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CLASIFICACION T AÑO 1981.

347
G248d
INVENTARIO 4676 PAGINA(S) 45 h.
EJEMPLAR CM 27 cm.
AUTPPAL García Araniva, René CARRERA Optar al grado de Dr. en Jurisprudencia y
Ciencias Sociales,
AUTOR(ES) René García Araniva TITULO De las cosas mercantiles
PAIS San Salvador, El Salv. UNIVERSIDAD Universidad de El Salvador.
FECHA 10/03/1998 MATERIA DERECHO MERCANTIL
DESCRIPTORES TÍTULO De las cosas mercantiles
1. DERECHO MERCANTIL 2. TITULOS TOPOGRÁFICA García Araniva, René
VALORES I. Títulos
CONTENIDO Concepto y elementos esenciales de la empresa, Naturaleza jurídica, Títulos valores.

Texto
UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA
Y CIENCIAS SOCIALES

“DE LAS COSAS MERCANTILES”

TRABAJO DE GRADUACION PRESENTADO POR

RENE GARCIA ARANIVA

PREVIA A LA OPCION DEL TITULO DE


LECENCIADO EN
CIENCIAS JURIDICAS

Agosto de 1981
SAN SALVADOR, EL SALVADOR, CENTRO AMERICA

___________________________

UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR

RECTOR:
Dr. Miguel Angel Parada

SECRETARIO GENERAL:
Lic. Ricardo Ernesto Calderón

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES

DECANO:
Dr. Mauricio Roberto Calderón

SECRETARIO:
Dr. Manuel Adán Mejía Rodríguez
TRIBUNALES EXAMINADORES
EXAMEN GENERAL PRIVADO SOBRE: MATERIAS PROCESALES Y LEYES
ADMINISTRATIVAS
PRESIDENTE: DR. RENE ROBERTO RODRIGUEZ
1er. VOCAL: DR. JOSE DE LA PAZ VILLATORO
2do. VOCAL: DR. SALVADOR ALEMAN ECHEVERRIA

EXAMEN GENERAL PRIVADO DOBRE: CIENCIAS SOCIALES, CONSTITUCION Y


LEGISLACION LABORAL
PRESIDENTE: DR. JOSE BARIO CASTILLO
1er. VOCAL: LIC. PINO CACERES
2do. VOCAL: LIC. SANTIAGO RUIZ

ASESOR DE TRABAJO DE GRADUACION:


DR. JOSE RAMON FLORES BERRIOS

TRIBUNAL CALIFICADOR DE TRABAJO DE GRADUACION:


PRESIDENTE: DRO ROMAN GILBERTO ZUNIGA VELIS
1er VOCAL: DR. CARLOS AMILCAR AMAYA
2do. VOCAL: DR. CARLOS FERRUFINO
___________________________

INDICE

INTRODUCCION
LA EMPRESA
Concepto General
Concepto de Cosa Mercantil
La Empresa, Concepto y Elementos Esenciales
Naturaleza Jurídica de la Empresa
La Empresa Individual de Responsabilidad Limitada
LOS TITULOS VALORES
Cuestiones Generales
Concepto y Características
Formalidades
Los Actos Cambiarios
Clasificación de los Títulos Valores
Palabras Finales
___________________________

INTRODUCCION

El Derecho Mercantil es una rama del Derecho Civil, que surge para regular la conducta de
los comerciantes en sus relaciones con los consumidores. El intercambio mercantil es una
actividad permanente, constante; la realizan las personas de manera espontánea, casi
automática. Todo el mundo consume bienes y servicios para satisfacer sus necesidades
mediatas e inmediatas, bienes y servicios que debe comprar a otros, que los producen o
distribuyen. La compraventa mercantil sustancialmente no difiere de la compraventa civil,
pero se distingue por la implicidad de sus formalidades; el consenso de voluntades llega a
no manifestarse, va implícito en la entrega de la cosa vendida y en el pago del precio. Los
actos de comercio se producen día a día, momento a momento, en todos los lugares y con
todas las personas; nadie se sustrae a su ejecución.
El Derecho Mercantil, precisamente por la dinámica el tráfico comercial, institucionaliza
instrumentos que son indispensables al tráfico; esos instrumentos son al empresa y los
títulosvalores, cosas de mercantilidad pura.

Nos proponemos en este trabajo hacer un enfoque general de esos instrumentos.


Comenzamos por la empresa y sus elementos esenciales y de los títulosvalores
expresamos los lineamientos fundamentales de los mismos. No es nuestro propósito hace
un estudio particularizado en estos instrumentos, cosa que escapa del contenido de una
monografía, pero sí la exposición de sus caracteres, conceptos y clasificación.
___________________________

DE LAS COSAS MERCANTILES


LA EMPRESA

CONCEPTO GENERAL
En el amplio mundo del orden jurídico son relevantes los conceptos sujetos del derecho y
objeto del derecho. Sujetos del derecho únicamente pueden serlo las personas, el
individuo humano físicamente considerado y las personas jurídicas o entes colectivos, a
quienes ficticiamente el mismo orden jurídica los hace susceptibles de poder adquirir
derechos y poder contraer obligaciones. Es atributo exclusivo de las personas poderse
vincular jurídicamente; sólo entre ellas pueden suscitarse relaciones jurídicas.

Las cosas no son seres racionales; carecen de voluntad y de conciencia. No pueden ser
sujetos al derecho y, consecuentemente, en el intrincado como inmenso mundo de las
relaciones jurídicas solo pueden ser comprendidas dentro de los objetos del derecho. Son
algo así como aquellos de que se ocupan las vinculaciones jurídicas o que es materia de
las mismas.

En el Derecho romano el vocablo cosa equivale al vocablo res, y comprende todo aquello
que puede proporcionar a las personas alguna utilidad, estudiándose aquí las cosas en su
relación con las personas desde el punto de vista de los beneficios que pueden
proporcionar. El estudio de las cosas cobraba importancia en la medida que las mismas
hacían derivar derecho a favor de las personas.

Los romanos hicieron varias divisiones de las cosas. Destaquemos las siguientes:
1ª) De las cosas en el patrimonio de los particulares y de las cosas fuera del patrimonio de
los particulares. Las primeras forman parte del patrimonio de las personas, constituyen su
riqueza material; las otras están fuera de ese patrimonio, son insusceptibles de apropiación
individual, como las pertenecientes a la Nación, o aquellas de las cuales nadie se ha
apropiado todavía. A esta clasificación los romanos le restaron importancia.

2ª) De las cosas “divini juris” y de las cosas “humano juris”. La presente clasificación
obedece a la influencia de la religión y los pontífices ejercieron sobre el Derecho primitivo
de Roma. Las cosas “divini juris” se consideraban como pertenecientes a los Dioses.
Porque ningún humano podía apropiárselas se les llamaba “resnullius”. Aquí estaban
comprendidas las cosas sagradas, las cosas religiosas y las cosas santas. Por exclusión
todas las cosas no pertenecientes al derecho divino son de derecho humano. Son cosas
humanas o cosas profanas y se subdividían en cosas comunes, cosas públicas, cosas
universales y cosas privadas o singulares. Cosas comunes son las que pertenecen a todos
y no pertenecen a nadie en particular; su uso es común a todos lo sombrees. Por su
naturaleza no pueden ser susceptibles de aprobación individual. Son el aire, el mar, etc.
Las cosas públicas también pertenecen a todos, son de uso común pero al contrario de las
primeras se consideraban como propiedad del pueblo romano, con exclusión de otros
pueblos o naciones. Los romanos incluían aquí las vías pretorianas o consulares, los
puertos y las corrientes de agua, las que hemos nominado como cosas universales son las
“res universitatis”. Las universitatis son las personas morales, como las ciudades, que
podían tener cosas de su propiedad o pertenencia, pero que no podían ser de propiedad
individual, aunque sí de uso común. Pertenecen a este tipo de cosas las plazas, los baños
públicos, etc. Finalmente tenemos las cosas privadas o singulares. Son las que componen
el patrimonio de los particulares, quienes pueden libremente adquirirlas y traspasar a otros
su dominio. Su tenencia constituía el bienestar de las personas: formaban su peculio, por
lo que también se les calificaba como pecunia.

3ª) De las cosas corporales y de las cosas incorporales. Corporales son las cosas
materiales, apreciables por los sentidos, objetivas, palpables. Cosas incorporales son los
derechos y concretamente, los derechos subjetivos. Para el derecho romano las cosas
incorporales eran los beneficios que se adquirían de las cosas corporales. Las cosas
corporales fueron clasificadas por los romanos en muebles e inmuebles, res mobile y res
soli. Muebles son todosloe seres animados, que sólo pueden moverse por una fuerza
extraña, res mobiles. Los inmuebles son los fundos de tierra, los edificios y cualquier
mueble sujeto perpetuamente al suelo.

Las cosas incorporales son los derechos, que los romanos clasificaron en derechos reales
y derechos personales o derechos de crédito. Ambos se encuentran en el patrimonio de las
personas. El derecho real se consideraba como una relación directa entre una persona y
una cosa y el derecho personal o de crédito como una relación entre personas. Los
conceptos de tales derechos continúan siendo los mismos que en la actualidad
conocemos.

Sobre la última clasificación conviene recordar que nuestro Código Civil en su Art. Califica
como bienes inmuebles los derechos reales constituidos sobre fincas urbanas o rústicas y
que de conformidad al Art. 562 son bienes muebles todas las cosas corporales y los
derechos no comprendidos en el citado artículo, de lo que se concluye que los llamados
derechos de crédito o derechos personales son bienes muebles, tal como en el Derecho
Romano eran concebidos.

A fin de ir en la búsqueda del concepto de cosa mercantil, conviene a este efecto saber si
es posible deslindar entre cosas civiles y cosas mercantiles. A primera vista pareciera ser,
que cosas civiles son las que se rigen por el Derecho Civil y que cosas mercantiles son las
que se rigen por el Derecho Mercantil. Más, esto sólo es una falsa impresión. Comos e
explicó el inicio, el Derecho está dado para las personas, regula relaciones entre personas.
No rige o regula relaciones entre cosas. Si bien las cosas caen bajo el enmarcamiento de
las relaciones jurídicas, ello sólo ocurre cuando la cosa misma es objeto de esas
relaciones. De tal forma de que no porque sea permitido hablar de cosas mercantiles,
como contrapunto debe ser permitido hablar de cosas civiles. O será que todas las cosas
que están en el comercio humano pueden ser civiles en determinadas circunstancias y
también bajo determinadas circunstancias ser mercantiles, dependiendo ello del tipo de
relaciones jurídicas en que estén involucradas? La verdad es que el poder hablar de cosas
mercantiles, como contrapartida no permite hablar de cosas civiles al igual que es
permitido hablar de cosas presentes y cosa futura o de derecho cierto y derecho invierto.
Esto último con beneficio de inventario, por lo que luego se dirá.

CONCEPTO DE COSA MERCANTIL


Cosas mercantiles son aquellas objeto de relaciones jurídico mercantiles en tanto
permanezcan en esa situación y las que esencialmente existen para servir al comercio.

Del anterior concepto se infiere que de las cosas mercantiles cabe hacer una doble
clasificación: a) Cosas accidentalmente mercantiles o circunstancialmente mercantiles; y b)
Cosas esencialmente mercantiles o de mercantilidad pura.

Las accidentalmente mercantiles lo son en tanto son objeto de relaciones mercantiles y


dejan de serlo al escapar o salir del encuadramiento de esas relaciones. Así, la mercadería
es un conjunto de cosas mercantiles. Son mercantiles mientras forman parte de la
existencia de una tienda o almacén; dejan de serlo al ser vendidas por el comerciante para
el consumo. Puede decirse que al ser vendidas por el comerciante, éste ejecuta un acto
mercantil, y quien las compra para el consumo, ejecuta un acto civil. O sea, que el mismo
acto sería mercantil para uno y civil para el otro, un acto mixto, sujeto a distintos
ordenamientos. Modernamente eso no es así; el acto mixto de las teorías clásicas del
Derecho Mercantil ya no existe. Los actos que sean mercantiles para una de las partes, lo
serán para todas las personas que intervengan en ellos. Así lo prescribe el Art. 4 de
nuestro Código de Comercio.

Cosas de mercantilizad pura o esencialmente mercantiles son aquellas cuya existencia se


justifica porque nacieron precisamente para servir al comercio; d no existir, el comercio
sería imposible. La masificación de los actos mercantiles, la indispensable rapidez con que
debe realizarse, la simplicidad de sus formas y la agilidad que demanda el intercambio de
mercadería o servicios, demandan de cosas que se acomoden a todas esas exigencias,
cosas que son precisamente las que llamamos de mercantilizad pura. Cualquier acto
mercantil, aún cuando se trate de un acto aislado, no en masa, ejecutado por cualquier
persona, no un comerciante.
La calidad de acto mercantil le está dado, no por la naturaleza misma del acto ni por la
persona que interviene, sino por la cosa objeto del mismo. El concepto de cosa mercantil lo
reservamos para este tipo de cosas en razón de lo afirmado.

El Art. 5 del Código de Comercio al enumerar las cosas mercantiles se ocupa solamente
de las de mercantilidad pura, no de las accidentalmente mercantiles, pues su enumeración
sería a la vez que imposible, irrelevante.

La citada disposición expresa que son cosas mercantiles I.- Las empresas de carácter
lucrativo y sus elementos esenciales. II.- Los distintivos mercantiles y las patentes; y III.-
Los títulosvalores.

LA EMPRESA. CONCEPTO Y ELEMENTOS ESENCIALES


La empresa es el centro en cuyo alrededor gira toda actividad comercial. El desarrollo del
comercio, la industria y los servicios en la sociedad moderna lleva aparejo el desarrollo,
fortalecimiento y permanencia de la empresa. Hablar de lo uno es hablar de lo otro y
viceversa. En toda sociedad, cualquiera que sea el sistema económico y político
imperante, la empresa juega un papel preponderante en la consecución de fines
económicos y sociales. La empresa es esencialmente un centro de trabajo, pero no sólo
eso. Es el lugar en que se generan iniciativas, flujo de ideas e inquietudes; luchas sociales
y competencia. Tal es la trascendencia de la empresa que la misma no sólo le interesa al
Derecho Mercantil; también al Derecho Económico, al Derecho Laboral, al Derecho Fiscal,
etc., etc. Es un centro profesional, pues impulsa y hace evolucionar gran cantidad de
profesiones; la del mismo empresario o titular de la empresa que día a día perfecciona sus
iniciativas; la de los altos empleados que mejoran continuamente los sistemas y métodos;
los empleados en los diferentes campos van en la búsqueda de técnicas avanzadas, los
obreros se hacen diestros, diligentes y eficientes en al ejecución material del trabajo. La
empresa es eso; un conjunto de iniciativas, organización y directrices actuando sobre un
conjunto de bienes materiales para hacerlo producir bienes y servicios. La sociedad
consume bienes y servicios; no los consume por simple capricho, sino fundamentalmente
para satisfacer sus necesidades, mediatas e inmediatas. Para satisfacer sus necesidades
el hombre tiene que adquirir bienes y servicios, pues por la misma división del trabajador
no puede producir todo lo que consume. La empresa los produce precisamente para
distribuirlos y obtener beneficios de la distribución. La empresa es, pues, un conjunto de
bienes materiales, debidamente organizados y dirigidos de manera sistemática a la
producción de bienes y/o servicios para un mercado, con ánimo de lucro. Similar es el
concepto que de empresa nos da el Código de Comercio en su Art. 553, que a la letra dice:

“La empresa mercantil está constituida por un conjunto coordinado de trabajo, de


elementos materiales y de valores incorpóreos, con el objeto de ofrecer al público, con
propósito de lucro y de manera sistemática, bienes o servicios.”

Debe repararse que la empresa que es materia del Derecho Mercantil y que es cosa
puramente mercantil es la que tiene carácter lucrativo, lo que cuya actividad o
funcionamiento reporta para su titular un beneficio económico. Es definitiva la actividad
comercial lleva invívida la idea de lucro o de ganancia; se hace el comercio para conseguir
ventajas económicas. De manera que las empresas que no tienen ese carácter no son
cosas mercantiles y quedan, en consecuencia, fuera del campo de aplicación del Derecho
Mercantil. Tal es el caso de aquellas entidades que no obstante responder su organización
a los lineamientos generales de la empresa, las mismas no persiguen la consecución de
beneficios económicos, como los clubes de servicio, las asociaciones gremiales y las
instituciones oficiales y entes descentralizados del Estado. Todas desempeñan funciones
en pro de la comunidad o en provecho de sus asociados, pero el ánimo de lucro
desaparece.

Conviene señalar que las empresas agrícolas también están fuera del campo de aplicación
del Derecho Mercantil, lo mismo que el ejercicio de profesiones liberales. Una empresa
agrícola tiene carácter lucrativo, lo mismo que la oficina de quien ejerce una profesión
liberal. Con todo, no son empresas mercantiles. Aquí lo que se toma en cuenta, no es la
idea de beneficio económico, sino la masificación de sus actos. Un acto para ser mercantil
debe reunir dos requisitos: que se realice en masa y por empresa (Art. 3 ordinal I C.C.) La
actividad agrícola por su misma naturaleza no responde a la idea de masificación, pese a
las técnicas avanzadas; lo mismo puede decirse de las profesiones liberales, cuyo ejercicio
generalmente lleva aparejado el establecimiento de una empresa de servicios. El
profesional atiende casos aislados, diferentes unos de otros. No puede darse la
masificación de los actos.

La empresa es una cosa mercantil sin importar su tamaño. Para los efectos de su
calificación como tal debe estarse a su dimensión. Hay grandes empresas, medianas
empresas, pequeñas empresas y mini empresas. Su clasificación en este aspecto
dependerá de su capital de inversión, del tipo de actividad que realice, del campo
geográfico que abarquen sus operaciones, etc.etc. Su dimensión, si bien tiene relevancia
en el tratamiento que le dan las regulaciones del Derecho Mercantil, no la tiene para la
determinación de su carácter.

Dependiendo del tipo de actividad que la empresa realice, ésta puede ser de tres clases;
empresa industrial, empresa comercial y empresa de servicios. La actividad industrial en
términos muy generales es un conjunto de operaciones materiales ejecutadas para la
obtención de productos elaborados para el consumo; o dicho de otro modo, es la actividad
humana actuando sobre materias primas a fin de transformarlas en bienes para el
consumo. Las fábricas son empresas industriales. Una empresa es comercial cuando su
destino es la compra, distribución o ventas de mercancías, como el caso de una
distribuidora, un almacén o una tienda; y es de servicios cuando su destino sea
proporcionar al usuario beneficios derivados precisamente de los actos ejecutados por la
empresa, como en el caso del transporte, la energía eléctrica, etc. etc.

Del concepto que de empresa ha quedado apuntado podemos inferir sus caracteres y sus
elementos. La empresa es un conjunto de bienes materiales: edificios, mercancías,
mobiliario, maquinaria, materias primas, implementos de trabajo, etc. etc., cuya variedad,
naturaleza y cantidad dependen del tipo de empresa y de su tamaño. Es el elemento
material de la empresa, su patrimonio, su activo fijo. Es una universidad de bienes, pues
tienen una unidad de destino, que es la consecución de los fines de la empresa. Estos
elementos materiales constituyen lo que en materia contable se llama activo fijo, aquello
con lo que la empresa cuenta en todo momento.

Por la unidad de destino que como característica tienen los elementos materiales de la
empresa, éstos no pueden disgregarse por persecuciones individuales promovidas por los
acreedores del titular. Tampoco puede practicarse embargo aislado de los mismos, sino
que el secuestro debe referirse a la empresa en su conjunto.

Así lo prescribe el Art. 556 incs. 1º. Y 2º. Del Código de Comercio. Por la misma unidad de
destino que tienen los elementos materiales de la empresa, la misma tiene el carácter de
permanente, es una unidad económico-jurídica permanente. Esto es consecuencia del
papel relevante que se le atribuye a la empresa en el desarrollo económico social. Es una
fuente de trabajo y como fuente de trabajo debe ser segura en cuanto a garantizar a sus
empleados estabilidad en el puesto. Ser permanente la empresa, no quiere decir que sea
eterna, sino poseer tendencia a permanecer. Por la unidad de destino de los elementos
materiales de la empresa y por su carácter de permanente, cualquier contrato que sobre la
misma recaiga, dispone el Art. 557 C.C., comprende todos los elementos que esta
disposición enumera. El Art. 562 CC. Al estatuir que “Cuando una empresa mercantil deje
de ser explota por más de seis meses consecutivos, sin que su naturaleza justifique la
suspensión, perderá el carácter de tal y sus elementos dejarán de constituir la unidad
jurídica que este Código reconoce”, viene a contener una excepción a los principios de que
nos hemos ocupado.

La empresa es también un conjunto de bienes intangibles o incorpóreos, tan esenciales


para su funcionamiento como los bienes materiales. Entran aquí la organización, la
dirección, los distintivos comerciales, el aviamiento, etc. La iniciativa empresarial, o sea, la
concepción de ideas, sistemas o métodos relativos a la mejor marcha de la empresa y su
puesta en práctica, puede ser considerada también como elemento intangible de la
empresa. La organización mira a la estructuración de la empresa, que puede ir de lo más
simple a lo más complejo, según sean sus dimensiones, su naturaleza, del mercado que
cubra, etc. etc.

El trabajo es también un elemento intangible de la empresa. Esta es esencialmente un


centro de trabajo. Trabajo es todo esfuerzo físico y/o psíquico desarrollado en beneficio
propio o en beneficio ajeno y en la empresa capital y trabajo se combinan para producir
bienes o para producir servicios. Los trabajadores de una empresa se encuentran
vinculados a su titular mediante contratos de trabajo, regidos por un ordenamiento
especial, el Derecho del Trabajo. La enajenación de la empresa, a cualquier título no afecta
los contratos de trabajo existentes; el titular sustituto se subroga en los derechos y
obligaciones del sustituto derivados del contrato de trabajo. El Art. 6 del Código de Trabajo
sobre este particular textualmente dice: en su primer inciso:

“La sustitución de patrono no es causa de terminación de los contratos de trabajo, ni


afectará los derechos originados con motivo de la prestación de los servicios, salvo que
aquellos fueren mejores en la empresa del patrono sustituto, con la cual la que se adquiere
se hubiere fusionado”.

Confirman lo anterior el Art. 557 C.C. al consignar en su ordinal VI que:


“Todo contrato celebrado sobre una empresa mercantil, que no exprese lo elementos que
de ella se han tenido en cuenta, comprende; los contratos de trabajo, en los términos
establecidos en las leyes aplicables a la materia”;

Y el Art. 559 C.C. inc.1º. Que dice:


“Salvo pacto en contrario, quien adquiere una empresa se subroga en los contratos que no
tengan carácter personal, celebrados para el ejercicio de las actividades propias de
aquélla.”

Otros elementos intangibles de la empresa son el nombre comercial y los distintivos


comerciales. El nombre comercial, al igual que el nombre de las personas, sirve para
distinguir la empresa de las demás de su tipo. Su uso continuado da prestigio y forma
mercantil. Pude ser de dos clases: finalista y de fantasía. El primer hace alusión a las
actividades de la empresa, el segundo no, pudiendo ser caprichoso, y aún puede serlo el
nombre mismo del titular. El Art. 570 C.C. prescribe que “Adquiere el derecho al nombre
comercial la persona que primero lo aplica a una empresa o a un establecimiento
mercantil. Este derecho cederá ante quien primero lo inscriba en el Registro de Comercio”;

Y el Art. 571 ordena:


“El nombre comercial se formará libremente, pero en el no podrá figurar otro nombre propio
que el del titular de la empresa, a no ser que ésta o el establecimiento se transfieran
juntamente con dicho nombre a un nuevo titular, caso en el que se agregará alguna
expresión que indique el cambio efectuado. Tampoco podrán usarse nombres que puedan
confundirse con el de otra empresa dedicada al mismo ramo de actividad”.

Se colige de la primera disposición transcrita que el derecho al nombre comercial se


adquiere con su uso y se asegura con su inscripción.

Los distintivos comerciales se reservan para los artículos que se producen o negocian en
una empresa. Puede afirmarse que el nombre comercial singulariza la empresa y los
distintivos comerciales al producto; el derecho a su uso nace de la inscripción. Así lo
ordena el Art. 575 C.C., que a la letra dice:

“El derecho al uso exclusivo de una marca para distinguir la procedencia y calidad de los
artículos que se fabriquen o negocien en una empresa o en un establecimiento, puede ser
adquirido por el que la use o quiera usar, mediante su registro de conformidad con este
Código y la respectiva ley especial”.

Nos referimos en este párrafo a las marcas de fábrica y a las marcas de comercio,
llamadas también estas últimas marcas de distribuidor.

También son distintivos comerciales los emblemas, los lemas y las muestras. Los
emblemas son distintivos genéricos, los lemas y las muestras. Los emblemas son
distintivos genéricos, no referidos a un artículo determinado, sino a todos los procedentes
de una empresa, que los fabrica o los distribuye. Los lemas con expresiones o estribillos
propagandísticos y las muestras sin ciertas circunstancias o características especiales que
rodean el producto: forma, color, envoltorio, tamaño, etc.

Las patentes son también elementos intangibles de la empresa, que tiene que ver
directamente con la inventiva humana, con la creatividad del individuo. Inventar es crear
algo nuevo, aunque con materiales ya conocidos. Inventar no es lo mismo que descubrir.
Descubrir es hallar algo que ya existía, pero que estaba oculto o era desconocido. Las
patentes pueden ser de invención o de perfeccionamiento. Las de invención responden al
concepto dado. Las de perfeccionamiento suponen un invento anterior que se modifica, a
fin de mejorarlo. Quien realiza un invento o lo perfecciona tiene derecho a gozar de las
ventajas que la invención conlleva. El estado como premio y reconocimiento concede y
garantiza al inventor ese derecho, concesión a la cual se le llama patente. La concesión no
es por tiempo indefinido, se concede por cierto plazo, pasado el cual pasa el invento a ser
patrimonio de todo el mundo, pues es una creación del hombre, en la que constituyeron
inventos anteriores o descubrimientos.

Si las patentes suponen la existencia de una o más personas (inventor o inventores), que
gozan exclusivamente de sus beneficios ¡Cómo es que al hablar de ellas las ubiquemos
dentro de los elementos intangibles de la empresa? Ello, porque los derechos que
confieren las patentes pueden enajenarse en todo o en parte (Art. 594 C.C.), o porque el
titular de la patente es el titular de la empresa que explota el invento patentado (Art. 586
C.C.) o porque el titular de la patente es la empresa misma en el caso del Art. 588 C.C. En
todas estas situaciones, las patentes son parte de la empresa, son bienes incorpóreos de
la misma, con la salvedad que cuando recae un contrato sobre la empresa, ateniéndonos a
lo dispuesto por el inciso final del art. 557 C.C., sólo por pacto expreso se entienden
comprendidas en el contrato.

Otros elementos intangibles de la empresa son el aviamiento, el derecho a la clientela y el


derecho de llave. El aviamiento no es más que el beneficio o ventaja que representa
encontrarse una empresa en funcionamiento, en marcha o consolidada. Una empresa con
bastante tiempo de funcionamiento aventaja a otra similar recién establecida. Se dice que
aquella tiene aviamento. El aviamento es la organización, la dirección, el trabajo
coordinado, la contabilidad, etc., de una empresa en plena marcha.

El derecho a la clientela es una resultante de la fama mercantil o prestigio mercantil y eso a


su vez, consecuencia del aviamento. Tener derecho a la clientela quiere decir que ninguna
persona puede hacer algo que vaya en menoscabo de la fama mercantil o que ejecute algo
que vaya en menoscabo de la fama mercantil o que ejecute actos que en una u otra forma
influya en el ánimo del público para que se abstenga de relacionarse con la empresa o
para solicitar sus servicios. Una clara protección a este derecho la contiene el Art. 563,
cuyo texto es el siguiente:

“Quien enajena una empresa debe abstenerse, durante los dos años siguientes a la
transmisión, de iniciar una nueva empresa que pro su objeto, ubicación y demás
circunstancias puedan desviar la clientela de la empresa transmitida. En el caso de
usufructo o de arrendamiento de una empresa, la prohibición de concurrencia es válida con
respecto al propietario o al arrendador, por el tiempo que dure el usufructo o el
arrendamiento. Puede pactarse contra lo dispuesto en este artículo”.

El Art. 577 ord. II también es protector de este derecho.


El derecho de llave es el sobreprecio de una empresa establecida. El precio de la empresa
es la suma de los precios de sus elementos, más el valor de lo que significa su prestigio
mercantil, su clientela, y, en suma, su aviamiento.

Antes de continuar el desarrollo del tema, conviene aclarar que tanto las patentes, como
los distintivos mercantiles son cosas mercantiles, individualmente considerados (Art. 5 Ord.
II C.C.) y, por tanto, todo acto que recaiga sobre éstos, será un acto de mercantilidad pura,
según lo ordena el Art. 3 ord. II C.C.

NATURALEZA JURIDICA DE LA EMPRESA

Sabemos que la empresa es un conjunto de bienes materiales e intangibles, debidamente


organizados para producir bienes o servicios para un mercado, con ánimo de lucro. Pero,
¿Cuál es la naturaleza jurídica de la empresa? Tres teorías tratan de dar respuesta a la
pregunta. Una primera teoría atribuye a la empresa personalidad jurídica. Hace de la
empresa un sujeto de derechos y obligaciones. Los bienes que integran la empresa son el
patrimonio de esa persona jurídica, que es una persona jurídica distinta a la de su titular.
Por lo que se explicará adelante al hablar de las empresas individuales de responsabilidad
limitada, esta posición ha tenido alguna justificación, más sus seguidores son escasos y las
legislaciones la han ignorado.

Una segunda teoría, llamada teoría atomista de la empresa, propugna por que los distintos
elementos de la empresa, aún cuando formando un conjunto, conserven su individualidad.
Esta concepción contraviene el concepto mismo de empresa como unidad económica-
jurídica que es. Su aceptación acarrearía como consecuencia el que sus elementos fueran
de fácil disgregación o separación, al presentarse persecuciones judiciales frente a su
titular.

Finalmente, tenemos la teoría moderna, recogida por la legislación salvadoreña. La


empresa es una cosa en su conjunto, integrada por una pluralidad de cosas, que aún
cuando conservan su individualidad, todas constituyen una unidad económica-jurídica, con
el mismo destino y con tendencia a ser permanente. La empresa no es una persona
jurídica; los bienes o elementos que la componen y todos reunidos son cosas, respecto de
los cuales no cabe la posibilidad de que puedan adquirir derechos o contraer obligaciones.
Tampoco es la simple reunión de elemento que conservan su individualidad, susceptibles
de separación. Sólo constituyen la empresa la unidad económico-jurídica que es, puede
desempeñar cabalmente el papel que le corresponde desarrollar en el medio social. La
empresa es un centro de trabajo permanente, que fomenta y desarrolla el sistema
económico. Los Arts. 553, 554 y 556.

La empresa no es una persona jurídica, pero opera con la personalidad jurídica de su


titular. Titular de la empresa es quien explota la negociación, quien se aprovecha de los
beneficios que produce y carga con las pérdidas; quien obtiene las ganancias y afronta los
riesgos. Puede hacerlo tanto una persona natural, como una persona jurídica, como en el
caso de las sociedades. No deben confundirse los conceptos titular de una empresa con
propietario de una empresa. Propietario es el que tiene el derecho de dominio sobre ella;
titular es quien la explota, quien la trabaja. Generalmente ambas calidades coinciden en
una misma persona; el propietario casi siempre es el titular. Cuando la empresa se da en
arrendamiento o de la misma se cede el usufructo la coincidencia no existe, operaciones
que son perfectamente posibles en un mercado de libre contratación y de libre
disponibilidad de los bienes, las cuales se encuentran reguladas en los Arts. 559 inc. 3º.,
563 inc. 2º. Y 564, todos del Código de Comercio.

La empresa mercantil es una cosa y dentro de la clasificación de las cosas se ubica entre
los bienes muebles. El Art. 555 C.C. estatuye:
“La empresa mercantil es un bien mueble. La transmisión y gravamen de sus elementos
inmuebles se rige por las normas del derecho común”.

No obstante ser un bien mueble, la transmisión de la empresa está sujeta a ciertas


formalidades, las que cambian en atención de que su titular sea un sociedad o comerciante
social o sea un comerciante individual. Si es una sociedad su transmisión se hace con las
formalidades establecidas para la fusión y transformación de sociedades, o sea, aplicando
las regulaciones contenidas en los Arts. 315 y siguientes del Código de Comercio; y
mediante escritura pública que se inscribirá en el Registro de Comercio, si se trata de un
comerciante individual (Art. 558 inc. 2º. C.C) Las exigencias anteriores persiguen como
finalidad la protección del público y concretamente la protección de los acreedores de la
empresa. Su transmisión debe ser conocida por todos, debe hacerse con publicidad, lo
cual se consigue dándole cumplimiento a las exigencias anotadas.

No obstante su carácter de bien mueble, la empresa no se da en prenda, sino que se


hipoteca. Por el derecho común sabemos que la garantía prendaria recae sobre cosas
muebles y que la garantía hipotecaria recae sobre inmuebles. Asimismo sabemos que el
caso de la prenda hay desplazamiento de la cosa, la cual pasa a poder del acreedor y que
en la hipoteca el bien hipotecado continúa en manos del deudor. En derecho mercantil
estos principios sufren sustanciales modificaciones. La empresa que es una cosa mubles
se hipoteca, lo mismo que las naves (Art. 1551 C.C.) La explicación de este cambio está
en la difícil ocultación de la garantía. En el caso de la prenda la cosa pasa a poder del
acreedor, porque éste podría verse burlado en la seguridad de su crédito si la cosa
quedara en manos del deudor, dado lo fácil de su ocultación. No sucede lo mismo con la
hipoteca; el bien hipotecado no es de fácil ocultación, puede continuar en poder del
deudor, sin que el acreedor corra el riesgo de que pueda ser escondido u ocultado. La
empresa como las naves, son de difícil ocultación, pueden hipotecarse, sin mayor riesgo
para el acreedor. Por otra parte, se quiere que el deudor que hipoteca su empresa continúe
ejerciendo sus actividades, que la empresa continúe en marcha, lo que es más factible si la
misma sigue en manos de su titular. Para que los derechos del acreedor no se vean
afectados o corran algún peligro, el Art. 1552 C.C., dispone:

“En la hipoteca sobre empresa mercantil se entenderán comprendidos todos sus


elementos, sin necesidad de descripción nominal.
Esta hipoteca se inscribirá en el Registro de Comercio y le serán aplicables, en lo
pertinente, las disposiciones legales referentes a la prenda sin desplazamiento que
garantiza los créditos de producción. La empresa mercantil hipotecada podrá continuar
ejerciendo sus actividades, siempre que lo haga bajo la estricta vigilancia de un interventor
nombrado por el acreedor y cuyas facultades deberán considerarse en el instrumento
hipotecario. La remuneración del interventor será por cuenta del deudor, salvo pacto en
contrario”.

EMPRESA INDIVIDUAL DE RESPONSABILIDAD LIMITADA

Esta figura es nueva entre nosotros. Nace con la promulgación del Código de Comercio
vigente. El comerciante puede ser comerciante individual y comerciante social.
Comerciantes individuales son las personas naturales titulares de una empresa mercantil;
comerciantes sociales son las sociedades (Art. 2 C.C.).

Cuando el titular de una empresa es una sociedad la responsabilidad frente a terceros está
determinada por el tipo de sociedad. Si se trata de una sociedad de personas, los
miembros que la integran responden a las obligaciones sociales limitadas y solidariamente
entre ellos y la sociedad, si ésta es de nombre colectivo; y por el monto de sus respectivos
aportes, si la sociedad es de responsabilidad limitada. Si es comanditaria simple, los socios
comanditos responden como en la de nombre colectivos; y como en la de responsabilidad
limitada de los socios comanditarios (Art. 45 C.C.).
En las sociedades de capital, los accionistas limitan su responsabilidad al valor de sus
acciones (Art. 127 C.C).

Si el titular de una empresa es una persona natural, la regla es que responda


limitadamente por las obligaciones contraídas frente a terceros en el giro de la misma; o
sea que responderá no sólo con los bienes integrantes de la empresa, sino también con
aquellos que ninguna relación tienen con la misma, pero que le pertenecen. La aplicación
de esta regla es en alguna medida contraproducente al desarrollo del comercio. El
comerciante actual o en potencia quiere siempre limitar su responsabilidad, no quiere
arriesgar su patrimonio más allá de aquellos bienes que incorpora a la empresa. De allá
que el legislador le permita organizarse en empresa individual de responsabilidad limitada.

Hay aquí dos patrimonios: un adscrito a la empresa, afecto al cumplimiento de las


obligaciones que se contraen en el giro de la negociación; otro, no descrito a la empresa y
que garantiza el cumplimiento de las obligaciones que el titular contraiga fuera del giro
ordinario de la misma.

Como esto de la división del patrimonio es contrario a los principios generales, sobre que el
patrimonio de las personas deba mantenerse único, hay quienes sostienen que a la
empresa debe atribuírsele la calidad de persona jurídica, posición a la cual antes se ha
hecho alusión. Sin embargo ha dominado el criterio que recoge el Código vigente. El
patrimonio del titular se divide en patrimonio de afectación a las obligaciones mercantiles y
patrimonio de afectación a las obligaciones civiles. Esto, en definitiva no es ninguna
novedad. En las sociedades de capital y en las de responsabilidad limitada ocurre lo
mismo; los socios por las obligaciones mercantiles responden hasta el límites de sus
aportes o de sus acciones. Su patrimonio particular queda libre de persecuciones por
obligaciones de la sociedad. También cabe señalar, que en materia civil, en los casos de
los beneficios de inventario y de separación de bines, claramente existe separación de
patrimonios, sin que se hable de la necesidad de crear nuevas personas jurídicas. Si con la
empresa individual de responsabilidad limitada el público o terceros acreedores pudieran
correr algún riesgo en la protección de sus intereses, tal riesgo se cubre o evita
sometiéndose el titular a las exigencias, formalidades y publicidad que la ley ordena, tal
como sucede en las sociedades de capital y de responsabilidad limitada.

Sobre el tema que nos ocupa, por ser de sumo interés, copiamos literalmente fragmentos
de la Conferencia leída por el Profesor RENATO OZORES de la Universidad de Panamá,
en el curso de Derecho Mercantil, auspiciado por el Instituto Centroamericano de Derecho
Comparado, al que asistieron representantes de la Universidad de El Salvador.

“POSICION DOCTRINARIA. En tanto que las sociedades, generalmente llamadas de


“responsabilidad limitada” han tenido una consagración definitiva en el campo legislativo y
en el doctrinal, que en la actualidad nadie discute, las tendencias para establecer
disposiciones adecuadas que permitan a los comerciantes limitar a cierta suma el ámbito
de garantía de sus obligaciones profesionales, ha venido tropezando con marcadas
resistencias, que no llegan a manifestarse en argumentos convincentes. Antes de que, a
comienzos del presente siglo, DISKO elaborara su famoso proyecto sobre las empresas
individuales de responsabilidad limitada, que en 1929 adopta el Código Civil de
Liechstentein abriendo de este modo una brecha adicional al dogma de la unidad
patrimonial como garantía global de las obligaciones de su titular ya se habían manifestado
diversas opiniones proyectadas hacia la indicada meta, principalmente por WIELAND. Pero
desde la fecha en que la empresa individual de responsabilidad limitada ocupa posiciones
en el derecho positivo de primera vez, y única y hasta ahora, el campo doctrinal ofrece en
forma reiterada abundante cosecha de opiniones y conceptos que la discusión sigue
agitando en forma que promete dilatadas proyecciones. Sería poco práctico detenerse a
analizar con amplitud los criterios doctrinales, tan abundantes y dispares, que se han
manifestado con respecto a esta cuestión; pero puede ser ilustrativo mencionar algunos.
En España, hace más de treinta años que POLO señalaba la conveniencia de atacar de
frente el problema de la limitación de la responsabilidad del comerciante individual” para
concluir con una práctica viciosa a la que acuden aquellas empresas individuales que
pretenden acogerse a este beneficio, celebrando lo que ASCARELLI denomina negocios
jurídicos indirectos; es decir, la constitución de una sociedad con un solo socio como forma
de ejercer el comercio con responsabilidad limitada, fundando la sociedad cuando ya se ha
pensado devenir único propietario de todas sus participaciones. No sería acaso, camino
más correcto, conceder directamente la posibilidad de existencia del comerciante individual
de responsabilidad limitada, rodeando, eso sí, su existencia, de todas las garantías que se
estimen preciosas a los efectos de salvaguardar el derecho de posibles acreedores, tales
por ejemplo, de posibles acreedores, tales por ejemplo, la inscripción obligatoria en el
Registro Mercantil, responsabilidad limitada por su conducta extracontractual ilícita..”
Este autor repite más tarde su anterior opinión figurando, por lo tanto, entre los juristas
españoles que, como otros muchos de diversas nacionalidades, han venido sosteniendo la
necesidad de incorporar al derecho positivo normas que regulen la constitución y
funcionamiento de las empresas individuales de responsabilidad limitada, si bien hay que
reconocer que no faltan las opiniones en contrario, y algunas referencias al problema sin
pronunciamientos categóricos.

LOS TITULOS VALORES

CUESTIONES GENERALES
Los títulos valores constituyen la muestra más evidente de la movilidad de las operaciones
mercantiles; simbolizan la agilidad de cómo se realizan el intercambio y tráfico comerciales;
reflejan la simplicidad de los actos de comercio en su forma, representan seguridad y
garantía para el comerciante en la protección de sus intereses mercantiles. En suma, los
títulos valores vienen a constituir la cúpula de todo el avance, desarrollo y evolución que
tiene el comercio en la sociedad contemporánea.

Antes de la vigencia del Código de Comercio actual, no existía una regulación aplicables a
todos los títulos valores. Sólo algunos de ellos se encontraban regulados. El Código de
Comercio derogado únicamente regulaba de manera específica las acciones, la letra de
cambio, el cheque, el pagaré, el conocimiento de embarque, y en leyes especiales, el
certificado de depósito y el bono de prenda.

El desarrollo económico del país y concretamente el auge comercial hacen imperiosa la


necesidad de regular en sus aspectos generales y específicos todo lo relacionado con los
títulos valores. El recimiento industrial y comercial, el desarrollo de la Banca y el
aparecimiento de sociedades mercantiles de todo tipo influyen enormemente para que el
legislador adopte posiciones realistas y se manifieste en la forma señalada.

Los títulos valores son cosas puramente mercantiles o de mercantilidad pura, como al
principio de este trabajo se dijo. Su función es precisamente ayudar al tráfico mercantil.
Cualquier acto que sobre ellos recaiga, es un acto mercantil, aún cuando no sea hecho por
una persona o comerciante. En este sentido estos instrumentos desempeñan una función
económica. Pero también desempeñan una función jurídica. Jurídicamente, con los títulos
valores se persigue la circulación de los derechos sin las trabas que pone el Derecho Civil,
sirviendo el título de “fundamento de la pertenencia del derecho”. Así entendido, “del título
valor es un trozo de papel en el que está incorporada una obligación de contenido
económico, siendo en definitiva una cosa mercantil, apta para ser objeto de todos los
negocios jurídicos que recaen sobre la totalidad de los bienes incomercium”.

CONCEPTO Y CARACTERISTICAS

El Art. 623 del Código de Comercio al definir los títulos valores dice: “Son títulos valores los
documentos necesarios para hacer valer el derecho literal y autónomo que en ellos se
consignan”.

Conforme a la anterior definición, de los títulos valores se dan las siguientes


características: a) INCORPORACION.- El derecho es un anexo del título, en consecuencia,
el título es indispensable para hacer valer el derecho incorporado. La titularidad del
derecho depende de la tenencia legítima del título. Entre título y derecho hay una relación
íntima, al grado que el derecho se compenetra con el título que lleva consigo su propia
eficacia. Sobre este particular el Art. 629 C.C., establece: “El tenedor de un título tiene la
obligación de exhibirlo para hacer valer el derecho que en él se consigna. Cuando sea
pagado, debe entregarlo al pagador. Si es pagado sólo parcialmente o en lo accesorio,
debe hacer mención del pago en el cuerpo del título. En los casos de robo, hurto, extravío,
destrucción o deterioro grave se repondrá de conformidad con lo dispuesto en el Capítulo
XIII de este título.”

Dada la anterior característica, puede afirmarse que en materia de documentos y los


derechos que amparan, el título valor ocupa la más alta jerarquía. Hay derechos para cuya
existencia no es necesario documento alguno, y si éste existe sólo es para efectos
probatorios; hay documentos constitutivos del derecho; para que el derecho nazca debe
consignarse en el documento, pero son modificables por otros documentos y la pérdida de
éste no lleva consigo la pérdida del derecho, el cual puede probarse por otros medios
demostrada la pérdida de aquél. No ocurre lo mismo con los títulos valores, cuya pérdida
indefectiblemente acarrea la pérdida de derecho, pues éste por estar incorporado se
vuelve un anexo del título. Esto garantiza la circulación del título, pues da seguridad al
adquirente del título de la adquisición del derecho incorporado.

b) LEGITIMACION.- La presente característica es consecuencia de la anterior. Como el


derecho está incorporado al título, su tenedor legítimo es el dueño o titular de derecho.
Quien exhibe el título y legitima su tenencia, puede exigir el derecho anexado.
Dependiendo de la naturaleza del título varían los requisitos para legitimarse. Si el título es
nominativo, no sólo es necesaria la portación del título, sino que también se exige que el
traspaso esté registrado a favor de quien lo porta, como en el caso de las acciones
nominativas; si el título es al portador, basta su tenencia; y si es a la orden, además de su
tenencia se requiere la verificación de la secuencia de endoso. De aquí resulta que el
deudor se libera de la obligación pagando a alguien legítimamente le presenta el título, sin
importar quien sea, ni si lo tuvo en cuenta al suscribir la obligación. A este respecto el Art.
633 C.C., a la letra dice:

“La suscripción de un título valor obliga a quien la hace al cumplimiento de las prestaciones
y derechos incorporados a favor del titular legítimo aunque el título haya entrado en
circulación contra la voluntad del suscriptor o después de que sobrevino su muerte o
incapacidad”.

c) AUTONOMIA.- Los títulos valores generan dos tipos de relaciones: relación causal y
relación cambiaria. La relación causal es la relación jurídica anterior que da lugar a la
emisión del título; así por ejemplo, quien gira o endosa un cheque lo hace para pagar una
obligación previamente contraída y se emite una acción para documentar la participación
del socio en una sociedad de capitales. La relación cambiaria hace del título mismo y es
independiente de la relación causal que lo originó. En otras palabras: el título valor y el
derecho a él incorporado, son independientes de la relación causal que lo motivaron, y del
mismo modo, cada acto cambiario es independiente del que el precede, como del que le
sigue. Para aclarar esto último pongamos un ejemplo: en una letra de cambio las firmas del
librador y del librado aceptante son inválidas por cualquier motivo; quien estampe primero
su firma en el título queda obligado cambiariamente para con el beneficiario, en virtud de la
autonomía, de ese nuevo acto incorporado al título. El Art. 635 C.C. recoge esta
característica, al disponer que:

“La incapacidad de alguno de los signatarios del título valor, el hecho de que en éste
aparezcan firmas falsas o de personas imaginarias; o la circunstancia de que, por cualquier
motivo el título no obligue a alguno de los signatarios o a las personas que aparezcan
como tales, no invalidan las obligaciones derivadas del título en contra de las demás
personas que lo suscriba”.

d) LITERALIDAD.- El derecho incorporado al título es tal como consta en el título. No


afecta al título aquello que no aparezca en el texto del mismo. Cualquier circunstancia que
modifique, reduzca, aumente o extinga el derecho deba aparecer escrito en el título. Con
esta característica se quiere que cualquier persona que adquiere el título se dé cuenta del
derecho con su simple lectura. Si se hizo un abono parcial y éste nos e hizo constar en el
cuerpo del título, el suscriptor continúa obligado por la totalidad frente a su tenedor
legítimo, sin perjuicio de poder repetir lo pagado a aquél a quien hizo el abono. Sobre esta
particularidad de los títulos valores el Art. 634 C.C. dice:

“El texto literal del documento determina al alcance y modalidades de los derechos y
obligaciones consignados. La validez de los actos que afectan la eficacia de los títulos
valores, requiere que consten precisamente ene l cuerpo del documento, salvo la
disposición legal en contrario”.

FORMALIDADES

De los títulos valores se mencionan las siguientes formalidades:

I.- Deben extenderse en fórmulas impresas, generalmente utilizando papel de seguridad.


Esta formalidad no es obligatoria; el hecho de que se redacte en forma manuscrita o a
máquina no afecta la validez del título, pero el Art. 653 C. C. así lo autoriza:

“Todos los títulos valores, podrán sin necesidad de autorización alguna, ser extendidos en
formularios impresos, debiendo, en tal caso, pagarse con timbres fiscales los impuestos
que afecten su emisión”.

II.- El título no debe contener salvaturas, entrerrenglonaduras, testados y demás. Se


menciona esta formalidad a fin de determinar los efectos que produce su inobservación,
efectos que están consignados en el Art. 636, que a la letra establece:

“En caso de alteración del texto, los signatarios posteriores a ella se obligan según los
términos del texto alterado, y los anteriores, conforme al texto original. Cuando no se
pueda comprobar si una firma ha sido puesta antes o después de la alteración, se presume
que lo fue antes.

III.- Si al emitirse un título valor se dejaren espacios en blanco, se presume que el emisor
ha querido facultar a los tenedores legítimos futuros para que llenen estos espacios como
ellos prefieran. Por lo tanto, cualquier tenedor legítimo puede completar cualquier requisito
o formalidad que faltare al título. Sobre esto el Art. 627 C.C., estatuye:

“Los requisitos que el título valor o el acto incorporado necesitan, para su eficacia podrán
ser satisfechos por cualquier tenedor legítimo antes de la presentación del título para su
aceptación o pago. No podrán oponerse al adquirente de buena fe las excepciones
derivadas del incumplimiento de pactos celebrados para llenar los títulos en blanco.”

VI.- Para su validez y eficacia los títulos deben contener en su cuerpo las siguientes
formalidades.

1.- El nombre del título de que se trate. Esta exigencia deriva de la circunstancia de al
variedad de títulos valores existentes y de la confusión que podrían originar para personas
que ignoran sus características y que tienen que hacer uso de ellos por razón de sus
negocios. Las legislaciones exigen esta formalidad atendiendo a una recomendación de
juristas celebrada en Ginebra, conocida como Convención de Ginebra.

2.- Lugar y fecha de expedición del título. La fecha es indispensable para saber a partir de
cuándo debe contarse el plazo de vencimiento de la obligación y el lugar, porque éste
determina jurisdicción o competencia. Si no constare el lugar se presume que fue expedido
en el domicilio del librador (Art. 625 Inc. 2º.)

3.- Las prestaciones y derechos que el título incorpora.


Esta formalidad es la de mayor trascendencia, puesto que por la literalidad misma del
título, su tenedor legítimo no puede exigir otros derechos que no sean los consignados en
su cuerpo.

4.- Lugar de cumplimiento o ejercicio de los mismos. El lugar constituye título determinante
de competencia. Si la obligación contenida en el título no fuere cumplida, se exigirá
judicialmente en el lugar señalado para su cumplimiento. La omisión de este requisito se
suple con la presunción del inciso final del Art. 625 C.C.

5.- Firma del emisor. Esta formalidad no puede faltar ni puede suplirse. Sólo mediante la
firma se hace nacer la obligación incorporada al título. De la firma depende la autenticidad
y obligatoriedad de las relaciones cambiarias. La firma debe ser puesta por el emisor de su
puño y letra, o sea, que debe ser autógrafa, o, como lo dice el Art. 641 C.C.:

“Los títulos valores llevarán por lo menos, una firma autógrafa”.

Si el suscriptor de un título valor no supiere o no pudiere firmar, lo hará a su ruego otra


persona, cuya firma será autenticada por Notario (Art. 640 C.C.).

Los títulos valores pueden suscribirse y firmarse en representación de otro en dos casos:
mediante escritura pública de poder con facultad expresa para ello y por carta autenticada
dirigirá al tercero con quien habrá de operar el representante. En el primer caso la
representación se entenderá conferida para contratar con cualquier persona; en el segundo
caso, sólo con aquella a quien se haya dirigido la carta autenticada. Todo, de conformidad
a lo dispuesto en el Art. 642 C.C.

En relación con la suscripción y firma del título conviene hacer referencia a la capacidad.
Todo el que tiene capacidad para contraer materia civil y mercantil, la tiene para hacer
cualquiera de las operaciones cambiarias con los títulos valores: emisión, aceptación,
endoso, etc. El título suscrito y firmado por un absolutamente incapaz adolece de nulidad
absoluta, no tiene valor alguno y no es saneable por el transcurso del tiempo, si no es por
el lapso de la prescripción extraordinaria. Dada la autonomía del título, según se explicó
antes, la suscripción de un título valor por un incapaz no produce la nulidad de las
obligaciones derivadas del título, respecto a las demás personas capaces que lo han
suscrito.

LOS ACTOS CAMBIARIOS

Con los títulos valores pueden efectuarse los siguientes actos cambiarios:

I.- EMISION.- Llamase emisión al acto por el cual se pone en circulación el título valor. La
emisión del título se reduce a llenar los espacios en blanco del formulario impreso, por el
emisor, firmarlo y entregarlo. Con la emisión se concretiza la relación cambiaria, que
sustituye a la relación causal o se yuxtapone a ella. Por este acto, el emisor se obliga para
con el beneficiario a las prestaciones a que el título de derecho.

II.- ACEPTACION.- Es el acto de aceptar las obligaciones que el título incorpora. La


persona a cuyo cargo se ha librado el título, al aceptar se convierte en obligado final del
mismo, volviéndose solidario con el emisor. De los títulos valores los que requieren de
aceptación son las letras de cambio, pues éstas son las que libran a cargo de una persona
distinta del emisor. El Art. 714 C.C., estatuye;
“La letra podrá ser presentada por e tenedor legítimo o por un simple portador para la
aceptación del librado, en el lugar y dirección designados en ella al efecto. Si no se
indicare dirección o lugar, la presentación se hará en el establecimiento o en la residencia
del librado. Cuando en las letras se señalen varios lugares para la aceptación, se
entenderá que el tenedor puede presentarla en cualquiera de ellos”.

III.- ENDOSO.- El endoso es la transferencia de un título valor, por parte de su tenedor


legítimo a favor de un tercero, o la constitución a favor de éste de determinados derechos o
la delegación de ciertas facultades. Endosar significa aquí traspasar, habiendo, en el
fondo, una cesión de derechos, cuyas formalidades se simplifican al máximo. En materia
civil la cesión de derechos requiere de algunas formalidades: otorgamiento de un
instrumento en que el cedente manifiesta traspasar el crédito y el cesionario aceptarlo,
notificación al deudor, etc.; en materia mercantil no es necesario todo eso y la cesión es
perfecta con el simple endoso.

Desde el punto de vista formal el endoso puede ser de dos clases: a) Endoso completo,
consistente en la razón puesta al reverso del título, por la que se manifiesta endosarlo a
determinada persona, llamada endosatario, fechándolo y firmándolo; y b) Endoso en
blanco, que es la simple firma del endosante puesta al reverso del título. Desde luego que
el endosatario puede llenarlo, según quedó indicado anteriormente. Atendiendo a sus
efectos el endoso puede ser: a) Endoso pleno o endoso de propiedad, que produce dos
efectos: la transferencia del derecho incorporado al título y el volver al endosante
responsable solidario por las prestaciones contenidas, efecto que no se produce si el
endosante redacta la expresión “endoso sin responsabilidad”. “El endoso en propiedad
transfiere, dice el Art. 667 además de la propiedad del título, todos los derechos
incorporados y obliga solidariamente a los endosantes. Los endosantes pueden evitar la
responsabilidad solidaria, insertando la cláusula “sin responsabilidad”, u otra equivalente.”
“b) Endoso en garantía. Por esta clase de endoso se constituye un derecho de prenda
sobre el título y a favor del endosatario. Sobre esta clase de endoso el Art. 668 C.C.
prescribe: “El endoso con la cláusula “en garantía”, “en prenda” u otra equivalente confiere
el endosatario los derechos y obligaciones de acreedor prendario respecto del título
endosado y a los derechos incorporados, comprendiendo las facultades del endoso al
cobro. En este caso, los obligados no podrán oponer al endosatario las excepciones
personales que tengan contra el endosante. Cuando la prenda se realice en los términos
de este Código, lo certificarán en el documento los comerciantes que intervengan en la
venta; y llenando este requisito, al acreedor endosará en propiedad el título, pudiendo
insertar la cláusula que lo libera de responsabilidad.” C) Endoso al cobro. Esta clase de
endoso confiere al endosatario la facultad de exigir el pago de las obligaciones contenidas
en el título, sea judicial o extrajudicialmente.

Equivale a un poder especial para cobrar. La facultad de endosar al cobro es limitada, pues
únicamente puede hacerse a las instituciones de crédito, a las organizaciones auxiliares o
a los abogados (Art. 666 C.C.) El endosatario se vuelve un mandatario del endosante. El
Art. 669, establece: “El endoso que contenga la cláusula “al cobro” u otro equivalente, no
transfiere la propiedad, pero faculta al endosatario para presentar el documento a la
aceptación; para cobrarlo judicial o extrajudicialmente; para endosarlo al cobro y para
potestarlo en su caso. El endosatario tendrá todos los derechos y obligaciones de un
mandatario, incluso los que requieren cláusula especial, salvo el de transmisión del
dominio. El mandato contenido en el endoso no termina con la muerte o incapacidad del
endosante, ni su revocación surte efectos respectote terceros sino desde que el endoso se
cancela conforme al Art. 674.

En este caso, los obligados sólo podrán oponer al tenedor del título las excepciones que
tendrían contra el endosante.”
IV.- AVAL.- El aval no es más que una fianza solidaria, dada por la persona que lo
constituye y que se llama avalista, a favor de alguno de los obligados por el titular y que se
llama avalado. Puede avalarse a cualquiera de los signatarios del título, sea al librador, al
aceptante o los endosantes; si el avalista no indica a favor de quien avala, se presume que
lo hace el obligado final. De conformidad al Art. 228 C.C., el aval debe indicar la persona
avalada. A falta de indicación, garantiza las obligaciones del aceptante, y si no lo hubiere,
las del librador.

V.- PRESENTACION.- Los títulos valores se presentan para su pago o para su aceptación.
Como el obligado desconoce quien es el tenedor legítimo del título, pues no hay
notificación del endoso o endosos al deudor, es necesario presentárselo para su pago o
aceptación, so pena de caducar el título si no se presenta dentro del plazo. Mientras la
presentación no ocurre, la mora no se presenta.

VI.- PROTESTO.- El protesto es el acto por el cual se comprueba en forma auténtica que
el título fue presentado en tiempo para su pago o aceptación y que no fue aceptado o
pagado (Art. 753 C.C.) El protesto debe hacerse en acta notarial, con los requisitos que el
Código menciona (Art. 761 C.C.) salvo que el librador haya dispensado al tenedor del
protesto, lo cual sucede cuando se inserta la cláusula “si protesto” o “sin gastos” (Art. 754
C.C.)

CLASIFICACION DE LOS TITULOS VALORES

De los títulos valores se hacen varias clasificaciones, atendiendo el punto de vista que se
tome en consideración. Veamos las siguientes: I.- Desde el punto de vista de cómo se
emiten y transfieren se clasifican en títulos normativos, títulos a la orden y títulos al
portador. II.- Desde el punto de vista de los derechos que incorporan se dividen en títulos
de participación, títulos de crédito y títulos representativos. III. Atendiendo a la mayor o
menor relación que guardan con el acto causal, en títulos causales y títulos abstractos.

TITULOS NOMINATIVOS. Los títulos nominativos se extienden a favor de persona


determinada y se transfieren por endoso seguido de registro en los libros del emisor. El
nombre de la persona a favor de la cual se expiden debe constar tanto en el texto del
documento como en el registro de los mismos que lleva el emisor (Art. 654). La omisión de
esta formalidad hace que ningún acto u operación surta efectos contra el emisor o contra
terceros.

El registro del emisor debe contener: a) La emisión originaria de los títulos, según el acto
causal que origina la emisión; b) Los traspasos efectuados, con indicación de al persona
que adquiere el título, su numeración y el concepto en que el mismo ha sido traspasado; c)
Los gravámenes constituidos sobre el título; d9 Los embargos recaídos sobre el título; e)
La conversión del título nominativo a título al portador cuando esto sea posible; y f)
Cualquier otra circunstancia que merezca hacerse constar. Pertenecen a esta clase de
títulos: las acciones en la sociedad de capital, en tanto éstas no estén totalmente pagadas
(Art. 134 C.C.), los Bonos de Fundador, si así se estipulare en la escritura social (Art. 212
C.C.) y las acciones en las sociedades de capital variable por acciones, (Art. 311 C.C.)

TITULOS A LA ORDEN.- Son los que se emiten a favor de persona determinada, sin que
sea necesario registro alguno para considerar que el derecho se ha constituido o
traspasado. El traspaso del título y derecho incorporado se hace por endoso, seguido de la
entrega material. Pertenecen a esta clase la letra de cambio, el cheque y el pagaré.

TITULOS AL PORTADOR.- Se emiten sin incorporar al documento el nombre de persona


alguna, su traspaso se hace por la simple entrega material. No requieren de ninguna
formalidad, mucho menos de registro, en cuanto a su emisión y traspaso. El a cabalidad la
función de los títulos valores, en cuanto a que nacieron y existen para ayudar al tráfico
comercial.

TITULOS DE PARTICIPACION.- Son títulos de participación los que amparan el derecho


de una persona a participar en un negocio determinado. El tenedor legítimo del título se
vincula al negocio por la tenencia misma del título. Pertenecen a esta clasificación las
acciones, los bonos del fundador, los certificados de goce y los certificados fiduciarios de
participación. Los bonos u obligaciones negociables son títulos valores representativos de
la participación individual de sus tenedores, en un crédito colectivo a cargo del emisor (Art.
677 C.C.)

TITULOS CAUSALES Y ABSTRACTOS.- En algunos casos la causa se vincula al título,


pudiendo influir sobre los mismos; el título, se dice es causal. El principio de autonomía
sufre aquí modificaciones. El título es abstracto cuando la causa no se incorpora al título.
En los títulos causales la incorporación de la causa al título tiene relevancia, no sólo para el
primer tenedor, sino también para los posteriores; cualquier crisis en la relación causal o
fundamental acarrea o produce modificaciones en los derechos y obligaciones contenidos
en el título. En el caso de las acciones en una sociedad anónima el valor incorporado al
título necesariamente sufrirá modificaciones si se modifica el haber social; también se
modificarán los certificados de depósito o los bonos de prenda, cuando la mercadería se
deteriora o desaparece. Son títulos causales las acciones, los certificados de depósito, el
bono de prenda, los bonos u obligaciones, etc. Son abstractos la letra de cambio, el
cheque y el pagaré.

PALABRAS FINALES

Estimamos que en sus aspectos generales hemos tratado el tema objeto de este pequeño
trabajo. En ningún momento nos propusimos hacer un estudio profundizado y en todos sus
detalles de cada uno de los temas. El estudio de la empresa, de sus elementos y de los
títulos valores, abordados pormenorizadamente, constituye una tarea que sobrepasa
nuestra capacidad. No obstante, la lectura de la presente monografía, precisamente por
ser muy general, proporcionará al lector los principios fundamentales de los temas
estudiados.

BIBLIOGRAFIA

Introducción al Estudio del Derecho Mercantil, Dr. Roberto Lara Velado.


Los Títulos Valores en la Legislación Positiva, Dr. Vicente de Jesús Palencia.
Los Títulos valores Crediticios, Luis Muñoz.
Manual de Derecho Mercantil Español, Rubio Langle E.
Codigo de Comercio.

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