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Reglas de redacción

1. Las palabras son los utensilios, la herramienta del escritor. Y como en todo
oficio o profesión es imprescindible el conocimiento -el manejo- de los utensilios
de trabajo, así en el arte de escribir. Nuestra base, pues, es el conocimiento del
vocabulario. El empleo de la palabra exacta, propia, y adecuada, es una de las
reglas fundamentales del estilo. Como el pintor, por ejemplo, debe conocer los
colores, así el escritor ha de conocer los vocablos.

2. Un buen Diccionario no debe faltar nunca en la mesa de trabajo del escritor. Se


recomienda el uso de un Diccionario etimológico y de sinónimos.
3. Siempre que sea posible, antes de escribir, hágase un estudio previo, un
borrador.
4. Conviene leer asiduamente a los buenos escritores. El estilo, como la música,
también «se pega». Los grandes maestros de la literatura nos ayudarán
eficazmente en la tarea de escribir.
5. «Es preciso escribir con la convicción de que sólo hay dos palabras en el
idioma: el VERBO y el SUSTANTIVO. Pongámonos en guardia contra las otras
palabras». (Veuillot). Quiera decir esto que no abusemos de las restantes partes
de la oración.
6. Conviene evitar los verbos «fáciles» (hacer, poner, decir, etc.), y los «vocablos
muletillas» (cosa, especie, algo, etc.).
7. Procúrese que el empleo de los adjetivos sea lo más exacto posible. Sobre
todo no abusemos de ellos: «si un sustantivo necesita de un adjetivo, no lo
carguemos con dos» (Azorín). Evítese, pues, la duplicidad de adjetivos cuando
sea innecesaria.
8. No pondere demasiado. Los hechos narrados limpiamente convencen más que
los elogios y ponderaciones.
9. Lo que el adjetivo es al sustantivo, es el adverbio al verbo. Por tanto: no abuse
tampoco de los adverbios, sobre todo de los terminados en «mente», ni de las
locuciones adverbiales (en efecto, por otra parte, además, en realidad, en
definitiva).
10. Coloque los adverbios cerca del verbo a que se refieren. Resultará así más
clara la exposición.
11. Evítense las preposiciones «en cascada». La acumulación de preposiciones
produce mal sonido (asonancias duras) y compromete la elegancia del estilo.
12. No abuse de las conjunciones «parasitarias»: “que”, “pero”, “aunque”, “sin
embargo”), y otras por el estilo que alargan o entorpecen el ritmo de la frase.
13. No abuse de los pronombres. Y, sobre todo, tenga sumo cuidado con el
empleo del posesivo «su» -pesadilla de la frase- que es causa de anfibiología
(doble sentido).
14. No tergiverse los oficios del gerundio. Recuerde siempre su carácter de
oración adverbial subordinada (de modo). Y, en la duda… sustitúyalo por otra
forma verbal.
15. Recuerde siempre el peligro «laísta» y «loísta» y evite el contagio de este
vicio «tan madrileño».
16. Tenga muy en cuenta que «la puntuación es la respiración de la frase». No
hay reglas absolutas de puntuación; pero nunca olvide que una frase mal
puntuada no queda nunca clara.
17. No emplee vocablos rebuscados. Entre el vocablo de origen popular y el culto,
prefiera siempre aquél. Evítese también el excesivo tecnicismo y aclárese el
significado de las voces técnicas cuando no sean de uso común.
18. Cuidado con los barbarismos y solecismos. En cuanto al neologismo,
conviene tener criterio abierto, amplio. No se olvide que el idioma está en continua
formación y que el purismo a ultranza -conservadurismo lingüístico- va en contra
del normal desarrollo del idioma. «Remudar vocablos es limpieza» (Quevedo).
19. No olvide que el idioma español tiene preferencia por la voz activa. La pasiva
se impone: por ser desconocido el agente activo, porque hay cierto interés en
ocultarlo o porque nos es indiferente.
20. No abuse de los incisos y paréntesis. Ajústelos y procure que no sean
excesivamente amplios.
21. No abuse de las oraciones de relativo, y procure no alejar el pronombre
relativo «que» de su antecedente.
22. Evite las ideas y palabras superfluas. Tache todo lo que no esté relacionado
con la idea fundamental de la frase o período.
23. Evite las repeticiones excesivas y malsonantes; pero tenga en cuenta que, a
veces, es preferible la repetición al sinónimo rebuscado, Repetir es legítimo
cuando se quiere fijar la atención sobre una idea y siempre que no suene mal al
oído.
24. Si, para evitar la repetición, emplea sinónimos, procure que no sean muy
raros. Ahorre al lector el trabajo de recurrir al Diccionario.
25. La construcción de la frase española no está sometida a reglas fijas. No
obstante, conviene tener en cuenta el orden sintáctico (sujeto, verbo,
complemento) y el orden lógico.
26. Como norma general, no envíe nunca el verbo al final de la frase
(construcción alemana).
27. El orden lógico exige que las ideas se coloquen según el orden del
pensamiento. Destáquese siempre la idea principal.
28. Para la debida cohesión entre las oraciones, procure ligar la idea inicial de
una frase a la idea final de la frase anterior.
29. La construcción armoniosa exige evitar las repeticiones malsonantes, la
cacofonía (mal sonido), la monotonía (efecto de la pobreza de vocabulario) y las
asonancias y consonancias.
30. Ni la monótona sucesión de frases cortas ininterrumpidas (el abuso del «punto
y seguido»), ni la vaguedad del período ampuloso. Conjúguense las frases cortas
y largas según lo exija el sentido del párrafo y la musicalidad del período.
31. Evítense las transiciones bruscas entre distintos párrafos. Procure «fundir»
con habilidad para que no se noten dichas transiciones.
32. Procure mantener un nivel (su nivel). No se eleve demasiado para después
caer vertiginosamente. Evite, pues, los «baches».
33. Recuerde siempre que el estilo directo tiene más fuerza -es más gráfico- que
el indirecto.
34. No se olvide que el lenguaje es un medio de comunicación y que las
cualidades fundamentales del estilo son: la claridad, la concisión, la sencillez, la
naturalidad y la originalidad.
35. La originalidad del estilo radica, de modo casi exclusivo, en la sinceridad.
36. Pero no sea superficial, ni excesivamente lacónico, ni plebeyo, ni
«tremendista», vicios éstos que se oponen a las virtudes antes enunciadas.
37. Además del estilo, hay que tener en cuenta el tono, que es el estilo adaptado
al tema.
38. Huya de las frases hechas y lugares comunes (tópicos). Y no olvide que la
metáfora sólo vale cuando añade fuerza expresiva y precisión a lo que se escribe.
39. Huya de la sugestión sonora de las palabras. «Cuando se permite el
predominio de la sugestión musical empieza la decadencia del estilo» (Middleton
Murry). La cualidad esencial de lo bien escrito es la precisión.
40. Piense despacio y podrá escribir de prisa. No tome la pluma hasta que no vea
el tema con toda claridad.
41. Relea siempre lo escrito como si fuera de otro. Y no dude nunca en tachar lo
que considere superfluo. Si puede, relea en voz alta; descubrirá así defectos de
estilo y tono que escaparon a la lectura excesivamente visual.
42. Finalmente, que la excesiva autocrítica no esterilice la jugosidad, la
espontaneidad, la personalidad, en suma, el del propio estilo. Olvide, en lo posible,
todas las reglas estudiadas, al escribir. Acuda a ellas sólo en los momentos de
duda. Recuerde siempre que escribir es pensar y que no debe constreñirse al
pensamiento, encerrándolo en la cárcel del leguleyismo gramatical o lingüístico.

 Pensar bien el tema propuesto. Si ni se maneja o no se conoce a fondo la


temática que desea tratar, es importante referirse a ella cabalmente. Se aconseja
documentarse sobre el tema propuesto, para de ese modo adueñarse de su
contenido.
 Trazar un plan o guión. Un plan bien organizado es la base de una buena
ejecución. Nos evita contrasentidos, repetición de ideas, falta de lógica,
incoherencias, etc. Un plan previo nos permite tratar cada cosa a su debido
momento; ayuda a situar los hechos, trabar la acción y llegar al desenlace de un
modo natural y armónico. Este esquema de trabajo evita tener que retocar, añadir,
acortar o trasladar frases o conceptos, que no estarían en su lugar si antes no lo
hubiéramos ordenado.
 Escriba con sencillez y naturalidad. Evite ampulosidad o grandilocuencia;
generalmente son impropias en una redacción simple y sencilla. Valery daba este
consejo: “Entre dos palabras debe escogerse la menor”. O sea, la menos
ambiciosa, la menos estridente, la más modesta. Aunque escriba sobre un tema
complejo, refiérase a él de un modo sencillo; tenga en cuenta que su finalidad es
comunicar su pensamiento y no hacer gala de erudición.
 Escriba con claridad. La claridad es fundamental en un texto escrito. Toda frase
mal construida es, inevitablemente, oscura e incomprensible. La claridad de ésta
reside fundamentalmente en la gramática. Por eso, tenga en cuenta las
concordancias, la correlación de tiempo, el empelo adecuado de las
proposiciones, etc. No escriba párrafos muy largos; éstos, si no están bien
escritos, dan la impresión de pesadez y de escasa agilidad. Su construcción
requiere cierta destreza. Emplee párrafos cortos, puntos y aparta, frases breves.
Errores ortográficos

1-El de que

Uno de los reyes de los fallos gramaticales es el mal uso del “de que”. Tanto
usado incorrectamente cuando no debe usarse (*”Me llamó la atención de que no
viniera”) como, sobre todo, cuando no se usa en construcciones en las que,
precisamente, es necesario: “me acordé DE QUE”, “me di cuenta DE QUE”. Me
encuentro muchas veces, incorrectamente, “me di cuenta que” o “me acordé que”.

Este es el truco para saber cuándo el “de que” es correcto y cuándo no:

Sustituye todo lo que haya detrás del verbo por la palabra “ALGO”. Si te
suena bien sin necesidad de añadir un “de” antes del “algo”, es que el verbo
NO necesita un “de que”. En este otro artículo mío puedes ver cómo funciona (con
ejemplos).

2- La coma criminal

La coma entre sujeto y verbo (o entre verbo y objeto) fue llamada “coma criminal”
por el lingüista peruano Alfredo Valle Degregori y es uno de los errores
gramaticales más comunes que me suelo encontrar con diferencia.

Pedro, comió su bocadillo es un error. Lo correcto es Pedro comió su


bocadillo. Y lo mismo ocurre cuando el sujeto es una frase subordinada
completa: Lavar los platos por las mañanas era lo que más odiaba. Se escribe
sin coma.

3-Falta la tilde en verbos en pasado

Otra de las faltas más llamativas, y corrientes, que me encuentro.

Si te acuerdas de cuando estudiabas en el cole las palabras agudas (con acento


en la última sílaba, como París, vergel, pasión o aquí) siempre llevan tilde
cuando terminan en -n, -s o vocal.

Y ese es el caso de muchos verbos en pretérito indefinido: llevó, acabé, sentí,


miró, besé hablé, comió…
Y también de algunas formas en presente, como está (del verbo estar), que
también suelo encontrarlo mucho sin tilde.

4-Hecho/echo

La diferencia entre el verbo “hacer” y el verbo “echar” es tan solo de una hache en
algunas de sus formas:

“Nunca he hecho los deberes en inglés” y “Primero echo las cebollas a la sartén
y luego corto los ajos”.

El significado de ambos verbos es muy distinto y es importante recordar


que “echar” (arrojar, lanzar, hacer salir algo o a alguien, etc) también “echa la
hache por la ventana”, como me decían de pequeña para recordarlo.

5-“Hubieron” problemas, “han habido” problemas, “habían” personas

Lo correcto es: hubo problemas, ha habido problemas, hay personas.

El verbo haber en estos casos anteriores es impersonal (es decir, no tiene


sujeto, como cuando decimos “hemos comido” o “han viajado”). “Personas” (o
“problemas”) no es el sujeto de esta frase, sino el objeto directo, y el verbo
concuerda siempre con el sujeto y no con el objetivo directo. Por lo tanto, el hecho
de que ese nombre sea plural no hace que el verbo sea plural.

De la misma forma que tenemos “Álex compró dos balones” (y no “Álex


compraron dos balones”), tenemos entonces “Hay 16 cajas de cerveza”,
“Había tres cuervos” o “Hubo personas que lloraron durante la película”. En su
forma impersonal, el verbo haber solo puede usarse en tercera persona
singular: hay, hubo, habría y habrá.

6-Sobretodo / sobre todo

Un error muy frecuente que encuentro es escribir “sobretodo” en lugar de “sobre


todo”.

Escrito junto, “sobretodo” es sinónimo de “abrigo” (una palabra actualmente


bastante en desuso en España). En cambio, la expresión más usual “sobre
todo” se escribe separada, ya que es la suma de un adverbio “sobre” y el
sustantivo “todo” y significa “principalmente, especialmente“.

“Me gusta sobre todo el helado de vainilla”.

Un pequeño truco para saber cuándo usarlo separado puede ser sustituir “todo”
por “todas las cosas” (“Me gusta sobre todas las cosas…”).

7-Mi/mí, tu/tú, el/ él

Estas formas homófonas (que suenan igual pero, en este caso, se escriben
diferente) se diferencian tan solo por una tilde, o acento ortográfico… que tiene
una importante razón de ser: muestra cuándo esas formas están siendo más
acentuadas al hablar, en realidad.

Brevemente, explico la diferencia entre estas formas. Las acentuadas son todas
pronombres personales: mí (“Han traído un paquete para mí”), tú (“Eres tú la
persona que quiero”), él (“No ha sido él, sino ella, quien ha conseguido el
empleo”). Resumiendo: siempre se refieren a personas (o entes personalizados,
como un perro protagonista de un cuento, por ejemplo).

En cambio, las no acentuadas son posesivos, como mi (“Este es mi coche nuevo”)


o tu (“Enséñame tu trabajo”) o un artículo, el (“El paraguas no apareció”). No se
refieren directamente a personas sino que acompañan a un nombre (tu trabajo, mi
coche, el paraguas).

La tilde ayuda a que, al primer vistazo, diferenciemos ambas en su forma


escrita. En su forma hablada, las palabras con acento tienen, valga la
redundancia, una acentuación más fuerte al hablar. Si quieres probarlo, lee en
voz alta estas frases y compara: “Enséñame tu trabajo” y “Enséñame tú”. O “El
paraguas no apareció” y “Él no apareció”.

8- “A parte”

Lo correcto es “aparte“. Irónicamente, ¡aparte se escribe siempre junto!

9-Los prefijos siempre juntos y sin guión

Como escribía Berta Carmona en un antiguo artículo en este mismo blog, los
prefijos se escriben unidos a la base léxica (cuando esta está formada por una
sola palabra) sin espacio y sin guion intermedio: antibacteriano, copartícipe,
expresidente…

La única excepción se produce cuando la base léxica está compuesta por más de
una palabra, como los prefijos irán separados: ex director general, pro derechos
humanos… Y se usará guion sólo si la palabra empieza por mayúscula o es
un número: anti-Podemos, super-8 o cuando sea necesario para la correcta
comprensión del derivado: ex-preso (alguien que ya no es presidiario) frente
a expreso (tren de viajeros).

10-Guiones de diálogo (rayas) mal colocados

Aunque esta no es una falta de ortografía per se, usar correctamente las rayas de
los diálogos ayuda a que el lector no se confunda y pueda disfrutar el escrito. En
este capítulo se encuentran siempre muchos errores.

o Diálogos que usan guión corto (-) en lugar de raya, que es lo correcto
tipográficamente (–)
o Acotaciones o incisos separados por comas en lugar de rayas (–He llegado a
casa a las diez, dijo Elena)
o Rayas colocadas al final de la acotación, cuando ya no son necesarias (–He
llegado a casa a las diez– dijo Elena–)
En este artículo mío hay explicaciones detalladas y con ejemplos de cómo usar
correctamente las rayas en los diálogos.

11- Aún/aun
La versión acentuada de este homófono, aún, se utiliza como sinónimo de
“todavía”: son completamente intercambiables, y puede ser un buen truco para
saber cuándo acentuarla.

La versión no acentuada, “aun” es sinónimo de “incluso” o “ni siquiera”.

Lo mismo que comentaba sobre las diferencias entre tú/tú y mí/mi, puedes leer en
voz alta un par de ejemplos para notar por qué una de las formas lleva acento
ortográfico: “No iré a la fiesta aún, es demasiado pronto” / “No iré a la fiesta, ni aun
cuando venga a recogerme Cristina”.

12- La coma asesina

Si la anterior falta de coma se suele llamar “la coma criminal”, a esta la llamo yo la
“coma asesina”: esa que, si falta, puede incluso matar a alguien. Con unos
ejemplos lo veremos más claro. No es lo mismo decir:

–Vamos a comer, niños (alguien llama a los niños para comer)

Que:

–Vamos a comer niños (una persona le dice a otra que quiere comer niños).

Y este error ortográfico es de lo más habitual a la hora de escribir diálogos.


Recuerda que, siempre, cuando un personaje se dirige en un diálogo a otra
persona, por su nombre o apelativo, este siempre va entre comas.

–No lo entiendo, querida, ayer estaba bien.

–Siéntate, Pedro, quiero hablar contigo.

En este artículo mío sobre el uso de las comas hay más ejemplos y explicaciones.

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13- “Ni si quiera”

No puedo decir cuántas vces me encuentro estas formas escritas separadas,


cuando lo correcto es la forma junta: ni siquiera.

14- Porque/ por qué, porqué

La confusión entre estas diferentes formas suele ser una pesadilla para el escritor
que empieza. Dejo aquí algunas claves (y, como siempre, leer o pronunciar en voz
alta nos puede dar muchas pistas de cuál es la forma correcta, si no nos
acordamos).

o Porqué: sustantivo. Suele ir acompañado de artículo o posesivo: “Nunca entendí


el porqué de sus acciones”
o Porque: conjunción causal, que introduce una frase subordinada explicando la
causa de algo: “Hemos llegado tarde porque el autobús se estropeó”
o Por qué: se usa en oraciones interrogativas (directas e indirectas): ¿Por qué no
me habías dicho qué era tu cumpleaños? No entiendo por qué no me dijiste que
era tu cumpleaños.
15-Contra más
Horrorosa expresión mal escrita, que no es correcta en absoluto, y que se lee
muchísimo, incluso en periódicos y blogs. Lo correcto es “cuanto más” o “cuanto
menos”, nunca “contra más” o “contra menos”.

16- Usar guiones en el pensamiento de los personajes

Aparecen mucho también en los escritos que reviso guiones a la hora de remarcar
el pensamiento de los personajes: es un error tipográfico, ya que, en español,
solemos marcar los diálogos con el uso de guiones largos o rayas; para que no se
confundan con los pensamientos es importante que usemos otra forma de
señalarlos.

Lo habitual suele ser utilizar comillas: «¡Qué tontería más grande!», pensó
Marcos.

En cambio, en los pensamientos indirectos no usamos ningún tipo de marca. En


este artículo mío lo explico ampliamente y con ejemplos, pero, de momento, quede
claro que pensamientos con guiones son un no.

17- No usar mayúscula tras el punto

Fíjate qué tontería de falta… y sin embargo es mucho más común de lo que
parece y afea un texto mucho más de lo que creemos. Tras un punto, como he
hecho yo ahora, nuestra siguiente palabra debe comenzar en mayúscula. No es
más que una forma de resaltar esa pausa larga que es el punto y que no se nos
pase por alto.

En cambio, no es necesario comenzar con mayúscula tras una coma, por


supuesto, ni tampoco tras punto y coma o dos puntos: son pausas más breves.

18-Sino / si no

También es muy común confundir la palabra “sino” con la expresión “si no”.

Sino: como sustantivo, es sinónimo de “destino” (“¿Qué puedo hacer? Es mi


sino”). Como conjunción, “sino” introduce una variante a un elemento dado: “No
es Teresa, sino Luisa, quien se encargará de la revisión”, “No es blanco, sino
negro”.
Si no: En este caso, se trata de la unión de la conjunción condicional “si”,
que abre el inicio de una frase condicional, y la partícula negativa “no”. “Si
no vas al trabajo, te despedirán”.

Un truco para diferenciar esta forma de las anteriores rápidamente es


eliminar el “no”: seguirá quedando una frase gramaticalmente correcta (“Si vas al
trabajo, te despedirán”) mientras que en los otros casos, será una frase que no
tendrá ningún sentido: “¿Qué puedo hacer? Es mi si” o “No es blanco, si negro”

19- Si / sí : si quiero, sí, quiero

Y antes de que alguien piense que la última frase del ejemplo anterior puede ser
correcta… cuidado, no es así; sería correcta en el caso de que hubiésemos
escrito: “No es blanco, sí negro”

Porque “si” sin acentuar nunca indica, no puede indicar, afirmación. El “si” no
acentuado es únicamente el condicional. El afirmativo, el “sí” contrario al
“no”, siempre va acentuado.

Y, de nuevo, si leemos en voz alta dos frases similares con ambas versiones
notaremos la diferencia de énfasis -que es lo que señala el acento en la versión
escrita: “¿Antonio? Ese sí viene esta noche a la fiesta” y “¿Antonio? Ese si viene
esta noche a la fiesta llegará tarde, ya verás”

Usar correctamente la tilde ayuda a que el lector comprenda, de inmediato y nada


más empezar la frase, lo que queremos decir exactamente.

20-Vaya/valla, haya/halla/ allá

A este podríamos añadir, incluso, royo/rollo, o raya/ralla, que también son


confusiones con las que me he topado, aunque sin duda las dos primeras son las
ganadoras:

Valla: es una cerca que delimita un terreno (“Prohibido saltar la valla”), mientras
que vaya es una expresión de sorpresa (“¡Vaya! He ganado el tercer premio”) o
la primera/tercera persona del presente de subjuntivo del verbo “haber”: “Que
yo/ella vaya a la recepción no cambia nada”.
Halla: sería la tercera persona del presente del verbo “hallar” (encontrar) “Una
agente de policía halla un cadáver en un edificio abandonado”); “Haya“, de nuevo
una forma verbal, en este caso del verbo haber (“Espero que el sofá haya cabido
en la furgoneta”) o un árbol (“Hemos plantado un haya y un abedul”). “Aya” es
sinónimo de cuidadora (“Mi vieja aya se llamaba Matilde”). “Allá” es un adverbio
de lugar (“La casa estaba allá a lo lejos, a la derecha de aquella colina”)

21- Falta de signos de interrogación y admiración

Muy común es últimamente encontrar, como contagio del lenguaje de mensajes de


texto o Wasap, frases interrogativas o exclamativas únicamente con el signo de
cierre (?!) y no con el de apertura (¿¡).

En español y castellano, a diferencia de otros idiomas como el inglés o francés, no


variamos la estructura de la frase al hacer una pregunta (en inglés, por
ejemplo, pasan de “I can do it” a “Can yo do it?”), por lo que la única pista que
tenemos para saber, desde el inicio, que una frase es una pregunta o una
exclamación es el signo de apertura.

Es normal que en el lenguaje coloquial, hablando por mensajes con nuestros


amigos, tal vez no los usemos, pero en el lenguaje de un texto literario siempre
debemos incluirlo (a no ser que estemos transcribiendo unos mensajes de textos
entre amigos, con sus faltas y sus giros coloquiales).

22- Ay, ahí, hay

Muy usual es también la confusión entre todas estas palabras (y doloroso para la
vista).

Ay: es una interjección para expresar dolor. “¡Ay, me he dado un golpe con la
esquina de la mesa!”

Ahí: como “allá”, se trata de un adverbio de lugar, en este caso indica un lugar
muy próximo al hablante: “Tienes la goma de borrar ahí, encima del escritorio”

Hay: es la tercera forma del singular del presente del verbo “haber”: “Hay una
tetera preparada para la convención de enfermería”. Recordemos que, en esta
forma impersonal, siempre se usa así, en singular, aunque el objeto al que se
refiera sea plural: “Hay veinte casos de viruela declarados en Salamanca”.
23- Más / mas

La primera forma, la acentuada, es un adverbio de cantidad (contrario a


“menos”) y sin duda la más común -sobre todo en castellano, ya que la segunda
apenas la usamos.

La forma no acentuada es una conjunción adversativa sinónimo de “pero”,


que en los países latinoamericanos tiene un uso más frecuente: “Me han subido
el salario, mas no tanto como esperaba“. Si te fijas, es imposible sustituir esta
segunda forma por “menos” sin que resulte incorrecta gramaticalmente: “Me han
subido el salario, menos no tanto como esperaba”.

En cambio, la forma acentuada siempre se puede sustituir por “menos” y


resultar correcta gramaticalmente: “Quiero más paella/ Quiero menos paella”.
“Esperaba más de mis sobrinos/ Esperaba menos de mis sobrinos”.

24-Qué/Que, cuándo/cuando, dónde/ donde

Como explica la Fundeu, Cómo, cuándo y dónde se escriben con tilde cuando
tienen carácter interrogativo o exclamativo, como en «¿Dónde has metido las
llaves del coche?», «No hemos decidido dónde cenar», «¡Cuándo has llegado!» o
«No sabes cómo llovía cuando salí del trabajo».

Estos adverbios se pueden confundir con las palabras como, cuando y donde, que
se pronuncian igual pero se escriben sin tilde porque sus significados y usos son
diferentes.

Para saber cuándo estas palabras son adverbios interrogativos o


exclamativos, puedes usar este truco: si tras la palabra puedes incluir
“demonios”, irá acentuada:

«¿Dónde DEMONIOS has metido las llaves del coche?» sería correcto y “dónde”
irá acentuada.

En cambio, «Busqué las llaves donde siempre están, pero no las encontré», no
llevaría acento, ya que sería incorrecto decir “busqué las llaves donde demonios
siempre están…”

25 A ver/ haber, A/Ha


Haber: es el infinitivo de dicho verbo, que suele ser además el auxiliar para
formas compuestas: “Haber venido antes si querías tener sitio”, “No haber hablado
es señal de inseguridad”

A ver: en cambio, se trata de la preposición “a” y del verbo “ver”, es decir, siempre
indica una acción en la que alguien va a observar alguna cosa, ya sea un futuro
cambio, algo que está por venir, o un evento, etc. “Vamos esta tarde a ver las
estrellas”, o, más coloquialmente: “A ver si sale todo bien”, que no es más que
el apócope de “(Vamos) A ver si sale todo bien”

De hecho, un pequeño truco para asegurarte de que estás en la forma separada


es colocar antes “vamos”.

Y, sin duda, una de las faltas más frecuentes que me encuentro es utilizar la
preposición “a” (sin hache) en lugar del verbo auxiliar “ha” (de haber, con
hache) junto a un verbo: “Alejandra a llegado de París esta noche“.

O peor aún, al contrario, más doloroso aún para la vista es cuando alguien utiliza
el “ha” del verbo “haber” en lugar de la preposición “a” -y desgraciadamente he
tenido que leerlo más de una vez y más de dos: “Vamos ha ver qué ocurre“.

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