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Tal como propone Baquero (1996), el proyecto escolar no es un proyecto de los

niños sino, un proyecto atribuido a ellos, pero impuesto por los adultos. Dicho de otra
manera: por más que la acción pedagógica sobre los niños esté legitimada, no se puede
dejar de lado que es impuesta por la cultura adulta. La escolarización parece una
manera de dar tratamiento a una niñez: una manera “violenta” ya que implica la
obligación de ir a clases, trabajos, logros, etc. Así, el proyecto escolar, más allá de ser
un derecho adquirido, involucra decisiones sobre la vida de los sujetos, sobre sus
acciones y sobre la manera en que los adultos forjan su identidad. En consecuencia,
esta legitimación produce el sentido común de considerar la escolarización como un
contexto natural del desarrollo del niño.
El dispositivo escolar moderno propone una cierta economía: organización de
espacio, tiempos, recursos y roles, que sienta condiciones para el aprendizaje.
Es importante aclarar, por otro lado, ciertas características del dispositivo
escolar: gradualidad, simultaneidad y obligatoriedad. La primera de ellas, tal como
escriben Baquero, Cimolai y Toscano (2017), tiene que ver con un criterio bajo el cual
se agrupa a los alumnos de acuerdo a su edad. Esto conlleva un grave problema: se
organizan grupos de aprendizaje y se entiende a la sociedad en términos de
homogeneidad. Cabe mencionar también que se toma como criterio la edad cronológica
- biológica de los sujetos. Relacionado con el Fracaso Escolar Masivo, muchas veces
guarda vínculo con la sobreedad, es decir, se alejan las edades reales de los alumnos
con respecto a las edades que potencialmente deberían reunir de acuerdo a las
expectativas sobre la escuela consideradas “normales”. Muchas veces el Fracaso
Masivo, considera a la persona como aquel que no cumple con las condiciones
necesarias para avanzar de grado según su edad biológica y, según nuestro punto de
vista, esto también tiene que ver con las presiones que ejercen los padres sobre sus
hijos y las expectativas que ponen sobre sus hombros.
Así mismo, como arrojaron los diversos estudios explicados por María Angélica
Lus, si se desarrollan las mismas actividades con niños de zonas rurales o urbanas,
seguramente cambiarán sus intereses, sus motivaciones, así como también hay que
tener en cuenta la edad de los niños para adecuar las actividades y las exigencias.
La simultaneidad tiene relación con una organización frontal de las prácticas de
enseñanza, que presume un docente frente a un grupo de alumnos que aprenden en
"simultáneo" y por medio de un mismo método, mismo ritmo y en todas las materias que
cursen. Relacionado con el Fracaso Escolar, creemos que la forma de evaluación que
es igual en todas las asignaturas tiene mucho que ver. Se estandarizan las condiciones
de aprendizaje y las de evaluación pretendiendo que todos los niños aprendan y se
apropien del conocimiento de manera uniforme y homogénea: a todos se les hace
contestar las mismas preguntas y sobre las respuestas es que se evalúa. Ahora bien,
¿eso significa que un número por debajo del siete (por lo general el considerado
aprobado) es una mala nota?, ¿significa que un sujeto al cual lo califican con diez es
más o aprendió más que alguien que se saca menos? Creemos que no.
Cuando un alumno no alcanza el nivel de rendimiento medio esperado para su
edad y grado pedagógico se habla de fracaso escolar. El único criterio que se maneja
en la actualidad para metir el éxito o el fracaso de un alumno son las calificaciones o las
notas. Es posible que este método de evaluación debe ser revisado y sea uno de los
motivos que expliquen este fracaso masivo.
Para alcanzar el éxito, es preciso transformar el estudio en un hábito. Muchas
veces, también se pretende que todos los alumnos rindan por igual, pidiéndoles tareas
que, quizás, resultan fáciles para unos y difíciles o complejas para otros. Es importante
entonces recordar que no todos deben de ser tratados por igual y que no todos aprenden
al mismo ritmo y con la misma facilidad que unos pocos.
Finalmente, la obligatoriedad implica la fijación de la infancia en la escuela y
regula los regímenes de trabajo o académicos de los estudiantes. Muchas veces, suele
suceder que, como la acreditación por año escolar es de acuerdo a porcentaje de
materias aprobadas, se obliga al alumno a repetir por completo el último año cursado.
Actualmente, luego de todo el recorrido, creemos que el gran cambio que estaría
afectando al dispositivo escolar, sería el paso a una sociedad y una cultura regidas por
la ley de mercado, donde las relaciones se dan entre consumidores. Esta
transformación, ha llevado a diversos cambios dentro de las sociedades, como por
ejemplo, la desnaturalización del concepto de infancia como desprotegida e inmadura,
es decir, como necesitada del adulto. Frente a esto, se encontraría un nuevo surgimiento
de infancia en términos de Narodowski, una infancia hiperrealizada, la cual no se
encontraría tan desprotegida ni tan inmadura, y a la cual se le abriría todo un nuevo
mundo de posibilidades con el avance de la tecnología.
Asimismo creemos que habría que fomentar la construcción de estrategias que
incrementen el interés de los chicos por los contenidos escolares. Copiando a Freire,
es necesario sustituir la educación bancaria actual en la cual el docente es el único que
sabe y deposita saberes en sus alumnos quienes son vistos como depósitos de
información, por una educación problematizadora donde el educador esté ahí para
acompañar al Otro, aprender junto a él y de él.
Bibliografía
Lus M. A. (1995): “El pesado tema del retardo mental leve”, en De la integración escolar a
la escuela integradora, Buenos Aires: Paidós (Cap. 2).

Narodowski, M. (1999) "El lento camino de la desinfantilización", en Después de clase.


Desencantos y desafíos de la escuela actual. Colección Educausa, Buenos Aires:
Novedades Educativas

Baquero R. y Terigi, F. (1996): "En búsqueda de una unidad de análisis del aprendizaje
escolar", Apuntes Pedagógicos, N 2.

Baquero, R. Q., Cimolai, S. C., & Toscano, A. T. (2017). “Debates actuales en Psicología
Educacional sobre el abordaje del "fracaso escolar". En El fracaso escolar. Diferentes
perspectivas disciplinarias. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes.

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