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Beck
Pues no podemos leer los pensamientos de las otras personas. Por ejemplo, lo que
Karen no sabía era que Ted se sentía deprimido por un contratiempo en sus asuntos
contables y estaba ansioso por discutirlo con ella. Karen no tenía forma de averiguarlo
porque abandonó furiosa la habitación; supuso que él estaba demasiado preocupado
consigo mismo para reparar en ella.
Pero la retirada enfadada de Karen tenía de por sì muchos significados para Ted. “ ella
se escapa de mí sin razón alguna y otra vez prueba que no le importa cómo me siento.
La manera en que el cónyuge percibe o interpreta lo que el otro hace puede ser mucho
más importante para determinar el bienestar matrimonial que los actos mismos.
Para evitar esas ideas falsas, conviene entender cómo funciona la mente y como lo
hace en forma defectuosa, cuando nos frustramos o decepcionamos. Nuestro sistema
falible nos dispone a malinterpretar o exagerar el significado del comportamiento de
otra persona. Rara vez en ese momento, se nos ocurre, que nuestro juicio negativo
podría estar equivocado, y que atacamos una imagen distorsionada.
El método cognitivo
La terapia cognitiva demostró que los cónyuges pueden aprender a ser más razonables
el uno con el otro; si adoptan una actitud más humilde, menos segura en cuanto
exactitud de la lectura de los pensamientos y a las conclusiones negativas resultantes;
si controlan la precisión de dicha lectura, y si consideran algunas explicaciones posibles
de lo que hace su pareja. Los principios cognitivos que ayudaron a Karen y a Ted a
alcanzar con el tiempo ese estado de auto comprensión son los siguientes:
1) Nunca podemos en realidad conocer el estado de ánimo, las actitudes, los
pensamientos y sentimientos de los otros.
2) Confiamos en señales, a menudo ambiguas, para que nos informen acerca de
las actitudes y deseos de los demás.
3) Usamos nuestro propio sistema de códigos, que puede ser defectuoso, para
descifrar dicha señales.
4) Al confiar en nuestro propio estado de ánimo en un momento particular,
podemos equivocarnos en nuestra forma de descifrar.
5) El grado en que creemos en nuestra exactitud para adivinar, no está en relación
con la verdadera precisión de nuestra opinión.
La terapia cognitiva, que incorpora esos principios, se centra en el modo en que los
integrantes de la pareja se comprenden el uno al otro, lo hacen mal o dejan de
hacerlo, así como en el modo en que se comunican.
Pero lois erraba la puntería. Quedó atrapada en una red de inferencias sobre causas
invisibles y consecuencias insondables.
Lo que se dice o se hace puede ser ambiguo o erróneo, por ello no es fácil juzgar el
sentir para con nosotros o cuáles son las motivaciones. Aunque es natural leer
señales para darnos cuenta de lo que ocurre en la mente de otra persona,
corremos el riesgo se extraer conclusiones equivocadas.
Pensamiento invisible
Cuando entramos en interacción con los demás, rara vez tenemos tiempo para
meditar sobre los hechos, para deducir los pensamientos y sentimientos reales del
otro. Confiamos en observaciones fugaces de mensajes confusos, algunos de los
cuales pueden haber sido ideados a propósito para engañarnos. Lo que siente la
gente respecto de nosotros, debe basarse en hechos no observables de forma
directa, están fuera del alcance de nuestros sentidos, entonces confiamos en
nuestras suposiciones sobre lo que podemos observar. Los problemas se originan
porque tendemos a creer, como Lois, tanto en nuestras inferencias, nuestra lectura
del pensamiento ajeno, como en lo que observamos directamente.
Desde luego, resulta decisivo distinguir las verdaderas causas de lo que hacen los
demás, para saber que debemos hacer, avanzar o retroceder. Es importante para
nuestra seguridad, leemos constantemente el pensamiento y realizamos conjeturas
como Karen y Ted.
Puesto que las señales y los símbolos no son cosas reales, tienen que ser
traducidos. A veces, el sistema de códigos es deficiente y el cónyuge no lee la señal.
Es más probable que los hombres, consideren una conversación sólo como un
medio para transmitir hechos, mientras que las mujeres la encaren como un fin en
sì mismo, como un símbolo de interés y amistad. A causa de esas diferencias en el
significado simbólico de una comunicación, debidas al sexo, pueden surgir
malentendidos entre los integrantes de una pareja.
Una vez que se asigna un significado, a un suceso, es probable que se acepte como
válido sin confirmar su exactitud. Después de producirse la secuencia de ataque y
retirada , el significado que cada cónyuge atribuye a las acciones hostiles del otro
frustran la aclaración del malentendido inicial.
Si Marjorie cree que una voz fuerte significa rechazo, cuando Ken alza la voz, solo
puede experimentar rechazo. Si piensa que la ira y el rechazo conducen al
abandono, entonces se siente desolada. Cuando un suceso evoca en forma
constante significados muy personalizados, se convierte en símbolo. Cuando una
persona asigna un significado simbólico (amor, rechazo, libertad) a un suceso, su
reacción puede ser exagerada y llevar a significados múltiples. Hay dos clases
principales de sucesos simbólicos que desencadenan en reacciones exageradas. El
primer grupo gira alrededor del tema de interés o desinterés por el otro. En el polo
positivo están los símbolos de afecto, amor y consideración. En el negativo, los de
rechazo, desconsideración y falta de comprensión.
Prejuicios
Algunos de los malentendidos tienen sus raíces en el modo rígido de pensar. Las
expectativas, observaciones y conclusiones preconcebidas que forman un prejuicio
reflejan una estructura mental conocida como tendencia negativa. Cuando por
ejemplo un marido enmarca a su mujer dentro de esa tendencia interpretará casi
todo lo que ella dice de un modo negativo.
Existe una forma de prejuicio en aquellos cuya autoestima es pobre; en ese caso el
objeto del prejuicio son ellos mismos más que los otros. Esas personas están muy
preocupadas por lo que significan sus interacciones con los demás, en especial por
lo que éstos pueden pensar de ellas. Un caso típico es Lois.
Aunque se podría probar que cada una de las conjeturas de Lois era infundada,
ejercían en su pensamiento una fuerza poderosa y moldearon las interpretaciones
de Lois acerca de su relación. La terapia cognitiva expone esas conjeturas,
determina si tienen base real y las modifica.
Las investigaciones han demostrado que las parejas desavenidas, reaccionan entre
sí como si tuvieran ellas mismas un trastorno psíquico. En sus pensamientos acerca
del cónyuge aparece la suspicacia, como la que se observa en la gente afectada de
ansiedad o depresión. Para ellos sus creencias son reales, en realidad tienen la
mente cerrada, en lo que al compañero se refiere. Cuando alguien trata de corregir
esas distorsiones, en particular el cónyuge, pueden chocar con un muro de
hostilidad. A una persona enojada, no le gusta que la contradigan en su visión, y
considerará no solo que el otro está equivocado, sino que intenta manejarla y
engañarla. Lo que distingue más a los matrimonios desavenidos de los
satisfactorios no es tanto la ausencia de experiencias agradables, sino la gran
cantidad de experiencias desagradables o las que se interpretan como tales. Las
mejoras que experimentan las parejas al ser asesoradas, viene acompañadas más
de una reducción de encuentros desagradables, que por un aumento de los sucesos
agradables.