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San Anselmo dice que llegamos a la conclusión que existe realmente este ser más
grande, y no solo en nuestras cabezas, pero no nos dice como (intuimos que este ser está,
según él, en la realidad, pero con la única justificación que no podemos llegar a concebir
cosas insensatas e irreales, y consecuentemente este ser existiría). Aquí creo, están
presentes dos errores: la falta de especificación del objeto material, el ente sobre el cuál
se va a razonar (con todas las dificultades conexas con el tema de la confusión entre plano
ideal y plano real) y como inferimos a partir de este ente la posibilidad de la existencia
del ser más grande.
El primer error tiene que ver con el pasaje de la esfera lógica a la esfera real de la
existencia porque la demostración no avanza y no pasa del orden meramente lógico: si
podemos pensar en el ser más grande como existente en la realidad, sería más grande que
el ser que existe solo en el pensamiento, es decir prima la realidad sobre la idea, la
existencia sobre la idea, pero Anselmo no nos habla de ninguna otra realidad que no sea
el pensamiento. Empieza con el concepto de Dios y sin investigar el origen de este
concepto formula un argumento con la pretensión de concluir la existencia de Dios. En
este primer error podemos distinguir dos casos: partiendo de la pura formalidad de la
esencia, se puede, o bien deducir la existencia como su propiedad o bien hacer un análisis
de sus elementos o predicados reales, sus atributos.
1
Podría ser ontologismo.
2
Tomás DE AQUINO, S. Th. I, q. 2, a. 1, ad 2.
proceso de demostración la exigencia de la validez metafísica del principio de causalidad.
El segundo error del argumento ontológico está ligado a estas consideraciones
metodológicas que asumimos como punto de partida y que pretenden demostrar
precisamente aquello que nos parece estar ausente en el argumento: como se infiere a
partir del ente la posibilidad de la existencia del ser más grande. En nuestra
argumentación, que afirma el valor metafísico de la inteligencia humana, son también
imprescindibles tres cosas: la aceptación de la existencia del mundo externo, la conciencia
del propio yo como realidad compuesta de alma y cuerpo y la convicción de la validez u
objetividad del conocimiento.
3
Cf. Joan Martínez PORCELL, Metafísica, Textos docents, Barcelona: Facultat de Filosofia de Catalunya
(Universitat Ramon Llull) 2012, 87.