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Provincia de Buenos Aires

Dirección de Educación Superior


Unidad Académica Escuela Normal Superior “Dr. E. Costa”.
Instituto Superior de Formación Docente Nº 116.
Campana

Carrera: profesorado de Lengua y Literatura


Tercer Año
Materia: Teoría Literaria III
Profesora: Ivana Gómez
Alumnas: López Ingrid
No te escucho

Es cierto que, como seres humanos, somos dotados de caracteres especiales como
los sentidos: ver, oír, tocar, hablar y gustar. También es cierto que ante la ausencia de
alguna de estas capacidades o la disminución de las mismas nos encontramos ante la
discapacidad para ejecutar tal sentido, lo cual, desfavorece.

Es notable considerar que en el pueblo donde vivía Santiago Násar la comunicación


era buena. De hecho todos se conocían, casi todos conocían la vida del otro y, según
parece, las noticias llegaban volando de casa en casa. Aún así, no fue suficiente para
detener el alud malicioso que sobre Santiago Nasar se conjuraba. Se decía, se
comentaba, un susurro entre el pueblo, que Santiago Nasar fue el que deshonró a la
hermana de los Vicario, Ángela. Pero nada seguro, nada tan cierto como lo fue su
muerte esa mañana. Santiago no sabía por qué moría. ¿Fueron las palabras las que
le habían dado muerte esa mañana? ¿Fueron esas voces recorriendo cada rincón del
pueblo las que lo atravesaron? Salieron tal cual cuchillo en su garganta para herir a
aquel que ni sabía por qué decían que moriría.

Sin embargo, los hermanos Vicario “no oyeron los gritos del pueblo entero espantado
de su propio crimen.” “La gente se había situado en la plaza como en los días de
desfiles. Todos lo vieron salir y todos comprendieron que ya sabía que lo iban a
matar.” La realidad ficcional de la crónica expresa la discapacidad de los sentidos que
poseían Pablo y Pedro Vicario: no oían; y el pueblo aceptaba esa discapacidad como
natural. Los hermanos Vicario se enceguecieron en su necedad y no le dieron
oportunidad a Santiago para expresar su conducta con Ángela, si la hubiere. Lo mismo
o algo parecido sucede en “Algo muy grave va a suceder en este pueblo”, del mismo
autor, Gabriel García Márquez. Desde muy temprano en la mañana, “una señora vieja”
que estaba sirviendo el desayuno a su hija de catorce y el otro de diecisiete, les
expresa su preocupación por el presentimiento con el que se ha levantado esa
mañana: algo muy grave sucedería en ese pueblo ese mismo día. El hijo se dirige a
sus actividades y esa misma preocupación le persigue de tal modo que se encuentra
obnubilado para ejercer aún sus pasiones de juego y fracasa en el mismo instante en
que sus ojos se empañan de preocupación acerca de lo que pasaría. El día transcurre
en ese pueblo, con la predestinación hecha de boca en boca. El amigo de billar
expresó la preocupación de su amigo a su mamá. Una pariente comentó lo que
escuchó al carnicero y el carnicero vendiendo, desparramó la superstición a cuántos
llegaran al comercio. Sin duda, se hicieron ciegos. Un pueblo entero que se
encegueció ante el comentario de alguien a la cual no se le dio oportunidad de
resarcirse, cuestionarle o indagar acerca de la premonición sucedida.

A veces, las circunstancias suceden como en estos dos relatos, sin darles la
oportunidad a las personas de ser escuchadas y reconsideradas ante una situación
confusa o adversa. ¿No te ha pasado de escuchar un comentario acerca de algo o de
alguien y considerarlo como cierto? Funesto, erróneo, vil y cruel son algunos adjetivos
calificativos para intentar manifestar lo terrible de esta acción. Podemos llegar a perder
a un excelente amigo, como Santiago Nasar, o podemos arruinarlo todo como en el
tranquilino pueblo que cruza Riohacha.

Daniel Cassany en “Cómo enseñar lengua” nos explica las macro y micro habilidades
componentes de la comprensión oral. Al escuchar a alguien, el ser humano despliega
una serie de habilidades: reconocer el uso de la lengua, seleccionar entre los
diversos sonidos, palabras, expresiones e ideas reconocidos y escoger lo que nos
parecen relevantes, según nuestros conocimientos y nuestros intereses; interpretar
según nuestros conocimientos de gramática y del mundo en general; anticipar:
durante el discurso también anticipamos lo que el emisor puede ir diciendo; inferir:
mientras escuchamos la cadena acústica y la procesamos, también obtenemos
información de otras fuentes no verbales como gestos, movimientos y su actitud. Y por
último, retener: determinados elementos del discurso, que el receptor considera
importantes se guardan durante unos segundos en la memoria a corto plazo para
poderlos utilizar para interpretar otros fragmentos del discurso, y también para
reinterpretarlos de nuevo.

De este modo, se hacen notorias las deficiencias con las que escucharon Pablo y
Pedro Vicario o el modo de escuchar de los hijos, amigos, pariente, carnicero y el resto
del pueblo. El modo de interpretar se sostuvo en la forma en que los hermanos veían
el mundo y las formas de vengar la deshonra de Ángela.

Escuchar es más que el acto de decodificar los signos lingüísticos. Escuchar implica
oír con atención, empatía, emociones y el corazón. Oír se convierte entonces, en el
acto más sincero de interpretar el corazón del otro, atendiendo al mensaje connotado y
al denotado, a lo que se dice y a lo que no se dice, a lo que se quiere decir y a lo que
se pudo decir, a lo que se entiende que dice y lo que se entiende de lo que no dice,
pero que aún, dice.

Fuentes bibliográficas:

file:///C:/Users/Usuario/Desktop/profesorado/Meza/cassany,_d._luna,_m._sanz,_g._-
_ensenar_lengua.pdf

Crónica de una muerte anunciada. Gabriel G. Márquez

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