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TABLA DE CONTENIDO

Pág.
1. UNA METODOLOGÍA PARA EL ESTUDIO SOBRE EL ESPÍRITU SANTO 2
2. BREVE ANÁLISIS DEL DESARROLLO DE LA PNEUMATOLOGÍA 4
3. LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD 11
4. DESCRIPCIONES DEL ESPÍRITU SANTO 13
5. CREO EN EL ESPÍRITU SANTO 14
6. EL ESPÍRITU SANTO EN LA CREACION 16
7. LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO 19
8. LA LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO 36
9. EL FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO 52
10. EL FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO 59
11. LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO 63
12. LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO 84
13. SEÑALES DE PENTECOSTÉS 100
14. GUERRA ESPÍRITUAL 103
15. DEFINICIONES Y DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS DE LA
PNEUMATOLOGÍA REFORMADA 108
16. PENTECOSTÉS Y LA MULTICULTURALIDAD DEL EVANGELIO 123
17. LOS PROBLEMAS CON EL NEOPENTECOSTALISMO 128
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1. UNA METODOLOGÍA PARA EL ESTUDIO SOBRE


EL ESPÍRITU SANTO
(Guillermo Green)

El tema del Espíritu Santo no es un punto nuevo de discusión para la iglesia. Desde los
primeros siglos de la iglesia y en toda su historia se han debatido aspectos de su obra.
Pero el mundo ha visto en este siglo la formación de denominaciones y grupos enteros
alrededor de doctrinas particulares sobre la persona y la obra del Espíritu Santo.
Partiendo de este interés y «atmósfera», es bueno que las iglesias reformadas de
Latinoamérica reflexionen sobre sus enseñanzas y prácticas.

El propósito de este artículo es explorar fundamentos teológicos para una doctrina del
Espíritu Santo. No pretendo aquí traer ninguna idea nueva, pues todo lo que voy a
decir otros lo han dicho mejor. Mi deseo es sintetizar y resumir aspectos que yo
considero importantes para un concepto adecuado de la obra del Espíritu Santo.

El punto de partida
Donald Dayton nos ha dejado un excelente retrato de las raíces del pentecostalismo.
Dayton relata el desarrollo, en el siglo pasado, de un deseo por un «nuevo
Pentecostés». Dentro de ciertos grupos creció el fervor y deseo por un nuevo
«bautismo» y «derramamiento» del Espíritu Santo. Para efectos de este artículo, es
importante notar que las obras citadas por Dayton contemplan las señales de
Pentecostés como parte de la esencia de la llenura del Espíritu Santo. Desde los
«avivamientos» pentecostales en adelante, ciertas señales visibles y extraordinarias
han sido exigidas como prueba del bautismo del Espíritu Santo, la más común es el
hablar en lenguas.

Sugiero, que tomar nuestro punto de partida desde Hechos 2 podría distorsionar
nuestro concepto del Espíritu Santo. El mismo Espíritu Santo inspiró todas las
Escrituras (2 Pedro 1:20,21), y sus huellas se encuentran desde el segundo versículo de
Génesis 1 en adelante. Tomar los eventos de Hechos 2, fuera del contexto bíblico
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general, como un ejemplo para la iglesia, es ignorar el 99% del testimonio bíblico sobre
este importante tema. Estoy diciendo lo siguiente:

(1) La revelación bíblica tiene un desarrollo; debemos estudiar el tema del Espíritu
Santo tomando en cuenta la revelación progresiva. Cualquier otra lectura será
«estática» y por ende distorsionada.

(2) Al ser sensible a esta revelación progresiva, nos daremos cuenta de los aspectos
«simbólicos» o «representativos» que Dios ha empleado para comunicar su verdad.
Dios se ha manifestado tanto en palabra como en hecho, y sólo una metodología que
tome en cuenta la historia de salvación podrá captar estos aspectos.

Nuestro punto de partida, entonces, es lo que Geerhardus Vos defendió en su Biblical


Theology, es decir, una lectura de la Biblia sensible al desarrollo no solamente de una
historia, sino de conceptos teológicos que fueron siendo revelados parte por parte,
como la rosa que comienza en botón y se va abriendo pétalo por pétalo.

¿Por qué me detengo para hacer este punto? Porque creo que la mayor parte de la
diferencia entre el pentecostalismo y la doctrina reformada tiene que ver con
diferentes formas de leer la Biblia. Sigue siendo tan importante hoy en día afirmar que
toda la escritura es la Palabra de Dios, y cada doctrina se afirma y se complementa con
las otras partes de la Biblia. Es necesario distanciarnos de otros tipos de lectura bíblica,
tales como formas «moralísticas» o de buscar meros ejemplos para nuestra vida.
Cuando enfatizamos un estudio del Espíritu Santo que parte desde Génesis y clausura
en Apocalipsis, estaremos seguros de conocer lo que Dios nos quiere decir sobre su
Espíritu.

Todo intento de dividir la obra de Cristo de la del Espíritu Santo en la redención


(“segundos bautismos”, “bendiciones posteriores”, etc.) no comprende la unidad
fundamental entre ellos desde la creación. Nuestra teología del Espíritu Santo debe
partir de un aprecio serio de la interrelación trinitaria desde la creación. La obra del
Espíritu Santo fluirá de su esencia como uno con el Padre y el Hijo. Si bien, hay
diversificación de funciones, la unidad fundamental entre las personas de la trinidad
debe prevalecer sobre cualquier distinción de papeles.

¿En qué afecta todo esto nuestra doctrina del Espíritu Santo? Pues, cuando partimos
de la obra de Dios en la creación del hombre a su imagen, nos ubicamos en la obra de
su Espíritu. El Espíritu de Dios fue el agente para comunicar la imagen de Dios al
hombre, produciendo así, una criatura que pudiera gozarse de plena comunión con
Dios y realizar su tarea en el mundo obedientemente.
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REFLEXIONES

1. ¿Por qué es importante considerar siempre en la interpretación de un texto


bíblico la revelación progresiva?

2. ¿Es posible hacer una buena teología del Espíritu Santo sin considerar su
unidad con el Padre y el Hijo?

BIBLIOGRAFÍA

Breneman, Mervin. “¿Cómo debemos usar el Antiguo Testamento?”, Misión, #57.


Calvin, John. Comentaries on the book of Genesis. Grand Rapids: Baker Book House, 1981.
Dayton, Donaid W. Raíces Teológicas del Pentecostalismo. Grand Rapids: Nueva Creación, 1991.
Gaffin, Richard. Perspectives on Pentecost. Phillipsburg: Presbyterian and Reformed Publishing Company,
1979.
Morley, Don. “Observando la bendición de Toronto”, Nueva Reforma, 29, Abril 1995. Naf, Willi. “Benny Hinn,
Dominador Poderoso”, Nueva Reforma, 30, Julio 1995.
Kline, Meredith. Images of the Spirit. Grand Rapids: Baker Book House, 1980.
Vos, Geerhardus. Biblical Theology. Grand Rapids: Eerdmans Publishing Co., 1948.

2. BREVE ANÁLISIS DEL DESARROLLO DE LA


PNEUMATOLOGÍA
(Carlos A. Mena)

1. El Antiguo Testamento
En el AT el Espíritu del Señor (hebreo, ruah; LXX, pneuma kyriou) es generalmente una
expresión del poder de Dios, la extensión de sí mismo por la que El lleva a cabo
muchos de sus poderosos actos (1Reyes 8:12; Jueces14:6; 1Sam.11:6). En cuanto tal, a
veces "espíritu" se expresa en formas semejantes a otros modos de actividad de Dios,
tales como "la mano de Dios" (Salmos 19:1;102:25), "la palabra de Dios" (Salmos
33:6;147:15,18) y la "sabiduría de Dios" (Ex. 28:3; 1 Reyes 3:28; Job 32:8).

Los orígenes de la palabra "espíritu", tanto en hebreo (ruah) como en griego (pneuma)
son similares: provienen de la asociación con "respiración" y "viento", que las culturas
antiguas conectaban con fuerza espiritual invisible.
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Así se entiende que la palabra creadora de Dios (Gén. 1:3 y sgts.) está íntimamente
relacionada con el soplo creativo de Dios (Gén.2:7). En todas las demás partes ambos
conceptos se identifican con el Espíritu de Dios. Como agente en la creación, el
Espíritu de Dios es el principio vital de hombres y animales (Job 33:4; Gén.6:17; 7:15).

La función primaria del Espíritu de Dios en el AT es la de espíritu de la profecía. El


Espíritu de Dios es la fuerza inspiradora de los profetas, ese poder que a veces movió a
éxtasis, pero siempre a la revelación del mensaje de Dios, expresada por los profetas
con "así habló el Señor". A los profetas se les suele llamar "hombres de Dios" (1Sam.
2:27; 1 Reyes 12:22; etc.); en Os. 9:7 se les da el reconocimiento de "el varón de
espíritu". La implicación general en el AT es que los profetas estaban inspirados por el
Espíritu de Dios (Núm. 11:17; 1Sam. 16:15; Miq. 3:8; Ezeq. 2:2; etc.).

La frase "Espíritu Santo" aparece en dos contextos en el AT, pero en ambas se le


califica como Espíritu Santo de Dios (Salmos 51:11; Isa. 63:10-11,14), de modo que está
claro que Dios mismo es el referente, no el Espíritu Santo que se encuentra en el NT.
Pero, sí hay que decir, que aunque la personalidad y la identidad del Espíritu Santo
son reveladas en el AT, estas no son entendidas por los creyentes del A.T. Más bien,
encontramos expresiones especiales de la actividad de Dios con y a través del hombre.
El Espíritu de Dios es santo al igual que lo son su palabra y su nombre; todos ellos son
formas de su revelación, y en cuanto tales se les presenta como antítesis de todas las
cosas humanas o materiales. El AT, especialmente los profetas, anticipan un tiempo en
que Dios, que es santo (u "otro/separado" del hombre, Os. 11:9) volcará su Espíritu
sobre los hombres (Joel 2:28 y sgts.; Isa.11:1 y sgts; Ezeq. 36:14 y sgts.), que se volverán
santos. El Mesías / Siervo de Dios será aquel sobre quien descanse el Espíritu (Isa. 11:1
y sgts; 42:1 y sgts; 63:y sgts.), y que inaugurará el tiempo de la salvación (Ezeq. 36:14 y
sgts.; Jer. 31:31 y sgts).

2. El Nuevo Testamento
La enseñanza del NT sobre del Espíritu Santo se remonta al enfoque del Espíritu de
Dios como manifestación del poder de Dios y en la del espíritu de profecía. Jesús y la
iglesia después de él, juntó estas concepciones al predicar del Espíritu Santo, don
escatológico de Dios al hombre. La frase "el poder del Altísimo cubrió con su sombra"
a Maria, frase de construcción paralela a la de "el Espíritu Santo" (Lucas 1:35;9:35), se
hace eco de la expresión del AT de que el Espíritu de Dios es la nube divina que
"cubrió con su sombra" el tabernáculo de modo que la tienda quedó llena de la gloria
del Señor (Ex.40:35; Isa. 63:11 y sgts.), identifica la presencia de Dios en esta instancia
como "Espíritu Santo de Dios". Lucas registra el poder de Jesús para expulsar a los
demonios "por el dedo de Dios", expresión del AT para el poder de Dios (Lucas 11:20;
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Ex. 8:19; Salmos 8:3). A este poder se le identifica como "Espíritu de Dios" (Mat. 12:28),
es decir, el Espíritu Santo (Mat. 12:32).

En el bautismo de Jesús el Espíritu vino sobre El, Mar.1:10; "el Espíritu de Dios", Mat.
3:16; "el Espíritu Santo" Lucas 3:21, que recibió la confirmación de su divina filiación y
misión mesiánica (Mat. 3:13 y sgts). Jesús salió del Jordán lleno del Espíritu Santo
(Lucas 4:1), y después de la tentación comenzó su ministerio "con el poder del
Espíritu" (Lucas 4:14). Tomando el mensaje de Juan Bautista, Jesús proclamó la venida
del reino de Dios (Mat. 4:17; cf. 3:1), la que estaría marcada por la presencia del
Espíritu Santo (Mat. 12:28 y sgts.) como muestra de la era mesiánica de la salvación
(Lucas 4:18 y sgts.; Hechos 10:38).

Desde el principio de su ministerio Jesús se identificó tanto con el rey mesiánico


victorioso como con las sufrientes figuras del servidor de las profecías del AT (Isa. 42:1
y sgts; cf. Mar. 10:45), conceptos que el judaísmo había mantenido separados. Jesús
definió además el papel de Mesías de Dios como proclamación del favor de Dios,
salvación de Dios, en los nuevos tiempos, concepto llevado mucho más allá que el de
"juicio a las naciones" que los judíos habían llegado a esperar. En la sinagoga en
Nazaret (Lucas 4:16 y sgts.) cuando Jesús se identificó como el Mesías prometido en
Isa. 61:1-2a, se detuvo justo antes de leer las "palabras del juicio" de Isa. 61:2b (aunque
Isa. 61:2c, "consuelo de los afligidos" es parte de la enseñanza de Jesús en Mat. 5:4).
Este énfasis se vuelve a hacer cuando Juan el Bautista pregunta si Jesús es
efectivamente el que debía venir (Lucas 7:18-23). En realidad, aunque Juan Bautista
proclamó que Jesús era el que "bautizaría en el Espíritu Santo y en fuego" como
aspectos de los nuevos tiempos (salvación y juicio, respectivamente, Lucas 3:15 y sgts.;
obsérvense las claras connotaciones de juicio del "bautismo con fuego " en 3:17), el
énfasis de Jesús estaba en el aspecto positivo, salvífico, de los nuevos tiempos
representados en el bautismo con el Espíritu Santo (Hechos 1:5; 11:16).

Jesús entendía al Espíritu Santo como una personalidad. Esto se evidencia


especialmente en el evangelio de Juan, donde al Espíritu se le llama "Paráclito", es
decir, Consolador (consejero, abogado). Jesús mismo fue el primer consejero (Paráclito,
Juan 14:16), y él les enviará a los discípulos otro Consejero después de que El se haya
ido, es decir, el Espíritu de la verdad, el Espíritu Santo (Juan 14:26; 15:26; 16:5). El
Espíritu Santo morará en los creyentes (Juan 7:38; cf. 14:17), y dirigirá a los discípulos
hacia toda verdad (16:13), enseñándoles "todas las cosas" y haciéndoles "rememorar
todo lo que Jesús les dijo" (14:26). El Espíritu Santo dará testimonio de Jesús, así como
también deberán darlo los discípulos (Juan 15:26-27).
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En Hechos 2:14 y sgts., Pedro interpretó los fenómenos de Pentecostés como


cumplimiento de la profecía de Joel acerca del derramamiento del espíritu sobre toda
carne en los tiempos mesiánicos (Joel 2:28 y sgts.). Este derramamiento del Espíritu
sobre toda la carne se logró para beneficio tanto de judíos como de gentiles (Hechos
10:45; 11:15 y sgts.), y cada convertido tenía acceso a este don de la edad de la
salvación a través del arrepentimiento y el bautismo en el nombre de Jesucristo
(Hechos 2:38). Esto, según Pedro, puso a los convertidos en contacto con la promesa de
la profecía de Joel, el don del Espíritu Santo "porque para ustedes es la promesa...,
para todos los llamados por el Señor nuestro Dios" (Hechos 2:39; Joel 2:32). Los
apóstoles y otros llevaron a cabo sus ministerios "llenos del Espíritu Santo" (4:31; 6:5;
7:54; etc.), y el Espíritu Santo, identificado en Hechos 16:7 como el Espíritu de Jesús,
dirigió la misión de la iglesia naciente (Hechos 9:31; 13:2; 15:28; 16:6-7). Los aspectos
salvíficos de la nueva edad practicados por Jesús, especialmente la sanación y el
exorcismo, fueron realizados por la iglesia primitiva con el poder del Espíritu Santo.
En la joven iglesia hubo visiones y profecías (Hechos 9:10; 10:3 y sgts.; 11:27-28; 13:1;
15:32) de acuerdo a la cita de Joel 2:28 y sgts. En Hechos 2 La experiencia de la iglesia
primitiva confirmó que efectivamente la era mesiánica había llegado.

Pablo enseñó que el Espíritu Santo, otorgado en los nuevos tiempos, es el creador de
nueva vida en el creyente, y es la fuerza por la cual Dios en Cristo "inserta" a los
cristianos en el cuerpo de Cristo (Rom. 5:5; 2Cor. 5:17; Efes. 2:22; cf. 1Cor. 6:19).
Romanos 8 muestra que Pablo identificó el espíritu, el espíritu de Dios y el espíritu de
Cristo, con el Espíritu Santo (cf. El Espíritu de Cristo como el espíritu de la profecía en
1Pe.1:10 y sgts.), y que estos términos son generalmente sinónimos. Si alguien no tiene
el espíritu de Cristo, no pertenece a El (Rom. 8:9); pero los guiados por el Espíritu de
Dios son hijos de Dios (Rom. 8:14). Todos nosotros tenemos acceso al Padre mediante
un espíritu (Efes. 2:18) y hay un cuerpo y un espíritu (Efes. 4:4).

Todos fuimos bautizados en un espíritu en un solo cuerpo, y a todos se nos dio de


beber un mismo espíritu (1Cor.12:13). El creyente recibe el espíritu de adopción o
filiación (Rom. 8:15), de hecho, el espíritu del propio Hijo de Dios (Gál. 4:6) por el que
clamamos "Abba, Padre", aquel íntimo llamado de relación filial con Dios iniciada por
Jesús, el Hijo único de Dios (Mar. 14:36). Los creyentes son incorporados a la morada
de Dios en el Espíritu (Efes. 4:22). A cada uno se le proporciona la gracia según la
medida del don de Cristo (Efes. 4:7; Rom. 12:3), y Cristo la ha dado para que sean
profetas, apóstoles, evangelistas, pastores y maestros (Efes. 4:11) para edificación del
cuerpo. Del mismo modo, el Espíritu otorga diversas clases de dones espirituales para
diversos tipos de servicio (1Cor. 12:4-5;7), todas para el bien común. El camino del
amor ha de seguirse en todas las cosas; en efecto, el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, etc. (Gál. 5:22 y sgts.). Todo esto es porque Dios ha iniciado la nueva alianza (Jer.
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31:31 y sgts.; Ezeq. 36:14 y sgts.;26) en el corazón del hombre por medio de su Espíritu
escatológico (2Cor. 3:6 y sgts.). En esta nueva era el Espíritu constituye la garantía de
nuestra herencia (2Cor. 1:22; 5:5; Efes. 1:14), un "primer", el sello de Dios (2Cor. 1:22;
Efes. 1:13; 4:30). Estas frases indican la tensión entre el "ya" versus el "todavía no" de
los nuevos tiempos: éstos ya han amanecido, el Espíritu escatológico ha sido
derramado, y sin embargo toda la creación aguarda la consumación final. Aunque el
espíritu testifica a nuestro espíritu que somos hijos de Dios (Ro.8:16) y nosotros
realmente tenemos estos primeros o primicias del Espíritu (Ro.8:23), aguardamos la
adopción como hijos (8:23) en la consumación final. Hasta entonces los cristianos
tienen el Consolador, el Espíritu que intercede a favor de los santos según la voluntad
del Padre (Ro.8:27).

3. La Reforma
Aunque para la teología medieval hubo otros aspectos de importancia en las obras del
Espíritu, incluyendo la santificación y la iluminación, no fue hasta la Reforma que la
labor del Espíritu en la iglesia fue verdaderamente redescubierta. Esto se debió, al
menos en parte, al rechazo del dogma de Roma relativo a la tradición de la iglesia
como garante de la interpretación correcta de la Escritura y de la formación de la
verdadera doctrina. Esta reacción condujo al énfasis de la Reforma en la idea de Sola
Scriptura y la actividad del Espíritu en la salvación, con independencia de la
"ininterrumpida sucesión desde Cristo" de la Iglesia Católica. Si bien, Lutero repudió
el "entusiasmo" como la subjetiva pretensión de la guía directa del Espíritu,
independientemente de la Escritura o de la estructura de la iglesia, y acentuó el
Espíritu sobre la estructura, y entendió que el Espíritu actúa mediante la palabra,
sobre todo en la predicación y en los sacramentos, y por lo tanto en la salvación.

El Espíritu trabaja en la salvación induciendo al alma a la confianza, por la fe, en


Cristo. La fe misma es un don místico de Dios, por medio del cual, los creyentes “mit
Gott ein Kuche werden” (se amasan en una sola torta con Dios). Sin la gracia y trabajo
del Espíritu, el hombre es incapaz de hacerse aceptable a Dios o de tener fe salvífica
(cf. La servidumbre de la voluntad, 1525). Esto lo logra el Espíritu Santo con la palabra
de Dios. La salvación es así un don concedido por la gracia de Dios, y Lutero afirma
que la palabra (el evangelio) predicada es sobre todo la palabra eficaz de Dios después
de que el Espíritu actúa sobre el corazón del oyente. Para Lutero la palabra es el
sacramento principal, porque la fe y el Espíritu Santo se transfieren con la predicación
y la enseñanza del evangelio (Rom. 10:17); el bautismo y la Cena del Señor son
muestras del "sacramento de la palabra", en cuanto proclaman la palabra de Dios.
Lutero favoreció la palabra predicada por sobre la escrita, pero no creyó que fueran
mutuamente excluyentes. Para ser cristiana, la predicación de la iglesia tenía que ser
fiel a la Escritura; pero para ser fiel a Escritura, la iglesia tenía que predicar.
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La palabra, sobre todo, el Logos encarnado, es el conducto de Dios para el Espíritu. El


hombre lleva la palabra de la Escritura al oído, pero Dios infunde su Espíritu en el
corazón; la palabra de la Escritura se convierte así en la Palabra de Dios (Lecturas de
los Salmos; Epístola a los Romanos). Nadie pueden entender cabalmente la palabra de
la Escritura sin la labor del Espíritu: allí donde está la palabra, el Espíritu
inevitablemente le sigue; el Espíritu no opera independientemente de la palabra.
Lutero se opuso a la drástica distinción de los entusiastas entre palabra interna y
externa; por otra parte, rechazó la idea católica romana de identificar al Espíritu con la
operatoria de la iglesia, y de que los sacramentos son eficaces en y por sí mismos (ex
opere operato). Así el Espíritu hace a Cristo presente en los sacramentos y en la
Escritura; sólo cuando el Espíritu hace a Cristo presente en la palabra ésta es la Palabra
viva de Dios. Si no, la Escritura es una carta, una ley, es meramente descriptiva, es sólo
historia; predicada, la palabra es evangelio (como distinto de ley); el Espíritu la hace
tal. El Espíritu no está limitado a la palabra; existe en gloria eterna de Dios, lejos de la
Palabra y de nuestro mundo. Pero como Espíritu que revela, no viene sin la palabra.

Con pocas excepciones, Melanchthon siguió a Lutero; aunque permitió más amplitud
que éste a la respuesta del hombre al evangelio, enfatizó el actuar primario del
Espíritu en la salvación. Melanchthon mostró más flexibilidad que Lutero respecto a la
presencia real en la Cena del Señor (cf. Concordato de Wittenberg), pero estaba
básicamente de acuerdo con Lutero, según se vio en la Confesión de Augsburg y en su
Apología. Zwinglio se alejó de Lutero y de Melanchthon en lo relativo a la operación
del Espíritu en los sacramentos, negando la necesidad del bautismo y afirmando la
significación en gran parte conmemorativa de la Cena del Señor. Los Reformadores
radicales también discrepaban de Lutero y Melanchthon, afirmando la prioridad de la
revelación inmediata por sobre la Escritura. Tanto luteranos como católicos fueron
condenados por los Schwarmer (fanáticos) por su dependencia de la letra de la
Escritura en vez de someter la Biblia a pruebas de experiencia religiosa.

Calvino sostenía que el Espíritu trabaja en la regeneración para iluminar la mente, y


así poder recibir los beneficios de Cristo y ser sellados en el corazón. Por el Espíritu, el
corazón de un hombre se abre al poder penetrador de la palabra y de los sacramentos.
Calvino fue más allá de Lutero al afirmar no sólo que la palabra predicada es el agente
del Espíritu, sino que la Biblia es en su esencia la palabra de Dios (Catecismo
Ginebrino). El Espíritu obra en la lectura de la Escritura así como en la predicación de
la palabra, y la palabra, predicada o leída, es eficaz a través del trabajo del Espíritu
Santo. El origen divino de la Escritura es certificado por el testimonio del Espíritu. La
Escritura es la palabra de Dios dada mediante la guía del Espíritu a través del limitado
10

decir humano. Así pues, el exégeta debe indagar sobre la intención de Dios al darnos
la Escritura (e.g., en la aplicación moderna del AT; Institución 2,8,8).

La prueba más elevada de la Escritura proviene de que Dios en persona habla en ella,
es decir, en el testimonio secreto del Espíritu (Inst. 1.7.4). Sentimos el testimonio del
Espíritu grabado como un sello en nuestros corazones, con el resultado de que sella el
perdón y el sacrificio de Cristo. El Espíritu Santo es el lazo por el cual Cristo nos une a
El (Inst. 3.1.1). Aunque Calvino rechazó las pruebas racionales como base para
autentificar la Escritura, las batallas interconfesionales causaron posteriormente la
rigidización del pensamiento reformado, y se desarrolló una tradición de pruebas
escolásticas para superar el subjetivismo de la teoría de la autentificación de Calvino
(cf. Cánones de Dort).

En el siglo XVII surgió en Holanda una reacción al calvinismo estricto entre los
seguidores de Jacobo Arminius. Este rechazó la predestinación terminante,
permitiendo la libertad del hombre para resistir la oferta que Dios le hace de la gracia.
La posición Arminiana fue denunciada por el Sínodo de Dort, pero tuvo gran
influencia en Inglaterra. John Wesley creció en la Inglaterra de principios del siglo
XVIII con este clima de Arminianismo, y a través de él, se le dio al Metodismo su
carácter típicamente arminiano. Según Wesley, Dios actúa en colaboración con, pero
no atropellando, la libre respuesta humana en materia de fe salvadora.
Dios no dispensa simplemente sobre el hombre la gracia justificadora, ni el hombre la
adquiere simplemente creyendo. Más bien hay un proceso unificado de Dios que da y
el hombre que recibe. El Espíritu Santo condena por pecado, pero también da
testimonio de la justificación, y continúa después de eso trabajando en la santificación
del hombre, de modo que el creyente siente en su corazón las poderosas acciones del
Espíritu de Dios. Dios lo insufla (infla) continuamente en el alma del hombre, y el
alma "respira a Dios", una asociación de respiración espiritual por la que se sostiene la
vida de Dios en el alma. La santificación, la renovación del hombre a imagen de Dios,
en justificación y santidad verdaderas, la efectúa el Espíritu mediante la fe; incluye ser
salvado del pecado y perfeccionado en el amor. Las obras son necesarias para una
continuación de la fe, y la "plena santificación", la perfección, es la meta de cada
creyente.

4. El Período Moderno
Mientras que en el siglo XVII el puritanismo radical dio origen a los Cuáqueros con su
énfasis en la experiencia subjetiva del Espíritu Santo (“la Luz Interna” de George Fox,
fundador de la “Sociedad Religiosa de Amigos”, conocida como los “Cuáqueros”), tal
que la Escritura es sólo una fuente secundaria de conocimiento para la fe y la práctica
(Apología de Robert Barclay), el Metodismo del siglo XVIII fue un acercamiento más
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equilibrado a la acción del Espíritu. El foco del Metodismo posterior en el trabajo del
Espíritu, luego de la conversión, como experiencia de la gracia divina, ha sido
desarrollado por el Movimiento de Santidad moderno, representado por las iglesias de
la Asociación Cristiana de Santidad.

Otro desarrollo que se puede remontar al énfasis metodista en la santificación es el


renacimiento del Pentecostalismo en el siglo XX. Surgiendo de énfasis anteriores en la
"segunda experiencia", el Pentecostalismo ha otorgado gran importancia al "bautismo
del Espíritu Santo", que se considera la culminación de un proceso en dos etapas de la
salvación. Desde el inicio de este movimiento moderno a principios de siglo, el hablar
en lenguas ha sido proclamada la principal señal del bautismo del Espíritu, si bien
también da importancia a otros "dones del Espíritu", en especial el de sanación. Desde
sus comienzos fundamentalistas/biblicistas, el movimiento pentecostalista se ha
desarrollado hacia lo que libremente se llama movimiento carismático, que ahora toca
todo el Protestantismo y ha incursionado en el catolicismo. Este movimiento
generalmente proclama una clara experiencia del "bautismo del Espíritu" y, como
norma, considera al hablar en lenguas como la manifestación de esa experiencia.

Uno de los progresos más significativos del siglo XX en la comprensión del Espíritu
Santo fue el del pensamiento de Karl Barth. Barth fue un teólogo protestante
responsable en gran parte de la introducción de la neo-ortodoxia, la llamada teología
dialéctica o de la crisis. El y otros rompieron con el liberalismo clásico en las primeras
décadas del siglo XX, negando la teología liberal de la piadosa autoconciencia religiosa
y su antropocentrismo (Schleiermacher; Ritschl; Feuerbach). Barth acentuó la "infinita
diferencia cualitativa" entre el hombre y Dios, y proféticamente proclamó el "nein" (no)
de Dios a toda tentativa humana de autojustificación. La carta de Barth a los Romanos
tomaba esta nota de la "crisis" del hombre: Lo que el hombre sabe de Dios, Dios mismo
lo ha revelado. Barth desarrolló su idea de la autorevelación de Dios en los términos
de la doctrina de la palabra de Dios (Dogmática de la Iglesia I/1 y I/2). Lo primero y
más importante, Jesús es el Logos encarnado, la Palabra de Dios.

La palabra de Dios se encuentra posteriormente en la predicación del evangelio, y


"entre las palabras de la Escritura" (cf. doctrina del Espíritu y la Palabra, de Lutero). La
palabra de Dios es Dios mismo en la Sagrada Escritura. La Escritura es santa y es la
palabra de Dios porque por el Espíritu Santo se convirtió y se convertirá para la iglesia
en testigo de la divina revelación. Este testimonio no es idéntico a la revelación; no es
en sí mismo revelación, sino testimonio de ella. La fe en Jesús como el Cristo,
específicamente en la resurrección de Jesús, se efectúa a través de la acción del Espíritu
Santo. El subjetivo "en Espíritu" es la contraparte del objetivo "en Cristo".
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La gracia de Dios se manifiesta a la vez en Su revelación objetiva en Cristo, y en la


subjetiva apropiación por el hombre, de esta revelación, a través del Espíritu. Según la
Escritura, la revelación de Dios ocurre en nuestro esclarecimiento por el Espíritu Santo
a un conocimiento de la palabra de Dios. El derramamiento del Espíritu es revelación
de Dios. En esta realidad somos hijos libres de Dios y conocerlo, amarlo y alabarlo en
su revelación. En cuanto realidad subjetiva de la revelación de Dios, el Espíritu hace
posible y real la existencia del cristianismo en el mundo. Porque, observa Barth, "allí
donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad" (2Cor. 3:17); Dios en su libertad se
descubre al hombre y así lo hace libre para él (Teología Evangélica, pp. 53 y sgts.)

5. Observaciones finales
Es sorprendente encontrarnos hoy día con una visión Pnematológica que ha olvidado
su historia. Hemos visto que desde los inicios de la creación hasta nuestros días, la
obra del Espíritu Santo es un eje que mueve los engranajes tanto de la Revelación de
Dios, como del actuar del hombre. Es tan importante conocer la función del Espíritu,
que sin esta no podríamos conocer el propósito de la Encarnación de la Segunda
Persona de la Trinidad.

Hoy encontramos una Pneumatología más Antropocéntrica que Cristocéntrica. El


Espíritu pasa a confundirse con el “sensismo” en la vida del cristiano, y no se le
entiende como la esfera en la cual se desarrolla la vida del creyente. El Espíritu Santo
es el Vicario de Cristo. La realidad de la presencia de Cristo, es la realidad de la
presencia del Espíritu Santo en cada creyente. Y más aún, la realidad de los dones,
tanto naturales o sobrenaturales en los hombres y mujeres de este mundo, se debe a la
presencia del Pneuma. Lo anterior se entiende cuando, a través de la Pneumatología
paulina, se logra percibir que estamos viviendo en una nueva era, la era del Espíritu,
inaugurada con la Resurrección de Cristo.

REFLEXION

1. ¿Cómo se afecta la iglesia si se predica una pneumatología antropocéntrica?

3. LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD
Tomado de la Confesión de Westminstcr para el día de hoy por George S Hendry
Publicaciones del Comité de Cooperación Presbiteriana de América Latina, Bogotá.
1966, páginas 44—47.)
13

La doctrina de la Trinidad es la fórmula por la cual la Iglesia Cristiana, después de una


larga y concienzuda reflexión, decidió asentar la respuesta que la revelación bíblica da
a esta trascendental cuestión, a fin de protegerla de equívocos y confusiones: ¿Quién
es Dios? Dios es Aquel que se ha revelado a sí mismo en Cristo por el Espíritu
Santo. Esta es la afirmación fundamental de la fe cristiana, y fue la doctrina de la
Trinidad la que anunció las necesarias consecuencias de tal afirmación.

DOS FASES
La enunciación eclesiástica de la doctrina de la Trinidad se llevó a cabo en dos fases y
puede sernos útil hacer un breve repaso de ellas para aclarar su significado. La fe
cristiana, como lo indica su nombre, es fe en Cristo; pero a su vez, la fe cristiana en
Cristo, es fe en que “Dios estaba en Cristo”, como lo resume Pablo (2Co 5:19). En
Cristo, tenemos que ver con Dios mismo, y no sólo con un hombre enviado de Dios,
como en el caso de Juan el Bautista, o alguno de los profetas (Mar. 8:27-29). Hubiera
sido más fácil considerarlo de esa manera: como profeta, o aún como cierta clase de
ángel, pero la Iglesia repudió todas aquellas propuestas porque vio que, aunque
simplificaban el problema para la mente, se hubiera contrapuesto a la fe de que, en
Cristo, tenemos que ver con Dios mismo, presente entre nosotros, y haciendo por
nosotros lo que solo Dios podía hacer. Bajo el peso de la controversia, la Iglesia se vio
forzada cada vez más a concluir que su fe debía fundamentarse en el ser de Dios
mismo, en una complejidad o repetición sin menoscabo de su calidad de Dios único.

“Una Substancia”
El problema era hallar una forma que expresara esta pluralidad en unidad. Los
términos bíblicos Padre e Hijo no eran suficientes; podían utilizarse para designar a
Dios y a Cristo según su respectiva particularidad, aún así, como comprendió sin
poder tomarse literalmente, no podían expresar la unidad entre Dios y Cristo (algunos
consintieron en llamar a Cristo el Hijo de Dios, pero insistieron en que era de un orden
de ser inferior). El Concilio de Nicea, que se convocó en el año 325, para ocuparse del
problema, adoptó un término griego ultra técnico: homoousious, que se traduce en la
frase de la Confesión “de una misma substancia”, y en otras partes “consubstancial” o
“coesencial”. Sin embargo, la traducción es ambigua, toda vez que insinúa que la
Deidad o Divinidad es algo así como una substancia de la cual Dios y Cristo se
componen, de la misma forma en que el carbón es la substancia de la cual se
componen tanto el diamante como el grafito. La palabra griega significa literalmente
“lo mismo en cuanto a ser”, y cuando el Concilio puso esta palabra en el Credo
Niceno, quiso decir que la distinción entre Padre e Hijo no es la distinción entre dos
seres, sino la distinción entre dos maneras en que Dios es Dios.
14

El Concilio de Nicea se ocupó sólo de definir la relación entre el Padre y el Hijo, y no


consideró en forma alguna la cuestión del Espíritu Santo. Sin embargo, una vez que
quedaron aclaradas las consecuencias para la Iglesia de su fe en Cristo, pronto se
advirtió que las mismas consecuencias se desprendían de la fe de la Iglesia en el
Espíritu Santo. La Iglesia reconoció en la venida del Espíritu Santo la continuación de
la presencia de Cristo el Señor. De hecho, no podía reconocerse la presencia de Cristo
en ninguna otra forma (1Co 12:3).

Tener al Espíritu era tener a Cristo, y tener a Cristo, era tener a Dios. En consecuencia,
se hizo evidente que era menester repetir en cuanto al Espíritu lo que el Concilio de
Nicea se había visto en la necesidad de decir, a fin de proteger a la fe de la Iglesia en
Cristo. Esto se hizo en el Concilio de Constantinopla en 381 que en efecto declaró,
aunque cuidando de no usar el término, que para entonces era ya del desagrado de
muchos de la iglesia, que el Espíritu Santo era también “de una substancia” con el
Padre y el Hijo.

“Tres Personas”
La segunda fase en el desarrollo de la doctrina de la Trinidad consistió en la búsqueda
de un término para expresar la distinción que tiene que reconocerse entre el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo, en el contexto de la unidad. Si bien, es cierto que Dios está
presente con nosotros en Cristo por el Espíritu Santo, mas no como “tres presencias”;
sino como una presencia, hay no obstante, una distinción también que puede
expresarse de la siguiente manera: En Cristo, tenemos a Dios con nosotros, en el
Espíritu Santo, tenemos a Dios en nosotros, sin jamás dejar de ser Dios sobre nosotros.
Esta triplicidad en los modos de su presencia debe tener por base una cierta distinción
en el ser de Dios mismo. Pero una vez más, el problema era hallar el término
apropiado. El problema se resolvió de manera un tanto artificialmente utilizando otro
vocablo técnico griego, y demarcándolo para este fin especial. Este es el vocablo
traducido “persona” en español, pero tal traducción es inexacta y ambigua. “Persona”
en el Español actual significa un determinado individuo, consciente de sí mismo, pero
a todas luces no puede sobrellevar este significado en la fórmula: tres personas en la
Deidad, porque eso convertiría a la Trinidad en “triteísmo” (tres dioses).

Casi desde el principio, se ha reconocido que “persona” es, en este contexto, una
improvisación, pero nadie ha logrado hallar una mejor palabra que la reemplace, por
lo que parece que continuará en vigencia. Sólo debe recordarse que la palabra
representa el intento de expresar algo que trasciende los recursos de la expresión del
lenguaje humano, a saber, una distinción en la unidad del ser de Dios, para lo cual no
tenemos paralelo en nuestra experiencia de criaturas suyas.
15

En cuanto a los modos y bases de la originación del Hijo y del Espíritu, se hicieron las
siguientes distinciones: el Hijo es engendrado del Padre, mientras que el Espíritu
Santo procede del Padre y del Hijo; y tanto el engendrar (o generar) como el proceder
se consideraron eternos, es decir, sin entrañar sucesión, en contraste con la generación
de un hijo humano de un padre humano, y en forma análoga, a la generación de la luz
de la llama, o del agua del manantial (éstas fueron las ilustraciones predilectas).
Ninguna solución definitiva pudo hallarse al problema de cómo la generación difiere
de la procedencia, pero no era eso lo más importante. Se tomaron los términos del
Nuevo Testamento (Jn.1:14,18; 15:26), ya que la razón principal por la que se usaron
fue para establecer la diferencia fundamental entre Dios Padre y la dos personas de la
Trinidad, y Dios y todos los demás seres. Todos los demás seres son creados, pero ni
son engendrados por Dios, ni proceden de El. El Hijo y el Espíritu, por el contrario,
son con El un sólo ser.

Cabe añadir que el Interés primordial que salvaguarda la doctrina de la Trinidad es la


unidad de Dios. Esta doctrina, que realmente debiese llamarse la “Triunidad’ (como
sucede con la palabra alemana Dreieinigkeit, asentaba que Dios es tres en uno, en
lugar de uno en tres, recayendo el énfasis en una unicidad y no en la triplicidad. La
finalidad que perseguía era proteger la creencia cristiana básica de que en Cristo y en
el Espíritu Santo tenemos a Dios mismo, y no obstante que tenemos que distinguir
entre Dios en sí mismo, Dios con nosotros, y Dios en nosotros, es el mismo Dios único
con quien tenemos que ver.

Así mismo, la doctrina preserva la unidad de las obras de Dios, puesto que no
pretende señalar una división de funciones en la Deidad, como si Dios el Padre por si
sólo se responsabilizara por la obra de la creación, el Hijo por la salvación y el Espíritu
Santo por la santificación, sino más bien recalcar el hecho de que, a pesar de que cada
una de estas obras a veces se asocia de una manera especial con alguna de las tres
personas, cada una es la obra de Dios trino, quien está totalmente presente en todas
sus obras, y quien a través de ellas está forjando su singular propósito eterno.

4. DESCRIPCIONES DEL ESPIRITU SANTO


(Confesión de Fe de Westminster para el día de hoy, pág. 121, 122.)

El Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad, que procede del Padre y del Hijo,
de la misma substancia e igual en poder y gloria, ha de ser, junto con el Padre y el
Hijo, creído, amado, obedecido y adorado por todos los siglos.
16

El Espíritu Santo es el Señor y Dador de la vida, y es la fuente de todo buen


pensamiento, deseo puro, y consejo santo entre los hombres. Por Él, los profetas
fueron impulsados a pronunciar la palabra de Dios, y los escritores de las Sagradas
Escrituras fueron inspirados a consignar fielmente el sentir y la voluntad de Dios. A
Él, queda especialmente encomendada la dispensación del evangelio, cuyo camino El
prepara, y lo acompaña con su poder persuasivo, encareciendo su mensaje a la razón y
a la conciencia de los hombres, de tal modo, que los que rechazan su oferta
misericordiosa, quedan no sólo sin excusa, sino también culpados de resistir al
Espíritu Santo.

El Espíritu Santo, que el Padre está siempre dispuesto a dar a los que lo piden, es el
único agente eficiente en la aplicación de la redención. Él es quien regenera a los
hombres por su gracia, los redarguye de pecado, los impulsa al arrepentimiento y los
capacita para abrazar a Cristo por fe. Une también a todos los creyentes con Cristo,
mora en ellos como su Consolador y Santificador, les da el “espíritu de adopción” y
“oración” y ejecuta todos aquellos oficios de gracia por los cuales quedan santificados
y sellados para el día de la redención.
5. CREO EN EL ESPÍRITU SANTO
W. Smoute, El movimiento carismático. Barcelona: FELiRE, 2001.

La Confesión de Fe Apostólica profesa muy detalladamente la fe en Cristo, el Hijo de


Dios. Pero acerca de la tercera persona de la Santísima Trinidad no dice más que esto:
“Creo en el Espíritu Santo”.

Pero esto no quiere decir que los redactores de esta Confesión de Fe no supieran decir
más que eso. Sencillamente ocurrió que en tiempos de la redacción de esta Confesión
de Fe no era necesario combatir ningún error acerca del Espíritu Santo. Por lo demás,
parece que el Espíritu Santo tampoco llamaba mucho la atención. El Espíritu Santo se
sentiría desconcertado si se dirigiesen a Él todos los focos de atención, pues Él mismo
quiere hacer recaer la luz en Dios Padre y en el Hijo. El Espíritu llama la atención hacia
el Hijo, y el Hijo hacia el Padre. (Léanse los caps. 14 al 17 del evangelio de Juan).

Sin embargo, con esto no se dice que el Espíritu Santo sea insignificante e
intranscendente. Pues en la Biblia queda claro que todo funciona por Él, aunque no en
torno a Él. Esto se puede comparar con una madre (o quizá con un padre) de una
familia muy atareada: todo funciona por medio de ella, pero no en torno a ella, al
menos cuando todo va bien. Por eso, en la Biblia leemos constantemente acerca del
Espíritu Santo, sin que Él exija ex profeso nuestra atención.

Individuos
17

Ya en la primera página de la Biblia nos encontramos con el Espíritu Santo: “Y el


Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Gn. 1:2). Por medio de Él, la tierra
fue hecha más que apropiada para ser ocupada por el hombre. Dios hizo todo “por el
aliento de su boca” (Sal. 33: 6b). La palabra hebrea para indicar aliento, también puede
ser traducida por Espíritu.

Así pues, por su Espíritu creador y vivificador, Dios es no sólo Origen, sino también
Conservador de la vida y de la creación. Cuando Dios envía su Espíritu, son creadas
plantas, animales y hombres, y se suceden las estaciones del año (Sal. 104: 30).

En el Antiguo Testamento leemos también acerca de la acción del Espíritu en


determinadas personas. En la mayoría de los casos, se trata de individuos que son
preparados para una tarea en la que deben servir a todo el pueblo. Recuérdense jueces
(Jue. 3:10; 6:34; 11:29), reyes (1Sam. 16:13) y especialmente profetas (Ez.11:5)

Pero, en aquel mismo tiempo, el SEÑOR prometió muchas veces que daría su Espíritu
a todos en una medida más abundante. A este respecto, podemos leer, entre otros
pasajes, el de Ez.36:25-28, donde el SEÑOR promete una purificación de su pueblo,
con esta promesa: “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”. Y en Joel 2:28-32, leemos:
“Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne.” Sin embargo, antes de
que esta profecía pudiese cumplirse, primero debía llegar el Señor Jesús.

Jesús y el Espíritu Santo


El Espíritu de Dios reposó total y perfectamente en Jesucristo. Esto se hizo visible en
su bautismo en el Jordán (Lc.3:21-22). Un poco después predicó sobre el texto: “El
Espíritu del SEÑOR está sobre mí, por cuanto me ha ungido” (Lc.4:18), todos lo
comprendieron: ¡Este pasaje se refiere a Él! Pero Jesús también ha merecido el don del
Espíritu como un don para todos nosotros: “El que cree en mí, como dice la Escritura,
de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir
los que creyesen en El; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no
había sido aún glorificado” (Jn.7:38-39)

Pentecostés: el Espíritu sobre todos


El don que Cristo había merecido, fue derramado por Él mismo sobre toda la Iglesia
en el día de Pentecostés (Hec.2:33). Con ello, se cumplieron todas las promesas del
Antiguo Testamento. Hijos e hijas, incluso esclavos y esclavas, profetizaron (Joel 2:28-
32). El Espíritu de Dios estaba en su interior (Ez.36:27), y se dispusieron a servir de
corazón al SEÑOR. Con lenguas “como de fuego” designa el SEÑOR a cada discípulo
18

como una lengua para el Señor Jesús. Desde ese momento, el Espíritu tomó la
dirección de la obra de evangelización, por la cual también nosotros fuimos
alcanzados.

El Espíritu de Dios: el primer don


Tan importante como el Espíritu de Dios es para la obra misionera, así lo es Él mismo
para cada uno de nosotros. Según expresión de Pablo en Rom 8:23, hemos recibido el
Espíritu como el primer don o primicias. Esto significa que por el Espíritu
experimentamos, ya ahora, algo de lo que será más tarde.

En primer lugar, que el Espíritu Santo nos hace nuevas criaturas; que nos hace nacer
de nuevo; que escribe la voluntad de Dios no sólo sobre papel, en la Biblia, sino
también en la tabla de nuestro corazón. A este respecto, recuérdese Jn.3:7-8: “Todo
hombre y mujer debe nacer de nuevo”. Con el Espíritu Santo ocurre como con el
viento, Jesús dice: “No sabes de dónde viene el Espíritu, pero oyes su sonido”. Así,
nosotros tampoco sabemos cómo el Espíritu renueva nuestro corazón, pero oímos su
voz: la propia Palabra de Dios en la Biblia.

En segundo lugar, el Espíritu permanece actuando en nuestra vida, de manera que


también puedas ver la nueva vida. A lo cual Pablo, en Gá.5:22, lo llama: “el fruto del
Espíritu”. El amor, el gozo, la paz... son actuaciones concretas de ese Espíritu de Dios
en nuestra vida. En lo cual verdaderamente notamos que Dios escribe su voluntad en
nuestro corazón. Por naturaleza, hacemos las obras de la carne que también se citan en
Gá.5; pero, si el Espíritu de Dios obra en nosotros, entonces comienza a crecer algo, a
saber: el fruto del Espíritu.

Por último, el Espíritu Santo hace que conozcamos verdaderamente a Dios como
nuestro Padre; que podamos orar (Ro.8:15) y que veamos cuán ricos somos en Cristo.
El conocer a Dios es, con toda razón, un anticipo, una garantía o prenda del mundo
nuevo (Ef.1:14). Ese Espíritu de Dios jamás lo tenemos en las manos, pero Jesús ha
prometido muy categóricamente que nos lo da, si lo pedimos (Lc.11:9-13).

Llenura del Espíritu


La Biblia nos invita: “Sed llenos del Espíritu” (Ef.5: 18). Pero, ¿cómo podemos hacerlo?
Resulta muy claro por el texto paralelo de Col.3:16. Dejando que la Palabra de Cristo
more abundantemente en ti.

Si lo hacemos así, el fruto del Espíritu se hace visible en nuestra vida (Gá.5:22). El
Espíritu da a cada uno individualmente dones muy diferentes (1Co.12), pero deja
crecer en la vida de cada uno los mismos frutos. Esos frutos pueden desaparecer si
19

contristamos al Espíritu (Ef.4:30), cuando por ejemplo, damos lugar a la amargura y al


enojo (léase Ef.4:31). Sin embargo, donde reina el Espíritu, florece la vida.

6. EL ESPÍRITU SANTO COMO CREADOR


(Guillermo Green “Explorando una metodología para el estudio sobre el Espíritu
Santo”)

Es importante recordar que Moisés abre su relato de la creación con una referencia
específica del Espíritu de Dios (Gén.1:2). Antes de hablar del Espíritu Santo como
Regenerador o Vivificador de su pueblo, es necesario hablar de su función como
Creador. Con frecuencia se habla de Dios Padre y de Jesucristo como los agentes de la
creación. Pero el testimonio bíblico es claro de que el Espíritu de Dios es agente activo
también en la creación. Esto tiene relevancia teológica.

Moisés nos relata que el mundo estaba «desordenado y vacío» (tohu vabohu). Y el
Espíritu de Dios se movía sobre este «tohu». El verbo que se usa en Gén.1:2 para decir
que el Espíritu «se movía» sobre las aguas, sólo se encuentra una vez más en el
Pentateuco, en Dt.32:11. En el pasaje de Deuteronomio, es empleado para representar a
Dios como águila, «revoloteando» sobre su pueblo, guiándolo en medio de «yermo de
horrible soledad» (¡tohu!). Los paralelos entre los dos pasajes son obvios, en la creación
el Espíritu de Dios revolotea sobre el «tohu» de la creación desordenada y le da forma
a través de su palabra de poder; en Deuteronomio Dios revolotea sobre su pueblo en
medio de otro «tohu», la soledad del desierto y el peligro de enemigos, y le da «forma»
como pueblo escogido de Dios. Heb.1:1-3 atribuye la creación a Cristo, quien es el
«resplandor de la gloria» de Dios, «imagen de su sustancia». Cristo y el Espíritu de
Dios son uno desde la obra de la creación. Cuando Jesús dice en Jn.16:13,14 que el
Espíritu Santo no hablaría «nada por su propia cuenta», sino que glorificaría a Jesús,
estaba reflejando la unidad entre él y el Espíritu de Dios que hubo desde el comienzo
del mundo. Todo intento de dividir la obra del Cristo de la del Espíritu Santo en la
redención (“segundos bautismos”, “bendiciones posteriores”, etc.) no comprende la
unidad fundamental entre ellos desde la creación.

Nuestra teología del Espíritu Santo debe partir de un aprecio serio de la interrelación
trinitaria desde la creación. La obra del Espíritu Santo fluirá de su esencia como uno
con el Padre y el Hijo.

Ahora bien, con base en el testimonio del Pentateuco, el Espíritu de Dios le da forma
primero al mundo, y luego al pueblo de Dios. Examinemos estos paralelos. Génesis 1
termina con la gran declaración que Dios va a crear al hombre a su imagen. Luego en
20

Gén.2, Dios «sopla» el aliento de vida en la nariz del hombre. Es importante recordar
que la palabra hebrea «espíritu» (ruach) es usada también para significar «viento». Si
bien no se encuentra la palabra «ruach» en Gén.2:7, la idea de que Dios «sopla aliento
de vida» y el hombre tiene su comienzo como «ser viviente» sugiere que esto es
resultado del «ruach» de Dios. Esta idea es reforzada con base en Sal.104:29,30, donde
leemos que Dios quita el aliento de vida, y vuelven al polvo, o envía su «ruach»
(Espíritu) y «son creados, y renueva la faz de la tierra». El Salmista toma estos
conceptos de Génesis 2, donde Dios sopla en el hombre, y entiende que es el Espíritu
de Dios que comunica la vida, que la renueva y la crea.

Es este Espíritu Creador que forma al hombre a la imagen de Dios. El hombre tiene su
comienzo como portador de la imagen de Dios, infundida por el Espíritu de Dios.
Podríamos decir, que Adán fue el primer «bautizado» con el Espíritu Santo, y era
plenamente lleno del Espíritu Santo antes de su caída. Si queremos buscar ejemplos de
la llenura del Espíritu Santo, debemos comenzar con Adán antes de su caída.

Meredith Kline ha destacado esta obra del Espíritu de Dios como formador de la
imagen de Dios porque cree que ha sido descuidada en las formulaciones doctrinales
sobre la imagen de Dios. Kline sugiere que mucho del lenguaje bíblico sobre la
redención se toma de Génesis 1-3, y afecta nuestra teología del Espíritu Santo. Por
ejemplo, a la luz de lo anterior, podemos ver la acción de Dios en vestir a Adán y Eva
después de su caída, como un símbolo de la restauración a la imagen plena de Dios, y
la restauración de la presencia del Espíritu Santo. De allí comienza todo un lenguaje
bíblico de «vestirse», y encontramos que el Espíritu Santo «viene sobre» las personas
escogidas de Dios para tareas particulares (Jue.6:34,14:6). También vemos que las
vestiduras que Dios manda a hacer para Aarón y los sacerdotes son «para honra y
hermosura”. Los colores y su propósito «para santidad» (Éx.28:2,4,36-43), sugieren que
estas vestiduras son un reflejo de la nube de gloria, y así vestido Aarón de una
representación de la imagen de Dios, es apto para servir como mediador del pueblo.

En el Nuevo Testamento leemos que debemos «quitar» el viejo hombre y «vestirnos»


de Jesucristo, quien es la imagen perfecta de Dios (Col.3:9,10; Ef.4:22-24; Ro.13:14). Este
lenguaje tiene sentido profundo a la luz del Antiguo Testamento, ya que Cristo
cumple por nosotros el papel del postrer Adán, portador de la imagen perfecta de
Dios, y crea por medio de la fe una nueva humanidad. Su obra se describe como un
«vestir de la imagen» de Cristo o de Dios. Con base en lo que hemos visto de Génesis,
es muy probable que el énfasis del Nuevo Testamento sobre la obra del Espíritu Santo
será esta restauración de la imagen de Dios al hombre pecador.
21

¿En qué afecta la obra de redención nuestra doctrina del Espíritu Santo? Cuando
partimos de la obra de Dios en la creación del hombre a su imagen, nos ubicamos en
cuanto a la obra de su Espíritu. El Espíritu de Dios fue el agente para comunicar la
imagen de Dios al hombre, así produciendo una criatura que pudiera gozarse de plena
comunión con Dios, y realizar su tarea en el mundo obedientemente. En la historia de
la redención, el Espíritu de Dios toma este papel de recreador de la imagen de Dios.
Por ejemplo, Moisés entiende que la nube de gloria sobre Israel es el mismo «ruach» de
Dios sobre el tohu, re-creando un nuevo pueblo (Dt.32:10,11). Esta nube «shekinah», de
gloria, debía ir adelante del pueblo. Es digno de mención aquel pasaje en que Moisés
discute con Dios, que si no iba adelante el Ángel de la presencia, la nube de gloria,
entonces Moisés no se movía de ahí (Éx.33:7-16). El entendía que si Dios no iba
formando a su pueblo a su propia imagen, nada podía hacer él.

Después de las fallas de Israel como pueblo, Dios promete que el Espíritu de Dios
cumpliría aún su función de re-crear un pueblo obediente. Por ejemplo, en Ez.36:25-27,
Dios promete que un cambio de corazón vendrá por medio de su Espíritu Santo. El
lenguaje de este pasaje nos recuerda del pacto con Abraham: «seré vuestro Dios y
vosotros seréis mi pueblo». El pecado había alejado al hombre de Dios. Adán y Eva
quedaron excluidos del huerto de Edén. Sin embargo, Dios los viste de pieles,
símbolos de reconciliación. La humanidad levanta la torre de Babel en rebeldía contra
Dios, pero Dios le promete a Abraham que él formaría un pueblo por gracia. El
Espíritu Santo resulta ser el agente de esta obra de reconciliación con Dios y formación
como pueblo.

Existen varias «imágenes» del Espíritu en el Antiguo Testamento, entre ellas el


tabernáculo, las vestimentas de los sacerdotes, el oficio del profeta, y aún eventos tales
como el primer día de juicio cuando Dios confronta a Adán y Eva en el huerto de
Edén. Aquí no podemos ampliar estas facetas de la obra redentora del Espíritu de
Dios, pero cabe decir que hay una amplia preparación en el Antiguo Testamento para
la venida del Espíritu de Dios sobre su pueblo el día de Pentecostés. Estas esperanzas
se ubican sólidamente dentro del pacto que Dios establece con su pueblo, y tienen su
enfoque en una recreación a la imagen de Dios. Y hemos visto que ciertos símbolos se
han empleado para representar el derramamiento del Espíritu, como por ejemplo
soplando sobre Adán, vistiendo a la persona (Adán/Eva,Aarón), y representándose en
fuego como la nube de gloria en el desierto.

REFLEXIONES

1. ¿Cuál es la tarea del Espíritu Santo en el hombre?


22

2. ¿En qué afecta la obra de redención nuestra doctrina del Espíritu Santo?

3. ¿Cuáles son las manifestaciones principales que Dios emplea en el Antiguo


Testamento para representar la presencia de su Espíritu?

7. LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO


Por: Jhon Sttot.
Traducción: Ángela María Acosta Gómez

La vida cristiana es una vida en el espíritu. Todos los cristianos concuerdan con esto.
Es imposible crecer y vivir como un cristiano solitario sin el ministerio del Espíritu de
Dios.

Desde los primeros momentos de la vida cristiana cada creyente tiene una experiencia
del Espíritu Santo. El cristiano empieza con un nuevo nacimiento, y el nuevo
nacimiento es un nacimiento del Espíritu (Jn.3:3-8). El Espíritu Santo es el Espíritu de
vida y es el que imparte vida a nuestras almas muertas, y como si fuera poco Él viene a
morar dentro de nosotros. La morada del Espíritu es la común posesión de todos los
hijos de Dios. Esto hace que Dios nos haga sus hijos y nos de su Espíritu, su Espíritu
de adopción. ¿Quién hace que nosotros seamos sus hijos? Pablo nos responde de dos
formas:

Primero: Porque ustedes son hijos. Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo dentro de
nuestros corazones (Gá.4:6).

Segundo: Quienes son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios “pues
no recibisteis el Espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que recibisteis
el Espíritu de adopción para clamar Abba Padre” (Ro.8:14-15). De cualquier forma que
tu mires esto, el resultado es el mismo. Todos quienes tienen el Espíritu de Dios son
los hijos de Dios, y todos quienes son hijos de Dios, tienen el Espíritu de Dios. Es
23

imposible e inconcebible tener el Espíritu sin ser un hijo o ser un hijo sin tener el
Espíritu. Además, uno de los primeros trabajos del Espíritu Santo es continuar la obra
de Jesús y darnos la certeza de nuestra adopción, especialmente cuando oramos “Abba
Padre”. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro Espíritu que somos hijos de Dios
(Ro.8:15-16; Gá.4:6) y nuestros corazones también son inundados con el amor de Dios
(Ro.5:5). Pablo le suma a esto y afirma que ninguno que no tenga el Espíritu de Cristo
no pertenece a él (Ro.8:15). Es importante considerar, que esto demuestra cuál es la
mente de Pablo “en Cristo” y “en el Espíritu”, tener el “Espíritu en ti” y “Cristo en ti”
son ambos sinónimos. Ninguno puede tener a Cristo sin tener el Espíritu.

Jesús habló claramente en el aposento alto cuando hizo la diferencia acerca de la


venida de las tres personas de la trinidad. “yo vendré; nosotros vendremos (El Padre y
el hijo); y el consolador vendrá… (Jn.14:18-23; 16:7,8), esto se refiere al hecho de hacer
su residencia dentro de nosotros, haciendo de nuestro cuerpo su templo (1Co.6:19,20).
Su trabajo es comenzar a santificar. Su ministerio es revelar y formar a Cristo en
nosotros, entonces empezamos a crecer continuamente en nuestro conocimiento de
Cristo y en nuestra semejanza a Cristo (Ef.1:17; Gá.4:19; 2Co.3:18). Es por su poder
dentro de nosotros que los malos deseos de nuestra naturaleza caída es refrenada y el
fruto bueno del carácter cristiano es producido. (Gá.5:16-25).

El Espíritu Santo no solo ministra en forma individual sino que también nos une al
cuerpo de Cristo, la iglesia; ya que el compañerismo cristiano es compañerismo del
Espíritu Santo (Fil.2:1-4). También su ministerio es alcanzar a otros, a través de
nosotros, incentivándonos para testificar de Cristo y equipándonos con dones para el
servicio de quien Él llame.

Además el Espíritu Santo es la garantía de nuestra herencia (Ef.1:13-14), por su


presencia dentro de nosotros, el es la prenda y el anticipo del cielo y un día el
levantará nuestros cuerpos mortales (Ro.8:11).

Este rápido análisis de algunas de sus mayores actividades en la experiencia de un


cristiano, debería ser suficiente para demostrar que desde el comienzo hasta el final de
nuestra vida cristiana, dependemos del trabajo del Espíritu Santo. Pablo escribe que el
Espíritu Santo nos ha sido dado a nosotros (Ro.5:5). En esto, yo creo y espero que
todos los cristianos estén de acuerdo.

¿Es lo mismo “don” del Espíritu que “bautismo” del Espíritu?


En este punto es donde hay diferentes opiniones. Algunos dicen “si” y otros “no”. Los
que dicen que el don del Espíritu y el bautismo “no” son lo mismo, que son diferentes,
enseñan que el bautismo es una segunda y posterior experiencia, aun cuando lo uno y
24

lo otro van de la mano. Por otro lado, quienes creen que los dos son idénticos y que
han sido bautizados con el Espíritu es una señal de haber recibido el Espíritu, se
considera éste Bautismo como algo que todos los cristianos han tenido.

En lo que a mí se refiere, expondré este fundamento bíblico acerca de lo que entiendo.

Esto es una reunión de frías e insignificantes palabras como podrán parecer; todo lo
contrario, esto obliga a tener un considerable entendimiento de nuestra propia
peregrinación como buenos concejeros de otras personas.

Es importante investigar algunos pasajes de la escritura que soporten esta pregunta.


Pero primero debemos fijar la escena de nuestra discusión.

Es importante siempre en estudios Bíblicos interpretar un texto en contexto para ser


más exactos en nuestra interpretación. El contexto más evidente de todo es toda la
Biblia.

Creemos que toda la Biblia es palabra escrita por Dios. Por consiguiente, Dios no se
contradice a sí mismo y ella es una armoniosa revelación divina. Nunca debemos
exponer detalladamente un lugar de las Escrituras que sea repugnante para otro
(Articulo 20 de 39 artículos de la Iglesia de Inglaterra). Es mejor interpretar cada
Escritura a la luz de todas las Sagradas Escrituras.

Si aplicamos este principio para nuestra investigación, como primer punto, nos damos
cuenta que el bautismo es una expresión exclusiva del Nuevo Testamento
(encontrándose 7 veces) pero también es el cumplimiento de la expectativa del
Antiguo Testamento. Esta expectativa fue expresada en términos de la promesa de
Dios para derramar su Espíritu.

El apóstol Pedro en su sermón del día de Pentecostés identificó el “derramamiento”


del Espíritu (promesa por Joel) con el bautismo del Espíritu (prometido por Juan el
Bautista y Jesús). Las dos expresiones se refieren al mismo evento y la misma
experiencia.

La promesa de la distintiva bendición


Podemos ir lejos y ver que éste derramamiento o bautismo del Espíritu Santo era una
de las principales características de la bendición para la nueva época, de manera que el
apóstol Pablo describe la nueva época inaugurada por Jesús como la dispensación del
Espíritu (2Co.3:8).
25

Desde luego, no podemos decir que el Espíritu no existió antes. El Espíritu Santo es
Dios y por consiguiente eterno. Ni podemos decir que el Espíritu Santo no estuvo
activo antes. En los tiempos del Antiguo Testamento Él estaba constantemente activo
en la creación y en la preservación del universo, en providencia y revelación, en la
regeneración de creyentes y en el equipamiento de personas especiales para tareas
especiales.

No obstante, algunos de los profetas profetizaron que en los días del Mesías, Dios
concedería una generosa efusión del Espíritu Santo, cual sería nuevo distintivo y
también estaría disponible para todos.

De esta manera, Isaías habló del día, cuando el Espíritu sería derramado de lo alto
sobre nosotros (32:15). En Isaías 44:3, Dios prometió: “Yo derramaré agua en tierra
seca y ríos en la tierra árida, derramaré mi Espíritu sobre tu generación y mi
bendición sobre tus renuevos”. La misma expresión fue usada por Ezequiel de quien
Dios dice: “entonces ellos conocerán que yo soy su Dios… cuando yo derrame mi
Espíritu sobre la casa de Dios… (39:28,29), de nuevo, en un pasaje conocido, Dios dice:
“y después de esto yo derramaré mi Espíritu sobre toda carne (Joel 2:28). Juan el
Bautista resumió ésta expectativa diciéndolo y atribuyó el derramamiento del Espíritu
por el Mesías mismo “yo he bautizado con agua pero él bautizará con el Espíritu
Santo” (Mar.1:18).

Ahora, esto es instructivo para notar que ésta profecía de Juan recordada por los tres
evangelistas como un futuro simple (él bautizará) toma la forma en el cuarto evangelio
de un presente participio: “y yo no lo conocía a él, pero el que me envió a bautizar con
agua, me dijo, sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ese es
el que bautiza con el Espíritu Santo (Jn.1:33). Este uso del presente participio es eterno.
Esto describe no solamente el evento de Pentecostés sino el distintivo ministerio de
Jesús: “Este es quien bautiza con el Espíritu Santo”. Las mismas palabras ho baptizón,
que se refiere aquí a Jesús, son usadas por Marcos para denotar al mismo Juan el
Bautista. Usualmente Juan es llamado ho baptistés, “el bautista” o “el bautizador”,
porque ésta fue una característica de su ministerio para bautizar con el Espíritu Santo.
Esta referencia para el distintivo y continuo ministerio de Jesús es fortalecido por el
verso 29 del 1er capítulo de Juan, en el cual, Juan el bautista dice: “he aquí el cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo”. Este es otro presente participio, ho airón. Si
juntamos los versos 29 y 33, podemos descubrir las características del trabajo doble de
Jesús. Esto involucra una implicación y un otorgamiento de quitar el pecado y bautizar
con el Espíritu Santo. Estas son los dos grandes regalos de Jesucristo nuestro Salvador.
Ellos son traídos por los profetas en el Antiguo Testamento y por los apóstoles en el
Nuevo y ambos no pueden ser separados. Es por consiguiente que a través del profeta
26

Ezequiel Dios prometió: “esparciré agua limpia y seréis limpiados de todas vuestras
inmundicias… y pondré mi Espíritu dentro de ti, y haré que andéis en mis estatutos
(Ez.36:25,27).

Esas dos promesas de Dios son en realidad las dos mayores bendiciones del Nuevo
pacto que fue predicado por Jeremías. Para el termino del Nuevo Pacto, incluye estas
palabras: “… yo pondré mi ley dentro de ellos, yo escribiré esto en sus corazones… yo
olvidaré sus iniquidades y no las recordaré ya más”.

Esto es un maravilloso testimonio de la unidad de las Sagradas Escrituras y podemos


ver cómo los apóstoles siguieron estas promesas relacionadas para el nuevo pacto.
Ellos conocieron, que el nuevo pacto ha sido ahora establecido y ratificado por la
sangre de Jesús (Mat.2:28; Heb.7:22 y 8:1,13) y hablaron libremente de la
disponibilidad de las promesas y bendiciones del pacto a través del mismo Jesús.

Por consiguiente Pablo designó ministros cristianos “ministros de un nuevo pacto” y


fue una sola vez que describe la dispensación de la justicia (justificación) y la
“dispensación del Espíritu” (2Co.3:6-9).

De manera similar, el apóstol Pedro exclamó en el día de Pentecostés: “arrepentíos y


bautícense cada uno en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados y
recibiréis el don del Espíritu (Hechos 2:38). De esta forma, Pedro aseguró arrepentirse
y creer, y dar evidencia pública de su fe en Jesús, siendo bautizados en su nombre.
Ellos recibirán de Dios dos regalos gratuitos, el perdón de sus pecados y el regalo del
Espíritu Santo.

Además, una cuidosa lectura de los primeros dos capítulos de Hechos nos llevan a la
conclusión que este regalo del Espíritu Santo es sinónimo de que se ha llevado a feliz
término “la promesa del Espíritu” (1:4; 2:33,39), “el bautismo del Espíritu” (1:5) y el
derramamiento del Espíritu” (2:17,33). Aunque dos de esas expresiones pueden ser
dichas para enfatizar más el don, y las otras dos para el recibimiento del Espíritu.

Podemos resumir diciendo que esos creyentes arrepentidos recibieron el don del
Espíritu que Dios había prometido antes del día de Pentecostés, y fueron bautizados
con el Espíritu que Dios derramó en el día de Pentecostés. Más adelante, el apóstol
Pedro estuvo de acuerdo acerca de esto en el momento en que Cornelio fue convertido
y recibió el Espíritu. El se refirió a ambas cosas iguales, el bautismo y el don del
Espíritu (Hec.2:16,17).
27

A la luz de la Palabra, esto parece claro, que el bautismo del Espíritu es lo mismo que
la promesa o don del Espíritu y que es una parte integral del evangelio de salvación
como es la remisión de pecados.

Ciertamente, nunca debemos concebir la idea que la salvación solo consiste en el


rescate del pecado, culpa, ira y muerte. Por supuesto que debemos dar gracias a Dios
por todas estas cosas, pero también incluye las bendiciones del Espíritu Santo para
regenerar, morar, liberar y transformarnos. Sería un evangelio truncado si predicamos
y proclamamos lo uno sin lo otro, y es un glorioso evangelio cuando mostramos la
verdad de las escrituras cuando los pecadores se arrepienten y creen en Jesús, y
cuando no sólo reciben el perdón sino que también reciben el Espíritu Santo.

Pablo notablemente convencido de ello, describe que es una limpieza y renovación por
el Espíritu Santo, quien es derramado abundantemente a través de Jesucristo nuestro
salvador (3:4-7). Entonces el derramamiento del Espíritu para regenerar y renovar es
parte de nuestra salvación. El bautismo o el don del Espíritu es verdaderamente una
de las distintivas bendiciones de la nueva época en y por Cristo Jesús.

REFLEXIÓN

1. ¿Cuál es la posesión común de todos los hijos de Dios?


______________________.

2. ¿Qué relación hay entre Romanos 8 y Juan 14:18-23?

3. Realice una lista de algunas de las actividades más importantes del Espíritu
Santo en la experiencia de un cristiano.

4. ¿Cuáles fueron algunas de las actividades del Espíritu Santo en el Antiguo


Testamento?

5. ¿Cuáles son las dos principales promesas del Nuevo Pacto?


a. _______________________________________________
b. _______________________________________________
28

6. ¿Qué expresiones se utilizan como sinónimos en los dos primeros capítulos de


Hechos?
a. ________________________________
b. ________________________________
c. ________________________________
d. ________________________________

7. Además de nuestro rescate del pecado, culpabilidad, ira y la muerte, ¿qué


incluye nuestra salvación?

La promesa de una bendición universal


El próximo paso de nuestro argumento es ver que el derramamiento del Espíritu no
solo es una distintiva bendición de la nueva época, que antes no estaba disponible;
sino que también es una bendición universal del derecho de nacer, de los hijos de Dios.
Esto se ha hecho evidente que es parte de la salvación que Dios nos da a través de
Cristo, pero hay otras evidencias que confirman esto. Lo primero es la profecía de Joel
y la interpretación de Pedro acerca de esto.

El énfasis en la promesa de Dios, a través de Joel, es el regalo universal del don del
Espíritu. Pedro citó a Joel: “y en los postreros días, Dios dice, derramaré de mi Espíritu
sobre toda carne” (Hechos 2:17). Esto no puede significar toda “carne” sin considerar
su disposición interior para recibir el don, su arrepentimiento y su fe. Esto indica que
no ha distinción de sexo o edad, posición o raza. Para recibir este regalo divino, tanto
para hijos e hijas, hombres, jóvenes, viejos, siervos, siervas y para todos los que están
lejos que se arrepienten y creen en Jesús como salvador.

En los tiempos del Antiguo Testamento, aunque todos los creyentes fueron
verdaderamente regenerados, el Espíritu Santo vino especialmente sobre personas
para ministerios especiales en tiempos especiales.

Podemos ver que Dios aún dota hombres especiales para tareas especiales, pero ahora,
su ministerio es extenso y mas profundo que en los tiempos del Antiguo Testamento.
¿Cuál es entonces, la diferencia entre su ministerio de los tiempos del Antiguo
Testamento y su ministerio hoy?

Primero que todo, ahora los creyentes de toda carne comparten las bendiciones del
Espíritu; en segundo lugar, aunque los creyentes del antiguo testamento conocían a
Dios y experimentaban un nuevo nacimiento, hay ahora una morada del Espíritu, que
ellos nunca conocieron, que pertenece al nuevo pacto del reino de Dios, la cual los
29

profetas y el Señor Jesús prometió (Jer.31:33; Eze.36:26-27; Jn.14:16-17; Ro.14:17). Como


tercero, el trabajo distintivo del Espíritu Santo se refiere esencialmente a Jesucristo,
vemos que en su ministerio santificador, el revela y forma a Cristo en los creyentes.
(Jn.16: 14; Gál.4:19; Ef.3:16-17).

Pedro entendió la profecía de Joel, cuando prometió el don del bautismo del Espíritu a
todos los creyentes y llegó a una clara conclusión en su sermón a todos los oyentes
(Hec.2:38,39). Arrepentíos y bautícense cada uno en el nombre de Jesucristo, porque él
perdonará todos sus pecados y recibirán el don del Espíritu Santo. Nosotros hemos
heredado esta promesa (Ver.vr.33) es para ti (como es bueno para nosotros) para tus
hijos y para todos los están lejos, para todos los que Dios llama. Lo anterior es una
afirmación bien clara y contundente. Es para todos los que nuestro Señor llame. Esta
promesa de Dios es co-extensa con el llamado de Dios.

El día de Pentecostés
¡Esto es lo que pasó! Tres mil de estos que escucharon la palabra de arrepentimiento
creyeron y fueron bautizados con agua. Quizás nosotros podemos decir que ellos no
recibieron la remisión de los pecados y el don del Espíritu, pero ellos tenían una fuerte
convicción de haberlo recibido. Esto no es un argumento pobre y sin sentido, pues está
basado en la clara promesa del apóstol Pedro que ellos recibirían esos dones, si ellos se
arrepentían, creían y eran bautizados. Dijimos que ellos fueron bautizados (verso 41)
al recibir su palabra (arrepiéntanse con fe), ellos cumplieron las condiciones y Dios
también cumplió su promesa.

Esto significa que de acuerdo al segundo capítulo de Hechos dos grupos de personas
recibieron el bautismo o don del Espíritu en el día de Pentecostés, los 120 al comienzo
del capítulo y los 3000 al final. Los 3000 no parecen haber experimentado el mismo
milagro prodigioso, el potente correr del viento, las lenguas de fuego o el hablar en
idiomas extranjeros; al menos no se dice nada acerca de estas cosas, pero no hay duda
que ellos recibieron el don del Espíritu y además, tenían la certeza de que Dios a través
de la predicación de Pedro les participaba de la misma promesa y recibían el mismo
regalo (ver 33-39); no obstante había diferencia entre ellos: Los 120 ya estaban
regenerados y recibieron el bautismo del Espíritu Santo después de esperar a Dios por
diez días. Por otro lado, los 3000 estaban convencidos y recibieron simultáneamente el
perdón de sus pecados y el don del Espíritu y esto paso inmediatamente que ellos se
arrepintieron y creyeron sin ninguna necesidad de esperar.

Esta diferencia entre los dos grupos, los 120 y los 3000, es de gran importancia, porque
la norma más segura para hoy debe ser el segundo grupo, los 3000 y no, como se
supone, el primero. De hecho, la experiencia de los 120 fue en dos escenarios
30

diferentes y fue debido simplemente a un acontecimiento histórico. Ellos no podían


haber recibido el don pentecostal antes de Pentecostés, sin embargo, ese
acontecimiento histórico ha tenido fin y ha dejado de existir. Nosotros vivimos
después del evento de Pentecostés como los 3000. Sin embargo, con nosotros, como
con ellos, el perdón de pecados y el “don” o “bautismo” del Espíritu se reciben juntos.

No podemos decir que todo lo relacionado con el segundo grupo, es la norma para el
cristiano de hoy, yo pienso que podemos estar de acuerdo que la reunión de los 3000
convertidos fue como resultado de un excepcional sermón y no es el promedio de la
expectación de un evangelista en el mundo moderno.

En verdad el día de Pentecostés tiene al menos dos diferentes significados y se pierde


el tiempo al controlar la distinción entre ellos en medio de la confusión moderna.

En primer lugar, esto fue el evento de la obra de salvación de Jesús, la promesa del
derramamiento del Espíritu, siguiente a su muerte, resurrección y ascensión. De ésta
manera, es completada la inauguración de la nueva edad mesiánica, la edad del
Espíritu y no es repetible como la muerte del salvador, su resurrección y su ascensión
que procedieron esto. Pero estas bendiciones son para quienes pertenecen a Cristo,
para todos los cristianos desde ese día, sin excepción, que se han convertido en
“participantes” en ésta nueva época y han recibido los regalos del perdón y el Espíritu
que Cristo hizo disponible por su muerte, resurrección, ascensión y por supuesto, el
derramamiento del Espíritu. En este sentido esos convertidos en el día de Pentecostés
son el resultado del sermón Pedro y fueron características de todos los creyentes que
luego creyeron.

Pero el día de Pentecostés tiene otro y más inusual significado. No fue solo el
cumplimiento de la espera de la venida del Espíritu en el Antiguo Testamento, sino
también las promesas especiales de Jesús en el aposento alto, quienes fueron
primeramente dirigidos a los apóstoles, para proyectarlos en el cumplimiento de sus
trabajo apostólico y autorizarlos como maestros.

Pentecostés también puede tener un tercer significado, este puede ser considerado el
primer “renacimiento”, la primera vez del Espíritu, donde su poder está en abundante
medida así como los 3000 que fueron simultáneamente convencidos de pecado,
nacidos de nuevo y recibidos desde la comunidad cristiana. Tal renacimiento o
inusuales manifestaciones del poder del Espíritu han hecho historia de tiempo en
tiempo en la iglesia cristiana; pero ellas no pueden ser consideradas como una norma.
Sin embargo, con la experiencia prometida a través de Pedro podemos concluir: El
31

perdón y el don del Espíritu son para todos aquellos a quienes Dios llame y respondan
con fe a ese llamado.

Esos dos regalos, el perdón y el don del Espíritu, fueron otorgados y recibidos juntos,
no hay intervalos entre ellos, sólo que por razón histórica, explicada anteriormente, si
sucedió en el caso de los 120.

Algunos pueden oponerse que los 120 no fueron los únicos, y basan su posición en la
experiencia de algún samaritano creyente y de algunos discípulos del Juan el bautista
recordado más tarde en (Hec. 8:5-17; 19:1-7). Miraremos también en dos escenarios
estos dos pasajes pero mientras tanto, debo primero repetir que una doctrina del
Espíritu santo no debe ser construida completamente desde los pasajes de los Hechos
de los apóstoles. Tampoco se puede obtener una doctrina del Espíritu Santo desde la
descripción del día de Pentecostés.

He intentado hacer algunas deducciones de las interpretaciones que dio Pedro en su


sermón, que nos lleva en un principio fundamental de interpretación bíblica para
comenzar con lo general, no lo particular. La pregunta esencial es… ¿Cuál es la
enseñanza general de los autores del Nuevo testamento con respecto al recibimiento
del Espíritu Santo? Entonces nosotros estaremos en posición para considerar a la luz
de la enseñanza general, de las aparentes desviaciones de esta norma y de las
posiciones de la narrativa en los Hechos.

Entonces ¿qué enseñaron los apóstoles de cuándo y cómo el Espíritu Santo es recibido?
Para esta pregunta podemos dar una clara y definitiva respuesta. Nosotros hemos
observado lo que Pedro enseña, ahora tengamos en cuenta que confidencialmente
Pablo enseña la misma cosa. Nosotros “recibimos el Espíritu Santo” él insistió, no
como resultado de buenas obras de obediencia que hayamos hecho, sino por él
“escuchar con fe”, es por el escuchar y creer en el Evangelio (Gal.3:2); más simple aún
es decir que nosotros recibimos la promesa del Espíritu a través de la fe (Gal.3:14) y el
contexto es claro, que esta fe no es algo secundario o después de la conversión al acto
de fe, sino la fe salvadora, la fe que responde al evangelio y toma la mano de Cristo.
Los samaritanos creyentes.
Al entender el plan general de la enseñanza de Jesús y sus apóstoles, vemos que el
bautismo del Espíritu Santo es una bendición universal, la común posesión de los hijos
de Dios. Ahora, estaremos listos para regresar a los pasajes de Hechos, en los cuales
encontramos personas quienes parecen haberse convertido en creyentes sin haber
recibido el Espíritu Santo. Si estudiamos cuidadosamente no fallaremos en observar
algo inusual, algo irregular en ambas situaciones.
32

El primer caso lo encontramos en Hec.8:5-17. Felipe ha predicado el evangelio en


Samaria y muchos han creído y han sido bautizados, si hay una pequeña duda que
ellos fueran creyentes genuinos, no indican que sus respuestas hayan sido defectivas,
la sola acepción fue Simón el mago, de quien se dijo haber sido creyente (v.13) pero
más tarde esa profesión de fe se tornó falsa (vr.20-23). La primera señal de algo que es
inusual acerca de este incidente es cuando los apóstoles en Jerusalén escucharon que
en Samaria habían recibido la Palabra de Dios. Ellos enviaron a Pedro y a Juan (v.14)
¿por qué? No hay evidencia que en otras ocasiones de evangelismo había sido
inspeccionado por los apóstoles.

Por ejemplo al final del mimo cap. Vr.26-40 el mismo Felipe predicó a un eunuco
etiope, lo bautizó cuando el creyó y ningún apóstol fue enviado para investigar o para
desmentir lo que se hizo con él. Entonces ¿Cuál es la explicación de este procedimiento
excepcional de una delegación apostólica? La respuesta más probable es que no fue la
primera vez que el evangelio fue predicado fuera de Jerusalén (vr.1-4) pero lo
sorprendente, era que esos convertidos eran samaritanos, ciertamente, ésta es la
historia de importancia considerada por Lucas para el despliegue de la misión
cristiana. El está describiendo como el pre-pentecostés de Jesús ordena que la persona
sea llena: Tú serás mi testimonio en toda Jerusalén en toda Samaria y hasta lo último
de la tierra (v.1-8). La decisión de Felipe para proclamar a Cristo a los samaritanos
(8:5) fue un paso muy valiente que tuvo que tomar. Por siglos había una gran rivalidad
entre judíos y samaritanos, y por mucho tiempo, los judíos no trataban con
samaritanos (Jn.4:9) pero ahora no solo un judío había predicado a samaritanos, sino
también los samaritanos habían aceptado el mensaje de un judío.

¿Qué pasaría? Era un momento emocionante y también peligroso ¿Hizo Felipe bien en
haber tomado éste paso? ¿Los samaritanos habrían aceptado realmente el evangelio?
¿y lo más importante, serían ellos aceptables para los creyentes judíos? ¿O prefirieron
los antiguos judíos-samaritanos no aceptarse en la iglesia y convertirse en una división
desastrosa entre judíos cristianos y samaritanos cristianos? ¿No es razonable suponer
que fue precisamente el desarrollo de una situación, que Dios haya deliberadamente
negado, inicialmente, el regalo de su Espíritu para samaritanos creyentes, hasta que
dos de los apóstoles se vinieron para investigar, comprobar, conocer y confirmar la
genuina conversión de los samaritanos? No hay otra explicación acerca de la historia
de los samaritanos, pues toda enseñanza debe estar en armonía con la enseñanza
general de los apóstoles y al mismo tiempo ponerlo en su propio contexto histórico.

Debido a que éste incidente fue claramente anormal, es difícil ver como la mayoría de
los pentecostales y algunos cristianos carismáticos pueden considerar esto como una
33

continua norma para la experiencia espiritual de hoy, en la cual, el Espíritu Santo es


dado después de la conversión.

Igualmente, es difícil justificar a los católicos que el Espíritu es dado sólo a través de
las manos de los apóstoles (ellos entienden y consideran las manos de los obispos
como la sucesión de los apóstoles), ¿entonces, esto sí será una clara forma de basar el
Nuevo Testamento calculando que el don del Espíritu fue atípico? Ni la experiencia, ni
los escenarios, ni la comprobación de ellos es la norma para recibir el Espíritu hoy.

Algunos carismáticos dicen que la experiencia de los samaritanos fue anormal. ¿Podría
repetirse esta anormalidad hoy en día? Nuestra respuesta para ésta pregunta seria
determinada, yo pienso y creo que podemos entender las razones de la anormalidad
de los samaritanos.

Si dijéramos que el no recibimiento del Espíritu fue debido a su propio alcance


deficiente del evangelio o respuesta al evangelio, entonces quizás podríamos discutir
que una respuesta similar podría resultar en una iniciación deficiente. Pero esto, no
puede ser demostrado. Hay un relato sencillo en Lucas donde no hayamos ninguna
evidencia acerca de Felipe, en este relato no se enseña que los samaritanos no creyeron
apropiadamente, o que los apóstoles tuvieron que complementar la enseñanza de
Felipe o mejorar el entendimiento de los samaritanos. Todo lo contrario, lo que llevó a
los apóstoles a Samaria fue precisamente las noticias que esas personas habían
recibido la Palabra de Dios (v.14). Allí no parece haber habido alguna falencia, ni en la
Palabra de Dios que ellos escucharon, ni en la receptividad de ellos. En lugar de eso,
hemos visto anteriormente, la razón porque el Espíritu Santo no fue dado, la cual
parece residir en la situación histórica. Esa situación histórica fue única y no puede ser
repetida (desde largo tiempo los judíos y samaritanos se han vivido en disputas por la
misión cristiana universal). Yo mismo no puedo ver cómo la anormalidad del
recibimiento del Espíritu podría ser tomado como un precedente para hoy.

Discípulos de Éfeso
El segundo inusual incidente es descrito en Hec.19:17. Pablo había comenzado el
tercero de sus famosos viajes misioneros viniendo a los Efesios. Allí encontró cerca de
una docena de hombre, los cuales si nosotros pudiéramos juzgarlos desde la
descripción de Lucas, no parecen haber sido todos cristianos; pero es verdad, que él
los llama “discípulos” (v.1), pero necesitamos pensar que ellos profesaban ser
discípulos, así como se dice de Simón el mago haber sido creyente (8:13), sin embargo,
el contexto indica que él sólo profesó creer.
34

En el siglo diecinueve Charles Hodge comentando un pasaje diferente de las


Escrituras, escribió: “La Escritura siempre habla de hombres de acuerdo a su
profesión, llamando a aquellos quienes profesan la fe, creyentes y aquellos quienes
confiesan a Cristo, cristianos”.

Pablo les preguntó si ellos recibieron del Espíritu Santo cuando ellos creyeron (v.2),
esto indica que a lo menos él conocía que ellos profesaban ser creyentes, pero también
sugiere que por alguna razón el dudó de la realidad de su fe o el nunca había hecho la
pregunta. El había visto y regularmente enseñaba cómo es dado el Espíritu a los
creyentes, así, entonces ¿cómo podría el haber hecho esta pregunta sin que él haya
sospechado de su vida cristiana y por consiguiente, de su profesión de fe? Este evento
demostró sus sospechas. Podemos notar algunas:

a. En respuesta a su pregunta si ellos habían recibido el Espíritu, ellos no dijeron un sí


o un no, ni incluso un acomplejado, no se, pero su respuesta fue “nosotros nunca
hemos escuchado que hay un Espíritu Santo” (v.2).

b. Entonces Pablo inmediatamente les preguntó acerca de su bautismo (v.3), el


bautismo en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt.28:19) y
como éste simbolizaba el bautismo del Espíritu. Entonces ¿cómo podrían ellos haber
recibido el bautismo cristiano si ellos nunca habían escuchado del Espíritu Santo? Él
estaba en lo correcto, ellos no habían sido bautizados.

c. Lo que ellos habían recibido era el bautismo de Juan, probablemente como resultado
de una enseñanza incompleta de Apolos, quien había justamente visitado a los efesios
(18:24-26). ¿Qué hizo Pablo? El no expuso algunas de sus más altas y convincentes
enseñanzas, él volvió al comienzo de la verdadera escena del evangelio. El explicó de
aquel que Juan bautista había hablado para que creyeran, en efecto, era Jesús (v.4).

d. Pablo pues lo bautizó y les impuso sus manos como el resultado que “el Espíritu
Santo venía sobre ellos” con acompañamiento de señales (lenguas y profecías) como
una evidencia visible.

Ahora algunos “maestros” usan esta historia para aprobar sus puntos de vista que la
experiencia en un cristiano acerca del don o bautismo del Espíritu es una segunda y
una siguiente experiencia a la conversión. Pero esta historia realmente no debería ser
usada en esta forma. Por supuesto, yo no estoy negando que esos hombres recibieron
el Espíritu Santo cuando Pablo los bautizó e impuso sus manos en ellos. Pero la
pregunta ¿eran cristianos antes de esto? Hemos visto que estaban de alguna forma
declarándose discípulos. ¿Pero es esto una certeza?, ¿sería que quienes nunca habían
35

escuchado del Espíritu Santo, ni se habían bautizado en el nombre de Jesús, ni incluso


aparentemente creyeron en Jesús fueran verdaderos discípulos cristianos?
Seguramente no, si ellos eran discípulos de alguien, ellos eran discípulos de Apolos y
de Juan el bautista. Pero no eran claramente cristianos convertidos. Ciertamente ellos
no pueden ser mirados como típicos cristianos creyentes de hoy en día.

Una exposición acerca de la secuencia de estos eventos es: creer en Jesús, bautismo en
el nombre de Jesús, la imposición de manos de Pablo, la venida del Espíritu Santo.
Algunos enfatizan que el Espíritu vino sobre los Efesios, no sólo después de que ellos
habían creído, sino también después de que Pablo los había bautizado y había
impuesto sus manos sobre ellos. Pero yo pienso, que el orden no es significativo. El
punto importante es que todos los cuatro eventos pertenecieron juntos y no pueden
ser separados. Ellos fueron partes diferentes de señal de iniciación en Cristo, que
tomaron lugar, tanto el bautismo y la imposición de manos por fe (externamente),
como el don del Espíritu Santo (internamente).
REFLEXIONES

1. Dar tres diferencias entre el Ministerio del Espíritu Santo en el Antiguo


Testamento y su Ministerio hoy.
a. _______________________________________________
b. _______________________________________________
c. _______________________________________________

2. ¿Cómo entendió Pedro el pasaje de Joel 2:28-32?

3. El que recibe la divina __________ hereda la divina _________________.

4. ¿Qué frase de Hch.2: 38 - 39 deja esto claro?

5. ¿Cómo sabemos que los 3000 que fueron bautizados en Hechos 2 recibieron el
don del Espíritu?

6. Los 120 creyentes, en el inicio de Hechos 2 tuvieron que esperar para recibir el
Espíritu Santo porque no podían haberlo recibido antes de
__________________.

7. La norma para hoy debe ser:


a. Recibir el perdón de los pecados y el don del espíritu simultáneamente.
36

b. Recibir el perdón de los pecados y el don del espíritu, pero en dos


momentos distintos.

8. ¿Cuál es la explicación más probable por la que los creyentes samaritanos no


recibieron el Espíritu Santo inmediatamente después de su conversión?
(Hec.8:5-17?
a. El evangelio no se explicó adecuadamente a los mismos hasta la visita
de Pedro y Juan.
b. Los samaritanos no creyeron verdaderamente hasta que Pedro y Juan
llegaron a ellos.
c. La imposición de manos era necesaria para recibir el Espíritu.
d. Para preservar la unidad de la Iglesia, Dios retuvo el Espíritu Santo de
los primeros creyentes Samaritanos hasta que dos apóstoles líderes
reconocieran y confirmaran su conversión. Era una situación histórica
especial.

9. ¿Qué pruebas existen que los "creyentes" en Hechos 19: 1-7 no eran verdaderos
discípulos cristianos antes a la visita de Pablo?
a. Que no habían oído hablar de _____________________.
b. Que no habían sido ______________________ en nombre de
______________.
c. Al parecer, no habían ___________________ incluso en Jesús.

El lenguaje de bautismo.
¿Qué ha emergido de nuestro estudio? Nada negativo por los excepcionales casos de
hechos 8 y 9 y es que el regalo de Espíritu Santo es una experiencia cristiana universal
porque ésta es una experiencia inicial del cristiano.

Todos los cristianos reciben el Espíritu al comienzo de su vida cristiana. Esta verdad
del uso de la expresión bautismo del Espíritu o del verbo “bautizar” o ser “bautizado”
con el Espíritu Santo, es confirmada por el Nuevo Testamento. El concepto de bautizar
es introductorio. Bautismo de agua es la evidencia pública que iniciaron en Cristo,
visiblemente esto significa el lavamiento de pecado (Hec.22:10) y el otorgamiento del
Espíritu Santo, ver (Hec.2:38), es donde los aspectos de salvación son enlazados al
bautismo. Es el símbolo de que el Espíritu - Bautismo es la realidad. Esto debe ser por
la reacción inmediata de Pedro, cuando Cornelio fue bautizado con el Espíritu fue
decir: ¿puede alguno acaso impedir el agua, para que esas personas no sean
bautizadas, estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?
(Hec.10:47; 11:16); ¿Si ellos lo habían realmente recibido, como podrían rechazar la
señal?.
37

Esto también explica la segunda pregunta de Pablo a los discípulos de Éfeso, cuando le
dijeron que nunca habían escuchado del Espíritu Santo, el preguntó en que habían
sido bautizados, ambos apóstoles claramente asociaron los dos bautismos. Además,
allí no puede haber duda que el bautismo de Cornelio con el Espíritu Santo, fue su
iniciación en cristo, su conversión. El había sido avisado por el ángel de Dios que
enviaría a Simón Pedro quien le declararía un mensaje por medio del cual, tanto él,
como su casa, serian salvos (11:14). Entonces Pedro le predicó el evangelio y la
promesa del perdón de sus pecados a través del nombre de Jesús (10:43). Después
Cornelio y su casa, quienes habían creído (15:7) y fueron bautizados con ambos: con el
Espíritu y con agua. Con esto, se describe como habían recibido la palabra de Dios
(11:1); mientras en dos importantes frases Dios dice: que el concedió arrepentimiento
para vida (11:18) y purificó sus corazones por fe (15:9).

Este reconocimiento de la naturaleza del regalo del Espíritu como es indicado en el


término “bautizar” e ilustrado por la conversión de Cornelio, se fue expandiendo con
la enseñanza general de los apóstoles, como ellos ya lo habían considerado, para estar
“en el Espíritu” (para el lenguaje paulino es lo mismo que estar en Cristo), esto es para
“tener” el Espíritu para “vivir” por el Espíritu y para ser “guiado” por el Espíritu. Esas
son todas las descripciones para cada cristiano creyente. Verdaderamente, el puede ser
guiado desde el momento de su nuevo nacimiento (Ro.8:9; Gál.5:25; Ro.8:14). Los
autores del Nuevo Testamento dan por sentado que Dios ha dado su Espíritu (Ro.5:5;
1Tesalonicenses 4:8;1 Jn. 3:24; 4:13) y no hay señal de que ellos les hayan exhortado
para recibirlo.

1 de corintios 12:13
Confirmar que ser bautizados con el Espíritu Santo, es un inicio para comparar los
siete versos en que la expresión ocurre y en particular para un estudio somero de los
evangelios y de Hechos.

Los primeros cuatro usos de la expresión son encontrados en la profecía descrita de


Juan el Bautista acerca del ministerio del Señor (Mat.3:11; Mar.1:8; Luc.3:16, Jn.1:33). La
quinta cita de la profecía de Juan el Bautista se refiere al Pentecostés “dentro de pocos
días tu serás bautizado con el Espíritu Santo”. La sexta es el pasaje de Pedro de
nuestro Señor acerca de la profecía de Juan, en que el aplica esto a la conversión de
Cornelio, que hemos estado considerando. Pedro dice “yo recordé lo dicho por el
Señor cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, más vosotros seréis bautizados
con el Espíritu Santo (Hec.11:10). La séptima ocurre de la expresión encontrada en
1Cor.12:13. Aquí Pablo escribe: por que por un solo Espíritu fuimos todos bautizados
en un cuerpo, sean judíos o griegos, esclavos o libres y a todos se nos dio a beber de un
38

mismo Espíritu. Esta no puede ser una simple referencia para el día de Pentecostés, ni
Pablo, ni los corintios estuvieron allí para mostrar el evento en sí mismo, ambos, tanto
él como ellos, habían venido en el evento para mostrar la bendición que se hizo
posible. Ellos habían recibido el Espíritu Santo, o mejor para usar su propia
terminología, ellos habían sido “bautizados” con el Espíritu Santo y habían bebido del
Espíritu.

Es inmediatamente notable la enfática repetición de la palabra “todo” (todos


bautizados, todos hechos para beber) y la repetición similar y enfática de la palabra
“uno” (por un Espíritu, en un cuerpo, de un Espíritu), la cual es a propósito
contrastado, y siguiendo con el contexto, lo que el apóstol está haciendo es enfatizar en
el comienzo del capítulo la unidad del Espíritu, el dador de dones espirituales. En la
mitad del capitulo, él despliega la diversidad de dones para ellos. El está enfatizando
nuestra experiencia como cristianos creyentes del Espíritu Santo. Esta es la diferencia
entre el don del Espíritu (significando el Espíritu mismo) y los dones del Espíritu
(significando los dones espirituales) que él atribuye tres veces en la mitad del capitulo,
él escribe (literalmente) de “un Espíritu” (9b,13ª yb). Tres veces “del mismo Espíritu”
(4,8,9ª) y una vez “de un mismo Espíritu” (2).

Este es su énfasis, su clímax viene en el verso 13: “porque por un solo Espíritu fuimos
todos bautizados en un mismo cuerpo y a todos se nos dio a beber de un Espíritu”.
Entonces el bautismo del Espíritu en éste verso, lejos de ser un factor dividendo
(algunos tienen esto, otros no lo tienen), es el gran factor unidad (una experiencia que
todos hemos tenido). Esto es en realidad el significado de entrada dentro del cuerpo
de Cristo, y la mención de Pablo de judíos y griegos; esclavos y libres, puede ser una
alusión a toda carne de Joel, sin tener en cuenta la raza o clase. Un cuerpo, un Espíritu,
que es exactamente lo que da a entender Pablo en Efesios 4:4: “Hay un solo cuerpo y
un solo Espíritu”. Es difícil entonces la conclusión que el bautismo del Espíritu sea una
segunda y siguiente experiencia disfrutada por algunos cristianos, sino la experiencia
inicial de todos.

Algunos no aceptarán esta conclusión, sin embargo, sí provoca una sutil diferencia
exegética. Ellos argumentan que mientras los otros seis versículos se refieren a un
bautismo por Jesucristo en o con el Espíritu Santo, el séptimo (1Co.2:13), se refiere a un
bautismo por el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo, y esto por consiguiente, es
completamente diferente.

El Espíritu Santo nos ha bautizado verdaderamente en el cuerpo de Cristo, pero ellos


dicen, que esto no prueba que Cristo nos ha bautizado a todos con el Espíritu Santo.
Para mí, esto es un simple pretexto. La expresión griega, es precisamente la misma en
39

todos estos siete acontecimientos y por consiguiente, nos da un acercamiento principal


de interpretación. Esto debería ser tomado para referirse a la misma experiencia del
bautismo en cada verso. La interpretación natural es que Pablo hace eco de las
palabras de Juan el bautista como lo dijo primero Jesús y luego Pedro (Hc.1:5;11:16). Es
anormal hacer de Jesucristo el bautizador en seis instancias, y el Espíritu Santo el
bautizador en el séptimo. Pienso que debemos incluso disentir de la versión RSV de
1Co. 12.13 “por un espíritu todos fuimos bautizados…”. La proposición griega en este
ver. Es: en, justamente como en los otros seis versos, donde está traducido “por”, ¿por
que debería ser de otra manera aquí?

En cada tipo de bautismo (de agua, de sangre, fuego, espíritu, etc.) hay cuatro partes:
para comenzar, hay el sujeto y el objeto, el bautizador y el bautizado. También está el
elemento “con” o “en”, y por último, está el propósito “para” el cual el bautismo toma
lugar. Se puede tomar como ejemplo el cruce del mar, que el apóstol Pablo habló y lo
describió como un tipo de bautismo (1Co.10:12) es de suponer que Dios mismo era el
bautizador. En la fuga israelita fueron bautizados. El elemento o medio en el cual el
bautismo fue administrado fue con agua o rocío de nube y de mar, mientras éste
propósito es indicado en la expresión “bautizados en Moisés”, esto es el
compañerismo con el líder nombrado por Dios.

En el bautismo cristiano es similar. El bautismo que profesa cada creyente “con” o


“en” y el bautismo que es en el nombre de la trinidad (Mat.28:19), o más precisamente
en el nombre del Señor Jesús (Hec.8:16; 19:5), esto es en Cristo resucitado (Ro.6:3,4).
Esto lo podemos ver de los ejemplos, que en cada tipo de bautismo hay no sólo un
sujeto y un objeto, pero también un propósito para el cual es administrado. El
bautismo del Espíritu no es la excepción, si ponemos juntas las siete referencias para
este bautismo, aprendemos que Jesucristo es el bautizador, como Juan Bautista
claramente predijo. De acuerdo a 1Co.12:13 los bautizados somos todos nosotros. El
Espíritu Santo es en sí mismo el elemento, con o en el cual, el bautismo toma lugar (si
uno puede describir la tercera persona de la trinidad, la analogía entre bautismo con
agua y bautismo con el Espíritu parece hacer esto válido), y el propósito de éste
bautismo es incorporar en un cuerpo verdaderamente, el cuerpo de Cristo, la iglesia.
Es completamente verdad que en estos cuatro aspectos del bautismo, solo uno es
absolutamente común para todos los siete versos donde éste bautismo: es “con” o “en”
el Espíritu”. Aunque todos, por lo tanto, mencionan el “elemento” cada verso no
especifica el sujeto o el objeto o el propósito de el bautismo”; esto no debería
sorprendernos, sin embargo, la misma omisión ocurre con el Nuevo Testamento
alusivo al agua-bautismo. Algunas veces, es argüido que en 1Co.12:13 el Espíritu Santo
debe ser el bautizador, de otra manera, el bautismo no tendría sujeto. Pero tampoco el
bautizador es mencionado en Hec.1:5 y 11:16, entonces no es difícil encontrar a
40

Jesucristo como el bautizador en esos versos. ¿Por qué no deberíamos hacer lo mismo
en 1Co.12:13? La razón porque Cristo no es mencionado como el bautizador es fácil
aclararlo. En los cuatro evangelios el verbo está en activo y Cristo está de sujeto “este
es quien bautiza”, en los otros versos, el verbo es pasivo y el sujeto es “esos
bautizados”.
Conclusión
La evidencia que he logrado reunir del Nuevo Testamento, en general y en particular,
del sermón de Pedro en Hechos 2 y la enseñanza en 1Co. 12:13, indica que el
“bautismo” del Espíritu es idéntico con el “don” del Espíritu; esto es una bendición
universal para los miembro del pacto. Esto hace parte y le pertenece a la nueva época.
El Señor Jesús, el mediador del nuevo pacto y el dador de estas bendiciones da ambos,
el perdón de pecados y el don del Espíritu Santo para todas quienes entran a su pacto.

El bautismo en agua es la señal y el sello del bautismo en el Espíritu, como lo es


también el perdón de pecados, agua-bautismo es la iniciación del rito cristiano, porque
Espíritu-bautismo es la iniciación de la experiencia cristiana. Así entonces, cualquier
experiencia después de la conversión que sea llamada “bautismo en Espíritu” no
puede ser la expresión correcta para usar.

El propósito de Dios es que todo su pueblo recibiera las bendiciones del Nuevo Pacto,
el perdón de pecados y el don del Espíritu y reciba el bautismo en agua como señal y
sello de esas bendiciones. Entonces continúan siendo llenados con el Espíritu y
manifiestan su llenura en santidad de vida y testimonio.

Todos los cristianos son descritos en la epístola de los Hebreos como bebedores del
Espíritu Santo, quienes han degustado los poderes de la época venidera. (6:4,5). La
vida de todo cristiano acorde al Nuevo Testamento no es para mostrar a los lectores
algo completamente nuevo o diferentes bendiciones, sino para recordarnos que somos
llamados por gracia y para animarnos a vivir en ella. Este punto es muy importante y
no suficientemente comprendido.

Los horizontes de algunos cristianos parecen ser delimitados por una segunda y
siguiente experiencia que ellos llaman bautismo en el Espíritu. Si se habla con ellos
acerca de esto, ellos piensan que si tú lo has tenido, entonces ellos quieren volver a
experimentarlo, pues ese es el principal vínculo que los une a ti. Si por otro lado, ellos
piensan que tú no lo has tenido, ellos están con la expectativa de recibirlo y con el vivo
deseo que tú también lo hagas.

Si ellos miran el pasado o el futuro, esto sería bautismo del Espíritu como una segunda
experiencia que llena sus horizontes. Realmente, tengo que decir, sin ningún temor de
41

posible contradicción, que esto nunca fue la perspectiva de los autores del Nuevo
Testamento. Al estar ellos están mirando atrás, ellos están opacando el grandioso
hecho el que Dios realizó cuando él nos puso en Cristo, nos justificó, redimió y
regeneró.

Si ellos están buscando algo más, esto debe ser, para su crecimiento en madurez y
“perfección”, mientras esperamos la gloriosa aparición de nuestro salvador.

Por ejemplo, cuando el apóstol Juan trató en su primer carta, la necesidad y la


posibilidad de santidad ¿Con qué propósito relató esto? No para un bautismo especial
del Espíritu, el cual las personas ni habían tenido o podrían tener, sino que él les
hablaba acerca del nacimiento original de Dios y de la responsabilidad de permanecer
en Cristo. De esta manera, ningún nacido de Dios practica el pecado… el no puede
pecar o continuar pecando; porque él es nacido de Dios. Otra vez “conocemos que
todo aquel que es nacido de Dios no peca o no sigue pecando (1Jn.3:9;5:18).

Entonces, ¿qué están mirando los apóstoles hacia adelante? Ellos no insistieron en una
gran conducta ética la cual hablaron detalladamente. Ellos nos ordenaron crece en fe,
amor, conocimiento y santidad. Ellos nos advierten acerca del juicio y el gran desafío
de nosotros con la espera del retorno del Señor. Ellos nos suplican no contristar el
Espíritu, sino mejor caminar en el Espíritu e ir siendo llenos con el Espíritu, como
veremos más adelante.

No existe ni una sola vez donde ellos nos exhorten a ser bautizados con el Espíritu
santo. Allí solo puede haber una explicación de esto, ellos están escribiendo para
cristianos, cristianos que han sido bautizados con el Espíritu.

Esto no es un mero argumento acerca de palabras, sino de doctrina. Hay una verdad
fundamental involucrada, es que si nos unimos a Cristo, Dios nos ha dado todo. Por la
gracia de Dios, nosotros hemos tenido bendición en Cristo, con toda bendición
espiritual. Constantemente y progresivamente es nuestra responsabilidad apropiarnos
de esas bendiciones que ya son nuestras en Cristo. Similarmente en Cristo, toda
llenura de deidad mora corporalmente, por consiguiente, si nosotros somos en Cristo,
nosotros hemos venido para llenarnos de vida en Él (Col.2:9,10). Si Dios nos ha dado al
Señor Jesucristo en su plenitud y si Cristo ya mora dentro de nosotros por su Espíritu
¿Qué más puede Dios añadir? ¿Qué regalo más podemos adicionar como para
despreciar la plenitud y la satisfacción en Jesús? ¡Crecimiento en Cristo Sí! ¡Adición a
Cristo, nunca!
42

Por consiguiente, hemos sido engendrados de Dios, somos sus hijos y herederos,
somos muertos y resucitados con Cristo, nuestros cuerpos son los templos del Espíritu
Santo (1Co.6:19) y la morada del Espíritu es la garantía del primer fruto, de nuestra
eterna herencia en el cielo. Por esto los autores del Nuevo Testamento nos recuerdan
de nuestros privilegios cristianos y nos exhortan a conducirnos en una vida digna y
adecuada, debido a que ya estamos en Cristo y a que seremos como él, cuando él
venga, y nosotros somos incentivados para ser lo que deberíamos ser: puros como él es
puro (1Jn.3:1-3).

REFLEXIÓN No.3

1. ¿Enseña el Nuevo Testamento que el uso del término "bautismo del Espíritu" es
compatible con la idea de que todos los cristianos recibieran el Espíritu al
comienzo de su vida cristiana?

2. Los escritores del Nuevo Testamento


a. Asumen que sus lectores ya han recibido el Espíritu Santo.
b. Exhortan a menudo a sus lectores para recibir el Espíritu Santo.

3. ¿En cuáles de las siguientes ideas hace hincapié el Nuevo Testamento?


a. Nuestro crecimiento en la madurez
b. Estímulo para vivir de acuerdo con el Espíritu que hemos recibido
c. Estímulo para recibir el bautismo del Espíritu como una segunda
bendición
d. La experiencia del gran actuar que Dios realiza cuando él nos sitúa en él
e. Cristo nuestra justificación, la redención y la regeneración
f. Perfección en el futuro cuando el Salvador aparezca
g. Conducta ética

8. LA LLENURA DEL ESPÍRITU


Por: John Stott
Traducido por: Angela María Acosta Gómez

La diferencia entre bautismo y llenura


¿Qué pasó en el día de Pentecostés, el día en que Jesús derramó el Espíritu del cielo y
así mismo “bautizó” con el Espíritu?
43

Primero fueron los 120 y luego los 3.000. El resultado de este bautismo era que todos
ellos estaban llenos con el Espíritu Santo (Hec.2:4). De esta manera, la llenura del
Espíritu fue la consecuencia del bautismo del Espíritu. El bautismo fue una
experiencia inicial, la llenura fue prevista para ser continuada, un resultado que debe
ser permanente, una norma. El evento del bautismo como una iniciación no es
repetible y no puede perderse, pero la llenura puede ser repetida y en algunos casos
debe ser mantenida. Si esta no es mantenida, esta se pierde. Si esta se pierde, esta
puede ser recuperada. El Espíritu Santo es “contristado” por el pecado (Ef.4:30) y cesa
de llenar al pecador y definitivamente es el arrepentimiento el único camino para
recuperarla. También hay casos e indicios que la llenura no se pierde sólo por el
pecado, sino también por el descuido en su propia vida devocional. Podemos ver
personas pasando por situaciones difíciles y siendo llenas nuevamente, pues una
reciente crisis o un gran desafío demanda una fresca intervención del poder del
Espíritu Santo.

Una compararon de varios textos del Nuevo Testamento habla de personas siendo
llenadas con o llenas del Espíritu Santo. Esto sugiere que ellas están en tres categorías:

Primero, esto implica que ser “llenos” o “llenados” era una características normal de
cada creyente consagrado, como los siete que fueron separados para el cuidado de las
viudas en Jerusalén, eran “llenos de fe” (Hec.6:3,5). Ahora, supongo, su sabiduría y fe
podría haber sido observada como un especial don espiritual, pero una buena
reputación puede apenas haber sido inusual para aquellos cristianos, pues pienso que
poco a poco, fueron siendo llenos con el Espíritu. Similarmente Bernabé se describe
como un “buen hombre, lleno con el Espíritu Santo y de fe” (Hec.1:24) y los discípulos
recién convertidos de Pisidia en Antioquía estaban “Llenos de gozo y del Espíritu
Santo (Hec.13:52). Estos versos son para denotar cristianos normales, o algún indicio
que Dios quería cristianos “normales”.

Como segundo, la expresión indica denotación para un ministerio en particular y


oficio. De esta manera, Juan el Bautista sería lleno con el Espíritu Santo, incluso desde
el vientre de su madre. Esto parecía ser una preparación para su ministerio profético
(Luc.1:15-17). También las palabras de Ananías en la cual Sáulo de Tarso sería “lleno
con el Espíritu Santo”, esto parece haberse referido a su nombramiento como apóstol
(Hec.9:17; 22:12-15 y 26:16,23).

Como tercero, hubo ocasiones cuando la llenura del Espíritu Santo fue dada para
equipar personas para un “cargo” transitorio, pasajero (como apóstol o profeta) como
algo inmediato, especialmente en una emergencia. Zacarías fue lleno antes de hablar
en profecía. (Su oficio era de un sacerdote, no de un profeta), e igualmente también su
44

esposa Elizabeth (Luc.1:5-8,41,67). Así mismo Pedro fue dirigido ante el sanedrín
mientras un grupo de cristianos en Jerusalén continuaban su ministerio de la Palabra,
aun a pesar de los problemas y de las persecuciones. Esteban ante el martirio y Pablo
ante la reprensión de Elimas el mago.

Todos esos de los que nosotros leemos, fueron llenos del Espíritu Santo, los cuales
fueron llenos de poder, para la tarea responsable en la cual estaban precisamente
entrenados (Hec.4:8-31;7:55;13:9).

Las páginas de Lucas, en el capítulo cuatro de su evangelio se refiere muy


interesantemente al Espíritu Santo, en conexión con el comienzo del ministerio público
del Señor. El parece exponer su experiencia de la llenura del Espíritu Santo dentro de
las tres categorías. Nosotros decimos que él retornó del Jordán “lleno del Espíritu
Santo” y naturalmente asumimos que ésta fue su invariable condición espiritual. Al
mismo tiempo se dio la inmediata afirmación, siguiente a su bautismo, la cual el
Espíritu descendió sobre él (3:22) para ungirlo y equiparlo para su ministerio como el
Mesías (4:14,18). También, podemos observar que en la historia de la tentación, desde
el comienzo hasta el final tiene su referencia en el Espíritu Santo (4:1), “dirigido por el
Espíritu Santo” (4:14), y en el “poder del Espíritu Santo”. Lo que indica que el Señor
fue fortalecido especialmente por el Espíritu Santo para tal emergencia.

Además, con la variedad de descripciones de gente siendo llenas con el Espíritu Santo,
esto indica que debe ser una constante experiencia para un propósito específico. Ef. 5:8
contiene el bien conocido mandato para todos los cristianos de ser llenos o ir siendo
llenos (un presente continuo imperativo).

No hay afirmación o mandato en el Nuevo Testamento acerca del bautismo del


Espíritu. No hay sermón apostólico o letras que contengan la solicitud para ser
bautizados con el Espíritu Santo. Verdaderamente, todas las siete referencias del
Nuevo Testamento para bautizar con el Espíritu están en el aoristo, presente o futuro,
ninguna referencia es imperativa. Sin embargo sí hay referencias para la llenura del
Espíritu, describiendo cómo algunos cristianos fueron llenos nuevamente, y el
mandato para que todos los cristianos continúen llenándose. Esto, nos muestra que los
cristianos, quienes han sido bautizados con el Espíritu, no deben dejar de ser llenos
con él.

Los cristianos de Corintio son una seria advertencia para nosotros en esto. Es clara la
primera carta de Pablo a ellos, todos han sido bautizados con el Espíritu Santo (12:13),
todos han sido enriquecidos con todo don espiritual (1:4-7). Aún, el apóstol los exhorta
como a personas carnales no llenas del Espíritu. El es claro al decir que la evidencia de
45

la llenura del Espíritu Santo no es el ejercicio de sus dones (que los tuvieron en
abundancia), sino de un fruto maduro (de lo cual ellos tuvieron poco).

Pablo no podía dirigirse a ellos como “cristianos maduros” (pneumatikoi), sino como
“cristianos carnales” (sarkikoi), incluso como bebés en Cristo. Su carnalidad e
inmadurez fue intelectual y moral, en sus celos y conflictos con otros (1Co.3.14). Ellos
estaban bautizados con el Espíritu Santo y enriquecidos con dones por el Espíritu
Santo, pero ellos no estaban (al menos en el tiempo de su visita y carta para ellos)
llenos con el Espíritu Santo. Observa que la diferencia del apóstol no es entre esos que
no han recibido el bautismo del Espíritu Santo y esos que sí; pero la diferencia, sí es,
entre los cristianos espirituales y los cristianos carnales, los que son llenos con el
Espíritu y cristianos dominados por la carne. ¿La condición de los cristianos corintios,
no es la condición de muchos hoy en día? No debemos negarlo, de acuerdo a la
Escritura, hemos sido bautizados con el Espíritu Santo porque nos hemos arrepentido
y creído, y nuestro bautismo en agua ha significado y sellado nuestro bautismo en el
Espíritu. Pero… ¿Somos llenos del Espíritu? Esa es la pregunta. ¿Cuál es la evidencia
de la llenura del Espíritu y cómo se puede disfrutar su llenura?

Para responder a estas preguntas miraremos dos pasajes cruciales del Nuevo
Testamento, el primero viene de Jesús y el segundo de la pluma de Pablo. Daremos
algunas consideraciones de dos problemas contemporáneos relatados en la enseñanza
del Nuevo Testamento.

Apropiación continua
El primer pasaje enfatiza que para continuar llenos con el Espíritu Santo, debemos
mantenernos en cercanía al señor Jesús, me refiero a sus propias palabras que son
registradas en Jn.7:37-39 y ha sido de gran ayuda para mí:

“En el último día de la fiesta, Jesús se puso en pié y alzó la voz, diciendo: Si alguno
tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior
correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran
en él; pues aun no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido
glorificado”.

El obispo J.C. Ryle escribió: “si algún pasaje de las Escrituras es digno de ser escrito en
letras de oro, es éste”.

Era el último día de la fiesta de los tabernáculos (7:2), el clímax de estos siete días. Uno
de los rituales coloridos del festival era que cada mañana había una solemne procesión
dirigida por un sacerdote llevando un cántaro dorado para recoger agua del pozo de
46

Siloé y lo derramaba como una libación al lado oeste del altar. Esto generalmente
parece haber sido entendido como la ceremonia, no solo para conmemorar la
provisión milagrosa en el desierto, sino también simbolizaba el futuro derramamiento
del Espíritu, prometida a través del profeta Joel. Jesús mismo tomó este ritual como
tema. El se puso en pie en lo alto de algún lugar (para enseñar como los maestros)
levantó su voz y proclamó que él mismo daría aguas a beber y aguas que fluían de
todos quienes venían a él.

¿Qué significó? Jesús combinó dos cuadros. El primero se describe como un viajero
cansado y sediento. En un clima caluroso, el sol golpea sin misericordia sobre él, el
agua que tenía de provisión se ha derramado, su lengua está seca, todo su cuerpo está
deshidratado, el jadea por agua queriendo calmar su sed. El representa cada persona
que esta separada en algún grado de Cristo.

El segundo cuadro es el de una tierra sedienta, el sol tropical ha horneado la dura


tierra, el río está seco, árboles y arbustos están marchitos, los animales gimen porque
no hay pastos, la tierra tiene sed por agua. Este es el mundo, la sociedad secular sin
Dios, deshidratada, insatisfecha, sedienta. Entonces, ¿Qué es el agua? Juan nos dice:
“Esto dijo acerca del Espíritu”. Y Juan añade que “el Espíritu todavía no nos ha sido
dado”. Literalmente: “El Espíritu no estaba aun”. Esto no significa que el Espíritu no
estaba activo, sino mejor que aun no había sido derramado en la llenura pentecostal,
en “ríos de agua viva”, el agua viva que satisface la sed del viajero cansado y para
regar el mundo reseco que sólo se puede lograr con la llenura del Espíritu Santo.

¿Cómo satisfaremos completamente esta sed y cómo nos sentiremos vigorosos y


frescos? La respuesta es: “deja que vengan a mí y beban… quien cree en mí… las
frases son dos, pero la condición es una, no hay diferencia entre el venir a Jesús y el
creer en él, para venir a él, para beber, es venir a él en fe. Ahora los verbos (tener sed,
venir, beber, creer) están todos en tiempo presente. Entonces nosotros no solo venimos
a él una vez en arrepentimiento y fe, sino que también continuamos viniendo, para
beber, porque nosotros aun continuamos sedientos. Si nosotros hacemos esto
físicamente pues siempre estamos sedientos y deseamos beber, entonces también
debemos aprender a hacerlo espiritualmente. El cristiano es un dependiente espiritual,
siempre sediento, siempre queriendo beber, y la actitud no es preguntar por agua, sino
tomar de ésta, es algo extremadamente simple. Beber es una de las primeras
actividades que los bebés aprenden, verdaderamente ellos hacen esto por instinto.
Entonces cuando bebemos agua, estas se pueden convertir en corrientes, no pudiendo
contener el Espíritu cuando lo recibimos. William Temple escribió: “Ninguno puede
poseer el Espíritu de Dios y guardárselo para sí mismo”. Donde el Espíritu está, él
fluye libremente. Si no fluye libremente, él no está allí. Además, podemos ver la
47

diferencia del agua que bebemos y el agua que fluye fuera. Nosotros solo podemos
beber pequeños tragos, pero como continuamos bebiendo, creyendo por la poderosa
confluencia de corrientes que fluyen “ríos de agua viva” en nosotros. Esto es fluidez
espontánea de cristianos llenos del Espíritu Santo para bendecir a otros. Pero no hay
manera de garantizar una constante retención o fluidez, excepto continuar viniendo a
Jesús y mantenernos bebiendo de él. Debemos continuamente apropiarnos de la fe
para la llenura del Espíritu Santo.

REFLEXIÓN

1. Cuando se habla del bautismo del Espíritu nos estamos refiriendo a un regalo
de _________-______-______; cuando se habla de la llenura del espíritu estamos
reconociendo que este don tiene que ser
_____________________y_____________________________.

2. V/F La llenura del Espíritu es una experiencia reservada sólo para aquellos a
quienes llama Dios para realizar una tarea específica.

3. ¿Indican las Escrituras que es posible que los cristianos que han sido
bautizados con el Espíritu dejen de ser llenos del Espíritu?

4. ¿Por qué hablar en lenguas no es una prueba confiable de la llenura del


Espíritu?

5. A que hace referencia Jesús en Juan 7:37-39?

6. ¿Qué aplicación tiene esto que para nosotros?

Señales de la llenura del Espíritu Santo


Lo segundo que enfatiza el Nuevo Testamento es la evidencia de la llenura del
Espíritu Santo, sin embargo, también es una ordenanza de ser llenos, la cual
necesitaremos estudiar cuidadosamente.
48

¿Cuáles son las señales de una persona llena con el Espíritu de Dios, hoy? No cabe
duda que la principal evidencia es moral no milagrosa y pone en evidencia el fruto del
Espíritu Santo, no los dones del Espíritu. Nosotros ya hemos notado que los corintios,
quienes habían sido bautizados con el Espíritu Santo y habían sido dotados ricamente
con los dones del Espíritu Santo, aún mostraban que ellos eran cristianos carnales por
su carencia de la cualidad moral del amor, 1Cor 3:1-4. Ellos orgullosamente declaran
una cierta llenura, pero Pablo les escribió a ellos con un toque de sarcasmo y les dice:
“ya ustedes están llenos (4:8), pero no de Espíritu Santo. Si ellos habían sido llenados
llenos con el Espíritu Santo, ellos tendrían que haber sido llenos con amor, el fruto del
Espíritu Santo, pues el amor es el fuerte vínculo entre el fruto y los dones del Espíritu
Santo. No solo los dones sin amor no tienen valor (1Cor 13) sino también porque el
amor desea los dones y estos son un equipo necesario para el servicio a otros.

En Ef.3:18-21 es la única parte en sus cartas en que el apóstol Pablo describe la


importancia de la llenura del Espíritu Santo con todas sus cualidades morales y no ser
embriagados con vino, en el cual hay disolución, antes bien, el llamado es a ser llenos
del Espíritu Santo, hablando entre nosotros con salmos e himnos espirituales,
cantando y alabando al Señor en los corazones, dando siempre gracias por todos al
Dios y al Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el
temor de Dios.

En los textos griegos este párrafo consta de dos verbos en el imperativo: No se


embriaguen con vino… sino sed llenos con el Espíritu Santo. De este último se
derivan cuatro verbos que están en presente participio, literalmente estos son:
“hablando”, “cantando”, “haciendo melodías dando gracias” y “sometiéndonos”.
Entonces, hay una sola ordenanza de ser llenos con el Espíritu Santo seguido por
cuatro calificativos importantes de la llenura del Espíritu Santo. La ordenanza de ser
llenos está situada en un vivo contraste a otras ordenanzas de no embriagarse.
Algunas personas han deducido fácilmente que la borrachera y la llenura del Espíritu
Santo son parecidas, pues para ellos la llenura del Espíritu Santo es un tipo de
embriaguez espiritual y que el apóstol está hablando de dos tipos o estado de
embriaguez, intoxicación físicamente, a través del vino y espiritualmente, a través de
la llenura del Espíritu Santo, pero realmente, esto no es así.

Es verdad que un hombre embriagado está “bajo la influencia” del alcohol y que
similarmente un creyente espiritual lleno puede ser descrito “bajo el control del
Espíritu”. Es verdad también que en el día de Pentecostés, cuando los 120 hablaron
públicamente en otras lenguas como el Espíritu les guiaba, la reacción de algunos en el
tumulto fue hacer comentarios que “ellos estaban llenos de vino” (Hec.2:13), pero los
49

que dijeron eso fueron evidentemente una minoría, quienes supusieron que los
discípulos estaban borrachos porque ellos no pudieron entender ningún lenguaje
hablado, considerando la reacción de la mayoría, fue asombroso que los discípulos
galileos estuvieran hablando comprensivamente en el lenguaje nativo de Asia y de
África, el cual la gente no pudo entender. Pero, este es el gran error que se supone
acerca de esto.

Esos primeros creyentes llenos con el Espíritu fueron un tipo de embriaguez, o de


alguna forma fueron modelo de la futura experiencia de la llenura del Espíritu Santo,
pero hay una clara implicación en Efesios 5:18, que la embriaguez y la llenura del
Espíritu Santo no son comparables en relación, puesto que la borrachera es tildada de
exceso (AV) o libertinaje (RSV). La palabra griega asotia significa disolución tanto en
Tito 1:6 como en 1Pe.4:4. Literalmente, describe la situación de una persona que no
puede salvarse ni controlarse así misma. Esto es porque la borrachera involucra una
pérdida de control de sí mismo. Pablo escribe que esto puede ser evitado. Es
implícito que el estado de contaste de la llenura del Espíritu Santo no involucra la
pérdida de control de uno mismo o lo contrario, en Gál.5:23, está claramente dicho que
una manifestación del fruto del Espíritu es el control de sí mismo, enkrateia. El apóstol
describe la importancia de llenura del Espíritu Santo y describe a los que están llenos
de él, como personas llenas de inteligencia, control y relaciones sanas con Dios y con
otros.

Podemos verdaderamente estar de acuerdo en que la embriaguez y la llenura del


Espíritu Santo son dos fuertes influencias que trabajan dentro de nosotros, el alcohol
en la corriente sanguínea y el Espíritu Santo en nuestros corazones, pero mientras el
alcohol excesivo conduce al desenfreno y al libertinaje irracional, trastornando al
borracho en un animal; la llenura del Espíritu Santo conduce a la transformación de un
comportamiento moral racional, transformando a los cristianos a la imagen de Dios.
De manera que el resultado de estar bajo la influencia de espíritus malos y del
Espíritu Santo es total y absolutamente diferentes. Uno, los convierte en bestias y el
otro, como Cristo.

Ahora, podemos estar en una posición para mirar cuatro resultados saludables y de
esta manera complementar evidencias sólidas de la llenura del Espíritu Santo. Estos
resultados son vistos en relación con la llenura del Espíritu Santo, no se refiere a una
experiencia mística o privada, más bien, es una relación moral y con nuestro prójimo.

El primero es “hablando en ustedes mismos”. Esto no significa que los que son llenos
con el Espíritu Santo deben comenzar a hablar a ellos mismos como si sus mentes
estuvieran desquiciadas. La RSV es ciertamente veraz en traducir la expresión
50

“conduciendo uno al otro” paralelamente en el pasaje en Col.3:10. El apóstol insta a


los lectores a dejar que la palabra de Cristo more en ellos ricamente, así ellos se
podrían a enseñar y amonestar unos a otros en toda sabiduría.

Es muy notable que la primera evidencia de ser llenos con el Espíritu sea hablarnos
unos a los otros, aún no es sorpresa que el primer fruto del Espíritu es amor, sin
embargo, aunque parezca profunda e intima nuestra comunión con Dios, nosotros no
podemos declarar la llenura del Espíritu sino estamos en términos para hablar con
alguno de nuestro prójimo. La primera señal de llenura es compañerismo. Además, es
un compañerismo espiritual para conducirnos unos a otros, no en mundanalidad, ni
charlatanería, pero sí en salmos e himnos espirituales; esto por supuesto no significa
que el método normal de comunicarnos entre creyentes llenos espiritualmente es
canción, esto mejor significa que el verdadero compañerismo es expresado en común
adoración.

Un buen ejemplo es el Venite (Sal.95) el cual los anglicanos, el domingo en la mañana,


cantan en público adorando. Estrictamente hablando, esto no es un salmo de
adoración del todo. No se canta a Dios, sino para conducir a la congregación al señor.
Son personas de Dios conduciéndose uno al otro en un salmo, exhortándose uno al
otro para adorar a su Dios.

Esto nos dirige al segundo resultado de la llenura del Espíritu Santo que es cantando y
haciendo melodía al Señor. El Espíritu Santo ama que glorifiquemos al Señor Jesús,
manifestándose a su gente de tal forma que ellos se deleiten en cantar sus adoraciones.
Algunas veces las personas se han sentido confortadas de la traducción de AV en la
exhortación que es cantar al Señor “en su corazón”, para esta expresión se sugiere que
su júbilo puede ser completamente desde adentro, proyectándolo sólo para los oídos
del Señor (JB Philips), pero la RSV es probablemente más certera para traducir la
expresión “con todo tu corazón”. El corazón indica, no tato el lugar, sino en la manera
en que somos adoradores. El apóstol nos exhorta a no callar, sino a sentirlo, a adorar.

Como tercero, nosotros siempre debemos dar gracias. Algunas veces nosotros damos
más gracias por algunas cosas. No hay excusas, ni circunstancias para no dar gracias.
Debemos hacerlo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, esto es, porque somos uno
en Cristo, y damos gracias al Dios, el Padre, porque el Espíritu Santo da testimonio de
que somos hijos de Dios y porque nuestro Padre es completamente bueno y sabio.
El proferir palabras mal intencionadas, quejándose, es uno de los pecados que
aquejaron al pueblo de Israel y esto es una cosa bien seria, porque esto es síntoma de
incredulidad. Cada vez que comenzamos a lamentarnos y a quejarnos, esto es prueba
51

de que no estamos llenos del Espíritu Santo. Cada vez que el Espíritu Santo llena a los
creyentes, ellos agradecen a su Padre celestial en todo tiempo y por todas las cosas.

Hemos visto que la segunda y la tercera señal de la llenura del Espíritu Santo es cantar
para el Señor y dar gracias al Padre. El Espíritu Santo nos pone dentro de una correcta
e íntima relación de adoración con el Padre y el Hijo. El creyente lleno del Espíritu no
tiene dificultad con la doctrina del Espíritu Santo.

La primera y cuarta señal, concierne a nuestro compañerismo unos con los otros,
hablándonos unos a otros y sometiéndonos unos a otros.

El apóstol escribe acerca de la sumisión, la cual es un deber particular de una esposa a


un esposo, de los hijos a sus padres, de los siervos a los amos. El comienza a hablar de
esto haciendo de ello la responsabilidad general de todos los cristianos (los unos a los
otros, incluyendo esposos, padres y amos). La sumisión, es decir, la humillación, es
una parte importante en el comportamiento de un cristiano, pues este verbo es
mencionado 32 veces en el Nuevo Testamento; no son simplemente palabras, sino que
la sumisión misma es la señal de antesala para el cristianismo lleno del Espíritu Santo.

Cuando un principio teológico o moral está demarcado es muy importante estar


firmes con él. Pablo dio un notable ejemplo de la necesidad de permanecer firmes
cuando él se opuso a Pedro en una directa y pública confrontación en Antioquía
(Gál.2:11-14), pues nunca debemos suponer que es una exhibición de orgullo cuando
permanecemos firmes en un principio, pero también es sabio examinar nuestra
supuesta indignación acerca de algo, pues cuando lo hacemos podemos descubrir
nuestra mala actitud del corazón. Por lo pronto, lo más importante es darnos cuenta
que debemos reverenciar y humillarnos en sumisión al Señor Jesucristo y también
someternos a otros.

Los saludables resultados de la llenura del Espíritu Santo son ahora puestos al
descubierto. Las dos principales esferas en que esta llenura es manifiesta son
adoración y compañerismo. Si somos llenos con el Espíritu Santo estaremos adorando
a Cristo y agradeciendo a nuestro Padre, estaremos hablando y sometiéndonos los
unos a los otros. El Espíritu Santo nos pone en correcta relación con Dios y con los
hombres. Es esa la principal cualidad y actividad que deberíamos mirar como
evidencia fundamental de la llenura del Espíritu Santo. El apóstol hace un énfasis en
esto, en sus cartas de a los Corintios y Efesios y también acerca del fruto del Espíritu
Santo (Ver el próximo capítulo).
52

El mandamiento de ser lleno


Ahora volvamos a la ordenanza nuevamente acerca de los cuatro presentes participios
que hemos estado considerando. Con el mandamiento de ser llenos del Espíritu Santo,
podemos observar cuatro puntos:

Primero, sed llenos, está en imperativo, lo cual no es una sugerencia vacilante, una
leve recomendación o una educada forma de consejo. Esto es una ordenanza de Cristo
para nosotros que procede con toda autoridad de uno de sus apóstoles escogidos. No
hay forma de escapar de esta responsabilidad que gira alrededor de este texto, hablar
la verdad, trabajar honestamente, ser amables, perdonarnos unos a otros y vivir vidas
de pureza y amor. La llenura del Espíritu Santo no es opcional para los cristianos, es
obligatorio.

Como segundo, el verbo está en forma plural, esta precedido al verbo no te


embriagues con vino, ambos imperativos en Ef.5:18, la prohibición y la ordenanza, son
escritos para toda la comunidad cristiana. No debemos embriagarnos, debemos todos
ser llenos con el Espíritu Santo. La llenura del Espíritu no es una opción, ni es un
privilegio reservado para algunos, si no una responsabilidad. Así mismo, también la
ordenanza acerca de la sobriedad y el control de sí mismo. La ordenanza de buscar la
llenura del Espíritu Santo es sin excepción para todos los hijos de Dios.

Como tercero, el verbo está en voz pasiva “sed llenos”, que equivale a dejarnos llenar
de él. Una importante condición de disfrutar su llenura es ceder sin reserva a él. No
obstante, no cabe duda que nosotros somos agentes puramente pasivos en recibir la
llenura del Espíritu Santo, que va más allá de embriagarse. Un hombre se embriaga
por beber vino; nosotros nos llenamos del Espíritu Santo por beber de él, como hemos
visto de la enseñanza de nuestro Señor (Jn.7:38).

Como cuarto el verbo esta en tiempo presente, se conoce en el lenguaje griego, si el


imperativo es aoristo, esto se refiere a una determinada acción, mientras si esto es
presente, la acción es continúa. Un ejemplo de esto es cuando en las bodas de Caná
Jesús dijo llenen los jarrones de agua (Jn.2:7) en aoristo imperativo, lo cual muestra
que la intención de él era que ellos lo hicieran una sola vez. Por otro lado, el presente
imperativo “sed llenos con el Espíritu Santo” no indica algo decisivo que fluirá para
siempre, sino más bien es una continua apropiación. Esto es más notable, más
adelante, en la carta para los Efesios, por el contraste entre el sello y la llenura del
Espíritu Santo.

El apóstol les escribe que ellos han sido sellados con el Espíritu Santo (Ef.1:13 y 4:30).
En el aoristo son idénticos y describe cada creyente arrepentido. Dios lo ha aceptado y
53

puso sobre él el sello del Espíritu Santo para autenticarlo, para marcarlo y asegurarlo
como su propiedad. Aunque todos los creyentes son sellados, no todos los creyentes
continúan siendo llenos, el sello hace referencia a una marca dada por Dios en el
pasado y la llenura es algo presente y continuo.

Quizás en este capítulo, una ilustración ayudaría a demostrar que la llenura del
Espíritu Santo es proyectada, no estática, sino una experiencia en desarrollo. Podemos
comparar dos personas: Uno es un bebe recién nacido, su peso es de 3.5 kilos, ha
comenzado a respirar. El otro es un hombre grande de 1.9 mt. y con un gran peso.
Ambos saludables y están respirando por ellos mismos. Ambos se pueden describir
como “están llenos de aire”. Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre ellos? Esta reside
en la capacidad de sus pulmones, ambos son llenos, pero uno es más lleno que el otro,
porque su capacidad es mucho más grande. La misma verdad está en el crecimiento
espiritual. ¿Quién desmentirá que el recién nacido en Cristo no ha sido lleno con el
Espíritu Santo? El templo de cada creyente es el templo del Espíritu Santo (1Co.6:19)
¿Quiénes somos nosotros para pensar que el Espíritu Santo entra a su templo y no lo
llena? Un cristiano maduro y devoto de muchos años también puede ser lleno del
Espíritu Santo. La diferencia en el ejemplo inicial se encontraba en la capacidad
pulmonar, lo que podemos comparar con la medida de su entendimiento para creer, el
cual es el propósito de Dios para cada uno de los creyentes.

Esto es claro para el apóstol en su primera oración por los efesios cristianos. El ora que
el Dios de nuestro señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé el Espíritu de sabiduría y
de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos del entendimiento para
que pudieran saber cual es la esperanza a que él los había llamado y cuales las
riquezas de la gloria de su herencia en los santos y la supereminente grandeza de su
poder para los que creen. (Ef.1:17-18).

Este pasaje, revela las etapas del progreso espiritual. Esto es para quienes creen,
quienes experimentan la llenura del poder de Dios. Pero primero ellos deben conocer
esa grandeza y por consiguiente necesitan que los ojos de sus corazones sean
iluminados por el Espíritu Santo. Entonces, este es el orden: Iluminación,
conocimiento, fe y experiencia. Es por iluminación que conocemos y por fe que
nosotros entramos en el gozo que conocemos. Nuestra fe y experiencia es por
consiguiente, en gran parte, condicionada por nuestro conocimiento. Adquirir
conocimiento se convierte en nuestra mayor capacidad espiritual y la más grande de
nuestras responsabilidades para declarar nuestra herencia de fe. De ésta manera,
cuando una persona es recién nacida del Espíritu, su comprensión del propósito de
Dios para ella, es usualmente limitada y en parte lo es también su experiencia. Pero
cuando el Espíritu Santo comienza a iluminar los ojos de sus corazones, la vista
54

comienza a abrirse ante lo que él nunca se había imaginado. El comienza a ver y a


conocer el llamado de Dios, las ricas herencias y la grandeza del poder de Dios. El es
desafiado a abrazar por fe la llenura del propósito de Dios para él.

La tragedia es que nuestra fe a veces no camina con nuestro conocimiento. Nuestros


ojos son cerrados para ver más y más las maravillas del propósito de Dios para
nosotros en Cristo. Pero debemos apropiarnos de esto por fe. Esta es una de las
formas en la cual perdemos la llenura del Espíritu, no necesariamente por
desobediencia sino por incredulidad. Necesitamos constantemente arrepentirnos de
nuestra incredulidad y clamar para que Dios aumente nuestra fe, entonces, nuestro
conocimiento crece y así mismo, nuestra fe puede crecer; de ésta manera podemos
continuamente echar mano de la grandeza del propósito del poder de Dios.

El promedio cristiano
En este capítulo hemos buscado la diferencia entre el bautismo del Espíritu (recibido
una vez para todos en la conversión) y la llenura del Espíritu (ir continuamente y cada
vez apropiándonos de ella). También hemos tomado una importante enseñanza
acerca de nuestro señor Jesucristo y de su apóstol Pablo, de la necesidad de
mantenernos bebiendo de él, de las señales de la llenura del Espíritu y de la ordenanza
de ser llenos. Pero la principal objeción para la siguiente interpretación no son
bíblicas, sino empíricas; no son teóricas, sino prácticas. Déjame exponerlas en dos
oraciones:

a. Si todos los cristianos han sido bautizados con el Espíritu Santo. La mayoría no
parece haberlo sido.

b. Algunos cristianos declaran haber recibido una evidencia, una experiencia del
Espíritu Santo, pero su declaración no parece ser normal.

Examinemos ambas objeciones: Primero, quien puede ser llamado el cristiano


promedio hoy. ¿Puede ser esto seriamente sostenido? Muchas veces nos preguntamos
¿Él ha sido bautizado con el Espíritu? Observo su conversión y su posterior vida. Su
conversión no fue completamente espectacular y no fue con todo un “bautismo del
Espíritu Santo” y su vivencia cristiana presente proporciona poco o nada de evidencia
de su experiencia de haber sido bautizado. ¿Quiénes somos nosotros para responder a
esto?

El rehusar que la conversión cristiana hoy es un bautismo o lo incluye, depende de


una apriori presunción con respecto a que el bautismo del Espíritu debe ser constante.
55

Las personas en todos los tiempos, tienen en sus mentes el recuerdo del dramático
evento del Pentecostés, ellos recuerdan el viento, el fuego y las lenguas extranjeras,
pero ellos olvidan que las señales sobrenaturales que acompañaron la venida del
Espíritu en Pentecostés no son más que típicas de cada bautismo del Espíritu como
también son las señales sobrenaturales que acompañaron la conversión de Sáulo en
Damasco. Todas ellas son típicas de la conversión de cada cristiano. Hemos visto que
el don de lenguas no puede ser una indispensable evidencia del bautismo del Espíritu,
la misma verdad es acerca del viento y del fuego. Ni el viento, ni el fuego o lenguas
son mencionadas al final de Hechos 2 con respecto a los 3000 que recibieron el Espíritu
Santo. El viento, el fuego en Pentecostés, la luz y la voz en Damasco fueron
acompañamiento externo, ellas no fueron necesariamente parte de la experiencia
interna ¿Qué garantiza que una persona no reciba el don o bautismo del Espíritu en
calma y en diferente forma? No hay justificación bíblica para observar que la
regeneración es un proceso consciente, es decir, que la persona nace de nuevo y es
consciente de lo que está pasando dentro de ella. Jesús mismo indicó lo contrario
cuando en la conversión de Nicodemo, él provocó una analogía entre el trabajo del
Espíritu, el nuevo nacimiento y el soplo del viento: El viento sopla de donde él quiere
y oye su sonido, más ni sabes de donde viene, ni a donde va, así es todo aquel que es
nacido del Espíritu.

Aunque los efectos del viento son vistos, escuchados y sentidos, hay algo secreto y
misterioso acerca de la operación del viento mismo. Los efectos del nuevo nacimiento
son también evidentes en un cambio de vida, pero hay algo secreto y misterioso acerca
del trabajo de la regeneración del Espíritu, como lo es la conversión en el giro del
pecador a Cristo en arrepentimiento y fe, la cual es también un trabajo del Espíritu.
Pero regeneración es la implementación de nueva vida en un alma muerta, la cual
transgrede y peca. Nosotros no somos conscientes de esa vida espiritual llamada
renacimiento o nacimiento espiritual, como no lo somos de nuestro nacimiento físico.

La otra parte de la objeción con respecto al cristiano promedio no concierne a las


circunstancias de su conversión, sino al bajo nivel de posterior vivencia cristiana.
¿Puede esto de alguna manera ser un bautismo en el Espíritu en una persona? Bien,
ciertamente, no tengo deseo para desmentir o excusar la posterior norma de muchas
de nuestras vivencias cristianas hoy. Pero esto a menudo suele suceder, y cuando esto
es una realidad, es realmente triste, pues nuestra desobediencia y nuestra incredulidad
han robado mucha parte de nuestra completa herencia. Esto lo pasamos inadvertido
porque sabemos que somos de Cristo, pero hemos fallado en concientizarnos de ello.
Somos como los israelitas, ellos habían tenido la promesa de recibir la tierra, pero no
habían tomado posesión de ésta.
56

Necesitamos arrepentirnos y retornar a Dios. Verdaderamente hemos sido bautizados


en el Espíritu, pero continuamos viviendo en un nivel más bajo que el que el Espíritu
ha hecho posible, porque no nos mantenemos llenos del Espíritu Santo. El nivel bajo se
encuentra en todos los grupos cristianos y hay que añadir un ¡ay!

Tanto, de aquellos que reclaman experiencias espirituales emocionantes, como de


aquellos que no pueden fallar en las obligaciones morales, en honestidad, pureza y
generosidad, de ambos, he conocido cristianos auténticos. El fracaso y pobre
desempeño de muchos cristianos no son evidencia de la necesidad de ser bautizados
con el Espíritu Santo (aun orgullosos, sin amor, pendencieros, intolerantes como los
corintios cristianos que habían sido bautizados con el Espíritu Santo) sino su
necesidad de recobrar la llenura del Espíritu, la cual ellos habían perdido a través del
pecado y de la incredulidad. De esta manera los corintios se fueron convirtiendo en
carnales (1Co.3:1).

En este tiempo muchos cristianos son fluctuantes, pero este no es el deseo y propósito
de Dios, sino más bien debemos crecer y continuar apropiándonos de su llenura. Si el
cristiano continúa fluctuando entre dos escenarios o más, es debido a su decaimiento
pecaminoso.

REFLEXIÓN
1. La principal evidencia de que se está lleno de Espíritu es: Moral / milagroso.
Descansa sobre Los dones del espíritu / el fruto del Espíritu.

2. De acuerdo con Pablo en Ef.5:18-21, el resultado de la llenura del Espíritu es:


a. Una especie de embriaguez espiritual
b. Un comportamiento controlado y moral racional

3. Cuatro evidencias en Ef.5: 18-21 de ser llenos del Espíritu son:


a. ______________________________________________
b. ______________________________________________
c. ______________________________________________
d. ______________________________________________

4. Así que las pruebas de la llenura del espíritu implica principalmente relaciones
morales con _________ y ________________________.

5. Cuando Pablo escribe "estén llenos del Espíritu," significa:


a. Es una fuerte recomendación / Se trata de un mandato obligatorio
57

b. Se trata de un mandato a todo el pueblo de Dios / es una experiencia


especial de privilegios para algunos cristianos
c. Significa que nosotros debemos ceder pasivamente al Espíritu Santo / en
su propósito de ser llenos el Espíritu nos guía para poder venir
continuamente a Jesús
d. Él está describiendo una acción continua / es lo que indica una
experiencia única

6. ¿Por qué tantos cristianos no presentan pruebas de que se está lleno de


espíritu?

Experiencias especiales.
Miremos la segunda categoría de los cristianos mencionados anteriormente, no del
promedio cristiano quienes no parecen haber sido bautizados con el Espíritu, sino a
aquellos cristianos particulares que han declarado haber tenido una experiencia
pentecostal la cual ellos llamaron “bautismo con el Espíritu”. Aunque pueden ser
experiencia especiales, también pueden haber otros acercamientos.

Mencionaré tres ambiguas explicaciones que no deberíamos olvidar pero en la cual no


gastaré mucho tiempo. Primero, experiencias de un pequeño hombre que no cabe
duda son demoníacas. Una falsa y fingida experiencia satánica. Jesús nos advirtió de
muchas cosas y la alarma contemporánea esparcida de fascinación con lo oculto
debería ponernos en guardia. Sin embargo los engaños satánicos no deberían engañar
a los hijos de Dios. El maligno odia a Cristo y a la santidad y no lo honraremos a él y a
la santidad donde el maligno esté en control.

Como segundo, el meollo más grande del asunto es psicológico. Por supuesto que en
cierto sentido todas nuestras experiencias son psicológicas, pero yo pienso que
algunas experiencias que pensamos son espirituales son realmente psicológicas,
porque ellas se originaron en nuestra psiquis humana, no en el Espíritu de Dios, como
lo llamado “hablar en lenguas”. Hay un tipo de glossolia de involuntario modo de
hablar que va más allá del control mental conciente. En diferentes ámbitos del
hinduismo, del musulmán y de los mormones es bien conocido como casos médicos y
de muchos cristianos este fenómeno parece verse hoy en día, además que causa mucha
ansiedad crean una necesidad de ella. Atribuir algo a la psiquis humana no es lo
mismo que atribuírselo al maligno. Si en la psicología hay apoyo moral y espiritual
neutral, la más importante pregunta es ¿Esto glorifica a Cristo y promueve rectitud?
58

Como tercero, algunas otras experiencias contemporáneas parecen ser en realidad


transformadoras. Cuando uno escucha de denominaciones liberales o católicos
reclamando ser “bautizados con el Espíritu”, uno a menudo sospecha que ellos están
buscando una experiencia evangélica, la cual sería realmente su conversión, y cuando
esto les ha “pasado” a ellos, ellos lo describen como algo bíblico.

El haber mencionado esas tres explicaciones, podemos ahora observar experiencias


que no son demoníacas ni puramente psicológicas y también son experiencias
evidentemente de conversión de aquellos que se convirtieron hace muchos años y
luego pasan a ser cristianos. Pero también hay lo opuesto a ellos, cristianos auténticos
que tienen las más profundas experiencias con Dios. Acerca de eso, lo primero para
decir es que el Espíritu Santo es Dios el Señor, él es el Espíritu divino, el Espíritu
poderoso, el libre y soberano Espíritu. No deberíamos desear ni intentar limitar su
trabajo; pues incluso si nosotros lo deseáramos, no podríamos hacerlo. Creo que
debemos insistir que de acuerdo al Nuevo Testamento el bautismo con el Espíritu es
una norma de iniciación en Dios, además, mirar la importancia de buscar una continua
y creciente apropiación de su llenura que involucra un seguro crecimiento en santidad
y en una madurez cristiana y con respecto a ello, podemos decir que dentro de éste
proceso de crecimiento puede haber las más profundas experiencias y que algunas
veces el Espíritu trabaja de una manera que no podemos entender. Acerca de esas
experiencias primero enfatizaría su variado carácter, las que son secundarías en
importancia y como tercero las que son incompletas.

Lo primero es su variedad bajo la dirección de esta palabra, incluyo el hecho que la


misma o similar experiencia puede ser repetida. Hemos notado lo que el Nuevo
Testamento enseña y puede ser resumido como “un bautismo de que muchos sean
llenos”. Una fresca llenura puede preceder a una fresca responsabilidad y ser dada
para equiparnos para un nuevo y emocionante trabajo, a esto le puede seguir un
periodo de desobediencia, descenso y sequedad y el creyente arrepentido puede
encontrarse de repente levantado a un nuevo plano de conciencia y realidad espiritual.

Con la variedad de experiencias y de acuerdo a nuestro temperamento natural, el


Espíritu Santo nos respeta como humanos que somos y no elimina la nueva creación
con la cual ya hemos sido creados. El trabaja dentro de nosotros en formas apropiadas
y nos da la libertad de ser nosotros mismos, de acuerdo al completo potencial de
nuestro ser creado, pero nuestro temperamento básico queda sin cambio, la cual es
una especial razón para la completa variedad de experiencias espirituales, es por esto
que los coléricos o extrovertidos no deben esperar que haya una experiencia en Cristo
en idénticos términos.
59

Todos los cristianos pueden esperar experiencias frescas de Dios porque Dios nos da
cosas nuevas cada día, él no ama lo viejo… el nos invita a una nueva canción, porque
él piensa que nuestro conocimiento acerca de él debe ser nuevo, y el promete que su
misericordia será “nueva cada mañana” (Sal.40:3;98:1; Lam.3:23). Algunas veces el
Espíritu Santo da testimonio y nos asegura que somos verdaderos hijos de Dios,
fuertemente y maravillosamente confirma que somos completamente libres de la
oscuridad y de la duda. Algunas veces él inunda nuestros corazones de su amor y casi
le preguntamos a él, si podemos permanecer tomados de su mano para ser ahogados
por su amor. Algunas veces experimentamos un despertar de nuestro pulso espiritual,
un sobresalto de nuestro corazón, un fuego de nuestro amor para Dios y los hombres,
un tiempo de paz y bienestar. Algunas veces en la honra de adoración y referencia
pública, o en los espontáneos encuentros de compañerismo en un hogar, o en la mesa
de Dios, o en una oración privada. Una realidad invisible nos inunda. El tiempo parece
que no pasará, pasamos a una nueva dimensión de eternidad y volvemos a “darnos
cuenta” que Dios es Dios y caemos a él en adoración intentando describir lo
indispensable. Hemos visto que cada persona de la Trinidad se relaciona y cuando un
cristiano tiene una experiencia con Dios: la tiene con el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. Allí no hay tal cosa donde podamos describir una experiencia con el Espíritu
Santo, de la cual el Padre y el Hijo sean excluidos.

Para concluir esta parte, me tomaré la libertad de dar una exhortación práctica y
personal. Primero para los que declaran no haber recibido una excepcional
manifestación del Espíritu Santo. Segundo para aquellos quienes si lo han recibido y
como tercero para todos nosotros cualquiera que haya sido nuestras experiencias.

Primero quiero dirigirme a quienes han tenido muchas experiencias profundas


demasiado “anormales”. Pensar que ellos no han recibido tales experiencias del
Espíritu, podría ser indicio de temor, orgullo o envidia; o desmentir la validez de tales
experiencias declaradas por otros; pero sería equivocado declarar que unos tienen
mayores razones que otros para recibir todas aquellas experiencias, mientras otros no.

Debemos ciertamente evaluar cada cosa y en particular “evaluar los espíritus


(1Tes.5:21: 1Jn.4:1), también podemos ser sabios en observar, ser cuidadosos en
algunas declaraciones para no juzgar. Al mismo tiempo, con tal que no haya nada en
tales experiencias contrario a la Escritura y que los frutos de esa experiencia parezcan
ser provechosas para el creyente y edifique la iglesia, debemos ser humildes y listos
para reconocer las manifestaciones “inusuales” del Espíritu Santo” en nosotros, y al
menos decir como Gamaliel: “apartaos de estos hombres y dejadlos; porque si éste
consejo o ésta obra es de los hombres, se desvanecerá (He.5:38,39).
60

Todos necesitamos en estos días ser sensibles al mover del Espíritu Santo y a lo que el
Espíritu Santo está haciendo entre nosotros. Debemos ser muy cuidadosos para no
blasfemar contra el Espíritu y atribuir su trabajo al maligno, ni apagar el Espíritu Santo
o tratar de encasillarlo por nuestra propia tradición. Por otro lado, no deberíamos
criticar cayendo en el pecado de estar descontentos con sus “normales” o “anormales”
operaciones en nosotros. Además las experiencias anormales no son necesariamente
para cristianos maduros. Deberíamos gozarnos de que conocemos al Espíritu Santo
como nuestro maestro y testigo y porque él nos han dado amor, gozo, paz, y poder en
él.

Segundo, hay una palabra para aquellos quienes han experimentado alguna inusual
manifestación del Espíritu Santo. Debes dar gracias a Dios por su gracia que te ha
concedido; pero recuerda que el Espíritu Santo es soberano, él no sólo distribuye
diferentes dones como él quiere (1Co.12.11), sino que también ejercita sus inusuales
ministerios como él quiere. Es comprensible que tu quieras llevar tu testimonio de lo
que Dios ha hecho en ti, pero lo que no debes hacer es buscar estereotipos de
experiencias espirituales para todos, o incluso imaginar que el Espíritu se supone dar a
otros lo que te ha dado a ti. Es la gracia espiritual que debería ser común para todos
los cristianos, no dones espirituales o experiencias espirituales. En pocas palabras, deja
que tu experiencia te guíe en adoración y alabanza, pero no permitas que tu
exhortación para otros sea basada a partir de tu experiencia, sino de las Escrituras.
Más particularmente, te pediría a ti, no insistir a la gente sobre un bautismo con el
Espíritu como una segunda y posterior experiencia enteramente distinta de la
conversión porque esto no puede ser probado por la Escritura. Lo que las Escrituras
nos insisten es acerca de no entristecer el Espíritu Santo (Ef.4:30; 1Tes.5:19) entonces lo
mejor es caminar en el Espíritu y ser llenos con él (Gal.5:16; Ef.5:18).

Como tercero, una exhortación para todos nosotros, cualquiera que sea nuestra
condición espiritual. Debemos buscar constantemente ser llenos con el Espíritu Santo,
para poder ser guiados, para caminar en el Espíritu, pues esto es la mejor base para la
vida cristiana y creo que todos estamos de acuerdo con ello; y también podemos estar
de acuerdo que la principal condición para ser llenos es estar hambrientos. La
Escritura nos dice que Dios llena al hambriento con buenas cosas y nos sacia. Sobre
nuestra boca él dice: “Abre tu boca y yo la llenaré (Sal.81:10). Esto no significa que solo
somos llenos en esta vida. Por supuesto, Dios en Cristo a través del Espíritu santo
satisface nuestra hambre y calma nuestra sed en esta vida y como finalmente está
escrito: “Ya no tendrán hambre y sed jamás” (Ap.7:16).

En esta vida somos satisfechos por un momento, acerca de nuestra hambre y nuestra
sed, Jesús dijo: “bienaventurados los que tienen hambre y se de justicia (Mat.5:6),
61

implicando que el hambre y la sed después de la justicia es un estado permanente del


cristiano como “ser pobre de espíritu” manso o misericordioso. Entonces aquellos que
han tenido inusuales experiencias y quienes no las han tenido, no pueden pensar que
ellos no han obtenido todo y que Dios ya no puede seguirlos llenando. Todos nosotros
necesitamos escuchar y obedecer la cordial invitación de Jesús: “si alguno tiene sed,
venga a mí y beba”. Debemos aprender a venir a Jesús y no dejar de beber de él.

Solo en el sabio y equilibrado lenguaje del libro de alabanza, nosotros diariamente


creceremos en el Espíritu Santo cada día más, hasta que estemos en su eterno reino con
Dios.

REFLEXIÓN
1. Algunos cristianos dicen tener una segunda experiencia con el Espíritu Santo,
Stott menciona tres posibles explicaciones para ellos:
a. ______________________________________________
b. ______________________________________________
c. ______________________________________________
2. ¿Cuáles tres cosas quiere enfatizar Stott acerca de futuras experiencias con el
Espíritu Santo?
a. _____________________________________________
b. _____________________________________________
c. _____________________________________________
3. Puede alguien tener una experiencia con el Espíritu Santo independiente del
Padre y del Hijo?

4. ¿Qué quiere decir Stott cuando dice que las experiencias posteriores son todas
incompletas?

5. ¿Qué precauciones y exhortaciones le da a cada uno de estos grupos?


a. Aquellos que no han tenido una manifestación inusual del Espíritu
Santo
b. Aquellos que han tenido alguna experiencia inusual con el Espíritu
Santo
c. Todos los cristianos

9. EL FRUTO DEL ESPÍRITU


Por: John Stott
62

Traducido por: Ángela María Acosta Gómez

Ya nos hemos referido más de una vez al fruto del Espíritu Santo, ahora es tiempo de
examinar con más detalle qué es lo que significa esto. La expresión viene de la carta de
Pablo a los gálatas. Estas son sus palabras; “Más el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…”.

Pablo sólo relata acerca de la bendición del cristiano que debería ser suficiente para
hacernos la boca agua y hacer el corazón palpitar, esto es un retrato de Jesucristo, ni
un solo hombre, ni una sola mujer han mostrado esas cualidades con tal equilibrio y
perfección como Cristo Jesús. Este es el tipo de persona en que cada cristiano se debe
convertir.

Ha habido varios intentos para clasificar las nueve cualidades de la lista de Pablo,
ninguna clasificación es completamente satisfactoria, sin embargo, hay un peligro de
imponerlas falsamente, quizás las podríamos clasificar en tres grupos:

Como primero, nuestra relación cristiana con Dios, luego nuestra relación con otros y
por último con nosotros mismos.

Primero, nuestra relación con Dios: amor, gozo, y paz. El Espíritu pone el amor de
Dios en nuestros corazones, Dios es gozo en nuestras almas y Dios es paz en nuestras
mentes. Amor, gozo, y paz penetran a un cristiano lleno del Espíritu Santo;
verdaderamente esas pueden ser las principales características de la morada del
Espíritu Santo en él. Cada cosa él la concibe en amor, es emprendida con gozo y
lograda en paz.
Como segundo, nuestra relación con otros: paciencia, benignidad y bondad. Aquí está
la paciencia que tolera la tosquedad y la crueldad de otros y rechaza la venganza; la
benignidad que va más allá de la intolerancia; de no desearle a alguien el mal y la
benevolencia de desearle a alguien el bien, y la bondad que se convierte en un deseo,
de dar y tomar la iniciativa para servir en determinadas circunstancias y formas. No es
difícil ver la paciencia, la benignidad y la bondad como tres pasos ascendentes en
nuestra actitud para otro.

Como tercero, nuestra relación con nosotros mismos: fe (fidelidad), mansedumbre y


templanza. Fidelidad la cual invita a otros a confiar en nosotros, no tanto como
confianza, sino méritos para que confíen en nosotros, que seamos de aquellos quienes
siempre cumplen sus promesas y finalizan sus tareas. La mansedumbre no es una
cualidad suave y débil, sino más bien se refiere a lo fuerte y enérgico, esos quienes son
fuertes y enérgicos para mantenerse bajo control. Control de sí mismo, de dominar
63

nuestra lengua, pensamientos, apetitos y pasiones. Este es entonces el retrato de Jesús,


al menos el ideal balance de ser como cristianos llenos del Espíritu.

No tenemos la libertad y opción de escoger entre esas cualidades, todo esto debe ir
junto, como un fruto o cosecha, lo cual determinan a un cristiano a cultivar una cosa y
no la otra, a no ser un cristiano a medias. El Espíritu da a diferentes cristianos,
diferentes dones, pero él trabaja para que todos produzcamos el mismo fruto.

El no se complace si mostramos amor por otros y no tenemos el control de nosotros


mismos (dominio propio) o sentir gozo y paz sin benignidad para otros, o una
excelente paciencia, sin una positiva bondad o mansedumbre; tener flexibilidad sin la
firmeza de ser un cristiano digno de confianza (fiable).
El cristiano a medias es un cristiano carnal, pero solamente con la llenura del carácter
cristiano, podrá exhibir buenos frutos.

¿Cómo pueden esas cualidades ser desarrolladas? Esa es la pregunta que queremos
hacerle al Apóstol Pablo. Su respuesta viene del hecho que todas las nueve cualidades
son reunidas bajo una sola expresión: El fruto del Espíritu. Importantes verdades
emergen de esta metáfora.

Origen sobrenatural.
La primera verdad acerca del Fruto del Espíritu es de origen sobrenatural, esto es
evidente, porque las cualidades que el enumera son del fruto del Espíritu. El mismo
Espíritu es el que abona para dar su producción. Los frutos son la cosecha que él hace
crecer y reúne en las vidas de las personas que él llena.

El contexto es evidente pues el fruto del Espíritu es a propósito contrastado con la


operación de la carne. La carne en el lenguaje paulino no se refiere a la sustancia con la
cual se cubre nuestro esqueleto, sino más bien, nos indica acerca de nuestra naturaleza
caída como seres humanos pecadores y egoístas. El “espíritu” por otro lado, no se
refiere a una parte de nosotros o sea nuestro espíritu, se refiere al Espíritu Santo del
Dios mismo quien mora en personas cristianas y él es el que las transforma a la imagen
de Cristo.
Con respecto a la diferencia entre “carne” y “espíritu” podemos decir que el “trabajo
de la carne” es el acto de lo que hacemos naturalmente sin ningún recurso, mientras
que “el fruto del Espíritu” consiste en cualidades en la cual el Espíritu Santo trabaja en
nosotros en forma sobrenatural, estas cualidades van más allá y son más fuertes que
nuestra naturaleza. Si dejamos que en nosotros aparezca naturalmente el pecado como
la inmoralidad, la impureza, el libertinaje, la embriaguez, las parrandas (vr.19:21) y
considerando que el fruto del Espíritu Santo es sobrenatural y es lo opuesto y son las
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virtudes de la bondad, la mansedumbre, el dominio propio; entonces estamos


permitiendo la rebeldía contra Dios y caemos en la idolatría y en la hechicería. (vr.20),
pero el Espíritu nos lleva a que tengamos dentro de nosotros, “amor, gozo, paz, y...”.

Las obras de la carne son enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías, envidias (vr.20,21) totalmente diferentes a las del Espíritu que es paciencia,
benignidad, bondad, etc.

Es claro entonces que por naturaleza todas nuestras relaciones no son perfectas y que
muchas veces nos alejamos de Dios para volvernos a los ídolos y podemos fácilmente
tener discordias con otras personas. Nos disculpamos a nosotros mismos en lugar de
controlarnos a nosotros mismos. Para vivir en armonía con Dios y los demás, y con un
control firme de nosotros, necesitamos saber que esto es imposible sin la obra
sobrenatural de Dios por su gracia. Esto es el “fruto del Espíritu”.

Verdaderamente, este fruto, (la suma total de las cualidades cristianas), es la mejor
evidencia que se pueda observar de la morada y la llenura del Espíritu Santo.

La prueba real de un trabajo profundo del Espíritu de Dios en un ser humano no es


subjetiva, no es de experiencias personales, ni señales espectaculares como si fueran
cualidades cristianas. Hay cristianos quienes reclaman grandes experiencias en lo que
se refiere a ellas, pero carecen de amor, gozo, paz, bondad y dominio propio. Pienso
que todos nosotros diríamos que hay algo equivocado con respecto a reclamar
experiencias, pero pienso también que hay otros cristianos que cualquiera sean sus
dones y experiencias, siempre él los impregna del dulce carácter del Señor Jesucristo y
seguramente ésta es la campaña que nosotros preferiríamos, pues vemos en él una
prueba de la gracia de Dios y un templo del Espíritu santo.

Crecimiento natural
La siguiente verdad que observamos es que esas cualidades se describen como el fruto
del Espíritu Santo, y dadas las correctas condiciones, todos los frutos crecen
naturalmente. Algunas veces hablamos de métodos para las plantas, se dice que ellas
son obligadas a crecer, pues son puestas en un invernadero cubierto de vidrio y a
cierta temperatura. Todos pensamos que esto es forzado y obligadas a crecer, pero en
este contexto, lo que sucede es que aceleramos su crecimiento proveyéndoles
artificialmente las condiciones en la cual ellas puedan crecer naturalmente, pero el
proceso de éste crecimiento, incluso en un invernadero no es artificial, es natural.

El apóstol Pablo para referirse al “Fruto del Espíritu” enseñó que el fruto es
sobrenatural en origen (siendo el Fruto del Espíritu) y natural en crecimiento (siendo
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el Fruto del Espíritu). Es muy importante mantener estas dos verdades en balance, al
menos por algunas razones. El hecho de que vivir en santidad es un producto del
Espíritu Santo, podría fácilmente dirigir a las personas a que ellas supongan que ellas
no han hecho nada para ayuda a sus procesos. Pero el hecho que el Espíritu produce
esto como su “fruto” indica una vez más que hay ciertas condiciones en la cual el
crecimiento depende de nosotros y por lo cual debemos tener responsabilidad. Porque
es natural, es siempre condicional. Esto se convierte en un proceso natural sólo cuando
las condiciones son correctas.

Esta lección de horticultura aplica las cualidades para el crecimiento en la madurez


cristiana. Pablo mismo hace la aplicación, aunque no lo hace en Gálatas 5, lo hace en
Gálatas 6, aquí hay un buen ejemplo de la necesidad de ver cada texto en un amplio
contexto e ignorar las divisiones de capítulos en nuestras biblias. Si en el capitulo 5 él
escribe acerca del Fruto; en el capitulo 6, él viene a preguntar acerca de la “siembra”,
en la cual toda cosecha final depende de ella. Estas son sus palabras:

“No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción;
más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.

No podemos alterar esto. Como Pablo escribió Dios no puede ser burlado. El verbo
griego que él escogió es muy gráfico. Esto significa literalmente “voltear la nariz a
otro”. El piensa que no podemos tratar a Dios con desacato o desprecio con respecto a
sus leyes. Aún, algunos cristianos son sorprendidos y se preguntan por qué no están
cosechando con respecto al Fruto del Espíritu, pero lo que deben saber es que ellos
gastan una gran parte de su tiempo sembrando para la carne o ¿Será que suponen que
pueden engañar o jugar con Dios y torcer sus leyes y acomodarlas a su conveniencia?

Consideremos más precisamente lo que el apóstol Pablo piensa. El compara nuestra


personalidad a un campo en la cual cada día estamos sembrando. Este campo es
dividido, una sección se llama la carne, es decir, nosotros mismos o lo que somos por
naturaleza, y la otra sección el Espíritu, es la obra del Espíritu Santo o lo que somos
por su gracia. Es posible poder sembrar en cualquier sección del campo. Un cristiano
siembra para su propia “carne” mientras otro siembra para el “espíritu” dando como
resultado que cada cosecha sea diferente. ¿Qué se está sembrando y qué se está
cosechando?

Con respecto a la siembra el apóstol se refiere a todos los patrones de nuestros


pensamientos y hábitos, nuestro estilo de vida, nuestro caminar y disciplina. Esto
incluye la compañía con quien nos mantenemos, el compañerismo que cultivamos, la
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literatura que leemos, las películas que vemos en cine o televisión, o el tipo de
pasatiempos en la cual invertimos nuestro tiempo libre, y cada cosa en la cual
absorbemos nuestro interés, y domina nuestra mente. Acerca de todas estas cosas,
tenemos que tomar una decisión con respecto a la tendencia general de nuestra vida y
de los innumerables cosas que se nos presentan cada día y qué tipo de cosas estamos
sembrando y sembrando todo el tiempo, pues de acuerdo a lo qué y dónde
sembramos, así cosecharemos.
Una y otra vez, Pablo revierte este tema en sus cartas, e ilustra esto con una
abundancia de metáforas como la ropa que nos ponemos y nos quitamos, la habilidad
de un atleta que corre lejos para unas cosas y rápido para otras, incluso habla de vida
y de muerte, de crucificar nuestros pecados, deseos y pasiones para vivir
sensiblemente a las cosas del Espíritu, habla acerca de negocios, de pagar nuestras
deudas, porque somos deudores al Espíritu, no a la carne. Sin embargo de todas estas
imágenes, ninguna enfatiza acerca del crecimiento natural del cristiano, mas bien de la
necesidad de sembrar la correcta semilla en el correcto campo, eso si nosotros
esperamos cosechar la correcta cosecha.

¿Cuál cosecha? El que siembra para la carne, él dice, cosecha corrupción. Esta es una
palabra horrible y se refiere a algo putrefacto, descompuesto, se refiere a muerte y a un
cuerpo descompuesto. Esta probablemente significa no sólo un continuo carácter
deteriorado en esta vida, sino también destrucción en la próxima.

El sembrar para el Espíritu está relacionado con cosechar “vida eterna” en un


profundo compañerismo hoy con Dios, conjuntamente con la llenura de su
compañerismo en la cual estamos en expectativa hasta el último día.

De esta manera no solo nuestro carácter moral en este mundo, sino también nuestro
destino final, depende de lo que sembramos y qué estamos sembrando y dónde lo
estamos haciendo.

Madurez gradual
Hay una tercera lección para aprender acerca de ésta metáfora: “Fruto”. Un
conocimiento elemental de botánica nos es suficiente para estar conscientes que el
proceso de Dios de madurez es lento.

Jesús habló en una de sus parábolas acerca del grano: Primero, la hoja, entonces
cuando los granos están completos es la mazorca o podríamos decir que el fruto ya
está. Veamos… Primero las hojas, entonces el capullo brota, luego aparece la flor y el
fruto fecundado da una especie de embrión, aún duro, verde y sin aparecer totalmente
este se expande, el fruto se ablanda; empieza a tornarse en su color y finalmente el
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fruto jugoso y maduro aparece en el verano. Este es el proceso, el cual es natural,


condicional y gradual.

Como el fruto de huerto es real, también lo es el del Espíritu. El Espíritu Santo


implanta vida en el alma instantáneamente en el momento del nuevo nacimiento, sin
embargo, muchos meses de preparación pueden haber precedido a éste; pero el toma
tiempo, un largo tiempo, para producir un carácter cristiano maduro.

Este énfasis de grado de santificación no significa la aprobación de nuestro continuo


pecado o nos da la libertad para ser perezosos o reduce nuestras expectativas, sino
más bien, es para advertirnos que el enemigo del jardín nos ofrece fruto maduro en la
mentira y el error.

Para nosotros automatización implica velocidad, el computador te da respuestas en


segundos, pero el Espíritu Santo no tiene prisa. El carácter se produce a los largo de la
vida.

Entendiendo el grado del trabajo de Dios, debería hacernos más activos en nuestra
colaboración con el Espíritu Santo, el jardinero celestial, en su fruto y crecimiento, más
atentos a nuestra siembra, más atentos en cuidar de que haya una buena cosecha, más
disciplina en nuestros hábitos devotos en público y en privado y por ese Dios que
piensa en gracia, nosotros también podemos crecer en gracia y así, el fruto del Espíritu
puede aumentar y madurarnos.

Charlies Simeon, vicario en el comienzo del parado siglo, tuvo profunda influencia en
las cosas de Dios y aún es recordado hoy. Este hombre por naturaleza tenía un fuerte
carácter, era orgulloso e impulsivo. Cuando él hizo la primera visita a su compañero
de evangelio Henry Venn, la hija mayor de Henry vivió muy de cerca el incidente y
describió éste. Ella dijo, es imposible haber visto algo más ridículo con respecto a su
apariencia y sus modales, sus muecas iban más allá de lo que puedes imaginar.
Sucedió un día que tan pronto como él se fue, todos regresamos a estudiar y de
nosotros salió una fuerte y sonora risa. Pero un día temprano en un verano, su padre
los convocó en el jardín, él les preguntó sí podrían recogerle un durazno verde.
Cuando ellos se mostraron sorprendidos, él dijo: “bien mis queridos, esto ahora es
verde y nosotros debemos esperar, pero con un poco más de sol y un poco mas de
agua, el durazno estará maduro y dulce y así será con el Señor Simeón. Esto fue
demostrado en la forma como el sembró la cosecha y más tarde bajo la influencia de la
gracia del Espíritu Santo, Simeón, se convirtió en una persona bondadosa, humilde,
amorosa con el carácter cristiano.
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Aplicación
Comencé por enumerar y clasificar las nueve cualidades cristianas, las cuales juntas
hacen el “fruto del Espíritu” y sugerí que la mera enseñanza de esas cualidades
deberían ser suficientes para estimular el hambre de un cristiano espiritual.
Verdaderamente, admitir que nosotros tenemos hambre y sed por la justicia, nos
elevará a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia (Mat.5:6, 6:33).

También, hemos considerado tres razones por las cuales esas cualidades son llamadas
el fruto del Espíritu y en conclusión podríamos aprender una lección de cada una de
ellas.

Primero que todo, vemos que las cualidades cristianas son sobrenaturales en su
origen, necesitamos dos cosas: Humildad y fe. La humildad para reconocer que no
podemos producir ésta cosecha por nosotros mismos y la fe para creer que Dios puede
hacer esto y madurar dentro de nosotros el fruto del Espíritu Santo.

De ésta manera Jesús enseñó “permaneced en mí y yo en vosotros, como el pámpano


no puede llevar fruto en sí mismo, sino permanece en la vid, así tampoco vosotros,
sino permanecéis en mí, Jn.15:4.

La santidad comienza con la poca esperanza en sí mismo, para que por medio de la
desesperación la fe crezca y así no tengamos confianza en la carne, porque en nuestra
carne no mora el bien, Ro.7:18, pues es fundamental y esencial confiar en el Espíritu.

Como segundo, las cualidades cristianas son naturales con respecto al crecimiento, y si
necesitamos buenas condiciones, lo que necesitamos es disciplina para asegurar que
las condiciones sean las correctas. Sólo lo que es sembrado puede ser cosechado,
entonces por consiguiente, debemos ser más diligentes en sembrar, lo cual significa
cultivar hábitos de disciplina, en pensamientos, estableciendo en nuestras mentes en lo
que es de Dios y vivir diariamente en la palabra y la oración. El crecimiento natural es
condicional, por eso, debemos ser intencionales en asegurar condiciones y así el
crecimiento puede continuar. Si tomamos cuidado de la semilla, el Espíritu Santo
tomará cuidado del fruto.

Como tercero, el conformarse a un cristiano es gradual, y con respecto a la madurez,


necesitamos tener paciencia para esperar. Se llama a esto impaciencia Vs paciencia. Si
preferimos la paciencia ya no pensarás en la satisfacción de ti mismo. Cada jardinero,
cada granjero, cada campesino que vive de la tierra conoce la necesidad de tener
paciencia, no se puede intentar cambiar el orden de los tiempos o la leyes de
crecimiento, las cuales Dios ha establecido. Como Santiago escribió en un diferente
69

contexto: El labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia


hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía, Stg.5:7. El fue urgido a tener paciencia
esperando por la venida del Señor, pero él podría bien haber aplicado la misma
metáfora con respecto a la paciencia esperando por el fruto del Espíritu Santo.

Debemos desarrollar las condiciones, como lo hemos visto, y entonces, lo siguiente es


esperar en Dios y estar en expectativa acerca del fruto maduro hasta que la cosecha
recoja un carácter cristiano maduro en esta vida y un carácter completo como Cristo,
en la vida eterna.

REFLEXIÓN

1. ¿Cuáles son los frutos del Espíritu Santo?

2. El fruto del Espíritu es un retrato de quién?

3. F/V El fruto del Espíritu es como los dones del Espíritu: algunas personas son
bendecidos con determinados frutos, pero a una persona no se les da todos
ellos.

4. Cuando Pablo habla de las "obras de la carne", se refiera a:


a. Los hechos pecaminosos, egoístas hacemos cuando dejan a nuestros
propios recursos
b. las actividades del centro en nuestros cuerpos físicos o en el mundo
material

5. ¿Cuáles tres verdades surgen del uso de Pablo de la metáfora "el fruto del
Espíritu?"
a. Su origen_______________________________________
b. Su crecimiento___________________________________
c. Su madurez_____________________________________

6. "El fruto del Espíritu" se refiere a


a. Parte de nosotros que llamamos nuestro espíritu
b. Cualidades que del Espíritu Santo trabaja en nosotros
sobrenaturalmente
70

7. ¿Cuál es la mejor evidencia disponible de los que viven en el Espíritu Santo?

8. El fruto del Espíritu se producirá en nosotros cuando


a. Cedemos pasivamente al Espíritu Santo
b. Activamente tomamos decisiones que contribuyen a las condiciones
adecuadas.

9. ¿Qué respuesta sería la apropiada para la comprensión de la santificación


gradual?

10. ¿Qué aplicaciones da Stott?

10. EL FRUTO DEL ESPÍRITU


(Tomado de: “El bautismo del Espíritu Santo” del autor Anthony A. Hoekema)

Pablo describe el fruto del Espíritu Santo en el capítulo 5 de la Epístola a los Gálatas.
Después de indicar que quienes han sido justificados por la fe en Cristo no deben
sujetarse al yugo de la esclavitud, sino que deben ejercer la libertad con la cual Cristo
los hizo libres, Pablo pasa a indicar que la clave para la nueva libertad del cristiano se
halla en el Espíritu Santo. El cristiano tiene que vivir, no primordialmente en la
obediencia a un conjunto de reglas, sino en el poder y bajo la guía del Espíritu Santo:
"Andad en el Espíritu, y no satisfaréis el deseo de la carne" (5:16, vers. H-A). Después
de bosquejar la antítesis entre carne y espíritu, Pablo enumera ciertas "obras de la
carne" (vv.19-21), y a continuación, como contraste, nos da la descripción del fruto del
Espíritu: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (vv. 22- 23).

Lo primero que nos llama la atención al leer esta lista que Pablo hace es que el fruto
del Espíritu se considera singular, uno sólo. Aunque a veces tendemos a hablar en
plural, los frutos del Espíritu, considerando cada uno aisladamente, en Gálatas 5:22 se
habla en singular, mientras que de las obras de la carne se habla en plural. Aquí
tenemos muchas obras de la carne y un solo fruto del Espíritu. Es posible que con este
contraste Pablo quiera significar que, mientras que la vida en la carne no tiene
unificación de propósito, en la vida en el Espíritu hay armonía y unidad de propósito,
71

porque cuanto más unidos al Espíritu vivamos, mejor cumpliremos el fin para el cual
debemos vivir, que es glorificar y alabar a nuestro Dios.

No es este, sin embargo, el único contraste que hallamos aquí. Pensemos en los
diversos dones del Espíritu que antes hemos considerado. Al leer este pasaje
observamos que aunque los dones del Espíritu son muchos, el fruto es sólo uno. Tanto
en 1 Corintios 12 como en Romanos 12, la palabra dones está en plural, y la clara
enseñanza de estos capítulos es que no todos los creyentes tienen todos los dones.
Según se expresa Pablo en 1 Corintios 12:31, todos debemos "procurar los mejores
dones", mientras que el fruto del Espíritu, según Gálatas 5, debe llevarlo entero todo
cristiano.

Mas los dones no han de buscarse nunca, aparte del fruto. Además, el hecho de que el
fruto del Espíritu sea uno solo tiene otra implicación. Significa que el progreso en la
madurez espiritual no es principalmente cuestión de practicar hoy una virtud y
mañana otra, a nuestro antojo. No se trata de decirse uno a sí mismo: esta semana voy
a practicar el amor, la próxima cultivaré el gozo y la siguiente me dedicaré a la paz. El
crecimiento espiritual es principalmente la entrega total, como hábito en nosotros, al
Espíritu Santo, dejarse guiar por El, caminar en El día por día y hora por hora. Cuando
así lo hagamos estaremos creciendo en todas estas virtudes, el fruto del Espíritu, a la
par.

Esta consideración nos conduce de la mano a una segunda observación sobre el fruto
del Espíritu: el propio nombre de fruto nos hace pensar en crecimiento, como el fruto
de una planta o un árbol. Cuando el fruto se deja ver en un árbol frutal, es muy
pequeño, y tiene que transcurrir toda una estación para que alcance su tamaño total y
su sabor. Siguiendo este símil podemos decir que producir el fruto del Espíritu es cosa
de toda la vida. No esperamos ver el fruto del Espíritu a pleno tamaño y en sazón en
un recién convertido, tiene que haber un proceso de crecimiento y madurez. Tampoco
podemos creer que el producir el fruto del Espíritu sea sólo cosa de dejar transcurrir el
tiempo, sino que se trata de un proceso espiritual, en el que el creyente no puede
permanecer pasivo, sino que implica una disciplina de oración, confianza y lucha
espiritual que dura tanto como la vida del creyente en la tierra.

He aquí una tercera observación sobre el fruto del Espíritu: es un fruto múltiple. Es
sólo un fruto, pero con muchas facetas, nueve en realidad, que son las nueve virtudes
cristianas, que podemos dividir en tres grupos: virtudes que se refieren a nuestra
disposición básica hacia Dios y los hombres, virtudes relacionadas con nuestros
semejantes, y virtudes que se refieren a nosotros mismos.
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Las tres primeras virtudes que se mencionan en Gálatas 5:22-23 son amor, gozo y paz.
Como queda dicho, son las relacionadas con nuestra disposición hacia Dios y hacia los
hombres. El amor, como la más importante de todas las virtudes (que en otro lugar se
llama el cumplimiento de la ley), viene en primer lugar. Al no especificarse cuál es el
objeto del amor hemos de entender que se trata de amor tanto para Dios como para el
hombre. Amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos.

El vocablo griego que se ha traducido aquí por amor, ágape, significa que es el amor
que se entrega a sí mismo sin pedir nada a cambio, sin buscar su propio beneficio, sino
que se entrega de modo totalmente altruista. Recordemos que también en el Cap. 13 de
1 Corintios enfatiza Pablo la prioridad del amor, cuando está ocupándose de los dones
del Espíritu. En aquel pasaje, la lección de Pablo es que el mejor y más brillante de los
dones del Espíritu, sea hablar en lenguas, profecía, ciencia, u otro, sin amor, es vacío,
vano como címbalo que retiñe, y de nada sirve.
A continuación viene el gozo. Este debe ser, en primer lugar, el gozo que significa el
estar en Cristo, "gozo inefable y glorioso", según expresión de Pedro (1 Pedro 1:8). Un
gozo de esta magnitud, aunque provenga de estar en Cristo, no tiene más remedio que
reflejarse en nuestras relaciones con los demás, especialmente en nuestra comunión
con los otros creyentes.

Es muy triste tener que reconocer el estado de anemia de nuestra fe cristiana


manifestado en la falta de gozo de tantos creyentes, habiendo llegado este estado de
cosas hasta el punto de parecerles a muchos de ellos que la mayor muestra de piedad
es andar siempre con la cara larga y hablar en tono de sufrimiento. Si de veras
andamos en el Espíritu, nos dice Pablo en estas palabras, nuestra vida brillará con el
gozo del cristiano, un gozo tan profundo y genuino que jamás podrá nada
arrebatárnoslo.

La tercera virtud es la paz que, naturalmente, se refiere en primer lugar a la paz con
Dios, la que brota como consecuencia de la seguridad de la reconciliación con Dios en
Cristo Jesús, la seguridad de que todos nuestros pecados han sido perdonados, que
hemos sido totalmente aceptados por Dios y que El nos ha dado todos los privilegios
inherentes a la adopción. La paz que Dios nos da es duradera, una paz que "sobrepasa
todo entendimiento". ¿Cómo puede una paz así dejar de afectar a todos los aspectos de
nuestra vida? Tiene que producir en nosotros felicidad en lugar de tristeza, confianza
en lugar de preocupación, serenidad en lugar de constante agitación.

Las tres virtudes que van a continuación se refieren a nuestras relaciones con el
prójimo. La paciencia significa el ser lentos para la ira, pacientes con los demás,
dispuestos a perdonar a quienes nos hagan mal y a soportar a quienes nos molesten.
73

Esta virtud es una de las caras del amor: "el amor es sufrido, es benigno" (1 Corintios
13:4). Implica la actitud de aceptar a los demás como son, con sus defectos y
debilidades, puesto que Dios nos ha aceptado a nosotros tal y como somos.

La benignidad lleva consigo la cortesía, la amabilidad, el ocuparse de los sentimientos


ajenos, pero penetra más profundamente aún. La benignidad es la virtud que Jesús
revelaba estando siempre dispuesto a hacer el bien a los pecadores arrepentidos. Por
ser contraria a la aspereza, la benignidad significa dulzura, amabilidad en el trato, la
amorosa aproximación al prójimo.

La próxima virtud que viene en la lista, que frecuentemente se ha traducido por


bondad, es más difícil de definir. Tal vez pudiéramos traducirla mejor por beneficencia
o caridad, si no se hubiese abusado tanto de estos términos. Es una disposición de
ánimo para hacerles bien a los demás. Algunas veces, esta bondad o beneficencia
pudiera revelarse en la reprensión o la corrección. R. C. Trench, en su Sinónimos del
Nuevo Testamento encuentra esta virtud revelada por Cristo cuando echó a los
mercaderes del templo (p.234).

La beneficencia debiera revelarse en nuestros días, entre otras cosas, en la


preocupación social. Todo reavivamiento religioso que se preocupa exclusivamente de
nuestra propia e individual felicidad en el Señor y no tiene en cuenta las necesidades
físicas y espirituales del prójimo, es un fraude. El amar al prójimo como a nosotros,
incluye, sin duda alguna, la voluntad de cooperar a la solución de los graves
problemas del mundo del siglo XX: la pobreza, el racismo, las drogas, el crimen, la
contaminación del ambiente, y otros por el estilo, según el lugar de que se trate.

El último grupo de tres virtudes comprendido en el fruto del Espíritu se compone de


virtudes relacionadas con nosotros mismos. La llamada fe o fidelidad se refiere al
hecho de realizar a conciencia la tarea que Dios nos proponga. En la parábola de los
talentos (Mateo 25:14-30) lo más importante no es el número de talentos que uno
tenga, sino la fidelidad con que los usa en servicio de su Señor. La fidelidad incluye la
confianza que pueda colocarse en nosotros. La persona fiel mantiene su palabra y no
retrocede cuando ha hecho una promesa.

La mansedumbre, que es la virtud siguiente, es lo opuesto a la arrogancia, la rebeldía y


la violencia. Brota de la humildad e implica una disposición para someterse a los
demás siempre que tal sumisión no sea contraria a la voluntad de Dios. La persona
mansa no insiste en obrar siempre a su modo, sino que está dispuesta a cooperar con
los demás.
74

La última de las virtudes mencionadas es la templanza, que literalmente significa el


"poder interior", es decir, la capacidad de controlarse a sí mismo. Es la virtud que nos
permite controlar nuestras inclinaciones de forma que no estemos enteramente a
merced de nuestros apetitos ni de nuestro genio. Se entiende, desde luego, que esta
virtud, como las demás que se han descrito, no podemos ejercerla con nuestro propio
poder, sino sólo en el poder del Espíritu.

Estas nueve virtudes, pues, componen el fruto del Espíritu. Si nos entregamos más por
entero al Espíritu Santo creceremos, no en una o dos de estas virtudes, sino en todas
ellas. Semejante entrega al Espíritu Santo es el mejor antídoto contra una vida
espiritualmente pobre y egocéntrica. La promesa de Dios es: "Andad en el Espíritu y
no satisfaréis los deseos de la carne" (Gálatas 5:16).

En este capítulo nos hemos ocupado del fruto del Espíritu. Al reflexionar en lo que
hemos hallado en la Escritura sobre el tema hemos de sacar en conclusión que
necesitamos tanto los dones como el fruto del Espíritu. Decir que necesitamos el fruto
con preferencia a los dones, como a veces se hace, significaría reducir el valor de los
dones del Espíritu. Necesitamos los unos y el otro. Además, no todos los creyentes
deben buscar todos los dones del Espíritu que siguen siendo distribuidos al pueblo de
Dios, puesto que tales dones se distribuyen por el Espíritu, "repartiendo a cada uno en
particular como El quiere". Dios no ha prometido en ningún sitio que todos y cada uno
de los creyentes recibirían todos los dones. Esto significa, entre otras cosas, que no
debemos envidiar los dones de nuestro hermano, ni pensar que somos inferiores al
hermano que tiene más dones que nosotros, sino que debemos esforzarnos en servir al
Señor de todo corazón con los dones que nos haya dado.

Y como ya hemos dicho, nunca debemos buscar los dones del Espíritu en detrimento
del fruto del Espíritu. Pablo deja bien sentado que el ejercicio de los dones espirituales
fuera del ambiente del amor es contrario al propósito para el cual el Espíritu los
reparte (1 Corintios 13:1-3). El magisterio es un don valiosísimo, pero aquellos cuya
enseñanza tiene sus raíces en la vanidad de su conocimiento y causa disensiones y
murmuraciones los condena la Escritura en términos que no dejan lugar a dudas (1
Timoteo 6:3-5).

El don de gobernar o dirigir debe inspirar en el hermano que lo posea un sentido de


agradecimiento, contrario a Diótrefes, que abusando de "tener el primer lugar entre
ellos", parloteaba con palabra malignas, y por esta razón, es duramente reprendido
por el apóstol Juan (3 Juan 9-10). La advertencia de estos escritores del Nuevo
Testamento sigue siendo válida para nosotros: todo aquel que se preocupa más de
exhibir los dones que el Espíritu le ha dado que de mostrar en su vida el fruto del
75

Espíritu, como el que se goza desmesuradamente en la posesión de ciertos dones y no


demuestra fructificar con el fruto del Espíritu, se encuentra en desacuerdo con la
voluntad de Dios. Por el contrario, el ejercicio de los dones del Espíritu, revelando al
mismo tiempo su fruto, traerá consigo grandes bendiciones. La más segura prueba de
estar lleno del Espíritu Santo es la manifestación en nuestra vida de los dones y del
fruto del Espíritu, lo que significa utilizar los dones, no para nuestros propios fines
egocéntricos, sino para edificación de los demás, mientras nosotros mismos crecemos
en la abundancia de fruto espiritual. No descuidemos los dones espirituales; pero,
sobre todo, busquemos el fruto del Espíritu. Pues donde existe una entrega total al
Espíritu, su fruto será abundante.

11. LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO


Por: John Stott
Traducido por: Ángela María Acosta Gómez

En nuestro estudio del Espíritu Santo, nos hemos centrado en el trabajo individual del
Espíritu Santo en cada creyente. Primero, el cristiano recibe el “don” o “bautismo” del
Espíritu al comienzo de su nueva vida y entonces, el siguiente paso es apropiarse
continuamente de la llenura del Espíritu, luego, el fruto del Espíritu aparece y madura
la vida. Los dones del Espíritu son dados a cada creyente en forma individual, pero
ellos también son dados para el sano crecimiento de la iglesia.

Cuando los autores del Nuevo Testamento escribieron acerca de la iglesia, ellos con
poca frecuencia contrastan la unidad y la diversidad, pero sí afirman que ambos son
trabajos del Espíritu Santo. La iglesia es una porque hay un Espíritu que mora en
todos los creyentes. La iglesia es diversa porque un solo Espíritu es quien distribuye
los dones a todos los creyentes. De esta manera, el don del Espíritu, don de Dios para
nosotros, crea la unidad de la iglesia, mientras los dones del Espíritu, dones de Dios
para cada creyente, diversifica el ministerio de la iglesia.

La misma verdad puede ser expresada con referencia a la gracia de Dios con respecto
al Espíritu de Dios. La iglesia le debe ésta unidad a la charis, gracia, y esta diversidad
a la charismata, dones de gracia.

Cuatro diferentes listas de dones espirituales son encontradas en el Nuevo


Testamento, la más famosa se encuentra en 1Co.12, igualmente en Ro.12:3-8, listas
cortas se encuentran en Ef.4:7-12 y en 1Pe.4:10. De estos pasajes debemos intentar
descubrir la naturaleza de los dones espirituales, cuántos hay y su relación en lo que se
refiere a los talentos naturales, si todos ellos son milagrosos, entonces, ¿Qué dones
76

están disponibles hoy? Su extensión, ¿a quiénes les son dados? Su fuente, ¿de dónde
vienen? y su propósito, es decir, ¿para qué son dados?

La naturaleza de los dones espirituales


Nuestro mejor comienzo es 1Co.12:4-6 donde Pablo expone: “Ahora bien, hay
diversidad de dones, de ministerios, pero el Señor es el mismo, y hay diversidad de
operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos es el mismo”.

El propósito del apóstol es enfatizar que aunque los dones son diversos, hay un solo
dador. El expone ésta verdad tres veces, y en cada oportunidad, él está reconociendo
los dones a una diferente persona de la trinidad (el mismo Espíritu, el mismo Señor y
el mismo Dios). El usa también tres diferentes palabras para denotar los dones de
ellos mismos.

Primero, en el verso 4, ellos son charismata, dones de la gracia de Dios. Luego, en el


verso 5, ellos son diadoniai, refiriéndose a las forma de servicio; y como tercero, en el
verso 6, ellos son energémata, es decir, actividades de poder, la cual el mismo Dios
activa o inspira, energón, en cada uno y hay diversidades o asignaciones de cada
grupo. Poniendo las tres palabras juntas, quizás podríamos definir los dones
espirituales como ciertas capacidades concedidas por la gracia de Dios y el poder de
Dios, la cual equipa personas para servicios específicos en el momento que Dios les
llama.

Un don espiritual o carisma, no es entonces, una capacidad de sí mismo, mas bien es


una capacidad que califica a una persona para un ministerio, más simple, ello puede
ser considerado como un don o un trabajo en el cual se ejercita éste.

REFLEXIONES

1. ¿Cómo se relaciona la unidad y la diversidad dentro de la Iglesia con el trabajo


del Espíritu Santo?

2. Cuál de las siguientes actividades podrían legítimamente llamarse "dones


espirituales”?
a. Evangelismo
77

b. Composición musical
c. Radio radiodifusión
d. Hospitalidad
e. Dar
f. Poesía
g. Enseñanza
h. Curación

3. ¿Qué verdad de Dios aduce Stott para argumentar a favor de un vínculo entre
los dones espirituales y los talentos naturales?

4. ¿Qué observación acerca de los dones enumerados en romanos 12 apoya la idea


de una conexión entre los dones espirituales y los talentos naturales?

¿Cuántos dones diferentes hay?


El interés de algunos cristianos parece estar confinado principalmente en tres dones,
lenguas, profecía y sanidad. Pero hay obviamente más dones que estos tres más
excitantes para ellos. En 1Co.12 encontramos están incluidos nueve dones. También es
verdad que en la segunda lista al final del mismo capitulo hay nueve pero cinco
coinciden con la primera lista. En 1Co.12 aparecen trece. Hay también una lista de
siete dones en Ro.12 (cinco de los cuales no aparecen en la lista de 1Co.12), y una lista
de cinco en Ef.4 (dos de los cuales son nuevos), mientras solo hay dos dones que cita
1Pedro 4, uno de los cuales (el que habla) no ha recibido alguna mención antes. No
siempre es claro, cuando tratamos de comparar las cinco listas, cuál don es igual a otro
don, pero es muy probable que veinte o más distintos dones sean enumerados en N.T.

No hay razón para suponer que el total de dones de esas cinco listas representen un
exhaustivo catalogo de todos los dones espirituales. Hemos notado que en las dos
listas que ocurren en el mismo capitulo (1Co.12) solo cinco dones son repetidos, o sea
que hay cuatro nuevos, mientras que la lista de Efesios tiene dos nuevos que no están
en las dos listas de 1Co.12. no aparecen dones aislados en las listas, y trece dones
aparecen solo en una de las cinco listas. Parece ser entonces que cada una de esta listas
es solo una limitada selección de muchos dones más que Dios da.

Además, no es posible que en la historia y la experiencia de los dones los cuales han
sido dados por el Espíritu a individuos, los cuales no están incluidos en estas listas?
Carlos Wesley no tubo la habilidad de componer himnos con tanto charisma como su
78

hermano Juan con el don de evangelista? Que podemos decir de los cantantes de
música cristiana, poetas cristianos, o que tal de hombres y mujeres con el don de
escribir literatura cristiana, composición musical, etc. De nuevo sólo una de las listas
incluye “evangelismo”. ¿Pero hay muchas clases de evangelismo, cruzadas, hogares,
compañerismo, casual, enseñanza, literatura, etc.?

Me aventuro a sugerir que así como hay muchas experiencias profundas, así también
dones espirituales: nuestro Dios es un Dios rico en diversidad. Nuestra tendencia
humana es tratar de limitar a Dios con arbitrarios confinamientos para poder tener el
control de crear estereotipos en la experiencia y el ministerio cristiano. Pro el Dios de
la creación ha creados una infinidad de criaturas, y en los humanos un intrincado
patrón racial y tipos temperamentales diferentes. Las Escrituras sugieren que el Dios
de redención es el mismo. Una vez su sabiduría salvadora es descrita como de
“muchos colores” (polupoikilos), Ef.3.10). y el mismo termino es aplicada a su gracia en
su repartición de dones espirituales. Tenemos que ejercitar los dones que hemos
recibido “como buenos administradores de la variedad de la gracia de Dios”
(1Ped.4:10, polikilos, variedad, moteado) la palabra es aplicada a la ropa dibujada y
abrigos orientales. La gracia de Dios es como un tapete elaborado, y la rica diversidad
de dones espirituales son las líneas de diferentes colores que se entrelazan y forman
una belleza completa.

En respuesta a nuestra primera pregunta ¿Cuántos dones diferentes hay? Debemos


responder: por lo menos veinte son especificados en el N.T., y el Dios viviente que
ama la variedad y es un dador generoso, ha dado mucho, mucho más que estos. Pablo
toca este punto con una enfática repetición. En contraste con un Espíritu, él escribe
“hay variedad de dones, variedad de servicios y variedad de ministerios (1Co.12:4-6).

¿Todos los dones espirituales son dones milagrosos?


Algunos estarán sorprendidos por la pregunta, porque nunca han pensado que de
toda charismata se puede involucrar un milagro. La pregunta aún necesita ser
respondida, porque algunos hoy en día dan la impresión que la palabra charismata es
más o menos sinónima de milagro.

Nuestra respuesta para esta pregunta debe comenzar con la repetición de que algunos
dones están lejos de ser milagrosos para convertirse más bien en comunes y corrientes,
incluso prosaicos. No hay nada milagroso acerca de los dones de enseñanza, de
animar, de dar dinero, de hacer actos de misericordia. No hay razón obvia, ni
argumentos suficientes en ellos para que debamos suponer que la “palabra de
sabiduría”, “palabra de ciencia” o “fe” (1Cor.12:8-9) incluyan milagros, ninguna cosa
en el texto o en el contexto sugiere esto. La interpretación natural puede no referirse a
79

una medida especial de sabiduría y ciencia (juntamente con un don para manifestar
esto), ni tampoco a un grado de fe para justificación o santificación; sino más bien para
algún tipo de ministerio en particular. Podemos tomar un ejemplo del Antiguo
Testamento: Salomón fue dotado con dones de sabiduría y los héroes de los hebreos
con dones de fe.

Una vez más Pablo y Pedro llaman “el servicio” un don espiritual (Ro.12:7 y 1Pe.4:11),
este es el verbo común diakoneo y podría referirse algún tipo de ministerio pastoral o
más probablemente práctico, o diakonon como un mesero que sirve a las comidas
(Lu.22:26-26). La misma palabra es usada en las faenas domésticas de Marta (Lucas
10:40). Luego Pablo se refiere en 1Co.12:28 a dos charismata, en la cual la RSV traduce
ayudante (antilempseis) y “administradores “kuberneseis.

La primera palabra no se encuentra en ninguna parte en el Nuevo Testamento, pero es


correctamente traducido como ayudas o posiblemente transferencia de amabilidad.
Esto parece ser otra palabra general como lo es servicio. Kuberneseis, por otro lado
significa administración y el léxico añade que el plural es la prueba que indica la
habilidad o capacidad para alcanzar una posición de liderazgo.

La palabra relacionada con kuberneseis es un guía, un piloto, incluso un capitán de un


barco (Hec.27:11), y esto, puede ser aplicado metafóricamente en el griego clásico para
personas en un liderazgo a nivel personal, por ejemplo, el gobernador de una ciudad.
Kuberneseis parecería ser entonces el don para guiar o gobernar a otros, o incluso
también habilidades para organizar y tomar responsabilidades en algunas actividades
de la iglesia o en el liderazgo de presidir o moderar un encuentro y dirigir los
procedimientos de un comité con sabiduría.

Entonces, ¿qué podemos decir acerca de los dones de milagros? Los que trabajan con
milagros o los ministerios de milagros, se proclaman ellos mismos como los que están
involucrados en estos ministerios, juntamente con varios tipos de lenguas y con
interpretación de lenguas (1Co.12:9,10,28,29). Asumiendo que esos son dones
milagrosos, son ellos aun concedidos hoy? Es extraño que las personas a menudo sean
rápidas para tomar decisiones y dicen un simple si o no, sin primero informarse si hay
una doctrina bíblica de milagros que arrojen luz para tal pregunta y en la cual ella
puede ser considerada y respondida. Me arriesgo a decir que la ingenuidad de decir si
o no responde a que ambas respuestas son positivas. Al empezar con un dogmático
no y añadiendo que los milagros no pasan hoy, o peor, los milagros no pueden pasar,
es una posición imposible de alcanzar para un cristiano bíblico. El Dios en el que
creemos, es el libre y soberano creador del universo. El sostiene todo por la palabra de
su poder, toda la naturaleza le sirve a él, Él no solo puede operar milagros sino
80

también hacerlos. ¿Quiénes somos nosotros para limitar su poder y decirle qué puede
hacer y qué no puede hacer?

La posición opuesta parece ser igualmente insostenible, sin embargo, el punto de vista
en la forma más extrema dice: Que toda cosa que Dios hace es milagrosa. Pero si
definimos un milagro, este es un extraordinario evento, una desviación creativa de lo
normal y de las formas naturales del trabajo de Dios. Si los milagros se tornaran en
algo común y ordinario, entonces, ellos cesarían de ser milagros, aún, algunos
cristianos detectan la actividad de Dios solo en los milagros. Han convertido a Dios en
un tipo de mago. Hay una urgente necesidad para que todos entendamos la
revelación bíblica del Dios vivo quien trabaja primeramente en lo natural, no en lo
sobrenatural, en la historia, no en milagros. El es el altísimo que tiene el dominio en el
reino de los hombres y lo da a quien él quiere (Dan.4:32). Las naciones le son como la
gota de agua que caen del cubo y como menudo polvo en las balanzas le son
estimadas, hace desaparecer las islas como polvo (Is.40:15). Dios es el juez, a este
humilla y aquel enaltece (Sal.75:7). El hace salir su sol y da la lluvia (Mateo 5:45). El
mantiene la regularidad de los tiempos (Gén.8:22, Hec.14:17). Pone reglas al mar
furioso (Sal.89:9). Alimenta los pájaros y viste las flores del campo (Mat.6:26-30).
Tiene el aliento del hombre en su mano (Da.5:23).

Una vez que comencemos a ver a un Dios vivo trabajando incesantemente a través de
los procesos de la historia y de la naturaleza, entonces comenzamos a ver por ejemplo
que toda sanidad es divina sanando, aún podemos dejar por fuera el uso de
intervenciones médicas, sicológicas o quirúrgicas; pero no obstante, primero que todo,
esto debería ser llamado sanidad milagrosa, pues aunque esta última no es milagrosa,
si podemos decir que ambas son igualmente clasificadas como sanidades divinas.

Una forma menos extrema de esta segunda posición es pensar que todo lo que Dios
hace es milagroso, sin embargo, hoy en día, él planea o proyecta milagros como una
regular presentación de nuestra vida y ministerio, como también lo fue en el
ministerio del nuestro Señor y sus apóstoles. Pero aún, la doctrina de sanidades no
puede sostenerse, ni puede sustraerse de la Biblia, aunque la Biblia contiene un
sinnúmero de historia de milagros, esta no es exclusivamente un libro de milagros o
aún pensar que el Dios de la Biblia es exclusivamente un Dios de milagros, es más,
podemos observar también que muchos pasajes de la Biblia no registran ningún
milagro.

Jesús dijo que Juan el bautista era el hombre más grande de la dispensación, aún con
todo esto, no se dice nada acerca de él de haber realizado específicamente algún
milagro (Jn.10:41). El hecho es que cuando buscamos en donde están los milagros
81

bíblicos, encontramos que son demasiados en las escrituras, como estrellas en la noche
oscura. Hay cuatro principales constelaciones, ellas son agrupadas primero en Moisés
(Las plagas de Egipto, el paso del mar Rojo, el maná, el agua, etc.), luego ellas giran en
torno a Eliseo y los profetas, como tercero en el mismo Jesús y cuarto, en torno a los
apóstoles.

Ahora bien, estas son las cuatro principales épocas de revelación: La ley, los profetas,
Jesús y los apóstoles, y el propósito fundamental de esos milagros fue el de autenticar
cada fresco escenario de revelación. Por ejemplo, lo extraordinario de Moisés como un
profeta quien lo conoció cara a cara fue confirmado por lo extraordinario de sus
milagros (No hubo ninguno con señales tan maravillosas como los que Dios hizo a
través de él (Dt.34:10-11). Similarmente el ministerio del Señor Jesús fue confirmado
por Dios con poderosas señales y operaciones que Dios hizo a través de él (He.2:22).
También Dios abrió un camino dando testimonio del mensaje apostólico a través de
testigos presénciales y oculares con señales y maravillas, diversidad de milagros y
dones del Espíritu Santo distribuidos de acuerdo a su propio deseo (Heb.2:3-4). Por
consiguiente es correcto referirnos al libro de los Hechos como los Hechos de los
apóstoles pues todos los milagros que Lucas recordó fueron desarrollados pro los
apóstoles (Heb.2:43 y 5:1). Solo hubo dos excepciones en la cual los apóstoles
personalmente comisionaron a hombres para imponer manos (He.6:8, 8:6-7). También
los milagros de Pablo fueron descritos por él como las señales de un verdadero apóstol
(2Co.12:12).

Entonces, ¿deberíamos clamar por milagros hoy? Es importante no entrar en una


obstinada incredulidad de que los milagros no pasan hoy en día, ni tampoco pensar
que ellos están pasando todo el tiempo. Más bien, debemos tener un espíritu con
mentalidad abierta que dice: No espero milagros todo el tiempo, porque la revelación
especial en la cual ellos fueron dados para autenticar es completa; pero por supuesto,
Dios es soberano y Dios es libre para actuar en situaciones particulares, en las cuales,
él se complace en hacerlos.

¿Son dados todos los dones de la Biblia para hoy?


Ya ha sido sugerido que las cuatro listas de dones pueden no ser exhaustivas y que
pueden haber unos dones espirituales disponibles hoy, los cuales no están incluidos en
estas listas. Ahora, el punto de oposición es que no todos los veinte o más dones, los
cuales están en la lista están disponibles. Junto con la pregunta de los dones de
milagros los cuales ya han sido considerados nosotros deberíamos aproximarnos a la
pregunta si hay apóstoles o profetas hoy. Entre aquellos que comienzan con la
presuposición de que todos los charismata mencionados en el N.T. están realmente
disponibles, entonces la continuidad de apóstoles y profetas está garantizada. Tal
82

tendencia cristiana que dice y escribe que no hay evidencia de que estos dones hayan
sido retraídos. Pero por el contrario, hay evidencia de que…

La palabra “apóstol” es probablemente usada en tres sentidos en el N.T. en un texto


parece ser aplicada a todos los cristianos, llamados cuando Jesús del dice: “el que es
enviado” (apostolos) no es mayor que el que lo envió” (Jn.13:16). En sentido general
todos lo que son enviados al mundo por Cristo y cumplen su misión apostólica de la
iglesia (Jn.17:18; 20:21), todos estamos cumpliendo el papel de apóstol. Pero como es
para todos los cristianos, no es entonces un charisma dado sólo a algunos.

En segundo lugar, la palabra es usada al menos dos veces para describir “apóstoles de
la iglesia” (2Co.8:32;Fil.2:25), mensajeros siendo enviados de una iglesia a otra. En este
sentido la palabra apóstol es aplicada a misioneros y otros cristianos enviados a
misiones especiales. Pero Pablo no lo usa como un charisma. Se nota entonces que las
dos listas donde “apóstol” aparecen encabezando la lista (1Co.12:28,29; Ef.4:11). En la
lista de Corintios los primeros tres dones son enumerados (primero, segundo, tercero)
con el término apóstol primero. El don del apostolado se refiere a ese pequeño y
especial grupo de hombres que fueron “apóstoles de Cristo”, compuestos por lo Doce
(Lu.6:12,13), junto con Pablo (Ga.1:1), probablemente Santiago el hermano del Señor
(Ga.1:19) y posiblemente uno o dos más. Ellos fueron testigos de primera mano del
Jesús histórico resucitado (He.1:21; 1Co.9:1; 15:8,9), y fueron personalmente escogidos
y autorizados por Cristo (Ma.3:14) y fueron inspirados especialmente por el Espíritu
Santo para su ministerio de enseñanza (Jn.14:25,26; 16:12-15). En este sentido primario,
en la que aparecen en la lista, no hay sucesores, en el pleno sentido del caso, por lo
tanto no hay ninguna duda de que “apóstoles” hoy se da en el sentido de misioneros.

¿Qué de los profetas? Por supuesto muchas veces en la historia de la iglesia se dicho
que ha habido profecías inspiradas. ¿Pero han sido inspiradas? Esto depende de
nuestra definición de “profeta” y “profecía”. El entendimiento que tenemos de profeta
en el A.T. es que el profeta fue un órgano revelación divina, en el cual la palabra de
Dios venía, y que por lo tanto hablaba las palabras de Dios (Ex.4:12; 7:1,2; Jer.1:4-
9;2316,18,22,28). En este significado del término, el cual es el significado bíblico
esencial, debemos decir que ya no hay más profetas, ya que la revelación de Dios ya
fue completada en Cristo y en los apóstoles testigos de Cristo, y el canon de las
Escrituras que ya fue cerrado. Sin embargo “profetas” vienen de segundo en las listas
de Efesios y Corintios mencionadas arriba, y “apóstoles y profetas” van juntas en
muchos pasajes y fueron la fundación o los fundamentos (por sus enseñanzas) en la
cual la iglesia es edificada (Ef.2:20; 3:5). Ahora, la sola construcción arquitectónica es
suficiente para decirnos que una vez la fundación es colocada no puede ser construida
de nuevo. O sea que el primer sentido de “profeta”, como vehículos de la revelación
83

de Dios, debemos decir que este charisma no existe hoy. Nadie puede decir en la
iglesia de Dios “La palabra del Señor vino a mí diciendo…” o “Así dice el Señor”.

Se ha argumentado, sin embargo, que “profeta” puede ser usado en sentidos de menos
envergadura. Algunos dicen que pueden haber hombres como Agabo (Hec.11:28;
21:10,11), cuya función no era añadir una revelación sino predecir un evento futuro.
Esto puede ser posible. Pero la historia de la iglesia y la experiencia personal me han
hecho cuidadoso. Se han dicho miles de profecías que no se han cumplido y que han
llevado a miles de personas a la desilusión. Otros han dicho que el profeta es el que
interpreta los acontecimientos políticos o sociales (como en el A.T.). Otros dicen que la
profecía es la predicación y enseñanza de las Escrituras o de exhortar y consolar
(1Co.14:3). Sin embargo todas estas definiciones quedan cortas del alto concepto que la
Biblia tiene de la profecía. El profeta en las Escrituras ni es el que predice el futuro, ni
el experto político, ni el predicador animado, ni el que exhorta o consuela. El profeta es
la boca de Dios, el órgano de la revelación. En este sentido es que Pablo hable de los
“apóstoles y profetas” como el más importante de los charismata (Ef.2:20; 3:5; 4:11;
1Co.12:28); y en este sentido ya no existen más en la iglesia de hoy. La forma en que
Dios enseña hoy no es por revelaciones sino por la exposición de su revelación
completa en Cristo y las Escrituras.

La palabra “charismata”
Hemos examinado la naturaleza de la charismata, y hemos respondido a algunas
respuestas sobre ellas. Todo esto nos lleva a aclarar el termino carismático que mal
interpreta la naturaleza de los “charismata”.

Algunos teólogos colocan como antagónicos los términos “carismático” e “institución”


cuando hablan del ministerio cristiano. Ellos llaman pastores y maestros (como
obispos y presbiterianos) “institucional”, y profetas como “carismático”, como la
formula correcta de Dios para la iglesia. Pero esto es una falsa distinción. Es verdad
que “apóstoles y profetas” fueron llamados por Dios sin ninguna autorización formal
de la iglesia. Pero la iglesia no tiene el derecho de llamar a hombres que Dios no ha
llamado. De acuerdo a la Escritura, pastores y maestros son tanto “charismaticos” como
los profetas (Ef.4:11), y ningún hombre debe ser escogido a un ministerio en la iglesia
si no ha sido llamado por Dios. El N.T. nunca contempla tal anomalía tan grotesca que
un hombre sin el charisma esté en el ministerio. John Owen lo expresó de esta forma:
“La iglesia no tiene el poder de llamar a una persona al ministerio, si Cristo no le ha
entregado los dones espirituales necesarios”. Alguien puede decir, por ejemplo, que el
N.T. no hace distinción entre “el don de enseñar” y el “don de maestro”. (1Co.12:28;
Ro.12:7; Ef.4:11). El charisma consiste en una combinación de oficio y don.
84

Se ha vuelto muy común llamar carismáticos a líderes, políticos o artistas por su forma
de ser. No debemos utilizar esta palabra al mundo secular ya que ellos no conocen a
Jesucristo. La única comunidad carismática en el mundo es la iglesia. Esta es el cuerpo
de Cristo, cuyos miembros funcionan como el resultado de sus dones (charismata).

La extensión de los dones espirituales ¿A quienes son dados los dones?


Nuestra respuesta inmediata es que hay una diversidad de dones y también hay una
completa distribución de ellos. Charismata, desde el Nuevo Testamento, nos da la
seguridad de afirmar que cada cristiano tiene por lo menos un don espiritual o
capacidad para el servicio, aún cuando éste, no esté activo y no sea utilizado.

La evidencia de ésta información es doble. Primero, todos los cuatro capítulos en los
cuales los dones son enumerados contienen una declaración para éste efecto, veamos:

1. “A cada cual que está entre vosotros… piense de si con cordura, conforme a la
medida de fe que Dios repartió a cada uno…teniendo diferentes dones… úsese
conforme a la medida de la fe”. (Ro.12:3-6).
2. “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada
uno en particular como él quiere”. (1 Co.12:11)
3. “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia, conforma a la medida del don
de Cristo” (Ef.4:7)
4. “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos
administradores de la gracia de Dios. (1Pe.4:10)

La palabra cursiva en cada verso es pas (cada) o hexastos (cada), luego, es seguramente
muy notable observar que los dones mas que extensos son universales.

Segundo, existe la metáfora del cuerpo, como la favorita representación del cuerpo de
Cristo, usada por Pablo. La iglesia se asemeja al cuerpo humano, pues es un sistema
coordinado que consiste en muchos miembros, pero cada uno con una función
diferente. Es importante ver que los tres pasajes en los cuales Pablo se refiere a los
dones espirituales (Ro.12, 1Co.12 y Ef.4), él hace esta metáfora del cuerpo. Parece ser
que en su mente el cuerpo de Cristo y la charismata se relacionaban estrechamente, y
también en dos de sus tres exposiciones lo hizo de una forma clara.

En parte, su argumento es que así como ocurre en el cuerpo humano, en el cuerpo de


Cristo, cada órgano o miembro tiene alguna función y en parte, cada uno tiene una
diferente función.
85

“Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los
miembros tienen la misma función; así nosotros siendo muchos, somos un cuerpo en
Cristo y todos miembros los unos de los otros. De manera que teniendo diferentes
dones, según la gracia que nos es dada, úsese conforme a la medida de la fe (Ro.12:4-
6).

El hecho es que cada cristiano tiene un don y por consiguiente, una responsabilidad y
de alguna manera, ningún cristiano se ha dejado sin él, cada uno ha sido dotado. El
Nuevo Testamento es fundamental para la doctrina de la iglesia y esto debería
transformar la vida de los cristianos y de la iglesia. Por otro lado, la imagen de una
iglesia local es un pastor que trabaja arduamente, quizá con unas pocas personas que
ayudan, mientras la mayoría de los miembros hacen poco para contribuir a la vida y
ministerio de la iglesia, luego, ésta imagen es más que un cuadro de un bus, donde
hay un solo conductor y muchos pasajeros somnolientos, que la de un cuerpo, donde
todos sus miembros activos contribuyen en una actividad particular para el bienestar y
eficacia de todo.

Verdaderamente, no dudo que una falsa imagen de la iglesia es una de las principales
razones para que se presente el crecimiento del movimiento carismático. Este
movimiento es una protesta contra lo eclesiástico (eliminación de los laicos), pues hay
una conciencia de responsabilidad en el rol de liderazgo que Dios les ha dado y para el
cual, Dios también los ha dotado.

Muchas iglesias locales, y especialmente sus pastores, se quejan que la congregación


carece de dones para colocar personas en un liderazgo y ésta es la excusa común para
hacerse poco y mantener el control, pero la verdad, es que poco se intenta en cabeza
del pastor. Pero las escrituras nos hablan con las mismas palabras que Pablo usó para
los Corintios, que cada iglesia local es el cuerpo de Cristo, y entonces, aquí es donde
aparecen las discrepancias de unos con otros, acerca de que la congregación carece de
dones y de esta manera, se desatan conflictos entre la palabra de Dios y la evaluación
del hombre que provoca una crisis de fe.

Si creemos en Dios y en su Palabra, entonces estamos confiados en creer que él ha


dotado o al menos ha sido su deseo hacerlo, a cada iglesia local con todos los dones
necesarios que se necesitan para la vida, bienestar, salud y crecimiento de la iglesia.
Nuestra obligación o responsabilidad es orar para que Dios levante obreros talentosos
para que utilicen sus dones e intencionalmente no los sepulten, ni conscientemente los
descuiden. Orar para que las personas se animen a ejercitar lo que Dios les ha dado
(1Tim.4:14, 2Tim.16), y que también, estén seguros que ellos tienen oportunidad de
hacerlo.
86

Por supuesto que también hay lugares para ofrecer un servicio, pero es más saludable
y más bíblico para la iglesia, no pasar por alto las formas en que Dios está equipando y
llamando a su gente a servir.

Recuerdo haber estado muy impresionado en un congreso de evangelismo en Europa,


el cual se realizó en Amsterdam, en 1971, con un mensaje muy sabio dado por Jan Van
Capelleveen, periodista, presentador y secretario de información de la sociedad
bíblica. Él sugirió que no deberíamos hacer un inventario de las oportunidades y
dones espirituales de la iglesia local, más bien, debería un grupo de cada iglesia
tomarse la molestia y el tiempo para considerar a que ministerio Dios los está
llamando y que recursos les ha dado, o que es lo que se necesitaría para hacerlo; pero
también, debemos saber que la identificación de los objetivos y los correspondientes
recursos para ellos, puede ser un principio para la administración de negocios
modernos. Pero la Biblia enseñó hace mucho tiempo a examinar los manejos e incluso
a pensar que nada es más sabio que hacerle saber a la iglesia acerca de lo eclesiástico o
promover la movilización de ésta membresía, así como el reconocimiento de una
simple verdad bíblica de que la iglesia es el cuerpo de Cristo y que cada miembro del
cuerpo tiene una función para desarrollar.

En esta frase como hemos visto, toda iglesia es “una comunidad charismata”, cada
miembro de la comunidad tiene “un charisma”, y en algunos casos tienen más de uno.

El recurso de los dones espirituales: ¿De donde vienen?


Hemos descrito la diversa naturaleza de los dones y su distribución amplia de los
charismata. Ahora vamos a enfatizar que ellos vienen de Dios. Los dones espirituales
son dones de Dios. El N.T. expresa esto de varias formas:

Primero, los dones espirituales son dones de la gracia de Dios. Las palabraa en griego
definen esto plenamente. Charismata viene de charis, que significa el favor inmerecido
de Dios. Consideremos estos textos:

Ro.12:6

Ef.4:7

1Pe.4:10

En orden se sentir la fuerza de esta palabra, nos ayuda recordar la palabra charisma
que es aplicada en el N.T. no solo para los dones espirituales, sino también para la
87

salvación. Por ejemplo, (Ro.6:23). Estamos acostumbrados a reconocer que nuestra


salvación fue un acto de la misericordia de Dios que no merecíamos, y no hay nada
que nos haga sentir más humildes que esto. Lo miso sucede con los dones que son
dados para el servicio, son dados gratuitamente e inmerecidamente como el don de la
vida eterna. Por esta razón no debe haber espacio para los celos y la vanidad.

En segundo lugar, los dones espirituales son dones dados por el Espíritu Santo. El
capitulo 12 de 1Co. Comienza literalmente con las palabras: “no ignoréis los dones
espirituales” (peri de ton pneumatikon). Pablo aquí no utiliza la palabra charismata. Pablo
deliberadamente usa esta vaga expresión porque va a escribir del trabajo del Espíritu
santo en varias esferas, en iluminar nuestras mentes, para confesar a Cristo (3), para
unirnos al cuerpo de Cristo cuando fuimos bautizados con él y bebimos de él (13), y
nos dio dones espirituales. Las frases “el Espíritu”, “El Espíritu de Dios”, el Santo
Espíritu”, “el mismo Espíritu”, “un Espíritu” y “uno y el mismo Espíritu” juntos
ocurren once veces en los primeros trece versículos. Notemos entonces que su énfasis
es importaste.

En los versículos 4 al 6 hay una referencia a las tres personas de la trinidad, “el mismo
Dios”, “el mismo Señor” y “el mismo Espíritu”. Más adelante, en Ro.12 y 1Pe.4 Dios el
padre es el autor de los dones espirituales, mientras que en Efesios 4 ellos son los
dones de Cristo ascendido, la cabeza de la iglesia, quien el la profecía cumplida “dio
dones a los hombres” (7-11). Parece ser entonces que mientras el Espíritu Santo es el
ejecutivo de Dios y que lo que hace Dios lo hace por el Espíritu, entonces no podemos
describir los dones como algo exclusivo al Espíritu Santo ya que las tres personas de la
trinidad están incluidas.

Tercero, los dones de Dios son dones de la soberanía de Dios. En Ef.4 Cristo en su
ascensión es representado como una victoria general, llevando cautiva la cautividad y
dando dones a los hombres. Los dones son gratuitos y son dados soberanamente. Esto
lo vemos también en 1Co.12:11: “repartiendo a cada uno en particular como él quiere”.
Aunque debeos desear los mejores dones (31), y debemos obrar conforme a la fe que
nos ha sido dada, y que debemos orar para que nuestra fe crezca, nuestros dones no
dependen de nuestra voluntad sino de la voluntad de la soberanía de Espíritu Santo.
Sí que los charismata se originan en la gracia de la voluntad de Dios, y son
administrados por él a través del Espíritu Santo.

El apóstol elabora las consecuencias de su argumento de una forma algo extensa


(1Co.12:14-26). Su argumento es que si el Espíritu Santo distribuye los dones
espirituales de acuerdo a su gracia y su voluntad soberana, de tal forma que no puede
haber lugar para la envidia y la vanidad. ¿Cómo es posible que despreciemos nuestros
88

propios dones envidiando los dones de otros, si Dios nos ha dado nuestros dones de
acuerdo a su gracia y voluntad? Igualmente, ¿Cómo podemos despreciar los dones de
los demás comparándolos con los nuestros si Dios los ha dado de acuerdo a su gracia
y voluntad? Debemos considerar cómo estamos manejando los pecados de baja-
autoestima y alta-autoestima.

Primero, la baja-autoestima (vr.15-20). Con una ilustración vívida y divertida él hace


que varios miembros del cuerpo hablen. El pie no debe rebelarse y decir: “Mírenme,
no me usan. No puedo levantar cosas, ni hacer tantos movimientos como la mano que
es tan versátil como la mano. Soy un viejo y torpe pie”. Similarmente, el oído no
debería quejarse diciendo: “Mírenme, no me usan, no puedo ver nada, ni formas ni
colores. Estoy ciego. Todo lo que puedo hacer es escuchar sonidos”. Tales quejas son
absurdas y no hacen que el pie ni el oído deje de ser lo que son, miembros importantes
con funciones importantes en el cuerpo. Si todo el cuerpo fuera un ojo gigante, ¿Cómo
podría el cuerpo escuchar? Y si el cuerpo fuera un oído gigante, ¿que pasaría con el
sentido del olfato? El cuerpo necesita tanto oír como ver, tanto como oler como
caminar y tocar. O sea que “Mas ahora, Dios ha colocado los miembros cada uno de
ellos en el cuerpo”, cada cual con una función distinta, “como él quiso”. Si no hubiera
hecho esto, no habría cuerpo. “Como es así”, sin embargo “son muchos los miembros,
pero el cuerpo es uno solo”. Ningún miembro tiene una causa para sentirse
despreciado.

El pecado opuesto, es la alta-autoestima (vr.21-26). El ojo no puede despreciar la mano


o decirle arrogantemente: “tu solo eres una mano. Tú puedes sostener cosas, y dibujar,
eso es cierto. Pero eres inútil porque no puedes ver”. Otra vez, la cabeza no tiene
derecho de mirar hacia abajo por su posición y decirles con engreimiento: “No los
necesito! ustedes son solo un par de pies en medias. Le concedo que se pueden mover
torpemente. Pero yo soy el recipiente del cerebro. Yo guardo el sistema nervioso
central. Yo soy el que pienso, decido y planeo”. Pablo no solo niega esta clase de
actitud, sino también la rechaza. “Antes bien”, él dice: “Dios ordenó el cuerpo de tal
forma que los miembros más débiles, son los más necesarios y de mayor honor”.

Resumiendo, la voz de baja auto-estima dice: “no soy bueno; tú no me necesitas; por
otro lado la voz de alta auto-estima dice: “Tú no eres bueno; no te necesito”. Pero la
voz de Dios dice: “ustedes se necesitan el uno al otro”. Los dones que Dios nos ha
dado y los dones que ha dado a otros todos son importantes y necesarios. Juntos
constituyen el cuerpo completo y saludable de Cristo, todos los miembros unidos
funcionando apropiadamente.
89

Sólo cuando dejamos de despreciarnos y despreciar a otros y en lugar de eso


reconocemos los dones de Dios, entonces no estaremos en desacuerdo con el cuerpo
(25). Dios odia la discordia. Su voluntad es en cambio “que los miembros se cuiden
unos a otros”, compartiendo los sufrimientos y las alegrías”. Y la gran verdad la cual
nos puede hacer libres de la envidia y la vanidad es que los dones espirituales son
dones de Dios, distribuidos por su gracia y de acuerdo a su voluntad.

REFLEXIÓN
1. Por qué cada una de las siguientes definiciones representan un mal uso de la
palabra "carismáticos?"
a. "carismático": Ministerio cristiano nombrado por las mismas personas, a
diferencia de "institucional" que es un ministerio designado por la
Iglesia.
b. "carismáticos": Personas que poseen un encanto e ingenio en el
movimiento
c. "carismático": un determinado grupo de los cristianos dentro de la
Iglesia

2. ¿Qué evidencias hay de que los dones espirituales los reciben todos los
cristianos?

3. ¿Cómo debe afectar nuestra vida que los dones espirituales se otorguen a todos
los cristianos para la vida de la Iglesia?

4. ¿Además de los dones espirituales, qué otro don de Dios se describe como
charisma en el Nuevo Testamento? ¿Cómo debería esto afectar nuestra actitud
con respecto a los dones espirituales que Dios nos da?

5. F/V El que otorga gratuitamente los dones espirituales es el trabajo


exclusivamente de la tercera persona la Trinidad, el Espíritu Santo.
90

6. ¿Qué observación acerca de los dones espirituales elimina cualquier


justificación para la envidia o vanidad?

¿El propósito de los dones espirituales: para qué son dados?


Los dones de Dios son dados para ser usados. Los órganos del cuerpo humano son
funcionales, de igual forma, lo son los miembros del cuerpo de Cristo que están para
ejercitar sus dones. Nosotros somos administradores de la multiforme gracia de Dios
y somos comisionados para ser administradores (1Pe.4:10). Pablo escribió que si
tenemos dones debemos usarlos (Ro.12:6).

¿Cómo debemos usarlos?


Muchos malentendidos rodean el propósito para el cual Dios distribuye dones
espirituales en la iglesia. Algunos hablan de ellos como dones de amor, como si su
principal propósito fuera enriquecer el recipiente y usarlos para nuestro propio
beneficio. Otros piensan de ellos como dones para adorar como si su principal
propósito fuera la adoración de Dios y su principal esfera de operación fuera conducir
una adoración en público. Pero las escrituras afirman que son dones para el servicio,
de lo cual el principal propósito es edificar o construir la iglesia.

Los apóstoles Pablo y Pedro enfatizaron el desinteresado o generoso uso de los dones
de Dios en el servicio para otros, por supuesto para toda la iglesia. “Pero a cada uno le
es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1Co.12:7). “Cada uno según el
don que ha recibido, minístrelo a otros (1Pe.4:10).

De esta manera, los dones no son dados para ayudarnos, ni alentarnos, ni fortalecer los
“recipientes”; los dones son para otros. Estos deben ser un propósito para edificación.
(Ef.4:12,16). Ésta también es la razón porque algunos dones son más valiosos que
otros, pero no podemos despreciar ninguno de ellos, pero al mismo tiempo debemos
anhelar los mejores dones. (1Co.12:31).

¿Cómo evaluamos su relativa importancia?


La única posible respuesta para esto, es de acuerdo al grado en el cual ellos edifican.
Desde el momento en que toda charismata es dada para edificar a cada cristiano y a
toda la iglesia, ellos se constituyen de gran valor y Pablo es claro acerca de esto. “Así
también vosotros, pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos
para edificación de la iglesia” (1 Corintios 14:12).

Para éste criterio de la enseñanza de los dones, no hay nada mejor que incrementar el
estudio acerca de la verdad de Dios. Los apóstoles insisten en la prioridad de la
91

enseñanza pues es considerablemente relevante en la iglesia contemporánea. Las


iglesias alrededor del mundo son desnutridas espiritualmente debido a la carencia de
exposición bíblica, hay movimientos de personas que están clamando por maestros
para traer conversión e instrucción a la iglesia. Debido a la escasez de maestros fieles a
las escrituras es triste ver mucha gente preocupada e incluso distraídas por los dones,
dejando a un lado lo fundamental.

Probablemente, en este punto, algunos necesitan que les hable acerca de las “lenguas”,
un don muy enfatizado por algunos.

Aún permanece el fenómeno contemporáneo conocido como el hablar en lenguas. Es


claro que en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo llenó a los creyentes,
estuvieron hablando en “otras lenguas”, en lenguas extranjeras “según el Espíritu les
daba que hablasen” y que todos esos lenguajes eran comprensibles a diferentes grupos
de personas. (Hec.2:4).

Hay un punto teológico fuerte y una suposición lingüística que ese mismo fenómeno
es el mismo en 1Corintios. Primero, las frases griegas son casi exactamente las mismas
y una de las primeras reglas de interpretación bíblica es que las expresiones idénticas,
tienen un idéntico significado. Como segundo, el nombre glossa tiene sólo dos
conocidos significados, llamado el órgano en la boca y el lenguaje. Similarmente el
verbo de la interpretación de lenguas significa traducción de lenguajes. Como tercero,
todo lo que nos habla 1 Corintios 14 es para desalentar el culto de lo incomprensible
como si fuera equivalente a madurez. “Hermano nos seáis como niños en el modo de
pensar… pero si maduros en el modo de pensar (v.20). El Dios de la Biblia es un Dios
racional y no se deleita en lo irracional o en lo incomprensible.

Esta interpretación levanta algunas dificultades exegéticas, las cuales han llevado a
algunos a la diferencia marcada entre “lenguas” en los Hechos y “lenguas” en 1
Corintios, pero las dificultades son pequeñas en comparación con el fuerte argumento
de que no hay diferencia marcada de éste término en los dos libros mencionados.

Si el don es esencialmente lingüístico, entonces, uno puede entender mejor por qué
Pablo pone esto en lo último de la lista y por qué no es mencionado en las otras tres
listas. Es verdad que él dice “Yo quiero que todos hablen en lenguas (como Moisés
dijo: Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta, Números 11:29) porque todos los
dones de Dios son buenos y deseables. Pero en él mismo no hay una habilidad
particular para edificar.
92

Entonces, ¿que podemos decir acerca de la práctica contemporánea y privada de


hablar en lenguas como una ayuda para un devocional personal?

Muchos, a través de esto, piensan que puede haber un grado más de intimidad con
Dios, otros hablan acerca de liberar la psiquis en la cual ellos encuentran la libertad, y
ante esto, uno no quisiera desmentirles pero, por otro lado esto necesita ser sustentado
desde 1 Corintios 14. Si Pablo prohibió completamente el hablar en lenguas en público
sin interpretación, él fuertemente desanima las lenguas en privado, ya que el que
habla no entiende lo que él está diciendo.

El verso 13, a menudo, es inspeccionado: “El que habla en una lengua debería orar
para ser interpretada, de otro modo, su mente quedaría sin provecho o improductiva.
¿Entonces, qué hace él? Pablo se responde èl mismo, su respuesta es que él orará y
cantará con el Espíritu, pero el también lo hará con la mente. Es claro que él
simplemente no podría ver a un cristiano orar y adorar, si su mente no está
activamente comprometida.

Algunos lectores no dudarán en responder que en los versos en 1 Corintios 14, el


apóstol contrasta la profecía y el hablar en lenguas. En la profecía, el profeta edifica la
iglesia, mientras que la persona que habla en lenguas, se edifica a sí misma, y por
consiguiente, está activamente animando la práctica privada de hablar en lenguas. Si
esto es la deducción correcta para así ser establecido, entonces, dos razones pueden
hacernos dudar.

1. “Edificación” en el Nuevo Testamento es invariablemente un misterio, en el


cual se edifica a otros. La palabra griega oikodumeo literalmente significa
construir y es usada para construir ciudades, casas, sinagogas, etc. Usándola
figurativamente, esto puede ser aplicado a la iglesia. Construiré mi iglesia, dijo
Jesús en Mat.16:18. Ustedes son constructores de Dios, escribió Pablo en 1Co.3:9
y en Ef.2:20-21, además, en 1Pe.2:5, Pedro afirma que como piedras vivas
podemos ser edificados como casa espiritual. Partiendo de este significado
básico, la palabra es usada para fortalecer, establecer, fundar y edificar a
cristianos e iglesias. Lucas escribió que la iglesia Palestina estaba siendo
edificada y Pablo dijo que su autoridad apostólica había sido dada para
edificación (Hec.9:31, 2Co.10:8, 12:9, 13:10). Además, los cristianos tenían un
ministerio de edificación juntos (Ro.14.19), en el cual, ellos estaban para
edificarse uno al otro (1Tes.5:1, Romanos 15:2, 4:29, Jud20) y si en esto surgió la
pregunta ¿Qué es lo que más edifica la iglesia? Pablo respondió “verdad”
(Hec.20:32, Col.2:7) y “Amor” (1Co.8:1, 10:23). El mismo énfasis en edificar a
otros predomina o prevalece en 1 Co.14 y no solo los profetas edifican por su
93

mensaje (v.3,4), sino también en la adoración pública todas las cosas deben ser
hechas para edificación (v.26 y v.17) y por consiguiente, todos los cristianos
deben luchar o esforzarse para construir o edificar la iglesia (v.12 cf. v.5).
Ahora, a la luz de éste énfasis del Nuevo Testamento, acerca del ministerio para
edificar a otros y a la iglesia, ¿Quiénes somos nosotros para hacer de eso una
sola excepción la cual dice que el hablar en lenguas se edifica así mismo?
Seguramente, allí debe haber algún grado de ironía en el cual Pablo escribe,
pues casi es una contradicción con respecto a los términos, edificarse uno
mismo es un simplemente no, pues la edificación para la iglesia es de lo que se
habla en el Nuevo Testamento.
2. El servicio o bien común. Como segundo, tenemos que leer la expresión a la luz
de la enseñanza que hemos considerado, donde todos los dones están al
servicio para conferir el bien común, para el ministerio de otros. ¿Cómo
entonces, éste don puede tornarse de ser un don para sí mismo en ser un don
para el bien común? ¿Debo decir que esto involucra un mal empleo del don?
¿Qué se pensaría de un creyente con un don de enseñanza que lo usa sólo para
sí mismo, para instruirse en privado, o un hombre con don de sanidad que lo
utiliza para sanidad propia? Es duro justificar el uso direccional de un don para
uno mismo cuando éste es conferido para el beneficio de otros.

Por estas dos razones me parece que allí debe haber alguna ironía, en la expresión de
Pablo cuando escribe acerca de que el que habla en lenguas se edificaría a sí mismo. El
da por sentado que los corintios a quienes se les ha explicado claramente el propósito
de los dones espirituales en el cap.12, obtendrían su significado y no necesitan de él
para deletrear luego tal significado.

Entonces, toda charismata es dada para el bien común, Pablo aplica éste principio en
Ef.4:11-12 en la enseñanza de los dones. Cristo da talentos a los apóstoles, a los
profetas, evangelistas, pastores y maestros ¿Por qué? ¿Con qué propósito? El intenta
equipar a los santos para el trabajo en el ministerio para edificación del cuerpo de
Cristo. El objetivo inmediato para el maestro es el dirigir a las personas, “los santos”,
no sólo en madurez cristiana, sino también en un ministerio cristiano con el fin de
equiparlos para su ministerio en la iglesia y en el mundo. Pastores son llamados a ser
maestros, pero esto no significa que ellos deben preservar su propio ministerio
guardando celos y envidias, sabiendo que los otros también son necesarios; todo lo
contrario, su ministerio es para ayudar a llevar a cabo otros ministerios, como también
para animar a otros a ejercitar los dones que Dios le ha dado. Sólo así, entonces se
podrán promover los objetivos para lograr alcanzar la edificación del cuerpo de Cristo,
para que en él halla unidad y madurez hasta que lleguemos a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo (vr.12,13).
94

Este objetivo glorioso debería obtenerse a través de un par de influencias, la verdad y


el amor como lo hizo el apóstol Pablo. “Hablando (manteniendo) la verdad en amor”
en la cual crecemos en todo en aquél que es la cabeza, Cristo (vr.15,16).

Es evidente e indispensable la verdad para el crecimiento y palabra madurez de los


cristianos en las iglesias, ya que sin un completo entendimiento y un agarre fuerte de
la verdad revelada por Dios permaneceremos como niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento y doctrina (vr.14), pero la verdad puede ser fría y dura si ésta
no es confortada y suavizada en amor, por eso Pablo dice: el conocimiento envanece
pero el amor edifica (1 Co.8:1), pues todos conocemos la prominente influencia del
amor en la sanidad emocional del desarrollo de los niños, si esto es verdad en la
familia humana… ¿Cómo será mucho más esto verdad en la familia de Dios? De ahí la
inclusión en 1Co. 13 entre los capítulos 12 y 14, la cual se refiere a los dones
espirituales. Aunque la charismata es dada para servicio, para la edificación del
cuerpo de Cristo, aun los dones deben ser ejercitados en amor, porque obviamente
ellos están planeados para tal efecto. Los dones sin amor, aunque sean espectaculares
pierden el valor (13:31) pues el amor es el camino más excelente, más que cualquier
otro (12:31). Aun nosotros no necesitamos escoger entre dones y amor, pues en el
propósito de Dios ellos van juntos. Verdad en amor siempre expresa servicio, por lo
cual no hay forma de pensar que los dones sean permitidos para el beneficio propio.

El hecho es que si el amor y la verdad van juntas, e igualmente amor y dones van
juntos, dar amor y servicio, desde la verdad del amor, siempre expresa en sí mismo
servicio.

Para amar hay que servir, entonces por consiguiente no podemos dejar los cuatro
aspectos de la vida cristiana formando un anillo o un círculo, los cuales no pueden ser
separados: amor, verdad, dones y servicio. En amor surge el servicio, el servicio usa
los dones, pero el don más grande es enseñar la verdad, pero esta debe ser hablada en
amor. Lo uno y lo otro se involucra pero por donde veas los cuatro términos en
operación, aun el más grande es el amor.

Conclusión
Comencemos con “la promesa” o “bautismo” del Espíritu que es el don inicial, la cual
Dios nos otorga cuando nos toma para ser sus hijos. El perdón y el don del Espíritu
son la evidencia y el cambio de la extensa salvación que es nuestra en Cristo. Nunca
deberíamos cesar de dar gracias a Dios diariamente por sus maravillas, la cual en su
amor, Dios primero dio a su Hijo para morir por nosotros y luego dio a su Espíritu
Santo para vivir en nosotros. No hay un templo en Jerusalén al cual tengamos que ir a
95

encontrarnos con Dios, cada uno somos templo de Dios y es entonces, en la iglesia
local donde también Dios mora en nosotros por su Espíritu.

Como segundo, necesitamos buscar más de la llenura en arrepentimiento, en fe y


obediencia, y también, debemos continuar sembrando para el Espíritu, por lo cual, su
fruto crece y madura nuestro carácter. Pienso que podría decir con sinceridad que ésta
ha sido mi oración cada día del año, Que Dios me llene de su Espíritu para que se haga
más evidente en mi vida.

Como tercero, debemos siempre recordar que el Espíritu Santo está interesado por la
iglesia como también por cada cristiano en forma individual. Debemos igualmente
regocijarnos en su charis (gracia) dada a todos, la cual nos hace uno, y en su charismata
(dones) distribuidos a todos, la cual nos hace diferentes. La unidad y la diversidad de
la iglesia son designadas por él.

Hemos visto que los dones son muchos y con variedad de capacidad de servicio; y por
consiguiente, al menos uno es dado a cada cristiano sin excepción. Ellos son
distribuidos por la soberanía y el deseo de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; y son
previstos o proyectados “para el bien común” para construir en madurez el cuerpo de
Cristo, la iglesia.

Entonces, utilicemos nuestros dones para el beneficio de otros, “como buenos


administradores de la multiforme gracia de Dios… para que en todo sea glorificado
por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos. Amen”
(1Pe.4:10-11).

REFLEXIÓN

1. ¿Para qué propósito se dan los dones espirituales?

2. ¿Cómo deben ser usados? ¿En qué caso Stott hace relación con los regalos de
enseñanza por tener el mayor valor?

3. ¿Qué tres argumentos usa Stott para afirmar que el fenómeno de lenguas en
Hechos 2 es el mismo que en 1 Corintios?
96

4. ¿Por qué no existe necesidad de elegir entre los dones y el amor?

11.LOS DONES DEL ESPÍRITU


(Carlos Mena)

1. La importancia de los dones


Los dones del Espíritu, también conocidos como los dones espirituales, son el
resultado directo del ministerio de la presente era llevado a cabo por el Espíritu Santo.
Recordemos que la Iglesia vive bajo la esfera del Pneuma.

Así como en el período antiguo-testamentario, Dios el Padre se comunicó en forma


especial con el hombre, y en el período neotestamentario, lo hizo por su Hijo Jesucristo
(Juan 1:14; Hebreos 1:1-2), en esta era de la iglesia, Dios se ha manifestado por el
ministerio especial al Espíritu Santo.

El Señor Jesucristo prometió enviar “la promesa del Padre” (Lucas 24:49) para que los
consolara, enseñara, guiara a toda verdad y habilitara a los creyentes en la obra de la
predicación del evangelio y la ministración a los santos (Juan 14:15-16;16:5-7; I
Corintios 12:4). El Espíritu Santo vive aquí, hoy, dentro de cada creyente (Efesios 1:13,
I Corintios 6:19) y en medio de su pueblo. ¡Qué tragedia, que el creyente y todo el
pueblo de Dios pasaran por alto la presencia de Dios en la persona del Espíritu Santo!
No sea de nosotros la exclamación de Jacob en Betel: “Ciertamente Jehová está en este
lugar, y yo no lo sabía.” Esta es la era del ministerio del Espíritu Santo. Está entre
nosotros y en nosotros. ¡Disfrutemos su presencia y echemos mano de sus dones!

La Importancia de Descubrir su(s) Don(es) y Ejercitarlo(s).


Efesios 4:8 “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio
dones a los hombres” es una referencia al Salmo 68:18 “Subiste a lo alto, cautivaste la
cautividad, tomaste dones para los hombres, y también para los rebeldes, para que
habite entre ellos JAH Dios.” ¡Que verdad tan maravillosa: Dios ha dado dones a los
hombres! Así como en toda dádiva divina, sin esperar retribución alguna, Dios ha
mostrado su gracia al hombre al conferirle dones para ciertos propósitos definidos.

En el Antiguo Testamento Dios dio dones que iban desde aquellos de carácter moral
como Génesis 41:38 “y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre
como éste, en quien esté el Espíritu de Dios?” donde Faraón reconoce las cualidad
morales de José como la morada misma del Espíritu Santo en su vida; hasta aquellos
97

con manifestaciones de poder: “Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y


tomó del Espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando
posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron” (Números 11:25). El Espíritu
de Dios también se manifestó en habilidades físicas: “Y lo he llenado del Espíritu de
Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños,
para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y
en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor” (Éxodo 31:3-5). El Espíritu
de Jehová vino sobre Otoniel para que juzgara a Israel (Jueces 3:10); vino sobre Sansón
en varias ocasiones (Jueces 14:6); y la actividad profética de 1 Samuel 10:6, es también
una muestra de la presencia del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento dando dones
a los hombres.

En el Nuevo Testamento encontramos la misma liberalidad del Espíritu de Dios al dar


dones a los hombres. Pablo exhorta a su hijo espiritual Timoteo a no descuidar su don:
“No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la
imposición de las manos del presbiterio” (1 Timoteo 4:14); y otra vez en 2 Timoteo 1:6
“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos.” Y en Romanos 12:6, “De manera que teniendo diferentes
dones, según la gracia que nos es dada...”

• Porque Dios ha dado dones a cada uno de los hombres.


Debemos hacer notar que no solamente el Espíritu ha dado dones a los hombres en
una forma general e indiscriminada, sino que ha tenido especial atención en darle a
cada individuo por lo menos un don. Al hablar del don de continencia en 1 Corintios
7:7 Pablo dice: “pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un
modo, y otro de otro.” Aunque se está refiriendo aquí a un cierto “don” particular, y
no necesariamente a los que más adelante identificaremos como a los dones dados por
el Espíritu Santo, sí debemos notar el amor y liberalidad de Dios al dar a cada uno un
don. Esta misma idea se repite en 1 Pedro 4:10 cuando Pedro exhorta a ministrar los
dones: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios”. Una vez más, hay que notar que
cada uno es exhortado a ministrar su don; lo que confirma el punto que venimos
tratando, que es que cada persona ha sido conferida con uno o más dones; y que nadie
ha sido pasado por alto o menospreciado en cuanto a los dones.

• Porque Dios ha dado dones a los hombres con un propósito.


En los versículos citados arriba podemos notar también que hay un propósito definido
por el cual Dios nos ha dado sus dones. Pablo nos dice en 1 Corintios 12:7 que los
dones han sido dados “para provecho”. ¿Provecho de quién? 1 Pedro 4:10, que citamos
antes, dice una vez más: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los
98

otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” y Efesios 4:11-


13 dice: “Y él mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros
evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. El propósito de los dones
es la edificación colectiva del cuerpo de Cristo, la Iglesia. Al corregir los abusos del
don de lenguas en la iglesia de Corinto, Pablo establece una vez más que el hablar en
lenguas y su indispensable interpretación son “para que la iglesia reciba edificación”
(1 Corintios 14:5). Nunca fue la intención del Espíritu de Dios dar dones para
vanagloria, exhibicionismo o ganancia mezquina y egoísta de sus poseedores.

• Porque Dios quiere que los dones que ha dado sean usados.
La importancia del descubrimiento, desarrollo y uso de los dones dados por Dios,
reside pues, en el beneficio o “provecho” que todos los miembros de la iglesia deben
recibir. Cuando un miembro no ha descubierto su don, y por lo tanto no lo usa, está
causando un perjuicio a toda la iglesia, y está siendo un obstáculo para el avance del
evangelio. Demuestra una actitud egoísta y negligente. Pablo explica en 1 Corintios 12
que todos hemos sido puestos en el “cuerpo de Cristo” para “que los miembros todos
se preocupen los unos por los otros” (v. 25).

Las consecuencias de no usar uno su don no sólo trascienden en el progreso y


edificación de la iglesia en esta vida, sino en la venidera. Mateo 25:14-30, con la
parábola de los talentos, advierte de que un día daremos cuanta a Dios por lo que nos
ha conferido y no lo hemos sabido utilizar.

2. Significado etimológico de “don”


En 1 Corintios 12:1 leemos: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones
espirituales.” A la frase “dones espirituales” (ta pneumátika) Pablo le da en el Nuevo
Testamento un uso teológico.

Mejor traducida sería “los dones pertenecientes al Espíritu”, “los dones provenientes
del Espíritu,” o más brevemente “los dones del Espíritu. Los dones espirituales son
aplicados específicamente a los dones que el Espíritu Santo ha conferido a cada
miembro de la iglesia para su edificación mutua y para la propagación del evangelio
de Cristo. No son arbitrarios ni indefinidos. Son un conjunto bien definido de dones,
perfectamente diferenciables de otros “dones” que también provienen de Dios, y que
también pueden ser de carácter espiritual.

• El Significado de la palabra charis.


99

La palabra charísmata (dones) viene de la palabra griega charisma, que a su vez viene
de charis, que significa “lo que deleita,” es un estado que produce, o es acompañado de
gozo. Se traduce en el Nuevo Testamento como “gracia”, o “favor mostrado o recibido
inmerecido.”

Pablo lo utiliza en sus salutaciones, en Romanos 1:7; 1 Tesalonicenses 5:28, etc. Somos
salvos por gracia (charis) solamente (Ef.2:8-9). La gracia es mostrada a todos los
pecadores (Ro.3:23-24). A esa “gracia solamente” encontrada en Cristo, corresponde
“fe solamente” de parte del creyente (Ro.3:24); lo cual excluye la Ley (buenas obras)
como medio de salvación.

La gracia es la base de la justificación (Ro.5:20-21). De allí, que gracia es “estado” en un


sentido (5:2); y es también una dádiva que no podemos nosotros exigir, en otro.

• El significado de charisma.
Este término denota el resultado de charis como acción; o sea, la prueba de un favor,
beneficio o don. La acción de mostrar gracia. Toma forma de “don” (Ro.12:6 y
1Co.12:11). Está relacionado con eucharisteo (dar gracias). Todo el don de la salvación
es charisma (Ro.6:23; 2 Corintios 1:11); y toma el sentido de un don especial (Ro.1:11 y
1 Corintios 7:7) donde, en el contexto, se refiere al don del celibato.

• El significado de charísmata.
Los dones a los que se refiere Pablo tanto en 1 Corintios 12 como en Romanos 12,
charísmata, son las operaciones del Espíritu Santo relacionadas con la adoración y el
servicio en la iglesia. Estas operaciones son sobrenaturales, pero no mágicas.
Calificadas por pneumática (del Espíritu) deja fuera cualquier falsa suposición en
cuanto al origen y la naturaleza de los dones. Estos dones (charísmata) son, pues,
aquellas manifestaciones del Espíritu conferidas a los miembros de la iglesia para la
mutua edificación. De ahí que el término “carismático” se aplique en general a la
persona que tiene el “don” de atraer a otros, o agradarle a otros; y en sentido más
particular, cuando se aplica a quienes hacen de los “dones” y al Espíritu Santo el
centro de la vida cristiana. Su raíz charis pone en relieve el atributo divino de la Gracia,
puesto que esos dones son recibidos aparte de cualquier mérito del que lo recibe; y no
con el propósito de la auto-elevación, sino el del fortalecimiento y enriquecimiento
espiritual de los demás. El entendimiento del correcto significado de dones, no da
lugar a la vanagloria o a la jactancia.

• El significado de pneumátika .
100

Como ya se citó arriba, Pablo escribe a los corintios acerca de los dones espirituales:
“No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales” (1 Corintios
12:1). La frase “dones espirituales” es traducida de una sola palabra griega,
pneumática que literalmente significa “espirituales” y que viene de pneumatos, que
significa “espíritu”, pero que por el contexto los traductores han suplido con razón la
palabra “dones”. Aquí la gramática exige que el término se utilice como un adjetivo,
pero aun así, claramente se sugiere la naturaleza y origen de dichos dones es
espiritual.

Como ya se explicó arriba, estos dones específicos de los que habla Pablo, son un
grupo especial diferente a otros dones que también son de carácter espiritual. Estos
pneumátika obviamente son también de carácter espiritual, y por lo tanto, pueden
propiamente ser llamados “espirituales”; pero el término habla más de su origen que
de su naturaleza, ya que por su origen, necesariamente los dones tienen que ser
espirituales, pues vienen del Espíritu. ¿Cómo pues puede alguien gloriarse de poseer
tal o cual don? Eso es robarle a Dios la gloria que solo le corresponde a El.

3. Clasificación de los dones


Es propio hacer distinción de los dones de procedencia divina de que habla la
Escritura. Ninguno de ellos es de menospreciarse, ya que “toda buena dádiva y todo
don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces” (Santiago 1:17), pero ya que
cada uno de ellos tiene funciones y propósitos particulares, se presenta en seguida una
clasificación general de los dones bíblicos.

• Dones espirituales en General.


Aunque todos los dones son espirituales por su procedencia y carácter espiritual,
entran aquí aquellos que son perfectamente diferenciables de los que se mencionan en
las siguientes clases. Estos son espirituales, porque no son como aquellos dones
materiales cuyo origen y felicidad son de este mundo. Las mentes carnales no los
codician ni los distinguen. Pablo, por ejemplo, anhelaba ver a sus hermanos romanos
para comunicar algún don espiritual (Romanos 1:11). Refiriéndose al privilegio de
escuchar y recibir el evangelio y ser salvo, Pedro reportaba a la Iglesia de Jerusalén
que Dios les había concedido también a los gentiles el mismo don que a los judíos, y
que no podía estorbar a Dios (Hechos 11:17).

1. El don de la Salvación.
También hay que señalar que el Nuevo Testamento establece en forma particular la
salvación como un don. En Romanos 5:15; Efesios 2:8, encontramos: “Porque por
gracia… [de charis, que significa gracia o don] sois salvos por medio de la fe…”; en 2
Corintios 9:15:”¡Gracias a Dios por su don inefable”; en Romanos 1:11, y el
101

conocidísimo Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de
Dios es vida eterna, en Cristo Jesús Señor nuestro”.

2. El don del Espíritu Santo.


De la misma manera, el Espíritu mismo de Dios es conferido como un don: Salmo
68:18; Efesios 4:8; Hechos 8:19-20.

3. Los dones del Espíritu.


En el Nuevo Testamento encontramos tres pasajes en donde se nos dan listas
parecidas, pero a la vez diferentes. En realidad son listas complementarias:

a) En Romanos 12 se habla de los dones de profecía de ministración, de la


enseñanza, de la exhortación, de dar, de mandar y de mostrar misericordia.
b) En 1 Corintios 12 se mencionan los de palabra de sabiduría, palabra de
conocimiento, profecía, fe, sanidad, obrar milagros, discernimiento de espíritus,
lenguas e interpretación de lenguas.
c) Y en Efesios 4:11 se mencionan los dones de los apóstoles, profetas,
evangelistas, pastores y maestros.

4. Clasificación de los Dones.


Para propósitos prácticos, podemos clasificar estos dones en tres grandes grupos:
a) Los Dones de la Gran Comisión; que incluiría: apóstoles, profetas, evangelistas,
pastores y maestros; o sea, los mencionados en Efesios 4:11.
b) Los Dones Preciosos de Ministración, que incluye:
a. El don de sabiduría, ciencia y conocimiento
b. Los dones de misericordia: exhortación, dar, repartir, etc.
c. Los dones de administración práctica: presidir, servicio, etc.
d. El don de la fe.
e. Los Dones de Hacer Milagros, que incluye:
f. El don de sanidad
c) El don de milagros
En la siguiente sección se describen cada uno de los dones en detalle.

5. Descripción de los dones


a. Los Dones de la Gran Comisión
Aunque algunos de estos dones se repiten en las tres listas, seguiremos el orden
presentado en Efesios 4:11.

• El Don de Apóstoles. En primer lugar se menciona a los apóstoles. La palabra


apóstol viene de la palabra griega apostolous, la cual a su vez, viene de apostello, que
102

significa enviar. “Apóstol” significa entonces: uno que ha sido enviado, o comisionado
con un mensaje con toda autoridad. Denota en las Escrituras a portadores del mensaje
del Nuevo Testamento.

Primero, los doce (Hechos 1:25-26) los cuales fueron enviados por Cristo mismo
(Mateo 10:2; Marcos 6:30) con Pedro como su cabeza y Jerusalén como su centro
(Hechos 8:11); luego los primeros misioneros cristianos: Pablo y Bernabé (Hechos
14:4,14), Jacobo (Gálatas 1:19), Andrónico y Junias (Romanos 16:7), y un círculo más
amplio (1 Corintios 15:7). Pablo y Bernabé son enviados por la congregación de
Antioquía (Hechos 13:1 en adelante), pero el apóstol es propiamente un apóstol de
Cristo Jesús, aunque este grupo mayor comparte con los doce la base común de
haberse encontrado con el Señor resucitado y haber sido comisionados por Él
personalmente. De ahí, que Apolos y Timoteo no son llamados apóstoles, en cambio,
el apostolado de Pablo es aceptado en Jerusalén (Hechos 15; Gálatas 2:9; comp. 1
Corintios 15:8 en adelante). Los apóstoles, entonces, no son oficiales de la iglesia, sino
oficiales de Cristo para la edificación de la misma, y en este sentido se comparan con
los profetas del Antiguo Testamento (Efesios 2:20; 3:5). En 1 Corintios 12:28, cuando
usa la frase “en la iglesia”, se refiere a todo el cuerpo, como institución, cuya cabeza es
Cristo (Efesios 1:22; Col. 1:18 y Efesios 4:11), no la iglesia local. Hebreos 3:1 llama a
Cristo “Apóstol y Sumo Sacerdote” un enviado especial; el primer título, su autoridad;
el segundo, su obra.

El primer apostolado cristiano es un Don del Señor Resucitado. La comisión es


renovada después de la resurrección. Los apóstoles ahora son testigos de la
resurrección, pero no todos los testigos son apóstoles; de ahí que las mujeres no están
incluidas, a pesar de haber sido las primeras testigos. Una comisión personal dada por
el mismo Señor, así como un encuentro personal con Él, son las bases del apostolado
(Hechos 1:21-22). Por lo tanto, no hay lugar más para otros apóstoles. La nueva
Jerusalén está fundada sobre doce cimientos, y según Apocalipsis 21:14, esos doce
cimientos tienen los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. Cristo también
alabó a la iglesia de Éfeso (Apocalipsis 2:2) porque había probado a los que se dicen
ser apóstoles y no lo son.

• El Don de Profetas.
El profeta es normalmente un proclamador bíblico del mensaje divinamente inspirado.
El profeta bíblico puede predecir el futuro (Hechos 11:28); conocer el pasado (Juan
4:19), y puede ver el corazón (Lucas 7:39), pero esencialmente, es un proclamador de la
palabra, no un mago ni adivino. Etimológicamente, la palabra “profeta” viene del
griego profetas, que describe a alguien con la habilidad para proclamar la voluntad
divina. El prefijo “pro” causa algo de ambigüedad, pero el sentido original griego es el
103

que “proclama”, aunque también es para “el que predice”. Los profetas tienen un
papel de mediadores, representando a Dios con nosotros, y a nosotros con Dios. En
algunas fuentes palestinas, la experiencia profética describe una experiencia neumática
(espiritual) que incluye ayuno, oración, lamentación, y visitación angélica y un vistazo
a lo futuro. En la exégesis del Qunram de Habacuc 2:2 el profeta es un instrumento
ciego de Dios que no conoce el significado de sus palabras, pero al maestro de justicia
se le ha concedido entendimiento y trae a la luz su significado oculto.

En el Antiguo Testamento los profetas son la boca por la cual Dios habla (Hechos 3:21;
Mateo 1:22; 2:15). Los profetas proclaman lo que se ha cumplido, o se ha de cumplir en
Cristo (Romanos 1:2). El prefijo “pro” tiene aquí el sentido de decir de antemano. Toda
la profecía se centra en Cristo (Juan 1:45; Hechos 3:24), quién cumple todas las
promesas de Dios. No solamente predicen eventos, sino que son autoridades que
apoyan la verdad de la palabra y obra de Cristo (Marcos 11:17; Juan 6:45); proclaman
perdón en el nombre de Cristo (Hechos 10:43).

Profetas en la Iglesia. Su profecía es la predicación acerca de los misterios divinos (1


Corintios 13:2), la voluntad salvífica de Dios (Efesios 3:5-6), eventos futuros (Hechos
21:10-10-11; Apocalipsis 22:6-7) y cuestiones contemporáneas (Hechos 13:1 en
adelante; 1 Timoteo 1:18). Los profetas amonestan, consuelan, animan y censuran (1
Corintos 14:3, 25). Como los del Antiguo testamento, revelan cosas ocultas, pero tienen
menor autoridad.

Al igual que los apóstoles, los profetas han cumplido su función de inaugurar la
predicación y la extensión del evangelio de Cristo. Jesús mismo dijo que los profetas
habían profetizado hasta Juan el Bautista, (Mateo 11:13), y además, toda profecía está
contenida ahora en la Biblia. En el único sentido en que en la actualidad se puede
utilizar el nombre de profeta, es el predicador detrás del púlpito que está proclamando
la voluntad de Dios revelada en su Santa Palabra; pero, más de eso, es querer entender
más de lo que la Escritura permite.

• El Don de Evangelistas.
Del griego, evangelistas, significa proclamador de buenas nuevas. Es fácil de ver este
significado, pues su raíz evangelio (buenas nuevas), y ángel (mensajero) connotan
claramente eso. Existe un elemento de gozo al traer estas buenas nuevas, como se
puede ver en 1 Reyes 1:42: “Mientras él aún hablaba, he aquí vino Jonatán hijo del
sacerdote Abiatar, al cual dijo Adonías: Entra, porque tú eres hombre valiente, y
traerás buenas nuevas”.
104

Cristo se aplicó a sí mismo el título en Lucas 4:18, el cual es una cita y cumplimiento
de la profecía de Isaías 61:1, cuando dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y dar vista a los ciegos; a
poner en libertad a los oprimidos.”
En un sentido, todo cristiano debe ser un evangelista, puesto que tiene el mandato del
Señor de llevar el evangelio, las buenas nuevas, a los perdidos. Sin embargo, el
evangelista, como don de Dios, es lo que en tiempos modernos se les llama a los
misioneros, y que en tiempos bíblicos se les impartió específica y definidamente a
unos para llevar a cabo la Gran Comisión. Pablo se presenta como apóstol apartado
para el evangelio de Dios (Romanos 1:1), y les recuerda a los corintios que lo que él les
ha predicado son las buenas nuevas, o sea, el evangelio (1 Corintios 15:1).

• El Don de Pastor.
Lo primero que hay que señalar es que Dios se identifica a sí mismo como pastor, y a
su pueblo como su rebaño (Salmo 68:7; 23:3); y su venida será para consolar y para
apacentar a su rebaño y cuidar de las recién paridas (Isaías 40:1, 11). El pastor en la
parábola de la oveja perdida en Lucas 15:4-7, es una figura de Dios mismo, y es la
única referencia a Dios como pastor en el Nuevo Testamento. Cristo toma la atención
como pastor en el Nuevo Testamento. Él es el buen pastor que pone su vida por sus
ovejas (Juan 10:1-30); tuvo compasión de las multitudes porque eran como ovejas que
no tenían pastor (Mateo 9:36); Él conoce sus ovejas, las cuida, las llama por su nombre
y nadie las puede arrebatar de su mano (Juan 10:27-30); cuando venga a juzgar a las
naciones, separará los unos de los otros como el pastor separa las ovejas de los cabritos
(Mateo 25:31-32). Sin embargo, El Señor quiso constituir en la Iglesia a unos apóstoles,
a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros (Efesios 4:11).
Claramente se aplica este título a los líderes congregacionales, porque, por mandato de
Dios, su función es apacentar, o alimentar y cuidar “la grey de Dios” (1 Pedro 5:2, 3).
Pastor viene de la palabra griega poimen, que en la Biblia en español se traduce como
pastor. El pastor es el supervisor (obispo, del griego episcopos) de la iglesia, que vela
por el bienestar espiritual de la congregación (Hebreos 13:7) y un día dará cuenta de
su labor al Príncipe de los Pastores (1 Pedro5:4).

El Nuevo Testamento no da lugar a otros títulos o posiciones jerárquicas superiores en


la iglesia que la posición de pastor; obispo (epíscopos) o anciano (presbuteros) son
sinónimos de pastor. Nada dice sobre cardenales, nada sobre sacerdotes, y
definitivamente nada acerca de papas. Es más, el título de Papa (padre en latín) lo
prohibió Cristo en Mateo 23:9.
105

Pablo estableció iglesias poniéndoles pastores al frente, no sacerdotes (Hechos 14:23).


La labor de sacerdocio es ahora de todos los creyentes (1 Pedro 2:9) porque Cristo,
nuestro Sumo Sacerdote, nos ha abierto entrada al Lugar Santísimo (Hebreos 9:11-12;
24-28), con su propia sangre, y no hay más necesidad de intermediarios (1 Timoteo
2:5). El puesto de pastor es un Don del Espíritu, y como los otros dones, es el Espíritu
el que lo otorga; por lo tanto, Pablo exhorta a considerar, a los que anhelan obispado,
que verifiquen si llenan los requisitos (1 Timoteo 3:1-7). Pablo en sus epístolas
claramente establece que él fue llamado al ministerio por la voluntad de Dios, no por
su propia voluntad, ni por voluntad de ningún otro hombre (1 Corintios 1:1; Gálatas
1:1).

Muchos exégetas consideran que el don de pastores y maestros, es uno solo en Efesios
4:11, probablemente porque Pablo dice que uno de los requisitos del obispo es que sea
apto para enseñar (1 Timoteo 3:2), pero lo vamos a considerar por separado para su
estudio etimológico.

• El Don de Maestro.
En el Antiguo Testamento no había escuelas ni maestros; el único libro de texto era el
de las Sagradas Escrituras, el centro de aprendizaje era el hogar, y el maestro era el
padre de familia. Los primeros centros de enseñanza pública judía fue la sinagoga, que
surgió como una necesidad durante el exilio cuando el templo había sido destruido y
no había lugar para la adoración pública. En esta época, el maestro era el sacerdote,
pero luego los escribas entraron en escena, porque se dedicaban a la interpretación de
las Escrituras. El Talmud dice que Simón Ben-Setac, hermano de la reina Alejandra,
mandó que todos los niños asistieran a la escuela elemental. La escuela estaba
normalmente contigua a la sinagoga y se le llamaba Casa del Libro.

La enseñanza judía era oral y consistía mayormente en memorización. Los maestros


llegaron a ser tenidos en alta estima. En el Nuevo Testamento, el término didáskalos,
que significa maestro, es el equivalente al término hebreo rabbi, que significa mi
maestro o señor. Se usa en forma general a quienes realizan alguna labor de enseñanza
(Mateo 10:24; Lucas 6:40; Romanos 2:19; Hebreos 5:12); pero en 1 Corintios 12:28 y
Efesios 4:11 claramente se aplica el término a líderes de la iglesia, dotados
particularmente por Espíritu Santo para instruir a los cristianos en la fe cristiana.

El ejercicio de este don siempre acompañó a algún otro por necesidad. Los apóstoles,
los profetas, y principalmente los pastores requieren de este don para un completo
ejercicio de ese otro don. Por eso Pablo incluye entre la lista de auto-evaluación de los
que desean ser pastores, el don de la enseñanza (1 Timoteo 3:3).
106

Cristo advirtió de no querer que a uno lo llamen maestro (Mateo 23:8-10), y Santiago
exhorta a no hacerse maestros para no recibir mayor condenación (Santiago 3:1). No
porque el don en sí mismo sea malo, sino que los maestros, o rabies, en su tiempo
llevaban el título ostentosamente, y gozaban de reconocimiento y reputación. No es
novedoso, entonces, que aun en la actualidad los hombres quieran ser reconocidos con
títulos similares como doctor, padre, etc. Quienes eso hacen ya tienen su recompensa.
El título de Reverendo, es un título dado por el mundo secular a los ministros
religiosos de cualquier credo religioso, similar al título que portan los licenciados,
ingenieros o doctores en medicina, debido a su profesión, y por esa razón, algunos lo
usamos; pero en ninguna manera intenta el título quitarle a Dios la reverencia y
respeto que solamente Él merece, ni tiene que ver el título con la actitud de reverencia
demandada de todos hacia Dios.

b. Los Dones Preciosos de Ministración


• Los Dones de Sabiduría y Conocimiento. Si no olvidamos que el propósito
primordial de la concesión de los dones del Espíritu es para provecho (1 Corintios
12:7) y edificación del Cuerpo de Cristo (Efesios 4:12), entonces resultará obvio que la
moderna interpretación del don de sabiduría y de conocimiento por el Movimiento
Carismático está completamente errada con sus absurdas aplicaciones de tener
“palabra de conocimiento” o “sabiduría” sobre la enfermedad de alguien en la
congregación que tiene que ser sanada o está siendo sanada al momento de hablar.
Más bien, los dones de sabiduría y ciencia (o conocimiento) tienen que ver con el
entendimiento de la voluntad de Dios y Su Palabra, con la correcta evaluación e
interpretación de la sana doctrina, de la prueba de espíritus si son de Dios, y de
correctas decisiones de juicio que impactan la obra de Dios en general. Pablo le
advierte a Timoteo que “vendrán tiempos cuando no sufrirán la sana doctrina, sino
que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2
Timoteo 4:3-4); a los tesalonicenses, en cuanto a la sana doctrina, los amonestó a
examinarlo todo y retener lo bueno (1Tesalonicenses 5:21); y Juan exhorta a la iglesia a
probar los espíritus si son de Dios, por la proliferación de falsos maestros y profetas en
los últimos tiempos (1 Juan 4:1).

Vemos el ejercicio de estos dones en el Antiguo Testamento en el caso de Giezi, el


criado de Eliseo, cuando indebidamente tomó regalos de Naamán; Eliseo le dijo: “¿No
estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte?” (2
Reyes 5:26); y en la frustración del rey de Siria, que creía que había un espía de Israel
entre su ejército, pero uno de sus siervos le dijo: “No, rey señor mío, sino que el
profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas
en tu cámara más secreta.” (2 Reyes 6:12).
107

En el Nuevo Testamento, Cristo reconoció que el conocimiento que tenía Pedro de que
Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente, era una revelación de Dios (Mateo 16:17).
Vemos el ejercicio de este don en la Iglesia Primitiva en la elección del sucesor de
Judas el traidor (Hechos 1:15-26); en el descubrimiento de la mentira de Ananías y
Safira por Pedro (Hechos 5:1-12); en la elección de los diáconos (Hechos 6:1-7); en la
comprensión de que el evangelio era también para los gentiles (Hechos 11:1-18); en el
Concilio de Jerusalén cuando trataron el asunto de si los gentiles convertidos debían
guardar la ley de Moisés (Hechos 15), etc., etc., y como resultado invariable en estos
ejemplos, hubo muchos convertidos y el nombre del Señor era glorificado.

• Los dones de Condolencia del Corazón.


En esta clasificación se incluyen los dones de tener misericordia, de exhortación y de
dar porque, como se verá en seguida, hay una relación muy estrecha entre estos dones.
En Romanos 12:8 es donde se mencionan estos dones: “el que exhorta en la
exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside con solicitud; el que hace
misericordia, con alegría”

1. En primer lugar, tanto la palabra exhorta como exhortación vienen del griego
parakaleo, que significa, consolar, confortar, a llamar a alguien al lado de otro para
animarlo. El Espíritu Santo es llamado el Paracleto, es decir, consolador (Juan 14:16), al
igual que Jesucristo en 1 Juan 2:1, en donde la palabra se traduce abogado. En ambos
casos, la función de un “paracleto”, es alguien llamado al lado de otro para su bien, su
consuelo y ánimo, y no necesariamente para regañar como comúnmente se ha mal
interpretado el don de la exhortación. Hace unos años, un predicador amigo mío, muy
querido, tuvo un accidente al andar en su bicicleta. Al recobrar poco a poco, y
lentamente, el sentido, se le dictaminó que tenía afasia (una enfermedad de pérdida
del habla por daño cerebral). En los largos meses de recuperación, el hermano relata
que pasó por momentos de depresión profunda. En una ocasión, una enfermera de
raza negra y de grandes dimensiones, quien era a la vez creyente, no teniendo más
palabras que expresarle a ese predicador, simplemente se sentó a su lado, lo abrazó
como a un niño y dijo: “Pues ahora lo que vamos a hacer es llorar”; y lloraron juntos.
Ella, sin duda, tenía el don de la exhortación.

2. En segundo lugar, el don de misericordia es el don de mostrar compasión y


solidaridad en la aflicción. La palabra griega eleos (misericordia) es la raíz de la palabra
castellana limosna. Aunque la connotación que se le ha dado a tal palabra en la
actualidad es dar lo que le sobra a uno por lástima, en realidad en la Biblia tiene un
significado más sublime. El Salmo 103:13 dice: “Como el padre se compadece de los
hijos, se compadece Jehová de los que le temen”. Si hay quién se conduele con
108

compasión es nuestro Dios; Isaías 63:9 muestra este conmovedor aspecto de nuestro
gran Dios: “En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó;
en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la
antigüedad.” Si hay alguien que se duele con nosotros, ese es Dios. En la Iglesia,
algunos han sido dotados con este don en los momentos de angustia y dolor.
Ciertamente este don quizá no es tan codiciado como otros dones públicos, pero
ciertamente es muy necesario.

3. En tercer lugar, el don de dar. Pablo manda a los de dicho don: “el que reparte, con
liberalidad” (Romanos 12:8). El verbo de donde se traduce reparte (metadidomi)
simplemente significa repartir, compartir o impartir; Pablo dice que tal acción debe ir
caracterizada con liberalidad (baploteti), que sencillamente significa con sencillez,
pureza, sinceridad; es la misma palabra que en Santiago 1:5 se traduce como
“abundantemente”, cuando dice: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría,
pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Es un
gozo saber que no todos en la iglesia son parásitos que viven de los demás, sino que
Dios ha puesto a algunos para ser bendición a los demás, al compartir con ellos las
ricas y abundantes bendiciones que reciben de lo alto. La obra de Dios avanza, y
misioneros son enviados, gracias a hermanos dotados con este don. Yo doy gracias a
Dios por hermanos así en mi congregación; éstos verdaderamente han aprendido que
“más bienaventurado es dar que recibir” (Hch. 20:35).

• Los Dones de Administración Práctica.


Hay otros dones igualmente indispensables en la Iglesia. Son el de dirigir y el de
servir. Pablo se refiere al primero en Romanos 12:8 como “el que preside, con
solicitud” y en 1 Corintios 12:28 como “los que administran”. La idea es administrar,
gobernar, dirigir, administrar al pueblo de Dios en todas las circunstancias que
afrontan. Éste, por necesidad, es un don del pastor. En 1 Timoteo 5:17 dice que “los
ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los
que trabajan en predicar y enseñar” y lo menciona también entre los requisitos del
obispo o pastor en 1 Timoteo 3:4-5: “que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en
sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo
cuidará de la iglesia de Dios?)”. El don de servir es mencionado en Romanos 12:7
expresamente, y en 1 Corintios 12:28 se menciona a “los que ayudan”. La palabra en
Romanos es traducida del griego diakonian, de donde se traduce la palabra diácono en
el Nuevo Testamento, por lo que su función no es de regir o gobernar, esa es
prerrogativa del pastor; su función es servir, como claramente se ve que era el
propósito de los primeros diáconos en la Iglesia Primitiva (Hechos 6:1-11). Quizá las
iglesias modernas, aun las bautistas fundamentales, deberían re-evaluar la función de
los diáconos en sus iglesias.
109

Los Dones de Hacer Milagros


Los militantes activos del moderno Movimiento Carismático y del Neo-
Pentecostalismo defienden ardientemente la tesis de que esta época en que vivimos es
una de milagros realizados por individuos, usados como agentes de Dios para mostrar
su poder. Entre los dones del Espíritu que ellos sostienen como operantes en nuestros
días son el don de lenguas y el don de sanidad. Algunos de ellos han ido hasta el
extremo de decir que quiénes no tengan tales dones, no son verdaderos creyentes.
Aquí simplemente mencionaremos algunas enseñanzas generales bíblicas en relación
con los milagros, y específicamente con los dones de hablar en lenguas y sanidad. En
primer lugar hay que señalar que Dios es un Dios de milagros. Un milagro es la
intervención divina en el sistema de la naturaleza tal como la conocemos. Es una
suspensión temporal de las leyes que gobiernan este mundo tal como las observamos
normalmente con propósitos de revelación divina. Si entendemos que Dios estableció
tales leyes, y que por lo tanto, Él las puede suspender temporalmente para sus
propósitos, entendemos, entonces, que Él puede realizar milagros (Jer. 32:27).

Los liberales pasan por alto este hecho, y por lo tanto no reconocen el carácter
sobrenatural de la Biblia como revelación divina. Ahora bien, hay que distinguir entre
el poder de Dios para realizar milagros y la necesidad de un don para hacer milagros,
poseída por creyentes hoy en día. La cuestión no es si Dios puede hacer milagros, sino
si Dios necesita de agentes para realizarlos en la actualidad. Dios en otros tiempos ha
utilizado agentes para realizar milagros, sin duda alguna; y aunque Jesucristo es el
mismo ayer, hoy, y por los siglos, eso no quiere decir que Dios está obligado a hacer
los mismos milagros, de la misma manera, en todas las edades. La Biblia está llena de
relatos de milagros, pero en ellos podemos identificar los siguientes propósitos para
hacerlos:

1. Ningún milagro fue hecho por capricho de algún individuo, sino para demostración
del poder de Dios, para autenticación. En el caso de Cristo, para demostrar su
divinidad (Juan 20:30-31; Hechos 2:22); en el caso de los apóstoles, su apostolado
(Marcos 16:17, 18; 2 Corintios 12:12); y en el caso de los creyentes de la Iglesia
Primitiva, para autenticar su salvación (Hebreos 2:3-4).

2. También los milagros se hicieron para testimonio. En el Antiguo Testamento, para


testimonio a las naciones paganas de quién era el Dios de Israel (Éxodo 7:5; 1 Reyes
18:20-40); en el Nuevo Testamento para mover a los incrédulos a una fe salvadora en
Cristo Jesús (Hebreos 2:3-4).
110

3. En todos los casos, los milagros se hicieron para glorificar el nombre de Dios (Juan
9:1-3; 11:4), y no para vanagloria o exhibición personal, o para demostrar
espiritualidad.

4. Es interesante notar también que en cada período de la historia en que hubo una
operación abundante de milagros, éstos parecen haber introducido una nueva era de
revelación divina. Considere los milagros producidos por Moisés, Elías, y otros
profetas del Antiguo Testamento antes de sus correspondientes porciones bíblicas que
escribieron, y la era de Cristo y sus apóstoles en el Nuevo Testamento previo a la
escrituración de éste.

5. Cómo adquirir los dones del espíritu


a. El “Bautismo del Espíritu Santo”
Muchas ideas equivocadas circulan en derredor de esta doctrina, pero todo estudioso
de la Biblia sincero encontrará, sorprendentemente, que nunca en la Biblia se nos
manda buscarlo y anhelarlo, ni se menciona tal hecho en pasajes típicamente citados.
En ninguna parte de las epístolas apostólicas se menciona que recibir dicho bautismo
sea una evidencia de una experiencia aparte de la salvación, o que sea resultado de
una mayor espiritualidad. Solo por citar un ejemplo, en el Pentecostés, cuando vino el
cumplimiento del advenimiento del Espíritu Santo como cumplimiento de la profecía
de Joel 2, no era un grupo de creyentes que estuvo ayunando y orando por largo
tiempo para experimentarlo; era un grupo de judíos que venían a celebrar la fiesta
judía del Pentecostés que ni siquiera se habían convertido al cristianismo aún.

En realidad, el único pasaje que menciona el bautismo en el Nuevo Testamento es 1


Corintios 12:12. Dicho versículo dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos
bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos
dio a beber de un mismo Espíritu”. La palabra que ha causado tanta confusión sobre
esta doctrina es la palabra “por un Espíritu”. Tal palabra viene de la palabra griega en,
que quiere decir “en”, “entre”, “con”. Es la misma palabra que en Mateo 3:11 y sus
respectivos pasajes paralelos en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) se
traduce “en”, y no “por”, cuando habla del que vendría a bautizar a los creyentes en
Espíritu Santo y fuego.

Concluimos, pues, que el agente bautizador en el así llamado Bautismo del Espíritu
Santo, es Cristo; que el elemento en que es bautizado es el Espíritu Santo; que el
propósito es para unir al creyente al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (1 Corintios
12:13; Gálatas 3:27; Colosenses 2:12); y que ocurre al momento de la conversión
(Efesios 1:13; 1 Corintios 12:13).
111

b. El “Segundo Don”
Algunos enseñan que después del arrepentimiento y fe en Cristo, para ser salvo
(dirían algunos hermanos), o para tener la plenitud de la vida cristiana (dirían otros
hermanos), hay que pasar por una segunda experiencia, similar a la de la conversión,
recibiendo el “don” del Espíritu Santo, manifestado en hablar en lenguas (Glosolalia).
La verdad bíblica es que no se necesita una segunda experiencia, aparte de la
salvación, para recibir y ejercer el don dado por Dios a cada creyente. Veamos:

c. “Como Él Quiere”
Ya señalamos que en 1 Corintios 12:11 la Biblia dice que el repartimiento de los dones
es como “Él (el Espíritu Santo) quiere”. Pablo, casi en todas sus epístolas enfatiza el
hecho que su don de evangelista y apóstol, no lo recibió por voluntad humana, sino
que fue Dios quien lo tuvo por fiel para ponerlo en el ministerio (2 Tim 1:12). No hay
que buscar los dones. Mucho ayuno u oración no garantizan en sí mismos que Dios
concederá algún don. Eso no descarta que por la oración ferviente Dios pueda añadir
un don no concedido antes a algún creyente, pero yo soy de la opinión de que Dios no
concederá ningún otro don, si primero no se administran bien los que ya han sido
recibidos.

En particular el don de pastor, Pablo sugiere, que si alguien desea obispado, es bueno
su deseo, pero debe verificar si llena los requisitos (1 Timoteo 3:1-7). Dios llama al
ministerio, y capacita a aquellos que llama; de modo que si alguien no llena los
requisitos, lo más seguro es que ha mal interpretado su llamamiento.

d. El Camino más Excelente


Después de exponer los dones, y exponer acerca de los dones en el capítulo 12 de la
primera epístola a los corintios, en el siguiente capítulo, por dirección del Espíritu
Santo, Pablo corrige otro error en la iglesia de Corinto; a saber, de tener los dones en
una prioridad equivocada. Como en la actualidad hacen los que se desvían de la
enseñanza bíblica de los dones, los corintios estaban poniendo el énfasis de la vida
cristiana en el lugar equivocado. El amor, como uno de los aspectos del fruto del
Espíritu, tiene más importancia que los dones que los corintios consideraban más
sublimes o importantes. El don de profecía, o el de lenguas, o el de conocimiento (o
ciencia), sin amor, son inútiles (1 Corintios 13:1-3). Todos estos dones se acabarían,
pero el amor nunca dejaría de ser (v. 8). El camino del fruto, en vez de los dones, es el
camino más excelente.

6. Cómo poner en práctica los dones


Dios ha escogido depositar en vasos de barro sus dones (2 Cor 4:7), para que sea Él
quien reciba la gloria, pero esos mismos vasos pueden ser vasos para honra o para
112

deshonra (Romanos 9:21). Es la responsabilidad de cada creyente mantenerse limpio


del mundo para poder ser un vaso de honra para su Señor (Tito 2:12; 1 Juan 2:15-17).
El cristiano tiene la responsabilidad de mantenerse limpio para llevar más fruto (Juan
15:2). Una de las tragedias más grandes es ver a cristianos dotados con dones del
Espíritu, usándolos para el mundo, o simplemente no usándolos.

Ya indicamos que ningún receptor de algún don del Espíritu tiene razón en
vanagloriarse, pues es Dios quien reparte los dones a quienes Él quiere, y como Él
quiere. Aún más, por si eso no fuera razón suficiente para evitar toda vanagloria de
parte del creyente en el ejercicio de su don, Pablo les recuerda a los corintios “que lo
más necio del mundo, y lo que no es, y lo débil, y lo menospreciado escogió Dios para
hacer su obra, “para que nadie se jacte en su presencia” (1Corintos 1:26-29).

Somos nosotros los que equivocadamente creemos que algún inconverso que tiene un
talento, sería un gran instrumento para la gloria de Dios si se convirtiera al evangelio.
La experiencia y las Escrituras nos explican que ese no es el caso, sino que Dios se vale
más bien de aquel que está dispuesto a ser usado por Él. Moisés puso todas las excusas
que pudo para huír al llamado de Dios, pero Dios le hizo ver que cualquier obstáculo,
para Dios no es obstáculo, si nos dejamos usar por Él. Cierto es que no todos somos
llamados a predicar, pero todos somos llamados a servir; cada uno en su capacidad y
con el don que Dios le dio. Quiera Dios que todo creyente sea encontrado haciendo la
voluntad de su Señor hasta que Él venga.

Conclusión
En este capítulo nos hemos ocupado de los dones del Espíritu. Al reflexionar en lo que
hemos hallado en la Escritura sobre el tema hemos de sacar en conclusión que
necesitamos tanto los dones como el fruto del Espíritu. Decir que necesitamos el fruto
con preferencia a los dones, como a veces se hace, significaría reducir el valor de los
dones del Espíritu. Necesitamos los unos y el otro. Además, no todos los creyentes
deben buscar todos los dones del Espíritu que siguen siendo distribuidos al pueblo de
Dios, puesto que tales dones se distribuyen por el Espíritu, "repartiendo a cada uno en
particular como El quiere". Dios no ha prometido en ningún sitio que todos y cada uno
de los creyentes recibirían todos los dones. Esto significa, entre otras cosas, que no
debemos envidiar los dones de nuestro hermano, ni pensar que somos inferiores al
hermano que tiene más dones que nosotros, sino que debemos esforzarnos en servir al
Señor de todo corazón con los dones que nos haya dado.

Y como ya hemos dicho, nunca debemos buscar los dones del Espíritu en detrimento
del fruto del Espíritu. Pablo deja bien sentado que el ejercicio de los dones espirituales
fuera del ambiente del amor es contrario al propósito para el cual el Espíritu los
113

reparte (1 Corintios 13:1-3). El magisterio es un don valiosísimo, pero aquellos cuya


enseñanza tiene sus raíces en la vanidad de su conocimiento y causa disensiones y
murmuraciones los condena la Escritura en términos que no dejan lugar a dudas (1.a
Timoteo 6:3-5).

El don de gobernar o dirigir debe inspirar en el hermano que lo posea un sentido de


agradecimiento, contrario a Diótrefes, que abusando de "tener el primer lugar entre
ellos", parlotea con palabra malignas, y es duramente reprendido por el apóstol Juan
(3 Juan 9-10). La advertencia de estos escritores del Nuevo Testamento sigue siendo
válida para nosotros: todo aquel que se preocupa más de exhibir los dones que el
Espíritu le ha dado que de mostrar en su vida el fruto del Espíritu, como el que se goza
desmesuradamente en la posesión de ciertos dones y no demuestra fructificar con el
fruto del Espíritu, se encuentra en desacuerdo con la voluntad de Dios. Por el
contrario, el ejercicio de los dones del Espíritu, revelando al mismo tiempo su fruto,
traerá consigo grandes bendiciones. La más segura prueba de estar lleno del Espíritu
Santo es la manifestación en nuestra vida de los dones y del fruto del Espíritu, lo que
significa utilizar los dones, no para nuestros propios fines egocéntricos, sino para
edificación de los demás, mientras nosotros mismos crecemos en la abundancia de
fruto espiritual. No descuidemos los dones espirituales; pero, sobre todo, busquemos
el fruto del Espíritu. Pues donde existe una entrega total al Espíritu, su fruto será
abundante.

EL BAUTISMO Y LA LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO

EL BAUTISMO LA LLENURA
Definición: El Bautismo en el Espíritu es Definición: La Llenura del Espíritu es esa
aquella obra de Dios mediante la cual el obra de Dios mediante la cual Él llena y
creyente es sumergido en Jesucristo y en controla y capacita al creyente que es
Su cuerpo que es la iglesia. (1 Corintios sumiso y dependiente y está listo para el
12:13 y Gálatas 3:27) uso del Maestro (Efesios 5:18).
El BAUTISMO es presentado como un La LLENURA es presentada como un
hecho que debe ser creído (1 Corintios mandamiento que debe ser obedecido
12:13; Gálatas 3:27). (Efesios 5:18)
Cada creyente ha tenido este bautismo No todo creyente está lleno del Espíritu
(1 Corintios 12:13-“TODOS” y ver Gálatas (aunque debería estarlo y esa es la
3:26-27). voluntad de Dios para él-ver Efesios 5:17)
Nunca se le manda al creyente que sea Al creyente se le manda estar lleno del
bautizado en el Espíritu y tampoco se le Espíritu (Efesios 5.18 y comparar Gálatas
114

manda buscar este bautismo 5:16).


SE USA EL TIEMPO PRETÉRITO: SE USA EL TIEMPO PRESENTE:
“Porque por (en) un solo Espíritu fuimos “Sed llenos (presente, pasivo, imperativo)
(pretérito pasivo) todos bautizados en un del Espíritu” (Efesios 5:18)
cuerpo” (1 Corintios 12:13) ¡DEBE SER UNA REALIDAD PRESENTE!
HA SIDO HECHO
Es una obra que Dios ha hecho una vez Necesita ser repetido. El creyente que no
para siempre y que nunca se repite está lleno, necesita ser llenado.
Se relaciona con el estado y la posición Se relaciona con el andar del creyente y su
del creyente en Cristo comunión con el Señor
El RESULTADO: EL RESULTADO:
El creyente es colocado en Jesucristo y en El creyente es controlado y capacitado por
Su cuerpo en el momento en que confía Dios para dar testimonio (ser testigo de
en Cristo como su Salvador (1Corintios Cristo y manifestar Su vida) y para servir
12.13). Como resultado, el creyente está (Hechos 1:8)
“en Cristo” (2 Corintios 5:17)
La Condición: La Condición:
Para ser bautizado en el Espíritu la Para ser lleno del Espíritu el creyente tiene
persona inconversa tiene que creer en el que confesar todo pecado conocido (1
Señor Jesucristo (Hechos 16:31 y ver Juan 1:9), depender totalmente de Dios y
Gálatas 3:26-27) no de la carne (Gálatas 5:16) y rendirse
totalmente al control de Dios (1
Tesalonicenses 5:19)
El Bautismo involucra POSICIÓN. La La Llenura involucra PODER: “Pero
persona bautizada tiene una posición recibiréis poder, cuando haya venido
enteramente nueva. Está “EN CRISTO” sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos
(2 Corintios 12:13 y Romanos 8:1) 1:8 y ver Hechos 4:31,33).
El bautismo del Espíritu es algo que tiene La llenura del Espíritu es algo que todo y
todo y cada creyente cada creyente necesita, y que puede o no
tener
El bautismo del Espíritu se relaciona con La llenura del Espíritu se relaciona con el
la salvación de la persona. Es una de las andar de una persona y con su comunión
muchas bendiciones de la salvación que con el Señor. El creyente “espiritual” es el
se encuentra en Cristo (Efesios 1:3 y creyente que está consistentemente lleno
comparar Efesios 4:5). del Espíritu (Gálatas 5:22-23; 6:1)
Un creyente nunca podrá ser “des- Un creyente puede ser “des-llenado” por
bautizado.” Dios nunca quitará a un causa del pecado en su vida, por no
creyente del cuerpo de Cristo (comparar querer someterse al control de Dios o por
Efesios 5:25-32). El creyente tiene una confiar en sí mismo, en vez de poner toda
115

posición segura “en Cristo.” su confianza en Cristo.

Históricamente, el BAUTISMO del Espíritu sucedió como sigue:

Hechos 2—Los Judíos llegaron a ser miembros del cuerpo de Cristo.


Hechos 8- Los Samaritanos llegaron a ser miembros del cuerpo de Cristo
Hechos 10- Los Gentiles llegaron a ser miembros del cuerpo de Cristo.
Hoy en día, todo creyente llega a ser miembro del cuerpo de Cristo en el momento en
que ejerce la fe salvadora (1 Corintios 12:13).

El BAUTISMO y la LLENURA pueden suceder simultáneamente. Por ejemplo, en


Hechos capítulo 2 los creyentes fueron BAUTIZADOS (Hechos 1:5 y ver Hechos 11:15-
17) y fueron llenos (Hechos 2:4).

REFLEXIONES

1. ¿Cuáles cualidades componen el fruto del Espíritu Santo?

13. SEÑALES DE PENTECOSTÉS


(Carlos Mena)

El interrogativo que queremos hacer ahora es: ¿son las señales del día de Pentecostés
parte de la sustancia del derramamiento del Espíritu Santo? Podríamos acercarnos a
esta pregunta de varias formas, por ejemplo, por el testimonio en el resto del libro de
Hechos, o relacionando las historias de Hechos con las epístolas de Pablo y el resto del
Nuevo Testamento. Aquí quiero seguir el argumento que venimos desarrollando
desde el Antiguo Testamento. Vamos a considerar los siguientes puntos:

(1) Dios había prometido un derramamiento de su Espíritu Santo sobre su pueblo en


general. Y prometió señales para comprobar ese hecho (Joel 2:28-32).

(2) El Espíritu prometido era aquél que había soplado sobre el hombre creándolo a la
imagen de Dios. Este Espíritu cubriría todo el pueblo, con un corazón dispuesto a la
obediencia. Las promesas del Antiguo Testamento enfatizan un corazón cambiado y
una disposición de obediencia (Jer. 31:31-33; Ezeq. 36:25-27).
116

(3) Las manifestaciones principales que Dios emplea en el Antiguo Testamento para
representar la presencia de su Espíritu son:

(a) Viento (ruach); Dios sopla sobre Adán (Gen. 2:7), su «ruach» le da vida al
mundo (Salmo 104:10,11).

(b) Fuego - la nube de gloria era una nube de fuego y de gloria. Claramente
estas manifestaciones representan el Espíritu de Dios. Dios había llamado a
Moisés desde la zarza ardiente. Luego entregó el pacto en medio de fuego y
humo en Sinaí. Y cuando los setenta ancianos reciben una porción del Espíritu
que había en Moisés, Dios baja en la nube y reparte el Espíritu.

(c) Profecía - los profetas, u «hombres del Espíritu» (Oseas 9:7) demostraban la
presencia del Espíritu a través de anunciar la voluntad de Dios por inspiración
divina.

¿Qué pasa el día de Pentecostés? Bueno, hay una manifestación «típica» del Espíritu
de Dios. Dios en ocasiones anteriores se había manifestado por medio de un viento
recio, por señales de fuego, y con profecía. Lo grande esta vez era que el Espíritu
reposaba sobre todos los presentes, y en esto consiste el «cumplimiento» de la
promesa. Pero este cumplimiento no implica que las manifestaciones eran ni nuevas ni
permanentes. Al contrario, sirven de señal de que las promesas de Dios se habían
cumplido. Y como señales, son secundarias y son temporales. No forman la esencia del
derramamiento del Espíritu Santo.

En el Antiguo Testamento Dios preparó el camino para poder entender la sustancia de


lo que iba a hacer en el día de Pentecostés. Por eso, se revela como «viento» y como
«fuego». Pero estas señales son periféricas. La iglesia no necesita estas señales tal como
Adán no las necesitaba para obedecer a Dios antes de su caída. Eran «señales» no son
la sustancia. Pedro enfatiza esto en su sermón el día de Pentecostés. Primero, Pedro les
recuerda a sus oyentes de las señales que hizo Cristo estando vivo (Hechos 2:22), y
luego, dice que habiendo sido exaltado, ganó el derecho al Espíritu Santo, al cual ha
derramado con estas últimas señales (Hechos 2:32,33).

¿Qué de las lenguas?


En realidad las lenguas en sí parecen no formar parte de las señales de Pentecostés. La
presencia de profecía sí manifestaba un cumplimiento de las esperanzas del poder y
llenura del Espíritu Santo. Pero ninguna profecía del Antiguo Testamento menciona
«hablar en otras lenguas» como señal del Espíritu Santo. Creo que podemos entender
el hablar en lenguas (idiomas - Hechos 2:8) bajo el rubro en el cual lo trata Pablo en 1
117

Corintios 12. Era un don que Dios dio, repartido «como el quería» (1Cor. 12:11), y no
necesariamente para cada creyente («¿hablan todos en lenguas?»- una pregunta
retórica con respuesta: «¡no!» (1Cor 12:30). Las señales verdaderas el día de
Pentecostés fueron el viento, el fuego, y la proclamación del evangelio (profecía).

Estas fueron las señales para los creyentes. El don de predicar el evangelio en otros
idiomas por supuesto llamó más la atención de los no-creyentes, porque fue la Palabra
de Dios proclamada en su idioma natal, convenciéndoles de su pecado. Si queremos
hablar de las lenguas como señal, era señal para los no-creyentes, lo cual concuerda
con lo que Pablo dice en 1 Corintios 14:22.

Esto ilustra el error de los grupos que desean destacar las lenguas como señal para los
creyentes del bautismo con el Espíritu Santo. Si hubiera señal para los creyentes,
deberían ser viento y fuego. Las lenguas eran señal para los incrédulos. Pero como
dijimos arriba, las señales no forman parte de la sustancia. Si queremos buscar
«pruebas» del Espíritu Santo en nuestra vida, Gálatas 5:22,23 es claro: «Amor, paz,
paciencia, etc». La prueba de la presencia del Espíritu Santo en la vida de un cristiano
es la transformación a la imagen de Cristo, quien es la imagen perfecta de Dios. La
«unción» del Espíritu es la «unción de la obediencia». Esto es lo que se destaca en el
libro de los Hechos. El derramamiento del Espíritu Santo produjo, no una sed de más
señales, sino un deseo fervoroso de obedecer a Dios.

Desear la señal de algo y no su esencia es como desear un anillo de bodas y no una


esposa, o querer sólo saborear los olores de una comida rica y no comerla. Dios dio
señales contundentes el día de Pentecostés de que había cumplido sus promesas. Pero
el deseo de la iglesia no debe ser por las señales, sino la sustancia del Espíritu de Dios
que es la imagen de Dios renovada en nuestro corazón y nuestra vida.

Conclusiones
Existe una armonía perfecta entre las varias porciones de las Escrituras, y he tratado
de señalar cómo los primeros capítulos de Génesis arrojan luz sobre el evento de
Pentecostés. Con este artículo he tratado de despertar interés en el estudio amplio del
testimonio Bíblico, dando importancia al desarrollo de la revelación de Dios. También
he tratado de señalar que Dios se sirve de «imágenes» o «modelos» para representar
verdades espirituales. Encontramos en el Antiguo Testamento una riqueza de formas
por medio de las cuales el Espíritu Santo se revela. Para nuestra comprensión del día
de Pentecostés, es necesario tomar en cuenta estas preparaciones de Dios.

La Palabra de Dios contiene una riqueza de enseñanzas sobre la persona y obra del
Espíritu Santo. Nuestra teología debe apoyarse en todas las facetas de estas
118

enseñanzas, reconociendo tanto el desarrollo de la revelación como la interrelación de


sus partes.

Lejos de producir una fe meramente «intelectualista» o «doctrinal», el aprecio de toda


la gama bíblica sobre el Espíritu Santo nos llevará a una comprensión y compromiso
mayor con nuestro Redentor. Nuestra obediencia buscará formas más fieles y
profundas de cómo manifestar nuestra transformación a la imagen de Dios, y
podremos enfocarnos en la esencia de la plenitud del Espíritu de Dios - el amor, la paz
y la obediencia - en lugar de derramar energías buscando elementos extraños al
evangelio.

¡Dios nos llene a nosotros y a nuestras iglesias de este Espíritu Creador y Redentor!

REFLEXIONES

1. ¿Cuál es la prueba de la presencia del Espíritu Santo en la vida de un cristiano?

2. ¿Cuál debe ser el deseo de la iglesia por el Espíritu Santo?

3. ¿En qué debe apoyarse nuestra teología peumática?

4. ¿En qué dirección debe ir nuestra búsqueda de la obediencia?

14. GUERRA ESPIRITUAL


Por Guillermo Green

Se cuenta que un pastor subió a una montaña para hacer lucha espiritual con los
demonios que dominaban sobre su ciudad. Un tiempo después se le acercó al pastor
una hermana de la iglesia, muy preocupada, y le dijo: ”Necesito que vaya pronto a mi
casa para hacer un exorcismo, Cuando usted expulsó los demonios de las alturas,
119

vinieron todos a alojarse en mi casa, porque vivo en el lugar más bajo”. Sea chiste o
sea verdad, este relato ilustra hasta dónde hemos llegado con la contemporánea fe
evangélica cuyo estado de bancarrota la está llevando más y más lejos de la fe
histórica, y más y más cerca al animismo y la brujería. Se ha oído de pastores
derramando aceite sobre ciudades en avioneta. Otro pastor de mi país subió a los
Himalayas, en el Tibet, para reprender al demonio del lugar más alto del mundo, así
“liberando” a todos los países de su poder para la extensión del evangelio. En otra
ocasión, me dijo una persona que nuestra región de Goicoechea tiene tantos
alcohólicos porque un cura había sido alcohólico, y su espíritu de alcoholismo hasta
ese día oprimía a las personas que viven bajo su dominio. Es curioso que nunca he
sentido yo este impulso...

Toda esta ola tiene repercusiones negativas en dos sentidos:


1) Lo que ignora del testimonio bíblico
2) Lo que añade al testimonio bíblico.
Realmente es una traición al testimonio de la persona y obra de Jesucristo. Por tanto,
un grupo de personas que busca su ‘salvación’ o su ‘liberación’ en estas cosas, busca
equivocadamente, como los discípulos cuando buscaban al Jesús resucitado en la
tumba. El único problema es que Dios ya no va a enviar ángeles para decirles «no está
aquí», ya que tenemos el testimonio amplio y completo de las escrituras.

La ‘guerra espiritual’ de hoy ignora la obra eficaz de Jesucristo.


Desde los comienzos del relato del evangelio, queda establecido que el Rey Jesús ha
venido, y estableció su reinado en la tierra. Leemos en Marcos 1:14-15: “Después que
Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,
diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y
creed en el evangelio”. Debemos notar que el verbo traducido «se ha acercado» para
describir el reino de Dios, se encuentra en el tiempo perfecto, lo cual da a entender que
lo señalado ha acontecido. En este caso, es el reino de Dios que se ha presentado, se ha
hecho presente. Note que no se debe traducir «se está acercando», como si fuera algo
en proceso. Jesús dice que el reino de Dios ya se ha hecho presente. Esta declaración
del reino de Dios debe verse a la luz de las profecías del Antiguo Testamento, en las
cuales Dios promete ‘venir’ para establecer su reino. Por ejemplo, profetizando de la
venida del Mesías, Daniel dice: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará
un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo;
desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre
(Daniel 2:44).

Muchos textos hablan de la venida de Dios a su pueblo, trayendo los frutos de su


reino: salvación y juicio. Por ejemplo: “Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no
120

temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá,
y os salvará” (Isaías 35:4) y Habacuc, hablando del futuro profetiza: “Oh Jehová, he
oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio
de los tiempos hazla conocer. En la ira acuérdate de la misericordia. Dios vendrá de
Temán y el Santo desde el monte de Parán. Su gloria cubrió los cielos, y la tierra se
llenó de su alabanza y el resplandor fue como la luz; rayos brillantes salían de su
mano, y allí estaba escondido su poder. Delante de su rostro iba mortandad y a sus
pies salían carbones encendidos. Se levantó y midió la tierra; miró e hizo temblar las
gentes; los montes antiguos fueron desmenuzados, los collados antiguos se
humillaron. Sus caminos son eternos (Habacuc 3:1-6).

Es a la luz de textos como estos que debemos entender el llamado radical de Jesús de
que todos «se arrepientan y crean el evangelio». En un sentido, los postreros días
habían llegado con la persona y el ministerio de Jesucristo. En su sermón en la
sinagoga de Nazaret, cuando Jesús aplicó la profecía de Isaías a sí mismo (Lucas 5:16-
30), los judíos al principio se maravillaron, pero luego se llenaron de ira y trataron de
matarlo. Ellos se daban cuenta que sólo podía haber dos posibilidades: Jesús era Dios
encarnado o era un loco. Optaron por creer lo último. Durante todo su ministerio,
Jesús daba testimonio de que su ministerio era definitivo, era el cumplimiento del plan
de Dios. Las parábolas sobre el reino de Dios dan testimonio de que en la persona de
Cristo las realidades del reino se hicieron presentes. Lamentablemente, fueron los
demonios que entendieron mejor el significado cósmico de la venida de Cristo. Ante
Jesús, como ante ningún otro, los demonios clamaban por misericordia, sabiendo que
el tiempo era corto (Marcos 5:7; Lucas 4:35). Los autores de los cuatro evangelios
enfatizan una y otra vez que Jesús ”cumplía” lo escrito en el Antiguo Testamento. Su
obra y su persona era el cumplimiento de lo profetizado. El reino de Dios había
llegado en Jesús. Dios mismo había venido para pastorear su rebaño. Y cuando Jesús,
colgando en la cruz, clamó finalmente “Consumado es”, realmente, todo estaba
consumado.

Sin embargo, es posible confundirnos con el reloj divino, y Jesús mismo introduce una
faceta nueva que el Antiguo Testamento no podía especificar. Mientras Jesús da
testimonio claro de lo definitivo de su obra, a la vez introduce un ‘alargamiento’ de su
finalización. Muchas parábolas hablan del reino también como algo futuro -‘cuando el
Hijo del hombre venga en su reino... Algunos teólogos llaman esta dinámica el “ya y
todavía no”. Quieren decir que el reino de Dios fue establecido “ya”, pero “todavía no
está consumado en su forma final”. Es esta distinción sutil pero muy importante, la
que debe informar nuestro trabajo cristiano. Si olvidamos cualquiera de las dos
facetas, caemos en errores graves. Si por ejemplo, me olvido del ‘todavía no’, podría
llegar a creer que todas las bendiciones de Dios son para mí en este momento, como lo
121

hace la mal llamada “teología de la prosperidad”. Pero la Biblia enseña claramente que
muchas de las bendiciones de Dios serán reservadas en su forma final para el reino
consumado, es decir, la nueva tierra y los nuevos cielos: “toda la creación gime a una,
y a una está con dolores de parto hasta ahora... esperando la adopción, la redención de
nuestro cuerpo” (Romanos 8:22-23). La santidad completa, la sanidad completa (mi
cuerpo glorificado), el conocimiento pleno de Dios (le veremos cara a cara), la plena
llenura del Espíritu Santo, todas estas bendiciones vendrán en la nueva tierra, y creer
que aquí se darán ha conducido a la Iglesia a muchos errores - algunos absurdos y
otros peligrosos.

Pero si nos olvidamos del ‘ya’, también podemos caer en la trampa de un escapismo,
olvidando que Dios ha establecido su reino en la tierra, y este reino abarca toda faceta
del hombre. El reino de Dios no es de este mundo, pero se ha establecido en este
mundo por medio de la obra y presencia de Cristo, por su Espíritu y en la presencia de
su Iglesia. Los miembros de este reino, los cristianos, deben ser diligentes en ejercer los
deberes de este reino en sus familias, su trabajo, sus iglesias, sus países, sus escuelas,
etc., “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo” (Romanos 14:17). Somos miembros del reino divino mientras tanto
caminamos en este mundo: “os encargábamos que andéis como es digno de Dios, que
os llamó a su reino y gloria” (1 Tes. 2:12).

Es en este sentido que se ha mezclado la brujería con el sensacionalismo en estos días,


olvidando el ‘ya’ de la obra de Jesucristo. Muchos, hacen grandes aclamaciones,
amenazas al demonio, y maldiciones más elocuente, con escándalos de cultos
realizados con el propósito de deshacer la obra del demonio, pero al fin, todo esto es
una pérdida de tiempo. Si las tele novelas enferman a las personas, ¿cuánto más las
enferman horas y horas invocando el nombre de un enemigo derrotado? Tenemos
espacio para ver sólo un texto para mostrar lo inútil de todos aquellos esfuerzos por
enviar al abismo al demonio.

Es interesante cuántas personas interpretan mal el pasaje en Mateo 12:22ss. En este


pasaje, Jesús echa fuera un demonio, pero los fariseos lo acusan de echarlo por el
mismo poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios, en otras palabras, acusan a
Jesús de ser parte de las legiones demoniacas. Parte de la respuesta de Jesús consiste
en una pregunta retórica (vs. 29), en la que les dice: “¿Cómo puede alguno entrar en la
casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá
saquear su casa”. El contexto nos muestra claramente que el hombre fuerte es Satanás.
Y él que ha entrado en su casa, es decir, al mundo, y lo ha atado es Jesús mismo, con el
propósito de saquear su casa. La liberación de los demonios que hacía Jesús mostraba
de manera dramática toda su labor, la de liberar a las personas del poder de Satanás.
122

Pero había una condición para poder hacer esto, el hombre fuerte tenía que ser atado.
Jesús deja testimonio claro que él estaba dejando a Satanás atado, para que las
personas pudieran ser libradas (ver Lucas 10:18; Juan 12:31).

Hoy una teología falsa atrapa la Iglesia. Si bien el demonio anda como ‘león rugiente,
buscando a quien devorar’, debemos aceptar que es un león atado, y no podrá devorar
a todos que quisiera. Jesús ha dejado atado al hombre fuerte para que el evangelio
haga su labor en este mundo, salvando a todo el pueblo escogido de Dios.

Toda la autoridad ha sido dada a Cristo, y la forma de discipular a las naciones es


llevando la Palabra de Cristo: ”enseñándoles a que guarden todas las cosas que yo os
he enseñado”. Es de suma importancia notar que en todas las epístolas del Nuevo
Testamento no encontramos el énfasis sobre los exorcismos que muchos practican hoy.
Lo que sí encontramos, es el mandato de predicar la Palabra a tiempo y fuera de
tiempo. El énfasis está en el poder de Cristo, comunicado por medio de su Palabra, la
espada del Espíritu.

Para aquellos que se tornan afónicos por pasar horas y horas reprendiendo espíritus
inmundos, les tenemos buenas noticias. Jesús ya puso el demonio en su lugar. Nuestro
deber es anunciar este Rey y Salvador por medio de la poderosa predicación de su
Palabra. Muchos tendrán comezón de oír, queriendo escuchar alguna novedad. Pero
ya hemos sido advertidos sobre eso. Nuestro deber es seguir predicando a Cristo, a
tiempo y fuera de tiempo, porque la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios.
No debemos ignorar lo que hizo Jesucristo en su ministerio aquí en la tierra. La
“guerra espiritual” Jesús ya la libró, y la ganó, “despojando a los principados y las
potestades...triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:15). Jesús nos ha salvado
del poder demoníaco “y nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”
(Efesios 2:6). ¡Ay de aquellos que esclavizan a las personas de nuevo al temor del
diablo, habiendo Jesús librado a su pueblo de una vez por todas!

La “guerra espiritual” añade al testimonio bíblico


La falsa teología de la “guerra espiritual” no sólo ignora lo que la Biblia enseña, sino
añade lo que no enseña. Por ejemplo, las enseñanzas de “sanidad interior” muchas
veces enfatizan la necesidad de romper con maldiciones pasadas, romper asideros
demoníacos en su vida.

Mezclando un poco de Freud, Carl Jung y la Biblia, nos ofrecen fórmulas que si uno ya
no era psicótico cuando comenzó, seguramente lo será cuando termina. Estos
mercaderes de la religión, ofrecen sus miles de libros, seminarios y conferencias sobre
el tema de cómo tener la paz interna, cómo gozar de una vida plena. Y las recetas
123

distan claramente de la sencilla palabra de Dios. La prueba de que las personas no


logran lo que buscan está en que siguen siempre buscando ‘otra receta’ para la sanidad
interior.

Si realmente obtuvieran la sanidad interior por medio de las técnicas ofrecidas, no


habría necesidad de seguir buscando. Jesús dijo, que él que creía en él, “de su interior
correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38). ¿Será posible que los auto-proclamados
‘sanadores’ de hoy hayan obviado lo más fundamental? Jesús mismo dice que por
medio de la fe en él, habrá abundancia interior de la bendición de Dios - ¡Sola fide!

Ahora, muchos dirían: “Claro que sí, es por la fe. Pero hay que apropiarse de estas
bendiciones por medio de ejercitar la fe en ciertas maneras, por ejemplo, el renunciar a
maldiciones pasadas, romper con ataduras familiares del pasado, etc”. Con las
“técnicas” de la llamada sanidad interior, podemos ver la triste realidad que estas
personas no comprenden la salvación en Cristo. En primer lugar, como la iglesia ha
dejado de predicar el arrepentimiento como parte de la fe verdadera, ahora se
encuentra con personas que “creyeron” en Cristo pero nunca se arrepintieron de
muchas actitudes o conductas de su pasado. Esto crea una confusión terrible en la vida
de la persona. Pero en lugar de corregir su mala teología, la empeoran añadiendo otra
cosa no-bíblica, la “sanidad interior”, para intentar corregir el problema causado por
su deficiente teología.

En segundo lugar, al no predicar la “justificación por la fe” de manera bíblica,


congregaciones enteras nunca llegan a poder apreciar lo que Jesucristo ha realizado
por nosotros, reconciliándonos perfectamente con Dios, imputando su perfecta justicia
a nuestra cuenta, y así abriendo de nuevo plena comunión entre nosotros y el Padre.

Tal vez, la enseñanza más “pastoral” de toda la Biblia es la “justificación por la fe”.
Cuando Cristo quita el verdadero obstáculo entre nosotros y Dios, nuestra culpa y
pecado, de ahí en adelante nada nos podrá separar del amor de Dios que está en Cristo
Jesús, Señor nuestro (Romanos 8:39). Malas son aquellas personas que se aprovechan
de nuestras debilidades y temores para vender su mercadería falsa, añadiendo cosas
que Dios nunca mandó. Dios nos recibe plenamente como hijos adoptados, en Cristo
por la fe, y no tenemos que buscar técnicas secretas para obtener sus favores. Jesús
hizo hincapié en esta verdad: “Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará
una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un
huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo pidan? (Lucas 11:10-13).
124

Todo el énfasis de Jesús radica en lo fácil que es obtener la bendición de Dios. Con sólo
pedir, Dios está dispuesto a darnos lo mejor, su propio Espíritu Santo. Atentan contra
las escrituras aquellas personas que convierten la súplica sencilla de fe en arduos
ejercicios de renunciar, reprender, y romper. Es de suma importancia notar que el
mismo contexto es la expulsión de un demonio.

Jesús termina diciendo: “Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios,
ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lucas 11:20). Jesús estableció su
reino de poder en las vidas de los creyentes. Jesús rompió para siempre el poder del
diablo sobre los hombres que creen en él. Jesús ganó el privilegio del Espíritu Santo
para aquellos que tan sólo lo piden. Cualquier otro evangelio, no sólo es incapaz de
librar verdaderamente, sino viola el principio sagrado de ‘no añadir’ a la Palabra de
Dios.

Presencié el ‘exorcismo’ de una muchacha. Después de 50 minutos de interrogación


sobre el nombre del demonio, después de reprensiones y ataduras, por fin se rindió el
demonio, más o menos. En nada parecía esta ‘expulsión’ a lo que hacía Jesús y los
apóstoles. Al preguntar la muchacha si había sido ‘liberada’ antes, dijo que sí, ¡seis
veces!

La Iglesia de Cristo hoy se encuentra en una encrucijada. ¿Volverá al evangelio, las


‘buenas nuevas’ de salvación en Cristo, la fe histórica confesada por la Iglesia durante
miles de años, o inventará otro mensaje, otra religión, otro evangelio, todos ellos
falsos? Es por algo que Pablo pide, de rodillas, que los Efesios fueran arraigados y
cimentados en amor, y que pudieran comprender la anchura, la longitud, la
profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo que excede todo conocimiento,
para que fueran llenos de la plenitud de Dios (Efesios 3:17-19). El evangelio verdadero
nos pone sobre un fundamento real, y nos hace seguros en Cristo. Los falsos
evangelios colocan a las personas sobre arena movediza, añadiendo y quitando de la
Biblia, en última instancia dejándolas “sin Dios y sin esperanza en este mundo”.

Dios nos ha dado una salvación hermosa, completa, y eterna por la fe en Cristo Jesús.
La guerra espiritual la ganó Jesucristo, ¡una vez por todas!
125

15. DEFINICIONES Y DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS DE LA


PNEUMATOLOGÍA REFORMADA
Carlos A. Mena C.

Introducción
Primeramente, vamos a definir conceptos para tener una mayor claridad de lo que
quiero decir con el Espíritu Santo en la perspectiva reformada, que de ahora en
adelante llamaré “Pneumatología Reformada”.

Acostumbramos a utilizar el concepto “reformado”, pero realmente ¿qué quiere decir


reformado en el contexto de la pneumatología? Por lo visto, no hay unanimidad en los
que decimos ser herederos de la reforma protestante sobre este punto.

En la historia, encontramos que este término fue utilizado indistintamente para


referirse a los protestantes, llámese luteranos, calvinistas, zwinglianos. Con la
controversia que surgió en torno a la Santa Cena, entre los romanos y luteranos, el
concepto reformado pasó a ser utilizado en aquellos que seguían las ideas de Zwinglio
y Calvino. Al decaer, en el escenario protestante, la importancia del planteamiento de
Zwinglio, comenzaron a designar a los seguidores de Calvino, como reformados.

Es así, entonces, que no es un error afirmar que la pneumatología reformada tiene


fundamento en la “teología calvinista”, cosa que es fundamental para todos los que se
aprecian ser reformados.

Creo que de forma equivoca, muchas iglesias hoy día utilizan el término “reformado”,
pero sin tener en consideración lo que la historia nos dice, pero más aún, apartándose
de la teología calvinistas, y por ende de su pneumatología. Hay quienes piensan que
ser reformado tiene que ver con pertenecer a una iglesia histórica descendiente de la
Reforma Protestante, o que mantiene un espíritu reformista como los reformadores.
Pero esto no hace justicia al sentido del concepto “reformado.” Una correcta aplicación
es declarar que ser reformado tiene directa relación con el pensamiento, doctrina y
visión de los reformadores, pero particularmente vinculado al pensamiento calvinista.

Para ser más específico, cuando utilizo el concepto “Reformado”, lo aplico en el


ámbito “ortodoxo”. Esto quiere decir que cuando hablamos de una “Fe Reformada
ortodoxa”, nos estamos ubicando en aquella área teológica heredada de las escuelas de
Louis Berkhof, Charles Hoge, William Cunningham, B.B. Warfield, A. Kuyper, H.
Bavinck, y otros de esta línea. Especifico esto, dado que el concepto reformado, hoy
día, es muy amplio y merece por cierto, resguardar su origen y aplicación.
126

Para entender mejor nuestra posición, tenemos que identificar tres ramas de la
tradición teológica reformada. Estas son: La Clásica, la Ortodoxa, y la Moderna.

Se puede identificar los años 1500 hasta 1646 DC, como la época “Clásica”.
Encontramos aquí a los teólogos que son la fuente de la tradición reformada: Zwinglio,
Calvino, Knox, Bullinger, y otros. En esta época se desarrollan las confesiones y los
catecismos reformados: Catecismo de Ginebra, la Confesión Escocesa, la Segunda
Confesión Helvética, la Confesión de Bélgica, el catecismo de Heidelberg, la Confesión
y Catecismos de Westminster y los Cánones de Dort.

Con la Confesión y Catecismo de Westminster y el Sínodo de Dort, llegamos al fin de


la época Clásica y el comienzo de la época “Ortodoxa”. La palabra “ortodoxa”
representa el deseo de mantener el lenguaje y enfoque de una teología específica. En
este caso hablamos de la teología realizada por el Sínodo de Dort y de Westminster.
Los teólogos que identificamos para esta época ya los he mencionado más arriba,
obviamente hay otros más que siguen esta misma línea en nuestros tiempos (Boice,
Sproul, Stott, H. C. de Campo, etc.).

La teología Reformada Moderna, o “Neo-ortodoxa”, acepta el pensamiento crítico de


la modernidad, es decir, es una teología que dialoga ampliamente con todas las
ciencias y pensamientos filosóficos. Pero el peligro de esta rama es la tentación de
perder el lenguaje y los temas reformados. Por ello, tiende a ser tan ecuménica en su
dialogo y reflexión que el resultado es la pérdida de la identidad reformada y sus
postulados. Algunos teólogos de esta rama son: H.R. Mackintosh, Kart Barth, Emil
Bruner, Reinhold Niebuhr, Jurgen Moltmann, John Leith, R. Bultmann y otros fáciles
de identificar.

Pero también, hay que entender que una pneumatología reformada, es necesariamente
aquella que adoptan las iglesias herederas del cristianismo bíblico. Esta pneumatología
tiene origen en las Sagradas Escrituras, y que han sido planteadas por el Apóstol
Pablo, Agustín, Calvino, y que hoy las encontramos resumidas en las Confesiones de
Fe reformadas. Es una pneumatología derivada exclusivamente de los postulados
bíblicos, los que con una sana exégesis nos llevan a apreciar con más profundidad la
obra de Jesucristo y del Santo Espíritu en la vida de la iglesia y del creyente.

A la luz de este enfoque, y en palabras de Augustus Nicodemus Lopes, podemos


definir la pneumatología reformada como siendo: “Aquella comprensión de la Persona
y Obra del Espíritu Santo, que parte de la revelación divina grabada en las escrituras,
127

leída e interpretada en la óptica de la Hermenéutica reformada, teniendo como


propósito la gloria de Dios y el avance de su reino en este mundo”.

Siguiendo el pensamiento del Rev. Augustus Nicodemus, respecto al actual escenario


de los pastores y líderes reformados, nos comenta lo siguiente: “En una época en que
el número de reformados comprometidos con la teología calvinista, es tan pequeño, no
es de extrañar que tendencias teológicas, filosóficas y hermenéuticas compartidas con
el posmodernismo y el creciente movimiento neo-pentecostal, se infiltren en las
iglesias históricamente reformadas y deformen la comprensión correcta acerca del
Espíritu Santo. Tales amenazas ya están presentes, y aparentemente vienen para
quedarse un largo tiempo. Entenderlas ahora es esencial para la preservación de la
identidad reformada en cuanto a la obra del Espíritu Santo en el mundo y en la
iglesia.”

En este ensayo veremos tres grandes desafíos a los que se enfrenta nuestra
pneumatología actualmente. Por un lado, está la herejía del Pelagianismo y su
influencia. Por otro lado tenemos la filosofía del pluralismo y el pragmatismo en la
vida eclesiástica, y por último el gran desafío de la corriente neo-pentecostal.

¿De qué forma está presente el pelagianismo en la pneumatología? ¿Qué influencia


han legado los grandes predicadores como Charles Finney, a la obra del Espíritu Santo
en la salvación de los pecadores? ¿Qué tan bíblico y correcto es decir que el Espíritu
Santo actúa salvando a todas las personas, no importando su credo religioso? ¿Cómo
se presenta el pragmatismo en la vida de la iglesia, y qué función cumple allí el
Espíritu Santo? ¿Qué tanto ha influenciado la corriente neo-pentecostal a la
pneumatología reformada?

Estas y otras preguntas intentaremos responder en este trabajo, por supuesto con la
ayuda y guía del Espíritu Santo.

A. Pelagianismo
Una de las grandes herejías a las que se ha visto sometida la iglesia cristiana, es el
pelagianismo. A la vez, este es un gran desafío que enfrentan las iglesias reformadas
de hoy. ¿Qué es el pelagianismo?

El pelagianismo es una de las herejías cristianas con más peso en la Edad Antigua,
pero no desterrada completamente de la Iglesia actualmente. Surgió como doctrina en
el siglo V d.C, siendo condenado por la Iglesia de forma definitiva el año 417 d.C.
Negaba la existencia del pecado original, falta que habría afectado sólo a Adán. Por
tanto, la humanidad nacía libre de culpa y una de las funciones del bautismo, limpiar
128

ese pecado, quedaba así sin sentido. Además, defendía que la gracia no tenía ningún
papel en la salvación, sólo era importante obrar bien siguiendo el ejemplo de Jesús. El
pelagianismo recibe su nombre de Pelagio, un monje Británico que apareció en el radio
de la historia cerca del año 380 d.C, en Roma. Desapareció misteriosamente del ámbito
de la historia cerca del 410 d.C

No es el propósito de este ensayo tratar en forma extensa las discusiones históricas


sobre el pelagianismo, pero si podemos decir que: …en cierta ocasión, mientras San
Agustin oraba, dijo “Señor, concede lo que demandas y demanda lo que concedes”.
Estas palabras sonaron horribles a los oídos de Pelagio. De esta manera comenzó la
disputa entre Agustin y Pelagio quien en sus estudios concluyó con la doctrina la cual
se conoce hoy como Pelagianismo. El punto de comienzo de Pelagio fue que el hombre
no podía ser hecho responsable por obedecer si este no era capaz de hacerlo. Si Dios
demandaba que los hombres hicieran el bien y se abstuvieran del mal, eso implicaba
que tenían la habilidad innata para hacerlo. Pelagio mantenía que el pecado de Adán
tuvo consecuencias solamente para el y nadie mas, y que los que nacen en el mundo
como descendientes de Adán entran a la vida en el mismo estado de inocencia en el
cual Adán lo hizo. Ellos como Adán son libres para obedecer o desobedecer. Los
hombres son constituidos pecadores solamente por un acto de rebelión inteligente y
activa contra Dios. Los hombres se salvan, cuando se reforman así mismos al hacer lo
correcto. La Redención, como la Biblia lo describe, es por lo tanto, innecesaria. Con la
luz del Evangelio, una vida sin pecado se hace mucho más fácil. Por esto Pelagio fue
condenado en el concilio de Cartago en 412 d.C, y otra vez en 428 d.C, esta decisión
fue confirmada. En el 431 d.C, la Iglesia Oriental se adjuntó a la censura de los
Pelagianos en el Sinodo General de Efeso”.

Los Semi-Pelagianos fueron un grupo de Cristianos encabezados por Juan Cassiano


quien no estando contento con las posiciones emitidas por San Agustin sobre el
Pecado Original y la corrupción del hombre, el tema de la Predestinación Soberana, y
la necesidad de Gracia en la Redención, pero también estando en contra de los
extremos de Pelagio, decidió buscar un terreno medio entre lo que Agustin creía y lo
que Pelagio enseñó. En este proceso, se desarrolló la teoría conocida como Semi-
Pelagianismo. Esta enseña que la caída de Adán tuvo un efecto universal en todos los
hombres resultando en un estado de debilidad (depravación parcial) y no de una
depravación total, el hombre está totalmente depravado excepto su voluntad. “El
hombre está enfermo pero no muerto en sus pecados, no se puede sanar a sí mismo
pero puede llamar el doctor”, y obtener la sanidad. El hombre no puede ser salvo
aparte de la Gracia de Dios. La Gracia de Dios, mediada a través del Sacrificio de
Cristo es usualmente necesaria, pero no necesariamente siempre (ej. la conversión de
Pablo), iniciada por la búsqueda de Dios por el hombre.
129

En el fondo, el pelagianismo, el semi-pelagianismo, y el arminianismo, una nueva


forma modificada del pelagianismo en el S. XVIII, son sistemas teológicos sinergistas,
es decir, el hombre coopera para su salvación. Además, mantienen el mismo concepto
de fe, una decisión puramente humana de recibir a Jesucristo y no como un don
misericordioso de parte de Dios.

Influencia de Charles Finney


Finney fue un muy franco pelagiano. Sus creencias teológicas, revelan su repugnancia
a la preparación teológica. Un historiador resume así la teología de Finney: "El
concepto de que un hombre no regenerado es gobernado por una naturaleza caída no
tenía sentido... Una decisión de la voluntad, no un cambio de naturaleza, era todo lo
que se requería para ser convertido... Si la conversión era el resultado de la decisión
del pecador, y si era responsabilidad del predicador inducir esa decisión... entonces
cualquier medida que llevara al inconverso hacia el punto de una instantánea y
absoluta conversión tenía que ser buena"

Estas ideas eran contrarias a la ortodoxia de la época. Pero, ¿de dónde sacó Finney
estas ideas? Casi todos los historiadores señalan la influencia de Nathaniel William
Taylor (1786-1858), profesor de teología en Yale. Los puntos de vista de Finney eran
casi idénticos a los que se hallan en la "Teología New Haven" de Taylor, también
denominadas la "Nueva Teología". "La voz era de Finney", pero "el pensamiento era de
Taylor". O, como lo expone Nathan Hatch: "Las abstracciones de la teología New
Haven de pronto habían cobrado vida en el burdo y animado fanatismo de las Nuevas
Medidas de Finney".

Es así que, la llamada teología “New Haven”, popularizada por Finney, produjo lo
que se esperaba. En 1838, los presbiterianos se dividieron en la Antigua Escuela y en la
Nueva Escuela. La primera representaba la tradición teológica que descendía de la
Reforma hasta los puritanos (Reformados). La segunda expresaba la nueva teología de
Taylor y Finney, que son las que más han influenciado en los predicadores actuales
(Semi-pelagianos)

Desafíos para la pneumatología reformada


Debemos decir que la doctrina del pelagianismo en sus diversas expresiones actuales,
amenaza seriamente la doctrina reformada del Espíritu, especialmente en las áreas de
la regeneración y el llamamiento eficaz, fundamentales para entender el ordo salutis de
nuestra salvación. Veamos algunas de estas amenazas, a la cuales hay que combatir
firmemente como ministros reformados.
130

1. Reduce la regeneración del pecador a una decisión de su propia voluntad. Si


recordamos, Charle Finney decía que la regeneración era una decisión del pecador
para volverse a Dios y obedecerle. No hay transformación milagrosa, ya que el
pecador es moralmente capaz de volverse a Dios. Obviamente este pensamiento tiene
origen en el pelagianismo. La regeneración no era una obra sobrenatural producida
por el Espíritu Santo en los escogidos, según la teología de Finney.

Basta darse cuenta en el titulo de su famoso sermón, “Los pecadores deben cambiar
sus propios corazones”, para entender el pensamiento de Finney. Para él, no hay nada
en la religión que ultrapase los poderes ordinarios de la naturaleza. Era un gran
predicador pelagiano que hasta hoy, un gran número de pastores, evangelistas y
maestros siguen su ejemplo y su teología.

2. Reduce el llamado eficaz del Espíritu Santo a una mera persuasión moral. Para
Finney la obra del Espíritu se limita al ejercicio de influencias morales en el pecador,
“más la conversión en sí misma, es un acto del propio pecador.” La doctrina calvinista
es que el Espíritu de Dios, a través del ministerio de la Palabra llama irresistiblemente
al elegido, regenerándolo y habilitándolo a responder positivamente en fe a la oferta
de las Buenas Nuevas.

En el concepto pelagiano, o semi-pelagiano, el Espíritu Santo apenas se esfuerza para


persuadir a los pecadores, cayendo en éstos últimos la decisión y capacidad de
convertirse a Dios y ejercer fe en Cristo. Como nos dice Augustus Nicodemus, “el
desafío del pelagianismo en sus formas contemporáneas para la identidad reformada,
es alarmante”.

El neo-pentecostalísmo, en su asombroso crecimiento en América Latina, ha traído


serias amenazas pelagianas, las que han puesto en alerta a las iglesias reformadas, y
que desafían el pensamiento calvinista respecto a la regeneración del pecador y su
llamamiento irresistible, operado por el Espíritu Santo. Hoy los pentecostales son más
de 450 millones en el mundo, y con el crecimiento del pelagianismo, la fe reformada
está siendo seriamente amenazada en lo que respecta a la obra del Espíritu en la
salvación de los pecadores.

Pero el mayor desafío viene del mismo seno de la iglesia reformada. Hoy podemos ver
que hay muchos pastores, evangelistas y maestros que se dicen ser reformados, pero
lamentablemente no han asumido un compromiso honesto con las doctrinas
calvinistas, y especialmente con la depravación total del pecador.
131

Al preguntar hoy en día a los pastores, evangelistas o maestros, si son pelagianos, o


semi-pelagianos, de seguro ninguno dirá que lo es en razón de que tal sistema
doctrinal fue condenado por toda la cristiandad en la historia de la iglesia, y también
por desconocer el significado de tal sistema.

Para ir concluyendo esta primera parte, cito la crítica de Augustus Nicodemus hacia
este doble estándar que encontramos en algunos pastores que se dicen ser reformados:
“Muchos ministros de iglesias reformadas, probablemente dirán las respuestas
correctas en un examen teológico, pero entre tanto operan en sus ministerios como si
esas convicciones no tienen absolutamente ninguna consecuencia”.

Esto no debe ser así. El pelagianismo y la influencia de Charles Finney, ciertamente


son atrayentes y fácil de digerir. Pero son totalmente contrarias a la fe reformada, no
por capricho, sino porque no tienen sustento bíblico serio y consistente. La
pneumatología reformada pone el énfasis, no en el hombre como lo plantean los
pelagianos, sino exclusivamente en Dios, de quien proviene la salvación al pecador.

B. DESAFÍOS FILOSÓFICOS: PLURALISMO Y PRAGMATISMO

Pluralismo religioso
Con pluralismo se quiere significar un sistema por el cual se acepta o reconoce la
diversidad y multiplicidad de doctrinas o posiciones. Hoy en día, en el plano cultural
se llama “pluralista” a aquel que en un ámbito ideológico en particular, ya sea político,
religioso, artístico, etc., sostenga lo acertado de todos los métodos y formas existentes
y no acepte que pueda plantearse ningún tipo de incompatibilidad y antagonismo
entre los mismos.

Últimamente, el pluralismo religioso es planteado en un plano relativamente extenso


como uno de los temas de estudio teológico, de manera tal, que incluso en las
sociedades islámicas hay personas que se han visto influenciadas por este tema y lo
han presentado bajo el nombre de “los senderos rectos”. Se han enunciado sentidos
diferentes, e incluso algunos contrapuestos, para el “pluralismo religioso”. Entonces,
¿qué es lo que se pretende al querer reconocer la legitimidad de la pluralidad de
confesiones religiosas y dogmas? Veamos las siguientes posibilidades:

• Aceptar la existencia de las diferentes religiones y dogmas en el mundo.


• Gozar del derecho a elegir la propia religión.
• No necesariamente los seguidores de otras religiones fuera de la verdadera serán
objeto del castigo en el más allá.
132

• Es posible vivir en paz y armonía no obstante la existencia de las diferentes


religiones y dogmas.
• Básicamente, las verdades son diversas y todas las confesiones religiosas y
religiones ostentan la verdad a pesar de brindar conceptos contrapuestos.
• Cada una de las diferentes religiones y dogmas tiene algo de verdad, de manera que
la Verdad se encuentra con todos.
• La verdad es una sola, pero los caminos hacia ella son diferentes, y las diferencias
vuelven a dos cosas:
a) las formas diversas en que comprendemos las realidades y textos religiosos
b) La diversidad de las experiencias religiosas y las diferentes interpretaciones
relacionadas a las mismas.

El alegato principal de los defensores de pluralismo religioso es que las diferentes


religiones, a pesar de que sus puntos de vista se diferencian y presentan una
discrepancia esencial e insuperable, son iguales y equivalentes en lo que respecta a su
condición de “Verdad” y de “sendero recto”. Con base en esto, con “brindar validez a
la diversidad de religiones o pluralismo religioso” se refieren a “reconocer la
autenticidad y condición verdadera de todas las religiones”.

El presupuesto de todo esto es que el cristianismo no es el único camino para llegar a


Dios, sino que Dios está salvando almas en otras religiones, como en las religiones
orientales.

Pragmatismo religioso
El pragmatismo consiste en reducir "lo verdadero a lo útil" negando el conocimiento
teórico en diversos grados; para los más radicales sólo es verdadero aquello que
conduce al éxito individual, mientras que para otros, sólo es verdadero cuando se
haya verificado con los hechos. El fundador del pragmatismo es el filósofo
norteamericano William James, del cual procede el mismo nombre "Pragmatismo”.

William James fue criado en un hogar con intenso interés religioso. Durante el
Segundo Gran Reavivamiento su padre se convirtió al cristianismo y, tiempo después,
se pasó al swedenborgianismo. Como resultado, James aplicó su filosofía del
pragmatismo a la religión: “Decidimos si Dios existe o no, dependiendo de si esa
creencia tiene consecuencias positivas en nuestra experiencia.” "Una idea es
'verdadera' siempre y cuando creer en ella sea provechoso para nuestras vidas", James
escribió: "si las ideas teológicas demuestran tener valor para la vida concreta, serán
verdad".
133

Hoy muchos norteamericanos y latinoamericanos, eligen su religión basándose en lo


que satisface sus necesidades, los afirma o los ayuda a hacer frente con mayor eficacia
a problemas personales, desde bajar de peso hasta mejorar su matrimonio. Muchos
dicen: "Bueno, hacemos lo que nos funciona". Pero, hay un grave problema en escoger
una religión según "lo que nos funcione", y es que no podemos saber si es verdad o es
sólo una proyección de nuestras necesidades.

Desafíos para la pneumatología reformada


A la luz de lo anterior, se puede decir que el pluralismo y el pragmatismo,
generalmente andan de la mano. Donde el concepto de verdad absoluta deja de existir
(Pluralismo) y las organizaciones pasan a orientar sus decisiones en términos de
aquello que más satisface sus necesidades (Pragmatismo).

La combinación de estas dos filosofías aparece claramente en ciertos movimientos que


cohabitan en las iglesias evangélicas, y a la vez, representan un nuevo desafío al
cristianismo en general, y a la fe reformada en particular. La gran pregunta que se
hace hoy día al cristianismo, no es si aquello es verdad, sino si aquello funciona. Su
inquietud es saber si el cambio de vida es para mejor, si Cristo es realmente poderoso
para transformarlos, y si verdaderamente puede darles paz, esperanza, alegría, y
propósito a sus vidas.

Veamos algunos desafíos que traen estas filosofías a la Persona y obra del Espíritu
Santo.

1. La actividad salvadora del Espíritu Santo. La fe reformada enseña una distinción en


las operaciones del Espíritu Santo, y que están directamente relacionadas con la Gracia
Común y la Gracia Especial. La Gracias Común se refiera al actuar del Espíritu en el
mundo en general, preservando valores morales, sustentando con beneficios
materiales a toda persona no importando sus creencias religiosas.

“Tú no eres un creyente en Cristo y todavía estas fuera del infierno”, escribe Donald
Barnhouse. “Esta es la gracia común de Dios. Tú no estas en el infierno, pero sí estas
en la tierra en buena salud y en prosperidad. Esta es la gracia común de Dios. La
mayoría de aquellos quienes leen estas palabras están viviendo en hogares o
apartamentos cómodos. Esta es gracia común. Tú no andas en las calles buscando
refugio de una ciudad desolada por la guerra. Esta es una gracia común. Tú llegas a
casa del trabajo y tus hijos corren a encontrarte y los encuentras sanos. Esta es gracia
común. Tú puedes meter tus manos en la cartera y darle a tu hijo algún dinero que él
necesita. Esto es gracia común. Entras a tu casa y te sientas a comer una buena comida.
Esta es gracia común. En el día que tú leas estas palabras hay mas de un billón y
134

medio de miembros de la raza humana que irán a sus casas sin suficiente pan para
satisfacer su hambre. El hecho de que tengas suficiente es gracia común. Tú no lo
mereces”

Pero esto no significa que el ser humano ya es salvo de una vez y para siempre,
necesita de la gracia salvadora, la Gracia Especial.

La Gracia Especial se refiere a la operación salvadora del Espíritu Santo, restringida a


los elegidos, aunque suficiente para todos, pero aplicada solo a los regenerados y
santificados por la sangre de Cristo.

Nosotros necesitamos más que la gracia común para salvarnos. Nosotros necesitamos
su gracia salvadora especial. “Dios manda su amor hacia nosotros en que aun siendo
pecadores Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). Nosotros necesitamos su gracia
especial para que nos impulse y nos levante de nuestros pecados y nos pueda salvar.

Pero el pluralismo religioso amenaza este concepto, pues enseña que el Espíritu Santo
opera la salvación en todos los hombres, cae en la doctrina del Universalismo,
indistintamente de su religión, no siendo restringido sólo al ámbito del cristianismo.

2. La relación entre la Palabra y el Espíritu. La fe reformada enseña la relación


indisoluble entre la Palabra y el obrar del Espíritu Santo. El Espíritu actúa en gracia
por medio de la Palabra, pero a su vez, la Palabra actúa como criterio para reconocer el
obrar del Espíritu, en contraste con la actividad de espíritus malignos o de espíritus
humanos, es decir, la Palabra es el manual del Espíritu.

El pluralismo religioso amenaza esta enseñanza, porque divorcia la acción salvadora


del Espíritu de la verdad bíblica. El pragmatismo religioso, por otra parte, enfatiza la
validez de experiencias religiosas fuera de sus contenidos doctrinales, amenazando
así, la forma en que deben relacionarse el Espíritu y la Palabra.

3. La soberanía del Espíritu en convertir pecadores y expandir la Iglesia. En nuestra fe


reformada, el actuar del Espíritu Santo tiene directa relación con la extensión de la
Iglesia y la conversión de los pecadores. Ciertamente, Dios ha dispuesto medios para
llevar a cabo esta tarea. La Iglesia debe evangelizar ardientemente, y esperar
pacientemente el resultado que el Espíritu traerá.

Ahora, el desafío que nos presenta el pragmatismo religioso frente a esta enseñanza
reformada, tiene que ver con el empleo de métodos, estrategias y técnicas de
marketing secular, y de ciencias como la sociología y psicología, para que a través de
135

las cuales, la Iglesia pueda crecer. Bajo esta amenaza, se piensa que el progreso o
fracaso del crecimiento de una iglesia local, está relacionado, no a la soberanía del
Espíritu Santo en extender la iglesia, sino más bien al uso de metodologías que puedan
funcionar.

Debemos dejar bien en claro que la fe reformada, al contrario de ser indiferente,


defiende y apoya el trabajo evangelístico y misionero. Pero también tiene reservas al
planteamiento de estrategias, que para obtener resultados, acude a metodologías que
son parte del pragmatismo del actual movimiento de crecimiento de iglesias.

Al principio de la Reforma, surgieron los “profetas de Zwickau”, sobre todo, el profeta


revolucionario Tomás Munzter, los cuales se opusieron al biblicionismo de los
reformadores. Los de Zwickau, reclamaban ya no tener necesidad de la Biblia, puesto
que dependían directamente del Espíritu Santo, y estaban en contacto inmediato con
Dios. Munzter fue aun más radical. Declaró que “el hombre que no recibe el
testimonio vivo (la Biblia, para él, era letra muerta), no sabe nada acerca de Dios,
aunque haya tragado 100.000 Biblias”, y solo el grupo de profetas que él encabezaba,
tenía este “testimonio”. Su fanatismo, condujo a la terrible hecatombe de los
campesinos.

C. El desafío neo-pentecostal
En este ensayo hemos estado revisando algunos desafíos que enfrenta nuestra teología
calvinista, o como también le llamamos, nuestra fe reformada. Es así, que hoy día, nos
enfrentamos a los mismos adversarios y a una confrontación de tensiones similares, a
las que hallaron Calvino y los reformadores en el siglo XVI. Hay tres fuerzas que están
presionando a las Iglesias históricas, y especialmente a las reformadas, y que causan
ciertos estragos de diversa magnitud entre el pueblo reformado y aun en los pastores.
Una de estas fuerzas es el humanismo, otra el ecumenismo unionista (bajo la batuta de
Roma), y la otra el neo-pentecostalismo, a los que algunos llaman los “münzeritas
contemporáneos.
El neo-pentecostalismo se distancia enormemente de la teología calvinista en tres
grandes áreas: a) Antropología; b) Soteriología; y c) Pneumatología. Pero, en todos los
casos concuerda con la teología católico-romana.

Este movimiento ha surgido en estas últimas décadas, como un desdoblamiento del


pentecostalismo clásico de comienzos de siglo. Su énfasis es en los milagros,
sanidades, revelaciones, visiones, guerra espiritual, prosperidad económica, éxito, y
particularmente una manera sobrenatural de querer encarar la realidad espiritual.

Liturgia neo-pentecostal
136

El énfasis particular de estas liturgias es la experiencia. Hoy el culto en la iglesias no


reformadas, especialmente las pentecostales y carismáticas, han adoptado este énfasis,
que como se ha visto anteriormente, es una adaptación colectiva del pragmatismo
americano donde todos hacen lo que les gusta, y en donde todos les gusta lo que
hacen.

Estoy muy de acuerdo con el análisis de Cesar A. Henríquez sobre los efectos de la
post-modernidad en el culto. De ello, extraigo el siguiente resumen.

“Hace una década era imposible visualizar la iglesia contemporánea con sus cambios y
transformaciones. En la modernidad, los cambios eran graduales. En la
posmodernidad, las transformaciones las captamos cuando ya están caducando y
dándole lugar a otra. Antes, la liturgia de cada denominación era bastante homogénea
y distinta a la de otras. Estos cambios han afectado a las rígidas liturgias anteriores y
se ha instalado un modelo cúltico globalizado que ha uniformado a las iglesias de las
diversas tradiciones. Ya no hay diferencias entre cómo se desarrolla un culto en una
iglesia neopentecostal y una de corte bautista que haya entrado en el espíritu de la
llamada "renovación de la alabanza". Los cambios experimentados, no han sido pocos
ni pequeños. Entre ellos podemos anotar que el culto ha adquirido características de
espectáculo y entretenimiento. La sociedad posmoderna ha dejado atrás la cultura de
la palabra y ha abrazado la cultura de la imagen. Las mega-iglesias posmodernas
prefieren utilizar salas cinematográficas, que les ofrecen las facilidades técnicas que
requiere el espectáculo, utilizan músicos profesionales, juegos de luces, butacas
cómodas. El sermón ha dejado de ser el centro del culto, sustituido por la música y el
canto. El centro de la reunión es el que presenta y dirige, con su postura, gestos e
imagen cuidadosamente ensayados. Esta realidad complementa los sueños
megalómanos de los ídolos contemporáneos que idolatran los números.

Otra característica, es la catarsis emocional. La modernidad colocó en lugar de


privilegio la razón como criterio de verdad. La posmodernidad absolutiza los
sentimientos. Las grandes concentraciones posmodernas no son motivadas por ideas o
proyectos, sino por la búsqueda de sensaciones colectivas. Las soluciones no están
fuera sino dentro de cada quien. "Pon la mente en blanco y déjate llevar", "voy al culto
porque me siento bien, me lleno de paz". La alabanza, que ahora ocupa el 70 por ciento
del tiempo del culto, se convierte en espacio de psicoterapia espiritual. La
espiritualidad se confunde con sensismo y evasión de la realidad. La Biblia se
subordina a la experiencia. Esta producción y búsqueda de sensaciones y emociones,
puede ayudar a sentirse bien en el momento, pero no tiene ningún tipo de
trascendencia en la vida.
137

Una tercera característica, se expresa con la palabra inglesa de moda: "light", que
significa ligero, frívolo, liviano. La cultura light de la posmodernidad, expropia los
contenidos fundamentales de las cosas, dejándolas en una vaciedad repleta de
incoherencias y provoca una vida sin compromisos ni complicaciones. En esta cultura,
el culto se vacía de sus contenidos fundamentales para que pueda ser aceptado
fácilmente; el Evangelio se presenta como un producto que debe ser ofrecido en un
formato que no espante a la clientela, debe ser atractivo y llamativo y vaciarse de todo
aquello que signifique compromiso, sacrificio, esfuerzo, entrega.”

En todo esto, el pluralismo promete enriquecer la teología, pero en realidad tiende a


diluirla en múltiples opciones que no presentan ninguna coherencia ni sustancia
respecto a la obra que, verdaderamente, realiza el Espíritu Santo en el pecador y en la
iglesia. Ejemplo palpable de ello es la corriente neo-pentecostal.

Hermenéutica neo-pentecostal
La hermenéutica de los neo-pentecostales, está caracteriza por una lectura de las
Escrituras y de la realidad siempre en términos de la acción sobrenatural de Dios. Dios
es percibido solamente en función de su actuar extraordinario, pero más que el actuar
de Dios, es la manifestación extraordinaria del Espíritu Santo. Para los neo-
pentecostales, el Espíritu les guía en la vida diaria a través de impulsos, sueños,
visiones, palabras proféticas, y les da solución a sus problemas siempre de forma
milagrosa, como las liberaciones, exorcismos, y curaciones.

En nuestro continente americano, las llamadas iglesias evangélicas, son definidas por
su creencia en los milagros. La fe reformada no se opone a los milagros obrados por
Dios, pero no concuerda con hacer de ellos, algo prioritario y urgente para la vida de
la iglesia, dejando sin sentido lo natural.

En el trabajo realizado por Harold Segura Carmona sobre los neo-pentecostales, creo
son muy interesante y acertadas las siguientes palabras:

“El movimiento pentecostal-carismático, al promover la búsqueda de la verdad por


medio de las sensaciones, la imaginación, las visiones personales, la iluminación
privada u otros medios subjetivos, ha contribuido, con o sin intención, a la
proliferación de movimientos exóticos, que alarman con sus prácticas extravagantes.
Líderes de las Iglesias pentecostales de corte clásico, se sorprenden al saber cómo
muchos grupos independientes y diferentes comunidades cristianas han exagerado los
énfasis y han caído lamentablemente en el abuso de la fe pentecostal. Hace pocos
meses, escuché que una de las iglesias nuevas de la ciudad, iba a ser denunciada ante
la fiscalía regional por sus prácticas exóticas. Habían decidido desnudar a varias
138

damas, con el propósito de aplicarles un masaje con aceite ungido y expulsar de esa
manera los rebeldes demonios. En un país suramericano, hace pocos años, dos o tres
personas fueron ahogadas por un pastor cuando éste intentaba inundar a los
demonios que los poseían. Del pentecostalismo emotivo, con facilidad se pasó al
misticismo atrevido. La guerra espiritual se está tornando en animismo premoderno,
la práctica bíblica del exorcismo está degenerando en sincretismo místico, el culto
emotivo se está convirtiendo en espacio neurotizante, la práctica de la profecía que
anuncia el futuro se está convirtiendo en vaticinio espiritista, además de fuente de
ganancias económicas. El cuadro no es nada agradable y el desafío se agiganta cada
día.

Se ha producido un desequilibrio en el pentecostalismo clásico, “en cuanto asume el


imaginario social popular de un mundo regido por espíritus buenos y malos y
propone una forma de manejar el mundo de los espíritus, restringida a quienes
detectan el poder mágico. De esta manera, se desplazan los contenidos evangélicos”.
En esta nueva versión del evangelio, por ejemplo, el pecado se convierte en posesión
satánica y los exorcismos ya no usan el poder del Jesús liberador, sino los
instrumentos ungidos designados por el clérigo de turno: llaves bendecidas, aguas
ungidas, pañuelos poderosos, en fin. Con mucha razón, algunos se preguntan si estas
expresiones exóticas de la fe no pertenecen a una nueva religión, a una manifestación
sincrética con trasfondo afroamericano. Otra vez, nos surge la inquietud: ¿qué tiene
que ver todo este espectáculo sensacionalista con la Reforma del siglo XVI? La Sola
Escritura, la Sola Gracia, la Sola Fe, el Solo Cristo, han sido vergonzosamente
reemplazados por el solo show, el mucho animismo, el bastante chamanismo, y el gran
caudillismo. El pentecostalismo de vieja estirpe clásica debe estar alarmado, como
alarmados estamos el resto de los evangélicos de apego reformado”.

La hermenéutica sobrenaturalista de los neo-pentecostales representa un serio desafío


para la teología calvinista y la identidad reformada, ya que tiende a menospreciar una
de las doctrinas esenciales de la fe reformada, como es la Providencia Divina.

Los reformados, al realizar un trabajo hermenéutico bíblico, usamos el término


Providencia para expresar el actuar de Dios por medio de su Espíritu, y obrando en el
mundo a través de personas y circunstancias de la vida para cumplir sus propósitos.
Estos medios no son intervenciones milagrosas o extraordinarios, de parte de Dios en
la vida ordinaria, sino más bien medios naturales. Los calvinistas reconocemos que
Dios interviene milagrosamente en este mundo, pero siempre en términos
restringidos, es decir, no es lo común, sino en situaciones muy especiales y puntuales.
Pero normalmente, el Espíritu de Dios actúa a través de medios naturales.
139

La implementación es una parte muy esencial en la estructura del sermón. Es dar


respuestas al cómo hacerlo. Generalmente se predica llamando a las personas a hacer,
o no hacer tal cosa. La implementación es dar las herramientas a la persona para saber
cómo hacer lo que debe hacer.

Al enfatizar la acción extraordinaria, sobrenatural y milagrosa del Espíritu Santo en el


mundo, dejando de lado los medios naturales, el neo-pentecostalismo acaba por
desestimar la importancia del obrar pneumatológico a través de medios naturales. Este
agravio se acentúa más, cuando en la normalidad del obrar del Espíritu Santo, se
producen los arrepentimientos y conversiones usando para ello medios naturales
como escuchar la Palabra, leer un tratado, la predicación, el testimonio de alguien. En
la totalidad de los casos, aunque hay raras excepciones como el caso del apóstol Pablo,
las conversiones no son intervenciones milagrosas y extraordinarias, sino más bien, el
actuar del Espíritu Santo usando medios naturales.

Como resultado de la influencia neo-pentecostal, las iglesias reformadas que han sido
afectadas por esta tendencia, consideran los medios naturales como siendo
espiritualmente inferiores. Un ejemplo de esta tendencia es cuando se dice, que hay
que dejar de lado los remedios para mostrar la fe. Con esto la persona espera una
intervención extraordinario, y si no se sana milagrosamente, es porque no tiene fe.
Esta actitud desestima los medios naturales que pueden ser usados por Dios para su
sanidad, como es lo que normalmente sucede en todo el mundo.

Otro resultado de esta influencia, lo vemos en la disminución de predicar la Palabra de


Dios con preparación e implementación, a cambio de esperar ver que sucedan
milagros extraordinarios para convencer a los pecadores. Hay un énfasis en los
milagros, como medio evangelístico, y no en la Palabra de Dios, como manifestación
de la “real presencia” del Espíritu Santo.

Conclusión
Los desafíos para la fe reformada en cuanto a la Pneumatología, ya están presentes en
nuestro medio, y por lo visto prometen quedarse por un largo tiempo. Muchas iglesias
históricas, llámese Anglicana, Luterana, Presbiteriana, Bautista, Metodista y aún la
Iglesia Católica Apostólica y Romana, han sido afectadas con la influencias del
pelagianismo, la filosofía del pluralismo religioso y el pragmatismo religioso, y por
supuesto, con la broca penetrante de la corriente neo-pentecostal, que ha sido causa de
tanta división en los últimos tiempos.

La pneumatología reformada en nuestro continente latinoamericano, ha sido


trastornada con la brisa del posmodernismo, cargado de una filosofía y teología que
140

amenazan seriamente la Persona y Obra del Espíritu Santo. En el fondo la desvirtúan.


Estas tendencias, se han encargado de buscar y de dar todo aquello que funciona, no
importando si es bíblico o no, para satisfacer los placeres del hombre, volviendo en
ello, al antropocentrismo y utilitarismo de una religión que le interesa más vender
placer, que glorificar a Dios y gozar de sus beneficios, a través de una vida de
esfuerzo, humildad y servicio a Dios.

Estos desafíos están forzando a las iglesias reformadas a revalidar lo que creen sobre el
Espíritu Santo y el actuar de este en el mundo, pero hasta ahora, muchas ya han
sucumbido a esta tentación. ¿Cómo trataremos este tema en 20 años más? La respuesta
será conforme a lo que hoy estamos haciendo como pastores, líderes y maestros
reformados frente a estos y otros grandes desafíos.

Termino citando las palabras de Harold Segura Carmona, quién nos invita a no
quedarnos sólo en el debate teológico, filosófico y sociológico del actual ambiente
religioso, sino más bien, creo yo, debemos unir esfuerzos y apoyar a hombres y
mujeres que se la jueguen por la fe reformada, en este caso especial, por la
pneumatología reformada, que creemos es la enseñanza correcta bíblicamente.

“Hay un largo camino por recorrer. El tema no debe quedarse siendo debatido en
círculos reducidos de creyentes que gustan de la reflexión teológica y doctrinal, o entre
académicos de la fe que gustan de este tipo de gimnasia mental. La reflexión y la
preocupación debe ser compartida por todos los creyentes que procuran servir al
Señor y ser fieles a su Reino.

¿Qué hacer? La pregunta es la de cientos de pastores y pastoras que sirven a lo largo y


ancho del continente y para quienes el desafío del pentecostalismo (Pelagianismo,
pluralismo y pragmatismo) es más urgente que el análisis de la pentecostalidad.
Mientras que para los ciencistas sociales los problemas son los de las taxonomías, las
hipótesis interpretativas, los marcos sociológicos, la ideología, y otros más, para los
pastores, lo que apremia son las preguntas que apuntan hacia la salud de la fe y la
conducción integral de la grey. Otra vez: ¿Qué hacer? La respuesta nos pertenece a
todos, y este modesto ensayo solo ha intentado ser una provocación al diálogo y un
modesto punto de partida”.

BIBLIOGRAFÍA
Augustus Nicodemus Lopes, http://www.ipb.org.br/ estudos_biblicos/index
R. Scott Clark, http://www.contra-mundum.org/ castellano/clark/ Pelagianismo.pdf
Jorge L. Trujillo: http://www.vidaeterna.org/esp/estudios/ pecado_original.htm
141

Iain Murray, Revival and Revivalism [Avivamiento y evangelismo] (Edinburgh:


Banner of Truth, 1994), 243
Farley:http://www.ag.org/enrichmentjournal_sp/200601/200601_118_Finney.cfm
Augustus Nicodemus Lopes, Op. Cit.
Tomado de Pluralismo Religioso, una concepción islámica:
http://www.islamoriente.com/articulos/aqaed/pluralismo/pluralismo.ht
Tomado de Cómo nos rebaja a tontos el Darvinismo: Evolución y postmodernismo.
http://www.4truth.net/site/apps/nl/content3.asp?
Augustus Nicodemus, Op. Cit.
Remito al lector para una lectura fresca y actual sobre este tema, al boletín teológico
Reforma Siglo 21, Vol. 6/ N° 2 Octubre 2004, de la Confraternidad Latinoamericana de
Iglesias Reformadas.
Harold Segura Carmona, El movimiento pentecostal-carismático: Evaluación desde
una perspectiva pastoral:http:// www.foroekklesia.com/ showthread. php? Threadid =
6458&perpage=10&pagenumber=1

16. PENTECOSTÉS Y LA MULTICULTURALIDAD DEL EVANGELIO

Juan Stam, Costa Rica

La interpretación del día de Pentecostés ha sido muy parcializada. Se ha concentrado casi


exclusivamente en la experiencia del don de lenguas, sin dar igual importancia al
profundo sermón de Pedro (Hch 2:14-41) y la radical comunidad que nació ese día (2:42-
47). De la experiencia pentecostal, se ha concentrado casi exclusivamente en los fenómenos
mismos y no en su significado. Y se ha olvidado casi por completo un tema central del
relato: la naturaleza multicultural con que nació la iglesia aquel día. Este tema está
presente, explícita o implícitamente, en cada uno de los tres momentos del relato.
142

Los impresionantes fenómenos de Hechos 2:1-13 no eran meros espectáculos, un


sensacionalismo sin sentido. En la descripción, cada frase viene cargada de rico sentido
bíblico-teológico. Los apóstoles, saturados desde su niñez de las escrituras hebreas,
hubieran captado intuitivamente el mensaje que Dios les estaba comunicando. El primer
fenómeno, "un ruido como el de una violenta ráfaga de viento" (2:2)1, traería recuerdos del
relato de la creación de Adán, donde se emplea el mismo sustantivo (pnoê, viento, aliento
de vida, Gen 2:7; 7:22) y del viento que había de soplar sobre los huesos secos (Ezq 37:5-10;
cf. Jn 20:22). Sugeriría para ellos el nacimiento de la iglesia, por el soplo divino, como
cuerpo del segundo Adán. El adjetivo feromenês (arrastrador, de ferô) se usaba para
describir un huracán o un torbellino (Isa 17:12; 28:15; 29:6). ¡Sin lugar a dudas el Espíritu
viene, hoy como ayer, con toda la fuerza de un huracán!

La siguiente frase es paradójica: ese viento "llenó toda la casa donde estaban sentados".2
Un viento puede sacudir una casa, o hasta tumbarla, pero ¿cómo puede un viento "llenar"
una casa? La frase alude a una serie de textos sobre la consagración del tabernáculo, (Ex
40:34-25) o el templo (1 R 8:10; 2 Cr 7:1-2 cf. Isa 6:1; del templo escatológico Ezq 10:4; 43:2-
5), cuando una nube de gloria "llenó toda la casa".3 En cambio, en el Pentecostés toda la
casa se llenó no de nube sino del viento poderoso del Espíritu. Este detalle, junto con el
siguiente, marca a la iglesia como el templo del Espíritu del Señor.

El relato de la dedicación del templo de Salomón en 2Cron 7:1 yuxtapone los mismos dos
elementos del día de Pentecostés: "Cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego del
cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria de Yahvé llenó la casa". De igual
manera, al inaugurar los sacrificios del tabernáculo, se manifestó la gloria de Dios y "de la
presencia de Yahvé salió un fuego, que consumió el holocausto..." (Lev 9:24).4 Con fuego
del cielo Dios confirmó también el sacrificio de Elías en el monte Carmelo (1 R 18:24,38), y
quizá también el de Abel (Gén 4:4). Todo ese trasfondo bíblico enriquece al mismo
simbolismo en Hechos 2: el Pentecostés es la solemne consagración del Nuevo Templo.
Desde el Pentecostés, el fuego de Dios cae sobre el altar de nuestras vidas.

En este contexto, tan rico con un profundo significado bíblico-teológico para cada detalle,
es de esperar que el don de lenguas también sea un mensaje que marque la naturaleza de
la naciente iglesia. Podemos estar seguros de que no fue simple exhibicionismo o
sensacionalismo (un "show"). Entonces es crucial la pregunta, ¿por que optó Dios por
manifestarse precisamente por este don de lenguajes en el día de Pentecostés?

Pedro mismo, en su sermón, explica un aspecto de la lógica teológica del don de lenguas
en aquel día: Jesús había prometido enviar el Espíritu después de su resurrección y
ascensión. Ahora, afirma Pedro, "exaltado por el poder de Dios, y habiendo recibido del
Padre el Espíritu prometido, ha derramado esto que ustedes ahora ven y oyen" (2:33). Es
sencillo y contundente el argumento: sabemos que Jesús ha llegado a la diestra de Dios,
porque desde ahí nos ha enviado el Espíritu, como ustedes han visto.
143

Pero eso no explica todo el fenómeno. ¿Por qué lenguas? ¿No era suficiente el poderoso
sermón de Pedro, en que afirma claramente el hecho del don del Espíritu? ¿Por qué no
hubiera sido un culto masivo de sanidades o de revelación profética de secretos de los
presentes? Si Pedro les predicó en una lengua franca, a lo mejor griego (o arameo), y miles
se convirtieron, ¿para qué hizo falta otra modalidad de comunicación verbal anterior?

Aquí es necesaria otra aclaración. En las epístolas paulinas, y en la práctica de glosolalía


hoy, se trata normalmente de un hablar extático, en un elevado estado espiritual y
psíquico, que no corresponde a ningún idioma de ningún pueblo real. En cambio, las
lenguas del día de Pentecostés fueron lenguajes humanos existentes.5 Y tenemos que
preguntar, ¿Por qué eso? ¿No hubiera tenido igual efecto un don de lenguas extáticas, sin
que fueran los idiomas que hablaban los presentes? Y otra pregunta: ¿Qué sentido tiene la
inclusión de una larga lista de pueblos de los presentes (2:9-11)? Si fueran lenguas
extáticas, ese recuento geográfico y étnico no tendría nada que ver con el tema.

Creo que tres frases en el relato del Pentecostés nos revelan el significado más profundo, y
la razón de ser, de este don pentecostal:

"Cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma" (2:6, dialektos).

"Cada uno de nosotros los oye hablar en su propia lengua en que había nacido" (2:8, idia
dialektô hemôn en hê eggenêthêmen).

"todos por igual los oímos proclamar en nuestras lenguas (en tais hemeterais glôssais) las
maravillas de Dios" (2:10)

En este pasaje, Lucas emplea dos palabras que significan "idioma". La primera, glôssa, es el
término más común para algún idioma humano. Literalmente se refiere a la lengua como
órgano físico, pero muy comúnmente significa lenguaje o idioma. Es el origen de la
descripción del don de lenguas como "glosolalia". El otro término, dialektos, es un sinónimo
generalmente equivalente, pero a veces puede tener un sentido más específico como "el
lenguaje de una nación o una región" (Danker, A Greek-English Lexicon, p.232). Ese sentido
se subraya por la frase "en que hemos nacido" (2:8), o sea, la lengua materna. . No bastaba
escuchar la buena nueva en un idioma extranjero, aunque se lo podía entender; todos
tenían que oír "las maravillas de Dios" en los tonos específicos de su propia lengua
materna, en que habían nacido.

Esas evidencias no dejan lugar a dudas con respecto al suceso. ¡Los apóstoles, en la
plenitud del Espíritu, de repente comenzaban a hablar en los idiomas de todos los
presentes, idiomas que ellos mismos no conocían! F.F. Bruce y otros han sugerido que al ir
hablando los apóstoles, comenzaban a incorporar frases y oraciones en otros idiomas, pero
144

que los oyentes sí podían reconocer como sus propias lenguas y entender el mensaje ("las
maravillas de Dios" (2:11). La sugerencia parece convincente.

Entre los judíos el Pentecostés se entendía también como celebración de la comunicación


de la ley en el monte Sión. Según una tradición rabínica, "los diez mandamientos se
promulgaron con una sola voz, pero dice, 'todo el pueblo percibió sus voces' (Ex 20:18), lo
cual muestra que cuando la voz emergió, se dividió en siete voces y después en setenta
idiomas, y cada pueblo recibió la ley en su propio idioma" (Midr. Tanchuma 26c). El
impresionante paralelismo con Hechos 2, incluso la referencia a "unas lenguas como de
fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos", refuerza el sentido
multicultural del Pentecostés.

La importancia central de este tema queda todavía más clara cuando tomamos en cuenta
el largo registro de naciones en 2:9-10, que interrumpe abrupto al relato narrativo. Si el
don de lenguas ese día hubiera sido un simple hablar en éxtasis, sin relación a idiomas
existentes, ¿qué posible sentido podría tener esta lista? La única razón de esta lista,
aparentemente superflua y un poco aburrida al leer el capítulo, es que Juan quiso subrayar
de esa manera, de nuevo, la multiculturalidad del evangelio. La lista simplemente
especifica geográficamente lo que significaba "todas las naciones bajo el sol" (2:5). El
evangelio respeta todas las lenguas y todas las culturas, para encarnarse auténticamente
en ellas.

Ahora nos queda muy clara la razón y el sentido teológico del don de lenguas en el día de
Pentecostés. No hubiera bastado escuchar, en un idioma extranjero para todos, el
elocuente sermón de Pedro, en alguna lengua franca, aunque lo hubieran entendido bien.
Cada pueblo, sin excepción alguna, tiene que escuchar la Palabra de Dios en los acentos
más auténticos de su lengua materna, de su propia cultura, de su propia manera de vivir
la realidad. Eso tenía que demostrarse desde un puro principio, en el día del nacimiento
de la iglesia. La primera acción misionera de la iglesia, antes de predicar el primer sermón,
fue dejar a todos escuchar "las maravillas de Dios" con toda la cadencia y la sonoridad, y
las resonancias sentimentales, de la lengua materna.

El Pentecostés significa que el evangelio no tiene idioma oficial; ni el hebreo ni el griego


(mucho menos el latín ni el español) pueden definir las categorías y las configuraciones
culturales de nuestra fe. El idioma del evangelio es la lengua materna de cada creyente. Es
la lengua en que tu madre te cantaba las canciones de cuna y te contaba las primeras
historias que escuchaste. Sólo así el evangelio podrá expresarse y vivirse en los acentos
auténticos de cada comunidad de fe. En el día del Pentecostés, el evangelio nació con
auténtica identidad multicultural en cada sociedad evangelizada y por evangelizarse.

Cuando el evangelio llega a un pueblo, la única cultura a que pertenece debe ser la misma
cultura del pueblo que recibe el mensaje. El evangelio puede encarnarse con fidelidad sólo
145

en la auténtica idiosincrasia de cada pueblo. Por eso, ser pentecostal significa ser
contextual y autóctono. Imponer algún lenguaje extraño o patrones cultures extranjeros es
anti-pentecostal.

Esto significa que la persona al convertirse al evangelio, en Cristo, va a descubrir nuevas


dimensiones de su identidad étnica, nuevas y mejores formas de expresar la identidad de
su cultura, cualquiera que sea. En Cristo la cultura no se destruye sino que se perfecciona.
Cuando el mestizo o el indígena americano pierde su cultura al aceptar el evangelio, se
está violando la voluntad del Señor y Redentor de todas las culturas. Eso se ve aun más
dramáticamente en el lejano oriente, donde el "hindú" de la india pierde hasta el nombre
de su cultura (es "hindú", no "indio" aunque es de la India). Los primeros misioneros
denunciaban toda la cultura de la India como paganismo, en vez de buscar equivalentes
funcionales para las fiestas, las tradiciones y las costumbres que constituían el meollo de la
cultura nacional.

Pablo, en sus viajes misioneros, practicó también el principio de la identidad cultural.


Frente a los judaizantes, Pablo rechazó el requisito de hacerse judío antes de poder hacerse
cristiano para promover una nueva encarnación del evangelio en términos netamente
gentiles (cf. 1 Cor 9:20-15).6 Después, cuando el Espíritu Santo le prohibió ir a Bitinia y le
llamó a entrar al continente europeo (Hch 16:6-10), hacia el centro estratégico del mundo
mediterráneo, comenzó un largo proceso de nuevas expresiones de la fe de acuerdo con
las diferentes culturas de los que abrazaron el evangelio. Con el tiempo, el evangelio se
contextualizó profundamente como un evangelio europeo, y después norteamericano,
imponiendo lo euro-atlántico encima del mensaje original del evangelio. Un ejemplo de
eso es la manera de hacer teología, muy racionalista pero totalmente ajeno al pensamiento
de un emberá, o de cualquier persona de la China o la India. La ortodoxia occidental nor-
atlántica se identifica con el evangelio mismo y se pretende imponerla sobre los
convertidos de otras culturas.

Esto ha producido una situación doblemente anti-cultural en muchos países. Tomemos a


modo de ejemplo a Guatemala.7 Un misionero europeo o norteamericano llega a la capital
con el evangelio (y gracias a Dios por ese tesoro), pero junto con el evangelio trae muchos
kilos de "equipaje" agregado, ajeno a la cultura "chapina" y hasta contradictorio a ella. Se
forma una sub-cultura europeizada o norteamericanizada, que ya no habla con los acentos
del pueblo, como hablaban los apóstoles en el día de Pentecostés. Es una isla dentro de la
cultura guatemalteca, una especie de quiste, que ya no es ni auténticamente guatemalteca
ni auténticamente evangélica.

Después el mismo misionero norteamericano, o un hermano "latino" de la capital, con su


evangelio desnaturalizado, norteamericanizado y "latinizado", llega a Urabá para
evangelizar a los indígenas que no son "latinos". Resulta entonces una misión doblemente
alienante. Tal situación no puede ser la voluntad de Dios ni es la misión de la iglesia. En el
146

caso de los emberá, a Dios gracias, ellos han rechazado esta doble imposición cultural y
están luchando por encarnar el mensaje bíblico en los auténticos términos de su propio
pueblo indígena.

Conclusión: Podemos afirmar para concluir que el Apocalipsis da una última expresión
del mensaje bíblico de la multiculturalidad del evangelio. Llama la atención la mucha
importancia que este libro dedica a la gran variedad de culturas y etnias en toda la tierra.
Cristo, el Señor del universo y de todas las naciones (12:5; 15:4), nos "ha redimido con su
sangre de todo linaje y lengua y pueblo y nación" (5:9). La multitud de los redimidos será
de "todas las naciones, tribus, pueblos, lenguas" (7:9). Cuando la vocación profética de
Juan se renueva, entre la sexta y la séptima trompetas, se le ordena profetizar otra vez
sobre "muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes" (10.11). Según 14:6 un ángel predica "el
evangelio eterno a...toda nación, tribu, lengua y pueblo".

La importancia que Juan da a esta fórmula puede verse como índice del significado de las
realidades étnicas, sociales y lingüísticas para él. Más allá de un simple concepto abstracto
de "universal", estas expresiones señalan la preservación escatológica de las diversidades
que marcan nuestra historia; Juan parece concebir "la vida perdurable" como caracterizada
por las mismas identidades culturales de ahora. Al final del capítulo 21 Juan afirma que
"las naciones andarán a la luz de ella [la nueva Jerusalén]; y los reyes de la tierra traerán su
gloria y riqueza a ella...Y llevarán la gloria y la riqueza de las naciones a ella" (21:24,26). La
mención de "naciones" y "reyes" en 21:24,26 parece indicar que Juan no está pensando
simplemente en "los gentiles", como conglomerado abstracto, sino en entidades que son de
alguna naturaleza socio-políticas. La nacionalidad no es algún agregado accidental al ser
humano, para ser superada y dejada atrás en la vida eterna, sino pertenece a cada uno
esencial y eternamente.

El mensaje del Pentecostés, como el de Pablo y del Apocalipsis, afirma con vigor el valor
de las culturas humanas. Esta multiculturalidad se anunció ya en el día de Pentecostés por
medio del don de lenguas. Por eso, irrespetar a otras culturas, querer imponer nuestra
cultura sobre otras, e identificar el evangelio con una sola cultura, es profundamente anti-
pentecostal. El evangelio de nuestro Señor y Salvador, el "Logos" del universo entero,
florece en cada cultura según los valores y la hermosura de ella. En el jardín de Dios, se
cultiva cada flor según su particular belleza cuando encarna al evangelio en su propia
cultura.

**Conocí al hermano Mitchell cuando lo invitamos, creo que en los años 60, a darnos unas charlas en el viejo
Seminario Bíblico Latinoamericano. Nos habló sobre la antropología y la etnología de los pueblos peruanos
originarios, los quechuas y los aymaras. Nos explicó los conceptos indígenas del mundo y la geografía, de su
ética y sus valores y de su método de enseñanza por medio de historias. Esas charlas fueron un despertar para
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mí y cambiaron mi manera de pensar en muchos aspectos. Debo mucho a esa breve visita hace años, y ahora
tengo el placer de dedicarle a "Bill", con mucho aprecio y agradecimiento, este breve escrito.

1 La traducción de esta frase por RVR, "un viento recio que soplaba", es tanto inexacto como
curioso. ¿Cómo sería un viento que no soplara?
2 Algunos afirman que fue el estruendo, y no el viento, que llenó la casa. La gramática y el
simbolismo, como también los antecedentes bíblicos, indican que el viento es el sujeto del verbo.
3 A diferencia de esa nube de gloria, en Ap 15:8, antes de derramarse las copas de ira, el templo se
llena de humo.
4 En seguida el texto relato que cuando Nadab y Abiú, los hijos de Aarón, "ofrecieron ante Yahvé
un fuego que no tenían por qué ofrecer", salió de la presencia de Yahvé un fuego que los consumió"
(Lev 10:1-3). En Num 3:4 y 26:61 se describe como "fuego profano" o "fuego extraño".
5 Algunos han argumentado que el único milagro fuera un milagro de escuchar, de cada receptor
en su propio idioma, en vez de un milagro de hablar, de parte de los apóstoles, pero el argumento
carece de bases sólidas. Es probable que Pablo se refiriera a las dos modalidades del don de lenguas
con su frase, "lenguas humanas y angelicales" (1 Cor 13.1).
6 Algunos autores han sugerido que en los largos años entre su conversión y su primer viaje
misionero, Pablo se dedicó a asimilar la cultura de los gentiles, a los que iba a dedicar su vida como
misionero. Antes de convertir a los gentiles, él mismo se convirtió a la cultura greco-romana. Eso
puede verse en las referencias a la literatura griega que cita Pablo, en la nomenclatura que
introduce para las congregaciones y los líderes (ekklêsia, episkopos), en el lenguaje que a veces usa
("adopción" en sentido romano; "jugar el todo por el todo" paraboleúomai Fil 2.30) y en sus
referencias a los deportes helenísticos (1 Cor 9:24-27). Siendo judío, aprendió a pensar y actuar
como gentil para llevar las buenas nuevas a los gentiles. ¡Hasta se hizo fanático de los deportes!
7 Aquí me refiero a la iglesia guatemalteca como simple ejemplo, no como juicio a una iglesia que
merece mi mayor respeto.

17. LOS PROBLEMAS CON EL NEOPENTECOSTALISMO


Harold Segura

El movimiento pentecostal-carismático, conlleva serios riesgos. Algunos estudios del fenómeno


religiosos en América Latina, como es el ejemplo del teólogo e historiador suizo Jean Pierre Bastian,
se atreven a opinar que el pentecostalismo como nuevo movimiento religioso no es ninguna
renovación interna del protestantismo, sino “renovación de la religiosidad popular -en el sentido
artesanal- y una aculturación de los protestantismos históricos a las prácticas y valores de la cultura
católica popular” (17).

Bastian avanza un poco más y se pregunta con igual atrevimiento, si “en vez de usar el término
“protestantismo” para designarlos, no sería más conveniente el de “nuevos movimientos religiosos
sincréticos”, que se inscriben en una eficacia simbólica de resistencia o adaptación al modernismo
por medio de una religiosidad artesanal producida por los sectores de las sociedades
latinoamericanas” (18). En otras palabras, ciertos sectores de ese gran y complejo universo
pentecostal no deberían ser llamados protestantes o evangélicos, sino movimientos sincréticos que
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forman parte de la gran mutación del campo religioso actual en nuestro continente. Según esta
versión, América Latina no se está volviendo protestante, como diría David Stoll, sino que en
nuestro seno se ha originado un nuevo movimiento religioso, “que se acomoda a la religiosidad
popular y que refuerza los mecanismos tradicionales de control social” (19).

Como podemos observar, hay también quienes se pronuncian con alarma frente al novedoso
movimiento pentecostal-carismático. Permítanme enumerar ahora algunos de lo que considero
riesgos:
• Su actitud acrítica frente al crecimiento numérico de la iglesia y su propuesta de relación
directa entre crecimiento y poder del Espíritu. Si esta actitud persevera, se seguirá alcanzando
multitudes sin conseguir impactar en la sociedad.
• Su fuerte estratificación organizacional y la determinación del poder, acompañado de
manipulación, caudillismo y rigidez.
• El desequilibrio entre su énfasis en los dones y en el poder del Espíritu y la carencia de
reflexión social y ética.
• El discurso doctrinal y teológico ingenuamente fundamentalista.
• Su visión maniquea del mundo. La marcada diferencia entre lo sacro y lo secular, entre el
mundo divino y el mundo satánico, entre la historia de Dios y la historia del mundo, entre el cielo y
la tierra, entre el alma y el cuerpo.
• Su crítica hacia los creyentes no pentecostales y su desprecio a otras formas de vivir la fe
cristiana; en otras palabras, su exclusivismo espiritual.
• El alto nivel de expectativas en un Dios mágico, que provee el milagro, expulsa el demonio
y produce éxtasis inigualables. Esta expectativa contrasta con los niveles de decepción y culpa
cuando el portento no se produce.
• La escasa argumentación teológica y exposición exegética y sistemática de la Biblia, en la
que se privilegia una hermenéutica pneumática, sobre una gramático-histórica-teológica.
• Su énfasis desproporcionado en algunos temas de la fe, como la demonología, o la
glosolalia, u otro de carácter especial.
• Su misticismo que promueve, muchas veces sin intención, el viejo animismo, el
chamanismo santificado y la proliferación de prácticas exóticas.

El movimiento pentecostal-carismático, al promover la búsqueda de la verdad por medio de las


sensaciones, la imaginación, las visiones personales, la iluminación privada u otros medios
subjetivos, ha contribuido, con o sin intención, a la proliferación de movimientos exóticos, que
alarman con sus prácticas extravagantes. Líderes de las Iglesias pentecostales de corte clásico, se
sorprenden al saber cómo muchos grupos independientes y diferentes comunidades cristianas han
exagerado los énfasis y han caído lamentablemente en el abuso de la fe pentecostal.

Hace pocos meses, escuché que una de las iglesias nuevas de la ciudad, iba a ser denunciada ante la
fiscalía regional por sus prácticas exóticas. Habían decidido desnudar a varias damas, con el
propósito de aplicarles un masaje con aceite ungido y expulsar de esa manera los rebeldes
demonios. En un país suramericano, hace pocos años, dos o tres personas fueron ahogadas por un
pastor cuando éste intentaba inundar a los demonios que los poseían.

Del pentecostalismo emotivo, con facilidad se pasó al misticismo atrevido. La guerra espiritual se
está tornando en animismo premoderno, la práctica bíblica del exorcismo está degenerando en
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sincretismo místico, el culto emotivo se está convirtiendo en espacio neurotizante, la práctica de la


profecía que anuncia el futuro se está convirtiendo en vaticinio espiritista, además de fuente de
ganancias económicas. El cuadro no es nada agradable y el desafío se agiganta cada día.

Se ha producido un desequilibrio en el pentecostalismo clásico, “en cuanto asume el imaginario


social popular de un mundo regido por espíritus buenos y malos y propone una forma de manejar
el mundo de los espíritus, restringida a quienes detentan el poder mágico. De esta manera se
desplazan los contenidos evangélicos” (20) En esta nueva versión del evangelio, por ejemplo, el
pecado se convierte en posesión satánica y los exorcismos ya no usan el poder del Jesús liberador,
sino los instrumentos ungidos designados por el clérigo de turno: llaves bendecidas, aguas ungidas,
pañuelos poderosos, en fin. Con mucha razón, algunos se preguntan si éstas expresiones exóticas
de la fe no pertenecen a una nueva religión, a una manifestación sincrética con trasfondo
afroamericano. Otra vez nos surge la inquietud: ¿qué tiene que ver todo este espectáculo
sensacionalista con la Reforma del siglo XVI? La Sola Escritura, la Sola Gracia, la Sola Fe, el Solo
Cristo, han sido vergonzosamente reemplazados por el solo show, el mucho animismo, el bastante
chamanismo, y el gran caudillismo. El pentecostalismo de vieja estirpe clásica debe estar alarmado,
como alarmados estamos el resto de los evangélicos de apego reformado.

A manera de conclusión

Todo elemental análisis del fenómeno pentecostal -y éste uno de ellos- debe tener en cuenta que
existen diferencias importantes entre uno y otro sector del movimiento. El pentecostalismo es
multifacético, en él se da un alto grado de diversidad. Unos son los pentecostales clásicos o criollos,
otros los neopentecostales, otros los movimientos sincréticos de apariencia pentecostal-evangélica.
Esas diferencias son de orden doctrinal, vivencial, pero también social. Sus dinámicas sociales son
distintas, como también lo son sus condiciones y estratificaciones dentro de la sociedad.

Es preocupante observar el acelerado desarrollo de nuevas propuestas religiosas pseudoevangélicas


o pseudoprotestantes. Muchas de estas nuevas versiones de la fe están tomando arraigo en
congregaciones evangélicas de vieja data. Se presenta ahora una religiosidad cargada de
extravagancias, efervescente, caudillista, verbalista, en resumen, exótica. Surge entonces una
pregunta: ¿es ésta una nueva religión con maquillaje evangélico y apariencia de cristiana, pero que
poco tiene que ver con ellas?

Los evangélicos latinoamericanos hemos reaccionado con ingenuo triunfalismo frente al fantástico
crecimiento numérico de nuestras iglesias. Hemos confundido iglesias llenas de fieles con
verdadera religión cristiana y fiel seguimiento de “la fe que una vez ha sido dada a los santos” (Jd.
3). D. Elton Trueblood dijo que “La gran cuestión, hoy como siempre, no es si vamos a ser
religiosos, sino qué clase de religión será la nuestra”. Debemos preguntarnos, pues, ¿qué clase de fe
es esta que ahora prolifera en América Latina?

Hay un largo camino por recorrer. El tema no debe quedarse siendo debatido en círculos reducidos
de creyentes que gustan de la reflexión teológica y doctrinal, o entre académicos de la fe que gustan
de este tipo de gimnasia mental. La reflexión y la preocupación debe ser compartida por todos los
creyentes que procuran servir al Señor y ser fieles a su Reino. ¿Qué hacer?. La pregunta es la de
cientos de pastores y pastoras que sirven a lo largo y ancho del continente y para quienes el desafío
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del pentecostalismo es más urgente que el análisis de la pentecostalidad. Mientras que para los
cientistas sociales los problemas son los de las taxonomías, las hipótesis interpretativas, los marcos
sociológicos, la ideología, y otros más, para los pastores, lo que apremia son las preguntas que
apuntan hacia la salud de la fe y la conducción integral de la grey. Otra vez: ¿Qué hacer? La
respuesta nos pertenece a todos, y este modesto ensayo solo ha intentado ser una provocación al
diálogo y un modesto punto de partida.

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