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Staff

Traducción

Yols

Corrección:

Laura C.

Diseño:

Rbsten
Sinopsis
Sloan no sale mucho. Cuando su mejor amiga Lee la lleva a un concierto secreto
que da una de las estrellas de rock más calientes de alrededor, ella no espera
mucho. De hecho, ella se escabulle antes de que siquiera inicie el show.

Una reunión con un sexi y misterioso extraño afuera del club lleva a Sloan por
un camino inesperado. Después de una caliente reunión en un hotel, se
conmociona al saber que este extraño de hecho es Killian, el cantante principal
de la banda.

Perseguido por chicas calientes y mujeres deseosas en todos lados, Sloan se


asombra al descubrirse a si misma siendo el único foco de este hombre
codiciado. ¿Puede ella superar la decepción, sin mencionar la horda de chicas
rogando por conseguir un poco de él? ¿O regresará ella a su vida conformista
en casa?
Volumen 1

Traducido por Yols


Corregido por Laura C.

—¡Oí que su polla tiene aretes!


—¡Lee! ¡Cállate, la gente va a oír!
Lee giró sus ojos. —Por Dios, Sloan, mira a tú alrededor: a nadie le importa.
Era verdad, Sloan apenas podía escucharse a sí misma por el abundante
ruido. El club estaba lleno de metro a metro, todos estaban de pie; la gente se
empujaba y balanceaba, intentando llegar al frente. Ellos se habían reunido por
una razón: Killian.
La banda había empezado con una falla de internet, pero rápidamente
empezó a ser principal, sin ninguna pequeña ayuda de su misterioso y carismático
cantante principal conocido solamente por su primer nombre, Killian.
El rumor era cierto, estaban dando un concierto secreto en el club esta
noche. Estaban a punto de embarcarse en una gira mundial y querían probar nuevo
material. Lee no podía contener su emoción. Ella arrastró a Sloan por días con la
especulación sobre las nuevas canciones, y más entusiastamente, los poderes de
Killian en la habitación. Ella había leído en un blog de fans una reseña de una fan
de que tan maravilloso era Killian en la cama. Era su nuevo objetivo en la vida
dormir con él.
A la distancia esto parecía perdido para Sloan. Ella podría haber vivido
toda su vida sin haber escuchado de esta banda, excepto porque Lee no dejaría
de hablar de ellos.
Lee arrastró a Sloan al concierto con el objetivo de “que se aflojara”, pero
la atmosfera de humo y multitud en una habitación solamente se añadieron a su
ansiedad.
—No puedo respirar —dijo Sloan.
—¿Qué? Tienes que hablar más fuerte, no puedo oírte.
—Necesito aire fresco, pulmones colapsando… —Sloan puso sus manos
alrededor de su cuello en un gesto de asfixia. Ella hizo gestos hacia la salida e
intento hacer mímicas de que estaba por salir—. Me voy por un momento.
Sloan no estaba segura de que Lee entendiera, pero ella asintió como si lo
hiciera.
Sloan se abrió camino entre la multitud. Era más fácil moverse hacia el
fondo de la habitación que al frente mientras la gente estaba ansiosa de
acercarse más al escenario.
Un hombre cargando una caja caminó junto a la puerta y dijo: —No entren.
—Sloan rápidamente se deslizó detrás de él antes de que se cerrara la puerta.
El hombre se alejó sin ver su presencia.
Ella estaba afuera ahora en un pasaje oscuro que estaba detrás del bar.
La noche estaba fría, su respiración se notaba en el aire. Ella levantó sus brazos
sobre su cabeza y se estiró, feliz de estar en un espacio abierto.
—Está todo repleto allá.
Esa voz le asustó, ella no se había dado cuenta de que alguien estaba en el
callejón. Todo lo que Sloan podía ver era el brillo de la colilla de un cigarro y la
silueta de un hombre sosteniéndose contra el edificio. —Sí —dijo ella, alejándose
de la figura—. Realmente no es mi escena.
—La mía tampoco, de hecho.
Él tiró el cigarro que había estado fumando al suelo y sacó otro. Cuando
prendió el encendedor, Sloan vio brevemente su cara iluminada por la flama. Él
tenía lindas mejillas, ojos rasgados y profundos, y cabello negro largo.
Cuando vio que ella lo observaba, apagó la luz, dejándolos en la oscuridad.
Sloan estaba atraída a ese hombre, pero la forma en que extinguió la luz cuando
atrapó su mirada, se sentía discriminatoria. Era como si el supiera lo que ella
estaba pensando e instantáneamente se lo negó. Él estaba fuera de su zona de
confort, pensó ella. Aun así, en algunas formas era relajante para Sloan; saber
que el sexo estaba fuera de la mesa significaba que podía ser ella misma.
—¿Quieres uno? —Sloan no podía ver, pero se imaginó que le ofrecía un
cigarro.
—No, gracias.
—¿Te molesta, el humo?
—Sí —dijo ella, honestamente. Vio como la pequeña luz caía al suelo y era
extinguida. Él estaba haciendo ello para que se sintiera cómoda. Quizás el sexo
no estaba fuera de la mesa, ella pensó con esperanza.
—Así que, ¿vienes a estos conciertos con frecuencia? —preguntó ella.
—Bueno —Sloan pensó que oía al hombre reír—. A veces. ¿Y tú?
—No, mi primera vez. Mi amiga, Lee, es una gran fan. Ella me arrastró
hasta aquí. Nunca había escuchado de ellos antes. ¿Son buenos?
—No son malos, diría yo. ¿No te gusta la música rock?
—No lo sé. No la escucho mucho. Mi padre está enfermo. Paso mucho
tiempo cuidándolo.
—Siento escuchar eso.
Una puerta se abrió y varias chicas ebrias se cayeron. Ellas hablaban en
voz alta y hacían bromas sobre quién sería la primera en coger con Killian.
El hombre salió de la penumbra y jaló el cuello de su camisa hacia arriba,
oscureciendo parcialmente su cara. Les dio la espalda a las chicas y le preguntó
a Sloan si ella quería irse de ahí. Sloan estuvo de acuerdo ansiosamente.
Cuando se sentaron en el carro de ella, el hombre se relajó. Sloan manejo
lejos sobre la avenida hacia el centro del pueblo.
—¿A dónde vamos? —preguntó ella.
—Tú eliges —contestó de una manera casi silenciosa.
Manejaron hacia un restaurante de 24 horas. Luces baratas y
fluorescentes iluminaban el restaurante vacío. La comida estaba cubierta de
grasa, las mesas estaban sucias, y el dueño era conocido por regañar a los
clientes. Era una estafa y Sloan lo amaba.
Antes de sentarse en un gabinete y ordenar café, Sloan finalmente podía
ver bien al extraño. Sus ojos eran de un azul profundo que parecía vivido y
radiante incluso con la poca luz del restaurante. El hombre miró alrededor
nervioso como si estuviera esperando a alguien.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Sloan.
—John, ¿cuál es el tuyo?
—Sloan. ¿Estas huyendo de algo?
John se rió. —¿Por qué crees eso?
—Pareces evasivo.
—No —él se pausó—, solo ansiedad.
—Espero que no sea por drogas.
John se rió de nuevo. —No, no es por drogas. ¿No tienes problema diciendo
lo que piensas, verdad?
—¿Es eso un problema?
—No, de hecho, me gusta eso en una mujer.
—¿Qué más te gusta en una mujer?
—Eso suena como un embrollo para una broma sucia. —Él le sonrió con
ironía.
—Oigámoslo —siguió Sloan.
—¿Qué tal una sucia rima?
—Si tú dices, “hubo una vez un hombre de Nantucket”, juro… —Sloan
levantó la voz con violencia.
—Bueno, en ese caso, no tengo nada.
Ellos se rieron juntos. Un silencio incómodo descendió sobre ellos, que no
fue roto hasta que trajeron la comida.
Mientras se sumergían en la comida grasosa, John la estudió a detalle.
Sloan no era el tipo de chica con la que él acostumbraba estar. Ella era bonita,
incluso hermosa en cierta forma, él pensó, pero le faltaba el desnudo y casi
pornográfico deseo de las fans que lo seguían. A él le gustaba eso sobre ella;
parecía normal en la mejor forma posible y no parecía saber quién era él.
Killian era su nombre artístico, un nombre que se había girado en un altar
de ego como Bruce Wayne y Batman. Las chicas se enloquecían con Killian, pero
cuando despertaban en la mañana junto a John, bueno… Sloan era diferente,
parecía estar atraída a John. Se preguntaba si eso cambiaría cuando descubriera
quién era. Quizás era mejor no decirle, de hecho.
—Así que —dijo él—. ¿No vas a conciertos frecuentemente?
—No —dijo ella, sintiéndose una perdedora—. Cuido a mi padre. —Aclaró
su garganta en un intento de evitar el patético tono triste de su voz—. Mi amiga
Lee me arrastró esta noche. Ella es una gran fan de ese payaso de Killian.
—¿Payaso? —Esto hizo a John sentirse como un perdedor.
—Deberías oírla hablar sobre él. Las cosas que lee en esos sitios de sus
zorras fans. —Sloan pretendió estremecerse.
—¿Qué es lo que dicen?
—Que es salvaje en la cama, para ponerlo en un punto medio.
Supuestamente, su polla esta horadada. Ese es el rumor favorito de Lee.
—Eso no es cierto —John dijo seriamente.
—¿Oh? ¿Eres amigo íntimo de su polla? —Sloan preguntó tensa.
Lo que ella quería decir era una broma, pero John no estaba riéndose. Él
miró sobre el hombro de ella a un grupo de chicas. Eran ruidosas y se quejaban
sobre algo. Mientras pasaban junto a su mesa, John giró su cabeza a la pared.
—El jodido ni siquiera se presentó.
—Eso es lo que te pasa por creer en un rumor.
Las chicas siguieron gruñendo y gruñendo, hablando una a la otra.
—Salgamos de aquí —dijo John.
Tiró dinero sobre la mesa y tomo la mano de Sloan. Era un simple gesto,
pero se sintió sorprendentemente íntimo para Sloan. Cuando su suave mano tocó
la de ella, se sintió boba y tomó su brazo. Ella le dejó llevarla fuera del
restaurante sin protesta.
En la calle, John giró a la izquierda, evitando a un grupo de adolescentes.
—El carro está del otro lado —dijo Sloan.
—Hablemos por un rato.
John seguía tomado de su mano. Su agarre era firme, pero gentil. Sloan
estaba avergonzada de admitirlo, pero tomarlo de la mano le dio un tipo de gozo
adolescente.
—Aquí, ¿está bien este lugar? —preguntó John. Estaban parados frente a
Jorge V, un hotel muy caro y exclusivo. Sloan lo miro como si él estuviera
bromeando. Ella no podía imaginarse poder pagar una habitación aquí.
Interpretando mal la mirada de sorpresa en su cara por una negativa,
rápidamente él añadió: —O podemos seguir caminando si tú quieres. Solo quiero
salir de la calle. No me gustan las multitudes.
Sloan miró alrededor. La calle estaba casi desierta. Ella se estremeció. —
No, sigamos.
John asintió inquieto; no estaba acostumbrado a estar nervioso por las
chicas, pero había algo especial en Sloan.
Dentro, Sloan intento ocultar su asombro a la opulencia del hotel: mármol,
oro, cristal, todo estaba ahí en una exhibición completa. Sloan se encontró con
sentimientos encontrados entre disgusto y admiración. Era un desperdicio de
dinero, pero que desperdicio tan espectacular, pensó.
John pasó frente al recibidor y se dirigió al elevador. El conserje se
levantó detrás del recibidor. Sloan hizo un gesto teniendo miedo de ser corrida
de ahí, pero el hombre únicamente asintió y dijo: —Señor.
John le agradeció con un ligero saludo de su mano y siguió caminando, con
Sloan, a los elevadores. Cuando las puertas se abrieron, Sloan se hizo a un lado
para que él pudiera entrar primero. —Después de usted, señor —Sloan dijo
bromeando.
John giró sus ojos.
Las puertas del elevador se abrieron en una suite. La habitación era
enorme y estaba decorada con un toque de diseño moderno. La habitación estaba
casi desierta excepto por un gran sillón blanco, una televisión de pantalla plana
y una silla colgante en el centro de la habitación. También estaba brevemente
decorada, pero aún así parecía de ricos.
—Elegante —dijo Sloan.
John la ignoró y caminó hacia el bar. Exhaló ruidosamente. Estaba
visiblemente liberado por estar de nuevo de regreso en la habitación, lejos de
cualquiera que pudiera reconocerlo.
—¿Bebes? —le preguntó.
—Seguro, lo que sea que tú estés bebiendo.
John sirvió dos rones con refresco de cola. Sloan lo vio a detalle. Había
un rastro de barba en su cara. Le dio a Sloan su bebida, entonces deslizó sus
manos por su cabello y exhaló.
Sloan no podía evitar mirarlo: las grandes mejillas y fuerte quijada; el
realmente era hermoso. Atrapó su mirada y ella miró hacia abajo. Ella giró su
bebida y entonces tomo un sorbo.
—Tu abrigo —dijo él—, está muy caliente aquí.
John se acercó alrededor de ella y lo removió, rápidamente pasando sus
manos sobre sus hombros y abajo en sus brazos. Sloan sintió un pequeño
escalofrío corriendo por su cuerpo.
—Que caballeroso —ella dijo. Se odiaba a sí misma por ser tan sarcástica
en ese momento. Deseaba que tuviera una gran línea para cerrar, algo que lo
dejara rogando a sus pies.
John entrecerró sus ojos. Dio un paso hacia ella. Sloan comenzó a sentirse
incómoda. Teniéndolo tan cerca, queriendo tocarlo, pero sin saber cómo
proceder, era una tortura para ella.
—No eres tan dura como piensas —dijo él.
—¿Es esto una competencia? —Sus palabras eran débiles y entrecortadas,
de alguna manera las había hecho sonar seductoras.
John se acercó más. Sus ojos taladraron en los de ella con un enfoque
medio.
—¿No te cansas de jugar?
Sloan abrió su boca para responder, pero las palabras le fallaron. Había
algo que la desarmaba respecto a él. Permaneció a pulgadas de ella.
Un golpe eléctrico tiró su cuerpo, como si ella hubiera tenido un golpe de
adrenalina. Entre más cerca él estaba, más fuerte se sentía.
Sus labios se separaron; Sloan cerró sus ojos. Ella tomó una respiración y
sus labios estaban en los de ella. Eran suaves y tibios. Su cuerpo se deshizo en
el suyo; es como si nunca la hubieran besado antes.
Cuando sus labios se separaron, gimió por aire. Sentía como se enrojecía
su cara; así que no se había dado cuenta de que estaba sosteniendo la respiración.
Sloan miró al suelo, avergonzada.
John recorrió con sus dedos su cara, abajo a su quijada y debajo de su
barbilla. Levantó su cabeza, para poder verla a los ojos. Su pulgar recorrió sus
carnosos labios una vez, entonces la besó de nuevo. Esta vez Sloan recordó
respirar.
Hambrientamente, sus lenguas pelearon una con la otra; sus labios se
separaron y se encontraron de nuevo. Un gemido originado en algún lado profundo
dentro de Sloan aparició y un latigazo lanzó su cuerpo. Ella gimió mientras el rayo
la atravesó.
—John —ella murmuró.
Se sintió a sí misma humedeciéndose por la emoción. Su polla se sentía
gruesa y larga; tenía que verla.
John empezó a llevarla hacia la habitación. Ella dejó caer la cremallera de
sus pantalones, mientras él se quitaba el abrigo y la camiseta.
El pent-house de repente se sintió enorme, como un laberinto sin fin. Sloan
no podía esperar más: lo necesitaba ahora. Ella bajó sobre sus rodillas. Estaban
justo fuera de la cocina y el suelo de linóleo era frío en sus piernas. Sloan jaló
sus pantalones hacia abajo. Él no estaba usando ropa interior debajo de sus
ajustados pantalones.
Su polla era más larga de lo que había anticipado. Era gruesa, recta, una
circundada, dura y lista. Sloan se pausó para apreciar su belleza. Sintió su boca
hacerse agua. Incapaz de esperar más, tomó la polla en su boca.
Intentó no ser codiciosa, quería darle una mamada que recordara. Sloan
trabajó deliberadamente, empezando con la punta. Sus labios pasaron sobre la
suave superficie de su polla, pulgada a pulgada. Recorrió con su lengua la
superficie, concentrándose en la parte más sensitiva de la cabeza.
Ella tomó su polla más y más profundo, casi tragándosela. Eventualmente
llegó a un punto muerto, era simplemente demasiado grande. En su lugar, se
enfocó en succionar la punta, mientras lo acariciaba con su mano libre. John
arqueó su espalda y respiraba profundamente. Movió sus caderas rítmicamente
guiando su polla dentro y fuera de la boca de Sloan. La tomó del cabello,
cruzándolo entre sus dedos.
Sloan pensó que él podría venirse, pero en lugar de ello, él la alejó.
John bajó a sus rodillas antes de ella y la tomó de las piernas, haciendo
que Sloan descansara sobre su espalda.
Él le quitó los zapatos y calcetines, después desabrochó su cinturón y jaló
su pantalón en un movimiento rápido como un matador engalanando un capote.
Sloan no pudo evitar reírse un poco, había algo en él que la hacía sentirse como
una adolescente.
Ella se quedó casi desnuda a excepción de su sujetador y sus pantaletas.
Todo su cuerpo se tensó con emoción. John se quitó sus pantalones y su camiseta.
Cabello oscuro cubría su pecho esculpido, bajando por su cuerpo y adelgazándose
en su abdomen.
Sloan tronó los dedos. Ella quería poner sus manos en el pelo de su pecho
y tocar sus duros músculos; sentir el peso de su cuerpo sobre ella.
John puso sus dedos en las costuras de sus pantaletas y las bajó
lentamente. Ella levantó sus piernas en el aire, para que pudiera quitarlas. John
tomó su pie y besó sus dedos y su tobillo. Sloan respondió con otra ligera risa.
Sus labios se movieron sobre su pierna, dejando un camino de besos. Paró
en sus rodillas. Sus ojos taladraron en los de ella y separó sus piernas. Sloan
sintió un escalofrío.
Suavemente besó la parte interior de su muslo. Sloan abrió más sus
piernas, alentándolo a seguir adelante. Cuando su boca hizo contacto con su
vagina, un choque eléctrico pasó por su cuerpo. Era como si cada terminal
nerviosa estuviera conmocionada en un momento. Sus besos eran más potentes
que cualquier droga.
Sloan arqueó su espalda. Su quejido hizo eco en la habitación vacía. John
la succionó y lamió en el clítoris. Su lengua era gruesa y larga, dura, con
superficie húmeda y cruzó el punto G de Sloan.
Ella arañó el piso. Sus dedos rasguñaron los mosaicos, intentando tener
algo de que sujetarse.
John levantó su pelvis para tener un mejor ángulo para atorar su lengua
profunda dentro de ella. Justo cuando Sloan estaba a punto de venirse, John
escaló sobre ella. Ella cruzó sus piernas alrededor de su cintura y lo sostuvo
fuertemente.
Su polla entró en ella rápidamente. La fuerza de esto era más eléctrico
que su lengua. Una pequeña parte de ella estaba preocupada de que esta polla
fuera demasiado grande para ella, pero ahora veía que esos miedos eran
infundados.
Encajaban perfectamente.
Él la follo alto y duro, golpeando su punto G. Johan gimió en su oído; un
profundo y gutural sonido como de un animal. Eso mandó centellas como rayos
por el cuerpo de Sloan.
Mantuvo un frenético ritmo. Su polla se deslizaba dentro y fuera de ella
rápidamente. Sloan miró sus músculos de los hombros tensarse y relajarse
mientras la follaba.
Lo apretaba entre sus muslos y se vino. John siguió follándola duro, antes
de venirse también.
Se acostaron juntos en el piso frío, con sus manos y piernas cruzados.
John empujaba el cabello de Sloan fuera de sus ojos y lo acomodaba entre sus
dedos. Sloan pronto empezó a reír.
—¿Qué? —le preguntó él.
—Nada, solo te veías tan soñador y romántico: mirando a mis ojos, jugando
con mi cabello. —Sloan asintió dramáticamente, haciendo gestos como una chica
en una película en blanco y negro.
John se rió. —Está bien, culo listo, ¿qué te gustaría que hiciera?
—Bueno, para empezar, podrías quitarme de este suelo frío. Mi trasero se
está congelando.
Ellos estuvieron debatiendo sobre donde moverse a continuación: la
recamara o la regadera, cuando la puerta del elevador sonó y se abrió. Sloan miró
a John por una respuesta, pero él solo miró derecho, con una expresión seria en
su cara.
El sonido de chicas riendo y hablando fuerte hizo eco en la habitación.
Sloan se vistió rápidamente. John se puso sus pantalones y miró a Sloan. Ella
pensó que él se veía preocupado y ella empezó a ponerse nerviosa. No había
considerado que él pudiera tener una novia.
Justo cuando ella se estaba poniendo la camiseta sobre su cabeza tres
chicas vinieron por la esquina. Sus ojos se enfocaron en John. Sobre el sonido
de su estremecimiento, Sloan escuchó el nombre “Killian”. Las chicas corrieron
hacia él, pero antes de pudieran alcanzarlo, dos grandes hombres,
guardaespaldas, supuso Sloan, salieron del pasillo.
Sloan no había escuchado el elevador, pero ellos debieron estar justo
detrás de las chicas. John las miró consternado. Uno de los guardias se disculpó
mientras controlaron a las escandalosas fanáticas y las llevaron fuera del pent-
house.
Sloan permaneció congelada. La golpeó todo de una sola vez. ¿Cómo podía
ella haber sido tan tonta? John era Killian. Y esas chicas… estaba preparada para
una novia, pero… ¿fanáticas?
Ella no tenía idea de cómo reaccionar.
—¿Killian? —preguntó débilmente.
John asintió. —¿Realmente no lo sabías?
Sloan lo miró severamente. —No —dijo ella.
—Por supuesto no lo sabías. Lo siento.
—¿Por qué no me dijiste?
—No quería que me trataras diferente. Pensé que sería agradable tener
una tarde normal.
—¿Esto es normal?
John hizo una mueca. Miró al piso y se sintió avergonzado por su decepción.
Sloan se encontró a sí misma sintiéndose triste por él. Su vida no podía ser fácil;
sin saber nunca cuando alguien estaba siendo genuino contigo, quiénes son tus
verdaderos amigos.
Ella siguió. —Así que, Killian —ella se pausó—, supongo que tu polla no está
horadada, ¿correcto? —Una sonrisa surgió de las orillas de su boca.
—¿Estas decepcionada?
—Un poco —ella dijo, juguetonamente.
—John es mi nombre verdadero. Solamente las fanáticas me llaman Killian.
—¿Y qué tal si quiero ser tu fan? —preguntó en un tono de gatita estrella
porno.
—Bueno, estás bien a tu manera.
Sloan lo golpeó en el brazo y se rieron.
—Podrías haberme dicho quién eres —ella dijo seriamente—. No habría
cambiado nada, ¿sabes?
John asintió. —Me voy mañana en una gira mundial.
—Así que esto es un adiós.
—Bueno, podrías venir conmigo por un tiempo. Piénsalo, te irías si no te
gusta.
Tanto como le hubiera gustado correr con él, ella tenía a su padre enfermo
a quién considerar.
—Mi padre… —comenzó ella.
—Lo entiendo.
—…puede ser cuidado por mi tía por un tiempo, si realmente quieres que
vaya…
—Por supuesto.
Sloan no podía imaginar cómo sería ir de gira con una estrella de rock.
—¿Cómo es? —preguntó con intriga.
John sonrió diabólicamente.

… CONTINUARÁ
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