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ln Iclopedia Latinoamericana
dc Sociocultura y Comunicación

LA ETNOGRAFÍA

MÉTODO, CAMPO y
REFLEXIVIDAD

Rosana Guber

Grupo Editorial Norma


http://www. norma.com
/lngo/á, Buenos Aires, Barcelona, Caracas, Guatemala, Lima, México,
"tllle/llla, Qu ito, San José, San Ju an, San Salvador, Santiago, Santo Domingo
INTRODUCCIÓN

¿Acaso vale la pena escribir un volumen sobre tra-


bajo de campo etnográfico en los albores del siglo XXI?
¿Por qué alentar una metodología artesanal en la era
de la informática, las encuestas de opinión y ellnter-
net sólo para conocer de primera mano cómo viven y
piensan los distintos pueblos de la Tierra?
Las vueltas de la historia relativizan las perplejidades
de este mundo globalizado, pues el contexto de surgi-
miento de la "etnografía" se asemeja mucho al contexto
actual. La etnografía fue cobrando distintas acepciones
según las tradiciones académicas, pero su sistematización
fue parte del proceso de compresión témporo-espacial
de 1880-1910 CHarvey 1989; Kern 1983). La aparición
del barco a vapor, el teléfono, las primeras máquinas
voladoras y el telégrafo, fue el escenario de la profesiona-
Ilzación del trabajo de campo etnográfico y la observa-
'ión participante. l Académicos de Europa, los Estados

1 Mucho antes de que se sistematizara en los medios académi-


('OSde occidente, el término etnografía era acuñado por un asesor
ti la administración imperial rusa, August Schlozer, profesor de la
Universidad de Gottinga, quien sugirió el neologismo "etnografia"
ro 1770 para designar a la "ciencia de los pueblos y las naciones".

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

Unidos de Norteamérica (en adelante EE.UU.) y Amé- d sus miembros (entendidos como "actores", "agentes"
rica Latina retomaron algunas líneas metodológicas (l "sujetos sociales"). La especificidad de este enfoque
dispersas en las humanidades y las ciencias naturales, l órresponde, según vValter Runciman (983), al elemen-

1I
y se abocaron a re-descubrir, reportar y comprender 10 distintivo de las Ciencias Sociales: la descripción.
mundos descriptos hasta entonces desde los hábitos Estas ciencias observan tres niveles de comprensión: el
del pensamiento europeo. Pero esta búsqueda implicaba nivel primario o "reporte" es lo que se informa que ha
serias incomodidades; gente proveniente, en general, de o ' unido (el "qué"); la "explicación" o comprensión se-
las clases medias-altas, elites profesionales y científicas, 'undaria alude a sus causas (el "por qué"); y la "des-
I se lanzaban a lugares de difícil acceso o a vecindarios 'ripción" o comprensión terciaria se ocupa de lo que
1 pobres, sorteando barreras lingüísticas, alimentarias y O urrió para sus agentes (el "cómo es" para ellos) . Un
morales, en parte por el afán de aventuras, en parte para Investigador social difícilmente entienda una acción
"rescatar" modos de vida en vías de extinción ante el In comprender los términos en que la caracterizan sus
avance modernizador 2 protagonistas. En este sentido los agentes son informan-
Hoy la perplejidad que suscita la extrema diversi- I 's privilegiados pues sólo ellos pueden dar cuenta de
dad del género humano es la que mueve cada vez a lo que piensan, sienten, dicen y hacen con respecto a
más profesionales en las ciencias sociales al trabajo los eventos que los involucran. Mientras la explicación
de campo, no sólo para explicar el resurgimiento de y el reporte dependen de su ajuste a los hechos, la des-
los etno-nacionalismos y los movimientos sociales; ripción depende de su ajuste a la perspectiva nativa
también para describir y explicar la globalización mis- de los "miembros" de un grupo social. Una buena des-
ma, y restituirle la agencia social que hoy nos parece cripción es aquella que no los malinterpreta, es decir,
prescindible. que no incurre en interpretaciones etnocéntricas, sus-
En este volumen quisiéramos mostrar que la etnogra- tituyendo su punto de vista, valores y razones, por el
fía, en su triple acepción de enfoque, método y texto, punto de vista , valores y razones del investigador. Vea-
es un medio para lograrlo. Como enfoque la etnografía es mos un ejemplo.
una concepción y práctica de conocimiento que busca La ocupación de tierras es un fenómeno extendido
comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva en América Latina. Esas tierras suelen ser áreas depri-
'1I midas del medio urbano por su hacinamiento, falta de
servicios públicos, inundabilidad y exposición a derrum-
I El conocimiento que el Zar necesitaba en su expansión oriental bes. En 1985 una pésima combinación de viento y lluvia
del estado multinacional ruso, requería una metodología distinta inundó extensas zonas de la ciudad de Buenos Aires y
a la "estadística" o "Ciencia del Estado" (Vermeulen &: Alvarez Rol- su entorno, el Gran Buenos Aires, sede de nutridas "vi-
dán 1995).
llas miseria" ([avelas , poblaciones, barrios, callampas).
2 Acerca de los riesgos del trabaj o de campo ver Howe1l1990.

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ROSAN A GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

Los noticieros de televisión iniciaron una encendida structuras conceptuales con que la gente actúa y ha-
prédica ante el inexplicable empecinamiento de los e inteligible su conducta y la de los demás.
"villeros" de permanecer en sus precarias viviendas En este tipo de descripción/interpretación, adoptar
apostándose sobre los techos con todo cuanto hubie- un enfoque etnográfico es elaborar una representación
ran podido salvar de las aguas. Pese a la intervención 'oherente de lo que piensan y dicen los nativos, de
de los poderes públicos ellos seguían ahí, exponiéndo- modo que esa "descripción" no es ni el mundo de los
se a morir ahogados o electrocutados. Escribí entonces nativos, ni cómo es el mundo para ellos, sino una con-
un artículo para un diario explicando que esa actitud 'Iusión interpretativa que elabora el investigador Oa-
podía deberse a que los "tercos villeros" estaban defen- , bson 1991:4-7). Pero a diferencia de otros infor-
diendo su derecho a un predio que sólo les pertenecía, mes, esa conclusión proviene de la articulación entre
de hecho, por ocupación. Por el carácter ilegal de las vi- I elaboración teórica del investigador y su contacto
llas, sus residentes no cuentan con escrituras que acre- I l'olongado con los nativos.
diten su propiedad del terreno; irse, aun debido a una Etl. suma, las etnografías no sólo reportan el objeto
catástrofe natural, podía significar la pérdida de la po- mpírico de investigación -un pueblo, una cultura, una
sesión ante la llegada de otro ocupante (Guber 1985). ocíedad- sino que constituyen la interpretación/des-
Que la nota periodística fuera premiada por la Confede- l'lpción sobre lo que el investigador vio y escuchó.
ración de Villas de Emergencia de Buenos Aires me da- lna etnografía presenta la interpretación problemati-
ba algún indicio de que yo había entendido o, mejor Ida del autor acerca de algún aspecto de la "realidad
dicho, descripto adecuadamente (en sus propios tér- I la acción humana" Oacobson 1991:3; nuestra tra-
minos), la reacción de estos pobladores. lu ' Ión [n.t.]).
Este sentido de "descripción" corresponde a lo que escribir de este modo somete los conceptos que
suele llamarse "interpretación". Para Clifford Geertz, por I Iboran otras disciplinas sociales a la diversidad de la
ejemplo, la "descripción" (el "reporte" de Runciman) p 'riencia humana, desafiando la pretendida univer-
presenta los comportamientos como acciones físicas sin IldAd de los grandes paradigmas sociológicos. Por
un sentido, como cerrar un ojo manteniendo el otro II 1 s antropólogos suelen ser tildados de "parásitos"

abierto. La "interpretación" o "descripción densa" reco- 1 11\5 demás disciplinas: siempre hay algún pueblo
noce los "marcos de interpretación" dentro de los cuales 1011<1 el complejo de Edipo no se cumple como dijo
los actores clasifican el comportamiento y le atribuyen I ud, o donde la maximización de ganancias no expli-
sentido, como cuando a aquel movimiento ocular se lo 1I onducta de la gente, como lo estableció la teoría
llama "guiño" y se lo interpreta como gesto de complici- 1 n. Pero esta reacción se funda en la puesta a prueba
dad, aproximación sexual, seña en un juego de naipes, 1\ generalizaciones etnocéntricas de otras discipli-
etc. (1973). El investigador debe, pues, aprehender las la luz de casos investigados mediante el método

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La etnografía. Método , campo y reflexividad

etnográfico, garantizando así una universalidad más una cultura para hacerla inteligible ante quienes no
genuina de los conceptos sociológicos. El etnógrafo pertenecen a ella. Este propósito suele equipararse a la
supone, pues, que en el contraste de nuestros conceptos "traducción" pero, como saben los traductores, los térmi-
con los conceptos nativos es posible formular una idea nos de una lengua no siempre corresponden a los de
de humanidad construida por las diferencias (Peirano otra. Hay prácticas y nociones que no tienen correlato
1995:15) . en el sistema cultural al que pertenece el investigador.
Como un método abierto de investigación en terre- Entonces no sólo se trata de encontrar un vehículo no
.. 1
no donde caben las encuestas, las técnicas no directivas etnocéntrico de traducción que sirva para dar cuenta
I -fundamentalmente, la observación participante y las lo más genuinamente posible de una práctica o noción,
entrevistas no dirigidas- y la residencia prolongada sino además ser capaz de detectar y reconocer esa
con los sujetos de estudio, la etnografía es el conjunto práctica o noción inesperada para el sistema de clasifi-
de actividades que se suele designar como "trabajo de cación del investigador. La flexibilidad del trabajo de
campo", y cuyo resultado se emplea como evidencia campo etnográfico sirve, precisamente, para advertir
para la descripción. Los fundamentos y características lo imprevisible, lo que para uno "no tiene sentido". La
de esta flexibilidad o "apertura" radican, precisamente, ambigüedad de sus propuestas metodológicas sirve
en que son los actores y no el investigador, los privilegia- para dar lugar al des-conocimiento preliminar del in-
dos para expresar en palabras y en prácticas el sentido vestigador acerca de cómo conocer a quienes, por prin-
de su vida, su cotidianeidad, sus hechos extraordinarios cipio (metodológico), no conoce. La historia de cómo
y su devenir. Este status de privilegio replantea la cen- Uegó a plantearse esta "sabia ignorancia" será el objeto
tralidad del investigador como sujeto asertivo de un del primer capítulo.
conocimiento preexistente convirtiéndolo, más bien, Dado que no existen instrumentos prefigurados para
en un sujeto cognoscente que deberá recorrer el arduo la extraordinaria variabilidad de sistemas socioculturales,
camino del des-conocimiento al re-conocimiento. ni siquiera bajo la aparente uniformidad de la globali-
Este proceso tiene dos aspectos. En primer lugar, el zación, el investigador social sólo puede conocer otros
investigador parte de una ignorancia metodológica y se mundos a través de su propia exposición a ellos. Esta
aproxima a la realidad que estudia para conocerla. Esto exposición tiene dos caras: los mecanismos o instrumen-
es: el investigador construye su conocimiento a partir tos que imagina, crea, ensaya y recrea para entrar en
de una supuesta y premeditada ignorancia. Cuanto más contacto con la población en cuestión y trabajar con
sepa que no sabe (o cuanto más ponga en cuestión sus ella, y los distintos sentidos socioculturales que exhibe
certezas) más dispuesto estará a aprender la realidad en su persona. Tal es la distinción, más analítica que
en términos que no sean los propios. En segundo lu- real, entre las "técnicas" (capítulos 3 y 4) Y el "instru-
gar, el investigador se propone interpretar/describir ¡:nento" (capítulo 5). Las técnicas más distintivas son la

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ROSANA GUBER La etnografía. Método , campo y reflexividad

entrevista no dirigida y la observación participante; el de campo (Marcus & Cushman 1982; Van Maanen 1988).
instrumento es el mismo investigador con sus atributos En esta presentación generalmente monográfica y por es-
socioculturalmente considerados -género, nacionali- crito (más recientemente, también visual) el antropólogo
dad, raza, etc.- en una relación social de campo. Intenta representar, interpretar o traducir una cultura o
Esta doble cara del trabajo de campo etnográfico nos determinados aspectos de una cultura para lectores que
advierte que las impresiones del campo no sólo son re- no están familiarizados con ella (Van Maanen 1995: 14).
cibidas por el intelecto sino que impactan también en 1.0 que se juega en el texto es la relación entre teoría y
la persona del antropólogo. Esto explica, por un lado, la ampo, mediada por los datos etnográficos (Peirano
necesidad de los etnógrafos de basar su discurso -oral, 1995 :48-49). Así, lo que da trascendencia a la obra et-
escrito, teórico y empírico- en una instancia empírica l1 0gráfica es
específica repleta de rupturas y tropiezos, gaffes y con-
tratiempos, lo que los antropólogos han bautizado "in- "la presencia de interlocución teórica que se ins-
cidentes reveladores". Por otro lado, explica que "en la pira en los datos etnográficos. Sin el impacto
investigación de campo se constate que la vida imita a la existencial y psíquico de la investigación de cam-
teoría, porque el investigador entrenado en los aspectos po, parece que el material etnográfico, aunque
más extraños hasta los más corrientes de la conducta esté presente, se hubiera vuelto frío , distante y
humana, encuentra en su experiencia un ejemplo vivo de mudo. los datos se transformaron, con el paso
la literatura teórica a partir de la cual se formó" (Peirano del tiempo, en meras ilustraciones, en algo muy
1995:22-3, n.t.). alejado de la experiencia totalizadora que, aunque
Esta articulación vivencial entre teoría y referente pueda ocurrir en otras circunstancias, simboliza
empírico puede interpretarse como un obstáculo sub- la investigación de campo. En suma, los datos
jetivo al conocimiento, o como su eminente facilitador. perdieron presencia teórica , y el diálogo entre
En las ciencias sociales y con mayor fuerza en la antropo- la teoría del antropólogo y las teorías nativas,
logía, no existe conocimiento que no esté mediado por la diálogo que se da en el antropólogo, desapare-
presencia del investigador. Pero que esta mediación sea ció.' EI investigador sólo , sin interlocutores in-
efectiva, consciente y sistemáticamente recuperada en teriorizados, volvió a ser occidental" (Peirano
el proceso de conocimiento depende de la perspectiva 1995:51 -2, n.t.).
epistemológica con que conciba sus prácticas; tal será
el contenido del capítulo 2. ¿Qué buscamos entonces en la etnografía? Una di-
El producto de este recorrido, la tercera acepción del IIwnsión particular del recorrido disciplinario donde es
término etnografía, es la descripción textual del compor- flo ib le sustituir progresivamente determinados concep-
tamiento en una cultura particular, resultante del trabajo to" por otros más adecuados, abarcativos y universales

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,I
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ROSAN A GUBER La etnografía. Método , campo y reflexividad

(Peirano 1995:18). La etnografía como enfoque no pre- A todos ellos y a Getulio Steinbach, Miguel Ballario,
tende reproducirse según paradigmas establecidos, sino Irene Ororbia, Santos jiménez, Delfín Martínez Tica,
vincular teoría e investigación favoreciendo nuevos des- Nelly Weschsler y Carlos Hernán Morel, del IDES, les
cubrimientos. Este libro muestra que esos descubrimien- agradezco sus aportes, su confianza y su apoyo perma-
tos se producen de manera novedosa y fundacional en el nente y desinteresado.
trabajo de campo y en el investigador.
Si acaso por un rato, vale la pena meter los pies en el
barro y dejar la comodidad de la oficina y las elucubra-
ciones del ensayo, es porque tanto los pueblos sometidos
a la globalización como sus apóstoles operan en mar-
cos de significación etnocéntricos (Briones et.a1.l996).
Estos marcos no deben ser ignorados, aunque su omni-
presencia los torne menos visibles que a los postulados
Talibán y de la ETA. Para revelarlos la etnografía ofrece
medios inmejorables, porque desde su estatura humana
nos permiten conocer el mundo, aun bajo la prevalecien-
te pero engañosa imagen de que todos pertenecemos
al mismo.

Este volumen re-elabora temas y perspectivas que


aprendí con mi primera maestra Esther Hermitte, y
que seguí elaborando con mis colegas Mauricio Boivin,
Victoria Casabona, Mauricio Boivin, Ana Rosato y Ser-
gio Visacovsky, con mis profesores Katherine Verdery,
Gillian Feeley-Harnik y Michel-Rolph Trouillot, con
los miembros del Grupo-Taller de Trabajo de Campo
Etnográfico del Instituto de Desarrollo Económico y
I Social- IDES Oosé L. Ciotta, Christine Danklemaer, Patri-
1
I cia Durand, Patricia Fasano, Carolina Feito, Iris Fihman,
l' Sabina Frederic, Alejandro Grimson, Andrea Mastrán-
gelo, Norma Micci, Elías Prudant, Brígida Renoldi,
Eugenia Ruiz Bry, Rolando Silla y Virginia Vecchioli).

20 21
CAPÍTULO l.
UNA BREVE HISTORIA DEL TRABAJO
DE CAMPO ETNOGRÁFICO

La historia del trabajo de campo etnográfico se asocia,


' n antropología, al estudio de culturas exóticas, y en
) iología, a segmentos marginales de la propia sociedad.
AtlLlí nos ocuparemos de la tradición antropológica
Iwilánica y norteamericana que, por su posición académi-
('¡\ dominante, modelara la práctica etnográfica en las

d ' más ciencias sociales durante el siglo XX.

1. Los prolegómenos
Desde el siglo xv, con la expansión imperial europea
I \ Invención de la imprenta, la novedad de distintas
h11 lilas de vida humanas circulaba en libros que consu-
I I \Il las sociedades de sabios de las metrópolis europeas
1., núcleos de gente "culta" en las colonias y nuevas
Illnes. El proceso era paralelo al de la botánica y la
" logra que, desde el siglo XVIII se convirtieron en
dt I s de la ciencia social. Sin embargo, la reflexión
1, la diversidad de formas de vida humana no
11 I maría los sillones de la especulación filosófica
I fines del siglo XIX.
IIlHl luerra, que reunió las tres cualidades de ser el
, stado nacional, cuna de la revolución industrial,

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La etnografía. Método, campo y reflexividad
ROSANA GUBER

Estos cuestionarios proveyeron una nutrida pero


y metrópoli del mayor imperio capitalista, fue también
heterogénea información, pues quienes debían respon-
el hogar de los "padres de la antropología". Oriundos de
derlos no dominaban las lenguas nativas, ni estaban
las leyes y las humanidades, estos etnólogos buscaban
oonsustanciados con el interés científico. Salvo notables
inscribir la información dispersa sobre culturas lejanas
excepciones, la división entre el recolector y el ana-
y salvajes en el hilo común de la historia de la humani-
lista-experto era irremontable. Además, la información
dad. Establecían leyes de la evolución humana y de la
desmentía la especulación de las teorías corrientes, mos-
difusión de bienes culturales según los dos paradigmas
Lrando la necesidad de emprender trabajos in situ (Kuper
dominantes en los estudios del hombre y, también, en
1,973; Urry 1984).
las ciencias naturales. El evolucionismo y el difusionismo
En 1888 el zoólogo Alfred C. Haddon encabezó la
diferían en si las culturas humanas respondían a una
primera expedición antropológica de Cambridge al Es-
distinta velocidad en la evolución (evolucionismo), o
trecho de Torres en Oceanía, para obtener material sobre
al contacto entre los pueblos (di fu sionismo) , pero no
'ostumbres de los aborígenes y especies fito-zoográficas.
cuestionaban el supuesto de que dichas culturas repre-
Los métodos eran los de la ciencia experimental. Pero la
sentaban el pasado de la humanidad. que trascendió a la historia del trabajo de campo fue la
Para fundamentar sus teorías ambos necesitaban
'gunda expedición que también dirigió Haddon, entre
grandes cantidades de información y artefactos que
exponían en los museos, cuyas vitrinas presentaban artí-
culos de distintos pueblos (Chapman 1985; Jacknis 111", la guerra con México y la extensión del ferrocarril. Margan em-
1985; Stocking 1985). La lógica de estos agrupamien- przó sus investigaciones como abogado defensor de los indígenas
Irnqueses por las tierras que el gobierno federal y el ferrocarril les
tos procedía del material traído por los viajeros, y de los hllhfan confiscado. La articulación entre antropología y estado en los
cuestionarios sobre modos de vida de los salvajes, que I P.UjJ . favoreció el trabajo de campo. Fue por interés del estado fe-
administraban mediante instituciones particulares y d m1 que se promovieron expediciones y viajes de especialistas, la
111 WlmzaClón de SOCiedades, museos y bibliotecas como el Smithsonian
oficiales, imperiales o federales, los comerciantes, los ( I H46) y el Bureau of Amelican Ethnology (1879) que financiaba la
misioneros y los funcionarios. Los cuestionarios más co- 1 I'll lección y publicación de artículos sobre esas expediciones. Las
nocidos fueron el Notes and Queries on Anthropology que III1IV~~'sldades ~stablecieron tempranamente cátedras de Antropología.
111 ,lan Bretana el trabajO de campo y la organización etnológica del
distribuyó el Royal Anthropologicallnstitute desde 1874
IIl1p nal Bureau of Ethnology (1890) eran empresas semi-privadas.
hasta 1951 (RAl 1984), y la circular sobre términos de I lll atenas Ul1lversltarias se establecieron en 1900 con el fin de
parentesco del norteamericano Lewis H. Margan (1862) 3 11\1 .. al" la división entre experto y recolector, y profesionalizar a la
. I1 I1'Opol0gía y la etnología. A diferencia de los padres de la etnolo-
.1" que recorrían el mundo desde sus mullidos sillones (por eso se-
1 1\ npodados armchair anthmpologists o "antropólogos de sillón"),
3 El impulso al trabajo de campo fue más temprano en EE.UU. In profesores provenían de las Ciencias Naturales (Urry 1984'
cuyos intelectuales hadan sus investigaciones dentro del "propio te- h1lklng 1983). '
rritorio", correlativamente al avance y apropiación del medio-oeste y el
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La etnografía. Método , campo y reflexividad

1898 Y 1899. En el equipo figuraba W H. R. Rivers, psi- 11. Los héroes culturales
cólogo, quien sentó las bases del "método genealógico" El naturalista alemán Franz Boas y el polaco Bronis-
el cual permitía "estudiar problemas abstractos por lav Malinowski son considerados los fundadores del mo-
medio de hechos concretos" . Este método consistía en derno trabajo de campo en Gran Bretaña y los EE.UU.
pautar el relevamiento de sistemas de parentesco, muy respec tivamente (Bulmer 1982; Burgess 1982 a ; Urry
distintos a los occidentales, a través de la alianza y la 1984). Boas recorrió la bahía de Baffin en Canadá en
filiación (Rivers 1975). Cuando en 1913 aplicó el mis- 1883 para relevar la vida de los lnuit o esquimales. En
mo método al estudio de los Toda de la India, Rivers mérito a ello fue contratado por el lingüista Horatio
enunció lo que se convertiría en el principio vertebral Hale, en un proyecto sobre antropología física, lingüís-
del trabajo de campo: tica y cultural en la costa occidental canadiense (Cale
1983). Pero Boas no demoró en distanciarse de su di-
"la necesidad de investigaciones intensivas en una tector quien prefería los relevamientos más extensos
comunidad en la cual el trabajador vive por un con cuestionarios y encuestas. Boas sostenía la necesi-
año o más en la comunidad de alrededor 400 ó dad de realizar un trabajo intensivo y en profundidad
500 (habitantes) y estudia cada detalle de su vi- en unas pocas comunidades. Su objetivo era "producir
da y cultura" (Stocking 1983b:92, n.t.). material etnográfico que muestre cómo piensa, habla y
actúa la gente, en sus propias palabras", recolectando
Desde entonces, Haddon comenzó a bregar por que
artefactos y registrando los textos en lengua nativa.
en futuras misiones participaran observadores entrenados
on estos materiales los etnólogos podrían fundar un
y antropólogos experimentados. En 1904 afirmó que un
<.:ampo objetivo de estudio; primero el material en bruto;
nuevo enfoque sobre el trabajo de campo debía incluir
luego la teoría (Ibid; Wax 1971) .
"estudios exhaustivos de grupos de personas , Boas solía permanecer temporadas más bien breves
rastreando todas las ramificaciones de sus genea- t' n 'los nativos y su trabajo de campo se apoyaba en
logías en el método comprensivo adoptado por el un informante clave , algún indígena lenguaraz que na-
Dr. Rivers para los isleños del Estrecho de Torres Imba mitos, leyendas y creencias de su pueblo, prove-
y para los Toda" (Urry 1984:47, n.t.). )'cntloextensos cuerpos textuales desarticulados de la
vida cotidiana actual. Su discípulo Alfred Kroeber afir-
Así, un período que comenzó con la clara división mnl a que "había una falta de integración en sus regis-
entre el experto y el recolector, culminaba con la reu - Irll " (Wax 1971 :32; n.t.) pues para Boas cada texto era
nión de ambos como base del conocimiento in situ y unn muestra definitiva de una forma de vida y de pen-
del prestigio disciplinar. miento, una evidencia última e inmodificable. Pero
yue estas culturas se extinguirían tarde o temprano,

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La etnografía. Método, campo y reOexividad

cada pieza textual se convertía en una "futura reliquia del la descripción de los pueblos como ejemplares del pasa-
pasado". Otra de sus alumnas, Margaret Mead, llamaba a do. La formulación de vastas generalizaciones cedió a
esta perspectiva "excavar en una cultura", pues la tarea "holismo" o visión totalizadora, que ya no sería universal
boasiana se parecía a la arqueología; el informante ha- panhumanitaria, sino referida a una forma de vida
blaba de su pasado y de las tradiciones de su pueblo, particular. El trabajo de campo fue, pues, el canal de esta
que Boas escuchaba del traductor indígena a quien in- I ransformación teórica cuya expresión metodológi-
tentaba entrenar en la transcripción de la lengua nativa. ca, la etnografía y luego la exposición monográfica, la
las quejas más habituales de los primeros antropólogos brevivirían largamente.
norteamericanos se correspondían con este enfoque: Los protagonistas de esta "misión civilizatoria" fueron
frecuentes calambres en las manos por tomar notas, y A. R. Radcliffe-Brown 4 , su héroe teórico, y Bronislav
"perder tiempo" en encontrar un informante confiable Mahnowski, su héroe etnográfico. Oriundo de Polo-
Obid.). El trabajo de campo era, entonces, un "mal ne- lila, Malinowski había estudiado física y química en
cesario" en la grandiosa empresa de rescatar la cultura ,l'Ocovia, pero durante el reposo por una enfermedad
indígena de su inminente desaparición y olvido. IIl'cedió a la antropología leyendo La rama dorada, un
En Europa la historia de las antropologías metropoli- vlllumen de mitología primitiva escrito por uno de los
tanas remonta el uso del término "etnografía" al estudio padres de la antropología británica, Georges Frazer.
de los "pueblos primitivos o salvajes", no en su dimen- ht ' entonces a Londres a estudiar antropología en la
sión biológica sino socio-cultural. En la escuela inglesa I olldon 5chool of Economics, donde aprendió los rudi-
instaurada en los 1910-20 por el antropólogo británico II1l' ll.lOS de la disciplina y se contactó con C. G. 5eligman,
A. R. Radcliffe-Brown, hacer etnografía consistía en rea- Init'mbro de la segunda expedición de Cambridge. En
lizar "trabajos descriptivos sobre pueblos analfabetos", 11 I ralia y Melanesia comenzó sus estudios de campo
en contraposición a la vieja escuela especulativa de nhr parentesco aborigen cuando lo sorprendió la
evolucionistas y difusionistas (Kuper 1973:16) . En el I'lIlllera Guerra Mundial. Debido a su nacionalidad,
marco de la "revolución funcionalista" y de un "fuerte
renacimiento del empirismo británico" (Ibid: 19), el in-
vestigador debía analizar la integración sociocultural ... l os aportes de Radcliffe-Brown siguieron en la línea marcada
I 11 Rl vers , su énfasis en las genealogías y en los sistemas de clasifi-
de los grupos humanos. 1j¡ 1\ del parentesco. Pero su modelo siguió siendo el "trabajo de
La teoría funcionalista sostenía que las sociedad e IUpll de la baranda", esto es, en la galelia de las viviendas colonia-
están integradas en todas sus partes, y que las prácticas, 1'11 1910 fue a Australia a trabajar con los abotigenes. Después de
I \"In partida polic ial interrumpió sus trabaj os, Radcliffe-Brown
creencias y nociones de sus miembros guardan alguno
1llllHl ó a la isla Bermer, para trabajar en un hospital con los abo-
"función" para la totalidad. Esta postura hacía obsole· lir Internados por enfermedades venéreas. Los abOligenes-in-
tas la recolección de datos fuera del contexto de uso, y 1111 y prisioneros se transformaron en informantes a quienes se
I 1111¡(lIba sobre su sistema de matrimonio (Stocking 1983).

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ROSANA GUBER la etnografia . Método, campo y reflexividad

Malinowski era técnicamente un enemigo del Reino Uni- funcionarios coloniales y los blancos, y aplicar una serie
do. Para su resguardo, se sugirió su permanencia en de métodos de recolección de datos , para manipular y
Oceanía. Este virtual confinamiento se convirtió en el fijar la evidencia. Malinowski identificaba tres tipos de
modelo de! trabajo de campo. Las estadías de Mali- material que homologaba a partes del organismo huma-
nowski en Melanesia datan de setiembre 1914 a marzo no, y que debían obtenerse mediante tres métodos:
1915,junio 1915 a mayo 1916, y octubre 1917 a octubre a) Para reconstruir el "esqueleto" de la sociedad -su
1918, coincidiendo con la primera conflagración (Ellen normativa y aspectos de su estructura formal- se recurría
et.aI.l988; Durham 1978). al método de documentación estadística por evidencia
El resultado de este prolongado trabajo fue una serie concreta (interrogando sobre genealogías, registrando
de detalladas descripciones de la vida de los melanesios detalles de la tecnología, haciendo un censo de la aldea,
habitantes de los archipiélagos de Nueva Guinea Orien- dibujando el patrón de asentamiento, etc.).
tal. La primera obra de esa serie, Los Argonautas del Pa- b) Para recoger los "imponderables de la vida cotidia-
cifico Occidental (1922), describe una extraña práctica na y el comportamiento típico", el investigador debía es-
de difícil traducción para e! mundo europeo: e! hula, o tar cerca de la gente, observar y registrar al detalle las
intercambio de "valores" o vaiqu'a, brazaletes y collares rutinas, los "imponderables" eran "la sangre y la carne" de
de caracoles, que los aborígenes de las Islas Trobriand la cultura.
pasaban de unos a otros sin motivo aparente, sólo para c) Para comprender el "punto de vista del nativo", sus
intercambiarlos creando una cadena o anillo entre los formas de pensar y de sentir, era necesario aprender la
pobladores de una misma aldea, de aldeas vecinas, y de lengua y elaborar un corpus inscriptiollum o documen-
islas próximas. Con Los Argonautas ... Malinowski no tos de la mentalidad nativa. A diferencia de Boas, este
sólo dio cuenta de un modo de describir una práctica co rpus era el último paso pues la mentalidad indígena
extraña y, por ello, intraductible , adoptando en lo po- no podía entenderse sin comprender su vida cotidiana
sible la perspectiva de los nativos; también hizo evi- y su estructura social, y menos aún sin conocer acaba-
dente la diferencia entre "describir" y "explicar", y los damente la lengua nativa (Malinowski 1922/1986).
pasos necesarios para que una descripción no fuera in- Así, la tarea del antropólogo, a quien se empezaba a
vadida por la teoría y el mundo cultural del investigador denominar "etnógrafo", era una labor de composición
(Malinowski 1975; Durham 1978). qule iba desde los "datos secos" a la recreación o evoca-
La introducción de este primer volumen se conside- ción de la vida indígena.
ra aún como la piedra fundacional del método etnográ- La intervención de Malinowski tuvo varios efectos.
fico. Malinowski constataba allí que el etnógrafo debe Destacó el estudio de la lengua como una de las claves
tener propósitos científicos y conocer la etnografía para penetrar en la mentalidad indígena (Firth 1974b)
moderna, vivir entre la gente que estudia, lejos de los y consideró la presencia directa del investigador en el

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

campo como la única fuente confiable de datos, pues donde el naturalista era tan importante como el humanis-
sólo "estando allí" podía el etnógrafo vincularse con ese ta que radicaba el aprendizaje de otras formas de vida
pueblo, como un científico aborda el mundo natural; la n la propia experiencia (Urry 1984; Stocking 1983b).
aldea era su laboratorio (Kaberry 1974). Además, sólo Con el tiempo, esta premisa se revertiría en el cuestio-
el trabajo de campo sin mediaciones podía garantizar namiento y auto-análisis del propio investigador.
la distinción entre la cultura real y la cultura ideal, entre Otro gran aporte fue mostrar la integración de los
lo que la gente hace y lo que la gente dice que hace, y por datos en el trabajo final, la etnografía, que para él podía
consiguiente, entre el campo de las prácticas y el de los 'oncentrarse en un sólo aspecto que, como el Kula,
valores y las normas. Las vías de acceso a cada uno se- parecía como nodal para describir su cultura. En este
rían distintas: la presencia y la observación, en un caso, 'ntido, Malinowski proponía un conocimiento holís-
y la palabra, en el otro. El lugar de la vida diaria, al que 1I o (global, totalizador) de la cultura de un pueblo,
daban entrada los imponderables, era un punto cardi- p ro desde un apecto o conjunto de prácticas, normas
nal que lo diferenciaba de Boas y de Radcliffe-Brown, y valores -un hecho social total, en palabras de Marcel
pues el decurso de la cotidianeidad permitía vincular Mauss- significativos para los aborígenes. Puede de-
aspectos que solían aparecer escindidos en los informes Irse que Malinowski fue el primero que confrontó las
de los expertos. Creencias, tecnología, organización social I orías sociológicas, antropológicas, económicas y lin-
y magia eran partes de una totalidad cultural donde ~(\fsticas de la época con las ideas que los trobriandeses
cada aspecto se vinculaba con los demás de manera es- I nlan con respecto a lo que hacían. Pero este procedi-
pecífica (Durham 1978; Urry 1984).5 miento no entrañaba una traducción conceptual de
Malinowski fue el primero en bajar de la baranda del I rmino a término, sino también "residuos no explica-
funcionario, y salir del gabinete académico o adminis- lo " por el sistema conceptual y clasificatorio occidental.
trativo, para aprender la racionalidad indígena desde H descubrimiento de "residuos" como el Kula resultaba
la vida diaria. Acampaba en medio de los paravientos I la confrontación entre teoría y sentido común euro-
y las chozas, recreando una actitud de conocimiento p s, y la observación de los nativos. El principal
porte de Malinowski fue, entonces, no tanto la validez
I~· u teoría funcional de la cultura (1944), sino la per-
5 Teóricamente, Malinowski nunca dejó de ser funcionalista, pero 11 \llnencia de la teoría de la reciprocidad que no pene-
su antropologla era una antropologla de "salvataje" como toda la que
se realizaba en Melanesia y el Pacífico. Sólo al final de su carrera dejó
n dó íntegramente a Malinowski sino a su encuentro
de adherir a este modelo de la antropologla cuando, de la mano de sus 111 los nativos (Peirano 1995).
alumnos, penetró en la realidad africana. El cambio de área de in- Este enfoque de una metodología abierta ocupó más
terés antropológico de Oceanía a África es paralelo al acceso de los práctica que la reflexión de los sucesores. La mayoría
antropólogos a las sociedades complejas en proceso de cambio
(Stocking 1983, 1984). los postgrados de los departamentos centrales de

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ROSANA GUBER
La etnografía. Método, campo y reflexividad

antropología social carecen de asignaturas sobre meto- Las inve~tigaciones se concentraban en temas acota-
dología y trabajo de campo. El mismo Malinowski se dos y el enfasls seguía siendo textual.
limitaba a hojear sus propias notas y a pensar en voz Margaret Mead hizo su trabajo de campo fuera de!
alta algunas elaboraciones (Powdermaker 1966; ver terntono continental norteamericano, en Samoa, Po-
Evans-Pritchard 1957; Bowen 1964). Imesla. Crltlcaba a sus colegas norteamericanos por
En suma, y al finalizar el período malinowskiano en rec~lectar sólo textos de boca de algunos informantes
los años treinta, el trabajo de campo ya se había consoli- mdlvldu~les o "clave", en vez de registrar e! flujo de la
dado como una actividad eminentemente individual vI~a dIana (Wax 1971). En su obra más difundida Co-
realizada en una sola cultura, un rito de paso a la pro- mln~ of Age in Samoa (1928), sobre la adolescenci~, se
fesión que correspondía a la etapa doctoral. La estadía baso efectivamente en el trabajo de cam' .
prolongada y la interacción directa cara-aocara con los ~ po mtenSlvO y
ara-aocara al estilo malinowskiano.
miembros de una "cultura", se transformó en la expe-
Pero en los EE. Uu. el trabajo de campo etnográfico
riencia más totalizadora y distintiva de los antropólo- s ~esarrolló fuertemente en el departamento de socio-
gos, el lugar de la producción de su saber, y el medio logia ~e la Universidad de Chicago, por iniciativa del
de legitimarlo. Su propósito era suministrar una visión " 'tlOdlsta Robert E. Park y el sociólogo V"v 1 Th
contextualizada de los datos culturales en la vida social J9 .. amas
C'/1 30. Park entendía que para estudiar una gran ciu~
tal como era vivida por los nativos.
d(ld como ChlCago se debía emplear la misma metodo-
1, 19la de los antropólogos con los indios norteamericanos
III. La etnografía antropológica y sociológica yu que, según él, las ciudades eran una suma de fronte-
en los EE. UU. '1 entre grupos humanos diversos (Platt 1994' Forni
t.nt.l992).6 ,
Desde los tiempos de Boas la recolección de datos
se hacía sin intermediarios, de modo que la premisa . L.~s :studios de las ciudades se centraron en grupos
malinowskiana no se vivió como una gran novedad en '" n renza.do~ ~or la marginalidad económica, política,
los EE.UU. Esta orientación obedecía, además, a la na- I IIIt ~lral. y JundICa: los "sin techo", las ban das ca11'
eJeras
turaleza pragmática de la vida norteamericana en el 11 ti lmcuentes, las bailarinas y las prostitutas, los homo~
siglo XIX, y a que la antropología era considerada un/es, los delincuentes y los drogadictos, además de
como una ciencia y no como un apéndice de la tra-
dición literaria (para lo cual estaba el Folklore). Per
, 1\ La influencia blitánica se hizo sentir con la visita de Radcliffe-
como el dinero disponible era aún escaso y los inves-
tigadores daban clase en las universidades, su asis-
17nrClcam19~1 Ydedealumnos
'1
.11
10
Mahnowski durante la Segunda GuelTa además
norteamericanos como Horte~se Pow
tencia al campo cubría períodos más largos pero d '''''lker dOctorada en Londres con Malinowski o LI d W . -
visitas más cortas coincidentes con el receso estival, 1111 ti· Yal1ke c City, cuyo trabajo de campo con ; boríg%es a:~~l~~
It Stuvo d tngldo por Radcliffe-Brown.

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35
ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

las minorías étnicas e inmigratorias (Whyte 1943/1993). limitaciones de hacer etnografía en la propia sociedad, la
A las habituales técnicas de campo etnográficas, los so- ética profesional y la edición de autobiografías de campo.
ciólogos y antropólogos incorporaron técnicas de otras La publicación de A Diary in the Strict Sense of the Term
disciplinas como los tests proyectivos, las encuestas, la de Malinowski en 1967 desató una polémica acerca de
evidencia etnohistórica y los cálculos demográficos la trastienda etnográfica (Firth 1967; M.Wax 1972). El
(Bulmer 1982). diario relativizaba la posición ideal del etnógrafo, su res-
La otra gran área fueron los estudios de comunidad peto aséptico por otras culturas, el aislamiento efectivo
y campesinado de las escuelas antropológicas de Chica- con otros blancos y el espíritu puramente científico que
go y Harvard. En Chiapas, México, Roben Redfield y guiaba los pensamientos del investigador.
Egon Vogt desplegaron su batería etnográfica en pobla- Re-emplazado en un sitio de héroe cultural, pero
dos de pequeña escala durante largos períodos (Foster esta vez como genio de la auto-reflexión, el diario de
1979). El seguimiento de los migrantes rural-urbanos Malinowski movilizó la publicación de otras biografías
derivó en el estudio de la pobreza urbana, campo en el que, incluyendo o no diarios y notas, se volcaron a des-
cual se destacó Oscar Lewis con sus historias de vida mitificar el trabajo de campo de investigadores asexua-
de familias pobres mexicanas en el distrito federal de dos, invisibles y omnipresentes (Berreman 1962 (1975);
México, y de puertorriqueños en San Juan de Puerto Devereux 1967; Golde 1970; Powdermaker 1966; Wax
Rico y en New York (1959, 1961, 1965). 1971). Se reconocía al etnógrafo como un ser sociocul-
Los estudiosos de comunidad y de sociología urba- ILlral con un saber históricamente situado. El primer
na debieron convertir métodos nacidos del estudio de objetivo de esta desmitificación fue la "natividad" del
poblaciones pequeñas para aplicarlos a sociedades estra- tlnógrafo.
tificadas de millones de habitantes. Este desplazamiento Hasta los años sesenta iba de suyo que el conoci-
se masificó en los años 1960-1970, con importantes miento del Otro como conocimiento no etnocéntrico de
consecuencias teóricas y epistemológicas. 111 sociedad humana, debía hacerse desde la soledad de
t'ntidos familiares, una tabla rasa valorativa y una (ca-
IV. El exotismo de la natividad Dcompleta resocialización para acceder al punto de
Antes de 1960 el trabajo de campo estaba centrado vLta del nativo (Guber 1995). Pero con la encrucijada
en la tensión de proximidad-distancia entre el etnó- histórica de las revoluciones nacionales "hacer antropolo-
grafo y los nativos. Pero esta tensión comenzó a refor- In" en la propia sociedad se volvió una posibilidad, a
mularse con los movimientos de liberación y la caída 'es una obligación o un mandamiento. Los nuevos go-
del colonialismo (Asad 1979; Huizer & Manheim 1979; lit /'nos africanos y asiáticos contaban con sus propios in-
D. Nash &Weintrob 1972;]. Nash 1975). Este replanteo I I tuales, muchos de ellos entrenados en las academias
estuvo acompañado por un debate sobre las ventajas y I1trales; además, los antropólogos metropolitanos no

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ROSANA GUBER La etnografía. Método , campo y reflexividad

eran ya bienvenidos en las ex-colonias por su mácula antropólogo nativo rara vez cae presa de los estereotipos
imperialista (Messerschmidt 1981 :9-10;].Nash 1975). que pesan sobre la población, pues está en mejores
Lo que hasta entonces había sido una situación de hecho condiciones para penetrar la vida real, en vez de obnu-
(irse lejos, al ambiente natural del salvaje), se convirtió en bilarse con las idealizaciones que los sujetos suelen
objeto premeditado de reflexión teórico-epistemológica presentar de sí (Aguilar 1981:16-21).
Oackson 1987). Quienes abogaban por una antropología A pesar de su oposición, ambas posturas coinci-
en contextos exóticos, en su mayoría provenientes de ufan en que la capacidad de los antropólogos extranje-
la academia occidental, argumentaban que el contraste r s y de los nativos para reconocer lógicas y categorías
cultural promueve la curiosidad y la percepción, garan- I cales, consistía en asegurar el acceso no mediado
tiza un conocimiento científico desinteresado, neutral nI mundo social , sea por el mantenimiento de la dis-
y desprejuiciado, Y que el desinterés en competir por Inncia, como pretenden los "externalistas", sea por la
recursos locales resulta en la equidistancia del investi- Illsión con la realidad en estudio, como aspiran los
gador extranjero respecto de los distintos sectores que "nativistas". El empirismo ingenuo que subyace a las
componen la comunidad estudiada (Beattie en Aguilar d'irmaciones de quienes abogan por una antropolo-
)\(n nativa con tal de lograr una menor distorsión de
1981: 16-17).
Quienes auspiciaban la investigación en la propia lo bservado y una mayor invisibilidad del investigador
sociedad afirmaban que una cosa es conocer una cultura, 11 el campo, es prácticamente idéntico al de quienes

y otra haberla vivido (Uchendu en Aguilar 1981:20); osri.enen que sólo una mirada externa puede captar
que el shock cultural es un obstáculo innecesario, y 111 real de manera no sesgada y científicamente des in-
además una metáfora inadecuada que reemplaza con h' I" sada.
una desorientación artificial y pasajera lo que debiera ser i bien, como ahora veremos, estas ilusiones fueron
un estado de desorientación crónica y metódica (D. Nash !lI 'Lo de crítica CStrathern 1987), el debate puso en
en Aguilar 1981: 17). Estudiar la propia sociedad tiene III tión el lugar de la "persona" del investigador en el
pues varias ventajas: el antropólogo nativo no deb I r 1 eso de conocimiento (capítulo 5). Como principal
atravesar los a veces complicados vericuetos para acce· 111 ll'umento de investigación y término implícito de
der a la comunidad; no debe demorar su focalización IIIt1paración intercultural, e! etnógrafo es, además de un
IIIl ncadémico, miembro de una sociedad y portador
temática; no necesita aprender la lengua nativa que un
extraño conocerá, de todos modos, imperfectamenL l'I I'to sentido común.
(Nukunya en Aguilar 1981:19); su pertenencia al grup I' n suma, esta historia muestra que si bien e! trabajo
no introduce alteraciones significativas, lo cual con- I1l11pO se mantuvo fie! a sus premisas iniciales, los et-
lile s fueron reconceptualizando su práctica, dándo-
tribuye a generar una interacción más natural y may •
1111 'vos valores a la relación de campo. En términos
res oportunidades para la observación participante;

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38
R OSANA GUBER

del antropólogo brasileño Roberto da Malta, la t~rea de CAPíTULO 2.


familiarizarse con lo exótico se revirtió en exollzar lo EL TRABAJO DE CAMPO : UN MARCO
familiar. En este proceso el principal beneficiario fue el REFLEXIVO PARA LA INTERPRETACIÓN
mismo investigador. DE LAS TÉCNICAS

Tal como quedaba definido , el método etnográfico


le campo comprendía, como "instancia empírica", un
mbito de donde se obtiene información y los procedi-
mientos para obtenerla. Desde perspectivas objetivistas,
I relación entre ámbito y procedimientos quedaba po-
I, ionada por circunscribir al investigador a la labor
Individual en una sola unidad societal. ¿Cómo garantiza
I "objetividad" de los datos la soledad e inmersión del
ludioso? Si, como sugiere la breve historia presentada,
Investigación no se hace "sobre" la población sino
I nn" y "a partir de" ella, esta intimidad deriva, nece-
riamente, en una relación idiosincrática. ¿Acaso el
( nocimiento de ella derivado también lo es?

1. Positivismo y naturalismo
Los dos paradigmas dominantes de la investigación
' I~l asociados al trabajo de campo etnográfico, que
entaremos groseramente aquí, son el "positivismo"
I "naturalismo". Según el positivismo la ciencia es una,
'cde según la lógica del experimento, y su patrón
In medición o cuantificación de variables para iden-
I '[Ir relaciones; el investigador busca establecer leyes

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

universales para "explicar" hechos particulares; el obser- idóneas son las menos intrusivas en la cotidianeidad
vador ensaya una aproximación neutral a su objeto d ludiada: la observación participante y la entrevista en
estudio, de modo que la teoría resultante se someta a I tllfundidad o no dirigida.
la verificación posterior de otros investigadores; esto Las limitaciones del naturalismo corresponden en
es: la teoría debe ser confirmada o falseada . La ciencia rl a las del positivismo, porque aquél sigue descono-
procede comparando lo que dice la teoría con lo que I nd.o las mediaciones de la teoría y el sentido común
sucede en el terreno empírico; el científico recolecta Illocéntrico que operan en el investigador. Pero además,
datos a través de métodos que garantizan su neutrali- I naturalistas confunden "inteligibilidad" con "validez"
dad valorativa, pues de lo contrario su material sería "verdad", aunque no todo 10 inteligible es verdadero .
poco confiable e inverificable . Para que estos métodos I relativismo y la reproducción de la lógica nativa pa-
puedan ser replicados por otros investigadores deben "explicar" procesos sociales son, pues, principios
ser estandarizados, como la encuesta y la entrevista con I mblemáticos del enfoque naturalista (Hammersley &:
cédula o dirigida. Ikinson 1983).
Habida cuenta de esta simple exposición, es fácil Igual que las posiciones sobre la antropología nati-
detectar sus flaquezas, pues esta perspectiva no con- v'. positivistas y naturalistas niegan al investigador y a
ceptualiza el acceso del investigador a los sentidos que Ins suj etos de estudio como dos partes distintas de
los sujetos le asignan a sus prácticas, ni las formas nativas 1I1l(,\ relación. Empeñados en borrar los efectos del in-
de obtención de información, de modo que la incidencia V tigador en los datos, para unos la solución es la es-
del investigador en el proceso de recolección de datos I ndarización de los procedimientos y para otros la
lejos de eliminarse, se oculta y silencia (Holy 1984) . periencia directa del mundo social (Hammersley &:
El naturalismo se ha pretendido como una alternati- tkinson 1983:13).
va epistemológica; la ciencia social accede a una realidad Este debate ha cobrado actualidad en los debates
preinterpretada por los sujetos. En vez de extremar la obre la articulación entre realidad social y su represen-
objetividad externa con respecto al campo, los naturalis- I , 'Ión textual. Como señala Graham Watson, la "teoría
tas proponen la fusión del investigador con los sujetos de ti • la correspondencia" sostiene que nuestros relatos o
estudio, transformándolo en uno más que aprehende la ti 'scripciones de la realidad reproducen y equivalen a
lógica de la vida social como 10 hacen sus miembros. a realidad. El problema surge entonces cuando los
El sentido de este aprendizaje es, como el objetivo de gas del investigador restan validez o credibilidad a
la ciencia, generalizar al interior del caso, pues cada llS relatos. Según la "teoría interpretativa", en cambio,
modo de vida es irreductible a los demás. Por consi- los relatos no son espejos pasivos de un mundo exterior,
guiente, el investigador no se propone explicar una l ino interpretaciones activamente construidas sobre él.
cultura sino interpretarla o comprenderla. Las técnicas r ro igual que en la teoría de la correspondencia , la
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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

ontología sigue siendo realista, pues sugiere que exist ' ocurre "ahí afuera", el lenguaje "hace" la situaci'Ón
un mundo real; sólo que ahora ese mismo mundo real Interacción y define el marco que le da senticjo.
admite varias interpretaciones (Watson 1987). de esta perspectiva, entonces, describir una sit~a_
Las "teorías constitutivas", en cambio, sostienen que 11 , un hecho, etc., es producir el orden social ctue
nuestros relatos o descripciones constituyen la realidad liS procedimientos ayudan a describir (Wolf 1987; C:::::h.
que estas descripciones refieren. Quienes participan d rl¡¡;gs 1986).
esta perspectiva suelen hacer distintos usos del concep- n efecto, la función performativa del lenguaje l"es-
to "reflexividad", término introducido al mundo acadé- mde a dos de sus propiedades: la indexicalidad y la
mico por la etnometodología que, en los años 1950-60 ti xividad. La indexicalidad refiere a la capacidad co-
comenzó a ocuparse de cómo y por qué los miembros municativa de un grupo de personas en virtud de ~re­
de una sociedad logran reproducirla en el día a día. uponer la existencia de significados comunes, d~ su
ber socialmente compartido, del origen de los sigl:tifi-
n. El descubrimiento etnometodológico IIdos y su complexión en la comunicación. La com~lni_
de la reflexividad 11 ión está repleta de expresiones indexicales como "~so"
"n 'á" , "le", etc., que la lingüística denomina "deícti~os'"
Para Harold Garfinkel, el fundador de la etnometo-
Indicadores de persona, tiempo y lugar inherentes a l~
dología, el mundo social no se reproduce por las normas
Ituación de interacción (Coulon 1988). El sentid() de
internalizadas como sugería Taleott Parsons, sino en
dichas expresiones es inseparable del contexto que
situaciones de interacción donde los actores lejos de
producen los interlocutores. Por eso las palabras son
ser meros reproductores de leyes preestablecidas que
Insuficientes y su significado no es transituacional. Pero
operan en todo tiempo y lugar, son activos ejecutores
\n propiedad indexical de los relatos no los transf()rma
y productores de la sociedad a la que pertenecen. Nor-
n falsos sino en especificaciones incorregibles <::le la
mas, reglas y estructuras no vienen de un mundo signi-
r 'lación entre las experiencias de una comunidad de
ficante exterior a, e independiente de las interacciones
hablantes y lo que se considera como un mundo idén-
sociales, sino de las interacciones mismas. Los actores no
tico en la cotidianeidad (Wolf 1987; Hymes 1972.).
siguen las reglas, las actualizan, y al hacerlo interpretan
La otra propiedad del lenguaje es la reflexiVidad.
la realidad social y crean los contextos en los cuales los
Las descripciones y afirmaciones sobre la realida.d no
hechos cobran sentido (GarfinkeI1967; Coulon 1988).
sólo informan sobre ella, la constituyen. Esto sigtlifica
Para los etnometodólogos el vehículo por excelencia
que el código no es informativo ni externo a la sitUación
de reproducción de la sociedad es el lenguaje. Al comu-
sino que es eminentemente práctico y constitutivo. El
nicarse entre sí la gente informa sobre el contexto, y lo
conocimiento de sentido común no sólo pinta d. una
define al momento de reportarlo; esto es, lejos de ser un
sociedad real para sus miembros, a la vez que <:lpera
mero telón de fondo o un marco de referencia sobre lo

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ROSANA GUBER
La etnografía. Método, campo y reflexividad

como una profecía autocumplida; las características de miembros producen y manejan las situaciones de las
la sociedad real son producidas por la conformidad Actividades organizadas de la vida cotidiana son idén-
motivada de las personas que la han descripto. Es cier- licas a los métodos que emplean para describirlas.
to que los miembros no son conscientes del carácter Los métodos de los investigadores para conocer el
reflexivo de sus acciones pero en la medida que actúan mundo social son, pues, básicamente los mismos que
y hablan producen su mundo y la racionalidad de lo usan los actores para conocer, describir y actuar en
que hacen. Describir una situación es, pues, construir- u propio mundo (Cicourel 1973 , Garfinkel 1967,
la y definirla. El caso típico es el de dos rectángulos Heritage 1991: 15). La particularidad del conocimiento
concéntricos: ¿representan una superficie cóncava o científico no reside en sus métodos sino en el control
convexa? La figura se verá como una u otra al pronun- de la reflexividad y su articulación con la teoría social.
ciarse la palabra caracterizadora (Wolf 1987). Las tipi- El problema de los positivistas y los naturalistas es que
ficaciones sociales operan del mismo modo; decirle a Intentan sustraer del lenguaje y la comunicación científi-
alguien "judío", "villero" o "boliviano" es constituirlo cos las cualidades indexicales y reflexivas del lenguaje
instantáneamente con atributos que lo ubican en una y la comunicación. Como la reflexividad es una pro-
posición estigmatizada. Y esto es, por supuesto, inde- piedad de toda descripción de la realidad, tampoco es
pendiente de que la persona en cuestión sea indígena privativa de los investigadores, de algunas líneas teóricas,
o mestizo, judío o ruso blanco, peruano o jujeño. y de los científicos sociales.
La reflexividad señala la íntima relación entre la com- Admitir la reflexividad del mundo social tiene varios
prensión y la expresión de dicha comprensión. El relato t rectos en la investigación social. Primero, los relatos
es el soporte y vehículo de esta intimidad. Por eso, la re- lel investigador son comunicaciones intencionales
flexividad supone que las actividades realizadas para pro- ILte describen rasgos de una situación, pero estas co-
ducir y manejar las situaciones de la vida cotidiana son municaciones no son "meras" descripciones sino que
idénticas a los procedimientos empleados para describir producen las situaciones mismas que describen. Se-
esas situaciones (Coulon 1988). Así, según los etnometo- ~undo, los fundamentos epistemológicos de la ciencia
dólogos, un enunciado transmite cierta información, ncial no son independientes ni contrarios a los funda-
creando además el contexto en el cual esa información mentos epistemológicos del sentido común Obid: 17);
puede aparecer y tener sentido. De este modo, los sujetos ' peran sobre la misma lógica. Tercero , los métodos de
producen la racionalidad de sus acciones y transforman a 1, investigación social son básicamente los mismos que
la vida social en una realidad coherente y comprensible. 1) que se usan en la vida cotidiana Obid: 15). Es tarea
Estas afirmaciones sobre la vida cotidiana valen para I( l investigador aprehender las formas en que los su-
el conocimiento social. Garfinkel basaba la "etno-me- I laS de estudio producen e interpretan su realidad para
todología" en que las actividades por las cuales lo prehender sus métodos de investigación. Pero como

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ROSAN A GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

la única forma de conocer o interpretar es participar en mirada teórica, un 'ojo contemplativo'" (lbid:69). El in-
situaciones de interacción, el investigador debe sumar- vestigador se enfrenta a su objeto de conocimiento como
se a dichas situaciones a condición de no creer que su si fuera un espectáculo, y no desde la lógica práctica de
presencia es totalmente exterior. Su interioridad tampo- sus actores (Bourdieu &: Wacquant 1992). Estas tres
co lo diluye. La presencia del investigador constituye las dimensiones del concepto de reflexividad, y no sólo
situaciones de interacción, como el lenguaje constituye la pri mera, intervienen en el trabajo de campo en una
la realidad. El investigador se convierte, entonces, en el IIFticulación particular y también variable. Veremos
principal instrumento de investigación y producción eguidamente algunos principios generales, para de-
de conocimientos (lbid:18; C.Briggs 1986). Veamos aho- tenernos luego en aspectos más detallados de dicha
ra cómo se aplica esta perspectiva al trabajo de campo relación.
etnográfico. Si los datos de campo no vienen de los hechos si-
no de la relación entre el investigador y los Sl*tOS de
III. Trabajo de campo y reflexividad studio, podría inferirse que el único conocimiento
posible está encerrado en esta relación. Esto es sólo
La literatura antropológica sobre trabajo de campo
ha desarrollado desde 1980 el concepto de reflexividad parcialmente cierto. Para que el investigador pueda
como equivalente a la conciencia del investigador sobre describir la vida social que estudia incorporando la
su persona y los condicionamientos sociales y políticos. l' rspectiva de sus miembros, es necesario someter a
Género, edad, pertenencia étnica, clase social y afiliación ontinuo análisis -algunos dirían "vigilancia"- las tres
política suelen reconocerse como parte del proceso de r flexividades que están permanentemente en juego en
conocimiento vis-a-vis los pobladores o informantes. Sin I trabajo de campo: la reflexividad del investigador en
embargo, otras dos dimensiones modelan la produc- tnnto que miembro de una sociedad o cultura; la refle-
ción de conocimiento del investigador. En su Una in- Ivi.dad del investigador en tanto que investigador, con
ti perspectiva teórica, sus interlocutores académicos, sus
vitación a la sociología reflexiva (1992), Pierre Bourdieu
agrega, primero, la posición del analista en el campo bitus disciplinarios y su epistemocentrismo; y las re-
científico o académico (1992:69). El supuesto dominan-
n xividades de la población en estudio.
La reflexividad de la población opera en su vida co-
te de este campo es su pretensión de autonomía, pese
tidiana y es, en definitiva , el objeto de conocimiento
a tratarse de un espacio social y político. La segunda
I investigador. Pero éste carga con dos reflexividades
dimensión atañe al "epistemocentrismo" que refiere las
h 'rnativa y conjuntamente.
"determinaciones inherentes a la postura intelectual
Dado que el trabajo de campo es un segmento tém-
misma. La tendencia teoricista o intelectualista consist
1ro-espacialmente diferenciado del resto de la inves-
en olvidarse de inscribir en la teoría que construimos
I~nción, el investigador cree asistir al mundo social
del mundo social, el hecho de que es el producto de una

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ROSANA GUBER La etnografía. Método , campo y reflexividad

que va a estudiar equipado solamente con sus métodos lucubraciones, preguntas y verbalizaciones del otro.
y sus conceptos. Pero el etnógrafo, tarde o temprano, 1 investigador se encuentra con conductas y afirma-
se sumerge en una cotidianeidad que lo interpela como Iones inexplicables que pertenecen al mundo social y
miembro, sin demasiada atención a sus dotes científi- ultural propio de los sujetos (se trate de prácticas in-
cas. Cuando el etnógrafo convive con los pobladores y mprensibles, conductas "sin sentido", respuestas
participa en distintas instancias de sus vidas, se trans- aln ongruentes" a sus preguntas) cuya lógica el inves-
forma funcional, no literalmente, en "uno más". Pero lI~ndor intenta dilucidar, pero que también pertenecen
en calidad de qué se interprete esta membrecía pued ' 1,\ situación de campo propiamente dicha. El primer
diferir para los pobladores y para el mismo investiga- 1I ' n ha ocupado clásicamente a la investigación social;
dor en tanto que investigador o en tanto miembro d 1 gundo emergió más recientemente, desde 1980.
otra sociedad. 1 producirse el encuentro en el campo la reflexividad
Dirimir esta cuestión es crucial para aprehender I 1investigador se pone en relación con la de los indi-
mundo social en estudio, ya que se trata de reflexivi. 11Inos que, a partir de entonces, se transforman en su-
dades diversas que crean distintos contextos y realida. hl de estudio y, eventualmente, en sus informantes.
des. Esto es: la reflexividad del investigador com , tonces la reflexividad de ambos en la interacción
miembro de una sociedad X produce un contexto qu ' Ilpta, sobre todo en esta primera etapa, la forma de
no es igual al que produce como miembro del camp I P'rplejidad.
académico, ni tampoco al que producen los nativ ,1investigador no alcanza a dilucidar el sentido de
cuando él está presente que cuando no lo está. El in. " spuestas que recibe ni las reacciones que despier-
vestigador puede predefinir un "campo" según su It presencia ; se siente incomprendido, que molesta
intereses teóricos o su sentido común, "la villa", "la al. lit , frecuentemente, no sabe qué decir ni preguntar.
dea", pero el sentido último del "campo" lo dará la r • pobladores, por su parte, desconocen qué busca
flexividad de los nativos. Esta lógica se aplica inclu 1 1m nte el investigador cuando se instala en el vecinda-
cuando el investigador pertenece al mismo grupo 1 , 'onversa con la gente, frecuenta a algunas familias.
sector que sus informantes, porque sus intereses comp pueden remitir a un común universo significativo
investigador difieren de los intereses prácticos de su p"cguntas que aquél les formula. Estos desencuen-
interlocutores. plantean en las primeras instancias del trabajo de
El desafío es, entonces, transitar de la reflexivid ti ••"'''11''''1, como "inconvenientes" en la presentación del
propia a la de los nativos. ¿Cómo? En un comienzo 1.11 1 Igador, como "obstáculos" o dificultades de acceso
existe entre ellos reciprocidad de sentido con respect U Informantes, como intentos de superar sus preven-
sus acciones y nociones (Holy &: Stuchlik 1983:11 y lograr la aceptación o la relación de "rapport" o
Ninguno puede descifrar cabalmente los movimienL I la con ellos. En este marasmo de "malentendidos",

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

se supone, el investigador empieza a aplicar sus técnicas imposibilitará escuchar más de lo que cree que oye.
de recolección de datos. Pero detengámonos en el acceso. "1.3 información obtenida en situación unilateral es
Ante estas perplejidades expresadas en rotundas In, s significativa con respecto a las categorías y las re-
negativas, gestos de desconfianza y postergación de I,reselltaciones contenidas en el dispositivo de capta-
encuentros, el investigador ensaya varias interpretacio- I n, que a la representación del universo investigado"
nes. la más común es creer que el "malentendido" se (rhliollent 1982:24) la unilateralidad consiste en ac-
debe a la "falta de información" de los pobladores, a su der al referente empírico siguiendo acríticamente las
falta de familiaridad con la investigación científica. l a pl1utas del modelo teórico o de sentido común del in-
forma de subsanar este inconveniente es explicar "más V stigador. En el camino quedan los sentidos propios

claramente" sus propósitos para demostrarle a la gen- o la reflexividad específica de ese mundo social.
te que no tiene nada que temer. Y si esta táctica no diera ¿Para qué el campo? Porque es aquí donde mode-
aún resultados, uno probablemente se consuele pen- lo ' teóricos, políticos, culturales y sociales se confrontan
sando que tarde o temprano los nativos se acostum- Inmediatamente -se advierta o no- con los de los ac-
brarán a su presencia como "un mal necesario". Es- Im'es. la legitimidad de "estar allí" no proviene de una
te consuelo tiene tres limitaciones: la más evidente es lILoridad del experto ante legos ignorantes, como sue-
que los "nativos" cada vez se "acostumbran" menos y I reerse, sino de que sólo "estando ahí" es posible
establecen nuevas reglas de reciprocidad para permitir r nlizar el tránsito de la reflexividad del investiga-
el acceso de extraños; la segunda es que los códigos d Il,r-mÍembro de otra sociedad, a la reflexividad de los
ética académicos son bastante rigurosos para "preservar" jll1bladores. Este tránsito, sin embargo, no es ni pro-
a los sujetos sociales de intrusiones no deseadas o que la ~I' sivo ni secuencial. El investigador sabrá más de sí
población pueda considerar perjudiciales. la tercer. mlsm0 después de haberse puesto en relación con los
limitación es la más sutil y, sin embargo, la más proble- pobladores, precisamente porque al principio el inves-
mática, puesto que aun cuando los nativos se acos- II ~ador sólo sabe pensar, orientarse hacia los demás y
tumbren al investigador, ni éste ni probablemente ello lormularse preguntas desde sus propios esquemas. Pero
sepan jamás por qué. n el trabajo de campo, aprende a hacerlo vis a vis otros
Esta caja negra opera en el trabajo de campo pro- l1\orcos de referencia con los cuales necesariamente se
piamente dicho, pero también deja sus huellas en la ompara.
interpretación de la información obtenida en un con- En suma, la reflexividad inherente al trabajo de cam-
texto mutuamente ininteligible. El investigador pued po es el proceso de interacción, diferenciación y reci-
forzar los datos en los modelos clasificatorios y expli- rocidad entre la reflexividad del sujeto cognoscente
cativos que trae consigo porque la reflexividad de su ntido común, teoría, modelos explicativos- y la de
práctica de campo no ha sido esclarecida. Su enfoqu los actores o sujetos/objetos de investigación. Es esto,

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ROSANA GUBER

precisamente, lo que advierte Peirano cuando dice que CAPÍTULO 3.


el conocimiento se revela no "al" investigador sino "en" LA OBSERVACIÓN PARTICIPANTE
el investigador, debiendo comparecer en el campo, de-
biendo reaprenderse y reaprender el mundo desde otra
perspectiva. Por eso el trabajo de campo es largo y suele
equipararse a una "re socialización" llena de contratiem-
pos, destiempos y pérdidas de tiempo. Tal es la metáfora
del pasaje de un menor, un aprendiz, un inexperto, al
lugar de adulto ... en términos nativos (Adler &: Adler
1987; Agar 1980; Hatfield 1973).
En los próximos dos capítulos analizaremos de qué "Poco después de haberme instalado en Omara-
modo lo que la literatura académica ha calificado co- kana empecé a tomar parte, de alguna manera, en
mo "técnicas de recolección de datos" permiten efec- la vida del poblado, a esperar con impaciencia los
tuar este pasaje hacia la comunicación entre distintas acontecimientos importantes o las festividades, a
reflexividades, y en el capítulo 5 veremos qué se trans- tomarme interés personal por los chismes y por el
forma de la persona del investigador cuando atraviesa desenvolvimiento de los pequeños incidentes
pueblerinos; cada mañana al despertar, el día se
ese pasaje.
me presentaba más o menos como para un in-
dlgena [... J Las peleas, las bromas, las escenas
fM:liliares, los sucesos en general triviales y a ve-
'es dramáticos, pero siempre significativos, for-
maban parte de la atmósfera de mi vida diaria
lanto como de la suya [... J Más avanzado el día,
l' ualquier cosa que sucediese me cogía cerca y no
IJnbía ninguna posibilidad de que nada escapara
" mi atención." (Malinowski [1922J 1986:25)

l mparado con los procedimientos de otras cien-


ociales el trabajo de campo etnográfico se carac-
por su falta de sistematicidad. Sin embargo, esta
carencia exhibe una lógica propia que adquirió
IIldad como técnica de obtención de información:

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ROSANA GUBER La e tnografía. Método , campo y refl exividad

la partícipant observatíon. Traducida al castellano como "observación" y "participación". Más que acertar con una
"observación participante", consiste precisamente en la identidad novedosa de la observación participante, el
inespecificidad de las actividades que comprende: inte- resultado de esta büsqueda fue insertar a la observación
grar un equipo de fútbol , residir con la población, tomar participante en las dos alternativas epistemológicas,
mate y conversar, hacer las compras, bailar, cocinar, In obj etividad positivista y la subjetividad naturalista
ser objeto de burla, confidencia, declaraciones amorosas (Holy 1984).
y agresiones, asistir a una clase en la escuela o a una
reunión del partido político . En rigor, su ambigüedad a. Observar versus participar
es, más que un déficit, su cualidad distintiva . Veamos La observación participante consiste en dos activida-
por qué. d s principales: observar sistemática y controladamente
lodo lo que acontece en tomo del investigador, y partici-
1. Los dos factores de la ecuación r r en una o varias actividades de la población. Hablamos
I "participar" en el sentido de "desempeñarse como lo
Tradicionalmente, el objetivo de la observación par-
hncen los nativos"; de aprender a realizar ciertas activida-
ticipante ha sido detectar las situaciones en que se ex-
les y a comportarse como uno más. La "participación"
presan y generan los universos culturales y sociales en
I nne el énfasis en la experiencia vivida por el investi-
su compleja articulación y variedad. La aplicación d
~ ,dar apuntando su objetivo a "estar adentro" de la so-
esta técnica, o mejor dicho, conceptualizar actividades
ledad estudiada. En el pajo contrario , la observación
tan disímiles como "una técnica" para obtener infor-
Ihlcaría al investigador fuera de la sociedad, para reali-
mación supone que la presencia (la percepción y expe-
r su descripción con un registro detallado de cuanto ve
riencia directas) ante los hechos de la vida cotidiana d
y cucha. La representación ideal de la observación es
la población garantiza la confiabilidad de los datos r -
mar notasS de una obra de teatro como mero espec-
cogidos y el aprendizaje de los sentidos que subyacen
ti r. Desde el ángulo de la observación, entonces, el
a dichas actividades. 7 La experiencia y la testificación
vestigador está siempre alerta pues, incluso aunque
son entonces "la" fuente de conocimiento del etnógra~ :
rllcipe, lo hace con el fin de observar y registrar los
él está allí. Sin embargo, y a medida que otras técnicas ell
It tintos momentos y eventos de la vida social.
ciencias sociales se fueron formalizando, los etnógral'
intentaron sistematizarla, escudriñando las particularl
dades de esta técnica en cada uno de sus dos términ I R "Observar" y "tomar notas" se han convenido en casi sinónimos.
r mbargo, cabe recordar que en la mayoría de las instancias donde
la observación participante, el investigador deberá postergar el
7 Malinowski no hablaba de "observación participante" en 1I . para después. Esto le permitirá atender el flujo de la vida
textos metodológicos y etnográficos. Probablemente su surgimientll , aun en situaciones extraordinarias, y a reconstruir sus
como técnica se asocia a la Escuela de Chicago. cuando apela a sus recuerdos.

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ROSAN A GUBER
La etnografía. Método, campo y reflexividad

Según los enfoques positivistas, al investigador se debe ser recogido por el investigador mediante la
le presenta una disyuntiva entre observar y participar; y observación y otras operaciones de la percepción. La ob-
si pretende hacer las dos cosas simultáneamente, cuanto servación directa tendería a evitar las distorsiones co-
más participa menos registra, y cuanto más registra mo el científico en su laboratorio (Hammersley 1984:48).
menos participa (Tonkin 1984:218); es decir, cuanto Por eso, desde el positivismo, el etnógrafo prefiere ob-
más participa menos observa y cuanto más observa servar a sus informantes en sus contextos naturales, pe-
menos participa. Esta paradoja que contrapone ambas ro no para fundirse con ellos. Precisamente, la técnica
actividades confronta dos formas de acceso a la infor- preferida por el investigador positivista es la observación
mación, una externa, la otra interna. (Holy 1984) mientras que la participación introduce
Pero la observación y la participación suministran bstáculos a la objetividad, pone en peligro la desim-
perspectivas diferentes sobre la misma realidad, aun- plicación debido al excesivo acercamiento personal a
que estas diferencias sean más analíticas que reales. Si los informantes, que se justifica sólo cuando los suje-
bien ambas tienen sus particularidades y proveen in- tos lo demandan o cuando garantiza el registro de de-
formación diversa por canales alternativos, es preciso terminados campos de la vida social que, como mero
justipreciar los verdaderos alcances de estas diferen- observador, serían inaccesibles (Fankenberg 1982).
cias; ni el investigador puede ser "uno más" entre los Desde esta postura, el investigador debe observar
nativos, ni su presencia puede ser tan externa como y adoptar el rol de observador, y sólo en última ins-
para no afectar en modo alguno al escenario y sus pro- t¡,ncia comportarse como un observador-participante,
tagonistas. Lo que en todo caso se juega en la articula- sumiendo la observación como la técnica prioritaria,
ción entre observación y participación es, por un lado, y la participación como un "mal necesario" . En las in-
la posibilidad real del investigador de observar y/o V stigaciones antropológicas tradicionales, la partici-

participar que, como veremos, no depende sólo de su pación llevada a un alto grado en la corresidencia, era
decisión; y por otro lado, la fundamentación epistemo- 'lIsi inevitable debido a las distancias del lugar de re-
lógica que el investigador da de lo que hace. Detengá- ¡ciencia del investigador. Pero esta razón de fuerza
monos en este punto para volver luego a quién decid 111 yor, como el confinamiento bélico que Malinowski

si "observar" o "participar". transformó en virtud, encajaba en la concepción epis-


t mológica de que sólo a través de la observación di-
b. Participar para observar r ta era posible dar fe de distintos aspectos de la vida
ial desde una óptica no-etnocéntrica, superando las
Según los lineamientos positivistas, el ideal de ob·
t orías hipotéticas evolucionistas y difusionistas del
servación neutra, externa, desimplicada garantizada
I~lo XIX (Holy 1984).
la objetividad científica en la aprehensión del objet
de conocimiento. Dicho objeto, ya dado empíricamente,

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ROSANA GUBER La etnografía. Método , campo y reflexividad

c. Observar para participar de la investigación social y, por lo tanto, de la investiga-


Desde el naturalismo y variantes del interpreta ti vis- ción etnográfica: conocer como distante (epistemocen-
mo, los fenómenos socioculturales no pueden estudiarse trismo, de Bourdieu) a una especie a la que se pertenece,
de manera externa pues cada acto, cada gesto, cobra sen- y en virtud de esta común membrecía descubrir los
tido más allá de su apariencia física, en los significados marcos tan diversos de sentido con que las personas
que le atribuyen los actores. El único medio para acce- significan sus mundos distintos y comunes. La ambi-
der a esos significados que los sujetos negocian e inter- güedad implícita en el nombre de esta técnica, conver-
cambian, es la vivencia, la posibilidad de experimentar tida no casualmente en sinónimo de trabajo de campo
en carne propia esos sentidos, como sucede en la socia- etnográfico, no sólo alude a una tensión epistemológica
lización. y si un juego se aprende jugando una cultura propia del conocimiento social entre lógica teórica y
se aprende viviéndola. Por eso la participación es la lógica práctica, sino también a las lógicas prácticas que
condición sine qua non del conocimiento sociocultural. convergen en el campo. Veamos entonces en qué consis-
Las herramientas son la experiencia directa, los órganos te observar y participar "estando allí".
sensoriales y la afectividad que, lejos de empañar, acer-
can al objeto de estudio. El investigador procede enton- 11. Una mirada reflexiva de la observación
ces a la inmersión subjetiva pues sólo comprende desde ,participante
adentro. Por eso desde esta perspectiva, el nombre de El valor de la observación participante no reside en
la técnica debiera invertirse como "participación obser- poner al investigador ante los actores, ya que entre uno
vante" (Becker &: Geer 1982, Tonkin 1984). y otros siempre está la teoría y el sentido común (social y
'ultural) del investigador. ¿O acaso los funcionarios y
d. Involucramiento versus separación 'omerciantes no frecuentaban a los nativos, sin por eso
En realidad ambas posturas parecen discutir no tan- deshacerse de sus preconceptos? La presencia directa
to la distinción formal entre las dos actividades nodales 's, indudablemente , una valiosa ayuda para el conoci-
de esta "técnica", observación y participación, sino la re- miento social porque evita algunas mediaciones -del
lación deseable entre investigador y sujetos de estudio Incontrolado sentido común de terceros- ofreciendo a
que cada actividad supone: la separación de (obser- un observador crítico lo real en toda su complejidad. Es
vación), y el involucramiento con (participación) los Inevitable que el investigador se contacte con el mun-
pobladores (Tonkin 1984). Pero independientemente do empírico a través de los órganos de la percepción y de
de que en los hechos separación/observación e involu- I s sentimientos; que éstos se conviertan en obstáculos o
cramiento/participación sean canales excluyentes, la vehículos del conocimiento depende de su apertura,
observación participante pone de manifiesto, con su de- osa que veremos en el capítulo 5. De todos modos, la
nominación misma, la tensión epistemológica distintiva ubjetividad es parte de la conciencia del investigador

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ROSANA GUBER la etnografía . Método , campo y reflexividad

y desempeña un papel activo en el conocimiento, par- parte de los informantes y del investigador que la par-
ticularmente cuando se trata de sus congéneres. Ello ticipación. Pero veamos el siguiente ejemplo.
no quiere decir que la subjetividad sea una caja negra El investigador de una gran ciudad argentina observa
.1
que no es posible someter a análisis. desde la mesa de un bar a algunas mujeres conocidas
Con su tensión inherente, la observación participante como "las bolivianas" haciendo su llegada al mercado;
permite recordar, en todo momento, que se participa registra hora de arribo, edades aproximadas, y el carga-
para observar y que se observa para participar, esto es, mento; las ve disponer lo que supone son sus mercade-
que involucra miento e investigación no son opuestos rías sobre un lienzo a un lado de la vereda, y sentarse de
sino partes de un mismo proceso de conocimiento social frente a la calle y a los transeúntes. Luego el investigador
(Holy 1984). En esta línea, la observación participante se aproxima y las observa negociar con algunos indivi-
es el medio ideal para realizar descubrimientos, para duos. Más tarde se acerca a ellas e indaga el precio de
examinar críticamente los conceptos teóricos y para varios productos; las vendedoras responden puntual-
anclarlos en realidades concretas, poniendo en comu- mente y el investigador compra un kilo de limones. La
nicación distintas reflexividades. Veamos cómo los dos escena se repite día tras día . El investigador es, para
factores de la ecuación, observación y participación, pue- "las bolivianas", un comprador más que añade a las
den articularse exitosamente sin perder su productiva preguntas acostumbradas por los precios otras que no
y creativa tensión. conciernen directamente a la transacción: surgen co-
La diferencia entre observar y participar radica en el mentarios sobre los niños, el lugar de origen y el valor
tipo de relación cognitiva que el investigador entabla de cambio del peso argentino y boliviano. Las mujeres
con los sujetos/informantes y el nivel de involucra- ntablan con él breves conversaciones que podrían res-
miento que resulta de dicha relación. Las condiciones ponder a la intención de preservarlo como cliente. Este
de la interacción plantean, en cada caso, distintos re- r I de "cliente conversador" ha sido el canal de acceso
querimientos y recursos. Es cierto que la observación que el investigador encontró para establecer un contacto
no es del todo neutral o externa pues incide en los suje- inicial. Pero en sus visitas diarias no siempre les compra.
tos observados; asimismo, la participación nunca es total 1'11 cuanto se limita a conversar, las mujeres comienzan
excepto que el investigador adopte, como "campo", un preguntarse a qué vienen tantas "averiguaciones". El
referente de su propia cotidianeidad; pero aun así, el Investigador debe ahora explicitar sus motivos si no
hecho de que un miembro se transforme en investigadol' IlIiere encontrarse con una negativa rotunda. Aunque
introduce diferencias en la forma de participar y de ob· n lo sepa , estas mujeres han ingresado a la Argentina
servar. Suele creerse, sin embargo, que la presencia d '1 Ilegalmente; sospechan entonces que el presunto in-
investigador como "mero observador" exige un grad stigador es, en realidad, un inspector en busca de
menor de aceptación y también de compromiso por "Indocumentados" .

62 63
ROSANA GUBER La etnogra ha. Método , campo y reflexividad

Si comparamos la observación del investigador des- n la conducta de los informantes, y recíprocamente en


de el bar con su posterior participación en la transacción 1\ del investigador. Así, para detectar los sentidos de la
comercial, en el primer caso el investigador no incide r ciprocidad de la relación es necesario que el investi-
en la conducta de las mujeres observadas. Sin embar- ~l'Idor analice cuidadosamente los términos de la inte-
go, si como suele ser el caso, la observación se lleva a rncción con los informantes y el sentido que éstos le dan
cabo con el investigador dentro del radio visual de las I encuentro. Estos sentidos, al principio ignorados, se
vendedoras, aunque aquél se limite a mirarlas estará Irán aclarando a lo largo del trabajo de campo.
integrando con ellas un campo de relaciones directas,
suscitando alguna reacción que, en este caso, puede IIl. Participación: las dos puntas de
ser el temor o la sospecha. El investigador empieza a la reflexividad
comprar y se convierte en un "comprador conversador".
Los antropólogos no se han limitado a hacer pregun-
Pero luego deja de comprar y entonces las vendedoras
tas sobre la mitología o a observar a los nativos tallando
le asignan a su actitud el sentido de amenaza. Estos su-
madera o levantando una cosecha. A veces forzados por
puestos y expectativas se revierten en el investigador,
las circunstancias, a veces por decisión propia, optaron
quien percibe la renuencia y se siente obligado a explicar
por tomar parte de esas actividades. Este protagonismo
la razón de su presencia y de sus preguntas; se presen-
guarda una lógica compleja que va de comportarse según
ta como investigador o como estudiante universitario ,
IriS propias pautas culturales, hasta participar en un rol
como estudioso de costumbres populares, etc. 'omplementario al de sus informantes, o imitar las
¿Qué implicancias tiene ser observador y ser partici- pautas y conductas de éstos.
pante en una relación? En este ejemplo, el investigador Las dos primeras opciones, sobre todo la primera,
se sintió obligado a presentarse sólo cuando se dispuso a on más habituales al comenzar el trabajo de campo.
mantener una relación cotidiana. Incluso antes el inves- El investigador hace lo que sabe , y "lo que sabe" res-
tigador debió comportarse como comprador. De ello ponde a sus propias pautas según sus propias nociones
resulta que la presencia directa del investigador ante ocupando roles conocidos (como el de "investigador").
los pobladores difícilmente pueda ser neutral o prescin- Seguramente incurrirá en errores de procedimiento y
dente, pues a diferencia de la representación del obser- I ransgresiones a la etiqueta local, pero por el momento
vador como "una mosca en la pared", su observación éste es el único mapa con que cuenta. Lentamente irá
estará significada por los pobladores , quienes obrarán incorporando otras alternativas y, con ellas, formas de
en consecuencia. conceptualización acordes al mundo social local.
La observación para obtener información significativa Sin embargo, hablar de "participación" como técnica
requiere algún grado, siquiera mínimo, de participación; de campo etnográfica, alude a la tercera acepción, com-
esto es, de desempeñar algún rol y por lo tanto de incidir portarse según las pautas de los nativos. En el párrafo

64 65
R OSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reOexividad

que encabeza este capítulo Malinowski destacaba la ín- esfuerzo puede interpretarse como el intento del investi-
tima relación entre la observación y la participación, gador de apropiarse de los códigos locales, de modo
siendo que el hecho de "estar allí" lo involucraba en que las prácticas y nociones de los pobladores se vuelvan
actividades nativas, en un ritmo de vida significativo más comprensibles facilitando la comunicación (Adler &:
para el orden sociocultural indígena. Malinowski se fue Adler 1987). Estando en un poblado de Chiapas, Méxi-
integrando, gradualmente, al ejercicio lo más pleno co, Esther Hermitte cuenta que
posible para un europeo de comienzos del siglo XX, de
la participación, compartiendo y practicando la reci- "A los pocos días de llegar a Pino la, en zona tro-
procidad de sentidos del mundo social, según una re- pical fui víctima de picaduras de mosquitos en
flexividad distinta de la propia. Esto no hubiera sido las piernas. Ello provocó una gran inflamación en
posible si el etnógrafo no hubiera valorado cada hecho la zona afectada -desde las rodillas hasta los to-
cotidiano como un objeto de registro y de análisis, aun billos-. Caminando por la aldea me encontré
antes de ser capaz de reconocer su sentido en la inte- con una pinolteca que después de saludarme
racción y para los nativos. me preguntó qué me pasaba y sin darme tiem-
Tal es el pasaje de una participación en términos po a que le contestara ofreció un diagnóstico .
del investigador, a una participación en términos nativos. Según el concepto de enfermedad en Pinola,
Además de impracticable y vanamente angustiante, la hay ciertas erupciones que se atribuyen a una
"participación correcta" (es decir cumpliendo con las incapacidad de la sangre para absorber la ver-
normas y valores locales) no es ni la única ni la más güenza sufrida en una situación pública. Esa
deseable en un primer momento, porque la transgresión enfermedad se conoce como 'disipela' (keshlal en
(que llamamos "errores" o "traspiés") es para el investiga- lengua nativa). La ml*r me explicó que mi pre-
dor y para el informante un medio adecuado de proble- sencia en una fiesta la noche anterior era segura-
matizar distintos ángulos de la conducta social y evaluar mente causa de que yo me hubiera avergonzado
su significación en la cotidianeidad de los nativos. y me aconsejó que me sometiera a una curación,
En el uso de la técnica de observación participante la la que se lleva a cabo cuando el curador se llena
participación supone desempeñar ciertos roles locales la boca de aguardiente y sopla con fuerza arro-
lo cual entraña, como decíamos, la tensión estructurant jando una fina lluvia del líquido en las partes
del trabajo de campo etnográfico entre hacer y conocer, afectadas y en otras consideradas vitales, tales co-
participar y observar, mantener la distancia e involucrar- ¡no la cabeza, la nuca, las muñecas y el pecho.
se. Este desempeño de roles locales conlleva un esfuerzo Yo acaté el consejo y después de varias 'sopladas'
del investigador por integrarse a una lógica que no l me retiré del lugar. Pero eso se supo y permitió
es propia. Desde la perspectiva de los informantes, es en adelante un diálogo con los informantes de

66 67
ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

tono distinto a los que habían precedido a mi cu- y de vecindad, y de sus correspondientes sentidos, co-
ración. El haber permitido que me curaran de mo vergüenza, disipela, enfermedad.
una enfermedad que es muy común en la aldea Pero la participación no siempre abre las puertas.
creó un vínculo afectivo y se convirtió en te- Una tarde acompañé a Graciela ya su marido Pedro
ma de prolongadas conversaciones" (Hermitte habitantes de una villa miseria, a la casa de Chiquita:
1985:10-1). una mujer mayor que vivía en el barrio vecino, y para
quien Graciela trabajaba por las mañanas haciendo la
La etnógrafa relata aquí lo que sería un "ingreso Ii~pieza y algunos mandados. La breve visita tenía por
exitoso" manifiesto en su esfuerzo por integrarse a una o~Jeto buscar un armario que Chiquita iba a regalarles.
lógica nativa que derivó en una mayor consideración Mle~tras Pedro lo desarmaba en piezas transportables,
hacia su persona. Este punto asume una importancia ,raclela y yo manteníamos una conversación "casual"
crucial cuando el investigador y los informantes ocupan , n la dueña de casa. Recuerdo este pasaje:
posiciones en una estructura social asimétrica. Pero en
términos de la reflexividad de campo, es habitual qu Ch: "El otro día vino a dormir mi nietita la menor
los etnógrafos relatan una experiencia que se transformó pero ya cuando nos acostamos empe;ó que m~
en el punto de inflexión de su relación con los infor. quiero ir a lo de mamá, que quiero ir a lo de
mantes (Geertz 1973). La experiencia de campo suel mamá; primero se quería quedar, y después que
relatarse como un conjunto de casualidades que, sin me quiero ir. Entonces yo le dije: bueno, está bien,
embargo, respeta un hilo argumental. Ese hilo es preci- andate, vos andate, pero te vas sola, ¿eh? te vas por
samente la capacidad del investigador de aprovechar la ahí, por el medio de la villa, donde están todos
ocasión para desplegar su participación en término esos negros borrachos, vas a ver lo que te pasa ... "
nativos. Lo relevante de la disipela de Hermitte no fu ' G: "Hmmmm."
su padecimiento por la inflamación sino que ella acepta- Yo: "Una cara funesta terminantemente prohibida
ra interpretarla en el marco de sentido local de la salu I en el manual del 'buen trabajador de campo"'.
y la enfermedad. Aunque no hubiera previsto que lb Apenas salimos de la casa le pregunté a Graciela
a ser picada por mosquitos, que se le inflamarían la por qué no le había replicado su prejuicio y me
piernas, y que encontraría a una pinolteca locuaz qu contestó: "Y bueno, hay que entenderlos, son gen-
le ofrecería un diagnóstico y un tratamiento, Hermittt te mayor, gente de antes ... ".
mantenía una actitud que permitía que sus informan[ •
clasificaran y explicaran qué había sucedido en su cu I Mi primer interrogante era por qué Graciela no ha-
po, aceptando de ellos una solución. Esta "particip I defendido la dignidad de sus vecinos y de sí misma,
ción" redundó en un aprendizaje de prácticas curativ . , como suele hacerse , que la gente habla

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La etnografía. Mé todo, campo y reflexividad
ROSANA GUBER

mal del "villero" pero no de quienes cometen inmora· secundarios. Más aún: Graciela obtenía lo que necesitaba
lidades iguales o mayores ("el villero está 'en pedo', el rl· no sólo concediendo o tolerando los prejuicios de Chi-
ca está 'alegre"'; "el pobre se mama con vino, el rico con quita, porque ocultaba su domicilio en la villa para poder
whisky", etc.). La concesión de Graciela me sorprendi trabajar. Chiquita tenía una "vi llera" de "la villa de al
porque conmovía mi sentido de la igualdad humana y lado" trabajando en su propia casa y no lo sabía o fin-
el de mi investigación sobre prejuicios contra residente Rla no saberlo. A partir de aquí comencé a observar
IllS reacciones de otros habitantes de la villa ante es-
de villas miseria. Entonces, (des)califiqué a Chiquita
como una mujer prejuiciosa y desinformada. Desde esta las actitudes y descubrí que en contextos de marcada
I
1, distancia entre mi perspectiva y la de Chiquita y Gracie- e insuperable asimetría los estigmatizados guardaban
la, bajo la apariencia de una tácita complicidad, pa- ¡lencio y, de ser posible, ocultaban su identidad; si en
sé a indagar el sentido de la actitud de Graciela; pero la situación no había demasiado en juego, entonces la
sólo pude hacerlo cuando puse en foco "mi sentido reacción podía ser contestataria. Entre otras enseñan-
común" epistemocéntrico y mis propios intereses de zas rescataba nuevamente la importancia del trabajo
investigación. de campo para visualizar las diferencias entre lo que la
Yo había participado acompañando a Graciela y a gente hace y dice que hace, pues en éste y en otros ca-
Pedro en una visita y también en la conversación, al sos los residentes de la villa aparecían ellos mismos
menOS con mi gesto . Pero lo había hecho en términos convalidando imágenes para ellos injustas y negativas.
que podrían ser adecuados para sectores medios univer- Que yo hubiera participado no en los términos lo-
sitarios, no para los vecinos de un barrio colindante a cales sino en los míos propios hubiera sido criticable si
la villa, habitado por una vieja población de obreros no hubiera aprendido las diferencias entre el sentido y
calificados y pequeños comerciantes, amas de casa y uso del prejuicio para los vecinos del barrio, para los
jubilados que se preciaban de ser dueños de sus vivien- habitantes de la villa, y para mí misma. Huelga decir
das, y de haber progresado a fuerza de trabajo, y "gracias que en éste como en tantos otros casos relatados por
a su ascendencia europea" que los diferenciaba tajante- los etnógrafos, la reacción visceral es difícil de controlar
mente de los "cabecitas negras" provincianos. n los contextos informales de la cotidianeidad (c. Briggs
Mi participación tampoco parecía encajar en las 1986; Stoller &: Olkes 1987). Por eso, es difícil de con-
reacciones adecuadas a los pobladores de la villa. Una trolar. Pero conviene no renunciar a sus enseñanzas.
semana más tarde Graciela me transmitió los comenta- En las tres instancias que hemos visto, la más pres-
rios negativos de Chiquita sobre mi mueca de desagrado: indente del observador de las bolivianas, la curación
"¿Y ¡t ella qué le importa? Si no es de ahí. .. [de la villa)". de Hermitte, y mi gesto de asco, la observacion partici-
Graciela seguía asintiendo; entendí después que allí esta- pante produjo datos en la interacción misma, ope-
ban en juego un armario, un empleo y otros beneficios rando a la vez como un can al y un proceso por el cual

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ROSANA GUBER
La etnografía . Método , campo y reflexividad

el investigador ensaya la reciprocidad de sentidos co'n


~énero , la edad o la apariencia; el mimetismo aquí no
,,¡I sus i~f~rmantes. Veremos a continuación que la "partid-
s posible. Otro inconveniente de la participación plena
paclOn no es otra cosa que una instancia necesaria d
reside en que desempeñar íntegramente un rol nativo
aproximación a los sujetos donde se juega esa recipro-
puede significar el cierre a otros roles estructural o co-
cIdad. Es desde esta reciprocidad que se dirime qué s
yunturalmente opuestos al adoptado. Un investigador
observa y en qué se participa.
que pasa a desempeñarse como empleado u obrero en
un establecimiento fabril, sólo puede relacionarse con
IV, La participación nativa
niveles gerenciales de la empresa como trabajador
El acto de participar cubre un amplio espectro qu (Linhart 1979).
va desde "estar allí" como un testigo mudo de los hechos Los roles de participante observador y observador
h~sta integrar una o varias actividades de distinta mag~ participante son combinaciones sutiles de observa-
mtud y con distintos grados de involucramiento. En sus ción y participación . El "participante observador" se
distintas modalidades la participación implica grados desempeña en uno o varios roles locales, explicitando
de desempeño de los roles locales. Desde Junker (1960) el objetivo de su investigación. El observador partici-
en adela~~e suele presentarse un continuo desde la pura pante hace centro en su carácter de observador externo,
observaclOn hasta la participación plena. Esta tipificación lomando parte de actividades ocasionales o que sea

I
puede ser útil si tenemos presente que hasta la obser- imposible eludir.
vación pura, demanda alguna reciprocidad de sentidos El contexto puede habilitar al investigador a adoptar
con los observados. roles que lo ubiquen como observador puro, como en
A veces es imposible estudiar a un grupo sin ser el registro de clases en una escuela. Pero su presencia
parte de él, ya sea por su elevada susceptibilidad, por- afecta el comportamiento de la clase -alumnos y maes-
que desempeña actividades ilegales o porque controla tro-; por eso, el observador puro es más un tipo ideal
sabe.r~s esotéricos. Si el investigador no fuera aceptado que una conducta practicable.
exphcItando sus propósitos, quizás deba optar por "mi- Estos cuatro tipos ideales deben tomarse como po-
metizarse". Adoptará entonces el rol de participante sibilidades hipotéticas que, en los hechos, el investi-
pleno (Gold, en Burgess 1982), dando prioridad casi gador asume o se le imponen conjunta o sucesiva-
absoluta a la información que proviene de su inmer- mente, a lo largo de su trabajo. Si la observación, como
sión. Si bien este rol tiene la ventaja de lograr material vemos, no "interfiere" menos en el campo que la par-
que de otro modo sería inaccesible, ser participante ticipación, es claro que cada una de las modalidades
pleno resulta inviable cuando el o los roles válidos pa- no difiere de las demás por los grados de distancia
r~ esa cultura o grupo social son incompatibles, por entre el investigador y el referente empírico, sino por
ejemplo, con ciertos atributos del investigador como el una relación particular y cambiante entre el rol del

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ROSAN A GUBER

investigador y los roles culturalmente adecuados y p CAPÍTULO 4


sibles (Adler &: Adler 1987).
LA ENTREVISTA ETNOGRÁFICA O
El participante pleno es el que oculta su rol de ano
EL ARTE DE LA "NO DlRECTlVIDAD"
tropólogo desempeñando íntegramente alguno de lo
socio-culturalmente disponibles pues no podría adoptar
un lugar alternativo. Esta opción implica un riesgo a In
medida del involucramiento pues, de ser descubierto,
el investigador debería abandonar el campo. Elobserva-
dor puro, en cambio, es quien se niega explícitamente A
adoptar otro rol que no sea el propio; este desempeñ
es llevado al extremo de evitar todo pronunciamient El sentido de la vida social se expresa particularmen-
e incidencia activa en el contexto de observación. te a través de discursos que emergen constantemente en
¿De qué depende que el investigador adopte una u la vida diaria, de manera informal por comentarios,
otra modalidad? De él y, centralmente, de los pobladores. anécdotas, términos de trato y conversaciones. Los in-
E. E. Evans-Pritchard trabajó con dos grupos del oriente vestigadores sociales han transformado y reunido varias
africano. Los azande lo reconocieron siempre como un de estas instancias en un artefacto técnico.
superior británico; los Nuer como un representante La entrevista es una estrategia para hacer que la gente
metropolitano, potencialmente enemigo y transitoria- hable sobre lo que sabe, piensa y cree (Spradley 1979:9),
mente a su merced (1977). Reconocer esos límites es par- una situación en la cual una persona (el investigador-en-
te del proceso de campo. Adoptar elllos roVes adecuado/s trevistador) obtiene información sobre algo interrogando
es posible por la tensión, flexibilidad y apertura de la a otra persona (entrevistado, respondente, informante).
observación participante. Esta información suele referirse a la biografía, al sentido
En suma, que el investigador pueda participar en dis- de los hechos, a sentimientos, opiniones y emociones,
tintas instancias de la cotidianeidad, muestra no tanto a las normas o standards de acción, y a los valores o
la aplicación adecuada de una técnica, sino el éxito, conductas ideales.
con avances y retrocesos, del proceso de conocimiento Existen variantes de esta técnica; hay entrevistas diri-
de las inserciones y formas de conocimiento localmente gidas que se aplican con un cuestionario preestablecido,
viables. ¿Pero qué ocurre cuando la división de tareas semiestructuradas, grupos focalizados en una temática, y
entre investigador e informantes está más claramente clínicas (Bernard 1988; Taylor &: Bogdan 1996; etc.). En
definida? este capítulo analizaremos lo que algunos autores lla-
man entrevista antropológica o etnográfica CAgar 1980;
Spradley 1979), entrevista informal CKemp 1984; Ellen

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ROSANA GUBER
La etnografía. Método , campo y reflexividad

1984) o no directiva (Thiollent 1982; Kandel 1982). Desde esta perspectiva la entrevista consistiría en una
Nuestro objetivo será mostrar que este tipo de entre- seríe de intercambios discursivos entre alguien que inte-
vista cabe plenamente en el marco interpretativo de la rroga y alguien que responde, mientras que los temas
observación participante, pues su valor no reside en su abordados en estos encuentros suelen definirse como
carácter referencial -informar sobre cómo son las co- referidos no a la entrevista, sino a hechos externos a
sas- sino performativo. La entrevista es una situación ella. La información que provee el entrevistado tendría
cara-aocara donde se encuentran distintas reflexivida- significación obvia, salvo por las "faltas a la verdad",
des pero, también, donde se produce una nueva refle- los ocultamientos y 01vidos9 ; para ello se recurre a che-
xividad. Entonces la entrevista es una relación social queos, triangulaciones, informantes más confiables o
a través de la cual se obtienen enunciados y verbaliza- informados y a un clima de "confianza" entre las par-
ciones en una instancia de observación directa y de les. Según esta concepción la información se obtiene
participación. en la entrevista y es transmitida por el entrevistado
(Thiollent 1982:79).
1. Dos miradas sobre la entrevista Desde una perspectiva constructivista, la entrevista
es una relación social de manera que los datos que
En los manuales clásicos, la entrevista sirve para provee el entrevistado son la realidad que éste constru-
obtener datos que dan acceso a hechos del mundo. La ye con el entrevistado en el encuentro. Como señala
entrevista habla del mundo externo y, por lo tanto las Aaron Cicourel, las normas supuestas para mantener
respuestas de los informantes cobran sentido por su una entrevista no son otras que las normas de la bue-
correspondencia con la realidad fáctica. Desde esta na comunicación en sociedad. A veces, investigador e
perspectiva los problemas y limitaciones de esta técni- informantes utilizan el mismo stock de conocimientos,
ca surgen cuando esa correspondencia es interferida el mismo tipo de evidencia, las mismas tipificaciones y
por mentiras, distorsiones de la subjetividad e intromi- los mismos recursos para definir la situación (Cicourel
siones del investigador. Su validez radica en obtener 1973). A veces esos stocks proceden de universos dis-
información verificable, cuyo contenido sea indepen- tintos. Para Charles Briggs las entrevistas son "ejem-
diente de la situación particular del encuentro entre plos de metacomunicación, enunciados que informan,
ese investigador y ese informante. Las entrevistas no
estructuradas son sospechadas precisamente porque
aparecen como un instrumento personalizado. La es- 9 El terror del investigador de olvidar lo que ve y lo que se le
tandarización de las entrevistas (formular las mismas dice, es una réplica de esta perspectiva transformada en una ansie-
dad incorregible, que sólo puede ser mitigada con el registro para-
preguntas con el mismo fraseo en el mismo orden) ga- lelo y constante de todo cuanto ocurre y se dice en el campo. Esto,
rantizaría que las variaciones son intrínsecas a los res- obviamente, es imposible, pero además soslaya el hecho de que las
pon dentes y no pertenecen al investigador. formas de registro modelan la relación de campo.

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ROSAN A GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

describen, interpretan y evalúan actos y procesos comu he aprender el repertorio metacomunicativo de sus
nicativos", y que muestran los "repertorios de event formantes. Veamos cómo se hace este aprendizaje.
meta-comunicativos" de comunidades de hablant En la competencia metacomunicativa los hablantes
(1986:2 ; Hymes 1972; Moerman 1988). Los investigo neran contextos que exigen determinados posiciona-
dores suelen mistificar la entrevista al confiar "en su I ntos de los participantes. En algunos sectores socia-
propias rutinas metacomunicativas" sin preocuparse p I la entrevista es un instrumento del estado para aplicar
ganar competencia en los repertorios de sus informant , plll1ticas sociales o medidas de control legal. Para otros
Al estructurar el encuentro "en función de los roles dl 111 entrevista es completamente exótica, y para otros es
entrevistador y entrevistado, los roles que cada uno ocu- n n1edio de trabajo. Las respuestas entonces estarán
pa normalmente en la vida se pasan a un sustrato o telón I redeterminadas por la definición de la situación y de
de fondo .. .". Esto conlleva la mistificación de I preguntas. Por eso puede decirse que "no hay pregun-
1\ sin respuestas"; esto no significa afirmar que a cada
"los investigadores [mismos ya que) ... lo que se I regunta corresponde una respuesta sino, más bien, que
dice es visto como un reflejo 'de lo que está ahí loda pregunta supone una respuesta o cierto rango de
afuera' [de la situación], más que como una in- respuestas, sea por el enfoque de la pregunta, por su
terpretación que ha sido producida conjunta- IMmulación o por los términos de fraseo. Esto vale
mente por el entrevistador y el respondente. Da- para todos los tipos de pregunta que pueden incluir
do que los rasgos sensibles al contexto de di- preguntas cerradas (a responder por sí-na-no Sé), abier-
cho discurso están más claramente ligados al las (a responder en palabras del informante) y de elec-
contexto de la entrevista que al de la situación Ión múltiple (más conocidas como n1ultiple choice,
que ese discurso describe, el investigador puede con un número acotado de respuestas opcionales).
malinterpretar el significado de las respuestas" upuestamente las preguntas abiertas permiten captar
(Ibid:2-3; n .t.). la perspectiva de los actores, con menor interferencia
del investigador.
El entrevistado no ingresa a la entrevista dejand Sin embargo, al plantear sus preguntas el investiga-
atrás las "normas que guían otros tipos de eventos de dor establece el marco interpretativo de las respuestas,
comunicación", de manera que puede ocurrir que "las es decir, el contexto donde lo verbahzado por los in-
normas (que gobiernan su propia comunidad comuni- formantes tendrá sentido para la investigación y el uni-
cativa) están en oposición a las que surgen de la entre- verso cognitivo del investigador. Este contexto se ex-
vista" (Ibid:3). El peligro, según Briggs, es que si las presa a través de la selección temática y los términos
normas comunicativas del informante son distintas de ole las preguntas. Interrogar por "los problemas del ba-
las del entrevistador, éste le imponga las suyas. Por eso rrio" en una villa miseria es definir la situación como

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

lo hace un asistente social del estado. Por eso el inves- investigador. Pero esto requiere igualmente analizar la
tigador debe empezar por reconocer su propio marco presencia del investigador no directivo y las condiciones
interpretativo acerca de lo que estudiará, diferenciándo- en que se produce la entrevista al campo de estudio. La
lo en conceptos y terminología, del marco de los entre- reflexividad en el trabajo de campo y particularmente
vistados; este reconocimiento puede hacerse revelando en la entrevista puede contribuir a diferenciar los contex-
las respuestas subyacentes a ciertas preguntas y al rol tos, a detectar la presencia de los marcos interpretativos
que el informante le asigna al investigador. del investigador y de los informantes en la relación;
cómo cada uno interpreta la relación y sus verbaliza-
n. límites y supuestos de la no directividad dones. Para ello es necesario ir tendiendo un puente
entre ambos universos identificando a qué preguntas es-
Otra vía para aprender las competencias metacomu-
tá respondiendo , implícitamente, el informante (Black
nicativas de una comunidad de hablantes es la entrevis-
ta no directiva. En antropología la no directividad era &: Metzger, en Spradley 1979:86). De este modo es
obligada por el desconocimiento de la lengua; en el mis- posible descubrir e incorporar temáticas del universo
mo proceso de aprenderla el investigador se internaba en dlel informante al universo del investigador, y empezar
la lógica de la cultura y la vida social. a preguntar sobre ellas.
La no directividad se basa en el supuesto de que
Pero al aplicar la mirada etnográfica sobre la propia
sociedad, ese proceso pareció diluirse. Para re-conocer "aquello que pertenece al orden afectivo es más pro-
f\!mdo , más significativo y más determinante de los
la distancia entre su reflexividad y la de sus infor-
omportamientos, que el comportamiento intelectuali-
mantes el investigador necesitó ubicarse en una posi-
zado" (Guy Michelat, en Thiollent 1982:85, n.t.) . Las
ción de desconocimiento y duda sistemática acerca d
ntrevistas no directivas típicas de los psicoanalistas,
sus certezas. La no directividad entonces se fue siste-
suponen que la intervención mediatizada y relativizada
matizando incluso donde la diferencia cultural no era
tan evidente. del terapeuta reside en dejar fluir la propia actividad
inconsciente del analizado (Thiollent 1982).
Desde ciertos enfoques, la no directividad se fund a
La aplicación de este supuesto, válido con matices en
en el supuesto del "hombre invisible", como si no parti-
la entrevista etnográfica, resulta en la obtención de con-
cipar con un cuestionario o pregunta prestablecida, fav •
ceptos experienciales (experience near concepts de Agar
reciera la expresión de temáticas, términos y concept
1980:90), que permitan dar cuenta del modo en que
más espontáneos y significativos para el entrevistado.
los informantes conciben, viven y asignan contenido a
Es cierto que la no directividad puede ayudar a con •
un término o una situación; en esto reside, precisamen-
gir la imposición del marco del investigador si esta tác-
te, la significatividad y con fiabilidad de la informa-
tica resulta de una relación socialmente determinad o
ción. Pero para alcanzar esos conceptos significativos,
en la cual cuentan la reflexividad de los actores y la d 1

80 81

I
ROSAN A GUBER La etnografía . Método , campo y reflexividad

el etnógrafo se basa en los testimonios vívidos que Para captar este material, el investigador permanece
obtiene de labios de sus informantes, a través de sus en atención flotante (Guy Michelat y Maitre, en Thiollent
~ líneas de asociación CPalmer, en Burgess 1982: 107 ; 1982), un modo de "escucha" que consiste en no privile-
I Guy Michellat, en Thiollent 1982:85). En las entrevis- giar de antemano ningún punto del discurso (Ibid:9 l).
tas estructuradas el investigador formula las preguntas Este procedimiento se diferencia del empleado en las
y pide al entrevistado que se subordine a su concepción encuestas y cuestionarios porque la libre asociación
de entrevista, a su dinámica, a su cuestionario, y a sus permite introducir temas y conceptos desde la pers-
categorías. En las no dirigidas, en cambio, solicita al pectiva del informante más que desde la del investigador.
informante indicios para descubrir los accesos a su uni· Promover la libre asociación deriva en cierta asimetría
verso cultural. Este planteo es muy similar a la tran· "parlante" en la entrevista etnográfica, con verbaliza-
sición de "participar en términos del investigador" a 'iones más prolongadas del informante, y mínimas o
"participar en términos de los informantes". variables del investigador.
Para esto la entrevista antropológica se vale de tr , Esta tarea sugiere la metáfora de un guía por tierras
procedimientos: la atención flotante del investigador; d sconocidas; el investigador aprende a acompañar al
la asociación libre del informante; la categorización dI - Informante por los caminos de su lógica, lo cual requie-
ferida, nuevamente, del investigador. gran cautela y advertir, sobre todo, las intrusiones
Al iniciar su contacto el investigador neva consig In ontroladas. Esto implica, además, confiar en que los
algunas preguntas que provienen de sus intereses m rumbos elegidos por el baquiano lo llevarán a destino,
generales y de su investigación. Pero a diferencia de otr unque poco de lo que vea y suponga quede claro por
contextos investigativos, sus temas y cuestionarios m I momento. Esos trozos de información, verbalizaciones
o menos explicitados son sólo nexoS provisorios, gu{n y prácticas pueden parecer absurdas e inconducentes,
entre paréntesis que serán dejadas de lado o reform u pe ro son el camino que se le propone recorrer, aún con
ladas en el curso del trabajo. La premisa es que si bien mido crítico y capacidad de asombro. "El centramien-
lo podemos conocer desde nuestro bagaje conceplU 11 de la investigación en el entrevistado supone que el
y de sentido común, vamos en busca de temas y c 11 Investigador acepta los marcos de referencia de su in-
ceptos que la población expresa por asociación li 1 I r!Qcutor para explorar juntos los aspectos del proble-
esto significa que los informantes introducen sus pri 11 ,,\ en discusión y del universo cultural en cuestión"
dades en forma de temas de conversación y práctl I hiollent 1982 :93).
atesti~adas por el investigador, en modos de re 11 ,1t n este proceso, esa "confianza" del investigador en
preguntas y de preguntar, donde revelan los nud o Informante se pone de manifiesto en el acto de cate-
problemáticos de su realidad social tal como la p l' I rizar. Llevando ya varios meses de investigación so-
ben desde su universo cultural. la movilidad social en una comunidad bicultural

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reOexividad

Chiapaneca, su trabajo tomó un giro inesperado que la no son las únicas posibles; y por otro lado, al identificar
obligó a reformular el tema de investigación. Conversan- los intersticios del discurso de! informante en donde
do con un "natural" (indígena) sobre la imagen que la "hacer pie" para reconocer/construir su lógica. En se-
población aborigen tenía del gobierno ladino, sucedió gundo lugar, la categorización diferida se plasma en e!
lo siguiente: registro de información que aparentemente no tiene
razón de ser para el investigador. Si en e! cuestionario
H: "¿Y cómo es el gobierno de los naturales?" habitual e! investigador hace preguntas y recibe las
1: "Ah, ese es distinto porque los viejitos vuelan respuestas, en la entrevista etnográfica el investigador
y si hacés algo malo te chingan." formula preguntas cuyas respuestas se convierten en
H: "¿Cómo?", preguntó sorprendida la investi- nuevas preguntas. Pero este proceso no es mecánico;
gadora. demanda asombro, y para que haya asombro debe haber
1: "Sí, los viejitos vuelan alto y te chingan ." una ruptura con sus sentidos que "tenga sentido" para
(Hermitte 1960; GTTCE 1999). él. Y para esto se necesita tiempo, la espera paciente y
confiada de que , por el momento, sólo se comprenden
Hermitte ya había escuchado estas cosas pero las partes; pero que seguramente más adelante se podrán
había dejado ahí en el depósito sin categorizarlas. La integrar los fragmentos dispersos. No se trata de una
categorización diferida (Maitre, en Thiollent 1982:95), espera pasiva sino activa en la cual el investigador va
a diferencia de la anticipada, es una lectura mediatiza- relacionando, hipotetiza, confirma y refuta sus propias
da por el informante. Hermitte reparó esta vez en una hipótesis etnocéntricas. Igual que la observación parti-
formulación en principio incomprensible (los viejitos cipante, la entrevista etnográfica requiere un alto grado
vuelan) y comenzó a explorarla hasta encontrar el sis- de flexibilidad que se manifiesta en estrategias para des-
tema indígena de creencias fundado en el nahual y la cubrir las preguntas y prepararse para identificar los
brujería como ejes de las nociones y prácticas referidas contextos en virtud de los cuales las respuestas cobran
a la salud y la enfermedad, un medio de control social sentido. Estas estrategias se despliegan a lo largo de la
autónomo e inaccesible para los ladinos o mestizos. Investigación, y en cada encuentro.
La categorización diferida se ejerce a través de la
formulación de preguntas abiertas que se van encade- 111. La entrevista en la dinámica general de
nando sobre el discurso del informante, hasta configurar' la investigación
un sustrato básico con el cual puede reconstruirse el Dentro del proceso general de investigación la en-
marco interpretativo del actor. Este tipo de diálogo de- trevista acompaña dos grandes momentos: el de aper-
manda un papel activo del entrevistador, por un lad o, tura, y el de focalización y profundización. En e! pri-
al reconocer que sus propias pautas de categorización mero , el investigador debe descubrir las preguntas

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

relevantes ; en el segundo, implementar preguntas m ás barrio, sin que su entrevistada aludiera a distinciones
incisivas de ampliación y sistematización de esas rele- sociales o raciales. Pero de pronto, la entrevistada em-
vancias (McCracken 1988). pezó a contarle por propia iniciativa, de su práctica del
aerobismo. Roberto , algo decepcionado por el rumbo
A) Descubrir las preguntas que tomaba la conversación -¡sentía que se le iba de
En el trabajo de campo etnográfico la entrevista e las manos!- le preguntó por dónde solía correr y ella
una alternativa más entre otros tipos de intercambio le fue detallando sus circuitos habituales; un área bien
verbales, entre los cuales no hay un orden preesta- definida , precisamente la zona más pobre y con mayor
blecido. Puede aparecer al principio o ya avanzada 1 oncentración de conventillos , quedaba excluida. Ro-
investigación, dependiendo del lugar que tenga estO berto , desde su "atención flotante" le preguntó: "¿Y por
situación en la rutina local y de las decisiones del in - sta y esta calle no corrés?". "¡¡¡Nooo!!! ", le respondió
vestigador. Sin embargo, en la primera etapa y hast Ha , "¡¡¡Si ahí están los negros!!!". Por una vía indirecta,
tanto no haya sumado algunas páginas a sus notas, l que no parecía pertinente, había ido a dar exactamente a
entrevista etnográfica sirve fundamentalmente para des- lo que le preocupaba, la segregación socio-residencial.
cubrir preguntas, es decir, para construir los marcos d Esa experiencia mostraba, también , la importancia
referencia de los actores a partir de la verbalización de "no ir al grano". Esta expresión significa, en el lengua-
asociada más o menos libremente en el flujo de la vida .le corriente, encarar directamente un tema. Por definición
cotidiana. Desde estos marcos extraerá las preguntas y metodológica, el investigador no puede hacer esto cuan-
. temas significativos para la segunda etapa. do comienza la investigación porque desconoce no sólo
El investigador necesita partir de una temática pr • "cómo hacerlo" sino "cuál es el grano" para la gente. Este
determinada, que será provisoria hasta tanto la vincul desconocimiento, sin embargo, puede ocultarse bajo la
o sustituya por otros temas más significativos. Acepta!' imilitud formal entre las categorías teóricas y las cate-
esta provisoriedad permite abrir la percepción a tema ~orías nativas. Es como preguntar en un barrio humilde:
aparentemente inconexos, sin interpretarlos como elu· ¿Cuáles son las manifestaciones culturales de este barrio?
siones, desvíos o pérdidas de tiempo. 1sus habitantes identifican "cultura" con "alta cultura"
En una oportunidad Roberto, un estudiante de antr la respuesta será: ¡Ninguna! '
pología entrevistó a una señora que vivía en departo El descubrimiento de las preguntas significativas se-
mentas cercanos a un barrio humilde de Buenos Air , gún el unive rso cultural de los informantes es central
Le interesaban los prejuicios contra residentes estigmatl para descubrir los sentidos locales. Esto puede hacerse
zados como "uruguayos", habitantes de conventill I scuchando diálogos entre los mismos pobladores inten-
"negros" e inmigrantes provincianos "villeros". En la pI'! tando comprender de qué hablan y a qué pregunta implí-
mera entrevista Roberto preguntó sobre trabajo, familia y ita están respondiendo (indexicalidad y refleXividad) ;

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ROSAN A GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

pedirle a alguien que formule una pregunta interesante silencio parece forzado , en vez de denotar interés y res-
acerca de talo cual tema (por ejemplo, ¿cómo pregunta- peto de parte de quien escucha, puede dar la imagen de
ría sobre la vida en el barrio?), o una pregunta posibl que el hablante está siendo evaluado. Por otro lado, si las
para cierta respuesta (¿qué pregunta se aplicaría a una interrupciones son necesarias para dar fluidez al encuen-
respuesta que dijera: acá e! barrio es muy tranquilo?) tro , es conveniente que el investigador se pregunte qué
(Spradley 1979:84). pretende con ellas y cuáles podrían ser sus derivacio-
Sin embargo, estos procedimientos tienen sus in- nes. Sin embargo la dinámica de la entrevista y las per-
convenientes porque si los informantes no compren- sonalidades en juego introducen particularidades que
den la reflexividad de! investigador (qué se propone) , ningún recetario o manual puede predecir.
pueden responder con lo que suponen que éste desea A lo largo de una entrevista el investigador puede
oír. Spradley recomienda usar preguntas descriptivas adoptar medidas diversas para promover la locuacidad
solicitando al informante que hable de cierto tema , del informante, con variables grados de directividad
cuestión, ámbito, pasaje de su vida, experiencia, con- (Whyte 1982:112);
flicto, etc. : ¿Puede usted contarme cómo es e! barrio? i) un simple movimiento con la cabeza , asintiendo,
¿Puede contarme sus primeros años en e! barrio? Es- negando o mostrando interés (Inf.: Y así, e! barrio se pu-
tas preguntas sirven para ir construyendo contexto so tranquilo; Inv.: Ahá.);
discursivos o marcos interpretativos de referencia, en ii) repetir los últimos términos del informante (Inv.:
términos del informante. Desde estos marcos el inves- ¿Así que se puso tranquilo?);
tigador puede avanzar hacia preguntas culturalment iii) emplear estas últimas frases para construir una
relevantes, al tiempo que se lo familiariza con modo pregunta en los mismos términos (Inv.: ¿Y por qué se
de pensar, asociando términos y frases referidos ah - volvió tranquilo? (o) ¿Cuándo se puso tranquilo?);
chos, nociones y valoraciones. Por eso es clave qu ' iv) formular una pregunta en términos del investiga-
en esta primera etapa el investigador aliente al infor- dor sobre los últimos enunciados del informante (Inv. : y
mante a extender sus respuestas y descripciones, ex- ahora que está tranquilo, ¿cuál es la diferencia en e!
plicitando incluso aquello que podría parecerle trivi.al barrio comparado con otros tiempos?);
o secundario. v) en base a alguna idea expresada por el informante
Este aliento puede lograrse introduciendo la men I n su exposición, pedirle que amplíe (Inv.: Ud. me decía
cantidad posible de interrupciones, dejando que fluya I que antes la gente era más pacífica. ¿Qué cosas pasaban
discurso por la libre asociación, o abriendo el discurso monces para que la gente fuera así?) ;
a través de preguntas abiertas. Sin embargo, permane I vi) introducir un nuevo tema de conversación.
en riguroso silencio puede derivar en la ansiedad, I Conviene que las interrupciones de! investigador
malestar y hasta en la finalización de! encuentro. Si I n el discurso del informante sean cuidadas y en lo

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y re l1exividad

posible no accidentales, para evitar interrumpir la libre Las preguntas mini-tour y sus subtipos son seme-
asociación de ideas (Kemp &: Ellen 1984). Pero también jantes a las gran tour pero se refieren a unidades más
es necesario intercalar preguntas aclaratorias o de "respi- pequeñas de tiempo, espacio y experiencia. Se puede in-
ro" a riesgo de perder el hilo de la exposición o agotar dagar en un servicio hospitalario, en una zona del barrio
al informante. (la Avenida, la calle talo cual), el último año de trabajo,
Para las preguntas de apertura del discurso del in- la última huelga, etc.
formante, Spradley distingue las preguntas gran-tour En las gran- y mini-tour pueden intercalarse pregun-
(1979:86) que interrogan acerca de grandes ámbitos, tas de ejemplificación donde se solicita al informante
situaciones, períodos (¿Puede usted contarme cómo es que dé ejemplos de un caso concreto vivido o atesti-
el barrio?), con cuatro subtipos: guado por él. Me decía Silvita que "Acá e! problema es
• las típicas, en que se interroga sobre lo frecuente , que al villero lo tratan como basura. " "¿Por qué?, a vos
lo recurrente (¿Cómo se vive en este barrio?); o a alguien que vos conozcas le pasó algo alguna vez?"
• las específicas, referidas al día más reciente del in- "¡¡¡Pufff, claro!!! El otro día venía en e! colectivo y me
formante, o a un local más conocido por él, etc. (¿Cómo bajé , y unos pibes dicen bien fuerte , para que se escu-
fue la semana pasada en el barrio?); che, ¿no?, dicen: 'lástima que sea villera'. Yo no sabía
• las guiadas, que se hacen simultáneamente a una adónde meterme."
visita por el lugar, en que el informante añade explica- Toda pregunta puede plantearse en términos sociales:
ciones conforme avanza la visita (Cantilo, un vecino d ¿Qué hace la gente en la Cuaresma? O personales: ¿Qué
la villa, me iba mostrando el camino que solía hacer al hace usted en la Cuaresma?
Mercado de Abasto, comentando sobre la gente qu A lo largo de la descripción el informante suministra
saludaba; cuando llegamos me acompañó por el interior información acerca de "quiénes" están allí, "cuántos" son,
contándome qué hacía mientras hurgaba en los tacho "qué" ocurre, "cuáles" son las actividades preponderantes,
de basura, mandaba a la hija menor a "manguear" a lo "qué situaciones son frecuentes", "cuánto tiempo" es-
puesteros y negociaba con otros la descarga de alguno. tán o han estado viviendo allí; "cómo" es e! lugar, su
camiones para el día siguiente; de este modo tuve un a extensión, sus subdivisiones internas, etc. A cada frase
idea aproximada del contexto donde Cantilo extraía par. podrían seguir nuevas preguntas acerca de qué, cómo,
te de su alimentación, conformaba ciertas redes social quién, dónde, cuándo, por qué, y para qué (Spradley
y de reciprocidad); 1979; Agar 1980).
• las relacionadas con una tarea o propósito, paralela En el curso de la conversación e! investigador pue-
mente a la realización de alguna actividad, como cuando de recurrir a interrogantes estratégicamente directivos.
el informante explica lo que está haciendo (una comidL~ , Las preguntas anzuelo (bait de Agar 1980:93) pueden
arreglo de su casa, etc.). dar pie al pronunciamiento enfático de! informante.

90 91
R OSANA GUBER La etnografia . Método, campo y reflexividad

En las preguntas del abogado del diablo (Strauss 1973) el expresa alguna relación significativa con respecto al ob-
investigador suministra un punto de vista premeditada- jeto del investigador. En esta segunda etapa el investiga-
mente erróneo o contrapuesto para que el informante l dor puede dedicarse a ampliar, profundizar y sistemati-
corrija o exponga su argumento. zar el material obtenido, estableciendo los alcances de
En las preguntas hipotéticas se trata de ubicar al in - las categorías significativas identificadas en la primera
formante frente a un interlocutor o situación imaginaria, etapa. Para ello se vale de nuevas formas de entrevista
"¿Cómo se imagina que será la vida en departamen - que le permitan descubrir las dimensiones de una cate-
tos?": la presentación de situaciones hipotéticas pued goría o noción.
permitir imaginar otras respuestas y puntos de enun- En las investigaciones en sociedades "exóticas", el des-
ciación que atañen a la valoración de la situación real cubrimiento o la identificación de categorías es, quizás,
(Spradley 1979), más sencilla que en la propia sociedad del investigador,
En síntesis, durante la primera etapa, el investigador porque los términos le resultan poco familiares y es más
se propone armar un marco de términos y referencia sensible a sus manifestaciones. Pero en su propio medio
significativo para sus futuras entrevistas; aprende a dis- stas conceptos se ocultan en expresiones que el investi-
tinguir lo relevante de lo secundario, lo que pertenec gador cree conocer porque las utiliza o las ha escuchado
al informante y lo que proviene de sus propias inferen- reiteradamente, aunque en realidad las desconozca en su
cias y preconceptos , contribuyendo a modificar y rela. nueva o distinta significación.
tivizar su perspectiva sobre el universo cultural de lo. Para explorar el sentido de un número restringido de
entrevistados. Como señala Agar, "en la entrevista etno· categorías es conveniente reformular la perspectiva de
gráfica todo es negociable" (1980:90) . Los informante la interrogación sobre un término específico, y buscar
reformulan, niegan o aceptan, aun implícitamente, lo sus relaciones con otras categorías sociales. Pero es mejor
términos y el orden de las preguntas y los temas , su ncarar esta búsqueda en los usos más que en definicio-
supuestos y las jerarquizaciones conceptuales del in. nes abstractas. Cuando entrevistaba a una concejal sobre
vestigador. De este modo, el investigador hace de In los residentes de las villas, me contestó que lo más pro-
entrevista un puente entre su reflexividad, la reflexivl. blemático era la promiscuidad. Pregunté: "¿Qué es 'pro-
dad de la interacción y de la población. miscuidad' para usted?" La entrevistada, sorprendida,
me respondió: "¿¡Cómo 'qué es promiscuidad'!? ¡Que
B) Focalizar y profundizar: segunda apertura andan en la promiscuidad, que son así, promiscuos!".
En la etapa siguiente se trata de seguir abriendo sen· Yo no veía cómo salir del atolladero. Su sorpresa podía
tidos pero en determinada dirección, con mayor cir. provenir de suponer a) que no había sido clara con el
cunscripción y habiendo operado una selección de 1 término , b) que se había expresado mal, c) que no estaba
sitios, términos y situaciones privilegiadas donde a la altura del entrevistador, o , y éste era el caso d) que

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

la entrevistadora era una ingenua o imbécil, porque todo tenía la criatura), razón (se van de la villa por el mal
el mundo sabe qué significa "promiscuidad"; es cosa ambiente); localización de la acción (la vía es un lugar
de sentido común. Optando por el uso, le pregunté: "¿Por donde hay mucha joda), función (un pasillo con más
qué me dice que los villeros viven en la promiscuidad? de una entrada de acceso sirve para que se rajen los
¿Usted qué vio?". "Y, los ves, vas a la casa y los ves." "Ahá." chorritos-ladronzuelos) , secuencia (para hacer el pasi-
"Un hijo se llama López, otro Martínez, otro Pérez. Ahf llo primero se organizaron, después mangaron a los
ves bien clarito la promiscuidad, ¡todos hijos de distin- demás, después fueron a la Municipalidad y después
to padre!". trajeron los materiales y se pusieron a laburar), yatri-
Para esta etapa Spradley sugiere preguntas estru - butos (acá la villa es jodido, se inunda ... ) (Spradley
turales y contrastivas. En las preguntas estructurales s 1979). Una vez identificadas, se puede explorar cómo
interroga por otros elementos de la misma o de otra usan las categorías y sus relaciones otros informantes.
categorías, que puedan a su vez ser englobadas en cat • Las encuestas y cuestionarios son útiles en este punto
gorías mayores (1979); cuando detecté que el "viller " porque permiten examinar los usos a universos mayores.
es uno de los posibles habitantes de las villas, pregunl : En un segundo momento de la investigación también
¿Quiénes más viven en la villa? Se me respondió "genl ' se puede avanzar sobre temas que, por considerarse tabú,
rescatable" "gente decente", etc. onflictivos, comprometedores o vergonzantes, no se han
Con las preguntas contrastivas se intenta establee r tratado en los primeros encuentros. Estas cuestiones
la distinción entre catregorías. Siguiendo con el ejempl I suelen darse a conocer cuando el informante sabe "algo
podía preguntar: ¿Qué diferencia hay entre el "villero" y más" del investigador y, sobre todo, sobre cómo éste
la "gente rescatable"? Como la comparación entre esl n1aneja la información, si mantiene el secreto y guarda
términos proviene del uso categorial de los informant I la confianza. Ello es vital para asegurar que las activi-
de una pregunta contrastiva se extraen datos acerca d h dades, reflexiones u opiniones de cada uno de los en-
comparatividad de los elementos (Agar 1980; Spradl y trevistados no trascenderán a los demás, dañando la
1979). Los "no villeros," por ejemplo, conciben al "vi Imagen y sus vínculos.
llero" como lo opuesto a la "gente rescatable", pero n , Sin embargo, guardar secreto no es sencillo cuando
a los "paraguayos", porque los paraguayos son un tip , e ~rata de hechos conflictivos cuyos protagonistas son
de villero. I ctlmente identificables. ¿Cómo no poner de mani-
El contraste es un tipo posible de relación entre CAl! fiesto la fuente y, al mismo tiempo, contrastar visiones
gorías. Otras relaciones que muestran cómo se articullll 'ontendientes? A esto se suma que el investigador
los conceptos entre sí son las de inclusión (el viller uele ser el confesor, y también el blanco de reclamos
un tipo de pobre), ubicación (la vía es una parte d l. I legitimidad por las partes en una disputa. Una for-
villa), causa (Trini fue a la salita porque no sabía <1\1 ma de evitar suspicacias es ampliar la problemática de

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reOexividad

tratamiento a través de preguntas suficientement la interacción y, en especial, en el encuentro entre in-


generales como para incluir aspectos relativos a la vestigador e informantes. Sus variantes son infinitas
versiones enfrentadas pero esto obliga a plantear el te- pero algunos puntos son nodales y aparecen en todas
ma general adecuado para englobar al caso particulat' las entrevistas, como los temas, los términos de la con-
(Whyte 1982:116). versación (unilateral, bilateral, informativa, intimista,
Además, los temas "tabú" son propios de cada grup tc.), el lugar y la duración. Seguidamente nos ocupare-
social y de cada sociedad. Es probable que el investI- l'nOS de ellos bajo dos términos generales: el contexto y el
gador descubra en sus primeras indagaciones algunos I ri ~mo de la entrevista.
estos temas, advirtiéndose le que su tratamiento es ina-
decuado o prohibido. No existe una conducta única y A) El contexto de entrevista
perfecta con respecto a estas cuestiones; su manejo resul Suele entenderse por contexto al "marco" del encuen-
ta más de una constante negociación del investigad 1', tro. Aquí , según ya señalamos, lo concebimos no como
Tiempo y continuidad del trabajo de campo pueden con t Ión de fondo de una trama, sinO como parte de la
tribuir a que los informantes decidan que ya es hora I trama misma (C.Briggs 1986; Giglioli 1972; Moerman
abrir "algunas cajas fuertes"; el resto probablemente 1, I 88). En este sentido el contexto comprende dos ni-
relación se mantenga en términos cordiales y en un n V 'les, uno ampliado y otro restringido. El ampliado se
vel general. r ·f¡ere al conjunto de relaciones políticas, económicas,
En suma, en el período de profundización y focall ~t1turales, que engloban al investigador y al informante
zación la no directividad sigue siendo útil porqu I t (si ambos pertenecen a poderes en una relación colonial,
apertura de sentidos no concluye sino con la investi \ ti \ clase, etc.). "Durante el Proceso (el régimen militar
ción misma, pero ahora la búsqueda continúa denll I I'gentino entre 1976 Y 1983) cuando venía algún asis-
de los nuevos límites fijados en la primera fase. La m \ t l'lte social a hacernos preguntas para arreglar algo en
yor directividad ayuda en esta segunda etapa a ce!'l' 11 1 villa, seguro que al día siguiente te barrían. Por eso acá
temas y a ponderar los niveles de generalización d I \ o habla nadie", le decía un vecino de un barrio humil-
información obtenida. le a la antropóloga Claudia Girola. El contexto restringi-
lo se refiere a la situación social específica del encuentro,
IV. La entrevista en la dinámica particular d -1 donde se articulan lugar-personas-actividades y tiem-
encuentro (), Las instancias de este nivel varían en rebción más
La entrevista es un proceso en el que se pon ." Irecta con el desarrollo del trabaja de campo en esa
juego una relación que las partes conciben de man I t idad social.
distintas. La dinámica particular sintetiza las div " t En un trabajo de campo la entrevista suele tener lu-
determinaciones y condicionamientos que operal 11 II r en ámbitos familiares a los informantes, pues sólo

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ROSANA GUBER La etnografía. Método , campo y reflexividad

a partir de sus situaciones cotidianas y reales es posibl B) Los Ritmos del Encuentro
descubrir el sentido de sus prácticas y verbalizaciones, En términos generales, una entrevista tiene un inicio,
Sucede, sin embargo, que como "extranjero" el investiga- un desarrollo y un cierre. Puede dar comienzo con cual-
dor no conoce de antemano cuál es el contexto significa- quiera , en cualquier lugar, con o sin concertación previa,
tivo y/o adecuado, y esto en dos sentidos. Por un lado lo con o sin una duración estipulada. Instancias como los
residentes de villas miseria han sido habituados a rel a- encuentros casuales y los comentarios "al pasar" pueden
cionarse con agentes oficiales en términos represivos ser lo suficientemente importantes como para iniciar un
asistenciales, asignándole al investigador ciertos role encuentro más prolongado .
Estos hábitos definen la relación de entrevista y la in- A diferencia de los intercambios verbales ocasionales,
formación que se produce. Por otro lado, si bien la en· la dinámica de las entrevistas de mediana a larga dura-
trevista etnográfica suele hacerse en el medio habitu I ción implica un mayor número de decisiones de parte
del entrevistado, esto no siempre es una ventaja. Si 11 del informante y del investigador (McCracken 1988).
informante se siente controlada por su marido pued Puede ser aconsejable no enfocar temáticas demasiado
ser conveniente buscar otros ámbitos más "neutrales" , acotadas hasta que la relación se consolide y el infor-
Quizás sea práctico dejar entonces que en una primen mante conozca más acabadamente, en sus propios tér-
instancia el informante decida el lugar del encuentr I minos, los objetivos del investigador. Al comenzar el
explorando gradualmente lugares alternativos y su encuentro puede ser oportuno referirse a "temas trivia-
respectivas significaciones. 10 les," trivialidad que se modifica según el sector social, ét-
nico, etario de que se trate. Cada encuentro, sin embargo,
es una caja de sorpresas y puede revelar cuestiones que se
suponían confidencialísimas y que quizás no se repiw n .
10 Los datos del encuentro, así como los del investigador y el I
informante , deben consignarse en las notas de campo. Un punl O Una de las premisas clave con respecto a la duración
crucial de la dinámica de la entrevista es la forma de registro qu de la entrevista es no cansar al informante ni abusar de
adopta el investigador. Las notas de campo simultáneas pueden , 1 Su tiempo y disposición; el material obtenido en tales
manuscritas o grabadas. En el primer caso , el Investlgador pI~ I(\
contacto visual con el entrevistado, restándole al encuentro flUl clr
circunstancias puede darse por compromiso, para "sa-
y espontaneidad. En el segundo, hay cuestiones que no se tralnlt carse de encima al investigador", y éste arriesga cerrarse
ante un grabador, sobre todo cuando aún se desconoce la condul las puertas de encuentros ulteriores. Intercalar alguna
ta del investigador. También pueden tomarse notas a posten 11 ,
xperiencia o comentario acerca de alguna vivencia del
precedidas por un listado de expresiones que permitan reconslt:uh
el encuentro. Las ventajas de esta modahdad deben, sm embal!1(1, Investigador puede compensar los términos unilaterales
relativizarse. Es cierto que predisponen al investigador a rescaltll propios de una interacción entre alguien que pregunta
mayor amplitud de información con el entrenamiento de la mem~rI \ y alguien que responde, contribuyendo a crear un espa-
Pero los informantes pueden descifrar la falta de elementos ostenslbl -
de registro como una falta de seriedad de su entrevistador. 'io para que el informante exprese sus dudas y haga sus

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ROSANA GUBER

preguntas. Estas consideraciones dependen de pod er CAPÍTULO 5.


distinguir entre el tiempo del investigador y el de lo EL INVESTIGADOR EN EL CAMPO
informantes; los entrevistados no son máquinas de in·
formar según los plazos y necesidades del investigador,
pese a que los llamemos "informantes", como se hace en
la jerga policial y también periodística.
El tiempo y los tiempos se negocian y construyen re·
cíprocamente en la reflexividad de la relación de camp ,
Esperas, urgencias, pausas y retrasos son también si •
nificados que el investigador debe aprender "en caro
propia". Un etnógrafo de campo "tiempo completo" pu • El encuentro entre investigador y pobladores, según
de disponer de sus actividades sin someterse a horari muestran las técnicas etnográficas, está atravesado por
"urbanos" o "de oficina". Sin embargo, el tiempo es tam- una tensión fundante : los usos e interpretaciones del
bién un ritmo interno que el investigador lleva consig ) "estar allí" para el investigador/miembro de otra cultura
adonde quiera que vaya. La impaciencia suele ser eneml. o sociedad, y para los pobladores/informantes, que las
ga de la relación de trabajo. Aunque el investigador n técnicas con su flexibilidad permiten identificar y anali-
elimine sus ansiedades, puede ponerlas en foco e iden. Zflr. Pero esta flexibilidad descansa en el investigador que
tificarlas como carga propia. transforma a las técnicas de recolección de informa-
El cierre o desenlace del encuentro tiene sus peculia- ción en partes del proceso de construcción del objeto
ridades. Pueden suceder intrusiones externas que d 11 de conocimiento. En esta búsqueda, donde descubre
por terminada la entrevista o cambien su orientación. simultáneamente lo que busca y la forma de encontrarlo
Por lo que atañe al investigador, no es conveniente con- el investigador se convierte en la principal e irrenun~
cluir la entrevista de manera abrupta en momentos cl ciable herramienta etnográfica.
gran emotividad o en pleno tratamiento de puntos con La capacidad inconmensurable de la herramienta/in-
flictivos y/o tabú. Estas y otras recomendaciones perten J vestigador reside en la conciencia de sus propias limi-
cen a la esfera del trato interpersonal y seguramente seráll taciones, pues su poder de adecuación no es universal
manejadas por cada investigador según sus propios crl a todos los requerimientos. Hasta aquí nos referimos a
terios y aquéllos que haya aprendido en el trato cotidian(I las limitaciones desde la perspectiva del investigador
a lo largo de su trabajo de campo. Este aprendizaje , qLl t - su epistemocentrismo, su determinación académica ,
recorre a la entrevista ya la observación participante, ti cultural y social-; ahora trataremos las limitaciones
ne estrecha relación con quién es el investigador par I desde la lógica de los sujetos que estudia. Aunque es-
los informantes. ta lógica sea tan diversa e imprevisible como sentidos

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

socioculturales existen, nos detendremos en cuatro as- (des-nacionalizada) sociedad argentina. A lo largo de
pectos de segura aparición: la persona, las emOCIOnes, los cuatro años de nuestra relación, Carlos se había
el género y el origen, ejemphhcando. con un mCldente transformado en connotado dirigente de una organiza-
que protagonicé al concluir mi trabajo de campo. ción de ex-soldados de vasto alcance. '2 Por su intermedio
y ayuda conocí a otros veteranos, pero pocas veces pude
1. Un incidente de campoll entrevistarlo debido, según me explicó, a sus ocupa-
Era la tercera conmemoración de la toma argentina ciones. La relación se fue limitando a algunas visitas a
de las Islas Malvinas por las Fuerzas Armadas argentinas, las oficinas de la organización y a los actos públicos
que ésta convocaba.
que yo presenciaba en Buenos Aires. Lle~aba ya dos años
de trabajo de campo intensivo, ademas de tres mese Este 2 de abril consistiría en un desfile céntrico por
de prospección para mi investigación doctoral sobre la la Capital argentina, que culminaría en el "Monumento
identidad social de los soldados conscriptos en el teatr a los Caídos en el Atlántico Sur", en la Plaza General San
bélico anglo-argentino de 1982. El intent~ ~e recupera- Martín. Esta vez, la marcha sucedería a una misa en la
Catedral Metropolitana.
ción del archipiélago Malvinas en el Atlantlco Sur tra
149 años de ocupación británica, se inició el 2 de abrll Llegué puntualmente al lugar, y encontré a la esposa
de ese año y culminó 74 días después con la derrotC\ de Carlos, a quien ya conocía; la saludé con un beso
pero se mantuvo distante. Mientras saludaba a los de-
argen t·ma, La "Guerra de Malvinas" . ' como. la
. llamalm' ,
más de la ronda, en voz bien alta dijo , con la mirada
los argentinos, fue la última iniciatlVa del reglmen mi l~UI
autodenominado "Proceso de Reorganización NaCl perdida: "¡Están llegando los servís!". Miré y no vi nada
nal" (1976-1983), una de las dictaduras de.l Cono S raro; como nadie me invitó a quedarme seguí rumbo a la
latinoamericano, antes de su retiro del gobierno. Catedral. Entonces apareció Carlos con uniforme militar.
Próxima a cerrar esta etapa de trabajo fui a pres n Aunque no lo veía desde el año anterior, no mostró de-
ciar la conmemoración de la toma argentina del 2 I¡, masiado entusiasmo en el reencuentro, y siguió con
abril, que convocaban algunas organizaciones de ~el • sus preparativos. Me consolé pensando que "tendría
ranos de guerra en el centro político de Buenos Alr , mucho que hacer" y que yo ya le resultaba una cara
la Plaza de Mayo . Ese acto estaba condu~ido ~or Cnl "irrelevantemente familiar" (¿un "mal necesario"?). Me
los y otros militantes de la "causa Malvmas,. ~bo \, ubiqué en la entrada de la Catedral a esperar, cuando la
dos a mantener viva su llama en la "desmalvlmzacl t mujer de Carlos se acercó y me dijo:

12 Por razones éticas he preferido modificar todo dato que penni-


11 Un análisis reflexivo de este incidente fue presentado en 1\ 1 llera identificar a los protagonistas reales del incidente y a sus or-
Jornadas de Etnograha y Métodos Cualitativos (1994) y publl 111" ganizaciones, infonnación que a los efectos de la elaboración de este
en Guber 1994 y 1995. Articulo, no seria pertinente.

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, ca mpo y refl exividad

"Mirá: vos mantenete lejos de los ex-combatientes no entendía por qué se explicitaba recién después de
y de mi marido, porque no queremos gente de in- cuatro años y mucho menos por qué Carlos y su mujer
teligencia en (la organización). Y cuidate, porque estaban tan seguros de mi doble identidad. Sabía que los
si no vas a perder tu trabajo en inteligencia". ex-soldados guardaban alguna desconfianza hacia mí
pero supuse que ésta se había atenuado con el tiempo:
Sólo atiné a contestar "¿Vos estás en pedo (loca)?", ml trabajo y mi conducta. Además, Carlos había cur-
pero se fue sin darme tiempo a nada más. sado materias de antropología en la Universidad y te-
Aturdida, sentí que me transformaba en una colum. ní.amos conocidos en comün; muchas veces me había
na más del edificio. Sin reaccionar todavía, me dije qu ' escuchado presentarme como investigadora del sistema
debía registrar el acto y que , después de todo, no ten !" científico nacional, docente universitaria, y alumna de
nada que ocultar ni de qué avergonzarme. Pero aunqu un doctorado en los EE.UU., y nunca lo había objetado.
decidí hacer lo previsto, poco pude desde mi estado ci{' ¿Dónde estaba el problema, entonces?
ánimo con el cual acompañaba al acto en otra sintonfa , Sin sumergirme en la psicología individual de mis
como si la vergüenza de un cargo que no me corre • detrac~~res (Geertz 1973) sólo atiné a interrogar a mi
pondía me hubiera sin embargo atravesado. Sólo registr , perpleJldad. Un primer ingrediente era el concepto de
siempre mentalmente, algunas generalidades, mientrtl "persona" que difería dramáticamente del de mis interIo-
trataba de sobreponerme a la sensación de estar mar cll,tores. Nacido del siglo XIX, el trabajo de campo etno-
cada por una campanilla de leprosos. ¿Cómo actuar c n graflco se configuró paralelamente al liberalismo político
naturalidad si toda pregunta más allá del "cómo andá lO y económico, cuando la persona empezaba a caracteri-
podía interpretarse como un acto de "espionaje"? Zarse como un Sl*tO jurídico universal de derechos.
Ante eventos como éste los investigadores pod La "persona" moderna y liberal es la culminación de un
mas optar por desentendemos de lo ocurrido y "pa III desarrollo que reúne al sujeto de derecho de los romanos
a otra cosa" atribuyendo el traspié a un malentendido, 11 con el yo moralmente responsable e individual de los
la mala fe o a la ignorancia. Yo preferí enfocarlo com I estoicos, y con el sl~eto de derechos universales (libertad
se tratara de información relevante, al menos para ,,1 justicia, conciencia, comunicación directa con Dios):
mar mi ansiedad. En este enfoque cuatro aspectos t n esta confluencia el concepto de "persona"l3 mantuvo
ponían claramente en cuestión: mi persona, mis em 1
ciones, mi lugar de mujer, y mi nacionalidad.
13 La discusión más propiamente antropológica sobre el con-
tpto de perso na surge con el seminal art íc ulo de Maree! Mauss
n. La persona del investigador (l1938J 1985) quien hizo una historia del concepto, al que distin-
Apenas se fue la mujer de Carlos pensé que , al l11l' , lIla de self· Para él la pe rsona era el individuo en términ os de su
ptrtenencia social y legal, mientras que el self o moi era el sentido o
nos, ahora conocía la razón de aquella indiferencia, pI' ( IlCle nCla de sI mismo.

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ROSANA GUBER La etnografía. Método , campo y reflexividad

básicamente el sentido de su etimología, la palabra etrus- ser hombre o mujer, blanco o negro, fascista o comu-
ca per/sonare por su asociación con la máscara dramáti- nista , acomete la búsqueda desinteresada e impersonal
ca. El personaje expresado en la máscara fue cediend del conocimiento.
al carácter individuaVinstitucional (Mauss [1938) 1979; Esta representación de la persona se actúa en el
Whittaker 1992; La Fontaine 1985). 14 campo a toda hora, pero es más evidente al principio
Que el dominante sea el concepto de persona pro- porque investigador e informante actúan recíproca-
pio del liberalismo y la ciudadanía, no implica que su mente sus papeles (roles) y status formales según el
significado haya sido el mismo en todos los tiempos "deber ser" de sus respectivas sociedades, culturas y
y sociedades. Pero el investigador social moderno ac- reflexividades. Entonces, el investigador se presenta
túa como un individuo que, independientemente d como miembro de una institución universitaria que va
a realizar un estudio, mientras que su primer o prime-
14 la noción de persona se diferencia de otras muy cercanas: R) ros interlocutores se presentan como autoridades en la
el individuo refiere a una sola entidad, separada de una colectividad , materia, en el lugar y entre sus vecinos. Esta presentación
y se ha naturalizado para referir objetos animados e inanimados, es, como ha señalado Erving Goffman, una actuación
humanos y cosas. Se relaciona con "persona" cuando se apela al res·
peto o dignidad por la persona en tanto que individuo, en un sentido cuya relevancia reside en indicar pautas de derecho,
impreso por la filosofía liberal euro-ooccidental. b) La identidad sue· moralidad y responsabilidad. Por eso, nombres y cargos,
le entenderse como un conjunto relativamente estable de rasgo patrones de deferencia y de respeto, permiten clasificar
distintivos por medio de los cuales se puede reconocer a un indivl·
duo o grupo de individuos a lo largo de una trayectoria. Estos ras·
al interlocutor (1971). Con sus cargas morales, de rol
gos son esencialmente configuraciones socioculturales instauradas y de status, estas tipificaciones trazan las líneas futuras
desde el pasado , instituidas y disponibles como procedimientos d de interacción, cooperación y reciprocidad, y por lo
diferenciación. La invocación de la identidad activa las categorías y
tanto los lugares viables e inviables para observar, par-
atributos por medio de los cuales los individuos o grupos se tornan
reconocibles. Por eso su localización es generalmente pública y en ticipar y entrevistar.
la interacción. c) El carácter tiene más relación con la personalidad , Mi perplejidad denunciaba, pues, una disonancia en-
Pero también puede usarse como un personaje en el sentido de al. tre mi persona de "investigador y académico" (nótese el
guien "pintoresco", o para quienes reivindican algún tipo de unicl·
dad o excepcionalidad. d) El self o sí mismo es la reificación de un masculino), y la persona que me atribuían (al menos)
entidad separada al nivel interno del individuo. Los seU no son visl. Carlos y su mujer. El incidente me demostró que el
bIes, sino abstraídos y supuestos de estar ahí ocultos en el individuo, concepto occidental de persona no se aplica por igual
En las ciencias sociales se ha opuesto self a sociedad, al Mi, etc. e) I n
persona, por último es una asignación moral e institucional a la in.
ni aun en Occidente, por ejemplo, cuando pese a in-
dividualidad. Tiene una posición legal y de status, y se relaciona c 11 vocarse un sujeto universal de derechos se habita un es-
la dignidad, la deferencia, el respeto, las formas de trato. Algui 11 pacio jurídico cuyos habitantes han sido crónicamente
con persona se diferencia de quienes moralmente carecen de humo·
menguados en su plena ciudadanía. La "persona" delli-
nidad, como los desviados, los locos, los viejos, y frecuentement e
las mujeres y los niños (Whittacker 1992:198-200). beralismo es incompatible con la "persona" de un grupo

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R OSANA GUBER
La etnografía. Método , campo y reflexividad

social que ha sido blanco de persecución, castigos, y contracara subjetiva, privada e íntima de la "persona"
hasta de la sustracción absoluta y total de su persona , - sujeto jurídico. Segün la lógica académica para la cual
como en la desaparición (¡de personas!). Mientras el la razón es el principal vehículo y mecanismo elaborador
etnógrafo se presenta a sí mismo como un ser autónomo de c~~ocimiento, la pasión, los instintos corporales y
de su origen social, político o étnico, ligado solamente a la fe no tIenen razón de ser". Asignadas al reino del
sus credenciales académicas, sus interlocutores tienen cuerpo, del espíritu y la intuición, estas facetas fueron
toda la razón para interpretar esa presencia como algo relegadas como expresiones vergonzantes y, en todo
más próximo a su experiencia. caso, como eventuales objetos de domesticación y for-
mas distorsionadas de conocimiento. Esta segregación
III. Las emociones tIene su correlato social, pues los grupos considerados
Episodios como el que viví despiertan los temores como más próximos a la razón -los hombres, los adultos,
más íntimos del investigador de campo : el despreci o, los miembros de clase media y los blancos/europeos-
no "ingresar", y si hemos ingresado, que se nos declar estarían en mejores condiciones de conocer científica-
'persona non grata' y debamos irnos. Esta angustia va má mente que los segmentos "más emocionales" como las
allá de la responsabilidad académica; el rechazo cues- mujeres, las "masas" populares y los jóvenes (Taylor
tiona nuestras fibras más íntimas como trabajadores d 1981; Lutz & Abu-Lughod 1990; Lutz 1988) o ligados
campo, la creencia de que podemos operar como m - por lazos afectivos al saber tradicional, como los aborí-
diadores entre sectores sociales y entre culturas. Lo qu ' genes y los campesinos.
nos jugamos en el campo , cada uno en su solitaria y Desde esta perspectiva, la emoción es el "anti-méto-
frecuentemente incomprendida individualidad , es sos- do" que nos aleja del conocimiento ecuánime y objetivo,
tener la utopía de ser social y culturalmente solidario I tornando sospechosa, como vimos, a la participación. Las
que estamos dispuestos a escuchar y a entender lo qu emociones pertenecen al dominio privado del indivi-
otros no escuchan ni entienden. Por eso una hecatomb(' duo , al que sólo puede acceder la psicología. Cuando
como ésta nos humilla y avergüenza, obligándonos 1 lo exceden, calificamos a alguien de "emocional", "inma-
resignificar nuestra devoción humanitaria, y a pregun- duro", "primitivo" y "patológico" CLutz 1988:40-41). La
tarnos si "hemos nacido para esto". emoción se ratifica en el polo individual del dualismo
Esta dimensión de la perplejidad está generalmenl( individuo/sociedad, fuera de las relaciones sociales.
ausente de la mayoría de los manuales, pero apare ( Esta concepción incidió profundamente en la me-
en todos los relatos auto-biográficos de los etnógraf , todología de la investigación suprimiendo las emociones
Temor, ansiedad, vergüenza, atracción, amor, seducci 11 del investigador, pero también las de los informantes
caben en una categoría sistemáticamente negada I 1 sin permitir encarar a la emoción como un fenómen~
la metodología de investigación social: la emoci 1 I sociocultural con distintas expresiones y fundamentos

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ROSANA GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

(lutz &: Abu-lughod 1990). la escena protagonizada investigadores como a los pueblos o grupos estudiados
por la mujer de Carlos y por mí presentaba a dos "per- (los Nuer, los Azande). Este uso soslayaba, por un lado,
sonas emocionales" en un mundo de hombres -el de que el mundo nativo estudiado era predominante-
los ex-soldados-. Que fuera una mujer (y "una mujer mente masculino y, por el otro, que el investigador
de ... "), no un hombre , la encargada de echarme, re- era generalmente un hombre. la masculinización del
planteaba (degradaba) mi status de "investigador", y el investigador y de los pobladores objeto de estudio
status de ella como "dirigente ad-hoc"; éramos, en vez , derivó, necesariamente, en la masculinización de las
dos mujeres dirimiendo diferencias a través de un des- temáticas de investigación.
plante, actitud menos parecida a una acusación política la primera advertencia contra esta tendencia fue
que a otro tipo de situaciones. en los años sesenta, la irrupción de "los estudios de 1;
mujer", cuyo objetivo era "hacer visible a la mujer en
IV. La investigadora, el género y la mujer la sOCledad y explicar su opresión" desde distintas teorías
la primer interpretación que colegas y amigos hicie- agregando el lado femenino como elemento faltante:
ron de lo ocurrido fue : ¡está celosa! Esta respuesta m ~ perspectiva introducida en los años ochenta apun-
parecía una soberana estupidez porque clausuraba toda to a las bases del conocimiento social como un cono-
inquietud ulterior bajo el rótulo, ciertamente inexplica- cimiento masculino, mientras buscaba desnaturalizar
ble, de "un tema de mujeres". Por lo tanto, el incident la preten~ida homogeneidad femenina, hegemonizada
no sólo carecía de significación política sino académica, por la mUjer blanca, de clase media, universitaria yocci-
ubicándome en el mismo plano que mi interlocutora, y dental. la nueva perspectiva debía mostrar que así como
dejando de lado mi persona de "investigador" que tant todo conocimiento es un saber situado (Haraway 1988),
me había costado construir. Sin embargo, la rabia qu ' las mUjeres construyen sus identidades en el contexto
me daba el incidente y su interpretación denunciabn de discursos determinados por relaciones sociales (de
mi "susceptibilidad" típicamente femenina . Lauretis 1990; Cangiano &: Dubois 1993:10).
Si bien las primeras disquisiciones sobre el trabaj . ~~ ~uev0"reminismo adoptó el término de la gramá-
de campo no siempre problematizaron el hecho de "s r l1ca genero, que designa un sistema de clasificación
mujer" (como en el caso de Margaret Mead 1970, 1976), bipolar de sujetos, para subrayar el carácter eminente-
fueron las etnógrafas quienes empezaron a cuestionar mente social de las distinciones basadas en el sexo, y
la uniformidad de la persona del investigador com( para rechazar el determinismo biológico implícito en las
occidental e individual, adulto, racional, moralmen l ' palabras "sexo" y "diferencia sexual". Así, el género cobró
responsable y masculino. El sustantivo neutro o no 1sentIdo de un "saber sobre la diferencia sexual" (Scott
marcado, en términos Saussurianos, de "investigador" 1.993), no limitado al "sexo natural" (presencia o au-
que hemos utilizado en este texto, se aplicó tanto a 1 senCla de falo) sino focalizado en las formas en que los

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ROSAN A GUBER La etnografía. Método, campo y reflexividad

sujetos sociales elaboran los roles biológicos sexuales al asedio sexual. Pero esta vulnerabilidad tiene su con-
produciendo valores, creencias y normas (Warren tracara en la provocación o seducción maliciosa o in-
1988: 12). En este proceso, el género emergió como un voluntaria de las mujeres; si la vulnerabilidad exhibe la
compromiso académico para transformar los paradig- exposición al asedio, la defensividad puede leerse como
mas disciplinarios, dejando de ser una categoría descrip- una invitación permanente a sacar provecho de ella. la
tiva para convertirse en una categoría analítica (Scott protección masculina ofrecida e impuesta a las ml~eres
1993:17-19). investigadoras, tiene pues dos objetivos: dar seguridad a
Estas perspectivas incidieron profundamente en la la mujer, y proteger a quienes están vinculados con ella.
literatura metodológica replanteando el lugar del "in- las mujeres suelen ser objeto de "cuidados" exage-
vestigador" como instrumento neutral, omnisciente y rados por parte de su familia adoptiva, y de la asigna-
omnipresente del conocimiento. Ahora "ser mujer" no se- ción de un rol que neutralice su sexualidad. Por eso las
ría una anomalía sino un posicionamiento distinto de, mujeres en el campo suelen quedar "enroladas", según su
aunque equivalente a, "ser hombre", con sus ventajas edad y status marital, como niñas, hermanas o abuelas.
y limitaciones, sus sensibilidades y sus actuaciones las investigadoras jóvenes y solteras suelen ser más ce-
culturalmente posibles. Si en la mayoría de las socieda- losamente resguardadas porque ponen en peligro real
des existen dominios de habla y de acción típicamente o potencial el honor y buen nombre de sus protectores.
femeninos y masculinos, la información que obtiene una Ciertamente, la protección tiene ventajas y desventajas,
mujer no puede ser la misma que la que obtiene un porque brinda seguridad y traza vínculos muy próximos,
hombre (Haraway 1988). pero ostenta posesividad y control sobre la investigadora
Ya en 1970 Peggy Golde explicaba que el interés vedándole el acceso a ciertos ámbitos, limitándola en sus
sobre el lugar de las mujeres en el campo radicaba en movimientos y modelando, en definitiva, su campo y
que el "sexo" (todavía no se usaba "género") es la va- objeto de investigación.
riable básica de organización social, y por eso está aso- El valor dual de la mujer como peligrosa y vulnera-
ciado a edad, status marital, momento del ciclo vital, a ble suscita reacciones también duales en el campo. Una
veces a la segregación parcial o total de esferas de acti- investigadora puede ser más tolerada, menos temida
vidad, y a la distinción entre lo privado y lo público . que un investigador si traspasa los límites de lo permiti-
El investigador siempre tiene un sexo y cuando va al do. Incluso sus errores y traspiés son interpretados en
campo es incorporado, inexorablemente, a las catego- términos de su inimputabilidad natural, más que como
rías locales de género. una presencia institucionalizada perjudicial para los
En este sentido, según Golde, el rasgo distintivo d pobladores. Sin embargo, cuando despliega sus "armas",
la experiencia de las investigadoras es su vulnerabilidad esto es, su autonomía y capacidad de aprender los códi-
atribuída a la debilidad física y a su mayor exposición gos locales, la institucionalidad (servicio de inteligencia)

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La etnografía. Método , campo y reflexividad
ROSANA GUBER

puede articularse con la anti-institucionalidad (el poder A diferencia de mis amigos y colegas, ninguno de los de-
demoníaco de la seducción). Por eso uno de los recur- más veteranos interpretó el incidente como una "cosa de
sos favoritos es el "rumor" que , generalmente a cargo mujeres", sino como una "seria acusación". Un ex-sol-
de otras mujeres, evalúa la conducta de la i~trusa en dado incluso me dijo: "Si yo quisiera espiar a una orga-
términos sexuales, más que políticos y profeslOnales: nización de veteranos mandaría a una mujer".
De ello resulta que las mujeres suelen estar mas
obligadas a prestar explícita conformidad a las reglas V. La naturalización de lo foráneo
básicas de la población local. Si el extraño s: conVierte La acusación de espía es una de las más recurrentes
en "familiar" y, además, en miembro adoptlvo de .una en las memorias de campo. Fácil de construir, la na-
fami'1'la, debe adecuarse a sus expectativas. ConViene
1 . ~ionalidad y recursos del investigador suelen abonar
entonces evaluar cómo interviene ese status e~ a mves- la figura de un emisario proveniente de una metrópo-
tigación. Las investigadoras pueden tratar de mventarse li colonial , mundial o nacional. Esta imagen es corre-
un rol propio , aunque negociando en otros pla~os y lativa a la experiencia política del grupo estudiado.
actividades con la sociedad anfitriona. La poslclOn d Distintas expresiones de pertenencia como el color de
dependencia con respecto a los ho~bres suele co~­ la piel, la clase social, la cultura de origen y la nacio-
pensarse con el origen occidental, el mvel de mstrucClon nalidad, se corresponden con "personas" construidas
universitaria y la profesión. Pero en algunos contextoS, en la experiencia de au toritarismo , subordinación, y
como los sexualmente segregados del Medio Oriente,.lo genocidio. La sospecha de espionaje remite entonces,
márgenes de negociación son tan e~t~echos que el obJet no sólo a la dependencia estatal sino también a una
de investigación quizás deba modificarse (Abu-Lugho I atribución de lealtades espúreas que vinculan al investi-
1988' Atorki &. El-Solh 1988; Razavi 1993). gador con pertenencias ajenas a las que la comunidad
R~trospectivamente , pensé, yo no me había encua- valora y considera como propias.
drado en ninguna organización de ex-soldado~ .Y no Al proponerse el conocimiento de mundos distantes
había negociado mi autonomía ideológi.ca, pO~l,tlCa y y exóticos, el etnógrafo se ubicó , de hecho y metodoló-
(quizás sobre todo) femenina. Mi l~bre Cl~cul~:lOn mI gicamente, como un agente extranjero a la población es-
convertía en alguien sin control m claslhcaclOn. E \ \ tudiada. Esta distancia, que fue problematizada por los
amenaza que yo empezaba a representar, oscilaba entr -\ antropólogos nativos de las academias periféricas, re-
status de marginal (cuando fui a pedirle a Carlos un \ quiere una doble reflexión: sobre el conocimiento que
explicación, me contestó: "Ésta no es una organizad 11 esa distancia produce, y sobre los sistemas de clasifica-
de mujeres de veteranos; es una organización de vet I , ción de las pertenencias (ser nativo o foráneo).
nos de guerra") y el de antagonista con fuerzas pr~plr\ I Algunos autores identificados con la antropología
esto es, de "enemigo" o al "servicio" del Estado naClon 11 postmoderna han intentado superar la división jerárqui-

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ROSANA GUBER La etnografía. Método , campo y reflexividad

ca entre el investigador y el Otro presentando al trabajo los conceptos analíticos, ni que adopte los géneros cul-
de campo como un ámbito donde priman el diálogo y turales apropiados para interpretarla (Ibid).
la negociación. Por eso, las nuevas etnografías intentan El segundo cuestionamiento concierne a los sistemas
destacar las voces de resistencia y oposición del Otro de clasificación de lo propio y lo extranjero en cada so-
al Sí Mismo (el investigador) , del Resto a Occidente, ciedad. Los más habituales son los de raza, referida a ras-
evitando que la pluma del investigador se trague el disen- gos fenotípicos y hereditarios, la etnia, como pertenencia
so y lo anule para siempre (Dwyer 1982). Complementa- a una unidad cultural; la nacionalidad, o afiliación a un
riamente, esta vertiente se ha dedicado a rescatar el SI estado nacional. La relevancia de estos términos depen-
Mismo del etnógrafo, su persona socio-cultural, de la de del contexto y la experiencia de los sectores sociales
tentación mimética con el campo y de la tendencia es- en estudio. No es lo mismo tener tez morena en la Repú-
tereotipadora de Occidente. blica de Sudáfrica que en el Brasil, ni ser o parecer judío
En un mundo globalizado, sin embargo, ni el inves- en la Alemania de 1930 que en la Alemania actual.
tigador es un agente totalmente externo a la realidad qu El incidente que presentamos aquí muestra hasta
estudia, ni los sujetos ni el investigador "están" en lu- qué punto las clasificaciones que se aplican al investi-
gares que no hayan sido previamente interpretados. gador son propios de cada contexto. Que yo fuera una
Pero que vivan en el mismo mundo no significa qu "argentina" rescatando "la memoria de Malvinas" no
los sentidos que le impriman a su experiencia sean 1 me hacía más aceptable -al menos- para Carlos y su
mismos. A esto se refiere Marilyn Strathern cuando den. mujer, quienes me identificaban con un "service" de
ne a la "auto-antropología" como aquélla "que se lleva inteligencia. Pero esa afiliación no me remitía a la ClA
cabo en el contexto social que la ha producido" (Strat· ni al Mossad ni a la KGB, ¡sino al SIDE argentino! Só-
hern 1987:17; n.t.). El punto no es si las credencial lo algún tiempo después pude desprenderme de la ló-
(nacionales, étnicas) del investigador coinciden con In gica acusatoria (¿por qué creen que soy servicio si no
de los informantes, sino "si existe continuidad cultur I lo soy?) y preguntarme algo impensable para mis com-
entre los productos de su labor y lo que la gente en I patriotas: ¿por qué, después de todo , es tan abomina-
sociedad estudiada produce en términos de explicacion ble trabajar para un servicio de inteligencia del estado
de sí misma" (lbid). Strathern sugiere el concepto de "r - propio? ¿Por qué un empleado estatal, incluso del S[-
flexividad conceptual" que atañe al "proceso antrop I DE , no puede conmemorar el2 de abril de 19827" En
gico de 'conocimiento' [que) se erige sobre conceptn
que pertenecen también a la sociedad y cultura en e t t
dio" (lbid: 18). Incluso que el investigador proceda ch-I 15 Entonces recordé la participación de notolios antropólogos
mundo social de los sujetos no garantiza que identifiqlll norteamericanos (Mead y Benedict entre otros) como asesores de su
gobierno para contribuir al frente aliado anti-nazi durante la Segunda
las discontinuidades entre la comprensión indígen fl ' Guerra Mundial (Goldman & Neiburg 1998; Wakin 1992).

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R OSANA G UBER La etnografia. Método , campo y reflexividad

todo caso, al distanciarme de mi propio sentido co- de las distintas comunidades académicas fueron nece-
mún como argentina, pude visualizar que en este país sarios para sistematizar una postura de sus miembros
constituido a la luz de la nacionalidad por contrato ante una realidad compleja , problemática y cambiante.
ciudadano pero con extensos períodos de persecución El hecho de que estos códigos no hayan cerrado el de-
política , ser asignado al Estado es, para la mayoría de bate acerca de si, aún con fines humanitarios, la ética
los argentinos, ser identificado más que como extranje- sigue sosteniendo la concepción occidental e indivi-
ro, como enemigo. Mi posición de presunto espía de mis dualista de la "persona" (Fluehr-Lobban 1991; Huizer
connacionales me ubicaba en el polo de la anti-nación, &: Manheim 1979; Wilson 1993), muestra la contra-
independientemente de mis explicaciones y buenas in- dictoria realidad única y plural en la que ha crecido el
tenciones. 1trabajo de campo etnográfico.

El trabajo de campo etnográfico se ha planteado


desde sus comienzos como parte del trabajo académi-
co occidental y por lo tanto como una tarea masculi-
na, individual, adulta y occidental-europea, ante Otros
-marginados de la propia sociedad, pertenecientes a
culturas distintas y distantes-o Este proceso ha creado
una "persona" un tanto excéntrica que, por un tiempo ,
se recorta de su medio y comodidades habituales para
sumergirse en un medio ajeno, frecuentemente difícil
y hasta peligroso, sin ningún interés material aparente.
Como vimos, los intentos de borrar al investigador, sea
mediante técnicas estandarizadas, o por la fusión con
los nativos, incidió en la falta de conceptualización de
su persona moral, social y política, en pos del conoci-
miento altruísta, impersonal y universal. Sin embargo ,
este giro nunca fue completamente exitoso porque los
vandalismos del siglo XX requirieron un pronunciamien-
to explícito de las corporaciones académicas, y porque los
pueblos que solían ser objeto de la investigación etnográ-
fica protagonizaron esos mismos vandalismos como VÍc-
timas y victimarios. Los códigos de ética antropológica

118 119
CAPÍTULO 6.
EpÍLOGO. EL MÉTODO ETNOGRÁFICO
EN EL TEXTO

A lo largo de estas páginas hemos intentado mos-


trar que el trabajo de campo etnográfico es una de las
modalidades de investigación social que más demanda
del investigador, comprometiendo su propio sentido del
mundo, del prójimo y de sí mismo, de la moral, del des-
tino y del orden. Nuestro cometido fue adoptar seria-
mente el postulado de que el mundo social es reflexivo,
llevando consigo más exigencias y controles de lo que
su flexibilidad y apertura hacen suponer.
Como señalamos al iniciar el volumen, el método
etnográfico se mantuvo bastante fiel a sí mismo desde
su primera "sistematización", aunque añadiendo algunas
dimensiones que incorporaron al investigador como
variable sociocultural del conocimiento. Este decurso
se pone de manifiesto en las formas en que los etnó-
grafos han escrito sobre el trabajo de campo.
Como ya señalamos, el método etnográfico es aquel
mediante el cual el investigador produce datos que
constituyen la evidencia de un tipo particular de tex-
to, la etnografía. Una etnografía es, en primer lugar, un
argumento acerca de un problema teórico-social y cul-
tural suscitado en torno a cómo es para los nativos de

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ROSANA GUBER La etnografía. Método , campo y reflexividad

una aldea, una villa miseria, un laboratorio o una base especiales como la introducción o un primer capítulo
espacial, vivir y pensar del modo en que lo hacen. Los de "cuestiones metodológicas".
elementos del texto etnográfico son 1) la pregunta o pro- La progresiva sistematización de un corpus meto-
blema, 2) la respuesta, explicación, o interpretación, 3) dológico-técnico en las ciencias sociales dio lucrar a los
b
los datos que incluye como evidencias para formular el manuales de trabajo de campo etnográfico. Aquí una
problema y para darle respuesta, y 4) la organización de caótica flexibilidad debe ajustarse a la sistematicidael
estos elementos (problema, interpretación y evidencia) lógica y secuencial del proceso de investigación, inde-
en una secuencia argumental Uacobson 1991:2). pendientemente de que esté encarado por hombres o
Un argumento implica "pretensiones" (claims) - lm~eres, jóvenes o viejos, nativos o extranjeros. Con ra-
conclusiones - interpretaciones - explicaciones - aser- ras excepciones, estos manuales suelen escindir el méto-
ciones - proposiciones, acerca del comportamiento de do de conocimiento, de su objeto, intentando domesticar
un pueblo, una cultura, una sociedad, y los "datos" o técnicas construidas para reconocer lo diverso, en una
bases (grounds), que proveen el fundamento de las pre- batería uniforme ele herramientas. La misma figura del
tensiones y constituyen su evidencia. Su organización investigador queda homogeneizada bajo la "persona"
sigue los "garantes" (warrants) o pasos lógicos que vin- moderna y occidental que popularizó el trabajo de cam-
culan la conclusión con los datos. Estos garantes permi- po CAgar 1980; Bemard 1988; Bulmer 1982; Burgess
ten saber si los datos proveen un soporte genuino para 1982, 1984; Crane &: Angrosino 1984; Ellen 1984;
cierta conclusión (S.E.Toulmin, enJacobson 1991:7-8). Hammersley &: Atkinson 1983; Pelta &: Pelta 1970).
Leer una etnografía requiere identificar las pretensio- Desde 1960, las experiencias autobiográficas de cam-
nes o propósitos de la etnografia y evaluarlos con refe- po se impusieron como un género en sí mismo. Sus au-
rencia a los datos presentados como su fundamento tores describen las condiciones de trabajo en terreno,
(lbid.:8-9). las dificultades de acceso, las sospechas de los poblado-
El trabajo de campo y las técnicas empleadas resur- res, la elección de un lugar de residencia, los métodos,
gen, casi involuntariamente, a lo largo de todo el tex- fracasos y logros, hasta el cierre y la partida del lugar
to, como reconocía el historiador de la antropología (Golde 1970; Freilich 1970). Sin embargo, y al per-
George W Stocking Ur) al señalar que en Los Argonau- manecer escindidas del texto etnográfico principal,
tas del Pacifico Occidental, pese a referirse a un nutrido estas autobiografías proveen cierto material reflexivo
número de casos, Malinowski sólo había participado que no puede ser cotejado con las demandas argumen-
de una expedición marítima de Kula, que además fra- tales del autor.
casó (una buena razón para que su presencia fuera tole- Las autobiografías reflexivas de campo publicadas
rada por esa única vez) (1983). Sin embargo, los autores aproximadamente desde los años ochenta agregaron in-
suelen reservar estas puntualizaciones a secciones teresantes elaboraciones sobre el imaginario que ronda a

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ROSANA GUBER La etn ografía. Método, campo y reOexividad

las relaciones de poder entre investigador e informan- más con el campo de la retórica que con el trabajo em-
tes (Barley 1989; Dwyer 1982; Miller 1995; Rabinow pírico. l o El trabajo de campo entra en el debate como
1977; Stoller &: Oakes 1987). El llamado postmoder- "la representación textual del trabajo de campo" en la
no a la reflexividad supuso que el etnógrafo debía so- búsqueda de autoridad etnográfica basada en la autenti-
meter a crítica su propia posición en el texto y en su cidad de la experiencia etnográfica. La discusión sobre
relato (account, descripción) del pueblo en estudio, ba- cómo el trabajo empírico incide , modela y condicio-
jo el supuesto de que lo que estamos capacitados para na la obra etnográfica, se subordina ahora a la presen-
ver en los demás depende en buena medida de lo que cia narrativa del autor (Rabinow 1977; Dwyer 1982 17 ;
está en nosotros mismos. Para James Clifford, entre Taussig 1987).
otros, la reflexividad es no sólo un instrumento de co- Las posibilidades abiertas por las nuevas etnografías
nocimiento, sino también de compensación de las asi- demandarían un volumen aparte. Generalmente sue-
metrías entre Occidente y el Otro. Pero esta reflexividad le calificarse como "etnografías experimentales" (por opo-
ocurre, para este y otros autores, al nivel de la práctica sición a las "etnografías realistas"'~) a los textos donde la
textual y de la representación escrita. Si, como Clifford subjetividad del autor ocupa un lugar tan o más central
propone, el conocimiento debe plantearse "dialógica-
mente", vale decir, en permanente negociación y plu-
16 Ello es claro en los títulos de las obras fundantes de esta co-
ralidad de voces, la "cultura" habría dejado de ser un niente: desde el seminal Sobi-e la escritura de la etnogr-afía (On the
hecho dado y exterior, para reconocerse como resultan- \Vriting of Ethnography) de VCrapanzano (1977) hasta WI-Wng Cul-
te de un proceso intersubjetiva convergente, divergente ture) (C¡¡fford y Marcus 1986); Sobre la autoridad etnográfica, de J
( lifford (1991); o Understanding Ethnographic Texts de P. Atkinson
y paralelo. Al perder "el status de sujeto cognoscente (1992), entre muchos otros.
privilegiado, el antropólogo es igualado al nativo y tie- 17 Dwyer (1982) señala que la interacción debe ser transcripta
ne que hablar sobre lo que los iguala: sus experiencias literalmente en la etnografía, para no distorsionar al "Otro" a través de
las composiciones realizadas por el Yo. Por eso recurre a la presenta-
cotidianas" (Pires do Río Caldeira 1988:142; n.t.). En ción textual de sus diálogos con el Fakir marroquí, mientras evita
la mayoría de las investigaciones etnográficas esas ex- incluir fragmentos que su informante considera inconvenientes .
periencias suceden en el campo. 18 Las etnografías que algunos críticos llaman "realistas" (la ma-
yorla de las etnografías clásicas) buscan representar la realidad de
Por eso algunos autores transcriben in extenso sus un mundo o forma de vida (Marcus &. Fischer 1986:23), bajo la
recuerdos y vivencias, sus diálogos y anécdotas, no pa- ilusión empirista de la naturaleza no mediada de los datos obteni-
ra evaluar la articulación entre los datos, la teoría y la dos en terreno, a través de distintos recursos: el ocultamiento de la
presencia del autor en e! texto y de! investigador en e! campo; la su-
interpretación sino para experimentar en el texto una
presión de la perspectiva del individuo miembro de una cultura en fa-
relación investigador-informantes más equitativa. Por vor de un tipificado punto de vista nativo, y la ubicación de la cultu-
eso, también, los conceptos operan como vehículos ra en un presente etnográfico atemporal. La etnografía realista busca
privilegiados para analizar cuestiones que se vincularían su legitimidad fundiendo realidad empírica, trabajo de campo y repre-
sen tación textual, fusión vehiculizada por la p resencia directa de!

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ROSANA GUBER
La etnografía. Método , campo y reflexividad

que los nativos, y donde, por tratarse de subjetividades, (Brete ll 1996). En este punto la globalización es tan
el material de campo está más asociado al deseo narcisis- ostensible que, aunque no llegue a revertir las asime-
ta y a la capacidad de conmover a la audiencia, que como trías sociales, culturales y políticas, alcanza a poner en
evidencia de un argumento sistemáticamente expuesto. 19 contacto, siquiera mediatizado, a las múltiples fuentes
Sin embargo, esta crítica es algo injusta pues en muchos de saberes que produce el género humano en sus más
casos este nuevo subgénero plantea lo que otros etnó- variadas formas. Ésta es, quizás, la razón práctica para
grafos han olvidado de hecho en sus obras: someter el seguir haciendo etnografía: someter nuestras elucubra-
mundo propio al mismo análisis que el mundo ajeno ciones epistemo-etno-céntricas al diálogo con las urgen-
(un notable antecedente es el de Frederich 1977). cias, las historias y las vidas de los nativos de cualquier
Esta línea de trabajo parece hacer justicia a lo que punto del planeta.
se revela como una diferencia crucial con la época de
Malinowski: hoy los nativos sí leen aquello que se es-
cribe sobre ellos, frecuentemente poniendo en tela de
juicio las conclusiones "autorizadas" de los etnógrafos

autor en la planificación de la investigación, en el campo y en la re-


dacción (Van Maanen 1995:7). "". lo que da al etnógrafo autoridad
y al texto un sentido general de realidad concreta es la pretensión
del esclitor de representar un mundo tan sólo como alguien que lo
conoció de primera mano puede hacerlo, constituyendo asl un
fuerte lazo entre la escritura etnográfica y el trabajo de campo"
(Marcus &: Fischer 1996:23, n.t.). En vez, las etnograflas que estos
cnticos llaman "experimentales" de-construyen esta yuxtaposición
y explicitan el proceso de exposición e investigación tanto en el
campo como en el gabinete. El objetivo es presentar la voz del au-
tor como una más, en diálogo y tensión con los nativos, cuya repre-
sentación siempre se ejerce desde algún posicionamiento (Marcus
&: Cushman 1982; Marcus &: Fischer 1986).
19 La capacidad persuasiva de un autor depende de las audien-
cias a las que dirija su texto y esta dirección, como sabemos, no
puede estar predeterminada por el autor. Tal es el caso no sólo de
las audiencias o lectorados académicos y legos, en general (Van
Maanen 1988:25-33) , sino fundamentalmente de los lectorados
académicos y legos que corresponden al ámbito y la población objeto
de investigación. aquéllos que han sido objeto de la investigación.
Para el análisis de estos casos, ver Bretell 1996.

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