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La abundancia de variedad de pan (algunas se muestran en la Figura 1.1) deriva de las propiedad
únicas que tienen las proteínas del trigo para formar gluten formando en la masa. La masa gomosa
y su capacidad de deformarse, extenderse y recuperar la forma junto a los gases atrapados
adquieren una crucial importancia en la producción de pan y otros productos fermentados. De
todos los cereales, el trigo es casi el único con esas propiedades. Alguna harina de cereal, como
las procedentes de centeno y cebada, puede formar también gluten pero en menor grado que el
habitual de las harinas de trigo. Se pueden imitar algunos de los atributos de los panes de trigo
con productos hechos a partir de harina de otros cereales pero si se pretende alcanzar el volumen,
las propiedades de la miga y el sabor y aroma que posee en pan procedente del trigo, entonces es
necesario suplementar cualquier proteína natural que se utilice con ingredientes estabilizantes del
has, independientemente de si éstos proceden de carbohidratos, proteínas o lípidos.
Las características de tales productos son diversas y, por ellos, no tienen sentido los términos de
calidad “buena” o “mala”, excepto para el juicio de un atributo particular. Una baguette no es un
baguette si no tiene una corteza crujiente, mientras que esa condición sería inaceptable en el típico
pan norteamericano. La fina estructura alveolar del pan de sándwich del Reino Unido no tiene
relevancia alguna para los panes planos de Oriente Medio. Ciertamente, la estructura de la miga
“ideal” depende de cómo usted sea y dónde esté. Actualmente, podemos encontrar pan fabricado
y consumido en algunas partes del mundo el trigo no es un cultivo autóctono, y, debido a ellos,
algunos atributos esenciales del pan se han transformado en características universales; la forma
puede variar pero, en gran parte, buscamos los mismo atributos en todos los productos
fermentados.
A pesar de que existen tantas opiniones como panaderos y consumidores acerca de lo que hace
que un pan sea “bueno”, es cierto que se requieren determinados atributos de calidad para que
algunas variedades sean aceptables para una amplia sección de consumidores. Por ejemplo, las
baguettes se caracterizan por tener una corteza duran crujiente y sin ese atributo rechazaríamos el
producto; una baguette de corteza blanda se describe a menudo como una “pasada” o “vieja”. Del
otro lado, los panes loncheados de Estados Unidos, los del Reino Unidos y los de todas partes se
caracterizan por una corteza fina y blanda y s la corteza fuera gruesa y dura, los consumidores
podrían rechazar el pan e irónicamente, también se describiría como “pasado o “viejo”
La pérdida de frescura del producto es otra característica del mismo que esperamos sea acorde
con el tiempo que ha pasado desde que se fabricó. Cualquier criterio que utilicemos para juzgar
el “envejecimiento” del pan, es inequívoco que el requisito más simple y común de los productos
fermentados es que, idealmente, retenga los atributos que poseía cuando abandonó el horno; sobre
todo esperamos que nuestro pan sea “fresco”. Cuando compramos el pan en la panadería y aún
está caliente no dudamos de su frescura, pero cuando al recogerlo de la estantería ya está frío
hemos de autoconvencernos de que está todavía fresco. La pretensión de que los productps de
panadería retengan la frescura que posee el producto recién horneado durante un amplio periodo
después de dejar el horno ha sido uno de los grandes desafíos con se han enfrentado los panaderos,
tecnólogos y científicos durante muchos años. Muchas estrategias se han aplicado para satisfacer
tal reto; se han tenido éxito, son los consumidores de los únicos que pueden decirlo.
Para poder elaborar nuestro pan típico hemos de tener un conocimiento de los complejos
interacciones entre las materias primas y los métodos que utilizamos en complejas interacciones
entre las materias primas y los métodos que utilizamos en el proceso de transformación desde los
ingredientes hasta el producto horneado. Las materias primeras que disponemos variarán y los
procesos son dependientes del tiempo y de la temperatura. Debido a la intrincada naturaleza del
proceso, sería una sorpresa que controlásemos totalmente el proceso de panificación; lo hacemos
porque hemos acumulado conocimiento – destreza- a lo largo del tiempo que ha venido a
enriquecer con el avance científico y el desarrollo tecnológico.