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DEL PROCESO
LA POSICIÓN IGUAL
Precisamente, esa igualdad jurídica de las partes es una garantía del debido
proceso sustantivo, y una conquista en el logro de la paz social a través del
Derecho, en la medida en que se plantea una lucha incruenta y sin ventaja, al
menos formal, para ninguna de las partes.
Así, pues, cuando en una comunidad dada se piensa por la mayoría de sus
integrantes, o al menos por las clases o grupos sociales que aspiran al control
del poder en la misma, que una determinada igualdad jurídica y/o social hasta
ese momento aceptada, o al menos, soportada, se les debe suprimir por
sentírsela como injusta, se inicia un proceso de lucha social tendiente a
cambiar las estructuras de dicha comunidad que hacen posible aquella
desigualdad. Pues como ya dijo ARISTÓTELES, la desigualdad es siempre la
causa de las revoluciones, cuando no tienen ninguna compensación los que
son víctimas de ella... y en general puede decirse que las revoluciones se
hacen para conquistar la igualdad.
Ello significa, entonces, que nuevos valores se hacen predominantes en la
colectividad. Empero, es necesario indicar que este cambio axiológico es causa
y efecto de las transformaciones de las estructuras de la sociedad. Es decir,
que si se tiene como injusta una determinada desigualdad jurídica y/o social y
la estructura que la fundamenta, es porque los valores que la hacían soportable
han cambiado. Pero esto implica, a su vez, el cambio, al menos, de una
estructura. Así la transformación de una estructura económica o religiosa, por
ejemplo, pueden hacer cambiar las valoraciones populares en vigor y hacer
sentir las estructuras políticas y jurídicas, como injustas y viceversa. Según el
autor Adolfo Gelsi Bidart, citado por Petzold ( 1994: p 451) la “igualdad en el
proceso, significa posibilitar a cada parte para que haga valer sus derechos
ante el Juez, rodearla de las garantías y quitar los obstáculos para que
libremente pueda alegar en el ataque o en la defensa y aportar los medios de
convencimiento necesarios.” Por ello, es que debemos buscar siempre la
igualdad, ya que, según Petzold (1974: p 66): “...en la actualidad y en la gran
mayoría de las naciones civilizadas, como lo señala también el jurista inglés
H.L.A. HART se acepta “ el principio de que prima facie los seres humanos
tienen derecho a ser tratados con igualdad...”. Continúa el mencionado autor
(1974: p 68): “De ahí que la utilización de determinados criterios de relevancia,
como la consideración de ciertas personas como iguales o desiguales
jurídicamente, son cuestiones esencialmente axiológicas, pues implican la
formulación de juicios de valor por medio de actos de voluntad de carácter
jurídico, a los cuales sirven de vehículo de sentido las normas de una
constitución, una ley, un reglamento, una sentencia, etc., en fin, normas
jurídicas generales o individualizadas, según los casos”. Se debe tomar en
cuenta, que en la mayoría de las legislaciones modernas, incluyendo la
Venezolana hasta 1.999, la Justicia Gratuita es un beneficio que se aplica
como una excepción a la regla general, donde la exoneración de los gastos
judiciales se concede sólo a los legal o judicialmente declarados “pobres”. Es
por esto, que luego de la entrada en vigencia de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela en 1.999, donde el constituyente Venezolano en un
propósito innovador, rompió con la uniformidad que había con respecto a éste
principio, al establecerlo ahora como un principio de carácter general. De lo
anteriormente escrito, podemos ver que lo que establece el Código de
Procedimiento Civil en cuanto al citado principio quedó derogado, ya que la
Constitución buscando la igualdad jurídica de las partes en el proceso y
elevando la justicia al rango de derecho social, ha implementado el beneficio de
la justicia gratuita, no como un beneficio de pobreza, sino como un beneficio
general para acceder a la justicia en Venezuela. Para ello la Constitución
establece en el Artículo 26: ...”El Estado garantizará una justicia gratuita,
accesible, imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente,
responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o
reposiciones inútiles”. En concordancia con lo que establece el artículo 254 de
la Constitución, donde dice que “...el Poder Judicial no está facultado para
establecer tasas, aranceles, ni exigir pago alguno por sus servicios”. De esta
manera vemos como la evolución de las valoraciones admitidas -que influyen
socialmente y que son interpretadas por los cambios de las condiciones de vida
de un país, se reflejan en las condiciones jurídicas y sociales de la población,
respecto a la noción de igualdad no uniforme, todo basado en la imposición
social.
En otro país latinoamericano, tal es México la igualdad entre las partes, como
un principio en el proceso penal, debe entenderse como prerrogativas que
deben gozar lo sujeto del procedimiento penal (ministerio público, víctima,
ofendido, defensor, imputado), con la finalidad de contar con las mismas
oportunidades para aportar, ofrecer, materializar y desahogar las pruebas, y
algo importante, para poderlas debatir e impugnarla. El debate constituye un
pilar fundamental para la legitimación de dichas prerrogativas. De tal forma, la
igualdad entre las partes, permitirá que las pruebas, los estándares de
suficiencia probatoria, los plazos procesales y demás hechos tenidos por
probados, se puedan realizar bajo un escenario de garantías de los derechos
de las partes, evitando con ello, una mala valoración que repercuta en una
resolución de una falsa culpabilidad o inclusive de una falsa absolución (que se
puedan considerar igual de graves esas resoluciones que puedan ser falsables)
o posiblemente verdaderas (en el mejor de los casos)8 . Se puede afirmar que
el principio de igualdad entre las partes, requiere del principio de contradicción,
ya que el proceso penal, en un sistema acusatorio, está dotado de garantías
constitucionales; está presidido por la idea de debate, de controversia, de
conflicto de intereses y lucha de contrarios. Por lo que se puede aducir, que el
proceso es una actividad donde las partes tienen por objetivo velar por los
intereses que representan. Con el proceso penal, se busca articular un proceso
dialéctico de valoración de la prueba para conocer la verdad de los hechos a
partir de la presentación de pruebas y argumentos de manera equilibrada y en
la misma igualdad de circunstancias. Con ello se buscará, que exista un
equilibrio de los sujetos en el proceso penal, y el respeto a sus derechos y
prerrogativas. En este sentido, el proceso penal no puede entenderse como un
monólogo del juez, sino como un diálogo abierto, entre los diversos
intervinientes en su calidad de partes, sujeto a acciones y reacciones, a
ataques y contraataques. Por estos motivos se le ha denominado también
como de bilateralidad, de controversia o de carácter dialéctico del proceso. Con
ello podemos afirmar, que en un sistema inquisitivo jamás se lograría dicha
dialéctica. Por lo tanto, para que la igualdad se pueda llevar a cabo en el
proceso penal, se requiere de la aplicación de una correcta contradicción, es
decir, que los sujetos en el proceso penal dispongan de todos los medios
necesarios para presentar sus respectivas posiciones, pretensiones mediante
una correcta preservación del derecho de audiencia, para que los sujetos
tengan la oportunidad de ser oído y vencido en juicio. Con lo anterior, las partes
permitirán articular un proceso dialéctico de valoración de la prueba para
conocer la verdad de los hechos a partir de la presentación de pruebas y
argumentos de manera equilibrada y en igualdad de circunstancias entre los
sujetos. Se requiere entonces, que el órgano jurisdiccional tenga conocimiento
de los sujetos procesales, así como de todas pruebas practicadas y de la forma
que se aportaron al proceso, lo anterior evitará realizar medios de convicción
secretos y mecanismos indebidos que no sean objeto de la controversia. De tal
manera que, cada sujeto procesal, pueda confrontar y debatir los medios de
prueba, bajo las mismas oportunidades y circunstancias, y se logre con ello,
una correcta igualdad entre las partes.
No es suficiente que el juez escuche a las partes y con ello cumpla con el
principio de contradicción, sino que en determinadas circunstancias, para que
esta audiencia de posturas sea efectiva, es necesario dotar de «mayores
armas» a la parte más débil. La idea es dotar a las partes de igualdad de
oportunidades en el proceso una vez que se haya asegurado la participación
en el proceso. Por ejemplo, el principio de contradicción impone la condición de
que el acceso al proceso sea gratuito para el trabajador; sin embargo, ya
dentro del proceso, el trabajador requiere medidas de apoyo para equilibrar su
debilidad como una defensa jurídica gratuita por parte del Estado.
https://www.iberley.es/temas/partes-proceso-civil-55671
https://estudiosjuridicos.wordpress.com/introduccion-al-
derecho/principios-del-derecho-procesal/
http://www.geocities.ws/cindeunsch/doc/public/Artur01.pdf
http://www.expansion.com/diccionario-juridico/principio-de-igualdad-de-
partes-procesales.html
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoprocesal/article/viewFile/23
95/2346
https://ocw.uca.es/pluginfile.php/1271/mod_resource/content/1/Procesal
3.pdf
file:///C:/Users/Vivian/Downloads/ppioigualdadprocesal%20(1).pdf