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UNA TEORIA GENERAL SOBRE EL ORIGEN DE LA

DELINCUENCIA SEXUAL WILLIAM L. MARSHALL

MIGUEL ÁNGEL RONCEROS ANTON

ANGELITA CARMIÑA CACHAY LLAJA

RESUMEN

El presente ensayo es un resumen acerca de una parte de la Teoría sobre


el origen de la delincuencia sexual, expuesto por William L. Marshall en su
libro Agresores Sexuales, en el cual pretendemos responder a las siguientes
interrogantes: ¿Cuál es el enfoque de la etiología de la agresión sexual que
explica la Teoría de Marshall? ¿Qué factores sugiere esta Teoría tomar en
cuenta para la evaluación psicológica de supuestos agresores sexuales?
Consideramos que este artículo pueda aportar, en su humilde resumen y el
aporte de otros autores, un acercamiento a un enfoque prometedor del
entendimiento del comportamiento de la agresión sexual; así mismo, al
comentar este recurso teórico esperamos fomentar en el Congreso interés
por la investigación empírica de este modelo y/o que nos compartan las que
existan.

El Abuso Sexual: Un Problema Universal

El abuso sexual es un problema universal latente y patente que se encuentra


presente en todas las culturas y sociedades involucrando una combinación de factores
individuales, familiares y sociales. Este fenómeno ha tenido un aumento tal es así que
en Perú se han registrado a nivel nacional 6751 denuncias de violación de la libertad
sexual, en el año 2009; 5273, en el año 2010; 7421, en el año 2011; 8881, en el año
2012; y 8611 denuncias en el año 2013(1). Freddy Vásquez, psiquiatra del Instituto de
Salud Mental Hideyo Noguchi estima que el 36% de casos de violación sexual no se
denuncian (2).

Quienes cometen un abuso sexual se denominan agresores sexuales. Javier


Urra (2003) en la introducción a su libro Agresor Sexual nos habla acerca del desarrollo
normal y establecimiento de mecanismos empáticos, como la compasión al dolor ajeno
y ponerse en el lugar del otro, durante la niñez; y advierte que cuando éstos mecanismos
no se adquieren entonces la persona se deshumaniza, despersonaliza, se endurece tal
que para conseguir satisfacer sus necesidades no desestimará utilizar la agresión. Este
autor de manera general define a los agresores sexuales como: “seres con inmadurez
psicosexual, que agreden para autoafirmar un Yo inseguro, y se caracterizan por poseer
un elevado grado de hedonismo y muy baja resonancia emocional” (3). En sí el abordar
esta temática implica una naturaleza compleja que va más allá de identificar un perfil del
agresor sexual toda vez que se sabe que los agresores sexuales no constituyen un
grupo homogéneo. (4)

Es sabido que las estadísticas de casos de abusos sexuales no llegan a reflejar


la realidad, debido a que las víctimas no se perciben como tales, en especial en los
casos en que se ha sentido algún nivel de placer en el abuso, o cuando las agresoras
mujeres han atentado contra varones menores de edad, quienes lo perciben como
“suerte” el mantener ese tipo de relaciones seguramente por patrones sociales
machistas o aquellas que presentan distorsiones cognitivas. Se acrecienta el número de
casos sin develar quizás por creer haber incitado a la agresión, lo que Fattah identifica
como víctima que consciente libremente hasta incluso deseosa o suplicante (5), o por la
coerción que ejercen sobre las victimas los agresores, llamadas por Fattah víctimas sin
consentimiento (5), por lo tanto, es un fenómeno difícil de conocer en su real dimensión.

Enfocarse en los agresores no es una mirada común, pues los esfuerzos se


centran mayormente en las víctimas más que en los agresores. Sin embargo, acercarse
al conocimiento de ellos es importante en el medio forense con para el tratamiento y la
prevención.
ETIOLOGÍA

Dentro de la teoría sobre la delincuencia sexual desarrollada por W. Marshall


señala que los hombres deben aprender a controlar su tendencia innata a satisfacer sus
propios deseos, especialmente en lo que se refiere a la relación entre sexo y agresión.
También se ha encontrado el papel de algunos factores como: Vínculos Paternos
Filiales; Relaciones estrechas entre adultos, la soledad, y los estilos de apego, la historia
sexual juvenil, las influencias socioculturales, la pornografía, los procesos de
condicionamiento, la autoestima y la empatía. De ellas se desarrollan las siguientes:

Influencias Biológicas

Los mamíferos poseen un impulso sexual innato, en la satisfacción de éste se


generan estrategias para afrontarlo, algunos especialistas esgrimen explicaciones
genetistas, y otras miradas de carácter ambientalista. Sin embargo, la investigación
científica realizada demuestra que todos los miembros de una especie realizan el mismo
comportamiento agresivo bajo las mismas condiciones, independiente de que hayan
crecido en ambientes distintos. La evolución ha dotado a los hombres de poner en
práctica ciertos comportamientos para conseguir sus propios objetivos sexuales.

Los mismos sistemas neuronales intervienen en la agresión como en el sexo,


junto a que los mismos esteroides que activan la agresión, a su vez, activan también el
sexo. En la base de estos comportamientos se encuentra el sistema endocrino
(hormonal), en específico la testosterona junto a otros esteroides sexuales. A lo anterior
se puede considerar que la adolescencia es donde se produce una actividad hormonal
de esteroides sexuales que activan y aumentan los niveles de agresión e impulso
sexual. Estos comportamientos, tanto los agresivos como los sexuales, estarían
modulados (regulados) por el aprendizaje (social).

Experiencias en la Infancia
La relación entre padres e hijos tienen una importancia fundamental en los niños,
a partir de ello estudios más radicales han sugerido que relaciones pobres entre padres
e hijos pueden derivar en comportamientos delictivos, y para ello han descrito que estos
padres “anómalos” son agresivos, alcohólicos y tienen problemas con la ley. Otro
estudio descubrió que los problemas de apego entre madre e hijo predicen un
comportamiento antisocial en la edad adulta, y que el apego entre padre e hijo predicen
la agresión sexual en la adultez.

Tomando en consideración que muchas de las teorías del comportamiento


transgresor de ley incluidos los agresores sexuales adolescentes están basadas en el
estilo de apego, se hace necesario un acercamiento al tema. Bowlby fue el primero en
resaltar la importancia de los lazos entre padres e hijos en el desarrollo (apego), a partir
de ello y, con los trabajos de Ainsworth quien ha establecido tres tipos de apegos entre
padres e hijos: seguro, evitativo y ansioso ambivalente y/o Bartholomew quién distingue
cuatro estilos de apego entre los adultos: Seguros, preocupados, temerosos (evitativos)
y despreciativo.

Cuando uno de los padres, al menos, es cariñoso y sensible con el niño éste
desarrolla una manera segura de relacionarse con los demás, en cambio si la calidad
de relación padre – hijo es pobre el niño desarrollará un estilo evitativo o ansioso
ambivalente. Los niños con apego seguro tienen más amigos, son más sociables y
empáticos. En cambio, quienes desarrollan un estilo evitativo cuando adultos no se
enamoran, no tienen vínculos afectivos fuertes con nadie. Quienes presentan un estilo
ansioso ambivalente sus relaciones suelen ser cortas y superficiales.

La posible relación entre los vínculos afectivos en la niñez (apego) y la agresión


sexual parece explicarse en teoría por Marshall quien señala que “los delincuentes
sexuales carecen de relaciones estrechas en sus vidas y, como consecuencia, se
sienten solos”, complementada por Diamant y otros indicando “… la soledad emocional
es un fuerte predictor de la ira y la hostilidad general”.

Se podría decir que un vínculo emocional inseguro entre padre (o madre) e hijo
vuelve vulnerable al menor, convirtiéndolo en una persona con baja autoestima y poca
capacidad de afrontamiento y resolución de problemas, egocéntrico, pobres relaciones
sociales debido a la falta de empatía.

El papel del maltrato infantil en la etiología de la agresión sexual es complejo. Un


reciente estudio utilizó varios grupos de comparación y control para investigar los
factores asociados con la agresión sexual, tal como la historia de victimización sexual y
el apoyo familiar. El estudio encontró cuatro variables predictivas de agresión sexual:
edad más joven en el momento de la victimización, tasas más altas de incidentes
abusivos, periodo más largo entre el abuso y el descubrimiento, y un nivel más bajo de
apoyo familiar percibido a continuación del descubrimiento del abuso.

También se sugiere que la historia de maltrato infantil, en particular el abuso


físico, está correlacionado con algún tipo de conducta violenta pero no necesariamente
con conducta sexualmente violenta.

Factores Socioculturales

En relación a lo indicado en el punto anterior donde se perfila las razones de una


baja autoestima y pobre relaciones sociales, en los agresores, esta situación hace que
durante su desarrollo evolutivo, se vean atraídos por temas que aparecen en los medios
de comunicación, los cuales ponen el énfasis en el poder y el control de los hombres lo
cual se recibe a través del cine, la televisión, los libros y la publicidad, información que
es socialmente adecuada y en otros no lo son de forma absoluta, siendo la pornografía
donde se exalta esta condición, describiendo a los hombres como poderosos y
agresivos, y con derecho a tratar a las mujeres como deseen. Para los jóvenes es
tentador fantasear con llevar a la práctica estos roles masculinos distorsionados que
pudiesen ser la única manera de sentir que tienen el control sobre sus vidas y vean esta
clase de comportamientos como una garantía para la satisfacción de sus deseos que
no encuentran en comportamientos socialmente aceptados.

Desde la antropología se han identificado tres características generales, que


parecen influir en la frecuencia que se producen violaciones: la violencia interpersonal,
el dominio del hombre y la actitud negativa hacia la mujer, estudio realizado en
sociedades subdesarrolladas y primitivas, sin embargo en sociedades desarrolladas
también se ha demostrado que estas características se relacionan con la agresión
sexual.

Experiencias Juveniles

Las experiencias sexuales en la juventud juegan un papel importante. Se sabe


que un número alto de agresores sexuales empiezan a masturbarse antes y con mayor
frecuencia que otros varones. Presumiblemente la masturbación constituye la única
forma que los jóvenes vulnerables puedan sentirse bien en el mundo. Se ha descubierto
que la frecuencia con que un adolescente se masturba es un buen predictor de la
agresión sexual en la edad adulta. Cuando el sexo (en estos casos la masturbación) es
utilizado como una forma de escapar de la miseria o los problemas se convierte en una
forma de afrontar todos los problemas. Esto se explica porque, en términos de
condicionamiento, el sexo es reforzado negativa y positivamente. En forma de refuerzo
negativo cuando se convierte en una forma de escapar de los problemas incluidos el
malestar emocional, y como refuerzo positivo al sentir el placer del orgasmo.

Desinhibición y Oportunidad

Una vez que la disposición a agredir se ha consolidado, cualquier inhibidor que


pudiese existir puede desaparecer bajo una serie de influencias. Estudios han
demostrado que determinados estados de ánimo como la depresión, la ansiedad, la
sensación de soledad incrementan las posibilidades de una agresión sexual. También
se ha propuesto que las fantasías sexuales desviadas aumentan cuando los agresores
se sienten solos, deprimidos o rechazados por una mujer. La intoxicación por alcohol y
la ira también desinhiben la represión de actos sexuales desviados.

Si no se presenta la oportunidad, un hombre no puede delinquir, por muy


predispuesto que este a ello. Algunas agresiones sexuales están claramente planeadas,
a veces con mucha antelación y para otros agresores la primera oportunidad para
agredir se presenta fortuitamente. Una vez que la agresión se ha consumado, es
probable que el agresor la repita en su fantasía, recordando sólo aquellos aspectos que
sucedieron tal y como la había planificado y probablemente añadirá detalles que
aumenten su satisfacción, repetir esas fantasías durante la masturbación reforzará los
aspectos gratificantes del abuso, mientras que los aspectos negativos, tales como el
miedo a ser detenido o la resistencia de la víctima, serán poco a poco eliminados, y de
esta dinámica irá consolidando una predisposición a agredir nuevamente.

Salud Mental

Los diagnósticos de trastorno de la conducta y los rasgos antisociales


frecuentemente han sido observados en poblaciones de jóvenes que han agredido
sexualmente. Otros estudios también han descrito otras características conductuales y
de la personalidad en jóvenes que han agredido sexualmente, tales como problemas de
control del impulso e impulsividad en el estilo de vida, y encontraron que los ofensores
sexuales juveniles cuyas víctimas eran niños más jóvenes tuvieron puntuaciones más
altas en las escalas de evitación y dependencia que aquellos cuyas víctimas eran sus
compañeros de edad. Los estudios también han encontrado tasas más altas de
depresión en jóvenes que han agredido sexualmente que en la población juvenil en
general.

De hecho, Castro, López-Castedo y Sueiro (2009) también indican que


delincuentes sexuales de mujeres adultas presentan más síntomas de hostilidad y los
agresores de menores presentan síntomas de ansiedad-fóbica significativamente grave
(6).

Abuso de Sustancias

Los estudios varían ampliamente sobre la importancia del abuso de sustancias


como un factor en la agresión sexual entre los jóvenes. Las tasas en las cuales se
encontró que los ofensores sexuales juveniles estaban bajo la influencia de las drogas
o el alcohol en el momento en que cometieron sus agresiones varían ampliamente.
Aunque el abuso de sustancias ha sido identificado como un problema para muchos
jóvenes que han agredido sexualmente, el papel del abuso de sustancias en la agresión
sexual permanece incierto. Las evaluaciones de los ofensores sexuales juveniles
deberían diferenciar los problemas de abuso de sustancias de la experimentación
“normativa” que es parte del proceso del desarrollo. Parece que la evidencia es
insuficiente para identificar el abuso de sustancias como un factor causal en el desarrollo
de la conducta sexualmente abusiva, aunque el abuso de sustancias tiene un potencial
desinhibidor y, si está presente, requiere intervención.

En una mirada más integradora de la interacción de lo innato y lo aprendido, se


podría decir que los seres humanos nacen con un desarrollo incompleto haciendo
necesario el soporte de otras personas para satisfacer necesidades que su desarrollo
aún se le niega. Pareciera que el ser humano nace con un cerebro que realiza
actividades más primitivas y básicas como son el control de la respiración, de la
actividad cardiaca y de otros sistemas autónomos. Una vez en el exterior (mundo) el
neonato necesita desarrollarse en pos de una autonomía. Y en este proceso de
crecimiento se debe desarrollar el cerebro por etapas siendo la primera el desarrollo del
sistema límbico, encargado de la valoración del sentido, cognición social, regulación de
las emociones y empatía, entre otras funciones. Este sistema emocional se desarrolla
más fácilmente si el niño es bien tratado en cuanto a satisfacción de necesidades de
alimentación y cuidados lo cual genera la producción de proteínas llamadas
neurotrofinas, que ayudan a la migración, mantenimiento y funcionamiento de las
neuronas.

Hoy se sabe que cuando un bebé es atendido y se comunica con él, aunque este
no entienda aún el lenguaje, se desarrolla un cierto tipo de neuronas llamadas espejos
que son las que hacen posible la empatía por aumentar la capacidad de imitación. Por
el contrario, si el bebé esta sin una satisfacción de sus necesidades básicas de
alimentación, estimulación y protección, se genera condiciones de estrés que a su vez
produce cortisol en elevadas cantidades que provoca daño al sistema límbico o cerebro
emocional. El sistema límbico se conecta con otras áreas responsables de la
homeostasis fisiológica y también con áreas a cargo de la secreción de hormonas.

Por tanto, un buen desarrollo del sistema límbico implica un buen crecimiento de
otras estructuras, por la proliferación de conexiones neuronales y mielina, como son las
áreas encargadas del pensamiento y razonamiento, procesamiento de información y
otras. Es decir que una capacidad adecuada de emocionar permite el desarrollo de
estructuras y procesos que regulan las acciones y el pensamiento (moduladores), que
permiten un adecuado comportamiento social.

Y en relación a la agresión sexual se puede inferir que las experiencias infantiles


de buen trato o maltrato harían la diferencia en la modulación y control de impulsos
sexuales o agresivos que todos poseemos, y que se ve aumentada en la adolescencia
por la circulación de mayor cantidad de hormonas como la testosterona que producen o
potencian impulsos sexuales o agresivos, que sin la adecuada capacidad de empatía,
habilidades sociales y autocontrol, se pueden satisfacer de manera inadecuada o
desviada.

De lo resumido entonces podemos sacar las siguientes conclusiones acerca del


enfoque de la etiología de la agresión sexual de acuerdo a la Teoría de Marshall y por
tanto de los factores a tomar en cuenta en la evaluación psicológica de supuestos
agresores sexuales:

1º Que tienen antecedentes de vínculos afectivos inseguros en la infancia y en la


niñez. Así mismo, con experiencias de maltrato físico, negligencia, ser testigos de
violencia familiar o historia de victimización sexual infantil.

2º Que establecen vínculos inseguros en su contexto interpersonal, sea por ejemplo,


un apego preocupado o temeroso o despreciativo.

3º Que la conducta masturbatoria es más temprana y más frecuente.

4º Que la violencia interpersonal, el dominio del hombre y la actitud negativa hacia la


mujer son modelos socioculturales que permiten modelar en la niñez y la
adolescencia, conductas agresoras sexuales posteriores y compensar
sentimientos de baja autoestima y promover sentimientos de control y poder no
saludables y de baja empatía.
5ª Que en la adolescencia al elevarse la actividad de las hormonas que determinan
la agresión y la conducta sexual es importante el aprendizaje del autocontrol y de
las habilidades sociales, tales que es una época potencial para prevenir conductas
de riesgo de agresión sexual o por el contrario promoverlas.

6º Que pueden influir en el desencadenamiento de una conducta agresora sexual la


depresión, la ansiedad, el sentimiento de soledad, el rechazo de la persona
pretendida, la ira. También se señala características como la dependencia, la
evitación.

Referencias:

(1) Marshall W. AGRESORES SEXUALES. 1º ed. España. Ariel; 2001. 51 – 72p.


(2) Anuario Estadístico 2013. Recuperado de:
https://www.pnp.gob.pe/documentos/ANUARIO%20ESTADISTICO%20PNP%2
02013.pdf
(3) Urra, J. Agresor sexual. Madrid: EOS; 2003.
(4) Gonzales, E. Martinez, V., Leyton, C. y Bardi, A. Características de los
abusadores sexuales. Rev Sogia 2004; 11(1): 6-14.
(5) Giner, C.A. Aproximación psicológica de la victimología. Recuperado de:
http://repositorio.ucam.edu/jspui/bitstream/10952/573/1/Aproximaci%C3%B3n%
20psicol%C3%B3gica%20%20a%20la%20victimolog%C3%ADa.%20C%C3%A
9sar%20Augusto%20G%C3%ADner%20Alegr%C3%ADa%20.pdf
(6) Castro, M-E., López-Castedo, A. y Sueiro, E. Sintomatológia asociada a
agresores sexuales en prisión. Anales de Psicología. 2009; 25 (1): 44-51.
Recuperado de: www.um.es/analesps/v25/v25_1/05-25_1.pdf

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