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07 de Julio de 2019
Edición 110 - Año 3
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos R/. Aclamad al Señor, tierra entera.
los que la amáis;
alegraos de su alegría, Aclamad al Señor, tierra entera;
los que por ella llevasteis luto; tocad en honor de su nombre,
mamaréis a sus pechos cantad himnos a su gloria.
y os saciaréis de sus consuelos, Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus
y apuraréis las delicias obras!». R/.
de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor: Que se postre ante ti la tierra entera,
«Yo haré derivar hacia ella, que toquen en tu honor,
como un río, la paz, que toquen para tu nombre.
como un torrente en crecida, Venid a ver las obras de Dios,
las riquezas de las naciones. sus temibles proezas en favor de los
Llevarán en brazos a sus criaturas hombres. R/.
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre Transformó el mar en tierra firme,
consuela, así os consolaré yo, a pie atravesaron el río.
y en Jerusalén seréis consolados. Alegrémonos en él,
Al verlo, se alegrará vuestro corazón, que con su poder
y vuestros huesos florecerán como un gobierna eternamente. R/.
prado,se manifestará a sus siervos
la mano del Señor». Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Palabra de Dios Bendito sea Dios, que no rechazó mi
súplica, ni me retiró
su favor. R/.
SEGUNDA LECTURA Cuando entréis en una casa, decid
Lectura de la carta de san Pablo a primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay
los Gálatas (6,14-18): gente de paz, descansará sobre ellos
vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Hermanos:
Quedaos en la misma casa, comiendo y
Dios me libre de gloriarme si no es en la bebiendo de lo que tengan: porque el
cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la obrero merece su salario. No andéis
cual el mundo está crucificado para mí, y cambiando de casa en casa.
yo para el mundo.
Si entráis en una ciudad y os reciben,
Pues lo que cuenta no es la circuncisión ni comed lo que os pongan, curad a los
la incircuncisión, sino la nueva criatura. enfermos que haya en ella, y decidles:
¿Qué puede decirnos el evangelio de hoy ante la situación que hemos descrito?. En este
domingo Jesús da a sus discípulos una misión concreta acompañada de una
advertencia: “¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de
lobos” (Lc 10,3). ¿Cuál era la marca, la impronta, el signo que acompañaba a estos
hombres en el cumplimiento de la misión encomendada?. En qué o en quién basaron su
confianza para mostrar el Reino de Dios a los hombres y mujeres que encontraron en el
camino?. La respuesta es clara y evidente: ¡la única marca, el distintivo, el signo visible
que los acompañaba era “dar testimonio del maestro”, del amor, la caridad, la fraternidad,
el servicio, la solidaridad, la compasión que habían aprendido y que llevarían en su mente
y en su corazón por toda la vida.
La marca del Cristiano, del católico, la hemos recibido en el bautismo y quien en verdad
hace viva esta forma de ser no se deja atrapar por los afanes del mundo, por la tentación
de creer que no se puede subsistir sin las seguridades que este ofrece: “No llevéis
talega, ni alforja, ni sandalias” (Lc 10,4). El que se ha dejado traspasar por la marca del
Señor tiene claro que va a entregar a todos la paz que solo viene de Dios; no se deja
enredar por rencores, disgustos y discordias: “Cuando entréis en una casa, decid primero:
Paz a esta casa” (Lc 10,5). Pero sobre todo, el discípulo de Jesús, es decir el que lleva
en sí la marca de Jesucristo, es una persona sencilla, cálida, amable; su presencia en
medio de los otros es para servir, curar y dar esperanza: “ … comed lo que os pongan,
curad a los enfermos que haya, y decir: Está cerca de vosotros el Reino de Dios”(Lc 10,9).
Jesús fue el ungido del Padre y con su sacrificio en la cruz nos ha marcado desde el día
de nuestro bautismo para vivir en el mundo de una manera novedosa y distinta. Con la
gracia del Espíritu Santo podemos construir una sociedad diferente en la cual las
apariencias, las marcas efímeras el consumismo no sean el centro ni la razón de vivir de
los seres humanos. Solo relacionándonos con los demás con los mismos sentimientos de
Jesús podremos vencer el señorío del mal que se desploma y pierde sentido por la
fuerza, por la marca de la buena noticia de Jesús que permaneciendo en nuestro corazón
se hace realidad en medio de todos aquellos con quienes compartimos la vida.
No lo olvidemos; Dios nos lo ha dado todo, nos ha “marcado” con los signos del amor, la
misericordia y la paz; en nuestras manos está hacerlos visibles. La marca que vale es la
que ha hecho que nuestros nombres puedan estar inscritos en el cielo.