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Filosofía – Problemas del conocimiento Juan Cruz Feijóo Sobrero – Fernando Turri

Descartes, el escepticismo y Dios

- Lea el siguiente pasaje de la primera Meditación de Descartes y explique el argumento


escéptico que aparece. ¿Cuál es la función de los argumentos escépticos?

…debo considerar aquí que soy hombre y, por consiguiente, que tengo costumbre de dormir y de
representarme en sueños las mismas cosas, y a veces cosas menos verosímiles, que esos insensatos
cuando están despiertos. ¡Cuántas veces no me habrá ocurrido soñar, por la noche, que estaba aquí
mismo, vestido, junto al fuego, estando en realidad desnudo y en la cama! En este momento, estoy
seguro de que yo miro este papel con los ojos de la vigilia, de que esta cabeza que muevo no está
soñolienta, de que alargo esta mano y la siento de propósito y con plena conciencia: lo que acaece
en sueños no me resulta tan claro y distinto como todo esto. Pero,pensándolo mejor, recuerdo haber
sido engañado, mientras dormía, por ilusiones semejantes. Y fijándome en este pensamiento, veo
de un modo tan manifiesto que no hay indicios concluyentes ni señales que basten a distinguir con
claridad el sueño de la vigilia, que acabo atónito, y mi estupor es tal que casi puede persuadirme
de que estoy durmiendo. (Meditaciones metafísicas, I)

- ¿Por qué Descartes tiene que probar la existencia de Dios? Suponiendo que la existencia
de Dios sea probada, ¿Dios nos salva de la Matrix?

Resumen del argumento de Descartes:


1) Yo, como una cosa que piensa (pienso, existo), tengo la idea de Dios (una
substancia infinita que entendemos como perfecta y en la cual no es concebible
defecto alguno).
2) La realidad representacional de nuestras ideas (es decir, aquello que representan
nuestras ideas) necesita una causa que contenga esa misma realidad actualmente.
3) La realidad infinita de la idea de Dios no puede estar contenida en nosotros.
4) Por lo tanto, la idea de Dios necesita a Dios como su causa. Por lo tanto, Dios
existe.
5) El engaño en su defecto.
6) Dios no tiene defectos. Por lo tanto, Dios no es engañador.

- En la tercera meditación, al final de la prueba de la existencia de Dios, Descartes concluye


que la idea de Dios (entre otras) es una idea innata:

Sólo me queda por examinar de qué modo he adquirido esa idea [la idea de Dios]. Pues no la he
recibido de los sentidos, y nunca se me ha presentado inesperadamente, como las ideas de las cosas
sensibles, cuando tales cosas se presentan, o parecen hacerlo, a los órganos externos de mis
sentidos. Tampoco es puro efecto o ficción de mi espíritu, pues no está en mi poder aumentarla o
disminuirla en cosa alguna. Y, por consiguiente, no queda sino decir que, al igual que la idea de
mí mismo, ha nacido conmigo a partir del momento mismo en que yo he sido creado [idea innata].
Y nada tiene de extraño que Dios, al crearme, haya puesto en mí esa idea para que sea como el
sello del artífice, impreso en su obra. (Meditaciones metafísica, III)

El filósofo John Locke ataca la existencia de ideas innatas al comienzo de su libro Ensayo
sobre el entendimiento humano (Lib. I, Cap. II). El principal argumento a favor de que
existen ideas (o principios) innatos es que ciertas ideas serían aceptadas por todos. Locke da
un argumento en contra.

- ¿Qué es una idea innata para Locke? ¿Cuál es su argumento contra la existencia de
ideas innatas?

“[…] Es opinión establecida entre algunos hombres, que hay en el entendimiento ciertos principios
innatos; ciertas nociones primarias como impresas en la mente del hombre, que el alma recibe en
su primer ser y que trae al mundo con ella. […] El asentimiento general constituye el principal
argumento. Nada se presupone más comúnmente que el que haya unos ciertos principios […]
aceptados universalmente por la humanidad. De aquí se infiere que deben ser unas impresiones
permanentes que reciben las almas de los hombres en su primer ser, y que las traen al mundo con
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ellas de un modo tan necesario y tan real como traen las facultades que les son inherentes.
[…] Este argumento del consenso universal que se ha empleado para probar los principios
innatos, me parece que es una demostración de que no hay tales principios innatos, porque no hay
ningún principio al cual toda la humanidad preste un asentimiento universal. […] Porque, primero,
es evidente que todos los niños y los idiotas no tienen la menor aprehensión o pensamiento de
aquellas [ideas o principios tenidos por innatos], y semejante carencia basta para destruir aquel
asenso universal, que forzosamente tiene que ser el concomitante necesario de toda verdad innata.
Pues me parece casi contradictorio decir que hay verdades impresas en el alma que ella no percibe
y no entiende, ya que, si algo significa eso de estar impresas, es que, precisamente, ciertas verdades
son percibidas, porque imprimir algo en la mente, sin que la mente lo perciba, me parece apenas
inteligible. […] Porque, si no son nociones [ideas] naturalmente impresas ¿cómo, entonces, pueden
ser innatas? Y si sí son nociones [ideas] impresas ¿cómo, entonces, pueden no ser conocidas?
Decir que una noción está impresa en la mente, y al mismo tiempo decir que la mente la ignora y
que aún no la advierte, es tanto como reducir a nada esa impresión.

[…] Nadie, creo, jamás negó que la mente sea capaz de conocer varias verdades. La capacidad,
dicen, es innata; el conocimiento, adquirido. Pero, ¿a qué fin, entonces, tanto empeño en favor de
ciertas máximas innatas? Si las verdades pueden imprimirse en el entendimiento sin ser percibidas,
no alcanzo a ver la diferencia que pueda haber entre cualesquiera verdades de que la mente sea
capaz de conocer, por lo que se refiere a su origen. […] Quien, por lo tanto, hable de nociones
innatas en el entendimiento, no puede significar que tales nociones sean en el entendimiento de
manera que el entendimiento no las haya jamás percibido, y de las cuales sea aún totalmente igno-
rante. Porque si estas palabras: ser en el entendimiento tienen algún sentido recto, significan ser
entendidas. […] ”

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