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El último viernes, los medios de comunicación dieron a conocer la muerte

de Eyvi Ágreda, joven que estuvo internada en el Hospital Guillermo Almenara


por un periodo de 38 días, a consecuencia de las graves quemaduras
ocasionadas por Carlos Hualpa Vacas. Esto ha provocado una sentida
reflexión de los distintos sectores de la sociedad. Desde la búsqueda de una
respuesta en el reforzamiento de políticas de protección por la violencia de
género hasta la mera resignación catalogando el hecho como un “designio de la
vida”.

A propósito de ello, el derecho penal no puede ser ajeno a esta reflexión, máxime
si la conducta de Carlos Hualpa Vacas ha resentido las fibras más íntimas de la
sociedad de hoy en día. En efecto, la comunidad jurídico-penal se ha planteado
la siguiente interrogante: ¿cabe la posibilidad de que Carlos Hualpa Vacas sea
responsable a título de feminicidio o, en todo caso, por tentativa, o a título de
lesiones graves seguidas de muerte? ¿Es posible que Carlos Hualpa Vacas sea
investigado y juzgado por un evento que ocurrió posteriormente al día de su
participación o intervención delictiva? ¿Se puede atribuir a Carlos Hualpa
Vacas un resultado tardío (como es la muerte de una persona), cuando su
intervención precisamente no produjo –en ese momento– la interrupción de
la vida de esta?

Lea también: ¿La muerte de Eyvi Ágreda califica como feminicidio?, por
Dante Heredia

El respetado letrado y exdecano del Colegio de Abogados de Lima, Mario


Amoretti Pachas, ha señalado en un medio de comunicación que Carlos
Hualpa Vacas solo puede ser responsable a título de lesiones seguidas de
muerte, porque el feminicidio y, particularmente, la figura de homicidio, necesita
que el sujeto activo produzca la muerte de forma instantánea, de ahí que el
tipo penal centralice su verbo rector en “matar”.

Debemos manifestar que no compartimos esta posición porque el derecho penal


de hoy no define la imputación penal a partir de la acción mecánica o
representación mental de un sujeto en el momento de ocurrido el evento
criminal, sino si el riesgo (jurídico-penalmente relevante) generado se
concretó en el resultado.
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Por ejemplo, el derecho penal no atiende a si una persona introdujo el cuchillo en
el vientre de una persona o si esta se representó mentalmente si sólo quería
lesionarlo o efectivamente darle muerte, sino si el acto de haber introducido el
cuchillo en el vientre ha creado un riesgo (jurídico-penalmente relevante)
para la vida o integridad física de la persona, y además si este riesgo (exento
de factores ajenos que no interrumpan la relación causal) se ha realizado en el
resultado.

Entonces, la posición del doctor Amoretti Pachas no puede ser de recibo,


porque centraliza la responsabilidad penal a partir de lo que el sujeto activo
realizó en el momento de ocurrido los hechos, dejando de lado si esa acción
representa un riesgo (jurídico-penalmente relevante) para algún bien
jurídico tutelado por el derecho penal.

Por ejemplo, si una persona mantiene relaciones sexuales con otra, resultando
esta infectada por el VIH, y muere luego de un largo periodo de tratamiento, no
se podría –según el entendimiento del doctor Amoretti Pachas– hacer
responsable a la persona que transmitió esta enfermedad de transmisión
sexual, porque esta desarrolló únicamente un comportamiento tolerado por el
derecho como resulta ser “el mantener una relación sexual consentida”,
postergando que aquella conducta, además de portadora de este virus era
también una fuente de riesgo (“jurídico-penalmente relevante”) para la vida de
cualquier persona.

De otro lado, el letrado Branko Yvancovich Vásquez público el día 5 de junio


en «La Ley», que Carlos Hualpa Vaca debe ser responsable por el delito de
feminicidio a partir del argumento de que el resultado (la muerte) únicamente
puede ser creado por el denunciado, pues fue el origen de la fuente de riesgo.

Debemos también señalar que no estamos de acuerdo con lo señalado, porque el


autor, si bien es cierto señala que el denunciado debe responder por el delito de
feminicidio a propósito de ser la fuente de riesgo para la vida, no repara que el
riesgo generado no necesariamente puede ser el que se concrete en el
resultado, pues pueden aparecer factores ajenos que interrumpen ese nexo
causal. El autor –adelantándose a esta crítica– señala, para el caso en concreto,
que las acciones dirigidas a socorrer a una persona no podrían alterar el nexo
causal de la fuente de riesgo original en el resultado, porque precisamente
están dirigidas a mantener en vida a aquella.

No compartimos esta posición porque se presenta como una salida de acuerdo a


las exigencias del derecho penal de hoy, pero debajo esconde la misma
argumentación criticada al inicio, pues el autor, en primer lugar, centraliza la
responsabilidad en quien resulta ser la fuente generadora del riesgo para la
vida, restando importancia en si efectivamente este riesgo se concretó en el
resultado; y en segundo lugar, el autor proscribe para el presente caso la
intervención de cualquier factor externo que pudiera alterar esa relación
entre riesgo generado-riesgo concretada, a partir de la representación mental
que tuvieron estas otras personas (“querían preservar la vida”), restando mérito al
significado de la intervención misma en el hecho (“alterar el curso del riesgo
generado”).

Por ejemplo, el autor utiliza un ejemplo donde una persona acuchilla a otra y
la deja sangrar hasta ocurrida su muerte, por lo que sería responsable, pues
fue la fuente generadora del riesgo para la vida. Sin embargo, si la víctima
hubiera sido “auxiliada” por un familiar, la cual retiró el cuchillo de su vientre
para “salvarla”, pero no hizo más que cortar una arteria principal del sistema
circulatorio que produjo un sangrado mayor y la muerte instantánea.

Otro ejemplo. Si un sujeto atropella a otra, siendo esta “auxiliada” por un peatón,
quien al levantar a la víctima para ingresarla a su vehículo y trasladarla al
nosocomio más cercano, no hizo más que fracturar la vertebra cervical,
provocando que fallezca. Entonces, no es suficiente con identificar una fuente
posible de riesgo para un bien jurídico, sino identificar que ese riesgo original
sea el que se realice en el resultado; menos aún, postergar su análisis por la
buena voluntad de otros.

Nuestra posición parte de la idea de que las personas y nuestros comportamientos


son una fuente de riesgo para cualquier bien jurídico y que nuestro deber radica
en la administración correcta de esa fuente. En el caso concreto, Carlos
Hualpa Vaca generó un riesgo para la vida en agravio de Eyvi Ágreda, pues
roció de gasolina y a continuación le prendió fuego. Sin embargo, Eyvi
Ágreda no falleció en ese momento, sino 38 días después. Entonces, la pregunta
es la siguiente: ¿el riesgo generado por el denunciado fue precisamente el que
38 días después se realizó en el resultado (muerte)?

Hemos identificado que Carlos Hualpa Vaca fue quien desarrolló la acción y no
causó la muerte en ese momento (Amoretti Pachas) y que también fue la fuente
generadora del riesgo para la vida en agravio de Eyvi Agreda (Yvancovich
Vásquez); sin embargo, ambas posiciones no son suficientes para dar
respuesta a la interrogante. Es necesario, además, identificar si entre la acción
generadora del riesgo para vida hasta el resultado (muerte) no intervino otro
elemento ajeno a esta relación.

Luego de producido el evento reprochable, personas desconocidas utilizaron


extintores y rociaron su contenido sobre el cuerpo de Eyvi Ágreda, acción que
algunos especialistas rechazan porque no hacen más que agravar la situación de
un paciente que presenta quemaduras. De otro lado, el representante y médico
principal del Hospital Almenara, señaló que Eyvi Ágreda falleció a
consecuencia de una infección generalizada por una bacteria
llamada pseudomona,que está presente en las axilas e ingles de cualquier ser
humano, la cual es rechazada por nuestro organismo a partir de la presencia de la
piel.

En atención a ello, realizo la siguiente interrogante: ¿la colocación en una


situación aparentemente agravada por el uso de extintores no pudo haber
desarrollado la infección generalizada que llevó a Eyvi Ágreda a la muerte,
situación que pudo haber sido mejor manejada si es que no presentaba este
cuadro? No somos médicos especialistas para dar respuesta a este tipo de
interrogante, pero sí abogados entendidos en que el derecho penal de hoy es de
“acto”, lo que significa que cada persona responde únicamente por sus actos;
específicamente, por los riesgos generados para los bienes jurídicos y que estos
sean los que se realicen en el resultado

Esta posición incluso es recogida en el pronunciamiento de la Corte Suprema a


través de la Casación 912-2016, San Martín, la cual señala que la realización
del resultado debe tener relación con el riesgo generado, descartándose si
atendiera a cualquier otro factor externo. Entonces, si la última interrogante es
respondida con un técnico no, definitivamente Carlos Huallpa Vaca debe ser
encontrado responsable por el delito de feminicidio; caso contrario, quedará la
alternativa de tentativa de feminicidio o lesiones graves seguidas de muerte

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