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Introduccion
Capítulo primero.- LOS PRINCIPIOS DE LA EVALUACION BURSATIL
La dualidad de la evaluación bursátil: empresa y especulación
El valor fundamental
El valor especulativo
Determinantes de la liquidez
Liquidez y especulación
LA PARADOJA DE LA LIQUIDEZ
DOMINACIÓN DE LA ESPECULACIÓN SOBRE LA EMPRESA
Conclusión
Capítulo II
LA ESPECULACION AUTOREFERENCIAL
Un modelo teórico de la autoreferencialidad
Mimetismo y convención
Capítulo III
LA LOGICA FINANCIERA
Capítulo IV
EL INDIVIDUALISMO PATRIMONIAL
El “gobierno de empresa”
El individualismo patrimonial
Conclusión
Bibliografía
INTRODUCCION
Hoy por hoy, las finanzas son invasoras. Han tenido un progreso fulgurante.
Para tener una idea del camino recorrido, basta recordar que, entre 1962 y
1978, la Bolsa de París experimentó dieciséis años de marasmo, sin que eso
hubiera afectado en modo alguno al crecimiento francés. Durante ese periodo,
el PIB en volumen se multiplicó por dos, mientras que el índice de la bolsa
tuvo una baja de 75% en francos constantes. Hoy, una caída de semejante
amplitud tendría efectos en cascada considerables sobre toda nuestra
economía, gravando desde el consumo de los hogares, debido a la importancia
adquirida por los valores mobiliarios en su ahorro, hasta a la inversión y a la
gestión empresarial que están, en adelante, sometidas al valor accionario, y
alcanzaría también incluso a la salud del sistema bancario, sector del cual una
parte creciente de las actividades se concentra ahora sobre los mercados
financieros. Y sería erróneo limitar el impacto de las finanzas a la sola esfera
económica. En países como los Estados Unidos y la Gran Bretaña, en donde
las pensiones están parcialmente financiadas a través de los fondos invertidos
en la bolsa, las consecuencias sociales de una tal baja no serían menos
dramáticas.
1
. Citado en Philippe Ries, « Cette crise qui vient d’Asie », París, Grasset, 1998, p.115
En su radicalismo, esas declaraciones expresan el profundo malestar de los
Estados Nacionales frente a esos flujos financieros parasitarios que los
atraviesan y los desestructuran, propelidos por un dinamismo tanto más
temible debido a su carácter aparentemente imparable. En el fondo, se trata
del mismo malestar que yace en el observador avisado, cuando constata la
desmesura de los flujos financieros comparados a los flujos reales: por cada
dólar de mercancías intercambiadas, hay 55 dólares de activos circulando!
Esta desmesura es tanto más inquietante en la medida en que asocia la
profusión de masas a la tremenda rapidez de las comunicaciones modernas. La
energía liberada es considerable y se comprende entonces que muchos países
no hayan podido resistirla. Los del sudeste del Asia fueron testigos de un
cambio de signo de los movimientos de capitales que alcanzó el 11% de su
PIB en el curso de pocos meses.
Para pensar estas transformaciones, hay que dejar de concebir a las finanzas
como a un actor neutral cuya función no sería sino la de calcular y hacer
públicos valores que le preexistirían. Esta aproximación teórica es
evidentemente inapropiada. Basta con pensar en el intervencionismo de los
fondos de pensiones y en la manera en que el “gobierno de empresa” impone a
las firmas determinadas normas. Las finanzas deben ser concebidas como un
poder autónomo. Es lo que trata de establecer este libro al proponer un análisis
construido en torno del concepto de liquidez.
En un segundo tiempo, una vez que esta aproximación teórica de las finanzas
ha sido presentada, estudio el impacto de la liquidez financiera sobre la
economía y la sociedad. El capítulo cuarto se consagra a esta tarea. Desde el
punto de vista de la economía, la cuestión esencial es la de la financiarización
de la empresa a través del “gobierno de empresa”. Aprovecho la ocasión para
analizar el poder financiero, del cual muestro que se funda sobre la opinión y
sobre la comunicación. Es bajo este ángulo que son analizados los fondos
institucionales. Sin embargo, la acción de las finanzas no se detiene en la
economía. Ellas transforman igualmente nuestra manera de concebir la vida
en comunidad. Lo que las finanzas liberalizadas le proponen a las sociedades
contemporáneas es un nuevo pacto social. Ese nuevo pacto tiene por
fundamento la afirmación de los derechos individuales, pero dentro de una
concepción del todo financiera de esos derechos, identificados a títulos
valores. Por esta razón hablaré a su propósito de un “individualismo
patrimonial”. Este individualismo de nuevo tipo se opone a las formas
tradicionales de individualismo ciudadano. El accionista minoritario
constituye su forma central. El sistema de jubilación por capitalización y la
independencia de los bancos centrales son entonces abordados. Estas formas
institucionales son características de la nueva soberanía en gestación.
Para escribir este libro, me beneficie de los consejos de Michel Aglietta,
Robert Boyer, Fréderic Lordon, Bruno Théret, Helène Tordjman y Yamina
Tadjeddine. Se los agradezco vivamente. La Universidad de Trento me acogió
para una estadía de tres meses, durante la cual pude redactar en calma una
parte de este libro. Que Máximo Egidi y Luigi Marengo encuentren aquí la
manifestación de mi reconocimiento. Cuando me desesperaba por encontrar
ciertas referencias y determinadas estadísticas, Vincent Bignon y Jean
Philippe Touffut me cayeron como anillo al dedo. Pueden contar con mi
gratitud.
Capítulo primero
Este marco jurídico define los principios generales que organizan la propiedad
del capital. Su puesta en marcha práctica puede empero dar lugar a una gran
diversidad de estructuras económicas y jurídicas2, como puede constatarse
cuando se comparan los países entre ellos o cuando se consideran las
evoluciones históricas en el seno de un mismo país. Uno de los elementos
esenciales de esta diversidad está ligado al mayor o menor rol desempeñado
por los mecanismos del mercado en el proceso de control y de transmisión de
la propiedad. Desde este punto de vista hay diferencias notables entre, de un
lado, Alemania o el Japón, en donde ese rol es subalterno y, del otro, los
Estados Unidos y el Reino Unido, en donde es central3. El movimiento
contemporáneo de desregulación y globalización que promueve en todas
partes a las finanzas de mercado tiende a atenuar esas diferencias, sin
conseguir su total desaparición. ¿Es benéfica esta evolución que transforma en
2
. Al lado de las acciones ordinarias que siguen siendo mayoritarias, han aparecido nuevos títulos
representativos de acciones a los que se les ha retirado el derecho de voto como es el caso de los certificados
de inversión o de las acciones con dividendo preferencial sin derecho a voto. Pero las innovaciones
financieras no se detienen ahí, y se conocen igualmente acciones con doble derecho de voto, certificados con
derecho a voto o, aún, con dividendos mayorados para recompensar a los accionistas fieles.
3
. El estudio de esas diferencias será el objeto del capítulo cuatro.
profundidad al capitalismo contemporáneo? ¿El mercado de acciones permite
asegurar una asignación eficaz del capital? En efecto, una cosa es dejar que el
precio de una mercancía fluctúe libremente, y otra cosa es subordinar las
transferencias de propiedad a la ley de la oferta y la demanda. Responder a
estas preguntas equivale a interrogarse sobre la pertinencia de la evaluación
bursátil como principio de organización y de control de la propiedad del
capital.
El valor fundamental
Las notaciones son: VF por valor fundamental, (d1, d2,... dn,..) para la serie de
dividendos, Vn para el valor residual de la sociedad al final de su explotación
y r para la tasa de actualización. Con el fin de subrayar el hecho de que ciertas
variables no son observadas sino solamente anticipadas, a saber, los
dividendos y el valor residual, se ha agregado en exponente la letra (a) entre
paréntesis.
De manera más general, está claro que la capacidad de una empresa para
generar utilidades es el resultado de un conjunto muy amplio de variables
entre las cuales se pueden citar las estrategias de las firmas que le compiten,
las innovaciones técnicas, las preferencias de los consumidores, el precio de
los recursos necesarios y el nivel de salarios. Es menester comprender que
esta complejidad es consustancial a las economías de mercado en la medida en
que la evolución de esas economías es el producto de una multitud de
decisiones individuales tomadas de manera del todo descentralizada. De allí se
deriva una incertidumbre poderosa y una opacidad extrema en cuanto a la
dinámica futura. Está claro, sin embargo, que el capitalismo debe afrontar esa
opacidad para tratar de reducir su amplitud. Tal necesidad es particularmente
aguda en el momento en que debe tomarse una decisión de inversión. Para una
firma, se trata de una decisión estratégica que compromete de manera grave su
porvenir. Hay que decidir en qué rama invertir, en qué cantidad y con cual
tecnología. Como lo dice Keynes, se trata de “vencer las fuerzas oscuras del
tiempo y de romper el misterio que encierra el futuro 6”. Resulta entonces que
las dificultades que encuentra el cálculo del valor fundamental no son la
consecuencia inoportuna de una fórmula mal escrita. Por el contrario, son la
expresión fiel de los obstáculos reales con que se encuentra el capital cuando
intenta pensar en su futuro. Se puede decir que la eficacia del capitalismo
depende estrechamente de su aptitud a sobreponerse a dichas dificultades para
reducir la incertidumbre mercantil. Para él, es vital anticipar correctamente las
evoluciones futuras, de suerte que no se desperdicie el capital invirtiendo en
proyectos improductivos o que no se conforman a los deseos de los
consumidores. Dicho de otra manera, la incertidumbre que pesa sobre el valor
fundamental es un dato objetivo del capitalismo, un hecho ineludible que el
capitalismo debe afrontar Estimar el valor fundamental responde a una
necesidad esencial de los empresarios pues toda decisión de inversión reposa
in fine sobre los resultados de ese cálculo, que compara las rentabilidades de
las diferentes estrategias de inversión para no retener sino la más beneficiosa.
La complejidad de este análisis revela el déficit informacional que caracteriza
a la producción mercantil, lo que ha dado en llamarse su carácter
fundamentalmente incierto y opaco. Pero eso no es suficiente para quitarle la
legitimidad: al contrario, quienes se hacen cargo de semejante tarea aportan un
6
. John Maynard Keynes, Théorie générale de l’emploi, de l’intérêt et de la monnaie, París, Petite
Bibliothèque Payot, nº139, 1971, p.167.
excedente de eficacia a la sociedad mercantil pues permiten realizar una
asignación de capitales eficaz.
El valor especulativo
a
(a) d p p t (3)
Rt t t 1
pt pt
DETERMINANTES DE LA LIQUIDEZ
10
. A lo largo de todo este capítulo, desarrollamos un análisis del mercado de acciones. Pero los principios
puestos de manifiesto con ocasión del mismo son también válidos para los otros mercados financieros, como
los de materias primas, de bonos, cambiarios y de derivados. Lo que difiere según los mercados es la
definición del valor fundamental, pero la dinámica especulativa no varia. Ella es consecuencia del principio
de liquidez que organiza a todos esos mercados y que hace que el precio actual dependa de la anticipación
respecto del precio de mañana. En adelante no vacilaremos en ilustrar nuestra teoría de la especulación con
ejemplos extraídos de esos diversos mercados de activos.
individuales respecto de ingresos inciertos en un valor inmediatamente
disponible. Esta voluntad expresa una necesidad acuciosa: limitar los riesgos
individuales. Pues, convirtiendo en negociables a los títulos, se atenúan los
riesgos que implica la inversión, puesto que se vuelve posible deshacerse de
un título cuando ello se juzga necesario.. Esta posibilidad tiene una virtud
tranquilizadora para los nervios y para las ganancias de los inversionistas. Eso
estimula globalmente al ahorro. Sin embargo, el carácter artificial de esta
construcción se revela por entero cuando se entiende que el capital productivo
por su parte permanece necesariamente inmovilizado, cualquiera que sea la
liquidez de los títulos: si es posible para un individuo desembarazarse de un
título que juzga poco competitivo, esa posibilidad no existe para el mercado
en su conjunto. El mercado, tomado de manera global, no puede deshacerse de
un título.11 Para que un individuo pueda vender un título, es necesario que otro
se proponga comprarlo. Cualesquiera sean los movimientos de compra o de
venta, la cantidad de títulos se mantiene constante, del mismo modo que el
capital cotizado se mantiene sin cambio en forma de capital productivo. Es
eso lo que llamaremos la paradoja de la liquidez. Ella nos dice que la
preferencia por liquidez es un deseo contradictorio, que inevitablemente se
destruye desde el momento en que es perseguido por todos. Por ese hecho, la
liquidez introduce una separación entre la racionalidad individual y la
racionalidad colectiva.
17
. Recordemos que, antaño, los agentes de bolsa eran oficiales ministeriales que tenían el monopolio de
negociación de los valores mobiliarios y cuyas comisiones eran fijadas por disposición ministerial.
18
. Lo dicho vale con excepción de los economistas que se interesan en las microestructuras.
19
. Sin poder entrar en los detalles, señalemos simplemente que una negociabilidad reducida al acuerdo
aleatorio entre individuos particulares, dependiente del azar de la convergencia con otros inversionistas
deseosos de poder en el momento mismo intercambiar activos, no le da respuesta satisfactoria a la pregunta
planteada.
emerger esta opinión colectiva, dándole la forma de un precio. El carácter
representativo de la cotización bursátil así generada puede ser más o menos
grande. Por representatividad de la cotización de bolsa entendemos la
posibilidad real, para un participante, de comprar y de vender al precio
cotizado. Esta representatividad del precio depende de un conjunto muy vasto
de parámetros (periodicidad de cotización, costos de transacción, profundidad,
etc.) que se ha dado en llamar la liquidez.
Dentro de estos parámetros, hay uno que aún no hemos citado, a saber, la
estandarización de las calidades: para que un mercado sea líquido, es
necesario que la calidad del producto objeto de intercambio esté
perfectamente codificada y sea conocida por todos. Cuando se considera un
mercado en donde coexiste una muy vasta multiplicidad de calidades, como es
el caso por ejemplo cuando se habla del “mercado del pescado”, la liquidez se
ve reducida, pues el conocimiento del precio no provee sino una información
insuficiente. La capacidad de comprar o de vender depende de manera central
de la calidad propuesta, siendo que la misma es difícil de determinar. En
semejante situación, la expertisia individual juega un papel fundamental, lo
que restringe en esa misma medida la extensión de las posibles transacciones.
Esta dificultad se hace muy presente en lo que hace a los mercados de
materias primas. De no haberse superado, sólo los especialistas, en posesión
de conocimientos técnicos fuertes, podrían haber intervenido allí. Entonces,
para poder crear un mercado bien líquido, fue indispensable definir con
precisión una calidad específica respecto de la cual se decidió, por
convención, versarían las transacciones. Por ejemplo, en el caso del aluminio
primario, se negocia una aleación específica. Ocurre incluso, para ciertas
materias primas, que sea establecida una lista de productores reconocidos!
Esta estandarización arbitraria constituye un medio poderoso de incrementar
la liquidez. Deja de ser necesario ser un especialista para intervenir: el
producto tratado es homogéneo y sus características están determinadas. En el
límite, basta con mirar el precio.
LIQUIDEZ Y ESPECULACIÓN
Sin liquidez, no habría especulación21. Esto es incluso una evidencia, pues, sin
liquidez, no habría lugar a buscar aprovechar el cambio de precios. La fórmula
(3) carecería, así de simple, de sentido y el valor fundamental se impondría de
modo natural a los propietarios de los títulos como la única evaluación
pertinente. Este resultado apareció con fuerza cuando se analizo esa
organización financiera hipotética en la que los títulos no podían negociarse.
En una tal organización, sólo la empresa estaría presente. Más precisamente,
cuando la liquidez es disminuida y entrabada, como consecuencia, por
ejemplo, de un encarecimiento de los costos de transacción, entonces las
compras y ventas se vuelven más difíciles, por costosas, lo que disminuye la
rentabilidad de la especulación; para que la misma siga siendo rentable, es
necesario que la ganancia especulativa sea superior a los costos de
transacción. Este lazo estrecho entre la liquidez y la especulación está muy
presente en Keynes, que aboga en favor de costos de transacción elevados,
incluso a través de la imposición de cargas fiscales importantes, de manera
que se debilite el rol jugado por la especulación. Cuando compara Wall Street
a la Bolsa de Londres, situada en Throgmonton Street, anota que, en esta
última, la especulación es menos intensa en razón a los costos importantes que
gravan a las transacciones londinenses: “El hecho de que el mercado de
Londres haya incurrido en menos excesos que Wall Street proviene tal vez
menos de una diferencia entre los temperamentos nacionales, que del carácter
inaccesible y muy dispendioso de Throgmonton Street para un inglés medio
comparado a Wall Street para un americano medio. El margen de los jobbers,
los corretajes onerosos de los brokers, las pesadas tasas de impuesto sobre las
transferencias, que gravan las transacciones en el Stock Exchange de Londres,
reducen la liquidez del mercado hasta el punto de eliminar una gran parte de
las operaciones que caracterizan a Wall Street. La creación de una gravosa
21
.Esta misma idea es defendida en el artículo de J. Michael Harrison y David M. Kreps, “Speculative
investor behavoir in a stock market with heterogeneous expectations”, Quarterly Journal of Economics,
volumen XCIII, mayo de 1978, nº2, p. 323-36.
tasa estatal que castigara a todas las transacciones podría revelarse como la
más saludable de las medidas, al permitir atenuar en los Estados Unidos el
predominio de la especulación sobre la empresa22.” Estamos aquí en las
antípodas de las evoluciones contemporáneas, el conjunto de las cuales no
persiguen sino la reducción de los costos para aumentar la liquidez. Si esos
costos fueran elevados, entonces las actitudes dirigidas al largo plazo, es decir,
que se proponen comprar un título para conservarlo en el portafolio durante un
periodo largo se volverían de nuevo predominantes. Las estrategias que
reposan sobre las compras y ventas en corto tiempo, orientadas a sacar
provecho de las evoluciones de muy corto plazo sufrirían de costos
prohibitivos. Esta idea central conduce a Keynes a escribir: “Delante del
espectáculo de los mercados financieros modernos, estamos tentados a creer
que si, de la misma manera que el matrimonio, las operaciones de inversión se
hicieran definitivas e irrevocables, salvo en caso de muerte o por otra razón
grave, los males de nuestra época podrían verse, en virtud de eso, útilmente
aliviados; pues los detentores de fondos pendientes de colocación se verían
obligados a prestar su atención a las perspectivas de largo plazo, y solo a
ellas23.” Dicho de otro modo, la importancia relativa de los fundamentalistas y
de los especuladores es función del grado de liquidez de los mercados: entre
menos líquido sea el mercado, mayor será el acento de las anticipaciones de
largo plazo, estos es, de los dividendos futuros y del valor fundamental del
capital; entre más líquido sea el mercado, más rentables se vuelven las
compras y ventas rápidas, y dominan al mercado. Para hacerse a una idea del
peso creciente de la liquidez en el seno de las finanzas contemporáneas,
señalemos que la duración media de detención de las acciones americanas era
de 7 años en 1960, mientras que hoy es de 9 meses, e incluso de 7 meses si
sólo se tienen en cuenta los fondos de pensiones. La tesis según la cual
liquidez y especulación van de la mano está en la base de lo que se
acostumbra llamar “la tasa Tobin”. Con el objeto de hacer más estables los
mercados cambiarios, James Tobin propuso disminuirles la liquidez creando
una tasa para las transacciones. Esta tasa tendría como efecto disminuir la
importancia de las operaciones puramente especulativas.
LA PARADOJA DE LA LIQUIDEZ
22
. Keynes, Théorie générale, op. cit., p. 171-172
23
. Ibid., p. 172.
El título es pues una realidad fundamentalmente dual, porque el mismo se
sitúa en el punto de encuentro de dos lógicas económicas distintas, siendo
ambas igualmente legítimas. Esta dualidad de puntos de vista da lugar a una
dualidad de evaluación. En el valor fundamental, se aprehende el título en
cuanto representa un capital físico inmovilizado, que se valoriza en el curso
del tiempo; en el valor especulativo, lo que se aprehende es el título en cuanto
que es un activo líquido, sometido al juicio colectivo del mercado. Es claro
que estas dos dimensiones no tienen el mismo estatus. La inmovilidad del
capital es un dato inmediato, que capta al capital en una dimensión
irreductible de su realidad, a saber, como a una organización productiva
sometida a las fuerzas de la concurrencia. La liquidez, por su parte, es una
invención, una institución particular de ciertas sociedades humanas, que estará
más o menos extendida según las formas que adopte el capitalismo. Cada una
de estas evaluaciones expresa intereses específicos, que dan lugar a
finalidades estratégicas particulares: la rentabilidad económica es la finalidad
perseguida por el empresario; la rentabilidad financiera es la buscada por el
inversionista financiero. Se comprende, en esas condiciones, que las dos
evoluciones puedan divergir. Cual de las dos se imponga, depende de la
configuración general de la economía, del peso que allí ocupen,
respectivamente, el poder financiero y el poder industrial. Como será
mostrado en nuestro último capítulo consagrado al estudio del “gobierno de
empresa”, la economía contemporánea se caracteriza por un dominio del todo
incontestado del poder financiero sobre la industria.
Conclusión
27
. Keynes, Théorie générale, op. cit., p. 169-170.
Estos razonamientos demuestran que la especulación domina a la empresa en
el sentido de la teoría financiera, a saber, que para el mismo nivel de asunción
de riesgo, ella engendra un mayor rendimiento, y, para el mismo rendimiento,
la especulación reposa sobre una menor asunción de riesgo. Este dominio de
la especulación no es sorprendente. Es una consecuencia directa del hecho de
que se trata de una estrategia que saca partido de todas las oportunidades
autorizadas por la liquidez: ella aprovecha las variaciones de corto plazo de
los precios, mientras que la estrategia fundamentalista se despliega en un
horizonte de tiempo más largo.. Por ello, la oposición empresa/especulación
no debe ser interpretada en términos de inclinaciones personales, en particular
frente al riesgo. La misma no describe relaciones estáticas entre grupos a
priori identificables. La oposición describe el proceso a través del cual el
desarrollo y la seducción que ejerce la liquidez destruye la lógica de empresa.
La importancia teórica y práctica de este proceso debe ser subrayada: decir
que, en los mercados desarrollados, la especulación domina inevitablemente a
la empresa, equivale a afirmar que las evaluaciones producidas por ellos se
van a alejar de modo inexorable de los valores fundamentales. En esas
condiciones, la lógica financiera no sabría proveerle al resto de la economía
las señales que permitan una selección pertinente de las inversiones. Las
señales de mercado no reflejan una información sobre las condiciones a largo
plazo del crecimiento: ellas expresan, en cambio, el estado de la psicología de
corto plazo de los participantes. Esta visión conduce a conclusiones que
socavan en profundidad a las de la economía clásica, en la medida en que
afirman que la evaluación del mercado, dominada por la especulación, no
expresa los intereses generales de la economía. Se sabe que la teoría ortodoxa
está fundada sobre la idea según la cual el mercado permite reconciliar los
intereses privados con el interés general: los comportamientos individuales
engendrarían una situación colectivamente eficaz en el sentido de Pareto.
Nuestro análisis desarrolla una concepción del todo diferente. Como lo dice
Keynes, “la política de colocación que es ventajosa socialmente no coincide
con la que renta más28” Nuestro análisis opermite una formulación más precisa
de ese juicio. El mercado tiene efectos positivos por su capacidad de proponer
a los inversionistas colocaciones líquidas. Esa es una ganancia social
indiscutible, así no fuera sino por el refuerzo que ello significa para la
inversión. Sin embargo, esa ganancia tiene un costo: la perturbación de las
cotizaciones, su desviación frente al valor fundamental. Es a este análisis de la
lógica especulativa que será consagrado el próximo capítulo.
28
.Ibid., p. 169.
Capítulo II
LA ESPECULACION AUTOREFERENCIAL
El presente capítulo está dividido en tres partes. La primera parte del capítulo
propone un análisis, a la vez teórico y experimental, de la racionalidad
autoreferencial. Este concepto designa una forma específica de racionalidad
que se opondrá a las racionalidades fundamentalista y estratégica. En la
segunda parte del capítulo, se mostrará cómo la racionalidad autoreferencial
produce una dinámica mimética de opiniones que desemboca sobre la
unanimidad del grupo. Ese es un resultado fundamental de ese capítulo.
Significa que los grupos autoreferenciales logran estabilizarse a través de la
producción endógena de una creencia reconocida por todos. Para designar a
esta creencia que el grupo se da a si mismo, por obra y gracia del proceso
mimético, hablaremos de “convención”. Es de esta manera que la ausencia de
referencias comunes puede ser superada por el mercado financiero: aunque, en
el origen, el mercado esté desprovisto de todo punto de referencia común que
permitiría a los inversionistas determinar sin ambigüedad sus acciones, él
consigue no obstante estructurarse en torno de una convención. Se asiste
entonces a un fenómeno de auto-organización. Una vez admitida por todos, la
convención se convierte en una “segunda naturaleza” para el mercado. Juega
entonces el papel que jugaba el valor fundamental en el modelo ortodoxo:
orienta la acción de los intervinientes, da una dirección a sus anticipaciones
privadas que, sin ella, se dirigirían a todas y a ninguna parte. Empero, esta
convención que estructura al mercado no tiene una estabilidad sino transitoria.
Un número más o menos grande de especuladores se mantiene frente a ella en
actitud reservada o desconfiada. Este fenómeno alimenta permanentemente a
las opiniones que se alejan de las creencias convencionales. Se sigue de allí
una erosión posible de la convención, que puede desembocar en su
destrucción pura y simple. Este proceso de crisis será estudiado en detalle en
una tercera parte consagrada al crack bursátil del 19 de octubre de 1987. Es
esa una situación ejemplar de pánico a la baja conducente a una sequía total de
la liquidez. Este ejemplo nos muestra que las convenciones son mortales y que
su desaparición puede provocar importantes movimientos de pánico. Hasta
que una nueva convención emerja.
30
. Keynes, Theorie générale, op.cit., p.168. Para hacer más clara la exposición, hemos transformado el
concurso de belleza keynesiano. En el juego de Keynes, “los participantes deben elegir las seis caras más
lindas entre un centenar de fotografías”
31
. Dicho de otro modo, el hecho de que las dos estrategias conduzcan, bajo ciertas condiciones, al mismo
resultado no implica, de ninguna manera, que sean idénticas.
Aplicada al juego (A), la estrategia S1 consiste en descubrir lo que los otros
participantes creen ser la opinión justa. Dicho de otro modo, el jugador
considerado, que se llamará (a), se interesa por la opinión mayoritaria que
emerge cuando los otros optan por lo que les parece ser, hasta donde les
alcanza el juicio, la opinión justa, es decir, cuando siguen lo que se ha llamado
la estrategia S0. Es justo así como hemos definido la estrategia S1 en el marco
del juego (H); se trataba entonces de comprender cómo los miembros del
jurado formaban su juicio. Respecto a la estrategia precedente S0, este nuevo
análisis estratégico del juego (A) constituye un progreso en la medida en que
incorpora el hecho de que lo que cuenta para ganar, en el marco de ese juego,
no es descubrir la opinión buena, sino la que los otros consideran como tal.
Sin embargo, adoptando la estrategia S1, el agente (a) adopta implícitamente
la hipótesis de que los otros agentes están guiados en su elección por la sola
búsqueda de la solución justa. Semejante hipótesis atribuye pues a los otros
agentes una conducta diferente de la que sigue, en cuanto a él, el jugador (a);
mientras que este determina su elección, no en función de lo que cree es la
buena solución, sino en función de lo que es la opinión de los otros, esos otros
se suponen actuando en conformidad con sus creencias personales. Y esa es
una hipótesis que nada justifica. Por qué razón los otros agentes serían menos
racionales que el agente (a)? Como él, ellos saben que, para ganar, no hay que
optar por su opinión personal, hay que descubrir la de los otros. La simple
racionalidad les conduce a abandonar la estrategia S0 como lo ha hecho el
mismo agente (a). Por ello, sería irracional por parte del agente (a), cuando
busca descubrir la elección de los otros participantes, atribuirles a ellos el
comportamiento S0. Por el contrario, debe considerar que los otros actúan tan
racionalmente como él, y que forman sus elecciones preguntándose que es lo
que los otros van a considerar la buena solución. Se sigue de ello que la
estrategia S1 no se adapta al juego (A).
En resumen, resulta claro que, para ganar el juego (A), no hay que adoptar ni
la opinión propia, (estrategia S0), ni la opinión de los otros (estrategia S1),
sino tratar de acercarse a la elección de los otros tal como esta se forma
cuando cada uno de ellos busca prever la opinión mayoritaria (estrategia Sά).
Esta estrategia, que se llamará “autoreferencial”, vuelve su mirada, no hacia si
mismo, como en el caso S0, ni tampoco hacia los otros, como en el caso S1,
sino hacia el grupo mismo en cuanto entidad colectiva, del que se busca
determinar la opinión más apta a la representación de su identidad.
LA RACIONALIDAD AUTO-REFERENCIAL
Se encuentra en Keynes un primer análisis de esta racionalidad. Lo escribe a
propósito del “concurso de belleza”33; “Cada competidor debe elegir, no la
fotografía que le parece más bonita, sino la que estima más apropiada para
33
. Habiendo modificado ligeramente la presentación del concurso de belleza, hemos tenido en consecuencia
que modificar un poco la cita (op. cit., p.168) para que corresponda a la nueva situación tomada en cuenta. Ya
no se trata de “elegir las caras” sino “la fotografía” y todos los términos que de allí se siguen. Cf. de la nota
30.
obtener el sufragio de los otros competidores, cuando todos ellos examinan el
problema bajo el mismo ángulo. No se trata para cada quien de elegir la
fotografía que, en su sano y real juicio, es realmente la más bonita, ni tampoco
aquella que la opinión media considerará realmente como tal. En el tercer
grado al que hemos ascendido, se emplean las facultades para descubrir la
idea que la opinión media se hará por anticipado de su propio juicio. Y hay,
creemos, personas que van hasta el cuarto o quinto grado, y aún más lejos 34.”
Gracias al análisis precedente, esta citación es fácil de entender. La primera
frase no hace más que recordar la tarea a cumplir, a saber, descubrir la opinión
que recogerá el mayor número de sufragios cuando los participantes examinan
el problema bajo el mismo ángulo. La complejidad auto-referencial está allí
claramente enunciada. La segunda frase subraya que, para tener éxito, el
individuo no debe “elegir la fotografía que, en su leal saber y entender es, en
realidad, la más bonita” ni tampoco “aquella que la opinión media considerará
realmente como tal35”. Se vuelve a encontrar aquí el rechazo de lo que se ha
llamado las estrategias S0 y S1. En la continuación de la cita, Keynes
introduce una idea nueva, la existencia de opiniones de grado creciente: de la
misma manera que la estrategia S1 es una opinión que versa sobre la opinión
de los otros, es posible imaginar opiniones que versan sobre la opinión que los
otros tienen acerca de la opinión media, y así sucesivamente. Se llamará
“estrategia especular” la estrategia consistente en calcular las opiniones de
grado creciente. Para comprender su lógica, es útil introducir algunas
notaciones, de manera que se puedan evitar las perífrasis del tipo “la opinión
de la opinión de la opinión de...” que se vuelven, muy rápido, incomprensibles
y poco manejables.
otras creencias. Esa distinción expresa una realidad fundamental: la creencia de grado 0 está dirigida hacia el
problema planteado, mientras que todas las creencias de grado n, cualquiera que sea el valor positivo de n,
están fundadas en un análisis estratégico del grupo. Esta notación conduce pues a distinguir de modo radical
tres tipos de racionalidad: la racionalidad fundamentalista, que produce las creencias de grado 0; la
racionalidad estratégica, que produce las creencias de grado n >0; la racionalidad autoreferencial, que produce
las creencias de gradoά.
CxCMCM(P2), a saber, su opinión respecto de la opinión mayoritaria de
grado 1 de los demás. Aparece entonces que esta construcción también cae
bajo el golpe de la crítica precedente: la elección del individuo (x) se hace
sobre la base de una creencia de grado 2, mientras que el supone que los otros
actúan en conformidad con su creencia de grado 1.No hay coincidencia entre
la manera en que (x) se comporta y la manera en que él imagina que se
comportan los otros. Desde el momento en que todos los individuos son
igualmente racionales, nada justifica este contraste. Esta desviación va
entonces a dar lugar a un proceso de complejización creciente de las
anticipaciones. Como lo anota Keynes, en la medida en que este proceso se
desarrolla, los individuos optan por creencias de grado cada vez más elevado.
Se trata siempre de ponerse en el lugar de los otros, y de suponer que los otros
tienen las mismas capacidades de cálculo y de anticipación que usted mismo,
lo que debe conducirlo a incrementar el grado de su propia creencia. Es eso lo
que puede llamarse un “proceso especular”, pues las conciencias colocadas las
unas enfrente de las otras, cada una interrogándose sobre las motivaciones del
otro, actúan a la manera de dos espejos puestos frente a frente, engendrando
una multiplicidad de imágenes a medida que cada una integra en su cálculo el
hecho de que el otro percibe creencias de grado superior. La especularidad
simula los reflejos múltiples que genera la dinámica de las creencias
cruzadas37.
Grupo P Grupo C
RESPUESTAS PROPORCION RESPUESTAS PROPORCION
Pregunta 1(años)
1971 8,0 1990 61,1
1990 6,8 2000 11,1
2000 6,8 1969 5,6
1968 5,7
Mimetismo y convención
El capítulo siguiente analizará con precisión las formas concretas que toma la
convención cuando se considera la esfera financiera. Sin embargo, un punto
debe ser mencionado desde ahora. Una convención financiera no implica una
identidad rigurosa de las anticipaciones individuales, a la manera de los juegos
de pura coordinación precedentes en los que emergía un valor único para todo
el grupo. En el caso financiero, se trata de hacer prevalecer un modelo
dominante de interpretación, de naturaleza más bien cualitativa. En el marco
de una tal convención, es natural observar cierta diversidad de las
anticipaciones individuales. Ella engendra una volatilidad normal de las
cotizaciones. En el capítulo tres veremos, a propósito de las crisis mejicana y
asiáticas cómo la acumulación de anomalías pone en cuestión a la convención
provocando una volatilidad excesiva de los precios. Por el momento,
querríamos analizar la lógica de un tal cuestionamiento contrayéndonos al
marco de nuestro modelo abstracto Nuestra hipótesis central consiste en
analizar el proceso de crisis como una resurgencia de la racionalidad
estratégica. Esta se manifiesta a través de los especuladores con reservas, que
desarrollan una mirada crítica con respecto a las actitudes del grupo. Esos
especuladores estratégicos alimentan flujos de órdenes, que vienen a tantear la
estabilidad de la convención y la firmeza de las creencias por ella suscitadas.
Ellos engendran una “sobrevolatilidad” de los precios, que es la expresión
privilegiada de la crisis de confianza experimentada por el modelo
convencional de interpretación. La generalización de los comportamientos
estratégicos conduce a la crisis auto-referencial. Estudiemos esta dinámica.
VOLATILIDAD DE PRECIOS Y FRAGILIDAD DE LAS
CONVENCIONES
57
.Ibid., p.377.
fundamentales económicos.58”. Así, la pura auto-referencialidad es un período
de crisis, marcado por una gran inestabilidad de los precios.
Una aplicación importante de este modelo tiene por objeto la volatilidad de los
precios y la evolución de las primas de riesgo. La teoría ortodoxa, conforme a
sus presupuestos fundamentalistas, ve en la volatilidad de los precios la
expresión directa de la variabilidad natural de las magnitudes fundamentales.
Se saben las dificultades empíricas con las que choca esta hipótesis: los
trabajos de Robert Shiller han mostrado que la variabilidad observada en los
precios de bolsa era en promedio bien superior a la de los fundamentales 59. Se
habla entonces de una volatilidad excesiva. Esta constatación es globalmente
compatible con nuestra aproximación, que ve en la volatilidad, no una
expresión de los aleas fundamentales, sino una medida de la desconfianza
respecto a las convenciones que estructuran el mercado. En efecto, esta
desconfianza engendra una “sobrevolatilidad” endógena que permite explicar
las observaciones de Shiller. Sin embargo, hay que ir más lejos. Nuestro
análisis teórico milita por una aproximación que distinguiría diferentes
regímenes de volatilidad en función de las fases del mercado. Se tendrían tres
configuraciones distintas, de las que pueden ser descritas muy
esquemáticamente las características. La fase de estabilidad convencional se
caracteriza por una subestimación global del riesgo. Los inversionistas tienen
tal confianza en su modelo de evaluación, que creen a pies juntillas en su
permanencia, lo que los lleva a desdeñar la posibilidad de una corrección
59
. Robert Shiller, Market volatility, Cambridge (Estados Unidos) y Londres, The Massachussets Institute of
Technologie Press, 1989.
brutal. Se puede pensar que la bolsa americana de hoy y los mercados
financieros asiáticos de antes de la crisis de 1997 son dos ilustraciones de un
tal régimen. Durante las fases de cuestionamiento estratégico, se observa una
mejor estimación de la relación riesgo/retorno bajo el efecto de los
fundamentalistas escépticos y de los contrarians que están muy preocupados
de evaluar correctamente los aleas. En fin, la crisis auto-referencial
corresponde a una situación en la que las estimaciones están muy deformadas.
La sensibilidad al riesgo se vuelve francamente excesiva como se vio, por
ejemplo, al final del verano de 1998, cuando los inversionistas rechazaban de
plano ciertos títulos, cuyo riesgo era empero moderado. Se asiste entonces a
una “huída hacia la calidad”, que privilegia a los activos respaldados por
garantías incontestables, como los bonos de Estado, lo que conduce a una
ampliación excepcional de los spreads. En resumen, la prima de riesgo, lejos
de ser una magnitud estacionaria, depende de modo estrecho de la dinámica
global del mercado. Integrando esta dependencia, cabe esperar volver
inteligibles las anomalías numerosas que presenta esta variable.
62
. Bruce Greenwald y Jeremy Stein, “The task force report: the reasoning behind the recommandations”,
Journal of Econmomic Perspectives, vol.2, nª3, verano 1988, p.3-23.
63
. Dichos trabajos forman el capítulo 23 de Market volatility, op. cit.., p. 379-402.
hasta 7 por “muy importante”) “la importancia para usted personalmente de
esos diferentes acontecimientos en su evaluación de las perspectivas de la
Bolsa, el 19 de octubre de 1987”. Está bien precisado: “Por favor, diga bien
qué importancia tenía eso para usted, y no la importancia de esos
acontecimientos a los ojos de los demás 64”. Lo que encabeza las respuestas
dadas, ya se trate de los inversionistas institucionales o individuales son, no
esos acontecimientos fundamentales, sino dos ítems que fueron agregados a la
lista fundamental, a saber, “la caída de 200 puntos del Dow Jones que tuvo
lugar durante el 14, 15 y 16 de octubre”. La caída de 200 puntos encabeza a
los dos grupos y la baja de los días precedentes obtiene la segunda plaza para
los individuales y la tercera para los institucionales. Dicho de otro modo, no
fueron acontecimientos exógenos los que desencadenaron las evaluaciones
bajistas del lunes 19 de octubre. Estas son reacciones a las importantes
variaciones de precio ocurridas, sea en la mañana del 19, sea en los días
precedentes a esa fecha. La auto-referencialidad es aquí claramente visible: la
evolución de los actores es, en primer lugar, una respuesta a las variaciones
observadas de los precios. Ella no se deriva de un análisis fundamental que
tome por base una modificación de los datos reales de la economía. Solo el
10,5% alcanzado por los bonos del Tesoro llega en tercero y segundo lugar.
64
. “Please tell us how important each of the following new ítems was to you personally on October 19, 1987,
in your evaluation of stock market prospects...Please tell how important you then felt these were, and not how
others thought about them”, ibid. P. 384.
65
. El cuestionario distingue a los inversionistas, individuales e institucionales, según hayan vendido o
comprado títulos.
66
. Ibid., p. 389.
como dificultad para concentrarse, palmas de las manos húmedas, pecho
oprimido, irritabilidad y palpitaciones.
69
. Recordemos que en 1929, entre septiembre y el final del año, Wall Street había caído en 34%; en 1930 se
sucede una nueva baja, de 33,8%, de tal suerte que en diciembre de 1930 se está a 43,2% del pico de de
septiembre de 1929. Se puede comparar la caída de 30,5% que experimenta el mercado entre su pico de
agosto del 87 y su punto más bajo, el 19 de noviembre del mismo año, y la caída de 89% que se observa entre
el pico de septiembre de 1929 y su punto más bajo de 1932, punto que coincide con el comienzo de la gran
depresión.
70
. Otro factor mencionado con frecuencia es el temor a una modificación de la legislación fiscal que persiga
reducir las ventajas fiscales ligadas a las fusiones-adquisiciones.
brusquedad a 30% al cierre del 16 de octubre71. Es un clima de gran
nerviosismo el que va a dominar durante todo el fin de semana. La Bolsa ha
bajado 17% desde su pico del 25 de agosto de 1987 y el mercado se percata de
que el período alcista se acabó. El aumento de la volatilidad traduce
incertidumbres importantes: “El pesimismo se instala incluso entre los
profesionales más optimistas72”. Esta situación acarrea consecuencias
numerosas e importantes.
Pero se ha acentuado sobre todo el rol jugado por las estrategias llamadas de
inmunización de portafolios en el fuerte movimiento de venta del 19 de
octubre. La inmunización de portafolios recubre un cierto número de técnicas
de gestión financiera, que busca garantizar la rentabilidad mínima para un
portafolio, aprovechando un alza eventual de la Bolsa. Detengámonos en las
dos más importantes para los acontecimientos de octubre. Una primera técnica
no requiere sino la utilización de acciones y bonos del Tesoro. Al contrario de
las formas clásicas de gestión, la inmunización de portafolio reposa sobre una
regulación dinámica de las proporciones invertidas en acciones y en bonos del
Tesoro. Esas proporciones están sometidas a ajustes sistemáticos cuya
amplitud es función de un cierto número de parámetros como el horizonte de
colocación, la evolución del índice de acciones, o la volatilidad de dichas
acciones y de las tasas de interés. Se recurre con la mayor frecuencia a
programas informáticos para efectuar los cálculos necesarios: según la
71
. Hayne Leland y Mark Rubinstein, “Comments on the market crash: Six months later”, Journal of
Economic Perspectives, vol. 2, nª3, verano de 1988, p. 45-50.
72
. Declaración de un inversionista citado en el Wall Street Journal del 16 de diciembre de 1987.
73
. Leland y Rubinstein, op. cit.
74
. Wall Street Journal, op. cit..
amplitud determinada por el software, se incrementa el componente de
acciones del portafolio vendiendo bonos del Tesoro cuando el mercado sube y,
cuando el mercado baja, se venden acciones y se compran bonos del Tesoro.
Este primer método requiere de numerosas transacciones, costosas en gastos
de transacción y de corretaje. Se puede obtener un resultado equivalente, a
menor costo, utilizando los mercados a término sobre índice bursátil que
tienen la particularidad de ser más líquidos y menos costosos que el mercado
accionario. Se trata esta vez de ajustar la exposición al riesgo del portafolio de
acciones, modificando la posición vendedora a término en contratos sobre
índice. Es este el método de gestión más utilizado en octubre de 1987 en razón
de sus costos bajos: cuando el mercado baja, se venden contratos a término
sobre índice. Es principalmente el SPSIF que entonces se utiliza. Este tipo de
estrategias fue adoptado en forma masiva por los fondos de pensión y por los
fondos mutuos, los cuales, para implementarlas, han recurrido a programas
que calculan el monto de acciones o de contratos a vender o a comprar, lo que
se conoce como program trading. El crecimiento del ahorro institucional ha
sido tal, que la cantidad de capital en adelante protegida por estas estrategias
de inmunización de portafolio alcanzaba en octubre de 1987 más de 60
millardos de dólares75. La caída repentina de los precios, el viernes 16 de
octubre, condujo mecánicamente a una intensificación de las ventas, ya fuera
de acciones o de SPSIF, en conformidad con los diversos métodos predicados
por la inmunización de portafolio. Para el 19 de octubre, se estima que esas
ventas se elevaron, finalmente a 6 millardos de dólares, repartidos entre 4
millardos en forma de contratos a término y 2 millardos en acciones. Es
comprensible que esta masa de órdenes haya provocado una punción sin
precedentes en la liquidez de los mercados.
Hay que hacer hincapié en que esas estrategias no son especulativas. Son del
todo reactivas. Sin embargo, numerosos especuladores estaban del todo
advertidos de la importancia que habían adquirido esas estrategias en la
gestión cotidiana del ahorro institucional. Se deriva de allí una situación
característica de la racionalidad estratégica puesto que es entonces posible
anticipar con precisión el comportamiento de los portafolios cubiertos. El
razonamiento no es difícil de reproducir. De manera general, se estima que
una baja de 1% de los precios conduce a una reducción de 2% de la
exposición al riesgo. Como la cantidad de capital asegurado asciende a
alrededor de 60 millardos de dólares, y como la baja del viernes 16 de octubre
fue aproximadamente de 10%, son pues 12 millardos de dólares que deben ser
vendidos. Eso corresponde a 300 millones de acciones y a 100 000 SPSIF 77.
Como solo 4 millardos habían logrado venderse el miércoles 16, es claro que
existía el 19 de octubre una masa considerable de órdenes de venta en
suspenso. La acción a seguir es entonces evidente: ganancias considerables
pueden ser realizadas a través de ventas rápidas antes de que se realice esta
masa de órdenes, seguidas de recompras cuando la baja de precios consecutiva
a esas órdenes se haya manifestado. Se comprende que la especulación
estratégica así definida sea fuertemente desestabilizante puesto que acentúa
aún más el movimiento de ventas. El rol de esos inversionistas fue muy
subrayado por la Task Force encargada de reflexionar sobre la crisis de 198778.
Se puede leer, en el informe que ese grupo entregó al Presidente Reagan, el
análisis siguiente. “La actividad de un pequeño número de instituciones de
estrategias agresivas desbrozó el camino de un nuevo incremento de la presión
vendedora, el lunes. Esos operadores comprendían a la perfección el
mecanismo de cobertura de portafolios...Podían anticipar las ventas que
provocaría la baja del mercado. Era entonces para ellos la oportunidad de
77
. James F. Gammil Jr y Terry A. Marsh, “Trading activity and price behavoir in the stock and stock index
futures markets in october 1987”, Journal of Economic Perspectives, vol. 2, nª3, verano de 1988, p. 39.
78
. Por iniciativa del Presidente Reagan, se creó “The President Task Force on Market Mechanism” que
disponía de 60 días para rendir su informe. Se habla con frecuencia, para referirse a él, del “Informe Brady”
por el nombre de su presidente Nicholas F. Brady, secretario del Tesoro. Se puede medir la gravedad de la
crisis de 1987 al número importante de informes oficiales que le han sido dedicados para tratar de entenderlo.
Es así que la SEC(Securities Exchange Comisión) y la CFTC(Commodities Futures Trading Comisión)
estuvieron en el origen de dos informes importantes: The Final Report on Stock Index Futures and Cash
Market Activity during October 1987 to the U.S.Commoditiy Futures Trading Comisión(el “informe CFTC”)
y el October 1987 Market Break (el “Informe SEC”).
vender, en previsión de las ventas que inevitablemente desencadenaría la
cobertura de portafolio, con el objetivo de comprar después, a precios más
bajos79”. Esta especulación estratégica es un nuevo elemento que alimenta la
corriente bajista del 19 de octubre80.
79
. Leland y Rubinstein, op. cit., nota 3, p. 47.
80
. Los datos estadísticos del CME presentados por Gammil y Marsh, op. cit., confirman este análisis. Allí se
ve una venta masiva, los 19 y 20 de octubre, de contratos que provienen de coberturas de portafolio, por,
respectivamente, 18 220 y 17 357 contratos. Sin embargo, cuando se considera el interés abierto global del
mercado, se nota que esta aumenta de manera muy fuerte el lunes, 25 525 contratos, pero que el martes hay
solo un muy débil aumento, de 2 006 contratos. Esto implica que un cierto número de operadores han
desdoblado su posición el martes: son 15 251 contratos que han sido así recomprados, lo que equivale a 2
millardos de dólares. Como los escriben esos dos autores: “Los agentes que recurren a la cobertura de
portafolio vendieron a traders, que previamente habían abierto posiciones cortas con la intención de cerrarlas
rápidamente.” Se reconocen aquí nuestros especuladores estratégicos.
los casos que de 2 a 3% de los 3 500 millardos de capitalización bursátil. Por
otra parte, las ventas efectuadas en su nombre el 19 de octubre fueron
evaluadas en 6 millardos, esto es, menos de 0,2% del total de esta
capitalización. Así, la cuestión es saber si la venta de 0,2% del mercado puede
producir una baja de 20% en los precios, o, aún, si la venta de 6 millardos en
títulos puede engendrar una pérdida de 700 millardos de dólares 81. La
respuesta a esta cuestión depende de lo que los economistas llaman
elasticidad-volumen: la elasticidad-volumen es igual a la relación de la
variación de los precios sobre la variación de los volúmenes. Con ese
concepto se puede pues medir el efecto de los volúmenes intercambiados
sobre la evolución de precios. Recordemos que el capítulo primero ha
subrayado que existía un lazo estrecho entre la liquidez y la elasticidad-
volumen. Una elasticidad débil significa que un choque sobre la oferta de
títulos tiene un impacto débil sobre los precios: el mercado es capaz de
absorberlo sin dificultad. Por el contrario, un valor elevado implica que la
liquidez del mercado es problemática puesto que pequeñas variaciones en los
volúmenes producen fuertes variaciones en los precios. En el caso del 19 de
octubre, se halla una elasticidad igual a 10082. Ahora bien, los valores que
libran los modelos tradicionales son muy inferiores: se sitúan en los
alrededores de 0,1, esto es, son 1 000 veces menores. Si el mercado hubiera
respondido en conformidad con los valores del modelo tradicional, el 19 de
octubre habría sido una jornada ordinaria. Dicho de otro modo, los modelos
tradicionales sobreestiman de manera fuerte la liquidez del mercado.
LA CRISIS DE LIQUIDEZ
Los trabajos de Gennotte y Leland han mostrado que la falla de los modelos
tradicionales radica en el análisis que efectúan de las anticipaciones privadas:
“Una dimensión importante de los mercados financieros es que solo una
pequeña parte de los inversionistas recogen activamente la información
referente a los datos fundamentales o a la oferta de activos. Los otros
inversionistas utilizan los precios corrientes para prever los precios futuros.
Este rol de los precios conduce a una elasticidad-volumen muy distinta a la de
los modelos tradicionales83” Se vuelve a encontrar aquí nuestra hipótesis auto-
referencial: para determinar la opinión futura del mercado, los especuladores
se apoyan masivamente en los precios de hoy, y no sobre la racionalidad
81
. Gennotte y Leland, op. cit., p.999. Esos autores agregan que los 6 millardos representan 15% del total de
volúmenes intercambiados ese día en el NYSE t el CME, que fue de 42 millardos de dólares
82
. Ese es el resultado de dividir 20% en 0,2%.
83
.Gennotte y Leland, op.cit., p.1000
fundamentalista. Este proceso da lugar a una serie de reacciones en cadena
que afecta profundamente a la elasticidad-volumen puesto que la observación
de una baja conduce a numerosos operadores a revisar a la baja sus
anticipaciones, lo que nutre la caída de los precios. Esta dinámica es tanto más
violenta en cuanto la evolución de precios ha sido inesperada y a conducido a
una pérdida generalizada de puntos de orientación. Nadie sabe ya lo que es un
precio normal. Lo que aparecía ayer como un precio piso, del que hubiera sido
inverosímil suponer que hubiera sido alcanzado, se vuelve hoy un precio
posible. De manera más profunda, en esos períodos de crisis, es la liquidez la
que se ve puesta en cuestión, a saber, la apuesta colectiva de la comunidad
financiera en su conjunto de detentar los títulos emitidos. Todos tratan de
deshacerse de esta restricción, trasladándosela a los otros. Pero eso no puede
sino aumentar la confusión general a medida que aparece el hecho de que, en
su globalidad, el capital permanece inmovilizado. No es posible
colectivamente desembarazarse de él. Desde este punto de vista, las jornadas
del 19 y 20 de octubre son ejemplares. Allí se ve la liquidez amenazada en sus
diferentes componentes.
85
.La regla del uptick, que prohibe la venta de una acción que está a la baja, restringió también la acción de
los arbitrajistas. Esta regla data de 1929.
Más allá de los retrasos en la ejecución, es el mecanismo mismo de formación
de precios que sufrió un gran sacudón. Ello se ve en las dificultades para fijar
un precio de apertura. Tomemos la acción de Eastman Kodak. Fue una de las
últimas acciones en poder abrir, a las 10h40, perdiendo 14,125 para un precio
de $76, es decir, 18%! El especialista señala que fue muy difícil llegar a un
precio de apertura porque “cada fluctuación del precio a plazo, modificaba en
profundidad el número de órdenes86”. A lo largo de toda la jornada, los
especialistas informan de dificultades similares. En período normal, los
precios no sufren revisión sino progresiva, sin muchos sacudones. Se utiliza el
último precio y se procede a variaciones de poca amplitud. Eso refiere a la
idea de una “continuidad” de los precios, idea clave en la definición de la
liquidez bursátil. La cosa fue muy distinta durante esas jornadas: siendo que
un retroceso de 25 centavos con relación al último precio es, de ordinario,
considerado como un signo de arrogancia, se asistió a la aceptación de ofertas
ultrajantemente bajas, inferiores en $2 al último precio. Por otra parte, en
razón de los retrasos y de la volatilidad de los precios, transacciones decididas
con unos pocos minutos de intervalo fueron cerradas a precios muy distintos.
Eso refuerza la incertidumbre de los inversionistas. Por ejemplo, ciertos
inversionistas, compradores el martes por la mañana, pagaron 20% más caro
que aquellos cuyas compras fueron ejecutadas una hora más tarde. Tales
fenómenos encuentran su fuente en la presión de que son víctimas los
hacedores de mercado, incapaces así de ejercer su oficio. Se enfrentan a
movimientos polarizados a la baja y se les dificulta determinar un precio piso,
capaz de dar lugar a un movimiento de compra. En la medida en que esta
situación empeora sin que aparezca solución, la liquidez del mercado
desaparece: ya no hay quién compre. En efecto, los hacedores de mercado no
pueden ser compradores sino temporales. Para ellos, no puede tratarse de
comprar todo el capital de la firma cuya acción cotizan, y de la que el público
se quiere desembarazar! Uno de los especialistas del NYSE confiesa al Wall
Street Journal: “Yo sabía que, cualquiera fuera la compra que hiciera, no
ganaría plata. La única razón por la que me mantenía, era que tal es mi deber.
Pero mi trabajo no consiste en comprar toda la firma 87”. El pánico se volvió
evidente en la última hora del lunes. El mercado perdió todo contacto con la
realidad económica: cayó 220 puntos, o sea, 11,2% , en una hora. La
dificultad de cotización se vuelve extrema. Numerosos inversionistas no
consiguen hablar con los hacedores de mercado. Los precios caen, sin que los
sostengan los especialistas. Es así que Procter & Gamble cae de $68 a $60 en
86
. Wall Street Journal, op. cit.
87
. Wall Street Journal, op. cit
menos de 15 minutos para un volumen de ventas que no sobrepasa los 5 000
títulos. La liquidez financiera ha desaparecido.
LA INTERVENCION DE LA FED
y que yo compro a termino un contrato de 1 000. Deposito, pues, 100 en mi cuenta. Sin embargo, si el valor
de mi contrato baja y pasa a 950, he perdido potencialmente 50. Esos 50 me son entonces exigidos por la
cámara de compensación. Esos son los llamados de margen. De esta manera, la cámara de compensación
puede estar relativamente segura de mi capacidad de hacerle frente a mis compromisos. Es posible encontrar
un sistema de este tipo en el mercado accionario, en la medida en que la Bolsa no exige el pago inmediato de
la acción.
Como se nota en este ejemplo, la liquidez financiera está estrechamente ligada
a la liquidez bancaria. Ese es un punto esencial. De la acción de los bancos
depende la estabilidad del sistema en una situación de gran tensión. Es en esas
condiciones que la intervención de la FED fue decisiva. La FED se declaró
lista a ofrecer la liquidez necesaria para sostenerla sistema financiero y
presionó a los bancos para que mantuvieran y ampliaran sus créditos a los
inversionistas individuales y a las casas de corretaje. El examen de las
estadísticas no deja ninguna duda sobre el hecho de que el mensaje fue oído:
si se compara la semana que terminó el 21 con una semana normal, son 7,7
millardos de dólares suplementarios que fueron prestados, o sea, un aumento
de 46,1%! Para la sola Citicorp, esos créditos alcanzaron, el 20 de octubre,
1,4 millardos, siendo que el valor normal esta comprendido entre 200 y 400
millones. Gracias a la intervención de la FED y de los bancos, el sistema de
pago y compensación pudo retomar un funcionamiento normal en los
siguientes días. Anotemos que los rumores respecto de la solvencia del
sistema alimentaron en forma poderosa el pánico financiero de esas jornadas.
Muchos traders dicen que evitaron globalmente el mercado a término por
físico miedo de que el sistema de compensación se viniera al suelo. Es
pensando en el rol devastador de esos rumores que ciertos autores abogan por
las suspensiones del mercado. Según ellos, dichas suspensiones permitirían
combatir las falsas informaciones y sosegar a los espíritus.
Otro punto esencial que este análisis pone de relieve es el lazo estrecho entre
la liquidez financiera y la liquidez bancaria. Se desmiente una vez más la
hipótesis de que el mercado se basta a si mismo. La crisis nos ha mostrado la
importancia de los bancos en la capacidad del mercado para afrontar
perturbaciones fuertes. Solo los bancos pueden hacerle frente a la fuerte
demanda de liquidez inducida por la crisis bursátil. De vio en 1987: sin los
bancos actores centrales del juego financiero habrían tenido grandes
dificultades. El rol jugado por la FED es otra ilustración de que el mercado
solo es capaz de escaparse de la trampa auto-referencial gracias a recursos
exteriores. La idea de una finanza auto-regulada recibe de ahí un nuevo golpe.
Como en la crisis de LTCM en 1998, la FED vuelve a aparecer como el
garante del sistema. Es a través de su acción que se estabilizan las
evaluaciones y que renace la confianza. Para concluir, anotemos que además
de los bancos comerciales y de la FED, hay un tercer actor no financiero cuyo
rol fue importante para oponerse a la crisis, a saber, las empresas que
recompraron sus propias acciones. Es una nueva forma de recurso exterior la
que se hace aquí visible. Al mediodía, el 20 de octubre, en el momento más
alto de los rumores apocalípticos, el anuncio hecho público de recompras de
acciones por las empresas emisoras mismas jugó un papel importante de
sostén al mercado y de renovación de la confianza. Fidelity anunció la compra
de 50 000 acciones IBM por cuenta del constructor informático. En total, 129
de las firmas que hacen parte del SP500 recompraron 22 millones de acciones
el 20 de octubre y 90 millones más durante el resto de la semana. Anotemos
que tales compras solo representan un décimo de las recompras totales que
habían sido anunciadas el 20 de octubre por las empresas. Eso no le quito
fuerza al efecto de anuncio, que fue impresionante, y que le devolvió la
confianza al mercado.
Capítulo III
LA LOGICA FINANCIERA
Para Keynes esta convención juega un papel fundamental, pues es ella la que
permite “un alto grado de continuidad y de estabilidad en los negocios,
“siempre y cuando se pueda contar con el mantenimiento de la misma”. La
razón que él invoca a esta altura del razonamiento es sumamente interesante.
Anota que existe un lazo estrecho entre la hipótesis convencional y el riesgo
percibido por el actor financiero. En efecto, la convención tiene el efecto de
calmar los nervios del inversionista en la medida en que ella significa “que el
inversionista no corre riesgo distinto que el de un cambio efectivo en las
informaciones relativas al porvenir próximo, riesgo en torno de cuya
probabilidad puede tratar de hacerse a una opinión personal y que, en
cualquier caso, no sabría ser muy grande.93”. El mantenimiento de la
convención significa, en efecto, que las variaciones de precios serán sólo
incrementales y progresivas. Las nuevas informaciones no han de provocar
más que cambios diferenciales con relación al precio actual, que constituye el
punto de anclaje de esas fluctuaciones. En esas condiciones, la deriva las
cotizaciones no puede ser sino de poca amplitud si el periodo de tiempo
considerado es, él mismo, corto. Es lo que llamaremos la convención de
“continuidad” de los precios o también la convención de “normalidad” por
razones que aparecerán más adelante: durante un corto intervalo de tiempo, las
variaciones de precios son pequeñas, tanto más cuanto más corto es el
intervalo. “De esta manera, una inversión adquiere una seguridad aceptable
para el inversionista individual durante períodos cortos y durante una sucesión
de períodos cortos, tan numerosos como se quiera, a condición de que el
inversionista pueda razonablemente contar sobre el hecho de que la
convención no fallará y que él tendrá la posibilidad de revisar su juicio y de
cambiar su inversión antes de que hayan podido pasar muchas cosas. Las
inversiones, que son “fijas” para la comunidad se vuelven líquidas para el
individuo.”94. Esta convención es del todo esencial pues, según Keynes, es la
fuente misma de la liquidez: gracias a la normalidad de los precios, “las
inversiones fijas se vuelven liquidas”.
92
Keynes, op. cit. Pags. 164-165
93
Keynes, op. cit. Pag. 165
94
Keynes, op. cit., pag 165
Lo que aquí se dice es fundamental: en ausencia de saltos discontinuos de
gran amplitud, el inversionista no tiene nada que temer, pues siempre tiene la
posibilidad de desprenderse a tiempo de un activo, por ejemplo, antes de que
la baja del precio se vuelva muy importante. En efecto, decir que las
cotizaciones presentan una evolución “continua” o “normal”, significa que el
precio de un título, cuando cae de 1000 a 1, pasa por todos los precios
intermedios95. Si ello se verifica, cada inversionista puede pensar que siempre
le será posible limitar su pérdida vendiendo, por ejemplo, a 800, o a cualquier
otro precio que juzgue conveniente. Tal representación del mercado está a la
base de las estrategias de cobertura de portafolio. Si cada inversionista se
adhiere a una tal convención de la evolución de los precios financieros, es
siempre posible limitar las pérdidas a un monto fijado de antemano. Es
comprensible que esa creencia tenga poderosos efectos tranquilizadores en los
inversionistas. Se ha visto en el estudio de la crisis de 1987 que numerosos
fondos institucionales recurrieron a esas técnicas de cobertura para limitar sus
pérdidas. La situación de los inversionistas es muy distinta cuando las
cotizaciones presentan variaciones discontinuas de gran amplitud, pues
entonces el inversionista es incapaz de modular sus pérdidas, en función de su
conveniencia. En este caso, es el mercado quien decide. Por ejemplo, cuando
el precio pasa de un solo golpe de 1000 a 1. La crisis de octubre del 87 mostró
claramente que tales evoluciones son posibles. Ella es característica de una
situación de desaparición de la liquidez.
95
Está claro que lo que está en consideración aquí no es sino una aproximación razonable de la hipótesis
matemática de continuidad puesto que los precios cambian necesariamente por saltos, dado que las
cotizaciones son múltiplos del tick.
96
Keynes, Teoría General, op. cit. P.212
El conjunto propuesto por Keynes es bastante heteróclito, aunque las
perspectivas teóricas están allí claramente trazadas. Todas las piezas del
rompecabezas están ahí: la liquidez de los mercados financieros, la
autoreferencialidad, presentada con ocasión del concurso de belleza, el rol de
la imitación que aparece claramente en el artículo de 1937, las profecías
autorrealizadoras que pone en escena el capítulo 15 y la convención financiera
que desarrolla el parágrafo IV del capítulo 12, pero en ningún lado se
encuentra un marco unitario que articule el conjunto de esos conceptos en un
modelo dinámico claramente formulado. Anotemos igualmente que Keynes
utiliza el término de convención en una acepción amplia e intuitiva y que no
busca definirlo rigurosamente. Pero la teoría propuesta en el capítulo dos de la
presente obra provee un cuadro sintético de inteligibilidad que formaliza con
precisión las ideas de Keynes sobre las finanzas. Para ello, es conveniente sin
embargo distinguir entre los diferentes niveles de la organización financiera.
LA LIQUIDEZ
Para llevar a feliz término este análisis, hay que comenzar por subrayar que la
liquidez es una relación social específica que no se confunde con el concepto
de valor; no todos los objetos provistos de valor son por ello mismo líquidos.
La liquidez de un objeto designa una cualidad particular, a saber, su capacidad
de hacerse aceptar como medio de pago en el seno de una comunidad
determinada. Esta distinción entre valor y liquidez aparece plenamente en el
hecho de que un individuo puede ser solvente y ser, no obstante, ilíquido. Es
solvente cuando el valor de su activo neto es positivo. Sin embargo, este
agente solvente puede simultáneamente estar en incapacidad de enfrentar sus
compromisos si no posee recursos líquidos, es decir, activos que sean
aceptados como medios de pago por los otros miembros del grupo. Lo que
está en juego en la liquidez no es pues otra cosa que el reconocimiento social
del valor en el seno de una comunidad particular. Dicho de otra manera, sin la
unción de la liquidez, el valor de un objeto conserva un carácter “privado”,
como lo hace plenamente manifiesto su dificultad para circular. A contrario, el
objeto “líquido” no puede circular y ser aceptado en los intercambios sino en
tanto que goza de una legitimidad social.
La primera puede decirse que es exógena: se trata de una garantía que versa
directamente sobre el valor de los depósitos expresado en moneda central, a la
tasa de uno a uno. Esta garantía puede tomar formas diversas (reservas
obligatorias, razones prudenciales o fondos de garantía); pero, de manera
fundamental, tal garantía compromete, de una u otra manera, al poder público
que, en calidad de prestamista de última instancia, viene al rescate de los
bancos en dificultades. La segunda realidad puede ser llamada endógena. Es
más compleja de captar, pero tiene mayor alcance. Se trata de un lento proceso
de transformación de las costumbres económicas que conduce a la utilización
cada vez más amplia de la moneda bancaria, lo que tiene por efecto disminuir
notablemente las demandas de conversión en moneda central. La extensión
del espacio de circulación de las monedas escriturales tiene por efecto
97
Esta perspectiva de análisis ha sido desarrollada en “La moneda soberana”, bajo la dirección de Michel
Aglietta y André Orlean, ediciones Odile Jacob, 1998.
98
Keynes, Teoría General, op. cit. P.233.
99
John Hicks, Monnaie et marché, París, Economica, 1991, p.71.
100
En Aglietta y Orlean, “La moneda soberana”, op. cit., se mostró que tal dualidad era igualmente cierta de la
moneda central. Esta es a la vez moneda exógena y moneda endógena. Moneda exógena puesto que fundada
en una garantía externa en la soberanía y moneda endógena en tanto que producto espontáneo de los
intercambios, cuya regularidad conduce a distender el lazo con la acción de la garantía.
acrecentar mecánicamente la estabilidad de los bancos emisores y, en
consecuencia, la confianza que los agentes económicos depositan en ellas. Es
solo en situaciones críticas que los actores económicos son llevados a poner a
prueba la garantía exógena.
Es de otra parte una ley general de gran alcance la que nos dice que el
aumento del espacio de circulación de un bien tiene un efecto estabilizador
mecánico en la medida en que dicho aumento disminuye la proporción de
demandas de conversión frente al uso del bien circulante. Esta ley general
establece un lazo entre el uso puramente funcional de una moneda y la
confianza de la que la misma se beneficia. Una ilustración general de esta ley
nos es dada por esas piezas que, en el marco de un régimen monetario
metalista, continúan a circular de acuerdo a su valor facial aún cuando la
cantidad real de metal que contienen ha sido roída. Hay así una funcionalidad
propia a la relación de circulación que autoriza a apoyarse sobre la aceptación
automática del otro sin que haya necesidad de verificar el valor propio del
bien circulante. Lo que cuenta, es la adhesión de todos, de tal suerte que el
control del valor es, con mucha frecuencia, inútil. Por el hecho mismo de su
liquidez, el objeto circulante adquiere un valor específico, que se podría
llamar de circulación, y que se puede desconectar de su valor intrínseco. De
igual modo, billetes falsos, reconocidos como tales por los agentes, podrían
circular muy bien, si el Estado no interviniera brutalmente para impedir su
uso. En efecto, a partir del momento en que cada quien piensa que los otros a
su turno los van a aceptar, estos circulan ampliamente sin dificultad; poco
importa que sean falsos, con tal de que cada quien continúe a aceptarlos. Es
comprensible que ese proceso tenga empero sus limites cuando el individuo
busca atesorar a largo plazo, lo que exige una creencia durable en el valor
futuro del bien que se atesora.
101
Utilizamos aquí los resultados de una investigación muy interesante presentada en Marianne Demarchi y
Solenn Thomas, “Procesos de gestión, técnicas de transacción y expectativas de los inversionistas
institucionales franceses”, versión preliminar, diciembre 1996, 79 páginas.
De este modo, se hace evidente que la liquidez reposa sobre el compromiso
tácito de la comunidad financiera de hacerse cargo de la totalidad del capital.
Tal nos aparece la naturaleza de la garantía exógena que funda a la liquidez.
Cada quien no puede sentirse libre de comprar o de vender los títulos sino en
razón a que sabe que in fine el mercado absorberá todos los títulos emitidos.
Puede decirse que este compromiso es de una naturaleza del todo singular,
puesto que nadie en particular está verdaderamente comprometido. Este
compromiso no es menos real y obligante, en el sentido de que los
inversionistas, en cuanto grupo, están absolutamente ligados por dicho
compromiso. Hay crisis porque el mercado se niega a hacerle frente al
compromiso. Busca desembarazarse del capital. Es entonces que la acción del
poder monetario para restablecer la situación y la confianza se vuelve central,
como lo mostró la crisis de octubre de 1987. Esa es la naturaleza real de la
garantía exógena. Dicha acción prueba bien que la autorregulación endógena
de los mercados solo funciona imperfectamente. La comunidad financiera
tiene que pedir la ayuda del poder público. Y esa acción muestra también, a
contrario cual sería la exigencia de una autorregulación auténtica: producir
una liquidez radicalmente autónoma respecto de la liquidez monetaria.
LA CONVENCION DE NORMALIDAD
Lo que Keynes llama “la convención financiera”es una creencia que porta
sobre el hecho de que el precio de mercado es una evaluación pertinente del
valor de los títulos en el momento considerado y en vista de la información
disponible. Keynes nos dice incluso “la única correcta, teniendo en cuenta el
conocimiento actual” y eso “cualquiera sea la manera en que se haya
formado”. Esta creencia puede ser calificada de abstracta, pues porta sobre el
precio como tal: la comunidad financiera reconoce en él la mejor estimación
posible del valor de los títulos en el instante t. Esta creencia ejerce efectos
poderosos sobre los inversionistas puesto que ella les brinda, de una parte, una
cierta seguridad en la evaluación de su riqueza financiera y, de otra parte, el
reconocimiento social de esta evaluación. Ella juega un gran rol en las
relaciones bilaterales, por ejemplo, si el inversionista tiene necesidad de un
crédito.
103
. Ibid., p.9
¿Qué es lo que justifica tal creencia? A esa pregunta se pueden aportar dos
respuestas distintas. En nuestra perspectiva de análisis, esta legitimidad no es
sino la consecuencia directa de la organización misma de los mercados en la
medida en que esta autoriza a todo miembro de la comunidad financiera a
intervenir libremente si considera que el precio anunciado está errado. Está
entonces claro que el precio expresa el consenso instantáneo de la comunidad
financiera, a la vista de las informaciones de que ella dispone. Se trata incluso
de una cuasi-tautología. En cuanto a la teoría ortodoxa, ella justifica esta
misma creencia a partir de una aproximación diferente: la legitimidad de los
precios es, según esta teoría, una consecuencia de la eficiencia de los
mercados. La hipótesis de eficiencia nos dice que el precio refleja plenamente
y correctamente toda la información disponible en el instante considerado.
Pero, ¿qué sentido darle a “plenamente y correctamente”? Si ello significa
plena y correctamente con relación a las capacidades cognoscitivas de los que
intervienen en el mercado, entonces no estamos lejos de nuestro propio
análisis y de la concepción keynesiana. Si, por el contrario, se trata de decir
que el precio es la mejor estimación disponible del valor fundamental,
teniendo en cuenta la información disponible en el instante en cuestión,
entonces las posiciones difieren radicalmente. Como ha sido visto con
anterioridad, gran parte de los inversionistas que intervienen en un mercado lo
hace sin preocuparse del valor fundamental de suerte que no se ve con
claridad por qué milagro el precio, que después de todo no es sino el resultado
del conjunto de intervenciones individuales, sería un estimador fiable del
valor fundamental. De cierta manera, esta crítica de la eficiencia se adelanta a
lo largo de este libro. Pensamos que el objetivo primero de los mercados es
convertir en líquidos títulos que representan un capital inmovilizado y,
haciéndolos líquidos, acrecentar así la esfera de circulación de esos activos.
En esta perspectiva, la pertinencia de la evaluación en tanto estimador del
valor fundamental no juega sino un rol del todo secundario.
104
. Reportarse a Jean Philippe Bouchaud y a Christian Walter, “Los mercados aleatorios”, Por la ciencia,
número fuera de serie sobre El azar, abril de 1996, p.92-95; Benoit Mandelbrot, “El síndrome de varianza
infinita y sus relaciones con la discontinuidad de los precios”, Economie Appliquée, vol. XXV, 1973, p. 321-
348; Christian Walter, “Les imposibles de la finance”, Por la ciencia, nª225, julio de 1996, p. 6-9.
105
. Bouchaud y Walter, op. cit. P.94.
106
. Este cálculo se encuentra en J.F. Boulier, B. de Vitry y F. de Drogas, “Las leyes estables y los precios de
bolsa”, Investigación e innovación, 1998, p.8. Los autores agregan: “Recordemos que la crisis de 1929
sobrevino justo 58 años antes de la de 1987, y que venía una cincuentena de años después del crack del banco
Union Générale”.
azar paretiano hace posible una evolución fuertemente discontinua de los
precios.
Se debe empero ir más lejos y analizar las creencias y los modelos utilizados
por los especuladores. Es entonces aquí que el análisis del segundo capítulo
encuentra un terreno de aplicación inmediato: los modelos de evaluación que,
en un momento dado, determinan el valor de los títulos son el resultado de
interacciones miméticas auto-referenciales que desembocan en convenciones
estructurantes. Su dinámica es la de la auto-realización. El ejemplo más
impresionante de tales procesos está dado por lo que llamaré las
“convenciones alcistas”, a saber, aquellos episodios en los que el alza de los
precios y las plusvalías que ella engendra modifican las anticipaciones de los
inversionistas en un sentido alcista, lo que provoca nuevas alzas y nuevas
ganancias, que tienen el efecto de convencer al mercado acerca de la justeza
de sus perspectivas, las mismas que habían conducido a los primeros
aumentos. Se está entonces confrontado a un proceso de auto-realización de
las creencias, lo que también ha sido llamado a “profecías auto-realizadoras”.
La historia financiera está llena de tales ejemplos. Píensese, en particular, a las
primeras y famosas burbujas financieras, que han marcado la historia
económica moderna107, a saber, la tulipomanía holandesa de 1637, y las
especulaciones de 1720, en Francia, sobre la Compañía del Misisipi de John
Law y, en Inglaterra, sobre la Compañía de los Mares del Sur. Bien célebre
esta última, porque en ella el gran Isaac Newton perdió una parte de su
fortuna, 20 000 libras y habría declarado: “Yo se calcular los movimientos de
los cuerpos graves, pero no puedo medir la locura humana.” Tales fenómenos
no tienen nada de exótico. Los procesos que los produjeron siguen actuando
hoy en día. Los estudiaremos en la segunda parte.
Una primera ilustración está dada por los “valores de Internet”. Su alza
durante el año 1998 se tradujo en una curva casi vertical, tan grande era la tasa
de crecimiento. Entre el 8 de octubre de 1998 (el punto más bajo alcanzado
por los mercados occidentales después de la crisis rusa) y el final de enero de
1999, se observa un alza casi ininterrumpida de 80% del índice Nasdaq. El
valor de las acciones de Amazon creció en un 996% durante el año 1998.
Entre el comienzo de diciembre y el 8 de enero de 1999, fue observado un
107
. Veáse el artículo de Peter M. Garber, “Famous first bubbles”, Journal of Economic Perspectivas, vol.4,
nº2, primavera de 1990, p.35-40.
aumento de 150%, de tal suerte que la capitalización bursátil de esta empresa
sobrepasa, para esa fecha, a la de Texaco, y eso a pesar de que, en opinión de
sus propios dirigentes, será menester esperar aún algunos años antes de que
produzca utilidades! Se presentan alzas comparables a esta para todos los
valores Internet: AOL (American On Line) exhibe un valor de mercado
superior al de General Motors; el de Yahoo sobrepasa al de Boeing, mientras
que sus utilidades trimestrales, en el último trimestre de 1998, no son sino de
$25 millones; TheGlobe.com vale 650 millones de dólares, a pesar de que sus
ventas son las de una PYME y de que produce pérdidas. Esta última sociedad
se disparó en 606% en el primer día de su cotización en el Nasdaq. Cosa
nunca vista! Los múltiplos alcanzan entonces niveles delirantes. El mercado
valora a Yahoo a más de mil veces sus utilidades. Amazon, que no produce, es
valorado a 31 veces sus ventas. Los múltiplos son en la actualidad de 600 a
mil veces la utilidad por acción, y de 152 veces las ventas para Yahoo. Para
justificar tales precios respecto de los fundamentales, se requeriría que las
sociedades Internet experimentaran un crecimiento excepcional de sus ventas
y de sus márgenes. Amazon, para justificar un valor de mercado que alcanza
$20 millardos debería producir utilidades de un millardo de dólares, y hay que
saber que sus ventas totales para el año 1998 alcanzaron apenas los $600
millones. Ahora bien, incluso si el sector del comercio electrónico
experimenta tasas de crecimiento impresionantes, no se ve cómo la
rentabilidad de las empresas podría seguir en el largo plazo esa tendencia.
LA CRISIS MEJICANA
Esta convención está fundada sobre un análisis de largo plazo del capitalismo
mundial. Hace el diagnóstico de que las economías emergentes tienen un
crecimiento potencial fuerte, más alto que el de las economías maduras, que
sus necesidades de inversión son considerables y que el rendimiento del
capital es allí mucho más elevado que en los países desarrollados. Todos los
elementos de ese diagnóstico convergen para ver en las economías emergentes
un nuevo el dorado, con un margen para progresar considerable, mientras que
las economías desarrolladas envejecen. Se hace valer, del mismo modo, que el
aumento de la parte de países emergentes en el portafolio financiero permite
disminuir el riesgo global en que incurre el inversionista. Como lo escriben
François Bourguignon y al., “uno de los principales atractivos de los mercados
emergentes, además de su comportamiento, es su carácter diversificador.
Como están poco correlacionados con los mercados desarrollados aseguran,
de modo global, una excelente diversificación de acciones internacionales. 120
Este argumento de técnica financiera es muy subrayado frente a la clientela: la
adición de fondos emergentes al portafolio existente permite aumentar la
rentabilidad sin aumento del riesgo. El mismo argumento es retomado por
Henry Bourguignat, quién señala que los países ricos son “cada vez más,
conducidos, en un mercado financiero progresivamente abierto, a buscar los
rendimientos menos correlacionados con los de los mercados más maduros.
Ahora bien, se sabe que el margen para progresar es inmenso. Entre 1987 y
1991, los inversionistas americanos detentaban sólo 0,5% de sus portafolios
de acciones sobre títulos de países emergentes. Y, según el Banco Mundial, si
esta parte hubiera ascendido a 20%, ello habría incrementado el rendimiento
en un uno por ciento y, de esta manera, habría disminuido el riesgo del
portafolio.121” Se constituye así, de manera progresiva, un análisis económico
119
. Citado en Javier Santiso, “Temps des États, temps des marchés : retour sur la crise mexicaine »,, Esprit,
nª5, mayo 1998, nota 1, p.59.
120
. François Bourguignon, P.Conxicoeur y P.Séquier, « Marchés emergants d’actions : prévisibilités et
incertitudes », Revue d’Economie Financière, nª30, otoño 1994, p.91.
121
.Henry Bourguignat, « La tyrannie des marchés », París, Economica, 1995, p.73.
de las economías emergentes, fundado sobre una comprensión del capitalismo
mundial a largo plazo y sobre la teoría de selección de portafolio, que empuja
al desarrollo de la inversión financiera en esos países. Dicho análisis provee
un marco de interpretación global para la toma de decisiones individuales. Y
conduce a abrir los fondos institucionales a una parte creciente de títulos
emergentes. Las ganancias obtenidas en poco tiempo en algunas de las Bolsas
de esos países justificaron ex post ese análisis y llevaron a la creencia en
perspectivas luminosas, justificadas por la fe en el liberalismo y en la
desreglamentación. Es seguro que esas creencias tienen un fundamento real en
la medida en que es posible suponer que la mitad del crecimiento potencial de
la economía mundial se encuentra en los países emergentes.
En el caso mejicano, los agentes no ven las dificultades a las cuales Méjico se
enfrenta de manera progresiva, a saber, una moneda sobrevaluada y una deuda
externa de corto plazo cuyo reembolso se vuelve difícil. Se puede medir esta
miopía con varios indicadores. El primero, y el más importante para un
financiero, es el spread, a saber el margen diferencial de tasa existente entre
los Tesobonos, bonos del tesoro mejicano denominados en dólares y los bonos
del Tesoro americano. En buena teoría financiera, se supone que mide la
prima de riesgo asociada a la firma mejicana. Y subió de repente al comienzo
del año 1994 como secuela de varios acontecimientos políticos, pero volvió a
caer después de la elección de Zedillo en agosto, manteniéndose casi
constante hasta la crisis de diciembre en torno de 2%, un nivel muy bajo. Fue
solo después de la crisis que el spread aumento en forma masiva para alcanzar
20% en febrero123. Se vuelve a encontrar la misma miopía si se considera la
evolución de las cotizaciones a término del peso y de los bonos Brady, que de
ningún modo anticiparon la ruptura de diciembre de 1994. Se observan en el
segundo trimestre salidas de capitales, pero causadas por la crisis política que
vive Méjico al comienzo de 1994. Más tarde, en el tercer trimestre, cuando se
estabiliza la situación política, las entradas de capitales vuelven a ser
importantes. El informe de la Banca de pagos internacionales indica por otra
parte que “las perspectivas económicas de un buen número de países en
desarrollo se han mejorado tanto que sus mercados continúan interesando
mucho a los gestores de portafolio de los países industrializados.”
Para comprender la violencia y la amplitud del giro de fines del año 1994 y
del comienzo de 1995, hay que tener en cuenta la naturaleza específica de las
inversiones extranjeras en Méjico. Entre 1991 y 1993, 77% del flujo de
recursos privados que ingresaron a Méjico lo hicieron en forma de compra de
títulos. La parte de estos en el stock total de compromisos detentados por el
sector privado subió a 78%. Se trata pues de inversiones muy líquidas y, en
consecuencia, volátiles y de fácil reversión. Son muy representativas de las
finanzas contemporáneas. Por esta razón, se ha visto con frecuencia en la
crisis mejicana una crisis de “nuevo” tipo, característica de la nueva
regulación financiera, dominada por la titularización y la liquidez. La
mencionada liquidez es responsable de la amplitud de la fuga de capitales y,
pues, de la crisis misma. La mayoría de los analistas esta de acuerdo en
encontrar exagerada esa amplitud. La depreciación de 40% sufrida por el peso
no era conforme con los fundamentales. Hay, en la baja, una auto-realización
de la desconfianza del todo tan perversa como la que condujo, en la fase
anterior, a la sobrevaloración de Méjico.
La miopía producida por la convención está pues aquí presente en tres tipos de
fenómenos. De una parte, el mercado no prevé las dificultades. De otra parte,
el mercado concurre a agravarlas, financiando en exceso el déficit. En fin, la
corrección producida por dicho mercado es excesiva. Se ve aquí un
funcionamiento del mercado bien distinto al descrito por la teoría de la
127
. Se trata, para ser más exactos, de un aumento de 15% en los márgenes de fluctuación del peso frente al
dólar, comparable a la decisión tomada por los europeos en 1993 para ciertas monedas.
128
. Recordemos que se trataba de un año electoral en el que se asistió al reemplazo del presidente Carlos
Salinas de Gortari por Ernesto Zedillo, el 21 de agosto.
eficiencia: lo que sobresale es una sucesión de excesos en sentidos opuestos.
Es esto lo que describe a la perfección Balley cuando escribe: “Una de las
características de la Bolsa es que los excesos- al alza o a la baja-no son allí
nunca corregidos por un simple regreso a una pretendida norma, sino por
excesos en sentido inverso129.” Esos excesos son la expresión de dinámicas
auto-realizadoras alcistas o a la baja.
129
. Balley, La Bourse, op. cit., p. 87.
130
. Ese cuadro está sacado de Steven Radelet y Jeffrey Sachs, “The East Asian financial crisis: diagnosis,
remedies, prospects” Brooking Papers on Economic Activity, nª1, 1998, cuadro 1, p.3.
Portafolio 7,6 10,6 12,1 -11,6
Acreedores privados 28,2 61,8 74,0 -7,6
Bancos comerciales 24,0 49,5 55,5 -21,3
No bancarios 4,2 12,4 18,4 13,7
En millardos de
Fuente: Radelet y Sachs, 1998 dólares
La lectura del cuadro 1, que desagrega los flujos netos de capitales privados
según que estén soportados por títulos o por acreencias, muestra una primera
particularidad del caso asiático con relación al mejicano, a saber, la
importancia del rol que jugaron los bancos internacionales en este proceso: los
créditos bancarios constituyen de lejos el concepto más importante. La
voluntad de las autoridades locales de evitar que los extranjeros metieran en
exceso la mano en el capital nacional explica, en parte, este estado de cosas:
ella condujo a restringir las participaciones en el capital de las empresas
nacionales. Ese rol primordial de los bancos es también harto visible por su
papel en el giro negativo mismo, pues el agotamiento de los créditos pesa 76,8
millardos de dólares, mientras que la reasignación de los portafolios interviene
a altura de 23,7 millardos. Señalemos la constancia sorprendente de la
inversión directa, la que ilustra a contrario muy bien la especificidad de los
comportamientos ligados a la liquidez.
Ese papel de los bancos internacionales aparece todavía más claro cuando se
considera el cuadro 2. Allí se distinguen préstamos interbancarios, préstamos
bancarios al sector no-bancario, emisión neta de bonos y de acciones. Se
constata una deformación de los flujos internacionales en provecho e los
créditos bancarios y de las emisiones de bonos y en detrimento de las entradas
netas por concepto de acciones. Se sabe por otro lado que esos créditos
estaban por lo esencial denominados en divisas extranjeras, a un nivel de
cerca 40% en yenes y el resto en dólares. Lo que es más, a las dos terceras
partes de dichos créditos les quedaba menos de un año para expirar. La crisis
reveló con plenitud la inestabilidad de una estructura de deuda semejante.
Anotemos el rol mayor de los préstamos interbancarios, muy especialmente
para el periódo que va del primer trimestre de 1995 (presentado como 1995T1
en el cuadro 3) hasta el tercer trimestre de 1996, cuyo relevo fue tomado, en el
último trimestre de 1996 y durante los tres primeros trimestres de 1997 por las
emisiones de bonos, que aumentaron de modo muy fuerte.
Los bancos prestaron pues en forma masiva y, lo que es más, lo hicieron hasta
el último momento. No vieron venir las dificultades. “El dinamismo de los
créditos se prolongó hasta el desencadenamiento de la crisis. Las entradas de
capitales en Tailandia comenzaron a reversarse en el segundo trimestre y, en el
caso de Corea, el cambio de estrategia no apareció sino en el tercer trimestre”
puede ser leído en el Informe Anual de la Banca de Compensación
131
. Este cuadro es extraído del 68 Informe Anual de la BRI, Basilea, 8 de junio de 1998, p.31.
132
. Datos extraídos del 68 Informe Anual de la BRI, op. cit., p.126-127.
Internacional133. Esas evoluciones son visibles cuando se consideran las
estimaciones trimestrales134. La reacción de los fondos institucionales fue un
poco menos tardía. Sus gerentes comenzaron a salirse del Asia en el último
trimestre de 1996135.
Esos dos países vieron subir su nota antes de la crisis, en mayo de 1995 para
Corea, y en diciembre de 1994 para Tailandia138. La nota de Corea
(respectivamente A1 y AA-) es un poco mejor que la de Tailandia
(respectivamente A2 y A) pero ambas son, en términos absolutos, muy buenas
137
. Por desgracia, cada una de estas agencias tiene su propio sistema de calificación. Presentemos los dos
sistemas, indicando tanto la nota de Moody’s y la correspondiente en S&P. Por notas decrecientes, eso da:
Aaa/AAA, Aa1/AA+, Aa2/AA, Aa3/AA-, A1/A+, A2/A, A3/A-, Baa1/BBB+,Baa2/BBB, Baa3/BBB-,
Ba1/BB+, Ba2/BB, Ba3/BB-, B1/B+, B2/B, B3/B-. Las notas de Aaa a Baa pertenecen a lo que Moody’s
llama la categoría “inversión”. Para S&P, son las que van de AAA a BBB-. Las otras forman las categorías
“especulativas”.
138
. En ambos casos, se trata de S&P. No distinguiremos entre las diversas calificadoras, que consideraremos
aquí como una totalidad. Eso se justifica en la medida en que esas agencias se copian con frecuencia, como
tendremos ocasión de anotarlo. Sin embargo, en un Libro Blanco muy interesante, Moody’s muestra de
manera bastante convincente que ella supo prever las dificultades en mejor forma que sus competidores. Cf.
Moody’s Investor Service, White Paper :Moody’s rating record in the eats asian financial crisis, mayo de
1998, 45 páginas.
e implican un riesgo-país débil139. Para Tailandia, el primer signo negativo
referente a la deuda de largo plazo en divisas intervino el 13 de febrero de
1997 bajo la forma de una advertencia de Moody’s, que se transformaría en
una degradación de la nota el 8 de abril, pasando de A2 a A3. Pero, es solo
después de abierta la crisis que ese movimiento se amplifica. Se asiste a una
serie de degradaciones hasta la obtención, a fines de diciembre de 1997, de la
nota Ba1, que coloca, en adelante, los títulos de ese país en la categoría
“especulativa”140. Para Corea, hay que esperar el desencadenamiento de la
crisis para asistir a una primera degradación, el 24 de octubre, por S&P, y más
tarde, el 27 de noviembre, por Moody’s, que será seguida de varias más, hasta
alcanzar Ba1 al final de diciembre.141
Ese proceso funcionó aún “mejor” debido a que la percepción de riesgo del
conjunto de actores fue fuertemente perturbada por lo que se conoce en
economía como el riesgo moral. El riesgo moral describe una situación en la
que una confianza exagerada en la acción de las redes de salvaguardia
desemboca en una toma de riesgos excesiva. El riesgo moral jugó un gran rol,
y ello en tres niveles distintos: para los bancos asiáticos respecto de sus
estados nacionales; para los bancos internacionales respecto de los estados
asiáticos y para los inversionistas internacionales respecto de las instituciones
internacionales. En cada oportunidad, la creencia en la capacidad de las
autoridades consideradas de venir al rescate de los acreedores en dificultades
condujo a una toma de riesgo excesiva. Se trata en primer término de los
bancos asiáticos que veían por tradición en su estado una garantía implícita
sobre la cual podían recostarse sin desarrollar la expertisia que les habría
permitido una mejor gestión. Los bancos no se percataron de que la apertura,
la liberalización y la integración al mercado mundial estaban en curso de
producir una modificación radical de las reglas de juego. Esos bancos, que
estaban habituados a un entorno muy reglamentado, no supieron adaptarse al
nuevo ambiente que requería una apreciación mucho más rigurosa del riesgo.
Pero el riesgo moral jugó también para los acreedores internacionales, que
pensaron que los Estados afectados movilizarían sus fondos públicos en caso
de dificultades. Ese sentimiento pudo parecer tanto más legítimo por cuanto
que esos países se beneficiaban de unas finanzas públicas sanas y de una tasa
de ahorro elevada. En fin, el riesgo moral jugó a nivel internacional. Los
inversionistas internacionales pudieron creer que las instituciones
internacionales vendrían en su ayuda en caso de problemas. Desde este punto
de vista, el precedente mejicano jugó un rol negativo. Como lo explica un
especialista: “Suena paradójico, pero si se hubiera dejado a Méjico entrar en
quiebra en 1995, el boom asiático habría sido detenido de una, y los
inversionistas habrían dejado de financiar esos proyectos especulativos e
153
. BRI, op.cit., 1998, p.128.
inútiles...El plan de salvamento de Méjico no hizo, en los hechos, sino
estimular la prosecución de inversiones suntuarias en los países con grandes
déficit como Tailandia, Malasia, Filipinas154”.
Los análisis que hasta ahora se han llevado a cabo a propósito de los valores
Internet y de las situaciones mejicana y asiática nos conducen a formular dos
nuevas hipótesis en cuanto a la naturaleza de la convención financiera: la
convención reposa sobre un modelo de interpretación de tipo fundamentalista
y su estructura es idéntica a la del paradigma en Thomas Kuhn.
Presentémoslas en forma sucesiva.
Este proceso es auto-realizador como lo era en la fase alcista: la baja del tipo
de cambio provoca un encarecimiento de las deudas externas en un momento
en que la corrida sobre los depósitos agota la capacidad de los bancos para
hacerle frente a sus compromisos y en el que la degradación de las notas de
las agencias calificadoras vuelve más difícil todo acceso al mercado
internacional de capitales. El racionamiento de los créditos extranjeros
interviene en el momento en que los bancos nacionales los necesitan más
cruelmente. Esa es la paradoja de las finanzas: esos países recibieron
abundantes capitales en un momento en que no los necesitaban; pero cuando
la necesidad se hace sentir, ya no encuentran prestamistas! Esos procesos
financieros puros incrementan tanto más la severidad de la crisis. Las pérdidas
son entonces terribles y no guardan relación con las dificultades reales de esas
economías. Son los signos de un pánico descontrolado. La carrera hacia la
liquidez es un proceso destructor para los sistemas financieros, como lo
muestran los valores del cuadro 4.
En esta fase, la acción de las autoridades políticas es del todo esencial pues es
ella la que puede hacer emerger una nueva convención y restaurar la confianza
a través de medidas creíbles. Como lo muestran los ejemplos asiáticos, la
depreciación no conoce límites hasta tanto no se produzca una tal
intervención. Es esta intervención, y solo ella, la que condiciona la salida de la
crisis. Por esta razón, la amplitud de la depreciación no está en modo alguno
ligada a los datos fundamentales. Al contrario de lo que pretenden las tesis
ortodoxas, es imposible en el momento de desencadenamiento de la crisis
calcular, en función de los datos fundamentales, el nuevo nivel de equilibrio
de los precios o de los tipos de cambio. Eso simplemente no tiene ningún
sentido. Lo que cuenta es la emergencia de una nueva convención, que venga
a coordinar de nuevo la acción de los acreedores. Los agentes no sabrían
conseguir por si mismos producir un precio de equilibrio. Eso es notorio en la
depreciación continua y fuera de toda medida de las monedas mejicana y de
las asiáticas.
163
. Su valor máximo será: 10/110, o sea 9,1%.
164
. Se recordará que en el caso de la crisis de octubre de 1987, algunos fondos se informaron con sus
abogados sobre la posibilidad de rembolsar los retiros de sus ahorradores entregándoles de modo directo los
títulos que poseían en el activo. Esta es, en efecto, una manera de eludir la restricción impuesta por la
liquidez.
165
. Veáse el capítulo primero.
166
. En efecto, además del capital K que vale 50, el banco tiene 10 de reserva líquida. Posee, pues, en total 60.
depositante imagina el comportamiento de los otros depositantes. Si cada
depositante imagina que los otros depositantes querrán conservar sus
depósitos, entonces el equilibrio (O) prevalecerá. Las anticipaciones de los
acreedores se verificarán ex post puesto que en el equilibrio (O) , cada uno
conserva en efecto su depósito. Si cada depositante anticipa que los otros van
a querer ver su depósito reembolsado, entonces todos saben que eso tiene
como consecuencia obligar al banco a liquidar su acreencia. Se sigue de allí
una depreciación de ese activo, que ya no valdrá sino 50. En una tal situación,
sólo los 60 primeros depositantes serán reembolsados. En consecuencia, todo
el mundo va a precipitarse para pedir ser reembolsado de primero. Se asiste a
un pánico de racionalidad perfecta que desemboca en el equilibrio (P). En una
situación semejante, el activo del banco sufre una depreciación fuerte, lo que,
a su vez, justifica ex post las demandas de retiro de los depositantes. Estamos
aquí frente a una estructura auto-referencial típica. Para comprender los
comportamientos, hay que interrogarse sobre la manera en la cual los agentes
analizan el comportamiento de los otros. Es esta variable la que es entonces
determinante: el pánico se desencadena, no porque el banco haya hecho una
mala inversión, sino porque se cree que los demás creen en una tal
eventualidad.
Este modelo pone también el acento sobre el papel del prestamista de última
instancia, en el hecho de que es él quién, en tales casos, obstaculiza el
desencadenamiento de las crisis. Este modelo permite también comprender
que, en esas situaciones, los acreedores tienen interés en hacer un llamado a
esta autoridad exterior. Desde el punto de vista colectivo, en tanto que grupo,
la crisis los empobrece. Antes tenían 110, ahora ya no tienen sino 60. La
paradoja es que, como individuos, están obligados a exigir el reembolso de su
depósito, mientras que, desde el punto de vista colectivo, esa exigencia
produce el empobrecimiento de todos. En efecto, lo que se demoren en
hacerlo, se verán arruinados del todo, pues sólo los primeros 60 serán
reembolsados. Los acreedores se encuentran, pues, cogidos en una trampa.
Para tratar de salvar su capital personal, no tienen otra salida que adoptar un
comportamiento que desemboca en una depreciación de su capital común. La
acción de la autoridad pública puede salvarles la jugada, evitando que se
generalicen los comportamientos de desastre. Pero ello requiere que la
autoridad pública pueda imponerse a todos, que su legitimidad no sea objeto
de debate. Ahora bien, en paralelo con el ascenso al poder de las finanzas, se
asiste a un proceso profundo de crítica a la acción del Estado. Los mercados,
que reivindican una autonomía cada vez mayor, hacen valer que las
instituciones públicas son organizaciones torpes, cuando no malintencionadas.
Por esa vía, podría llegarse el día en donde esta acción benéfica para la
colectividad financiera no pueda ya ser emprendida por falta de una
legitimidad aceptada por todos. El capítulo siguiente va a abordar esta
cuestión de las transformaciones económicas, sociales e ideológicas que han
sido producidas por la evolución de las finanzas modernas.
Capítulo IV
EL INDIVIDUALISMO PATRIMONIAL
El “gobierno de empresa”
Para avanzar en este análisis, una primera distinción aparece como esencial,
pues ella especifica dos formas distintas de poder acreedor: el poder bancario
y el poder financiero168. Ellas corresponden, en la presentación esquemática
que nos proponemos efectuar, a los dos canales por los cuales se opera el
financiamiento de las empresas: de una parte, el crédito bancario; de la otra,
los títulos negociables, como los papeles comerciales, los bonos y las
acciones169. Esas dos formas responden al deseo de liquidez de los acreedores
finales según dos principios distintos: los bancos, según el principio de
“transformación” de sus compromisos en depósitos y los mercados por la
organización de la liquidez financiera según las reglas descritas en los
capítulos precedentes. Nuestra reflexión versará principalmente sobre el poder
financiero: se trata de explorar el modo en que las formas contemporáneas del
ahorro financiero permiten al acreedor pesar eficazmente sobre la dinámica
económica y social? Nuestra respuesta insistirá sobre el rol estratégico de los
inversionistas institucionales. Lo que se juega a nivel de la empiria en esta
reflexión es algo inmenso, en la medida en que las economías contemporáneas
tienen como característica central el haber portado el poder financiero a un
nivel nunca antes alcanzado y haberlo colocado en el centro mismo de su
régimen de acumulación. Pero lo que se pone en juego a nivel teórico tampoco
167
. Es claro que la relación de deuda no afecta con exclusividad al capital productivo. Un razonamiento
comparable podría ser hecho a propósito de las necesidades del Estado en materia de financiación del gasto
público. Por este sesgo, el poder acreedor puede pretender apropiarse de una determinada porción del poder
político, como lo muestra, por ejemplo, el arriendo de impuestos del antiguo régimen.
168
. Hay otra terminología que considera a las finanzas como un término comprensivo, dividido en Banca (o
finanzas intermediadas) y Bolsa (o finanzas de mercado). Nuestra elección es distinta.
169
. De acuerdo con esta definición, el poder financiero incluye dos sub-categorías: el poder accionista (ligado
a las acciones) y el poder de los bonos ( ligado a las deudas de mercado). Habría lugar para distinguirlos. Para
simplificar, utilizamos siempre el término de poder financiero, incluso en situaciones en donde solo se
considera, en estricto, el poder accionario.
es menos grande. Se trata de interrogarse sobre las propiedades reguladoras de
la liquidez financiera: puede dicha liquidez promover un desarrollo regular y
eficaz de la economía?
El rol del poder financiero es muy variable según los países y según las
épocas, se pueden considerar diversos indicadores como, por ejemplo, el
número de empresas cotizadas en Bolsa, la importancia del financiamiento
bancario, la concentración accionaria y su estructura. Si se considera el
número de empresas cotizadas, se observa de inmediato una polarización
entre, de un lado, Alemania y, del otro, los Estados Unidos y el Reino Unido,
según que ese número es débil o elevado, Francia ocupando una posición
intermedia. En 1997, había 7 339 sociedades nacionales cotizadas sobre las
plazas americanas del NYSE y del Nasdaq, 2 091 en Londres, 1 766 en Tokio,
702 en París y 681 en las Bolsas alemanas 170. Una medida vecina está
presentada en el cuadro 1. Allí se ve una evaluación de la capitalización
bursátil con respecto al PNB. Esta estimación tiene el gran mérito de tener en
cuenta la diferencia entre las tallas de las economías que se comparan. Sin
embargo, esta variable, para ser plenamente pertinente debe antes ser
corregida de las participaciones cruzadas, para evitar que se cuenten dos
veces, lo que sería indebido. La oposición es, de nuevo, neta entre los países
anglosajones, que recurren en forma masiva al mercado financiero, y
170
. Christian Saint-Étienne, Macrofinance et marchés financiers, París, Économica, 1998.
Alemania, en donde ese mercado juega un papel menor. Se observa que, en lo
que hace a esta variable, el Japón es cercano al modelo alemán. Se anota, de
otra parte, que las participaciones cruzadas son significativamente más
importantes para estos últimos dos países. Eso es, de suyo, una indicación
preciosa en cuanto a la estructura comparada de los derechos de propiedad. En
efecto, las participaciones cruzadas son la expresión privilegiada de una
estrategia de enconchamiento a través de la cual un grupo de empresas busca
protegerse de los ataques del mercado. A nivel de grupo, es similar a lo que
sería el auto-control para una empresa considerada aisladamente.
171
. Adolf A. Berle y Gardiner C. Jeans, The modern corporation and private property, Nueva York,
McMillan, 1932.
172
. Se puede distinguir un control “externo”,que se ejerce por el mercado de fusiones-adquisiciones, y un
control “interno, ajeno al mercado, a través de la vigilancia directa de los dirigentes por diversos comites y
por el juego de mecanismos incitativos como los permitidos por las formas de remuneración de los dirigentes.
Véase, Ptricia Charléty, “Les développements récents de la littérature”, Revue d’Économie Financière, nª31,
invierno 1994. Se puede ver una evaluación completa del mercado de control en el texto de Jacques Hamon,
« Marchés du contrôle et fonction de discipline des dirigeants”, comunicación al Conseil Scientifique de la
COB, marzo 30 de 1995, 23 páginas.
173
. Charléty, Revue d’Économie Financière, op. cit., p.35.
similares. En Japón, se observa una situación parecida a la que prevalece en
Alemania, mientras que los Estados Unidos siguen una lógica cercana a la del
Reino Unido: “En los Estados Unidos de 1980 a 1994 casi 10% del capital de
las 500 empresas más grandes fue adquirido en transacciones que, al menos en
el origen, eran hostiles174.
Para cerrar esta presentación general, es interesante decir algunas palabras del
modelo alemán, también llamado “modelo renano”. En efecto, su estudio nos
permitirá tomar plenamente la medida del vigor y la eficacia de los obstáculos
que el poder capitalista es capaz de movilizar para proteger la estabilidad de
su propiedad frente a las incursiones del poder financiero. Por otra parte, se
observará que esta afirmación del poder capitalista es del todo compatible con
una economía eficaz y fuertemente competitiva, mientras que propone, al
mismo tiempo, una sociedad abierta al dialogo social y respetuosa de los
derechos de los asalariados. Esta reflexión aclara entonces la situación
contemporánea que ve al modelo liberal ganar cada día poder y legitimidad,
pues nos permite captar en forma plena su singularidad: ¿sobre cuales resortes
puede la potencia financiera apoyarse para contrariar al poder capitalista y
gerencial? ¿En qué medida el modelo de sociedad que es propuesto por las
finanzas puede afrontar con éxito los desafíos de la innovación tecnológica y
de la solidaridad social?
EL MODELO RENANO
Esto es así, en primer lugar, para los bancos mismos, que están al abrigo de
OPA’s hostiles gracias a su autocontrol y a sus participaciones cruzadas. Es
imposible imaginar un sistema más sólido: el Dredsner Bank es dominante en
sus propias asambleas, con 47% de los votos y ocurre lo mismo, con el mismo
porcentaje, en el caso del Deutsche Bank. Por otra parte, el Deutsche Bank
detenta el 13% de los derechos de voto del Dredsner Bank y 16% del
Commerzbank; el Dredsner Bank detenta 9% de los derechos de voto del
Deutsche Bank y 9% del Commerzbank; en fin, el Commerzbank detenta 4%
de los derechos de voto del Deutsche Bank y 4% de la Dredsner Bank178.
Cuando se considera la propiedad industrial, se nota una concentración fuerte
del capital (cuadro 3), que es detentado, a altura de 53% (cuadro 4), en forma
conjunta por los bancos y las empresas. Sin embargo, incluso cuando se
consideran las grandes empresas, para las cuales la base de accionistas está
más dispersa, existe en Alemania la posibilidad para los accionistas de hacerse
representar por su banco. Ese sistema de voto por procuración
(depotstimmrecht) es una de las fuentes importantes de la influencia de los
bancos alemanes, que disponen, gracias al mismo, de más de 50% de los
derechos de voto en un buen número de asambleas generales.
EL PODER FINANCIERO
Desde este punto de vista, la estrategia de los fondos de pensiones resulta muy
interesante, pues dichos fondos, para imponerse al poder gerencial están
estrictamente limitados a las armas que les provee la liquidez financiera, como
lo veremos en la sección siguiente; en ello, difieren en forma radical de los
bancos universales alemanes o de los accionistas controladores. El objetivo
perseguido es claro: maximizar la riqueza de los accionistas, valorizando al
máximo el precio de sus acciones e incrementando los dividendos. Es
entonces la “creación de valor” que es impuesta a la dirección de la empresa
como finalidad estratégica de la gestión. No se puede imaginar una
concepción más bursátil de la empresa: la misma es un activo en manos de los
financieros. Se podría pensar que esta concepción constituye un truísmo,
puesto que, después de todo, el accionista es el propietario final de la empresa.
186
. California Public Employees’ Retirement System (CalPERS) es la caja de retiro de los funcionarios
californianos y de sus familias, o sea, de un millón de personas. Manejaba más de cien millardos de dólares en
1996.
Eso es lo que nos quiere decir Sarah Teslik, directora ejecutiva del Council of
Institucional Investors, cuando declara con una brutalidad no fingida que “el
gobierno de empresa es lo que usted hace con una cosa que ha comprado 187”.
Ya veremos que la cosa dista mucho de ser tan simple. Esta definición que
identifica a la empresa con los intereses exclusivos de los accionistas, dejando
a un lado a las otras partes involucradas, como son los asalariados, los
acreedores, los proveedores, y a las autoridades locales, no va de suyo, y es
cuestionada por diversas legislaciones nacionales. En términos prácticos, la
definición se orienta contra los dirigentes y miembros de los consejos
directivos. Apunta a controlarlos con el objetivo de subordinar su gestión a
solo valor accionario. Teóricamente, se ve allí en obra una extensión decisiva
de los principios de la liquidez financiera ya que, en adelante, es la
organización completa de los sistemas productivos la que pasa a estar bajo su
control. Desde ese punto de vista, el gobierno de empresa forma el núcleo
duro de un nuevo régimen de acumulación que se constituye progresivamente
en reemplazo de la regulación fondista de los “treinta gloriosos”, pues sitúa en
su centro la convención financiera de evaluación.
LA FINANCIARIZACION DE LA EMPRESA
Son, sobre todo, los fondos de pensiones públicas americanos los que han
adoptado una actitud intervencionista para hacer prevalecer el gobierno de
empresa. El más célebre de todos es Calpers, conocido por su rol de accionista
minoritario exigente. El efecto más espectacular de este activismo de los
fondos de pensiones ha sido los cambios de dirección en las grandes
190
. Philippe Besaría, « Qui dirige la firme? La reponse du gouvernement d’entreprise », Problèmes
Économiques, nª2591-2592, 18-25 de noviembre de 1998, p.42.
191
. La recompra por parte de una empresa de sus propias acciones.
empresas, antes en manos del poder gerencial, como General Motors, IBM,
American Express, Kodak o Westinghouse. ¿Cuáles son los medios utilizados
por este activismo? Se trata, en lo esencial de un poder de influencia, de
acuerdo con las reflexiones que hemos desarrollado a propósito del poder
financiero. Es un poder de opinión dirigido hacia el mercado y, más
específicamente hacia el accionista minoritario, que constituye la mayoría
aplastante. Ese accionista es objeto de numerosas campañas de comunicación
por el lado de la prensa o a través del envío de cartas, con el fin de
convencerlo de que su derecho de voto, si lo usa de acuerdo al proxy voting
guideline, es un activo esencial desde el punto de vista mismo de la
rentabilización de sus inversiones. Este activismo comunicacional se orienta
también hacia los dirigentes mismos. Los grandes gestores de fondos tienen
contactos continuos con las empresas. Se interesan por los hombres que las
dirigen y por las estrategias de gerencia que ponen en marcha. Los equipos
gerenciales responden casi siempre a esas solicitudes organizando, por
ejemplo, visitas-reuniones (road-shows) que les permiten defender sus
estrategias. Muy representativo del espíritu de este agit-prop institucional es la
lista de turkeys, que se podría traducir como “viejos pajarracos” o ruiseñores,
publicada cada año por el Council of Institucional Investors. Se trata de dar a
conocer al público a los dirigentes de empresas de comportamiento mediocre
y que, a pesar de eso, disfrutan de remuneraciones importantes. Se puede
imaginar la presión que semejante lista ejerce sobre esos dirigentes
designados, con nombre propio, al oprobio público. Otra ilustración del
mismo tipo nos es dada por Calpers que establece todos los años una lista muy
temida de la decena de empresas, de las 1 500 en las que es accionista, en las
que obtuvo malos resultados. Este poder de influencia se apoya también sobre
las organizaciones colectivas que han construido los fondos de pensiones, en
particular, sobre el Councilof Institucional Investors, institución que en 1998
contaba con más de cien asociados, que reunían un activo superior a los mil
millardos de dólares.
Las cifras hablan por si solas. Se lee allí la presión que ejercen, sobre las
empresas, los accionistas, a través de su brazo armado, constituido por los
gestores institucionales. Las cifras de rentabilidad de fondos propios, el
famoso ROE (return on equity), son aún más impresionantes. El ROE alcanza
alrededor de 23% desde 1994, valor excepcional que debe compararse con una
tasa de interés de largo plazo situada en las cercanías de 5%. Las exigencias
192
.William Lazonick y Mary O’Sullivan, “In search of “shareholder value”: the historical transformation of
corporate control strategy in the United Status”, mimeo, 1999, p. 50. En los comentarios de las cifras de ese
cuadro, seguimos a los análisis de ese texto interesante.
de los inversionistas institucionales aparecen desmesuradas. Son la expresión
de un poder financiero que se desconectó de manera durable de los datos
fundamentales. Los efectos financieros de esas exigencias podrían revelarse
desestabilizadores a largo plazo. En efecto, para satisfacer las exigencias de
rentabilidad, las empresas deben practicar una distribución importante de
dividendos y recompras masivas de acciones. Pero eso no les basta. Se ven
obligadas además a jugar sobre el efecto de apalancamiento, permitido por
una situación en las que las tasas de los bonos son inferiores a la rentabilidad
interna. Se sigue de allí un fuerte endeudamiento de las empresas americanas
para satisfacer las exigencias artificiales de rentabilidad mientras que, al
mismo tiempo, sus fondos propios disminuyen. Es sorprendente constatar que
los precios de las acciones han seguido aumentando en el curso de los últimos
años mientras que las utilidades reales de las empresas no progresan más.
Seguros de Fondos de
vida pensión
Reino Unido 12,5 16,8
Estados
Unidos 4 3,8
Alemania 0,7 0,8
Japón 14,2 7,9
Canadá 3,3 5,3
Fuente: Artus(1995) En porcentaje.
193
. BRI. op.cit., p.95.
liquiden 1% de sus haberes en acciones nacionales, lo que no representa
apenas más que 1% de la capitalización bursátil total del grupo en 1995, pero
representa 27% de la de las economías emergentes de Asia y más de 66% de
la de los países de América latina 194.” Es así que se producen maremotos, a
fortiori cuando esas sumas afectan, no a una región entera, sino algunos países
faro en el seno de esta zona. Hay allí un riesgo mayor de inestabilidad, que el
capítulo tres ya mostró. En ese nuevo marco internacional, el hecho para un
país de atraer la atención de los fondos no es necesariamente positivo. Ello
puede engendrar una inundación de capitales a la cual la economía
considerada tiene bien pocas posibilidades de resistir. Es de nuevo la pregunta
sobre la eficiencia de los mercados financieros la que así se plantea. De
manera más específica, hay que preguntarse acerca de los efectos que los
fondos institucionales ejercen sobre la regulación financiera
Se observa así un conjunto de fenómenos que acentúa aún más las tendencias
espontáneas de los mercados financieros al mimetismo y al “cortoplacismo”.
Se puede entonces temer que el ascenso al poder del ahorro institucional se
traduzca por un incremento notorio de la volatilidad. Debido a que los
gestores reciben todos las mismas informaciones al mismo tiempo y a que la
interpretan en forma similar, sus anticipaciones son uniformes, lo que es
susceptible de producir variaciones importantes de precios. De otra parte, el
hecho de recurrir a evaluaciones que hacen jugar un papel primordial a los
resultados relativos conduce a multiplicar la auto-referencialidad de las
dinámicas financieras. En efecto, en semejante contexto, cada actor tiene los
ojos pegados a los resultados de los otros, en detrimento de las estimaciones
que versan sobre el valor intrínseco de las estrategias. Eso tiende de manera
mecánica a minimizar el impacto de los análisis fundamentales, en provecho
de un comportamiento esencialmente estratégico. Tal es el caso cuando se
evalúan los desempeños individuales con relación a una referencia de
mercado, lo que se llama en inglés un benchmark. Por ejemplo, se compara el
rendimiento de un gestor a la evolución de un índice bursátil como el CAC 40
o el S&P500. Lo que cuenta es, una vez más, el resultado relativo. El
benchmarking es una forma interesante de convención, producida en forma
directa por el mercado, que selecciona los títulos considerados representativos
para hacer de los mismos una referencia, lo que lleva a una estandarización de
facto de los comportamientos. Ello encierra una suerte de institucionalización
de la auto-referencialidad que perjudica a la diversidad de dichos
comportamientos.
Este análisis del rol de los fondos institucionales es confirmado por los
acontecimientos del sudeste del Asia. Allí se ve su comportamiento gregario y
su efecto amplificador sobre las variables financieras. Los datos disponibles
muestran que el retiro de esos fondos comenzó en el último trimestre de 1996,
lo que los diferencia de los bancos, que no reaccionaron sino después de
abierta la crisis. Sin embargo, a partir del segundo semestre de 1997, esos dos
grupos convergen en su comportamiento, lo que hace que, para esa época,
todas las instituciones bancarias y financieras se hayan ido del sudeste
asiático. Esta sincronización de las estrategias engendró las variaciones
excepcionales de precios que fueron observadas. Ese mecanismo de
amplificación podría jugar, de nuevo, en el futuro: “Dada la talla de los
portafolios institucionales, movimientos de débil amplitud podrían provocar
graves rupturas en el mecanismo de formación de precios201.”
El individualismo patrimonial
EL INDIVIDUALISMO CIUDADANO
Ese patrimonio que los individuos comparten puede ser definido sin referencia
al Estado. Encuentra su fuente en la red de empresas cotizadas que pueden
pretender a un rol dirigente, y hasta exclusivo, en la producción de bienes
materiales. La riqueza social es su capital puesto en común. En él, se resume
212
. Balley, La Bourse, op.cit., p.48.
toda la potencia creadora de la sociedad, identificada a su capacidad de
asegurar el bienestar de los asociados. A este respecto, todos estamos
endeudados con él. Tal es el principio de esta nueva soberanía que emerge.
Ella pone el acento en la utilidad práctica de las mercancías, en conformidad
con las tesis defendidas por la economía teórica. Corresponde entonces al
soberano amonedar esta deuda primordial bajo la forma de títulos respaldados
por su potencia creadora. Esos títulos emitidos representan el valor último de
esta comunidad, como lo demuestra el hecho de que no sería posible pedir que
fueran reembolsados. En efecto, como para todas las monedas, los asociados
no tienen la libertad de destruirla. Son los signos de una deuda perpetua en la
cual el lazo social expresa su perennidad. Los individuos solo pueden
intercambiarlos para obtener bienes concretos. La circulación de títulos define
esta comunidad de pertenencia, en la que cada quien se encuentra ligado a los
otros por la mutua adhesión al principio de soberanía y a sus símbolos.
213
. En el postfacio de Regulation et crises du capitalisme, op. cit., Michel Aglietta desarrolla a fondo todas
las consecuencias de semejante transformación en lo que hace al poder asalariado: “El ascenso de asalariados
accionistas que se apoderaran de los fondos de pensiones podría modificar el arbitraje entre los intereses de
los ahorradores y los de los asalariados”, p. 463.
214
. De nuevo, se trata aquí stricto sensu de una aproximación puesto que son los organismos paritarios de
retiro que están en deuda, y no el Estado. Esta puede ser una diferencia importante, pero no para nuestros
propósitos, que se orientan hacia una elucidación global de los mecanismos de la soberanía.
configuraciones, la solidaridad reposa sobre una evaluación social de los
derechos de los pensionados. Esto es evidente cuando se considera el sistema
por repartición puesto que él depende, no solo de la evaluación por el Estado
de las pensiones, sino también de su capacidad para financiarlas. Cuando el
Tesoro no puede recurrir a la emisión monetaria, esta capacidad se enfrenta a
una restricción fuerte. Pero ello también es verdad del sistema por
capitalización. Para este, el valor de las pensiones es el resultado de la manera
en que el mercado evalúa los títulos que están en manos de los pensionados.
Se puede haber ahorrado 100 y no obtener sino 10. Se ve aquí en forma clara
el carácter estratégico de esta evaluación. Según la concepción que se tenga de
ello, se podrá argumentar en cuanto a los respectivos méritos de los dos
sistemas. Para quién cree que la evaluación bursátil es un simple reflejo del
valor fundamental, los precios tendrán, en el largo plazo, una gran
regularidad. El capital físico es una suerte de prenda objetiva, cuyo valor no
sabría variar en exceso. Si se piensa, por el contrario, que la liquidez
transforma en profundidad las condiciones de la evaluación, el diagnóstico
puede ser menos positivo. Imaginemos que cien nuevos pensionados posean
cien acciones, y que el número de trabajadores activos haya bajado en forma
fuerte; se puede entonces temer que, en esas circunstancias, las cien acciones
encuentren frente a si una demanda tan débil que los precios, lejos de reflejar
un valor inmutable, bajen.
Lo que muestra con fuerza este primer análisis del individualismo patrimonial
es que el mismo reposa sobre una protección puntillosa de los derechos de
propiedad y sobre el bienestar material de los asociados como principio
legitimante de esta protección. Esta concepción liberal se forjó en prioridad
contra el Estado nacional percibido en lo fundamental como expoliador e
ineficaz. Dos blancos son en especial apuntados, la inflación y los impuestos,
ambos perturbadores indebidos de las estrategias de valorización patrimonial.
La moneda y la fiscalidad proceden de un conjunto de valores cuya
legitimidad es objeto de fuerte crítica por parte del accionista minoritario. El
proyecto colectivo del cual es portador el individualismo patrimonial se
organiza en torno de una concepción acreedora del mundo, que ve con malos
ojos tanto la punción fiscal como la depreciación monetaria, cosas ambas que
roen el valor de las acreencias. Este realzamiento de los intereses acreedores
es manifiesto en la transformación experimentada de la relación
industria/finanzas al giro de los años 1980. Se pasó de una regulación fordista
que privilegiaba al polo industrial y deudor a una regulación financiarizada
que pone de relieve al polo financiero y acreedor 215. Esta transformación fue
impulsada por la conmoción de la norma monetaria que provocó Volker en
1979. En forma brutal, las tasas de interés nominales se multiplicaron por más
de dos veces, pasando de 9% a 20%. Mientras que las tasas reales habían sido
en promedio negativas para el período 1973-1979, alcanzaron, como
consecuencia de esta mutación, niveles excepcionales. Esta evolución de la
relación de fuerzas entre acreedores y deudores no significa que el
individualismo patrimonial haya triunfado y que gobierne en adelante toda la
vida de nuestras sociedades. Estamos en la actualidad en transición, en una
situación híbrida donde el primado de la soberanía estatal es puesto en
cuestión por el trabajo de zapa de las finanzas. Hay un campo en el que este
cuestionamiento aparece con fuerza, es en el campo monetario pues este es,
por excelencia, el dominio del soberano.
215
. Para una caracterización macroeconómica precisa de esta transformación, es posible reportarse a Robert
Boyer, “Les conditions de viabilité d’un regime de croissance financiarisé ou “patrimonial”. Une première
analyse”, mimeo, 12 de octubre de 1998, 18 páginas.
discernimiento. Este proyecto es interesante desde un punto de vista analítico,
pues allí se puede leer el objetivo final de unas finanzas soberanas que habrían
expulsado en forma radical a la moneda estatal y su monopolio de emisión
fuera del mundo económico. Por otra parte, el mismo no carece de pertinencia
desde un punto de vista empírico si se tiene en cuenta la aparición espontánea,
en el curso de los dos últimos decenios, de innovaciones financieras que han
puesto en cuestión, de manera profunda, las fronteras entre medios de pago y
colocaciones financieras líquidas. Se trata de activos que asocian liquidez y
rentabilidad y que vienen a competir con las formas monetarias tradicionales.
Es el caso, por ejemplo, de títulos de acreencias negociables en el mercado
monetario o de participaciones en OPCVM(Organismo de Colocación
Colectiva en Valores Mobiliarios) monetarios. Estas nuevas cuasi-monedas no
remplazan por cierto todavía a las antiguas, pero perturban ya en forma
notoria la definición de los agregados monetarios pertinentes. Esta difusión de
la liquidez financiera da fe de la capacidad de las finanzas para promover
formas liquidas endógenas, cercanas a las monedas. Esas transformaciones
nos parecen plenamente representativas del impacto propiamente monetario de
las finanzas. Sin embargo, en los hechos, esta estrategia ambiciosa no alcanzó
sus fines. La autoridad monetaria central no fue puesta en cuestión, aún si su
magisterio se volvió más complejo en razón de esos nuevos activos que
escapan en parte a su control. Es una segunda estrategia pragmática la que se
ha vista realizada en el curso de los últimos años.
Este resultado es esencial porque nos muestra a plena luz del día la
incompletez radical del orden financiero, su incapacidad de autoregularse y
de producir referencias estables y pertinentes que permitirían un desarrollo
equilibrado de la acumulación. Las crisis cercanas entre si que jalonan la
historia financiera de los últimos años, nos demuestran la peligrosa actualidad
de esa incompletez (crisis bursátil de 1987, crisis del SME de 1992 y de 1993,
crisis de los bonos de 1994, crisis del peso mejicano 1994/1995, crisis asiática
de 1997 y crisis bursátil internacional del mismo año). Esta inestabilidad
encuentra su fuente en la lógica individualista que construye mediaciones
sociales desprovistas de autoridad y abandonadas al libre movimiento de las
opiniones: a falta de un proyecto asumido en forma colectiva, fundado en
valores compartidos, que vendría a informar y a modelar a las anticipaciones
individuales, estas se vuelven entonces prisioneras de la paradoja
autoreferencial. Por cierto se ve en forma periódica al mercado polarizarse
sobre ciertas interpretaciones macroeconómicas, lo que se ha llamado
“convenciones”, pero esta polarización, en razón a que procede del mimetismo
autoreferencial, y no de la deliberación racional fundada sobre el apego a
valores reconocidos y afirmados, no produce más que consensos inestables y
precarios. La misma no tiene el poder normativo e integrador del acuerdo
democrático, deliberativo y argumentativo. Dicho de otra forma, la
incompletez se mide por esta incapacidad de la evaluación financiera para
aprehender en forma global las restricciones de un desarrollo sostenible a
largo plazo.
Ello es muy visible en los momentos de crisis, cuando la liquidez del mercado
desaparece: el libre juego de las anticipaciones no consigue hacer emerger un
precio piso. El mercado se vuelve autista y se encierra en una baja absurda, de
la que todo el mundo sabe que es injustificada si se tienen en cuenta los datos
fundamentales. En ese preciso momento, aparece que la lógica financiera se
ve del todo arrastrada por la dinámica mimética, siendo incapaz de proponer a
la sociedad una referencia pertinente. Es en eso que pierde de vista los
intereses de largo plazo de la comunidad financiera, de tal suerte que esta va a
volverse hacia la autoridad estatal para salir de la trampa autoreferencial: en
octubre de 1987 la crisis financiera no pudo ser superada sino gracias a la
acción del banco central, que inyectó en el circuito financiero importantes
cantidades de moneda, por la vía del poder bancario.
216
El lunes 27 de octubre de 1997 consecutivo a las dificultades experimentadas en Hong Kong, el índice
Dow Jones perdió 554 puntos, es decir una baja de 7,18%, lo que desencadenó un pánico en todas las Bolsas
del mundo.
regulación social del que depende su pensión? La observación de los
mercados permite responder sin vacilación a estas preguntas: esos nuevos
comportamientos, si es que existen, no tienen todavía sino un impacto
marginal. Como ha sido subrayado, las prácticas de los gestores profesionales,
a quienes es confiado el ahorro, están totalmente impregnadas de la cultura
bursátil tradicional. Es la lógica del mercado la que domina y ello tanto más
porque la competencia entre ellos es encarnizada y reposa sobre una
definición solo financiera de los objetivos a alcanzar. Se pide a los gestores
ser eficaces pero en el sentido de una eficacia solo bursátil. En esas
condiciones, no cabe esperar de esta gestión profesional una transformación
de las dinámicas financieras. Lo más probable es que ella acentúe la
volatilidad de los mercados y la amplitud de las desviaciones bursátiles, como
ya ha sido constatado en varias ocasiones en el curso de los últimos años. El
individualismo patrimonial no puede contar sobre el mercado para
autoregularse.
CONCLUSION
Sería sin embargo azaroso prever la fecha y la amplitud exactas. Por un lado,
porque la globalización ha generado numerosos puntos de tensión que pueden
también provocar contagios internacionales según un calendario y
encadenamientos que le son propios. Se piensa así a la situación china y a la
paridad del dólar de Hong Kong (peg), verdadera espada de Damocles
suspendida sobre la cabeza de los inversionistas internacionales. Del otro,
porque las finanzas se dotaron una herramienta eficaz para luchar contra las
crisis y sus efectos sistémicos: el prestamista de última instancia. Numerosos
ejemplos estudiados en este libro vienen en apoyo de esta tesis. La acción de
la FED en el momento de las dificultades del fondo especulativo LTCM es
edificante. En septiembre y octubre de 1998, se tienen todos los ingredientes
de una crisis clásica que Alan Greespan supo conjurar. Pero esta habilidad
coyuntural no sabría evitar una corrección cuya necesidad está inscrita en los
desequilibrios de largo plazo de la economía americana. ¿Puede entonces
imaginarse una transformación suave que vería a los mercados corregir en
forma progresiva sus excesos para proporcionar sus exigencias a las
posibilidades de la economía real? A esta pregunta, este libro responde “no”.
La Bolsa sigue dominada por una cultura y por costumbres que conceden un
peso desmesurado a los resultados de corto plazo y a las evaluaciones
autoreferenciales. Eso no implica que se deban desdeñar ciertas evoluciones
estructurales tendientes a transformar en profundidad el alzo entre las finanzas
y la democracia. Ese nuevo lazo, es la opinión pública.
Este espacio público global que integra finanzas y política bajo el control de la
opinión, demanda un análisis renovado que mezcle filosofía política,
sociología y economía. Exige también una mirada nueva, que no sea ni muy
ingenua ni muy escéptica. Ni muy ingenua, pues es evidente que el recurso al
juicio del público no basta para garantizar un debate de verdad democrático.
Las fuerzas autoreferenciales y el mimetismo no están ausentes, ni mucho
menos, del dominio mediático. Pero ni muy escéptico tampoco, en la medida
en la opinión es un poder verdadero que tiende a atenuar la influencia del
principio acreedor “un franco, una voz”. Eso es tanto más cierto que al mismo
tiempo se ha visto a la democracia misma pasar de un régimen representativo
a un régimen de opinión217, que ha dotado al juicio público de una legitimidad
indiscutible.
Los “fondos éticos” o los “fondos medioambientales” ilustran bien los efectos
de la irrupción de la opinión en el campo financiero. Se trata de fondos
institucionales que seleccionan sus títulos con base en criterios no
exclusivamente bursátiles, integrando ciertas preocupaciones morales o
ecológicas. Aunque marginales, son reveladores de las positivas consecuencias
que se pueden esperar de un control de las finanzas por la opinión
democrática. Por la voz del debate público, nuevas exigencias pueden hacerse
oír y modificar los criterios de gestión de las empresas, de la misma manera
que las campañas de opinión por una “empresa ciudadana” permitieron luchar
contra la explotación de niños del tercer mundo. Tal es también lo que está en
217
Bernard Manin, Principes du gouvernement représentatif, París, Calmann-Lévy, 1995.
juego con los fondos salariales: en lugar de una búsqueda desenfrenada de
rentabilidad financiera, se trata de hacer prevalecer una perspectiva de largo
plazo, respetuosa de la rentabilidad económica y del empleo. Estos fenómenos
siguen siendo embrionarios, la lógica bursátil sigue estando dominada
masivamente por la autoreferencialidad de las evaluaciones.
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