo florecerá como la palmera y como el
cedro de Líbano. Esos árboles describen la vitalidad y fructificación (v. 14) que se dan
bajo el cuidado de la buena mano de Dios (cf. 1:3). Quienes son bendecidos así,
proclamarán la rectitud del Señor, que es su fortaleza (cf. el comentario de 18:2).
Salmo 93
Este es uno de los salmos de “entronización” (o “salmos teocráticos” como a veces
se les llama), que celebra el reinado de Dios sobre la tierra. Otros salmos de
entronización son: 47, 95–99. Sin duda, fueron usados en el culto israelita para alabar la
soberanía de Dios; pero a la vez son imágenes proféticas de la consumación de los
tiempos, en que el Señor establecerá su justo gobierno milenial sobre la tierra por medio
del Mesías.
En el salmo 93, el salmista exalta el reino del Señor, quien ha establecido su trono
muy arriba de los océanos y mora en su santo templo.
A. El Señor establece su reino (93:1–2)
93:1–2. El salmista vislumbró al Señor reinando (cf. 47:8; 96:10; 97:1; 99:1;
146:10) en la tierra de manera majestuosa, ceñido de poder. En el A.T., la vestimenta se
consideraba como una extensión de la persona, por lo que la expresión se vistió de
magnificencia (cf. 104:1) describe al Señor majestuoso y poderoso en su reinado.
Además, gracias a su gobierno, el mundo está firmemente establecido (cf. 96:10).
Esto significa que todos los órdenes morales y legales de la vida serán consolidados
bajo su reinado. Debido a que su trono fue establecido desde la eternidad en el pasado,
su reinado en la tierra está firmemente asegurado.
B. El Señor es poderoso (93:3–4)
93:3–4. El salmista alabó la fuerza del Señor que es mayor que la del mar con sus
recias ondas y sonido trepidante. En el A.T., el mar es a veces una representación de la
hostilidad (cf. Is. 17:12–13). En la mitología cananea, Baal alcanzó su posición
eminente (y por eso tiene una casa corrupta o maligna) luchando y derrotando al
príncipe Yam, el mar (en hebr. yām significa “mar”).
Pero estos dos vv. que representan una polémica contra el baalismo, muestran que el
Señor, no Baal, es más poderoso … que el mar. El mar no es un ser mitológico, es una
fuerza de la naturaleza que está bajo el poder de Dios (e.g., el mar Rojo, Sal. 106:9;
114:3, 5).
C. La casa del Señor es santa (93:5)
93:5. Debido a que la casa del Señor está llena de santidad (en contraste con la casa
corrupta de Baal; cf. el comentario de vv. 3–4) los mandamientos divinos son firmes. La
santidad es la característica que distingue al Señor de todos los demás. Se da a conocer
por su poder. Este salmo rinde alabanza al poder de Dios, el cual es evidencia de que
está vivo y activo, a diferencia de los dioses paganos. Debido a que él gobierna con
santidad y poder, todos deben obedecer sus estatutos.
Salmo 94
Este salmo reconoce el hecho de que la venganza pertenece a Dios. El salmista
invocó al Señor para que descargara su venganza sobre los orgullosos que de manera
insolente oprimen a los justos. El escritor confiaba en que el Altísimo no desampararía a
su pueblo, sino lo libraría, porque los impíos no tienen parte en el reino de Dios.
A. Oración pidiendo venganza (94:1–7)
94:1–3. Los vv. 1–7 registran la petición de que Dios, que es el Dios de las
venganzas, se vengue de los impíos que se regocijan por sus obras malas. En los vv. 1–
3, el salmista afirma que la venganza pertenece al Señor. Debido a que Dios es el Juez
de la tierra, él es quien debe cobrar venganza de los soberbios. Aquí, de nueva cuenta,
otro salmista pregunta: ¿hasta cuándo …? (cf. el comentario de 6:3); i.e., ¿hasta
cuándo se gozarán los impíos? El gozo continuo de los malvados parece ser algo
inapropiado, porque se oponen a Dios (cf. 73:3–12).
94:4–7. Para justificar su petición, el salmista lamenta la opresión que los soberbios
infligen, de manera insolente, a los justos. Las palabras de los impíos son cosas duras
(BLA, “hablan con arrogancia”). Oprimen al pueblo de Dios, su heredad (cf. v. 14 y los
comentarios de 28:9; Dt. 4:20). Los malvados destruyen a los menesterosos y oprimidos
(a quienes los verdaderos líderes justos deben ayudar; cf. Sal. 72:4, 12–14). Lo hacen
porque están convencidos de que Dios no presta atención a lo que hacen (no verá … ni
entenderá el Dios de Jacob, 73:11).
B. Advertencia de juicio (94:8–15)
94:8–11. El salmista llama a los impíos para considerar su conducta. Se sorprende
de que los impíos no se hayan hecho sabios,—Dios sabe que sus planes y esfuerzos
para oprimir a los justos son vanidad. La lógica de esas palabras es simple, pero
incontestable: El que hizo el oído seguramente puede oir, y quien formó el ojo
seguramente puede ver; etc.
94:12–15. Aquí el salmista expresa su confianza en el Señor. El individuo a quien
Dios corrige es bienaventurado porque aprende de la ley. A pesar de que el creyente
sea oprimido por los impíos, puede encontrar consuelo en el hecho de que Dios usa esa
opresión para enseñarle y le dará descanso de todas sus calamidades cuando destruya al
impío. El salmista estaba seguro de que Dios no abandona a su pueblo … su heredad
(cf. v. 5 y el comentario de 28:9; Dt. 4:20), sino que restablecerá la justicia.
C. Consuelo del Señor (94:16–23)
94:16–19. La única consolación del salmista provenía de Dios. Tras preguntar quién
se levantaría en favor de su causa contra los pecadores, el escritor reconoció que su
seguridad dependía del Señor. Cuando estuvo a punto de ser vencido por la aflicción
(cuando su pie resbalaba; cf. 73:2), la consolación divina aquietó su corazón lleno de
incertidumbre y le dio alegría.
94:20–23. Enseguida, el salmista previó la venganza de Dios sobre los impíos. El
trono de iniquidades se refiere a los gobernantes malvados cuyas leyes procuran
destruir al justo. Éstos no tienen parte alguna con Dios. Por eso, el salmista confía en el
Señor, que es su refugio (miśgoḇ; cf. el comentario de 9:9; 46:7), su roca y su
confianza (cf. el comentario de 18:1), sabiendo que Dios hará volver sobre los impíos
su iniquidad, destruyéndolos.
Salmo 95
Este “salmo de entronización” invoca al pueblo para que reconozca que el Señor es
un gran rey sobre los dioses. (Otros salmos de entronización son: 47; 93; 96–99.) Pero
tras exhortar a la congregación para que adore a su Creador, el salmista le advierte
contra el pecado de manifestar incredulidad, como en los días del peregrinaje por el
desierto, cuando no pudieron experimentar el reposo de Dios.
A. Alabanza por la soberanía de Dios (95:1–7a)
La primera sección del salmo es un típico canto de alabanza.
95:1–2. El salmista llamó a la congregación para que entonara (cf. el comentario de
5:11) alabanzas al Señor. Aquí, él es designado como la roca de nuestra salvación, una
figura de la seguridad que Dios brinda al librar a su pueblo. Evidentemente, Israel había
experimentado en alguna medida esa liberación, por lo que debía expresar gratitud a
Dios.
95:3–5. Debido a su magnificencia, Dios es digno de la jubilosa alabanza
mencionada en los vv. 1–2. Él es Rey grande (cf. 98:6; 99:4; y el comentario de 5:2)
sobre todos los dioses. El hecho de que mencione a esos dioses (ídolos), no implica que
reconozca que realmente existen. Es simplemente una afirmación de la soberanía y
superioridad de Dios sobre toda potencia, real e imaginaria. Dios hizo toda la
creación—incluyendo las cosas que los paganos veneraban como dioses—y, por lo
tanto, tiene poder sobre toda ella.
95:6–7a. En estos vv., que concluyen la sección de alabanza del salmo, el autor
exhorta a la congregación a adorar a Jehová porque él es su Dios, y ellos sus ovejas (cf.
74:1; 79:13; 100:3). El título Hacedor puede referirse al hecho de que él formó a la
nación (cf. Dt. 32:6). La expresión ovejas sugiere, de nuevo, que el Señor, el pastor de
su pueblo, lo dirige y sustenta.
B. Advertencia contra la incredulidad (95:7b–11)
95:7b–11. En esta sección didáctica, el salmista advirtió a la nación que no repitiera
la locura de caer en la incredulidad, hecho que costó a sus ancestros la pérdida del
reposo que disfrutarían en la tierra prometida. Esta advertencia surge a propósito de la
mención del cuidado que Dios tiene de su pueblo (v. 7a). En la historia de la nación, con
mucha frecuencia, ese cuidado fue pagado por Israel con desobediencia. El incidente
referido aquí es la murmuración del pueblo en Refidim (Éx. 17; Nm. 20:1–13). Los
nombres dados al lugar reflejan el incidente acaecido allí. Meriba (cf. Sal. 81:7;
106:32) significa “rencilla” y Masah “prueba”, porque el pueblo luchó con el Señor y lo
tentó. Por eso, Dios juró que no entrarían en la tierra, sino que perecerían en el desierto.
No obstante, la generación más joven sí entraría en la tierra prometida.
Al exhortar a sus lectores, el salmista comenzó a hacerlo usando la palabra hoy,
expresión retórica que remarca la inminencia de la oportunidad que se presenta. Los
israelitas no deben resistir la voz de Dios que les llama a confiar y obedecer. En la
Biblia, la palabra corazones frecuentemente significa la voluntad de las personas.
Endurecer el corazón significa rehusarse a obedecer. Si los lectores del salmo fueren
también desobedientes por su incredulidad, Dios les impediría alcanzar el reposo en la
tierra.
Este pasaje se cita en Hebreos 3:7–11 como advertencia a los cristianos, quienes por
su incredulidad (He. 3:12), se encontraban en peligro de no recibir el reposo prometido
(cf. el comentario de He. 3:7–12). En su significado más amplio, el reposo significa el
venidero reino de Dios sobre la tierra, en el que los creyentes experimentarán el reposo
espiritual y temporal en el Señor. Por supuesto que los creyentes entran en ese reposo de
manera posicional cuando dejan de hacer sus obras humanas y confían en él.
La advertencia del salmo 95 prevé esto porque es una parte del canto que celebra el
reinado del Señor (v. 3), en el que pueden ministrar sólo los verdaderos adoradores.
Salmo 96
En este salmo, que trata del reino del Señor, el salmista invocó al pueblo en todo
lugar y a todos los elementos de la naturaleza, para que alabaran a Dios, debido a que él
es más grande que todos los dioses paganos y porque reinará con justicia y verdad.
A. La tierra debe alabar su majestad (96:1–6)
96:1–3. El salmista invitó a toda la tierra (i.e., la gente de todo lugar; cf. 97:1;
98:4; 100:1) a alabar al Señor. Debían cantar (cf. el comentario de 5:11) un cántico
nuevo a él (cf. 33:3; 40:3; 98:1; 144:9; 149:1). Cantar un cántico nuevo sugiere la idea
de que el pueblo recibió nuevas bendiciones. Se le indica al pueblo que anuncie la
salvación y obras de Dios (i.e., maravillas) por todo el mundo, de modo que reciba la
gloria (cf. “gloria” en 96:6–8).
96:4–6. El Señor es digno de la alabanza que se pide en los vv. 1–3 porque es
superior a todos los dioses (cf. el comentario de 95:3; además V. 97:9). Esos dioses,
adorados entre las naciones, eran simplemente ídolos. En cambio, él es quien hizo
todas las cosas, y por eso es superior a ellos. Además, su templo (el santuario) se
caracterizaba por la alabanza (“el esplendor”, NVI99, cf. 96:9 y el comentario de 29:2;
también denominado magnificencia y gloria) y el poder (cf. 96:7). En otras palabras, él
es quien posee la gloria y el poder en medio de su pueblo.
B. Las naciones deben reconocer su reinado (96:7–10)
96:7–9. El salmista invitó a las familias (lit., “tribus”) de la tierra a que tributaran a
Dios gloria y poder (cf. v. 6) y le adoraran. Algún día toda rodilla se deberá doblar (Fil.
2:10) delante del Señor soberano, cuya santidad es maravillosa.

lit. literalmente
96:10. La gente de todo lugar debe adorarlo porque él reina (cf. 47:8; 93:1; 97:1;
99:1; 146:10). Cuando el Señor regrese para juzgar y gobernar sobre la tierra, su reino
será establecido (cf. 92:1) con justicia.
C. Toda la naturaleza debe regocijarse (96:11–13)
96:11–13. El salmista invocó a la naturaleza para que se regocijara porque el Señor
vendrá a juzgar al mundo con justicia (cf. 97:2; 98:9) y verdad. Estas extraordinarias
personificaciones (de los cielos … la tierra … el mar, el campo y los árboles) pueden
indicar que toda la creación florecerá cuando la justicia reine sobre la tierra y la
maldición sea reemplazada por la bendición. Luego, la tierra ya no gemirá, anhelando el
día de la redención, como lo hace ahora (Ro. 8:20–22), sino que la naturaleza cantará.
Salmos como este fueron de gran ánimo para sus autores como también lo han sido
para los creyentes de todas las épocas. Muchos salmos expresan un anhelo de que el
Señor destruya la maldad y establezca la justicia sobre la tierra. Los lamentos de los
salmistas ya no serán expresados cuando Dios reine en justicia y verdad.
Salmo 97
Este es un salmo didáctico basado en una visión del Señor. El salmista tuvo un
vislumbre de la magnificente venida de Dios en todo su esplendor. Mediante la
descripción de la venida del Todopoderoso para reinar y castigar con justicia a sus
enemigos, el salmista exhortó a los santos a que odiaran el mal y se regocijaran en el
Señor (cf. 2 P. 3:10–11, 14).
A. Anuncio del reinado del Señor (97:1)
97:1. El salmista introduce el registro de su visión del Señor invocando a la tierra
(i.e., la gente que la habita; cf. 96:1; 98:4; 100:1) para que se regocije por el
establecimiento del reino del Señor. El hecho de que Jehová reina también se afirma en
47:8; 93:1; 96:10; 99:1; 146:10.
B. La teofanía del Señor (97:2–9)
97:2–5. El salmista describe la magnificente aparición del Señor en su reino. No
cabe duda que Israel, en su adoración, entendió que estos vv. hablan en forma figurada
de la presencia de la gloria de Dios. Sin embargo, en su sentido más amplio, describen
la venida del Señor para reinar sobre la tierra.
Dicha venida será acompañada de nubes y densa oscuridad, que frecuentemente se
refieren a un juicio terrible (cf. Dt. 4:11; 5:22–23; Sal. 18:9, 11; Jer. 13:16; Ez. 30:3, 18;
32:7–8; 34:12; Jl. 2:2; Am. 5:18–20; Sof. 1:15). El gobierno de Dios se basa en la
justicia (cf. Sal. 96:13). El fuego consumidor es otra manifestación de su presencia,
porque con él, en su ira, destruye a sus enemigos (cf. 21:9; 50:3; 79:5; 89:46; He.
12:29; Ap. 20:9). Sus relámpagos aterrorizan al mundo. Los montes se derriten como
cera (cf. Mi. 1:4). Los elementos de la naturaleza que el hombre teme, y aquellas partes
de la creación consideradas más sólidas, todo ello anuncia la venida del Señor de toda
la tierra (cf. Mi. 4:13; Zac. 4:14). A menudo, tales fenómenos aparecen en las
Escrituras acompañando la aparición del Señor.
97:6–9. El salmista pasa a describir los efectos de la teofanía. Los cielos declaran su
justicia y gloria. En otras palabras, su aparición para establecer la justicia en la tierra
será anunciada al mundo.
Los idólatras serán avergonzados porque se darán cuenta inmediatamente que han
estado equivocados. ¡Esta idea provocó que el salmista llamara a todos, incluso a los
ídolos, a que adoraran al Señor! Así que el pueblo escogido se regocija por causa de la
triunfante exaltación de su justo Dios. Debido a que él está por encima de toda la tierra
(cf. v. 5), es más grande que todos los dioses falsos (cf. 96:4–5), y por lo tanto, merece
la alabanza del pueblo.
C. Llamado a practicar la justicia (97:10–12)
97:10. Con base en esta profecía, el salmista ordena a los que aman a Dios a que
aborrezcan el mal (cf. Pr. 8:13), i.e., que vivan en fiel obediencia a sus justas normas.
Al vivir fielmente para Dios serán librados de los impíos.
97:11–12. Se llama a los justos a que con alegría rindan reconocimiento y alabanza
al Dios justo, por sus bendiciones de gozo y prosperidad espirituales (cosas
representadas por la luz; cf. 27:1; 36:9).
Salmo 98
En este salmo, el escritor exhorta a toda la tierra a que cante y alabe al Señor, quien
reina, porque ha hecho cosas maravillosas al salvar con su poder a Israel y porque
juzgará al mundo con justicia.
A. Dios ha anunciado su salvación (98:1–3)
98:1–3. El salmista invita a sus lectores a entonar a Dios un cántico nuevo (cf. 33:3;
40:3; 96:1; 144:9; 149:1) porque por su poder (su diestra y brazo son símbolos de
poder) ha provisto salvación y revelado su justicia. La gran salvación de Dios es
posible gracias a su amor leal (misericordia, ḥeseḏ) y fidelidad (verdad, estas palabras
pueden trad. “amor fiel y leal”). Haciendo memoria de su pacto con su pueblo Israel,
Dios libró y salvó a los suyos.
B. Dios juzgará al mundo con justicia (98:4–9)
98:4–8. El prever la salvación divina final, motivó al salmista a llamar a la tierra
(quienes la habitan; cf. 96:1; 97:1; 100:1) a regocijarse delante de él. Todos deben
cantar (“aclamen”, NVI99) alegres (98:4a, 6b) y cantar salmos con diversos
instrumentos musicales al Señor, el rey (cf. 95:3; 99:4; y el comentario de 5:2). Aun la
naturaleza (incluyendo el mar … los ríos y montes; cf. 96:11–13) es invitada a resonar
y regocijarse.
98:9. ¿Por qué el pueblo debe alabar al Señor? Porque viene a juzgar al mundo con
justicia (cf. 96:13). De nueva cuenta, el salmista vislumbra la venida del Señor y el
propósito de ésta. Él traerá salvación (98:3) y justicia.
Salmo 99
El salmista animó a todos a que exaltaran al Señor con alabanzas por dos razones:
porque él es santo y por sus misericordiosas respuestas a las oraciones de su pueblo.
A. El Señor que reina es santo (99:1–5)
99:1–3. El salmista presentó alabanzas al Dios santo que reina. De nueva cuenta,
este salmo inicia con la expresión teocrática común: Jehová reina (cf. 47:8; 93:1;
96:10; 97:1; 146:10). Por consiguiente, todos deben temblar delante de él.
A Dios se le describe como sentado en su trono entre los querubines cubiertos de
oro (cf. 80:1) reposando sobre el arca del pacto (cf. 1 R. 6:23–28). Así que él es grande
en Sion, donde se localizaba el templo.
La gente de todo lugar debe alabar a este gran soberano. Su morada en Sion y su
reino justo hablan de su grandeza y santidad, que son las razones predominantes de la
alabanza mencionada en este salmo.
99:4–5. El poder y justicia del rey (cf. 95:3; 98:6; y el comentario de 5:2)
manifiestan su santidad, así que el salmista alabó al Señor por tales atributos.
El v. 5 es un estribillo (cf. v. 9) en el cual todos son invitados a exaltar al Señor ante
el estrado de sus pies (i.e., delante del templo con el arca, que estaba en él).
B. El Señor que reina es misericordioso (99:6–9)
99:6–9. El salmista habló de los tratos misericordiosos del Señor con sus ancestros a
pesar de las iniquidades de Israel. Moisés … Aarón, y Samuel oraron y Dios les
contestó. Dios habló con ellos (i.e., Israel) desde la columna de nube (cf. Éx. 13:21) y
ellos obedecieron. Incluso después de que Israel pecó y fue castigado, Dios respondió
sus oraciones y lo perdonó. Así que este monarca merece la alabanza no sólo por su
santidad (Sal. 99:3, 5) sino también por sus tratos misericordiosos con su pueblo. La
misericordia de Dios protege a los suyos de ser consumidos por su justo juicio.
El v. 9 es un refrán (cf. v. 5 con su fraseo similar) en el cual se indica a la gente que
exalte al Señor con alabanza y adoración en su santo monte (cf. 43:3; 48:1; 87:1), Sion.
Salmo 100
El título afirma que el salmo (o cántico) es de “alabanza” (“de acción de gracias”,
NVI99). Se usaba en el templo al presentar los sacrificios de alabanza (“ofrendas de
paz”, Lv. 3). Las expresiones en este salmo son un reflejo de los salmos de
entronización que le antecedieron (Sal. 47; 93; 95–99), los cuales celebran el gobierno
divino.
El salmista exhorta a la congregación a servir al Señor con alegría porque él es el
Creador, y la anima a entrar en su templo con muchas acciones de gracias, porque él es
bueno y fiel.
A. Sirvan al Señor con alegría (100:1–3)
100:1–2. Los vv. 1–3 incluyen un llamado a la alabanza y servicio alegre. La gente
de todo lugar (toda la tierra; cf. 96:1; 97:1; 98:4) debe aclamar (NVI99“aclamen”) al
Señor; no deben contener su alabanza a él. Además, deben servirlo con alegría. Este
servicio, con regocijo (“cánticos de júbilo”, NVI99), bien puede significar adoración.
100:3. El Señor debe ser alabado y adorado con regocijo, porque él es soberano. Él
es el Creador, y los que confían en él son posesión suya. Lo siguen porque son ovejas
de su prado (cf. 74:1; 79:13; 95:7; además V. 23:1; 80:1).
B. Entren a sus atrios con alabanza (100:4–5)
100:4–5. Esta segunda parte del salmo es una invitación a los santos a entrar a
Jerusalén (las puertas de Dios) e ir al templo (sus atrios) para ofrecer sacrificios de
acción de gracias por sus bendiciones para con ellos.
El pueblo debe alabar al Señor por su bondad, amor y verdad (“fidelidad”, NVI99).
Estos beneficios perduran de generación en generación. Así que cada generación que
experimente la bondad, amor y fidelidad divinos, puede unirse en alabanza cantando el
salmo 100.
Salmo 101
Al hablar al Señor, el rey David afirmó que estaba decidido a mantener la pureza en
su reino aun a costa de quitar la maldad de sí mismo, su corte y su capital. Cuando la
justicia prevaleciera, el Señor se complacería de habitar en medio de su pueblo. Así que,
en un sentido, este salmo es como la carta magna por la que David gobernaba bajo el
escrutinio de Dios.
A. El amor leal y justicia de Dios (101:1)
101:1. El salmista canta de las excelencias de Dios, misericordia (amor leal, ḥeseḏ)
y justicia. Estas son las características del gobierno divino (cf. 89:14), esenciales en el
ejercicio efectivo de su reinado.
B. Integridad personal de David (101:2)
101:2. David decidió que viviría en integridad, con un corazón irreprensible
delante de Dios. Su estilo de vida íntegro comenzaría en la privacidad de su casa. Esto
contrastaba notablemente con las vidas corruptas de la mayoría de los reyes del antiguo
Cercano Oriente.
C. Pureza de David en el palacio (101:3–8)
David dio más detalles acerca del camino de santidad en el que dijo que él andaría
(v. 2). Esa vida de pureza comenzaría con él y se extendería después a todos los que le
servían. Este era un requisito obligatorio si es que quería disfrutar de la bendición del
Señor en su reinado.
101:3–4. David dijo que él se conservaría puro repudiando la maldad (NVI99). No
permitiría que permaneciera en su reino cosa injusta, ni los que se desvían ni el
malvado y sus actividades. “Cosa injusta” es lit., “cosas de Belial” (inútiles e impías).
“Los que se desvían” (‘iqqēš) significa “torcido, chueco” (cf. el comentario de 18:26).
101:5–6. El rey también escribió que se rodearía de siervos fieles. Haría destruir (cf.
v. 8) al que solapadamente infama a su prójimo, y no toleraría al de ojos altaneros.
“Ojos altaneros” (cf. 18:27; Pr. 6:17; 30:13) se refiere a una mirada arrogante. David
buscaría a los fieles para que le sirvieran, aquellos cuyas vidas fueren irreprochables
(anduvieren en el camino de la perfección) como era la suya en ese momento (cf. Sal.
101:2).
101:7–8. David también indicó que purgaría a los malos de toda su nación, no sólo
del palacio. Al impartir justicia cotidianamente (cf. Jer. 21:12), conseguiría exterminar
a los que hablan mentiras y a los impíos. La palabra “exterminar” con frecuencia
implica la pena capital, pero también puede significar quitarlos del servicio y la
comunión con el pueblo.
Salmo 102
El título singular de este salmo señala un uso privado y devocional del mismo por
los santos sufrientes. Las ideas que aparecen aquí evocan las que ya se expresaron en los
salmos 22, 69, 79. El salmo 102 también presenta similitudes con algunas declaraciones
de Isaías 40–66.
Con la esperanza de que Dios contestara rápidamente su oración, el salmista
lamentó que se encontraba abrumado y en gran apremio debido al hostigamiento del
enemigo. Sin embargo, encontró consuelo en el hecho de que Dios permanecería con él
y no lo abandonaría, verdad que ha llevado a muchas generaciones de santos a rendir
alabanza a Dios.
A. Respóndeme pronto (102:1–2)
102:1–2. El salmista oró sinceramente para que Dios lo oyera y no escondiera su
rostro de él (cf. 27:9; 143:7). En su aflicción, clamó al Señor para que le contestara con
rapidez (cf. el comentario de 31:2).
B. Desvanezco (102:3–11)
102:3–7. El salmista describió al Señor su lamentable condición. Sus días se
consumían como humo, sus huesos (cf. el comentario de 6:2) ardían (i.e., se sentía
interiormente exhausto), su corazón se secaba como la hierba (cf. 102:11; 37:2;
103:15–16; Is. 40:6–8). Sin apetito, gemía en su agonía física. Se veía demacrado (cf.
Job 19:20), se sentía abatido, como un búho que canta lastimosamente o un pájaro que
se posa solitario en una rama. Ya no tenía fuerzas, se sentía deprimido y había perdido
todo deseo de vivir.
102:8–9. El dilema del salmista se intensifica cuando escucha que sus enemigos se
burlan de su situación lamentable. Comer ceniza (cf. Is. 44:20) significa tener ceniza
sobre la cabeza como símbolo de lamento. El lamento y el llanto (lágrimas; cf. Sal.
80:5) eran tan continuos, que parecían ser su dieta diaria.
102:10–11. Además, estaba convencido de que la ira de Dios lo había consumido.
Por lo cual, debido a que Dios había permitido esto, sentía que su vida estaba a punto de
extinguirse, como la sombra que se va, expresión que indica que el día está a punto de
terminar (cf. 144:4) y como la hierba que se seca (cf. 102:4).
C. Dios no desprecia a los desposeídos (102:12–22)
102:12–13. A las quejas del salmista (vv. 3–11) siguió su expresión de confianza de
que el Señor contestaría sus oraciones. El pronombre tú es enfático en hebr.,
remarcando el contraste entre el salmista y el Señor. La transición a la alabanza es
repentina: el Señor permanece en su trono (cf. el comentario de 2:4) para siempre y
responderá, porque es el tiempo de tener misericordia de su pueblo de Jerusalén.
102:14–17. El salmista confiaba en que el Señor, quien ha establecido su reino en
Sion, no abandonaría a los que le aman. Los siervos de Dios aman aun las piedras y el
polvo de Sion (figura de la intensa preocupación de los siervos por la ciudad y la
tragedia que estaba pasando) en parte porque es el lugar de la morada divina. Otros
también, las naciones y sus reyes … temerán a Dios porque habrá reedificado a Sion.
Esto indica que el salmista había ampliado sus ideas, olvidando su propia debilidad y
reflexionando en la soberanía de Dios, que garantizaba que la ciudad sería restaurada.
Quizá el salmo fue motivado por una calamidad acaecida en la ciudad capital. A pesar
de todo, el salmista estaba convencido de que el Señor contestaría la oración del
pueblo.
102:18–20. Enseguida, se prevé la alabanza por la liberación divina. Generaciones
futuras alabarán al Señor cuando oigan que miró desde lo alto …, desde los cielos y
escuchó el gemido de su pueblo que se encontraba en una condición desesperada. El
Dios omnisciente que ve de cerca a los suyos, es una idea que se expresa con frecuencia
en los salmos, la cual describe su gran interés por ellos. El Señor a veces interviene para
librar a quienes están al borde de la muerte.
102:21–22. Como resultado de esa liberación, el nombre de Jehová será alabado
cuando todos se reúnan a adorarlo en Sion.
D. Tus años nunca terminarán (102:23–28)
102:23–28. El salmista retomó su queja. El Señor lo había debilitado (cf. vv. 4–10),
según parece, hasta el punto de acortar sus días (cf. vv. 3, 11). Así que solicitó una
extensión de su vida, suplicando no morir de manera prematura: no me cortes en la
mitad de mis días (v. 24; cf. v. 27). Hablando en forma figurada de la eternidad divina
(Por generación de generaciones son tus años), el autor suplicó que su vida
continuara por un poco más de tiempo.
Al hablar de la eternidad de Dios en contraste con su creación, el salmista expresaba
su confianza en el Señor. La tierra … y los cielos … perecerán (cf. 2 P. 3:10; Ap.
21:1), desgastándose como un vestido viejo. En contraste, Dios es inmutable (Mal. 3:6;
He. 13:8) y eterno (sus años no se acabarán; cf. Sal. 102:27). Por tanto, él seguirá
siendo fiel a todas las generaciones (a los hijos de los santos y a su descendencia).
Los vv. 25–27 se aplican a Cristo en Hebreos 1:10–12. El salmista se dirigía al Dios
eterno, y el escritor de Hebreos identificó a Jesucristo como el Dios eterno, creador y
sustentador de la tierra. Esta es una sólida afirmación de la deidad de Jesucristo.
Salmo 103
Después de revisar las misericordias recibidas de Dios, David encontró esperanza en
la relación pactal de su pueblo con el Señor, a pesar de que era pecaminoso y débil. Con
esa confianza, el salmista invocó a toda la creación pidiéndole que bendijera a su Señor.
Este salmo, que es una celebración de la liberación divina, parece hablar de la
respuesta de Dios a la oración del salmo 102.
A. Las misericordias de Dios (103:1–5)
103:1–2. David se dijo: bendice, alma mía, a Jehová con todo mi ser, i.e., que de
todo corazón alabara el santo nombre de Dios (cf. 33:21). Esto era necesario tomando
en cuenta todos los beneficios recibidos del Señor.
103:3–5. David alabó al Señor por sus muchas misericordias, incluyendo el perdón
de pecados (v. 3a), sanidad de sus dolencias (v. 3b), liberación de la muerte (v. 4a;
hoyo es sinónimo de la tumba), enriquecimiento de su vida con su amor leal
(misericordia, cf. vv. 8, 11, 17) y tiernos favores (cf. vv. 8, 13; 116:5; 119:156),
satisfacción (sacia de bien tu boca; cf. 104:28; 107:9), y el rejuvenecimiento de su
vida. La expresión “corona” habla de las bendiciones otorgadas por el Señor (como en
8:5). Como el águila que permanece fuerte a través de toda su larga vida, el salmista
estaba vigoroso espiritualmente, bajo la mano de Dios (cf. Is. 40:31).
B. La compasión de Dios (103:6–18)
Haciendo alusión a ciertos hechos de la historia de Israel, David meditaba en la
lealtad pactal que el Señor mantuvo con los débiles pecadores.
103:6–8. Primero, David evocó el pacto del Señor con Moisés. Tras alabar la
justicia divina, David afirmó que el Todopoderoso se reveló a Moisés y al pueblo como
un Dios misericordioso (cf. vv. 4, 13; 86:15; 111:4; 145:8) y clemente, quien, por lo
tanto, es lento para la ira y grande en su lealtad pactal (misericordia, ḥeseḏ cf. 103:4,
11, 17). El v. 8 se basa en las palabras que Dios dijo a Moisés en el monte Sinaí (Éx.
34:6; cf. Neh. 9:17; Sal. 86:15; 145:8; Jl. 2:13; Jon. 4:2). Debido a esos atributos, Dios
permanece fiel a su pueblo y lo librará de la opresión.
103:9–12. Enseguida, David explicó que el Señor perdona los pecados de manera
misericordiosa. Debido a que Dios es lento para la ira (cf. v. 8), no contenderá para
siempre (rîḇ, “presentar un pleito legal en contra de alguien”) con el hombre por el
pecado, ni lo tratará conforme a sus iniquidades. Y debido a su gran misericordia (cf.
vv. 4, 8, 17), por medio del perdón aparta, de manera total, los pecados del hombre.
103:13–18. En estos vv. David escribe que, a pesar de que la vida del hombre es
transitoria, él permanecía estable gracias al pacto divino. Jehová … se compadece (cf.
vv. 4, 8) de su débil pueblo (v. 13) porque sabe cuán frágil es la naturaleza del hombre
(vv. 14–16). El hombre es hecho del diminuto polvo que no tiene valor alguno (cf. Gn.
2:7) y su vida es efímera como la de la hierba (cf. Sal. 37:2; 90:5; 102:4, 11; Is. 40:6–8)
y la flor del campo. Sin embargo, la misericordia (cf. Sal. 103:4, 8, 11) pactal de Dios
es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le obedecen. Aquí, de nuevo
(cf. 102:24–27) se aprecia la eternidad del Señor como base del consuelo para los
débiles seres humanos. La esperanza del hombre reside no en otras criaturas frágiles,
sino en el Dios eterno.
C. Alabanza a Dios (103:19–22)
103:19–22. David declaró que el reino del Señor domina sobre todos, i.e, toda la
tierra. Por lo tanto, todos los ángeles, los ejércitos celestiales, que son ministros suyos,
y toda su creación (sus obras) en todo lugar, deben alabar al Señor. David concluye su
salmo de la manera en que comenzó, exhortándose a sí mismo (alma mía) a alabar a
Dios.
Salmo 104
El salmo 104 comienza de la misma manera que el 103, con las palabras “Bendice,
alma mía, a Jehová”. Este salmo es una gloriosa alabanza a la maravillosa creación
divina y al sostén de ella. Mientras que el salmo 103 alaba la misericordia hacia su
pueblo a través de la historia, éste describe el poder, sabiduría y bondad divinos hacia
toda la creación. El salmista habla de que Dios extiende los cielos como la luz, de su
control soberano sobre las profundidades, de que adorna a la tierra para que sea morada
del hombre, de que ordena la sucesión del día y la noche para propiciar la vida, y de que
prepara a los mares para que preserven la vida marítima. Enseguida, alaba a Dios, quien
gloriosamente reina sobre la creación y la renueva por su Espíritu. Con base en lo
anterior, el salmista suplica a Dios que quite a los pecadores que no están en armonía
con la creación.
A. Prólogo (104:1a)
104:1a. El salmista se animó a sí mismo para alabar a Jehová (cf. v. 35; 103:1, 22).
B. Alabanzas al Creador (104:1b–23)
104:1b–4. En los vv. 1b–23, el salmista alabó la majestad del Señor (mucho te has
engrandecido y te has vestido de gloria; cf. el comentario de 29:2; y magnificencia;
cf. 45:3) tal como se ve en sus obras. El escritor comenzó con una descripción poética
de los cielos. La luz, creada el primer día (Gn. 1:3–5), va de acuerdo con la naturaleza
de Dios. Estar vestido de “luz” significa que es una característica de Dios. En la
creación, el Señor extendió los cielos como una cortina o tienda de campaña (cf. Gn.
1:6–8; Is. 40:22), i.e., los cielos cubren la tierra como una tienda sobre sus moradores.
El lugar donde Dios mora se describe de manera figurada como aposentos altos entre
las aguas. Él es como un edificador, que construye un cuarto privado que “afirma”
(NVI99) sobre las aguas de los cielos.
Además, el Señor formó todos los elementos celestes, incluyendo las nubes …
viento y fuego. (Acerca de la expresión: El que pone las nubes por su carroza, V. el
comentario de Sal. 68:4.) Salmos 104:4 sugiere que Dios envía a sus ángeles
(mensajeros) acompañados de fenómenos físicos, de manera similar a como él
frecuentemente se manifiesta.
104:5–9. El salmista reitera cómo fue que Dios fundó la tierra y la cubrió con las
aguas. En imagen poética, la tierra es vista como estando firmemente establecida en sus
cimientos y “cubierta” con las aguas (del abismo) como vestido. El salmista describió
vívidamente a Dios juntando las aguas para formar ríos y océanos y poniéndoles
término (i.e., con costas que no pueden sobrepasar; cf. Job 38:9–10; Jer. 5:22). Los
límites que Dios pone a las aguas sugiere que eran una fuerza caótica que debía ser
aplacada y “conquistada”. Algunas de las expresiones de Salmos 104:7–9 son muy
similares al relato del diluvio, pero el salmista se estaba refiriendo a la creación.
104:10–18. Al acondicionar la tierra para que sirviera como hábitat de su creación,
Dios colocó arroyos en los valles para dar agua a los animales (vv. 10–12), e hizo
crecer lo que serviría de alimento a los animales y al hombre, así como aceite (de los
olivos) para suavizar el rostro (vv. 13–15). Además, Dios proveyó el hábitat adecuado
para los animales y aves (vv. 16–18). En su sabiduría, preparó la tierra
maravillosamente bien para que albergara todas las formas de vida.
104:19–23. El Señor hizo la luna y el sol para determinar los tiempos en que las
diversas criaturas de la tierra están activas.
C. Alabanza por el dominio del Señor (104:24–32)
104:24–30. El salmista irrumpió en alabanza al Señor por toda su creación, hecha
por su gran sabiduría. Las numerosas formas de vida de la tierra (seres) están bajo su
dominio.
Las criaturas de diversos tamaños que habitan los océanos, entre las que se incluye
el gran leviatán (aquí se trata de un animal real, no una criatura mitológica; cf. el
comentario de Job 41) esperan su comida y otras cosas buenas (cf. Sal. 103:5; 107:9) de
Dios (cf. 104:21). Sin embargo, si Dios se esconde de ellas, entonces están en
problemas, porque él controla la vida y muerte en los océanos. Él les quita el hálito y
mueren; envía su Espíritu y otras nacen.
El agua es un tema predominante en este salmo (vv. 3, 6–16, 25–26). En las mentes
de los sabios antiguos, el agua era una poderosa fuerza. Este salmo retrata la soberanía
del Señor sobre ella.
104:31–32. Debido a que tiene tan poderoso control sobre la creación, el salmista
pregonó que la gloria del Señor permanecerá para siempre.
D. Oración por la armonía en la creación (104:33–35a)

NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999


104:33–35a. El salmista respondió a la grandeza de la creación de Dios, haciendo
dos cosas. Primero, prometió alabar a Dios con cánticos y meditación agradable (cf.
19:14). Esta es la respuesta apropiada de una adorador que recuerda a su Creador.
Segundo, oró que los pecadores fueran consumidos de la tierra, porque no están en
armonía con la creación de Dios.
E. Epílogo (104:35b)
104:35b. De nuevo, el salmista se animó (alma mía) a alabar al Señor (cf. v. 1;
103:1, 22). La última palabra de alabanza en el salmo es trad. del hebr. halelû-yāh (que
en la RVR60 se vierte “Aleluya”), que aparece aquí por primera vez de las 23 ocasiones
que se menciona en el libro de los Salmos (104:35; 105:45; 106:1, 48; 112:1; 113:1, 9;
115:18; 116:19; 117:2; 135:1, 3, 21; 146:1, 10; 147:1, 20; 148:1, 14; 149:1, 9; 150:1, 6).
Salmo 105
Describiendo algunos aspectos de la historia de Israel (de Abraham a la
peregrinación por el desierto), al ir conduciendo el Señor de manera milagrosa a su
pueblo en cumplimiento de sus promesas pactales, el salmista alaba la grandeza del
amor de Dios por los suyos.
A. Alabanza por la grandeza del Señor (105:1–6)
105:1–6. El salmista inició con un llamado (a Israel, v. 6) a entonar alabanzas y
regocijarse por las muchas maravillas y por el santo nombre de Dios. Su nombre
representa los atributos que han sido revelados al hombre. Israel debe depender del
Señor (buscar y ver su rostro), recordando sus obras milagrosas.
B. Alabanza por la fidelidad del Señor (105:7–41)
105:7–11. Enseguida, el salmista pasó a entonar su alabanza porque Dios se acuerda
de sus promesas a la nación. La nación debe recordarlo (v. 5) porque ¡él se acordó de
ella! (v. 8; cf. v. 42) Dios, quien ejerce un gobierno universal (en toda la tierra están
sus juicios), cumplió su pacto y juramento. Su pacto hecho con Abraham (Gn. 12:1–
3; 15:18–21) fue confirmado en presencia de Isaac (Gn. 22:15–18) y dado también a
Jacob (Gn. 28:13–15; 32:12). Dios afirmó que Israel sería una gran nación y poseería
la tierra que él prometió darle.
105:12–41. Enseguida, el salmista describió una parte de la historia de Israel en la
que el Altísimo cumplió su promesa de hacerla una gran nación. Primero, el autor
afirmó que el Señor protegió al pueblo mientras vagaba por otras tierras (vv. 12–15).
Esto se refiere quizá al viaje de Abraham de Ur de los Caldeos a Harán (Gn. 11:31),
Canaán (Gn. 12:4–5), Egipto (Gn. 12:10–20), y su estancia en el Neguev (Gn. 20:1).
Segundo, el Señor, de manera soberana, condujo a los israelitas a Egipto y exaltó a José
(Sal. 105:16–22; cf. Gn. 37; 39–41). Tercero, en Egipto, el Señor multiplicó a su
pueblo en gran manera, a pesar de que era oprimido (Sal. 105:23–25; cf. Éx. 1:6–14).
Cuarto, a través de Moisés y Aarón el Señor realizó prodigios en Egipto (la tierra de
Cam; cf. Sal. 105:23). Estas maravillas fueron las plagas (vv. 26–36) que oprimieron a
los egipcios (cf. Éx. 7–11; Sal. 78:44–51). Dios rescató a su pueblo y le dio un gran
botín (105:37). De hecho, Egipto encontró alivio a su opresión cuando Israel salió de su
tierra (v. 38). Quinto, el Señor condujo a los israelitas por el desierto y les proveyó
codornices, maná (pan del cielo), y agua de la roca (vv. 39–41). De manera que
incluso durante la época errante de los israelitas, Dios fue fiel a ellos.
C. Alabanza por la liberación divina (105:42–45)

trad. traducción, traductor

RVR60 Reina-Valera Revisión 1960


105:42–45. El salmista habló de nuevo de cómo el Señor se acordó de su palabra
(v. 42; cf. v. 8) y sacó a su pueblo de Egipto conduciéndolo a la tierra prometida (vv.
43–44). Los israelitas fueron librados de la esclavitud de manera que guardasen su
palabra (v. 45).
Este salmo expresa el gozo por la fidelidad de Dios a su palabra al redimir a sus
escogidos. Así que quienes recibieron sus beneficios deben recordar sus obras y
responder en obediencia a él. Acerca de la palabra aleluya (halelû-yāh), V. el
comentario de 104:35.
Salmo 106
A pesar de la fidelidad de Dios hacia Israel (Sal. 105) su historia está llena de actos
de infidelidad e ingratitud. El salmo 106 es un salmo confesional que describe algunas
de las experiencias de rebelión de los israelitas y los juicios de Dios sobre ellos.
Enseguida, el salmista eleva una oración pidiendo al Señor que libre a su pueblo de su
cautividad. En Nehemías 9 se encuentra una confesión similar. Además, este salmo
presenta similitudes con Isaías 63 y Ezequiel 20.
A. Alabanza por la bondad del Señor (106:1–5)
106:1–5. El salmista alabó a Dios por su bondad incomparable, amor leal
(misericordia) y poder (vv. 1–2). Acerca de la expresión aleluya (halelû-yāh), V. el
comentario de 104:35. Debido a que los que hacen justicia en todo tiempo son
bendecidos por el Señor (106:3), el salmista oraba pidiendo que cuando Dios bendijese
a su pueblo se acordara también de él. De esa forma, podría disfrutar el bien y gozo
para rendir alabanza a Dios.
B. Confesión de pecados (106:6–46)
106:6. El salmista presentó el tema de la confesión de pecados con una declaración
general de que ellos, los israelitas de tiempos del salmista, habían pecado como sus
padres (i.e., ancestros). Esto motivó al autor a relatar los pecados de sus antepasados.
106:7–12. Enseguida, el salmista relató los pecados que el pueblo cometió en el
desierto. Primero, escribió acerca del pecado que cometieron al cruzar el Mar Rojo (vv.
7–12; cf. Éx. 14:11–12). A pesar de ello, el Señor los salvó (cf. Éx. 14:26–30) para
mostrar su gran poder, por lo que ellos creyeron (cf. Éx. 14:31) y cantaron su
alabanza (cf. Éx. 15:1–21).
106:13–33. Luego, el salmista habló de los pecados del pueblo al viajar hacia la
tierra prometida. No obstante, bien pronto olvidaron los milagros de Dios (cf. vv. 21–
22) y comenzaron a ansiar cosas malas (cf. Nm. 11:4) por lo que Dios … envió
mortandad sobre ellos (cf. Nm. 11:33). También murmuraron con envidia contra
Moisés y Aarón, por lo que Dios destruyó a Datán y sus compañeros (Sal. 106:16–18;
cf. Nm. 16; 26:8–9). En Horeb, el nombre antiguo del monte Sinaí (cf. Dt. 5:2; Mal.
4:4), hicieron un becerro de oro, en violación de la ley divina. Dios los habría destruido
si Moisés … no hubiera intercedido por ellos (Sal. 106:19–23; cf. Éx. 32).
Ellos murmuraron de nuevo, así que Dios juró, alzando su mano (cf. el
comentario de Éx. 6:8), que morirían en el desierto (Sal. 106:24–27; cf. Nm. 14:26–
35); aborrecieron la tierra deseable al no creer en lo dicho por el Señor.
En Baal-peor pecaron de nuevo (esta vez participando en la idolatría de los
moabitas), por lo que Finees intervino para detener la plaga (Sal. 106:28–31; cf. Nm.
25).
En Meriba … Moisés perdió la paciencia con ellos cuando se rebelaron contra Dios
(Sal. 106:32–33; cf. 81:7; 95:8; Éx. 17:7; Nm. 20:2–13). Como resultado de esta
impaciencia, Moisés también perdió el privilegio de entrar a la tierra prometida (Nm.
20:12).
106:34–46. Enseguida, el salmista recordó al pueblo su fracaso cuando no
destruyeron a los habitantes de la tierra, como el Señor les dijo (Dt. 7:1–2). En lugar
de obedecer el mandato del Señor de raer a los ídolos cananeos (Dt. 7:5, 16, 25–26),
Israel los adoró (cf. Jud. 2:11–12) e incluso sacrificaron a sus hijos e hijas a los
demonios (Sal. 106:37; cf. Dt. 32:17) que estaban asociados con los ídolos (Sal.
106:38).
Debido a que Israel pecó con tanta malicia, se encendió … el furor del Señor (cf.
Jue. 2:14, 20) sobre su pueblo y los entregó a la opresión de sus enemigos.
Sin embargo, muchas veces Dios los libró de ellos (Sal. 106:43–46). Esto se refiere
al hecho de que Dios levantó a jueces para liberar a Israel de sus opresores (cf. Jue.
2:16) por causa de su pacto y amor leal (ḥeseḏ). Así, el Señor constantemente infligió
castigo a su pueblo desobediente, pero también respondía de continuo a su clamor.
C. Oración por su liberación (106:47–48)
106:47–48. Tras volver a describir el pecado de la nación y el castigo divino, el
salmista oró para que fueran de nuevo librados (la expresión recógenos de entre las
naciones, evidentemente sugiere la idea de que el pueblo estaba disperso) y así pudieran
alabarlo.
La doxología del v. 48 concluye el libro IV del salterio. Este v. es similar al que
cierra el Libro I (V. 41:13). Acerca de la expresión aleluya (halelû-yāh), V. El
comentario de 104:35.
V. Libro V (Sal. 107–150)
De estos 44 salmos, 15 son de David (108–110; 122; 124; 131; 133; 138–145), 1 de
Salomón (Sal. 127), y los restantes 28, anónimos.
Salmo 107
Este es un llamado a la alabanza y está dirigido a los redimidos del Señor. El
salmista los motiva a rendir su alabanza a Dios describiendo cómo preservó a su pueblo
en el desierto, quebrantó las cadenas de su esclavitud, sanó a los enfermos, mostró su
poder a los marineros en el mar, y ejerce providencialmente su gobierno sobre la
naturaleza y los asuntos humanos.
A. Llamado a la alabanza (107:1–3)
107:1–3. Se debe agradecer a Dios por su amor (misericordia) fiel y duradero (cf.
v. 43), esto deben hacerlo especialmente los redimidos, quienes se benefician de él. A
juzgar por las palabras de los vv. 2b–3, este salmo pudo escribirse durante el exilio
babilónico.
B. Razón de la alabanza: la liberación (107:4–32)
En estos vv. el salmista cita cuatro ejemplos de las liberaciones divinas del pueblo.
En cada caso, el pueblo suplicó al Señor que lo librara de su aflicción, y él lo hizo (vv.
6, 13, 19, 28). También, en cada caso, el salmista instó al pueblo a que diera gracias a
Dios por su amor infalible y obras maravillosas (vv. 8, 15, 21, 31).
107:4–9. Primero, liberó a algunos de andar errantes en el desierto. Incapaces de
hallar el camino, hambrientos … sedientos y agonizantes, clamaron al Señor y él los
dirigió y puso a salvo. Así que el pueblo debe alabar a Dios porque sació con el bien (v.
9; cf. 104:28) a quienes anduvieron sedientos y hambrientos por el desierto.
107:10–16. Segundo, el Señor libró a los que estaban aprisionados. Los que
estaban encadenados en prisiones de oscuridad porque fueron rebeldes a Jehová,
clamaron y fueron librados de las prisiones y tinieblas. El Targum judaico sugiere que
este pasaje se refiere al rey Sedequías y los nobles de Judá que fueron al exilio
babilónico. Así que la gente debe alabar al Señor porque la libra de la esclavitud.
107:17–22. Tercero, el Señor rescata de la muerte a los enfermos. Cuando los
pecadores rebeldes fueron afligidos y se encontraban a las puertas de la muerte (cf.
Job 38:17; Sal. 9:13; Is. 38:10), ellos clamaron y él los restauró, sanándolos con su
palabra. De modo que el pueblo debía alabar al Señor y ofrecer sacrificios de
alabanza por haber sido sanados.
107:23–32. Cuarto, Dios pone a salvo a los marineros en la tempestad. Los
marineros ven las obras del Señor que envía la tempestad. La fiereza de ellos se derrite
y toda su ciencia se vuelve inútil (“de nada les valía toda su pericia”, NVI99) así que
su único recurso es clamar a él. Él calma la tormenta y rescata a los marineros del
peligro, conduciéndolos seguros a su destino. Así que el pueblo debe alabar a Dios en la
congregación.
C. Razón por alabarlo: Su dominio (107:33–43)
El salmista describió el gobierno providencial de Dios sobre el mundo como la
segunda razón principal para alabarlo (cf. vv. 4–32).
107:33–38. El Señor tiene un gran poder sobre la naturaleza. (Los vbs. en tiempo
pretérito de estos vv. en la NVI99 deben trad. en tiempo presente, así como se hace en la
RVR60.) Él puede transformar al desierto en un oasis (v. 33) o viceversa, puede hacer
de una tierra fructífera, un muladar (cf. Dt. 29:23). Él hace esto debido a la maldad de
los que la habitan (cf. Dt. 29:24–28).
Por otra parte, Dios hizo habitable la tierra estéril (una ciudad en donde vivir; cf.
Sal. 107:4, 7) y fructífera (vv. 35–38). Él hizo esto para beneficiar a los pobres y
menesterosos, de manera que se multiplicaran.
107:39–43. El Señor también tiene poder sobre las experiencias del pueblo. Él
humilla y abate al soberbio, pero enaltece al pobre. Así que los redimidos alaban al
Señor (veánlo los rectos y alégrense)pero los malos cierran su boca. El sabio
considerará estas cosas meditando en ellas cuidadosamente, apreciando el gran amor
(ḥeseḏ; cf. vv. 1, 8, 15, 21, 31) del Señor.
Salmo 108
Este es un canto de victoria que alaba el amor leal del Señor, el cual se entona con la
expectativa segura de que todos los enemigos de Dios serán destruidos con sus propias
maquinaciones. Debido a que David estaba convencido de que Dios se gozaría en
subyugar a las naciones, oró pidiendo que se manifestara el liderazgo divino. Los vv. 1–
5 son prácticamente iguales a 57:7–11, y 108:6–13 son casi idénticos a 60:5–12. Sin
duda que estas partes estaban unidas con algún propósito litúrgico.
A. Cántico de victoria (108:1–6)
108:1–6. David entonó este cántico de triunfo en alabanza del gran amor
(misericordia) de Dios y su extraordinaria fidelidad (verdad, v. 4; cf. 115:1; 117:2;
138:2). El salmista expresó su deseo de que Dios fuera exaltado … sobre toda la
tierra, de manera que sus santos pudieran ser librados. Su diestra connota su poder (cf.
Éx. 15:6, 12; Sal. 20:6; 45:4; 60:5; 89:7–13).
B. Confianza en la victoria (108:7–13)
108:7–13. David estaba convencido de que el Señor sometería a las tribus de la
tierra al poder de Judá (vv. 7–9; V. el comentario de los vv. casi idénticos de 60:6–8).
Percatándose de su necesidad del liderazgo divino, suplicó ayuda contra sus enemigos
con la completa confianza de que Dios los destruiría (108:10–13; V. el comentario de
los vv. casi idénticos de 60:9–12).
Salmo 109
El salmista oró pidiendo que el Señor se vengara de sus enemigos, quienes se le
oponían con maquinaciones perversas. El salmista también lanzó maldiciones contra los
malvados. El título atribuye el salmo a David, pero no es claro si las referencias en el
texto se refieren a su tiempo como rey o a una época anterior. El salmo está lleno de
imprecaciones (V. “Teología de los salmos” en la Introducción). Estas son las oraciones
fervientes de los justos que apoyan la causa divina en la tierra. El sentimiento que
expresa es áspero, pero esto es así porque el trato de los impíos a los justos era cruel.
A. Lamento por los enemigos engañosos (109:1–5)
109:1–5. David clamó a Dios, a quien alababa, para que no callara, sino que lo
librara del peligro del hombre impío, el cual es engañador (v. 2) y aborrecedor (v. 3), y
que premia su amistad con calumnias, pagando el bien con mal y odio.
B. Imprecaciones sobre los malvados (109:6–20)
En una dilatada sección de imprecaciones, David deseaba que, en retribución, los
impíos quedaran desolados y desposeídos.
109:6–15. David oró pidiendo que su enemigo fuera juzgado (v. 6), encontrado
culpable (v. 7), muerto (de modo que su esposa quedara viuda y sus hijos fueran
vagabundos, vv. 8–10), empobrecido por extorsionadores y ladrones (v. 11), y que
nadie se compadeciera de él (v. 12). David también oró pidiendo que la posteridad de su
enemigo fuese destruida (v. 13) y que Dios guardara memoria de los pecados de los
antepasados de su enemigo (vv. 14–15). Estos eran los deseos del corazón de David,
celoso de que se diera la retribución al malvado. Acerca de las imprecaciones del
salmista V. “Teología de los Salmos” en la Introducción.
109:16–20. En este pasaje se dan las razones de las imprecaciones de los vv. 6–15.
Ese hombre impío abusó del afligido y menesteroso (cf. v. 22), así como del
quebrantado de corazón (v. 16). Amó el proferir maldición sobre otras personas (v.
17); porque era algo que formaba parte de sí mismo, como la ropa que vestía y el agua
que bebía (v. 18). Por lo tanto, debía ser maldecido (v. 17); y la maldición debía
cubrirlo y confinarlo (v. 19). Esta sería la manera en que Dios retribuiría (cf. v. 5) a
quienes acusaban y calumniaban a David (v. 20).
C. Oración pidiendo ayuda (109:21–31)
109:21–25. David se volvió a su Dios soberano en busca de ayuda y liberación,
porque se encontraba en gran necesidad. Estaba evidentemente debilitado (afligido y
necesitado; cf. vv. 16, 31 y V. el comentario de 37:14) y a punto de perecer (estaba
abatido y enflaquecido por el ayuno) bajo la opresión de hombres impíos. Además de
estar en constante peligro, sus enemigos lo escarnecían.
109:26–31. La oración de David pidiendo ayuda se basaba en su deseo de que los
impíos llegaran a entender que el Señor lo reivindicaría (vv. 26–27), y que él se
regocijaría cuando ellos fuesen avergonzados y vestidos de ignominia (vv. 28–29).
David juró que testificaría (alabaré … en gran manera) del Señor por haberlo librado
a él (el pobre; cf. v. 22) del opresor.
Salmo 110
Las palabras de este salmo están dirigidas al “Señor” del salmista. Las expresiones
de este pasaje son las de un profeta que ha recibido una revelación divina. El rey era
también un sacerdote, hecho que iba más allá de los lineamientos del sacerdocio
aarónico, que no era un orden regio. Esta es una razón por la que este salmo se clasifica
como profético. Jesús cita Salmos 110:1 en Marcos 12:36 (cf. Mt. 22:44; Lc. 20:42)
para demostrar que él, como el Mesías, debía ser Señor de David y no simplemente un
descendiente suyo (Mr. 12:35, 37). Por el uso que Jesús hace de este pasaje, se advierte
que David escribió el salmo 110, que fue inspirado por el Espíritu Santo y que se refiere
al Mesías. Salmos 110:1 se cita también en Hechos 2:34–35 y Hebreos 1:13. Por lo
tanto, son inútiles los intentos de algunos por fechar el salmo 110 en el período
macabeo, cuando algunos sacerdotes tuvieron poder temporal. Esos líderes eran primero
sacerdotes y, en segundo término, ejercían poder civil, pero en el salmo 110 el rey es
sacerdote.
La unión de los oficios de sacerdote y rey en el Mesías fue profetizada en otros
pasajes (e.g., Zac. 6:12–13). Es difícil establecer si el salmo 110 tiene que ver con algún
incidente de la vida de David. Quizá fue escrito por el tiempo en que David supo que el
ungido de Dios iba a tener un reino justo (2 S. 23:2–4). Al final de su vida, David supo
que él no era tal persona, sino que uno mayor que él vendría, y tendría ese dominio,
poder y gloria sempiternos. En el salmo 110, David recibió un oráculo acerca de la
exaltación de su Señor. Enseguida, describe el ejército santo de ese Rey-Sacerdote-
Mesías y la forma en que derrotará a todas las naciones.
A. Oráculo de exaltación (110:1–2)
110:1–2. David escuchó una conversación celestial entre Jehová (Yahweh) y el
Señor de David (’ăḏōnay); i.e., entre Dios Padre y el Mesías. El vb. dijo es ne ’um, una
palabra frecuentemente usada para describir un oráculo o revelación. En esta profecía,
Jehová dijo que el Señor de David, el Mesías, está sentado a su diestra (cf. v. 5), el
lugar de autoridad, hasta la consumación de los tiempos (cf. 2:8–9). En ese tiempo
Jehová enviará al Señor de David, el Mesías, para someter a sus enemigos. El estrado
de los pies representa una completa subyugación. Con su cetro, el Mesías dominará a
sus enemigos.
B. El dominio del Mesías (110:3–4)
110:3. Otros acompañarán al Mesías, ofreciéndose voluntariamente a participar en
su batalla. Pero la suya no será una batalla ordinaria, sino el justo castigo que se
derramará sobre los impíos. Por eso, el atavío requerido en ella es la santidad. Así como
los israelitas de la antigüedad tenían que consagrarse al Señor antes de ir a la batalla,
asimismo en la consumación de los tiempos los creyentes deben ser santos (cf. 2 P.
3:10–11, 14).
Los guerreros jóvenes son comparados con el rocío de la mañana. Esto sugiere
varias ideas, incluyendo su frescura, su repentina aparición, sus brillantes huestes, y
hasta el momento de su aparición: en la madrugada (el seno de la aurora). Por lo tanto,
los siervos del Mesías presentarán ofrendas voluntarias a él, estarán ataviados de
santidad, y se presentarán repentinamente con el vigor de la juventud.
110:4. Jehová (Yahweh) ha declarado con juramento que el Mesías será sacerdote
para siempre según el orden de Melquisedec. Por lo tanto, el pueblo del Mesías
tendrá un sumo sacerdote eterno. Melquisedec fue rey de Salem (Jerusalén) y sacerdote
del Dios Altísimo (Gn. 14:18; He. 7:1). Años después de que reinó en Jerusalén,
también David y sus descendientes reinaron ahí.
Esa antigua unidad entre el sacerdote y el rey en una persona, será cumplida en el
Mesías, hecho que requiere la terminación del linaje sacerdotal de Aarón. Ese es
precisamente el énfasis del escritor de Hebreos, quien cuatro veces dice que
Melquisedec es un tipo de Cristo (He. 5:6; 6:20; 7:17, 21). Como sacerdote, Jesús se
ofreció a sí mismo en sacrificio al morir en la cruz (He. 7:27–28; 10:10). Aunque no
pertenece al linaje de Aarón (cf. He. 7:11–18), él es el eterno Sumo Sacerdote (cf. He.
7:21–26, 28) del nuevo pacto (cf. He. 8:13; 9:15). Debido a que él es el rey davídico
prometido, ambas funciones se unirán en una persona.
C. Victoria del Mesías (110:5–7)
110:5–7. David previó la gloriosa victoria del Mesías. El Señor de David (el
Mesías; cf. v. 1) está sentado a la diestra de Dios Padre (cf. He. 8:1; 10:12), el lugar de
autoridad. Cuando el Mesías Sacerdote venga, derrotará (quebrantará) a los reyes (cf.
Ap. 16:16; 19:13–15) y juzgará a las naciones (cf. Jl. 3:2, 11–14). El acto de
refrescarse bebiendo en el camino describe en forma figurada su renovado vigor, y el
levantar la cabeza habla de su exaltación.
Según el N.T., Cristo, acompañado de sus santos, regresará a juzgar al mundo para
establecer su reino terrenal.
Salmo 111
El salmista prometió alabar al Señor en la asamblea por sus grandiosas y
maravillosas obras de redención que hicieron que el pueblo tuviera temor de él. Este
salmo es similar en su estructura y mensaje al 112. El 111 alaba la justicia del Señor; el
112 ensalza las bendiciones que recibe una persona que llega a temerlo. Ambos poemas
recurren al uso de expresiones que se encuentran en otros lugares de Salmos y
Proverbios. Además, ambos son cantos que tienen la estructura alfabética llamada
acróstico. Algunas versiones antiguas sugieren que el salmo 111 fue escrito en el tiempo
de Hageo y Zacarías.
A. Alabanza en la congregación (111:1–3)
111:1–3. El salmista juró exaltar a Jehová con todo su corazón en la compañía de
la congregación de los santos. Dijo que alabaría al Señor por sus obras y maravillas
que son recordadas por quienes las han recibido (los que las quieren; cf. 112:1) y que
disfrutaron de sus beneficios.
B. Alabanza por las obras maravillosas de Dios (111:4–9)
111:4–9. Aquí, el salmista enumera la maravillosa obra de Dios. El tema se presenta
en el v. 4: el Señor ha hecho memorables sus maravillas; él es clemente y
misericordioso (86:15; 103:8; 145:8). En su gracia ha ayudado a la humanidad y, por
tanto, se le recuerda en alabanza.
Algunos ejemplos de sus obras se citan en 111:5–6. Él da alimento (cf. 132:15;
136:25; 145:15; 146:7) a los que le temen; recuerda su pacto, i.e., fielmente mantiene
sus promesas: durante la conquista de la tierra dio a su pueblo la heredad que le había
prometido.
Las obras de Dios son verdad (“fieles”, NVI99) y su palabra es de fiar (111:7).
Todas sus obras están firmemente fundamentadas en su pacto, por lo que puede
realizarlas fielmente (v. 8). Así que él ha enviado la redención … a su pueblo por
medio de su pacto (v. 9).
Debido a que el Señor es fiel, por consiguiente su nombre es santo y temible. Esto
significa que él es santo de una manera que provoca que la gente le tema.
C. El temor del maravilloso Señor (111:10)
111:10. El salmista llega a la conclusión de que el temor de Jehová (cf. 112:1) es el
principio de la sabiduría (cf. Pr. 1:7). La gente que lo siga a él y sus normas tiene
buen entendimiento. La adoración y obediencia deben acompañarse del loor que sólo a
él le pertenece.
Salmo 112
Este salmo enumera algunas de las bendiciones que disfruta una persona que teme al
Señor. Enseguida prevé la exaltación de los justos y la vergonzosa destrucción de los
impíos.
A. La bendición de quien teme al Señor (112:1)
112:1. Ampliando el mensaje del salmo anterior, este v. afirma que quien teme a
Jehová y se deleita en su ley, es bendecido (cf. 1:1–2). Acerca de la expresión aleluya
(halelû-yāh), V. el comentario de 104:35.
B. Las bendiciones de los justos (112:2–9)
112:2–9. Aquí se enumeran cinco bendiciones que recibe quien teme a Dios: (1) Es
bendecido con prosperidad física y material porque es justo (vv. 2–3). (2) Los rectos …
reciben luz … en las tinieblas (v. 4). Esto puede ser una referencia a la prosperidad (en
lugar del desastre) o al discernimiento que una persona adquiere. (3) Recibe bienes en
recompensa por ser generoso (cf. v. 9) y justo (v. 5). (4) Estará firmemente establecido
en su fe, será inconmovible (cf. el comentario del 15:5), no tendrá temor de lo que le
pueda hacer el hombre (112:6–8). (5) Debido a que da a los pobres (cf. v. 5) su poder
(cf. 89:17, 24; 92:10) será exaltado, i.e., será fortalecido y honrado por el Señor.
C. La ansiedad de los impíos (112:10)
112:10. En contraste con las bendiciones de los que temen a Dios, los impíos
estarán llenos de ansiedad al ver la bondad que Dios muestra hacia los justos. El impío,
el que está a punto de perecer, (se consumirá), no tendrá poder alguno sobre los justos.
Salmo 113
El salmista hizo un llamado a todos los siervos del Señor, en todo lugar, para que lo
alabaran, porque a pesar de que tiene una posición exaltada, se humilla para exaltar a los
oprimidos. J.J. Stewart Perowne (The Book of Psalms, “El libro de los Salmos”, 2:322)
correctamente hace notar que este salmo es el enlace entre el cántico de Ana (1 S. 2:1–
10) y el Magnificat de María (Lc. 1:46–55). El salmo también describe la naturaleza del
Señor en una forma que prevé la kenosis, el acto por el que Cristo se despojó a sí mismo
de su gloria visible cuando vino a la tierra (Fil. 2:7).
Salmos 113–118 forma el Hallel, o sea, la colección de cánticos que se entonaban
en las grandes fiestas de Israel—pascua, Pentecostés, y tabernáculos—así como otras
festividades. En la pascua, e.g., los salmos 113–114 se cantaban antes de la comida y
115–118 después de ella.
A. Llamado a la alabanza (113:1–3)
113:1–3. El salmo comienza y termina con la misma palabra hebr. (halelû-yāh; cf.
v. 9; el final de Sal. 115–117; y el comentario de 104:35). El salmista convoca a los
siervos de Jehová a que alaben su nombre, porque él es digno de ser alabado en todo
tiempo. El nombre de Jehová (sus atributos revelados) merece la alabanza de todo el
mundo, incluyendo todo lo ancho y largo de éste.
B. Razón de la alabanza (113:4–9)
Los creyentes deben alabar a Dios (cf. vv. 1–3) por su grandeza (vv. 4–5) y gracia
(vv. 6–9).
113:4–5. Él es incomparable—nadie es como él (cf. 35:10; 71:19; 77:13; 89:6; Éx.
15:11; 2 S. 7:22) porque se sienta en su trono (cf. el comentario de Sal. 2:4), que está
en las alturas.
113:6–9. La grandeza de Dios (vv. 4–5) no es algo a lo que él se aferra; más bien, él
se humilla para ver lo que hay en el cielo y en la tierra. Él es condescendiente y de
manera bondadosa interviene en los asuntos humanos.
En este salmo se dan dos ejemplos de los bondadosos tratos de Dios; uno aparece en
los vv. 7–8 y el otro en el v. 9. Dios exalta—compartiendo su naturaleza con el
hombre—al miserable y al pobre, llevándolos a lugares de prominencia y prosperidad.
El pobre rondaba cerca del muladar, que estaba fuera de la ciudad, para encontrar calor
en el fuego perpetuo y comida del basurero. Pero Dios exalta a los más viles de la
sociedad a una posición igual a la de los más poderosos (los príncipes). Dios no hace
esto con cada persona pobre, pero cuando lo hace por algunos, se hace patente su trato
bondadoso para con el hombre. En el N.T., esa verdad adquiere un significado
espiritual, porque quienes confían en el Señor reciben una herencia en los cielos, por la
gracia de Dios.
El otro ejemplo es el de la mujer estéril que llega a ser una madre jubilosa. En la
historia de Israel a varias mujeres estériles Dios les dio hijos (e.g., Sara, Raquel, Ana).
Para los israelitas, esa era una señal de la bondadosa bendición divina.
El punto principal de este salmo es que Dios, por su gracia, hace cosas maravillosas
y obras poderosas en favor de aquellos que están en aflicción y necesidad. Por esto es
digno de alabanza. El salmo concluye con una exhortación a adorarlo, aleluya (halelû-
yāh; cf. v. 1).
Salmo 114
Este salmo celebra la liberación del pueblo de Dios en el éxodo—un cántico que era
apropiado al tema y que se cantaba en la pascua, fiesta instituida en esa época (Éx. 12).
El salmista evoca cómo el mar huyó y las montañas se cimbraron cuando Israel escapó
de Egipto. En una notable expresión poética, interroga a las montañas y el mar por qué
reaccionaron así, y enseguida invoca a la tierra para que tiemble ante la presencia del
Señor, quien hizo fluir agua de la roca.
A. El mar huye y las montañas tiemblan (114:1–6)
114:1–4. El salmista evoca el gran poder de Dios que se manifestó en la historia de
Israel. Proclama que, cuando Dios sacó a los israelitas de Egipto … Judá vino a ser su
santuario, lo cual significa que ésta llegó a ser la tribu en cuya tierra establecería su
templo. Cuando los sacó de Egipto e introdujo a Canaán, el mar Rojo y el río Jordán se
volcaron y los montes saltaron como carneros, i.e., temblaron.
114:5–6. El salmista interrogó al mar y las montañas, desafiándolos a explicar por
qué reaccionaron ante el Señor como lo hicieron (cf. vv. 3–4). Esa extraordinaria
personificación de los elementos fue preparada para afirmar que toda la creación
reconoce y obedece la voluntad de su creador. La presencia del Señor en el A.T. y N.T.
se evidencia frecuentemente por la manifestación de su poder.
B. El llamado a la tierra a que tiemble (114:7–8)
114:7–8. El salmista, en lugar de contestar la interrogante de los vv. 5–6, instruye a
la tierra para que siga temblando ante el Señor. La razón de esto es que el Señor ha
transformado la roca, un elemento seco y sólido, en fuente de aguas, lo cual beneficia
a su pueblo. El temor y temblor deben ser siempre las respuestas de la creación ante la
presencia de Dios y su grandioso poder.
Salmo 115
El salmista invocó al Señor para que reivindicara su honor entre las naciones.
Después de demostrar la soberanía de Dios y mostrar su desprecio por los ídolos
paganos, invitó a todos a confiar en el Señor, quien los bendeciría abundantemente.
Este salmo pudo escribirse en una época en que la nación estaba siendo humillada
por los idólatras. El salmo enseña al pueblo a confiar en el Altísimo, no en los ídolos
inútiles.
A. Llamado a la reivindicación (115:1–2)
115:1–2. Reconociendo que el pueblo no era digno si se le contrastaba con la gloria
…, misericordia y verdad de Dios (cf. 108:4; 117:2; 138:2), el salmista pidió al Señor
que reivindicara la dignidad de su gran nombre. No había razón por la que los idólatras
de las naciones vituperaran a los creyentes con la pregunta: ¿Dónde está ahora su
Dios? (cf. 79:10)
B. Declaración de la soberanía divina (115:3–8)
115:3–8. En el v. 3 el salmista presenta su tema: Dios es soberano. Sólo él está en
los cielos y puede hacer lo que quiera (cf. 135:6; Job 23:13). El significado de esto se ve
en el contraste que se hace con los ídolos paganos. Debido a que son de metal, no son
más que obra de manos humanas (Sal. 115:4), así que son totalmente impotentes.
Aunque los ídolos tienen boca … ojos … orejas … narices … manos … pies y
garganta, no ven … oyen … huelen … palpan … andan ni hablan (cf. 135:15–18).
La gente que fabrica ídolos y los que en ellos confían llegan a ser idénticos, sin tener
poder ante Dios.
C. Llamado a la fe (115:9–11)
115:9–11. El salmista exhortó a Israel a confiar en el Señor, no en los ídolos, porque
sólo él los puede proteger—ya que es su ayuda (cf. el comentario de 30:10) y escudo
(cf. el comentario de 3:3). Todos en Israel—incluyendo a los sacerdotes (casa de
Aarón) y otros adoradores (los que teméis a Jehová; cf. 115:12–13; 118:2–4)—deben
confiar en Dios.
D. Promesa de bendición (115:12–18)
115:12–15. En este salmo se anima al pueblo escogido a confiar en Dios porque él
los bendecirá a todos (vv. 12–13) incluyendo a los sacerdotes y a los adoradores (cf.
vv. 10–11). Después, el salmista oró pidiendo las bendiciones divinas para el pueblo y
sus hijos. El título el que hizo los cielos y la tierra apunta a su obra soberana en la
creación (este título también se usa con respecto a Dios en Job 4:17; 32:22; 35:10; Sal.
121:2; 124:8; 134:3; 146:6; Ec. 11:5; Jer. 10:16).
115:16–18. El salmista concluye exaltando al Señor. A diferencia de los ídolos, a él
le pertenecen los cielos más altos y ha dado la tierra a los hombres. Debido a que los
muertos no pueden alabar a Jehová, el salmista y sus compañeros creyentes sí lo hacen.
Él confiaba en que Dios los libraría de sus enemigos idólatras, de manera que pudieran
seguir alabándolo desde entonces y para siempre. El salmo termina con la expresión
aleluya (halelû-yāh; cf. el comentario de 104:35).
Salmo 116
El salmista evoca cómo fue que Dios lo libró de una muerte inminente y lo capacitó
para tener una dilatada vida de servicio. Por ello, el autor se comprometió a reconocer al
Señor en el templo. Si el salmo 115 es un cántico congregacional, el 116 es una canción
personal de acción de gracias por haber sido librado de una muerte segura.
A. Proclamación de la alabanza (116:1–2)
116:1–2. El principio de este salmo es una expresión singular de amor hacia Dios,
misma que proviene de alguien que ha sido salvado por él. Debido a ello, el salmista
decide invocarlo todos los días de su vida.
B. Informe de su liberación (116:3–11)
116:3. Con la idea de instruir a otros, el salmista testifica de su liberación divina
(vv. 3–11) y recuerda la forma en que estuvo en peligro de muerte (v 3). Sus palabras
describen de forma dramática que había sido asediado por la muerte y el Seol (la
tumba). Casi murió.
116:4–6. A continuación, el poeta clamó a Dios para que lo salvara. Esa liberación
lo motivó a instruir a la congregación acerca del Señor. Le dijo que Dios es bondadoso
y compasivo, y que protege y salva a los sencillos, incluyendo al salmista.
116:7–11. Enseguida, extrajo lecciones de su experiencia para que otros las
siguieran. Primero, los creyentes pueden hallar reposo porque Dios los libra de la
muerte (vv. 7–8). El salmista ya no sentía sufrimiento y ansiedad, así que podía llevar
una vida de servicio a Dios con tranquilidad y paz.
Segundo, Dios libra a los que están en necesidad para que puedan vivir en
obediencia a él (v. 9).
Tercero, Dios es el único que es completamente confiable (vv. 10–11). La expresión
creí se refiere al v. 9b, i.e., el salmista creía que sobreviviría. Esta era su confianza, a
pesar de que se encontraba muy afligido, y sentía que todos lo habían engañado
(aquellos que evidentemente decían que no sería librado). Al verse al borde de la
muerte, reconoció que sólo Dios es de fiar y por eso clamó a él.
C. Voto de alabar a Dios (116:12–19)
116:12–14. El escritor, al preguntar qué podía dar al Señor para pagar sus
beneficios (cf. v. 7; 13:6; 142:7), juró alabarlo en medio de la congregación. Se ha
sugerido que la copa se refiere a una parte del sacrificio que el autor iba a presentar por
su salvación. Esto es probablemente correcto; de otra manera, su declaración tendría
que ser completamente una expresión figurada, i.e., él alabaría (tomaré la copa; “alzaré
la copa”, BLA) a Dios por su suerte (su “copa”) que era la “salvación”. En ambos casos,
él prometió alabar a Dios, que era una forma de pagar sus votos (cf. 116:18). Quienes
oyeran su testimonio serían edificados, lo cual es uno de los propósitos de la alabanza
pública.
116:15–19. El salmista, sabiendo que el Señor se preocupa intensamente por la
muerte de sus santos, reconoció que era siervo (vv. 15–16) de Dios y que lo alabaría
públicamente (vv. 17–19). La muerte de un santo no es cualquier cosa para Dios; él no
permite que los suyos mueran de balde. Aquí, la salvación de un santo que estaba al
borde de la muerte (vv. 3, 8) resuena con una alabanza a Dios y sirve para la edificación
de los santos de tiempos venideros. El salmo termina con la expresión aleluya (halelû-
yāh; cf. el comentario de 104:35).
Salmo 117
Este salmo es una invitación al pueblo de todo lugar para que alabe al Señor por su
amor leal y fidelidad.
A. Llamado a la alabanza (117:1)
117:1. El salmista convocó a las naciones para que alabaran a Dios, y a los pueblos
de todo lugar para que le rindieran loor.
B. Razón de la alabanza (117:2)
117:2. La razón de alabar a Dios es por sus atributos. Su misericordia (ḥeseḏ, amor
leal) es su lealtad pactal hacia su pueblo, la cual es grandiosa.
A la palabra ḥeseḏ, frecuentemente la acompaña el término ’emeṯ, “verdad” o
fidelidad (cf. 108:4; 115:1; 138:2). Dios es fiel, y su palabra es confiable. Este término
fortalece el concepto de su fidelidad pactal.
El salmo termina con la ya familiar expresión aleluya (halelû-yāh; cf. el comentario
de 104:35).
Salmo 118
Este salmo completa el grupo de cánticos llamado Hallel (Sal. 113–118).
Posiblemente fue escrito para la primera ocasión en que se celebró la fiesta de los
tabernáculos después que el pueblo regresó del exilio. Su contenido seguramente
sugiere que Dios, al restaurar a su nación, triunfó sobre sus enemigos y sus planes. Por
lo menos se puede decir que su contenido describe una procesión festiva hacia el
santuario para ofrecer sacrificios y alabanzas al Señor. Debido a que el cántico era
entonado en las fiestas, las expresiones que contiene estuvieron en labios del pueblo
cuando Jesús entró a Jerusalén al inicio de la semana de la pasión (118:25–26; Mt.
21:9). Además, este salmo pudo haberse cantado en el aposento alto después de la
última cena (Mt. 26:30).
No obstante, en su ambiente original, este fue un cántico para alabar el amor leal del
Señor. El salmista relata la forma en que Dios triunfó sobre las naciones que rodeaban a
Israel. Después, exultó en alabanza por el hecho de que su salvación es una obra
maravillosa de Dios y que la piedra que los edificadores desecharon llegó a ser la parte
principal de la obra del Señor.

BLA Biblia de las Américas


A. Alabanza por el amor leal de Dios (118:1–4)
118:1–4. En respuesta al llamado de reconocer la bondad del Señor (v. 1; cf. v. 29)
la nación de Israel, los sacerdotes (casa de Aarón), y todos los adoradores (los que
temen a Jehová; cf. 115:9–13) declaran que su amor leal (misericordia) es eterno.
Salmos 118:2–4 sugiere que las palabras del pasaje se repetían de manera antifonal, en
la cual el salmista llamaba al pueblo a la alabanza y éste contestaba.
B. Reconocimiento del triunfo (118:5–21)
118:5–9. A manera de resumen, el salmista proclama que el Señor lo libró de la
aflicción (v. 5). Con base en ello, recuerda al pueblo (vv. 6–9) que, puesto que el Señor
está con él, no debe temer lo que otros puedan hacerle (cf. He. 13:6). Y debido a que
Dios es su ayudador (cf. Sal. 27:9), puede estar seguro de que obtendrá el triunfo. Por lo
tanto, el pueblo también puede estar seguro de que es mejor volver al Señor que
confiar en los recursos y poderes humanos.
118:10–13. Enseguida, el salmista describe la forma en que Dios le dio confianza en
medio del asedio de sus enemigos. Rodeado por adversarios que intentaban destruirlo,
pudo triunfar sobre ellos. El triple estribillo (vv. 10–12)—en el nombre de Jehová yo
las destruiré (lit. “corté”, nota mar., BLA, “circuncidaré”)—se refiere a su victoria
sobre las naciones. Éstas fueron cortadas súbitamente como espinos secos que se
queman rápidamente (cf. Is. 9:18). En todo ello, el Señor le ayudó (cf. Sal. 118:7).
118:14–21. Estos vv. hablan del efecto que tuvo el triunfo del salmista.
Jubilosamente alabó al Señor llamándole su fortaleza (cf. 22:19; 28:7–8; 46:1; 59:9, 17;
81:1), cántico (i.e., su fuente de gozo) y su salvación (cf. 118:21). La diestra de Dios
habla de su fuerza. Debido a esto, el salmista declaró que él viviría, entraría por las
puertas de justicia y alabaría (“daré gracias”, NVI99; vv. 19, 21; cf. v. 28) a Dios. Las
referencias a las puertas y a la alabanza sugieren que el salmista estaba previendo unirse
a la congregación en el santuario para alabar a Dios por su gran salvación (liberación).
C. Significancia del triunfo (118:22–29)
118:22–24. El salmista explica que Dios ha puesto la piedra que desecharon los
edificadores y en forma maravillosa la colocó como cabeza del ángulo de la nación.
Por lo tanto, el pueblo debía regocijarse. En esos días, los grandes imperios imponían y
deponían reyes con toda facilidad. Quizá esos grandes imperios descartaban que Israel
fuera una nación. Aún así, el Señor tomó esa piedra (i.e., la nación de israel) y la hizo
“cabeza del ángulo” de su gobierno en la tierra. La imagen de la piedra pudo haberse
extraído de la obra de construcción del templo que se estaba erigiendo en tiempos de la
comunidad posexílica.
El salmista, que quizá era el líder de la congregación, pudo haber considerado a su
rey como la piedra angular, porque en Israel, los reyes frecuentemente representaban a
la nación. Seguramente, en la parábola de Jesús acerca del dueño de la tierra y sus
arrendatarios (Mt. 21:33–44), él aplicó el salmo en este sentido. Jesús es la piedra y los
líderes judíos, que eran los edificadores de la nación, lo desecharon. Pero Dios hizo a su
Hijo la principal piedra del ángulo. Por tanto, el reino les será quitado y dado a otros
(Mt. 21:43). El hecho de que este salmo probablemente se utilizara en la fiesta de la
pascua, hizo que el uso del mismo por parte de Jesús impactara mucho al pueblo.

lit. literalmente

mar. margen, lectura marginal

NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999


118:25–29. El salmista oró pidiendo la salvación y prosperidad del pueblo. Las
palabras sálvanos (v. 25) y bendito el que viene en el nombre de Jehová (v. 26)
fueron proclamadas en la entrada triunfal de Cristo (Mt. 21:9; “Hosanna” es trad. del
término hebr. “salva”). El pueblo de Jerusalén creyó que Jesús era el Salvador
anunciado. De hecho, la frase “portando ramas en la mano” (NVI99, Sal. 118:27) pudo
haber provocado que tendieran ramas al paso de Jesús (Mt. 21:8). La segunda parte de
Salmos 118:27, aunque difícil de entender en hebr., probablemente se refiere a la
costumbre de mecer ramas delante del Señor en la fiesta de los tabernáculos. Más tarde,
al usar el salmo en todas las fiestas, hizo que esa parte del v. 27 llegara simplemente a
ser una expresión del himno que se entonaba, sin que las personas usaran ramas
literales.
Sin embargo, el pueblo de tiempos de Jesús escuchó que él afirmó ser el Mesías, y
que este salmo hablaba del rey venidero. Así que se apropió de su mensaje para esa
ocasión. De manera idónea, Jesús se identificó a sí mismo como la piedra que traería
salvación a quienes se lo pidieran diciendo: “Sálvanos”. Debido a que este salmo es
típicamente profético con respecto al Mesías, las referencias que hace a la labor de
destrucción (cortar o circuncidar, vv. 10–12) pudieron tener un significado muy
importante en relación con la obra de Cristo. En el A.T., la circuncisión era el medio por
el cual un varón israelita se identificaba con el pacto. No obstante, la circuncisión
adquirió el significado de “circuncisión del corazón” (cf. Dt. 30:6), creencia que,
cuando se ejercía, separaba a la persona para Dios. Pablo escribió que el verdadero judío
es aquel cuyo corazón está circuncidado (Ro. 2:29).
Quizá el salmo 118 previó el tiempo en que la piedra, que es Jesús, se volvería a las
naciones, las cuales lo recibirían (cf. Jn. 1:12). De ser así, su triunfo es, en un sentido,
diferente del significado que tuvo cuando fue históricamente registrado en Israel. Para el
salmista, Salmos 118:25–29 habla de la procesión que se aproxima al templo a adorar;
el que viene “en el nombre del Señor” es el adorador. Ante el altar, el adorador da
gracias (NVI99; cf. vv. 19, 21) y reconoce a Dios por su bondad y misericordia (amor
leal). En la entrada triunfal de Jesús, este salmo fue entonado mientras la gente
avanzaba en procesión hacia el templo, lo cual fue de lo más apropiado en el momento
en que el Señor entró a Jerusalén a iniciar su obra de redención para aquellos que iban a
creer en él.
Salmo 119
El salmista estaba siendo perseguido por hombres poderosos y con autoridad, que
ridiculizaron sus creencias, procurando avergonzarlo y hacer que renunciara a su fe. Sin
embargo, se fortaleció a sí mismo meditando en la palabra de Dios, que para él era su
consuelo, su posesión más preciada, su regla de vida, y su fuente de poder, todo lo cual
le conducía a desearla cada vez más.
Este salmo fue escrito en forma de acróstico (orden alfabético). En cada párrafo
(estrofa) de ocho vv., cada línea comienza con la misma letra del alfabeto hebr. (Las 22
estrofas corresponden a las 22 letras de ese alfabeto.) De manera que cada uno de los
vv. 1–8 comienza con la primera letra hebr., los vv. 9–16 comienzan cada uno con la
segunda letra y así por el estilo.
El salmo es principalmente una colección de oraciones y meditaciones en la palabra
de Dios, a la que se hace referencia usando diez sinónimos.
“Ley” (tôrâh), aparece 25 veces en el salmo y tiene el significado de dirigir o
instruir. Más a menudo se refiere a un cuerpo de enseñanza, quizá Deuteronomio y

trad. traducción, traductor


Levítico, si no es que a todo el Pentateuco. De hecho, en Juan 10:34 la correspondiente
palabra gr. para “ley” parece incluir todo el A.T.
“Palabra” (dāḇār) aparece 20 veces en el salmo. Es un término general que se
refiere a la revelación divina, aunque a los “diez mandamientos” se les llama “diez
palabras” (lit. en hebr. en Dt. 4:13).
“Dichos” (’imrâh, que se trad. con frecuencia “promesa” en la NVI99) aparece 19
veces. Es, a menudo, un sinónimo poético de dāḇār.
“Mandamiento” (miṣwâh) aparece 21 veces (en hebr.) en pl. (normalmente se trad.
“mandamientos” en la NVI99) y una vez como sustantivo sing. colectivo. Connota un
mandato definitivo y autoritativo. Frecuentemente va unido a las dos palabras
siguientes.
“Estatutos” (ḥūqqîm) aparece 21 veces. En el libro de Salmos siempre aparece en pl.
y lit. significa “las cosas grabadas”. Así que se refiere a las leyes promulgadas (y se
trad. “decretos” en la NVI99).
“Juicio” (mišpoṭ) aparece 19 veces en pl. (trad. frecuentemente “leyes” en la
NVI99), y cuatro veces en sing. Connota una decisión judicial que sienta un precedente,
una ley obligatoria. En el Pentateuco se refiere a las leyes que siguen a los diez
mandamientos. Esa palabra también puede significar el castigo divino sobre los impíos.
“Preceptos” (piqqûḏîm) aparece 21 veces en el TM. Es un término poético sinónimo
de mandamientos y se encuentra sólo en el salterio (siempre en pl.).
“Testimonio” (‘ēḏâh) aparece 22 veces en pl. y una vez en sing. Es una afirmación
solemne, una declaración de la voluntad de Dios. Es una palabra que en general se usa
para referirse a las ordenanzas que llegaron a ser norma divina de conducta.
Normalmente se trad. “estatutos” en la NVI99.
“Camino” (derek), usada sólo cinco veces en pl. y seis en sing., es un término
metafórico que describe el patrón de vida que la ley de Dios requiere.
“Senda” (’ōraḥ), se usa cinco veces en Salmos, y es sinónimo de “camino”.
Con frecuencia, el salmista habla de las varias respuestas que daba a Dios y su
palabra: “delicia”—que puede trad. “regocijarse”—(Sal. 119:16, 24, 47, 70, 77, 92, 143,
174), “voluntad” (v. 35), “amar” (vv. 47–48, 97, 113, 119, 127, 132, 159, 163, 165,
167), “guardar” (vv. 8, 17, 34, 44, 56–57, 60, 67, 88, 100–101, 129, 134, 145, 158, 167–
168; cf. “guardados” en vv. 4, 136 y “guardar” en v. 5), “meditar” (vv. 15, 23, 27, 48,
78, 97, 99, 148), y “regocijo” (vv. 14, 74, 162). También escribió que quería que Dios y
su palabra lo “renovaran” (vv. 25, 37, 40, 107, 149, 154, 156; cf. vv. 50, 93) y
“preservaran” (vv. 88, 159). Doce veces el salmista se refirió a sí mismo como siervo de
Dios (vv. 17, 23, 38, 49, 65, 76, 84, 124–125, 135, 140, 176).
A. Bendiciones de la obediencia (119:1–8)
119:1–8. El salmista se deleitaba en el hecho de que, quienes andan de todo
corazón en obediencia a la ley, son bienaventurados (vv. 1–3). Esto lo motivó a desear

pl. plural

sing. singular

TM texto masorético
ser más obediente a los mandamientos y a seguir las leyes divinas (vv. 4–6). Así que el
salmista juró dar gracias a medida que aprendía más de los estatutos de Dios (vv. 7–8).
B. Limpieza por la palabra de Dios (119:9–16)
119:9–16. El salmista declaró que una persona limpia su camino (conducta)
obedeciendo la palabra de Dios (v. 9). El salmista dio fe de que él se había
interiorizado en la palabra divina y regocijado en ella, de modo que podía ser
moralmente puro (vv. 10–14). Él meditaba de continuo en la ley (vv. 15–16).
C. Aprecio por la palabra de Dios (119:17–24)
119:17–24. El poeta pidió a Dios que abriera sus ojos, de manera que pudiera ver
las maravillosas bendiciones que hay en su palabra (vv. 17–18) y porque tenía hambre
de ella (vv. 19–20). Debido a que Dios maldice a los impíos que le desobedecen, él oró
pidiendo que el Señor quitara a los soberbios que criticaban su vida. En contraste con
ellos, él meditaba y se deleitaba en los mandamientos de Dios (vv. 21–24). El autor se
refiere con frecuencia en este salmo a los impíos y a los que lo oprimen (vv. 23, 53, 61,
69–70, 78, 85–87, 95, 110, 115, 119, 122, 134, 155, 157–158, 161).
D. Súplica pidiendo discernimiento (119:25–32)
119:25–32. El salmista suplicó ayuda para reanimarse, porque su alma estaba
abatida (vivifícame, v. 25). Enseguida, pidió a Dios discernimiento, fortaleza y
protección (vv. 26–29). Cuando Dios le diera discernimiento, él cumpliría su deber
porque apreciaba mucho la ley (vv. 20–32).
E. Lealtad a la palabra de Dios (119:33–40)
119:33–40. El salmista declaró su lealtad a la palabra: el camino de tus estatutos
… guardaré hasta el fin … de todo corazón (vv. 33–35). Oró pidiendo que el Señor lo
alejara de toda codicia y vanidad (vv. 36–37). Deseaba que Dios confirmara sus
ordenanzas en él (vv. 38–40).
F. Salvación por la palabra de Dios (119:41–48)
119:41–48. El salmista imploró a Dios que lo librara por su misericordia (amor
leal) y su palabra (dicho, v. 41). Así tendría una respuesta para sus enemigos (v. 42).
Oró (y afirmó) que la palabra continuaría siendo su patrón de vida (vv. 43–46). Se
deleitaba en los mandamientos de Dios y los amaba (vv. 47–48).
G. Esperanza de la palabra de Dios (119:49–56)
119:49–56. Declarando su esperanza en la palabra (v. 49), que renueva la vida (v.
50) y censura a los soberbios (cf. vv. 69, 78, 85) que se mofaban de la fe del salmista y
odiaban la ley (vv. 51–53), el poeta cantó a los estatutos divinos, en los cuales
meditaba de continuo (vv. 54–56).
H. Obediencia a la palabra de Dios (119:57–64)
119:57–64. Debido a que Dios era la porción del salmista (cf. 16:5; 73:26; 142:5),
suplicó a Dios que tuviera misericordia de él (119:57–58), ya que había vivido en
conformidad con la palabra (vv. 58–60) y mantenía su devoción a pesar de que estaba
rodeado de enemigos (vv. 61–62). Además, afirmó que sus compañeros también eran
creyentes (vv. 63–64).
I. Confianza en la palabra de Dios (119:65–72)
119:65–72. El salmista confiaba en que el Señor trataría con él conforme a su
palabra (v. 65). Luego le pidió más orientación para evitar descarriarse (vv. 66–68).
Declaró su confianza en Dios en medio de muchas detracciones (vv. 69–70; cf. vv. 51,
53), y admitió que a través de la aflicción podía percatarse mejor del valor de la ley (vv.
71–72; cf. v. 127).
J. Esperanza en la palabra de Dios (119:73–80)
119:73–80. El salmista creía que Dios lo había creado y que su palabra le había
dado esperanza (vv. 73–74; cf. v. 81). Sabiendo que en su fidelidad Dios lo había
afligido (cf. vv. 67, 71), pidió que lo consolara y avergonzara (vv. 75–78) a los
soberbios (cf. vv. 51, 69, 85–122). Luego oró pidiendo que los que … temen a Dios, se
conformen a su palabra y continúen siendo irreprensibles (vv. 79–80).
K. La palabra de Dios es fiel (119:81–88)
119:81–88. El salmista reconoció que su alma casi desfallecía mientras esperaba la
salvación de Dios (vv. 81–82). Se encontraba muy debilitado, a tal grado, que se sentía
como un odre que se seca por efecto del humo. Así que preguntó cuánto tiempo (cf. el
comentario de 6:3) pasaría hasta que fuera reivindicado (119:83–86). Afirmó que
aunque sus enemigos casi habían acabado con él, no se había apartado de los
mandamientos de Dios (vv. 87–88).
L. La palabra de Dios es segura (119:89–96)
119:89–96. La palabra de Dios está establecida en los cielos y ha sido confirmada
por la fidelidad de Dios (vv. 89–91). El deleite que encontraba el salmista (cf. 1:2;
119:174) en la ley lo había capacitado para triunfar (vv. 92–95). Por ello, concluyó que
el mandamiento de Dios es muy amplio en su valor (v. 96) práctico.
M. La palabra de Dios es dulce (119:97–104)
119:97–104. El salmista declaró su amor y devoción a la ley, que le dio más
entendimiento y sabiduría que sus enemigos …, enseñadores, y viejos (vv. 97–100).
Gracias a la palabra de Dios se había mantenido puro (vv. 101–102; cf. vv. 9, 104). Por
eso, alabó las promesas de Dios, calificándolas de dulces (v. 103). Los temas de la
inteligencia y la pureza (v. 104) resumen las ideas que el poeta desarrolló en los vv.
98–101.
N. La palabra de Dios es luz (119:105–112)
119:105–112. Reconociendo que la palabra de Dios era la lumbrera que lo dirigía
(cf. v. 130; Pr. 6:23), el salmista juró seguirla (Sal. 119:105–106). En su aflicción (vv.
107–110), suplicó ayuda y afirmó que seguiría gozosamente los estatutos y testimonios
divinos (vv. 111–112).
Ñ. La palabra de Dios inspira asombro (119:113–120)
119:113–120. El salmista afirmó que él odiaba a las personas de doble ánimo, por lo
que afirmó que amaba y esperaba en la palabra de Dios, porque él había sido su
escondedero (sēṯer; cf. el comentario de 27:5) y su escudo (cf. el comentario de 3:3).
Enseguida, el escritor se dirigió a los malignos, exigiéndoles que se apartaran de él
(119:115), y pidiendo a Dios que lo sustentara y librara (vv. 116–117) por razón del
juicio divino que caería sobre ellos (vv. 118–119). El salmista entonces afirmó que se
estremecía ante los juicios de Dios (v. 120; cf. v. 161).
O. Reivindicación de Dios (119:121–128)
119:121–128. El salmista pidió a Dios que lo protegiera de los soberbios (cf. vv.
51, 69, 78, 85) y los opresores, y que lo tratara con justicia y misericordia (vv. 121–
124). Él procuraba motivar a Dios para que respondiera demostrándole lealtad por ser su
siervo (vv. 125–126; cf. vv. 122, 124). Añadió el hecho de que amaba las leyes de Dios
más que el oro (las apreciaba más que al metal áureo; cf. v. 72) y aborrecía los caminos
de falsedad (vv. 127–128; cf. vv. 101, 104).
P. La palabra de Dios es maravillosa (119:129–136)
119:129–136. El salmista declaró que se deleitaba en la maravillosa palabra de Dios
porque alumbraba su camino (vv. 129–131; cf. v. 105). Luego, oró pidiendo que el
Señor centrara su atención en él y lo apoyara dirigiéndolo, redimiéndolo, bendiciéndolo
y enseñándole (vv. 132–135). (Acerca del tema de que Dios resplandezca su rostro
sobre la persona, V. el comentario de 4:6.) Expresó también preocupación por los que
odian la ley de Dios (119:136).
Q. La palabra de Dios es justa (119:137–144)
119:137–144. El salmista declaró que puesto que el Señor es justo, su palabra
también lo es (vv. 137–138). Por ello, testificó de su celo por la palabra, la cual es pura
(vv. 139–142). Cuando se encontraba afligido, hallaba consuelo en los justos
mandamientos de Dios (vv. 143–144; cf. v. 92).
R. La palabra de Dios es verdad (119:145–152)
119:145–152. El salmista suplicó al Señor que lo librara, porque había obedecido,
esperaba y meditaba en su palabra (vv. 145–149). Sus enemigos, aunque cerca de él,
estaban muy lejos de la ley de Dios (v. 150). Sin embargo, el Señor se encontraba
cercano a él y sus palabras eran confiables (vv. 151–152).
S. Amor por la palabra de Dios (119:153–160)
119:153–160. El salmista imploró a Dios que lo librara porque no había olvidado su
ley (vv. 153–154). Sabiendo que la salvación no está disponible para los impíos (v.
155), el salmista aseveró que las misericordias divinas hacia él eran grandes (v. 156).
Además, se lamentó porque tenía muchos enemigos que no obedecían la palabra divina
(vv. 157–158). En contraste, el salmista amaba la palabra de Dios, la cual es la verdad,
y por ello, pidió que el Señor lo preservara (cf. v. 88) de sus enemigos (vv. 159–160).
T. Regocijo por la palabra de Dios (119:161–168)
119:161–168. El salmista afirmó que aunque los príncipes lo odiaban sin causa, se
estremecía de asombro al observar la palabra de Dios (cf. v. 120). Se regocijaba por el
gran valor de la ley, la amaba y repetidamente alababa al Omnipotente por ella (vv.
162–164). Aquellos que, como él, aman la palabra del Señor y esperan su salvación,
disfrutan de mucha paz (šālôm “bienestar”, vv. 165–166). Enseguida, el escritor dijo
que guardaba los testimonios porque los amaba (vv. 167–168; cf. v. 163).
U. Liberación por la palabra de Dios (119:169–176)
119:169–176. El salmista pidió al Señor que escuchara su clamor y lo librara (vv.
169–170). Deseaba alabar a Dios por sus dichos (vv. 171–172) y le pidió que le
permitiera vivir porque se deleitaba en su ley (vv. 173–175; cf. v. 92). El salmista
concluyó este largo pero poderoso salmo confesando que se había descarriado como
oveja extraviada y pidiendo a Dios que con su palabra lo rescatara (v. 176).
Salmo 120
El título “cántico gradual” (“cántico de ascenso gradual”, BLA) identifica a cada
uno de los salmos 120–134 como canciones de peregrinos que debían entonarse cuando
los israelitas “ascendieran” a Jerusalén para las fiestas anuales. Cuatro de esos quince
salmos se atribuyen a David (Sal. 122; 124; 131; 133), uno a Salomón (Sal. 127), y los
diez restantes son anónimos.
En el salmo 120, el autor pide que lo librara de la gente traidora que quería hacer la
guerra cuando él favorecía la paz.
A. Líbrame de los mentirosos (120:1–2)
120:1–2. El peregrino oraba pidiendo ser libre de los mentirosos que lo iban a
perjudicar. Estaba seguro de que Dios respondería a su súplica.
B. Destrucción de los impíos (120:3–4)
120:3–4. El peregrino, mediante una pregunta dirigida a los impíos, afirmaba que el
Señor los destruiría. El árbol enebro se usaba en las fogatas porque podía arder por más
tiempo que muchas otras maderas. Las imágenes de agudas saetas y brasas de fuego
hablan de la retribución contra la gente que tiene lengua engañosa.
C. Declaración a favor de la paz (120:5–7)
120:5–7. El peregrino lamentaba tener que habitar en medio de los que aborrecen
la paz (vv. 5–6). Mesec (Gn. 10:2) y sus bárbaros habitantes vivían muy al norte.
Cedar (al norte de Arabia) era donde vivían algunos ismaelitas nómadas (cf. Gn.
25:13). El salmista afirmaba que esos dos nombres representaban a los enemigos que lo
rodeaban.
En contraste, declaró que él era un hombre de paz (Sal. 120:7). Por tal razón, sabía
que el Señor reivindicaría su causa.
Salmo 121
El peregrino, previendo su viaje por las colinas hacia Jerusalén, encontraba la
seguridad de que el Señor, el que guarda a Israel, lo protegería siempre en su camino.
A. Consideración del viaje (121:1–2)
121:1–2. Al considerar su viaje por las colinas hacia Jerusalén, el salmista
peregrino, preguntó de dónde vendría su socorro. Encontró la respuesta en la
afirmación de su fe en el Señor, que hizo los cielos y la tierra—con sus montes—
quien era su única fuente de ayuda. (Acerca del título “el que hizo los cielos y la tierra”,
V. el comentario de 115:15.)
B. Seguridad de protección divina (121:3–8)
En los vv. 3–8 el autor cambia el uso del pronombre de primera persona (“mis”,
“mi” de los vv. 1–2) al de segunda (“tu”, “te”). Los vv. 3–8 son, por tanto, las palabras
de alguien, quizá un sacerdote, que acompaña al peregrino.
121:3–4. La persona que habla asegura al peregrino que va a contar con la
protección divina. Dios, quien guarda (cf. vv. 5, 7–8) a los suyos, no se adormecerá ni
dormirá, i.e., no será indiferente a ellos ni los descuidará. El Señor estará
permanentemente alerta, cuidando de los suyos.
121:5–6. Enseguida, expresa la seguridad de que el Señor cuidará a los peregrinos
siempre. El que guarda a Israel (cf. v. 4) es el mismo que también cuidaba de ellos,
como una sombra protege a la persona del sol quemante. El sol y la luna representan
peligros que se presentan en el día y la noche.
121:7–8. El salmo concluye con la renovada afirmación del salmista de que el Señor
guardará y cuidará (cf. vv. 3–5; i.e., protegerá) a los peregrinos de todos los peligros
siempre (vv. 7–8).
Salmo 122
El salmista peregrino, designado en el título como David, evoca su deleite por ir a
Jerusalén, que era el centro cívico y espiritual de la nación. A continuación, llamó a
todos a orar por la paz y seguridad de Jerusalén, por el bien de los piadosos y por amor
al nombre de Dios.
A. El deleite de contemplar el viaje (122:1–2)
122:1–2. El salmista evocó la forma en que se deleitaba ante la posibilidad de ir a
Jerusalén. Luego, se gozó en la experiencia de estar en verdad dentro de las puertas de
la ciudad.
B. Aclamación de la ciudad (122:3–5)
122:3–5. El salmista aclamaba la ciudad de Jerusalén por su esplendor físico, y por
su población bien unida entre sí. Luego la elogió por ser el centro espiritual al cual las
tribus de la nación acudían en sus peregrinaciones anuales. También la cita como sede
de la justicia (cf. Jer. 21:11–12).
C. Oración pidiendo por la paz de Jerusalén (122:6–9)
122:6–9. El salmista pidió al pueblo que orara por la paz y seguridad de la ciudad y
sus habitantes (vv. 6–7; cf. 125:5; 128:6). Luego, él mismo oró por la paz de sus
hermanos, los peregrinos justos (122:8), y por la prosperidad del santuario, que es la
morada de Dios (v. 9).
Salmo 123
Levantando sus ojos al Dios de los cielos, el esclavo peregrino imploró misericordia
porque el pueblo estaba siendo despreciado por los escarnios de los soberbios.
A. Confíen en el Señor (123:1–2)
123:1–2. El salmista afirmó su confianza en el Señor de los cielos. La expresión
alcé mis ojos, significa que buscó al Señor para que lo librara. Comparó su confianza
con la de un esclavo que espera recibir una palabra de su amo o ama. El salmista
continuó buscando la ayuda del Señor en favor de su pueblo.
B. Hastío por el menosprecio (123:3–4)
123:3–4. El salmista imploró la misericordia de Dios porque el pueblo había sido
muy despreciado, i.e., estaban hastiados del menosprecio de parte de los soberbios. A
pesar de esa agresión a su fe, ellos orarían a Dios para que les mostrara su misericordia,
hasta que les respondiera.
Salmo 124
Los peregrinos bendijeron al Señor, quien les permitió escapar, dándose cuenta de
que si él no hubiera estado de su lado, las naciones los habrían destruido.
A. Protección del Señor (124:1–5)
124:1–5. En esta parte del salmo el escritor dio testimonio de la protección del
Señor. Llamó a la nación para que se diera cuenta de que su victoria se debía a que Dios
había estado con ellos (vv. 1–2). Enseguida, explicó lo que hubiera sucedido si Dios no
hubiera estado con ellos: Las naciones los habrían destruido en su ira (vv. 3–5). Aquí
usa las imágenes de ser tragado por alguien (cf. Nm. 16:30; Jer. 51:34), y de una
inundación (cf. Lm. 3:54). La expresión las aguas impetuosas de manera idónea
sugieren el tema de la soberbia (cf. Sal. 123:4) de sus enemigos. Esto se puede aplicar a
varias épocas de la historia de Israel, pero puede simplemente referirse a la liberación
divina del cautiverio babilónico. Si aquí se hace referencia al regreso del exilio,
entonces David no fue el autor del salmo como afirma el título que se le añadió después.
Más bien, “David”, en este caso, podría referirse a un rey davídico posterior (i.e., un
posible ocupante del trono de David).
B. Ayuda en el nombre del Señor (124:6–8)
124:6–8. A continuación, el salmista rindió alabanzas al Señor, quien no los
abandonó (v. 6), sino que los ayudó a escapar (v. 7). Las maquinaciones de los
enemigos se comparan con los dientes de una fiera y el lazo de un cazador de aves (cf.
9:13).
El pueblo pudo escapar gracias al Señor, que hizo el cielo y la tierra (cf. el
comentario de 115:15). La fe de que se da testimonio aquí es una reminiscencia de la
que se expresa en el salmo 121.
Salmo 125
Los justos están seguros en el Señor, porque él no permite que sean probados hasta
el punto de perder su integridad. Sin embargo, quienes se apartan por incredulidad,
serán excluidos de sus bendiciones junto con los impíos.
A. La seguridad en Dios afirmada (125:1–3)
125:1–3. El v. 1 resume el tema del salmista en el sentido de que los creyentes están
seguros y son inamovibles. Los compara al monte de Sion, que permanece para
siempre.
Esta imagen se extiende al v. 2. Al observar cómo los montes rodeaban a
Jerusalén, el poeta declaró que Jehová está alrededor de su pueblo, protegiéndolo
por todos sus costados.
La razón de esa afirmación se aclara en el v. 3. Evidentemente, la dominación
extranjera era una carga para el pueblo. El salmista dijo que Dios no permitirá que esa
vara (“cetro”, NVI99) de impiedad repose en la heredad de los justos, de modo que los
induzca a ser impíos. En otras palabras, la prueba se limitará a lo que ellos puedan
soportar para que no se aparten de su confianza en el Señor.
B. Oración pidiendo prosperidad (125:4)
125:4. El salmista peregrino oró pidiendo que el Señor bendijera a quienes son
buenos y rectos de corazón.
C. Advertencia contra lo que provoca inseguridad (125:5)
125:5. Los que se apartan del camino correcto, sufrirán la misma suerte que los
impíos (serán desterrados). Por lo tanto, el pueblo de Dios debe ser leal en su fe y seguir
orando para que la nación tenga paz (cf. 122:6–8; 128:6).
Salmo 126
Este salmo de peregrinaje parece reflejar la lucha de los exiliados que regresaban. El
salmista estaba alegre porque el Señor los había devuelto a su tierra, pero también oraba
pidiendo la restauración completa de los cautivos. Al meditar en ello, encontró consuelo
en el principio de la siembra y la cosecha.
A. Alabanza por la restauración (126:1–3)
126:1–3. El salmista, hablando por los que retornaron del exilio, evoca el gozo que
experimentaron cuando el Señor los hizo volver. Fueron grandemente consolados y
rebosaron de risa y alabanza. La frase como los que sueñan se puede trad. “como
hombres que han recuperado la salud”. Esta trad. tiene visos de consuelo y cuadra mejor
con el contexto inmediato de la trad. de la RVR60 (cf. Is. 38:16). La trad. alterna se basa
en varias versiones y en los rollos del mar Muerto. Además las naciones se dieron
cuenta de que el Señor había hecho grandes cosas por su pueblo. Era un tiempo de gran
regocijo después de haber pasado por uno de gran tristeza (cf. Sal. 137).
B. Petición de una restauración completa (126:4)
126:4. Sin embargo, el salmista oró pidiendo que el Señor completara la
restauración. Comparó a los exiliados que retornaban con los arroyos del Neguev (el
desierto al sur de Judá), que en tiempo de estiaje tienen poca o ninguna agua, pero que
en tiempo de lluvias inundan sus linderos. Bajo la “lluvia de bendiciones” divinas, los
senderos de oriente se llenarían de cautivos que retornaban.
C. Confianza en recibir la bendición divina (126:5–6)
126:5–6. El salmista encontró una fuente de motivación en el principio de la
siembra y la siega. Estos vv. están relacionados con los vv. 2–3 por su referencia al
tema de la alegría. Además, el v. 4 es el vínculo entre ambos pasajes por el uso del
verbo “haz volver” (i.e., “restaurar”; que también se usa en hebr. en el v. 1) y por las
comparaciones con la naturaleza (cf. vv. 5–6).
El ambiente de los vv. 5–6 procede de la agricultura. Después de que la tierra había
estado ociosa por tanto tiempo, era casi imposible trabajarla. La siembra se dificultaría,
pero el trabajo tenaz sin duda, produciría la cosecha. El sembrar con lágrimas (i.e., ser
muy entregado al desempeño del trabajo) se refiere a todo aquello que alguien hace para
que avance el reino de Dios en la tierra (e.g., animar a la gente a que responda al Señor
y regrese a la tierra). La cosecha gozosa (siega) se refiere, entonces, a otras personas,
que son las que retornarán en fe a la tierra. El salmista estaba convencido que esa labor
permanente, sin importa cuán agonizantemente difícil y frustrante sea, hará posible que
más gente retorne a la tierra de Israel.
Las metáforas de sembrar y cosechar han sido ampliamente usadas por los creyentes
(cf. Gá. 6:7). Jesús habló de sembrar cuando se refirió a la labor de difundir el mensaje
del reino, y de la cosecha cuando se refirió a quienes lo recibirían con fe (Mt. 13:1–8,
18, 23).
Salmo 127

RVR60 Reina-Valera Revisión 1960


Este salmo de peregrinación se atribuye a Salomón. Registra y describe la bendición
del Señor en la vida doméstica. El salmista reconoce que la dependencia en la
providencia divina asegura el éxito de los proyectos y medidas de seguridad hogareñas
más importantes. Enseguida, el escritor menciona que la expresión más grande de la
generosidad divina son los hijos, quienes en aquellos días ayudaban a defender a la
familia.
A. El trabajo es en vano sin el apoyo providencial de Dios (127:1–2)
127:1–2. En palabras que reflejan al libro de Eclesiastés (una relación idónea si es
que este salmo fue escrito por Salomón), el autor dice que es en vano tratar de hacer
cosas prescindiendo del Señor. Los que … edifican una casa trabajan en vano a menos
que Dios la edifique, en vano vela la guardia si el Señor no guarda la ciudad, y es en
vano estar ansioso por conseguir el pan y trabajar por largas horas (cf. 128:2). El punto
principal del pasaje es que es inútil realizar el trabajo sin tomar en cuenta a Dios. Pero
una persona que confía en el Señor encontrará reposo. Sin Dios, todo esfuerzo
doméstico es en vano.
La inutilidad de los dolores (127:2, “fatigas”, NVI99) por conseguir el pan, no debe
entenderse como una enseñanza en contra de que la gente sea diligente en lo que hace,
asunto que se recomienda en otros lugares de las Escrituras. Más bien, ese v. recalca que
trabajar días largos sin la ayuda y apoyo divinos es algo fútil. Esta idea surge en el v. 1
y aquí se amplía.
B. Los hijos son evidencia de la providencia divina (127:3–5)
127:3–5. El salmista escribió que los hijos son, en realidad, algunas de las
bendiciones de la providencia divina (V. bienaventurado, v. 5). Son cosa de estima
(“una recompensa”, NVI99) de parte de Dios. Ellos ayudan a defender a la familia
porque son como armas (saetas) en manos de un hombre poderoso. Los hijos son
capaces de defender a la familia en juicios civiles (antiguamente, los juicios civiles se
dilucidaban y fallaban en la puerta de una ciudad).
La figura de las saetas y la defensa “en la puerta” era algo natural para una nación
que enfrentaba peligros de dentro y de fuera de ella.
Salmo 128
Tras declarar la bienaventuranza de quienes temen al Señor, el salmista enumera
algunas de las bendiciones otorgadas a los que viven bien e intensifica su oración para
obtener mayores bendiciones.
A. La bendición declarada (128:1)
128:1. El salmista proclamó la dicha celestial de la gente que teme a Jehová (cf. v.
4) y le obedece (cf. 1:1–3).
B. Recuento de las bendiciones (128:2–4)
128:2. Una persona justa hallará prosperidad (te irá bien) como fruto de su trabajo.
Trabajar en ansiosa independencia de Dios, es en vano (127:2), pero hacerlo bajo la
dirección divina y en obediencia a sus mandatos, es fructífero (cf. 1:3).
128:3–4. Hablando de nuevo de la vida fructífera (cf. v. 2), el salmista se refiere a
los hijos que tuvo con su mujer. La figura de las plantas (una vid) y árboles (plantas de
olivo) se refiere de manera natural a los temas del crecimiento y la fructificación. La
persona que teme a Jehová es bendecida de esta manera (cf. v. 1).
En las fiestas religiosas, las familias completas se reunían en Jerusalén, así que no es
de sorprender el énfasis que algunos salmos de peregrinación ponen en las bendiciones
divinas sobre el área de la vida doméstica.
C. Oración pidiendo bendiciones (128:5–6)
128:5–6. El peregrino oraba por más bendiciones de Dios para la gente que le teme
(cf. v. 1). Esas bendiciones incluyen ver a Jerusalén prosperar y vivir lo suficiente
como para ver a los nietos. Finalmente, el salmista ora pidiendo paz para la nación (cf.
122:6–7; 125:5).
Salmo 129
Hablando por Israel, el salmista declaró que el Señor lo libró del pillaje de los
impíos. Luego oró pidiendo que el Señor avergonzara a quienes aborrecían a Sion.
A. Se declara la liberación (129:1–4)
129:1–2. El salmista animó a Israel a que testificara (puede decir ahora Israel; cf.
124:1) que no habían triunfado los impíos que lo oprimían desde el principio.
129:3–4. La figura de arar surcos describe el sufrimiento extremo que los enemigos
infligieron a Israel (v. 3). Fue como si araran largos surcos sobre las espaldas de los
israelitas.
La liberación de dicho sufrimiento se atribuye al Dios justo (v. 4). Él cortó las
coyundas que los sujetaban. Quizá la figura del v. 3 se amplía aquí: Dios pudo haber
roto los arreos del arado para que éste ya no se pudiera utilizar. O la palabra coyundas
del v. 4 puede referirse simplemente a la opresión que el pueblo padecía (cf. 2:3).
B. Petición del castigo divino (129:5–8)
129:5–8. El salmista oró pidiendo que fueran avergonzados (v. 5) todos los
enemigos que odiaban a Sion, la ciudad de Dios. Suplicó que languidecieran hasta el
punto de que no pudieran ser encontrados (vv. 6–7). La expresión la hierba de los
tejados sugiere que las semillas de grama, llevadas por el viento, a veces caen en techos
planos y entonces comienzan a crecer, pero se secan porque no hay profundidad de
suelo.
Al saludar a alguien, era normal desearle que recibiera la bendición de Dios (cf. Rt.
2:4). Pero el salmista pidió al pueblo que no hiciera esto en favor de los impíos (Sal.
129:8). Ellos no merecían la bendición del Señor.
Salmo 130
El salmo 130 es un clamor sincero al Señor para que manifieste su misericordia al
pueblo. El salmista, seguro de que Dios perdona los pecados, exhorta a la nación a
unírsele en la esperanza del tiempo futuro, cuando el Señor los redima de todos sus
pecados.
A. Oración pidiendo misericordia (130:1–2)
130:1–2. El salmista clamó desde lo profundo (cf. 30:1; 71:20), figura literaria que
refiere una dificultad insuperable, que llega hasta el punto de la muerte. Oró pidiendo
que el Señor contestara su petición de misericordia. El problema exacto no se
especifica, pero parece que se alude en 130:8. La nación pudo haber estado en
problemas por el castigo divino de sus iniquidades.
B. Confianza de recibir el perdón (130:3–4)
130:3–4. El salmista reconoció que nadie podría mantenerse en pie si Dios tratara a
los pecadores según sus merecimientos. “Mirar” (mantener un registro de) los pecados
significa hacer responsable a la persona que debe dar cuentas de ellos.
El consuelo estriba en que en Dios sí hay perdón (selîḥâh “perdón,” término que
también se usa en Neh. 9:17; Dn. 9:9). Esta es la razón por la que el Señor no guarda un
registro de los pecados, sino que los perdona. Los creyentes de todas las épocas se han
regocijado en este hecho, porque si no fuera por esto, ¡nadie podría soportar su juicio!
Dios perdona, para que a su vez la persona perdonada le tema. El término general de
“temor” que se usa para “reverenciar”, con frecuencia incluye las ideas de adoración y
obediencia. Las Escrituras declaran que el temer a Dios produce muchos efectos; el más
notorio es que la persona se guarda del pecado. El perdón de Dios no es un asunto que
debe tratarse a la ligera. Convierte a los pecadores en santos, gente que lo sigue en
obediencia.
C. Esperanza en el Señor (130:5–8)
130:5–6. El salmista testifica que fue paciente esperando al Señor. Comparó su
espera a la que realizan los centinelas de una ciudad que avizoran con ansia los
primeros rayos de luz del amanecer, porque en ese momento son relevados de sus
deberes por otros guardias. Ansiosamente, el salmista buscó los nuevos tratos
misericordiosos de Dios con la nación.
130:7–8. El pueblo fue motivado a depositar su esperanza en Dios. La razón fue su
amor leal (ḥeseḏ) y perdón completo. Por causa de su lealtad a Israel, Dios lo redimiría
de todos sus pecados. Esta era la esperanza y súplica del salmista. Evidentemente, “lo
profundo” (v. 1) se refiere a la tragedia espiritual de la nación. Únicamente cuando Dios
perdonara los pecados del pueblo, quedaría libre. Debido a que ellos creían en esto,
buscaban el día de la redención.
La gente de hoy que ha llegado a conocer al Señor como un Dios de perdón,
también busca la redención completa.
Salmo 131
Afirmando que él no había sido soberbio ni había seguido proyectos orgullosos, el
peregrino David habló de su confianza primordial, su esperanza en el Señor.
A. Humildad (131:1–2)
131:1. David afirmó que él no había sido arrogante. El orgullo es esencialmente
querer vivir independientemente de Dios y desobedecerlo. El salmista sabía que él
dependía del Señor. No había buscado ni la ambición orgullosa (ojos enaltecidos; cf.
18:27; 101:5; Pr. 6:17; 30:13), ni proyectos ambiciosos y egoístas (grandezas).
131:2. Enseguida, David testificó de su humildad. Su alma no se perturbaba con
ambiciones y pasiones egoístas. Había acallado su alma. Como un niño destetado, que
ya no quiere la leche materna, se contentaba sin tener aquellas cosas que otrora parecían
indispensables. El creyente maduro abandona el clamor de la orgullosa ambición y
descansa en el Señor.
B. Esperanza (131:3)
131:3. David invitó a Israel a esperar en el Señor siempre. Confiar en él es la
antítesis del orgullo.
Salmo 132
Este salmo es una oración de la congregación, pidiendo que el Señor recordara el
juramento de David acerca del lugar de residencia del arca. La congregación encontró la
respuesta a su oración cuando decidió adorar en el templo. Se le recordaron las
promesas de Dios acerca de que el linaje de David continuaría, que Sion sería su lugar
de residencia, y que se manifestaría el Mesías.
Es difícil saber el trasfondo u ocasión del salmo. Quizá era una oración de los
exiliados que retornaban, quienes se preguntaban cuándo sería el cumplimiento de las
promesas de Dios a David, primordialmente las que se referían al dominio eterno de la
familia de David y la adoración de los justos en Sion.
A. Señor, recuerda a David (132:1–5)
132:1. El tema del salmo se expresa en el clamor inicial al Señor para que recordara
a David. La vida y obra de ese rey impactó mucho al pueblo en el tiempo de la
restauración de Babilonia, por haber sido el rey que centralizó el culto de la nación en
Sion.
132:2–5. El aspecto específico de esta oración es el juramento de David de que no
descansaría hasta que encontrara un lugar para la morada de Dios. Esto quizá se refiere
a su deseo de edificar el templo (2 S. 7), el cual es evidencia de su gran devoción, por la
que el Señor hizo un pacto con él. El pacto davídico fue para la comunidad posterior de
Esdras y Nehemías lo que el pacto abrahámico había sido para Moisés. Esta oración del
salmo 132 implora a Dios que cumpla sus promesas en un tiempo en que éstas parecían
estar en peligro de no cumplirse.
B. Adoremos (132:6–10)
Aquí el tono del salmo cambia, porque la congregación comenzó a sentir la
confianza de que su oración recibiría respuesta.
132:6–8. En su canto, la congregación recordó que Israel sabía que el arca (v. 8) del
pacto estaba en Efrata y que se había hallado. Había permanecido en los campos del
bosque (“Yagar”, NVI99; i.e., Quiriat-jearim, 1 S. 7:1–2) por veinte años hasta que
David la trasladó a Sion (2 S. 6). (Efrata, Gn. 35:16, 19; 48:7, era el nombre antiguo de
Belén o del área aledaña a éste.)
El pueblo se propuso adorar en el lugar que David había designado para el arca (cf.
Sal. 74:7; 76:2; 84:1; 132:5, 13, del Señor y estrado de sus pies). Era la morada de
Dios en el sentido de que era su trono terrenal. Se llamaba el arca del poder de Dios,
porque en la batalla simbolizaba la fuerza y victoria divinas.
132:9–10. La petición del pueblo de que el Señor lo visitara se acompañó de una
oración de que los sacerdotes se vistieran de justicia (cf. v. 16; Zac. 3:1–7), que los
santos cantaran alegres y que el Señor no rechazara a David, su rey ungido. Estos vv.
fueron todos parte de la oración del pueblo cuando David estableció en Sion la sede del
reinado divino. Aquí, el salmista se apropió de la plegaria en favor de los que
retornaban del exilio para que de esta manera, Dios diera cumplimiento también a sus
promesas hechas a los descendientes de David. Así como la comunidad anterior había
seguido el arca a su lugar de reposo y allí oró pidiendo que Dios bendijera a los
sacerdotes y a David, así también esta comunidad oró en su día por los sacerdotes,
quienes eran descendientes de los anteriores ministros del pacto.
C. El Señor hace un juramento (132:11–18)
132:11–18. Estos vv. registran una revelación del Señor confirmando sus promesas
iniciales a David. Dios reiteró su juramento a David de que sus descendientes se
sentarían en el trono davídico para siempre (vv. 11–12; cf. 89:3–4, 27–29, 35–37). El
Señor afirmó su elección del monte Sion (132:13–14) que él bendeciría con abundantes
provisiones, incluyendo pan (cf. 111:5; 136:25; 145:15; 146:7) para los pobres,
salvación para los sacerdotes (cf. 132:9), júbilo para los santos. Dios también
prometió la manifestación y coronación de su ungido, el Mesías (vv. 17–18).
La lámpara ardiente es una figura que se toma del mobiliario del tabernáculo. Aquí
significa la permanencia de la dinastía davídica (cf. 2 S. 21:17; 1 R. 11:36). “El
ungido”, primero David, luego su descendencia y finalmente el Mesías (Cristo), saldrán
victoriosos sobre sus enemigos.
El poder de David es lit. el cuerno de David (V. las notas mar. de la NVI99 y la
BLA). El cuerno de animal simbolizaba fuerza y vigor. De manera apropiada, este
término se usa a veces, para referirse a los gobernantes poderosos (cf. Dn. 7:24). Ese
cuerno va a retoñar (ṣāmaḥ). Zacarías pudo haber tenido este pasaje en mente cuando
elevó su oración (Lc. 1:69). El sustantivo ṣāmaḥ (“renuevo”), que es un título mesiánico
(Jer. 23:5; 33:15; Zac. 3:8; 6:12), se relaciona con este vb. Por tanto, la expresión se

NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999

lit. literalmente

mar. margen, lectura marginal

BLA Biblia de las Américas


refiere al rey mesiánico, que es un descendiente de David. El “renuevo” es Aquel que
vendrá y que unirá en sí mismo los oficios de sacerdote y rey.
Así, el salmo 132 es una motivadora confirmación de que sin importar las
circunstancias, las promesas divinas siempre se cumplen.
Salmo 133
Aquí el salmista David describe la hermosura de la unidad que existe entre los
hermanos.
A. La unidad es buena (133:1)
133:1. En este breve salmo de peregrinación David exclama cuán bueno es para los
creyentes habitar … juntos en armonía. Este pensamiento era apropiado para las
fiestas religiosas, cuando las familias israelitas se reunían a adorar a su Señor.
B. Descripción de la unidad (133:2–3)
133:2. David comparó la unidad mencionada en el v. 1 con el óleo con que se
consagró a Aarón (cf. Lv. 8:12). Esta figura extraída del ambiente del sacerdocio era
apropiada por razón de los peregrinos que se encontraban en Jerusalén. El aceite vertido
en la cabeza de Aarón descendió por su barba y hombros, llegando hasta el pectoral
con los nombres de las 12 tribus. Así, el aceite simbolizaba la unidad de la nación en el
culto bajo la dirección de su sacerdote consagrado. Así como el aceite consagró a
Aarón, así la unidad de los adoradores de Jerusalén consagraría a la nación a Dios.
133:3. A continuación, David comparó la unidad mencionada en el v. 1 con el rocío
que cubre los montes. La imagen del aceite escurriendo (v. 2) sin duda sugiere la idea
del rocío que desciende del monte Hermón que estaba al norte, hasta los montes de
Sion. El rocío del Hermón era denso, lo cual simbolizaba sus propiedades refrescantes y
vigorizantes. La influencia refrescante que la comunidad de adoradores ejercía sobre la
nación era similar al rocío en la vegetación. Este es un símbolo adecuado de la
bendición divina sobre su pueblo.
Salmo 134
Dirigiéndose a los levitas y sacerdotes que hacían guardia en el templo, el peregrino
implora que las bendiciones celestiales les sean dadas desde Sion.
A. Llamado a la alabanza (134:1–2)
134:1–2. El peregrino llamó a los sacerdotes, i.e., a los siervos del Señor que
ministraban en el templo (la casa de Jehová), a que alabaran a Dios alzando las manos.
B. Oración pidiendo que Dios los bendijera (134:3)
134:3. Enseguida, el peregrino suplicó al Creador (el cual ha hecho los cielos y la
tierra, V. el comentario de 115:15) que los bendijera. El pasaje es una adecuada
bendición final de los salmos de peregrinación (Sal. 120–134).
Salmo 135
Este cántico de alabanza es un caleidoscopio de la ley, los profetas, y Salmos. En él,
el poeta llama a los sacerdotes a que alaben a Dios, complementando así el mensaje del
salmo 134. Este es un cántico que alaba la grandeza del Señor y su fidelidad hacia su
pueblo.
A. Llamado a la alabanza (135:1–3)
135:1–3. Siguiendo la típica alabanza introductoria al Señor (halelû-yāh cf. vv. 3, 21
y el comentario de 104:35), el salmista convoca a los sacerdotes, los siervos de Dios
que estaban en el templo, a que rindieran alabanzas al Todopoderoso (cf. 134:1). Las
razones preliminares por las que debían alabar es que Dios es bueno y porque hacerlo
es un deleite.
B. Razón de la alabanza (135:4–18)
135:4–7. Todas las razones para elevar la alabanza que se dan en los vv. 4–18
remarcan la soberanía de Dios. Primero, él escogió a Israel como su más preciada
posesión (cf. Dt. 7:6). Segundo, él es más grande que todos los dioses paganos. Así
que él es soberano, y hace todo lo que … quiere (cf. Sal. 115:3), tanto en los cielos
como en la tierra (cf. Jer. 10:13), incluyendo su control sobre las nubes …
relámpagos y vientos. (Acerca de la expresión depósitos, V. el comentario de Job
38:22.)
135:8–12. El tema anterior se amplía, en este caso, en relación con la historia de
Israel. Durante el éxodo (vv. 8–9), Dios derrotó a Egipto, aniquilando a sus
primogénitos (la décima plaga; cf. 136:10) después de enviar otras señales y prodigios
(plagas 1–9).
Dios destruyó a naciones y reyes para dar a Israel su tierra (135:10–11; cf. 136:17–
18). Sehón y Og fueron dos de los poderosos reyes que Dios ordenó a Israel destruir
justo antes de entrar a la tierra (cf. 136:19–20; Nm. 21), que era su herencia (cf. Sal.
136:21–22).
135:13–14. Enseguida, se menciona la soberanía de Dios en relación con el futuro
de Israel. El Señor, que es eterno, reivindicará a su pueblo por la compasión que siente
por él.
135:15–18. Si los vv. 8–12 corresponden con el v. 4, entonces, los vv. 15–18
corresponden con el v. 5. El salmista presenta ilustraciones específicas del dominio
soberano de Dios sobre los dioses paganos (cf. 115:4–8). Declara que los tales fueron
creados por hombres (135:15). Los ídolos no hablan … ven … oyen ni respiran (tal
vez v. 17b significa que no poseen olfato). Pero lo más importante es que no pueden
salvar (v. 18).
C. Conclusión (135:19–21)
135:19–21. El salmista reitera su llamado a Israel, sus sacerdotes (casa de Aarón)
y los levitas (casa de Leví) a que alaben a Dios desde Sion. El salmo concluye con la
misma palabra con la que comenzó, aleluya (“alabad a Jehová”, es trad. de esta palabra
hebr.; cf. vv. 1, 3 y el comentario de 104:35).
Salmo 136
Este salmo es similar al 135, excepto porque tiene un refrán que remarca el tema del
mismo. El tema es “alabad al Señor, quien hace grandes maravillas”, y el estribillo es
“porque para siempre es su misericordia” (“su gran amor perdura para siempre”,
NVI99). La estructura del salmo 136 sugiere que se entonaba en el culto de manera
antifonal, i.e., una parte de la congregación repetía una afirmación o frase y la otra parte
respondía con el estribillo (cf. Esd. 3:11; 2 Cr. 7:3, 6). El amor leal de Dios (ḥeseḏ),
mencionado en cada uno de los 26 estribillos, describe su fidelidad pactal hacia el
pueblo que ama. La celebración del amor de Dios en este salmo litúrgico proporcionó a
Israel una canción favorita para los festivales. A este salmo se le conoce como el “Gran
Hallel” (cf. Sal. 111–113; 115–117).
A. Llamado a la alabanza (136:1–3)
136:1–3. El salmista invitó a la congregación a agradecer (cf. v. 26) al Señor, quien
es Dios de los dioses y Señor de los señores (cf. Dt. 10:17). En medio de cada
expresión de alabanza del salmo, desde la primera hasta la última, se expresa la razón de
la alabanza: porque para siempre es su misericordia (amor leal).
B. Razón de la alabanza (136:4–25)
136:4–9. El v. 4 provee un resumen introductorio de la causa por la que se debe
alabar a Dios: las obras maravillosas (maravillas) que surgen de su misericordia (amor
leal). El primer ejemplo de sus maravillas para el hombre es la creación (vv. 5–9). Él

trad. traducción, traductor


hizo los cielos, extendió la tierra, e hizo las grandes lumbreras (el sol … la luna y
las estrellas).
136:10–25. El segundo ejemplo de las obras maravillosas de Dios es que él fue la
ayuda de Israel. El salmista relata que el Señor: (a) triunfó sobre Egipto en la décima
plaga (v. 10; cf. 135:8) y condujo a Israel … con mano fuerte y brazo extendido (cf.
el comentario de Dt. 4:34) a través del mar Rojo (Sal. 136:11–15); (b) dirigió a su
pueblo por el desierto (v. 16); y (c) derrotó a los reyes de la tierra (incluyendo a Sehón
y Og, vv. 17–20; cf. 135:10–12) para establecer a su pueblo en la tierra con seguridad
(136:21–22; cf. 135:12). En todo esto, Dios obró a favor de su pueblo que había estado
cautivo, librándolo de sus enemigos (136:23–24).
La tercera demostración de su amor perdurable (misericordia) es que él da alimento
a todo ser viviente (v. 25; cf. 111:5; 132:15; 145:15; 146:7).
C. Conclusión (136:26)
136:26. El autor, al concluir este salmo, de nuevo convocó a todos a expresar su
gratitud (cf. vv. 1–3) al Dios de los cielos por su amor perdurable (misericordia). Este
es el único lugar del libro de los Salmos, donde se utiliza este título divino (cf. el
comentario de Esd. 1:2).
Salmo 137
En un lenguaje doliente pero hermoso, el salmista exiliado lamentó el estado
lastimoso de los que lloraban en tierra extraña y no podían entonar sus cánticos en Sion.
Su odio por los destructores de Sion es marcadamente opuesto a su intenso amor por
ella; así que pasó a lanzar imprecaciones contra Edom y Babilonia que habían destruido
la ciudad de Dios.
Este salmo, que refleja el período del exilio, pudo ser escrito hacia finales del
cautiverio babilónico. Quizá el salmista pensaba que los babilonios, que habían
devastado a Israel, merecían un trato más severo que el que les daban los persas.
A. Lamento por Sion (137:1–4)
137:1. El salmista evocó el hecho de que los israelitas cautivos en Babilonia se
sentaban y lloraban por la destrucción de Sion (Jerusalén). Los ríos mencionados son el
Éufrates y sus ramales.
137:2–4. Tan grande era la pena de los exiliados, que incluso los cantores callaban.
Los cautivos colgaban sus arpas en los sauces (v. 2), ya que no podían entonar sus
cánticos acerca de su tierra porque sus opresores los zaherían pidiéndoles que cantaran
de la gloriosa Sion (v. 3) mientras los israelitas estaban cautivos en tierra extraña y
hostil (v. 4).
B. Recordando fielmente a Jerusalén (137:5–6)
137:5–6. El salmista juró mantener siempre a Jerusalén en su memoria. Prefería
que su diestra perdiera su destreza y que su lengua se pegara a su paladar, i.e., que se
quedara mudo, si dejaba de acordarse de Jerusalén, que era su más grande alegría. El
intenso pesar del pueblo por la destrucción de su ciudad (donde las tribus se reunían
para alabar al Señor) se contrasta aquí con su más grande gozo.
C. Imprecación sobre los que destruyeron a Sion (137:7–9)
La última parte de este salmo debe entenderse a la luz del gran lamento de los judíos
exiliados. Como una imprecación (cf. el comentario en la sección “Teología de los
Salmos” en la Introducción), se trata de una oración a Dios para que ejecute su
venganza sobre sus captores y sobre quienes los apoyaban.
137:7. Esta es una súplica a Dios para que recordara a los hijos de Edom (cf. el
recordatorio del salmista, v. 6) quienes se alegraron cuando la ciudad de Jerusalén fue
destruida, y animaron a los que la arrasaban a que terminaran su obra (cf. Ez. 25:12; Jl.
3:19). Así que el salmista deseaba que Edom recibiera la justa retribución divina.
137:8–9. El salmista dirigió su maldición, de manera directa, a Babilonia. Sus
moradores debían darse cuenta que el Señor los destruiría de manera idéntica, como
había sucedido con Israel, i.e., sus niños serían estrellados contra la peña (cf. Is. 13:16)
que era lo que los babilonios habían hecho a los habitantes de Jerusalén. Esta es quizá la
imprecación más dolorosa que se registra en el libro de los Salmos. Para el salmista en
el exilio, quienes habían arrasado con la ciudad y tierra santa, no merecían mejor suerte.
Es evidente que una gran tristeza y amargura llenaba los corazones de los israelitas que
estaban en el exilio (cf. Lm. 1–2).
Salmo 138
David juró alabar el amor leal de Dios y su bondad al contestar su oración. Dio a
conocer su deseo de que todos los reyes reconocieran el favor de Dios a los humildes, y
luego expresó su confianza de que Dios lo libraría por su amor leal.
A. Alabanzas del salmista (138:1–3)
138:1–3. David prometió alabar al Señor de todo corazón delante de los dioses y
adorarlo en el templo por su misericordia (amor leal), fidelidad (cf. 108:4; 115:1;
117:2), nombre y palabra. La palabra “dioses” puede referirse a los ídolos paganos, en
cuyo caso David alababa al Dios verdadero a pesar de la supuesta presencia de los
mismos. Otra posibilidad es que se refiera a los líderes humanos (como jueces o reyes),
aunque en este contexto, es preferible la idea de que se trataba de dioses paganos.
La razón por la que David alababa al Señor es que Dios respondió a su oración,
fortaleciendo de esta manera su fe.
B. Alabanzas de todos los reyes (138:4–5)
138:4–5. David oró pidiendo que todos los reyes reconocieran y alabaran a Dios
cuando oyeran de su palabra y su gran gloria.
C. Liberación divina (138:6–8)
138:6–8. David explicó que el Señor debía ser alabado (vv. 4–5) porque él no juzga
según los criterios humanos. Aunque él es excelso (i.e., exaltado; cf. 113:4), atiende al
humilde (cf. 113:7–9), no al altivo.
David expresó su confianza de que el Señor lo libraría, con su diestra (su poder), de
sus adversarios y por su misericordia (amor leal). A pesar de que David confiaba en el
Señor, pidió a Dios que no lo desamparara.
Salmo 139
Los temas de la meditación de David en este bello salmo son la omnisciencia,
omnipresencia, y omnipotencia de Dios. En este poema, David pidió al Señor que lo
examinara minuciosamente para confirmar su inocencia. El salmo tiene cuatro estrofas
de seis vv. cada una. El significado del mensaje progresa de un tema a otro. Su primera
meditación se centra en el conocimiento de Dios, por el cual cada aspecto de su vida es
revisado y controlado. Luego se percata de que es imposible escapar de ese control
omnisciente. Sin importar cuán lejos o rápido pueda irse, Dios está en todo lugar. David
luego declara que el Altísimo tiene ese control sobre su vida porque en su poder él lo
creó en secreto y planeó su vida con sumo cuidado. Con base en estas meditaciones,
David enseguida afirmó su lealtad a Dios y pidió que lo examinara y lo probara.
A. Omnisciencia del Señor (139:1–6)
139:1. El tema de los vv. 1–6 se presenta en el primer v.: el Señor conocía
íntimamente a David. El salmista afirmó que Dios lo había examinado en cada detalle
de su vida y, por tanto, lo conocía absolutamente bien.
139:2–4. Aquí se dan muestras de lo bien que Dios conocía a David. El Señor (tú es
enfático en hebr.; cf. v. 13) conocía cada movimiento que David hacía; los dos términos
opuestos que son sentarse y levantarse representaban todas sus acciones (esta es una
figura de lenguaje conocida como merismo; cf. vv. 3, 8). Dios conocía no sólo las
acciones de David; sino también sus motivaciones (pensamientos; cf. v. 17). La
expresión desde lejos se refiere, por supuesto, no a la distancia sino al tiempo.
Las actividades cotidianas del salmista también eran muy familiares para Dios. Los
conceptos opuestos de andar y reposo representan todas las actividades del día (otro
merismo; cf. vv. 2, 8).
Sin embargo, el ejemplo por excelencia de la omnisciencia divina está en el v. 4.
Antes de que el salmista pueda articular una palabra con su lengua, el Señor ya conoce
a la perfección lo que está a punto de decir. (El término hebr. para “palabra” es millâh y
la palabra para toda, similar en su fonética, es kūllāh.)
139:5–6. La respuesta inicial de David a este asombroso conocimiento fue de
estupor. Como muchos que responden al hecho de la omnisciencia de Dios, se sabía
acorralado por ella, entendía que Dios lo había asediado y su mano lo rodeaba.
Además, este tipo de conocimiento, estaba fuera del control de David,—era
demasiado maravilloso para él. La palabra “maravilloso” se encuentra en posición
enfática al principio de la oración hebr. Acerca de su significado como algo
“extraordinario” o “excelso”, V. el comentario de 9:1. En otras palabras, la
omnisciencia divina es demasiado sublime como para que los humanos la comprendan
(también cf. el comentario de 139:14).
B. La omnipresencia divina (139:7–12)
139:7. El descubrimiento de tan grandioso conocimiento (vv. 1–6) bien pudo
motivar a David a huir de él, como lo sugieren los vv. 7–12. Esto lo indica el v. 7 a
través de dos preguntas retóricas: no había en absoluto, lugar alguno donde pudiera
escapar de la presencia del Señor (cf. Jer. 23:24).
139:8–10. Aquí se dan ejemplos hipotéticos de los lugares a donde David podría
tratar de huir. Primero declaró que el Señor está presente arriba en los cielos y abajo en
el Seol. La mención de estos dos lugares opuestos, significa que el Señor está presente
también en todas las áreas que quedan entre ambos (tercer merismo en este salmo; cf.
vv. 2–3).
Más aún, si él pudiera volar a la velocidad de la luz (las alas del alba) desde el
oriente, surcando el espacio hasta el occidente (en el extremo del mar Mediterráneo)
no podría escapar de Dios.
Así, la realidad de la presencia divina comenzó a tener un nuevo significado para el
salmista, como si la luz del amanecer iluminara su mente. Ahora, afirma, la mano del
Señor lo dirigiría y consolaría.
139:11–12. David desarrolló el tema de la luz un poco más. Las tinieblas podrían
aplastarlo (probablemente refiriéndose a la naturaleza opresiva de la oscuridad). (El
término encubrirán es una trad. interpretativa de sup̱ “triturar o magullar”; cf. Gn. 3:15
“herir”; Job 9:17 “quebrantar” o “despedazar”, son los únicos otros lugares en que se
usa en el A.T.) Sin embargo, David no podía ocultarse de Dios, porque para él, la luz y
las tinieblas son lo mismo debido a que es omnisciente y omnipresente.
C. La omnipotencia de Dios (139:13–18)
La idea de que las tinieblas no pueden ocultar a nadie de Dios (vv. 11–12) produjo
en David el pensamiento de los vv. 13–18: Dios ya sabía todo acerca de él cuando lo
creó en el vientre de su madre. El v. 13 comienza con porque, indicando que esta
estrofa (vv. 13–18) explica las dos anteriores (vv. 1–6, 7–12): debido a que Dios puede
crear una persona, seguramente la conoce íntimamente y está con ella en todo lugar.
139:13–14. El tema de los vv. 13–18 se presenta aquí: el Señor (tú es enfático en
hebr.; cf. v. 2) creó a David en el vientre de su madre. El lenguaje es figurado cuando
se utilizan los términos formaste e hiciste (término que se relaciona con el concepto de
tejer) que sirven para describir el control soberano de Dios durante el proceso natural de
reproducción (acerca de entretejer, cf. Job 10:11).
Este hecho provocó que el salmista irrumpiera en alabanzas por la idea de cuán
maravillosamente había sido creado. Incluso el conocimiento rudimentario de David de
las maravillas del cuerpo humano, produjo en él asombro y admiración. Las palabras
maravillado y maravillosas toman en cuenta el asombroso conocimiento de Dios (Sal.
139:6).
139:15–16. Enseguida, David remarcó ciertos aspectos de la supervisión de Dios
sobre su vida. En la matriz él fue entretejido (lit. bordado a mano, cf. “hiciste”, v. 13,
refiriéndose a sus venas y arterias). Cuando estaba siendo formado en la matriz estaba
tan escondido al ojo humano como la parte más recóndita de la tierra (cf. el comentario
de Job 1:21). Pero Dios vio cada detalle. El cuerpo de David connota su esqueleto y su
cuerpo en formación en el embrión. Además, Dios registró de antemano todos los días
del salmista antes de que naciera. Esta declaración puede significar que Dios determinó
de antemano cuánto tiempo viviría. Sin embargo, a la luz de los vv. 1–4, es más
probable que se refiera a los detalles de la vida cotidiana del autor. De manera
maravillosa, Dios había planeado su vida.
139:17–18. Esta idea condujo a David a concluir que los planes de Dios
(pensamientos; cf. v. 2) para su pueblo son de lo más preciosos y, de hecho, también
son innumerables. Asimismo son de lo más relevantes, porque cada mañana, al
levantarse, Dios seguía con él, comunicándole sus pensamientos.
D. Lealtad de David (139:19–24)
La atención del salmista se dirigió aquí al problema en que se encontraba. Así que
afirmó su lealtad al Señor y halló consuelo en su conocimiento de la presencia de Dios
en su vida.
139:19–22. El salmista pidió a Dios que hiciera morir a los impíos que trataban de
matarlo. Sus enemigos estaban, a todas luces, tomando el nombre de Dios en vano (cf.
Éx. 20:7), usándolo para sus propósitos perversos. Debido a que eran enemigos de Dios,
David afirmó que eran también sus enemigos y que nada tenía que ver con ellos.
Odiarlos significa rechazarlos (cf. el comentario de Mal. 1:3), y evitar toda relación con
ellos.
139:23–24. David concluyó este salmo con una oración a Dios para que lo
examinara y probara (cf. 26:2) con el fin de confirmar su lealtad, y comprobar de esa
manera, que él no era como los impíos mencionados en 139:19–22. El vb. “examinar”
se usa también en el v. 1 en una declaración acerca de Dios. David pidió al Señor que lo
probara como lo hace un experto que refina metales. Puesto que él sabe todo (cf. vv. 1–
6) entonces conocía sus ansiosos pensamientos (la misma palabra hebr. se trad.
“angustia” en 94:19 en la NVI99). El Altísimo también sabría si había en el autor
camino de perversidad (lit., “camino de dolor”, i.e., dolor causado por ser castigado
por alguna mala acción). David estaba convencido que tal tipo de examen, arrojaría
evidencias de su lealtad. Al dirigirlo en su camino eterno (‘ôlām, probablemente
significa vida prolongada), el Señor le preservaría la vida en este mundo a medida que
lo siguiera fielmente.
Todos los creyentes que llegan a entender los atributos de Dios discutidos en este
salmo, encuentran en ellos una fuente de gran consuelo, y motivación para obedecerlo.
Salmo 140
El salmista expresó ásperas imprecaciones contra los impíos que buscaban
envenenarlo y atraparlo con sus perversas maquinaciones. Externó estas imprecaciones
con la completa confianza de que el Señor seguramente haría justicia a favor de los
afligidos, e impediría los ataques de los malvados. Esta es la esencia de su oración
inicial.
A. Petición (140:1–8)
140:1–5. David imploró a Dios que lo librara de los impíos que planeaban
destruirlo. Los vv. 1–2 incluyen este clamor introductorio y los vv. 3–5 expresan su
lamento. Él quería que Dios lo rescatara y protegiera (cf. v. 4) de los hombres violentos
(cf. vv. 4, 11), de gente que urde y lleva a cabo planes perversos cada día (cf. v. 8). El
lenguaje figurado de este lamento muestra que sus adversarios eran crueles. Su habla era
cortante y destructiva, como veneno de serpiente (v. 3). El impío planeaba trastornar
sus acciones, por lo que necesitaba la ayuda de Dios (v. 4). Como los cazadores que
usan lazos, habían tendido red para atraparlo (v. 5; cf. 141:9–10; 142:3). Sus enemigos,
aparte de ser peligrosos y crueles (140:3), estaban tratando matarlo de manera
deliberada (vv. 4–5).
140:6–8. David reiteró su clamor inicial pidiendo ayuda, suplicando que el impío no
consiguiera realizar sus planes perversos (cf. v. 2) ni se sintiera orgulloso de su éxito.
En su oración, el salmista describió al Señor como su potente salvador que protege su
cabeza … en batalla. Esta imagen militar remarca la protección divina de los santos
cuando enfrentan a los impíos.
B. Imprecaciones (140:9–11)
140:9–11. David externó varias imprecaciones severas sobre los inicuos, designadas
para confrontarlos con su maldad. Esperaba que sus palabras malintencionadas (cf. v. 3)
les acarrearan problemas. También esperaba que cayeran sobre ellos brasas de fuego
(cf. 11:6) que eran reminiscencia del castigo que Dios envió sobre Sodoma y Gomorra
(cf. Gn. 19:24). También esperaba que el mal alcanzara al hombre deslenguado (cf. su
“veneno”, Sal. 140:3). De nuevo llamó a sus enemigos “gente que practica la violencia”
(NVI99, cf. vv. 1, 4).
C. Confianza (140:12–13)
140:12–13. David estaba convencido de que el Señor iba a apoyar su causa porque
estaba afligido y necesitado (cf. 40:17; 70:5; 86:1; 109:22) y que los justos iban a
alabar a Dios, quien los defiende. Ellos habitarían en su presencia, en paz (cf. 102:28).
Salmo 141
Los títulos de los salmos 141–145 los atribuyen a David. El 141 es una oración
vespertina pidiendo santificación y protección. David solicitó ayuda para no hablar mal
contra Dios, o caer en las seductoras tentaciones de los impíos. Pidió ser guardado de
las maquinaciones de los malvados que escucharían su cántico de testimonio.
A. Oración nocturna (141:1–2)
141:1–2. David, comparando su oración con la oblación nocturna del santuario,
imploró al Señor que le contestara pronto (cf. el comentario de 31:2). Quería que su
oración fuera de olor grato a Dios, similar al incienso del sacrificio de la tarde (ca. 3
p.m.) que ascendería al cielo y le agradaría. En el libro de Apocalipsis, el incienso
representa de manera apropiada a la oración (Ap. 5:8; 8:3–4). El levantar las manos en
actitud de oración, también se menciona en Salmos 28:2; 63:4; 134:2.
B. Oración pidiendo la santificación (141:3–7)
141:3–4. La esencia de la oración nocturna de David era que el Señor dirigiera sus
palabras y acciones por el camino del bien. Quería que él pusiera guarda a su boca para
evitar una mala expresión. Además, deseaba que Dios guardara su corazón (i.e., sus

ca. cerca de

p.m. pasado meridiano


deseos voluntarios) de las tentaciones perversas. La expresión sus deleites se refiere a
placeres sensuales producidos por acciones impías (cf. Pr. 4:17).
141:5–7. David no iba a resistir las amonestaciones de los justos—ellas, en realidad
eran como bálsamo para ungir, i.e., eran de mucha ayuda y refrescantes (cf. Pr. 9:8b;
15:31; 17:10; 19:25; 25:12). Pero la oración del salmista era contra los impíos; y
preveía que serán completamente destruidos después de darse cuenta de que sus
palabras (del autor) eran correctas.
C. Oración pidiendo protección (141:8–10)
141:8–10. Junto con la oración de David de ser guardado de las tentaciones de los
impíos (vv. 3–7), aparece su petición de protección. Afirmó su confianza en que el
Señor era su refugio (NVI99, cf. el comentario de 2:12) y pidió no morir. Esto
significaba, añadió, que Dios debía librarlo de los impíos haciendo que sus propios
lazos … trampas y redes (cf. 140:5; 142:3) los atraparan a ellos.
Salmo 142
Este salmo, también atribuido a David, se escribió“cuando estaba en la cueva”,
huyendo de Saúl (cf. el título del salmo 57). El salmista clamó al Señor pidiendo que lo
ayudara, porque Dios era el único de quien podía depender. David estaba totalmente
indefenso delante de sus enemigos y a nadie parecía importarle su vida.
A. Clamor al Señor (142:1–2)
142:1–2. Posiblemente dirigiéndose a otros que lo acompañaban, David externó que
clamó al Señor (cf. v. 5) suplicando su misericordia, dando voz a su queja y su
angustia.
B. Lamento (142:3–4)
142:3–4. Dirigiéndose al Señor, David afirma que, cuando su espíritu se debilitaba
(cf. 77:3; 143:4, 7), Dios conocía su senda (cf. 139:2–3). Evidentemente, al estar bajo
presión había perdido la batalla, porque su resistencia había flaqueado. El problema
surgió de una trampa (lazo) preparada para él por un enemigo (cf. 140:5; 141:9–10).
Luego, pidió a Dios que mirara su diestra (donde normalmente alguien estaría
cuidándolo) porque se encontraba sin refugio y apoyo—¡nadie se preocupaba por su
vida! Su única esperanza era el Señor a quien oraba.
C. Petición (142:5–7)
142:5. Cuando David clamó a Dios (cf. v. 1), él afirmó su confianza en él: en él
estaba su seguridad (esperanza; cf. 141:8) y vida. Dios era su porción, su heredad, todo
cuanto poseía (cf. 16:5; 73:26; 119:57).
142:6–7. En su desesperada situación (cf. 79:8), parecida a una cárcel, pidió que el
Señor lo rescatara de sus fuertes enemigos (cf. 18:17) para luego poder alabar el
nombre de Dios (sus atributos revelados) por lo que había hecho. Además, los justos
podrían reunirse gozosamente alrededor de él (lit., “coronándose ellos mismos”, i.e.,
regocijarse por el triunfo) por la bondad del Señor (cf. 13:6; 116:12) al contestar su
oración.
Salmo 143
En este pasaje el tema de que el espíritu de David desfallecía (vv. 4, 7) proviene del
salmo anterior (142:3). Salmos 143 es una súplica de liberación y dirección. Cuando el
salmista pidió un misericordioso alivio del asedio de los impíos que lo oprimían,
reconoció que entre los vivos no hay hombre que sea justo. Él deseaba la liberación y
dirección para su vida y encontró ánimo al recordar los caminos de Dios.
A. Queja (143:1–6)
143:1–4. David suplicó al Señor que tuviera misericordia de él y aliviara su pesar,
en virtud de la verdad (“fidelidad”, NVI99) y justicia divinas (cf. v. 11). En contraste,
ningún ser humano es justo (cf. Ec. 7:20). David estaba reconociendo así que su
sufrimiento en parte se debía a sus pecados, aunque quería que Dios no lo juzgara.
Su queja se expresa específicamente en Salmos 143:3–4. El enemigo había atacado
y echado a David, por lo que se encontraba en tinieblas (cf. 88:6, i.e., en abatimiento
emocional) y bien pudo haber muerto. Su espíritu desmayaba (cf. 142:3; 143:7) por
causa de esta opresión.
143:5–6. A pesar de lo anterior, David había recobrado la confianza al recordar los
días pasados. Su fe se reavivó y su espíritu se fortaleció cuando evocó las poderosas
obras del Señor en el pasado. Así que pidió intensamente al Señor que saciara el hambre
y sed (cf. 42:2) de su corazón. La imagen de la tierra sedienta retrata la gran necesidad
espiritual de su corazón que en ese momento había, por lo que Dios iría en su rescate.
B. Petición (143:7–12)
143:7. Su confianza en Dios (v. 5) dirigió su petición de ser librado; suplicó una
liberación rápida (cf. el comentario de 31:2), no fuera que él, por estar debilitado de
espíritu (cf. 142:3; 143:4) cayera en el hoyo (sinónimo de sepultura). Suplicar a Dios
que no esconda su rostro (cf. 27:9; 102:2) es una expresión que significa que no quiere
que lo pase por alto.
143:8–12. La oración del v. 7 se detalla en los vv. 8–12. Primero, deseaba que la
misericordia (amor leal, ḥeseḏ; cf. v. 11) de Dios le dirigiera por el camino que debía
seguir (v. 8). Segundo, quería que Dios le rescatara de sus enemigos (v. 9; cf. 140:1;
142:6). Tercero, quería que el Espíritu de Dios (143:10) le enseñara. Y cuarto, David
quería salir con vida por la justicia (cf. v. 1) y amor de Dios (cf. v. 8), del acoso de sus
enemigos (vv. 11–12). Cada una de estas oraciones se basaba sólidamente en su
confianza en el Señor. Como siervo de Dios, David confiaba en él. A pesar de que había
pecado y se encontraba en problemas, confiaba en que Dios lo pondría a salvo.
Salmo 144
Después de bendecir al Señor por sus gloriosas liberaciones en batallas pretéritas, y
maravillándose de que Dios no se olvida de la gente que está en peligro de perecer, el
rey David oró para que se diera una intervención divina en combate. Él expresó su
confianza de que debido a que Dios da la victoria, la nación experimentaría paz y
prosperidad.
A. Bendición por victorias pasadas (144:1–2)
144:1–2. David alabó al Señor por haber puesto a la gente bajo su dominio. En esta
alabanza usó varias expresiones para describir el hecho de que el Señor lo capacitó para
obtener victorias. El Señor le había enseñado cómo pelear y era su roca (cf. 18:46;
además V. 18:2), castillo (meṣûḏâh; cf. 18:3; 31:3; 71:3; 91:2), fortaleza (miśgoḇ; cf. el
comentario de 9:9), libertador (cf. 18:2; 40:17; 70:5; 140:7), y escudo (cf. el
comentario de 3:3). Todas estas expresiones remarcan la protección y liberación dadas a
David mientras Dios consolidaba su reino.
B. Súplica por la intervención divina (144:3–11)
144:3–4. Habiendo alabado la naturaleza de Dios, David enseguida expresó su
petición de obtener la victoria en batalla (vv. 3–11). La idea de que Dios subyugaría a
quien fuera bajo su reinado, provocó que se maravillara ante la posibilidad de que
interviniera a favor del hombre (cf. el comentario de 8:4). Puesto que la vida del hombre
es “como un suspiro” (NVI99, heḇel; cf. 39:5, 11; 62:9; y el comentario de Ec. 1:2) que
se desvanece como una sombra que pronto pasa (cf. Job 8:9; Sal. 102:11), ¿por qué
Dios tendría que detenerse a ayudarlo?
144:5–8. Sin embargo, debido a que Dios sí lo cuidaba, el salmista oró pidiendo que
Dios interviniera en la guerra que libraba. Deseaba que descendiera con su poder
glorioso. Incluso con el simple toque de Dios, los montes humean (cf. 104:32) por el
fuego de los árboles ardiendo. David pidió al Señor que enviara relámpagos (sus
saetas; cf. 18:14) para dispersar a sus enemigos. David esperaba ser librado, por medio
de esta bondadosa intervención divina, de sus enemigos que eran tan impetuosos como
las muchas aguas, además de mentirosos (cf. 144:11).
144:9–11. David inmediatamente expresó una exclamación de confianza. Juró
alabar al Señor con un cántico nuevo (cf. 33:3; 40:3; 96:1; 98:1; 149:1) y por haberlo
librado de la espada … maligna. Enseguida, repitió su petición de ser librado de sus
enemigos, a quienes describió en palabras semejantes a las de 144:7b–8.
C. Expectativa de paz y prosperidad (144:12–15)
144:12–14. Debido a que el Señor rescataría a su siervo el rey, la tierra disfrutaría
de muchos beneficios. Primero, sus súbditos serían muy prosperados, como plantas
crecidas y como las esquinas bellamente labradas de un palacio (v. 12). Segundo, la
nación prosperaría económicamente con graneros llenos del producto de la cosecha y
con innumerables ovejas y bueyes (v. 13). Tercero, el pueblo sería bendecido con paz
(v. 14).
144:15. Así que David concluyó que cualquier pueblo cuyo Dios es Jehová será
bendecido. Este salmo real muestra que la intervención divina en una guerra santa a
favor de sus ungidos trae paz y prosperidad.
Salmo 145
Este salmo de David lleva por título:“salmo de alabanza”—el único del salterio con
ese título. Aquí comienza la gran doxología de toda la colección de salmos, porque el
tema de la alabanza es parte muy importante de los salmos 145–150, más que en la
mayoría del resto del salterio. La palabra “alabar” aparece 46 veces en estos seis salmos.
En el salmo 145 David alaba al Señor por sus portentosas obras que se relatan de
generación en generación, por su bondadosa provisión de un reino perpetuo y por la
manera en que responde a aquellos que lo aman.
A. Alabanza por las grandiosas obras divinas (145:1–7)
145:1–3. David prometió alabar a Dios, su rey (cf. 149:2) así como su nombre (sus
atributos revelados) todos los días, porque él es grande. La grandeza del Señor es tan
insondable, que nadie ha conocido sus profundidades.
145:4–7. David relató cuán grandes son las obras de Dios, mismas que serán
repetidas de generación en generación. Los creyentes hablan de la hermosura (cf. v. 12
y comentarios de 29:2) de su magnificencia, hablan de sus hechos, meditan en ellos,
cantan y los celebran junto con la bondad divina.
B. Alabanza por el reino eterno de Dios (145:8–16)
145:8–10. A continuación, David escribió acerca de la maravillosa naturaleza de
Dios, afirmando que él es clemente y misericordioso (cf. 111:4), lento para la ira, y
lleno de amor (V. la declaración idéntica en hebr., que se da en Éx. 34:6; Neh. 9:17; Sal.
86:15; 103:8; Jl. 2:13; Jon. 4:2). Debido a que Dios es bueno y compasivo con todos,
todas sus obras y santos lo alaban.
145:11–13a. La alabanza de los santos (v. 10) incluye su gratitud por su reino. En
generación y generación el pueblo hablará del reino de Dios, su poder y hechos
poderosos, y de cómo ese reino permanece por todos los siglos (cf. Dn. 4:3, 34).
145:13b–16. Enseguida, David instruyó a la congregación acerca de la gracia y
misericordia de Dios para con los hombres. Él es “fiel a su palabra” (NVI99), i.e., a
todas sus promesas, levanta a los que caen, provee de comida a todos (cf. 111:5;
132:15; 136:25; 146:7), y cumple sus deseos (cf. 145:19). Estas son las características
de Aquel cuyo dominio es eterno (v. 13), razón por la cual se le llama fiel.
C. Alabanza por los actos liberadores de Dios (145:17–21)
145:17–21. David exaltó al Señor por ser justo y misericordioso. (Con todas sus
obras; cf. vv. 9–10, 13.) Por lo tanto, Dios contesta las oraciones de los necesitados—
los que le temen y le aman—cuando lo invocan. Por lo tanto, todos deben alabar su
nombre (v. 21; cf. v. 1). De nueva cuenta, las razones para alabar a Dios son su
grandeza y su gracia.
Salmo 146
El tema de este salmo, al igual que el 145 y otros, es la grandeza y la gracia de Dios.
Aquí el salmista juró alabar a Dios toda la vida porque quien hizo los cielos y la tierra
es fiel y justo con los oprimidos de la tierra.
A. Alabanza mientras dure la vida (146:1–4)
146:1–2. Después de la alabanza inicial alaba … a Jehová (halelû-yāh; cf. v. 10 y
el comentario de 104:35), que da inicio y cierra cada uno de los Salmos 146–150, el
salmista prometió alabar al Señor toda su vida.
146:3–4. El salmista instruyó a la congregación para que depositara su confianza en
Aquel que es infinitamente más poderoso que el hombre, el cual no puede salvar. Los
pensamientos (planes) de la persona mueren con ella. Al morir, el espíritu del hombre
se desprende y el cuerpo retorna al polvo (cf. 104:29; Ec. 3:20). Así que, quien confía
en el hombre no tiene razón de alabar a Dios.
B. Alabanzas al Creador (146:5–6)
146:5–6. En contraste con la recomendación de no confiar en el hombre (v. 3) el
salmista bendijo a quien confía en el Dios soberano, su ayudador (cf. el comentario de
30:10) y esperanza. Este personaje, explicó, es el Hacedor del cielo y la tierra (cf. el
comentario de 115:15); y debido a que él es el Señor de toda la creación, él permanece
fiel.
C. Alabanzas al Dios bondadoso (146:7–10)
146:7–9. La idea de la fidelidad de Dios (v. 6) fue referida al salmista en las muchas
ocasiones en que el Señor manifestó su bondad y justicia al pueblo. Él ayuda a los
agraviados … da pan a los hambrientos (cf. 111:5; 132:15; 136:25; 145:15), liberta a
los cautivos … abre los ojos a los ciegos, levanta a los caídos, ama a los justos,
guarda a los extranjeros, y pone a salvo al huérfano y la viuda. Pero, debido a que él
es justo, también frustra a los impíos.
146:10. El salmista concluye que el Señor reinará (cf. 9:7; 47:8; 93:1; 96:10; 97:1;
99:1) para siempre. Como el gobernante eterno, él es soberano (146:6), bondadoso (vv.
7–9b), y justo (v. 9c). Así que él justifica la alabanza final al Señor (halelû-yāh; cf. v.
1).
Salmo 147
El salmista alaba al Señor por su grandeza manifestada al sustentar toda la creación
y por su gracia al sanar a los creyentes afligidos y darles su palabra. Llamó a la
congregación a unirse a él en alabanza porque también sus miembros recibieron muchos
beneficios. Dios debe ser alabado por su gracia (vv. 2–3, 6, 10–14, 19–20) y grandeza
(vv. 4–5, 8–9, 15–18).
A. Dios cura a los quebrantados de corazón (147:1–6)
Este salmo tiene tres ciclos de alabanza (vv. 1–6, 7–11, 12–20).
147:1. Después de exclamar alabad a Jah (halelû-yāh; cf. v. 20 y el comentario de
104:35) el salmista declara cuán bueno es alabar a quien es el más digno de recibir la
alabanza, la cual es suave (cf. 135:3) y hermosa (cf. 33:1).
147:2–3. En su gracia, el Señor reedificó Jerusalén tras el exilio. Esa
reconstrucción demuestra que él es el Dios que sana a los quebrantados de corazón.
Quienes se arrepienten y se vuelven a él, son sanados y restaurados.
147:4–6. La grandeza de Dios se ve en el poder con el que sostiene al universo (cf.
vv. 8–9, 15–18). Él conoce cada una de las miríadas de estrellas (cf. Is. 40:26). Con
todo, quien tiene tan gran poder y entendimiento (cf. Is. 40:28) sostiene a los humildes
frente a la oposición. Esto también es una manifestación de su gracia.
B. Dios se deleita en quienes le temen (147:7–11)
147:7–9. En un segundo ciclo de alabanzas, el salmista ordenó a todos que alabaran
a Dios musicalmente. Él debe ser alabado por su grandeza en la creación (cf. vv. 4–5,
15–18), porque él sustenta a plantas y animales con lluvia y alimento (acerca de los
cuervos, V. el comentario de Job 38:41).
147:10–11. Dios debe ser alabado porque, aunque es tan grandioso, él se complace,
no en los poderosos, sino en aquellos que confían en él. Esta es una evidencia más de su
gracia (cf. vv. 3, 6, 12–14, 19–20).
C. Dios da su palabra (147:12–20)
147:12–14. En un tercer ciclo de alabanzas (vv. 12–20) el salmista invitó a Jerusalén
a alabar a quien les ha dado seguridad, paz, y lo mejor del trigo, todas estas evidencias
adicionales de su gracia.
147:15–20. En su grandeza, su palabra opera en la tierra (v. 15) y por ella él
controla la naturaleza y sus actividades, como la caída de nieve … escarcha … hielo
(granizo) … frío, vientos y brisa (vv. 16–18). Sin embargo, la más grande
manifestación de gracia a Israel, de parte de este grandioso y poderoso Dios, fue que él
le dio su palabra y su revelación (a ella y a ninguna otra nación).
Así que el escritor invitó a todos a que dieran alabanzas al grandioso y bondadoso
Señor de la creación, quien sana a los afligidos y se revela a sí mismo. El salmo
concluye con la expresión aleluya (alabad al Señor; cf. v. 1).
Salmo 148
El salmista convocó a los cielos y sus huestes a alabar al Señor porque él los
estableció en su decreto. Y llamó a la tierra a alabar su glorioso nombre porque él ha
exaltado a Israel.
A. Alabanzas al Creador (148:1–6)
148:1–4. Después de proclamar la frase alabad a Jehová (halelû-yāh; cf. v. 14 y el
comentario de 104:35; 146:1), el salmista convocó a toda la creación que está sobre la
tierra para que alabara al Señor. A los cielos—el sol … luna … estrellas y los
elementos de la naturaleza en los cielos (las aguas que están sobre los cielos)—se les
personifica, considerándolos capaces de adorar a Dios. Los ángeles del cielo también
fueron invitados a alabarlo (cf. 103:20).
148:5–6. Toda la creación debe alabar a Dios porque él creó todas las cosas por su
mandato y las estableció por su ley (“decreto”, NVI99). Su palabra es poderosa, segura
y permanente.
B. Alabanzas al Dios de Israel (148:7–14)
148:7–12. El salmista convocó a todas las huestes terrenales a que alabaran a Dios.
Los monstruos marinos, elementos de la naturaleza (cf. 147:15–17) montes …
collados … árboles, vida animal, jueces, y gentes de varias edades deben alabar a Dios.
148:13–14. Una razón por la que deben rendirle alabanzas es que el nombre de
Dios es glorioso. Como Creador, su propia gloria (cf. el comentario de 29:2) es más
grande que la de toda su creación. Además, él ha exaltado el poderío (un hombre
fuerte, i.e., un rey; cf. 89:17; 132:17) de su amado pueblo Israel.
De esta manera, el salmista convoca de nuevo al pueblo a la alabanza (halelû-yāh;
cf. v. 1) por causa de la palabra de Dios y su obra en Israel.
Salmo 149
El salmista invita a Israel a entonar alabanzas al Señor quien da la salvación a los
mansos y capacita a su pueblo para ejecutar venganza sobre las naciones.
A. Llamado a la alabanza (149:1–3)
149:1–3. Después de externar la expresión alabad a Dios (halelû-yāh; cf. v. 9 y el
comentario de 104:35; 146:1), el salmista convocó a Israel a que alabara entonando un
cántico nuevo (cf. 33:3; 40:3; 96:1; 98:1; 144:9; 149:1) en la congregación.
Regocijándose en él, su Hacedor (cf. 95:6) y Rey (cf. 145:1), todos deben alabarlo con
cánticos, danza (cf. 150:4), e instrumentos musicales. Todo su ser debía involucrarse en
la alabanza.
B. Razón de la alabanza (149:4–5)
149:4–5. Los miembros del pueblo del Señor deben alabarlo porque él se complace
en ellos y les da su salvación. Por ello, deben regocijarse y cantar alabanzas incluso
cuando descansan en sus camas.
C. Conclusión (149:6–9)
149:6–9. Enseguida, el salmista, convocó a Israel a poner la alabanza a Dios en sus
gargantas y espadas en sus manos para ejecutar la justicia de Dios sobre los impíos.
Israel estaba siendo animado para evitar todo tipo de antagonismo contra el Señor y sus
ungidos. Luego les invitó de nuevo a alabar al Señor (aleluya; halelû-yāh; cf. v. 1).
Salmo 150
Debido a la majestuosa excelencia de las obras de Dios, el salmista invocó a todos a
que lo alabaran, lo cual debía darse en el santuario con todo tipo de instrumentos
musicales.
A. Llamado a la alabanza (150:1)
150:1. Después de exclamar nuevamente halelû-yāh (alabad a Dios; cf. v. 6 y el
comentario de 104:35; 146:1), el salmista hizo un llamado para rendir alabanzas en el
santuario (lit., “lugar santo”, probablemente refiriéndose aquí al cielo, la morada de
Dios; cf. 11:4; 102:19) y en el firmamento.
B. Razón de la alabanza (150:2)
150:2. Se convoca a realizar esta alabanza (v. 1) por la grandiosa excelencia de Dios
en todo lo que hace.
C. Un renovado llamado a la alabanza (150:3–5)
150:3–5. La alabanza debe presentarse con instrumentos musicales (entre los que se
incluyen la bocina, salterio, arpa, pandero, instrumentos de cuerdas, flautas y címbalos),
y con danza (cf. 149:3).
D. Llamado final a la alabanza (150:6)
150:6. De manera apropiada, el último v. del salterio incluye un llamado a todo ser
viviente,—todo lo que respira—a que alabe al Señor. El libro de Salmos termina con
un último aleluya (alabad al Señor, cf. v. 1).
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