El Concilio de Letrán V es el XVIII Concilio ecuménico de la Iglesia Católica y fue convocado
por el Papa Julio II el 18 de julio de 1511 en la ciudad de Roma. Este se inició el 3 de mayo de 1512 y finalizo el 16 de marzo de 1517. El objeto primordial de este concilio era poner fin a las herejías y a los cismas existentes, neutralizando especialmente las actuaciones del anticoncilio de Pisa (1409-1411), también se planteaba la reforma de la Iglesia y cruzada contra los infieles. El objeto primordial de este concilio era poner fin a las herejías, reformar la Iglesia, analizar el apoyo a la cruzada contra los infieles y eliminar los cismas existentes, para tener éxito en este último aspecto el Papa quería neutralizar lo más rápido posible las actuaciones del anticoncilio de Pisa (1409-1411). Poco después, lo haría también el emperador Maximiliano, declarándose contra el conciliábulo de Pisa. La primera sesión tuvo lugar el 10 de mayo y estuvo presidida por Su Santidad Julio II. El primer día de sesiones el papa hizo una alocución en la que expreso los objetivos del concilio: supresión de herejías y cismas, reforma de la Iglesia y cruzada contra los infieles. El papa estableció el reglamento de las sesiones y nombró los funcionarios. Una novedad en relación con los anteriores concilios fue que los decretos emanados de este concilio lateranense adquirieron la forma de bulas papales. En la segunda sesión se aprobaron unas censuras contra el Concilio de Pisa y se declaraba su nulidad, a la vez que se decretaba la legitimidad del Concilio Lateranense. Retrato del Papa León X, quien presidió el concilio tras la muerte de su antecesor Julio II. La muerte de Julio II el 21 de febrero de 1513 trajo buenas nuevas para el concilio ya que Luis XII de Francia (1498-1515) dejó de apoyar al conciliábulo pisano mientras que los cardenales disidentes expresaron su apoyo al nuevo papa León X (1513-1521). El nuevo pontífice romano fue continuador del concilio y se ocupó de algunos temas, que habían quedado pendientes. En 1513 se celebró la octava sesión en la cual se declaraba la definición dogmática de la inmortalidad individual del alma humana contra la tesis del filósofo Pedro Pomponazzi (1462-1525), aunque sin mencionarlo expresamente. En esta sesión se aprobó un decreto en el cual se reducían considerablemente las tasas de la curia romana. El concilio se centró luego en algunos aspectos de la reforma de la Iglesia. En la sesión novena, celebrada el 5 de mayo de 1514, se tomaron medidas para que la provisión de obispados y abadías recayese sobre personas dignas y se hiciera según la normativa canónica. También se legisló sobre la enseñanza del catecismo. En 1515 se celebró la décima sesión donde se abordó el tema de los llamados montes de piedad para evitar los préstamos usurarios, también se limitó la exención de los religiosos y se estableció la censura de libros. En la oncena sesión, celebrada el 19 de diciembre de 1516, hubo una tensa discusión entre los regulares y el clero secular a propósito de la predicación; también se aprobó en ella la bula que confirmaba el Concordato con el rey de Francia y la abolición de la pragmática sanción galicana. A pesar de los esfuerzos realizados quedaban aún sin solventar los grandes temas de la reforma de la Iglesia. El 16 de marzo de 1517 se concluía el V Concilio de Letrán, y no deja de ser significativo que el 31 de octubre del mismo año Martín Lutero (1483-1546) proclamara sus 95 tesis en la ciudad de Wittemberg. El Concilio de Trento tuvo especial importancia en el paso del Medioevo a la Edad Moderna. Concretamente lo convocó el Papa Paulo III, no sólo para responder a la Reforma protestante sino también para fijar el dogma católico tras la degradación y crisis a que había llegado la Iglesia católica en el siglo XVI. El Concilio se desarrolló entre 1545 y 1563, pero no de forma seguida, sino con interrupciones, que permiten dividirlo en tres etapas: De 1545 a 1547. Se inaugura el Concilio, donde destaca, pese a la mayoría italiana, la representación española y su formación. La amenaza de una epidemia de peste obliga a suspender la reunión. De 1551 a 1552. Con Julio III. Destaca la numerosa presencia alemana. Carlos V sufre la traición de su aliado Mauricio de Sajonia, que se alía con los protestantes y ataca al emperador en Innsbruck, por lo que se vuelve a suspender la reunión conciliar. De 1562 a 1563. Con Pío IV. Ya no hay representación alemana ni reformista y se concluyen los temas. En el Concilio había dos posturas enfrentadas: una, que proponía una actitud conciliadora hacia los protestantes para llegar a un acuerdo, y otra, la intransigente, que acabó por ganar. Los dogmas concluidos, si bien no eran nuevos, sí se perfilaron y aclararon con respecto a ambigüedades anteriores, aportando una mayor unidad a la doctrina católica y oponiéndose a las ideas protestantes, con lo que el Concilio resultó la ruptura definitiva de ambas tendencias. Unos de los concilios más importantes de la Historia de la Iglesia fue el Concilio de Trento, que fue convocado en 1545 por el Papa Pablo III. El Concilio de Trento o Tridentino llegó a las siguientes conclusiones: Se reafirmó que las fuentes de la fe son las Sagradas Escrituras y la tradición de la Iglesia. Para los protestantes la única fuente de la revelación es la Sagrada Escritura. Que las Sagradas Escrituras deben ser interpretadas por la Iglesia y no tener interpretación libre como decía Lutero, el fundador del protestantismo, pues así cada quien podía opinar lo que quería y no habría unión en la Iglesia. De hecho, esta libre interpretación de la Biblia por parte de los protestantes, ha sido una de las causas de las divisiones de la iglesia protestante. Hoy día se puede decir que hay millares de sectas protestantes mientras que la Iglesia Católica se mantiene siendo una. El Concilio de Trento reafirmó que la fe es necesaria para la salvación, pero también lo son las buenas obras. Lutero decía que con la fe solamente se bastaba para ir al Cielo, pero el Concilio recordó que Jesús había dicho: "No sólo el que dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino todo el que hace la voluntad de mi Padre", y que en otra parte decía: "Por sus frutos los conoceréis", implicando la importancia de las buenas obras. Además, en el capítulo 25 de san Mateo (Mt 25,31-46), indica que las obras son muy necesarias. Se volvió a ratificar que el pan y el vino consagrados son el Cuerpo y la Sangre de Cristo y no como Luerto decía, una representación. Se proclamó que se podía rendir culto a los santos como ejemplos y testimonio de vida cristiana. Se define el pecado original que se borra con el Bautismo. Se dispone que los obispos debieran vivir en sus diócesis y debían hacer visitas a sus parroquias de un modo frecuente. Se mandan construir seminarios para formar bien al clero. A los religiosos se les urge la vida en común y a las monjas la clausura. Se decide la publicación de un catecismo que recoja toda la doctrina del Concilio y se manda hacer una nueva edición corregida del Misal y del Breviario. El concilio de Trento marca una época importantísima en la historia de la cristiandad y en especial para la Iglesia Católica Romana. Sus decretos y cánones fueron la respuesta oficial de la Iglesia Romana a las doctrinas de los reformadores. Por medio del concilio la Iglesia papal puso su casa en orden, combatió a los protestantes e impulso su misión mundial. Definió sus dogmas de tal manera que no dejara lugar alguno para las distintas convicciones protestantes como por ejemplo, la salvación por la fe sola y el sacerdocio de todos los creyentes. Limpió el terreno para tratar con la corrupción moral de la que se habían quejado tanto sus propios hijos como los protestantes. En Trento tenemos un doble camino, por un lado condenan a la doctrina protestante como herejía y por otro elevan las teorías Católicas Romanas a la posición de dogmas. Roma inaugura una nueva era en la que formula sus propias doctrinas y su propia reforma en respuesta y oposición a la doctrina y la reforma evangélica. El resultado: Contrarreforma y división. La Iglesia romana se aleja de las Sagradas Escrituras, desecha la justicia de Dios y establece la suya propia en su mensaje soteriológico. Las consecuencias lógicas de poner la tradición y la Escritura a un mismo nivel lo constatamos en los siglos más tarde. El concilio de Trento abrió la puerta a influencias meramente humanistas que constituyen la usurpación de la soberana autoridad de Dios por parte del hombre. El concilio de Trento marcó definitivamente la separación con los protestantes y el resurgir de la Iglesia Católica Romana. En ningún sentido, Trento, fue un concilio ecuménico, ni tampoco un intento de comprensión sino todo al contrario, de condena a la reforma. Siete sacramentos definidos, Escritura y tradición de igual autoridad, las buenas obras establecidas como de ayuda para la justificación, la interpretación de la doctrina única y exclusivamente por la Iglesia, estas fueron algunas de las medidas adoptadas que tomaron erróneamente. Se reavivo la fuerza Católica y se desarrolló, a manos de los jesuitas, un importante impulso docente y misionero, pero con tristeza concluimos que el concilio se desvió del camino de Dios y de Su Palabra y en vez de buscar la gloria y la honra de Dios buscaron su propia honra y su propia gloria. ¿Cómo surge y por qué surge, en la forma concreta que le han dado los Padres conciliares, el Decreto sobre el pecado original?