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INTRODUCCION
. ,
en la
LINGUISTICA
,
TEORICA
Versión española
Ramón Cerdá
Profesor de Lingüística General
Universidad de Barcelona
2.1. INTRODUCCióN
3. LYONS
54 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE
1
Sobre la «doble articulación», cf. Martinet, Lingüística sincrónica, 28-43; y tam-
bién Palmer, «Hierarchy»; Hockett, «Linguistic elements».
' Sobre «nivel», «plano», «expresión», «contenido», utilizamos la misma termino-
logía que Hjelmslev y sus seguidores : cf. Hjelmslev, Prolégomenes; Spang-Hassen. «Glos-
sematics». Hay que advertir que el término «nivel» lo empleamos a menudo a lo largo
del libro en un sentido muy general (que inclu ye lo que Hjelmslev denomina «plano»).
SUBSTANCIA Y FORMA 55
con los de otra, decimos que ambas lenguas son semánticamente isomórficas
(que tienen la misma estructura semántica). El grado de isomorfismo se-
mántico entre lenguas distintas varía considerablemente. En general (esta
cuestión será tratada y ejemplificada más detenidamente en el capítulo de
semántica: d. 9.4.6),, la estructura del vocabulario de una lengua determi-
nada viene a reflejar las distinciones y equivalencias que resultan importantes
en la cultura de la sociedad en la cual opera la lengua. El grado de isomor-
fismo semántico entre dos lenguas cualesquiera, por lo tanto, dependerá
sobre todo del conjunto de coincidencias que se encuentre en la cultura de
las dos sociedades que emplean aquellas lenguas. Si existen, o si podrían
existir, dos lenguas cuyos vocabularios fueran -no importa en qué grado-
isomórficos entre sí, es una cuestión que no nos debe detener. Nos cabe,
por lo menos, admitir la posibilidad de que todos los significados recono-
cidos por una lengua dada son únicos para esta lengua y que carecen de
validez o pertinencia fuera de ella.
• Para la oposición entre substancia y forma, cf. Saussure, Curso, 191-206 (parte 2:a,
capítulo 4).
r--
ana ra n-
Españ ol rojo jada amarillo verde azul
A a b e d e
B f g h i j
1 1 1 1
e p q r s
1 1 1
2 3 4 5 6 7 8 9 10
Figura 1.
5
[Las relaciones entre lenguaje, pensamiento y realidad han sido profusamente
discutidas por los filósofos, psicólogos y lingüistas de todos los tiempos. Sin embargo,
lo más característico de la lingüística actual se muestra reacio a la consideración de
tales temas. En los capítulos sobre semántica (cf. 9.1.3. 9.2. l y ss.) se dan escuetas
referencias sobre el modo como en la gramática y la filosofía tradicionales se estable-
cían y articulaban estas nociones.]
SUBSTANCIA Y FORMA 59
veremos que incluso el vocabulario sobre los colores (citado a menudo como
uno de los ejemplos más nítidos de lo que se quiere indicar por imposición
de forma sobre la substancia del plano del contenido) presenta una com-
plejidad mayor de lo que habitualmente se cree (cf. 9.4.5). Las dificultades
adicionales no afectan a los aspectos que han sido tratados en este apartado.
Es suficiente que para, a lo sumo, algunas partes del vocabulario quepa
postular una substancia subyacente de contenido.
Pero la noción de estructura semántica nada tiene que ver con la supo-
sición de la substancia. Para una explicación general de lo que se entiende
por estructura semántica -una explicación que ponga a prueba todas las
palabras para saber si aluden a objetos y rasgos del mundo físico o no-
podemos adoptar la siguiente formulación: la estructura semántica de un
sistema dado de palabras en el vocabulario es la red de relaciones semánticas
que se mantiene entre las palabras del sistema en cuestión. La naturaleza
de estas relaciones debemos dejarla para el capítulo de semántica. Lo que
ahora importa notar en la definición de estructura semántica que acabamos
de dar es que se hace uso de los términos clave de sistema y relación. Las
palabras sobre colores (como las palabras sobre p~rentesco familiar y muchos
otros grupos de palabras en los vocabularios de las lenguas) constituyen un
sistema organizado de palabras que, de alguna manera, se relacionan entre sí.
Tales sistemas son isomórficos si contienen el mismo número de términos
y si estos términos se relacionan recíprocamente del mismo modo.
una convención arbitraria. Una vez admitido que las convenciones de inter-
pretación son aceptadas por los jugadores participantes, el juego puede
desarrollarse igualmente bien con piezas de cualquier forma. Si trasladamos
las implicaciones del símil sobre el plano de la expresión del lenguaje, esta-
remos más cerca de comprender uno de los principios fundamentales de la
lingüística moderna: dicho en los mismos términos de Saussure, la lengua
es una forma y no una substancia.
de que ni los sonidos ni las letras son primarios, sino que ambos constituyen
otras tantas realizaciones de las mismas unidades formales, que en sí mismas
son elementos abstractos e independientes de la substancia en que se realizan.
Para nuestro inmediato propósito, vamos a denominar a estas unidades
formales «elementos de expresión». Utilizando números para indicarlos y
poniendo estos números entre barras oblicuas, podemos decir que /1/ alude
a un cierto elemento de expresión, que puede realizarse en substancia fónica
por el sonido [t] y en substancia gráfica por la letra t; que /2/ indica otro
elemento de expresión, que puede realizarse mediante [e] y e, y así suce-
sivamente.
Ahora queda claro que, del mismo modo que las piezas de ajedrez pueden
estar fabricadas con diversos tipos de material, también el mismo conjunto
de elementos de expresión puede realizarse no sólo por medio de sonidos y
letras, sino a través de muchos otros tipos de substancia. Por ejemplo, cada
elemento puede eventualmente manifestarse por una luz de determinado
color, por un gesto especial, por la emisión de un olor característico, ejer-
ciendo una presión de un determinado grado de intensidad sobre la mano,
y tantos otros medios como se quiera. En realidad , sería incluso posible
construir un sistema de comunicación en el que cada elemento de expresión
se realizara a base de una distinta clase de substancia; un sistema en el que,
por ejemplo, /1/ se manifestara en forma de sonido (u otra cosa cualquiera),
/2/ en forma de luz (no importa el color), /3/ en forma de gesto manual,
etcétera. Sin embargo, conviene que omitamos esta posibilidad en favor de
la realización de los elementos de expresión por medio de diferencias dentro
de una substancia homogénea, como es más típico en el lenguaje humano.
Aunque el lenguaje hablado suele asociarse con gestos convencionales y
expresiones faciales, estos gestos y expresiones no implican unidades formales
al mismo nivel de las que implican los sonidos constitutivos de las palabras
que acompañan: es decir, un gesto concreto no se combina con sonidos para
formar una palabra de la misma manera que dos o más sonidos se combinan
para formarla.
En principio, los elementos de expresión del lenguaje pueden realizarse
en cualquier tipo de substancia, siempre y cuando se cumplan las siguientes
condiciones:
a) El emisor de un «mensaje» debe tener disponible el aparato nece-
sario para la producción de las diferencias significativas en la substancia
(diferencias de sonido, forma, etc.), y el receptor del mensaje debe disponer
del aparato necesario para la percepción de estas diferencias: en otras
palabras, el emisor (hablante, escritor, etc.) requiere el aparato que «codi-
fique», y el receptor (oyente, lector, etc.), el aparato apropiado que «des-
codifique» 6 •
ficar»: «hacer o formar un código». Son muchos los términos especializados que la
lingüística moderna ha introducido en el uso técnico habitual (y son, asimismo, muchos
los términos de este libro que no aparecen, hasta la fecha, en ningún inventario lexico-
gráfico académico), e incluso es frecuente que algunos ya tradicionales aparezcan con
un «valor» muy diferente del tradicional. E sta circunstancia, nada esporádica en obras
de esta índole, es la que nos ha inclinado a mantener los términos propuestos (en
lugar de crear otras, como «encodar», «decodar», «encodaje», etc.), tod a vez que su
«valor» no ofrece, en los contextos en que aparece, ninguna dificultad de comprensión.]
SUBSTANCIA Y FORMA 63
ELEMENTOS DE EXPRESIÓN
1 2 3 4 5 6
PALABRAS
7 8 9 10 11
Cuadro 3
7
Sobre la arbitrariedad de la realización substancial, cf. Householder, «Uniqueness».
SUBSTANCIA Y FORMA 65
8
[Nótese que ninguna de las palabras del Cuadro 3 sería considerada genuina
por ningún hablante de español precisamente porque no se adaptan a la estructura
fonológica de esta lengua. Difícilmente encontraríamos en español una secuencia de
ejemplos tan aprovechable para los propósitos que el autor desarrolla aquí.]
9
[El español y el griego moderno son lenguas muy afines desde este punto de
vista: los inventarios de fonemas se corresponden en su mayor parte; es decir, ambas
lenguas analizan de un . modo muy similar el continuo fónico para componer las
unidades del nivel superior (cf. 2.1.3). Difieren, en cambio, en los principios de com-
binación, por lo que de ningún modo podríamos considerar idénticas las respectivas
estructuras fonológicas.]
SUBSTANCIA Y FORMA 67
10
[Esta correspondencia sería total en el caso de que .ca da letra representara sólo
una, y siempre la misma, unidad formal fonológica. Sobre las relaciones entre substan-
cia gráfica y substancia fónica , cf. Saussure, Curso, 7 l-90 (Jntroducción , capítu lo 6).]
68 LA ESTRUCTURA DEL . LENGUAJE
11
[En realidad, en la definición de una unidad formal resulta más económico pro-
ceder al revés, especificando en primer lugar las propiedades combinatorias (función
combinatoria o distribución: cf. 2.3.1.) y luego la función contrastiva. Si dos unidades
no tienen, combinatoriamente, ningún contexto en común, no tiene objeto verificar
si contrastan o no. Cf. notas 13 y 19.]
12
[Así, en español, la realización diferencial de [b] respecto a la de [p] (que repre-
sentan · elementos de expresión capaces de distinguir un gran número de unidades
de nivel superior: vino ['bino] : pino ['pino], velo ['belo] : pelo ['pelo], etc.) se basa
en la presencia/ausencia de vibración en las cuerdas vocales. Supongamos, ahora, que
la duración normal de ambas realizaciones equivale a x. Si, esporádicamente, un
hablante realiza una emisión de tal modo que durante la primera mitad de x no emite
vibraciones vocales, pero sí en la segunda mitad, un oyente podría llegar a dudar (si
SUBSTANCIA Y FORMA 69
no tienen por qué corresponderse una a una. Así, -por ejemplo, la palabra
fonológica del español sobre, identificable a través de su normal represen-
tación ortográfica, realiza, por lo menos, dos palabras gramaticales (un sobre
para la carta : sobre la carta); son, pues, distintas palabras gramaticales
debido a sus diferentes funciones contrastiva y combinatoria dentro de las
oraciones. Un caso opuesto del mismo fenómeno lo suministran las realiza-
ciones alternativas, identificables por escrito como amara y amase, de una
misma y única palabra gramatical (el pretérito imperfecto de subjuntivo
de un determinado verbo). Debe puntualizarse de pasada que los dos fenó-
menos que acabamos de ejemplificar son considerados habitualmente como
tipos de homonimia y sinonimia (cf. 1.2.3.). A lo largo de toda esta argumen-
tación, no hemos apelado al significado de las palabras, sino meramente a
su función gramatical y a su realización fonológica. Para resumir los aspectos
tratados, diremos que las palabras gramaticales se realizan por· medio de
las palabras fonológicas (sin presuponer una correspondencia estricta); mien-
tras que las palabras fonológicas se componen de elementos de expresión.
Es evidentemente posible distinguir todavía un tercer sentido en el término
«palabra», con arreglo al cual podemos decir que la palabra escrita española
col y la palabra francesa col («cuello») son idénticas: las dos son lo mismo
en substancia (gráfica). Pero en general no se presta atención a la identidad
substancial de las palabras en lingüística. La relación entre la palabra grama -
tical y su realización en substancia fónica o gráfica es indirecta, en el sentido
de que está dirigida por medio del nivel intermedio de la fonología.
Las consideraciones de esta sección parecen estar muy lejos de todo propósito
práctico. Pero no es así. El acceso más bien abstracto al estudio del lenguaje
gracias a la distinción entre substancia y forma es lo que precisamente nos
ha proporcionado una mayor comprensión sobre el desarrollo histórico de
las lengu as de la que se tenía en el siglo XIX, y es lo que nos ha guiado, más
recientemente, hacia la elaboración de teorías más completas sobre la estruc-
tura, la adquisición y el uso del lenguaje humano. Y tales teorías se han
puesto al servicio de objetivos eminentemente prácticos en el desarrollo de
procedimientos más eficaces para la enseñanza de lenguas. en la búsqueda
de mejores sistemas de telecomunicación, en criptografía y en el diseño de
sistemas para el análisis automático de lenguas. En lingüística. como en toda
ciencia, la teoría abstracta y la aplicación práctica corren parejas; pero la
teoría precede a su aplicación y se justifica independientemente por su
contribución a nuestro mayor conocimiento sobre la materia a que concierne.
RELACIONES PARADIGMÁTICAS Y SINTAGMÁTICAS 71
" (Para ejemplificar en español, por vía fonológica, estas posibilidades distribu-
cionales, tomemos las nociones de «vocal», «consonante» y «sonante», que definiremos,
para nuestro inmediato propósito, del siguiente modo: «vocal» es toda unidad formal
de expresión (fonema) que aparece en el núcleo de sílaba (ma, cor, es); «consonante»
es todo fonema que aparece en margen de sílaba (ma, cor, es), y «sonante» es todo
fonema que puede aparecer· tanto en núcleo como en margen de sílaba (bis, pie, cu,
aus, tre, ro). De este modo, dos fonemas pertenecientes a la clase «vocal». y sólo
a ella, v. gr. /a/ y /e/, serán distribucion almente equivalentes, en el sentido de que,
según la estructura fonológica del español , allí donde pueda aparecer /a/ puede apa-
recer /e/, y viceversa. Por su parte, /a/ («vocal») y /p/ («consonante») se encuentran
en distribución complementaria : en núcleo silábico nunca podrá aparecer /p/, ni /a/ en
margen siláb ico (teniendo en cuenta que ninguna de las dos ocupa nunca las posiciones
ambivalentes que prevenimos para la clase «sonante»). Para ilustrar la inclusión distri-
butiva podemos tomar la clase «vocal» y un miembro nuclear cualquiera de la misma
clase, por ejemplo /a/. Dado que algunos miembros de la clase «vocal» (por ejem-
plo, /i/) pueden aparecer en posición nuclear y en posición seminuclear (obsérvese que
ahora ampliamos la definición de la clase «vocal»), mientras que /a/ sólo puede ocupar
sitios nucleares, la clase «vocal» incluirá distributivamente el fonema /a/. En cuanto
a la intersección distribucional, cabe aducir dos miembros «sonantes», como /i/, capaz
de aparecer en posición nuclear y seminuclear de sílaba, y /r/, capaz de aparecer en
posición marginal y semimarginal de sílaba . Si consideramos análogas las posiciones
seminuclear y semimarginal, entonces /i/ y /r/ se encuentran en intersección di stributiva ,
con lo cual podríamos definir de nuevo la clase «sonante" diciendo que es la intersec-
ción de las clases «vocal» y «consonante».]
72 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE
•••
Equivalencia
distribucional
Distribución complementaria
• Inclusión
distribucional
Intersección de distribuciones
ni dula con duro, y así sucesivament~ Sin embargo, hay una importante
diferencia entre la inexistencia de pantóras como tles y esrabón, por una
parte, y de palabras como tarta y dula, por la otra. El primer par (y otros
como éste) queda excluido en virtud de determinados principios generales
que gobiernan la estructura fonológica de las palabras españolas: no hay
palabras que contengan las secuencias /tl/ o /sr/ (la formulación puede
establecerse en términos más generales, pero de momento basta a nuestros
propósitos) 14 • Por el contrario, no cabe una formulación sistemática acerca
de la distribución de /1/ y /r/ que aclare la inexistencia de tarta y dula.
Ambos elementos se encuentran en otra parte en contextos del mismo tipo
/a-t.../ y /u-o ... /: cf. malta : marta, muro : mulo, etcétera. Desde el punto
de vista de la estructura fonológica tarta y dula (no, en cambio, tles y
esrabón) son palabras admisibles para el español.}-Es una cuestión de
«casualidad», por así decirlo, el hecho de que no hayan recibido una función
gramatical y un significado y se las haya puesto en uso dentro de la lengua.
Este punto, que hemos ilustrado a base de un ejemplo fonológico, se
aplica igualmente al nivel gramatical. No todas las combinaciones de palabras
son aceptables. Entre las combinaciones inaceptables, algunas pueden expli-
carse en virtud de una general clasificación distributiva de las palabras de la
lengua, mientras otras deben aclararse por medio del significado de las pala-
bras concretas que forman la combinación o por algún otro rasgo específico
a ellas como palabras individuales. Volveremos a tratar estos aspectos en un
capítulo posterior (cf. 4.2.9). Para nuestro menester inmediato, basta observar
que la equivalencia distribucional, total o parcial, no implica la identidad
absoluta en la clase de contextos en que las unidades en cuestión aparecen:
implica identidad en el sentido de que los contextos son determinados por
las regularidades fonológicas y gramaticales de la lengua.
14
[Nótese que consideramos asistemático el grupo /sr/ en español, a pesar de
ciertas palabras que Jo contienen, como israelita. En realidad, es un problema de «gra-
maticalidad» a nivel fonológico (cf. 4.2.1, 4.2.5 y ss). Por el momento, indicamos
que es más económico justificar el citado grupo por medio de préstamo lingüístico
(no importa su antigüedad) que incluirlo en las reglas de la estructura fonológica del
español.]
74 LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE
1
' En cuanto a las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas hay que indicar que
el mismo Saussure no utiliza el término «paradigmático», sino el de «asociativo». Por lo
demás, las «relaciones asociativas» de Saussure incluyen relaciones no paradigmáticas
de diversos tipos: cf. Curso, 211-3. El término «paradigmático» se debe a Hjelmslev;
cf. Robins, General Linguistics, 78. (Hemos de reconocer que se trata de una elección
terminológica desafortunada por su posible confusión con «paradigma»: cf. 1.2.3).
RELACIONES PARADIGMÁTICAS Y SINTAGMÁTICAS 75
tales como una mesa de ... , la palabra madera contrae relaciones paradigmá-
ticas con otras palabras como hierro, mármol, cristal, etc., y relaciones
sintagmáticas con una, mesa y de.\.gn rigor, las palabras (y otras unidades
gramaticales) mantienen relaciones paradigmáticas y sintagmáticas de varios
tipos. La «probabilidad de aparición» puede interpretarse con o sin referencia
al hecho de si la locución o la oración resultante tiene sentido significativo;
con o sin referencia a las situaciones en que se producen las expresiones
reales; con o sin referencia a las relaciones que se establecen entre las distin-
tas oraciones en el discurso concatenado, y así sucesivamenttl Más adelante
añadiremos nuevos aspectos a propósito de las diversas condiciones que
cabe imponer sobre la interpretación del término «probabilidad de aparición»
(cf. 4.2.1, en cuanto a la noción de «aceptabilidad» ),(b.quí debemos subrayar
que todas las unidades lingüísticas contraen relaciones sintagmáticas y para-
digmáticas con otras unidades del mi smo nivel (elementos de expresión con
elementos de expresión, palabras con palabras, etc.); que el contexto de una
unidad lingüística se puede especificar a base de sus relaciones sintagmáticas,
y que la clase de contextos en que se dice que aparece, lo mismo que· la
amplitud de la clase de unidades con las que se dice que se relaciona para-
digmáticamente dependerán de la interpretación explícita o implícitamente
atribuida a la «probabilidad de aparición»,,jo «aceptabilidad»).
Este último punto ha sido formulado de un modo que podría parecer
· innecesariamente sinuoso. No obstante, comprobaremos más tarde que una
de las ventajas de esta formulación radica en que nos permite establecer la
distinción entre oraciones gramaticales y oraciones significativas no a base
de la combinación de unidades gramaticales en un caso y de unidades
semánticas («significados») en el otro, sino a base del grado o tipo de «acep-
tabilidad» mantenida por diversas combinaciones de las mismas unidades.
realizada («pronunciada») como pek, pop, tat, tok, kap, ket, bok, sel, far,
kod, tem, pas, etcétera. Con ello especificamos (para indicarlo en términos
fonéticos más bien imprecisos) que todas las palabras fonológicas de esta
lengua, realizadas a base de complejos de tres sonidos, pueden describirse,
desde el punto de vista de su realización substancial (es decir, como palabras
fonéticas), como secuencias de consonante + vocal + consonante (cuyos
componentes serían [p], [t] y [k], para las consonantes, y [a], [e] y [o], para
las vocales. Tomamos, para simplificar, solamente estas unidades), de tal
manera que las únicas combinaciones posibles de consonante y vocal en
primera y segunda posición de la secuencia serían [pa], [te] y [ko]. Dada esta
· situación, está claro que [a], [e] y [o] no realizan a tres elementos de expre-
sión distintos de la lengua dado que no están en una mutua relación
paradigmática (y, con mayor razón, tampoco en contraste). El número exacto
de elementos de expresión que podrían reconocerse en una situación de este
tipo (nada extraña, por otra parte, dentro de todo lo que se encuentra en el
lenguaje) depende de ciertos principios fonológicos más particulares que
trataremos después. Podríamos decir aquí que en cada palabra sólo existen
dos posiciones de contraste, de las cuales la primera está «ocupada» por
uno de los tres complejos consonante-vocal y la segunda por una de las
tres consonantes: cabría, por tanto, reconocer seis elementos de expresión
(realizados como /1/ : [pa], /2/ : [te], /3/ : [ko], /4/ : [p], /5/ : [t] y /6/ : [k]).
De otro modo, podríamos reconocer cuatro elementos de expresión, tres de
los cuales se realizan por medio de las consonantes [p], [t] y [k], que apa-
recen en posición inicial y final, y el cuarto, que aparece en posición medial,
se realiza como una vocal cuya cualidad fonética viene determinada por la
consonante precedente. Por consiguiente, hemos de admitir que no se pueden
establecer primero los elementos y luego fijar sus combinaciones posibles.
Los elementos se determinan teniendo en cuenta al mismo tiempo sus rela-
ciones paradigmáticas y sintagmáticas. La razón por la cual reconocemos
tres posiciones de contraste en las palabras inglesas bet, pet, bit, pit, bid, tip,
tap, etc., consiste en que es posible establecer relaciones paradigmáticas y
sintagmáticas en tres puntos. Veremos que la interdependencia de las dimen-
siones paradigmáticas y sintagmáticas es un principio que opera en todos
los niveles de la estructura del lenguaje.
Hasta aquí hemos reconocido sólo dos posibilidades para las unidades en
relación paradigmática: que se hallen en contraste o en variación libre.
Es frecuente el caso en que de dos unidades en contraste (para mayor sim-
plicidad, vamos a referirnos únicamente a contrastes de dos términos) una
de ellas sea positiva, o marcada, y la otra neutra, o no marcada '". El sig-