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El término ‘inteligencia emocional’ puede ser definido como aquella

facultad que permite la identificación de los propios sentimientos


y la distinción de los sentimientos de los otros, favoreciendo la
apropiada gestión de las relaciones interpersonales.

Componentes de la inteligencia emocional

Entre los componentes de la inteligencia emocional pueden


distinguirse los que, a continuación, se detallan:

- Disposición optimista y favorable: el optimismo hace


referencia a aquella actitud que potencia el estímulo y la
motivación de la persona. Este componente de la inteligencia
emocional previene la aparición del desinterés, la dejadez, la
desgana y la pereza, la impaciencia y la desesperanza y otros
estados más problemáticos, como la depresión.
- Empatía: la empatía se define como aquella habilidad que
favorece la identificación y el entendimiento de las sensaciones
y de los estados emocionlaes de otras personas, de modo que la
persona pueda ponerse en el lugar en que se encuentra el otro
sujeto y logre imaginar cómo se sentirá éste en relación a la
circunstancia en que se halle en tal momento. Así pues, se
constituye como un ejercicio cuyo fundamento se establece en
la acción de relacionar la situación de la persona con su estado
emocional, comprendiendo cómo se siente una persona y la
conducta que ejecuta según la circunstancia por la que pueda
estar atravesando. Según Rosenthal, se distinguen tres factores,
claramente diferenciados, que favorecen la presencia de la
empatía. Dichos factores son la atención, el sentimiento de
bienestar mutuo y la coordinación no verbal.
- Positividad: la positividad conlleva el tener una actitud
positiva y activa. Además, significa poseer una profunda
esperanza e ilusión por lo deseado, de forma que siempre se
confíe en que se van a lograr los resultados esperados y
ansiados. Se trata de mantener una actitud de entusiasmo
incluso en situaciones en las que aparecen dificultades y
obstáculos, no permitiendo que el fracaso y la decepción ganen
la batalla.
- Conciencia emocional de uno mismo: la conciencia emocional
de uno mismo alude a la capacidad de conocer, en profundidad,
los propios estados de ánimo, pensamientos y sentimientos.
Este hecho es absolutamente beneficioso para conocernos a
nosotros mismos de la forma en que, realmente, somos y
percatarnos de nuestro verdadero Yo, nuestro yo interior.
- Control de las propias emociones (autocontrol emocional): el
autocontrol emocional se trata de la competencia que permite
una gestión adecuada de las emociones propias, de manera que
la persona presente una conducta correcta en todo tipo de
situaciones, incluyendo aquellas que integren un alto nivel de
estrés, angustia, tensión y otras sensaciones desagradables.
Para garantizar un autocontrol emocional óptimo es preciso
poseer unas buenas estrategias para hacer frente a situaciones
estresantes, así como una capacidad apropiada para
transformar las emociones negativas en positivas.
- Competencia social: alude a la habilidad que favorece el logro
de unas relaciones sociales exitosas, manteniendo un
comportamiento adecuado y preciso que posibilite que
podamos enfrentarnos a los desafíos de forma eficaz. Estar
provisto de una buena competencia social previene la aparición
de conflictos. Algunas competencias sociales de gran relevancia
son: la asertividad, la capacidad para la toma de decisiones, la
capacidad de comunicarse de forma eficiente, la empatía, la
autorregulación y autocontrol emocional…
- Competencia para la vida y el bienestar: este elemento hace
referencia a la capacidad para hacer frente, de la forma propicia,
a los retos que aparecen en el día a día de las personas; esta
competencia se ejerce a través del desempeño de las conductas
oportunas y consecuentes. Algunas de las habilidades que
implican esta competencia son las siguientes: capacidad de
determinar metas factibles, de tomar decisiones correctas, así
como la habilidad para solicitar ayuda y buscar los recursos
necesarios para solucionar los posibles problemas que puedan
surgir.

Coaching y competitividad

La competitividad es un vocablo que nos acerca a los principios


humanos y a su naturaleza. Se trata de una cualidad esencial de las
personas que asumen por su propio carácter, es decir, todos los
individuos poseen este rasgo de forma innata. Podemos observar la
procedencia o causa originaria de su aparición en la necesidad de
cópula entre machos y hembras. En dicha razón, se entienden ciertas
conductas que manifiestan las personas al encontrarse en tales
situaciones, en las cuales han de esforzarse y combatir por el
compañero/a de vida deseado/a. La situación a la que estamos
aludiendo se encuentra impulsada por la competitividad intrínseca
del sujeto, la cual estimula a éste para comenzar cierta lucha por
lograr el fin último descrito. Por lo tanto, la competitividad es una
característica natural y congénita que posee toda persona y que le
motiva para esforzarse por conseguir a la pareja ansiada.

Podemos distinguir dos tipos de competitividad: el primer tipo de


competitividad podría definirse como ‘competitividad saludable’ y se
fundamenta en el empeño y afán que dedicamos en el logro de una
meta.

Esta clase de competitividad es una competitividad favorable y


provechosa, que favorece un incremento considerable de nuestra
motivación y, a su vez, genera que nuestro esfuerzo sea mayor en el
camino hacia nuestros objetivos, que adquiramos nuevos recursos y
herramientas necesarias en el proceso, que seamos capaces de
encontrar de forma autónoma la solución a los distintos problemas,
que se produzcan avances considerables, así como que podamos
identificar y aprender de los errores producidos. Así pues, se hace
definitivamente deseable presentar la cualidad de la competitividad
pues, en caso de carecer de la misma, no podría darse un progreso.

Por otra parte, y con un significado completamente distinto,


encontramos lo que denominamos la ‘competitividad no saludable o
insana’, cuyo principio básico es el logro del éxito por encima de todo.
Este tipo de competitividad no es nada beneficioso para la persona,
pues en vez de acercarnos a un estado de felicidad, consigue lo
contrario, ocasionando situaciones de angustia, desagrado, tensión,
estrés… Igualmente, esta competitividad nos puede conducir hacia la
frustración en momentos en que, debido al estrés, tensión y la presión
que conlleva ésta, nos sintamos bloqueados y el resultado sea un
fracaso, en vez del triunfo o el éxito esperado. Por otro lado, estos
estados nada ventajosos favorecen la aparición de los estados de
agresividad, de disconformidad y enfado, así como la manifestación
de actos y sentimientos despectivos hacia el resto.

- Agonismo: el agonismo se trata de una demostración positiva


y provechosa de la agresividad, enfocada a la autorrealización
de la persona, la cual favorece un salto que impulsa a la persona
al abandono de los estados de pasividad para asumir estados
de actividad, es decir, promueve que el sujeto adopte una
actitud activa ante sus retos.
- Hostilidad: la hostilidad puede entenderse como la
exteriorización de una conducta que presenta inclinación hacia
estados agresivos a causa de la existencia de una estructura con
tintes agresivos característicos de la edad infantil, así como a un
déficit en el desarrollo e inclusión del propio Yo de la persona
o puede deberse, también, a una respuesta violenta ante el
fracaso.
- Agresión y destructividad: se trata de una alteración del estado
de agresividad, entendido como una consecuencia de
evoluciones anómalas, personalidades bañadas por algún tipo
de irregularidades, factores sociales irregulares y perturbados...
Este tipo de personas se encuentran orientadas hacia la
violencia.

Agresividad e inteligencia emocional

La agresividad es una tendencia que puede ser incitada. Algunos de


los elementos que generan y elevan su nivel son los que a
continuación se describen:

a) Factores impulsores: se trata de aquellos impulsos que


favorecen la aparición de la agresividad. Distinguimos dos
tipos, en este caso:
 Tratamientos agresivos: podemos englobar en este punto los
insultos, las ofensas, los castigos, las vivencias de decepción
y fracaso, la escasez o carencia de incentivos…
 Prever los resultados: con prever los resultados nos
referimos al hecho de reflexionar antes de actuar de forma
agresiva, de modo que podamos anticiparnos a las
consecuencias de nuestros hechos. Así pues, ante una
situación que se nos presenta, actuamos ejerciendo una
conducta agresiva, de tal forma que, al reflexionar sobre ella,
nos daremos cuenta de que no ha servido de nada incorporar
la agresividad para obtener una solución óptima. Entonces,
para la siguiente ocasión, será conveniente razonar antes de
actuar e intentar no aplicar la agresividad, pudiendo así
observar las conclusiones de no haber actuado bajo la
condición agresiva.
b) Factores reforzadores: esta clase de factores promueven la
repetición de una conducta. Dichos factores se pueden clasificar
en:

 Factores directos: hacen referencia a un tipo de recompensa


material, como pudiera ser el dinero, un objeto, el
descanso… y la recompensa social, entre los que podemos
encontrar el elogio, el estatus, el ascenso…
 Factores vicarios: esta clase alude a un tipo de recompensa y
de castigo de tipo observable, como pueden ser las medallas,
los trofeos...
 Autorrefuerzos: los autorrefuerzos se denominan así porque
son los que la propia persona se otorga como premio a su
comportamiento.

La agresividad puede ser tratada para conseguir su supresión.


Existen diferentes vías para actuar frente a ella; los siguientes
procedimientos son algunos de los más efectivos:

- Intervención activa. La aplicación de este tipo de intervención


se efectúa mediante los siguientes métodos:
 Enfoque educativo: hace referencia a un reconocimiento de
tipo optimista de la agresividad, pues lo vincula al alcance
de los retos, al enfrentamiento exitoso de las dificultades, así
como a la mejora de las interacciones sociales. Este enfoque
ayuda a la persona a lograr un incremento de la agresividad
en el caso de que el deportista carezca de ella o lo emplee en
niveles muy reducidos y favorece su reducción en aquellas
situaciones en que la persona la aplique en su percepción
negativa.
 Modificación de las conductas: este enfoque se concentra en
que la persona llegue al entendimiento de que ese tipo de
conducta no es beneficiosa y es necesario minimizarla o, en
su caso, erradicarla de su sistema comportamental. Con la
modificación de conductas, buscamos que el individuo
comprenda las conductas que no le son ventajosas y que se
encuentre incitado hacia el cambio, de modo que sus
actuaciones sean semejantes a aquellas a las que deseamos
que se parezcan.
 Psicoanálisis tanto en el aspecto individual como en el
colectivo: este enfoque pretende la asunción, por parte de la
persona, de su agresividad para que, consecuentemente,
adquiera un aprendizaje apropiado sobre cómo es correcto
aplicarla y en qué situación sería adecuado su empleo.

- Ejecución reactiva: Este tipo de ejecución se desarrolla


mediante los siguientes planteamientos:
 Planteamiento: en este punto pueden integrarse la
exposición a vivencias reales y directas de agresividad, la
observación e imitación de prototipos... Se recomienda, en
este enfoque, confrontar a personas de distintas
civilizaciones que posean diferentes culturas, costumbres,
ideas y artes para que, así, puedan adquirir nuevas
experiencias que favorezcan el desarrollo y crecimiento en
los diversos ámbitos.
 Modificaciones de conducta: es preciso introducir una
modificación en los comportamientos, de tal forma que
puedan transformarse las conductas inadecuadas para
lograr el triunfo esperado; esta modificación de conducta
puede conseguirse mediante la aplicación de refuerzos.
 Psicoanálisis individual o grupal: esta vía es óptima para
introducir cambios en la imagen personal (modificar la
impresión de la circunstancia) y para alcanzar la
reestructuración cognitiva (incrementar los saberes y
modificar la opinión).

La ansiedad

La ansiedad hace referencia a aquel sentimiento adverso y perjudicial


para la persona cuya particularidad se encuentra en la sensación de
angustia, estrés, intranquilidad y tensión que emite. Además,
también provoca un estado de ansiedad y de intranquilidad e ideas
pesimistas.

Siguiendo a Karageorghis (2007), la ansiedad puede entenderse a tres


niveles claramente diferenciados:
 Cognitiva: por fases de pensamiento específicas
 Somática: por reacciones corporales
 Conductual: basado en determinadas pautas conductuales

Podemos distinguir distintas clases de ansiedad:

- Ansiedad neurótica: manifestación de dificultades


intrapsíquicas. Se trata de un tipo de ansiedad que se
caracteriza por ser permanente, con probabilidad de ser objeto
de una inestabilidad continua y seria.
- Ansiedad psicótica o fluctuante: este tipo de ansiedad se
caracteriza por su carácter episódico y se entiende de mayor
severidad. En este tipo de ansiedad, existe riesgo de que se
produzca un suicidio o diversos ‘raptus’. No es una ansiedad
que aparezca con frecuencia.
- Ansiedad reactiva: resonancia prolongada y estrepitosa de
experiencias trastornadoras o, también, carentes de
razonamiento, intolerancia a ciertos animales, sujetos,
circunstancias o sonidos.
- Ansiedad caracterial: se trata de una inclinación a disfrutar de
cada momento bajo una resonancia sensitiva positiva y activa
(conducta agitada, sencillamente moldeable por factores
sugerentes y subordinados).
- Ansiedad normal: alude a la fuerza considerada
extremadamente favorable que potencia la sabiduría y el
dominio. Se entiende como una ansiedad efectiva y rentable,
pues ayuda en situaciones de la siguiente manera: defensa ante
las amenazas, como respuesta de protección ante situaciones de
conflicto, grito de alarma.

Los miedos

En el coaching, podemos dividir los miedos más usuales de la


siguiente manera:
- Miedo ante el fracaso: podemos comprenderle como el miedo
que produce en la persona el temor a no lograr los objetivos
propios y fracasar, es decir, el miedo a perder. Normalmente, se
encuentra asociado al sentimiento de humillación y a la pérdida
de la propia reputación, así como a la disminución en los niveles
de autoestima y de autoconfianza.
- Miedo a decepcionar a otras personas: el individuo se
encuentra inmerso en un ambiente perjudicial de altos niveles
de estrés, tensión y angustia a causa de las elevadas esperanzas
planteadas para conseguir. Son numerosas las personas que se
agobian y angustian por el temor a no alcanzar sus expectativas
y fracasar, ya que consideran que tal hecho perjudicará su
relación con su entorno social más cercano (familia, amigos,
compañeros de equipo…), es decir, piensan que ante el fracaso
su entorno social va a cambiar su relación con él.
- La incertidumbre del progreso y de la capacidad.
- Temor ante lo no conocido: el individuo sufre un estado de
angustia y temor debido a la sensación de no conocer los
cambios que se producirán en su vida en relación a los
resultados que obtendrá, es decir, el desconocimiento sobre lo
que pasará tanto en caso de triunfo como de derrota. El no
conocer las reacciones que se producirán le provoca una
sensación de ansiedad, de forma que con antelación evita que
suceda.

CLASIFICACIÓN DE LOS SÍNTOMAS DE LA ANSIEDAD

Síntomas de la ansiedad en el nivel cognitivo:

- Bajo nivel de confianza


- Inseguridad
- Indecisión
- Angustia
- Actitud y pensamientos negativos
- Pensamientos evasivos
- Déficit de concentración
- Pérdida de memoria
- Falta de claridad
- Temor continuo
- Debilidad
- Pesadez
- Sensación de enfado y de rabia
- Falta de capacidad para aceptar normas, instrucciones y
consejos
- Sentimiento de frustración
- Imágenes repetitivas de fallos y errores (fracaso)
- Autodiálogo negativo
- Insatisfacción permanente
- Intolerante
- Intransigente

Síntomas de la ansiedad a nivel somático:

- Sequedad bucal
- Deformación en la visión
- Desfiguración de la voz natural
- Aceleración del corazón
- Necesidad continua de orinar
- Convulsiones, tiritera
- Problemas estomacales: náuseas, diarrea, vómitos
- Sudor general
- Sudor frío en manos y pies
- Tensión muscular
- Problemas del sueño
- Pérdida del apetito
- Necesidad de hablar de forma persistente
- Irritación y enfurecimiento
Síntomas de la ansiedad a nivel de comportamiento:

- Cubrirse la cara con las manos


- Rehuir la mirada
- Nerviosismo e intranquilidad
- Morderse las uñas
- Introversión
- Postura cohibida
- Conducta inhibida
- Movimientos vinculados a síntomas de entumecimiento

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