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¡Serendipity!. Eso es lo que esta misma mañana ha tenido lugar mientras releía un
libro sobre resiliencia. Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado
e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. Y así pasó
mientras revisaba la publicación de Edith Henderson Grotberg que tiene por título La
resiliencia en el mundo de hoy (Editorial Gedisa, 2006).
Según la autora, todos podemos volvernos resilientes, se trata de algo universal sin
ningún tipo de distinción. El desafío es encontrar la manera de promover esa
capacidad en cada persona tanto a nivel individual como familiar y social. Recogiendo
los resultados de los numerosos estudios sobre características o factores resilientes
en niños que se encontraban notoriamente afectados por su entorno (padres con
patologías mentales, consumo de drogas, abusos, etc.), aparecían algunas de ellas
que se daban en gran medida y que los diferenciaba de otros, por lo que las organizó
en tres factores:
1. Una o más personas dentro de mi grupo familiar en las que puedo confiar y que
me aman sin condicionamientos, es decir, de forma incondicional;
2. una o más personas fuera de mi entorno familiar en las que puedo confiar
plenamente;
3. límites en mi comportamiento;
3. alguien que logra aquello que se propone y que planea para el futuro;
5. alguien que siente empatía por los demás y se preocupa por ellos;
6. responsable de mis propias acciones y acepto sus consecuencias;
Según Grotberg para que un niño sea resiliente, no es necesario que estén presentes
todos estos rasgos, pero uno solo no basta. Un niño puede ser amado (Yo tengo),
pero si no tiene la fortaleza interna (Yo soy) o las habilidades interpersonales (Yo
puedo), ese niño no podrá ser resiliente. Un niño puede tener una alta autoestima
(Yo soy), pero si no sabe cómo comunicarse con los demás o cómo resolver
problemas (Yo puedo) y no tiene a nadie con quien contar (Yo tengo), ese niño no es
resiliente. Un niño puede tener gran habilidad verbal y hablar correctamente (Yo
puedo), pero si no siente empatía (Yo soy), o no posee buenos modelos de los cuales
aprender (Yo tengo), no hay resiliencia. La resiliencia es el resultado de una
combinación de estos rasgos y aunque parecen obvios y fáciles de adquirir, no es así.
YO SOY
(FUERZA INTERIOR)
YO TENGO
(APOYO EXTERNO)
YO PUEDO
(CAPACIDADES INTERPERSONALES Y DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS)