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“DESEO DE REALIDAD” JORGE LARROSA.

DESEO REALIDAD (ligado deseo DESEO EXPERIENCIA (nuestra


experiencia) relación con el mundo, con los otros, y
con nosotros mismos)
Sospecha de que a lo que se nos da como El deseo de realidad, entonces, está ligado a
real le falta algo, ese algo… la experiencia en el sentido de que lo real sólo
se da en tanto que experimentado: lo real es
lo que nos pasa en la experiencia.

Para que ese deseo de realidad nos impulse


a problematizar nuestras formas de mirar, de De lo que se trata es de liberar la experiencia,
decir y de pensar lo educativo. Y nos ponga de hacerla salir de la jaula, de conseguir una
en el camino de mirar de otro modo. forma de libertad, en suma, que tiene que ver
con lo exterior, con lo abierto: con lo real.

Lo real no es lo que está enfrente, lo que está Por eso, para desenjaular la experiencia, para
ante nosotros, sino lo que nos afecta, lo que acceder a una realidad que está cada vez
nos pasa. El deseo de realidad, entonces, más difícil, tenemos que comenzar a mirar de
sería un deseo de acontecimiento. qué está hecha la jaula, nuestra jaula.

Porque lo real, lo que es válido como real, lo ¿no será que con la experiencia se nos ha
que tiene la fuerza, y el brillo y la intensidad enjaulado también la realidad?
de lo real, es presencia y no representación.
Esa presencia que desborda cualquier De lo que se trata es de liberar la experiencia,
representación. de hacerla salir de la jaula, de conseguir una
Por eso el deseo de realidad sería también forma de libertad, en suma, que tiene que ver
un deseo de presencia. con lo exterior, con lo abierto: con lo real.

Por eso, desde la atención, lo real es el


resultado de una cierta forma de escuchar el
mundo, a los otros y a nosotros mismos. Por
eso la atención exige también saber respetar
los tiempos y espacios de cada uno: darse
tiempo y dar tiempo (al otro, al mundo, a uno
mismo), darse espacio y dar espacio (al otro,
al mundo, a uno mismo).

Todos nos hemos deshabituado de lo real,


todos nos hemos acomodado tanto y tan
perfectamente a ciertos modos de relación
con los otros, con el mundo y con nosotros
mismos que ya lo real no es nuestro hábito,
nuestro hábitat, nuestra habitación, nuestra
casa. Y eso nos hace inválidos, por
comodidad, por no poder y no saber y
seguramente no querer ya abandonar
nuestras posiciones, nuestras posturas,
nuestras imposturas, nuestros puntos de
vista, nuestras maneras confortables de
mirar, de decir, de pensar. (PORQUE NOS
SENTIMOS COMODOS)
Pero no sólo nosotros somos inválidos, sino
que lo real mismo se nos ha hecho inválido,
ha perdido validez, fuerza, presencia,
intensidad, brillo, tan distraídos estamos, tan
impacientes, tanto nos hemos descuidado
que ya sentimos repugnancia a la realidad
“real”, y nos da miedo, y no toleramos que nos
la recuerden.

Por eso el deseo de realidad requiere ponerse


en movimiento, exponerse, acercarse, tratar
de salir de esos lugares confortables, seguros
y asegurados, en los que estamos demasiado
protegidos, demasiado bien instalados:
buscar nuestra propia transformación. Y para
eso el primer requisito, y el más difícil, es no
tener miedo.

¿no será el deseo de realidad algo así como un deseo de desenjaular la experiencia, de hacerla
salir, de abrirla hacia el afuera? ¿un deseo de desenjaularlos a nosotros mismos? ¿un deseo de
salir de lo que ya sabemos, de lo que ya pensamos, de lo que ya queremos?

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