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La mujer en el Perú: La Rabona separar a las mujeres de sus soldados o viceversa.

El
general Joaquín de la Pezuela, en sus memorias al frente
La Rabona del Ejército Realista del Alto Perú, menciona que “los
soldados no comían en rancho, ni era posible hacerlo
En ocasión del Día de la Madre, el 8 de mayo, resulta porque todos tenían sus mujeres siempre al lado…; ellas
propicio traer a la memoria el recuerdo de aquellas mismas buscaban la comida, robándola casi siempre en
mujeres que han formado parte del escenario social del los pueblos de indios cuando el ejército estaba pasando.
Perú. Es el caso de las llamadas “rabonas”, leales Siempre iba delante de las marchas y cuando el soldado
compañeras del soldado, quienes en su singular rol de llegaba al punto de la jornada ya la mujer le tenía hecha
mujeres de guerra corrieron la suerte del sacrificio a lo la comida…” Ni la llegada del general José de La Serna
largo de gran parte del siglo XIX. y su experiencia militar peninsular aplicada en 1817 en
Las“rabonas” fueron aquellas mujeres que acompañaban el Ejército del Alto Perú pudo cambiar esa modalidad;
a los soldados en las campañas militares que ocurrieron así lo refiere García Camba: “… e intentó con mano
en el siglo XIX, denominadas así por desplazarse a fuerte corregir la perniciosa costumbre de que un
retaguardia de las tropas, aunque muchas de sus labores ejército de mujeres siguiera a las tropas en sus
se desarrollaban en la vanguardia, adelantándose a la expediciones, las cuales si bien ofrecían la conveniencia
llegada de los soldados. También han sido conocidas de preparar, diligentes, la comida de sus relacionados,
como “cantineras” al interior de las organizaciones también aumentaban desmedidamente el consumo y
militares, sin embargo, el apelativo de “rabonas” es más eran una langosta para los pueblos, haciendas o
antiguo y difundido, llamadas así en desdén por la rancherías adonde llegaban…”
incomprensión de su rol en la vida del soldado y su Es en las primeras décadas republicanas, que se refieren
representación social; cuando, por el contrario, estas a ellas como “rabonas”, según se encuentra en los
esforzadas mujeres lo dieron todo antes, durante y testimonios de Eugene de Sartiges y A. de Botmiliau,
después de cada batalla. viajeros franceses que recorrieron el Perú en 1834 y
La historiografía registra su aparición junto con las expresaron así su admiración: “…las rabonas están con
primeras unidades militares, compuestas por indígenas él en todas partes y lo siguen en sus marchas más
que luchaban bajo la bandera de los ejércitos realistas en penosas, llevando a veces un hijo sobre los hombros y
la guerra contrarrevolucionaria de inicios del siglo XIX. otro suspendido a sus vestidos. Se ha visto al ejército
Su participación trasciende la independencia y las peruano comandado por el general San Cruz recorrer
encontramos en las guerras republicanas de la época de hasta veinte leguas por días, entre las montañas, sin que
los caudillos hasta finales de la guerra con Chile. jamás lo abandonaran las mujeres. Esta perseverancia es
Estas mujeres eran las esposas o concubinas de los en realidad notable… Por dura y fatigosa que sea esta
soldados y eran toleradas por los jefes para facilitar la vida, la rabona parece hallarse a su gusto. Cuando el
adaptación del recluta y evitar su deserción, así se soldado entra en el cuartel, ella le sigue y aún allí se
fueron integrando a la vida militar, donde encontraron encarga de los cuidados domésticos. Si de nuevo se da la
un rol excepcional en la historia. Fueron acompañantes orden de partir, se pone alegremente en camino… No
del soldado en la vida de campamento, las marchas en son regimientos, son poblaciones íntegras las que un
campañas y en pleno combate. Demostraron ser general peruano arrastra tras de sí.” (Veinte leguas
infatigables en la zonas más agrestes del país, equivalen a 84 km, aproximadamente)
desplazándose a la par del soldado, adelantándose a las
zonas de descanso para preparar los alimentos, llevando
sobre sus hombros los utensilios de cocina y los magros
enseres para el reposo, más aún, a este carguío muchas
sumaban a un niño de pecho y hasta eventualmente
transportaban un arma. Además no rehuían al combate,
por el contrario, con valor llegaban a empuñar las armas
contra el enemigo y en las horas más difíciles de la
contienda, sin reparo alguno a los fuegos de la batalla,
atendían a los heridos hasta caer con ellos o llevarlos
desconsoladamente a la sepultura.
En las memorias del general realista Andrés García
Camba, este señala su participación en la batalla de El soldado y la “Rabona”, acuarela de Pancho Fierro a inicios de
Umachiri del 11 de marzo de 1815, durante el cruce la República
del río Llalli, donde la retaguardia fue cubierta “por la
valentísima defensa en que trabajaron hasta las mujeres El viajero suizo, Johan Jacob von Tschudi, que estuvo
de los soldados”. En vano intentaron los jefes realistas en el Perú en la década de 1840, escribió: “Estas
mujeres no causan molestia alguna al avance rápido de
las columnas, al contrario, lo facilitan al aliviar a los La escritora Flora Tristán, francesa, de familia peruana,
soldados de parte de sus trabajos y les proveen descanso en sus crónicas realizadas sobre su estadía en el Perú en
y alimentación adecuada. También se proveen de sus 1833-34, relata algunas representaciones de la mujer del
propias necesidades y ni el estado ni los comandantes de siglo XIX. De la “tapada” limeña escribe extensamente,
las tropas se preocupan de ellas. Durante las batallas se resalta su coquetería que encandila a propios y
mantienen cerca de las tropas sin estorbarlas, después extranjeros, describiendo con exactitud la calidad y
del combate buscan a los heridos y les curan…; laboriosidad de la saya y el manto, lo fino de las telas de
finalizando: “su destino no es de envidiar…”. raso importado y algodón, las prendas de terciopelo y la
Sobre su participación en la guerra con Chile, el elegancia del calzado adornado con bordados; narra
investigador inglés Sir Clements Markhan, en 1881, también los placenteros paseos de las “tapadas” en el
refirió de ellas: “…fieles y sufridas criaturas que siguen Paseo de Aguas y en Amancaes. De las “rabonas”,
a los ejércitos en sus largas y fatigosas marchas… No menciona Flora Tristán que “son mujeres indígenas que
reciben ración sino que se alimentan con parte de la que abrazan ese modo de vida voluntariamente y soportan
toca a sus cónyuges”; asimismo, del combate en los las fatigas y afrontan los peligros con un valor…”;
arenales del Perú, donde el agua era escasa, escribió: “la refiere, además, que no tienen belleza y que “esto es
rabona casi siempre se ingenia para tener con qué concebible por la naturaleza de las fatigas que
humedecer los labios del herido. Otras veces, puede resisten…, soportan la intemperie en los climas más
vérsela buscando el yacente cadáver de su amado e opuestos, sucesivamente expuestas al ardor abrazador
imprimiendo en sus labios el último beso, indiferente a del sol de las pampas y al frío de las cimas heladas de
las balas que silban en su derredor… su solo las cordilleras”; y de su indumentaria relata: “llevan por
pensamiento era socorrer al que ama y generalmente todo vestido una falda corta de lana que le cae hasta las
perecer en el campo de batalla”. rodillas, una piel de carnero en medio de la cual hacen
un hueco para pasar la cabeza y ambos lados les cubren
El repase, óleo de Ramón Muñiz (1888), con imagen la espalda y el pecho. No se ocupan de lo demás. Los
de la “rabona” en la guerra con Chile pies y los brazos siempre están desnudos”. Diverso fue
En las Listas de Revista de los batallones “Ayacucho 9 el destino de ambas mujeres, quienes solo encontraron
de Diciembre Nº 5”, “Tarma Nº 7” y “Concepción Nº en común el haber vivido en la misma época.
27”, del mes de diciembre de 1880, previo a las batallas Con el fin del siglo XIX, también desaparece este
para la defensa de Lima, aparecen con la denominación personaje, al ser implementadas las reformas militares
de “cantineras”, junto al nombre del soldado al que del nuevo siglo.
seguían, siendo estas las mujeres que el común conocía Es entonces, una tarea pendiente el justo homenaje a la
como las legendarias “rabonas”; con ello siquiera se les mujer que acompañó al soldado peruano en las horas de
dio un reconocimiento nominal en parte de la estructura la batalla, superando a pie las escabrosas alturas andinas
de un batallón en combate. y las calientes arenas del desierto costero, llevando solo
la belleza interior de la fidelidad por el hombre que
representaba su vida. Estas líneas llevan ese propósito.
Lista de Revista del Batallón “Ayacucho 9 de Un monumento a ellas veneraría su imagen, aunque tal
Diciembre Nº 5”, de 1880, que incluye las “rabonas” vez resultaría empequeñecido ante tanto sacrificio por
Fueron estas mujeres el soporte moral del soldado, los suyos.
superando aquella función administrativa que le cupo
llevar en los inicios de la formación de los ejércitos
republicanos, donde si bien tuvieron un incipiente rol
de carácter logístico en los abastecimientos para la
alimentación, descanso y cuidado del soldado, sirvieron
fundamentalmente para conjugar la rigidez de la vida
militar con las arraigadas costumbres sociales de los
soldados particularmente andinos. Con ello, la escena
del soldado junto a la “rabona” e incluso con hijos, que
recorren el país en los avatares de los conflictos del siglo
XIX, se convierte en la expresión de la presencia directa
del pueblo en las guerras; es decir, es la nación en los
destinos del Perú.
Por ello, está pendiente el reconocimiento de los
peruanos de hoy a esta fiel compañera del soldado,
aquella que la literatura poco adorna, más bien la
olvida.

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