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Luciano Fabbri

“Varón feminista no es una


identidad, sino una relación”
Por Christopher Loyola
( http://elg ritodelsur.com.a r/a uthor/christopher-
loyola ) octubre 1 5 , 2 0 1 9

Masculinidades
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Lucho Fabbri (http://elgritodelsur.com.ar/tag/lucho-
fabbri)
En medio del 34º Encuentro en La Plata y en el marco del panel "Nuevas
Masculinidades para una Argentina de Todes", hablamos con Lucho Fabbri acerca
del rol de los varones en el feminismo, la tarea de deconstruirse y reeducarse, el
debate acerca de los aliaddines y el próximo Encuentro Latinoamericano de
Varones Antipatriarcales.

El pasado sábado, en medio del 34º Encuentro de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans,
Bisexuales y No Binaries, tuvo lugar en la Ciudad de Buenos Aires -más precisamente en el
Circuito Cultural JJ- el panel “Nuevas Masculinidades para una Argentina de todes”, que
reunió a alrededor de 200 militantes varones del Frente de Todos. Allí expusieron Lucas
Fauno, periodista y activista LGBTIQ+; Ezequiel Rabines, referente del Frente de Diversidad
de La Cámpora y candidato a legislador porteño; y Lucho Fabbri, docente e investigador.
Luego del panel de apertura, que contó con la moderación de Lucas Grimson (referente de
Nueva Mayoría), los militantes se dividieron en talleres para seguir discutiendo acerca de las
tareas de cuidado, la diversidad y la responsabilidad afectiva.
Lucho Fabbri. Foto: Julián Galán

Luciano “Lucho” Fabbri tiene 37 años, nació en Rosario y se autopercibe como un varon cis
puto. Es licenciado en Ciencias Políticas, se doctoró en Ciencias Sociales, forma parte del
Instituto de Masculinidades y Cambio Social y se desempeña actualmente en el área de
género del rectorado de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y como docente de la
Facultad de Ciencias Políticas de dicha universidad. En diálogo con El Grito del Sur,
Fabbri responde a algunos de los principales interrogantes que rondan las mentes de los
varones activistas y militantes por estos tiempos.

Hay un importante debate abierto acerca del lugar que deben ocupar o no los varones en
el movimiento feminista. ¿Qué opinás al respecto?

Lo que genera mucho problema -y no uno muy productivo- es pensarlo en términos de


ocupar un lugar; eso ya genera una reacción muy defensiva de un montón de compañeras y
compañeres, con mucha razón, en el sentido de que ya ocupamos todos los lugares. Lo que
sí me parece que hay y que debería haber sobre todo es una responsabilidad, un rol, una
tarea de los varones cis respecto a los feminismos y que fundamentalmente tiene que ver -
entre todas las tareas posibles- con la más importante que es llevar la mirada feminista a los
espacios donde las compañeras no llegan, que son los espacios de socialización masculina.
Eso tiene que ver con erosionar y traicionar la complicidad machista en aquellos espacios
donde los varones cis se sienten con la licencia o impunidad de ejercer, que adelante de las
compañeras saben que ya no pueden sin ningún tipo de costo.

¿Cuál es el rol de los varones en el feminismo?

No creo que los varonces cis tengamos que disputar un lugar, un reconocimiento o una
credencial como feministas, sino hacer del feminismo una mirada para problematizar
nuestras relaciones y nuestras prácticas. En este sentido planteo que varón feminista no es
una identidad, sino una relación.

Foto: Julián Galán

¿Cómo se trabaja esto puertas adentro de las organizaciones? ¿Es mejor trabajarlo de
manera mixta o es preferible crear espacios especí camente para varones?
No puedo responder por cómo se trabaja en todas las organizaciones. Conozco algunas
experiencias, en muchos casos son experiencias de trabajo solo entre varones. Yo pongo el
énfasis un poco en los varones y sobre todo en los varones cis porque creo que no habría
que usarlo como sinónimo de masculinidades. Sí creo que hay que generar estrategias de
trabajo con varones cis, entre varones cis, para problematizar los efectos y las
consecuencias de nuestras prácticas sobre les otres y también para problematizar qué
consecuencias tienen sobre nosotres mismes. Y poder ir circunstancialmente construyendo
espacios de diálogo intergéneros que no sean revictimizantes para esos otres sujetes, que
lleguemos a esos espacios con autocrítica, con voluntad de escucha y con la posibilidad de
construir espacios que verdaderamente sean reparatorios de las violencias que ejercemos y
no reproductores de esas violencias. Cuando llegamos a los espacios intergéneros sin
re exión crítica y sin una autocrítica previa, en general son revictimizantes para las
compañeras porque llegamos negándonos, o resistiéndonos, o relativizando, o
menospreciando, o ridiculizando exigiendo que nos expliquen.

Vos marcás una diferencia entre los varones y la masculinidad. ¿Por qué? ¿Qué es la
masculinidad?

Después de mucho tiempo de ensayar, criticar y autocricarnos en las formas de plantear


estos debates, tanto desde los activismos como desde los campos de investigación yo trabajo
-al menos en este momento- con la distinción entre la masculinidad en singular y las
masculinidades. La masculinidad en singular no es la masculinidad de uno u otro sujeto,
sino una masculinidad como dispositivo de poder, como tecnología, como norma. Es decir,
es como un conjunto de discursos y de prácticas que nos socializan a las personas para ser
reconocidas socialmente como varones y disponer del tiempo, del cuerpo, de la energía, de
la sexualidad de las mujeres y las feminidades, por eso hablo de la masculinidad como un
proyecto político extractivista. Por otro lado, hablamos de las masculinidades en plural para
referirnos a las expresiones y actuaciones de género de cada individualidad o singularidad
que se presenta en el mundo desde la expresión de género de masculinidad y cómo eso se
entrecruza con pertenencia de clase, étnico-racial, orientación sexual, generacional,
discapacidad, etcétera.
Foto: Julián Galán

¿De qué hablamos entonces cuando se plantea construir nuevas masculinidades?

A mí el concepto de nueva masculinidad o nuevas masculinidades, sea en singular o en


plural, no me cierra. Me parece que es un concepto e caz entre comillas para poder
comunicar de manera amplia y masiva que nos referimos a los procesos de crítica de la
masculinidad tradicional, dominante, hegemónica y la apertura a otros sentidos y prácticas,
pero me parece que el énfasis puesto en la novedad de la masculinidad puede ser como muy
lavado, leído o interpretado de una manera super cial y eso puede llevar a la despolitización
de este debate. Entonces me parece que está bien nombrarlo así, siempre y cuando lo
discutamos y cada vez que se crea un panel, un taller o un espacio donde se lo llama de esta
manera aprovechemos para arrancarlo poniendo en discusión el término.

¿De quién es la tarea de reeducar a los varones?


Es una tarea cultural y política. El desafío es enorme, implica no solo trabajar con los
varones sino apostar a transformar las estructuras de poder y la organización social, por lo
que no es de alguien en particular, es la tarea de todas las instituciones: es la tarea del
Estado, es la tarea del sistema educativo, es la tarea del sistema de salud, es una tarea
comunitaria, colectiva y de las organizaciones. Entre todos esos actores, quienes no pueden
faltar son los varones con la responsabilidad principal de reeducarnos y acompañar a otros
en ese proceso. Me parece que, así como no existe un patriarcado sin sujeto, también esos
varones tienen que ser sujetos de la transformación de ese problema. También es cierto que
la mayoría de los varones que algo hemos empezado a trabajar sobre esto lo hicimos porque
hubo compañeras, sobre todo mujeres feministas, que nos han facilitado las herramientas
para poder hacerlo. La cuestión es no exigírselo y no delegárselo, sino en todo caso
escucharlas y formarnos con todo lo que vienen construyendo para poder replicarlo de
alguna forma en los espacios de masculinidades.

¿Cómo se trabaja con aquellos varones que hoy no ven con buenos ojos al feminismo?
¿Cómo se los interpela?

Interpelados están, por eso están enojados, de algún u otro modo están incómodos y
desorientados. En todo caso, de lo que se trata es de ver cómo hacemos para que no se vayan
del otro lado o para que no rea rmen su lugar desde una política antifeminista. Hay que
pensar de manera amplia y estratégica dispositivos de políticas públicas y comunitarias que
busquen hacer de esa interpelación y esa incomodidad en la que nos colocan los feminismos
algo productivo y políticamente capitalizable para un proyecto liberador y no para ampliar
las las de los fundamentalistas y los antiderechos, ni los sectores conservadores. Ahí la
educación sexual integral es una línea estratégica porque el sistema educativo es un lugar
por el que pasan la gran mayoría de los varones, pero hay que pensar otras complementarias
para aquellos que no pasan por ahí o aquellos que ya pasaron y ya no tienen esa posibilidad.
Foto: Julián Galán

¿Alcanza solamente con políticas públicas o se necesitan medidas complementarias para


trabajar en este objetivo?

Tenemos el desafío de pensar la política pública como algo no estrictamente estatal: política
pública pueden hacer las organizaciones, los colectivos y sobre todo se tiene que hacer a
nivel comunitario porque el Estado sigue siendo un Estado patriarcal y lo va a seguir siendo.
No podemos depender de quien esté en el Gobierno para tener una política pública que
desde arriba interpele a los varones y las masculinidades, sino que tenemos que poder ir
pre gurando desde nuestras organizaciones las herramientas para que
cirscunstancialmente el Estado tome y multiplique con los recursos que tiene y que
efectivamente no tenemos las organizaciones. Además no hay que ser ingenuos: el Estado
siempre va a presentar límites en la radicalidad de su interpelación a las relaciones de poder
porque son las relaciones de poder que le permiten seguir siendo un Estado patriarcal con
una democracia burguesa, representativa y muy limitada en el marco de un sistema
capitalista, racista y colonial.
Hay tanto debate como consumo irónico de memes acerca de los feministos y los aliados.
¿Quién de ne y quién no a un varón como feminista o como aliado?

Cuando te decía esto de que varon feminista no es identidad sino relación, tiene que ver con
intentar limitar y problematizar la búsqueda permanente por traducir nuestras
espasmódicas prácticas de transformación en una identidad, en una forma de nominarlo y
que se nos reconozca públicamente desde esa identidad, que muchas veces no está
acompañada del cambio cotidiano de nuestras prácticas. De algún modo yo comprendo y
comparto cuando la crítica, la sospecha, la ironía, el humor y la gastada vienen a señalar esa
distancia, es decir, esto que vos estás diciendo que sos no se condice con tu práctica. Genial
que estés a favor de la lucha por el derecho al aborto, todo bien con que uses el pañuelo y te
pongas el marco de la Campaña en la foto de per l de Facebook pero el n de semana pasado
me costó un ovario que te pongas el forro. Me parece que las compañeras vienen a señalar
justamente eso, la distancia que hay entre las nominaciones y las prácticas.

¿Es esto lo central del debate? ¿Cómo se trabaja este tema con los límites que se presentan
cotidianamente en nuestro día a día?

Lo que planteo entonces es inhibir un poco esa necesidad de decretar lo poco que estamos
haciendo y focalizarnos en poner nuestras energías en la transformación de nuestras
relaciones. Sí creo que como organizaciones, como activistas y como militantes tenemos que
pensar cuáles son los efectos de los discursos que reproducimos. Para mí el efecto de la
ironización constante sobre la posibilidad de que los varones seamos aliados o feministas es
contraproducente, no está alimentando tanto la mirada sobre nuestra práctica cotidiana
sino el distanciamiento de los feminismos y eso está de algún modo fortaleciendo en muchos
casos que los varones rea rmen que sobre el feminismo no tienen nada que hacer, que es
algo con lo que no se tienen que vincular porque genera resistencia en compañeras y en
compañeres. Y así como están estos discursos y es cierto, también hay otras compañeras
que nos están planteando hace muchísimo tiempo que los varones tenemos que hacernos
cargo de la lucha feminista como una lucha que nos compete en términos de
transformación de nuestras prácticas, que el feminismo tiene que ser popular, tiene que ser
masivo, tiene que ser una propuesta universal en términos de que todos los cuerpos, todas
las identidades, todas las subjetividades somos socializadas en el patriarcado y necesitamos
de los feminismos para transformar esa socialización y revertirla.
Foto: Julián Galán

Por último, Lucho Fabbri habló sobre el próximo Encuentro Latinoamericano de Varones
Antipatriarcales (ELVA), que tendrá su octava edición en Uruguay los días 8, 9 y 10 de
noviembre. Fabbri no sólo asistirá como todos los años, sino que se encuentra trabajando en
la conformación de una delegación de representantes estudiantiles de la Universidad
Nacional de Rosario con la que espera viajar en algunas semanas rumbo al país hermano.

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