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historia de la salvación, había comenzado, pese a la distancia cro- mu~do» (Mt. 13:30,39,49), cuando serán excluidos los elementos
nológica de la consumación final. Consecuentemente, Jesús pre- malignos que ahora pugnan contra el señorío de Dios.
senta el Reino en varias de sus parábolas como una realidad pre- Hallan asimismo lug.ar en este grupo las parábolas indicado-
sente. La está enfatizando cuando declara: «El Reino de los cielos ras de la cnSIS escatológica, con las perspectivas de juicio que, pa-
es -no "será"- semejante a ... », eso aun en los casos en que la pa- ralelarnente a la de los beneficios salvíficos, abre la parusía de
rábola apunta a acontecimientos escatológicos. Cnsto. Destacan las parábolas de las diez vírgenes y de los talen-
En el grupo de parábolas que se refieren a la llegada del Reino ~os. (Mt. 25), del siervo vigilante (Lc. 12:36 y ss.), del mayordomo
de Dios como un hecho acaecido podemos incluir la del sembra- infiel (Mt. 12:45 y ss.) y de las minas (Lc. 19: 11 y ss.).
dor (Mt. 13:3 y ss. y paralelos), la primera parte de las del trigo
y la cizaña (Mt. 13:24), de la semilla de mostaza y de la levadura Interpretación
(Mt. 13:31-33), de los obreros de la viña (Mt. 20: 1 y ss.), de los vi-
ñadores malvados (Mt. 21 :33 y ss.) y del festín de bodas (Mt. 22: 1 Por su misma naturaleza, las parábolas se prestan a ser inter-
y ss.). En algunas de éstas hay una parte que señala aspectos fu- pretadas sIg~llendo el método alegórico, con todos los inconve-
turos de la acción de Dios y del destino de los hombres; pero la mentes 9.ue ~ste lleva aparejados.
parte inicial describe la situación de la nueva era inaugurada con La historia de la interpretación bíblica, desde los primeros si-
la proclamación del Evangelio. glos hasta nuestros días, nos muestra la facilidad con que muchos
A este grupo podrían añadirse buen número de parábolas que expositores han alegorizado los textos parabólicos, dando a cada
destacan facetas diversas de la dispensación evangélica: el amor persona, a .cada objeto y a cada acción un significado particular.
de Dios, su provisión salvífica a favor de los hombres, la necesi- U.~ buen e)em)?lo nos lo ofrece Agustín de Hipona en su explica-
dad de que éstos se arrepientan, el deber de la gratitud y del per- CIOn .de la parábola del buen samaritano, según la cual, el hombre
dón, de la confianza y la perseverancia en la oración, la fidelidad q.ue Iba de Jerusalén a Jericó representa a Adán. Jerusalén es la
en el servicio, etc. Entre otras cabe mencionar el maravilloso tríp- c~udad.de la paz celestial, cuya dicha perdió Adán al pecar; Jericó
tico de la oveja extraviada, la dracma perdida y el hijo pródigo simboliza la luna, y ésta, a su vez, significa la mortalidad del
(Le. 15), las parábolas del fariseo y el publicano (Lc. 18:9 y ss.), de hombre, 'pues la luna nace, crece, mengua y muere. Los ladrones
los dos hijos (Mt. 21 :28 y ss.), de los dos deudores (Mt. 18:23 y ss.; son el. diablo y sus, ángeles: lo~ golpes, la incitación a pecar; el
comp. Le. 7:41 y ss.), del juez injusto (Le. 18:1 y ss.), de los talen- despojamiento, la pérdida de la mmortalidad; la condición del he-
tos (Mt. 25: 14 y ss.), etc. ndo (e medio muerto»), el deplorable estado moral del hombre
:r
caído: el sacerdote el levita, el sacerdocio y el ministerio del An-
2. El Reino que progresa. En torno a él podemos agrupar las tíguo Testamento, mcapaces de salvar el samaritano el Señor
parábolas llamadas de crecimiento, en las que se destaca el aspec- etcétera.' ' "
to dinámico del Reino de Dios en su proceso histórico. En ese pro- Este .modo de inte~pretar nos. introduce en un bosque de deta-
ceso no todo es positivo y alentador. Junto a los evidentes logros lles, cuajados d.e «lecciones» espIrituales, las que el intérprete ha
aparecen males innegables. La buena semilla llevará fruto, yero creído descubnr; pero no se llega a encontrar el significado origi-
una parte se malogrará (Mt. 13:3 y ss.). En el campo crecerá e tri- nal de la parábola, que es lo que importa. Siempre debe tenerse
go, pero, inseparable de él, también la cizaña (Mt. 13:24 y ss.). presente que, por lo general, con cada una se pretende enseñar
La red será echada al mar y recogerá peces buenos y malos una lección básica. La tarea del intérprete es extraer correcta-
(Mt. 13:47 y ss.). Pese a esa diversidad de resultados, el Reino, in- mente esa lección, sin distraerse -o extraviarse- en un intento
destructible, avanza y crece hacia la plenitud de su consumación. de «enriquecer» su exposición con múltiples analogías ajenas al
Tal es la enseñanza de las parábolas del grano que se desarro- propósito de la narración.
lla (Mr. 4:26 y ss.), de la semilla de mostaza y de la levadura En .toda parábo~a debe distinguirse entre el continente y el
(Mt. 13:31 y ss.). . contenido, entre la Imagen y la realidad que la imagen represen-
ta; entre los detalles del.relato y las enseñanzas que éste entraña.
3. El Reino en su manifestación futura. Aquí podemos in- y es el contenido, la realidad, la enseñanza, lo que se debe buscar.
cluir algunas de las parábolas que ya hemos mencionado, pues su
parte final es descriptiva del «tiempo de la siega», del «fin del 2. Ouaestiones Evangeliorum, III, 19; cit. por C. H. Dodd, Las Parábolas del Rei-
no, pp. 21, 22.
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Así lo entendieron ya, frente a los entusiastas de la alegorización, pecto presente del Reino como el futuro.' En cualquier caso la co-
Juan Crisóstomo, Teofilacto y el propio Orígenes, tan da?o a ale- rrección efectuada por estas nuevas orientaciones resulta saluda-
gorizar. Con gran acierto escribía .Teofil~cto: «~o n?s mcumbe ble, pues las parábolas, inseparables de las enseñanzas de Jesús
ocuparnos excesivamente en consideraciones mmucrosas sobre sobre el Reino, contienen ---como pudimos observar al ocuparnos
todas las partes de las parábolas; haciendo uso de las que resulten del tema- un mensaje mucho más intenso, más profundo, más
adecuad:;ts al punto principal q~e se presenta ~nte nosotros, debe comprometedor que las generalidades de simples corolarios
prescindIrse del resto que coexiste con la parabola, pero no con- éticos.
tribuye en nada a dicho punto.» 3 ••
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a) Contenido esencial. Ha de analizarse la parábola obser- qu~ se adquiere. Este problema se resuelve, a mi juicio, con las si-
vando los protagonistas, su carácter, el progreso de la acción, su guientes consideraciones. En primer lugar, dado que los oyentes
punto culminante, así como las palabras que se repiten o que pre- de Jesús concebíaJ?- el Reino d~ Dios como el gran objeto de espe-
sentan un especial relieve. Hágase la prueba con la parábola del ranza y de plegana, no necesitaban ser convencidos de su valor.
hijo pródigo (Le, 15: 11 y ss.) y se verá hasta qué punto avanzado En segundo ,lugar, estas parábolas como la mayoría de las pará-
se consigue llegar mediante el mencionado análisis. bolas de Jesus, presentan un ejemplo de conducta humana e invi-
tan a dar un juicio sobre ella. ¿Fue necio el campesino al empo-
b) Ocasión. La situación particular que motiva la parábola brecerse para comprar el campo? ¿Cometió el mercader una te-
siempre es iluminadora. De ahí lo útil 3e algunas preguntas: mendad Imperdona?le al v~nder toda su hacienda para comprar
¿Cuándo fue referida? ¿En qué circunstancias? ¿Fue dirigida a al- una sola perla? A pnmera VIsta, sí. Pero el financiero que triunfa
guien en especial? ¿A quién? ¿En qué actitud espiritual se encon- es el que sabe cuándo conviene endeudarse. Lo importante es es-
traban los oyentes? En la mayoría de los casos hallamos datos tar cO,~'pleta.~ente seg~ro ,?el valor de lo que se compra. ¿Y cuál
orientativos. Tal sucede en las parábolas de los dos deudores es la situación en la VIda ? .. Hemos de imaginar una situación
(Mí. 18:21 y ss.), los dos hijos (Mt. 21 :23-32), la oveja y la drac- en la que destaque la idea de grandes sacrificios con vistas a un
ma perdidas y el hijo pródigo (Le, 15), la viuda y el juez injusto fin valioso ... Estáis de acuerdo en que el Reino de Dios es el bien
(Lc. 18:1 y ss.), etc. supremo; en vuestra mano está poseerlo aquí y ahora si, como el
que halló el tesoro y como el mercader de perlas, os olvidáis de
e) Fondo cultural y existencial. Las parábolas se basan en vuestras preocupaciones: "¡Seguidme!"» 7
elementos tomados de \a naturaleza 'Y de \a actividad b.umana~
pero a menudo tales elementos tenían un carácter simbólico. Por
ejemplo, en la simbología hebrea, la siega era figura del fin del d) Posible paralelism.o con otros textos. Algunas parábolas tie-
mundo; la de las bodas y el vino, del tiempo de salvación; la hi- n.en marcada semejanza con otras o son referidas con alguna va-
guera, del pueblo de Dios, etc. Si nosotros queremos captar obje- nante por dos o más evangelistas. En ambos casos 1(;1 compara-
tivamente el significado de una parábola, hemos de situarnos en ción es útil, bien para confirmar bien para enriquecer su signifi-
el plano cultural de quienes la escucharon de labios de Jesús. Muy cado. La parábola de la oveja perdida en Lc. 15, por ejemplo, se
sugestivas al respecto son algunas de las notas de J. Jeremías en complementa admirablemente con la de la dracma perdida, y de
sl:l. estu?i? sobre las parábolas; por ejemplo, las relativas a la del la co.mparación emergen con mayor relieve, si cabe, las tres ideas
hIJO pródigo. Tras exponer con detalle las formas legales judías de d~mmantes: estado de 'perdición, ~úsqueda diligente y recupera-
transmisión de bienes de padres a hijos, resalta lo que el hijo me- CIOn gozosa de lo perdido. En conjunto, ambas exaltan la acción
nor realmente quiere: ser -ilegalmente- indemnizado y organi- redentora de Dios en favor de los pecadores. Y si cotejamos las
zarse una vida independiente: Las observaciones que sobre cos- dos parábolas mencionadas con Mt. 18:11-13, advertimos que el
tumbres judías siguen en el resto del comentario no son menos es- énfa~is recae sobre la superioridad del gozo en el caso de la oveja
clarecedoras. perdida que es hallada; el pastor «se regocija más por ella que por
Asimismo, inseparablemente del aspecto cultural debe tomar- las noventa y nueve que no se habían descarriado».
se en cuenta la situación existencial de los primeros oyentes y de El paralelismo puede extenderse provechosamente a otros tex-
la decisión con que la proclamación del Reino de Dios los enfren- tos, especialmente a parábolas o metáforas del Antiguo Testamen-
taba. C. H. Dodd presta gran atención a este aspecto de la inter- to. La parábola de los labradores malvados nos hace pensar en el
pretación y son realmente valiosas sus observaciones sobre el pen- cantar de la viña de Is. 5. No sólo los puntos de semejanza son no-
sarmento o las costumbres de los judíos en relación con las pará- tables; en el pasaje de Isaías encontramos la clave de la interpre-
bolas que analiza en el capítulo IV, titulado «La situación en la tación: «Ciertamente la viña de Yahvéh de los ejércitos es la casa
vida». Entresacamos lo que escribe sobre la del tesoro oculto y la ~e I~r.ael; y los h~m?res ~e Judá planta deliciosa suya. Esperaba
de la perla preciosa (Mt. 13:44-46): «Por lo que se refiere a su in- justicia, y he aqui VIOlenCIa; rectitud, y he aquí alaridos.» No era
terpretación, el único problema real reside en si el tertium compa- difícil para los sacerdotes y los fariseos entender lo que Jesús que-
rattonis es el inmenso valor de la cosa hallada o el sacrificio con ría significar (Mt. 21 :45).
6. Interpretación de las Parábolas, Ed. Verbo Divíno, p. 115. 7. Op. cit., pp. 111, 112.
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e) Obsetvaciones hechas por Jesús mismo. En no pocas pará- otro puede proporcionarnos la orientación correcta. En la mencio-
bolas, antes o después del relato, hallamos alguna fr~se de Jesús nada parábola del mayordomo infiel, Dodd ve la clave de la situa-
que determina la verdad central. Las palabras del Senor sobre el ción originaria del siguiente modo: «El relato habla de un hombre
deber de perdonar «hasta setenta veces siete» (Mt. 18:21-22) nos situado ante una crisis que puede llevarle a la ruina. Compren-
dan claramente la clave para fijar la enseñanza capital de la pa- diendo la gravedad de su situación, se pone a reflexionar y descu-
rábola de los dos deudores. La alusión a los publicanos y las ra- bre un medio drástico para salir del apuro. Los oyentes son invi-
meras que van al Reino de Dios delante de los sacerdotes y líderes tados a admitir que ese hombre, a pesar de ser un canalla, tuvo
de Jerusalén (Mt. 21: 31) concreta la lección de la parábola de los el mérito de afrontar la crisis con realismo y espíritu práctico. En-
dos hijos que la precede: la puerta de entrada en el Reino no es tonces pensaría que, según Jesús afirmaba constantemente, ellos
una falsa profesión de fe, una adhesión mental a la palabra de mismos se hallaban ame una crisis decisiva. Seguramente Jesús
Dios, sino el arrepentimiento, la metanoia, la conversión. La ver- les habría dicho en conclusión que era de sentido común reflexio-
dad medular de la parábola del banquete de bodas se desprende nar en serio y actuar con audacia para afrontar la crisis. Ésta es,
de la declaración de Jesús al final de la misma: «Porque muchos a mi juicio, la aplicación más probable de la parábola y entonces
son llamados y pocos escogidos» (Mt. 22:1-14). Lo que se pretende es bastante adecuado el ulterior comentario del evangelista: "Los
enseñar es la respuesta indigna de los «muchos» al generoso con- hijos de este mundo son más prudentes que los hijos de luz."» 9
vite de la salvación hecho por Dios. La recomendación de «orar
siempre y no desmayar» (Le. 18:1) nos muestra la necesidad de la 2. Comparar la verdad contenida en la parábola con la enseñanza
perseverancia en la oración y la confianza en la perfección de Dios global del Nuevo Testamento. Una interpretación que discrepe del
como la verdad esencial contenida en la parábola del juez injusto tenor general de la Escritura o de cualquiera de sus doctrinas fun-
(Lc. 18:2-8). damentales debe ser rechazada.
En algunos casos, las observaciones de Jesús las hallamos Este principio básico de la hermenéutica general merece la
antes y después del cuerpo de la parábola, lo que du~lica la ayuda máxima atención en la interpretación del tipo de textos que nos
exegética. Véase como ejemplo la parábola de la oveja perdida en ocupa. Descuidar su aplicación es exponernos a errores. Si de la
Mt. 18: 12, 13. Las declaraciones que la enmarcan no pueden ser parábola del hijo pródigo, por ejemplo, dedujéramos como verdad
más iluminadoras: «El Hijo del Hombre ha venido a buscar y sal- central que lo único necesario para la salvación del hombre per-
var lo que se había perdido» y «así no es la voluntad de vuestro dido es la confianza en el amor perdonador de Dios, sin necesidad
Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeños» de expiación, incurriríamos en contradicción respecto a uno de
(vv. 11 y 14). los postulados básicos de la teología bíblica (véase una síntesis ta-
Dicho cuanto antecede, hemos de admitir la dificultad con que jante de ese postulado en He. 9:22, entre muchos otros textos que
se trofieza a veces para señalar la verdad central de una parábo- podríamos citar).
la. Ta sucede con la del mayordomo infiel (Le. 16:1-15), sin duda Como norma general puede decirse que, aunque algunas pa-
la más difícil de interpretar. Una vez considerados todos los datos rábolas pueden enseñar o ilustrar una doctrina, ninguna debería
que suelen ayudarnos en la exégesis, no resulta demasiado claro ser usada para probarla o apoyarla. El desprecio de esta norma
su propósito. Las propias palabras de Jesús no son del todo escla- ha llevado a lo largo de la historia a afirmaciones gratuitas, ca-
recedoras. ~Qué es lo que el Maestro quiere grabar en la mente de rentes de soporte genuinamente bíblico. Ya Ireneo y Tertuliano
sus discípulos? ¿La necesidad de ordenar la vida en la tierra con tuvieron que prevenir contra los abusos de los gnósticos, quienes
miras al destino eterno (v. 9), la responsabilidad del cristiano torcían el sentido de las parábolas acomodándolo a sus particula-
como administrador de los «negocios» de Dios (v. 10) o el impe- res puntos heréticos. Posteriormente los cátaros, con sus princi-
rativo de una entrega a Dios y los intereses de su Reino sin dico- pios dualistas, hicieron de las parábolas objeto de forzadas mani-
tomías de ningún género (v. 13)? Como ha afirmado C. H. Dodd. pulaciones exegéticas. No veían en ellas nada relativo al pecado y
«casi podemos ver aquí unas notas para tres sermones distintos a la redención; en cambio encontraban abundante material que
sobre la misma parábola».' usaron para apoyar sus especulaciones relativas a la creación, el
No obstante, la reflexión en torno a todos los datos puede dar- origen del mal y la caída de los ángeles. Como muestra de su
nos la luz que necesitamos. Cuando uno de ellos parece poco útil, «exégesis», podemos citar su interpretación de la parábola del
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mayordomo infiel, en la que veían una descripción de la caída de CUESTIONARIO
Satanás."
El católico Bellarmino, teólogo prominente del siglo XVI, se va-
lió de la parábola del buen samaritano en su intento de probar
que el hombre (Adán) l?~imeram~nte fue despojado de su justicia 1. Indique la naturaleza y el propósito de las parábolas referidas
original y despues sufno las hendas del pecado." por Jesús según los datos que hallamos en los evangelios.
En tiempos más recientes las parábolas han sido también uti-
lizadas, quizá con excesiva parcialidad, en los deb~tes sobre. el 2. Señale los principios básicos que deben observarse en la interpre-
milenio. «En general, los arnilenaristas y posmilenaristas han m- tación de toda parábola.
terpretado ciertas pa.rábolas <;on optimismo,.mientras que los pre-
milenanstas y los dispensacionalistas han interpretado las mIS- 3. Interprete, con indicación expresa de la lección correspondiente,
mas parábolas de modo pesimista. Por ejemplo, el crecimiento de las siguientes parábolas:
la semilla de mostaza hasta convertirse en árbol y la acción de la
levadura que leuda toda la masa han sido tomados por los prime- El trigo y la cizaña (Mt. 13:24-30).
ros como una enseñanza del desarrollo poderoso y expansión del La levadura (Mt. 13:33).
cristianismo; para los otros enseñan la corrupción de la iglesia El crecimiento de la semilla (Mr. 4:26-29).
profesante.»" De hecho, hay parábolas que dan pie al optimismo El hijo pródigo (Le. 15:11 y ss.).
(la del grano que germina y crece) y las hay que equilibran ese op- El rico y Lázaro (Lc. 16:19y ss.).
timismo con realidades de signo pesimista (la del trigo y la ci-
zaña).
En todos los casos, cualquier aspecto del Reino o cualquier
doctrina que parezcan hallarse contenidos en la parábola como
enseñanza sustancial, antes de su reconocimiento como tal, he-
mos de analizarlo comparándolo con los textos fundamentales de
la Escritura. Y en ningún caso ha de permitirse que los presupues-
tos teológicos impidan distinguir lo que sin ellos probablemente
se vería de modo más claro y natural. Sólo así los mensajes de las
parábolas llegarán a nosotros con el encanto de su auténtico sig-
nificado y con la plenitud de su fuerza original.
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HECHOS DE LOS APÓSTOLES