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sexualidades
Catalina González del Cerro
Curso: Educación Sexual Integral para estudiantes de profesorados universitarios
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Una de las características de esta mirada es la de presentar al deseo
sexual, fundamentalmente en el caso de las mujeres, como algo que
debe esconderse, castigarse o llevarse a su mínima expresión. La
virgen María, como figura femenina central de la tradición cristiana
representa los valores de la castidad, la piedad, la pasividad y la
maternidad abnegada, opuestos a la "promiscuidad" de las
prostitutas o solteras. "La santa vs. la puta" es una dicotomía que
resuena aún en el discurso social.
Por otro lado, el amplio campo de la biomedicina también ha jugado un papel fundamental en definir qué
prácticas son o no son “normales” o, en lenguaje médico, “sanos/patológicos”. Por ejemplo la obstetricia y la
ginecología han cumplido un rol central en el disciplinamiento de los cuerpos de las mujeres. Otro caso muy
estudiado es el poder que tiene y tuvo la psiquiatría para definir la “sexualidad sana”. En 1886, auge de la
ciencia positivista, el psiquiatra alemán Krafft Ebing publicó “Phsicopatyan Sexualis” un libro que se volvió
conocido por ser de los primeros en describir en detalle las diversas “parafilias”. La idea de que los médicos
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Para la Ley Ley 26.485 de Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los
ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, art. 6 e) la Violencia obstétrica es “aquella que ejerce el personal de salud
sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y
patologización de los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929”( conocida con el nombre de ley de parto
humanizado). Para más información ver el O bservatorio de Violencia Obstétrica (OVO). Es de destacar que la legislación de 2009
no contempla el hecho de que hay personas que no son mujeres pero tienen capacidad de gestar (por ejemplo varones trans) que
se atienden en los servicios de ginecología y obstetrícia y también son víctimas de los malos tratos.
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El mayo de 2017 se publicó el último informe H omofobia de Estado, elaborado por la Asociación Internacional de Lesbianas,
Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA) y una serie de m apas en donde se ven los avances y retrocesos en las legislaciones sobre
orientación sexual en el mundo.
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Resulta pertinente en esta instancia retomar la definición que se presenta en la Ley de Identidad de género (26.743/2012),
artículo 2: “Se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la
cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto
puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra
índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de
hablar y los modales”
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Ilustración de Alex Noriega http://www.snotm.com/
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La intersexualidad no es una patología ni una malformación congénita, sino una condición de no conformidad física con
criterios culturalmente definidos de normalidad corporal y hay quienes optan por referirse a la intersexualidad como una
diversidad corporal. Las prácticas médicas de "normalización", muy invisibilizadas, muchas veces se aplica sin que haya riesgo de
vida y tienen efectos muy significativos en la salud integral de aquellas personas, que sufren mutilaciones de niñxs sin su
consentimiento. Para más desarrollo al respecto, sugerimos el artículo de Mauro Cabral, “Pensar la intersexualidad hoy”(2003).
Otra definición más completa de la comunidad intersex proviene de este documento (en inglés) del año 2014, sobre el proceso de
revisión y reforma de la Clasificación Internacional de Enfermedades, que redactaron activistas intersex y enviaron a la OMS.
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Gayle Rubin es una antropóloga norteamericana que ha hecho importantes aportes a
los estudios de género y que en su artículo "Reflexionando sobre el sexo: notas para
una teoría radical de la sexualidad" escrito en la década del 80 describe la forma en
que las sociedades occidentales modernas organizan los actos sexuales según un
sistema jerárquico de valor sexual. Cada uno de las características que aparecen
ameritan un desarrollo, pero lo que nos parece relevante aquí es que da cuenta del
amplio espectro de las prácticas posibles y organiza las restricciones morales y legales
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Para ampliar las definiciones sobre “trans” y “cis” sugerimos e sta entrevista al investigador y activista trans Blas Radi
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Como veremos en la próxima Clase 2, fueron los movimientos feministas y de los movimientos
sociosexuales (a veces denominados LGTB por Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales, o de “disidencia sexual”),
lxs que revolucionaron los fundamentos de las relaciones sociales y sexuales al denunciar que existe un
proceso de normalización que resulta injusta, principalmente para los cuerpos feminizados y las
masculinidades no hegemónicas. Asimismo, en las últimas décadas se ha instalado el debate por la necesidad
de desesencializar a la identidad, al cuerpo e incluso a las relaciones de parentesco, como categorías
unificadas, coherentes y fijas; la mirada hegemónica es producto de fuerzas sociales que definen, moldean
y regulan los cuerpos para ajustarlos al orden dominante. También apoyados en estudios de las ciencias
sociales, por ejemplo de los campos de la antropología y de la historia, estos movimientos contraculturales se
ocuparon de mostrar que existen numerosos ejemplos que dan cuenta de la diversidad de prácticas y
sentidos atribuidos a los cuerpos sexuados en diferentes momentos históricos y en diferentes
configuraciones culturales.
Así como en las propias experiencias personales en torno a una misma práctica sexual puede tener sentidos
diversos en diferentes momentos de nuestras vidas, lo mismo sucede en diferentes épocas y territorios. Por
poner ejemplos clásicos, todos hemos escuchado hablar de las relaciones amorosas entre varones de la
antigua Grecia, o de la visibilidad de las prácticas sexuales en algunas tradiciones de otras latitudes, como el
famoso libro Kamasutra en la India. Las formas de organizar las relaciones de parentesco, el amor, el placer,
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En síntesis...
Es este primer apartado nos hemos ocupado de fundamentar la importancia de
desnaturalizar la sexualidad c omo primer paso para poder estudiarla, enseñarla y
también, por qué no, vivirla de un modo más libre y consciente. Los significados que le
atribuimos al cuerpo, a la identidad de género y al deseo sexual están socialmente
organizados y sostenidos por diversos lenguajes que intentan decirnos lo que es la
sexualidad, lo que debería y lo que podría llegar a ser. Es decir, marcan los límites de lo
posible, lo deseable y también lo imaginable en un determinado tiempo y lugar.
Asimismo, esta “mirada hegemónica acerca de los cuerpos sexuados” que fuimos
caracterizando no sólo atribuye expectativas sobre lo masculino y lo femenino, sino que
naturaliza como universales y superiores ciertos valores atribuidos a lo masculino, y a
su vez - y antes que todo eso - imponen una cosmovisión según la cual sólo existen
varones y mujeres. Pensemos en las leyes, en los rituales cotidianos o festivos, en las
producciones de las industrias culturales, y por supuesto, en las prácticas educativas,
como veremos a continuación.
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En el campo de la Historia, es conocido el estudio de Thomas Laqueur (1994) “La construcción del sexo. Cuerpo y género desde
los griegos hasta Freud”. Pierre. Clastres, Margaret Mead, E.E. Evans-Pritchard, B. Malinowsky, M. Godelier son reconocidos
antropólogxs que en sus etnografías describieron las prácticas y representaciones sobre la sexualidad que tenían los pueblos
estudiados, que para lxs conquistadores les resultaba escandaloso. “Los anormales somos nosotros” decía provocativamente la
antropóloga Ruth Benedict a principio de siglo XX tras el auge de la expediciones imperialistas; expediciones que se dedicaron a
estudiar y clasificar a los pueblos que ellos denominaron “primitivos” (es decir, “primeros” en la escala evolutiva) para reforzar el
pensamiento racista que ponía a europa como punto máximo de civilización, normalidad y orden natural.
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Este año se realizará la s éptima edición en diciembre en Paraná.
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Para ver
Llegadxs a este punto lxs invitamos a ver este breve video de Graciela Morgade,
elaborado para este curso virtual, en donde anticipa y contextualiza algunos de los
debates que nos preocupan en el campo de Educación, géneros y sexualidades a partir
de la pregunta: ¿Por qué decimos que “toda educación es sexual”?
Puede ver el video en el siguiente enlace: https://youtu.be/rEWMgkSEsyE
Esta autora enfatiza que en las aulas, en los pasillos y en los patios, por acción u omisión, se desarrollan
contenidos y expectativas relativas a los cuerpos sexuados. Este fue, asimismo, uno de los ejes a partir de los
cuales la normativa ESI fundamentó la necesidad de que la comunidad educativa se haga cargo de este
proceso silencioso: se quiera o no, ya se está enseñando sobre sexualidad, en general desde los enfoque
propios de lxs adultxs, aunque no se diga que se lo está haciendo. Manifiesta la urgencia, entonces, de tornar
explícito, de forma crítica, sistemática y rigurosa todo aquello que lxs jóvenes aprenden cotidianamente
sobre las expectativas de género. Felizmente también se aprende, de modo implícito o explícito, que existen
alternativas a esta clasificación rígida. Así, es posible delinear al menos dos grande preguntas dentro de este
campo:
● ¿De qué forma los espacios educativos colaboran con las miradas hegemónicos sobre los cuerpos
sexuados?
● ¿De qué forma pueden estos espacios colaborar en revertir estas miradas dentro y fuera del aula?
Este curso y la tradición de investigaciones de la que se nutre parten de un posicionamiento teórico y
político que nombramos como “pedagogía feminista”. Se trata de un enfoque que por un lado describe y
denuncia los múltiples dispositivos de disciplinamiento, y por otro lado propone y pone en valor
experiencias que tienden a subordinarlos. Planteamos que existen dos grandes vertientes de las que se nutre
esta tradición: los aportes de las teorías feministas -en particular desde la epistemología que problematizan la
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En la tesis doctoral González del Cerro (2018) se analiza los modos de la transversalización institucional de la perspectiva de
género. En el período previo y sobre todo posterior al primer “Ni una menos” se propiciaron las condiciones para una apropiación
de la ESI por parte de estudiantes y docentes orientada a una “politización de género”, que se corresponde con las características
de los feminismo populares y transversales actuales. Proceso que se dio en parte a partir de una revisión de los saberes
tradicionalmente legítimos, además de una tensión de los vínculos inter e intrageneracionales y de la necesidad de desbordar la
organización del tiempo y el espacio, propio de la gramática escolar. En la escuela analizada sucedió una notable puesta en valor de
los saberes del activismo feminista y de los producidos en la escuela por lxs mismxs docentes y por lxs jóvenes estudiantes.
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El androcentrismo es la visión del mundo exclusivamente desde en el punto de vista de los varones. La
raíz de la palabra de origen griego andros, que no se basa en la mirada de cualquier hombre, sino uno
arquetípico, el andros, que es aquel varón, amo y adulto ( distinto a mujeres, esclavxs y niñxs). Moreno
Sardá explicaba el androcentrismo en la Historia a partir de la definición de Victoria Sau en su
Diccionario ideológico feminista (Icaria, 1981): “El hombre como medida de todas las cosas. Enfoque de
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Otra autoras reconstruyen cómo los saberes extendidos sobre anticoncepción, aborto, parto, botánica, nutrición y otras que
tenían las mujeres en la edad media fueron violentamente expropiados, coincidiendo con la creación de las primeras instituciones
académicas que las excluían (Schiebinger, 2004), la caza de brujas y la transición del feudalismo al capitalismo ( Federici, 2004) .
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Para pensar
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Extracto del libro de lectura “Upa!”, creado por Constancio Vigil, que fue usado por varias generaciones a lo largo del Siglo XX
como material para aprender a leer y escribir.
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Al respecto sugerimos los libros locales compilados por Claudia Korol (2016, 2017)
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Les proponemos la lectura del capítulo de cierre del libro “Toda educación es sexual”
(2011, Ed. La crujìa), titulado “Algunas pistas...” , en donde Graciela Morgade, Jesica
Baez, Gabi Díaz Villa y Susana Zattara desarrollan el concepto de educación sexuada
justa, como contrapunto a las prácticas educativas tradicionales y en el cual amplían
algunos de los planteos presentados en esta Clase.
La educación sexual
Tras esta caracterización de las miradas hegemónicas y tras presentar los modos en que éstas interactúan en
el ámbito educativo, proponemos ahora retomar estas dos palabras, “educación sexual”, que presentamos al
principio de la Clase. Antes de la normativa ESI del 2006 ( que entre sus principales innovaciones fue tornar
universal y obligatorio el derecho de lxs estudiantes a recibir educación sexual integral) hubieron normativas
aisladas y experiencias de enseñanza explícita sobre los cuerpos sexuados, generalmente destinadas a mujeres
adolescentes. En el libro de Graciela Morgade (20011) se presentan una serie de modelos que organizan las
diversas formas en las que se tendió a dictar educación sexual en el país. Un modo de ver las diferencias entre
estos modelos es preguntarse cómo aparece allí definida la sexualidad, lo que debe ser enseñado al respecto,
dónde y cómo. También cada modelo puede leerse en términos de cómo entienden a la enseñanza escolar
misma, quiénes son lxs que saben y cómo son percibidos lxs destinatarixs. Es importante no perder de vista
que estos son modelos teóricos que se elaboraron a partir del análisis de distintas situaciones pedagógicas, y
que en la práctica suelen superponerse entre sí en una misma escuela o incluso en unx mismx docente.
Veamos de qué se trata:
Modelos hegemónicos
El enfoque educativo tradicional-moralista, supone que la sexualidad se reduce al coito cisheterosexual ; y
se centra en “lo que debe ser” y “lo que no debe ser”, “lo que está bien” y “lo que está mal”, de acuerdo con
prescripciones morales ya definidas y consideradas universales. Su supuesto pedagógico es que se debe
intervenir sobre la razón y la moral de lxs niñxs y jóvenes, que debe ser conducida porque se la considera
carente y desorientada, o abrumada por los sentimientos y las “hormonas”. Es una pedagogía mecanicista:
enseñar el ejemplo, aprenderlo y llevarlo a la práctica. La abstinencia sexual, en este enfoque, es enseñada
como modelo a ser seguido, y descansa sobre la noción de la sexualidad como genitalidad. Considera que “lo
que debe ser” se expresaría en un “orden natural” que es pensado como algo opuesto y/o superior a la vida
social, y por eso se termina hablando de “anormales” o “no natural”, conceptos que se aplican desde este
enfoque a algunas personas y a algunas prácticas. Por ejemplo, la idea de que la homosexualidad corrompe el
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Para ver
Vale mencionar que durante muchas décadas en la Argentina, el vacío normativo habilitó a las escuelas a
recurrir al mercado para validar el conocimiento sobre “la sexualidad”, como es el caso de empresas de
productos de salud y belleza corporal, que traían sus propios especialistas para hablar del desarrollo corporal
y a veces de la anticoncepción. Al final del encuentro se solían obsequiar productos de higiene menstrual a
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Modelos emergentes
Hay un enfoque que hoy tiene bastante visibilidad, sobre todo a partir de la presencia de algunxs
profesionales en los medios de comunicación, vinculado con el modelo de la sexología, que enfatiza la
necesidad de promover la enseñanza de “buenas prácticas” sexuales, prevenir disfunciones, problematizar
creencias y propiciar la exploración de modos personales o compartidos de conocer y disfrutar de la
sexualidad. Este enfoque concibe a la sexualidad como una construcción que está presente durante toda la
vida y tiene que ver con cómo percibimos nuestro cuerpo sexuado, qué nos sucede en las relaciones sexuales,
etc. Es una propuesta que le da importancia a la subjetividad, al disfrute, pero es un modo de ver la
sexualidad más bien individual. Las dimensiones colectivas y sociales como: qué lugar ocupamos en la
sociedad, cómo fueron construidos socialmente los sentimientos y las imágenes sobre masculinidad y
feminidad, qué procesos de demanda de derechos eso genera, etc., no son abordados. Es un modelo
vinculado más a la consulta y la terapia individual, entre sexólogx o expertx y el caso particular, que al
trabajo pedagógico en la escuela.
Una cuarta tradición es el que denominan judicial que se hace presente en las escuelas y que pone el énfasis
en cuestiones vinculares y éticas. Es aquella que encara la educación en la sexualidad desde los sistemas
judiciales, que enfatizan las situaciones de vulneración de derechos de niños, niñas y adolescentes, tales como
abusos sexuales, violación, violencia, maltrato, discriminación, etc., que numerosxs niñxs y jóvenes
atraviesan durante su infancia y adolescencia. Es un enfoque que regula la sexualidad desde el derecho, para
garantizar el respeto a lo más íntimo y personal de los niños, niñas y adolescentes, generando mecanismos
para protegerlxs y al mismo tiempo, valorarlxs como sujetos. Desde este punto de vista, se propone la
inclusión de una sólida formación en derechos humanos, la valoración de este enfoque por parte de todos
los actores escolares, y la enseñanza de habilidades relacionadas con el autocuidado y con la posibilidad de
identificar acciones abusivas por parte de lxs adultxs en el ámbito familiar e institucional. En algunas
instituciones se elaboran listados de recursos “amigables”, centros de salud barriales, líneas de teléfono
gubernamentales, u organismos que puedan actuar frentes a situaciones de abuso o violencias. Pero las leyes
y los derechos legislados no agotan la complejidad de la enseñanza de las normas sobre protección frente a
ciertos peligros, y pueden reforzar la judicialización de los vínculos cotidianos, además del temor a una
sexualidad concebida también como amenazante.
Por último, el modelo que incluye la perspectiva de género es sin duda es uno de los que más aportes ha
brindado a la construcción del carácter “integral” de la ESI y su énfasis en los derechos humanos. Este
enfoque busca develar la trama de relaciones sociales en las que se encuentran inmersos los cuerpos y busca
visibilizar que tanto los disfrutes como las violencias hacia los cuerpos sexuados están fuertemente
condicionados por las costumbres y valores del grupo social que integran los sujetos, particularmente por las
relaciones de poder entramadas en las diferencias leídas en términos de género, tal como vimos en el primer
apartado. En particular abona para que las voces usualmente desoídas de los movimientos de mujeres y de
los movimientos sociosexuales entren a las aulas y permitan revisar las miradas hegemónicas acerca de los
cuerpos sexuados; miradas que se sustentan en el pensamiento binario, esencialista y androcéntrico y que dan
forma a lo que usualmente se llama orden patriarcal cisheteronormativo.
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Para pensar
Es usual que cuando un contenido o una práctica educativa no se problematiza, algo
que idealmente debería darse en los profesorados, lxs educadorxs tienden a enseñar
con las herramientas cognitivas que tienen a mano y en general con la memoria de la
experiencia que tuvieron ellxs mismxs en su propio recorrido como estudiantes o en sus
biografías. Es así que cuando no existen instancias para detenerse a reflexionar sobre la
propia educación sexual, ese proceso de enseñanza se empobrece y es posible que se
repitan mensajes basados en prejuicios o sentidos comunes. Es por eso que lxs
invitamos a hacerse estas preguntas ¿Recuerdan cuándo, cómo y por quién fue que
recibieron “educación sexual” en sus escuelas? ¿Se asemeja a alguno de estos
modelos?
Es posible que ya se estén preguntando ¿Cómo es una enseñanza con perspectiva de género, una que sirva de
contrapunto a dichas miradas hegemónicas? No pretendemos dar aquí una receta ya que no existe ni sería
deseable proponer un “paso a paso” para los diversos contextos educativos. Pero sí aspiramos a brindar
herramienta para elaborar un enfoque que permita identificar y modificar estas miradas hegemónicas e
injustas en los distintos contextos. Lo mismo esperamos que pueda suceder con otras perspectivas críticas,
como la perspectiva de clase o la antiracista, que nutren estos procesos individuales y colectivos de
politización. Para orientarlxs mejor en la actividad de más abajo, a continuación presentamos una definición
tentativa de perspectiva de género. Decimos tentativa ya que, como plantearemos en la Clase que sigue, se
presenta como incompleta, abierta y permanentemente debatida (todo intento por definir suele resultar
problemático). Parte del ejercicio de este curso es revisarla a la luz de su puesta en práctica en los diversos
contextos educativos.
La perspectiva de género cuestiona y denuncia las injusticias derivadas de las normas y miradas
hegemónicas acerca de los cuerpos sexuados. A su vez, introduce dos dimensiones que resultan
centrales para el análisis de las desigualdades sexo genéricas. Por un lado, propone que la identidad de
género es una construcción social y no un rasgo que deriva de la anatomía (leída recurrentemente
como biología-natural). Lo que este enfoque pone en cuestión no es el nexo entre esa anatomía y el
género sino la relación causal entre estos términos. Por otro lado, aporta una perspectiva relacional
que sostiene las diferencias en términos de jerarquías socialmente construidas en el contexto del
capitalismo patriarcal, donde los cuerpos feminizados, pero también las construcciones no normativas
de la masculinidad, sufren condiciones desfavorables en relación a las masculinidades hegemónicas (
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Actividad 1 (obligatoria)
Para cerrar esta primera clase les proponemos ver este cortometraje “¿Cuál es la
diferencia?” del colectivo uruguayo de Ovejas Negras. Fue elaborado como parte de una
campaña para sensibilizar a trabajadorxs de la salud en relación la forma en que,
durante las interacciones en los centros médicos, se suele naturalizar el conjunto de
miradas hegemónicas que responden a lo que aquí llamamos “orden patriarcal
cisheteronormativo”. Se presentan escenas en donde por un lado se reproducen
mensajes y expectativas estereotipadas que abonan a este orden ( sin perspectiva de
género), y luego muestran la misma escena en las que lxs protagonistas modifican sus
dichos y sus acciones de forma de adecuarse a lo que aquí llamamos una práctica con
perspectiva de género. Este ejercicio de contrastación entre una escena sin y con
perspectiva de género invita a preguntarse ¿Es posible pensar interacciones
semejantes en otros ámbitos, como puede ser un espacio doméstico, una oficina, un
comercio? ¿Qué actitudes hacen la diferencia?
Consigna ( individual):
Luego de ver el video, escribí un relato breve en el cual narres una e scena q ue hayas vivido
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Cómo citar este material
González del Cerro, Catalina (2018) “Clase 1: Educación, géneros y sexualidades” en Curso virtual:
Educación Sexual Integral para estudiantes de profesorados universitarios. Editorial de la Facultad de
Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires, 2018. Libro digital, EPUB ISBN 978-987-4923-28-8
Revisión didácticaa cargo de Vannina Trentin
Esta obra está bajo una licencia Creative Commons
Atribución no comercial - CompartirIgual 4.0
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