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Mujeres frente a las paradojas de la ciudadanía
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Mujeres frente a las paradojas de la ciudadanía

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Mujeres frente a las paradojas de la ciudadanía expone las diversas manifestaciones dela ciudadanía a través de las experiencias de las mujeres en México. ¿Qué significaejercer ciudadanía y posicionarse como sujeto político si se es mujer?
LanguageEspañol
Release dateMar 3, 2021
ISBN9786077133070
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    Mujeres frente a las paradojas de la ciudadanía - Mónica I. Cejas

    Mujeres frente a las paradojas de la ciudadanía

    UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

    Rector general, Salvador Vega y León

    Secretario general, Norberto Manjarrez Álvarez

    UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA-XOCHIMILCO

    Rectora de Unidad, Patricia E. Alfaro Moctezuma

    Secretario de Unidad, Joaquín Jiménez Mercado

    DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

    Director, Carlos Alfonso Hernández Gómez

    Secretario académico, Alfonso León Pérez

    Jefa del departamento de Política y Cultura, Alejandra Toscana Aparicio

    Jefe de la sección de publicaciones, Miguel Ángel Hinojosa Carranza

    CONSEJO EDITORIAL

    Aleida Azamar Alonso / Gabriela Dutrénit Bielous

    Diego Lizarazo Arias / Graciela Y. Pérez-Gavilán Rojas

    José Alberto Sánchez Martínez

    Asesores del Consejo Editorial: Luciano Concheiro Bórquez

    Verónica Gil Montes / Miguel Ángel Hinojosa Carranza

    COMITÉ EDITORIAL DEPARTAMENTAL

    Pablo Mejía Montes de Oca (presidente)

    Clara Martha Adalid Urdanivia / Juan José Carrillo Nieto

    Harim Benjamín Gutiérrez Márquez / Ana Lau Jaiven

    Marco Antonio Molina Zamora / Esthela Sotelo Núñez

    Luis Miguel Valdivia Santamaría / Ricardo Yocelevzky Retamal

    Mujeres frente a las paradojas de la ciudadanía

    Mónica I. Cejas

    Coordinadora

    Primera edición: diciembre de 2016

    Edición: Pilar Tapia

    Producción: Jeanette Vázquez Gabriel

    Diseño de portada: Fabricio Vanden Broeck

    Asistente editorial: Varinia Cortés Rodríguez

    D.R. © Editorial Terracota

    ISBN: 978-607-713-307-0 Editorial Terracota

    Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento.

    Editorial Terracota, SA de CV

    Puente de Piedra 37

    Col. Toriello Guerra ♦ Tlalpan

    14050, Ciudad de México

    Tel. +52 (55) 5335 0090 info@editorialterracota.com.mx

    www.editorialterracota.com.mx

    Índice

    Prólogo 9

    Mónica I. Cejas

    Introducción: Las paradojas de la ciudadanía desde la crítica feminista y los estudios de caso 11

    Mónica I. Cejas

    La apropiación crítica del discurso de derechos para una vida comunitaria intercultural y justa. La Asamblea de Mujeres Indígenas de Oaxaca 37

    Alicia Martínez Cruz

    Mujeres que construyen su ciudadanía en un gobierno popular y feminista: El caso de la Red de Defensoras Populares de la Delegación Iztapalapa (2010-2012) 73

    Miguel Ángel Sánchez Neria

    La salud sexual y reproductiva: Un ámbito de disputa en la construcción de ciudadanía para las mujeres en México 115

    Lina Rosa Berrio Palomo y Elyse Singer

    La construcción de una ciudadanía católica de derecha. El caso de las mujeres sinarquistas: en México (1937-1958) 145

    Roxana Rodríguez Bravo

    Los dilemas de la república masculina y la ciudadanía para las mujeres: Pensamiento filosóficopolítico de Gabriela Mistral 163

    Claudia Gómez Cañoles

    Prólogo

    Este libro es parte de una larga trayectoria que empieza en el año 2000 en la línea de investigación Mujeres y política en el área de investigación Mujer, identidad y poder del Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Métropolitana-Xochimilco ( uam-x) a la que se agrega, desde 2006, el esfuerzo por articular género, nación y ciudadanía con académicas y académicos, estudiantes de doctorado y maestría de diversas instituciones en México — uam-x , Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social ( ciesas ), El Colegio de México, Universidad de Monterrey—. Como resultado se realizaron coloquios, se publicaron libros y artículos y se consolidó una vertiente de trabajo académico muy fructífera en cuanto a reflexión teórica y metodológica, alimentada por el trabajo constante con estudiantes que con sus propuestas de investigación representan, en cada generación, un desafío nuevo para seguir interrogando este cruce de categorías. En este texto en particular y a cinco años de haberse publicado Mujeres y ciudadanía en México: estudios de caso (2011) considero imprescindible recuperar nuevas reflexiones que, por supuesto, se entrelazan con las anteriores y marcan de alguna manera la ruta de nuestro propio pensamiento como grupo de docencia e investigación en Mujer, identidad y poder y en la maestría en Estudios de la Mujer y el doctorado en Ciencias Sociales en torno a estas temáticas. A partir de la idea de que el pensamiento crítico se aprende y construye en colectivo, me parece importante dar a conocer los trabajos de jóvenes investigadoras que a su vez alimentan el mío propio con su energía renovada en cada generación y en cada módulo de clase. Se trata entonces de presentar otros casos que a veces dialogan con los ya considerados respecto de las múltiples facetas de la ciudadanía a través de la lente de las experiencias de las mujeres en México y que ofrecen un análisis crítico de qué significa ejercer ciudadanía y posicionarse como sujeto político si se es mujer. En otras palabras es una invitación a reflexionar sobre cómo, desde la práctica, se pretende construir, ejercer y apropiarse de la condición ciudadana.

    Como coordinadora del proceso que resulta en este libro me di a la tarea de convocar a potenciales colaboradoras y colaboradores entre egresados, estudiantes y colegas que han estado vinculados a nuestra labor en la maestría de Estudios de la Mujer de la uam-x. La tarea de cada una consistió en reflexionar sobre los propios casos de estudio, muchos de ellos materializados en tesis de grado, desde lo que puede sugerir la categoría de ciudadanía. Recibí así sus primeras propuestas, que trabajamos mediante un rico intercambio de ideas que tenía como meta lograr un texto articulado que se sumase a lo ya realizado de manera individual en investigaciones y publicaciones previas. Esto indujo, en cada caso, a la revisión bibliográfica y al replanteamiento, en algunos de ellos, de sus objetivos, contexto específico y organización del contenido.

    Se trata pues de continuar con este ejercicio de análisis sobre estas categorías, en este caso a través de las paradojas de la ciudadanía.

    Mónica I. Cejas 
Ciudad de México, marzo de 2016

    Introducción Las paradojas de la ciudadanía desde la crítica feminista y los estudios de caso

    Mónica I. Cejas*

    El 6 de junio de 2015, en la página 22 del periódico español El País, se publicó la denuncia, firmada por más de sesenta organizaciones de mujeres mexicanas: El riesgo de ser mujer en México: comunicado feminista frente a la situación actual. ¹� El texto comienza con datos contundentes de la década actual y la pasada de fuentes no oficiales como el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio ²� y la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos de México (rnddhm) ³� y académicas (Schiavon, Troncoso y Polo, 2012): 3,892 mujeres víctimas de feminicidio entre 2012 y 2013; 1,604,976 hospitalizaciones y 771 muertes maternas por aborto entre 2000 y 2008; 31 defensoras de derechos humanos y periodistas asesinadas entre 2010 y 2014 a los que se agrega una realidad que desborda los datos porque produce cifras inasibles que se siguen multiplicando:

    miles de madres, esposas, hijas y mujeres huyendo cada día de la violencia y enfrentando los impactos de la desaparición forzada. Así vivimos las mujeres mexicanas, en medio de una guerra donde la casa y la calle se han vuelto mortales; porque la impunidad protege igual a las parejas que maltratan y asesinan, que a los miembros del Ejército o grupos del crimen organizado que también nos secuestran, violan, torturan o asesinan.

    El texto completo no sólo expone una situación en la que la violencia es el común denominador encarnado en los cuerpos de las mexicanas como realidad o como amenaza cotidiana bajo el amparo de la impunidad y la corrupción, sino que alerta sobre su potencialidad destructiva, ya que pone en riesgo los derechos conquistados por las mujeres a través de las luchas feministas. Y es que en este clima generalizado en el país, el incumplimiento de leyes y compromisos en materia de derechos de las mujeres […] restringe nuestra participación política, a la vez que exacerba y normaliza la cultura de discriminación y violencia. El texto muestra, además, la trama más profunda que sustenta esta situación:

    Las desigualdades que históricamente hemos enfrentado, continúan vigentes: las mexicanas seguimos asumiendo solas las tareas domésticas y de cuidado de los otros; nuestro acceso al poder y a los espacios de toma de decisión es a cuentagotas; se simula con la representación y a menudo sólo ocupamos espacios simbólicos, pero sin poder. Nuestras necesidades y derechos permanecen fuera de las prioridades de los gobiernos, de los partidos y también de muchas de las organizaciones sociales.

    Es precisamente esta raíz profunda de desigualdad la que potencia la violencia actual, la que hace necesaria la reflexión sobre los paradigmas que alimentan los discursos y acciones para hacerle frente y también sus limitaciones. En este sentido, este libro pretende contribuir a encontrar claves para el cambio precisamente al deshilar la trama que reproduce asimetrías, subordinación y torna en pendiente una agenda por la igualdad que después de años de lucha y logros sustanciales —en materia legal sobre todo—, permanece alejada de la realidad cotidiana de la mayoría de las mexicanas y, es más, se ve amenazada por la creciente violencia y sus manifestaciones que resignifican las posibilidades de ser y actuar de las mujeres. El paradigma a poner sobre la mesa es la ciudadanía, construcción histórica de la modernidad, cuyo contenido hay que indagar en los procesos materiales, políticos y culturales de contextos concretos que en su dinámica propia incluyen los globales. Se trata de una tarea que no puede ser más que colectiva, con colegas, a través de la investigación personal y del trabajo con estudiantes que a su vez devienen colegas y valiosas interlocutoras desde sus propios análisis. A partir de estudios de casos podemos repensar de manera crítica la teoría, buscar nuevos caminos para interpelar la realidad, para ajustar y proponer metodologías de investigación diversas e interdisciplinarias. Esto es lo que pretendemos quienes participamos en este libro, haciéndonos eco y también tratando de entender las razones profundas de la realidad que expone la denuncia publicada en El País: Nosotras, que somos la mayoría de personas en el país, que representamos 52 por ciento del padrón electoral y que trabajamos en promedio 19 horas más que los hombres, seguimos siendo consideradas como un grupo minoritario con demandas específicas que no están relacionadas con los ‘grandes temas nacionales’.

    En esta introducción al libro Mujeres frente a las paradojas de la ciudadanía quisiera conectar el anterior fragmento de la denuncia con lo que podría decir al respecto la crítica feminista en palabras de Francesca Gargallo:

    Hasta este momento la ciudadanía de las mujeres no es real, sino el fruto de una confusión entre la igualdad de las personas y la equivalencia de los derechos, donde por igualdad suele entenderse que las mujeres nieguen su identidad y no postulen como fundamentalmente equivalentes en derecho sus formas de hacer política a partir de la seguridad de la inviolabilidad de su cuerpo y, por ende, de su libertad (Gargallo, 2011: 27).

    Este argumento desestabiliza y deslegitima el principio de igualdad cuando se trata de mujeres, como otro de los tantos mecanismos de aparente inclusión que caracterizan la historia de la ciudadanía como constructo paradójico, aporético, antinómico y controvertido en sus múltiples formulaciones. Hace visibles entonces sus limitaciones cuando el discurso que lo sustenta sólo privilegia un consenso que es androcéntrico y heteropatriarcal (el club de varones constituido por individuos masculinos o no, que resulta muchas veces y además, racista y clasista): quién es ciudadano, qué es lo que hace un ciudadano y cuál es el terreno dentro del cual actúa, son hechos construidos a partir de la imagen del varón [blanco, propietario, heterosexual] (Mouffe, 1999: 115). En consecuencia, para ser incluidas hay que ajustarse a sus discursos (legitimados como naturales, tradicionales o socialmente necesarios) y así estar en la sociedad. Actuar esos discursos renunciando a otras formas posibles de hacer política implicaría ser de la sociedad en un sentido pleno (Rancière, 1996), es decir participando como sujetos de enunciación en la delimitación del campo de conflictos que pueden entrar en el juego del pluralismo político que implica un régimen democrático. Las mujeres en particular, como señala María Luisa Tarrés (2011: 65), son excluidas mediante operaciones discursivas que identifican sus cuerpos con la naturaleza y su moralidad con el ámbito privado. Continúa Gargallo:

    al no existir aún un sujeto mujer en relación de reconocimiento y reciprocidad con el sujeto masculino (es decir, al no existir dos sujetos de ciudadanía), se está recurriendo al mismo aparato legal que margina para intentar alcanzar una justicia que, a fin de cuentas, es la negación de toda marginación. En esa reivindicación las mujeres pierden su autonomía jurídica, olvidan representarse a sí mismas e instalan su utopía de justicia en un horizonte de igualdad entre los sexos cuya consecución las desgasta; aniquilando su positiva diferencia se degradan al modelo masculino, se identifican con quien las excluye y corren el riesgo de negarse como seres en sí (Gargallo, 2011: 30).

    No basta entonces con la redefinición de la reciprocidad entre derechos y deberes en función de concepciones más amplias, sino que es necesaria la de los mismos sujetos de enunciación de esos derechos y deberes como vectores de su definición, para ello debe tratarse de sujetos autónomos reconocidos en sus diferencias, sólo así podrá garantizarse el principio de reciprocidad como garantía de igualdad. Con estos argumentos se critica también al feminismo que apostó y apuesta por la inclusión de las mujeres en este paradigma de la ciudadanía.

    Con una perspectiva que podemos situar en el marco del sistema liberal democrático, la filósofa Geneviève Fraisse (2012: 163) señala: La palabra igualdad no es sólo una condición y un objetivo de la relación entre los sexos en la era democrática, es un lugar, un punto de observación entre realidad y utopía.

    Postula así la igualdad como condición y objetivo a la vez que punto de observación entre un presente y un futuro inasible, siempre en proceso de devenir, con lo que reconoce a su manera el carácter paradójico de la ciudadanía bajo la clave de la igualdad y en esto coincide con Étienne Balibar cuando afirma que con exclusión de todo consenso, no es ni realizable como una unidad homogénea de sus miembros, ni representable como una totalidad consumada (Balibar, 2013: 56-57). Los argumentos de Gargallo, Tarrés y Fraisse son parte de la larga historia del feminismo como movimiento de cambio social y formulación de modelos alternativos de sociedad basados en la equidad e igualdad de oportunidades, y de la crítica que ha generado, que desestabiliza en este caso la noción de ciudadanía como hecho natural para denunciar su carácter de construcción sociocultural impuesta por una cultura política hegemónica, cuyos ideales, lenguajes e instituciones se vinculan con patrones de dominación masculina, que se reproducen desde que surgen los sistemas de representación en la antigua democracia griega (Tarrés, 2011: 58). A esto habría que agregar y situándonos desde el sur global —siguiendo los valiosos aportes del feminismo descolonial, que propone una lectura diferente de los orígenes de la ciudadanía al apartarse del patrón eurocéntrico que remite a la Grecia antigua—, su vínculo como producto de la modernidad con la experiencia colonial mediante la cual se fusionan la idea de raza y la idea de género para configurar la idea de ciudadanía libre vinculada al capitalismo y la democracia liberal (Mendoza, 2010; Lugones, 2007).

    Quisiera entonces situar la ciudadanía como paradoja con visos de aporía en tanto genera contradicciones que pueden parecer irresolubles. Se trata de lo que Chantal Mouffe (2003) llamó paradoja democrática y que remite a la "relación antinómica que la ciudadanía mantiene con la democracia como dinámica de transformación de lo político" (Balibar, 2013: 8), ya que implica definiciones antitéticas —entendiendo además lo político como conflictivo:

    Un agonismo puro es de alguna manera imposible, o insostenible. Lo que de forma desesperada el agonismo busca inscribir en la ciudadanía misma no es una complementariedad del conflicto (o de la lucha) y de la institución (o del orden), sino más bien una inmanencia de cada término en el otro, que obliga a cada uno a definirse por su contrario: todo conflicto puede ser subsumido en una institución, pero cada institución es el lugar potencial de una insurrección por venir (Balibar, 2013: 158).

    Lucha y orden son, con igualdad-diferencia, antinomias constitutivas que están en el corazón mismo del concepto clásico de la ciudadanía griega (en la interpretación de Aristóteles) cuando enuncia el principio de reciprocidad entre los miembros de la comunidad política que se alternan en distintas posiciones de poder, pero limitado a quienes son iguales por naturaleza. Es decir establece, como condición de la existencia, a los iguales de un determinado grupo hegemónico; la diferencia basada en mecanismos de discriminación que producen otros de acuerdo con criterios antropológicos: sexo, edad, habilidades manuales y capacidades intelectuales, para liberarse de las condiciones materiales de la vida, de la producción y la reproducción humana instituyendo la esclavitud y el patriarcado (Balibar: 2013: 29 y 36), tanto en ese entonces como en el mundo moderno, mediante mecanismos institucionales y disciplinarios que representan y producen a esos otros como imperfectos, anormales, monstruos (Foucault, 2001). Se echan a andar distinciones simbólicas como las que se derivan de la edad, el sexo, el color de la piel, la cultura, etc., para asignarles territorios a individuos y grupos y regular su movilidad (tanto mediante prohibiciones formales como simbólicas).�

    Se imponen, en el sistema capitalista moderno colonial —como señalan las y los teóricos de la colonialidad del poder—, las categorías de raza y género (mediante la esclavización y reducción a servidumbre durante la colonia), para codificar la división del trabajo entre esclavitud y trabajo asalariado (Mendoza, 2010: 24), de modo que el trabajo asalariado se impone como privilegio de hombres blancos europeos. El pacto social de género contribuye así a establecer las bases de la figura del ciudadano masculino: un individuo libre, que posee control sobre su cuerpo y que tiene el derecho y el tiempo para la participación política; derechos legales, civiles, individuales y políticos que excluyen a mujeres y esclavos. Es decir, sin el trasfondo de la esclavitud en las colonias no habría tal ciudadano y jefe de hogar masculino blanco en Occidente (Mendoza, 2010: 26).

    Es esta relación (igualdad-diferencia) la que pone en crisis a la ciudadanía como institución en las democracias liberales reproduciendo contradicciones que son a su vez el motor de su existencia: aporía en cuanto no se puede resolver de manera definitiva pero a la vez paradoja que no deja de manifestarse, una antinomia, un enigma sin solución definitiva (Balibar, 2013: 10-11), que en determinadas coyunturas se perfila como un telos que hay que reconquistar. ¿Pero se puede trascender? ¿Cuáles serían los mecanismos para hacerlo desde la crítica feminista? ¿Es un primer paso hacer evidente el metarrelato dicotómico que lo sostiene: público vs. privado, razón vs. emoción, lo cognitivo vs. lo encarnado o corporeizado, etc.? ¿Y después? ¿Habrá que buscar un lenguaje diferente o más aún un paradigma otro⁵ para expresar anhelos de igualdad, justicia y reciprocidad en un proyecto fragmentado y plural en vez de reproducir los ideales abstractos de la modernidad (Mignolo en Escobar, 2003: 64) o reconocer la importancia de la pertenencia a una comunidad y actuar para transformar sus políticas de inclusión? ¿Hacerlo simultáneamente (lo que se manifiesta en las proclamas y reclamos de diversos movimientos sociales, incluso de los feminismos)? ¿Se puede responder a esta pregunta sin caer en otra paradoja cuando la historia del feminismo es, parafraseando a Joan Scott (1996), la historia de las mujeres que han tenido sólo paradojas que ofrecer?

    Se trata de preguntas muy relevantes no sólo para los contextos que los autores clásicos que escriben sobre ciudadanía tienen en mente cuando teorizan al respecto, sino para realidades como las del sur global. En efecto, tanto en América Latina como en África la noción de ciudadanía fuertemente vinculada con procesos de democratización después de regímenes autoritarios durante el siglo pasado ha trascendido, como señala Evelina Dagnino, el principio de igualdad en su noción clásica, para ser reconocida ante todo como un arma crucial no sólo en la lucha contra la exclusión económica y social y la desigualdad, sino —y esto es lo más importante— en la ampliación de las concepciones dominantes de la política (Dagnino, 2005: 1). Es decir que fue utilizada durante las décadas de 1980 y 1990 sobre todo para redefinir lo que se entendía por arena política como parte esencial del proceso de restablecimiento de la democracia, sus límites y actores posibles (instituciones, agendas, sociedad civil —qué se entiende por tal—, etc.). Lo que autores como la misma Dagnino, Álvarez y Escobar (1998) llamaron democratización de la democracia y en cuyo marco la ciudadanía en su versión liberal (Marshall, 1950) deviene estrategia (Wiener 1992 en Dagnino, 2005: 1) o proyecto (Dagnino, 1998) y, como consecuencia, un concepto (en cuya redefinición han colaborado actores sociales, políticos y académicos) más complejo, que debe abordarse de acuerdo con contextos nacionales específicos. Otra característica fundamental del contexto latinoamericano según Dagnino es que la ciudadanía y el lenguaje de los derechos se constituyeron en un poderoso catalizador para una gran variedad de movimientos sociales, los cuales pudieron articular por este medio una pluralidad de demandas en derechos sustantivos que de otra manera hubieran continuado sin reconocimiento. Con esto contribuyeron a ensanchar los límites y significados de lo que dieron en llamar, para el caso de Brasil, ciudadanía ampliada o nueva ciudadanía, que constituyó según Dagnino una política cultural (y no sólo una estrategia política) porque las relaciones de poder que la constituyen expresan, producen y comunican significados

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