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El texto inicia con la presentación de Karl Heinrich Ulrichs ante la Asociación de Juristas
Alemanes, explicando la naturaleza homosexual y abogando por el cese de su persecución.
Este sería la primera defensa pública de la población LGBT+ y el primer coming out político.
Su tesis principal era que esta, a diferencia de la creencia popular, no es una desviación sino
una condición natural y por tanto debía ser respetada por la sociedad.
Su acción venia en respuesta a las punitivas leyes de sodomía y las actitudes ostricistas de la
sociedad alemana frente al tema, situación que había llevado a la persecución y el suicidio
de muchos acusados del crimen.
Nótese que no podemos hablar usando palabras como comunidad o homosexual aún pues
la creación de estas fueron un resultado directo de los actos de Ulrichs.
En el pasado la “sodomía” era considerada una situación en la que caían los depravados
sexuales como resultado de su ninfomanía, hombres pervertidos que se habían cansado del
sexo con mujeres y optaban por otros hombres; no existía atracción o afecto innato,
cualquier hombre podía encontrarse en esta llamada enfermedad.
El gran logro de la vida de Ulrichs fue iniciar el cambio de percepción en la sociedad
europea, de hecho sí podía existir el deseo y cariño innato entre personas del mismo sexo.
Primeros años
Karl Heinrich Ulrichs nació en 1825 en Hanover (una ciudad pro-Habsburgo) a una familia
acomodada de tecnócratas y clérigos luteranos, cuya posición dependía de su instrucción.
Ingresó como estudiante de derecho a la Universidad de Göttingen, prestigiosa institución
hanoveriana, donde desarrollaría su identidad homosexual y su activismo nacionalista,
según el cual se identificaba grossdeutschländer (más adelante).
Estas dos ideas se volvieron simbióticas al argumentar que la cultura surgermana era más
inclusiva que la tradicionalista y viril cultura prusiana.
A media carrera decidió transferirse a la Universidad de Berlín sin motivo en particular.
No obstante, podemos asumir que lo hizo para convivir con más personas como él, dado
que Berlín se había convertido en un hub para la prostitución masculina.
Un año después regresó y se tituló con honores, encontrando trabajo como burócrata.
Lastimosamente, una corte prusiana informó de rumores homosexuales sobre Ulrichs y
este fue obligado a dimitir, aunque esto no era considerado un delito en su ciudad.
Así, él se dio cuenta que la ley era un instrumento opresor que no tenía lugar censurando
su atracción homosexual, la cual el veía como natural, un regalo de dios.
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