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¿Qué es un electrón?

Un electrón es un tipo de partícula subatómica que presenta carga eléctrica negativa, y que se
encuentra orbitando activamente el núcleo atómico (compuesto por protones y neutrones), que
presenta a su vez una carga positiva.

El tamaño de un electrón es 1836 veces más pequeño que los protones (aportan el 0,06% de la
masa total de un átomo), y al no tener subestructuras ni divisiones, se lo considera una partícula
fundamental de la materia.

Los electrones juegan un rol esencial en determinas fuerzas y fenómenos físicos de la naturaleza,
como la electricidad, el magnetismo o la conductividad térmica, y en gran medida determinan las
uniones atómicas, tanto iónicas (de pérdida o ganancia de electrones) o covalentes (de uso
conjunto de electrones). Cuando están en desplazamiento, los electrones generan campos
eléctricos, que pueden afectar a las partículas a su alrededor.

El origen de los electrones, conforme a la teoría más aceptada respecto del origen del universo,
apunta a que se formaron durante los primeros milisegundos del llamado Big Bang, cuyas
temperaturas superaban los 1010 K, suficientes para formar pares de positrones (e+) – electrones
(e-) que se aniquilaban los unos a los otros al tener carga eléctrica contraria.

Por razones desconocidas, el número de estos últimos fue muy superior al de sus contrarios,
pudiendo así sobrevivir para empezar a ser atraídos por los primeros protones cuando el universo
se hubo ya enfriado lo suficiente, formando así los átomos más elementales de la naturaleza.

La cantidad de electrones en los átomos de la materia determina que ésta tenga una carga neutra
(equilibrio entre protones y electrones), positiva (escasez de electrones) o negativa (exceso de
electrones).

Al mismo tiempo, existen electrones “libres” que pueden desplazarse de un átomo a otro de la
materia, generando así flujos eléctricos o campos magnéticos, dependiendo de la temperatura a la
que se encuentren. Esto permite la creación de electricidad, empleando materiales de campo
magnético variable, que se conocen como materiales conductores.

Características de un electrón

Electrón

Los electrones pertenecen a la primera generación de partículas fundamentales.

Los electrones pertenecen a un tipo de partículas fundamentales llamados leptones, que serían las
partículas mínimas que componen toda la materia, incluso los protones y neutrones.
Así, los electrones son los leptones con carga eléctrica de menor masa del conjunto, y pertenecen
a la primera generación de partículas fundamentales (la segunda generación la constituyen las
partículas muon y tau).

La masa de un electrón es siempre 9,019 x 10-31 kg y su carga eléctrica respectiva es de -1602 x


10-19 coulomb, lo cual representa una carga idéntica a la del protón, pero de signo opuesto. Esa
medida es conocida como la carga elemental de la naturaleza.

¿Quién descubrió el electrón?

El electrón fue descubierto a finales del siglo XIX, gracias a sucesivas investigaciones en el campo
de los rayos catódicos, en los que se descubrió que en lugar de ondas de energía se trataba de
partículas cargadas electronegativamente, llamadas inicialmente corpúsculos y que tenían la
milésima parte de la masa del ion de hidrógeno, el menos masivo de todos. Lo curioso es que al
variar la naturaleza del gas empleado, estas partículas conservaban todas sus características.

Posteriormente, el irlandés George Francis Fitzgerald las bautizó “electrones”, nombre que desde
el principio gozó de aceptación general. La pertenencia de estas partículas a la estructura del
átomo se postuló alrededor de 1914, gracias a los experimentos de Rutherford, Moseley, Franck y
Hertz, y al modelo atómico propuesto por Niels Bohr previamente.

¿Qué es la electrostática?

Se conoce como electrostática a una rama de la Física que estudia los efectos producidos en los
cuerpos como consecuencia de sus cargas eléctricas, o lo que es lo mismo, el comportamiento de
las cargas eléctricas en situación de equilibrio. Dicha carga eléctrica es la responsable de los
efectos electrostáticos (de atracción o de repulsión) que se generan entre los cuerpos que la
poseen.

La electrostática surgió, históricamente, mucho antes de que se comprendiera que la electricidad y


el magnetismo son fenómenos emparentados y que deben estudiarse conjuntamente.

Los antiguos griegos ya habían notado los extraños fenómenos que surgían de frotar un trozo de
ámbar con lana u otros tejidos, y cómo atraían objetos pequeños con electricidad estática.

La formulación de la Ley de Coulomb en el siglo XVII y de las Leyes de Maxwell en el siglo XIX dio
forma definitiva al campo de la disciplina, y sentó las bases para su inclusión en el estudio formal
del electromagnetismo.
El objeto de estudio de la electrostática es, pues, la electricidad estática. Ésta se define como el
fenómeno producido entre dos cuerpos que han acumulado una carga eléctrica, ya sea por
inducción o por fricción, y que luego la descargan al entrar en contacto, generando distintos tipos
de reacción.

Carga eléctrica por frotación. Determinados objetos pueden cargarse eléctricamente tras ser
frotados el uno contra el otro, ya que este contacto despoja de los electrones externos a uno y los
transfiere al otro, energéticamente favorable. Este objeto queda, así, cargado
electronegativamente, mientras que el otro queda cargado electropositivamente. Esto será mucho
más potente si los materiales frotados son aislantes.

Carga eléctrica por inducción. Otro mecanismo de carga de electricidad estática requiere del
contacto entre un material ya cargado electronegativamente y otro sin cargar. El contacto físico
ocasiona que el objeto sin carga se polarice: los electrones superficiales huyan al extremo opuesto
del contacto y carguen negativamente el extremo, mientras que el lugar del contacto se carga
positivamente. Esto se traduce en una fuerza eléctrica neta, a pesar de que el segundo objeto
carezca de carga eléctrica como tal.

Durante mucho tiempo se pensó que este tipo de electricidad era de tipo diferente a la generada
mediante imanes u otros mecanismos; hasta que Michel Faraday en el siglo XIX demostró que se
trataba de formas distintas de la misma exacta electricidad.

Fenómenos electrostáticos

Numerosos fenómenos registrados nos permiten experimentar lo postulado por la electrostática,


incluso mediante ejercicios cotidianos y simples, por ejemplo:

Al peinarnos. Si el peine posee cierto tipo de material plástico aislante, al frotarlo repetidamente
contra nuestro cabello se cargará de electricidad y atraerá nuestro cabello, haciendo que se eleve
o se ponga de punta. Incluso se puede usar ese peine cargado para atraer pequeños trozos de
papel.

Arrastrar los pies por la alfombra. Se debe tener puestas medias de tela, para que la electricidad
estática se acumule en nuestro cuerpo y después podamos tocar a alguien directamente y sentir
una pequeña descarga eléctrica entre las pieles.

Frotar un vidrio con un paño. Si el paño es lo suficientemente grueso, el vidrio (que es un


aislante) quedará cargado eléctricamente y atraerá las pequeñas partículas que haya alrededor.

¿Qué son las partículas subatómicas?

Se entiende por partículas subatómicas a las estructuras de la materia que son más pequeñas que
el átomo, y que por ende forman parte de éste y determinan sus propiedades. Dichas partículas
pueden ser de dos tipos: compuestas y elementales, es decir, divisibles e indivisibles
respectivamente.

A lo largo de la historia, el ser humano ha estudiado la materia y ha propuesto diversas teorías y


aproximaciones más o menos científicas a las partículas más pequeñas que existen, las que lo
componen todo.

Los distintos modelos atómicos propuestos desde la antigüedad encontraron lo que parece ser su
forma definitiva en la contemporaneidad, gracias al desarrollo de la teoría cuántica, la
electroquímica y la física nuclear, entre otras disciplinas.

Así, se sabe hoy que el átomo, la unidad más pequeña en que se encuentra la materia, se
compone en su mayor parte de vacío, con un núcleo atómico de partículas en el que se concentra
el mayor porcentaje de su masa, y otras partículas más girando a su alrededor, atraídas por las
fuerzas nucleares débiles y fuertes.

Todas esas partículas subatómicas están dotadas por lo general de propiedades energéticas
distintas, que en su conjunto determinan las propiedades generales del átomo.

El estudio experimental de las partículas subatómicas es arduo, ya que muchas de ellas son
inestables y no pueden observarse sino en aceleradores de partículas o en la atmósfera durante el
impacto de los rayos cósmicos. Sin embargo, se conocen sus formas más estables, como son
electrones, protones y neutrones.

Tipos de partículas subatómicas

Los protones y neutrones pueden subdividirse en partículas más simples llamadas quarks.

Las partículas subatómicas se clasifican de acuerdo a diversos criterios. Por ejemplo, las partículas
más conocidas y estables son tres: electrones, protones y neutrones, diferentes entre sí por su
carga eléctrica (negativa, positiva y neutra respectivamente) o por el hecho de que los electrones
son partículas elementales (indivisibles) y las últimas dos son compuestas. Además, se ubican en
renglones distintos del átomo: los electrones orbitan el núcleo, mientras los protones y neutrones
lo componen.

Por otro lado, los protones y neutrones, al ser partículas compuestas, pueden subdividirse en otras
partículas más simples aún, llamadas quarks, unidas entre sí por otro tipo de partículas llamadas
gluones. Estos últimos sí son partículas indivisibles. Existen seis tipos de quarks: arriba, abajo,
fondo, cima, extraño y encanto.

Igualmente, existen los fotones, que son las partículas subatómicas responsables de la interacción
electromagnética; y también los neutrinos y los bosones, responsables de las fuerzas nucleares
débiles.
Sin embargo, conviene notar que el comportamiento de la materia a estos niveles tan
infinitesimales es todavía un reto para la ciencia, y que existen diversas teorías para explicar su
comportamiento o su constitución, como la Teoría de cuerdas.

¿Qué es un átomo?

Se conoce como átomo a la unidad más pequeña e indivisible que constituye la materia, dotada de
propiedades químicas y clasificable según su peso, valencia y otras características físicas, en una
serie de elementos básicos del universo, contenidos en la Tabla periódica de los elementos.

La palabra átomo proviene del griego antiguo (atomón, “sin división”) y fue acuñada por los
primeros filósofos en teorizar sobre la composición última de las cosas, es decir, las partículas
elementales del universo. Desde entonces, la forma de imaginarlas ha variado enormemente, a
medida que un modelo atómico sucedía al siguiente a través de los siglos, hasta llegar al que
manejamos hoy en día.

Conforme a nuestro modelo, los átomos están conformados por partículas subatómicas dotadas
de carga eléctrica, que se conocen como electrones (-), protones (+) y neutrones (0), gracias a cuya
configuración los átomos pueden ser de uno u otro elemento químico, y por ende podrán formar
parte de distintos enlaces químicos.

Si bien los átomos se distinguen entre sí gracias a la configuración de sus partículas, también es
cierto que todos los átomos de un mismo elemento son exactamente idénticos: los átomos de
hidrógeno en el Sol son los mismos que componen nuestro cuerpo, y los átomos de carbono en el
cuerpo de un perro son idénticos a los que componen un diamante.

La diferencia entre uno y otro caso se debe a la estructura específica que dichos átomos
compongan, es decir, al modo en que se organicen entre sí. De esa manera, los átomos forman
moléculas y estructuras aún más complejas, que a su vez forman proteínas y aminoácidos y así en
adelante, empleando ladrillos cada vez más complejos para formar la materia que conocemos.

Partes de un átomo

Los orbitales son trazados por electrones alrededor del núcleo.

Los átomos se componen de dos partes esenciales:

El núcleo. Alrededor del 99,94% de la masa de un átomo está concentrada en el núcleo, en


donde se hallan los protones y los neutrones (también llamados nucleones), unidos por las fuerzas
nucleares fuertes, lo cual impide que los protones se repelan entre sí, al poseer una misma carga
eléctrica.

Los orbitales. Se conoce así a las órbitas que trazan los electrones alrededor del núcleo, atraídos
por la diferencia de carga eléctrica entre unos y otros, pero sin llegar a caer hacia el mismo (de
manera semejante a como los planetas orbitan el Sol). Los electrones pueden cambiar de
orbitales, yendo más cerca o más lejos del núcleo, y en algunos casos de enlace químico pueden
incluso transferirse o compartirse con otro átomo.

Un cuerpo eléctricamente neutro se electriza cuando gana o pierde electrones. Para que esto
ocurra, debe existir un flujo de cargas desde o hacia el cuerpo. Existen tres formas de electrizar un
cuerpo: electrización por frotamiento, contacto e inducción. En todos estos mecanismos siempre
está presente el principio de conservación de la carga y la regla fundamental de la electrostática.

a. Frotamiento

En la electrización por fricción, el cuerpo menos conductor saca electrones de las capas exteriores
de los átomos del otro cuerpo, quedando cargado negativamente, y el que pierde electrones
queda cargado positivamente. En el caso del teflón, como todas las cintas quedan con cargas de
igual signo, estas se repelen entre sí.

Electrizar un cuerpo por Frotamiento

b. Contacto

Al tocar un cuerpo conductor con otro cuya carga neta es no nula o al unirlos mediante un cable,
aquel cuerpo que presente un exceso relativo de electrones, los transferirá al otro. Al finalizar la
transferencia ambos cuerpos quedan con carga del mismo signo. En la imagen se observa el
proceso de carga de una esfera inicialmente neutra (1) cuando se pone en contacto con una barra
cargada negativamente. Se puede notar que la transferencia de cargas a la esfera equivale a
anular sus cargas positivas.
Electrizar un cuerpo por Contacto

c. Inducción

Al acercar un cuerpo cargado (inductor) a un conductor neutro, los electrones de este último se
mueven de tal manera que se alejan o aproximan al cuerpo cargado siguiendo la regla
fundamental de la electrostática, de tal manera que el conductor queda inducido. Si el cuerpo
inducido se pone en contacto con tierra, adquiere carga porque los electrones se mueven desde o
hacia tierra. Si se retira el contacto y luego se aleja el cuerpo inductor, el cuerpo, que inicialmente
estaba neutro, quedará electrizado con carga distinta a la del inductor.

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