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“O. MARIA DEL ROSARIO C/ AMX ARGENTINA (CLARO) S.A. S/ DAÑOS Y PERJUICIOS"
JUZGADO EN LO CIVIL Y COMERCIAL Nº 3 - TANDIL
En la ciudad de Azul, a los 28 días del mes de Agosto del año Dos Mil Dieciocho,
reunidos en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de la Excma. Cámara de Apelación en lo Civil
y Comercial Departamental, Sala II, Doctores Jorge Mario Galdós, María Inés Longobardi y
Víctor Mario Peralta Reyes, para dictar sentencia en los autos caratulados: “O., María del
Rosario c/ AMX Argentina (Claro) S.A. s/ Daños y Perjuicios” (Causa N° 63.121), habiéndose
Constitución Provincial, arts. 263 y 266 del C.P.C.C., resultando de ella que debían votar en el
-C U E S T I O N E S-
-V O T A C I Ó N-
I.- María del Rosario O. promovió demanda resarcitoria de daños y perjuicios contra AMX
Argentina S.A. (Claro) por incumplimiento contractual, con fundamento en la Ley del Consumidor
24.240 –en adelante LDC- reclamando las sumas de $ 311 por daño material; $ 35.000 en
concepto de daño moral; y por daños punitivos solicita que se fije la cuantía máxima admitida
95% del monto total a percibir a distintas entidades y asociaciones civiles, las que enumera. Por
su lado el Dr. Lucas Sanz, letrado patrocinante de la actora, también donó el 75% de sus
honorarios de los cuales el 80% será destinado a la Asociación Civil de Usuarios y Consumidores
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de Tandil y el 20% restante a la Oficina Municipal de Información al Consumidor, también de
todo ello cuando solicitó la baja telefónica del servicio con fundamento en su pésima prestación.
pretensión.
prescripción opuesta por AMX Argentina S.A., desestimó el planteo de inconstitucionalidad del
art. 52 bis de la Ley 24.240 (daños punitivos), admitió la demanda y condenó a la accionada a
pagar la suma de $ 1.035.372, con costas a la perdidosa. Dispuso que la suma de condena
devengue intereses a la tasa pasiva que paga el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus
operaciones de depósito mediante el sistema Banca Internet Provincia, desde la fecha del ilícito
contrato de consumo, con cláusulas predispuestas por el proveedor, y destaca que la demandada
no acompañó dicho instrumento denominado “Solicitud de Servicio”, pese a haber sido intimada.
Tras ello analizó la excepción de prescripción, que desestimó. Tuvo por acreditado que el 29 de
Marzo de 2010 la actora solicitó en forma telefónica la cancelación del servicio, siéndole
informado en dicha oportunidad que debía abonar los cargos pendientes hasta cumplir los dos
años de vigencia del contrato. Esa fecha –dice- debe computarse como inicio del plazo
prescriptivo puesto que allí se consumó la primera conducta abusiva. Menciona que el art. 50 de
la Ley 24.240 señala que el plazo de prescripción de tres años se refiere a las acciones judiciales
la acción civil resarcitoria el plazo decenal de prescripción de diez años del art. 4023 del Código
Civil porque rigen los plazos más favorables al consumidor previstos en las leyes generales o
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especiales que se aplican a cada supuesto de que se trate. A ello añade que la presentación
administrativa promovida por la actora en Junio de 2011 tiene efectos interruptivos del curso de
y con esos fundamentos, desestimó la excepción opuesta. Paso seguido analiza si la demandada
denominación “incumplimiento del deber de información” sostuvo que las partes coinciden que
en virtud de la solicitud de servicio suscripta por ambas, la actora era titular de la cuenta nº
Septiembre de 2009, con un equipo marca Motorola W5 POC WH 2 mega con un abono de $
75,89 por mes, más impuestos, recordando que la accionada omitió acompañar la “solicitud de
servicio” que constituye el contrato que vinculó a las partes y en el que se encuentran detallados
los derechos y deberes recíprocos. Señala que dicha omisión importó sustraer al contrato del
control judicial, lo que también conlleva la presunción de que no estaba redactado en doble
ejemplar. El contrato, según lo adujera la demandada, incluía la venta del equipo cuyo precio
había sido bonificado parcialmente mediante el llamado “subsidio remanente” que constituía uno
de los ítems que se encontraba impago por la actora al momento de solicitar la baja del servicio.
A ello añade que los requisitos descriptos por la demandada para dar de baja constituyen una
transgresión al deber de información que establece el art. 4 de la LDC cuya ausencia o deficiencia
puede provocar una aceptación viciada de error y determina la nulidad del acto en los términos
de los arts. 926, 927 y 928 del Código Civil. Concluye que en el caso de autos se trataba de un
negocio jurídico complejo y que el procedimiento y condiciones para la baja del servicio no
cumplimentaron el señalado deber de información por parte del proveedor, por lo que resulta
evidente que asumió una conducta reprochable. Luego continuó con el acápite que denomina
“cláusulas abusivas” mencionando que la demandada explicó que para acceder a la baja del
servicio la actora debía previamente cumplir con dos requisitos que consistían –en primer lugar-
en el envío de una carta postal al Apartado Especial nº 2 CP X5000ZAA conteniendo los datos
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personales del titular y otra información y –en segundo lugar- en el pago de los cargos pendientes
incluyendo “cargos de activación” y/o “subsidio remanente” todo ello con la finalidad, siempre
inequívoca de concluir la relación así como también proteger al usuario de que ningún tercero
usara su línea telefónica. Con relación al pago previo pretendido AMX Argentina S.A. sostuvo
que ello no implicaba un costo de la baja sino que, dependiendo de la antigüedad del contrato,
se tornaban exigibles determinados cargos que se iban amortizando con el transcurso del tiempo
veinticuatro meses. Por ello si se producía la resolución o rescisión del contrato por cualquier
causa el cliente debía abonar el 100% del valor del cargo de activación y del subsidio remanente
si la cancelación acaecía durante los 12 primeros meses del plazo y del 50% si ocurría en los
últimos doce meses del período. A continuación la sentencia de grado considera que el envío de
la carta por parte de la actora constituye una práctica abusiva que carece de fundamento.
Además ello no se compadece con la cantidad de líneas y equipos telefónicos y planes que la
demandada ofrece a través de su plataforma web por lo que de conformidad con el art. 10 ter de
la LDC el proveedor debió haber previsto un sistema similar para la baja del servicio. El trato
equitativo impone que si la actora contrató el servicio en forma personal en un local comercial
bien podría utilizarse el mismo sistema para solicitar la baja. Añade que la exigencia al usuario
de exteriorizar los motivos por los cuales solicita el cese de la prestación constituye una práctica
abusiva porque induce al cliente a creer que la baja sólo procede en caso de que la proveedora
acompañado la copia del contrato ni contar la actora con un ejemplar no puede concluirse que
los requisitos ya que ello le fue informado recién cuando se comunicó telefónicamente con el
centro de atención al cliente, con posterioridad a la suscripción del contrato. Añade que también
constituye una práctica abusiva el pago previo de los conceptos adeudados cuyo objeto no es
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otro que el de retener indebidamente al usuario cobrándole rubros que sólo adquieren virtualidad
cuando se pretende la baja del servicio. Se configura así una conducta abusiva persistente y
Claro no pudo justificar la legitimidad de las deudas que detalló en la contestación de demanda
porque –como lo anticipó- no acompañó copia del contrato que constituye el fundamento de las
facturas reclamadas. Además esa misma parte aclaró que cedió las deudas que supuestamente
tenía la actora a un fideicomiso cuyo beneficiario gestionó a través de distintos estudios jurídicos
su recupero, por lo que resulta evidente que si el motivo para negar la baja obedecía a la cesión
de la deuda esa conducta resultaba ilícita y abusiva. Por lo demás ante la falta de pago la
empresa siempre puede ocurrir a la vía judicial. Finalmente dice que la facultad del proveedor de
informar a las bases de datos financieros que el cliente es moroso, sin que ello genere
responsabilidad a Claro, resulta abusiva y nula porque contiene una dispensa anticipada de
responsabilidad violatoria del art. 37 incs. a y b LDC. Se suma a ello que la página web señalada
a fs. 80 como fuente de la cláusula contractual ha sido retirada u ocultada al acceso público por
lo que tampoco pudo cotejarse su contenido. Luego bajo el título “comportamiento intimidatorio”
intimidatorio transgrediendo el art. 8 bis de la Ley de Defensa del Consumidor. Acota que no
evidenció de modo claro y contundente su decisión de dar de baja al servicio de forma definitiva
pagando $ 183, según se desprende de fs. 62, 315, 316, 322/325, como lo reconociera la
demandada a fs. 340. Pero, y a pesar de ello, Claro le dio trámite de “suspensión de la línea por
Consumidor de Tandil. Prosigue afirmando que los sucesivos reclamos de la actora, la reiterada
negativa de la demandada, los requerimientos por vía epistolar y por mail, condujeron a que O.
no tuviera más alternativa que pagar todo lo que constituye un obrar antijurídico con el único
objeto de seguir presionando al usuario de obtener cargos indebidos, a los que se les añade las
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reiteradas comunicaciones a la Organización Veraz. Tan es así que cuando la actora extravió su
teléfono celular al no obtener respuesta del centro de información al cliente concurrió a un centro
de atención personalizada donde le informaron que había una deuda pendiente de $ 61 que
debía abonar para readquirir su línea y luego darle de baja. En conclusión considera
reiteradamente menoscabados los derechos al consumidor por violación de los arts. 4, 8 bis, 10
y 10 ter de la Ley 24.240. La sentencia ahora recurrida señala que la accionada también vulneró
los arts. 59, 62 y ccs. de la Ley 27.078 “Argentina Digital”. En lo atinente a los daños resarcibles
la condena por el detrimento material alcanza a $ 311 que es el total que tuvo que desembolsar
para dar de baja el servicio y que comprenden: $ 183 depositados en la cuenta bancaria; $ 28
correspondiente a una carta certificada; $ 100 en concepto de gastos y movilidad para asistir a
las audiencias ante la OMIC; $ 61 que es la suma reclamada en la ampliación de demanda cuyo
atendiendo a los padecimientos que debió soportar O. como consecuencia del trato humillante,
dar de baja al servicio, el trato intimidatorio, la necesidad de acudir al trámite administrativo por
ante la OMIC de Tandil en el que se condenó a la accionada, las amenazas de inicio de acciones
de sanciones civiles que no se encuentran alcanzadas por los principios del derecho penal
resultando suficiente que no sean excesivas y que se respeten las garantías del derecho de
defensa y del debido proceso. Constituye una pena privada impuesta a título preventivo y
sancionatorio. Por otro lado el derecho argentino reconoce otras penas privadas o el
agravamiento de la responsabilidad por dolo entre otros supuestos que no merecen objeciones
fijada de $ 1.000.000 tuvo en cuenta los incumplimientos contractuales y las conductas abusivas
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concepto de daño directo más $ 2.000 de multa que no sólo la actora no canceló sino que aún
con posterioridad persistía en su conducta de pretender percibir distintos rubros. A ello añade
que la demandada no acompañó el contrato pese a que fue intimada, y planteó la nulidad de la
notificación, obligando a la actora a cursar una nueva intimación al domicilio real, a pesar de lo
cual luego se negó infundadamente a cumplir con lo ordenado. Más adelante, y para ejemplificar
producción de la prueba pericial, la que concluyó omitiendo entregar los libros contables para su
prueba pericial que resultó fallida. A los fines de cuantificar el monto en concepto de daño punitivo
intentaba maximizar su utilidad, por lo que si se multiplica este proceder por el número de clientes
tuvo en cuenta que en sede administrativa local se dedujeron trescientas cincuenta denuncias
en el año dos mil catorce y que entre los años 2012 a 2014 se impusieron sanciones económicas
por la Dirección Provincial de Comercio que oscilaron entre $ 2.000 y $ 50.000. Por todo lo
expuesto se condenó a AMX Argentina S.A. a pagar las sumas mencionadas precedentemente.
atención a que el escrito judicial no cumplimenta los requisitos del art. 1542 del Código Civil, se
desestimó esa pretensión y la del letrado de donar parte de sus honorarios, sin perjuicio de lo
Contra dicho pronunciamiento ambas partes dedujeron recursos de apelación, los que
fueron fundados a fs. 660/672 vta. y fs. 694/715, obrando las contestaciones a fs. 678/687 vta. y
fs. 717/737 respectivamente. A fs. 746 se pasan las actuaciones en Vista al Sr. Fiscal General
inicialmente a los antecedentes del caso y concentra sus críticas en la insuficiencia de la cuantía
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fijada en concepto de daño punitivo. Formula una enfática defensa del instituto y cita
minuciosamente los antecedentes dogmáticos que justifican que en este caso se otorgue una
suma muy elevada a fines de atender a las particularidades del caso y de dictar una sentencia
que la sanción fijada -confrontada con las ganancias obtenidas- no cumplen la función disuasoria
ni desbarata las ganancias de la demandada. Los daños punitivos cumplen una función
prueba en cabeza de la actora puede convertirse en diabólica. Partiendo de los requisitos que
para fijar la cuantía de la sanción prevén los arts. 49 y 52 bis LDC considera que la sentencia
omitió ponderar los cobros indebidos que percibió la accionada como ganancias obtenidas
compensar con una mínima sanción económica la ganancia económica obtenida en perjuicio del
magnitud del hecho. Por ello entiende que resulta absurda la valoración de la prueba que condujo
a otorgar la suma de $ 1.000.000, para lo que computa varios elementos: el beneficio económico
postulando incluso la aplicación de una fórmula matemática para la determinación final del monto
de condena. Con relación al primer punto (beneficio económico obtenido por el ganador) señala
que sólo de una de las bocas de recupero la demandada habría percibido ilegítimamente la suma
de $ 5.610.000 entre los años 2010 y 2015, según los movimientos informados por el Banco
extrajudicial de “V/N” por el cobro de la deuda de Claro y a los depósitos efectuados en la cuenta
corriente, atendiendo al informe del Banco Nación que indica distintos pagos por terceros y
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conceptos tales como: “depósito cuenta Claro”; “honorarios Claro”; “pago Claro”; “acuerdo Claro”;
“estudio Claro”, etc., en los términos de las constancias obrantes a fs. 55, fs. 62, fs. 315, fs.
322/323, fs. 496/497, añadiendo que la accionada no respondió la carta documento en la que se
intimó que manifestara si diez de las personas que realizaron esos depósitos eran clientes de la
empresa. Acota que al responder el escrito de demanda la accionada reconoció que cedió la
cartera de cobro a un fideicomiso y, pese al esfuerzo en contrario de “AMX Argentina S.A.”, está
acreditado que “V/N” y “GSA Collections” efectuaron los cobros por cuenta de Claro Argentina
mediante diferentes medios como “Pago Fácil” o “Sepsa S.A.” (Servicio Electrónico de Pago
Sociedad Anónima”) (cf. fs. 533, 535, 540). Tras ello, y respondiendo a la pregunta que se formula
de qué vínculo existe entre SEPSA, GSA Collections y AMX, aduce que “Servicio Electrónico de
Pago Sociedad Anónima” y “Pago Fácil” constituyen las bocas de cobro de todo el país del dinero
que deposita GSA por orden de AMX. Afirma que GSA Collections percibió por orden y cuenta
139124539” es el mismo utilizado por “V/N” y por “GSA Collections” deduciendo que ese importe
operatoria y a tener por acreditado que la mecánica descripta resulta de la correlación entre los
números de cuenta en los que la actora abonó cargos y honorarios y las restantes constancias
del expediente. El segundo elemento de ponderación para la cuantificación del daño punitivo se
año 2010 tenía veinte millones de clientes, según su propia publicidad. La accionada se negó a
demandada, líder en telefonía móvil en nuestro país, con ganancias netas en el año 2010 de $
1.471.125.356, y cuya facturación total ese mismo año fue de $ 10.324.987.193. Acota que
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lo facturado por la demandada en cuatro horas. Más adelante se refiere, en el denominado tercer
punto, a lo que califica accionar doloso de la demandada. En tal sentido la empresa no acompañó
el contrato base ni acreditó ninguna diligencia en la atención al consumidor. Tanto es así que
AMX continuó con su ardid tendiente al cobro de acreencias indebidas luego de la intimación de
fs. 55 efectuada por “V/N”, de promovido el expediente ante la OMIC (fs. 208), e incluso de cursar
a fs. 56 otra intimación realizada por “GSA”. Tras ello analiza la cantidad de los requerimientos
acreencias indebidas. Afirma que en un período que identifica remitió 2.489.199 avisos de “carta
suma de $ 5 como cobro indebido (ni siquiera los $ 183 que en primer momento reclamó a la
demandante) la suma total por ese concepto alcanza los $ 12.000.000. Enfatiza que esa suma
183 que pagó la Sra. O.. Por otro lado se detiene en lo que denomina el artilugio del que se vale
AMX para coaccionar a los usuarios a través de informes de riesgo crediticio. Si bien a fs. 284
“Veraz S.A.” manifestó que no informó negativamente sobre la actora, a fs. 374 aclaró que
efectivamente O. fue incluida en la base de datos por AMX en el año 2012, luego de que esa
empresa reconoció, a fs. 329, que la actora pagó la deuda. De allí, y con base a otras
descomedida toda vez que se aprovechó de la dificultad para judicializar un reclamo por $ 183
(supuesto configurativo de los denominados micro daños) sino que también dilató la instancia
administrativa ante la OMIC y ni siquiera pagó la multa que se le impuso. Añade, siempre para
calificar de dolosa la conducta de Claro, que después de que la actora cumplió con un requisito
improcedente (solicitar la baja del servicio en carta suscripta de puño y letra por el usuario) se le
exigidos, los que omite mencionar, vulnerando así otra vez su deber de información. En el
denominado cuarto punto el apelante hace referencia a los antecedentes por sanciones y
reincidencias, y menciona que en el año 2014 se efectuaron ante la OMIC de Tandil 350
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denuncias y que en la Dirección Provincial de Comercio registra numerosas multas
(aproximadamente diez) por montos que oscilan entre los $ 2.000 a los $ 50.000. Concluye
afirmando que la demandada no cumplió con la carga de la prueba de demostrar que el monto
de daño punitivo solicitado resulta desajustado. Finalmente sostiene que si se aplicara una
fórmula matemática para cuantificar ese daño se arribaría a una suma cercana a $ 35.000.000
computando como variables: un usuario en un universo de mil (ni siquiera de uno de entre
probabilidad de condena por daño punitivo; estimando en $ 35.372 la compensación por daños
y perjuicios. De allí infiere que aún el valor máximo que prevé la ley de $ 5.000.000 deviene
marcadamente insuficiente para cumplir una función disuasoria y sancionatoria por su conducta
dolosa.
primer lugar el rechazo del planteo de prescripción criticando que se haya computado como fecha
de inicio el 29 de Marzo de 2011 en que la actora solicitó en forma telefónica la cancelación del
servicio cuando debió tomarse el mes de Marzo de 2010, que es la fecha en la que O. manifestó
(incluso al absolver posiciones) que se iniciaron los inconvenientes que motivaron los ulteriores
reclamos. Luego señala que no resulta de aplicación el plazo decenal del art. 4023 del Código
Civil sino que conforme la jurisprudencia debe acudirse al plazo de tres años previsto en el art.
relaciones jurídicas distintas las que constituyen reincidencia. Es decir, en suma, debe tratarse
de la judicial. Por consiguiente sostiene que desde Marzo de 2010 a la fecha de iniciación de la
demanda 07 de Agosto de 2014 transcurrió holgadamente el plazo de tres años que prescribe el
resarcible e inexistencia de incumplimiento del deber de información (art. 4 LDC)”. Afirma que no
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se probó que la conducta de esa parte fuera abusiva al requerir el envío de una nota firmada a
una casilla postal y el pago de los conceptos bonificados al contratar el servicio, es decir el cargo
condición de mantenerse como cliente durante veinticuatro meses. Aduce que la sentencia se
funda sólo en presunciones, deja de lado que la actora reconoció la suscripción de un contrato,
el que se presume que leyó, que no puede alegar su propia torpeza, que no puede soslayarse
que el servicio se contrató el 1 de Septiembre de 2009 y que sólo restaban seis meses para
completar la amortización lo que explica que la suma debida era sólo de $ 30. Sostiene que en
el momento de solicitar la baja se informaron detalladamente los pasos a seguir y que cuando
envió la carta postal gratuita lo hizo sin abonar los cargos adeudados. De allí y a partir de $ 30
la actora construye un entramado que lo que procura es su enriquecimiento sin causa. Dice que
del servicio y que si bien a la fecha se han modificado los procesos informáticos, hace ocho años
el trámite consistía en enviar una mera nota a un apartado postal gratuito y cancelar los importes
no se haya cumplimentado con el art. 10 ter de la Ley 24.240 ya que el servicio fue contratado el
01 de Agosto de 2009 por escrito, mediante un formulario de solicitud que preveía estos
requisitos, los que estaban en la página web; ello no sólo no era abusivo sino que estaba
que la prohibición de previo pago para requerir la baja receptada en el art. 10 quater de la Ley
24.240 está vigente a partir de la Ley 27.265 desde el 17 de Agosto de 2016. Por consiguiente
no hay conducta abusiva ya que el marco regulatorio actual no regía en el año 2010, en el
contexto de las condiciones acordadas. La propia actora manifestó que en Marzo de 2010 se
contactó con el Servicio de Atención al Cliente y que tardó un año y dos meses en enviar la
solicitud de baja el 23 de Mayo de 2011, omitiendo cumplir con el pago de los conceptos
efectivizó recién en una tercera oportunidad cuando recibió una intimación emitida por un estudio
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jurídico que gestionó el cobro. Destaca que cumplió con el deber de información previsto en el
art. 4 de la Ley 24.240 ya que cuando pidió formalmente la baja del servicio el 08 de Junio de
2011 se le reiteró por tercera vez los requisitos que debía cumplimentar y su solicitud no pudo
ser procesada por no haber saldado los cargos pendientes. De allí deduce que la sentencia es
los términos contractuales y abonar sólo al ser intimada por un estudio jurídico. En el tercer
agravio afirma que no hay ninguna conducta intimidatoria atribuible a AMX lo que no puede de
aplicabilidad de la Ley 27.078 que no estaba vigente al momento de suceder los hechos. En el
quinto agravio controvierte la condena a restituir en concepto de daño material la suma de $ 311
correspondientes a los gastos pendientes y requeridos para procesar la baja del servicio y de
fundamento para el reintegro de dicho monto el que resulta de la deuda omitida pagar por O.,
quien consintió todo lo actuado al haber efectuado dicho pago sin protesta ni reserva. Recalca
que recién a partir del 2016 está vigente la prohibición de exigir el pago previo para dar de baja
el servicio. En el sexto agravio impugna la procedencia y cuantía fijada por daño moral toda vez
que cumplió con los términos contractuales y fue la actora quien discrecionalmente intentó la
cancelación del servicio de modo arbitrario. Concluye señalando que no resulta indemnizable
presupuesto previo que es el incumplimiento por cuanto –reitera- su parte se ajustó a los términos
del contrato, los que la actora reconoció, y que las exigencias para darle de baja entonces
enviar la carta documento pidiendo la baja al año de haber formulado las consultas y sin pagar
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los cargos pendientes. No existe, por lo tanto, un incumplimiento grave de AMS S.A. ni dolo
directo o eventual. Tras ello señala que además la suma de condena resulta desproporcionada
y falta de razonabilidad incurriendo en un exceso de punición toda vez que no concurren los
requisitos legales para su admisibilidad. Explica que, en síntesis, no medió incumplimiento toda
vez que AMX informó adecuadamente suministrándole a la actora todos los datos necesarios
para dar de baja el servicio; no existe grosera negligencia o dolo eventual de su parte ni ningún
grado de reprochabilidad ya que no vulneró ninguna norma legal o contractual. Pone de relieve
la falta de razonabilidad y correspondencia entre los rubros resarcitorios por daño patrimonial y
moral ($ 35.311) y el daño punitivo otorgado en $ 1.000.000. Tras ello analiza con detenimiento
otorgados por este concepto por otros tribunales provinciales los que oscilan entre $ 10.000 y $
20.000. En el octavo agravio señala que se ha vulnerado el principio “non bis in idem” al admitir
daños punitivos que tienen la misma naturaleza punitiva o sancionatoria que la actuada en sede
administrativa por ante la OMIC de Tandil. En el noveno agravio señala que los intereses por
daños punitivos no deben correr desde la “fecha del ilícito” como lo calificó la sentencia, sino a
partir del momento de que la sentencia quede firme y resulte exigible porque recién desde
A fs. 750 último párrafo se pasa la cuestión a definitiva y firme el proveído que hizo saber
el orden de la votación (cf. fs. 751) el expediente se encuentra en condiciones de ser resuelto.
II.- 1.- En primer lugar corresponde determinar el derecho aplicable. En efecto y dado que
los hechos acontecieron con anterioridad a la entrada en vigencia del nuevo Código Civil y
Comercial (1/8/2015), rigen -por regla- las disposiciones del régimen anterior, salvo los efectos
favorables al consumidor en las relaciones de consumo. Por ello, el caso queda comprendido en
el ámbito del Código Civil, sin perjuicio de la aplicación del Cód. Civ. y Com. en lo relativo a las
normas imperativas o supletorias del consumo, lo que constituye una excepción al régimen, y de
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las nuevas normas como pauta interpretativa del sistema anterior Con relación a ello “el principio
dispositivas significa que se sigue aplicando el Código anterior, salvo dos supuestos: que las
nuevas normas sean imperativas (o sea cuando no son disponibles por los particulares) y que
en las relaciones de consumo se trate de normas más favorables al consumidor” (Galdós, Jorge
M., “El art 7 CCCN y algunas reglas de derecho transitorio en materia de responsabilidad civil”
RC D 5/2016).
Kemelmajer de Carlucci expresa que “las leyes de protección de los consumidores, sean
constitucional y está estructurada sobre la base de una razonable aplicación del principio
protectorio propio del Derecho del Consumo, que el CCyC recoge no sólo en los artículos
1096/1122 sino que extiende a otros ámbitos específicos, como, por ejemplo, los contratos
bancarios (arts. 1384/1389); el cementerio privado (art. 2111) y el tiempo compartido (art. 2100)”
(cfr.aut cit “La aplicación del Código Civil a las relaciones y situaciones jurídicas preexistentes”,
segunda parte, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe 2016, pág. 60/61; Heredia, Pablo “El derecho
transitorio en materia de contractual”, en Revista CCyC, año 1, N° 1, págs. 3, 14). Añade la autora
citada que “en mi opinión, la norma no dispone la aplicación retroactiva de la nueva ley sino su
aplicación inmediata. Fundo mi posición en las palabras de la ley …” (conf. aut. y ob. cit., pág.
61) y en “la diferencia entre retroactividad con inmediatez … cuando la ley disponga
constitucionales. Así –concluye- la incorporación de esta excepción en el último párrafo del art.
7 del CCyC pone a la legislación argentina al día con las tendencias más modernas, pasando a
ser las leyes posteriores de efecto inmediato en su aplicación a las relaciones contractuales,
pues éstas ya no responden al viejo criterio de las leyes supletorias, sino a las imperativas que
dominan el derecho del consumo y de allí su aplicación inmediata …” (conf. aut. cit., en Galdós,
Jorge M., con la colaboración de Blanco Gustavo H., “El art. 7 CCyC y el derecho transitorio en
la responsabilidad civil (en la primera etapa de implementación del Código Civil y Comercial)”
15
en Moisset de Espanés, Luis, “Derecho transitorio en el nuevo Código Civil y Comercial”, Ed.
Advocatus, Córdoba, 2016 p. 292). Señalan Freytes y Cafferata que “cuando el art. 7 del CCyC
sólo está haciendo referencia a las normas específicas de Defensa del Consumidor –que, por
vía general, revisten carácter imperativo-, sino también a las normas de carácter supletorio,
cada uno de los tipos particulares del contrato previstos en el CCyC, en tanto y en cuanto ese
contrato en particular, revista el carácter de contrato de consumo en los términos del art. 1093
del CCyC. Coadyuva a esta interpretación, no sólo la amplia hermenéutica del régimen jurídico
consumidor, contenido en el art. 1094 del CCyC” (cfr. Freytes, Alejandro Enrique y Cafferata,
Juan Manuel “La aplicación de la ley en el tiempo y los contratos” en “Derecho transitorio en el
nuevo Código Civil y Comercial”, Luis Moisset de Espanés (Dir.), Ed. Advocatus, Córdoba 2016,
págs. 356/357).
determinar cuál es el plazo de prescripción: el de tres años del art. 50 LDC o el más favorable al
consumidor de diez años previsto en el art. 4023 CC, ya que en autos no se configuró una
cuestión de derecho transitorio (de las reguladas en el art. 2537 CCCN, que resulta imperativo;
art. 7 CCCN).
actora, María del Rosario O., cuando pretendió darle de baja al servicio de telefonía celular
contratado con AMX Argentina S.A. (Claro) (art. 8 bis, 10 ter, 10 quáter, 32, 40, y concs. LDC;
16
La sentencia de grado consideró que la acción no estaba prescripta, computando como
fecha de inicio del plazo el día 29 de Marzo de 2010 (fecha en la que la actora manifestó que
efectuó telefónicamente el primer reclamo de cancelación del servicio y que aclara que por error
de tipeo se consignó 29 de Marzo de 2011) y de aplicación el plazo decenal del art. 4023 CC
porque resulta más favorable al consumidor en los términos del art 50 LDC. En efecto, entiende
que este artículo, según el texto vigente al momento de los hechos (años 2010/2011 y ss. texto
de la ley 26.361 del año 2008, que modificó la ley 24.240 del año 1993) establece el plazo de
consumidor, por lo que siendo que la acción resarcitoria de derecho común tenía un plazo de
diez años (art. 4023 CC), éste era el régimen aplicable: diez años del CC y no tres años LDC (
arts 50 LDC y 4023 CC). Además tuvo en cuenta que en el mes de junio de 2011 la actora
El tema del plazo de prescripción antes de la reforma del CCCN había generado disputas
interpretativas, sobre la base de la hermenéutica del art. 50 LDC entonces vigente. El texto
anterior, que regía al momento de los hechos, correspondía al art. 50 en la redacción dada por
la ley 26.361 (vigente a partir del año 2008 y que modificó el texto originario de la ley 24.240
LDC de 1993) y decía que las sanciones administrativas y las acciones judiciales prescribían a
los tres años, “salvo la aplicación de la norma más favorable al consumidor cuando las leyes
generales o especiales fijen plazos distintos”. Agregaba que “la prescripción se interrumpirá por
opiniones: la que sostenía que siempre rige el plazo especial del art. 50 por constituir ley especial
y que para la acción de daños ese plazo se extendía a 10 años, conforme el art. 4023 CC, criterio
que siguió la sentencia apelada. Sin embargo, en la actualidad, el art. 50 LDC fue modificado por
la ley 26.994 que sancionó el CCCN y que limitó el plazo de prescripción de tres años del art. 50
a las sanciones, quedando- en general y por regla- el plazo de las acciones judiciales sometidos
al régimen general de tres años del art. 2561 CCCN (conf. “La aplicación de la prescripción del
art. 50 LDC y el principio ‘pro consumidor’”, en Stiglitz, Gabriel – Hernández, Carlos A., “Tratado
17
de Derecho del Consumidor”, Tomo IV, pág. 93; Stiglitz, Rubén – Compiani, Fabiana, “La
La redacción de la norma aplicable, art. 50 LDC según ley 26.361 del año 2008, era la
siguiente: “Las acciones judiciales, las administrativas y las sanciones emergentes de la presente
ley prescribirán en el término de tres (3) años. Cuando por otras leyes generales o especiales se
fijen plazos de prescripción distintos del establecido precedentemente se estará al más favorable
o por el inicio de las actuaciones administrativas o judiciales”. Se advierte con referencia al texto
anterior que además de incluirse a las acciones judiciales, se deja a salvo el plazo más favorable
En este contexto: debe determinarse si se aplicaban los tres años del art 50 LDC, según
texto ley 26.361 o, interpretando esa norma, el art. 4023 CC ya que la acción resarcitoria
reenviaba al plazo de diez años del CC (art. 4023 citado). Reitero, como argumento adicional,
que ahora y a partir del nuevo CCCN, el plazo de tres años del art. 50 LDC rige sólo para las
sanciones y el plazo general de prescripción es el del art. 2561, también de tres años y
mes marzo de 2010 (aspecto sobre el que no coincido), habiéndose radicado la demanda el 6
de Agosto de 2014 (fs. 92 vta.) y aún sin computar ningún supuesto de suspensión ni de
interrupción, la acción resarcitoria y punitiva no está prescripta (art. 4023 CC al que reenvía en
Empero arribo a parecida solución por otros argumentos. La actora recurrente alega que
la fecha de arranque del plazo precriptivo, debe ser el día 15 de Mayo de 2011, fecha de rechazo
de Claro del reclamo iniciado el 29 de Marzo de 2010. Conforme los hechos aducidos, la negativa
de la actora y el principio ·iuria novit curia” corresponde considerar, atento los propios dichos de
Claro al contestar la demanda, que la línea fue cancelada el 11 de Julio de 2011, habiendo sido
previamente suspendida desde el 29 de Marzo de 2011 (en realidad, y según los propios términos
18
de la actora, de Marzo de 2010; arts. 34 inc. 4 y 163 inc. 6 C.P.C.). Al tratarse de un supuesto de
daño continuado, en el que la demandada debía dar curso a peticiones y reclamos del usuario,
el plazo no puede supeditarse a la conducta discrecional del proveedor sino que corresponde
considerar la fecha en el que se cerró (aún parcialmente) el entramado relacional suscitado entre
ellos, y que para el caso lo es el 11 de Julio de 2011, conforme la admisión procesal de Claro de
fs. 127. Como se desprende de su propio relato no procedió a cancelar antes el servicio por
entender que la Sra. O. no había cumplimentado los requisitos convenidos. De modo que el
vínculo no se había extinguido hasta -al menos- esa fecha en la que recién quedó expedita la
acción resarcitoria. La solución final no variaría si se tomara la fecha de inicio que afirma la
actora, el 15 de Mayo de 2011, data en la que la demandada rechazó el reclamo inicial (fs. 719).
Y ello porque la promoción del trámite administrativo por ante la OMIC Tandil en Junio de 2011
conciliación, librándose la cédula el 4 de Julio de 2011) opera con “efectos interruptivos” (art. 50
LDC según texto ley 26.361). Si a ello se añade que recién el 21 de Septiembre de 2012 se dictó
la resolución administrativa que impuso a Claro una multa de $ 10.000 y un daño directo de $
2.000, y que si bien la demanda judicial fue radicada el 19 de Agosto de 2014, con fecha 9 de
Abril de 2014 se inició la mediación judicial obligatoria prevista por la ley provincial 13.951, con
cierre el 29 de Mayo de ese año (conf. acta fs. 64) no cabe dudas que la acción resarcitoria y
de las partes de la relación de consumo no puede considerarse que comienza a correr el plazo
de prescripción, por lo que no corresponde computar la fecha del primer reclamo (29/3/2010)
sino -cuanto menos- la data que la propia demandada reconoce como de “cancelación del
que hasta entonces la acción no estaba expedita y dependía de la conducta contractual de Claro
19
quién, en caso contrario, podría mantener vigente la situación de indefinición hasta hacer vencer
pronunciamiento que declaró la responsabilidad civil de Claro, por haber infringido el deber de
información y el de trato digno, equitativo y no discriminatorio (art. 42 CN; arts. 8, 10, 10 bis, 10
ter, 10 quáter, 52 bis y concs. LDC; arts. 1096 a 1099, 96, 964, 984, 1092, 1094, 1095, 1100 y
concs. CCCN). El núcleo argumental que sustenta mi razonamiento es el siguiente (art. 3 CCCN):
- Los arts. 1096 a 1098 CCCN (derivados del art. 42 CN en su correlación con el art. 8 bis
y, para lo que aquí interesa, los arts. 10 y 10 bis LDC, según texto ley 24.999 y doctrina del art.
10 quáter según ley 27.265 del 17/8/2016) consagran una responsabilidad objetiva y de
prueba de la ruptura total o parcial del nexo causal (Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Prácticas
abusivas en los contratos de consumo” Sup. Esp. Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación.
Contratos 2015 (febrero), 25/02/2015, 237,Cita Online: AR/DOC/392/2015; arts. 1721, 1722,
- Claro no demostró que para dar de baja al servicio telefónico actuó de modo razonable,
previsible y regular conforme la pauta de comportamiento que fluye del standard de “buen
proveedor profesional”, que debe asegurar y garantizar condiciones y trato digno a los
consumidores y usuarios (arts. 729 y 1097 CCCN), en el trípode de la confianza del consumidor
en las marcas y productos que elige y adquiere, buena fe negocial y expectativa de cumplimiento
eficaz del servicio (arts. 9, 10, 11, 12, 1061, 1062, 1066, 1067, 1094, 1095, 1119, 1120, 1121,
1122; arts. 3, 2do. párr. “in fine”, 8, 19, 37 incs. a) y b) y 53 LDC). La demandada, por el contrario,
asumió en el proceso una conducta reticente y de falta de colaboración, lo que fortifica que deba
recaer sobre ella la carga de la prueba de la eximente: la legitimidad de todo el trámite que
- Este extremo fáctico no sólo no se cumplió sino que con la prueba directa y la
20
presuncional (art. 163 inc. 5 CPC y 53 LDC, que consagra la carga dinámica de la prueba) se
acreditó que se tipificó un trato indigno, en los términos del art. 1097 CCCN que remite a los
vergonzantes e intimidatorias, cercenando su libertad de contratar (arts. 724 a 729, 1099 y concs.
CCCN). Ello se corrobora con la aplicación analógica de la conducta ahora prescripta en los arts.
10 ter y 10 quáter LDC, aplicable como regla de interpretación porque éste último corresponde a
la ley 27.265 que no estaba vigente en los años 2010 y 2011 y con lo dispuesto por la Resolución
La autora citada señala que el Código Civil y Comercial amplía el art. 52 bis LDC “con
(Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Prácticas abusivas en los contratos de consumo” Sup. Esp.
desplegada, primero, ante los reclamos de la actora, luego en sede administrativa y finalmente
en el proceso para atender y resolver los requerimientos del consumidor y aceptar la rescisión
Con relación al primer punto, y sintetizándolo, la sentencia de grado consideró que AMX
Argentina S.A.: 1) vulneró el deber de información al omitir acompañar el contrato que contendría
la cláusula que determina unilateralmente las condiciones de cese del servicio; 2) que los
requisitos formales que debía observar la actora constituye una práctica abusiva: enviar una carta
postal con los datos del titular, indicando número de línea a cancelar, número de cuenta y
razones de la baja; y pagar los saldos adeudados y el costo remanente proporcional del
precio con descuento que está sujeto a que el usuario permanezca durante dos años como
21
cliente y en el supuesto de que, por cualquier causa, se cancelara el servicio deber abonar la
cobro por vía de reclamos remitidos por estudios jurídicos, información del estado de deuda al
sistema informático Veraz y la conducta unilateral de Claro que dio curso al trámite como
“suspensión de línea por pérdida” (pese a que la actora accedió a pagar $ 183 para liberarse),
manteniendo la vigencia del contrato y generando nuevos costos adicionales (arts. 19 y 37 LDC).
vulneración del deber de información y que las condiciones impuestas unilateralmente por Claro
para dar de baja al servicio tipifican una práctica abusiva que conculcó la obligación de garantizar
contratación de O. (arts. 42 CN; 1097, 1098, 1099, 1, 2, 3, 8 bis, 10, 10 bis, 37, 53 y concs. LDC).
obtener el cese de la prestación del servicio telefónico, los que le fueron informados cuando se
comunicó telefónicamente en Marzo de 2010 para pedir la referida cancelación (admisión fs. 67
vta.; reconocimientos de la demandada a tenor de las posiciones 1º, 3º, 6º, 7º, 8 de fs. 355/356,
conforme lo dispone el art. 409 CCP que establece que las posiciones importan afirmaciones y
reconocimiento para el ponente), Claro debió acompañar el contrato suscripto entre consumidor
y poder valorar el contexto bajo el cual se imponía el pago de descuentos en el precio, los que
perdían vigencia porque la usuaria pretendió rescindir el contrato antes de los dos años. Claro
prestación del servicio (arts. 1061 a 1067 CCCN). Esto importa la afectación del deber de
información que recae en el proveedor profesional (arts. 42 CN; 1, 2, 3, 8, 10, 10 bis LDC). Rigen
las reglas y principios de los arts. 984 a 989 CCCN y se advierte el disfavor normativo cuando
no deja de ser abusiva al restringir irrazonablemente los derechos de la actora (art. 988) por estar
22
autorizada administrativamente. Con ello doy respuesta al agravio de la demandada que sostiene
la licitud de los requerimientos (que mencionó pero no acreditó documentalmente) por estar
incumplido en el caso toda vez que no se probó que se hubiera convenido un precio diferenciado
por la cancelación anticipada del servicio ni acordado los requisitos para su tramitación (el envío
de una carta postal indicando, entre otros recaudos, la razón por la cual se solicita el cese). Se
sostuvo que “el deber de información correlacionado con el efecto vinculante de la publicidad
(arts. 4, 5, 7, 8, 8 bis, 19 y cc., Ley 24.240), tiene anclaje en el art. 42, Constitución Nacional, y
adecuada del proveedor, tiene por finalidad hacer conocer las características y condiciones del
producto a fines de poner al consumidor en situación paritaria para que, conociendo acabada y
que el proveedor debe informar sobre "las condiciones de comercialización" de los bienes y
servicios (art. 4, Ley 24.240). Esta expresión supone aludir a "las condiciones contractuales bajo
las cuales se ofrece y/o formaliza el negocio, puesto que en esa fase la información deberá estar
económicas y jurídicas de acceso al producto o servicio, habida cuenta de que en este caso tiene
plenamente eficaz" (con sus citas y remisiones, CCC, Sala II, Azul - 05/06/2018, “Barcelonna,
María Paula y otro/a vs. Naldo Lombardi S.A. y otro/a s. Daños y perjuicios”).
Pese a que con lo expuesto se abastece la conclusión a la que arribo (art. 3 CCCN), dado
que la demandada describió los requisitos impuestos a O., y sin ánimo de extenderme, parece
descargo. Dijo así: “es importante mencionar que para realizar la cancelación definitiva de la
línea era necesaria una solicitud expresa por parte de la titular, la cual se hace por medio de
envío de una carta documento al apartado postal Nº 2 C.P: X5000ZAA donde se debe expresar
23
los datos personales del titular, el número de celular a cancelar, el número de cuenta asignado,
y los motivos por los cuales se solicita la baja del mismo. Es importante mencionar que en la
SDS (Solicitud de Servicio) firmada por el cliente se establece que la baja de la línea tendría
costo o no, dependiendo de la antigüedad de la misma, la cual establece que se bonifica el cargo
así también tendrá un costo adicional correspondiente, este costo al subsidio remanente de
equipo, dicho concepto es un beneficio (descuento) que se le otorgó al cliente con la adquisición
de un equipo, este se divide en cuotas que se amortizarán siempre y cuando la línea se encuentre
en las mismas condiciones de compra” (sic. fs. 243). En la expresión de agravios la demandada
admite a fs. 699 vta./700 que “la actora decidió unilateralmente dar de baja el servicio …”
(mediante el envío de una carta postal con fecha 23/5/2011) y que en esa oportunidad “se negó
del contrato”, y que “recién abonó los cargos una vez que recibió la intimación emitida por el
resolución de la OMIC Tandil sancionatoria de Claro, señalo que la “bonificación” del servicio no
es real porque opera sólo si el cliente se mantiene cautivo durante dos años y deviene irrazonable
que deba integrar el cargo bonificado si la rescisión obedece a causas no imputables a él. Y la
del CCCN sino también del argumento interpretativo que provee el art. 10 quáter LDC, vigente a
partir del año 2016, que expresamente dispone “Prohibición de cobro. Prohíbase el cobro de
preaviso, mes adelantado y/o cualquier otro concepto, por parte de los prestadores de servicios,
incluidos los servicios públicos domiciliarios, en los casos de solicitud de baja del mismo realizado
por el consumidor ya sea en forma personal, telefónica, electrónica o similar” (sic.). Si bien es
cierto, como lo afirma la demandada, que dicha norma no estaba vigente, su contenido
sobreviniente revela su antijuricidad intrínseca toda vez que motivó que el legislador impusiera
esa prohibición. También se alega que la mecánica de baja obedecía a la tecnología vigente en
24
el año 2010/2011 que no es la actual. Ello tampoco es de recibo porque no se trata de imponer
o pretender que en la época en que sucedieron los hechos se pudiera dar de baja accediendo a
una página web, cómo ahora lo prescribe (de modo harto sencillo) la Resolución 316/2018 de la
Secretaría de Comercio que instauró “la obligatoriedad a los proveedores de servicios que
posean formas de contratación por vía telefónica, electrónica o por cualquier otro medio similar,
Resolución 26/2003 de esa Secretaría disponía que eran entre otras, cláusulas abusivas, las que
sumas adeudadas al proveedor” (arts. a), e) puntos I y II, f), h). Por consiguiente la conducta
negocial de Claro resultó ilícita (conf. Centanaro, Ivana C., “Baja del servicio en las relaciones de
expresar que “la cláusula encierra una restricción al derecho del consumidor pues si bien la
empresa no cobra el cargo de bonificación, si por cualquier causa el contrato se extingue antes
del año, el pago del cargo se hace exigible por medio de porcentajes. Este criterio y sus razones,
en particular su relación con el cargo bonificado, no surgen de modo explícito y, además, esa
cláusula no supera el test de razonabilidad que exige el orden jurídico vigente. Así las cosas, la
cláusula y su alcance debe ser interpretado de conformidad con los artículos 3 y 37 inc. b) de la
ley 24.240. Cabe recordar que el art. 3 de la citada ley establece que ‘en caso de duda, se estará
siempre a la interpretación más favorable para el consumidor’. Por su parte, el art. 37 inc. b)
dispone que se tendrán por no convenidas ‘Las cláusulas que importen renuncia o restricción de
los derechos del consumidor o amplíen los derechos de la otra parte’ y que ‘La interpretación del
contrato se hará en el sentido más favorable para el consumidor (.). Cuando existan dudas sobre
los alcances de su obligación, se estará a la que sea menos gravosa” (conf. Cám. Apel. Cont.
Adm. y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Sala I, 10/3/2011, “CTI PCS S.A. –
25
CTI Móvil c/ GCBA s/ otras causas con trámite directo ante la cámara de apelaciones”; Trib. cit.,
de 2011 el pedido como “suspensión de línea por pérdida”, lo que generaba un costo adicional,
aspectos puestos de relieve por la sentencia. En efecto, en aquella oportunidad la actora pagó $
183.- y luego, como quedaba un cargo pendiente, $ 122,50.- el 8 de Junio de 2011, dando de
baja en forma provisoria el 11 de Julio de 2011, fecha de notificación del reclamo ante la Oficina
el escrito de agravios, resulta de la copia del recibo glosado a fs. 62, de los informes del Banco
Nación de fs. 315/316, 322/327, del expediente administrativo obrante en fotocopias a partir de
fs. 217/218 y 243 vta. (art. 384 CPC). Además, en el informe agregado por la demandada, y en
Claro reconoce que según sus registros “ el día 4/6/2011 se tomó contacto con la titular y se le
informó que para la cancelación debía verse registrado el pago de la deuda de la cuenta” (lo que
constituye una practica abusiva) y la titular informó que el pago estaba hecho pero no lo probó
(imponiendo la carga de la prueba a la actora). Luego “la titular toma contacto con área de
atención al cliente el 30 de Julio 2014 manifestando haber realizado el pago y solicitando libre
deuda … Según registros el cliente abonó los $ 122,50 finales el 8/6/2011 y $ 61 finales el
2/10/2014 dejando la cuenta sin deuda” (sic. informe fs. 340/341). Ello se corresponde con lo que
vía extrajudicial el 15 de Mayo de 2011 sin identificar el monto adeudado y requiriendo que el
cliente se dirija a una dirección o teléfono para “regularizar su situación”, en misiva suscripta por
“Claro. Gestión de Clientes en Mora”, sin exhibir ni firma ni identidad del empleado o funcionario
de la empresa requirente, indicándose sólo que pertenecía al “Estudio: V/N” (fs. 55). Luego el 22
26
intimación, pero esta vez para regularizar había que dirigirse a otro domicilio, en Mar del Plata al
“Estudio: GSA Collections SA” (fs. 56). El requerimiento formal data recién de fecha 17 de
cuando en Junio de 2011 obra copia de la reiteración de un fax cursado por la actora
No obstante estos avatares la actora figura en el registro Veraz como morosa en el servicio
de telefonía celular desde el “12/2011”, cuando ya había pagado $ 183, deuda informada
telefónicamente porque -como se dijo- las dos primeras interpelaciones no indicaban el monto, y
contractual es manifiesto por cuanto la empresa denunciada no procesó la baja del servicio pese
a haber abonado la denunciante las sumas “supuestamente adeudadas” (sic. fs. 50 vta.).
Todo lo expuesto destaca la notoria y grave inconducta negocial de Claro, vulneratoria del
deber de información y del trato digno y equitativo de O., conculcatoria de su libertad de contratar,
a quién se sometió, con notorio perjuicio, a una madeja de condiciones contractuales, trámites
de baja del servicio, requerimientos de pago inusuales (por la falta de identificación del titular y
serio y responsable (arts. 42 CN, 1, 2, 3, 8, 10, 10 bis, 37, 52 bis, 53 LDC; arts. 984 a 989; 1061
a 1067, 1092 a 1095, 1096 a 1099 y concs. CCCN; Resolución 26/2003; doctrina art 10 quáter
LDC).
conexión con el art. 52 bis: “La exigencia de condiciones de atención y trato digno apunta a la
situación subjetiva, al respeto del consumidor como persona que no puede ser sometida a
digno del art. 42 de la CN, algunos de cuyos casos son hechos ilícitos en sentido lato del art.
1066 del CC como en los reclamos extrajudiciales o dolosos como en la discriminación (ver Kiper,
Claudio M. en Picasso-Vázquez Ferreyra, “Ley de Defensa del Consumidor …”, t. 1, págs. 122 a
27
148; Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Prácticas abusivas …” cit. y Tobías, José W, “Persona,
Defensa del Consumidor Comentada y Anotada””, Buenos Aires, La Ley 2011, t. 1, 91, 114). Se
desarrollada por el proveedor que se conoce habitualmente como “mal trato” que permite imponer
las sanciones del art. 52 bis originados en el aprovechamiento por la parte más fuerte que es el
proveedor (Junyent Bas, Francisco y otros, “Ley de defensa del consumidor: comentada, anotada
y concordada”, Buenos Aires, Errepar, 2012, pág. 107, las comillas son del original; Lorenzetti,
Consumidores, 2ª ed., Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2009, págs. 149 y 233 e Iturbide, Gabriela
A., “Reflexiones sobre el trato equitativo y digno en la relación de consumo”, pto. 3, elDial-DCB6A
del 1-6-07) o eventualmente a conductas que son claramente dolosas como se ha entendido
ocurre en el caso de la discriminación (ver CNCiv., Sala H, c. 35.876/14 “P., D. N. c. General Paz
Hotel S.A. s. daños y perjuicios” del 16-12-16 con la disidencia parcial de la Dra. Abreut de Begher
quien entendió no debidamente probado el factor agravado en ese caso, Voto de la mayoría del
Dr. Racimo; CNCiv., Sala A, 17/10/2017, “M., M. S. y Otro c/ Organización de Servicios Directos
Por lo expuesto propicio al acuerdo la confirmación de esta parte del fallo, atendiendo a
argumentos invocados que no resultan necesarios para decidir (vgr. aplicación de la ley 27.078).
daños resarcibles
1.- El rubro daño material fue admitido por la suma de $ 311, el daño moral por $ 35.000 y
el daño punitivo por $ 1.000.000, condenándose en total a pagar $ 1.035.372. Señalo que ese
monto total y sin perjuicio de los agravios para cada rubro, está consentido (el total asciende a $
1.035.311 y el daño material resulta ligeramente inferior a la sumatoria de cada ítem: $ 183; $
28; $ 100; $ 61 y correspondientes a las sumas depositadas y a la estimación del costo de una
28
Sólo la demandada cuestiona la procedencia y cuantía del daño patrimonial y moral. Y
omite fundar porqué se debe reintegrar el pago, consentido por la actora, y derivado de la
ilegítima la conducta consistente en efectuar esos cobros, y por consiguiente el crédito que se
reclamó, la demandada no probó (ni siquiera intentó hacerlo): cuál era el costo total del servicio
contratado; cuál era el “descuento” o “bonificación” por acceder al plan de 24 meses, cuál era el
saldo adeudado, cómo liquidó el supuesto “prorrateo” de la suma pendiente por haber “caído” el
plan. No explicó, detalló o aclaró la causa ni la legitimidad de los créditos cobrados ni de sus
cuantías, por lo que su agravio debe ser rechazado (arts. 724, 727, 729, 730 in c y concs). Más
saldos omitidos explicar y detallar por provenir de cláusulas abusivas, insertas en el contrato o
“Solicitud de Servicio” omitido acompañar (en sede administrativa y en este proceso) se “tienen
por no convenidas” las que supuestamente conferían el derecho de cobro por cancelación (art.
985 CCCN), aplicando el principio protectorio del consumidor (arts. 987, 1094, 1095 y concs.
Tampoco resulta atendible el cuestionamiento del daño moral y del monto de condena.
agravio, de las contingencias propias del mundo de los negocios, sino que no cabe dudas que la
adecuada con la serie de incumplimientos y afectaciones irrogados por Claro: no darle de baja
al servicio, exigirle enviar una carta postal, exigirle pagar un saldo por cancelación anticipada
que resultó sorpresivo y abusivo; reclamar dos veces por carta remitida por dos departamentos
distintos de gestión por cobro, reclamar por carta documento, otorgar el trámite de suspensión
29
administrativo (aunque luego se efectuaron ofrecimientos de acuerdos extrajudiciales que la
actora no aceptó), todo ello constituye un soporte fáctico suficiente para alterar y modificar
disvaliosamente la esfera extrapatrimonial de la demandante (arts. 522 y 1078 CC; art. 1741
aflicciones padecidas por la actora (arts. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 8bis, 10 bis, 13, 17, 18, 37, 38, 40 y
concs. L.D.C.; arts. 1066, 1067, 1078, 1083 y concs. Cód. Civ.; art. 1741 y concs. CCCN; este
Tribunal, causa nº 62.827, 05/06/2018, “Barcelonna, María Paula y otro/a vs. Naldo Lombardi
2.- El daño moral tiene carácter resarcitorio aunque a veces encubiertamente suele
(conf. mis trabajos "Daños a las personas" RRCyS 2005-35; "Nuevos daños a las personas en
la sociedad de riesgo" en libro Homenaje al Profesor Jorge Mosset Iturraspe, Santa Fe, Ediciones
UNL 2005, p. 159). Lorenzetti puntualiza que se asiste a una notable expansión del concepto de
noción más amplia de daño a la persona como lesión a derechos fundamentales de raigambre
constitucional (Lorenzetti Ricardo, "El daño a la persona", LL 1995-D-1012; aut. cit. "La lesión
física a la persona. El cuerpo y la salud. El daño emergente y el lucro cesante", Rev. de Der. Priv.
y Com., Nº. 1, "Daños a las personas", p. 103). El daño moral se concibe considerando el interés
jurídico susceptible de ser reparado toda vez que el derecho no protege los bienes en sí mismos
extrapatrimoniales que resultan frustrados a raíz del hecho dañoso (conf. "El daño moral
pág. 253; Bueres, Alberto J., "El daño moral y su conexión con las lesiones a la estética, a la
p. 237; Boragina, Juan, "El Daño" en "Derecho Privado" (Homenaje a Alberto Bueres), pág. 1138;
30
Calvo Costa, Carlos, "Derecho de las obligaciones" T. 2 p. 239). El daño moral es el que conculca
o inmerecido para la víctima (cf. Morello, Augusto M., "Indemnización del daño contractual", pág.
De su clásico y más reducido ámbito, restringido inicialmente al "precio del dolor", ahora
se difunde la noción del "precio del consuelo" -receptado por el art. 1741 CCCN- esto es al
resarcimiento que "procura la mitigación o remedio del dolor de la víctima a través de bienes
deleitables (por ejemplo escuchar música) que conjugan la tristeza, desazón, penurias" (Iribarne,
Héctor P., "De los daños a la persona" págs. 147, 577, 599 pág. 401; aut. cit. "Ética, derecho y
reparación del daño moral" en anotación a fallo en ED 112-280; aut. cit. "La cuantificación del
daño moral" Revista de Derecho de Daños Nº. 6 "Daño Moral" p. 197). La jurisprudencia viene
receptando esa interpretación señalando que "se atiende no sólo al dolor sino a todas las
aflicciones, preocupaciones y pesares a los que el dinero puede compensar en cierta medida,
reemplazando en el patrimonio moral el valor que del mismo ha desaparecido" como medio de
extrapatrimoniales" (Cám. Nac. Civ., Sala F, 12/3/2004, "García, Ramón Alfredo c/ Campana,
Aníbal s/ daños y perjuicios", voto Dra. Elena Highton de Nolasco elDial AA1F9C; Cám. Nac.
entre otros).
El daño moral consiste "no sólo en el dolor, padecimiento o sufrimiento espiritual del
vida de las personas" (Highton, Elena I. - Gregorio, Carlos G. - Álvarez, Gladys S., "Cuantificación
Comunitario 21, Derecho y Economía, pág. 127; conf. mis trabajos "Afección al Espíritu de la
Persona. Legitimados para reclamar el daño moral" en "Estudios de Derecho Privado Moderno.
31
Homenaje al Dr. Julio César Rivera", Ed. L. L., Bs As 2012 pág. 145; "Los daños a las personas
de Derecho de Daños 2009-3-245; "Cuánto" y "quién" por daño moral" en "Homenaje a los
Ciencias Sociales de Córdoba Ed. Advocatus, Córdoba 2009-T. III pág. 1659; esta Sala, causa
"Baeza Silvia c/ Buenos Aires, Pcia. de"; conf. "El daño moral (como "precio del consuelo") y la
Corte Nacional " RCyS2011-VIII, 176) ha sido reiteradamente aplicada por este Tribunal (esta
Sala causas N° 54530, 23/08/11 "Torres Elsa c/ Bustingorry, Alejandro"; N°55314, 20/10/11
"Orradre Oscar c/ Reble Luis"; N° 55146, 04/10/11 "Dumerauf Hugo c/ Diario El Popular").
Por lo expuesto y teniendo en cuenta que la suma conferida a la actora (apelada por alta)
3.- Dos acotaciones finales. La sentencia autorizó a descontar la suma de $ 2.000 fijada
en la resolución administrativa como daño directo (art. 40 bis LDC) del monto final de daño moral
Buenos Aires para las operaciones de depósito a treinta días, desde la fecha del ilícito (fijado el
1.- La sentencia de grado desestimó el planteo de inconstitucionalidad del art. 52 bis LDC
a distintas entidades vinculadas con la defensa del consumidor, sin perjuicio del destino que
32
La demandada cuestiona la procedencia de la multa civil, señala que no se configuraron
los presupuestos de admisibilidad, y luego embate contra el monto, el que considera exorbitante,
principio non bis in idem, solicitando que los intereses se devenguen desde la fecha de mora en
el pago que se determine en la sentencia y no desde la producción del hecho porque recién es
exigible con la sentencia definitiva. Cita jurisprudencia que refiere a los montos fijados en otros
inferirse del expediente la suma millonaria que Claro ganó como consecuencia de éstas prácticas
abusivas, solicita se eleve la condena al máximo de $ 5.000.000 que prevé la ley 24.240.
consideraciones teóricas formuladas desde otro lugar (CCiv. y Com. Azul, Sala II, 11/6/2013,
"Rossi, Laura V. c/ Whirlpool Argentina S.A." RCyS 2013-IX, 99; CCiv. y Com. Azul, Sala II,
5/4/2017, “Dabos, Marcos Alberto c/ BBVA Banco Francés S.A. s/ Daños y Perj. Del./Cuas. (Exc.
Uso Aut. y Estado)”; CCC, Sala II, Azul - 05/06/2018, “Barcelonna, María Paula y otro/a vs. Naldo
Lombardi S.A. y otro/a s. Daños y perjuicios”; Galdós, Jorge M., (con la colaboración de Gustavo
Blanco y Maria Eugenia Venier), “Los daños punitivos en la Ley de Defensa del Consumidor”, en
Stiglitz, Gabriel y Hernández, Carlos, “Tratado de Derecho del Consumidor”, Ed. La Ley Bs. As.,
2015, Tomo III, p. 259; y “Otra vez sobre los daños punitivos”, SJA 2016/06/08-1; JA 2016-II;
“Los daños punitivos. Su recepción en el Código Civil de 1998. Primeras aproximaciones”, RCyS,
1999-23; “Daño moral colectivo. Daños punitivos y legitimación procesal activa”, RDD Nro. 6-
Daño Moral, p. 133; “La sanción pecuniaria disuasiva ambiental”, Revista de Derecho Ambiental
33
julio/Septiembre 2012 nº 31 p 86; LLamas Pombo, Eugenio Mayo, Galdós Jorge M., “Daños
(como la denominaban los arts. 1714 y 1715 del Anteproyecto de CCCN) o daño punitivo o multa
civil como lo designa el art. 52 bis LDC, así como los restantes reproches constitucionales, no
doctrina legal de la Suprema Corte (confirmando el “leading case” de CCiv. y Com. de Mar del
3.- Sostuve antes que los daños punitivos consisten en adicionar al dañador un "plus" de
los principios de razonabilidad y legalidad, y que rige en caso de daños graves causados con
Se sostiene, en opinión que comparto, que "las penalidades deben respetar las garantías
constitucionales del debido proceso y el derecho de defensa. Además, no han de ser excesivas.
rebasa el quantum que la finalidad de la sanción aconseja a fin de disuadir de conductas futuras"
(cf. Hernández, Carlos y Sozzo, Gonzalo, “La constitución judicial de los daños punitivos.
López Herrera afirma que los daños punitivos participan de la naturaleza de una pena
34
elemento objetivo agravado (cf. López Herrera, Edgardo, “Daños punitivos en el Derecho
argentino. Art. 52 bis, Ley de Defensa del Consumidor”, JA 2008-II-1198, p. 1202). Para
desaprensivas por parte de los actores económicos, castigando las mismas, al enviar a pagar a
quien resulte afectado por las consecuencias de dichas prácticas, una suma en concepto de
multa civil, la cual se adicionará a la fijada en concepto de resarcimiento del daño” Colombres,
Fernando M., “Los daños punitivos en la ley de defensa del consumidor”, LL 2008-E-1159).
Mosset Iturraspe afirma que “la multa civil es una especie de sanción represiva, aflictiva, en
cuanto impone una privación patrimonial” (arts. 21 Cód. Penal y 1004 Cód. Civ.) que no atiende
particulares, víctimas de un daño (cf. Mosset Iturraspe Jorge, “Responsabilidad por daños” Parte
general Tº. I Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1998, ps. 359, 362 y 404). Los daños punitivos –
dice Wajntraub- tal como son legislados en el régimen de defensa de los consumidores
de los daños y perjuicios que pudiera corresponder. De esta forma se aprecia su propósito
meramente sancionatorio” (cf. Mosset Iturraspe, Jorge y Wajntraub, Javier H., “Ley de defensa
Es decir, el daño punitivo importa una condena “extra” que se impone ante una conducta
que se aparta gravemente de aquellos niveles de precaución deseables socialmente (cf. Irigoyen
Testa, Matías, “¿Cuándo el juez puede y cuándo debe condenar por daños punitivos?”, RCyS
2009-X, 16; Vázquez Ferreyra, Roberto, “La naturaleza jurídica de los daños punitivos”, RDD,
Daño punitivo, 2011-2, Rubinzal Culzoni Editores, p. 11). En este sistema –opinan Rinessi y Rey-
se entiende por daños punitivos el mecanismo por el cual se condena a pagar una indemnización
que busca reparar la violación a los derechos constitucionales de los ciudadanos, ocasionada ya
sea por funcionarios del gobierno o por los particulares. Son las sumas de dinero que los
tribunales exigen pagar con el fin no de indemnización compensatoria, sino como una sanción
con fines ejemplarizantes (cf. Rinessi, Antonio J. Y Rey de Rinessi, Rosa, “Naturaleza jurídica
35
del daño punitivo”. RDD, 2011-2 “Daño punitivo”, p. 117). Kemelmajer de Carlucci sostiene “que
“los punitive damages” se conceden para sancionar al demandado (el sujeto dañador) por haber
acciones del mismo tipo” (cf. Kemelmajer de Carlucci, Aída, “¿Conviene la introducción de los
Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires. Anticipo de Anales-Año XXXVIII Segunda época
– Nº. 3).Para Centenaro “consisten en una multa civil que el consumidor puede obtener y cuyo
importe no guarda relación con el daño que ha sufrido” (cf. Centanaro, Esteban, “Contrato y
Conte Grand, Julio y De Reina Partiére Gabriel, “Estudios de derecho civil con motivo del
Las notas tipificantes según el art. 52 bis LDC son las siguientes: se trata de una
condenación que es distinta y diferente del resarcimiento del daño; por eso se la vincula con las
y punir graves inconductas del dañador; son de origen legal, por lo que se requiere de norma
expresa que los regule; la determinación del destino es un aspecto librado esencialmente al
arbitrio legislativo; son de carácter excepcional por lo que requiere que sus presupuestos
subjetivos y objetivos estén tipificados: dolo o culpa grave, “grave menosprecio hacia los
derechos ajenos” en la terminología de los proyectos de reforma, y una conducta antijurídica del
dañador que revista entidad y significación (CCiv. y Com. Azul, Sala II, 11/6/2013, "Rossi, Laura
V. c/ Whirlpool Argentina S.A." RCyS 2013-IX, 99; CCiv. y Com. Azul, Sala II, 5/4/2017, “Dabos,
Marcos Alberto c/ BBVA Banco Francés S.A. s/ Daños y Perj. Del./Cuas. (Exc. Uso Aut. y Estado;
CCC, Sala II, Azul - 05/06/2018, “Barcelonna, María Paula y otro/a vs. Naldo Lombardi S.A. y
tesis intermedia que se refiere a su procedencia restrictiva sólo en caso de ilícitos lucrativos; y,
36
finalmente, la que se pronuncia por su constitucionalidad y procedencia (la que desarrollaré
Zavala de González, Pizarro, Moisá, Rubén Stiglitz y Gabriel López Herrera, Chamatroupos,
Alvarez Larrondo, Sozzo, Hernández, Irigoyen Testa, Rinessi, Vazquez Ferreyra, entre otros -
conf obs cits supra-). Ello a partir de una “lectura correctora” del texto legal, ya que existe
coincidencia acerca de los defectos de técnica legislativa que exhibe el citado art 52 bis. De este
modo se pronunciaron los más importantes congresos jurídicos nacionales (entre otros más XII
en Tucumán en 2011; Conclusiones de las XXIV Jornadas Nacionales de Derecho Civil. UBA
demandada impugna, y con cuyos fundamentos daré respuesta a sus agravios, parte del
presupuesto de que la responsabilidad civil cumple tres funciones: prevenir, reparar, sancionar.
Esta tesis, ya admitida y desarrollada por el Tribunal, sostiene que la pena es pública o privada
terceros; de ellas la multa es la pena pecuniaria por excelencia que afecta al patrimonio del
infractor. Se trata, en síntesis, de una sanción económica para prevenir y reprimir infracciones o
delitos que afecten al orden social (cf. Galdós Jorge M., “La responsabilidad civil (parte general)
Cuantitativa del daño” RCyS, 2012-II-95). Por eso, y más allá de la conveniencia de que el destino
del daño punitivo sea mixto, el art 52 bis no vulnera el principio de la reparación plena del daño
ni produce un enriquecimiento sin causa de la víctima porque se trata de una pena civil. Se acota
la norma civil y de la penal y que la distinción entre sanción civil y sanción penal obedece a
37
circunstancias dogmático-contingentes establecidas por el legislador, quien determina su
naturaleza (cf. Moisá Benjamín, “Los llamados "daños punitivos" en la reforma a la Ley Nro.
24.240”, RCyS, 2008-871; López Herrera, Edgardo, “Daños punitivos en el Derecho argentino”,
Art. 52 bis, Ley de Defensa del Consumidor, JA, 2008-II-1198 y “Los daños punitivos: naturaleza.
Bs. As., Ed. Abeledo Perrot, 2008, p. 304). Por lo demás la multa civil “está desprovista de los
principios, normas y garantías del derecho penal. Las penas pecuniarias que se mandan a pagar
en concepto de daños punitivos no constituyen sanciones penales sino civiles y quedan, por lo
tanto, al margen de esas garantías” (cf. XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Santa Fe
1999; Kemelmajer de Carlucci, Aída “¿Conviene la introducción de los llamados “daños punitivos”
en el derecho Argentino?”, cit.). En las citadas XXIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil se
concluyó que “las instituciones que determinan condenas pecuniarias implican una función de
pecuniaria disuasiva es una pena, de naturaleza civil, totalmente aplicable al derecho argentino
y “una interpretación razonable de la norma (art. 52 bis LDC) exige su adecuación a los principios
informadores del Derecho Privado y el resguardo de los derechos constitucionales” (cf. XXII
Jornadas Nacionales de Derecho Civil- V Congreso Nacional de Derecho Civil. Córdoba, 2009,
memoria del Dr. Augusto Mario Morello. Comisión número 1-Derecho Civil-"Prevención y
www.cadjj.org.ar/documentos/Jornadas).
civil que cumpla con los requisitos de legalidad (es decir existencia de norma expresa que la
regule, y que en el caso resulta del art. 52 bis LDC), razonabilidad y proporcionalidad y que se
asegure el derecho de defensa y del debido proceso, porque -reitero- la condenación pecuniaria
“no infringe preceptos constitucionales porque no resulta comprendida por las garantías propias
del Derecho Penal …”. En las XVII Jornadas Nacionales se decidió por unanimidad que: “las
38
penas privadas no están alcanzadas por las garantías constitucionales propias del proceso penal
(v.gr. non bis in idem, prohibición de autoincriminación, personalidad de la pena, etc.). Es preciso,
en cambio, que ellas no sean excesivas y que resulten respetadas las garantías constitucionales
del debido proceso y del derecho de defensa”. Ello así porque las mencionadas penas privadas
“abastecen los principios de legalidad y del debido proceso; afianzan el rol preventivo y
Además el exceso en la punición está contrarrestado por el ‘activismo judicial’ y por el principio
de razonabilidad, que serán árbitros idóneos para impedir “la desnaturalización de los efectos de
la multa civil” (cf. Galdós Jorge M., “Los daños punitivos. Su recepción en el Código Civil de 1998.
Primeras aproximaciones”, RCyS, 1999-23). Se argumenta que “nuestra propia Corte Suprema
que con relación a las sanciones no penales (…) no rigen estrictamente las garantías del proceso
penal receptadas por los tratados internacionales y nuestra Constitución Nacional” (cf. Moisá,
Benjamín, “Los llamados “daños punitivos” en la reforma a la Ley Nro. 24240”, RC y S 2008-271).
De modo parecido se afirma que la sanción pecuniaria disuasiva es una pena pero que no hay
obstáculo para su aplicación en el derecho argentino toda vez que la pena no es sólo propia del
derecho penal ya que existen otros institutos de esa naturaleza en el derecho civil (cf. Nallar,
Florencia, “Los daños punitivos en el Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación”, RDPC
2012-3- 471, Proyecto de Código Civil y Comercial –II- p. 471). Mosset Iturraspe afirma que “la
multa civil es una especie de sanción represiva, aflictiva, en cuanto impone una privación
patrimonial” (arts. 21 Cód. Penal y 1004 Cód. Civ.) que no atiende al daño causado, lo que es
(cf. Mosset Iturraspe, Jorge, “Responsabilidad por daños” Parte general, Tº. I Ed. Rubinzal-
emparentados con los daños punitivos”: las “astreintes” (art. 666 bis Cód. Civil), la cláusula penal
(art. 656 Cód. Civil), los intereses punitorios o sancionatorios (arts. 622 Cód. Civ. y 565 Cód.
39
Com.) y la temeridad procesal (arts. 45 CPC Bs. As. y CPC Nac.; cf. Trigo Represas Félix A. en
Cazeaux Pedro N. – Trigo Represas Félix A. “Derecho de las Obligaciones”, 3ª. Ed. aumentada
y actualizada, Ed. Platense, La Plata, 1996, Tº. V p. 930; aut. cit. “Daños punitivos” en “La
Se acota que se presenta un “revival de la pena privada” y el derecho civil “no debe temer
la introducción de la noción de pena cuando esta sirve a los otros fines del derecho de daños,
introducción de los llamados daños punitivos en el derecho argentino?”, cit. p. 13, Nº. 4 y p. 59
Nº. 3). Incluso quienes participan del criterio de que la multa civil representa una sanción penal
describen claramente sus requisitos (cf. Sánchez Costa, Pablo, “Los Daños punitivos y su
la pena privada del art. 52 bis LDC en la “compleja y particular problemática del derecho del
consumo que crea un sistema reparador propio de una rama del derecho específica, que se
aparta del régimen civil y que crea sus propios institutos acorde a la realidad negocial, social y
económica de ese sector” (cf. Alvarez Larrondo, Federico M., “La consistencia de los daños
punitivos”, LL 2009-B-1156).
y represivas formuladas por Arauz Castex (cf. Arauz Castex, Manuel, “Derecho Civil-Parte
General”, Bs. As., 1968, Tº. II, p. 382 y ss.), con relación al Código Civil, que la doctrina recogió
(cf. Mosset Iturraspe, Jorge, “Responsabilidad por daños” Parte General, Tº. I cit. p. 359, nota 6),
e incluso mantiene y actualiza (cf. Trigo Represas Félix en Cazeaux Néstor y Trigo Represas
Félix, “Derechos de las obligaciones”, Ed. Platense, 1994, Tº. IV, p. 462, Nº. 2399). En la sanción
hecho diferente a la conducta debida, mientras que en las resarcitorias es igual o equivalente a
ese deber inobservado. Agrega que en “el derecho civil la mayor parte de las sanciones son
40
resarcitorias; pero las hay también represivas, tanto en materia patrimonial como de familia. Es
erróneo pensar que las sanciones represivas son exclusivamente propias del derecho penal. En
derecho civil también las hay, y nada tienen de anómalo ni de inconciliable con los caracteres
extrapatrimoniales –vgr. pérdida de la patria potestad (art. 307 Cód. Civ.), corrección del hijo por
el padre (art. 278) -entre otras– y de las patrimoniales (vgr. pérdida de la vocación hereditaria
por indignidad (art. 3291/96), revocación de la donación por ingratitud (art. 1858), “nemo auditur
...” (vgr. pago - art. 795; dolo recíproco -art. 1047-; juego prohibido -art. 2063-; entre otras)” (cf.
Arauz Castex, Manuel, “Derecho Civil-Parte General” cit., Tº. II p. 384 Nº. 1683; Trigo Represas,
En conclusión, y con palabras del Congreso Nacional de Derecho Civil del año 2009: “La
cláusula penal, los intereses punitorios, sancionatorios, astreintes, entre otros” (cf. XVII Jornadas
5.- La multa civil, daño punitivo o sanción pecuniaria disuasiva del art. 52 bis LDC
constituye- en síntesis- una suerte de pena privada, afín a otros institutos, a los que no se le
aplican los principios del derecho penal. Requiere – eso sí- de norma expresa que la regule y le
confiera el marco legal de procedencia que asegure los derechos de defensa y del debido
demás, los actuales arts. 1714 y 1715 CCCN constituyen valiosas herramientas normativas para
(supuesto que no se verifica en autos). El exceso de punición que se procura evitar lo podrá
constituir un supuesto —no necesariamente muy frecuente— en el que respecto del mismo
hecho se activen reacciones jurídicas de distinta naturaleza. Por ejemplo, un hecho ilícito da
origen a una causa penal (y en ella se dispone el pago de una multa), y a otra administrativa o
41
de otra índole. En tal caso, el juez que tiene que evaluar la sanción disuasiva debe tener en
computar la incidencia final de la sanción civil. Para ello puede seguir dos caminos: reducir la
sanción o, como alternativa última, dejarla sin efecto en forma total (arts. 1714 y 1715 CCCN). El
caso de excesiva punición más frecuente podrá constituirlo la acumulación de una multa
administrativa fijada por la autoridad de aplicación del consumo, la que deberá contemplarse a
fines de la cuantificación del monto final, supuesto que no se verifica en autos atendiendo a la
escasa incidencia del monto otorgado por la resolución de la OMIC Tandil (fs. 48/53, $ 20.000).
Por lo demás la carga de la prueba del exceso de punición incumbe al legitimado pasivo porque
impuestas.
que la punición del derecho del consumo no tiene la misma estructura que la sanción penal (TS
Córdoba, 10/5/2016, “Defilippo Daría c/ Parra Automotores”, RCyS 2016 (septiembre), p. 83. ver
también: CCiv. y Com., Sala I, Mercedes, 28/06/2016, “Lespade, Carlos Matías vs. Telecom
Personal S.A. s. Daños y perjuicios por incumplimiento contractual”, voto Dr. Ibarlucía; CCiv. y
Com. Azul, Sala II, 11/6/2013, "Rossi, Laura V. c/ Whirlpool Argentina S.A." RCyS 2013-IX, 99;
CCiv. y Com. Azul, Sala II, 5/4/ 2017, “Dabos, Marcos Alberto c/ BBVA Banco Francés S.A. s/
efecto, la Cámara Nacional Civil, Sala A (integrada) admitió por mayoría la constitucionalidad del
art 52 bis y condenó a una empresa de medicina prepaga por haber negado reiteradamente las
prestaciones para la rehabilitación de un niño con discapacidad, asumiendo “un obrar grosero y
rayano con el dolo contractual”. En minoría el Dr. Li Rossi sostuvo que no se configuraban los
presupuestos (la empresa no demostró un desinterés de entidad para que se imponga la multa
civil) y en disidencia parcial el Dr. Picasso, con adhesión del Dr. Zannoni, declaró la
42
inconstitucionalidad del art. 52 bis, porque los graves defectos constitucionales no son
superables por una interpretación correctora del texto legal (cf. CNCIV, Sala A, 17/10/2017, “M.,
- AAA3E0 (voto Dres. Molteni, Li Rosi (en disidencia parcial), Sebastián Picasso (en disidencia
parcial), Zannoni (en disidencia parcial), Fernando Racimo, Calatayud e Iturbide. Se otorgaron
$ 250.000 para cada coactor). El voto de Zannoni hizo hincapié en la improcedencia de que todo
el monto se destine a la víctima. Los distintos y fundados votos de la mayoría (de los Dres.
Molteni, Racimo e Iturbide), correlacionaron el art. 52 bis con el art. 8 bis LDC, que tutela la
dignidad del consumidor y cuya infracción determina una responsabilidad objetiva, mediante una
interpretación correctora apoyada en el art 42 CN, diferenciando los tipos penales de la multa
civil. Se concluyó (en lo sustancial) que el “art. 52 bis vinculado tanto con el resto de la ley 24.240
como con la relevante introducción de la protección al consumidor exigida al legislador por el art.
mayoría se admitió la pretensión por la presencia de una pila alcalina en una botella cerrada,
cuantificando la sanción pecuniaria disuasiva en $ 500.000. La minoría (voto del Dr. Moisá) se
pronunció en contra del destino privado de la multa, entendiendo que sólo puede ser público, y
declaró de oficio la inconstitucionalidad del art 52 bis y dispuso que la mayor parte se destine a
una entidad benéfica ($ 1.000.000) y a la víctima ($ 100.000) como incentivo de conducta (cf.
CCiv. y Com. de San Miguel de Tucumán, (Provincia de Tucumán), Sala II, 27/07/2017, “Esteban,
917/12)" – Citar: elDial.com - AAA123 (voto de la mayoría de las Dras. Amenabar y Leone
Mencioné ambos precedentes para remarcar que salvo la opinión –calificada por cierto- del
Dr. Picasso, los restantes y únicos casos en los que se decretó la inconstitucionalidad obedecían
43
a un supuesto que en autos, por sus singularidades, no se presenta: el destino del daño punitivo
al consumidor (voto Dres. Zannoni y Moisá) ya que aquí se configuró el peculiar caso de donación
por parte de la beneficiaria a distintas entidades relacionadas con la defensa del consumo e
incluso, el letrado de la actora Dr. Lucas D. Sanz, también donó parcialmente sus honorarios a
similares entidades. Se configura un singularísimo caso que describe un autor: “los demandantes
y sus abogados, ambos en su rol ciudadano y, por lo tanto, como agentes o motores del cambio
garantizar el destino mixto de la condena por daños punitivos que obtengan. Lo ideal sería que
la liberalidad referida se destine a entidades benéficas o hacia fines sociales o comunitarios (cf.
Chamatropulos, Demetrio A., “Soluciones posibles para la escasa aplicación de los daños
AR/DOC/2780/2013).
7.- Queda explicado entonces que en autos, al haberse producido el inédito supuesto de
vinculadas con la protección del consumidor, se desmantela por completo el principal argumento
de la tesis opuesta (que ya reiteré que no comparto) de que el destino de la suma por sanción y
del consumidor (art. 52 bis LDC). Ello –y obiter dicta- sin perjuicio de la conveniencia de “lege
efectuada por la actora y su letrado, la que aún cuando no reviste las formalidades legales, tiene
entidad suficiente para evidenciar claramente que la Sra. O. no percibirá la totalidad del daño
(art. 52 bis LDC). Por eso, y en el momento del pago, deberá previamente realizar dicha donación
y distribuirse la suma de condena del modo siguiente: un 45% a la “Asociación Civil de Usuarios
5% a la “Fundación Energizar”.
44
Igualmente corresponderá atender a la manifestación de voluntad del letrado Dr. Sanz quien
se pronunció por la donación de sus honorarios de la siguiente forma: 80% a la “Asociación Civil
punición o punición irrazonable porque el monto de condena está comprendido en la escala legal
($ 5.000.000), no se sancionó dos veces por un mismo hecho (vulneración alegada del principio
non bis in idem) la cuantía de la multa administrativa ($ 10.000, que Claro no pagó) fue tenida en
cuenta para adicionar al daño punitivo de $ 1.000.000, por lo que en la práctica el monto global
llegaría a $ 1.010.000 y porque el daño directo fijado en sede administrativa ($ 2.000) se autorizó
a descontar de los daños moral y patrimonial, aspecto que quedó firme (arts. 260 y 261 CPC).
En estos autos Claro, en conducta que no resulta aislada como se desprende de otros
antecedentes judiciales (cf. Cám. Apel. Cont. Adm. y Tributario de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, Sala I, “AMX Argentina S.A. c/ DGDYPC s/ recurso directo sobre resoluciones de
defensa al consumidor”, Exp. 49990/2015-0, cit supra), actuó con grave menosprecio de los
derechos de O. porque: incurrió en una ilicitud en contra del deber de información al no comunicar
anticipadamente al usuario cuál era el trámite de cancelación del servicio; requirió que el
consumidor comunique por carta postal indicando el número y las razones de baja de la línea;
no dio curso al trámite porque no estaba cancelado un saldo remanente por cancelación del
precio más bajo cobrado o bonificado sólo si permanecía durante 24 meses; interpeló a la actora
de modo improcedente, dos veces, intimando la regularización del pago, por medio de dos
estudios jurídicos distintos, omitiéndose indicar el monto (el usuario debía comunicarse con la
empresa) y sin individualizar quién era el reclamante, salvo “Gestión por mora de Claro”; luego
se intimó un monto por carta documento, identificándose el requirente; pese a la reiteración por
fax del pago del monto informado por teléfono a la actora ($ 183) no se canceló el servicio y se
45
razonabilidad de las cláusulas; fue sancionada en sede administrativa no habiendo acreditado
que pagó ni el daño directo ni la multa por infracción a los arts. 3 y 37 LDC; adoptó en el proceso
requerimiento judicial en el que se le pidió que se pronuncie sobre diversos puntos sin informar
los datos esenciales (cantidad de usuarios, de líneas, de montos cobrados, de gestión en mora,
etc., etc.) que hubieran suministrado elementos de ponderación muy importantes para la
determinación y cuantificación del daño punitivo. En ese sentido el responde del oficio de fs.
320, el nuevo requerimiento de fs. 321, ordenado a fs. 328 y la respuesta de fs. 340/341, resultan
elocuentes y todo ello constituye una presunción fuerte y grave en contra del proveedor, de
naturaleza procesal (art. 163 inc. 5 CPC), consumerista (arts. 3º 2da parte in fine, 8 bis, 37, 53 y
doctrina del art. 10 quáter; Resolución 26/2003 de la Secretaría de Comercio (Anexo arts. e inc.
III, y h) y de derecho privado constitucionalizado (arts. 1097 a 1099, 1 y 2, 1094 y 1095, 985, 987
y concs. CCCN).
una mecánica u operatoria comercial abusiva, que se aprovecha y se beneficia con la sumatoria
de pequeños daños, ya que la probabilidad -como en el caso- de demandar por daño material
por la suma de $ 311 es ínfima. Y ahí radica el núcleo de la práctica censurable que debe ser
Omic Tandil 350 denuncias contra AMX (fs. 288), el doble de la segunda empresa más
menos 10 sanciones administrativas por distintas infracciones, por $ 20.000; $ 5.000 (por reclamo
20.000; $ 40.000 (por cobro de línea que funcionaba defectuosamente); $ 10.000; $ 10.000; $
50.000; $ 15.000; $ 10.000; $ 35.000 (ver oficio fs. 425/462 de la citada Dirección Provincial).
El elemento objetivo del daño punitivo consiste en una conducta que produzca un daño
grave, que supere un piso o umbral mínimo y que le confiera, por su trascendencia social,
46
oportunidad adherimos a que esa conducta debía erigirse en “repugnante”, “indignante”,
“antisocial” (cf. XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil-Santa Fe 1999. Ver López Herrera,
económico. Aplicación al derecho del consumidor”, Bs. As., Ed. Abeledo Perrot, 2008, p. 304 y
2008-271). Ello para cumplir con las dos finalidades primordiales del instituto: disuadir (prevenir)
y sancionar (castigar).
9.- La praxis judicial revela que la culpa es irrelevante como factor subjetivo de adjudicación
de responsabilidad (cf. CCiv. y Com., Salta, sala I, 13/4/2011, "P., D.H. c. Telecom Personal
S.A.", con nota aprobatoria de Ondarcuhu, José I., "Los daños punitivos vienen marchando en la
jurisprudencia nacional", LL 2011-C, 123; CCiv. Com. y Minería, General Roca, 26/3/2010, "Ríos,
Juan Carlos c. Lemano S.R.L. Altas Cumbres", RCyS, 2010-225; CCiv. y Com. Mar del Plata,
2009-C, 647). Un interesante precedente que se expidió en este sentido de exigir el elemento
subjetivo agravado (cf. CCiv. y Com. de 3a Nominación de Córdoba, 17/04/2012, “Teijeiro (o)
la presencia de un envase de gel íntimo en una bebida), RyS 2012-V, 160, elDial.com - AA75AF;
con notas de Chamatropulos, Demetrio Alejandro, “Daños punitivos sí, daños punitivos no”, La
Ley 03/05/2012, 3; La Ley 2012-C, 63, Cita Online: AR/DOC/2047/2012; Nallar, Florencia,
Cita Online: AR/DOC/2839/2011; Picasso, Sebastián, “Objeto extraño en una gaseosa y los
en cuenta la culpa agravada. Por ejemplo: se decidió que el instituto es procedente si existió “un
abuso de posición de poder del proveedor que evidencia un “menosprecio grave de derechos
individuales y de incidencia colectiva” (cf. CCiv. y Com. de Mar del Plata, Sala II, 27/5/2009,
47
de los proveedores de bienes y servicios” (cf. CCiv. y Com. Rosario, Sala II, 29/7/2010, “Rueda,
Daniela c/Claro Amx Argentina S.A.”, LL 2010-f-397); “una conducta particularmente grave” (cf.
CCom., 26/4/2011, “Fasan, Alejandro c/Volkswagen S.A. de Ahorro para fines determinados”);
un “daño causado con malicia, mala fe, grosera negligencia” (cf. CCiv. de 1ª Nominación de
Córdoba, 27/10/2011, “Navarro, Mauricio c/Gilpin Nash David Iván”); "culpa grave o dolo,
negligencia grosera, temeraria, actuación cercana a la malicia" (cf. CCiv. y Com. Azul, Sala II,
11/6/2013, "Rossi, Laura V. c/ Whirlpool Argentina S.A." RCyS 2013-IX, 99; CCiv. y Com. Azul,
Sala II, 5/4/2017, “Dabos, Marcos Alberto c/ BBVA Banco Francés S.A. s/ Daños y Perj.
Del./Cuas. (Exc. Uso Aut. y Estado)”. En un importante precedente judicial, ya citado, (cf. voto
de la mayoría del Dr. Racimo, en el que se describen numerosos antecedentes, CNCiv., Sala A,
Perjuicios”, Citar: elDial .com – AAA3E0); se sintetizaron varios antecedentes sosteniéndose que
se exige ”conducta grave o grosera negligencia” (cf. CNCivil, Sala B, 14013/14, “A., J. M. c. Banco
Itaú Argentina S.A. y otro s. Habeas Data” del 19-6-14); dolo o culpa grave (cf. CNCiv., Sala B,
07/02/2014, “C. B., M. S. y otro c. S., N. J. s. daños y perjuicios”); menoscabo al derecho del
consumidor por no proporcionarle un trato digno (cf. CNCiv., Sala C, C. 300.325, 10/07/2012,
“G., R. A. c. Plusmar SA s. daños y perjuicios”); conducta grave o grosera negligencia (cf. CNCiv.,
Sala C, C. 28.805/12, 04/12/2014, “I. M., R. c. C. S., J. y otros s. daños y perjuicios”); graves
Médica del Instituto Panamericano de Salud S.A. s. daños y perjuicios”); supuestos de particular
gravedad (cf. CNCiv., Sala E, 15/11/2012, “P., H. D. y otro c. Coviares S.A. s/daños y perjuicios”);
graves inconductas (cf. CNCiv., Sala G, 18/11/2009, “C. P., M. c. Bank Boston NA s. daños y
C.A.S.L.A. s. daños y perjuicios”); culpa grave (cf. CNCiv., Sala H, C. 606.945, 10/12/2012, “S.
M., M. L. c. Telecentro S.A. s. daños y perjuicios”, CNCiv., Sala K, C. 3.264/10, 8/10/2015, “A.,
dolo (cf. CNCiv., Sala H, C. 35.876/14, 16/12/2016, “P., D. N. c. General Paz Hotel S.A. s. daños
48
y perjuicios”); circunstancias de gravedad (cf. CNCiv. Sala I, c. 90.611/10, 11/3/2014, “Colonia
S.A. c. Banco Comafi S.A. s. daños y perjuicios”); supuestos de particular gravedad (cf. CNCiv.,
Sala J, 26/8/2011, “C. J. O. c. Banca Nazionale del Lavoro y otros”); grave incumplimiento (cf.
perjuicios”); conducta grave (cf. CNCiv., Sala K, C. 2.484/12, 25/11/2016, “D. C., J. M. y otros c.
Galeno Argentina S.A. s. daños y perjuicios”); graves inconductas (cf. CNCiv., Sala L, c.
S.A. s/daños y perjuicios”, La Ley Online AR/JUR/69382/2012); una conducta “extra” que se
aparte gravemente de aquellos niveles de precaución deseables socialmente (cf. CNCiv., Sala
F, c. 526.897); una conducta disvaliosa con un propósito deliberado de obtener un rédito con
total desprecio de la integridad o dignidad del consumidor (cf. CNCom., Sala B, 18/5/2016, “G.
En palabras de las Jornadas Nacionales de Derecho Civil de 2009: “los daños punitivos
proceden únicamente en casos de particular gravedad, que trasunten menosprecio por derechos
de ilícitos lucrativos, con la finalidad de desmantelar plenamente sus efectos”. Se retomaron aquí
las opiniones ya anunciadas en el año 1999 cuando se afirmó, por mayoría, que “conviene limitar
por el menosprecio a los derechos del damnificado o a intereses de incidencia colectiva y a los
supuestos de ilícitos lucrativos”. Se añadió que “es necesario que medie reproche subjetivo en
la conducta del sancionado” (cf. Jornadas Nacionales de Derecho Civil: conclusiones. Santa Fe,
49
pagada) considerando los parámetros valorativos previstos por los arts. 8 bis y 52 bis “gravedad
del hecho y demás circunstancias del caso” (art. 52 bis LDC), (interaccionados con la pauta
interpretativa que resulta de los arts. 1714 y 1715 del CCCN). También puede acudirse, como lo
afirma la actora, a la aplicación analógica de los criterios que el art. 49 LDC prevé para las
mercado, cuantía del beneficio obtenido, intencionalidad, reincidencia, gravedad de los riesgos
incremento del monto, con sustento en la postura omisiva de la demandada para evitar la
El actor sobre este punto efectúa un desarrollo argumental muy esforzado tendiente a
inferir que correspondería condenar por una suma millonaria, superior a los $ 5.000.000 del tope
legal. De ese modo arriba a cuantías muy elevadas, computando en lo sustancial y en síntesis:
el número de usuarios adheridos al sistema, los montos informados por el Banco Nación a partir
del año 2010 sobre las sumas presuntamente recuperadas ilegítimamente de una de las bocas
de cobro o recupero, las actividades cumplidas por las empresas V/N y GSA Collections
cobrando mediante SEPTA o Servicios Electrónicos de Pagos S.A. la gestión en mora, entre
otros muchos elementos de ponderación que detalla en el escrito de agravios, junto con la
ingresar al examen de la cuantía del monto a partir del criterio que propone porque no se sustenta
en conclusiones técnicas certeras, avaladas por peritos o especialistas sobre la base de cálculos
fundados, lo que en autos no puede ser suplido por conclusiones que no están corroboradas por
50
procedimientos científicos. Esa razón, es decir la ausencia de elementos específicos, también
torna inconveniente utilizar una fórmula matemática, aún con valor indicativo u orientativo.
Así la actora cuestiona el monto receptado por la a quo en concepto de daño punitivo,
Entiendo que esta crítica de la apelante no es de recibo puesto que en autos no ha sido posible
producir prueba de peritos o especialistas que, sobre la base de fundamentos científicos, permita
esclarecer –aun aproximadamente- las ganancias obtenidas por la empresa demandada a través
de las prácticas abusivas que reseñé precedentemente. Si bien es cierto que, como lo señalaré
dilucidación de la cuestión litigiosa (art.34 inciso 5, c) y d) del Cód. Procesal; art.163 inciso 5,
Pero esta carencia probatoria no permite convalidar los cálculos realizados por la actora
en su escrito recursivo, los cuales son meramente conjeturales y sin sustento técnico en las
constancias de la causa, puesto que las bases sobre las que los mismos se asientan no están
referidas, en forma concreta, a los beneficios económicos percibidos por la demandada mediante
la ya analizada operatoria comercial abusiva. Así puede observarse que el primero de los
cálculos efectuados consiste en el detalle de los importes percibidos por el estudio de cobranzas
V/N, a través del Banco Nación, durante los años 2010 a 2015 (fs. 644/644 vta.). Pero lo cierto
es que de dichas constancias no surge que las informadas percepciones de dinero hubieran
obedecido –en su totalidad- a la ilegítima práctica negocial que motivó la demanda de autos, ya
que bien pudieron haber tenido su causa en otras cobranzas legítimas y ajenas a la operatoria
que nos ocupa (arts.163 inciso 5, 375, 384 y ccs. del Cód. Proc.).
Lo mismo cabe decir con respecto a los importes percibidos por la demandada a través de
la firma GSA Collections, mediante las bocas de cobros comúnmente denominadas Pago Fácil,
51
cuya titularidad es de la empresa SEPSA o Servicio Electrónico de Pagos S.A. Y así afirmó la
94.155.619,28 (fs.644vta./645), aseverando más adelante: “No dudamos tampoco que dichos
importes fueron percibidos de manera ilegítima, por deudas inexistentes, por montos indebidos
(vgr. Cargo por baja anticipada; cargo por bonificaciones) o incluyendo conceptos y gastos que
le son trasladados al consumidor (Vgr. Gestión de cobranza)” (fs.645vta., último párrafo). Pero
esta aserción es, precisamente, la que no se encuentra probada, pues al igual que en el caso
apelante obedece a la ilegítima práctica que generó la condena de autos, o si, por el contrario,
telefonía móvil. También son inaudibles las referencias a las ganancias netas obtenidas por la
completamente ajena a la aquí debatida (arts.163 inciso 5, 375, 384 y ccs. del Cód. Proc.).
la base de las cartas de aviso documentada que envió la demandada a través de la firma Urbano
hipotéticas, suponiendo que sólo una pequeña cantidad de usuarios podría haber obtenido una
condena resarcitoria de daños y perjuicios que se estima en un monto sin sustento en los datos
existe ningún elemento que permita dejar entrever, aunque sea aproximadamente, las sumas de
juzgamiento (citados arts.163 inciso 5, 375, 384 y ccs. del Cód. Proc.).
Sin embargo no puede soslayarse que el cálculo pericial no se pudo concretar por causas
que no son imputables a la diligente conducta procesal de la actora, sino que provienen del déficit
e insuficiencia del informe pericial del contador Rubén H. Faure (que no permite llegar a una
52
pedidos de informes: a entidades bancarias para que se denuncien los depósitos efectuados en
mora y los remitidos al área de gestión por cobro en mora, el detalle de la cartera de morosos en
todo el país, la sumas percibidas por cobro de deudas en mora y cantidad de líneas en estado
de suspensión por robo o pérdida. Luego, se pidió prueba pericial para determinar los datos
sumas percibidas por esos conceptos en el área de gestión de cobro, procurando determinar el
monto percibido por Claro por rescate de líneas en mora (fs. 67/91).
Esa prueba fue consentida por la accionada quién al contestar la demanda guardó silencio
El primer perito designado, que fue removido por no presentar su informe en tiempo, hizo
impedida de hacerlo por estar comprendida en la “ley de confidencialidad” (509 y 550), el mismo
argumento que utilizó para no acompañar en este expediente el mismo informe requerido por
vía de oficio (fs. 340/341), lo que no resulta atendible por no ser aplicable la ley de Protección de
Datos Personales 25.326 (son los mismos datos que Claro informó al Veraz). Luego la pericia
practicada por el contador Rubén Faure, pese a que en alguna manera cumple con ciertos
requisitos formales, adolece de falta de claridad y precisión como para extraer datos
convincentes acerca de la cantidad y montos de la deuda en mora por los conceptos requeridos
deudas/pasivos y morosos (fs. 576) lo que no fue informado al perito (fs. 570, intimación fs.
explicaciones de fs. 604/606 y responde de fs. 610). Se advierte que la pericia mencionada, a fs.
puntos pero (reitero) no indicó el monto del área de cobranzas por no ser suministrado por la
demandada y, salvo lo relativo a la línea de O. que sí detalló a fs. 596/599, a fs. 610 no dio
53
explicaciones satisfactorias a los requerimientos de la actora de fs. 604/606. En suma: no aportó
nada que esclarezca el volumen de los créditos en mora. Por eso su pericia no cumple con rigor
científico con la finalidad técnica que la determinó, no pudiendo inferirse de ella con solidez
argumental conclusiones acerca del beneficio (o no) económico de la empresa como resultado
de la operatoria descripta (arts. 384 y 474 C.P.C.), por lo que no cabe asignarle valor convictivo
debiendo -en este aspecto- ser dejada de lado. Expresa Camps que “la valoración de la eficacia
probatoria de la prueba de peritos debe hacerse aplicando las pautas objetivas que brinda el art.
474 del ritual: competencia, principios científicos en los que se funda, concordancia con las reglas
de la sana crítica y su correlación con las demás probanzas que la causa ofrezca; es un elemento
de convicción para poder decidir, y para apartarse del mismo deben mediar razones serias y
fundadas, argumentos científicos de mayor peso” (Camps, Carlos Enrique “Código Procesal Civil
y Comercial de la Provincia de Buenos Aires”, Tomo II, Ed. Lexis Nexis, 2004, pág. 185). Por su
parte, Quadri señala que “lo esencial en el dictamen es su fundamentación…no puede quedar in
pectore del experto sin posibilidad de que las partes y el juez conozcan los fundamentos de su
efectuar un examen crítico del resultado al que se arriba” … “se colige que el dictamen no puede
prescindentes del necesario sustento científico” (cfr. Quadri, Gabriel H. “La prueba en el proceso
Civil y Comercial”, Tomo II, Ed. Abeledo-Perrot (2011), págs. 1323/1324). La casación provincial
expresó que “así como no es imperativo, ni obligatorio, pues ello convertiría al perito –auxiliar del
juez- en autoridad decisoria dentro del proceso, la obligatoriedad de dar razones suficientes para
evitar que el apartamiento represente el ejercicio de su sola voluntad, constituye para el juzgador
el límite de su ejercicio de ponderación de la prueba” (S.C.B.A., Ac. 53.849, sent. del 16/11/93
“Nelson Roca de Eiras…”; Ac. 54.702, sent. del 29/8/95, “Bucich…”, E.D. 166-503; J.A 1996-II,
693; Ac. 68.468, sent. del 26/10/99 “López Montero…”; Ac. 71.624, sent. del 15/03/00
“Anríquez…”; Ac. 74.696, sent. del 19/02/02; Ac. 77.700, sent. del 30/4//03 "Banco Credicoop…”;
54
Ac. 93078, sent. del 6/9/06 “C.R…”; esta Sala causa 46.266, sent. del 30/12/03 “Anido…”, causa
N° 56041 sent. del 08/05/12 "Bugna..."; causa N° 61.359, del 11/4/17 “Puñet…”, entre otras).
derivada de la conducta de la demandada que no colaboró en el proceso y del perito cuyo trabajo
resultó insuficiente (arts. 384 y 474 C.P.C.). La demandada por encontrarse en mejores
condiciones técnicas, fácticas y jurídicas (arts. 3 y 53 LDC) debió, como lo manda la ley,
escrito de contestación de agravios cuando sostiene que “no existe prueba alguna que de cuenta
que los importes percibidos por mora fueran ilegítimos, inexistentes o indebidos” (sic., fs. 679;
arts. 3, 17, 53 LDC; 1094, 1095, 985 y concs. CCCN). En este sentido, acreditada la percepción
indebida de cargos por parte del proveedor (configuratoria de daño punitivo) le corresponde
probar que con dicha conducta no obtuvo un lucro indebido de los consumidores, cosa que no
hizo, e impidió (con la información suministrada) que el perito lo haga (arts. 375, 384 C.P.C.C.;
arts. 3 y 53 LDC).
explicaciones que el perito brindó a fs. 596/599, sino al conjunto de clientes de la demandada,
que permitirían determinar cuantitativamente los efectos económicos de la irregular actuación del
proveedor a los fines de fijar un monto del daño punitivo, que cumpla con su función disuasoria
(art. 52 bis LDC). Por ello, no habiendo la demandada aportado a este proceso elementos
probatorios que permitan determinar la cuantía del lucro obtenido por AMX Argentina (Claro)
disconformó con el monto (fs. 747/750 vta.), que la conducta dilatoria de Claro no puede
55
sustancie otro proceso) se reitere el juzgamiento del mismo hecho deberá computarse la cuantía
aquí fijada. Así lo mandan los arts. 1714 y 1715 CCCN, aplicables al art. 52 bis LDC, que
condenaron a pagar sumas inferiores. Empero, y sin perjuicio de la singularidad de este caso,
acoto que los montos más recientes fueron más elevados: vgr. se fijó en $ 200.000 por violación
del deber de información y por publicidad engañosa acerca de las calorías consumidas en los
seis aparatos de aire vendidos (CCC, Sala II, Azul - 05/06/2018, “Barcelonna, María Paula y
otro/a vs. Naldo Lombardi S.A. y otro/a s. Daños y perjuicios”); $ 80.000 por la demora en la
restitución del capital indebidamente cobrado (cf. esta Cámara, Sala I, causa nº 62.808, 22/05/18,
“Tolosa Díaz …”); $ 50.000 por frustrar la expectativa de contar con un automóvil 0 km. (cf. esta
Cámara, Sala I, causa nº 63.156, 05/06/18, “Paulo …”); $ 100.000 a un laboratorio por continuar
CNCiv., sala G, 25/09/2012, “Lund, Norma c/ Laboratorio Phoenix S.A.I.C.F.”, La Ley 2012-F,
177; RCyS, 2012-XI, 55); $ 1.000.000 al banco que abrió una cuenta corriente no operativa sin
consentimiento del cliente, efectuó débitos, inició reclamos y lo informó como deudor de alto
riesgo (cf. Cám. Apel. C. y C. Sala II, Bahía Blanca, 28/08/2014, “C., M. C. vs. Banco de Galicia
y Buenos Aires S.A. s. Nulidad de acto jurídico”, Rubinzal Online, Cita: RC J 6793/14); $ 90.000
a una empresa de telefonía celular que suspendió el servicio a un usuario que se encontraba en
el exterior, facturó rubros relacionados a internet fuera del país, e incumplió el deber de
información del servicio de “roaming” (cf. Cám. Apel. C. y C. Mar del Plata, sala III, 04/08/2014,
“G. L., A. A. c. Amx Argentina S.A.”, LLBA, 2014, 9/9/2014); $ 280.000 a una empresa de telefonía
celular por cobro indebido del cargo de gestión de cobranza (cf. Cám. 6ª Apel. C. y C. Córdoba,
reparación no satisfactoria del automóvil (cf. Cám. Apel. C. y C. Mar del Plata, sala III,
09/12/2015, “Vignolles, María de los Ángeles c. San Cristóbal Seguros Generales”); $ 270.000 a
56
una entidad bancaria por la acreditación parcial de depósitos efectuada en cajero automático y
trato descomedido al cliente (cf. Cám. 1ª Apel. C. y C. Bahía Blanca, Sala 1, 6/10/2016, “Castaña,
ánimo de beneficiarse (conf. Cám. C. y C. Necochea, 20/10/2016, “M. Elena c/ Nación Seguros”);
$ 150.000 por información errónea de saldo deudor de tarjeta de crédito que impidió al actor
obtener un crédito personal (cf. Cám. Apel. C. y C. Bahía Blanca, Sala 1ª, 20/04/2017, "Peri,
Daniel Alberto c/ Banco Supervielle S.A. y otro s/ daños y perjuicios" RCYS2017 – VIII, 159 Cita
Online: AR/JUR/9748/2017); $ 101.666,09 a una empresa de transporte público que después del
accidente en el que resultó lesionada una pasajera mostró una actitud dilatoria y especulativa
frente a su reclamo y quebrantó el deber de trato digno al consumidor (cf. Cam. Apel. C. Y C.
Mar del Plata, Sala II – “Curry, Paula Vanesa c. Transportes Automotores Plusmar S.A. y otros
telefónica que cambió sin el consentimiento del cliente el plan que éste contratara (cf. Cámara
apelación” - LA LEY 18/09/2017, 4, con nota de Carlos E. Tambussi, RDCO 285, 975 y RDCO
285-975, Cita Online: AR/JUR/11228/2017); $ 280.000 por cobro indebido del cargo de gestión
500.000 al cliente que compró tres cajas de sorrentinos que estaban en mal estado según los
análisis bromatológicos y que exhibía dos fechas de vencimientos diferentes y superpuestas (cf.
Cám. Nac. Apel. Com. Sala B, 10-03-2016, “B., J. R. c/ Coto S.A.”, Cita Online: RC J 2039/16,
Rubinzal Culzoni); $ 100.000 (por mayoría) por la conducta discriminatoria de no permitir ingresar
a un hotel alojamiento a una pareja del mismo sexo (cf. Cám. Nac. Apel. Civil, Sala H, causa nº
35876/2014, 12/12/2016, “P., D. N. c/ General Paz Hotel S.A. 419 s. Daños y perjuicios”, Cita
online: RC J 760/17, Rubinzal Online); $ 250.000 (por mayoría) para cada uno de los dos actores
57
por la negativa de la empresa de medicina prepaga a cumplir con las prestaciones del niño con
presencia de una pila en una botella cerrada (cf. C. Civ. y Com. De San Miguel de Tucumán,
(Provincia de Tucumán), Sala II, 27/07/2017, “Esteban, Noelia Estefanía c/ Cervecería y Maltería
100.000 por supuesto parecido -preservativo en una gaseosa- (cf. C. Civ. y Com. 8ª Nom.,
Córdoba, 08/03/2018, “Atay, Manuel José c. Embotelladora del Atlántico S.A. s/ ordinario – otros”,
Digo, de paso, que el monto más alto que registra la jurisprudencia corresponde a la
Cámara de Junín que acudió al máximo legal en un supuesto de contaminación ambiental (cf.
CCiv. y Com., Junín, 9/11/2015, “Décima, Julia Graciela y otros c. Productos de Maíz S.A.
sancionatoria y preventiva, en los términos de los arts. 8 bis y 52 bis LDC, atendiendo a la
V.- La demandada solicita que los intereses por daños punitivos se liquiden a partir de la
fecha de mora que se fije en la sentencia y no desde la fecha del hecho. Si bien es cierto que
una postura pregona que por la falta de iliquidez los intereses corren a partir de la fecha del
vencimiento del plazo fijado por la sentencia, la mayoría sostiene que la “falta de liquidez no
normativamente la liquidez para la constitución en mora, y también la deuda ilíquida es apta para
generar la mora del deudor, pues sólo se requiere respecto de ella que llegue a liquidarse
del acreedor, invocando la mentada iliquidez” (Molina Sandoval, Carlos A. - Pizarro, Ramón D.
58
“Los daños punitivos en el derecho argentino” DCCyE 2010 (septiembre), 01/09/2010, 65, Cita
Online: AR/DOC/5372/2010). Estos autores propician que se compute como fecha de arranque
la de la demanda en la que el actor hace valer sus derechos. En parecido sentido una postura
se inclina por la fecha del primer requerimiento (en el caso por carta documento: Cámara
Apelaciones en lo Civil y Comercial de Mar del Plata, Sala Segunda, 3-sep-2015, “Desiderio
resarcimiento de daños, de que los intereses se devengan a partir de la fecha de ocurrencia del
hecho, que es a partir de la cual se produjeron los efectos nocivos del acontecimiento que origina
la condenación pecuniaria disuasiva (cf. este Tribunal, causa nº 57.494, 11/6/2013, "Rossi, Laura
V. c/ Whirlpool Argentina S.A.", RCyS 2013-IX, 99 y causa del 05/06/2018, “Barcelonna, María
Paula y otro/a vs. Naldo Lombardi S.A. y otro/a s. Daños y perjuicios” CNCIV. Y COM. FEDERAL,
Con relación al pedido del Fiscal General de que se considera la conveniencia de un registro
de juicios, y sin perjuicio de compartir esa inquietud, su solución es de fuente normativa y excede
Las costas de la Alzada deben ser impuestas a la demandada vencida ( art 68 CPC).
Así lo voto.
A la misma cuestión los Señores Jueces Dres. Longobardi y Peralta Reyes, votaron en
59
Atento a lo acordado al tratar la cuestión anterior, demás fundamentos del Acuerdo, citas
legales, doctrina y jurisprudencia referenciada y lo dispuesto por los arts. 266, 267 y concs. del
1.200.0000 y debiéndose tener presente, para el momento de pago, la donación efectuada por
la actora y su letrado, la que aún cuando no reviste las formalidades legales, tiene entidad
suficiente para evidenciar claramente que la Sra. O. no percibirá la totalidad del daño (art. 52 bis
LDC). Por eso, y en el momento del pago, deberá previamente realizar dicha donación y
distribuirse la suma de condena del modo siguiente: un 45% a la “Asociación Civil de Usuarios y
del letrado Dr. Sanz quien se pronunció por la donación de sus honorarios de la siguiente forma:
Así lo voto.
A la misma cuestión los Señores Jueces Dres. Longobardi y Peralta Reyes votaron en
-S E N T E N C I A-
AUTOS Y VISTOS:
CONSIDERANDO:
60
Por todo lo expuesto, atento lo acordado al tratar
las cuestiones anteriores, demás fundamentos del Acuerdo, citas legales, doctrina y
jurisprudencia referenciada, y lo dispuesto por los arts. 266, 267 y concs. del C.P.C.C., se
debiéndose tener presente, para el momento de pago, la donación efectuada por la actora y su
letrado. Por eso, y en el momento del pago, deberá previamente realizar dicha donación y
distribuirse la suma de condena del modo siguiente: un 45% a la “Asociación Civil de Usuarios y
del letrado Dr. Sanz quien se pronunció por la donación de sus honorarios de la siguiente forma:
del art. 31 de la Ley 14.967 (SCBA, I-73016 del 08-11-2017, “Morcillo...”). REGÍSTRESE.
ANTE MÍ
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