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Histoire Épistémologie Langage

Las lenguas amerindias : una tradición española olvidada


Jesus Bustamante

Résumé
RÉSUMÉ : Ce que nous avons conservé de l'énorme production concernant les langues amérindiennes donne difficilement
prise à un traitement global. La documentation est hétérogène variant selon les époques, les lieux et les langues, si bien qu'elle
permettrait de distinguer différentes traditions locales, possédant des niveaux différents de productivité et d'élaboration. Dans le
cas du nahuatl la tradition correspond à trois étapes : 1) la description lexicographique (1547-1595) ; 2) la description
morphosyntaxique (1595-1673) ; 3) un approfondissement synthétique (1673-1810). Cette dernière étape a été achevée en
Europe par les jésuites expulsés d'Amérique par la couronne espagnole et souvent réfugiés en Italie, comme Hervâs.

Abstract
ABSTRACT : What has been preserved of the vast production regarding Amerindian languages can hardly give rise to a global
treatment. The literature is heteoraeneous and differs according to time, place and languages ; this situation would therefore had
to distinguish various local traditions with different levels of productivity and sophistication. In the case of Nahuatl, the tradition
may be described in three stages : 1) lexicographic description (1547-1595) ; 2) morpho-syntactic description (1595-1673) ; 3) a
synthetic deepening movement (1673-1810). The last stage was completed by Jesuits having often found refuge in Italy after
been expelled from America by the Spanish crown, such as Hervâs.

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Bustamante Jesus. Las lenguas amerindias : una tradición española olvidada. In: Histoire Épistémologie Langage, tome 9,
fascicule 2, 1987. La tradition espagnole d'analyse linguistique. pp. 75-97;

doi : https://doi.org/10.3406/hel.1987.2426

https://www.persee.fr/doc/hel_0750-8069_1987_num_9_2_2426

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Histoire Épistémologie Langage IX-2 (1987) 75

LAS LENGUAS AMERINDIAS : UNA


TRADICION ESPANOLA OLVIDADA

Jesus BUST AMANTE

ABSTRACT : What has been preserved of the vast production regarding


Amerindian languages can hardly give rise to a global treatment. The
literature is heteoraeneous and differs according to time, place and
languages ; this situation would therefore had to distinguish various local
traditions with different levels of productivity and sophistication. In the
case of Nahuatl, the tradition may be described in three stages :
1) lexicographic description (1547-1595) ; 2) morpho-syntactic
description (1595-1673) ; 3) a synthetic deepening movement (1673-1810). The
last stage was completed by Jesuits having often found refuge in Italy after
been expelled from America by the Spanish crown, such as Hervâs.

RÉSUMÉ : Ce que nous avons conservé de l'énorme production concernant


les langues amérindiennes donne difficilement prise à un traitement global.
La documentation est hétérogène variant selon les époques, les lieux et les
langues, si bien qu'elle permettrait de distinguer différentes traditions
locales, possédant des niveaux différents de productivité et d'élaboration.
Dans le cas du nahuatl la tradition correspond à trois étapes : 1) la
description lexicographique (1547-1595) ; 2) la description
morphosyntaxique (1595-1673) ; 3) un approfondissement synthétique (1673-1810). Cette
dernière étape a été achevée en Europe par les jésuites expulsés d'Amérique
par la couronne espagnole et souvent réfugiés en Italie, comme Hervâs.

America y las lenguas americanas son sujeto y objeto


privilegiados, marcadïsimamente destacados, dentro del amplio y
rico espectro de obras de carâcter lingûistico producidas por
76 Bustamante : Las Lenguas Amerindias

sûbditos de la Corona espanola, aunque lamentablemente solo


durante el periodo que a grandes rasgos coincide con lo que los
historiadores han dado en llamar Edad Moderna.

Para tener una aprehensiôn directa, muy compléta dentro de


su parcialidad, de los profundos y, con frecuencia, dolorosos
problemas que impulsaron, desarrollaron y caracterizaron esa
peculiar investigation lingiiistica, que no era desinteresada ni
puramente teôrica, creo que nada mejor que reproducir el
testimonio de uno de sus protagonistas, el padre franciscano fr.
Alonso de Molina, quizâ el mas grande de los lexicôgrafos de esta
tradiciôn :

... Mal se pueden tratar y conversar los que no se entienden.


Este dano e inconveniente experimentamos en esta tierra
donde, puesto caso que la piedad cristiana nos incline a
aprovechar a estos naturales asï en lo temporal como en lo
espiritual, la falta de la lengua nos estorba. Y no es pequeôo
inconveniente que los que han de gobernar y régir, y poner
en todo buena policia, y hacerles justicia, remediando y
soldando los agravios que reciben, no se entiendan con ellos,
sino que se libre la razôn y justicia que tienen en la intencion,
buena o mala, del nahuatlato o interprète... Pues si en lo
temporal... es tan conveniente que se entiendan con estos
naturales los que los hubieren de régir y gobernar, ^cuânto sera
mas necesario en lo espiritual ?

La longitud del texto nos obliga a extractarlo. A la necesidad


intrînseca y material de conocer la lengua indîgena para un buen
gobierno espiritual de los naturales se afiade, citando a San Pablo,
una necesidad mas profunda :

La fe se alcanza oyendo y lo que se ha de oir ha de ser la palabra


de Dios, y esta se ha predicar en lengua que los oyentes la
entiendan, porque de otra manera (como lo dice el mismo San
Pablo) el que habla sera tenido por bârbaro. Y para declararles
los misterios de nuestra fe, no basta saber la lengua como
quiera, sino entender bien la propiedad de los vocablos y
maneras de hablar que tienen pues, por falta de esto, podrïa
acaescer que, habiendo de ser predicadores de verdad, lo
fuesen de error y de falsedad.

Problema este ultimo esencial que origine multiples contro-


versias y para el que se adoptaron soluciones muy diferentes a lo
Bustamante : Las Lenguas Amerindias 77

largo del perïodo colonial. En todo caso hay una notion muy clara
de que el origen del problema es mïstico, es el « muy âspero y
riguroso castigo » que Dios infligiô a los hombres en Babel por su
soberbia, pues « ^qué mayor dano puede ser, ni mâs contra la
naturaleza e inclination de los hombres que, siendo naturalmente
(segun sentencia de Aristôteles) amigos de conversaciôn y compa-
hia, les faite el principal medio para la contrataciôn humana, que
es ser el lenguaje uno ? ». Problema de origen sobrenatural que,
en otra época, tuvo soluciôn también sobrenatural :

Por esta causa (entre otras muchas) fue dado el Espiritu Santo
a los Apôstoles el dia de Pentecostés en diversidad de lenguas,
para que fuesen de todos entendidos.

Desgraciadamente para ellos, los frailes espafioles no conta-


ron con esta ayuda divina, como, con mayor claridad que Molina
- aunque también con mayor amargura -, observa otro de los
grandes lingûistas de la época, el padre jesuita Antonio del Rincôn :

Por castigo de la malicia humana o por los ocultos juicios de


Dios, que aunque ocultos siempre son justos, ya no se halla
en la iglesia de Dios esta facilidad y milagro de entender y
hablar las lenguas, sino que es necesario trabajo y sudor,
industria y arte(l).

« Trabajo y sudor, industria y arte », ésa fue la soluciôn - quizâ


demasiado humana - que hubo que adoptar ante este problema
de origen divino y cada cual aportô lo que pudo segun su capacidad
y quilate de su talento - por parafrasear al propio Molina -. La
consideraciôn de esta tarea de investigaciôn como una labor
colectiva y para la comunidad conformé ese estudio como una
verdadera tradiciôn linguistica, caracterizada por la muy temprana
apariciôn de especialistas, maestros en una o varias lenguas, que
tenian la peculiaridad de que sus ensenanzas siempre fueron
consideradas como perfectibles y, por ello, sus obras fueron
retomadas, resumidas y simplificadas en unos puntos, ampliadas
y complicadas en otros.
Pero, aunque las implicaciones evangélicas de esta tarea
investigadora hizo que los frailes, por su mayor formaciôn en
general y por su propia organizaciôn interna en una Orden, fueran
los autores que con mayor frecuencia y mâs profundidad se
78 Bustamante : Las Lenguas Amerindias

adentraran en las lenguas indîgenas, lo cierto es que ése era un


problema basado en las relaciones humanas cotidianas que afectô
a toda la comunidad hispana en America. Bien lo expresa el
testimonio de Molina que desde arriba venimos citando :

No solamente es necesario que sepan esta lengua los que en


lo espiritual y temporal los han de régir, mas aun conviene
que tengan noticia délia los demâs que con estos naturales han
de tratar ; pues vemos que muchas veces por no ser entendidos
los indios, de buenas obras o palabras, sacan mal galardôn (2).

Y ese problema cotidiano, derivado de una situacion de


multilingûismo, perduré durante toda la Colonia y aûn hoy genera
conflictos que pueden llegar a la palestra internacional en algunos
de los modernos estados latinoamericanos.

Como pùede suponerse, una cuestiôn con semejantes caracte-


rïsticas e implicaciones fue objeto también de numerosas disposi-
ciones légales emanadas desde el propio centro de poder metropoli-
tano, medidas que trataron de reglamentar la caotica situacion
lingûïstica existente en los territorios americanos y définir lo que
podriamos llamar una polïtica cohérente del lenguaje. No es este
lugar para adentrarnos en taies temas que, sin embargo, estân
intimamente vinculados al nuestro. Remitimos por tanto a los
estudios ya existentes, particularmente los de Torre Revello (1962)
y Gimeno Gômez (1966 y 1970), desde un punto de vista genérico,
y a los de Heath (1972) y Aguirre Beltrân (1983), desde un punto
de vista mas especifico y aplicado al caso mexicano. Sin embargo,
el trabajo que afronta con mayor precision este tema y sus
implicaciones linguïsticas es el de Tovar (1963), solo parcialmente
recogido - aunque con amplia bibliografïa - en Tovar & Larrucea
(1984:190-197).

A modo de resumen diremos que la polïtica de la Corona


espafiola hacia las lenguas indigenas oscilô considerablemente de
un extremo al opuesto y que sus normativas légales, en consecuen-
cia, se contradecian entre si en numerosas ocasiones. Asï, mientras
en cédulas de 1550 Carlos V fomenta una desaparicion de las
lenguas indias y una amplia enserianza del castellano (y fundamen-
talmente pensando en la evangelizaciôn), en cédulas de 1565 su
hijo Felipe II impone como requisito indispensable para misionar
Bustamante : Las Lenguas Amerindias 79

o tener un cargo, curato o beneficiado de indios el saber la lengua


indigena local, mas aun oficializa la lengua indîgena mas hablada
o general de cada zona e impone normas para su difusiôn entre
el mayor numéro posible de poblaciones indïas. La norma no
quedô en papel mojada, en cédulas de 1570 se reafirman y
extienden las medidas anteriores y, para asegurar su aplicaciôn,
entre otras cosas impone la fundaciôn de câtedras de lenguas
indïgenas en las universidades americanas ; esas câtedras, la
primera de las cuales fue la de quechua en Peru, perduraron hasta
la independencia y tuvieron una importante productividad ;
igualmente, las medidas para generalizar aûn mas las que eran
ya lenguas générales, simplificando el complejo panorama lingûis-
tico y facilitando asi su transformaciôn en lenguas literarias y de
cultura, tuvieron un notable éxito. No se piense, sin embargo, que
a estas medidas no siguieron otras de signo opuesto, iniciadas
incluso por el mismo monarca, como las cédulas de 1595, que
revitalizaban y reforzaban las ordenadas por su padre en 1550.

Sin duda esta por hacer el estudio en profundidad de los


vaivenes de esta politica sobre el lenguaje, de sus causa y - sobre
todo - de sus efectos. Entre tanto, lo que sabemos es que la
situaciôn lingûistica derivada es sumamente complicada, en
palabras de Tovar (1963:520-521), « su formula podrïa ser :
utilizaciôn de la lengua invasora por indïgenas, utilizaciôn de las
grandes lenguas générales por conquistadores y misioneros y por
indïgenas hablantes de lenguas menores. Ello significa bilinguismo
extendido a amplias zonas de conquistados y a grupos no tan
extensos, pero socialmente importantes, de conquistadores. Pero
no nos conformemos con reducir a bilinguismo la situaciôn
sociolinguistica de la America dominada por los espafioles. El
espanol no se limité a sustituir... sino que se estableciô en una
compleja escala : debajo de todo la lengua tribal... ; en medio, la
lengua general... ; encima, el espanol... Fuera... quedan las tribus
marginales ».

Por razones de coherencia, por mi propia especializaciôn y


por ser el momento en que toda esta compleja situaciôn se define,
todas las referencias aducidas hasta aquï corresponden al siglo xvi.
Sin embargo, en este punto concreto, no es muy diferente la
situaciôn sociolinguistica de 1590 a la existente en 1770 cuando,
80 Bustamante : Las Lenguas Amerindias

con su caracterïstico despotismo ilustrado, Carlos III expide una


cédula real « para que de una vez se llegue a conseguir el que se
extingan los diferentes idiomas de que se usa en los mismos
dominios (= America y Filipinas) y solo se hable castellano » (3).
La medida, por fortuna, no tuvo mas éxito que las que se venian
formulando desde el siglo xvi, con lenguaje y formas mâs
tolérantes aunque con el mismo espïritu ; si consiguiô, con otras
complementarias, acabar con la literatura impresa en las lenguas
générales.
Sea como fuere, lo cierto es que desde el siglo xvi hasta
entrado el xix, las lenguas indïgenas de todo el territorio ocupado
fueron un objeto constante de atenciôn y estudio, lo que se refleja
en una impresionante producciôn escrita. Pretender simplemente
hacer un censo de esa producciôn es de por si una tarea dificil
y gigantesca. Solo existe un intento de afrontarla globalmente, es
la obra del incansable Don Cipriano Murioz y Manzano, mucho
mejor conocido por su titulo nobiliario de Conde de la Vifiaza,
nombre bien familiar para todos los interesados en la historia de
la filologia hispânica. Este discïpulo de Don Marcelino Menéndez
y Pelayo iniciô su obra dentro del contexto de la polémica de la
ciencia espafiola, llevândola especificamente al campo de la
filologia. Con un criterio de bibliografia clâsica cataloga, localiza,
describe y con frecuencia hasta publica extractos de todas las obras
de filologia hechas por espafioles que llegaron a su conocimiento ;
asi surgiô su valiosa Biblioteca histôrica de la Filologia Castellana,
publicada en très tomos, en Madrid, por Manuel Tello, en 1893.
Pero, en su inmensa tarea, el Conde pronto descubriô un campo
especifico sumamente rico y de personalidad propia, el ingente
material que para él habia reunido se publico como obra
independiente con el tïtulo de Bibliografia espafiola de lenguas
indigenas de America, en Madrid, por los Sucesores de Rivade-
neyra, en 1892 (dentro de las celebraciones del IV Centenario del
Descubrimiento). Cabrïa afiadir que de esta segunda obra se dérivé
un tercer opûsculo lamentablemente olvidado y de muy dificil
acceso, su titulo es Escritos de Portugueses y castellanos, referentes
a las lenguas de China y Japon, memoria presentada al congreso
de orientalistas de Lisboa y publicada alli en 1892 (4).

La Bibliografia del Conde de la Vifiaza, valiosïsima como es,


hoy résulta incompleta e incluye errores (al menos en los campos
Bustamante : Las Lenguas Amerindias 81

en que tengo alguna competencia). Pero completarla y corregirla


es tarea dificil y propia mas de un equipo que de una persona
aislada. Como ayuda el lector interesado puede recurrir a la no
menos impresionante bibliografîa que incluyen Tovar & Larrucea
(1984) para las lenguas de America del Sur y a la de McQuown
(1967) para las de Mesoamérica, pero téngase en cuenta que no
son bibliografias especificas sobre nuestro tema. Este tipo concreto
de informacion ademâs de escasa es dispersa y suele referirse solo
a una lengua o, como mucho, a un grupo lingûistico ; citaré como
ejemplo destacado el trabajo de Leôn-Portilla (1972) sobre el
nâhuatl.

Volvamos pues a la Bibliografîa de Vinaza y extraigamos al


menos algunos datos orientativos. En ella se recogen en total
1.188 titulos, de los cuales 241 corresponden al siglo xvi, 302 al
siglo xvii y 230 al siglo xvm, anâdanse 327 correspondientes al
siglo xix y 88 no clasificados. La mayor abundancia de tïtulos para
el siglo xix es engafiosa y dériva de ser el siglo mejor conocido
y el tratado mas exhaustivamente, téngase en cuenta ademâs que
es la época en que nacen los estudios filolôgicos modernos,
responsables de la reediciôn de los impresos o primera ediciôn
de los manuscritos de interés lingûistico mas importantes de los
siglos anteriores. Igualmente engafiosa, esta vez por lo bajo, es la
cifra de 241 titulos para el siglo xvi, piénsese que es el siglo del
que hemos perdido mayor numéro de obras, téngase en cuenta
ademâs que en este caso todas las obras son nuevas y que ademâs
afrontaron su temâtica ex nihilo. Por su parte, el numéro preciso
de lenguas sobre las que trata esta bibliografîa es algo todavîa mâs
difîcil de precisar porque las polisemias, sinonimias y variantes
dialectales constituyen una verdadera marafia ; en todo caso,
expurgando el îndice que Vinaza incluye al final de su obra, pueden
estimarse en alrededor de 240, cifra muy respetable.

Muchas observaciones podrïan extraerse de la rica masa de


informacion que es la Bibliografîa de Vinaza, pero aquï
corresponde destacar sobre todo una. Los 241 tïtulos asignados al siglo
xvi representan no solo un muy considerable esfuerzo lingûistico,
sino que ademâs ese esfuerzo realizado sobre las lenguas de
America es rigurosamente contemporâneo y simultâneo al que en
Europa se esta realizando sobre las lenguas vulgares. Antes de que
82 Bustamante : Las Lenguas Amerindias

vieran luz pûblica las primeras gramaticas impresas de holandés


(1584) e inglés (1586), se imprimieron gramaticas de tarasco
(1558), quechua (1560), nâhuatl (1571) y zapoteco (1578), por
ejemplo. Y recuérdese que la imprenta en America siempre fue
insuficiente y ademâs estuvo muy retrasada con respecto a la
producciôn manuscrita. No voy a desarrollar mas este tema porque
ya ha sido suficientemente estudiado por Rowe (1974). En segundo
lugar, es preciso sefialar que esas 240 lenguas, en torno a las cuales
versa la producciôn linguïstica hispana, estân tratadas de un modo
muy desigual ; en unos casos, como el del huaxteca mexicano, o
el del yunga peruano, solo conservamos una descripciôn, situacion
que es la mas frecuente y la que afecta al mayor numéro de
idiomas ; en otros casos, referidos a lenguas con alta densidad
demogrâfica y que dominan territorios relativamente extensos,
como el mapuche chileno o varias de las lenguas mayas de Mexico
y Guatemala, la situacion es algo mejor y conservamos dos o mas
descripciones de cada una, acompanadas generalmente de textos
relativamente extensos ; finalmente, en unos pocos y contados
casos, el de las lenguas générales de mayor éxito, disponemos de
numerosisimas descripciones y de una multitud de textos ; por
ejemplo, solo de la lengua nâhuatl conservamos 16 gramaticas
entre 1547 (el primer arte conservado de una lengua americana)
y 1810 (el ultimo arte publicado por un catedrâtico universitario
de una lengua americana). Naturalmente una producciôn tan
heterogénea no hace sino reflejar la heterogénea y compleja
situacion sociolingûistica en que se origina. A esta heterogeneidad
debe afiadirse la lôgica evoluciôn en el tratamiento del tema que
ocurre a lo largo del perïodo colonial, la inevitable variaciôn
sincrônica de ese tratamiento en los distintos lugares de una
superficie territorial tan amplia y, ademâs, las propias diferencias
que imponen a las formas de estudio la misma diversidad de las
lenguas americanas - sin contar con las variantes idiosincrâticas
introducidas por cada autor individual, en algunos casos muy
notables.

Tratar de afrontar globalmente esta producciôn, con las


caracteristicas que hemos apuntado, résulta por ahora y en mi
opinion algo imposible, a no ser que nos aventuremos en un
anâlisis parcial de materiales dispersos y nos atrevamos a derivar
de allï una hipotética generalizaciôn. Téngase en cuenta, antes de
Bustamante : Las Lenguas Amerindias 83

que nos tiente esa idea, que al estudiar estas gramâticas, por
ejemplo, los criterios de enjuiciamiento deben variar considerable-
mente de un caso a otro segun sus circunstancias. Por ejemplo,
résulta imposible y distorsionador aplicar los mismos criterios de
estudio para el Arte de la lengua yunga de los valles del Obispado
de Truxillo del Peru..., obra de D. Fernando de la Carrera impresa
en Lima, por Ioseph de Contreras, en 1644 y para el Arte de la
lengua mexicana con la declaraciôn de los adverbios délia, obra
del padre jesuita Horacio Carochi impresa en Mexico, por Juan
Ruyz, en 1645. Ambas obras son rigurosamente contemporâneas
y profundamente diferentes, la de Carochi - desde un punto de
vista linguistico muy superior - es nada menos que la quinta
gramâtica, en orden cronolôgico, que conservamos de la lengua
nâhuatl y debe inscribirse en la sôlida y rica tradiciôn filologica
mexicana de mas de un siglo de antigûedad ; la obra de Fernando
de la Carrera es la primera y ûnica descripciôn de la lengua yunga
que existe, quizâ linguisticamente sea considerable como algo
mediocre, pero este juicio debe atemperarse teniendo en cuenta
que carece de una tradiciôn propia en la que inscribirse (solo
genéricamente puede decirse que pertenece a la tradiciôn filologica
peruana de estudios de lenguas indias), que ademâs es una
descripciôn lingûîstica hecha sin antécédente alguno, por eso en
la « Aprobaciôn » de la obra (sin foliar) se dice que « se le deberâ
(al autor) la gloria de haber reducido a método lo que por
imposible otro ninguno intentô », y conviene tener présente las
dificultades que tal empresa implica (5). Para una valoraciôn
comparada de ambas obras debe afiadirse a todos estos elementos
el hecho externo de que el yunga es una lengua actualmente extinta
(y lo es desde hace largo tiempo), mientras que los dialectos
modernos de nâhuatl cuentan con mas de dos millones de
hablantes. Difîcil, por lo desequilibrado, hacer comparaciones y
sacar conclusiones générales de casos semej antes que, sin embargo,
se dan con frecuencia y de forma constante (recuérdese que las
lenguas con solo una o dos descripciones son las numéricamente
mas abundantes).

A este desequilibrio bâsico entre varias descripciones lingûîs-


ticas, derivado de la mayor o menor constancia en el estudio de
una lengua (lo que indudablemente incide en la calidad y
profundidad del conocimiento que se tiene sobre ella). debe
84 Bustamante : Las Lenguas Amerindias

afiadirse el que se genera por la mayor o menor complejidad


fonolôgica y morfosintâctica con que cada lengua se estructura.
En realidad, las dificultades que una lengua présenta para su
descripciôn estân en relaciôn directa con el modelo lingûïstico que
se adopta para hacerla. En este sentido es una tesis generalizada
que las gramâticas clâsicas de lenguas americanas hechas por
espafioles emplean bâsicamente un ûnico modelo, el derivado de
la gramâtica latina, transformada en paradigma universal (cfr. por
ejemplo Rowe 1974:364-365 y Alvar 1978:11-17). Aunque el hecho
es bastante esperable y nada sorprendente, lo cierto es que es solo
una verdad a médias y aplicable sobre todo a las primeras
descripciones, a las situaciones iniciales. A medida que una lengua
era mejor conocida, su descripciôn mejoraba y se alejaba cada vez
mas del paradigma latino, como refleja muy bien el caso del
nâhuatl, que veremos después. Mas aûn, desde el principio es rara
la aplicaciôn ciega de la gramâtica latina, siempre estuvo
mediatizada por la estructura de la lengua descrita, por el modelo
implïcito en el uso de la propia lengua, el castellano, y ademâs,
a algunos casos, se tomaron también elementos de otras
gramâticas, como la del hebreo por ejemplo. Asi y todo, las herramientas
filolôgicas de que disponïan estos primeros linguïstas eran con
frecuencia insuficientes ; cuanto mâs se alejaban del modelo
europeo las estructuras fonolôgicas y morfosintâcticas de las
lenguas sujeto de estudio, las dificultades descriptivas podian llegar
a ser insalvables. En este contexto se llegô a soluciones muy
interesantes, aunque igualmente insuficientes ; por ejemplo, en su
Arte de la Lengua Othomi, manuscrito fechable hacia 1580 (6), el
padre franciscano fr. Pedro de Cârceres afronta la descripciôn de
esta difïcil lengua mexicana con gran audacia y originalidad,
inventa nuevos signos ortogrâficos para aquellos fonemas que pudo
aislar diferentes a los del espafiol y, en la descripciôn
morfosintâctica, se lanza por nuevas vias empleando como modelo no la
gramâtica latina, sino la del mismîsimo nâhuatl, lo que genera
curiosïsimas series de equivalencias entre otomi, nâhuatl y
castellano, equivalencias por cierto muy dignas de estudio. No se
créa que este es también un caso aislado, en la descripciôn de
lenguas locales muy complejas para el anâlisis europeo no es raro
que se utilice el modelo y las soluciones halladas para la lengua
general de la zona, como por ejemplo es el caso del otomï y el
nâhuatl que hemos visto con anterioridad. Este hecho emparenta
Bustamante : Las Lenguas Amerindias 85

lo que yo llamo tradiciones filolôgicas diferentes, que tienen sin


embargo caracterïsticas definitorias muy distintas ; la que se refiere
a las lenguas générales, como el nâhuatl, es una tradiciôn
autônoma, fuertemente critica y por lo general muy creativa ; la
que se refiere a lenguas locales, como el otomï, suele ser una
tradiciôn subordinada, dependiente y generalmente mucho menos
crïtica y creativa (7). Un estudio comparativo que las ponga en un
mismo nivel omitirâ una buena cantidad de elementos que lo harân
ser inevitablemente equivoco o engafioso.

Conviene sin embargo, para que podamos apreciar interna-


mente algo de lo que fue esa tradiciôn lingûîstica espanola de
estudio de lenguas americanas, que analicemos aunque sea muy
someramente al menos una de esas tradiciones filolôgicas que la
componen. Por razones de conveniencia lôgica y de mi propia
especializaciôn he elegido la que se refiere a la lengua nâhuatl.

Antigua lengua de esas poblaciones del Mexico Central que


conocemos como aztecas, lingûîstica y politicamente dominante
sobre amplios territorios, medio de expresiôn de una alta cultura
con formas literarias muy elaboradas y complejas, el nâhuatl es
quizâ la lengua americana a la que se ha dedicado mayor atenciôn
y estudio desde la misma conquista espanola en 1521 hasta hoy
y, probablemente, también sea la que cuente con un volumen
mayor de documentaciôn escrita. En otro lugar (cfr. Diaz &
Bustamante 1984 : 190-193) quedô esbozado lo que fue el primer
perîodo de aproximaciôn a esa lengua, el perïodo del primer
aprendizaje y alfabetizaciôn, datable aproximadamente entre 1521
y 1547. A partir de esa fecha el estudioso se enfrenta a una poderosa
tradiciôn filolôgica cuyas caracterïsticas van evolucionando a lo
largo del tiempo ; este hecho es el que nos permitiô estudiar la
alfabetizaciôn de la lengua nâhuatl, en el artïculo anteriormente
citado, como un largo proceso que se inicia a principios del siglo
xvi y no culmina sino hasta mediados del xvn. Ahora lo que nos
interesa es mostrar la forma en que esta tradiciôn filolôgica afrontô
la lengua como hecho global.

El primer periodo de estudio, datable aproximadamente entre


1547 y 1595, se caracterizô sobre todo por una aproximaciôn léxica.
Estos primeros filôlogos llegaron a America con un presupuesto
86 Bustamante : Las Lenguas Amerindias

bâsico, el de la universalidad de la estructura gramatical de la


lengua latina, y con un modelo concreto que seguir, el de las
Introductions Latinae de Elio Antonio de Nebrija (8). De esta
manera la definition de la estructura fonolôgica y morfosintâctica
del nâhuatl no tenïa una particular signification. Sin embargo, y
desde el principio, se observé que esta lengua ofrecia ciertas
dificultades y se resistia a ser reducida por completo a ese esquema
gramatical (9). Las soluciones a este problema fueron varias,
aunque esencialmente idénticas. Las artes se dividieron en dos
nûcleos fundamentales, en el primero se exponïan todos aquellos
elementos gramaticales del nâhuatl coincidentes con el latin y en
el segundo se exponïan, aisladamente y sobre diferentes criterios,
todo aquello que era dificultoso y especial (10). En todo caso, lo
que nos interesa destacar aqui es que estos filôlogos, cuyo interés
bâsico era entender bien esa lengua y ser bien entendidos en ella,
conceptuaron el estudio linguistico como un estudio que afectaba
fundamentalmente a la signification. Partiendo de una idea de la
estructura gramatical que la hacïa tan poco significativa es lôgico
que la mayor parte de su interés y dedicaciôn se dirigiera al léxico.
Mâs aûn, dieron un tratamiento lexicogrâfico a todos aquellos
« frasis y maneras de hablar » no reducibles al modelo gramatical
latino que, dentro de ese segundo nûcleo en que las artes estân
divididas, como ya mencionamos, constituyen la parte mâs
importante. Puede comprenderse ahora mejor aquel testimonio de
Molina que citamos al principio : « para declararles los misterios
de nuestra fe, no basta saber la lengua como quiera, sino entender
bien la propiedad de los vocablos y maneras de hablar que tienen »
(Molina 1944, s.f., Prôlogo).

Asï pues, la investigaciôn filolôgica del siglo xvi sobre el


nâhuatl destaca con mucho en el campo lexicogrâfico, obra
fundamentalmente de franciscanos, con très especialistas sobresa-
lientes : Andrés de Olmos, Alonso de Molina y Bernardino de
Sahagûn. Inicialmente también aquï peso la influencia del modelo
latino, como puede observarse en el vocabulario trilingue (castella-
no, latino y mexicano) que manuscrito e inédito se guarda en la
Newberry Library de Chicago (11) o en el primer Vocabulario en
lengua Castellana y Mexicana que Alonso de Molina hizo e
imprimiô en Mexico, por Juan Pablos, en 1555. En ambos casos,
bâsicamente lo que se ha hecho es adaptar y traducir al nâhuatl
Bustamante : Las Lenguas Amerindias 87

el Vocabulario de Romance en Latin de Nebrija. Pero esto no fue


sino el punto de partida, los problemas que ofrecïan precisamente
esas peculiares « maneras de hablar », esos « frasis » especiales,
llevaron a una busqueda exhaustiva del vocabulario, y no como
palabra aislada, sino dentro de su contexto en la frase, con todas
las variables posibles de uso. Ya Olmos, al final de su Arte de 1547,
recoge una amplia colecciôn de frases y varios textos retôricos
tradicionales para que el estudioso pudiera conocer, en su
funcionamiento, las particularidades no latinas de esta lengua ;
pero es Bernardino de Sahagun quien lleva este punto a su mâximo
desarrollo. Su obra monumental, posteriormente bautizada como
Historia Universal de las Cosas de la Nueva Espana (12) es definida
por su propio autor como « una red barredera para sacar a luz
todos los vocablos desta lengua con sus propias y metafôricas
significaciones, y todas sus maneras de hablar, y las mas de sus
antiguallas buenas y malas » (Sahagun 1969, 1:28-29) ; la forma en
que la realize fue que « los mismos naturales dieron la relation
de las cosas que en este libro se tratan... segun que ellos las
entienden... y asï se tradujo en la lengua espariola... pretendiendo
solamente saber y escribir lo que ellos entendïan », y especifica-
mente sobre el texto en nâhuatl advierte que « darâ disgusto al que
la entendiere (= la lengua nâhuatl), y es que de una cosa van
muchos nombres sinônimos y una manera de decir, y una
sentencia va dicha de muchas maneras. Esto se hizo aposta, para
saber y escribir todos los vocablos de cada cosa, y todas las maneras
de decir de cada sentencia... » {ibidem, 11:256). Sobre esta
experiencia se élabora el segundo diccionario de Molina, impreso
en 1571, uno de cuyos prologos hemos citado ampliamente al
principio de estas lineas.
Lamento no poder seguir aquï el desarrollo y los logros de
estas tempranas obras de la filologïa nâhuatl, pero creo que lo hasta
ahora apuntado basta para demostrar que las aparentes limita-
ciones del modelo gramatical adoptado no fueron obstâculo para
el desarrollo de una investigaciôn filolôgica original y profunda
que, aparté de proporcionarnos materiales textuales riquisimos,
todavia hoy base esencial para nuestro estudio, nos proporcionô
ademâs una pénétrante vision del mundo indïgena que ha
motivado el que se llame « frailes etnôgrafos » a estos primeros
filôlogos y « padre de la antropologïa americana » a Bernardino
de Sahagun.
88 Bustamante : Las Lenguas Amerindias

Pero prosigamos nuestra andadura, el segundo periodo de


estudio puede datarse entre 1595 y 1673 y se caracterizô, sobre
todo, por una aproximaciôn morfo-sintâctica. El volumen cre-
ciente, ya verdaderamente gigantesco, de «frasis y maneras de
hablar » especiales o irregulares fue finalmente reducido a su
verdadera dimension, planteândolo como un problema de descrip-
ciôn gramatical. Si en la lïnea primera destacaron los lexicôgrafos
franciscanos, en esta de penetraciôn morfo-sintâctica van a
sobresalir los jesuitas. De forma significativa, el P. Antonio del
Rincôn comienza su Arte de 1595 (1967:11) : «No es posible
guardarse en todo un mismo método y arte en ensefiar todas las
lenguas, siendo ellas (como lo son) tan distantes y diferentes entre
si, antes la uniformidad en esto séria gran disformidad y, por
consiguiente, confusion y estorbo para quien las deprendiese ». La
obra de Rincôn no es sino un germen inicial, apegadisimo aûn
a los modelos tradicionales de la gramâtica, pero en ella la
profusion descriptiva se reduce a unas escuetas reglas (normativas)
de como la lengua actûa, reglas que se van complicando a medida
que se van especificando los diferentes contextos de uso.
Este cambio en la forma de tratar la gramâtica, simultâneo
a una profundizaciôri en el tratamiento y escritura de la fonologïa,
tuvo desarrollos muy notables y culminô con el que probablemente
sea el mejor arte clâsico de la lengua nâhuatl, el Arte de la lengua
mexicana con la declaration de los adverbios délia del P. Horacio
Carochi, impreso en 1645 y que ya citamos con anterioridad (13).
Esta obra es un verdadero prodigio de penetraciôn y sïntesis, por
lo que su descripciôn y estudio resultan bastante dificiles. Sin
entrar en complicaciones diremos que Carochi utiliza como punto
de partida la obra de Rincôn; al igual que él hizo, su arte esta
compuesto como un conjunto de reglas que describen el funciona-
miento del lenguaje, pero Carochi es capaz de guardar un orden
expositivo impecable y lograr una exhaustividad excepcional en
el tratamiento de su tema. Sus reglas iniciales permiten la
definiciôn de lo que hoy llamarïamos estructuras bâsicas -
esencialmente morfolôgicas, porque el nâhuatl es una lengua con
una morfologia muy compleja y rïgida, y de una sintaxis muy débil
y laxa - y con un orden perfecto va completando y complicando
esas reglas para poder définir lo que hoy llamarïamos estructuras
derivadas y compuestas. La propia lôgica de su ordenada
exposiciôn le obliga a alejarse notablemente de la gramâtica latina
Bustamante : Las Lenguas Amerindias 89

y a elaborar una gramâtica derivada de la propia lengua que


describe. Naturalmente pensemos que se trata de una gramâtica
del siglo xvii, fuertemente normativa y en la que pesa aûn la
terminologia gramatical latina ; sin embargo, es una gramâtica que
ha podido ser reelaborada y traducida a términos generativo-
transformacionales por Richard Andrews (1975), en lo que es la
mejor gramâtica moderna del nâhuatl clâsico.

Esta aproximaciôn gramatical a la lengua, que tiene su


mâximo desarrollo en Carochi, permitiô también otros desarrollos
mucho mâs difundidos. La articulaciôn de la gramâtica por reglas
muy escuetas y précisas facilité, para el uso y aprendizaje del
idioma, la elaboraciôn de frases a modo de modelos o pattern con
multiples posibilidades combinatorias. Estas construcciones son
frecuentisimas en las Doctrinas y Conjesionarios, a menudo parte
complementaria de las Artes en la forma de « ejercicios prâcticos ».
Estas estructuras pueden intuirse ya en obras del siglo xvi pero,
quizâ, su forma mâs elaborada la alcanzaron en el Vocabulario
manual de las lenguas Castellana, y Mexicana. En que se contienen
las palabras, preguntas, y respuestas mâs comunes, y ordinarias que
se suelen ofrecer en el trato, y comunicaciôn entre Espaholes, é
Indios, obra de Pedro de Arenas impresa en Mexico, por Henrico
Martinez, en 1611 (14). Este vocabulario, êlaborado por alguien
que considerô que las grandes obras lingûîsticas de que venimos
tratando estaban poco acomodadas « a aquello que ha menester
saber un hombre romancista, que no prétende mâs elegancia de
poder hablar con los indios y entenderlos » (Arenas 1982 : s.f.,
Prôlogo), no es nada mâs y nada menos que una verdadera « guïa
de conversaciôn » en la que, ordenadas temâticamente, se recogen
las preguntas, respuestas y frases mâs frecuentes en la
conversaciôn, con sus posibles combinatorias y variables. Al igual que
ocurre con la de Carochi, la obra de Arenas, con su forma propia
del siglo xvii, sorprende por su modernidad.

Entre 1673 y 1810 puede datarse el tercer perïodo de estudio


que, tras los logros alcanzados en los siglos anteriores, se
caracteriza sobre todo por una intensa labor de sintesis y por la
institucionalizaciôn. Mâs que en ningun otro momento abundan
las gramâticas hechas por catedrâticos de nâhuatl y esto, al menos
en Mexico, parece poder generalizarse a las demâs lenguas.
90 Bustamante : Las Lenguas Amerindias

Construidas con una profunda preocupaciôn didâctica, procuran-


do ser lo mas claras, complétas y breves que fuere posible, en estas
artes hay una tendencia simplificadora que suprime muchos logros
y matices alcanzados en obras como la de Carochi. Por otra parte,
la moda de la época que obligaba al autor a tener y expresar una
amplia erudiciôn sobre el tema del que trataba, tuvo por
consecuencia que las nuevas artes tendieran a construirse mas
sobre la experiencia de las artes previamente existentes que sobre
la experiencia de la lengua hablada. De manera que las gramâticas
de nâhuatl de este periodo suelen ser centones que resumen las
obras anteriores y generalmente se articulan sobre la experiencia
de la gramâtica latina de autores posteriores a Nebrija, sean
nacionales (como Juan Luis de la Cerda) o extranjeros (como Juan
Gerardo Bossio)(15). No obstante, esta misma tendencia llevô a
realizar valiosas matizaciones y aclaraciones de las reglas preexis-
tentes, cosa particular mente évidente en el Arte de la lengua
mexicana del catedrâtico Antonio Vazquez Gastelu, impresa en
Mexico por Fernandez de Leôn en 1689 (16), y mas aûn en el Arte
novissima de la lengua mexicana del igualmente catedrâtico Carlos
de Tapia Zenteno, impresa en Mexico por la Viuda de D. Ioseph
Bernardo de Hogal en 1753 (17). De este ultimo autor quisiera
también destacar sus interesantisimas descripciones fonolôgicas,
hechas en términos articulatorios (18).

El panorama que ofrece la tradiciôn filolôgica del nâhuatl en


este periodo puede inducir a que el estudioso se lleve una imagen
mâs bien negativa de la tradiciôn lingùistica en general. Una vez
mâs nos enfrentamos al peligro de hacer generalizaciones precipi-
tadas. El interés normativo y didâctico de este periodo llevô
también a hacer aportaciones muy importantes. Por ejemplo, Luis
de Neve y Molina, catedrâtico de otomi, se vio impulsado con estos
condicionantes a publicar, en Mexico por la Biblioteca Nacional
en 1767, sus Reglas de Orthographia, Diccionario, y Arte del idioma
Othomi, la primera impresa de esta lengua ; y el ya citado Carlos
de Tapia Zenteno publicô el mismo afio una Noticia de la Lengua
Huasteca (cfr. nota 18) que que es la ûnica descripciôn gramatical
que conservamos de la misma. También el nâhuatl se bénéficié
cuando fr. Juan Guerra, O.P., publicô su Arte de la lengua Mexicana
segun la acostumbran hablar los Indios en todo el Obispado de de
Guadalaxara, parte del de Guadiana, y del de Mechuacan, en
Bustamante: Las Lenguas Amerindias 91

Mexico por la Viuda de Francisco Lopez Lupercio en 1692, y


cuando el bachiller Jérônimo Tomâs de Aquino Cortés y Zedeno
publicô su Arte, vocabulario, y confesionario en el idioma Mexicano,
que se usa en el Obispado de Guadalaxara, en Puebla por el Colegio
Real de San Ignacio en 1765. Estas dos gramâticas se enfrentan
a la descripciôn de un dialecto del nâhuatl, diferente a la lengua
clâsica de la que tratan las demâs artes y nunca recogido hasta
entonces.

Pero, volviendo al nâhuatl clâsico, aunque la tendencia


general de la época es la sintetizadora, sïntesis tan logradas como
la Reglas de la lengua mexicana con un vocabulario del padre
jesuita Francisco Xavier Clavijero(19) no pueden entenderse sin
una poderosa tradicion filolôgica que las respalde. Hay mas, con
la expulsion de los jesuitas ordenada por la Corona espanola en
1767, parte importante de los hombres que personificaban esa
tradicion fue desplazada a Italia - Clavijero es un buen exponente -.
En ese momento la tradicion lingûistica espanola de lenguas
americanas se incorporé al acervo europeo, y lo hizo sobre todo
a partir de dos figuras : Lorenzo Hervâs y Guillermo de Humboldt.
Pero este es un tema que Antonio Tovar ya ha analizado en otra
parte (cfr. Tovar, 1986, especialmente caps. 1 y 5, véase también
el Apéndice A que J. Bustamante agrega al estudio general de
Tovar).

A finales del siglo xviii los lingiiistas espafioles, herederos de


una larga tradicion, eran capaces de hacer descripciones gramati-
cales, que se caracterizaban por una gran precision, abstracciôn
y brevedad, de lenguas pertenecientes con frecuencia a pueblos
âgrafos. Esos fueron los materiales que Lorenzo Hervâs recogiô
y parcialmente publicô ; esos materiales formaron también un
sector importante del fondo documentai de Wilhelm von
Humboldt. Las publicaciones de Hervâs serân la base del Mithridates
de J. C. Adelung y J. S. Vater, impreso en cuatro volûmenes en
Berlin, entre 1806 y 1817 ; los materiales de Humboldt constituye-
ron el punto de partida para sus estudios sobre las lenguas
americanas, entre las que no me resisto a citar el que se refiere
especificamente al nâhuatl, Versuch einer Analyse der Mexicanis-
chen Sprache (Humboldt, 1905), de los que dérivé, por cierto, un
nuevo tipo de lengua, las incorporativas o polisintéticas.
92 Bustamante : Las Lenguas Amerindias

Habria que preguntarse entonces el por que del olvido casi


absoluto en que esta tradiciôn cae a partir de esas fechas. Sin duda
hubo muchas causas y muchas razones, de hecho me parece un
tema que mereceria - como tantos otros - su propio estudio.
Podemos adelantar algunas, como por ejemplo las crisis provoca-
das por las guerras de independencia, tanto que Espana como en
America, las crisis politicas que se sucedieron desde entonces en
las poblaciones hispânicas de un lado y otro del Atlântico, el grave
hundimiento cultural que las acompanô y siguiô, el profundo
cambio que experimento la situacion del indigena dentro de las
nuevas sociedades, el propio interés de la nueva ciencia del
lenguaje por otros problemas, otros campos y otras lenguas...

Quienes actualmente nos dedicamos al estudio de alguna


lengua americana nos aprovechamos a manos llenas de la labor
de estos primeros filôlogos, sepamos pues reconocerles su aporta-
ciôn y su mérito.

NOTAS

(1) Rincôn, 1967:9. El Arte Mexicana de Antonio del Rincôn fue publicada en
Mexico, por Pedro Balli, en 1595. Existe una réédition del siglo xix, cuya
reproducciôn facsimilar es la que utilizo.
(2) Los textos de Molina aquï citados proceden del « Prologo », sin foliar, de su
« Vocabulario en lengua Castellana y Mexicana,», primera parte de su amplio
Vocabulario editado en Mexico, por Antonio de Spinosa, en 1571. Hay varias
ediciones modernas, cfr. especialmente Molina 1944 y 1977. La referencia a
la tarea colectiva y a la aportaciôn segun el talento de cada uno aparece en
la « Epïstola nuncupatoria » que precede al Arte de la lengua Mexicana, ff. l-4v.
del propio Molina, editada en Mexico, por el mismo editor y el mismo afio
(hay varias ediciones modernas, cfr. especialmente Molina 1945), pero en
realidad es casi un tôpico en este tipo de trabajos.
(3) Real Cédula del 10 de mayo de 1770, apud Torre Revello 1962:524.
(4) Tanto de la Biblioteca como de la Bibliografîa existe una ediciôn fascimilar
moderna, cfr. Vifiaza 1977 y 1978.
(5) Fray Andrés de Olmos, autor de la primera gramâtica de nâhuatl conservada,
disculpa su obra en el prôlogo con estas expresivas palabras : « notorio es del
primer corte ningûm maestro cortar bien un sayo, y del segundo apenas »
(Olmos, 1972:10).
(6) Fue publicado por Nicolas Léon en 1907, en el Boletin del Institute Bibliogrâfico
Mexicano, n° 6 (1905), pp. 39-155.
Bustamante : Las Lenguas Amerindias 93

(7) Téngase bien en cuenta que esta generalizaciôn se refiere globalmente a las
tradiciones filolôgicas, en la comparacïon de obras concretas puede producirse
con frecuencia el caso contrario.
(8) Por ejemplo, Fray Andres de Olmos, en su Arte de 1547 (1972:13), comienza
diciendo : « En esta lengua se hallan todas las partes de la oraciôn como en
la lengua latina... como se verâ en el discurso del arte cuando de cada una
de ellas se tratare. En el arte de la lengua latina creo que la mejor manera
y orden que se ha tenido es la que Antonio de Lebrixa sigue en la suya ».
(9) El mismo Olmos (1972:13) también dice : « pero porque en esta lengua no
cuadrarâ la orden que él (Nebrija) lleva, por faltar muchas cosas de las cuales
en el arte de gramâtica se hace gran caudal, como son declinaciones, supinos
y las especies de los verbos... no seré reprehensible si en todo no siguiere la
orden del arte de Antonio ».
(10) El ejemplo mas cohérente de este sistema es fr. Alonso de Molina en su
gramâtica impresa en 1571 (1945:6) : «Este arte de la lengua mexicana se
dividirâ en dos partes. En la primera se tratarâ copiosa y claramente de todas
las ocho partes de la oraciôn que esta lengua tiene, conforme a la lengua latina
y castellana. Y en la segunda parte se tratarân y declararân algunas cosas
dificultosas y delicadas de la misma ».
(11) Este vocabulario habitualmente es atribuido a Bernardino de Sahagun. Su
titulo exacto es Dictionarium ex hismensi (sic) in latinum sermonem interprète
Aelio Antonio Nebrissensi, ms. 1478 de la Edward E. Ayer Collection, The
Newberry Library de Chicago.
(12) Conservamos varios manuscritos, en diferentes etapas de elaboraciôn, de esta
obra de Sahagun. Aûn no existe una ediciôn compléta satisfactoria de la
misma, el interesado puede referirse para el texto castellano a Sahagun, 1969,
y para el texto nâhuatl a Sahagun, 1974-82.
(13) Existen varias ediciones modernas, es recomendable el uso de la facsimilar,
cfr. Carochi, 1983.
(14) Esta obra tuvo un éxito extraordinario y es el trabajo sobre la lengua nâhuatl
editado mâs veces ; se conocen cuatro impresiones en el siglo xvn, cinco en
el xviii y cuatro en el xix. Utilizo la ûnica ediciôn del xx, Arenas, 1982.
(15) Los interesados por los estudios de latin en Nueva Espafia pueden consultar
la obra de Osorio Romero, 1980.
(16) Se conocen dos ediciones en el siglo xvn, très en el xvm y una en el xix;
utilizo la ediciôn del XX, Vazquez Gastelu, 1969.
(17) Hay una ediciôn decimonônica aparté de la que manejo, Tapia Zenteno, 1967.
(18) Pondre en ejemplo : « La x... se pronuncia distintisimamente diversa del
castellano y el latin... Sâbrase pronunciar bien teniendo algo apartados los dientes,
sin llegar a ellos la lengua y asentândola toda en lo interior de la boca, bien
abiertos los labios » (Tapia Zenteno, 1967:3). Sacaré otro ejemplo de la Noticia
de la Lengua Huasteca del mismo autor, impresa en Mexico por la Bibliotheca
Nacional en 1767 : « La tz se pronuncia cerrando los dientes y difundiendo por
todos ellos la lengua, formando un sibilo in violencia... » (Tapia Zenteno, 1 767:2).
94 Bustamante : Las Lenguas Amerindias

(19) Las Reglas, datables entre 1767 y 1787, es un manuscrito guardado en la


Biblioteca dell'Archiginnasio de Bolonia ; fue publicado por primera vez por
Arthur J. O. Anderson en 1974, quien previamente lo habia utilizado como
base para su gramâtica de nâhuatl clâsico, la primera en inglés, cfr. Anderson,
1973.

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