La interrupción y finalización prematura del embarazo de forma voluntaria, o también conocido
como aborto, estuvo penalizado hasta hace menos de veinte años en Colombia, sin embargo, desde hace más de una década la Corte Constitucional hizo legal la Interrupción Voluntaria del Embarazo (bajo la Sentencia C-355 de 2006) que se recogiera dentro de las 3 causales establecidas: Si la vida de la madre se encuentra en peligro, por violación y por malformaciones del feto. Desde entonces diferentes entidades públicas y privadas se han encargado de brindar este servicio a todas las mujeres que lo necesiten, a pesar de eso, en muchos casos hay mujeres que evitan abortar, debido a que gran parte de la sociedad está en desacuerdo con el aborto en su totalidad y ejercen presión social sobre estas (generalmente son personas cercanas como familiares) y terminan no interviniendo en el embarazo. Según una encuesta hecha por La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres el 35% de la población está en contra del aborto, cifra alarmante ya que abarca a más de un tercio de la población colombiana; Dentro de la misma encuesta se ilustra que más del 75% de las personas que se encuentran en contra no tienen conocimientos certeros de los procesos o implicaciones de este. Por otro lado, la Constitución colombiana solo lo permite dentro de las tres situaciones ya mencionadas. Al año se ejecutan alrededor de 130.000 abortos en Colombia donde solo 3.400 son legales, esto resultando en abortos clandestinos y potencialmente mortales según la Universidad Externado de Colombia. El Foro de Educación Sexual realizado por el MEN y El Tiempo, afirma que los y las adolescentes colombianos/as están empezando su vida sexual de forma prematura entre (12 y 16 años) sin protección ni planeación, lo cual conduce directamente a los embarazos prematuros, los cuales en los últimos 30 años han venido en aumento debido a la falta de información, al tabú y la falta de presencia familiar frente al tema. Según la Doctora Stella Cerruti, médica uruguaya especializada en educación sexual y asesora de la Organización Panamericana de la Salud, "para posibilitar conductas saludables, placenteras y responsables en materia de educación sexual y reproductiva, es necesario desarrollar un proceso educativo, en el que se reflexione sobre los distintos elementos que intervienen en la conformación de las actitudes y los comportamientos". Sin embargo, debido al desconocimiento y tergiversación del tema, la educación sexual en Colombia no está implementada de una forma apropiada y el tema se ha enfocado en gran parte a la abstención (la cual ya ha demostrado no tener efectividad); como consecuencia a esto, los embarazos a temprana edad han aumentado y frente a esta problemática de salud pública se hace pertinente el debate planteado por el movimiento feminista que consiste en “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. Muchos estudios han demostrado una clara relación entre la falta de acceso a la educación de calidad, con precarias condiciones socioeconómicas y los embarazos a temprana edad, los cuales afectan de manera grave el proyecto de vida de las jóvenes madres (en su mayoría dejan los estudios para dedicarse a la maternidad) y la apropiada crianza de los hijos no planificados. Estudios psicológicos hechos por el Ministerio de Salud afirman que los hijos producto de embarazos no planificados son un agravante de la situación socioeconómica de las familias de medio y bajo estrato pues la situación económica es precaria para el mantenimiento del bebé y tienden a volverse familias disfuncionales. A parte de todas las implicaciones económicas negativas ya mencionadas, cabe mencionar que este tipo de situaciones son perjudiciales tanto para la madre como para el hijo, ya que la madre al ser obligada a tenerlo no se encontraría en una situación psicológica ideal, ni en capacidad para cuidar y educar apropiadamente al niño y este se vería resentido a largo plazo debido a la poca preparación de sus padres. Muchas de las organizaciones “pro-vida” (mejor conocidos como anti-derechos) argumentan que el aborto es un acto cruel e inhumano ya que se le “arrebata” la vida a un “bebé”, en las sentencias judiciales y en los conceptos médicos se deja claro que se considera feto a partir de la semana 40 y bebé después del parto, a lo cual proponen que la madre debe tenerlo en consecuencia a su “irresponsabilidad” (ignorando todo el contexto social de las mujeres) y dar el bebé en adopción si no se tienen los medios suficientes para cuidarlo. Estas soluciones demuestran la poca sensibilidad y comprensión de la problemática social, ya que, al tener a un hijo obligadamente puede afectar el proyecto de vida de la madre con su salud mental y la del bebé; además, se estima que dentro de un orfanato existen diferentes factores que amenazan el estado mental y físico de los niños, sin mencionar que a partir del 2005 el índice de adopción tanto nacional como internacional ha disminuido, alargando la estadía de estos niños en el ICBF y reduciendo su posibilidad de ser adoptados a corto plazo. Curiosamente son estas mismas organizaciones “pro-vida” las que tergiversan y obstaculizan la Educación sexual en Colegios, argumentando que esto tendría el efecto adverso, lo cual es completamente falso ya que en otros países la correcta implementación de esta medida ha reducido en gran parte los embarazos adolescentes según la OMS. El 50% de los abortos se realizan en las primeras 10 semanas, cuando se puede hacer mediante pastillas como la mifepristona y el misoprostol, mientras que después de estas, se realiza un procedimiento quirúrgico muy sencillo para las entidades de salud, que, por el contrario, no es seguro cuando se realiza de forma clandestina (en consecuencia, cada año mueren en Colombia alrededor de 70 mujeres). En Europa del Oeste y del Norte, donde es totalmente legal, tienen las menores tasas de aborto en el mundo; y conforme a varios análisis se estableció que las leyes de restrictivas no están asociadas con menores tasas de aborto. La tasa promedio en aquellos países donde está completamente prohibido o donde solo se permite para salvar la vida de la mujer, es de 370 casos por 10000 mujeres en edad reproductiva, en comparación con 340 por 10000, en países en donde es legal (y reduciendo en un 98% las muertes de la madre por procedimientos inseguros). Otra consecuencia es que las mujeres de clase alta, a pesar las barreras enunciadas, sí acceden a estos procedimientos seguros, ya sea en entidades privadas o en otros países, mientras que las mujeres de clases empobrecidas son las que mueren por los abortos clandestinos. Desde mi punto de vista, la solución ante este problema de salud pública sería implementar correctamente la educación sexual desde primaria, para concientizar y prevenir los embarazos no planificados. El aborto ha existido a lo largo de la historia y seguirá existiendo así se creen leyes que lo restrinjan, y culturalmente haya imaginarios conservadores que impidan el ejercicio del derecho. Está comprobado que en todos los países donde el aborto es prohibido completamente no se ha evidenciado una disminución en el número de procedimientos sino un aumento en el número de muertes por abortos clandestinos, en contraste, en los países que sí lo legalizaron en todos los casos, se han tenido resultados positivos, como, reducir la mortalidad de las mujeres en este proceso y disminuir los riesgos que conlleva. Enfocándonos en el contexto colombiano, se debe brindar información clara y neutral para garantizar la accesibilidad y proteger el acceso a los derechos sexuales y/o reproductivos, y culturalmente avanzar en la empatía hacia las mujeres que deben pasar por esta difícil y compleja decisión.