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La materialidad

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Daniel Sarmiento Pavas
Socio Director ACS-SMS Colombia
Ex - presidente JCC, ex - consejero CTCP

Uno de los problemas prácticos que enfrentamos los contadores públicos, en


especial los que no hemos ahondado mucho en el detalle técnico, es la definición
de la materialidad de los trabajos. Este es un asunto vital, porque no definirla o
establecerla en la fase de planeación, puede resultar altamente ineficiente y puede
generar que el revisor fiscal o el auditor terminen exagerando el esfuerzo, o, al
contrario, desarrollando menos trabajo del requerido.

Lo primero que debemos tener claro es que se deben establecer tres tipos de
materialidad, cada uno de los cuales tiene un objetivo distinto: la materialidad
global, la específica y la del trabajo (ver NIA 320).

La materialidad global se define en función de las necesidades de los usuarios, es


decir, pensando en qué nivel de incorrección afectaría sus decisiones económicas.
La materialidad específica se determina teniendo en cuenta componentes
especialmente sensibles en los cuales un error importante podría afectar la
razonabilidad de la información financiera. Finalmente, la materialidad del encargo
pretende, en consideración de las circunstancias específicas de la entidad, tener
en cuenta eventuales dificultades de detección de las pruebas de auditoría, por lo
cual, siempre es inferior a la materialidad global. En otras palabras, busca generar
un margen de maniobra o un “colchón de seguridad” para considerar el efecto del
riesgo de detección y de las incorrecciones no corregidas.

Cómo determinar los niveles de materialidad

Materialidad global: El establecimiento de este nivel debe responder a los


elementos de los estados financieros que resultan más importantes para los
usuarios. No necesariamente el punto de referencia es la utilidad, aunque
frecuentemente es apropiado. Por ejemplo, en entidades no lucrativas o empresas
que presentan pérdidas o utilidades muy bajas, este referente no resultaría
adecuado. Si se usa la utilidad, también debe considerarse si resulta pertinente
tomar la utilidad neta o efectuar ajustes para establecer la materialidad global. Esto
por cuanto pude haber transacciones aisladas que afecten el resultado del
ejercicio, por lo cual no sería conveniente no tenerlas en cuenta. Por ejemplo, una
indemnización de una compañía de seguros podría tener un impacto significativo
en la ganancia neta, por lo cual, fijar la materialidad sobre esa base resultaría
subestimando el riesgo de incorrección con base en las operaciones normales de
la entidad. Lo mismo ocurre si la entidad presenta operaciones discontinuas, caso
en el cual debería usar el resultado, bien sea neto o antes de impuestos, de
operaciones que continúan.

La práctica suele usar los siguientes rangos de materialidad, en relación con


algunos componentes claves de la información financiera, teniendo siempre en
cuenta que esta definición es un asunto de juicio exclusivo del revisor fiscal o
auditor, según sea el caso, y que el punto de referencia utilizado debe ser
cuidadosamente seleccionado en función de las condiciones particulares de la
entidad evaluada.

Elemento Rango de materialidad


Utilidades (netas, antes de impuestos, ajustadas 3% a 10% (dependiendo del tipo de utilidad utilizada
o que continúan y del impacto global evaluado).
Ingresos o gastos 1% a 3%
Activos 3% a 5%
Patrimonio 3% a 5%
Activos corrientes 10% a 15%
Capital de trabajo neto 3% a 7%

Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que la materialidad se cuantifica en la


moneda de la información financiera (en nuestro caso, por lo general el peso) y
que deben considerarse las incorrecciones individuales o la acumulación de
incorrecciones. Por ejemplo, supongamos que se va a determinar la materialidad
global en relación con la utilidad antes de impuestos y que, considerando los
resultados de la auditoría anterior y la evaluación del riesgo (asunto distinto
relacionado con el tema), el nivel se ha establecido en el 7%. La utilidad antes de
impuestos fue de $1.000 millones.

Utilidad antes de impuestos $1.000


Utilidad neta $ 700
Materialidad global 7%
Valor $ 70

En la auditoría se encontraron 3 errores, uno por $25 millones, otro por $10
millones y otro por $20 millones.

La suma de estos errores es $55 millones. En primera instancia, asumiríamos que


como este valor es inferior a la materialidad de $70 millones, no haríamos ninguna
salvedad en la opinión. Sin embargo, tendríamos que considerar los otros dos tipos
de materialidad. La razón es que este es el valor global que consideramos que
podría afectar la interpretación de la información financiera por los usuarios
principales. Sin embargo, otras circunstancias también podrían afectar esa lectura.

Materialidad específica: Igualmente se determina en función de las necesidades de


los usuarios principales de la información financiera. La diferencia con la global es
que se trata de situaciones especiales, áreas sensibles de actividad, revelaciones
especiales, requerimientos legales específicos o transacciones particularmente
importantes. Por ejemplo, las cuentas por cobrar de una entidad pueden tener un
peso especialmente significativo, si sus ingresos se derivan especialmente de la
financiación a clientes. En ese caso, una incorrección material en este rubro podría
afectar las decisiones de los usuarios principales, así la materialidad global no se
haya afectado.

En el ejemplo que usamos en el punto anterior, supongamos que se estableció un


nivel de materialidad del 2% de las cuentas por cobrar, cuyo saldo es de $1.200
millones. Esto nos daría un valor de materialidad de $24 millones. Si el error de
$25 millones está relacionado con las cuentas por cobrar, se afectaría la
materialidad específica, generando una calificación de la opinión, no solo por la
cifra en particular sino por el efecto colateral que puede tener la incorrección sobre
el contexto de la información financiera. Pero si los errores detectados no afectan
la materialidad específica, aún continuaríamos sin afectar la opinión.

Finalmente, debe tenerse presente que pudiera haber otras situaciones que
podrían afectar la razonabilidad de la información y por ende la opinión, y que
podrían no corresponder a mediciones específicas de partidas, como violaciones
regulatorias, fraudes no revelados, o revelaciones insuficientes.

Materialidad del encargo: Como ya indicamos, este nivel de materialidad se


establece para incluir los errores o incorrecciones no detectadas, es decir, el riesgo
de detección, así como las incorrecciones detectadas no corregidas. En
consecuencia, el margen generado por este nivel de materialidad se localiza entre
la sumatoria de los errores detectados no corregidos y la materialidad global. En
otras palabras, la materialidad del encargo busca garantizar que la suma de los
errores detectados no corregidos más los no detectados no exceda el nivel
establecido afectando la razonabilidad de la información financiera.

Los porcentajes usualmente fluctúan entre el 60% y el 85%, bien sea de la


materialidad global o de la específica. Esto se determina básicamente por juicio del
auditor, considerando su conocimiento de la entidad, su experiencia en auditorías
previas y la evaluación del control interno, entre otros aspectos.
Volviendo al ejemplo, supongamos que la materialidad del encargo se estableció
en un 70% de la materialidad global. Esto significa que la materialidad se sitúa en
$49 millones. Se supone que el “colchón de seguridad” es de $ 21 millones, por lo
cual no debería haber errores superiores a $49 millones. Sin embargo, la
sumatoria de los errores no corregidos es de $55 millones, lo cual significa que el
margen establecido fue sobrepasado ($55 millones más $21 millones = $76
millones, cuando la materialidad global se había establecido en $70 millones). En
consecuencia, a pesar de que no se haya afectado la opinión por la materialidad
global ni la específica, se afectaría por la materialidad del encargo.

Como se observa, fijar la materialidad no es un asunto que pueda establecerse sin


considerar la evaluación del riesgo de auditoría o aplicando cifras preestablecidas
o muy utilizadas, como por ejemplo un 10% de la utilidad neta de manera genérica.

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