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Si vamos a dedicarnos a escribir un trabajo de investigación, conviene tener alguna idea acerca de
los procesos psicológicos implicados en la comprensión de un texto.
El procesamiento de un texto es una tarea todavı́a no del todo bien comprendida en
la que intervienen procesos que actúan sobre unidades de información con un grado
diverso de complejidad [Campanario, 1993c]; [Campanario y Otero, 2000b]. Las teorı́as
psicológicas actuales insisten en que la tarea de comprensión es un proceso activo, que
se desarrolla a varios niveles y tiene carácter interactivo, es decir, los conocimientos
del sujeto permiten interpretar la información que proporciona un texto y, cuando es
necesario, la complementan [Kintsch, 1988]; [León, 1991].
Los conocimientos que aporta el lector se refieren tanto a los contenidos del texto como a su
estructura y a los procesos de comprensión del mismo. Los niveles en los que tiene lugar el
procesamiento de un texto son, de menor a mayor complejidad, representación superficial, nivel
semántico y nivel situacional [van Dijk y Kintsch, 1983]; [Kintsch, 1985]. En este último nivel la
representación del texto que consigue el lector tiene poco que ver con el formato inicial del mismo.
Si el lector consigue entender un texto, habrá formado un modelo situacional del mismo en el que
la representación puede estar formada por proposiciones, imágenes, conocimiento estructurado
en forma de esquemas, etc [Schank, 1980]. En este proceso es útil que el lector identifique la
estructura de alto nivel del texto que, según van Dijk y Kintsch es un marco en el que encaja
la información que se maneja en los tres niveles anteriores [van Dijk y Kintsch, 1983]; [Izquierdo y
Rivera, 1997]; [Brincones y Otero, 1994].
Los mejores lectores intentan conseguir una representación coherente de un texto. Esta coherencia
puede conseguirse a nivel microestructural (todas las proposiciones comparten argumentos) o
macroestructural (existe un tema común). Cuando el lector no encuentra coherencia en un texto se
desencadenan los procesos de formulación de inferencias [Kintsch, 1988] que, pese a ser objeto de
atención preferente por los investigadores, no son todavı́a bien comprendidos. En estos procesos los
lectores activan sus conocimientos previos. La representación final del texto es una mezcla de
lo que el sujeto sabe sobre el tema que ha leı́do y de la información que aporta el propio texto. Por
ello, la representación final es un producto personal y propio de cada lector [Campanario, 1993c];
[Campanario y Otero, 2000b].
En el proceso de comprensión de un texto desempeñan un papel fundamental las estrategias que
utiliza el lector [van Dijk y Kintsch, 1983]; [Scardamalia y Bereiter, 1984]; [Otero, 1990] y entre las
cuales cabe citar las siguientes:
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Universidad de Alcalá, 28871 Alcalá de Henares (Madrid), España - Spain, Tel: 34-918855096, Fax: 34-91885494,
http://www2.uah.es/jmc/webpub/articulo.html
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1. Repaso de fragmentos del texto previamente leı́dos.
2. Lectura anticipada de fragmentos posteriores del texto.
3. Identificación de la idea principal.
4. Generación de resúmenes.
5. Utilización del contexto para descubrir el significado de palabras desconocidas.
6. Formulación de inferencias para tratar de aclarar los aspectos confusos, incompletos o
inconsistentes.
7. Activación de conocimientos previos relevantes para entender la nueva información.
8. Reformulación de las ideas que contiene el texto de un modo comprensible de acuerdo con el
vocabulario y conocimientos del lector.
9. Comprobación de que las conclusiones son consistentes con las premisas y son consecuencia
lógica del razonamiento que se discute.
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En esta Web se aborda la elaboración y publicación de artı́culos de investigación. La
extensión de un artı́culo es variable, pero suele haber un lı́mite al número de páginas.
Cuando un artı́culo supera este lı́mite se suele dividir en otros más pequeños.
En principio, se entiende que un artı́culo cientı́fico deberı́a proporcionar toda la información
necesaria para que un experto que lo lea, sea capaz de replicar el trabajo que se describe en
él. En la práctica, muchos métodos son tan sofisticados, que sólo están disponibles en determinados
laboratorios y son poco conocidos por una parte importante de la comunidad investigadora. La
replicabilidad es un ideal más que una realidad común.
El artı́culo cientı́fico en el que se describe un trabajo de investigación tiene una estructura más
o menos común, aunque existen algunas variaciones entre disciplinas. Esta estructura es como un
molde mental en el que encajará la información que se obtenga del artı́culo y, por tanto, ayuda al
lector a encontrar la información relevante de acuerdo con sus intereses (ej: metodologı́a, referencias
citadas, marco teórico, etc). Lamamos a ese molde mental Estructura de Alto Nivel.
Naturalmente, la estructura tı́pica de un artı́culo no refleja, en general, el modo en
que se realizó la investigación. Ası́, por ejemplo, rara vez se mencionan los intentos
fallidos, las pruebas sucesivas, las interrupciones en el trabajo, etc. Es evidente que,
aunque un artı́culo académico deberı́a decir la verdad, no debemos esperar toda la
verdad.
Los apartados que, normalmente, aparecen en un artı́culo académico son:
1. tı́tulo
2. autores
3. resumen
4. palabras claves
5. introducción
6. objetivos
7. Métodos
8. Resultados
9. Discusión
10. Conclusiones
11. Agradecimientos
12. Referencias
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14. Tablas
15. Figuras
Puede suceder que algunas secciones se eliminen o se junten con otras (por ejemplo, resultados y
discusión). Además, en muchos casos se incluyen otros apartados que no aparecen en la relación
anterior (por ejemplo, una sección de “perspectivas futuras” después de las conclusiones).
El tı́tulo es, sin duda, la frase más importante del artı́culo. De un tı́tulo adecuado depende muchas
veces que un lector pase de largo ante nuestro artı́culo o se anime a leer el resumen cuando revista
una larga recopilación bibliográfica obtenida, por ejemplo, en una base de datos.
Los investigadores son personas muy ocupadas y no pueden permitirse el lujo de
analizar con detalle toda la inmensa producción de un campo o un tema determinado.
Un tı́tulo erróneo puede hacernos perder un lector potencial que, en definitiva, es
alguien que puede citarnos alguna vez.
El tı́tulo debe reunir las siguientes caracterı́sticas:
2. Ser relativamente breve. Muchas revistas ponen limitaciones al número de palabras que
pueden figurar en un tı́tulo.
3. Incluir los términos más relevantes que hagan referencia al objeto del trabajo, de forma que
sea fácilmente recuperable cuando alguien interesado en el tema de nuestro trabajo acceda a
una base de datos.
Los requerimientos anteriores plantean no pocos problemas a los autores principiantes, ya que,
como puede comprobarse, son, en cierta medida, contradictorios.
Aunque, aparentemente, este tema no deberı́a plantear muchas dificultades, la decisión sobre quienes
firman un trabajo puede llegar a ser muy difı́cil, y puede plantear no pocos problemas y conflictos.
La razón principal tiene que ver con los criterios de evaluación del trabajo cientı́fico. Dado que
la evaluación de los cientı́ficos se lleva a cabo mediante sus contribuciones, es importante figurar
como autor o coautor de muchos trabajos académicos. No resulta raro que en los últimos años se
haya producido un aumento generalizado del número medio de autores que firman los artı́culos
cientı́ficos. A continuación se citan algunos estudios recientes recopilados por [Cronin, 2001] que
demuestran esta tendencia:
1. El número de artı́culos con 100 o más autores en los ı́ndices de citas pasó de 1 en 1981 a 182
en 1994.
2. El número medio de autores por artı́culo en las revistas recogidas en los ı́ndices de citas,
aumentó de 1,83 en 1955 a 3,90 en 1999.
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3. Hace cien años, el 98 % de los artı́culos publicados en la revista precursora del New England
Journal of Medicine tenı́a un único autor, mientras hoy dı́a sólo el 5 % de los trabajos que
aparecen en esta revista tienen autor único.
En parte, el aumento en el número medio de los autores se debe, sin duda, a la creciente complejidad
y dificultad de la investigación cientı́fica que exige, cada vez más, la formación de equipos más
numerosos.
En algunos equipos de investigación existe la costumbre de incluir en todos los artı́culos que se
publican el nombre de la persona que ha conseguido financiación para un proyecto o que dirige el
equipo, aunque no haya colaborado directamente en el trabajo. Otras veces, algunas personas que
han tenido una participación relevante en el trabajo no aparecen como autores, bien porque son
técnicos de laboratorio o por otras razones. En Biomedicina existen unos requerimientos uniformes
que indican quienes deberı́an figurar como autores en un artı́culo de investigación. Hasta la fecha,
hay más de 500 revistas que se han adherido a los principios denominados “ Requerimientos
uniformes para los trabajos enviados a las revistas biomédicas”.
Según estos requerimientos, sólo deben figurar como autores de un artı́culo las personas
que hayan realizado contribuciones significativas en las siguientes tareas:
Cuando existen varios autores, el modo en que éstos aparecen en la relación varı́a enormemente de
una revista a otra o de una disciplina a otra. A continuación se citan los formatos más habituales:
1. Orden alfabético. Este formato evita los problemas de atribución de los trabajos.
2. Primer autor = autor principal. Se supone que el primer autor es el jefe del equipo y el resto
colabora bajo su dirección.
3. Ultimo autor = autor principal. Igual que el caso anterior, pero con el investigador más
relevante al final. Con este formato se intenta muchas veces otorgar mayor visibilidad a otros
miembros del equipo.
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Lógicamente, los convenios anteriores no son generales y el orden en que aparecen
los autores puede ser diferente en las distintas disciplinas. Otros factores modulan la
ordenación de los autores. Por ejemplo, si un cientı́fico ha publicado una gran cantidad
de trabajos en solitario y figura como autor en un artı́culo con otros investigadores,
la posición en que aparece es prácticamente irrelevante: su visibilidad está asegurada
por su obra en solitario. En este caso se puede decir que este investigador “presta”
visibilidad al resto del equipo, algo que, a los demás autores, les costarı́a conseguir.
En muchos casos, los equipos de investigación están localizados en laboratorios o centros diferentes
y cada autor se encarga de “su parte” de forma que, “trabajan juntos de manera separada”.
La experiencia demuestra que muchos equipos de investigación empiezan a tener
problemas debido precisamente a decisiones inadecuadas sobre quiénes figuran o no
como autores de los artı́culos y otros trabajos que se publican y sobre el orden en que
los distintos miembros del equipo aparecen en la lista de autores.
Además de los nombres deben aparecer las instituciones a las que los autores están afiliados
(universidades, centros de investigación, etc.). También se deben incluir las direcciones postales
y de correo electrónico para facilitar el contacto por parte de otros investigadores que puedan, en
el futuro, estar interesados en entrar en comunicación con el equipo.
Si la revista lo permite, es una buena costumbre incluir también la dirección de la
página Web del autor principal con el fin de facilitar la localización de otros artı́culos
relevantes por parte de los lectores.
8. ¿Qué es el resumen?
Como su propio nombre indica, el resumen o abstract del artı́culo consiste en una breve sı́ntesis
del contenido del mismo. Muchas revistas limitan el número de palabras que pueden incluirse en el
resumen. Lo más común es que los resúmenes tengan en torno a 100 o 200 palabras.
Es muy importante que el resumen esté adecuadamente redactado porque, aparte del tı́tulo y de
los datos propios de los autores, esta es la única parte de nuestro artı́culo que será publicada por
algunas bases de datos (por ejemplo, ERIC, Chemical Abstracts, Current Contents. Si otro
investigador lee el tı́tulo de nuestro artı́culo y se anima a seguir leyendo el resumen, es probable
que siga y trate de conseguir el trabajo entero para analizarlo con más calma. Si, por el contrario,
el investigador encuentra el resumen difı́cil de entender o poco claro, es posible que no se decida a
profundizar más en nuestro trabajo
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9. ¿Qué son las palabras clave?
Las palabras clave (keywords) son un conjunto de términos que servirán para indexar el artı́culo en
determinadas bases de datos. Ası́, cuando un investigador esté interesado en un tema, si introduce
determinadas palabras en la página de búsqueda de base de datos, nuestro artı́culo aparecerá entre
la bibliografı́a relevante.
Para elegir las palabras clave correctamente conviene mirar los Thesauros de las bases
de datos que indexan los artı́culos de investigación.
La introducción es la carta de presentación del resto del artı́culo. Los primeros párrafos de la
introducción deben servir para que un lector experimentado y experto en el tema del que trata
nuestro trabajo pueda hacerse una idea más detallada del contenido del mismo.
Entre los aspectos que deben aparecer en una buena introducción cabe destacar los siguientes:
1. Marco teórico del trabajo. Aquı́ se deben citar y describir brevemente los principios o teorı́as
que dan sentido al trabajo que se realiza.
3. Los antecedentes del trabajo. Se analizan otros posibles estudios previos de otros autores sobre
el mismo tema que se aborda en nuestro artı́culo. Se incluyen citas a dichos antecedentes y
estas citas se acompañan con la debida referencia en la sección final. Dado que en la ciencia
la originalidad es una de las caracterı́sticas más valoradas, el citar los antecedentes previos
y reconocer los precedentes es una de las obligaciones implı́citas que tiene todo autor que
escribe un artı́culo.
5. También puede ser conveniente citar lı́neas de investigación que, aunque tengan alguna
relación indirecta con el problema que se plantea, puedan resultar útiles para entenderlo
o abordarlo mejor.
7. Limitaciones de los marcos teóricos que justifican el trabajo. Este tipo de análisis resulta
especialmente indicado en áreas de investigación en ciencias sociales y humanas, por las
razones que se han detallado más arriba.
8. Objetivos del trabajo. Estos deben aparecer formulados con claridad y sencillez y, obviamente,
deben corresponderse con los resultados y conclusiones obtenidos. En el caso de que exista
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alguna discrepancia entre objetivos y resultados o conclusiones, ésta debe aclararse en las
secciones correspondientes. En la práctica, muchas veces los objetivos se plantean y formulan
al final, a la vista de los resultados obtenidos. Por otra parte, en algunas revistas se exige un
apartado de objetivos independiente de la introducción.
9. Los objetivos del trabajo están relacionados muchas veces con determinadas hipótesis que
plantea el investigador. Al igual que sucede con los objetivos, muchas veces las hipótesis se
redactan a la vista de los resultados obtenidos y de las conclusiones alcanzadas, especialmente
en las investigaciones que se realizan en Ciencias Sociales y Humanas. Otras veces las
hipótesis que se plantean son muy dependientes del enfoque metodológico o del dispositivo
experimental que se utilice, por lo cual, sólo se entienden plenamente a la vista de las secciones
correspondientes.
Los objetivos del trabajo describen las metas que se desea alcanzar con el mismo. Los objetivos
deberı́an estar relacionados con las conclusiones y, por tanto, redactarse teniéndolas en cuenta.
Los objetivos deben formularse de manera clara y precisa, sin pretender ir más allá de lo que
realmente se haya hecho. Además, conviene justificar brevemente la importancia o incidencia de
cada objetivo en el trabajo que se elabora y en el marco conceptual de la disciplina en cuestión
cuyo conocimiento intentamos incrementar con la investigación realizada.
Este apartado requiere una atención especial, habida cuenta de que en él debemos describir los
métodos y procedimientos utilizados con el suficiente detalle como para que un experto pueda
reproducir el trabajo que hemos realizado y comprobar nuestras conclusiones. No en vano, la
reproducibilidad de los resultados se considera uno de los pilares fundamentales que dan solidez
al conocimiento cientı́fico. En algunas áreas de investigación (ej: Psicologı́a) este apartado se suele
dividir en otros como:
1. Procedimiento.
2. Materiales empleados.
3. Sujetos.
4. Medidas realizadas.
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Los procedimientos o métodos empleados están obviamente determinados por los objetivos del
trabajo de investigación que abordamos. En este apartado debemos incluir, por tanto:
2. Instrumentos utilizados.
6. Tratamientos realizados.
9. Técnicas empleadas para recoger y registrar los datos obtenidos (ordenador, papel, grabación,
vı́deo, etc.).
12. Variables que se van a utilizar para describir los datos (esto a veces se hace en la sección
resultados).
13. Criterios de clasificación de los sujetos, las muestras, los especı́menes, los reactivos, etc.
Estos dos apartados suelen aparecer juntos en muchos trabajos, por esta razón los analizamos a la
vez. Como su propio nombre indica, en esta sección deberı́an aparecer los resultados obtenidos y
una discusión o análisis de los mismos.
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No debemos confundir esta discusión o análisis con la obtención de conclusiones, algo que depende
tanto de los resultados y de su análisis como del marco teórico y de los objetivos.
Por resultados obtenidos entendemos:
2. Categorı́as que sirven para clasificar ejemplares, sujetos, situaciones, etc (ej: tipos de alumnos
según su grado de motivación, reactivos, grupos de partı́culas elementales, taxonomı́as que
permiten clasificar plantas o animales, etc).
3. Categorı́as junto con distribuciones numéricas (ej: distribución de alumnos en grupos según
motivación, número de animales en diversos ecosistemas, densidades de carga en distintas
superficies, etc.).
Normalmente, cuando los resultados obtenidos son muchos, para poder interpretarlos
adecuadamente se necesita distribuirlos en tablas o figuras. Aunque, en principio,
pudiera parecer evidente, la realización de tablas y figuras eficaces requiere una
experiencia considerable.
Cada revista mantiene un formato propio para las tablas y figuras, por lo que hemos de consultar
las instrucciones a los autores para poder adaptarnos a los requerimientos en cada caso. La
amplia disponibilidad de programas informáticos estadı́sticos y de dibujo o de diseño hace que
la elaboración de tablas y figuras adecuadas resulte bastante fácil.
Un error común, muy tı́pico de los principiantes, consiste en presentar los mismos resultados
doblemente en tablas y en figuras. Esto, además de que es redundante e innecesario, implica un
desperdicio de espacio en la revista y es poco probable que se nos permita hacerlo.
Dependiendo del tipo de variables que utilicemos, ası́ como del número de las mismas, deberemos
elaborar tablas de una, dos o más entradas.
Cada una de las tablas o figuras deberı́a llevar una cabecera todo lo autoexplicativa
posible. Es evidente que, en muchas ocasiones, para entender plenamente la tabla o
figura será necesario leer el texto; pero siempre que sea posible debemos dar toda la
información necesaria en la propia cabecera de la tabla o figura.
Además de los datos, tablas o figuras; en la sección de resultados es necesario incluir los análisis
estadı́sticos que se hayan realizado. Estos análisis estadı́sticos deberı́an describirse con todo el
detalle necesario para que un experto en el tema pueda contrastar su validez. Debemos especificar,
por tanto, aspectos como:
1. Variables utilizadas.
Dado que la sección que abordamos hace referencia a los resultados y a una discusión de los mismos,
son pertinentes comentarios adecuados sobre los resultados, tales como:
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1. Comparaciones de unas tablas o figuras con otras para poner de manifiesto parecidos,
diferencias, tendencias, etc.
2. Contraste de los resultados obtenidos, de acuerdo con los objetivos iniciales de la investigación.
3. Puntos fuertes y débiles de los resultados obtenidos.
4. Posibles interpretaciones a los resultados, gráficas o tablas y alternativas que se analizan o
descartan.
5. Antecedentes previos: contraste de nuestros resultados con los de otros autores que hayan
obtenido resultados similares o diferentes.
6. Posibles problemas derivados de interpretaciones inadecuadas o “artefactos” estadı́sticos
(situaciones engañosas provocadas o explicadas por otros factores distintos que los que
aparentemente las originan).
14. ¿En qué consisten las conclusiones y cuáles son los errores mas
comunes en su formulación?
Este es un apartado que en muchas ocasiones infravaloramos y desperdiciamos. Los defectos más
comunes en los apartados de conclusiones son:
Estos problemas suelen surgir porque, casi siempre, la sección de conclusiones es lo último que se
escribe, aunque, como veremos en otro apartado, esta sección deberı́a ser la primera en redactarse.
No debemos confundir la discusión de resultados con la obtención de conclusiones,
algo que depende tanto de los resultados y de su análisis como del marco teórico y de
los objetivos. Las conclusiones deben obtenerse, por tanto, a partir de algo más que
de los simples datos registrados. De hecho, unos datos o resultados pueden tener un
sentido u otro y, por tanto, pueden llevarnos a unas conclusiones y otras, dependiendo
del marco conceptual que justifica nuestra investigación, de la metodologı́a seguida, de
los objetivos propuestos, etc.
Además de las propias conclusiones relativas al trabajo realizado, es posible incluir en esta sección
algunas de las informaciones siguientes:
1. Posibles interpretaciones alternativas de los resultados que se descarten por cualquier razón.
2. Posibles lı́neas adicionales de investigación a la vista de los resultados obtenidos.
3. Análisis de las aportaciones relevantes de nuestro trabajo frente a otras anteriores y/o
similares.
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15. ¿Qué es la sección de agradecimientos y quiénes deben figurar
en ella?
Esta sección suele consistir en un breve apartado en el que se reconoce la deuda contraı́da
con las personas o instituciones que han colaborado en el articulo que se publica. La sección
de agradecimientos debe ser breve y directa. Es necesario, por tanto, evitar agradecimientos
excesivamente efusivos o familiares (muy comunes en las tesis de doctorado) o agradecimientos
masivos a equipos numerosos de investigación.
En la sección de agradecimientos deben figurar las personas y entidades siguientes:
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Las referencias bibliográficas sirven para unir un trabajo actual con todo
el conocimiento citado en dichas referencias.
17. ¿Cuáles son los formatos más habituales para las referencias?
Existen formato diversos para las referencias a trabajos citados en el texto de nuestro artı́culo.
Cada revista sigue sus propias directrices que debemos seguir ineludiblemente. Los formatos más
comunes en las referencias son los siguientes:
Como puede comprobarse, en este formato aparecen los siguientes datos sobre un artı́culo:
2. Año de publicación.
3. Tı́tulo el artı́culo.
2. Año de publicación.
Las comunicaciones a congresos y las contribuciones en libros colectivos siguen formatos especiales
que dependen de cada revista.
La formas más comunes de incluir las citas en el texto son dos:
1. Una llamada entre paréntesis en la que aparecen los nombres de los autores y el
año de publicación (ej: el formato utilizado en esta web)
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La forma de presentar las referencias también depende de las revistas en cuestión, pero los formatos
más comunes son:
3. Relación numérica al final del articulo. En este caso cada referencia aparece precedida por un
número, tal como se señaló más arriba.
18. ¿Cuáles son los formatos más habituales para las referencias?
Existen formato diversos para las referencias a trabajos citados en el texto de nuestro artı́culo.
Cada revista sigue sus propias directrices que debemos seguir ineludiblemente. Los formatos más
comunes en las referencias son los siguientes:
a) Artı́culos Hammer, D. (1994). Epistemological beliefs in introductory Physics.
Cognition and Instruction, 12 (2), 151-183. b) Libros Merton, R.K. (1985). La
Sociologı́a de la Ciencia 2. (Alianza Universidad: Madrid)
Como puede comprobarse, en este formato aparecen los siguientes datos sobre un artı́culo:
2. Año de publicación.
3. Tı́tulo el artı́culo.
2. Año de publicación.
Las comunicaciones a congresos y las contribuciones en libros colectivos siguen formatos especiales
que dependen de cada revista.
La formas más comunes de incluir las citas en el texto son dos:
1. Una llamada entre paréntesis en la que aparecen los nombres de los autores y el año de
publicación (ej: el formato utilizado en esta web)
2. Un número entre paréntesis o un superı́ndice que sirve de llamada para la lista de referencias
que se incluye al final del artı́culo o como notas a pie de página.
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La forma de presentar las referencias también depende de las revistas en cuestión, pero los formatos
más comunes son:
3. Relación numérica al final del articulo. En este caso cada referencia aparece precedida por un
número, tal como se señaló más arriba.
La elaboración de las lista de referencias bibliográficas es una de las tareas más pesadas a las que
hemos de enfrentarnos durante el proceso de publicación.
Desafortunadamente, no existe un formato uniforme en las revistas académicas a la hora de publicar
las referencias bibliográficas, por lo que, en caso de que nos rechacen un articulo en una revista,
deberemos reformatear todas las referencias según los criterios exigidos por la nueva revista a la
que acudamos. Como puede comprobarse fácilmente, el formato de las referencias es uno de los
aspectos a los que se dedica más espacio en las instrucciones a los autores de las revistas académicas.
Existen diversos programas informáticos que nos ayudan a gestionar las referencias bibliográficas.
Estos programas permiten modificar fácilmente el formato de las referencias y adaptarlo al estilo
propio de cada revista. Algunos de estos programas permiten, además, descargar bibliografı́as de
diversas bases de datos y adaptarlas a nuestras necesidades.
En un artı́culo aparecido en la revista The Scientist, se analizan los programas gestores de
referencias más utilizados y se incluyen las direcciones de Internet donde se pueden adquirir
[Fitzgerald y Erianne, 2002]
Conviene ser cuidadoso con las referencias bibliográficas. Existen diversos trabajos que
demuestran que muchas referencias contienen errores, lo cual dificulta la recuperación
de los artı́culos citados en el caso de que un lector tenga interés en profundizar en un
tema. Este problema permanece sin resolver y es objeto, cada cierto tiempo, de un
debate en los medios especializados (por ejemplo, [Navarro, 1999]).
20. ¿Cuáles son las motivaciones de los cientı́ficos para citar otros
trabajos?
Aunque, como se explica en otra sección, los análisis de citas han cambiado en cierta medida
incluso la propia dinámica interna de la ciencia, todavı́a no existe una teorı́a generalmente aceptada
sobre los procesos cognitivo de cita [Gilbert, 1977], [Leydesdorff, 1987a], [Garfield, 1989a]. Diversos
autores han investigado o han expresado sus puntos de vista sobre las razones que tienen los
cientı́ficos para citar y sobre las consecuencias de la pautas que siguen los cientı́ficos cuando citan
otros artı́culos (por ejemplo, véase un estudio reciente.
Según Vinkler las motivaciones para citar un trabajo anterior son de dos tipos: profesionales y
sociales [Vinkler, 1987]. Las primeras tienen que ver con los aspectos teóricos y prácticos de la
investigación, mientras en las segundas influyen factores personales, sociales o factores externos
a la propia investigación. Otros autores han estudiado con detalle las diversas razones que se
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pueden clasificar en cada una de las dos categorı́as anteriores y los usos posibles de las referencias
bibliográficas. Los puntos de vista de estos autores se desarrollan a continuación. Una referencia
a una fuente determinada (artı́culo o libro) puede considerarse como un enlace no solo
con dicha fuente, sino con todo el conocimiento ligado a ella y citado, a su vez, en
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suele ser bastante elevado, en las Ciencias Sociales generalmente coexisten diversos paradigmas
en competencia y hay escuelas opuestas de pensamiento que pueden mantener puntos de vista
enfrentados. Por otra parte, los cientı́ficos tienden a suavizar las citas negativas utilizando diversos
recursos retóricos para difuminar su contenido.
Otro motivo para citar tiene que ver con una cierta obligación moral que los cientı́ficos
sienten de reconocer los antecedentes de su trabajo que tienen su origen en la labor de
otros autores. Al citar un documento que sirve como antecedente del trabajo propio,
un autor paga, en cierta medida, sus deudas intelectuales. Según el sociólogo Robert
K. Merton los cientı́ficos intercambian su producción por el reconocimiento de sus
colegas [Merton, 1985]. Las referencias constituyen un medio ideal para reconocer la
prioridad de otros y dar fe de una cierta propiedad intelectual.
citar un trabajo anterior un autor demuestra un cierto nivel de conocimiento sobre el campo en
el que se mueve. Las citas demuestran que el autor está familiarizado con la literatura pertinente.
Cuando un autor cita el trabajo de otro cientı́fico puede reproducir sus puntos de vista e incluso
sus expresiones y conclusiones sin que se le pueda acusar de plagio o de apropiación de ideas. En
cambio, el no citar adecuadamente los contenidos tomados de otros documentos se suele considerar
como una conducta impropia de un cientı́fico. Según Garfield, una de las tareas de los referees y de
los editores de las revistas consistirı́a precisamente en “asegurarse de que los autores citan en sus
artı́culos todos los antecedentes relevantes en los que se inspira su trabajo” [Garfield, 1989a, pág.
3].
Existen, sin embargo algunas excepciones más o menos justificadas a esta obligación . Los contenidos
clásicos (p. ej: “la ley de Coulomb”) o los contenidos que forman parte del conocimiento común rara
vez se citan. Precisamente, la incorporación por obliteración es uno de los mecanismos que permiten
que los nuevos descubrimientos se incorporen a veces al conocimiento común de manera que pocos
cientı́ficos sienten la obligación de citar la fuente original donde se describe dicho descubrimiento
[Garfield, 1993]. Ejemplos bien conocidos son la teorı́a de la relatividad de Einstein o el modelo
para la molécula de ADN propuesto por Watson y Crick, que se incorporaron rápidamente al
conocimiento común en Fı́sica y Biologı́a respectivamente.
Otras razones para citar tienen que ver con el deseo de autopromoción de los propios autores o con
la promoción por parte de los cientı́ficos de más prestigio de sus ayudantes o de otros investigadores
más jóvenes con el fin de que incrementen su influencia dentro de una disciplina [Zuckerman, 1987].
Asimismo, los autores también citan a veces por razones de cortesı́a los trabajos de otros colegas
de su mismo departamento o de otros con los que mantienen relaciones de colaboración cientı́fica
[Garfield, 1989a]. Por otra parte, algunos autores reconocen que es conveniente citar el trabajo de
los editores y probables referees de las revistas a los que se envı́an los artı́culos [Dumont, 1989].
Existe otra categorı́a en las citas que algunos autores han dado en llamar “
prefunctory”. En este tipo de referencias sólo se citan de forma genérica otros trabajos
previos sin realizar comentarios. Estas citas pueden llegar a significar un porcentaje
significativo de las referencias incluidas en un artı́culo cientı́fico. Que algunos estudios
empı́ricos cifran entre un 20 % y un 40 % [Gilbert, 1977, pág. 119], [King, 1987].
Por último, es bastante común que los cientı́ficos citen sus propios trabajos previos. Esta
conducta se justifica teniendo en cuenta que la construcción del conocimiento cientı́fico es un proceso
acumulativo que se basa en el desarrollo continuo de teorı́as, métodos y enfoques experimentales
[Garfield y Welljams-Dorof, 1992, pág. 326]. El número de autocitas suele ser mayor en las secciones
de los artı́culos correspondientes a la introducción y métodos. Es precisamente en estas secciones
donde se describen los enfoques experimentales y el trabajo previo realizado [Siebert, 1989].
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Los cientı́ficos suelen suavizar y matizar las citas negativas a otros
trabajos previos como parte de su etiqueta profesional.
Para contestar a esta pregunta algunos investigadores han analizado con detalle el contexto de la
cita o han preguntado a los propios autores de artı́culos sobre sus razones para citar (o no citar)
determinados documentos. Vinkler, por ejemplo, analizó 484 referencias y descubrió que el 81 %
obedecı́a exclusivamente a razones profesionales, el 17 % obedecı́a a una combinación entre razones
profesionales y sociales. El resto (sólo el 2 %) tenı́a que ver con razones exclusivamente sociales
[Vinkler, 1987].
Por otra parte, un trabajo reciente exploraba la tendencia de los distintos
investigadores a citar a otros autores de manera más o menos constante [White,
2001]. Al conjunto de autores citados por otro autor se denomina “identidad de
citas” y suele consistir en un núcleo más o menos estable junto con otros que
son citados más ocasionalmente.
En los anexos debemos incluir todo aquello que nos permita el editor de la revista y que sea relevante
para entender y reproducir el trabajo que se presenta en el artı́culo. Entre las informaciones y
contenidos propios de los anexos cabe citar los siguientes:
4. Datos adicionales.
8. Especificaciones técnicas.
Las revistas académicas son realmente tacañas con el espacio disponible y sólo
permiten publicar en los anexos lo estrictamente necesario para entender el trabajo
de investigación y, a veces, ni eso. Para vencer estos problemas se puede disponer de
una página Web en la que se ofrezcan materiales y recursos adicionales.
En los anexos se puede incluir información adicional que ayuda a entender el resto del
artı́culo.
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23. ¿Cómo debemos enfocar la tarea de escritura?
Aprender a escribir artı́culos cientı́ficos es un proceso largo y complejo que exige muchos años
de práctica y muchas experiencias tanto positivas como negativas. Esta tarea, una de las más
importantes que abordan los cientı́ficos, es, sin embargo, una de las que reciben menos atención
durante la formación investigadora (por ejemplo, en cursos de doctorado).
La forma de enfocar la escritura de un artı́culo depende mucho del carácter personal,
de las capacidades propias, de los recursos disponibles y de la disciplina en que se
trabaje. En esta web describiremos el método de aproximaciones sucesivas, que es
el que recomiendan la mayorı́a de los autores. Como su propio nombre indica, este
método consiste en elaborar versiones sucesivas, de un mismo trabajo. El resultado
se va refinando a medida que pasamos de una versión a otra. Este método se
basa, evidentemente, en la facilidad con que pueden modificarse los trabajos en los
procesadores de texto.
La escritura de un trabajo de investigación de cara a su publicación como un artı́culo no deberı́a
dejarse para cuando se termine el trabajo. Muy al contrario, debemos empezar a escribir un trabajo
antes de terminar de realizarlo. Podemos citar varias razones que avalan este enfoque:
1. La escritura nos ayuda a aclarar nuestras propias ideas y nuestros puntos de vista.
3. Si dejamos la escritura para el final es posible que se nos olviden algunos aspectos importantes
que convendrı́a comentar o incluir.
5. La tarea deredacciónnos permite tener una perspectiva más global del trabajo que queda por
realizar.
6. Al tener que justificar nuestras afirmaciones, nos vemos obligados a situarnos en el lugar
del referee, dado que, en ocasiones, nosotros mismos detectaremos la necesidad de realizar
experimentos adicionales, controlar determinadas variables o, en general, tener en cuenta
aspectos claramente necesarios para que nuestra argumentación sea creı́ble. En esta fase,
todavı́a se pueden probar nuevos enfoques experimentales dado que todavı́a no se ha
terminado la tarea experimental.
8. Normalmente los cientı́ficos están implicados en varios temas a la vez. Ası́, si estamos
desarrollando varias investigaciones relacionadas, podemos aprovechar los resultados y
planteamientos de unas para facilitar la escritura los artı́culos correspondientes a otras.
Trabajamos, por tanto, en paralelo, más que en serie.
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Desde luego, la tarea de escribir un artı́culo cientı́fico es lenta y compleja. No debemos esperar a
tener diez o doce horas libres por delante para abordarla porque, como se explica en otro apartado,
no nos saldrá bien. La escritura de un artı́culo hay que hacerla poco a poco.
La elaboración de artı́culos académicos es una de las componentes clave en la
construcción del conocimiento cientı́fico.
Esta metáfora se utiliza con frecuencia para describir el proceso de escritura de un artı́culo de
investigación comparándolo con la construcción de una casa. La metáfora consiste en asociar los
elementos siguientes:
casa artı́culo
tejados conclusiones
muros resultados
cimientos marco teórico
CASA
cimientos....... muros......... tejado
artı́culo
conclusiones.....resultado......marco teórico
En una casa los cimientos dan solidez a los muros que son los encargados de soportar el techo. En
un artı́culo cientı́fico, las conclusiones se basan en los resultados, estos en los métodos y los
métodos en los enfoques teóricos.
Por tanto, escribiremos un artı́culo siguiendo el orden “inverso”
25. ¿Por qué se dice que debemos empezar un artı́culo por sus
conclusiones?
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nada y que no se lo hagamos perder a los referees y editores de las revistas ni a los posibles
lectores.
Esto no significa que las conclusiones queden fijas y determinadas al principio y ya no se puedan
modificar. Puede que tengamos que cambiar nuestras conclusiones a lo largo del proceso de
refinado de nuestro artı́culo.
Sin embargo, debemos empezar a escribir el artı́culo por esta sección y desarrollarlo hacia atrás
para estar seguros de que seguimos una secuencia lógica en la que cada sección es respaldada por
la siguiente.
El peor error que se puede cometer al empezar un artı́culo consiste precisamente en
comenzar por el principio. No hay nada más terrible que una página en blanco con la
palabra “Introducción” y todo lo demás vacı́o esperando a que nosotros completemos
el resto.
No necesariamente. Lo cierto es que el tı́tulo de nuestro artı́culo es la frase más importante del
mismo dado que, si es afortunado y correcto, hará que los lectores se decidan a seguir por el abstract
o resumen. Si el tı́tulo es inadecuado, disuadiremos a los candidatos a lectores. Esto simplemente
demuestra que el tı́tulo es importante, pero no necesariamente debe ser lo último que escribamos.
A veces uno tiene claro desde el principio cómo se va a titular un trabajo y no hay nada malo en
ello.
El método de aproximaciones sucesivas parte de la realidad tı́pica en que se realiza la mayor parte
del trabajo de investigación:
1. Los cientı́ficos suelen trabajar en equipos más o menos coordinados o dirigidos por un
investigador principal. A veces, un cientı́fico trabaja en varios equipos.
2. Los equipos desarrollan una tarea continuada y, normalmente, no se parte de cero en cada
caso, sino que se trabaja en un tema o una lı́nea de investigación.
3. Lo anterior implica que un equipo desarrolla unos enfoques teóricos y metodológicos propios
y va acumulando una experiencia y una bibliografı́a que permite el trabajo en el futuro.
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4. Cuando alguien desarrolla un trabajo de investigación en el seno de un equipo, intercambia
información con el resto de los compañeros, toma notas, realiza experimentos, obtiene gráficos,
analiza y discute los resultados con los demás miembros del grupo, etc.
5. Un investigador que trabaje en un tema determinado suele estar al corriente de qué otros
cientı́ficos y/o equipos están abordando el mismo tema o temas parecidos. Además, es común
que se intercambie bibliografı́a, resultados o trabajos previos con los cientı́ficos que trabajan
en un mismo tema.
6. Un investigador suele revisar la bibliografı́a existente sobre un tema, tanto antes, como durante
y después de la realización de un trabajo. A medida que se revista la bibliografı́a se toman
notas que resultarán útiles para nuestro artı́culo.
7. A lo largo de todos los procesos anteriores, surgen ideas, otras posibilidades, enfoques
alternativos, etc. Esta realidad da sentido al método de aproximaciones sucesivas que es,
evidentemente, un método interactivo y flexible que nos permitirá escribir artı́culos mejores
con menos esfuerzo.
Durante los procesos descritos en otro apartado, hemos recogido o elaborado gran cantidad de
información en forma de:
1. Anotaciones.
2. Gráficos.
3. Datos.
4. Tablas.
5. Comentarios.
Para no perder toda esta información, conviene seguir los siguientes consejos:
2. Una vez que nos decidamos a escribir nuestro artı́culo es el momento de recurrir a todas las
notas, gráficos, datos, tablas, etc y ponerlos en orden.
3. Para ello organizamos unos grupos correspondientes, más o menos, a las secciones tı́picas de
un artı́culo: un grupo por cada sección.
6. Ahora no nos enfrentamos a una hoja en blanco, sino que disponemos de un contenido
estructurado que hay que pasar a un ordenador. Esta es una tarea mucho más fácil.
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29. ¿Cómo se aplica, entonces, el método de aproximaciones
sucesivas?
Como su propio nombre indica, mediante sucesivos intentos en los que se va refinando el contenido
de un trabajo.
1. Para empezar, esperamos a tener un dı́a con dos o tres horas libres por delante y nos
aseguramos de que nadie nos va a molestar.
3. Seguimos el orden inverso que hemos discutido en otra sección (conclusiones, resultados,
marco teórico).
4. Naturalmente, en este momento no nos preocupamos mucho del estilo y, cuando no estamos
seguros de algo, simplemente dejamos una nota o un aviso para completarlo más adelante.
5. En esta fase es posible incluir algunas tablas de datos o figuras que den sentido a las
conclusiones.
Una vez completada la tarea inicial, ya estamos en condiciones de elaborar versiones sucesivas.
Gran parte del trabajo de elaborar un artı́culo consiste precisamente en aumentar la
credibilidad de determinadas frases y expresiones (resultados y conclusiones). Esta
tarea se facilita enormemente siguiendo el método de aproximaciones sucesivas.
En estas versiones sucesivas vamos completando los apartados y secciones iniciales y nos dedicamos
a las siguientes tareas:
2. Se incluyen nuevas tablas de datos o figuras adicionales que puedan resultar necesarias.
4. Se aclaran los puntos oscuros que hayan sido señalados por nuestros compañeros en las sesiones
de discusión que hayamos tenido con ellos para analizar nuestro trabajo de investigación.
Al final de todo, debemos dedicarnos a las tareas más monótonas de nuestro trabajo:
2. Se escribe el resumen.
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30. ¿Qué precauciones debemos tener en cuenta con respecto al
estilo?
La recomendación más importante respecto al estilo ese esta: la claridad debe tener prioridad. Ante
todo, se debe primar este factor por encima de otros. Esto implica, por ejemplo, que, si es necesario,
se deben repetir expresiones y términos para que un apartado o una frase queden completamente
claras y sin ambigüedad ninguna. Otras sugerencias son:
2. Conviene evitar la voz pasiva porque hace que el contenido resulte farragoso.
5. Se deben evitar las expresiones y clichés estereotipados que no dicen nada, pero que suenan
“cientı́ficos” (ej: “la experiencia ha demostrado que . . . ”).
6. Se deben evitar las repeticiones y reiteraciones innecesarias. Esto no implica que debamos
recortar el contenido del artı́culo hasta el punto de que se entienda con dificultad.
En efecto, conviene quedarse con varias copias de seguridad de todas las versiones porque, a veces,
eliminaremos información o apartados y puede que luego cambiemos de idea.
El coste de los discos de ordenador o CD-ROM necesarios para mantener todas las
copias de seguridad es despreciable si se compara con el valor del tiempo de un
investigador.
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