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Tomado de Desarrollos y subdesarrollos en los territorios de Chile,

M. Arias y Fco. Vergara (eds.), RiL Editores, Santiago, 2019, pp. 201 — 212.

UNA EXPLICACIÓN CAUSAL DEL DESARROLLO NATURAL

Miguel Espinoza

La kinesis [el devenir, el cambio, el movimiento] es un proceso


en el cual algo que tiene la potencialidad de llegar a ser otra cosa
bien definida, llega a ser esa cosa […] es así la actualización
continua de lo que existe en potencia en tanto que potencia.

Aristóteles, Física, III, Cap. I, 201 a 10-11.

RESUMEN: En Occidente la filosofía griega empezó en el siglo VII aC y los


conceptos idóneos para la descripción y comprensión del desarrollo fueron
intuidos tres siglos más tarde. La primera tesis es que habiendo asimilado el
progreso y las dificultades de los pitagóricos, de los eleatas y de los atomistas, fue
Aristóteles quien tuvo las intuiciones esenciales. Puesto que todo desarrollo es un
proceso natural, se requiere una idea de la naturaleza. Así la segunda tesis estipula
que absolutamente todo es natural, incluyendo a la persona humana, y que la
naturaleza está causalmente determinada, es una red compacta de relaciones
donde todo ocurre por necesidad. Surge entonces el problema de concebir la
libertad y su contribución al desarrollo de la persona. De acuerdo a la tercera tesis,
la libertad es una necesidad interiorizada, participa en el desarrollo en la medida
en que esta necesidad es lúcidamente asumida y gracias al conocimiento de las
leyes que presiden el comportamiento de las cosas del entorno.
2 M. Espinoza, Una explicación causal del desarrollo natural

Introducción

La diminuta raíz que vi plantar y cuidar a mis padres en la tierra árida del patio
de casa se transformó en árbol robusto, a tiempo para que pudiéramos jugar sobre
él. Aunque todo lo que nos rodea se desarrolla de una u otra manera y aunque
vivimos el devenir de nosotros mismos desde adentro, la descripción correcta de
este hecho evidente, al menos en Occidente y antes del siglo IV aC, no existía. Para
captar la inteligibilidad del desarrollo de las cosas, el racionalismo de los primeros
pensadores, sin el cual nuestra civilización científica y filosófica no existiría, tuvo
que salvar importantes obstáculos erigidos tanto por la semántica y la lógica del
lenguaje usual como por las matemáticas. Los filósofos más notables cuyo
razonamiento ilustra la existencia de tales obstáculos en el camino hacia la
descripción del desarrollo son los fundadores de la escuela eleática, Parménides (c.
-540/-539 — mediados del siglo V aC) y Zenón de Elea (c. 490 — 430 aC), así como
los iniciadores de la escuela atomista, Leucipo (c. -460 — 370) y Demócrito (c. -
460 — 370). A ellos serán dedicadas las dos primeras secciones de este escrito.
Luego explicaré por qué es atribuible a Aristóteles la descripción correcta del
desarrollo. En este esquema de historia de las ideas, nada, como en ningún orden
de cosas, sale de la nada, nada es espontáneo: los logros aristotélicos son
parcialmente dependientes de quienes le precedieron. Finalmente, una vez
expuesta la concepción determinista y causal de todos los procesos naturales
incluyendo el desarrollo humano, será necesario imaginar qué puede ser la libertad
y cómo concebir su función en el florecimiento de las potencialidades de la persona.

§ 1. — El Ser parmenídeo: el devenir es inconcebible

Los filósofos y científicos modernos, herederos de los mitos religiosos


medievales, separan al hombre de la naturaleza. El resultado inevitable, en la
tentativa de entender el mundo, es el escepticismo: nada garantiza que el
pensamiento corresponda a la realidad. En cambio los antiguos, que sabían pensar,
no lo dudaban: el hombre es parte de la naturaleza, como las otras entidades. Con
una sabiduría y una lógica hoy olvidadas, estaban convencidos de que el
pensamiento bien elaborado, yendo de necesidad en necesidad, corresponde a lo
real. Parménides, por ejemplo, afirma racionalmente: el Ser es y el no-Ser no es. El
M. Espinoza, Una explicación causal del desarrollo natural 3

Ser es imaginable como una esfera inmutable y eterna, no le falta nada. Sin
embargo se ve que durante el día la luminosidad varía, llega el atardecer y
finalmente la oscuridad de la noche. Y quienes acariciaban a su animal de
compañía lo recuerdan a ratos con tristeza porque ya no existe. Pero no puede ser
— es la lógica del lenguaje usual parmenídeo — que algo cambie. Si el Ser es y el
no-Ser no es, es imposible que la luz y los animales sean y no sean. Conclusión de
Parménides: el mundo de los sentidos es solo apariencia. Reténgase entonces que
según la óptica de los primeros racionalistas griegos como Parménides y Zenón de
Elea, el verdadero desarrollo, sea cual sea la naturaleza percibida, no existe.

§ 2. — El atomismo es incapaz de concebir el desarrollo de novedades

Más tarde, Leucipo y Demócrito quisieron hacer justicia tanto a la razón


parmenídea como a la percepción. No somos una razón pura y el mundo no es
inmutable. Puesto que Parménides concebía el Ser, el universo, como una esfera o
una bola inmutable y eterna, a Leucipo y a Demócrito se les ocurrió romperla en
una infinidad de trozos, los cuales eran a su vez fragmentables. Sin embargo la
división no podía continuar sin fin porque entonces la materia desaparecía en la
nada — absurdo. El proceso de partición tenía que tener necesariamente un límite,
una extensión insecable: así nacieron los átomos, componentes ínfimos, invisibles
y discontinuos en la imaginación de Leucipo y de Demócrito gracias a un
razonamiento que, dadas las premisas, no tiene nada arbitrario. Resultantes de la
partición del Ser, los átomos heredan sus propiedades, la inmutabilidad y la
eternidad. La otra fuente de los átomos fue la doctrina de Pitágoras (c. 569 – 475
aC): así como para los pitagóricos todo es número, para Leucipo y Demócrito todo
es átomo; y así como cada número es un conjunto de unidades discretas idénticas,
así cada cuerpo es un conjunto de unidades geométricas discontinuas, siempre
idénticas a sí mismas y eternas. Las propiedades de los átomos dan cuenta de las
propiedades de las cosas a nuestra escala. Puesto que la forma geométrica es su
única propiedad, el agua, por ejemplo, fluye y corre porque está hecha de átomos
redondos; lo ácido pica porque está hecho de átomos angulosos.
Para que los fragmentos puedan juntarse y separarse, combinarse de una u otra
manera formando y destruyendo objetos, los atomistas imaginaron el vacío,
ancestro, como el continuo aristotélico, del espacio de los modernos el cual era
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desconocido por los antiguos. Para los atomistas lo único real y verdadero son los
átomos y el vacío. El resto, como las sensaciones, son solo opiniones. En
consecuencia de la identidad y de la eternidad de los átomos, su único movimiento
posible es el cambio de lugar gracias al vacío. De esta manera nació el mecanicismo,
la explicación del cambio y del movimiento mediante el desplazamiento atómico,
donde las matemáticas y la materia quedaron tan unidas de una vez y para siempre,
que será difícil, ante una ecuación por ejemplo, saber cuándo se considera algo
físico y cuándo lo puramente matemático.
En suma, las tres ideas maestras del atomismo son, primo, todo lo que existe se
compone de elementos cuyas propiedades en la escala atómica dan cuenta, sin
resto, de las propiedades de los objetos en las otras escalas. Secundo, el
movimiento o cambio no es otra cosa que desplazamiento atómico: el mundo no es
inmutable. Tertio, entender algo significa analizarlo, examinar su interior puesto
que todo existente es un compuesto. Gracias a su carácter fructífero, este último
punto es la intuición científica, aunque no filosófica, más importante de la
humanidad. Muy anterior a su aparición en Occidente, el atomismo floreció en
India en el siglo 12 aC: es como si la naturaleza hubiera querido implantar en la
mente humana, desde el comienzo del empleo de la razón, lo esencial para el
progreso del conocimiento científico,
Nótese sin embargo que todo atomismo — el de ayer y el de hoy — se topa con
un obstáculo mayor para la comprensión de la emergencia de las novedades de la
jerarquía natural. Esta clasificación es el conjunto de estratos que constituyen la
naturaleza: groso modo, el físico, el químico, el biológico, el psíquico y el social. No
se entiende cómo con partículas puramente geométricas y fisicoquímicas — tal
como esas partículas son definidas por la geometría, la física y la química — se
puede desarrollar la vida, la conciencia y los procesos sociales. Reténgase entonces
que al preservar la identidad del Ser, entero o partido en átomos, se niega la
emergencia, el desarrollo de la novedad.
En efecto, no se sabe con certeza cómo surgió la vida a partir de lo inanimado,
ni se entiende que los animales y nosotros asimilemos vegetales de tal modo que
llegamos a pensar, conscientemente, con los mismos electrones, al parecer
puramente físicos, que forman los minerales y los vegetales. De acuerdo con las
categorías materialistas y mecánicas del atomismo, la única transformación
posible es monótona, el desplazamiento atómico, la combinatoria de los mismos
M. Espinoza, Una explicación causal del desarrollo natural 5

elementos idénticos. Ésa es la razón por la cual se requiere la imaginación de


nuevos conceptos que permitan entender, entre otras cosas, que los mismos
elementos, al parecer puramente físicos, sean capaces de seguir las leyes de la
biología, de la psicología y de la lógica cuando forman parte de un organismo vivo,
consciente y pensante, y que vuelvan a obedecer solo a las leyes físicas con el
cadáver. En el campo del conocimiento y de la comprensión los progresos más
significativos de la humanidad corresponden a una contribución simbólica,
teórica: la intuición de nuevos conceptos. Pero la intuición es al mismo tiempo lo
más difícil: requiere la capacidad de distanciarse de lo establecido en nuestros
sistemas de símbolos, tanto del lenguaje usual como de las matemáticas, y
distanciarse de lo establecido en la percepción. Para hacer justicia a la evidencia
del devenir y del desarrollo de los estratos naturales la contribución conceptual
capital fue hecha por Aristóteles.

§ 3. — Potencialidades de la materia y causas del desarrollo

El punto de partida de esta reflexión, se recordará, fue la lógica estricta de


Parménides: algo es o no es, la combinación del ser y de la nada es imposible. Sin
embargo, pensó Aristóteles, si es ésta la manera de ver el desarrollo el obstáculo
que impide su descripción, hay que modificarla. Se sigue que hay que admitir que
lo que es, en cierto modo, no es, y que lo que no es, en cierto modo, es: esta frase
encapsula la solución. Contrariamente a quienes quieren imponer sus ideas a los
hechos cueste lo que cuesta, le parece al Maestro de los que saben que es el
intelecto quien siempre debe inclinarse ante las cosas, ante la manera en que ellas
son, sea cual sea su grado de complejidad, y no la inversa. La descripción del
desarrollo necesitó la intuición de esta serie de conceptos por parte del estagirita:
(I) ¿de qué está hecha la entidad? La respuesta es la materia dinámica, o ser en
potencia orientado hacia su forma-fin; (II) ¿hacia qué tiende el proceso, cuál es la
función de la entidad? Hacia el ser en acto, es decir hacia la forma-fin; (III) ¿qué
hace que el proceso comience? La causa eficiente, el motor externo, y (IV)
Aristóteles intuyó el operador «en tanto que». (El fin de una entidad es su función
y utilizo la expresión forma-fin para indicar que en lo natural la forma y la finalidad
coinciden: la fotosíntesis en un árbol ocurre gracias a la forma de las ramas y de las
hojas, así como coinciden la forma y la función del cerebro).
6 M. Espinoza, Una explicación causal del desarrollo natural

El desarrollo de una entidad (un nautilo) es un proceso, el paso de lo que está


en potencia en la materia (el nautilo adulto en el huevo) al acto, a la forma-fin (el
nautilo adulto). «Potencia» proviene del latín potentia que significa poder,
capacidad de actuar, y potentia traduce el griego dynamis. Punto esencial para
entender la noción de desarrollo: el poder de actuar de las entidades naturales no
se limita a ejercer una acción sobre las otras entidades como ocurre cuando las olas
balancean las embarcaciones — tal limitación era, se recordará, un defecto grave
de los átomos — sino que, gracias a la potencialidad de la materia, las entidades
naturales tienen la facultad de actuar sobre ellas mismas: la persona que el lector
es en este momento determina la persona que será en el momento siguiente y así
sucesivamente.
La naturaleza es un poder dinámico, una serie de procesos, de sistemas
concretos en desarrollo. La materia dinámica o ser en potencia significa que todo
lo existente se desarrolla de manera orientada, va en camino hacia algo, hacia una
forma-fin, y una vez la finalidad realizada, hay estabilización de duración variable.
En la naturaleza hay generación y corrupción: por ejemplo paso del feto al hombre
adulto y al cadáver. Hice notar que la concepción del desarrollo impone pensar que
lo que es, en cierto modo, no es, y que lo que no es, en cierto modo, es. ¿Es una
semilla de cactus un cactus, un niño sin educación una persona educada? Sí y no.
En primer lugar, en tanto que árbol ya formado, en tanto que adulto educado, ni la
semilla es un cactus ni es el niño una persona educada. En segundo lugar, la
respuesta es insuficiente porque una roca, aunque tampoco es árbol ni hombre
educado, nunca llegará a serlo, y no está privada de esos estatus. El concepto de
privación expresa un aspecto esencial del ser en potencia: mientras el ser está en
potencia, está privado de la forma-fin y por eso tiende hacia ella. Solo a una semilla
le falta llegar a ser árbol, solo a un niño le falta educación. Así, en las condiciones
apropiadas, si nada lo impide, el cactus adulto y la persona educada que estuvieron
en potencia se harán presentes.
La potencia o materia dinámica tiende hacia su forma-fin porque esta última
está inscrita (es difícil encontrar una mejor expresión) en la potencia de una
manera más o menos enigmática según los casos. Las causas del desarrollo son
principios, factores o aspectos relativos, todos ellos constitutivos de un desarrollo
único. No son entidades susceptibles de llevar una existencia separada. Estas
causas o principios en la realidad están unidos y son separables solo por
M. Espinoza, Una explicación causal del desarrollo natural 7

abstracción, gracias a la imaginación intelectual. Nótese sin embargo que la


materia y la forma son causas necesarias pero no suficientes para explicar el
desarrollo: éste no tendría lugar sin la existencia además de una causa eficiente
externa. Por ejemplo, no hay paso del niño sin educación a la persona educada sin
la actividad del profesor.
Ahora bien, el análisis que precede tiende a mostrar que el desarrollo es un
proceso canalizado, condicionado, y surge entonces la interrogante: ¿hay procesos
naturales que presenten vacíos de determinación, modos de aparición de
espontaneidad, de azar o de libertad absoluta?

§ 4. — La naturaleza es una red compacta de relaciones causales

Mi respuesta es categórica: todo desarrollo natural, todo proceso está


perfectamente determinado. La semilla de cactus llegará a ser cactus adulto, el
huevo de delfín, delfín adulto. No siempre, evidentemente: si nada lo impide, si se
cumplen las exigencias internas y externas, si a través del proceso se mantiene la
armonía de los factores que participan en la formación de una entidad. Pero el
incumplimiento de las condiciones tiene causas precisas: una semilla deficiente,
un huevo mal formado, la presencia de animales hambrientos. Cada estado del
desarrollo del ser en potencia está determinado de manera única por un conjunto
de causas. La naturaleza es, en efecto, una red compacta de causas de varios
órdenes ya mencionados: materiales, motoras, formales y finales.
Puesto que toda verificación es siempre parcial y local, es imposible probar,
empíricamente, que todo desarrollo, en todo el universo, está causalmente
determinado. Tenemos sin embargo que admitir, racionalmente, que un universo
con vacíos de causalidad es impensable. Por eso concibo la naturaleza (tuve la
ocasión de decirlo más arriba) como una red compacta de relaciones causales de
varios órdenes diferentes. La necesidad causal es condición de inteligibilidad y de
significación, y en consecuencia, exigencia a priori de todo pensamiento racional,
científico y filosófico.
Puesto que explicar un hecho quiere decir aprehender su inteligibilidad,
desvelar la necesidad que lo vio nacer, y que el objetivo de la ciencia y de la filosofía
es entender, la ciencia alcanza su objetivo cuando muestra que lo que ocurre,
ocurre por una necesidad causal. La ciencia y la filosofía son una guerra contra lo
8 M. Espinoza, Una explicación causal del desarrollo natural

arbitrario, una búsqueda de necesidad. El intelecto descansa cuando en su


búsqueda de explicación descubre que lo que ocurre, tenía que ocurrir y que no
podría haber ocurrido de otra manera. Lo mínimo que se le pide a una ciencia, por
lejos que esté de la teoría, es el descubrimiento o la estipulación de leyes, y las leyes
describen necesidades. Un intelecto en un mundo sin repetición, sin uniformidad,
sin estabilidad, sin relaciones causales no existiría porque no tendría nada que
hacer: no habría inducción ni matemática aplicable a los hechos; no habría
previsión ni retrodicción; el presente, el pasado y el futuro serían ininteligibles.
El principio de causalidad es primordial: aproximadamente las mismas causas
producen aproximadamente los mismos efectos por traslación en el espacio y en
tiempo. Sin este principio no se cumpliera no habría orden. Sin embargo nada es
más evidente que la estabilidad, mayor o menor, de nuestro propio yo (nos
reconocemos al despertar cada mañana) y de los objetos del entorno. Y en efecto
todos los sistemas de símbolos presuponen la necesidad causal: la semántica y la
sintaxis del lenguaje usual, la lógica de la deducción y de la inducción, los
formalismos matemáticos.

§ 5. — El desarrollo humano es un proceso natural perfectamente


determinado

Si la naturaleza es una red compacta de causas y si estas necesidades son


presupuestas por los sistemas de símbolos, se sigue que si algo fuera espontáneo,
azaroso, libre, no solo no lo podríamos saber, sino que sería inefable. El azar, el
accidente y lo espontáneo son maneras de hablar que reflejan la ignorancia de
causas. Es probable que tienda a aceptarse el determinismo causal universal en el
desarrollo de los asuntos extrahumanos, pero no sería raro que el lector sea
reticente a su extensión a la persona humana. Sin embargo es ésta un ser natural,
razón por la cual la evolución de sus potencialidades está, ella también,
causalmente determinada. Así, quien piense que es libre mientras acepta el
determinismo causal en el mundo natural, tendría que sacar a la persona y a su
mente de la naturaleza — imposible. E impensable porque lo no natural se dice
solamente via negationis : la libertad no sería natural, la mente no sería material,
pero no se sabría lo que son positivamente.
M. Espinoza, Una explicación causal del desarrollo natural 9

Nada en un proceso sale de la nada. Lo que soy y lo que decido hacer ahora está
determinado por lo que yo y mi entorno fuimos en el instante precedente. Y lo que
fuimos en ese instante estuvo determinado, a su vez, por lo que fuimos en el
instante anterior, y así sucesivamente. Todas las ciencias humanas presuponen el
determinismo de los comportamientos porque sin él no habría regularidades
sociales. Sin regularidades las ciencias humanas no tendrían sentido.
¿Qué puede ser entonces la libertad de la persona en evolución si está
íntegramente inserta en una naturaleza que la determina del exterior y del interior?
Un viaje al interior de nosotros mismos. Así como una piedra cae libremente
cuando nada interrumpe el movimiento que la acerca al centro de la tierra bajo el
efecto de la gravedad, y así como el pajarito se pone a hacer su nido sin que nadie
le haya enseñado nunca nada, así la libertad humana es la interiorización de las
necesidades que la constituyen. Eso significa que la persona asuma,
conscientemente, las cosas y los fenómenos que la componen. Implica tratar de
conocerse, condición sine qua non para asumir lo que uno es y para seguir nuestras
inclinaciones naturales teniendo en cuenta las leyes de las cosas. Esta armonía se
rompe, hay violencia, falta de libertad cuando las potencialidades e inclinaciones
constitutivas del desarrollo natural son contrariadas por necesidades que no han
sido subjetivizadas: solo la necesidad limita la necesidad. El descenso libre de una
roca puede ser detenido por un árbol antes de llegar al fondo del río, el desarrollo
idóneo de un niño puede ser contrariado por una sociedad que ni siquiera lo
alimenta. Y cuando una persona de conducta desviante tiende a dañar a los otros,
la sociedad, obedeciendo al determinismo del conatus, al impulso de seguir
existiendo, se protege aislando a esa persona para impedirle que dé libre curso a
su nociva tendencia. La libertad, se recordará, no es un hoyo en la compacta red
natural de relaciones causales: es un despliegue de potencialidades características
de algo. Lo que favorezca el florecimiento de propiedades extiende la libertad, lo
que lo impida, la reduce.

§ 6. — Visión del porvenir: grandeza y límites de los sistemas


de símbolos

La naturaleza se presenta estratificada, hay una escala naturaæ. Simplificando,


hay entidades y procesos fisicoquímicos, biológicos, conscientes y sociales. La
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grandeza y los límites de los sistemas de símbolos, del lenguaje usual y de las
matemáticas, salen a la luz del día en el momento de explicar y de comprender la
jerarquía natural, es decir, de aprehender las relaciones causales que dan cuenta,
continuamente, de la formación de entidades y de sus relaciones. La mayoría de las
ciencias naturales (la física, la química, la biología, la psicología) han encontrado o
elaborado un cierto número de conceptos idóneos para progresar, linealmente y
luego casi por inercia, dentro de sus campos respectivos. He ahí la grandeza de los
sistemas de símbolos. Los límites se revelan en el momento de explicar el
desarrollo de novedades, la continuidad de las relaciones causales productoras de
la vida a partir de lo fisicoquímico, o la conciencia a partir de la fisicoquímica y de
la biología. Se describe hoy una historia verdadera: no hay conciencia sin sistema
nervioso central ni sistema nervioso central sin química y sin física. Naturalmente
a esta secuencia le falta fineza. Sublata causa tollitur effectus (si se suprime la
causa, desaparece el efecto). Sin cabeza no se piensa. Pero no se conoce ni la
continuidad que une las causas a sus efectos y cuyo despliegue produce la vida a
partir de la no-vida, ni la causalidad interna que hace florecer la conciencia. Lo
mejor que se puede hacer por el momento, desde lo alto y desde lejos, es tratar de
construir puentes que permitan mencionar por ejemplo (tomando precauciones)
una psicofisiología, una neurolingüística o una bioquímica aunque no se tengan los
conceptos apropiados. La imaginación de nuevos conceptos: ésa es, desde un punto
de vista intelectual, la mayor contribución al progreso del conocimiento y de la
comprensión del mundo y de nuestra experiencia en él. Las intuiciones florecen
con suma parsimonia ayudando lentamente a la extensión de los límites de
nuestros sistemas de símbolos, del lenguaje usual y de las matemáticas. Es de
esperar que el porvenir sea generoso en intuiciones, en particular para tener una
mejor comprensión del desarrollo, aunque la ciencia empirista, utilitarista y
pragmática no tiende a favorecer el florecimiento de nuevos conceptos.

* * *
M. Espinoza, Una explicación causal del desarrollo natural 11

Referencias bibliográficas

ARISTÓTELES, Physique, tr. por H. Carteron, ed. fr. Les Belles Lettres, París, 1990.
—————————— De la génération et de la corruption, tr. fr. J. Tricot, ed. Vrin, París,
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AUBENQUE, P., (dir.), Études sur Parménide, Vol. I: Le Poème de Parménide, Vol.
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LARGEAULT, Jean, Principes classiques d’interprétation de la nature, Vrin, París,
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REICHHOLF, Josef H., L’Émergence de l’homme, Flammarion, París, 1991
REY, Abel, La maturité de la pensée scientifique en Grèce, Albin Michel, París,
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TAYLOR, C.C.W., The Atomists: Leucippus and Democritus. Fragments, A Text and
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VAN MELSEN, Andrew G., From Atomos to Atom, Duquesne University Press,
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Miguel Espinoza
Université de Strasbourg
cnfhpst.org/annuaire/chercheurs/miguel-espinoza

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