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John Lyons

Profesor de Lingüística General


Universidad de Edimburgo

,
INTRODUCCION
. ,
en la
LINGUISTICA
,
TEORICA
Versión española

Ramón Cerdá
Profesor de Lingüística General
Universidad de Barcelona

EDITORIAL TEIDE / BARCELONA


2. La estructura del lenguaje

2.1. INTRODUCCióN

2.1.1. «Sonidos» y «palabras».


Si preguntamos a un profano de la lingüística cuáles son las unidades fun-
damentales del lenguaje ~los sillares del edificio, por decirlo así, con que
se construyen las expresiones-, probablemente nos contestará que las
unidades fundamentales del lenguaje son «sonidos» y «palabras». Podría
añadir que las palabras están compuestas por secuencias de sonidos, cada
uno de los cuales se encuentra, idealmente, representado por una determinada
letra del alfabeto (en el caso de lenguas que disponen usualmente de un
sistema de escritura alfabética), y que mientras las palabras de una lengua
tienen un significado, los sonidos no Jo tienen (su única función se limita
a formar palabras). Estas afirmaciones tienen como base la tradicional
concepción del lenguaje que se refleja en la mayoría de gramáticas y dic-
cionarios: la gramática proporciona reglas para la construcción de oraciones
por medio de palabras, y el diccionario nos dice qué significa cada palabra
en particular. En los siguientes capítulos, tendremos ocasión de examinar
críticamente los términos «sonido», «palabra», «significado» y «oración»,
que figuran en estas declaraciones generales acerca del lenguaje. Ello no
obstante, según el propósito de este inmediato examen preliminar sobre el
lenguaje, los dejaremos momentáneamente sin definir. A lo largo del pre-
sente capítulo se indicarán ciertas distinciones que se explicitarán más
adelante.

2.1.2. Fonología, gramática y semántica.


La tradicional concepción sobre el lenguaje incorporó las nociones de
composición (una unidad compleja se compone de otras unidades más
simples o más pequeñas: una palabra se compone de sonidos; una locución,

3. LYONS
54 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

de palabras; una cláusula, de locuciones; una oración, de cláusulas, y así su-


cesivamente) y de correlación (cada palabra se relaciona recíprocamente con
uno o más significados). Si adoptamos el término «nivel» para la primera
noción y el término «plano» para la segunda, podemos decir que, de acuerdo
con el modelo de estructura lingüística que hemos adoptado provisional-
mente, · cada lengua puede ser descrita en virtud de dos planos: el de la
«forma» y el del «significado», o mejor (para estos términos tradicionales
existen en lingüística diversas interpretaciones en conflicto), de la expresión
y del contenido. A su vez, el plano de la expresión del lenguaje puede ser
descrito en (por lo menos) dos niveles: el de los sonidos y el de las palabras.
Digámoslo ahora en términos habitualmente utilizados por los lingüistas:
los sonidos de una lengua dada son estudiados por la fonología; la forma de
sus palabras y el modo como éstas se combinan en locuciones, cláusulas
y oraciones, por la gramática; y el significado, o contenido, de las palabras (o
las unidades compuestas de ellas), por la semántica.

2.1.3. La «doble articulación» de la lengua.


Los lingüistas hablan a veces de la «doble articulación» (o «doble estruc-
tura») del lenguaje, y a menudo se ha entendido erróneamente esta expre-
sión refiriéndola a la correlación de los dos planos de expresión y contenido 1 .
Lo que significa es que las unidades del nivel «inferior» -de la fonología
(los sonidos de la lengua)- no tienen otra función que la de combinarse
con otras para formar las unidades «superiores» de la gramática (las pa-
labras). Es en virtud de la doble estructfira del plano de la expresión como
las lenguas son capaces de representar económicamente muchos miles de
palabras diferentes. Cada palabra puede ser representada por una combina-
ción determinada de un conjunto de sonidos relativamente pequeño, del
mismo modo como cada número del conjunto infinitamente grande de los
números naturales se distingue en la corriente notación decimal por una
combinación específica de los diez dígitos básicos.

2.1.4. «Nivel» frente a «plano»; «expresión» frente a «contenido».

Habiendo reconocido los dos planos de la expresión y el contenido y los


dos niveles de la fonología y la gramática, por supuesto que no hemos su-
perado completamente la concepción tradicional sobre la estructura del
lenguaje 2 • Conviene que veamos ahora qué es lo que caracteriza al más

1
Sobre la «doble articulación», cf. Martinet, Lingüística sincrónica, 28-43; y tam-
bién Palmer, «Hierarchy»; Hockett, «Linguistic elements».
' Sobre «nivel», «plano», «expresión», «contenido», utilizamos la misma termino-
logía que Hjelmslev y sus seguidores : cf. Hjelmslev, Prolégomenes; Spang-Hassen. «Glos-
sematics». Hay que advertir que el término «nivel» lo empleamos a menudo a lo largo
del libro en un sentido muy general (que inclu ye lo que Hjelmslev denomina «plano»).
SUBSTANCIA Y FORMA 55

moderno acceso al estudio del lenguaje, con el que habitualmente se rela-


ciona la rúbrica de «lingüística estructural».

2.2. SUBSTANCIA Y FORMA

2.2.1. La estructura del vocabulario.

Pocas personas afirmarían actualmente que la correlación entre una palabra


determinada y un significado determinado no es convencional. La prolon-
gada controversia entre los «naturalistas» y los «convencionalistas» puede
considerarse concluida (cf. 1.2.2). Pero los mismos procedimientos por los
que cabe demostrar la convencionalidad de la relación entre «forma» y
«significado» (entre expresión y contenido) -es decir, la mención, a partir
de distintas lenguas, de palabras totalmente diferentes que se refieren a la
misma cosa o tienen el mismo significado (p. ej., árbol en español, tree en
inglés, Baum en alemán, etc.)- parecen alimentar la idea de que el voca-
bulario de cualquier lengua dada es esencialmente una lista de nombres
asociados por convención a cosas o significados que existen independien-
temente.
Y, no obstante, se llega pronto a la conclusión, al aprender una lengua
extranjera, de que existen distinciones de significado en una lengua que no
existen en otra y de que aprender el vocabulario de otra lengua no es una
simple cuestión de acumular un conjunto inédito de etiquetas para asignarles
los significados que son familiares. Veamos un ejemplo: la palabra española
cuñado puede ser traducida al ruso como ziat', shurin, svoiak o dever';
mientras que una de estas cuatro palabras rusas. ziat', debe ser traducida a
veces como yerno. A partir de esto, no se puede llegar, sin embargo, a la
co nclu sión de que la palabra ziat' tenga dos significados y de que uno de
ellos es equivalente a las otras tres. Las cuatro palabras en ruso tienen sig-
nificados diferentes. Lo que ocurre es que el ruso ofrece juntos (bajo la
palabra ziat') los significados tanto de esposo de la hermana como de es-
poso de la hija, mientras distingue el hermano de la esposa (shurin), el
esposo de la hermana de la esposa (svoiak) y el hermano del esposo (dever').
De mod o que, en realidad, no hay ninguna palabra en ruso que signifique
«cuñado», lo mismo que no hay ninguna palabra en español que signi-
fique «ziat'» 3 •
Cada lengua tiene su propia estructura semántica. En la medida en que
los significados de una lengua mantienen, uno a uno, una correspondencia

· ' [Para la transliteración al español de ejemplos en ruso utilizamos a Calonge,


Transcripción.]
56 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

con los de otra, decimos que ambas lenguas son semánticamente isomórficas
(que tienen la misma estructura semántica). El grado de isomorfismo se-
mántico entre lenguas distintas varía considerablemente. En general (esta
cuestión será tratada y ejemplificada más detenidamente en el capítulo de
semántica: d. 9.4.6),, la estructura del vocabulario de una lengua determi-
nada viene a reflejar las distinciones y equivalencias que resultan importantes
en la cultura de la sociedad en la cual opera la lengua. El grado de isomor-
fismo semántico entre dos lenguas cualesquiera, por lo tanto, dependerá
sobre todo del conjunto de coincidencias que se encuentre en la cultura de
las dos sociedades que emplean aquellas lenguas. Si existen, o si podrían
existir, dos lenguas cuyos vocabularios fueran -no importa en qué grado-
isomórficos entre sí, es una cuestión que no nos debe detener. Nos cabe,
por lo menos, admitir la posibilidad de que todos los significados recono-
cidos por una lengua dada son únicos para esta lengua y que carecen de
validez o pertinencia fuera de ella.

2.2.2. Substancia y forma.

Saussure y sus seguidores justifican las diferencias en la estructura semántica


de lenguas distintas mediante una distinción entre substancia y forma 4 • Por
forma del vocabulario (o forma del plano del contenido: cf. 2.1.4) se com-
prende la estructura abstracta de relaciones que una lengua determinada
impone, digámoslo así, sobre la misma substancia subyacente. Así como la
misma masa de arcilla puede ser conformada en objetos de distintas apa-
riencias y tamaños, la substancia (o el medio), dentro de la cual se establecen
las distinciones y equivalencias del significado, ·pueden organizarse de dis-
tinto modo en distintas lenguas. El mismo Saussure concibió la substancia
del significado (la substancia del plano del contenido) como la masa total
de pensamientos y sentimientos común a la Humanidad independientemente
de la lengua que se hable, como una especie de medio conceptual nebuloso
e indiferenciado fuera del cual los significados se conforman en lenguas
concretas por la asociación convencional de un cierto conjunto de sonidos
y una cierta parte de aquel medio conceptual. (El lector advertirá segura-
mente que en este apartado los términos «substancia» y «forma» se emplean
en el mismo sentido en que los introdujo Saussure en la lingüística: cf. 4.1.5).

2.2.3. La estructura semántica ejemplificada con términos de color.

Buena parte de las afirmaciones de Saussure sobre la estructura semántica


se debe a teorías psicológicas anticuadas y preteridas. Toda la noción de una
substancia conceptual independiente de la lengua y la cultura contiene una

• Para la oposición entre substancia y forma, cf. Saussure, Curso, 191-206 (parte 2:a,
capítulo 4).
r--

SUBST ANCIA Y FORMA 57

ana ra n-
Españ ol rojo jada amarillo verde azul

A a b e d e

B f g h i j
1 1 1 1

e p q r s
1 1 1
2 3 4 5 6 7 8 9 10
Figura 1.

validez incierta. En realidad, la mayoría de filósofos, lingüistas y psicólogos


de la actualidad se resistirían a admitir que los significados puedan ser
plausiblemente descritos como ideas o conceptos de la mente. La noción de
substancia permite, sin embargo, una ilustración conveniente, al menos para
algunas palabras, sin necesidad de postular ningún medio conceptual sub-
yacente. Es un hecho reconocido que los términos de colores de una lengua
cualquiera ofrecen una gran resistencia para encontrar su equivalente exacto
en otra lengua: por ejemplo, la palabra inglesa brown no tiene plena co-
rrespondencia en español (podría ser traducida por «moreno», «castaño»,
«pardo», «marrón», e incluso «amarillo» según el matiz y la clase de nombre
a que se refiera); la palabra del hindi pila se traduce al inglés como yellow
(«amarillo»), orange («anaranjado») y también brown (aunque aquella
lengua dispone de varias palabras para otros matices de «brown» ); no hay
equivalente de azul en ruso, cuyas palabras golubo"i y sinii deben ser tra-
ducidas como «azul claro» y «azul obscuro», respectivamente, y se refieren
a distintos colores y no a distintos matices del mismo color como parece
deducirse de su traducción española. Para indicar estas diferencias en general,
vamos a comparar parte del vocabulario español con parte del vocabulario
de tres lenguas hipotéticas: A, B y C. A fin de ganar en sencillez, limita~
remos nuestra atención al área del espectro solar cubierto por los cinco
términos: rojo, anaranjado, amarillo, verde y azul. Supongamos que la misma
área queda cubierta por las cinco palabras a, b, e, d, y e en A, por las cinco
palabras f, g, h, i y j en B, y por las cuatro palabras p , q, r y s en C (véase
la figura 1). Según el diagrama, es evidente que la lengua A se muestra
semánticamente isomórfica respecto del español (en esta parte del voca-
bulario): dispone del mismo número de tén~inos de colores, y las fronteras
dentro del área del espectro cubierta por cada uno de ellos coinciden con
las fronteras de las palabras españolas. Pero ni B ni C son isomórficas
frente al español. Aunque B tenga el mismo número de términos que el
español, las fronteras ocupan distintos lugares en el espectro; y C contiene
un número diferente de términos (con las fronteras en diferentes lugares
58 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

también). Para que veamos la trascendencia práctica de todo ello, vamos


a imaginar que tenemos diez objetos (numerados de 1 a 10, en la la figura 1),
cada uno de los cuales emite luz a distinta longitud de onda, y que deseamos
agruparlos en función de su color. En español, el objeto 1 sería considerado
«rojo» y el objeto 2 «anaranjado». Ahora bien, siendo ambos de color
diferente, serían asimismo reconocidos como diferentes por la lengua A, e
indicados, respectivamente, por los términos a y b; pero en B y C quedarían
reconocidos bajo un mismo término, f o p. Por otra parte, los objetos 2 y 3
serían distinguidos por B (como f y g), pero quedarían indiferenciados en
español y en A y C (como «anaranjado», b y p). A partir del diagrama,
resulta claro que hay muchos casos de falta de equivalencias de este tipo.
No debe pensarse, naturalmente, que los hablantes de B no son capaces de
apreciar alguna diferencia de color entre los objetos 1 y 2. Probablemente
podrán distinguirlos de un modo muy parecido a como los hablantes de
español pueden distinguir los objetos 2 y 3 indicándolos como naranja rojizo
y amarillo anaranjado. La cuestión es que la clasificación primaria es dife-
rente, y la secundaria se apoya en la primaria y la presupone (según la es-
tructura semántica del español, por ejemplo, el carmesí y el escarlata denotan
distintos <<matices» del mismo color rojo, mientras que las palabras rusas
goluboi y sinü, como hemos visto antes. se refieren a lo que en realidad son
distintos colores con arreglo a la clasificación primaria). La substancia del
vocabulario sobre los colores, por consiguiente, puede interpretarse como
un continuo físico dentro del cual las lenguas pueden establecer una can-
tidad igual o distinta de fronteras. y dentro del cual pueden establecer las
fronteras en lugares iguales o distintos.
Sería absurdo sostener que no existen objetos perceptiblemente discer-
nibles y rasgos del mundo externos al lenguaje e independientes de él, y
que todo es amorfo mientras no reciba · una forma a través del lenguajeª.
Al mismo tiempo, es evidente que el modo como los objetos. la flora , la
fauna , etc .. se agrupan entre sí por medio de palabras determinadas puede
variar de una lengua a otra: la palabra latina mus se refiere tanto a ratones
como a ratas (además de a otros roedores); la palabra mono se disocia en
inglés entre ape y monkey, y así sucesivamente. Se requiere una noción más
abstracta de substancia para llevar hechos de este tipo al terreno de la
explicación saussureana sobre la estructura semántica. Y también es evi-
dente que no hay posibilidad de justificar el vocabulario sobre el parentesco
familiar a base de la imposición de forma sobre una substancia física sub-
yacente. Sólo un número limitado de palabras pueden ser descritas según
su referencia a áreas contiguas dentro de un continuo físico . Y más adelante

5
[Las relaciones entre lenguaje, pensamiento y realidad han sido profusamente
discutidas por los filósofos, psicólogos y lingüistas de todos los tiempos. Sin embargo,
lo más característico de la lingüística actual se muestra reacio a la consideración de
tales temas. En los capítulos sobre semántica (cf. 9.1.3. 9.2. l y ss.) se dan escuetas
referencias sobre el modo como en la gramática y la filosofía tradicionales se estable-
cían y articulaban estas nociones.]
SUBSTANCIA Y FORMA 59

veremos que incluso el vocabulario sobre los colores (citado a menudo como
uno de los ejemplos más nítidos de lo que se quiere indicar por imposición
de forma sobre la substancia del plano del contenido) presenta una com-
plejidad mayor de lo que habitualmente se cree (cf. 9.4.5). Las dificultades
adicionales no afectan a los aspectos que han sido tratados en este apartado.
Es suficiente que para, a lo sumo, algunas partes del vocabulario quepa
postular una substancia subyacente de contenido.
Pero la noción de estructura semántica nada tiene que ver con la supo-
sición de la substancia. Para una explicación general de lo que se entiende
por estructura semántica -una explicación que ponga a prueba todas las
palabras para saber si aluden a objetos y rasgos del mundo físico o no-
podemos adoptar la siguiente formulación: la estructura semántica de un
sistema dado de palabras en el vocabulario es la red de relaciones semánticas
que se mantiene entre las palabras del sistema en cuestión. La naturaleza
de estas relaciones debemos dejarla para el capítulo de semántica. Lo que
ahora importa notar en la definición de estructura semántica que acabamos
de dar es que se hace uso de los términos clave de sistema y relación. Las
palabras sobre colores (como las palabras sobre p~rentesco familiar y muchos
otros grupos de palabras en los vocabularios de las lenguas) constituyen un
sistema organizado de palabras que, de alguna manera, se relacionan entre sí.
Tales sistemas son isomórficos si contienen el mismo número de términos
y si estos términos se relacionan recíprocamente del mismo modo.

2.2.4. «La lengua es una forma, no una substancia».

Antes de tratar la distinción entre substancia y forma respecto al plano de


la expresión del lenguaje (donde, en realidad, tiene una validez más general),
será provechoso volver brevemente al símil de Saussure sobre el juego de
ajedrez. En primer lugar, debe puntualizarse que la materia real de la que
están hechas las piezas carece de valor para el funcionamiento del juego.
Pueden construirse con cualquier material sin discriminación (madera, marfil.
plástico, etc.), siempre y cuando se tenga en cuenta que la naturaleza física
de este material debe mantener las diferencias importantes de forma entre
las piezas, en las condiciones en que normalmente se desarrolla el juego.
(Este último punto, el de la estabilidad física del material , tiene el mayor
interés, aunque Saussure lo dio por sentado sin someterlo a consideraciones.
Unas piezas labradas en hielo no servirían, si el juego tuviera que celebrarse
en una habitación calurosa.) No sólo carece de valor el material con que
están fabricadas las piezas, sino también la forma particular de éstas. Lo
importante es que cada pieza sea identificable para que las reglas del juego
se apliquen sobre ella de una manera específica. Si se pierde o se rompe
una de las piezas, podemos reemplazarla con algún otro objeto (una moneda
o un trozo de tiza, por ejemplo) y establecer el convenio de que el nuevo
objeto debe ser considerado a efectos del juego como la pieza que representa.
La relación entre la forma de una pieza y su función en el juego se debe a
60 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

una convención arbitraria. Una vez admitido que las convenciones de inter-
pretación son aceptadas por los jugadores participantes, el juego puede
desarrollarse igualmente bien con piezas de cualquier forma. Si trasladamos
las implicaciones del símil sobre el plano de la expresión del lenguaje, esta-
remos más cerca de comprender uno de los principios fundamentales de la
lingüística moderna: dicho en los mismos términos de Saussure, la lengua
es una forma y no una substancia.

2.2.5. La «realización» en la substancia.

Como vimos en el capítulo anterior, el lenguaje hablado tiene prioridad sobre


el escrito (cf. 1.4.2). En otras palabras, la substancia primaria del plano de
la expresión es el sonido (en particular, la clase de sonido que puede ser
emitida por los órganos de habla humana), mientras que la escritura consiste
esencialmente en una técnica para transferir las palabras y las oraciones de
una lengua desde la substancia en que normalmente se realizan hasta la
substancia secundaria de modelación visual (trazos visibles sobre papel,
piedra, etcétera). Aun es posible una transferencia ulterior desde la substan-
cia secundaria a otra terciaria, como, por ejemplo, en la transmisión de
mensajes por teletipo. El hecho de que este tipo de transferencia pueda
llevarse a cabo (uno se siente tentado de llamarlo «transubstanciación»)
demuestra que la estructura del plano de la expresión del lenguaje es suma-
mente independiente de la substancia en la cual se realiza.
Para simplificar, consideremos en primer lugar el caso de las lenguas que
utilizan un sistema de escritura alfabética. Vamos a suponer que los sonidos
de la lengua se corresponden uno a uno con las letras del alfabeto empleado
para representarlos (dicho de otro modo, que cada sonido se represente por
una letra específica y que cada letra represente siempre el mismo sonido).
Si esta condición se cumpliera, no habría ni homografías ni homofonías, por
cuanto se produciría una correspondencia total entre las palabras de la lengua
escrita y las palabras de la lengua hablada, y (si suponemos también que
las oraciones se componen de palabras, y nada más) lo mismo ocurriría
entre las oraciones de la lengua escrita y las de la lengua hablada. La lengua
escrita y la hablada serían, entonces, isomórficas. (El hecho de que ambas
no se presenten nunca completamente isomórficas, como hemos visto ya, no
viene al caso en este momento. En la medida en que no son isomórficas,
son lenguas distintas. Esto constituye una de las implicaciones del principio
de que la lengua es una forma y no una substancia.)
Para evitar confusiones, emplearemos corchetes a fin de distinguir los
sonidos de las letras (se trata de una convención ortográfica habitual:
cf. 3.1.3). De este modo, [t], [e], etc., indicarán sonidos, y t, e, etc., letras.
Podemos ahora introducir una distinción entre las unidades formales y sus
realizaciones substanciales como sonidos y letras. Cuando decimos que [t]
corresponde a t, [e] a e y, en general, que un sonido particular corresponde
a una letra particular y viceversa, podemos interpretarlo en el sentido
SUBSTANCIA Y FORMA 61

de que ni los sonidos ni las letras son primarios, sino que ambos constituyen
otras tantas realizaciones de las mismas unidades formales, que en sí mismas
son elementos abstractos e independientes de la substancia en que se realizan.
Para nuestro inmediato propósito, vamos a denominar a estas unidades
formales «elementos de expresión». Utilizando números para indicarlos y
poniendo estos números entre barras oblicuas, podemos decir que /1/ alude
a un cierto elemento de expresión, que puede realizarse en substancia fónica
por el sonido [t] y en substancia gráfica por la letra t; que /2/ indica otro
elemento de expresión, que puede realizarse mediante [e] y e, y así suce-
sivamente.
Ahora queda claro que, del mismo modo que las piezas de ajedrez pueden
estar fabricadas con diversos tipos de material, también el mismo conjunto
de elementos de expresión puede realizarse no sólo por medio de sonidos y
letras, sino a través de muchos otros tipos de substancia. Por ejemplo, cada
elemento puede eventualmente manifestarse por una luz de determinado
color, por un gesto especial, por la emisión de un olor característico, ejer-
ciendo una presión de un determinado grado de intensidad sobre la mano,
y tantos otros medios como se quiera. En realidad , sería incluso posible
construir un sistema de comunicación en el que cada elemento de expresión
se realizara a base de una distinta clase de substancia; un sistema en el que,
por ejemplo, /1/ se manifestara en forma de sonido (u otra cosa cualquiera),
/2/ en forma de luz (no importa el color), /3/ en forma de gesto manual,
etcétera. Sin embargo, conviene que omitamos esta posibilidad en favor de
la realización de los elementos de expresión por medio de diferencias dentro
de una substancia homogénea, como es más típico en el lenguaje humano.
Aunque el lenguaje hablado suele asociarse con gestos convencionales y
expresiones faciales, estos gestos y expresiones no implican unidades formales
al mismo nivel de las que implican los sonidos constitutivos de las palabras
que acompañan: es decir, un gesto concreto no se combina con sonidos para
formar una palabra de la misma manera que dos o más sonidos se combinan
para formarla.
En principio, los elementos de expresión del lenguaje pueden realizarse
en cualquier tipo de substancia, siempre y cuando se cumplan las siguientes
condiciones:
a) El emisor de un «mensaje» debe tener disponible el aparato nece-
sario para la producción de las diferencias significativas en la substancia
(diferencias de sonido, forma, etc.), y el receptor del mensaje debe disponer
del aparato necesario para la percepción de estas diferencias: en otras
palabras, el emisor (hablante, escritor, etc.) requiere el aparato que «codi-
fique», y el receptor (oyente, lector, etc.), el aparato apropiado que «des-
codifique» 6 •

6 [Los términos «codificar» y «descodificar» no son, en principio, apropiados para

traducir to encade y to decode, si nos atenemos a la definición académica de «codi-


62 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

b) La substancia, como medio en el que se establecen las diferencias,


debe ser por sí misma suficientemente estable a fin de mantener las diferen-
cias entre las realizaciones de los elementos de la expresión en unas condicio-
nes normales de comunicación lo bastante duraderas para que la transmisión
del mensaje entre el emisor y el receptor pueda verificarse.

2.2.6. La substancia de la lengua hablada y escrita.

Ninguna de estas condiciones exige muchos comentarios. Aun así, será


provechosa una breve comparación entre el habla y la escritura (más exac-
tamente, entre substancia fónica y gráfica) desde el punto de vista de
a) su disponibilidad y comodidad , y
b) su estabilidad física o durabilidad.

Muchos lingüistas, en sus especulaciones sobre el origen del lenguaje


humano, se han figurado que el sonido era un medio más conveniente para
el desarrollo del lenguaje que cualquiera de las demás posibles alternativas.
En contraste con los gestos u otra substancia dada, en la cual las diferen-
cias se percibieran, pongamos, por el sentido de la vista (un sentido altamente
desarrollado en los seres humanos), el sonido no depende de la presencia de
una fuente de luz ni se obstruye por objetos que se interfieran en su paso:
es, por tanto, igualmente satisfactorio para la comunicación de día o de
noche. En contraste también con diversos tipos de substancia que dependen
del sentido del tacto para producir y percibir distinciones entre ellos, el
sonido no requiere que el emisor y el receptor se hallen muy cerca el uno
del otro, y deja las manos libres para otros menesteres. Aunque otros muchos
factores puedan haber influido en la evolución del habla humana, es evidente
que la substancia fónica (precisamente el tipo de sonido que son capaces
de emitir los órganos del habla humana y que se encuentran dentro de las
posibilidades de la audición humana) satisface perfectamente bien las con-
diciones de disponibilidad y comodidad . Son relativamente pocos los seres
humanos físicamente incapaces de producir o percibir diferencias de sonido.
La substancia fónica también satisface la condición de la estabilidad física lo
suficientemente bien como para suponer que ha sido el procedimiento más
normal y más necesario de comunicación en las sociedades primitivas.

ficar»: «hacer o formar un código». Son muchos los términos especializados que la
lingüística moderna ha introducido en el uso técnico habitual (y son, asimismo, muchos
los términos de este libro que no aparecen, hasta la fecha, en ningún inventario lexico-
gráfico académico), e incluso es frecuente que algunos ya tradicionales aparezcan con
un «valor» muy diferente del tradicional. E sta circunstancia, nada esporádica en obras
de esta índole, es la que nos ha inclinado a mantener los términos propuestos (en
lugar de crear otras, como «encodar», «decodar», «encodaje», etc.), tod a vez que su
«valor» no ofrece, en los contextos en que aparece, ninguna dificultad de comprensión.]
SUBSTANCIA Y FORMA 63

La substancia gráfica difiere bastante de la substancia fónica en cuanto


a la comodidad y a la disponibilidad: exige el uso de algunos utensilios
determinados y no deja las manos libres para cooperar con gestos eventual-
mente necesarios.
Mucho más importantes, no obstante, son las diferencias entre los dos
tipos de substancia con respecto a la durabilidad. Hasta tiempos recientes
(con la invención del teléfono y los aparatos magnetofónicos), una caracterís-
tica de la substancia fónica era la de no ser un medio muy seguro para la
comunicación, a menos que el emisor y el receptor se encontraran presentes
en el mismo lugar y al mismo tiempo. (La tradición oral y el uso de terceras
personas como mensajeros dependían de la memoria.) Por sí mismas, digá-
moslo así, las secuencias de sonidos morían nada más salir y, si no eran
«descodificadas» sobre el terreno, se perdían para siempre. Pero con la
invención de la escritura surgió un nuevo medio más duradero y provechoso
para «codificar» el lenguaje. Aunque la escritura era menos conveniente (y,
por tanto, no se empleaba) para la comunicación de los hechos más pasa-
jeros, hizo posible la transmisión de mensajes a distancias considerables y
también su conservación para futuras consultas. Estas diferencias, en las
condiciones en que el habla y la escritura se empleaban, y se emplean todavía
más comúnmente -la una en una espontánea comunicación cara a cara, la
otra en textos más cuidadosamente compuestos y disponibles para ser leídos
y comprendidos sin la ayuda de todos los indicios de la situación inmediata-,
nos acercan un buen trecho hacia la aclaración tanto del origen de la escri-
tura en primer lugar, como de las divergencias subsiguientes entre las lenguas
escritas y habladas.
Como ya hemos visto anteriormente, estas diferencias son tan grandes,
que sería erróneo decir a propósito de las lenguas que cuentan tras de sí
con una larga historia literaria que la escritura es solamente la transferencia
del habla a una nueva substancia (cf. 1.4.2.). Una vez sentadas las diferencias
en cuanto a la estabilidad física de las substancias fónica y gráfica y la
importancia de ambas en el desarrollo histórico de las lenguas escritas y
habladas, permanece cierto que las dos clases de substancia son suficiente-
mente estables para mantener las diferencias perceptibles entre los sonidos
o las formas que resultan de los elementos de expresión en las circunstancias
en que el habla y la escritura se utilizan habitualmente.

2.2.7. Arbitrariedad de la realización substancial.

Volvamos ahora al segundo de los puntos que Saussure trató acerca de la


substancia en que la lengua se manifiesta: del mismo modo que la apariencia
externa de las piezas del ajedrez carece de importancia para la realización
dél juego, tampoco importan las distinciones concretas de forma o de sonido
a través de "las cuales se identifican los elementos de la expresión de la lengua.
En otras palabras, la asociación de un sonido o una letra determinados con
64 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

un determinado elemento de expresión es algo convencional y arbitrario 7 •


Esta cuestión puede ser ilustrada a base del inglés. El cuadro 3 señala, en
la primera columna, seis de los elementos de expresión del inglés arbitraria-
mente numerados de 1 a 6; la segunda columna muestra sus normales
realizaciones ortográficas, y la tercera columna sus realizaciones como soni-
dos. (Para simplificar, suponemos que los sonidos [t], [e], etc., no permiten

ELEMENTOS DE EXPRESIÓN

1 2 3 4 5 6

/1/ [t] p [p] e


/2/ e [e] [i] b
/3/ b [b] d [d] d
/4/ d [d] b [b] p
/5/ [i] e [e] t
/6/ p [p] [t]

PALABRAS

7 8 9 10 11

A « bet » dip [dip] dbe


B « pet » tip [tip] ibe
e « bit » dep [dep] dte
D « pit » tep [tep] ite
E « bid » deb [deb] dtp
F « bed » dib [dib] dbp

Cuadro 3

un análisis ulterior y que reflejan los elementos mínimos de expresión de la


lengua, tal como se encuentran, por ejemplo, en las palabras escritas bet
(«apuesta»), pet («favorito»), bit («pedazo»), pit («hoyo»), bid («oferta»),
bed («cama»), etcétera. Aunque este supuesto será analizado en el capítulo
siguiente, el argumento no queda afectado por cualquier modificación que
más adelante nos sintiéramos obligados a introducir.) Establezcamos ahora
una cierta convención arbitraria en virtud de la cual /1/ se manifieste orto-
gráficamente como p, /2/ como i, y así sucesivamente: cf. la cuarta columna.

7
Sobre la arbitrariedad de la realización substancial, cf. Householder, «Uniqueness».
SUBSTANCIA Y FORMA 65

Como consecuencia de ello, la palabra A (que significa «bet» -«apuesta»-


y al principio se escribía bet) se escribirá ahora dip, la palabra B se escribirá
tip, y así sucesivamente: cf. las columnas 7, 8 y 9. Está claro que cada
palabra y oración del inglés escrito que se distingue según la convención
normal de la ortografía se distingue ahora según la nueva convención. La
lengua en sí misma permanece totalmente inalterada aun con el cambio en
su realización substancial.
El mismo argumento sirve para la lengua hablada (pero con ciertas limi-
taciones que presentaremos en breve). Supongamos que el elemento de expre-
sión /1/ se realice en substancia fónica como [p], /2/ como [i], etc., tal como
se indica en la columna quinta. Entonces, la palabra que ahora se escribe
bet (y que puede continuar escribiéndose bet, puesto que es evidente que no
hay_un nexo intrínseco entre las letras y los sonidos) se pronunciaría como
la palabra que ahora se escribe dip (aunque seguiría significando «bet» ), y lo
mismo para todas las demás palabras: cf. la columna diez. Una vez más,
la lengua en sí misma permanece invariable aun con estas alteraciones en su
realización substancial.

2.2.8. Prioridad de la substancia fónica.

Existe, sin embargo, una diferencia importante entre la realización gráfica


y fónica de la lengua, y es precisamente esta diferencia lo que nos fuerza a
modificar el estricto principio saussureano de que los elementos de expresión
son completamente independientes de la substancia en que se realizan. Aun-
que no hay nada en la forma de las letras d, b, e, etc., que prohíba su mutua
combinación cualquiera que sea el modo que elijamos, determinadas combi-
naciones de sonidos son impronunciables. Por ejemplo, podríamos adoptar
para la lengua escrita el conjunto de realizaciones indicadas en la columna
sexta del cuadro, de modo que la palabra A se escribiera dbe; la palabra B,
ibe, y así sucesivamente: cf. la columna once. Las secuencias de letras de
la columna once pueden ser escritas o impresas no menos fácilmente que las
de la columna nueve. En cambio, aquellos complejos fónicos que resul-
tarían de la substitución de [b] por [d], de [i] por [t] y de [d] por [p] en la
palabra para «bid» (la palabra E) serían impronunciables. El hecho de que
existan límites para la pronunciabilidad (y la audibilidad) de ciertos grupos
o complejos de sonidos significa que los elementos de expresión de la len-
gua, o más bien sus combinaciones, están parcialmente determinados po r
la naturaleza de su substancia primaria y por los «mecanismos» del habla
y la audición. Dentro del conjunto de posibilidades abiertas por los límites
que impone la condición de la pronunciabilidad (y de la audibilidad), cada
lengua tiene sus propias restricciones combinatorias, que pueden revelar
la estructura fonológica de la lengua en cuestión.
Ya que no hemos establecido una distinción entre fonética y fon ología
(cf. el capítulo 3), debemos contentarnos aquí con una explicación bastante
imprecisa sobre los puntos que se tratan. Deji>_remos por dem ostrada la
66 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

clasificación de los sonidos entre consonantes y vocales, y tomaremos el


supuesto de que esta clasificación es válida tanto en teoría fonética general
como también en la descripción de las posibilidades combinatorias para
lenguas particulares, incluido el inglés. Ahora bien, la substitución de [t]
por [p], de [i] por [e], etc. (cf. la columna cuarta) no afectaría la pronuncia-
ción de la lengua, porque (entre otras razones) la naturaleza consonántica
y vocálica de los sonidos se mantiene, a través de la substitución, constante.
Ello no sólo garantiza la pronunciabilidad de las palabras habladas resultan-
tes, sino que además respeta su estructura fonológica (como palabras del
inglés) en virtud de la proporción de consonantes y vocales y del modo
como estas dos clases de sonidos se combinan entre sí 8 • Está claro, sin
embargo, que podrían haberse producido otras substituciones que, aun man-
teniendo su pronunciabilidad, alterasen el balance de consonantes y vocales
y sus modelos de combinación para formar palabras. No obstante, si se
previniera que todas las palabras del inglés hablado se conservaran distintas
en el nuevo sistema para realizar los elementos de expresión, la estructura
gramatical de la lengua permanecería inalterada. Por tanto, es en principio
posible que dos (o más) lenguas sean gramatical, pero no fonológicamente,
isomórficas. Dos lenguas son fonológicamente isomórficas si, y sólo si, los
sonidos de una se corresponden uno a uno con los sonidos de la otra y
las correspondientes clases de sonidos (p. ej., consonantes y vocales) se
ajustan a los mismos principios de combinación. Una correspondencia estríe.-
ta de sonidos no implica identidad 9 • Por otra parte, como hemos visto, los
principios de combinación no son totalmente independientes de la naturaleza
física de los sonidos.
La conclusión que se desprende de la argumentación de los dos párrafos
precedentes mantiene el principio de que debe concederse a la lengua hablada
la prioridad sobre la escrita en teoría lingüística general (cf. 1.4.2.). Los
modelos de combinación a que se someten las letras en la lengua escrita son
totalmente inexplicables a partir de las formas de las letras, mientras que
pueden explicarse, por lo menos en parte, a partir de la naturaleza física
de los sonidos en las correspondientes palabras habladas. Por ejemplo, u y n
se relacionan entre sí, en cuanto a la forma, precisamente del mismo modo
que d y p. Pero esto carece de todo valor para la combinación recíproca
de estas letras en las palabras escritas de toda lengua que las contenga.
Mucho más decisivo es el hecho de que estas letras estén en parcial corres-

8
[Nótese que ninguna de las palabras del Cuadro 3 sería considerada genuina
por ningún hablante de español precisamente porque no se adaptan a la estructura
fonológica de esta lengua. Difícilmente encontraríamos en español una secuencia de
ejemplos tan aprovechable para los propósitos que el autor desarrolla aquí.]
9
[El español y el griego moderno son lenguas muy afines desde este punto de
vista: los inventarios de fonemas se corresponden en su mayor parte; es decir, ambas
lenguas analizan de un . modo muy similar el continuo fónico para componer las
unidades del nivel superior (cf. 2.1.3). Difieren, en cambio, en los principios de com-
binación, por lo que de ningún modo podríamos considerar idénticas las respectivas
estructuras fonológicas.]
SUBSTANCIA Y FORMA 67

pondencia con los sonidos de la lengua hablada 1 0 • El estudio de la substancia


del sonido, por consiguiente, concierne de un modo mucho más directo al
lingüista que la investigación de la substancia gráfica y de los sistemas de
escritura.

2.2.9. Combinación y contraste.

Las únicas propiedades que tienen los elementos de expresión, considerados


fuera de su realización substancial, son:
1. su función combinatoria, o sea la capacidad de combinarse mutua-
0
)

mente para formar grupos o complejos capaces de identificar y distinguir


palabras y oraciones (y hemos visto ya que las propiedades combinatorias
de los elementos de expresión de la lengua están, de hecho, parcialmente
determinadas por la naturaleza de su substancia primaria, el sonido), y
2. 0
) su función contrastiva o capacidad de diferenciación recíproca.

La segunda de estas propiedades estaba en la mente de Saussure cuando


dijo que los elementos de expresión (y, más generalmente, todas las unidades
lingüísticas) soh esencialmente negativas por naturaleza: el principio del
contraste (o de la oposición) es fundamental en la teoría lingüística moderna.
Este aspecto puede ser ilustrado mediante el cuadro 3 de la página 64. Cada
uno de los elementos de expresión (numerados de 1 a 6 en el cuadro) con-
trasta, o está en oposición, con cada uno de los demás elementos que pueden
aparecer en la misma posición en palabras inglesas, en el sentido de que la
substitución de un elemento por otro (más exactamente, la permuta de la rea-
lización substancial de un elemento por la realización substancial de otro)
entrañará el cambio de una palabra por otra. Por ejemplo, la palabra A (bet)
se distingue de la palabra B (pet) en que inicialmente tiene / 3/ y no /6/ ,
A se distingue de C (bit) en que contiene /2/ en posición medial y no /5/, y,
en fin, A se distingue de F (bed) en que presenta / 1/ y no /4/ en posición
final. Sobre la base de estas seis palabras, podemos decir que / 1/ está en
contraste con /4/, /2/ con /5/ y /3/ con /6/. (Aduciendo otras palabras en una
comparación semejante, • cabría, lógicamente, establecer otros contrastes y
otros elementos de expresión.) Como unidad formal , y dentro de los límites
de la particular muestra lingüística que estamos considerando, / 1/ puede ser
definido como «el elemento que no es /4/, y que se combina tanto con
/2/ o /5/ como con / 3/ o / 6/ »; de modo que el resto de elementos del cuadro
admiten una definición similar. En términos generales, toda unidad formal
puede definirse,

10
[Esta correspondencia sería total en el caso de que .ca da letra representara sólo
una, y siempre la misma, unidad formal fonológica. Sobre las relaciones entre substan-
cia gráfica y substancia fónica , cf. Saussure, Curso, 7 l-90 (Jntroducción , capítu lo 6).]
68 LA ESTRUCTURA DEL . LENGUAJE

1. 0 ) como distinta de todos los demás elementos que contrastan con


ella, y
2. 0 ) como dotada de ciertas propiedades combinatorias 11 •

2.2.10. La discernibilidad de los elementos de expresión.

A partir de la distinción entre forma y substancia, vamos a presentar ahora


algunos principios de gran importancia. Tomemos, para dar un ejemplo, el
contraste entre /3/ y /6/, que se mantiene en la lengua hablada mediante
los sonidos diferenciales [b] y [p]. Como hemos visto, la particular diferencia
fonética que se establece entre estos dos sonidos no tiene un valor especial
para la estructura del inglés, puesto que podría ser otra cualquiera. También
debe notarse que la diferencia entre [b] y [p] no es absoluta, sino relativa.
Es decir, lo que hemos llamado «sonido [b]» o «sonido [p]» se refiere a
clases de sonido, de forma que no existe ningún punto determinado en que
empiece la «clase [b]» y termine la «clase [p]», o al revés. Desde el punto
de vista fonético, la diferencia entre [b] y [p] consiste en una variación
continua. Pero la diferencia entre los elementos de expresión /3/ y /6/ es
absoluta, en el sentido que vamos a tratar. Las palabras A y B (bet y pet),
como todas las demás del inglés que presentan tanto /3/ como /6/, no cam-
bian gradualmente entre sí en la lengua hablada cuando [b] se transforma
gradualmente en [p]. Habría algún punto en el que sería imposible determinar
si se oye A o B, pero no existe ninguna palabra en inglés que se encuentre a
mitad de camino de las dos en cuanto a su función gramatical y su significa-
do y que se identifique por un sonido intermedio entre [b] y [p]. De esto se
sigue que el plano de la expresión de la lengua está formado por unidades
discretas. Pero estas unidades discretas se realizan en substancia física por
medio de clases de sonidos, dentro de las cuales cabe la posibilidad de una
variación considerable. Puesto que las unidades de expresión no deben ser
confundidas mutuamente en su realización substancial como sonidos, debe
haber, en consecuencia, algún «margen de seguridad» entre la clase de sonidos
que represente a una unidad y la clase de sonidos que represente a otra 1 ~.

11
[En realidad, en la definición de una unidad formal resulta más económico pro-
ceder al revés, especificando en primer lugar las propiedades combinatorias (función
combinatoria o distribución: cf. 2.3.1.) y luego la función contrastiva. Si dos unidades
no tienen, combinatoriamente, ningún contexto en común, no tiene objeto verificar
si contrastan o no. Cf. notas 13 y 19.]
12
[Así, en español, la realización diferencial de [b] respecto a la de [p] (que repre-
sentan · elementos de expresión capaces de distinguir un gran número de unidades
de nivel superior: vino ['bino] : pino ['pino], velo ['belo] : pelo ['pelo], etc.) se basa
en la presencia/ausencia de vibración en las cuerdas vocales. Supongamos, ahora, que
la duración normal de ambas realizaciones equivale a x. Si, esporádicamente, un
hablante realiza una emisión de tal modo que durante la primera mitad de x no emite
vibraciones vocales, pero sí en la segunda mitad, un oyente podría llegar a dudar (si
SUBSTANCIA Y FORMA 69

Determinados contrastes pueden desaparecer con el tiempo, e incluso no


mantenerse en todas las palabras por todos los hablantes de una lengua.
Esto se explica suponiendo que tales contrastes están por debajo del «umbral»
de importancia en cuanto al número de expresiones que la lengua mantiene
como distintas. Esto no significa que la diferencia entre ciertos pares de
elementos de expresión sea relativa y no absoluta.

2.2.11. Palabras gramaticales y palabras fonológicas.

Estamos ahora en condiciones de eliminar una ambigüedad sobre el término


«composición», tal como lo hemos venido empleando en el apartado prece-
dente. Se dijo allí que las palabras se componen de sonidos (o letras) y
que las oraciones, las cláusulas y las locuciones se componen de palabras
(cf. 2.1.1). Podremos comprobar ahora que el término «palabra» es ambiguo.
Aunque de hecho se utiliza habitualmente para una buena cantidad de sen-
tidos diferentes, aquí vamos a fijarnos sólo en dos. En cuanto son unidades
formales, o gramaticales, las palabras pueden considerarse como entidades
totalmente abstractas, cuyas únicas propiedades consisten en tener una fun-
ción contrastiva y combinatoria (los principios de contraste y combinación
para las unidades gramaticales serán tratados más adelante). Pero estas pala-
bras gramaticales se realizan mediante grupos o complejos de elementos de
expresión. cada uno de los cuales (en la lengua hablada) se realiza a su vez
mediante un sonido particular. A estos complejos de elementos de expresión
los vamos a denominar palabras fonológicas. Veamos hasta qué punto es
necesaria esta distinción (sobre la que volveremos después: cf. 5.4.3 .) en
todo lo que sigue. En primer lugar, la estructura interna de una palabra
fonológica es, en general, indiferente al hecho de que realice a una determi-
nada palabra gramatical. Por ejemplo, la palabra gramatical A (que significa
«apuesta»: cf. el cuadro de la página 64) viene realizada por el complejo
de elementos de expresión /321 / , pero igualmente podría haberse realizado a
través de un complejo de elementos de expresión distintos. y no necesaria-
mente en número de tres. (Nótese que no se trata de lo mismo que antes
hemos considerado acerca de la realización de los elementos de expresión.
Una palabra fonológica no se compone de sonidos. sino de elementos de
expresión.) Además. las palabras gramaticales y fonológicas de una lengua

no Je ayudara el contexto, la situación, etc .. en que se produce aquella emisión) entre


«descodificar» [p] o [b]. Pero un hablante alemán. pongamos por caso, «descodificaría»
siempre [b] en estas circunstancias, puesto que. en su lengua, las vibraciones de [b]
afectan tan sólo a la última fase de .r. Esta fa lta de sonoridad. que podría poner «en
peligro» la diferenciación entre [b] y [p] en alemán. se resuelve a h,1se de introducir
un nuevo elemento fón ico diferencial en [p]: la aspiración. con lo que el «margen de
seguridad» queda, por así decirlo, restablec ido.]
70 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

no tienen por qué corresponderse una a una. Así, -por ejemplo, la palabra
fonológica del español sobre, identificable a través de su normal represen-
tación ortográfica, realiza, por lo menos, dos palabras gramaticales (un sobre
para la carta : sobre la carta); son, pues, distintas palabras gramaticales
debido a sus diferentes funciones contrastiva y combinatoria dentro de las
oraciones. Un caso opuesto del mismo fenómeno lo suministran las realiza-
ciones alternativas, identificables por escrito como amara y amase, de una
misma y única palabra gramatical (el pretérito imperfecto de subjuntivo
de un determinado verbo). Debe puntualizarse de pasada que los dos fenó-
menos que acabamos de ejemplificar son considerados habitualmente como
tipos de homonimia y sinonimia (cf. 1.2.3.). A lo largo de toda esta argumen-
tación, no hemos apelado al significado de las palabras, sino meramente a
su función gramatical y a su realización fonológica. Para resumir los aspectos
tratados, diremos que las palabras gramaticales se realizan por· medio de
las palabras fonológicas (sin presuponer una correspondencia estricta); mien-
tras que las palabras fonológicas se componen de elementos de expresión.
Es evidentemente posible distinguir todavía un tercer sentido en el término
«palabra», con arreglo al cual podemos decir que la palabra escrita española
col y la palabra francesa col («cuello») son idénticas: las dos son lo mismo
en substancia (gráfica). Pero en general no se presta atención a la identidad
substancial de las palabras en lingüística. La relación entre la palabra grama -
tical y su realización en substancia fónica o gráfica es indirecta, en el sentido
de que está dirigida por medio del nivel intermedio de la fonología.

2.2.12. La «abstracción» de la teoría lingüística.

Las consideraciones de esta sección parecen estar muy lejos de todo propósito
práctico. Pero no es así. El acceso más bien abstracto al estudio del lenguaje
gracias a la distinción entre substancia y forma es lo que precisamente nos
ha proporcionado una mayor comprensión sobre el desarrollo histórico de
las lengu as de la que se tenía en el siglo XIX, y es lo que nos ha guiado, más
recientemente, hacia la elaboración de teorías más completas sobre la estruc-
tura, la adquisición y el uso del lenguaje humano. Y tales teorías se han
puesto al servicio de objetivos eminentemente prácticos en el desarrollo de
procedimientos más eficaces para la enseñanza de lenguas. en la búsqueda
de mejores sistemas de telecomunicación, en criptografía y en el diseño de
sistemas para el análisis automático de lenguas. En lingüística. como en toda
ciencia, la teoría abstracta y la aplicación práctica corren parejas; pero la
teoría precede a su aplicación y se justifica independientemente por su
contribución a nuestro mayor conocimiento sobre la materia a que concierne.
RELACIONES PARADIGMÁTICAS Y SINTAGMÁTICAS 71

2.3. RELACIONES PARADIGMÁTICAS Y SINTAGMÁTICAS

2.3.1. La noción de distribución.

Toda unidad lingüística (con la excepción de la orac1on: cf. 5.2.1 ) se en-


cuentra en ·mayor o menor grado limitada por los contextos en que puede
aparecer. Esto se expresa diciendo que cada unidad lingüística (por debajo
del nivel de la oración) tiene una distribución característica. Si dos (o más)
unidades aparecen en la misma clase de contextos es que son distribucional-
mente equivalentes (o que tienen la misma distribución); si, en cambio, no
tienen contextos en común es que se encuentran en distribución complemen-
taria. Entre los dos extremos de total equivalencia y de distribución com-
plementaria existen dos tipos de equivalencia parcial que debemos reconocer:
a) la distribución de una unidad puede incluir (sin ser del todo equiva-
lente) la distribución de otra: si x se presenta en todos los contextos en que y
aparece, pero hay contextos en que aparece y pero no x, entonces la distri-
bución de y incluye la distribución de x;
b) la distribución de dos (o más) unidades puede superponerse parcial-
mente (o interferirse): si hay algunos contextos en que aparecen tanto x
como y, pero ni x ni y aparecen en todos los contextos en que el otro aparece,
entonces se dice que x e y tienen una distribución parcialmente superpuesta ' ".

" (Para ejemplificar en español, por vía fonológica, estas posibilidades distribu-
cionales, tomemos las nociones de «vocal», «consonante» y «sonante», que definiremos,
para nuestro inmediato propósito, del siguiente modo: «vocal» es toda unidad formal
de expresión (fonema) que aparece en el núcleo de sílaba (ma, cor, es); «consonante»
es todo fonema que aparece en margen de sílaba (ma, cor, es), y «sonante» es todo
fonema que puede aparecer· tanto en núcleo como en margen de sílaba (bis, pie, cu,
aus, tre, ro). De este modo, dos fonemas pertenecientes a la clase «vocal». y sólo
a ella, v. gr. /a/ y /e/, serán distribucion almente equivalentes, en el sentido de que,
según la estructura fonológica del español , allí donde pueda aparecer /a/ puede apa-
recer /e/, y viceversa. Por su parte, /a/ («vocal») y /p/ («consonante») se encuentran
en distribución complementaria : en núcleo silábico nunca podrá aparecer /p/, ni /a/ en
margen siláb ico (teniendo en cuenta que ninguna de las dos ocupa nunca las posiciones
ambivalentes que prevenimos para la clase «sonante»). Para ilustrar la inclusión distri-
butiva podemos tomar la clase «vocal» y un miembro nuclear cualquiera de la misma
clase, por ejemplo /a/. Dado que algunos miembros de la clase «vocal» (por ejem-
plo, /i/) pueden aparecer en posición nuclear y en posición seminuclear (obsérvese que
ahora ampliamos la definición de la clase «vocal»), mientras que /a/ sólo puede ocupar
sitios nucleares, la clase «vocal» incluirá distributivamente el fonema /a/. En cuanto
a la intersección distribucional, cabe aducir dos miembros «sonantes», como /i/, capaz
de aparecer en posición nuclear y seminuclear de sílaba, y /r/, capaz de aparecer en
posición marginal y semimarginal de sílaba . Si consideramos análogas las posiciones
seminuclear y semimarginal, entonces /i/ y /r/ se encuentran en intersección di stributiva ,
con lo cual podríamos definir de nuevo la clase «sonante" diciendo que es la intersec-
ción de las clases «vocal» y «consonante».]
72 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

•••
Equivalencia
distribucional
Distribución complementaria

• Inclusión
distribucional
Intersección de distribuciones

Figura 2. Relaciones distribucionales (x aparece en el grupo


de contextos A, y B es el grupo de contextos en que apa-
rece y).

(Para los lectores familiarizados con ciertas nociones elementales de lógica


formal y matemática, queda claro que los diversos tipos de relación distribu-
cional que se establecen entre las unidades lingüísticas pueden trasladarse
al terreno del cálculo de clases y de la teoría de conjuntos. El hecho de que
sea así es muy relevante para el estudio de los fundamentos lógicos de la
teoría lingüística. Lo que holgadamente podría considerarse lingüística «ma-
temática» es ya una parte muy importante de la disciplina. Aunque no nos
cabe entrar en detalles sobre las diversas ramas de «lingüística matemática»
en este tratado elemental de teoría lingüística, haremos referencia a algunos
de los más importantes puntos de contacto cuando la ocasión nos lo brinde.)
-- Conviene recalcar que el término «distribución» se aplica a la clase de
contextos en que una unidad lingüística aparece sólo en tanto que esta clase
de contextos pueda inéluirse dentro del ámbito de una formulación sistemá-
tica sobre las restricciones que determinan la presencia de la unidad en
cuestió1.?J Lo que aquí se entiende por «sistemático» lo aclararemos por
vía de ejemplaj [Los elementos /1/ y /r/ del español son, por lo menos,
parcialmente equivalentes en distribución (para el significado de las barras
oblicuas, cf. 2.2.5) : ambos pueden aparecer en una gran cantidad de dife-
rentes palabras fonológicamente idénticas (cf. tilo : tiro, cala : cara, filmar :
firmar, flanco : franco, mal : mar, etcétera)tPero la mayoría de las palabras
en que uno de los elementos aparece no puede equipararse con las diferentes
palabras fonológicamente idénticas en que aparece el otro: no existe una pala-
bra farta que se equipare con falta, hi tles con tres, ni esrabón con eslabón ,
RELACIONES PARADIGMÁTICAS Y SINTAGMÁTICAS 73

ni dula con duro, y así sucesivament~ Sin embargo, hay una importante
diferencia entre la inexistencia de pantóras como tles y esrabón, por una
parte, y de palabras como tarta y dula, por la otra. El primer par (y otros
como éste) queda excluido en virtud de determinados principios generales
que gobiernan la estructura fonológica de las palabras españolas: no hay
palabras que contengan las secuencias /tl/ o /sr/ (la formulación puede
establecerse en términos más generales, pero de momento basta a nuestros
propósitos) 14 • Por el contrario, no cabe una formulación sistemática acerca
de la distribución de /1/ y /r/ que aclare la inexistencia de tarta y dula.
Ambos elementos se encuentran en otra parte en contextos del mismo tipo
/a-t.../ y /u-o ... /: cf. malta : marta, muro : mulo, etcétera. Desde el punto
de vista de la estructura fonológica tarta y dula (no, en cambio, tles y
esrabón) son palabras admisibles para el español.}-Es una cuestión de
«casualidad», por así decirlo, el hecho de que no hayan recibido una función
gramatical y un significado y se las haya puesto en uso dentro de la lengua.
Este punto, que hemos ilustrado a base de un ejemplo fonológico, se
aplica igualmente al nivel gramatical. No todas las combinaciones de palabras
son aceptables. Entre las combinaciones inaceptables, algunas pueden expli-
carse en virtud de una general clasificación distributiva de las palabras de la
lengua, mientras otras deben aclararse por medio del significado de las pala-
bras concretas que forman la combinación o por algún otro rasgo específico
a ellas como palabras individuales. Volveremos a tratar estos aspectos en un
capítulo posterior (cf. 4.2.9). Para nuestro menester inmediato, basta observar
que la equivalencia distribucional, total o parcial, no implica la identidad
absoluta en la clase de contextos en que las unidades en cuestión aparecen:
implica identidad en el sentido de que los contextos son determinados por
las regularidades fonológicas y gramaticales de la lengua.

2.3.2. Variación libre.

Como hemos visto en el apartado precedente, toda unidad lingüística está


dotada de una función contrastiva y combinatoria. Ahora bien, es evidente
que dos unidades no pueden guardar contraste a menos que sean parcialmente
equivalentes en distribución (a las unidades en distribución complementaria
no incumbe el problema del contraste). Las unidades que aparecen, sin
guardar contraste mutuo, en un contexto dado están en variación libre. [Por
ejemplo, las consonantes /r/ y /rr/ del español contrastan en algunos con-
textos en que pueden aparecer (cf. caro : carro, moro : morro, etc.) pero se
encuentran en variación libre en posición implosiva y final (cf. la palabra

14
[Nótese que consideramos asistemático el grupo /sr/ en español, a pesar de
ciertas palabras que Jo contienen, como israelita. En realidad, es un problema de «gra-
maticalidad» a nivel fonológico (cf. 4.2.1, 4.2.5 y ss). Por el momento, indicamos
que es más económico justificar el citado grupo por medio de préstamo lingüístico
(no importa su antigüedad) que incluirlo en las reglas de la estructura fonológica del
español.]
74 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

mar, que puede pronunciarse ['mar] o bien ['marr]).]-Tanto en fonología


como en semántica, hay que evitar confundir la variación libre (equivalencia
de función en un contexto) con la equivalencia distribucional (aparición en
la misma clase de contextos). El sentido de la variación libre y del contraste
dependerá de la naturaleza de las unidades a las que se apliquen los tér-
minos y del punto de vista desde el que se considerei.!J Como vimos, dos
elementos de expresión guardan contraste si la permutación de ambos en un
mismo contexto determina una palabra o una oración diferente; de otro
modo, se hallan en variación libre. Pero las palabras (y las demás unidades
gramaticales) admiten dos perspectivas distintas. Sólo cuando se atiende a su
función gramatical (llanamente hablando, cuando se analiza si son nombres,
verbos, adjetivos, etc.) las nociones de contraste y variación libre se inter-
pretan en términos de equivalencia distribucional, por cuanto hay una cone-
xión directa entre función gramatical y distribución (cf. 4.2.6).-Aunque
también existe cierta conexión entre el significado de una palabra y su
distribución, ninguno de ambos extremos queda totalmente determinado por
el otro, razón por la cual se consideran nociones teóricamente distintas. En
semántica, la variación libre y el contraste se interpretan como «igualdad y
diferencia de significado!;\ (Sin embargo, se acostumbra a emplear el término
tradicional de «sinonimia» y no el de «variación libre», en semántica.)

2.3.3. «Paradigmática» y «sintagmática».

~ -En virtud de sus probabilidades de aparición en un determinado contexto,


toda unidad lingüística establece dos tipos diferentes de relación. Entra en
relación paradigmática con todas las unidades que pueden rambién aparecer
en el mismo contextcl (sea en contraste o en variación libre con la unidad en
cuestión);-y entra en relación sintagmática con las demás unidades del mismo
nivel con las que aparece y constituye el context~. Veámoslo con un
ejemplo: con arreglo a la probabilidad de aparición en el contexto /-an/ el
elemento de expresión /p/, en la palabra pan, mantiene una relación paradig-
mática con /t/, /k/, etc. (cf. tan, can, san, etc.), y una relación sintagmá-
tica con /a/ y /n/. Asimismo, /a/ está en relación paradigmática con /e/,
/i/, /u/, etc., y en relación sintagmática con /p/ y /n/. Y /n/ se relaciona
paradigmáticamente con /d/, /r/, etc., y sintagmáticamente con /p/ y /a/.
-· Las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas se manifiestan también a
nivel de palabra y, en realidad, en todos los niveles de la descripción lin-
güístic~ Por ejemplo, en virtud de su probabilidad de aparición en contextos

1
' En cuanto a las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas hay que indicar que
el mismo Saussure no utiliza el término «paradigmático», sino el de «asociativo». Por lo
demás, las «relaciones asociativas» de Saussure incluyen relaciones no paradigmáticas
de diversos tipos: cf. Curso, 211-3. El término «paradigmático» se debe a Hjelmslev;
cf. Robins, General Linguistics, 78. (Hemos de reconocer que se trata de una elección
terminológica desafortunada por su posible confusión con «paradigma»: cf. 1.2.3).
RELACIONES PARADIGMÁTICAS Y SINTAGMÁTICAS 75

tales como una mesa de ... , la palabra madera contrae relaciones paradigmá-
ticas con otras palabras como hierro, mármol, cristal, etc., y relaciones
sintagmáticas con una, mesa y de.\.gn rigor, las palabras (y otras unidades
gramaticales) mantienen relaciones paradigmáticas y sintagmáticas de varios
tipos. La «probabilidad de aparición» puede interpretarse con o sin referencia
al hecho de si la locución o la oración resultante tiene sentido significativo;
con o sin referencia a las situaciones en que se producen las expresiones
reales; con o sin referencia a las relaciones que se establecen entre las distin-
tas oraciones en el discurso concatenado, y así sucesivamenttl Más adelante
añadiremos nuevos aspectos a propósito de las diversas condiciones que
cabe imponer sobre la interpretación del término «probabilidad de aparición»
(cf. 4.2.1, en cuanto a la noción de «aceptabilidad» ),(b.quí debemos subrayar
que todas las unidades lingüísticas contraen relaciones sintagmáticas y para-
digmáticas con otras unidades del mi smo nivel (elementos de expresión con
elementos de expresión, palabras con palabras, etc.); que el contexto de una
unidad lingüística se puede especificar a base de sus relaciones sintagmáticas,
y que la clase de contextos en que se dice que aparece, lo mismo que· la
amplitud de la clase de unidades con las que se dice que se relaciona para-
digmáticamente dependerán de la interpretación explícita o implícitamente
atribuida a la «probabilidad de aparición»,,jo «aceptabilidad»).
Este último punto ha sido formulado de un modo que podría parecer
· innecesariamente sinuoso. No obstante, comprobaremos más tarde que una
de las ventajas de esta formulación radica en que nos permite establecer la
distinción entre oraciones gramaticales y oraciones significativas no a base
de la combinación de unidades gramaticales en un caso y de unidades
semánticas («significados») en el otro, sino a base del grado o tipo de «acep-
tabilidad» mantenida por diversas combinaciones de las mismas unidades.

2.3.4. La interdependencia de las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas.

Conviene considerar ahora dos importantes aspectos acerca de las relaciones


paradigmáticas y sintagmáticas. El primero de ellos, que (junto con la dis-
tinción de substancia y forma) podría ser considerado como la característica
definitoria de la moderna lingüística «estructural», es como sigue: las unida-
des lingüísticas carecen de toda validez independientemente de sus relaciones
paradigmáticas y sintagmáticas con otras unidades. (Se trata de una formu-
lación más limitada del principio «estructural» de que toda unidad lingüís-
tica ocupa un cierto lugar en un sistema de relaciones: cf. 1.4.6.) Veámoslo
desde el nivel de los elementos de expresión: en nuestra primera discusión
sobre palabras como bet, pet, bit, etc., del inglés, explicamos que todas ellas
se realizaban corno secuencias de tres elementos de expresión (del mismo
modo como aparecen todas escritas según las convenciones ortográficas de
esta lengua). Podemos ahora verificar esta explicación. Supongamos que
existe una lengua con palabras tales cuya realización fónica fue se idéntica
a pap, tep, kop, pat, tet, kot , pak, tek y kok, pero sin ninguna palabra
76 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

realizada («pronunciada») como pek, pop, tat, tok, kap, ket, bok, sel, far,
kod, tem, pas, etcétera. Con ello especificamos (para indicarlo en términos
fonéticos más bien imprecisos) que todas las palabras fonológicas de esta
lengua, realizadas a base de complejos de tres sonidos, pueden describirse,
desde el punto de vista de su realización substancial (es decir, como palabras
fonéticas), como secuencias de consonante + vocal + consonante (cuyos
componentes serían [p], [t] y [k], para las consonantes, y [a], [e] y [o], para
las vocales. Tomamos, para simplificar, solamente estas unidades), de tal
manera que las únicas combinaciones posibles de consonante y vocal en
primera y segunda posición de la secuencia serían [pa], [te] y [ko]. Dada esta
· situación, está claro que [a], [e] y [o] no realizan a tres elementos de expre-
sión distintos de la lengua dado que no están en una mutua relación
paradigmática (y, con mayor razón, tampoco en contraste). El número exacto
de elementos de expresión que podrían reconocerse en una situación de este
tipo (nada extraña, por otra parte, dentro de todo lo que se encuentra en el
lenguaje) depende de ciertos principios fonológicos más particulares que
trataremos después. Podríamos decir aquí que en cada palabra sólo existen
dos posiciones de contraste, de las cuales la primera está «ocupada» por
uno de los tres complejos consonante-vocal y la segunda por una de las
tres consonantes: cabría, por tanto, reconocer seis elementos de expresión
(realizados como /1/ : [pa], /2/ : [te], /3/ : [ko], /4/ : [p], /5/ : [t] y /6/ : [k]).
De otro modo, podríamos reconocer cuatro elementos de expresión, tres de
los cuales se realizan por medio de las consonantes [p], [t] y [k], que apa-
recen en posición inicial y final, y el cuarto, que aparece en posición medial,
se realiza como una vocal cuya cualidad fonética viene determinada por la
consonante precedente. Por consiguiente, hemos de admitir que no se pueden
establecer primero los elementos y luego fijar sus combinaciones posibles.
Los elementos se determinan teniendo en cuenta al mismo tiempo sus rela-
ciones paradigmáticas y sintagmáticas. La razón por la cual reconocemos
tres posiciones de contraste en las palabras inglesas bet, pet, bit, pit, bid, tip,
tap, etc., consiste en que es posible establecer relaciones paradigmáticas y
sintagmáticas en tres puntos. Veremos que la interdependencia de las dimen-
siones paradigmáticas y sintagmáticas es un principio que opera en todos
los niveles de la estructura del lenguaje.

2.3.5. «Sintagmático» no implica «secuencial».


El segundo aspecto importante es el siguiente: las relaciones sintagmáticas
no presuponen necesariamente una ordenación de unidades en secuencia
lineal de tal naturaleza que la realización substancial de un elemento deba
preceder en el tiempo a la realización substancial de otro. Comparemos, por
ejemplo, las dos palabras chinas hao («día») y hao («bueno»), que se distin-
guen fonológicamente entre sí en que la primera contiene lo que convencio-
nalmente se denomina «el cuarto tono» (/'/, realizado como una caída en
el tono de la sílaba desde una alta a una baja frecuencia), mientras que la
segunda contiene «el tercer tono» (/v /, realizado como una modificación
RELACIONES PARADIGMÁTICAS Y SINTAGMÁTICAS 77

en el tono de la sílaba desde una frecuencia media a otra baja y de nuevo


a otra media). Los dos elementos, /'/ y / v /, se encuentran en. contraste para-
digmático en el contexto /hao/; es decir, que en este contexto (y en muchos
otros) entran en las mismas relaciones sintagmáticas. Si decimos que una
palabra debe analizarse fonológicamente como /hao/ + /'/ y la otra como
/hao/ + ¡v /, es evidente que ello no significa que la realización substancial
del tono siga a la realización substancial del resto de la palabra. Las expre-
siones lingüísticas se emiten en el tiempo y pueden, por tanto, segmentarse
en una secuencia de sonidos sucesivos o de complejos de sonidos. Pero si
este tiempo secuencial es o no relevante en la estructura de la lengua depende
una vez más de las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas de las unidades
lingüísticas y no, en principio, de la sucesividad de sus realizaciones subs-
tanciales.
La secuencia relativa es una de las posibilidades de la substancia fónica
(como lo es también una de las posibilidades derivadas de la substancia
gráfica por la cual se establece el conv~niO de escribir de izquierda a derecha,
de derecha a izquierda o de arriba a abajo) que puede o no actualizarse.
Cabe ilustrar convenientemente la aplicación de este principio desde el nivel
gramatical. El inglés es una lengua que suele considerarse de «orden fijo de
palabras» y, por el contrario, el latín lo es de «orden libre». (En realidad,
el orden de las palabras en inglés no es completamente «fijo», como tampoco
es completamente «libre» el orden de palabras en latín, pero ambas lenguas
se caracterizan suficientemente por tales rasgos como para utilizarlas en esta
ejemplificación.) En concreto, una oración inglesa formada por un sujeto,
un verbo y un objeto directo (p. ej., Brutus killed Caesar, «Bruto mató a
César») se emitirá (y se escribirá) normalmente a través de las realizaciones
substanciales de las tres unidades en cuestión secuencialmente ordenadas
en forma de sujeto + verbo + objeto, de modo que la permutación de los
dos nombres o locuciones nominales producirá el resultado de volver la
oración no gramatical o de convertirla en otra distinta: Brutus killed Caesar
y Caesar killed Brutus («César mató a Bruto») son oraciones diferentes;
mientras que The chirnpanzee ate sorne bananas («El chimpancé comió algu-
nos plátanos») es una oración, Sorne bananas ate the chirnpanzee («Algunos
plátanos comieron al chimpancé») - vamos a suponerlo así- no lo es. En
cambio, Brutus necavit Caesarem y Caesarem necavit Brutus son realiza-
ciones substanciales alternativas de la misma oración («Bruto mató a César»),
de la misma manera que Caesar necavit Bruturn y Bruturn necavit Caesar
lo son de «César mató a Bruto». El orden relativo en que aparecen las
palabras en la oración latina es, por tanto, gramaticalmente irrelevante,
aunque, por supuesto, las palabras no pueden ser dichas más que en uno
u otro orden, sea el que sea (cf. 6.2.8).

2.3.6. Relaciones sintagmáticas secuenciales y no secuenciales.


Vamos a formular esta cuestión de un modo más general. Para simplificar,
supondremos que operamos con dos clases de unidades (o unidades hipo-
78 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE

téticamente establecidas), de forma que ios miembros de cada clase se en-


cuentren en relación paradigmática entre sí. Las clases son X, con a y b como
miembros, e Y, con los miembros p y q. Utilizando una notación habitual
para expresar el conjunto de miembros de las clases diremos que
X= { a, b}, y= { p, q }.
(Estas ecuaciones pueden leerse así: «X es una clase cuyos miembros son
a y b», «Y es una clase cuyos miembros son p y q».) La realización substan-
cial de cada unidad la representaremos por la correspondiente letra en
cursiva (a realiza a a, b ' a b, etc., y X e Y son variables que indican las
realizaciones de las unidades). Vamos a suponer que estas realizaciones
substanciales no pueden tener lugar simultáneamente (podrían ser conso-
nantes y vocales, o palabras), sino que están ordenadas secuencialmente
en relación recíproca. Hay tres posibilidades pertinentes:
1.ª) la secuencia puede ser «fija» en el sentido de que, pongamos por
caso, X preceda necesariamente a Y (es decir, que aparezcan ap, aq, bp,
bq, pero no pa, qa, pb, qb);
2.ª) la secuencia puede ser «libre» en el sentido de que aparezcan tanto
XY como YX, pero siendo XY = YX (donde«=» significa «equivale a»;
equivalencia que se define en cada nivel particular de descripción), y
3.ª) la secuencia puede ser «fija» (o «libre») en el sentido diferente
de que aparezcan tanto XY como YX, pero siendo XY =I= YX («=I=» sig-
nifica «no equivale a»).
Conviene observar de paso que no siempre se distinguen las tres posi-
bilidades cuando se consideran cuestiones como la del orden de las palabras.
De entre las tres, las dos últimas son las más fáciles de tratar desde un
punto de vista teórico. En la segunda, ya que XY e YX .no presentan con-
traste, las unidades a, b, p y q, cuando se realizan en secuencias tales como
ap o pa, están en relación sintagmática no secuencial (es la situación relativa
a las palabras de una lengua con orden libre de palabras). En el tercer caso,
desde el momento en que XY contrasta con YX, las unidades están en
relación sintagmática secuencial [ (es la situación que atañe a ciertos adjetivos
ciel español en relación posicional con el nombre: buen hombre: hombre
bueno, nuevo traje : traje nuevo, etc.).] Es en el primer caso, extremadamente
común por lo demás, donde surge la confusión. Puesto que YX no aparece,
los miembros de las clases X e Y no están relacionados secuencialmente
en este nivel. Por otra parte, en algún lugar de la descripcion de la lengua,
debemos especificar la secuencia obligatoria de sus realizaciones en subs-
tancia; puede, entonces, servir al propósito de la economía descriptiva con
la integración de un · nivel en otro si se asimilan ejemplos del tercer caso
a ejemplos del primero. Era por una tácita referencia a este principio por
· lo que decíamos antes que las palabras inglesas como bet, pet, etc., tenían la
estructura fonológica a base de consonante + vocal + consonante (toma-
mos los términos «consonante» y «vocal» por clases de elementos de ex-
presión). Que algunas de las relaciones sintagmáticas entre los elementos
RELACIONES PARADIGMÁTICAS Y SINTAGMÁTICAS 79

de expresión del inglés son secuenciales lo demuestra la presencia de palabras


como pat («oportuno»), apt («apto»), cat («gato»), act («acto»), etcétera.
Aunque la secuencia CCV (consonante + consonante + vocal: realizándose
las consonantes en cuestión como [p], [t], [k], [b], [d] y [g]) no aparezca en
inglés, sí aparecen en cambio CVC y por lo menos algunos casos de VCC,
como hemos visto. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta las restric-
ciones sistemáticas sobre la copresencia de consonantes en VCC: por ejem-
plo, una palabra que se realizara en substancia como [atp] o [atk] está
sistemáticamente excluida en inglés, lo mismo que [akk], [app], [att]. El
inglés, por tanto, ejemplifica tanto el primer caso como el tercero en la
estructura fonológica de las palabras que hemos venido considerando. Asi-
milándolas a las mismas fórmulas de ordenación secuencial simplificamos
la explicación de su realización en substancia. Hay que subrayar, sin em-
bargo, que ello no significa que no debamos establecer también la diferencia
entre aquellos huecos «accidentales» en el vocabulario del inglés, como [git]
o [ped], y las «palabras» sistemáticamente excluidas como [pti] o [atp]
(cf. 2.3.1).
Una discusión más amplia sobre la cuestión de las secuencias estaría ya
fuera de lugar en este momento. Volveremos a ello en capítulos sucesivos.
Pero antes de que continuemos la exposición, conviene señalar que todo lo
que llevamos expuesto ha sido deliberadamente limitado por el supuesto
de que todas las unidades en relación sintagmática son copresentes en tér-
minos iguales, y de que no hay agrupamientos dentro de los complejos de
dichas unidades. Incluso puede parecer que la discusión se ha basado en el
supuesto adicional de que cada una de las un;dades se realiza necesaria-
mente por medio de un único segmento o rasgo aislable de la substancia
fónica. Pero no sucede así, según veremos más adelante. De momento,
hemos sentado los dos puntos generales· que siguen:
(1) las dimensiones paradigmáticas y sintagmáticas son interdependien-
tes, y
(2) la dimensión sintagmática no está necesariamente ordenada en el
tiempo.

2.3.7. «Marcado» y «no marcado».

Hasta aquí hemos reconocido sólo dos posibilidades para las unidades en
relación paradigmática: que se hallen en contraste o en variación libre.
Es frecuente el caso en que de dos unidades en contraste (para mayor sim-
plicidad, vamos a referirnos únicamente a contrastes de dos términos) una
de ellas sea positiva, o marcada, y la otra neutra, o no marcada '". El sig-

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