Vous êtes sur la page 1sur 15

ASISTENCIA TÉCNICA

I. ANTECEDENTES

El antecedente a los servicios de asistencia técnica, tal como la tenemos regulada


por la legislación vigente, son los servicios técnicos. El marco jurídico regulatorio de
ese entonces estaba dado por el Decreto Legislativo N°774, el cual consideraba un
listado más corto de supuestos de renta de fuente peruana, estableciéndose, entre
otros, los siguientes:

“Artículo 9.- En general y cualquiera sea la nacionalidad o domicilio de las


partes que intervengan en las operaciones y el lugar de celebración o
cumplimiento de los contratos, se considera rentas de fuente peruana:
(...)
c)Las originadas en el trabajo personal o en actividades civiles,
comerciales o de cualquier índole, que se lleven a cabo en territorio
nacional”.(Decreto Legislativo 774-2004)

Como es de verse, el criterio de conexión era el principio de la fuente, entendido como


el lugar de prestación efectiva de los servicios.

Por otro lado, el artículo 48° inciso d) del mencionado Decreto Legislativo N°774,
establecía como presunción que no admitía prueba en contrario, que los sujetos no
domiciliados en el país que ejecutaban servicios técnicos que requerían la
realización de actividades parte en el país y parte en el extranjero obtenían rentas de
fuente peruana equivalentes al 40% de los ingresos brutos obtenidos.(Decreto
Legislativo N°774,art 48).

Los denominados servicios técnicos se encontraban definidos en el artículo 27° inciso


c) del en aquel entonces vigente Reglamento de la LIR, como sigue:

Artículo 27°. - RENTA NETA DE NO DOMICILIADOS


A fin de determinar la renta neta presunta a que se refiere el Artículo 48° de
la Ley son de aplicación las siguientes normas:
(...)
c) Los servicios técnicos a que se refiere el inciso d) del Artículo 48° de la
Ley, son aquéllos que suponiendo la aplicación de conocimientos
especializados, requieren el ejercicio en el país de actividades que
configuran la prestación de servicios al usuario domiciliado en el mismo,
ejecutadas de acuerdo con las directivas o instrucciones impartidas por el
usuario y sometidos a su supervisión.
No están comprendidas en el inciso d) del Artículo 48° de la Ley, las
actividades que las personas jurídicas no domiciliadas desarrollen en el país
a fin de suministrar las informaciones relativas a la experiencia industrial
comercial y a las que se refieren los Artículos 27° de la Ley y 16° de este
Reglamento.
En los casos previstos en el inciso d) del Artículo 48° de la Ley, los ingresos
brutos no incluyen los gastos asumidos por el contratante domiciliado por
concepto de pasajes fuera y dentro del país y de viáticos en el país.

De las normas antes citadas, puede verse que el criterio de conexión para los
servicios técnicos era un criterio de fuente bastante más simple, esto es, se disponía
que se encontrarán gravadas en el país en aquellos casos en que se lleven a cabo
servicios en el extranjero y en el Perú, estableciéndose para ello una presunción iure
et de iure destinada a determinar la proporción de los servicios que se encontrarían
gravados en el país.

Es decir, en el caso de los servicios técnicos el elemento que habilitaba el pago del
impuesto en el Perú era principalmente la existencia de actividades llevadas a cabo
en el país (no el íntegro de éstas, aunque sí por lo menos una parte de las mismas),
con lo cual el nexo territorial se estructuraba sobre un criterio clásico del “lugar de
prestación” de los servicios. Éste sin embargo fue uno de los principales aspectos de
los que se prescindió al momento de regular el nuevo concepto de asistencia técnica1.

Ahora bien, los servicios técnicos de manera similar a la figura de asistencia técnica
vigente, suponía la existencia de conocimientos especializados necesarios para la
prestación de los servicios técnicos en cuestión y establecía la diferencia de los
servicios técnicos respecto de aquellos conceptos cuya explotación da lugar al pago
de regalías, tales como las transferencias de know- how.(art 27 de la Ley y 16° de
este Reglamento).

II. CONCEPTO DE ASISTENCIA TÉCNICA

Con la publicación del Decreto Legislativo N°945 el 23 de diciembre de 2003; del


Decreto Supremo 086-2004-EF, el 4 de julio de 2004; y del Decreto Supremo 134-
2004-EF, el 5 de octubre de 2004, se otorgó el nuevo marco regulatorio a la figura de
la asistencia técnica.

Si queremos entender con qué finalidad se regula la asistencia técnica en el país,


debemos tener en cuenta que dado que la Ley del Impuesto a la Renta permite la
deducción de los gastos por concepto de asistencia técnica, es decir permite que el
contribuyente domiciliado pueda disminuir la base imponible del impuesto, entonces
resulta lógico que a fin de evitar la erosión de dicha base imponible, el legislador haya
optado por aplicar un mecanismo que neutralice dicho gasto y permita realizar
retenciones por las contraprestaciones entregadas a los no domiciliados por concepto
de asistencia técnica. (Eduardo Joo Garfias, Ramón Esquives Espinoza. Alcances del concepto
de asistencia técnica en los servicios de consultoría y asesoría: a propósito de los criterios vertidos por
la Sunat.)

Así, según el Decreto Legislativo N°945:

Artículo 9°. - En general y cualquiera sea la nacionalidad o domicilio de las


partes que intervengan en las operaciones y el lugar de celebración o
cumplimiento de los contratos, se considera rentas de fuente peruana:
(...)
j) La obtenida por asistencia técnica, cuando ésta se utilice
económicamente en el país. (Decreto Legislativo N°945)

Por su parte, el Reglamento de la Ley del impuesto a la renta vigente, establece:


“Artículo 4°-A.- RENTAS DE FUENTE PERUANA
Para efectos de lo establecido en el artículo 9° de la Ley, se tendrá en cuenta
las siguientes disposiciones:
(...)
c) Se entiende por Asistencia Técnica a todo servicio independiente, sea
suministrado desde el exterior o en el país, por el cual el prestador se
compromete a utilizar sus habilidades, mediante la aplicación de ciertos
procedimientos, artes o técnicas, con el objeto de proporcionar
conocimientos especializados, no patentables, que sean necesarios en el
proceso productivo, de comercialización, de prestación de servicios o
cualquier otra actividad realizada por el usuario.

La asistencia técnica también comprende el adiestramiento de personas


para la aplicación de los conocimientos especializados a que se refiere el
párrafo anterior.

No se considera como asistencia técnica a:


i) Las contraprestaciones pagadas a trabajadores del usuario por los
servicios que presten al amparo de su contrato de trabajo.
ii) Los servicios de marketing y publicidad.
iii) Las informaciones sobre mejoras, perfeccionamientos y otras novedades
relacionadas con patentes de invención, procedimientos patentables y
similares.
iv) Las actividades que se desarrollen a fin de suministrar las informaciones
relativas a la experiencia industrial, comercial y científica a las que se
refieren los artículos 27° de la Ley y 16°.
v) La supervisión de importaciones

En estos dos últimos casos la contraprestación recibirá el tratamiento de


regalías.
La renta neta por concepto de asistencia técnica, de conformidad con lo
establecido por el inciso d) del Artículo 76 de la Ley, no incluye los gastos
asumidos por el contratante domiciliado por concepto de pasajes fuera y
dentro del país y de viáticos en el país.

(...).”

Como primer punto, es de verse que se eliminó el término de servicios técnicos y con
él la presunción que recogía el artículo 48° inciso d) del mencionado Decreto
Legislativo N°774.

Ahora bien, la Ley no contiene una definición de asistencia técnica, sino que es el
reglamento el que le da contenido, sin embargo, aun cuando la publicación del
reglamento se dio de manera posterior a la ley, no por eso podría afirmarse que en
este extremo la ley haya sido inaplicable mientras no entraba en vigencia el
reglamento, ya que a fin de entender el concepto de un término es válido recurrir a
otras fuentes, tales como el significado léxico. Así lo entiende el Tribunal Fiscal, quien
al delimitar el alcance del término “utilización económica del servicio en el exterior”
sostiene: “durante el período acotado no existió norma que definiera qué debía
entenderse por utilización económica del servicio en el exterior, por lo que procede
remitirse a la definición de la palabra “utilizar”, que según el Diccionario de la Lengua
Española de la Real Academia Española significa (Informe N°021-2005-SUNAT/2B0000)
Según lo establecido en el reglamento, para que se pueda calificar un servicio como
asistencia técnica es preciso que se evidencien ciertas características específicas,
las cuales serán desarrolladas en los siguientes párrafos:

El reglamento también nos indica que para que una operación se trate de asistencia
técnica, esta debe tratarse de un servicio independiente que comprometa al
prestador a utilizar sus habilidades mediante la aplicación de ciertos procedimientos,
artes o técnicas; con lo cual se entiende, tal como indica el Informe N°021-2005-
SUNAT/2B0000 2 , que en el concepto de asistencia técnica no se comprenden
servicios que podrían ser altamente especializados pero que se brinden al amparo de
un contrato de trabajo en donde existe una relación de dependencia.

Cabe precisar que la asistencia técnica puede ser prestada tanto por una persona
jurídica como por una persona natural, exigiéndose únicamente que el servicio sea
prestado por una persona independiente de la empresa con la que no existe un
vínculo laboral.

Así también, para que se configure la asistencia técnica se requiere que ésta tenga
por objeto proporcionar conocimientos especializados no patentables.

En la doctrina se han presentado discusiones respecto a qué debe entenderse por


“proporcionar conocimientos especializados”, pues el cabal entendimiento de estos
términos resulta de suma importancia para calificar a una actividad como asistencia
técnica o no, con todas las consecuencias respecto al tratamiento tributario que de
ella se deriva.

Para esto, es necesario tener claro que la asistencia técnica se trata de una
prestación de servicios y más específicamente de una prestación de hacer. Es así
que cabe distinguir a la asistencia técnica de todas aquellas operaciones que no
consisten en un hacer sino en la concesión o entrega (obligación de dar temporal o
definitiva) de un bien o derecho, aunque en virtud de tal concesión se advierta algún
grado de transferencia tecnológica o de conocimientos especializados. No obstante,
lo dicho, el reglamento de la LIR incluye dentro del concepto de asistencia técnica,
de manera puntual, a ciertas actividades de resultado, las cuales serán abordadas en
el siguiente punto.

Este elemento caracterizador de la asistencia técnica resulta de utilidad para


diferenciarla con el concepto de regalías. Para ello citamos lo establecido en el
artículo 27° de la Ley del impuesto a la renta, según el cual califica como regalía:
“(…) toda contraprestación por (…) la información relativa a experiencia
industrial, comercial o científica (entendida como) toda transmisión de
conocimientos, secretos o no, de carácter técnico, económico, financiero, o
de otra índole referidos a actividades comerciales o industriales, con
prescindencia de la relación que los conocimientos transmitidos tengan con
la generación de rentas de quienes los reciben y del uso que éstos hagan
de ellos”.
Tal como nos hacer ver Gonzalo La Torre Osterling,( Gonzalo La Torre Osterling
) a partir de esta definición de regalías, podemos poner de relieve dos diferencias
entre esta figura y la de asistencia técnica. La primera, referida a que este último
concepto versa necesariamente sobre información “no patentable”, característica no
presente en la regalía. Así, citando a Miguel Ángel Torres Morales3, (“El contrato de
Asistencia Técnica” Miguel Ángel Torres Morales) el elemento diferenciador entre un concepto
de asistencia técnica y uno de know-how, es que en el primero se transfiere
conocimientos de tecnología no secretos; mientras que, en el segundo, dicha
transferencia versa sobre conocimientos que necesariamente lo son.

La segunda diferencia la tenemos en que la transferencia de conocimientos retribuida


con la regalía se limita a eso, a la mera transferencia de los mismos (sin perjuicio del
uso que de ellos haga quien los recibe), en cambio, la asistencia técnica implica la
utilización de conocimientos especializados para dar recomendaciones, sugerencias
e instrucciones relacionadas al proceso productivo.

Efectivamente, tal como señala La Torre Osterling, este concepto se encuentra


intrínsecamente ligado con el hecho que la asistencia técnica no es una actividad de
resultado, pues siempre debe implicar la transmisión o transferencia de
conocimientos, no simplemente la resolución de un problema o asunto técnico,
científico, profesional u otro, específico, sin enseñar “el cómo” se realiza tal o cual
actividad.

Por otro lado, remitiéndonos a la exposición de motivos del Decreto Supremo N°134-
EF-2004, tenemos que, proporcionar conocimientos especializados implica en buena
cuenta que el prestador transmita o transfiera tal conocimiento al usuario y que esa
transmisión se realizará a través de: recomendaciones, sugerencias, instrucciones.
La exposición de motivos termina diciendo “como se observa, el concepto de
asistencia técnica involucra no sólo un hacer, sino que éste debe otorgar un valor
agregado para el usuario en la medida que éste se aprovecha directamente de las
habilidades del prestador”.

Según expone Ramón Gálvez Márquez4,(Asistencia técnica ¿qué comprende? Ramón Gálvez
Márquez) podríamos distinguir los casos en los que el objeto del servicio es
proporcionar conocimientos de aquellos en los que el objeto es el de proporcionar
información. Si es que escudriñamos en ambos, podríamos encontrar que hay una
diferencia de calidad, pues en el primero el objeto es transmitir formas, métodos,
reglas, procedimientos o similares para hacer las cosas o definir algo, que el usuario
puede hacer suyos para replicarlos de manera indefinida; mientras que en segundo
sólo hay datos, de mayor o menor interés, pero que no tienen la virtud de revelar la
manera cómo se puede hacer u obtener algo.

En esta línea argumental se pronunció la Administración tributaria en el Informe


N°014-2005-SUNAT/2B00005,( Informe N°014-2005-SUNAT/2B0000)en el que se señaló
que “la realización de actividades en el exterior con el objeto de ubicar en él
compradores para los productos de empresas domiciliadas en el país no califica como
un servicio de asistencia técnica, por lo que las comisiones pagadas a sujetos no
domiciliados por concepto de dicho servicio no constituyen rentas de fuente peruana”.
La Administración llegó a dicha conclusión al verificar que no existía una transmisión
de conocimientos al prestarse el servicio.

De manera similar, en el Informe N°021-2005-SUNAT/2B00006,( Informe N°021-2005-


SUNAT/2B0000) la SUNAT ha señalado que

Otro de las notas características que configuran la asistencia técnica es que los
conocimientos especializados sean necesarios en el proceso productivo, de
comercialización, de prestación de servicios o cualquier otra actividad realizada por
el usuario.

El concepto de necesario juega un rol especialmente importante pues definirá,


aunado a los demás requisitos si es que el servicio califica como asistencia técnica o
no. En efecto, podría ser que un servicio no esté incluido entre alguno de los servicios
específicamente señalados entre los numerales 1 al 3 del literal c) del artículo 4-A del
Reglamento de la LIR, como sucedería por ejemplo con los servicios legales o de
asesoría financiera distintos a los descritos en el mencionado numeral 3, pero que sí
califiquen como asistencia técnica en vista del rol que tienen para el usuario en la
generación de sus ingresos. Es este el rol que será determinante para establecer si
es que el servicio es necesario o no7. Ramón Gálvez Márquez

Al respecto, la Administración Tributaria al ser consultada sobre los alcances del


requisito de que los servicios contratados sean necesarios en el proceso productivo,
de comercialización, de prestación de servicios o cualquier otra actividad realizada
por el usuario, señaló8 que “a efecto que un servicio califique como asistencia técnica ,
el servicio prestado debe tener tal grado de conexión con el proceso productivo, de
comercialización, de prestación de servicios o cualquier otra actividad realizada por
el usuario, que resulte siendo indispensable para el desarrollo de dicho proceso. Es
decir, sin la prestación de dicho servicio el usuario no se encontraría en la
posibilidad de desarrollar su actividad, factor que resulta esencial para considerar
el servicio como de asistencia técnica”. (N°168-2008-SUNAT/2B0000)

Finalmente indica que, “un servicio de asistencia técnica, para ser tal, además de
cumplir con las otras características señaladas por dicha norma, deberá transmitir
conocimientos especializados no patentables esenciales para la realización del
proceso del cual se originan los ingresos del contribuyente. En caso contrario, de no
guardar dicho grado de vinculación con el proceso respectivo, un servicio no podrá
ser considerado como de asistencia técnica, aun cuando se trate de un gasto causal
en los términos del artículo 37° del TUO de la Ley del Impuesto a la Renta”.
Al respecto, la Exposición de motivos del Decreto Supremo N°086-2004-EF plantea
lo siguiente:

“El reglamento parte del hecho que con la asistencia técnica el usuario se
encontrará en la posibilidad económica y práctica de brindar servicios, producir
bienes o venderlos. Por ejemplo, si un estudio de abogados (sociedad civil)
necesita proveer servicios de consultoría a una empresa domiciliada que
mantiene negocios en España y para que pueda otorgar una opinión veraz y
cierta, requiere a su vez de la opinión técnica de un estudio de abogados
corresponsal en la ciudad de Madrid, dicho servicio tendría que ser calificado
como asistencia técnica puesto que, sin tal opinión previa, la sociedad civil
peruana no podría prestar el servicio para el cual fue contratada.
Contrariamente, existen ciertos servicios que el mismo reglamento asume como
accesorios a los procesos de producción, comercialización y prestación de
servicios del usuario, tales como los servicios de marketing y publicidad”.

En ese mismo sentido, la exposición de motivos del Decreto Supremo N°134-2004-


EF, siguiendo el criterio expuesto en el párrafo precedente, establece que la
asistencia técnica es necesaria cuando “es esencial para el desarrollo de alguna
actividad. Si el servicio es prescindible no hay asistencia técnica”, así también señala
que “esa actividad en la que se subsume el servicio de asistencia técnica es la propia
del giro del negocio”.

Las exposiciones de motivos, de esta manera, también definen que el alcance del
término “necesarios” sobrepasan a la causalidad y más bien se centra en la
vinculación y grado de conexión que debe existir entre la prestación y la actividad
misma que desarrolle el usuario.

Sobre este punto nos parece interesante mostrar los ejemplos citados por Ramón
Gálvez Márquez9 (Ramón Gálvez Márquez) a fin de poder identificar cuándo estamos
ante un servicio necesario:

 Una empresa petrolera contrata a asesores financieros del exterior para que les
proporcionen asesoría para la obtención de financiación para un importante
proyecto de explotación de hidrocarburos. Es claro que la asesoría recibida será
importante y cumplirá con el principio de causalidad; pero también es cierto que
la asesoría financiera no tiene una relación de “necesidad” con la explotación
misma de los hidrocarburos, pues no guarda vínculo alguno con el conocimiento
y la técnica que se requiere para extraer el hidrocarburo, la definición del tipo de
equipos que se necesitan, los riesgos de ingeniería involucrados, la profundidad
de los pozos, la eficiencia de la extracción, y demás situaciones propias de la
actividad petrolera. Siguiendo la lógica de la exposición de motivos del Decreto
Supremo N° 134-2004-EF, en este caso el servicio prestado no se subsume en
la actividad propia del usuario, por lo que no califica como asistencia técnica.

 El mismo servicio expuesto en el párrafo anterior es prestado a una entidad


consultora dedicada a la asesoría en proyectos de inversión. La empresa peruana
utiliza este servicio para prestar a su vez servicios a sus clientes en el Perú. Sin
duda, aunque este servicio no está descrito en los numerales 1 al 3 del literal c)
del artículo 4-A del Reglamento de la Ley del IR, sí califica como asistencia
técnica en vista de que a través del servicio se están transmitiendo conocimientos
y técnicas que son utilizados por el usuario para el propio desarrollo de sus
servicios generadores de rentas. Conforme a ello, siguiendo la lógica de la
exposición de motivos del Decreto Supremo N° 134-2004-EF, en este caso el
servicio prestado se subsume en la actividad propia del usuario.

III. SUPUESTOS ESPECÍFICOS DE ASISTENCIA TÉCNICA

El artículo 4-A° del Reglamento de la LIR señala tres supuestos en los que
necesariamente existe asistencia técnica. Dichos supuestos son los siguientes:

a) Servicios de ingeniería: La ejecución y supervisión del montaje, instalación y


puesta en marcha de las máquinas, equipos y plantas productoras; la calibración,
inspección, reparación y mantenimiento de las máquinas, equipos; y la realización de
pruebas y ensayos, incluyendo control de calidad, estudios de factibilidad y proyectos
definitivos de ingeniería y de arquitectura.

b) Investigación y desarrollo de proyectos: La elaboración y ejecución de


programas pilotos, la investigación y experimentos de laboratorios; los servicios de
explotación y la planificación o programación técnica de unidades productoras.

c) Asesoría y consultoría financiera: Asesoría en valoración de entidades


financieras y bancarias y en la elaboración de planes, programas y promoción a nivel
internacional de venta de las mismas; asistencia para la distribución, colocación y
venta de valores emitidos por entidades financieras.

En este sentido, debemos entender que aún cuando estos servicios no cumplan las
características de asistencia técnica descritas en la norma, califican como tal. En la
propia exposición de motivos del Decreto Supremo N°086-2004-EF señala que esta
inclusión obligatoria responde al hecho que se pretendió introducir casos de altísima
especialización y complejidad en los que se asumía que, de todas maneras, dicha
asistencia técnica era objeto de prestación. Así, en estos supuestos la definición
debía quedar reducida a casos concretos y de detalle que permitieran la
interpretación simple de la norma”.

En este punto, cabe hacer énfasis en que el reglamento establece supuestos que
califican como asistencia técnica aun cuando aquellos no satisfacen la definición
general de ésta; es decir, la norma reglamentaria es la que termina estableciendo
nuevos supuestos de hecho gravados, contraviniendo de esta manera los principios
de legalidad y reserva de ley. Al respecto el artículo 74° de nuestra Constitución
Política prescribe:

Artículo 74°. - Los tributos se crean, modifican o derogan, o se establece


una exoneración exclusivamente por ley o decreto legislativo en caso de
delegación de facultades, salvo los aranceles y tasas, los cuales se regulan
mediante decreto supremo.
(...) El Estado, al ejercer la potestad tributaria debe respetar los principios
de reserva de ley, y los de igualdad y respeto de los derechos
fundamentales de la persona. Ningún tributo puede tener carácter
confiscatorio.”

Ahora bien, encontramos la norma IV del Código Tributario en donde se encuentran


especificados tanto el Principio de Legalidad como el de Reserva de Ley, dicha norma
señala:

NORMA IV: PRINCIPIO DE LEGALIDAD-RESERVA DE LEY


Sólo por Ley o por Decreto Legislativo, en caso de delegación se puede:

a) Crear, modificar y suprimir tributos; señalar el hecho generador de la


obligación tributaria, la base para su cálculo y la alícuota; el acreedor
tributario; el deudor tributario y el agente de retención o percepción, sin
perjuicio de lo establecido en el Artículo 10°;
(...)

Así también, si bien el propio Tribunal Constitucional ha reconocido el carácter relativo


del principio de reserva de ley, también ha dejado claramente establecido que la
descripción del hecho gravado no puede estar delimitado por el reglamento sino por
la Ley:

“21. Asimismo, en cuanto a la creación del tributo, la reserva de ley puede


admitir excepcionalmente derivaciones al reglamento, siempre y cuando, los
parámetros estén claramente establecidos en la propia ley o norma con
rango de Ley. Para ello, se debe tomar en cuenta que el grado de concreción
de sus elementos esenciales será máximo cuando regule los sujetos, el
hecho imponible y la alícuota; será menor cuando se trate de otros
elementos. En ningún caso, sin embargo, podrá aceptarse la entrega en
blanco de facultades al Ejecutivo para regular la materia.
De este modo, la regulación del hecho imponible en abstracto- que requiere
la máxima observancia del principio de reserva de Ley-, debe comprender
la alícuota, la descripción del hecho gravado (aspecto material), el
sujeto acreedor y deudor del tributo (aspecto personal), el momento del
nacimiento de la obligación tributaria (aspecto temporal), y el lugar de su
acaecimiento (aspecto espacial), según ha señalado este Tribunal
(Expediente N° 2762-2002-AA/TC y N° 3303-2003-AA/TC).10”

En base las normas citadas de carácter constitucional y legal, la inclusión de nuevos


supuestos de hechos calificados como asistencia técnica por parte del reglamento de
la LIR resulta lesiva a los principios de legalidad y de reserva de ley; no obstante, a
la fecha, la aplicación de este artículo del Reglamento de la LIR sigue gozando de
plena vigencia en la práctica. (Decreto Supremo 134-2004-EF, publicado el 5 de octubre de 2004.)

Otro de los puntos que debe discutirse es, desde cuándo entra en vigencia estas
normas referidas a los tres presupuestos que por voluntad del legislador
necesariamente califican como asistencia técnica. Veamos, el Decreto Legislativo
N°945 que incluye la asistencia técnica expresamente en el artículo 9° de la LIR fue
publicada el 23 de diciembre de 2003, entonces, según lo establecido por la norma X
del Título Preliminar del Código Tributario11, al ser una ley referida a un tributo anual,
rige desde el primer día del siguiente año, esto es desde el 01 de enero de 2004. Por
otro lado tenemos, el Decreto Supremo N°086-2004-EF, publicado el 4 de julio de
200412, el cual contempla una definición de asistencia técnica e incluye tres servicios
que necesariamente calificarán como asistencia técnica aun cuando no se
enmarquen dentro de la definición general de esta, al tratarse de actividades de
resultado.

La mencionada Norma X también refiere que los reglamentos rigen desde la entrada
en vigencia de la ley reglamentada y cuando se promulguen con posterioridad a la
entrada en vigencia de la ley, rigen desde el día siguiente a su publicación, salvo
disposición contraria del propio reglamento. En el caso del Decreto Supremo N°086-
2004-EF, el artículo 15° establece que este entrará en vigencia al día siguiente de su
publicación. Entonces, la pregunta que cabe en este contexto es desde cuándo rigen
los supuestos de excepción recogidos en el artículo 4-A° del Reglamento de la LIR,
que también califican como asistencia técnica. Consideramos que si bien el Decreto
Legislativo N°945 rige desde el 01 de enero de 2004, los supuestos de excepción del
Decreto Supremo N°086-2004-EF rigen desde el 01 de enero de 2005, primero
porque la publicación del reglamento fue posterior a la ley y en segundo lugar porque
el reglamento recoge supuestos de hecho que por sus características no se condicen
con la definición de asistencia técnica.

IV. CRITERIO DE CONEXIÓN

En general, las rentas que retribuyen servicios sólo son consideradas renta de fuente
peruana, según lo dispone el artículo 9° de la LIR, cuando dichas prestaciones se
llevan a cabo en el Perú. No obstante ello, el legislador ha hecho una excepción en
el caso de los servicios digitales y asistencia técnica, para los que no resulta relevante
si los servicios son prestados íntegramente en el extranjero, parte en territorio
nacional y parte en el extranjero, o que sean prestados íntegramente en el Perú, sino
que sólo bastará que la asistencia técnica sea utilizada económicamente en el Perú.,
para ser considerados renta de fuente peruana.

Lo que debe entenderse por “utilizada económicamente en el país” está establecido


en el propio Reglamento, el que señala:

“La asistencia técnica se utiliza económicamente en el país, cuando ocurre


cualquiera de los siguientes supuestos:

1. Sirve para el desarrollo de las actividades o cumplimiento de sus fines,


de personas domiciliadas en el país, con prescindencia que tales personas
generen ingresos gravados o no. Se presume que un contribuyente
perceptor de rentas de tercera categoría que considera como gasto o costo
la contraprestación por la asistencia técnica, el que cumple con el principio
de causalidad previsto en el primer párrafo del artículo 37° de la Ley, utiliza
económicamente el servicio en el país.
2. Sirve para el desarrollo de las funciones de cualquier entidad del Sector
Público Nacional.”

Como puede verse de este artículo, se presume que la asistencia técnica se utiliza
económicamente en el país, cuando la empresa puede deducir como costo o gasto
la contraprestación y además cuando esta es deducible para efectos del Impuesto a
la Renta.

V. ALÍCUOTA

El artículo 56° inciso f) de la LIR establece:

“Artículo 56°. - El impuesto a las personas jurídicas no domiciliadas en el


país se determinará aplicando las siguientes tasas:
(...)

f) Asistencia técnica: Quince por ciento (15%). El usuario local deberá


obtener y presentar a la SUNAT un informe de una sociedad de auditoría,
en el que se certifique que la asistencia técnica ha sido prestada
efectivamente, siempre que la contraprestación total por los servicios de
asistencia técnica comprendidos en un mismo contrato, incluidas sus
prórrogas y/o modificaciones, supere las ciento cuarenta (140) UIT vigentes
al momento de su celebración.

El informe a que se refiere el párrafo precedente deberá ser emitido por:

i) Una sociedad de auditoría domiciliada en el país que al momento de emitir


dicho informe cuente con su inscripción vigente en el Registro de
Sociedades de Auditoría en un Colegio de Contadores Públicos; o,
ii) Las demás sociedades de auditoría, facultadas a desempeñar tales
funciones conforme a las disposiciones del país donde se encuentren
establecidas para la prestación de esos servicios”

Como puede verse esta norma establece formalidades que deben ser cumplidas por
el usuario del servicio, la interrogante que surge en este punto es si la aplicación
reducida de la tasa del impuesto está sujeta al cumplimiento de estas formalidades.
De la literalidad de la norma se aprecia que la idea del legislador ha sido trasladarle
a la Firma de auditoría de prestigio internacional la labor de supervisar si el servicio
efectivamente se realizó. Esto parecería confirmar que este medio está siendo
utilizado, para que la Administración Tributaria cuente con los elementos necesarios
para determinar si realmente hubo gasto por servicios de asistencia técnica y
determinar si éste será o no deducible.

La doctrina compara este caso con el de la tasa aplicable a los intereses provenientes
de créditos externos, regulada en el inciso a) del mismo artículo antes citado 13, y en
el que se señala expresamente que la tasa de 4.99% está sujeta al cumplimiento de
determinados requisitos, lo que no ocurre con la tasa aplicable al caso de la asistencia
técnica, en el que no se ha establecido claramente tal dependencia, por lo que no
sería correcto desconocer la aplicación de esta tasa preferente ante el incumplimiento
de estos requisitos formales.

Ahora bien, la asistencia técnica tiene una orientación de tipo empresarial por lo que,
si alguna persona no domiciliada que no ejerza o realiza actividad de tipo empresarial,
presta dicho servicio, ello equivaldría a considerar que el servicio ofrecido calificaría
como una renta que encuadra dentro de las actividades profesionales prestadas de
manera independiente.
En este caso se estaría percibiendo rentas equivalentes a la cuarta categoría, sólo
que quien las percibe sería un sujeto no domiciliado, estando afecto a una retención
por la generación de rentas de fuente peruana con la tasa efectiva del 24%, la cual
se obtiene de aplicar la tasa del 30% sobre el 80% de los ingresos percibidos.
Para explicar este punto resulta necesario concordar lo dispuesto en el literal j) del
artículo 56° de la LIR, que señala la tasa aplicable del 30% y lo dispuesto en el literal
e) del artículo 76° de la misma ley, donde se precisa que para efectos de la retención
se consideran rentas netas sin admitir prueba en contrario, el 80% de los importes
pagados o acreditados por rentas de cuarta categoría.

En este sentido, se pronunció el Informe N°179-2007-SUNAT/2B000014: (Informe


N°179-2007-SUNAT/2B0000) “Teniendo en cuenta las premisas planteadas en el
presente informe, las empresas domiciliadas en el país deberán retener el Impuesto
a la Renta de cuarta categoría por concepto de las retribuciones abonadas a las
personas naturales no domiciliadas que prestan de forma independiente servicios
de asistencia técnica íntegramente en el exterior y que son utilizados
económicamente en el país, aplicando una tasa del treinta por ciento (30%) sobre el
ochenta por ciento (80%) de los importes pagados o acreditados.”

Por otro lado, el artículo 4-A° del Reglamento de la LIR señala que la asistencia
técnica puede ser prestada tanto por domiciliados como por no domiciliados. Como
hemos visto, en caso la asistencia técnica sea prestada por un sujeto no domiciliado
será de aplicación lo comentado en los párrafos precedentes (tasa reducida de 15%);
sin embargo, en caso la asistencia técnica sea prestada por un domiciliado podrían
presentarse ciertas particularidades.

Al respecto, cabe la posibilidad que el usuario sea un sujeto domiciliado, en cuyo caso
no habría mayor complejidad pues estaría gravado como cualquier otra renta de
fuente peruana por servicios, aplicando las mismas reglas y alícuota.

Pero en caso se preste la asistencia técnica desde el Perú a favor de un sujeto no


domiciliado, tal como afirman M Byrne Santa María y E. Joo Garfias 15, (M Byrne Santa
María y E. Joo Garfias) el tratamiento tributario no necesariamente será el mismo en la
medida que el servicio no es utilizado económicamente en el país. En efecto, la
asistencia técnica sólo es renta de fuente peruana cuando la misma es utilizada en el
país, por lo que en este caso al existir una norma específica sobre asistencia técnica
ésta debe ser aplicada debiéndose considerar la renta como una renta de fuente
extranjera al haberse utilizado el servicio en el exterior. Siendo ello así, las rentas que
obtenga una persona domiciliada por servicios de asistencia técnica utilizados en el
extranjero, serán consideradas de fuente extranjera.

En tal sentido, de calificar como renta de fuente extranjera la determinación y pago


de la misma se ha de ceñir a lo dispuesto en la Ley del IR, esto es, se sumarán y
compensarán entre sí los resultados que arrojen las distintas fuentes productoras de
renta extranjera, y únicamente si de dichas operaciones resultara una renta neta, la
misma se sumará a la renta neta de fuente peruana determinada. Asimismo, la norma
en cuestión prohíbe la compensación de la pérdida neta total de fuente extranjera a
fin de determinar el impuesto.

VI. LEGISLACIÓN COMPARADA

Respecto al tratamiento normativo que le otorgan los países de la región a la materia


bajo estudio, asistencia técnica, podemos citar el marco normativo de México, Chile,
Argentina, entre otros.

En México, el artículo 200 de la Ley del Impuesto sobre la Renta Mexicana,


expresamente señala lo siguiente:

“Art. 200.- Tratándose de ingresos por regalías, por asistencia técnica o


por publicidad, se considerará que la fuente de riqueza se encuentra en
territorio nacional cuando los bienes o derechos por los cuales se pagan
las regalías o la asistencia técnica, se aprovechen en México, o cuando
se paguen las regalías, la asistencia técnica o la publicidad, por un
residente en territorio nacional o por un residente en el extranjero con
establecimiento permanente en el país”.

Por su parte, la Ley del Impuesto a la Renta Venezolana ha regulado el tema en el


artículo 41°:

“Art. 41: Los enriquecimientos netos de los contribuyentes que desde el


exterior suministren asistencia técnica o servicios tecnológicos a personas
o comunidades que en función productoras de rentas los utilicen en el país
o lo cedan a terceros, cualquiera que sea su modalidad de pago o su
denominación, estarán constituidos por las cantidades representativas del
30% de los ingresos brutos que obtengan por el suministro de asistencia
técnica (…)”.

En línea con lo expuesto, en España el artículo 13 del Real Decreto Legislativo 5/2004,
que aprueba el Texto Refundido de la Ley del Impuesto a la Renta de los No
Residentes, se regula la tributación de rentas derivadas de asistencia técnica,
estableciendo lo siguiente:
“Artículo 13. Rentas obtenidas en territorio español: (...)
b. Las rentas de actividades o explotaciones económicas realizadas sin
mediación de establecimiento permanente situado en territorio español,
cuando no resulte de aplicación otro párrafo de este artículo, en los
siguientes casos: (...)
2. Cuando se trate de prestaciones de servicios utilizadas en territorio
español, en particular las referidas a la realización de estudios, proyectos,
asistencia técnica o apoyo a la gestión. Se entenderán utilizadas en
territorio español aquellas que sirvan a actividades económicas realizadas
en territorio español o se refieran a bienes situados en éste. Cuando tales
prestaciones sirvan parcialmente a actividades económicas realizadas en
territorio español, se considerarán obtenidas en España sólo por la parte
que sirva a la actividad desarrollada en España”.

En algunas jurisdicciones se determina la vinculación de la renta hacia el territorio de


fuente, respecto de servicios de asistencia técnica prestados desde el exterior por no
domiciliados, sin aplicar la regla de utilización económica, sino únicamente la regla
de pagador de la renta, siendo los casos más cercanos los de Argentina y Chile:

En el caso de Chile, el numeral 2 del artículo 59° de la Ley del Impuesto a la Renta,
aprobada mediante Decreto Ley 824, señala lo siguiente:

“(…) Estarán afectas a este impuesto, con una tasa de 15%, las
remuneraciones pagadas a personas naturales o jurídicas, por trabajos de
ingeniería o técnicos y por aquellos servicios profesionales o técnicos
que una persona o entidad conocedora de una ciencia o técnica, presta a
través de un consejo, informe o plano, sea que se presten en Chile o el
exterior. (…)”.

Por otro lado, el artículo 12° del Texto Ordenado de la Ley del Impuesto a las
Ganancias de Argentina establece lo siguiente:

“Serán consideradas ganancias de fuente argentina las remuneraciones o


sueldos de miembros de directorios, consejos u otros organismos -de
empresas o entidades constituidas o domiciliadas en el país- que actúen en
el extranjero.
Asimismo, serán considerados de fuente argentina los honorarios u otras
remuneraciones originados por asesoramiento técnico, financiero o de otra
índole prestado desde el exterior”.

VII. CONCLUSIONES

1. El marco normativo que regula la asistencia técnica adolece de defectos que


resultan lesivos al principio de legalidad y reserva de ley, puntualmente
respecto a los supuesto específicos de asistencia técnica, recogidos en el
artículo 4-A° del Reglamento de la Ley del Impuesto a la Renta, esto es,
servicios de ingeniería, investigación y desarrollo de proyectos, asesoría y
consultoría financiera, ya que aun cuando no cumplan con las características
propias de la asistencia técnica, calificarán como tal por voluntad del legislador.
Consideramos que la incorporación de estos nuevos supuestos de hecho
gravables, debieron estar recogidos en una norma con rango de Ley.
2. Sin perjuicio de lo indicado en el párrafo anterior, y entendiendo que los
supuestos específicos de asistencia técnica tienen plena vigencia en la
práctica, se precisa que su vigencia es desde el 1 de enero de 2005, a
diferencia de los supuestos que sí cumplen con las características para
calificar como asistencia técnica, cuya norma entró en vigencia el 1 de enero
de 2004.

3. Con la regulación de la asistencia técnica se logra neutralizar el gasto


deducible por la empresa domiciliada que aprovechó dicho servicio, a fin de no
erosionar la base imponible e incrementar la recaudación.

4. La alícuota reducida de 15% no se debe sujetar al cumplimiento de las


formalidades establecidas en la norma, ya que de su literalidad no se infiere
aquello. En todo caso, si la voluntad del legislador fue esa, dicha restricción
debió estar expresamente establecida.

5. La calificación de asistencia técnica no resulta sencillo de determinar en todos


los casos, por lo que resulta óptimo que en cada pronunciamiento se
desarrollen de manera detallada las características que identifican un servicio
como asistencia técnica, a fin de generar predictibilidad en la actuación de la
Administración Tributaria.

Vous aimerez peut-être aussi