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SÍNTESIS ARGUMENTATIVA: VISIÓN PANORÁMICA DEL CONTEXTO

DANIELA PALACIOS ORTEGA

UNIVERSIDAD LIBRE

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

LIC. EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN HUMANIDADES E


IDIOMAS

BOGOTÁ D.C

2019
VISIÓN PANORÁMICA DEL CONTEXTO

CONSTANZA MOYA

A lo largo de los años, el estudio de la lingüística ha despertado el interés de


varios campos disciplinares que han establecido una relación más clara entre
los puntos convergentes de lengua, pensamiento, contexto y cultura. El
contexto, por ejemplo, se ha estudiado en diferentes momentos de la historia y
se ha tomado desde la perspectiva lingüística, situacional, cognoscitiva y socio
cognitiva, con el fin de explicar la compleja y profunda interacción comunicativa
humana.

Ahora bien, la autora Constanza Moya define el contexto como todas aquellas
circunstancias que acompañan al texto proporcionándole sentido. Comenzando
desde la noción de este concepto desde la perspectiva lingüística, autores
como Hjemslev, abordan el contexto como “el conjunto de elementos que en el
marco de las relaciones sintagmáticas permite la presencia de unidades
lingüísticas compatibles de acuerdo con las restricciones estructurales que
supone la lengua.”1

De igual manera, Martinet [2] retoma las relaciones sintagmáticas y


paradigmáticas para formular el principio de doble articulación, el cual se refiere
a la manera como se integran las unidades de nivel inferior para formar
unidades mayores. Por su parte, Harris y Firth [3] extienden la influencia de las
relaciones sintagmáticas y paradigmáticas al campo del significado.

Lo anterior, da una primera mirada hacia la primera noción de contexto


meramente estructural, que poco a poco fue evolucionando y abriéndose hacia
otros campos y perspectivas, como la situacional.

Ésta aborda el contexto desde autores como Halliday [4], quien lo entiende
como un conjunto de subsistemas semánticos asociados a un hecho particular,
cuyos constituyentes son: el campo del discurso, referido al marco institucional;
el tenor del discurso, referido a la relación entre participantes y por último el
modo del discurso, el cual alude al canal de comunicación adoptado.

Asimismo, otro autor que brindó aportes relevantes desde esta perspectiva, fue
Coserieu [5], quien concibe 4 tipos de entornos comunicativos: la situación, que
incluye las circunstancias y las relaciones espacio-temporales; la región,
definida como una categoría espacial dividida en: zona, ambiente y ámbito; el
contexto que hace referencia a toda la realidad que rodea un signo, un acto
verbal y un discurso y que a su vez se divide en idiomático, verbal y
extraverbal. Finalmente el universo del discurso, definido como la matriz
universal de significaciones de la que depende cada discurso producido.

Otros autores, como Humberto Eco [6], quien relaciona estructuras de la lengua
y estructuras sociales, o Firth [7], quien dirige su atención hacia aspectos como
los participantes, su acción verbal y no verbal, los efectos de la acción verbal,
etc., contribuyeron en gran parte durante este período.

Lo anterior indica que al momento de tener en cuenta el contexto, es necesario


observar y analizar los datos en la situación determinada en donde se
manifiestan las piezas discursivas. Esto puede analizarse a partir de un
ensayo, una clase, un interrogatorio, un artículo o incluso una conversación
informal.

Posterior al contexto situacional, surge la perspectiva cognoscitiva. Fueron tres


los autores que abordaron el contexto: Van Dijk [8], lo definió como un
esquema cognitivo y experiencial que sirve de base para la configuración
lógico-semántica del discurso. Lyons, por su parte, afirmó que el significado de
un enunciado depende fundamentalmente del contexto.

Por último Sperber y Wilson [9] desarrollaron la teoría de la relevancia, la cual


fue la más destacada de esta corriente, cuya definición de lenguaje se plantea
como una construcción psicológica dada por un subconjunto de los supuestos
que el oyente tiene sobre el mundo y que emplea en la interpretación de
enunciados que proceden de la percepción, la memoria enciclopédica y la de
corto y largo plazo.
Todas las anteriores perspectivas convergen en el modelo socio-cognitivo
propuesto por Van Dijk, quien define el contexto de dos maneras: la primera, la
abstracción altamente idealizada de la situación comunicativa la cual contiene
hechos que determinan sistemáticamente la adecuación de las expresiones
convencionales, en la que intervienen tanto los actos como los participantes,
sus estructuras internas y la caracterización temporoespacial. La segunda
definición, la plantea como el conjunto estructurado de todas las propiedades
de una situación social.

Por último, Van Dijk [9] también propone modelos de contexto los cuales
representan la manera como los participantes de un evento comunicativo ven,
interpretan y representan mentalmente las propiedades de una situación social,
es decir, están encargados de monitorear los aspectos pragmáticos del
discurso y están construidos a partir de un esquema general, modelos previos
activados, creencias personales, partes previas del discurso en desarrollo y las
partes previas del texto.

En este punto, estos factores de contexto socio-cognitivo y social, orientan,


sitúan y determinan la significación del mismo. Cada vez se analizan más
factores del acto comunicativo que contribuyen a la explicación de la
interacción comunicativa humana.

A modo de conclusión, es evidente que el acto comunicativo va mucho más allá


de un intercambio lingüístico, pues constituye un arte profundo constituido por
la inteligencia, la experiencia, el humor, la persuasión y muchos otros aspectos
que vistos desde cualquier perspectiva, están compuestos por la cultura, un
componente que hace posible que la facultad exclusiva e innata del ser
humano se exteriorice y se puedan manifestar las más profundas ideas y
pensamientos.
BIBLIOGRAFÍA

1 MOYA, Constanza. Visión Panorámica del contexto. Bogotá: Universidad


Nacional, 2001. p. 145-165.

2 Ibid., p. 145-165.

3 Ibid., p. 145-165.

4 Ibid., p. 145-165.

5 Ibid., p. 145-165.

6 Ibid., p. 145-165.

7 Ibid., p. 145-165.

8 Ibid., p. 145-165.

9 Ibid., p. 145-165.

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