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Informe final
2011
Índice
Índice 2
Agradecimientos 3
Introducción 4
Marco teórico 30
Encuadre metodológico 51
El trabajo de campo 53
La institución y su contexto sociohistórico 54
Los instrumentos de relevamiento de información empírica 57
Análisis de datos y presentación de los resultados 59
1. La
escuela en la comunidad. Historias, sujetos y relatos 61
1.1. Una escuela para el barrio 62
1.1.1. Una escuela con más aprendizajes, más inclusión, más disfrute 65
1.1.2. Una escuela que valoriza el trabajo docente 68
1.2. De la escuela de puertas abiertas a la escuela con rejas en las ventanas 72
1.3. La escuela hoy, huellas, desafíos y proyectos 77
2. Las miradas generacionales de los adultos hacia los jóvenes en
sus prácticas escolares. 81
2.1. Miradas situadas de docentes de distintas generaciones 81
2.2. Jóvenes como actores del curriculum para su inserción social y comunitaria 83
2.3. Jóvenes vulnerables en el espacio escolar 88
2.4. Entre resistencias y obstinaciones… los estudiantes como prioridad institucional 98
3. Habitabilidad en el espacio escolar 103
3.1. La escuela abierta a la comunidad 103
3.2. Pasaje del habitar al estar 106
3.3. Prácticas sociales en contextos escolares 111
Conclusiones 115
Bibliografía 127
Agradecimientos
Queremos agradecer cálidamente a quienes que nos posibilitaron llegar hasta aquí,
allanándonos el camino, dándonos el aliento, el empuje, la palabra que contiene y
desafía, invitándonos a seguir en esta construcción permanente de conocimientos
nuevos.
Convencidas de que todo camino se hace con otros, apostamos al trabajo colectivo y
en este recorrido hemos encontrado palabras y presencias que hoy queremos
destacar...
A Román Scattini y Victoria Pérez Campos, que compartieron parte de este proceso
como becarios del proyecto, por su dedicación y compromiso.
Introducción
Introducción
La escuela constituye un espacio social donde y respecto del cual los actores
producen significaciones, en este caso, los jóvenes y adultos. Conocer las
significaciones que ellos asignan a sus prácticas escolares posibilita la
construcción de posiciones en ese campo, tanto de docentes como de
estudiantes.
1
Esta cátedra pertenece al Trayecto Pedagógico, donde confluyen todos los Profesorados para la
Educación Secundaria de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales.
2
Nos referimos al PIDA “Las significaciones que otorgan los jóvenes a la escuela media en tanto espacio
social. Un estudio sobre los jóvenes en escuelas públicas en la ciudad de Paraná”. Informe Final 2007.
Al finalizar ese proceso nos planteamos nuevos interrogantes, algunos de ellos fueron:
¿Cuáles son las reglas que ponen en juego los actores institucionales jóvenes y
adultos? ¿Cómo imaginan jóvenes y adultos escenarios escolares habitables, vivibles,
disfrutables? ¿Cuáles son los vínculos entre jóvenes y adultos que encierran posibles
caminos para producir nuevas prácticas escolares?
Nos generó mucho interés conocer esa historia, que va configurando y tensiona
nuestro objeto de estudio. La fuerza de la experiencia piloto deja huellas que
alcanzamos a vislumbrar como indicios en los sujetos, en sus relatos, en sus
discursos, en sus prácticas. Ante esa riqueza empírica, tomamos decisiones desde
una perspectiva contextual y relacional que nos situaron en la focalización en esa
institución escolar y en los actores adultos, protagonistas de la experiencia piloto así
como los del presente, a fin de conocer cómo significan/ significaron sus prácticas
escolares en distintos momentos históricos.
En lo que sigue presentaremos los apartados que conforman este informe final de
investigación.
4
Barsanti, Liliana; Chamorro, Noelia; Bressán, Adriana; Scheihing, Claudia (2007) Las Significaciones que
otorgan los Jóvenes a la Escuela Media en tanto Espacio SociaI Un estudio sobre los jóvenes en escuelas
públicas en la ciudad de Paraná. Informe final. Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales –
Universidad Autónoma de Entre Ríos.
Organizamos los resultados acerca de las significaciones que los jóvenes estudiantes
le otorgan a la escuela media en tres ejes: los jóvenes piensan la escuela media; los
jóvenes frente al espejo de los adultos en la escuela media; las expectativas de los
jóvenes respecto de la escuela media.
El primer eje, los jóvenes piensan la escuela media, refiere a cómo los estudiantes
condensan contradicciones y otorgan sentidos a la institución escolar. Las
significaciones enfatizan la escuela como un espacio privilegiado para el aprendizaje y
la enseñanza, reconocen la especificidad educativa de la institución, valoran y
reclaman la presencia del adulto en la tarea pedagógica, en escenarios habitables.
Los estudiantes de ambas instituciones interpretan la ofensiva de las políticas
educativas neoliberales en contexto escolar, identificando el desplazamiento del
Estado de su lugar de garante de la educación pública que los afecta en las
condiciones materiales y simbólicas existentes en la práctica cotidiana escolar.
Identifican diferencias y conflictos al momento de referirse a los vínculos entre actores
institucionales expresando el valor que le adjudican a la buena comunicación para la
convivencia y el esfuerzo de los adultos para construir un escenario habitable. Al
significar la escuela como espacio de convivencia de jóvenes y adultos, emerge el
juego de posiciones que se disputa en el campo escolar, los estudiantes dialectizan la
sociedad y la escuela mostrando cómo los procesos de convivencia que organizan la
vida cotidiana escolar arraigan en una sociedad que los produce, potencia o inhibe.
Al pensar la escuela como preparación para el futuro, los jóvenes de la escuela de
centro la ubican como un tránsito a veces burocrático hacia los estudios superiores o
el trabajo, en tanto en la escuela de barrio aparece la institución escolar como la única
o la más importante alternativa de inclusión social; sentido que interpela fuertemente
las miradas adultas que los ubican en el lugar de la desidia y el desinterés,
culpabilizándolos de su falta de futuro.
Los jóvenes del contexto escolar de centro significan el pasado y el presente en la
escuela, desde una mirada nostálgica, ésta se tensiona con una mirada del presente
como experiencia vital, que incluye esfuerzos y logros habilitando horizontes por-venir.
La escuela adquiere un sentido pleno al significarse como lugar de encuentro entre
pares, espacio de socialización. Los estudiantes expresan su pertenencia desde el
lugar del deseo, el disfrute, el reconocimiento, el aprendizaje y valoran particularmente
la convivencia con un otro igual pero singular. Esta experiencia vital se tensiona en los
jóvenes de barrio con el dolor de sentirse objeto de diferenciación y discriminación, el
lugar de la escuela en la comunidad los constituye desde la adversidad que marca su
pertenencia a un contexto social de pobreza.
El segundo eje, los jóvenes frente al espejo de los adultos en la escuela media,
presenta las significaciones más relevantes que los jóvenes consideran que los
adultos producen sobre ellos.
En ambas escuelas los configuran como jóvenes sin historia, jóvenes congelados.
Estas significaciones afectan el núcleo mismo de la relación pedagógica y de la
función de la escuela, en tanto el destinatario de la educación queda cristalizado en
sus carencias, en la falta, en la imposibilidad, y deviene ineducable. No obstante, los
estudiantes reconocen miradas adultas que valoran sus habitus y capitales culturales,
ellas operan como iluminadoras de un presente en tanto los reconocen como
jugadores legítimos en el campo escolar.
Ante los jóvenes sospechados, el adulto sólo aguarda transgresión y rechazo, apatía y
violencia, puesto que no pueden leer la experiencia vital de estos jóvenes a quienes
adjudican ―no saben‖, ―no se preocupan‖, ―no tienen proyectos‖, ―no son‖.
Las miradas proyectadas por ese modelo producen jóvenes idealizados que anclan en
la moratoria social, homogeneizados como grupo etario, indiferenciados desde sus
particularidades y atravesamientos de género, clase, etnia y generación.
En ese imaginario habita un sujeto arraigado en el pasado ante el cual irrumpe el joven
inesperado. Frente a esta desestabilización, los adultos se refugian temerosos en las
miradas nostálgicas que convierten a los jóvenes en sujetos sin rostro, impidiendo
reconocer que tienen otra vida, que construyen sus historias más allá de las
producidas por las biografías escolares. Significaciones que encierran tanto un
reclamo, petición, requerimiento a ser escuchado, mirado, reconocido en su
singularidad como una duda respecto del lugar que ocupan en el espacio social
escolar.
El tercer eje, las expectativas de los jóvenes respecto de la escuela media, expone los
principales trazos que los estudiantes delinearon pensando en la escuela anhelada,
una escuela que se afirma y emerge más allá de los avatares, escuela habitable en la
que los jóvenes y adultos se reconocen en los vínculos sociales y pedagógicos.
Contrariamente a las imágenes y discursos hegemónicos que posicionan a los jóvenes
como sujetos carentes e impasibles, desinteresados de la realidad, consumistas,
ajenos a todo compromiso social, estos jóvenes estudiantes explicitaron de manera
contundente sus deseos, demandas y compromisos.
Los jóvenes aspiran a construir un espacio escolar donde se produzca enseñanza y
aprendizaje. Señalan la necesidad de que la escuela se plantee una propuesta
pedagógica que se sostenga en su interés y su deseo de saber, de allí su reclamo por
la presencia de un otro docente que les posibilite poner en juego el deseo que ellos
5
Dussel, Inés, Brito, Andrea Núñez, Pedro (2007) Más allá de la crisis. Visión de alumnos y profesores de
la escuela secundaria argentina. Buenos Aires: Edit. Santillana.
María Delfina Veiravé y Cinthia D Amud (2010), investigan las ―Percepciones de los
alumnos sobre el trabajo y rol de los profesores de Escuela Media, en diversos
contextos institucionales y socio-económicos de la provincia del Chaco”.
Otras investigaciones se ocupan indagar las miradas que construyen los profesores
acerca de los jóvenes desde una perspectiva metodológica socio-antropológica; Las
culturas juveniles urbanas- Los jóvenes nos – otros los jóvenes, pistas para su
reconocimiento (Montoya) , el conocimiento que poseen los profesores de la cultura
joven- Los docentes de nivel medio ante la cultura joven (Ubaitel) la constitución de la
subjetividad adolescente desde las marcas de inscripción que posibilita la institución
escolar, considerando la perspectiva de la desigualdad educativa (Sassi, V., 2009), los
procesos de enseñanza y las construcciones subjetivas que se desarrollan en el nivel
medio (Marzolla, 2008).
Las representaciones colectivas que los jóvenes de sectores populares que trabajan
construyen sobre el rol de la escuela, las problemáticas que atraviesan aquellos
jóvenes que estudian y trabajan y su comparación con los que no lo hacen, aportan a
nuestro objeto de estudio. En ese sentido, la investigación de Ana Tosi, María
Alejandra Bataglia y Guillermo Molina, realizada en el área del gran Rosario, es un
6
Tesis doctoral en Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT; bajo la
dirección de la Dra. Ivonne Bianco.
7
Secretaría de Ciencia y Técnica, Universidad Nacional de Tucumán.
En líneas generales, las conclusiones a las que arriban las investigadoras a partir del
presente estudio sitúan a la escuela media, como un espacio de relaciones conflictivas
con los adultos. Es decir, los adolescentes entrevistados puntualizaron la inexistencia
de vínculos próximos y confiables con sus profesores, así como dieron cuenta de las
grandes dificultades que les implica, más en las clases sociales bajas, el pasaje de la
escuela primaria, lugar de mayor contención, a la escuela secundaria.
8
ISBN 987-9286-07-3 © UNICEF. Oficina de Argentina
de los sujetos, que entender que las formas que adopte lo escolar deben estar atentas
a hacer su espacio habitable y productivo para toda la población de alumnos, habida
cuenta de sus diferentes condiciones de vida o condiciones de partida para el
aprendizaje.
10
Asesora: Nora Elichiry Asesor: Mario Zimmerman Integrantes: Néstor Andriani- César Menghini- Gilda
López- María Silvina Olivares- Anahí Marcovich- Gimena Molinaroli- Celina Noguez- Karina Senz
(Alumna)- Pablo Bulfón (Externo) María José Banús (Pasante de Postgrado)
Los resultados aluden a pensar las escuelas como espacios fértiles y vitales, espacio
que tiene como marco el compromiso de los adultos con la institución y con los
alumnos y el esfuerzo por hacer de ese espacio un lugar posible de trayectorias
escolares exitosas. Se destacan los dispositivos diferenciados de estas escuelas, la
gestión colegiada en una y el personalismo referencial en la otra, pero que tienen en
común resultados exitosos en los procesos pedagógicos de los docentes y en el
proceso de aprendizaje de los jóvenes estudiantes. Resultados que interpelan el
sentido común que afirma los alumnos no quieren hacer un esfuerzo por aprender y
que la escuela no puede hacer nada al respecto. Investigación que nos invita a pensar
nuestras prácticas escolares y las condiciones de posibilidad de las escuelas en
contextos sociales e históricos concretos.
Para concluir este recorrido acerca de los antecedentes, que no se agota en el estado
del arte construido, presentamos un estudio en proceso de desarrollo desde el campo
de la Psicología. Diana Rossi y su equipo en la Universidad Nacional de Rosario12,
llevan adelante un proyecto de investigación denominado ―Crisis de la Función de
Transmisión Intergeneracional y su incidencia en la Producción de Proyectos
Identificatorios en los Adolescentes en relación a las estrategias desarrolladas en el
proceso de Tramitación de la Elección Académica en un contexto de Incertidumbre.
12
Rossi, G.; Canessa, G. y Wheeler, C. Consejo de Investigaciones, Facultad de Psicología, Instituto
Politécnico Superior ―Gral. San Martin‖, Universidad Nacional de Rosario.
Otro aporte teórico de este proyecto refiere que la crisis sociopolítica, sumada a la
profunda transmutación cultural de las últimas décadas, transformaron en inadecuados
e insuficientes, los referentes y las representaciones sociales producidos en la lógica
societal de las décadas anteriores. Ello implica que también entran en estado crítico
los universos representacionales de los que disponen los sujetos adultos y
adolescentes, para poder simbolizar las demandas que las nuevas condiciones
sociales imponen.
Marco Teórico
Marco Teórico
Desarrollaremos aquí las categorías centrales que componen nuestro encuadre
teórico. Por un lado, aquellas que tomamos del socioanálisis de Bourdieu, y nos
posibilitan pensar la escuela secundaria y sus agentes: espacio social, campo, habitus
y práctica. Por otro lado, plantearemos las relaciones jóvenes-adultos a partir de la
conceptualización de los términos que las componen, destacando la categoría
juventud, pero centrándonos en el concepto de generación como modo de abordar
relacionalmente a ambos. Desarrollaremos además las categorías actores
institucionales, institución educativa y subjetividad. Finalmente, abordaremos el
concepto significaciones, que constituye el eje central de nuestro objeto de estudio.
Para Bourdieu (2000), la noción de espacio social nos remite a posiciones sociales, a
rasgos distribuidos socialmente. El espacio social se construye y se define a partir de
esa distribución de los agentes o grupos. El modo como se produce la distribución en
las posiciones sociales remite a dos principios básicos que operan en las sociedades
―avanzadas‖: el capital económico y el capital cultural.
La noción de campo está ahí para recordar que el verdadero objeto de una ciencia
social no es el individuo... la ciencia los construye como agentes, y no como individuos
biológicos, actores o sujetos: estos agentes son socialmente constituidos como activos
y actuantes en el campo, debido a que poseen las características necesarias para ser
eficientes en dicho campo, para producir efectos en él. (Bourdieu y Wacquant, 1995)
El campo es aquello que está en juego, allí se mueven los intereses específicos.
Todos los agentes comprometidos con un campo tienen intereses fundamentales
comunes, es decir, todo aquello que está vinculado con la existencia misma del
campo; de allí que surja una complicidad objetiva que subyace aun en los
antagonismos. La lucha presupone un acuerdo entre los antagonistas sobre aquello
por lo cual merece la pena luchar y que queda reprimido en lo ordinario. Los que
participan en la lucha contribuyen a reproducir el juego, al contribuir, de manera más o
menos completa según los campos, a producir la creencia en el valor de lo que está en
juego. Son los recién llegados al campo quienes tienen que pagar un derecho de
admisión que radica en reconocer el valor y conocer los principios de funcionamiento
del juego.
El principio a partir del cual se distinguen los campos sociales es el tipo de capital que
está en juego. Capital puede definirse como conjunto de bienes acumulados que se
producen, se distribuyen, se consumen, se invierten, se pierden. En este sentido, los
campos sociales pueden ser considerados como mercados de capitales específicos.
(Gutiérrez, 2003)
El capital cultural está ligado a conocimientos, ciencia, arte y se impone como una
hipótesis indispensable para rendir cuenta de las desigualdades de las performances
escolares. El capital cultural puede existir bajo tres formas: en estado incorporado, es
decir, bajo la forma de disposiciones durables (habitus) relacionadas con determinado
tipo de conocimientos, ideas, valores, habilidades, etc.; en estado objetivado, bajo la
forma de bienes culturales, cuadros, libros, diccionarios, instrumentos, etc; y en estado
institucionalizado, que constituye una forma de objetivación, como lo son los diferentes
títulos escolares.
La noción de capital simbólico es entendida como forma que revisten las diferentes
especies de capital cuando son percibidas y reconocidas como legítimas. El capital
simbólico no es sino el capital, de cualquier especie, cuando es percibido por un
agente dotado de categorías de percepción que provienen de la incorporación de la
estructura de su distribución, es decir, cuando es conocido y reconocido como natural.
Sintetizando, si hay un campo cuando algo está en juego y algunos están dispuestos a
jugar, se participa de él dotado de los habitus que implican el conocimiento y el
reconocimiento de las leyes inmanentes al juego. El tipo de capital que se disputa es lo
que define al campo.
Habitus y campo entonces juegan en el terreno de las relaciones, los capitales y las
posiciones…
La estructura del campo es un estado de la relación de fuerza entre los agentes o las
instituciones que intervienen en la lucha, o bien, de la distribución del capital específico
que ha sido acumulado durante luchas anteriores y que orienta las estrategias
ulteriores.
El capital cultural organiza las prácticas sociales y les da sentido, es el terreno desde
donde el sujeto se piensa a sí mismo y su relación con los otros.
Los modos en que se configura la vida cotidiana en las escuelas generan formas
típicas de actuación diferenciadas. Estas formas típicas de actuación conforman
prácticas o experiencias escolares que comportan diferentes tipos de interacciones,
diferentes tipos de requerimientos disposicionales y de participación. En definitiva,
configuran múltiples significaciones acerca de la escuela como espacio social.
comprensión de que se reconoce uno entre numerosos actos educativos posibles, una
entre varias formas posibles de vida social. En este sentido, es pertinente que nos
interroguemos acerca de las significaciones que la escuela ayuda a conformar.
define desde allí el ámbito de lo cotidiano, sino desde la experiencia que cada sujeto
tiene de su realidad particular que es, a la vez, compartida.
Rockwell y Ezpeleta (1983) y Achilli (2005), por su parte, consideran que lo cotidiano
constituye para los investigadores un nivel analítico de la escuela.
Una de las ideas fuertes de la sociología ha sido la de juventud como moratoria social.
Históricamente esa noción remite a las condiciones de fines del siglo XIX y principios
del XX y comprende ese tiempo de postergación de las obligaciones laborales y
maritales que sectores sociales medios y altos pueden ofrecer a sus jóvenes a fin de
que se capaciten a través del estudio.
15
Margulis (1996) titula el libro que edita, La juventud es más que una palabra,
contraponiéndose totalmente a la expresión de Bourdieu, la juventud no es más que una
palabra, que enfatiza el carácter de signo de este concepto.
No obstante, el siglo XXI nos encuentra con grupos de jóvenes que intentan conciliar
tanto estudios con empleos formales o informales como obligaciones paternas y
maternas.
Por ello, estos autores a que tomamos como referencia proponen, para pensar la
categoría juventud, el concepto de moratoria vital. Éste remite al plus de tiempo, a ese
margen o crédito energético que le cabe al joven respecto de lo porvenir, a ese lejanía
de la muerte.
Desde una perspectiva que historiza la relación entre adultos y jóvenes en relación a
las transformaciones culturales operadas en el pasado reciente, Sandra Carli (2000)
nos remite al análisis de la relación entre adultos y jóvenes en la Argentina
contemporánea, para identificar los rasgos de la educación pública, reconstruir las
trayectorias escolares, explorar las transformaciones culturales y comprender los
cambios globales de la reciente historia argentina.
Según esta autora, en esa relación entre pasado, presente y futuro se transita un
espacio, un espacio tensionado por el tiempo, en el que las generaciones se
constituyen con identidades propias y en el que, por otra parte lo histórico-social
irrumpe posibilitando u obstaculizando los acuerdos. (Carli, 2000)
En este contexto, habitualmente los jóvenes no son los que hablan de sí mismos y de
sus problemas (Morduchowicz, 2004), las instituciones construyen un discurso acerca
de los jóvenes desde una mirada adulta y pocas veces ellos tienen la palabra.
La educación de ese Otro, de ese -cada vez más- desconocido interpela a la escuela,
a los docentes, a los padres.
Ahora bien, desde dónde definir al adulto, particularmente hoy, en tiempos turbulentos,
difíciles, cambiantes, alterados (Duschatzky, 2003)?
16
Cesca, P. Adultos y jóvenes. ¿Un encuentro desavenido? Disponible en:
http://www.delasallesuperior.edu.ar/biblioteca/adultos_jovenes_cesca.pdf. Última consulta 10.01.12
Ser adulto significa poder allanar caminos para que los jóvenes y con los jóvenes
puedan construir proyectos colectivos. Pero las profundas huellas desubjetivantes de
esta sociedad segmentada obstaculiza los encuentros intersubjetivos, mucho más
cuando se trata de relaciones intergeneracionales. Como afirma claramente Bleichmar,
Nos han habituado en los últimos tiempos a la propuesta de pensar desde un
reduccionismo financiero a partir del cual parecería que todo lo que es del orden de la
aspiración social, de los sueños y deseos colectivos, es pura imaginería carente de
principio de realidad. Es acá donde se opera el mayor despojo padecido: no ya el de
los proyectos, sino el del derecho a soñar con un futuro distinto en el cual no se trate
sólo de perder menos sino de permitirse aspirar a más.18
Muchas veces los adultos muestran las imposibilidades de los jóvenes mientras los
jóvenes señalan las incoherencias y derrotas de los adultos. Los vínculos
intergeneracionales naufragan en el terreno de lo posible/ imposible, interpelados
desde ambas posiciones. Bleichmar nos sugiere desde qué lugar se constituye el
joven, la habilitación del espacio del proyecto, de los sueños, eso que hace humana la
vida porque trasciendo la mera supervivencia.
17
Barsanti, L.; Chamorro; Bressan, A. y Schehing, C. (2007) ―Las significaciones que otorgan los jóvenes
a la Escuela Media en tanto espacio social. Un estudio sobre los jóvenes en escuelas públicas en la
ciudad de Paraná.” Informe final. Paraná: FHAyCS UADER, págs. 65/66.
18
Bleichmar, S. (2001) La difícil tarea de ser joven. En Revista Topía. Disponible en:
http://www.topia.com.ar/articulos/la-dif%C3%ADcil-tarea-de-ser-joven. Última consulta: 04.09.11
Sabemos también que no basta con la disminución de las tensiones para que un ser
humano se sienta vivo, y que la resolución de lo autoconservativo es insuficiente si no
se sostiene en un orden de significaciones en contigüidad con una historia que le
garantice que el sufrimiento presente es necesario para el bienestar futuro, tanto de sí
mismo como de la generación que lo sucederá, en la cual cifra la reparación de sus
anhelos frustrados y de sus deseos fallidos. Es desde este lugar que podemos, tal vez,
contribuir junto a otros a recuperar el concepto de “joven”, no ya como una categoría
cronológica, ni por supuesto biológica, sino como ese espacio psíquico en el cual el
tiempo deviene proyecto, y los sueños se tornan trasfondo necesario del mismo.19
El individuo debe negarse como producto social para ser sujeto y no mera
circunstancia, el hombre debe conquistar su libertad en el marco del desarrollo
histórico. El sujeto es un producto histórico y una fuerza que transforma o tiende a
transformar las condiciones históricas en una subjetividad que la trasciende. La
historicidad de lo social representa una potencialidad de historia. Los sujetos
protagonistas de la historia generan capacidad de vida, ensanchamiento de la
subjetividad.
La realidad social es una articulación abierta y dinámica entre ―el límite de lo dado y lo
que es posible de darse‖, la determinabilidad de lo indeterminado.
19
Bleichmar, S. (2001), Op. Cit.
Ahora bien, no podemos dejar de señalar que en esa construcción subjetiva juvenil, en
las posibilidades de situarse y elaborar proyectos propios, hay historia, hay
condiciones objetivas, materiales y simbólicas, hay relaciones intersubjetivas que los
posibilitan o no, y en ellas está presente –la mayoría de los casos- los adultos. Y ello
refiere a la cuestión intergeneracional, es decir, al universo de sentidos, a la memoria
social incorporada que como sujetos pertenecientes a un grupo etario, significan su
tiempo, sus prácticas, de manera particular.
Surge la familia y una nueva forma de estructuración social que se basa en ella y en la
cual los roles asignados a mujeres y hombres fortalecen la reproducción de la
asimetría patriarcal. Las relaciones de género que desde ahí se configuran están
significadas en ese ámbito y en la permanente invisibilización de lo femenino a favor
de la sobre valoración de los aspectos masculinos de dichas relaciones.
Nuevos estudios –afirma Duarte- muestran que en el plano de las generaciones, esta
asimetría social se gestó en un paulatino proceso histórico que tuvo características
específicas de acuerdo a cada cultura y al tipo de sociedad en que se daba. Sin
embargo, existen cuestiones de orden común, que se presentan cuando los grupos
mayores fueron construyendo una autopercepción de su rol social, en que se
atribuyeron las responsabilidades de educar y transmitir sus conocimientos a los
nuevos grupos menores. Dicho proceso, fue asentando la noción de poder adulto
frente a otros grupos que en el tiempo han sido nominados de distinta manera
(infantes, niños, niñas, jóvenes, adolescentes, púberes, muchachos, muchachas). Este
poder adulto se reforzó en la medida que se construyeron una serie de símbolos,
discursos y normas que avalan el rol social atribuido.
En cada cultura y en cada contexto específico, las formas de relaciones que se van
estableciendo entre los grupos sociales así mirados, están caracterizadas por esta
condición de poder y control que los mayores poseen respecto de los menores y cómo
éstos, de una u otra forma, reaccionan resistiéndose a la situación, o bien
amoldándose a ella por medio de diversos mecanismos. El dato duro más usado para
generar la pertenencia a uno u otro grupo es la edad, pero ella, para Duarte, no
construye realidad y constituye sólo un referente de aproximación.
A partir de estos elementos, afirma el autor que nuestra sociedad construye sus
relaciones de género desde una perspectiva patriarcal, en tanto desde la perspectiva
de las relaciones entre adultos y los diversos grupos denominados menores, estamos
en presencia de una sociedad que se articula desde una perspectiva adultocéntrica.
Es decir, se sitúa como potente y valioso a todo aquello que permita mantener la
situación de privilegio que el mundo adulto vive respecto de los demás grupos
sociales, los cuales son considerados como en preparación para la vida adulta (niños,
niñas y jóvenes) o saliendo de (adultos mayores).
La discriminación sufrida por efecto de la edad, como clave de rotulación social, posee
una fuerza definitoria, tanto como las discriminaciones de género, raciales,
económicas, etc. En el mismo proceso, se da una suerte de valorización de lo juvenil,
en cuanto lo bello, lo romántico, el tiempo de los ideales. Si bien en el imaginario social
este reconocimiento a lo juvenil pareciera contradictorio con las versiones
adultocéntricas –afirma Duarte-, podemos ver que él está asociado directamente con
las nociones de consumo para tener belleza; cumplimiento de patrones de género
dominantes para ser romántico (sumisa la mujer, conquistador el hombre); ideales que
son permanentemente desalojados en importancia al ser asumidos como «sueños
juveniles..., que ya pasarán». Como vemos, este reconocimiento positivo en el
imaginario social puede ser leído críticamente como una fórmula de buscar integración
al consumo, adaptación a roles y patrones de conducta establecidos como normales.
Como una categoría relacional, lo generacional, nos permite pensar y comprender las
acciones, discursos, cosmovisiones, sentimientos y otras formas de vida de los grupos
juveniles en distintos momentos de la historia, desde los estilos que las relaciones
sociales que asumen van tomando, en directa relación con otros grupos sociales —
adultos, adultos mayores, infancia— y entre ellos mismos. (Duarte, 2002)
¿Qué posibilidades tiene hoy la escuela de tejer esa trama de significaciones que
atempera, que protege, que resguarda y que posibilita por esa vía el acceso a la
cultura, cuando la realidad se presenta con la virulencia que conocemos? ¿Qué
márgenes tenemos hoy los adultos que habitamos las escuelas de constituirnos en
―esos Otros que mantienen algún grado de integridad‖ para tejer una trama
significativa que aloje lo que irrumpe como una realidad, muchas veces irracional,
cuando también nosotros nos hallamos vulnerados por las mismas circunstancias?
(Zelmanovich, 2003)
20
Friera, Silvina (2004) Hay muchas aduanas para los jóvenes de esta sociedad. Entrevista a
García Canclini, Página12, julio de 2004.
Reconocer a la escuela como campo social significa definirla como aquel espacio de
juego históricamente constituido en el que se establecen relaciones de fuerza,… con
sus leyes de funcionamiento propias, ocupado por los distintos agentes (clases
sociales, instituciones, grupos) entre quiénes siempre se lleva a cabo una lucha. Para
que funcione un campo es necesario que haya algo en juego y gente dispuesta a
jugar, que esté dotada de los habitus que implican conocimiento y reconocimiento de
leyes inmanentes al juego. (Gutiérrez, 1995)
En tanto organización social del estado, la escuela forma parte del sistema educativo
el que genera estructuras, normas, valores y redes de comunicaciones formales e
21
Podemos decir que un actor o grupo de actores posee poder cuando tiene la capacidad de hacer
prevalecer su posición o enfoque en la vida institucional, de influir en la toma de decisiones, obtener
reconocimiento, espacios, recursos, beneficios, privilegios, cargos o cualquier otro objetivo que se
proponga. En: Frigerio, Poggi y Tiramonti (1992) Las instituciones educativas. Cara y Ceca. Buenos Aires:
Editorial Troquel. Capítulo 3: Actores, instituciones y conflictos.
Las dinámicas de trabajo que se desatan en tanto acto individual y/o colectivo ponen
en diálogo formas y contenidos de las culturas profesionales (Hargreaves, 1999), la
formación para el trabajo, y las matrices de formación. Creencias, representaciones y
expectativas, tradiciones, rituales y simbologías dan cuenta de la existencia de
culturas escolares que coexisten, de reglas de juego que se juegan, de normas que se
negocian o se imponen en estructuras formales e informales, convirtiéndose con
frecuencia en objeto de diversas transacciones e intercambios23 entre quienes forman
parte de la vida cotidiana de la escuela.
22
Frigerio, Graciela (2000) ¿Las reformas educativas reforman las escuelas o las escuelas reforman las
reformas? Centro de estudios multidisciplinarios. Argentina. Reunión de trabajo: Educación y Prospectiva
UNESCO – OREALC. Santiago de Chile.
23
Santos Guerra, M. (1990) Hacer visible lo cotidiano. Madrid: Editorial Akal.
24
Frigerio y Poggi (1992) Op. Cit.
Bravo, Espinoza y Sadovsky afirman que no resulta hoy visible para los jóvenes -
tampoco para muchos adultos- la función del conocimiento como herramienta para
pensar la realidad. La distancia cultural que se produce entre los adolescentes y los
docentes hace que muchas veces sean descalificadas por la escuela las opciones
éticas y estéticas de los estudiantes que se ven obligados a renunciar a una parte
importante de sí mismos para ser contemplados en el proyecto educativo.27
25
Achilli, Elena (2010) Escuela, familia y desigualdad social. Una antropología en tiempos neoliberales.
Rosario: Laborde Editor.
26
De Alba, Alicia (1995) Curriculum: crisis, mito y perspectivas. Buenos Aires: Miño y Dávila. Págs. 59 y
60.
27
Bravo, Gladys; Espinoza, Ana y Sadovsky, Patricia: Proyecto de investigación: crisis del sentido de la
escuela. Revista ―La Educación en nuestras manos‖, N° 79, junio de 2008. SUTEBA.
Es importante señalar además que la producción de subjetividad tiene que ver con
formas históricas y hace al modo en el cual las sociedades determinan las formas con
la cual se constituyen sujetos plausibles de integrarse a sistemas que le otorgan un
lugar. Es constituyente, es instituyente, diría Castoriadis29.
Para cerrar, volviendo la mirada nuevamente sobre Bourdieu, enfatizamos que, para
dar cuenta de las prácticas sociales, planteó la necesidad de superar la falsa
dicotomía objetivismo/ subjetivismo, rescatar los logros de ambas perspectivas y
tomarlas como dos momentos del análisis sociológico (Gutiérrez, 1995)
28
Galende, Emiliano (1997) De un horizonte incierto. Psicoanálisis y Salud Mental en la sociedad actual.
Buenos Aires: Paidós.
29
Bleichmar, Silvia. Conferencia Acerca de la subjetividad. Rosario, Julio 2003. Disponible en:
http://seminario-rs.gc-rosario.com.ar/conf-silvia-bleichmar-30-07-2003. última consulta: 24.02.12.
El habitus como sentido del juego, es juego social incorporado, vuelto naturaleza… la
libertad de invención y de improvisación, que posibilita producir la infinidad de jugadas
hechas posibles por el juego, tiene los mismos límites que el juego. (Gutiérrez, 1995).
Juego en tanto actividad regulada, inscripta en ciertas regularidades. Bourdieu
distingue distintos significados de regla al diferenciar las normas que regulan los
comportamientos sociales (jurídicas) de aquellas regularidades objetivas que se
impone a todos aquellos que entran en juego. A partir de este segundo significado la
noción de práctica se traduce en términos de estrategia que se ajusta a regularidades
y configuraciones socialmente inteligibles.
Gloria Edelstein (1995) muestra una imagen muy clara de la práctica docente cuando
afirma: Signada por esta impronta, es evidente la imposibilidad de uniformar, de
generalizar. En su análisis, se pasa de la homogeneidad a la diversidad, de las
certezas a las incertidumbres, de los conjuntos de perfiles claros a los
borrosos. Edelstein explica que la práctica docente es altamente compleja ya que se
desarrolla en escenarios singulares, bordeados y surcados por el contexto. La
multiplicidad de dimensiones que operan en ella y la simultaneidad desde la que éstas
se expresan tendrían por efecto que sus resultados sean en gran medida
imprevisibles.
En la práctica docente se ponen en juego acciones que tienen que ver con la
espontaneidad, inmediatez, urgencia, simultaneidad. Es un modo de hacer, de operar
en un determinado campo, teórico práctico delimitado por la teoría educativa y el
sistema educativo. Espontaneidad, inmediatez o urgencia, simultaneidad son algunos
de sus rasgos característicos
Con este recorrido hemos procurado elaborar un marco referencial desde el cual
inscribir nuestra construcción problemática en el campo de la investigación educativa.
Constructos que provienen de otros campos vienen en nuestro apoyo y cobran sentido
para repensar a la juventud como categoría que muestre una complejidad
sociohistórica y cultural superadora de las miradas fácticas, recuperando su
materialidad e historicidad. La particularidad de este objeto supone el abordaje de los
jóvenes en contexto escolar, espacio social donde se tejen múltiples relaciones desde
posiciones diferenciadas que constituyen un campo. Desde esta perspectiva
indagamos las significaciones que otorgan jóvenes y adultos a sus prácticas escolares
en el espacio social escuela media.
Encuadre
metodológico
Encuadre metodológico
Este estudio toma como punto de partida una investigación anterior30 y se posiciona en
una perspectiva cualitativa|, desde un enfoque socioantropológico de la investigación
educativa.
30
Nos referimos al Proyecto de Investigación Las significaciones que otorgan los jóvenes a la Escuela
Media en tanto espacio social. Un estudio sobre los jóvenes en escuelas públicas en la ciudad de Paraná.
Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Entre Ríos. Informe final
2007.
La estrategia cualitativa estuvo orientada a conocer las significaciones que los adultos
asignan a sus prácticas escolares en la escuela secundaria entendida como espacio
social. En la naturaleza del objeto están presentes las expresiones, visiones,
opiniones, valoraciones, expectativas, es decir, los sentidos que los sujetos le
atribuyen a sus prácticas en el contexto de la institución escolar.
El interés específico estuvo puesto en conocer los aspectos que configuran ese
entramado de significaciones, para lo cual trabajamos en dos dimensiones: con el
material bibliográfico disponible y con la construcción de categorías a partir de la
información empírica.
El trabajo de campo
El trabajo de campo nos permitió centrar la mirada en las voces de los adultos, en las
construcciones de sentido colectivas, en las interacciones que se tejen en la
cotidianeidad escolar, históricamente construidas y particularmente
contextuadas/situadas. En ese sentido, este proceso implicó para nosotras,
investigadoras, el involucrarnos en una experiencia de ―extrañamiento‖ y
―familiarización‖ dentro de una dinámica de mutuas tipificaciones, de acercamientos y
distancias, de intercambios de conocimientos que nos van modificando como sujetos.
31
Nos referimos al Proyecto de Investigación Las significaciones que otorgan los jóvenes a la Escuela
Media en tanto espacio social. Un estudio sobre los jóvenes en escuelas públicas en la ciudad de Paraná.
Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Entre Ríos. Informe final
2007.
32
Primera gestión del gobernador Sergio Alberto Montiel (1983-1987) y la Presidencia del CGE a cargo
del Prof. Orestes Felipe Ascúa.
época en que la provincia fue pionera del movimiento de revisión y cambio curricular
de la década del 80‘, en el contexto de la recién inaugurada democracia. Escuela que
tenía una infraestructura totalmente nueva, con aulas, salones, mobiliario y recursos
pedagógicamente ricos.
También en ese contexto -octubre de 1986- se crea el Centro de Salud, que, al brindar
este importante servicio a la comunidad, consolida la organización social del barrio.
En sus inicios, comenzó el dictado de clases con tres divisiones de primer año,
contando con cargos de director, asesor pedagógico, docentes, personal de tareas
administrativas y preceptoría.
La década del ‘90 en nuestro país culmina con el estallido producido en diciembre de
2001, crisis económica, política, institucional que afecta profundamente la vida de los
argentinos35. Los habitantes del barrio, como tantos otros, participan de los saqueos
que tienen lugar en Paraná.
33
Exclusión educativa como negación del derecho social a la educación. Las razones deben buscarse en
un sistema social injusto, no en la responsabilidad de las familias y/o los alumnos, ni de los docentes,
como hacen las visiones conservadoras o tecnócratas. Instituto de Investigaciones ―Marina Vilte‖. CTERA.
Documento Prioridades para la construcción de políticas educativas públicas. Febrero 2004.
34
El descubrimiento de fallas estructurales en las viviendas hizo que una parte importante de la población
emigrara a otros barrios y dejara sus casas recientemente habitadas. Esas viviendas fueron tomadas por
gente que provenía de otros barrios y que carecía de un lugar donde vivir, a ellos se los denominó
―intrusos‖ y se acuñó el verbo ―intrusar‖ como acción de tomar casas deshabitadas.
35
Nos referimos al acontecimiento que tuvo como centro el 19 y 20 de diciembre de 2001, caracterizado
por la lucha de los excluidos del poder político, que se expresó en la consigna que se vayan todos.
Algunos lo denominan Argentinazo, rebelión popular o insurrección destituyente, modos de nombrar que
abren lecturas ideológicas contrapuestas. Posicionadas las facciones de la oligarquía financiera
dominante, se enfrentan en medio de un proceso histórico de brutal concentración de la riqueza. El
ministro de economía recientemente designado de dispone a un ajuste feroz sobre los asalariados y
pequeña burguesía. La movilización popular es contundente, durante una semana se movilizaron en el
país prácticamente todas las clases sociales. Distintas manifestaciones tuvieron lugar, desde los piquetes,
cacerolazos, concentraciones, marchas, huelgas, asambleas populares. Hubo saqueos a supermercados
y comercios de alimentos. La represión también fue feroz, cobrándose alrededor de 40 muertos en todo el
territorio nacional. (Iñigo Carrera, N. y Cotarelo, M)
Desde la gestión del gobierno provincial se debate en el año 2008 la nueva Ley de
Educación, el Consejo General de Educación realiza el Primer Congreso de la Escuela
Secundaria y se ponen en circulación distintos documentos de trabajo que dan cuenta
de la definición política de poner en marcha, en forma gradual, una Nueva Escuela
Secundaria, con mejores logros de aprendizaje, innovadoras estrategias didácticas,
con equipamiento informático, conectividad y materiales virtuales, con la participación
organizada de los estudiantes, con más perfeccionamiento continuo de los profesores,
con mayor involucramiento de los padres‖36.
36
Lineamientos Preliminares para el Diseño Curricular del Ciclo Básico Común de la Escuela Secundaria
de la Provincia de Entre Ríos. Año 2007.
37
Por ejemplo, cuando se produjo la inundación de la escuela por la rotura del tanque de agua,
participamos de las asambleas de la comunidad educativa ante la suspensión de clases.
Por ello, además, quisimos que los actores no presentes hoy nos ayudaran a pensar
en términos históricos, de qué modo esas huellas se constituyen en indicios para
seguir, bucear y dimensionar su construcción histórica y lo que ello implica en términos
de futuros posibles.
Como una bisagra que recupera y apropia esa transmisión intergeneracional, hay
apuestas, memorias que se juegan desde las miradas de quienes no fueron
protagonista del acontecimiento fundacional. Miradas construidas a partir de idas y
vueltas a otras instituciones y otra función, que opera como una objetivación de sus
prácticas en la escuela.
Organizamos las significaciones de los actores institucionales en tres ejes que dan
cuenta de sus pensamientos, cuestionamientos y expectativas respecto de sus
prácticas, en el espacio social escuela secundaria. Ellos son: La escuela en la
comunidad. Historias, sujetos y relatos; Las miradas generacionales de los adultos
hacia los jóvenes en sus prácticas escolares; Habitabilidad en el espacio social
escolar. Al interior de cada eje vamos especificando esas significaciones en otros
apartados, a fin de contextualizar, precisar y profundizar los significados presentados.
38
Juan, profesor.
39
Ana, preceptora.
40
Miguel, profesor.
¿Dónde estuvo la fuerza de esa presencia que vuelve, de esa escuela que fue y ya no
es?
41
Diana, docente jubilada.
Los imaginarios antagónicos construidos acerca que ―las escuelas del centro tenían
más status que las escuelas del barrio” son interpelados con la presencia de un
proyecto innovador, era una escuela elegida, con identidad propia, ―había alumnos
que venían de otros lugares de la ciudad, buscando esta experiencia… era la única
escuela secundaria en el barrio‖ (José)
42
José, ex asesor pedagógico.
ausencias del estado. Al decir de Diana ―…una cooperadora que estaba totalmente
inserta en la problemática de la escuela…” (Diana).
Se construyen fuertes vínculos entre los docentes de la escuela y las familias del
barrio, docentes significados no como colonizadores, sino insertos en la comunidad,
que demandan las condiciones óptimas para los cambios educativos propuestos.
Las significaciones de los actores institucionales aluden a prácticas que organizan los
espacios de enseñanza integrando los diversos actores de la comunidad que
posibilitan vínculos con el conocimiento, con los otros, con el contexto. El contexto de
la escuela y sus actores cobran presencia en la escuela, “había todo una movida
donde vos, conocías al médico del centro de salud. Teníamos, relación con todo lo que
era el barrio… Por supuesto, que para eso vos tenés que tener un docente que le
interese el proyecto…‖ (Diana).
“Empezamos a hacer salidas con los chicos, había chicos que no conocían el sur de la
ciudad, por ejemplo me acuerdo que las actividades que se hacían era visitar museos.
El museo de historia, de Ciencias Naturales, y me llamaba la atención que para esos
chicos fuera una novedad ir al centro de la ciudad” (José).
“Era un trabajo muy interesante con Literatura… un viaje que hicimos a Neuquén.
¡Muy bueno!, porque chicos que no habían salido de lo espacial, ahí, ¡habían ido a
Neuquén! …organizamos una fiesta con los otros colegios… participamos de una
olimpíada de Historia, de Geografía y Literatura” (Juan).
1.1.1. Una escuela con más aprendizajes, más inclusión, más disfrute
Entre las múltiples significaciones que se juegan en los relatos se marca de qué
manera la organización interdisciplinaria del currículum en áreas, necesita de la
actualización de los contenidos de enseñanza, su regionalización y vinculación con la
realidad socio- cultural. “… una perspectiva que recuperara lo regional, lo cercano,
que en ese momento para la escuela secundaria, era un eje bastante innovador… el
eje de primer año era los intereses del adolescente y Entre Ríos; Entre Ríos era un
poco lo que articulaba la propuesta. En segundo año supone que tenía que ver con
políticas culturales de la Argentina, y en tercer año Latinoamérica.” (José). La
incorporación de ejes innovadores del currículum propuesto -lo regional, lo cercano-,
la vinculación con la realidad socio- cultural interpelan una tradición que priorizaba lo
universal, desafían otros modos para pensar la enseñanza y el aprendizaje.
“Para los chicos teníamos hasta carpeta por el tema de la ausencia de clases,
dejábamos actividades; cuando estaban libres43 no se iba ningún chico…” (Diana)
“Se planteó que la evaluación tenía que ser distinta… que si era por área, por
disciplina; lo que se hizo en ese momento fue reuniones por áreas y por cursos para
hacer una especie de evaluación alumno por alumno, para que fuera más integral…
Se elaboró una libreta de calificaciones que también tenía que reflejar la cuestión
interdisciplinaria, ¿no?” (José). Significaciones acerca de las prácticas escolares que
se construyen alrededor de diferentes dimensiones del trabajo docente en las que se
juegan condiciones materiales y simbólicas, se identifican tareas, se problematizan
rutinas, abren preguntas desde perspectivas político pedagógicas sostenidas en una
concepción de trabajo colectivo.
43
En referencia a las horas libres.
Las significaciones también focalizan las prácticas escolares, los conflictos, los
consensos y disensos que dinamizan reuniones semanales por área y las perspectivas
epistemológicas acerca del conocimiento que se ponían en tensión. Al respecto Diana
comenta “… la propia experiencia facilitaba eso, o sea, cómo estaba hecha la
currícula, cómo se participaba en tal currícula, los compromisos que asumía el
docente, las áreas, el trabajo interdisciplinario… intentábamos hacer no solamente la
correlación de contenidos en lo que eran las planificaciones, sino realmente un trabajo
donde eso no fuera nada más que una formalidad, sino una cosa concreta dentro del
aula…”. La propia tarea comprometía la presencia y se transformaba en deseo, ―si la
escuela es agradable, si todo el trabajo está bien, vos no estás buscando la excusa
para no ir… teníamos así como un compromiso, que si faltábamos te cubría otro
compañero” (Diana). El sentido del trabajo como proceso de construcción colectiva
toma cuerpo en las afirmaciones de los actores.
44
La comisión de la Transformación Curricular de la Escuela Media del Consejo General de Educación
estaba integrada por docentes de escuelas secundarias y representación gremial. Era la responsable de
orientar el proceso de la escuela piloto en la primera etapa.
¿Desde qué lugar esa mirada externa evalúa las prácticas? Las representaciones,
creencias y disposiciones de los actores institucionales y las demandas de la comisión
son una muestra más de esa naturaleza ambigua y heterogénea propia de las
instituciones. De la presencia de referentes de evaluación que no han sido discutidos,
que no han alcanzado una construcción colectiva.
“…el área de tutorías… que hubiera una especie de acompañamiento a los alumnos
que tuvieran los problemas familiares, del rendimiento en la escuela… se buscaba que
cada curso tuviera un profesor tutor-consejero, un profesor cercano a ellos… había
horas asignadas para el tutor…. Y también se trabajaba con los preceptores para que
su rol no fuera el tradicional de la asistencia y lo disciplinar. Si bien hay que reconocer
que con los preceptores nos costó bastante esto de repensar el rol. Pero siempre
participaron de la experiencia.” (José)
Las dinámicas de trabajo individuales y/o colectivas que se desatan al poner en acto el
currículum en tanto propuesta política educativa, habilitan la construcción de
significaciones acerca de la necesidad de un trabajo reflexivo. El debate y las
problematizaciones, marcan la dinámica de trabajo entre los docentes, aspecto que
sintetiza José cuando afirma “…hubo discusiones muy fuertes al interior de los grupos,
respecto de qué enseñar…”. La interpelación de las prácticas docentes instaló una
perspectiva de trabajo reflexivo que rompe con la lógica del curso pensado por otros.
Son las propias problemáticas curriculares a que se enfrentan las que van instalando
la agenda de temas: interdisciplinariedad, taller, evaluación, trabajo en área, en
equipo. ―La escuela fue generando sus propias propuestas, talleres de formación,
espacios semanales de discusión sobre lo que se iba a hacer en el aula y propuestas
de trabajo interdisciplinario” (José). “La capacitación de servicio, que no significaba
que dejáramos de lado horas de clase; se hacían por áreas, se buscaba alguna
manera” (Diana). Las múltiples relaciones que construyen con los otros y con el
mandato fundacional, los autoriza a compartir experiencias, a definir qué especialistas
convocar. Comienza a ocupar un lugar de descubrimiento “esto de docentes
Son los propios actores institucionales los que autorizan prácticas escolares que
adquieren materialidad cuando pueden mostrar sus experiencias, avances, recorridos
a otros docentes, en encuentros provinciales, a medida que la transformación
curricular se extendía a las demás escuelas secundarias. Un posicionamiento que da
cuenta del valor adjudicado a la experiencia, que es capaz de salir del aula para
mostrarse.
Los talleres, cuya presencia curricular estaba definida en el ciclo básico y superior
desatan experiencias escolares que admiten diferentes tipos de interacciones, puntos
de vista, modos de participación que van configurando múltiples significaciones acerca
de la incorporación de los intereses de los jóvenes, de sus familias y la comunidad y
el barrio a las prácticas escolares. Así lo relata José: “… en los talleres se intentaba
recuperar la etapa de los adolescentes, lo que tenía que ver con los conflictos
familiares, los intereses musicales, culturales de los chicos, la sexualidad… El espacio
del taller era el lugar más libre donde se esperaba recrear” (José). Cómo incorporar los
intereses de los jóvenes y no vaciar de contenidos la propuesta curricular forma parte
de las preocupaciones y miradas. “la preocupación era cómo recuperamos las
cuestiones que al adolescente le interesan y que son objetos de trabajo en la clase…
por ahí nos preocupábamos en cómo hacer que a los chicos la escuela les resulte
interesante, pero eso atentaba contra el aprendizaje de cierta lógica de lo disciplinar”
(José). Pensar el currículum, problematizarlo, diseñarlo, desarrollarlo, abrió espacios
de reflexión acerca de cómo se tensionaban las propuestas curriculares con los
intereses de los jóvenes. La tensión entre habilitar la voz de los jóvenes y no hablar
por ellos y dar sentido al conocimiento escolar que hay que transmitir interpela
prácticas escolares con tradición.
“En quinto año… tratamos que todos los chicos tuvieran una experiencia de pasantía,
al menos dos semanas, una semana, que no fueran a clases…y después de estas
experiencias se organizaron instancias de reflexión sobre estas visitas que habían
realizado, ¿no? digamos que tratamos de explorar distintas vetas en la cuestión de lo
laboral, más bien de lo ocupacional, lo que tenía que ver con empleos estatal, en
empresas, o propuestas de micro emprendimientos” (José). Nuevas prácticas
escolares significadas como espacios de inserción en la comunidad, de aproximación
al campo laboral, transformadas en objeto de reflexión de los jóvenes.
Las metáforas cobran presencia en las evocaciones de José comparando aquel hecho
con una película de ciencia ficción, “… como cuando cae una bomba atómica, porque
de haber pasado de una realidad que toda la zona alrededor de la escuela estaba
poblada… de repente, de una semana para la otra, se despobló… Entonces nos
encontramos con que los chicos se habían ido a vivir a otros puntos de la ciudad, a
casa de parientes, familiares, conocidos, que algunos se resistían a mudarse…”
Prácticas escolares que van a ser interpeladas por la reconfiguración del barrio, al ser
ocupadas las mismas casas por gente sin vivienda a los que se va a identificar como
―los intrusos‖. La fragmentación que se produce entre la población del barrio va a
ingresar a la escuela, ―Entonces de repente quedó una escuela con un edificio lindo
rodeada de casas en deterioro creciente” (José).
Una escuela que fue perdiendo los vínculos que había construido con el barrio y las
familias, una escuela que cierra sus puertas, pareciera que ahora los ―intrusos‖ son los
jóvenes, hechos significados por Juan cuando expresa “Las escuelas como esta no
tienen a nadie. Quedan solas…” (Juan) o por José ―la gente se terminó encerrando en
la escuela, y se perdió eso de cómo nosotros nos vinculamos con el medio” (José)
“… una cosa pasó a ser la escuela a la mañana, que era la que traía la experiencia,
donde estaban los docentes con todo esto, y la escuela a la tarde, que ya en principio
costó que acompañaran la experiencia de la mañana, porque los docentes eran otros,
docentes que no conocían esto, ¿no? Pero ese no hubiera sido el problema, el
problema fue que acá cambiaron las condiciones laborales de los docentes, es decir,
que los docentes que se incorporaban a la tarde, ya en el marco de los ajustes de los
´90, no tenía horas asignada para las reuniones, no cobraban; los de la mañana tenían
un estatus laboral que no tenía el de la tarde, que a lo mejor venía por dos horas de
clases, por cuatro horas. Entonces ahí se generó creo una escisión entre la mañana y
la tarde, y entre la noche, que era la escuela de adultos, que se manejó incluso con
otros parámetro” (José). Las condiciones laborales como posibilitadoras de prácticas
escolares que puedan dar continuidad a la transformación curricular iniciada,
¿Cuál es el margen que tienen los actores institucionales para sostener una
experiencia cuando ésta contradecía los principios de las políticas educativas?
¿Cuáles son las continuidades que pueden sostener y las discontinuidades que se
generan?
“la escuela secundaria tenía que volver de algún modo a formar la clase dirigente
argentina… justo cuando nuestros alumnos eran hijos de padres desocupados…
nosotros enfrentamos todas las cuestiones propias de la crisis” (José).
¿Hasta qué punto los docentes se habían apropiado del proceso de transformación
curricular y las condiciones laborales que la misma había generado en un contexto de
precarización laboral y creciente desocupación?
“En ese tiempo nosotros conseguimos levantar hasta el grado de repitencia” (Diana)
“… cómo puede ser que a sexto lleguen seis, de treinta en séptimo; quiere decir que
es una escuela expulsora” (Juan).
“….a veces te encontrás con grupos que entre las pocas ganas que ponen los
docentes para poder trabajar en clase y toda la carga que tienen ellos, que traen de
sus vidas… no se nota algo fuerte para construir con ellos” (Miguel).
Las dos escuelas que conviven en una son significadas por los actores institucionales
que hoy están en la escuela desde historias, intereses y expectativas muchas veces
contradictorias, dando cuenta de imaginarios que circulan, de experiencias que se
ponen en juego, de miradas que sitúan preguntas “¿Por qué un turno los puede
separar tanto? ¿Por qué los padres dicen: “lo escribo a la mañana porque es
mejor”?.... ¿Por qué poner todos los repitentes en un mismo curso? …el tema de los
turnos, de los cursos, de esa diferenciación, por qué será tan grande… eso no lo
entiendo… Es una discriminación encubierta” (Ana). Culturas escolares construidas en
el marco de políticas educativas y prácticas escolares que se transforman en marco de
referencia de la vida cotidiana de la escuela, orientan decisiones y acciones,
profundizan la fragmentación, no pueden dialogar con los jóvenes que transitan la
escuela.
45
Barsanti, L.; Chamorro; Bressan, A. y Schehing, C. (2007) ―Las significaciones que otorgan los jóvenes
a la Escuela Media en tanto espacio social. Un estudio sobre los jóvenes en escuelas públicas en la
ciudad de Paraná.” Informe final. Paraná: FHAyCS UADER, págs. 65/66.
46
Estela, asesora pedagógica
Actos, festejos del día del estudiante, jornadas de convivencia son actividades que
refuerzan prácticas escolares sostenidas en discursos de los adultos que desplazan,
culpabilizan, eluden identificar los conflictos como motor de nuevas posibilidades.
Discursos propios de una sociedad segmentada que van constituyendo las
subjetividades de los jóvenes y que Ana recupera en sus relataos “porque no, porque
nos puede faltar algo, porque los de la tarde pueden hacer esto… No, no, no hay
forma, no hay caso, el chico te dice que no, que no quiere compartir, así se hizo la
convivencia, separados‖.
¿Quiénes son esos jóvenes que transitan hoy la escuela? ¿Qué discursos, miradas,
significaciones circulan sobre ellos como condicionantes externos de las prácticas
escolares?
Se trata de jóvenes que pertenecen a hogares en que una mayoría de las madres son
jefas de hogar, con padres ausentes, familias numerosas, trabajan todo el día. En el
caso de aquellos que asisten al turno tarde, Ana señala: “… ahí si hay muchos chicos
que tienen que trabajar repartidores de gaseosa, en los camiones, en empresas de
limpieza, de todo tipo, ayudantes en los negocios del barrio,… chicas que cuidan
niños, chicos que ayudan un montón en la casa; madres solteras, chicas
embarazadas”. Condiciones éstas que en algunos casos son significadas como causa
de abandono desde las significaciones que atraviesan la escuela ―hay muchos papas
que les dicen ―‘¿no, para qué vas a estudiar, quedate en casa‟, sobre todo en el tuno
tarde” (Estela). Pero también se construyen otras explicaciones “Hay chicos que van y
vienen, que ya traen eso de “para qué estudiar”, como una desesperanza, una
desmotivación. Yo creo que esa es la realidad que estamos mostrando los adultos que
hace que los adolescentes se sientan frustrados y que por ahí elijan quedarse en casa,
por ahí elijan aquellos que pueden elegir” (Estela). Significaciones que tipifican,
clasifican, obturan condiciones de posibilidad, prácticas escolares que transitan
procesos de auto justificación, que no pueden despegarse de una mirada de sentido
común aun cuando marcan preocupaciones por el futuro de los jóvenes, que
construyen sujetos particulares al interior del espacio escolar.
En esta escuela de hoy en tanto espacio y campo social se juegan significaciones que
refieren a dispositivos que formaron parte de la propuesta pedagógica de la etapa
fundacional de la escuela, pero que hoy adquieren nuevos sentidos. Proyectos y
tutorías, adquieren connotaciones remediales, elaborados por fuera de la participación
de los jóvenes y desde iniciativas individuales. Las tutorías no son parte de la
propuesta curricular, sino de los planes de mejora “es el plan nacional que viene para
Las tutorías de apoyo se instalan a partir del “relevamiento de todas las materias de la
escuela y ver en que materias los chicos andan más flojos con las notas, entonces se
destinan dieciocho horas, se trata que sea la misma docente, para prepararlos para
rendir‖ (Laura). En las significaciones construidas se identifica ―tutorías‖ con prácticas
escolares sostenidas en concepciones de los jóvenes que los ubican en el lugar de la
falta, del no aprendizaje; espacios a contra turno que refuerzan prácticas áulicas, al
estar ausente el debate colectivo que habilite otras lecturas. Un dispositivo que genera
condiciones laborales diferenciadas sostenidas en una concepción del trabajo docente
que escinde el espacio y tiempo de trabajo en el aula con los jóvenes de las tutorías a
las que se accede a través de la presentación de proyectos; además, produce
discontinuidades. El relato de Laura es una muestra de ello, “el año pasado lo hicimos
como previo a la mesa de diciembre y tuvimos muy buenos resultados…. Este año
queríamos hacer un acompañamiento de los chicos a lo largo del año, pero como los
plazos se fueron extendiendo y hasta el día de hoy no hemos recibido todavía la plata,
las tutorías no comenzaron” (Laura). Condiciones laborales que reconocen solo las
tareas vinculadas con los procesos de enseñanza y aprendizaje con los jóvenes en el
aula, donde está ausente el tiempo para la formación, la relación con el contexto
escolar y la comunidad, la participación y el debate del proyecto institucional;
condiciones que fortalecen una dinámica de trabajo individual y fragmentada. Las
jornadas institucionales48 son los únicos espacios de encuentro autorizados, o bien,
como dice Ana: “nosotros en los recreos nos reunimos, y si, si, salen ideas. Y bueno,
ahora hay que darle más o menos una forma y presentarla a ver qué opinan los
directivos, los que toman las decisiones”.
47
Laura, tutora
48
Se trata de aproximadamente cinco días distribuidos a lo largo del año en que el Consejo General de
Educación establece la suspensión de clases y fija la agenda de trabajo para las instituciones.
Las propuestas de trabajo que se vienen pensando para las reiteradas ausencias de
jóvenes embarazadas, dan cuenta de prácticas escolares focalizadas en anticiparse a
las posibilidades de abandono, situación recuperada por Ana en sus relatos: “Las
embarazadas tienen un régimen especial… nos pusimos todos de acuerdo en darles
trabajos prácticos para que vayan haciendo en su casa, para que no pierdan, digamos.
Entre todas, cuando hubo reunión de área, nos pautamos ciertas actividades… Son
buenas alumnas… esta chica tiene los padres que están acompañándola.” No tienen
la misma visibilidad las propuestas que se elaboran para aquellos jóvenes cuya
permanencia en la escuela está en riesgo. Aunque también advierte “muchas veces
tenés que darles la oportunidad, hasta al más terrible, que esté en la escuela… Porque
por ahí, el hecho de decir… excluir porque (el alumno) es insoportable, no”
Miradas que interpelan la escuela “como está ahora no sirve… para este contexto…
debería poderse replantear” (Juan), que problematizan las propias prácticas escolares,
“si nosotros seguimos haciendo la escuela como yo veo todo a mi alrededor, por más
que haya cambios, idas y vueltas, son puros papeles, en el aula se sigue viendo el
mismo desastre de todos los días” (Miguel).
Las significaciones dan cuenta de preocupaciones por instalar otros vínculos con la
comunidad, “invitar a los padres, invitar a los alumnos, docentes, directivos, todos a
compartir para trabajar en la escuela” (Ana), posicionamientos desde los que se
reflexiona acerca de la necesidad de recuperar esa escuela para la comunidad.
“… ahora con el tema de que están arreglando la escuela, de que han llegado algunas
cosas, es como que nosotros como docentes necesitamos hacer algo como para
atraer, como para que se sienta de alguna forma, dentro de esa comunidad.” (Miguel)
seres humanos que solo podremos cambiar este mundo con los demás, en la forma en
que colectivamente querramos cambiar entre todos. (Rauber, 2004)
Presentamos en este eje los resultados del análisis de las significaciones que los
adultos asignan a los jóvenes en sus prácticas escolares en relación con la
especificidad que otorga la mirada generacional. Esto es, la perspectiva que se
construye desde el actor que se ubica y comparte un tiempo/ espacio y las
percepciones que conllevan esa experiencia histórica particular.
La pertenencia a una generación hace que los actores participen de una memoria
social incorporada que los ubica, a la vez, frente a otras generaciones. Ésta supone
una posición en el campo que se combina con otras características de los actores
institucionales que permiten complejizar la trama. Así, las relaciones entre jóvenes y
adultos en el espacio escolar no son ajenas a los avatares que devienen de contextos
adversos. Otra posición que interviene en la construcción de esa trama es la que
corresponde a la función que se ejerce en el espacio social escolar, jóvenes
estudiantes, adultos directivos, adultos docentes, adultos familiares, docentes adultos
jóvenes y docentes adultos mayores, por señalar solo algunas que mencionaremos en
adelante.
49
Ver en el capítulo Metodología, el apartado La institución escolar y su contexto sociohistórico.
“¡la vivimos, nosotros la vivimos en serio!, yo la tengo como una vivencia que la tengo,
y podría armarme (nombre de la escuela) año a año. Te quedan, hay cosas que te
quedan, son imborrables, porque vos te sentiste bien.” Diana considera que aquel
momento fundacional se produjo no azarosamente sino por una conjunción de
condiciones materiales y simbólicas.
José, en cambio, formó parte, junto a Diana, del momento fundacional de la escuela
en el inicio de su carrera docente, ambos fueron los testigos claves de esta
reconstrucción que realizamos. “…hubo una primera etapa que era de alguna manera
un poco idílica de la escuela, con conflicto más de relaciones humanas, de docentes,
pero que las condiciones objetivas en función de lo que vino después eran bastante
interesantes.”
Miguel, Laura, Ana y Estela son docentes en ejercicio con experiencia de alrededor de
una década, son testigos del último momento histórico, es decir, del presente de la
escuela. Cada uno a su manera pelea por esta institución que eligió y sigue eligiendo
cotidianamente. Comparten la perspectiva del reconocimiento de los estudiantes, de
sus posibilidades de construcción de proyectos propios, son fuertemente críticos con
sus colegas y, con menor intensidad, con los directivos. Como lo expresa claramente
Miguel: “…se logran muchísimas más cosas al ponerse y al trabajar con los chicos, un
montón de cosas más que con los docentes. Montón de cosas más. Yo soy bastante
pesimista de acuerdo a la realidad de lo que yo estoy viendo y de lo que me ha tocado
vivir en las escuelas medias.”
modos de significar a los jóvenes estudiantes. A ellos los denominamos jóvenes como
actores del curriculum para su inserción social y comunitaria, y jóvenes vulnerables en
el espacio social escolar. El predominio de cada una de las miradas en tiempos
históricos diferentes se destaca, a pesar de que no podemos adjudicarle una total
coincidencia, sino que sus rasgos se entrecruzan en cada momento. Finalmente,
plantearemos los desafíos y debates que se suscitan en torno a la tarea de retención
que interpela a la escuela hoy, en Entre resistencias y obstinaciones… los estudiantes
como prioridad institucional.
50
Ver en el capítulo Metodología, el apartado La institución escolar y su contexto socio histórico.
51
Diana, profesora jubilada.
52
Ver en este mismo capítulo, el Eje 1.
53
José, ex asesor pedagógico.
José coincide con Diana y aporta otro aspecto de la propuesta curricular que se
orientó al trabajo con los jóvenes para posibilitarles experiencias de aprendizaje ricas y
contextuadas, pensadas interdisciplinariamente desde la enseñanza:
“… se abrió el perfil tradicional que la escuela tenía a otros espacios curriculares que
no eran los clásicamente definidos por la disciplina y otros actores que participaran en
relación con los chicos… como por ejemplo, en lugar de que la clase fuera en el aula,
ir a trabajar una mañana completa… a Villa Urquiza…con un eje temático, que eran
algunas cuestiones folclóricas, recuperar… leyendas de la literatura entrerriana, y eso
vincularlo con las creaciones de la música, y… plástica…”
Los intereses de conocimiento de los jóvenes ocupan un lugar central en la propuesta,
a la luz de los objetivos de establecer vínculos entre las subjetividades juveniles y el
conocimiento. Ello tenía como correlato el intercambio de los propios docentes acerca
de los objetos a enseñar. José relata cómo se multiplicaban las propuestas de trabajo
desde la perspectiva de la orientación vocacional:
“… también surgió esta cuestión de las sanciones disciplinarias, tampoco podía pasar
como las amonestaciones, había que pensar otras cuestiones, ¿no? Entonces
comenzó a funcionar un consejo, estaba constituido por los directivos de la escuela…
representantes de los padres, había representantes de la cooperadora…y
representante de los padres de primer año, que eran los que estaban realizando la
experiencia; alumnos, y lo que eran las figuras de las coordinadoras de área…”
Significaciones y prácticas democráticas se entrelazan, constituyendo una trama que
sostiene la institucionalidad. La democracia no se pregona, los actores, interpelados
por el conflicto, admiten la heterogeneidad de las relaciones prácticas (Rivarossa,
2000), buscan y ensayan formas democráticas de gobernar la escuela. Los adultos
esperan de los jóvenes ejercicio de ciudadanía, le asignan un lugar en el campo y
aceptan jugar el juego del co-gobierno. La fuerza del contexto se hace presente, la
escuela participa de la expectativa y de la confianza en la posibilidad de edificar
instituciones democráticas.
“… era novedoso esto de… docentes de escuela secundaria, buscando ayuda con
docentes de la universidad, y encontrándose con alumnos universitarios.”
Las relaciones intergeneracionales entre docentes en el momento fundacional fueron
de gran importancia, en tanto pusieron en juego perspectivas, posiciones,
formaciones, de manera compleja. A esto refiere José, destacando los conflictos que
se generaron y el lugar preponderante de los docentes jóvenes:
“… algunos estaban próximos a jubilarse, entonces esto era venir a crear demasiada
inestabilidad, inseguridad… Entonces, lo que era una fortaleza, la organización horaria
y la estabilidad, también era una dificultad ¿no? porque generalmente los docentes
que más se adhirieron a la experiencia eran por ahí docentes nuevos, jóvenes, con
ganas de hacer cosas innovadoras… Entonces esto fue una cuestión que a la larga
también generó algunos conflictos.”
Sin embargo, este relato de José se podría tensionar con el sentido que le otorga
Diana a la composición del equipo docente, difiriendo de lo planteado por él. Ella
enfatiza que el grupo que impulsó el proyecto tenía un recorrido anterior y ello les
permitió valorar la oportunidad que se les estaba presentando en el sentido inaugural,
trabajar en una escuela nueva, construir su curriculum, producir colectivamente,
asumiendo las diferencias y poniéndolas a debate.
“… coincidió también que dimos con un grupo de gente… que valorábamos este
hecho. Veníamos con experiencia docente todos, porque no éramos todos tan
jóvenes, estábamos en la mitad de la carrera, digamos, y valoramos esa posibilidad de
hacer de esta escuela que era una escuela nueva…” (Diana)
Lo más interesante quizá pueda leerse en estas palabras de José que significa el alto
valor de un aprendizaje intergeneracional ente docentes, construido en el cotidiano
escolar, en el amasado de las prácticas, en las discusiones acaloradas, en los
conflictos pero, finalmente, en la certeza de los horizontes compartidos:
Las relaciones intergeneracionales entre docentes fueron significadas por ellos como
altamente productivas, destacando la posibilidad de intercambio de ideas, propuestas
y creación de horizontes de sentido colectivos.
La existencia y posterior ruptura de ese proyecto dejó huellas, algunas salen a la luz,
otras permanecen no dichas. Ésta pareciera ser una de las deudas pendientes,
institucionalmente, poner en palabras esa memoria social incorporada, darle expresión
y producir nuevas voces, que recuperen la historia institucional y puedan pensar los
avatares del presente, teniendo en cuenta las luchas que constituyeron su propia
historia institucional.
La escuela desconoce a estos nuevos actores, los ―intrusos‖, no los puede reconocer.
¿Quién es ese otro? ¿Qué novedad trae? Figuras que condensan el avance de la
desintegración social, el desempleo, la falta de vivienda, nuevas prácticas sociales en
instituciones que no tienen esquemas preparados para incorporarlos.
54
Ver en este mismo capítulo, el Eje I. La escuela en la comunidad. Historias, sujetos y relatos.
Esas herencias neoliberales marcan las prácticas sociales y educativas, aun cuando
nos encontremos en un momento donde el estado está presente con nuevas políticas
públicas. Los docentes se ubican en el escenario y ocupan posiciones. Están quienes
apuestan fuertemente a amparar la vulnerabilidad de los jóvenes, a acompañarlos en
su difícil tránsito escolar, pero confiando en que se están jugando la oportunidad
histórica de inclusión social y, aquellos que, alienados, derrotados, cooptados por
prácticas de supervivencia individualistas, solo atinan a transcurrir en el espacio
escolar, desvalorizando la propia tarea, desvinculados entre sí y con los jóvenes. Cabe
aclarar que no aludimos solo a sujetos individuales sino a posiciones en el campo, que
pueden tornarse contradictoriamente presentes, en actores particulares. Las
perspectivas opuestas suelen convivir, tensionándose, en momentos y sujetos.
Juan55 plantea su mirada de los colegas y el modo como significan al joven estudiante.
Interpela fuertemente su desplazamiento del lugar de adultos frente a las
problemáticas escolares. Los docentes prefieren no intervenir, mientras los estudiantes
―difíciles‖ no los molesten y les permitan seguir su clase:
55
Juan, profesor.
“Se insultan, se dicen… palabras que son hiper agresivas. Cuando vos frenás la pelota
con ellos para tratar el tema de que… no sos igual a ellos… tenés que crear un
puente, un código, que el día de mañana también van a ir a laburar, que hay otras
cosas, que en realidad es crear un hábito… Acá hay una cuestión más importante, que
si el chico el día de mañana no va a poder ni siquiera insertarse en nuevos espacios
porque el vocabulario no le permite, es agresivo, es insultante. No pueden tratarse
entre ellos bien, y en realidad lo tienen naturalizado” (Juan).
Esta ausencia de intervención de los adultos implica el desplazamiento del lugar de la
ley, de la norma. El adulto se desentiende de su transmisión intergeneracional
(Hassoun, 1996). Sin embargo, está presente como evaluador, para marcar, etiquetar,
enjuiciar al estudiante por lo que no tiene o no hace (Barsanti, L.; Chamorro, N.;
Bressan, A. y Schehing, C., 2007).
Juan tensiona esa posición con aquella que sostiene la espera, la posibilidad, el lugar
del joven como estudiante. Sin embargo, nuevamente, cierta resignación, baja de
expectativas, se cuela en su discurso, ―me conformo”. Aunque la apuesta es grande –
“que (el estudiante) pueda argumentar”- el conformarse marca el límite de lo posible,
de esa misma espera, ya no tan esperanzada.
“… te encuentran por ahí (en referencia a quienes fueron sus alumnos) y te dicen:
„profe, cuando usted daba esto, lo otro, me cambió tal manera de ver las cosas‟. O
sea, con eso me conformo… con que pueda argumentar. Pero eso se hace cada vez
más difícil, no solamente con los chiquitos, porque los “chiquitos” no son tan chiquitos
en su realidad… sin embargo… los lazos están quebrados.”
Esta última frase es una idea recurrente en el discurso de Juan, la ruptura de los lazos,
la imposibilidad de reconstruirlos, lo que enfatiza el pesimismo de su crítica y cierra
puertas de contacto, de apertura al trabajo con sus pares y con los propios
estudiantes.
Ante esa situación, Juan propone cambios curriculares. La respuesta ante la falta de
estrategias que señala tendría que ser innovar en la propuesta pedagógica.
“… es como que la falta de estrategias ehh, esos chicos precisan otro tipo de
educación, no de educación tradicional. Un bachiller así no sirve. Talleres para la
vida… … Carpintería, microemprendimientos, o sea, para un proyecto de país. Si
hablamos de Pymes, si hablamos de recuperar ciertas cuestiones que tienen que ver
con burguesía nacional, la cuestión sería cómo hacer que esos chicos produzcan…
como una cuestión política, yo lo haría… tengo que trabajar para poder… ¿pero con
quién?, con los que soy igual. ¿Y dónde me encuentro?... desde chiquito, desde el
jardín debería encontrarme en la escuela trabajando un proyecto educativo
pedagógico. Yo lo veo así, a lo mejor es muy utópica esa cuestión que tiene que ver
con los sueños de uno”
Este docente marca claramente su posición política al pensar una propuesta centrada
en el trabajo cooperativo, en contexto escolar. Admite el carácter utópico que podría
otorgársele y la carencia de debate al respecto, pero no renuncia a pensar nuevos
horizontes donde los jóvenes estén incluidos en la escuela y en la comunidad. Él
piensa la escuela como un lugar de reconocimiento de clase, de producción de
conciencia de clase en los estudiantes. Sin embargo, esa fuerte apuesta a una
educación transformadora se tensiona con la dificultad de concretar acciones que
posibiliten avanzar en ese camino que claramente vislumbra.
“Yo siempre he tratado de trabajar en escuelas donde la necesidad sea uno de los
puntos… Y no tiene que ver mucho con la formación aunque a veces pareciese que
fuera, sino que me parece con el grado de compromiso, yo también he visto colegas
que se metieron en la escuela y las jinetas pesan más, que pierden noción de la
realidad y se olvidan de la tierra, y yo la verdad, volviendo a… (nombre de la escuela),
encuentro muy poca gente para poder trabajar en serio en un proyecto,…”
Miguel detalla una experiencia -“sobre chicos que tenían una determinada
problemática de aprendizaje… mucho abuso, mucho alcohol”- que decide abandonar
ante la decisión de la directora de ampliar el número de alumnos por curso –―el año
pasado, me encuentro con una sorpresa… esos seis o siete chicos, con los que se
podía trabajar individualmente, eran treinta y cinco”-, siente que el proyecto no se
respetó, ―“hacé lo que podás” fue la indicación que recibió, y no quiere legitimar ese
lugar de falta de compromiso con los estudiantes que más lo necesitan, “si me
quedaba, era funcional a eso”.
Él sigue preocupado por la escasa retención de la escuela, en un sexto año tiene tres
estudiantes, en el otro seis en el turno mañana, y siete a la tarde. Su mirada se centra
en estos datos y entiende que no hay respuestas.
56
Miguel, profesor.
Además, significa que los estudiantes que llegan al final del camino, también lo hacen
con grandes dificultades que no son tenidas en cuenta por priorizar solamente llegar a
la meta de completar la escolaridad.
“Es como que llegan a las ponchadas, es como una mezcla de cosas, porque vos a
veces te encontrás con grupos que entre las pocas ganas que ponen los docentes
para poder trabajar en clase y toda la carga que tienen ellos, que traen de sus vidas,
se arma una mixtura que… Es como algo que por dinámica llegan, no se nota algo
fuerte para construir con ellos…”
Sin embargo, su propio decaimiento se diluye por momentos y surge nuevamente con
fuerza la apuesta a la docencia, a la posibilidad de transformación que genera la
escuela pública en contextos de vulnerabilidad. Sabe que los jóvenes son vulnerables
pero no quiere quedarse en eso, no tolera la idea de pensarlos solo como víctimas
sino que prefiere remarcar su papel de actores con potencialidades. Se debate en esa
tensión, a sabiendas que la situación sociofamiliar de los jóvenes suele tener
dificultades reales, problemáticas que los afectan de tal modo que les impide la
concurrencia escolar.
“…pero se logran muchísimas más cosas al ponerse y al trabajar con los chicos, un
montón de cosas más que con los docentes.” (Miguel)
Miguel establece una interesante relación entre el modo como los docentes
construyeron un vínculo pedagógico de sometimiento con sus profesores en la
formación inicial y cómo luego lo reproducen en la escuela, con sus estudiantes. Los
docentes quedan presos de su propia trampa, infligir a los alumnos el sufrimiento y
humillación sufrido por ellos.
Miguel se muestra reflexivo todo el tiempo, sus gestos lo marcan, cuando habla de
dolor, se puede interpretar que lo sufre con el cuerpo, ama la docencia y es feliz con
esa opción elegida. Trabajó toda su carrera en un hipermercado para poder estudiar y
es uno de sus orgullos, comparte con los estudiantes su experiencia todas las veces
que puede, para demostrarles que es posible forjarse un camino que escape a la pura
reproducción social. Por eso interpretamos lo difícil que debe ser para él, ser testigo de
cómo sus compañeros de ruta, quienes compartieron la formación docente, se hacen
eco de un vínculo autoritario que obstaculiza la transmisión pedagógica
intergeneracional. Aun así, sigue apostando con algunos de sus colegas a elaborar
proyectos que pongan en contacto a los estudiantes con sus pares de otras escuelas
que sufren problemáticas similares. Su idea es relacionar a los estudiantes para
intercambiar y proponer con otros jóvenes, teniendo en cuenta que la otra institución
posee un desarrollo mayor en iniciativas de producción para la comunidad.
“Me parece que esas son las dos cosas, los dos campos absolutamente vírgenes en
muchas materias, porque a vos te empujan a aprender una serie de datos y
cuestiones, pero ¿y tu lugar, tu posición, y tu argumentación?”
Entre proyectos que se caen y otros que nacen, Miguel sostiene la apuesta
pedagógica de construir el vínculo con los estudiantes en el espacio social escolar y
no oculta su preferencia por los ―olvidados‖ de la institución, los más vulnerables, los
jóvenes que asisten al turno noche.
“Y yo a pesar de todo me siento muy cómodo trabajando acá, sobre todo me siento
muy bien con los chicos, muy. Ya que te levantés con ganas de ir a trabajar, con
ellos… me pasa en todas las escuelas, aunque con… (nombre de la escuela) tengo
una cuestión particular, sobre todo con los alumnos del turno noche…”
Las miradas críticas de Juan y Miguel, sus fuertes cuestionamientos a los pares, al
sistema y a la institución, miradas que comprenden y trabajan por el estudiante,
pueden contrastarse con las perspectivas de Estela, Laura y Ana. Ellas se centran
fundamentalmente en el estudiante y el objetivo institucional de su retención. Sin
embargo, ése es un camino notablemente complejo en estas condiciones
sociohistóricas, donde cuestiones contextuales e institucionales interjuegan
permanentemente. Sus posiciones suelen ser optimistas y defensoras de la
preservación del estudiante en la escuela, ahora bien, ¿de qué manera? ¿Cómo se
propone la retención? ¿Desde qué criterios y estrategias?
Laura57 relata las demandas que recaen sobre su función y el modo como se
responden institucionalmente. Los requerimientos de los docentes podrían
encuadrarse en una mirada que patologiza al estudiante (Korinfeld, 2005), poniendo al
tutor en el lugar de la intervención clínica.
“Es como que el tutor cae a la escuela, y es como el mago. „Andá con la tutora‟ como
que vos le vas a cambiar la cabeza al chico y lo devolvés… y no es así. Sí, porque es
ése como un imaginario que hay. Por eso está en uno ir construyendo ese espacio e ir
demostrándole sobre todo a los colegas que uno no es el mago que le va a cambiar la
cabeza al chico y que si un día no hace nada, al otro día va a hacer todo, porque no es
así. Eso es lo que por ahí más cuenta, no con el chico sino con el docente. Porque
tienen esa idea de que lo van a mandar allá, a la salita, donde está el tutor, y que el
chico va a volver renovado.”
En ese marco opera la lógica de la derivación/patologización que ratifica modos de
actuación ligados a los lugares individuales, a la mirada clínica, a que otro resuelva el
problema, antes que a la construcción de un nosotros colectivo donde la enseñanza
sea el centro y el aula, el lugar de la actuación docente.
“…mis referentes son los docentes, y los preceptores porque sin ellos yo no podría
trabajar, porque cada preceptor conoce a sus chicos como nadie… con los chicos soy
yo, ellos vienen a mí. Entonces yo voy derivando, voy viendo si lo puedo solucionar
con los padres, con el preceptor, con el profesor, porque por ahí se plantean
problemas puntuales con una docente, y vos tenés que sondear si es el chico, si es la
docente, si es que con todos igual, si el problema es en la casa…” (Laura)
La derivación como norte y la fragmentación, sumada a la soledad de su lugar
institucional, marcan un modo de intervención que se constituye por el tratamiento de
conductas desviadas y sus causas. Y además, se legitima con el reconocimiento que
le otorgan los propios colegas docentes.
“…hay docentes que reconocen la tarea que hace uno, pero, cuesta muchísimo el
poder construir el espacio y que no hay una función muy específica, que vos sos acá
todo, sos „todólogo‟… porque vos atendés a los papás, estás al tanto de las libretas de
ANSES, estás al tanto de las libretas de calificaciones, de que si se durmió y llegó
tarde, salís, desde que salís de acá hasta que llegás a preceptoría, reté a treinta en el
patio. Te sabés los nombres de todos… uno está en muchas cosas, pero yo por ahí
siento que no hago la diferencia… Siento que no le dedico demasiado a cada uno de
los chicos… pero bueno, de todos un poquito se sabe.” (Laura)
En esa sobrecarga de demandas, cede a aquellos requerimientos docentes que,
sostenidos en lógicas patologizantes, deciden que los ―estudiantes problema‖ sean
separados de su aula para garantizar el manejo de la clase. Laura, en cambio,
significa la salida del aula como estrategia para la preservación del estudiante, para
amortiguar el golpe de la expulsión interna, para habilitar otro espacio. Frente a las
57
Laura, tutora.
“… algunos lo sacan del aula al chico: „no lo aguanto más, que se vaya‟. „Y sí, pero no
se puede, vos tenés que trabajar, es el chico que tenemos, vos tenés que trabajar con
ese chico. No se puede elegir el chico‟. … ésa es la parte que más cuesta, con los
docentes, ni siquiera con los propios compañeros, porque los compañeros en ningún
caso lo han planteado…” (Laura).
Trayectorias escolares diferenciadas, paralelas, ¿expulsiones encubiertas? Estrategias
distintas para jóvenes ―problema‖, la concepción individualista de la intervención, casi
patologizante, desde algún lugar persiste. El grupo no puede, el docente no puede, se
necesita la separación del ―problemático‖ por su propio bien y por el de todos. La
estrategia no considera la necesidad de restituir el profundo carácter político de la
educación y su correlato en el derecho del joven a ser parte de un nosotros, a
educarse, a subjetivarse con otros, a ensayar personajes pero no quedar atrapado en
ellos y, a la presencia de adultos que no se crean el personaje y puedan constituir la
trama que atempera, que visibiliza y abre las puertas a la cultura, a otros capitales
culturales (Zelmanovich, 2003).
“yo tengo problema con los colegas docentes: „conmigo no hace nada, que se vaya‟. El
profesor tiene muchas herramientas como docente dentro del aula. El chico no hace
nada, a ver qué hacemos. Hay varios elementos primero antes que sacarlo del aula.
Se torna común sacarlo del aula, y hay que ir trabajándolo. Eso no sirve de nada.
Salvo situaciones muy caóticas, pero no en los casos en que no hace nada. El trabajo
con el profesor es el más complicado. Y si pido informe te dicen que tienen muchas
cosas que hacer.”
Por otro lado, Ana58 minimiza este modo de intervenir y cómo puede resultar una
manera encubierta de expulsión del estudiante. Más bien remarca el lugar de
contención que puede propiciar la escuela en otros espacios institucionales, aunque
eso signifique la separación del estudiante del aula, del docente, de sus compañeros.
Lo ha naturalizado como modo válido de proteger a los estudiantes que los docentes
expulsan, y conceptualizándolo como “problema personal” de estudiantes y docentes.
“Y tener en cuenta siempre, recordarle al docente que lo más importante son los
chicos, más cuando tenemos esta realidad, no? Que abandonan, que la familia
prefiere que esté en la casa, y que colabore con ellos, y no que venga a la escuela a
estudiar. Hay chicos… que ya traen eso de „para qué estudiar‟, como una
desesperanza, una desmotivación… „para qué voy a estudiar si al final, dónde
trabajo?‟ Yo creo que esa es la realidad que estamos mostrando los adultos que hace
que los adolescentes se sientan frustrados y que por ahí elijan quedarse en casa…”
Ana comparte con Estela la mirada de ―la falta‖ en términos familiares como causante
de ―fallas‖ en el comportamiento escolar. En estas significaciones los contextos y
sujetos se equiparan, responsabilidad familiar y social aparecen equivalentes,
ignorando mandatos institucionales, capitales culturales, trayectorias escolares de los
integrantes de las familias.
58
Ana, preceptora y profesora.
59
Asesora pedagógica.
“…es lo que por ahí más vemos que está fallando cuando hay faltas de respeto,
indisciplina, es la falta de la figura paterna o materna, la figura del grupo familiar,
digamos, y del odio que puede desencadenar el estar solo…” (Ana)
“Cuando ellos nos representan en la parte deportiva, la llevan a todos lados. Salieron
campeones en vóley. Pero ellos también se autodiscriminan. Somos los negritos de…
(nombre de la escuela) y le ganaron… a escuelas de centro. Les digo: „ustedes
mismos se autodiscriminan‟. Ellos dicen „qué vamos a ganar nosotros!‟. La alegría era
por ganarle a esos chicos, y no a otros.” (Laura)
No hay destino en la estigmatización, se consolida o no, cotidianamente, en la trama
relacional de la escuela, en el vínculo pedagógico. Laura plantea claramente la
decisión que los docentes tienen al elegir la institución y trabajar con una población
determinada, a quienes parecen desconocer.
“…yo digo que no todos los docentes son para trabajar en estas escuelas. Porque yo
nunca me voy a olvidar que estaba trabajando y cerré el portafolio, y los chicos me
dijeron: „tiene miedo que le roben‟. ¡No! Eso yo no lo vi, ellos lo vieron. Yo siempre lo
cierro porque se me despelota todo… Y ellos me dijeron eso, y jamás me robaron ni
una birome.” (Laura)
Laura se hace cargo del equívoco, del conflicto de significaciones que se cruzan, de la
distancia social que los separa, la doble distancia, generacional y de clase, que separa
a adultos y jóvenes en contexto escolar. Y a partir de ella, construye el vínculo,
reafirmando que es posible traspasar esas barreras.
Ana se posiciona en el afecto como la herramienta más poderosa que puede ofrecer
para que los jóvenes puedan construir proyectos de vida. Lo ratifica señalando a
quienes hoy transitan por la universidad intentándolo.
Sin embargo, nos preguntamos, ¿por qué hay que elegir? ¿cómo se han ido
configurando los procesos que devienen en estas alternativas como las únicas
posibles? ¿cuáles son las condiciones que generaron que la institución deba optar:
preservar al docente o al estudiante? Herederos de la pedagogía del desprecio por el
otro que sostiene la mirada social en la acción individual (Gentili, 2011), quedamos
presos de la elección excluyente: uno u otro. Como no podemos salvar a ambos,
tenemos que optar… nuevamente aparece la figura de la hecatombe, del naufragio, y
del darwinismo social como solución, solo que aquí la elección no es entre pares, sino
entre los sujetos que componen la relación pedagógica.
Paradójicamente, los estudiantes parecen vivir con agrado la separación del aula y la
atención individual, lo que se vuelve en contra del castigo pretendido por los docentes
y es vivido como un beneficio para el aprendizaje. Los docentes requieren una
expulsión completa.
61
Estela, asesora pedagógica.
“…algunos (docentes) lo toman bien, y otros que no. Digamos: ´por qué hacen esa
diferencia, por qué…´ como que uno siempre se pone del lado del alumno, como que
los apañás, y que ellos siempre hacen lo que quieren… „El chico siempre hace lo que
quiere en el aula, y vos lo sacás y le das trabajo y el chico sigue…´ Es complicado,
pero a la vez es la población con la que nosotros trabajamos, si no, nos quedamos sin
alumnos.” (Laura)
Algunos docentes se ubican en una posición defensiva que imposibilita el diálogo, con
miradas dicotómicas: si no tienen la culpa de lo que les pasa a los estudiantes, no hay
nada más que puedan hacer. Las prácticas escolares discurren por caminos
automáticos, sin ser objeto de reflexión por los actores institucionales y el
desgranamiento prosigue, lenta pero inexorablemente, las aulas se van vaciando.
“yo creo que el mayor problema somos los adultos, por ahí cambiar nuestras ideas,
cambiar nuestras estructuras, estamos como muy estructurados, es que se respete
nuestro lugarcito, y bueno, que los demás vean como la llevan. Yo creo que la idea
sería esa, salir de uno mismo, y ver qué propone uno, cómo cambiar uno, qué es lo
que no está dando uno, para que vivamos nuestra realidad… También los directivos,
hay falta de acompañamiento de las directivos” (Estela)
“…hay que darles la oportunidad, ¿no? muchas veces tenés que darles la oportunidad,
hasta el más terrible, que esté en la escuela... Porque por ahí, el hecho de decir…
excluir… es insoportable… Vos tenés que dar las oportunidades de que conozcan algo
distinto, que conozcan por ahí también que existen… ciertas cuestiones disciplinarias
que las tienen que respetar. Que no es todo libre albedrío, como se dice. Eso cuesta
un montón acá.” (Ana)
En consonancia con su gran optimismo, Ana entiende que las relaciones entre
docentes han mejorado en los últimos tiempos y adjudica mucho de ese mejoramiento
a la presencia de los profesores jóvenes. Aun así, no queda claro qué papel están
jugando en esa renovación generacional.
“en los últimos años acá se dio… un enriquecimiento, como mucho más
compañerismo… como que estamos todos más o menos en la misma. Hubo una
época en que hubo muchas diferencias, digamos, y cada uno cuidaba su lugarcito, su
parcelita... Y al haber un grupo de gente joven que está permaneciendo, y de a poquito
va tomando horas, vos ves que van en el mismo compromiso… en el mismo sendero,
proyecto de alumno que queremos, ¿no? eso se ha visto mucho. Y también en
profesores jóvenes, son renovadores.”
Pareciera que esfuerzos esperanzados y sostenidos como el de Laura, Ana, Miguel,
Estela, no logran aunarse, confluir suficientemente, para consolidar potencias
colectivas que movilicen proyectos institucionales.
Ana no puede explicar el proceso que va de la escuela modelo hasta ahora, de los
logros de ayer a los fracasos de hoy. Se sorprende como si éstos hubieran sido
causados por orígenes extraños a lo conocido. ¿Qué pasó? Se diluyen los procesos
históricos, al plantear una ruptura sin explicaciones. El presente termina inexplicado. El
estudiante y sus mutaciones quedan inexplicados. ¿Qué pasó? Los buenos
estudiantes que a la noche “son otros” no pueden significarse. La dificultad, la
fragilidad de una mirada ingenua no incluye las condiciones objetivas materiales y
simbólicas.
“¿Qué pasó? No había vidrios rotos, y son los mismos papás de los chicos que vienen
hoy, esos alumnos de esa época… un cincuenta por ciento son ex-alumnos de acá.
¿Qué pasó en ese trayecto? No das con el quid de lo que por ahí se piensa, en qué
falló, qué pasó, qué transformación hubo tan grande para que la escuela también
decaiga.
Por ahí hubo una ruptura, yo creo que en cuanto a proyecto, a ganas de trabajar, hay
muchos proyectos funcionando en la escuela, pero qué pasa que por ahí el chico no
tienen interés de participar, porque vos podrás hacer muchos proyectos pero siempre
es a voluntad del chico, trabajo del chico como algo voluntario.”
La transmisión tiene sus interferencias y la escuela, sus actores, no terminan de
vislumbrar cómo no han podido reconstruir su propia historia, para las nuevas
generaciones, para poder pensar en el mandato fundacional y su quiebre. La
transmisión como algo que se da pero que necesariamente también se modifica
(Hassoun, 1996). A Ana le resulta extraño que la transmisión no suceda en lo familiar
pero no puede dimensionar que no suceda en contexto escolar.
“Sí, hay una cuestión generacional, pero no, es como que no se plantean que pasó,
como que el chico vive el hoy y no, poco y nada del pasado, incertidumbre en el futuro.
El chico de ahora vive mucho en el hoy, y vienen los padres y cuando están con ellos:
„Pero si cuando yo venía a esta escuela -le dicen- tenía muy buenas notas y
participaba en todo lo que podía, en el taller de paisaje, en el taller de tal y tal‟. Y lo
mirás, vos les ves las caritas como „qué están diciendo papá o mamá‟, lo mismo, su
mismo hijo: ´‟No, y no quiero nada, no quiero participar en nada‟. Es como que se
niegan a participar y a creerle al padre de lo que realmente está escuchando…”
Asumiendo la dificultad, la complejidad y el compromiso de la tarea, Laura se
autoimpone una exigencia casi imposible de cumplir, ¿cómo poder atender a todas las
demandas? ¿Por qué se constituyen las demandas individuales? Su lugar de tutora se
caracteriza por concentrar demandas de otros actores sociales, es un lugar ―fusible‖
del sistema, y ella sostiene, contiene, soporta, pero también establece vínculos con los
estudiantes, con los padres, espera, construye una expectativa de esos otros tantas
veces dañados por la falta de espera, por la falta de miradas. “No saben que tenemos
otra vida”, dicen los jóvenes de sus docentes. Ella sabe que el vínculo es la llave, y
trata de sostenerlo, de ofrecer la escucha, la palabra, en los escasos tiempos que la
función le permite.
“…de a poco voy intentando por lo menos de construir ese espacio, y… ser un
referente para ellos. Pasa algo, ellos saben que me pueden buscar a mí, y que yo
aunque sea un ratito los voy a poder buscar. No sé si darles una solución, pero por lo
menos escucharlos un rato, y que después te encuentren en la calle, y te griten, y te
digan el nombre, eso ya es como que… ya está.”
¿Es un fin en si mismo el reconocimiento del docente por parte de los alumnos?
¿Quiénes son los beneficiaros del vínculo pedagógico? ¿Es que los docentes no
logran otros ámbitos de reconocimiento y se aferran a lo ―que queda‖, el vínculo
pedagógico? Pareciera que el reconocimiento del cual disfruta el docente es lo único o
más importante que puede otorgar ese vínculo intersubjetivo al profesor. ¿Qué espera
el estudiante? ¿Qué lugar ocupa el conocimiento? ¿Hacia dónde se dirige la escucha?
Ana centra la mirada en mostrar otros mundos, en allanar el camino para una vida
mejor.
“…no quiero que me tomen de amiga, porque no soy la amiga, no soy la hermana, no
soy la prima. Soy una docente que está en la escuela. Pero a la vez no quiero poner
tanta distancia porque las cosas que ellos hablan conmigo ni siquiera con los padres la
hablan. Entonces es difícil a esa edad esa relación. No darles tanta confianza para que
no se sobrepasen, ni tampoco ponerle tanta distancia… pero hasta ahora yo creo que
lo vengo haciendo bastante bien.” (Laura)
“… el compromiso que tenés que tener con tu sociedad, con tus chicos, con la
escuela. Eso aparece como una… todos son “tus derechos”, y los derechos del otro
¡no están en ninguna parte en esta formación! Y vos luchás con esto y parece que sos
el antisindicalismo, y en realidad, la cosa no pasa por ahí. Porque también es parte de
tu gratificación como persona que tu trabajo signifique algo en la vida. Y eso viste, eso
no se recupera, no se busca. Porque todo es demanda, demanda, demanda.”
Estela identifica a sus colegas según características y objetivos, generacionalmente
diferenciados.
“…estos docentes… que son de las nuevas generaciones… tenés de los dos polos: el
que quiere que le reconozcan y el que no, se siente feliz haciendo nomás; ese por ahí
es más duro con esta gente que por ahí se queja y se contenta con esto, con lo de los
chicos, con el reconocimiento de los chicos… porque por ahí uno busca, es tan
mezquino, que uno busca que los demás, los mismos compañeros de trabajo, los
mismos directivos, reconozcan, digan “bueno, fulanito hace esto, fulanito hace lo otro”.
Yo creo que el verdadero reconocimiento son los chicos… (Estela)
Los relatos de los actores escolares jóvenes y adultos expresan diferentes sentidos y
horizontes según el posicionamiento configurado en el campo, miradas ancladas en
las trayectorias escolares en las que convergen vivencias, evocaciones, nostalgia,
relato idealizado, metáfora.
La textura de sentido de los relatos que refieren a los inicios de la escuela, tiene la
marca fundante de ser una escuela creada para y con el barrio, con la carga simbólica
que implica crear una comunidad y una escuela nuevas, con fuertes expectativas de
inclusión y transformación social.
Los significados de los docentes dan cuenta de la memoria social incorporada en los
momentos de aludir a la etapa fundacional como una escuela abierta a la comunidad.
En este contexto social de participación ciudadana las prácticas escolares ponen en
juego la voluntad política y educativa de los docentes que la habitan. Las condiciones
de posibilidad materiales y simbólicas eran el piso fértil que sostenía la construcción
de espacios habitables en la escuela.
62
Diana, profesora jubilada.
63
José, ex asesor pedagógico.
64
Miguel, profesor.
con los padres, las madres, ¡impresionante! Y eso en un determinado momento se fue
dejando”.
En este contexto los docentes movidos por el temor a la pérdida del trabajo –horas de
clase no áulicas- responden de diferentes modos a los ―ajustes‖ que definen las
políticas estatales. Dicho en palabras de José “…los docentes que trabajaban ahí
tenían una concentración importante de horas… tenía que tener horas no áulicas para
reuniones extras y el trabajo por áreas… y esto lo digo mirando a la distancia, creo
que los mismos docentes no supimos defender ese espacio, porque al comienzo esas
horas fueron un poco resistidas… y siempre las horas frente a alumnos son vistas
como más seguras…” (José).
65
Juan, profesor.
¿Qué significaciones van cobrando fuerza en la vida cotidiana escolar? ¿Cómo operan
estas significaciones en el modo de habitar la escuela, en los vínculos que se
construyen y las prácticas que se realizan? En este escenario se produce la trama que
conlleva significaciones y prácticas en espacios vacíos de debates sociales y políticos.
La pérdida de sentido del espacio escolar se expresa en el modo de estar en la
escuela. La mirada crítica de un docente alude a la falta de diálogo y vínculos en este
sentido: “Yo creo que donde no hay diálogo no hay posibilidades, no hay los espacios
en ese sentido. Pero no es que no esté el espacio, es que el lazo no está construido”
(Juan).
¿Cómo opera en las significaciones de los docentes de hoy esa escuela de ayer? Las
significaciones tensionan los discursos y las prácticas, las relaciones con un otro que
intersubjetivamente construye con ellos esa pérdida de sentido, “los lazos que
quebramos internamente, los proyectos que tenía esa escuela, hay una idea del
tiempo que fue y el tiempo que no es, esa tensión que hay como que fue escuela
modelo en algún momento. Siempre esa reminiscencia a ese pasado que siempre fue
mejor, cada tanto vuelve” (Juan).
66
Ana, docente y preceptora.
Los relatos expresan la referencia recurrente al vínculo, un vínculo que se diluye en los
desencuentros que atraviesan las relaciones. Los docentes no logran encontrarse en
el diálogo para hacer de la escuela un lugar habitable. Se construyen relaciones de
lejanías y rupturas que no invitan al diálogo para habitar la escuela con ese otro;
relaciones en las que se juega la historicidad del agente, puesto que lo individual, lo
Las prácticas de los adultos docentes atravesadas por las demandas socioeducativas
tensionan el mandato institucional en las contingencias del presente; prácticas que se
generan en las disposiciones a actuar, percibir, valorar, sentir y pensar de una cierta
manera, disposiciones interiorizadas por el individuo en el curso de su historia67.
67
Bourdieu y Wacquant, (1995) Respuestas para una antropología reflexiva. México. Grijalbo.
Las palabras de un docente enuncian: “La escuela como está ahora no sirve, no sirve
para este contexto, digamos, que debería poderse replantear, empezar a hacer
equipos, equipos pedagógicos que puedan trabajar de otra manera...” (Juan); textura
de sentido que invita a pensar nuevas estrategias de acción que posibiliten establecer
acuerdos, construir desde el consenso, generando espacios de acercamiento y diálogo
que promuevan la participación. Pensar con otros, resignificar el sentido de las
relaciones, plantear la mirada crítica historiza las prácticas pedagógicas y
desnaturaliza el sentido común de la falta y el vacío, apostando al conocimiento
emancipador en la escuela pública.
Las significaciones de los docentes dan cuenta de una mirada histórica que recupera
la escuela que fue y la que pueden construir apostando al sentido social y educativo
de una buena escuela. La mirada crítica de una docente alude a la historia institucional
para resignificar el presente y proyectar el futuro, “… Porque en su época fue una
escuela modelo, una muy buena escuela; yo creo que se puede, se puede todavía,
pero va a ser un proceso largo… y principalmente los chicos tienen que sentirlo a eso
de querer a su escuela ¿no? Y de emprender proyectos desde la escuela hacia la
comunidad y desde la comunidad hacia la escuela, que siempre se necesita…” (Ana).
68
Laura, preceptora.
Conclusiones
Conclusiones
El desafío y el compromiso de estudiar a los actores institucionales en el espacio
social escolar surgieron de la reflexión acerca de nuestras prácticas docentes y de
investigación en la formación de profesores. Ese desafío nos moviliza en la
configuración de discursos que echen luz sobre la compleja relación entre jóvenes y
adultos en torno a sus prácticas en la escuela secundaria.
Organizamos las significaciones de jóvenes y adultos en tres ejes que dan cuenta de
sus pensamientos, cuestionamientos y expectativas respecto de sus prácticas, en el
espacio social escuela secundaria. Ellos son: La escuela en la comunidad. Historias,
sujetos y relatos; Las miradas generacionales de los adultos hacia los jóvenes en sus
prácticas escolares; Habitabilidad en el espacio social escolar.
En el primer eje, cuando planteamos Una escuela para el barrio nos situamos en las
particularidades y complejidades propias de esta escuela secundaria, su historicidad y
las transformaciones del contexto, donde se ponen en juego las significaciones
construidas por los actores institucionales acerca de sus prácticas escolares.
69
Recordemos que las significaciones de los jóvenes son recuperadas de nuestra investigación anterior,
“Las significaciones que otorgan los jóvenes a la escuela media en tanto espacio social. Un estudio sobre
los jóvenes en escuelas públicas en la ciudad de Paraná”, de las autoras Barsanti, L.; Chamorro, N.;
Bressan, A y Schehing, C. Informe Final 2007.
Prácticas escolares donde escuela y comunidad no pueden concebirse una sin la otra,
una organización institucional que habilita la incorporación de la comunidad a la
escuela. Familias que participan en diversas actividades curriculares se relacionan con
una escuela que los incluye y los convoca.
Las condiciones laborales que garantizan tiempos y espacios institucionales para este
trabajo cooperativo son significadas por los actores institucionales como
posibilitadoras de prácticas escolares interdisciplinarias, participativas, donde el
debate, el disenso y los conflictos se transforman en objeto de trabajo.
Las políticas educativas neoliberales de los ‗90, la presencia del estado a través de
dispositivos de control ideológico y desfinanciamiento y las transformaciones que se
producen en el barrio de la escuela, instalan un nuevo escenario que configura
prácticas sociales y escolares que van marcando un pasaje de la escuela de puertas
abiertas a la escuela con rejas en las ventanas.
Las significaciones de los actores marcan una segunda etapa de la escuela signada
por el deterioro de las condiciones de vida, lo que provoca fracturas y recomposición
de la población barrial y escolar. Esta situación instaura nuevos problemas al interior
de las prácticas escolares, tensiona el proceso de transformación curricular, genera
rupturas, dilemas, desencuentros. Una institución que fue perdiendo los vínculos que
había construido con el barrio y las familias. La continuidad de los proyectos
Los discursos y prácticas escolares no se interrogan sobre un derecho que está siendo
negado a los jóvenes, a quienes se los visibiliza desde sus carencias. Los jóvenes y el
barrio no son ―vistos‖ en sus potencialidades, desde estas significaciones, sino que se
configuran naturalizaciones donde las preguntas están ausentes.
Los estudiantes, por su parte, se asumen como sujetos políticos, aunque reconocen
sus propias dificultades para actuar como protagonistas de los cambios que desean.
Esas dificultades consisten particularmente en organizar prácticas colectivas en
defensa de sus derechos. (Barsanti, Chamorro, Bressan y Schehing, 2007)
Por su parte, los jóvenes entienden que la escuela es un espacio privilegiado para el
aprendizaje y la enseñanza, reconocen la especificidad educativa de la institución,
valoran y reclaman la presencia del adulto en la tarea pedagógica en escenarios
habitables. Perciben, identifican y diferencian claramente el lugar de los adultos que
solo permanecen en la institución de aquellos que se ocupan de su educación en tanto
los constituye intersubjetivamente en los vínculos y los reconoce como interlocutores
válidos. (Barsanti, Chamorro, Bressan y Schehing, 2007)
En el segundo eje, Las miradas generacionales de los adultos hacia los jóvenes
en sus prácticas escolares, desarrollamos las significaciones que los adultos
asignan a los jóvenes en sus prácticas escolares en relación con la especificidad que
otorga la mirada generacional. Esto es, la perspectiva que se construye desde el actor
que se ubica y comparte un tiempo/ espacio y las percepciones que conllevan esa
experiencia histórica particular. Ubicamos las Miradas situadas de docentes de
distintas generaciones en relación a la pertenencia al menos a tres generaciones, de
los docentes indagados. Su memoria social incorporada está referenciada, respecto de
esta escuela en particular en sus distintos momentos históricos y muestran cierto
consenso en los abordajes.
Las relaciones intergeneracionales entre docentes son significadas por ellos como
altamente productivas, destacando la posibilidad de intercambio de ideas, propuestas
y creación de horizontes de sentido colectivos.
El proceso de debacle institucional y social del barrio es ubicado por los actores
escolares en momentos en que se produce el éxodo de sus habitantes originarios y la
llegada de otros nuevos, a quienes denominaron ―intrusos‖. Ese acontecimiento se
transformaría en una bisagra entre dos momentos claves de la historia institucional. La
escuela desconoce a estos nuevos actores, quienes condensan el avance de la
desintegración social, el desempleo, la falta de vivienda, nuevas prácticas sociales en
instituciones que no tienen esquemas preparados para incorporarlas. La sospecha tiñe
las nuevas miradas, las relaciones intergeneracionales se complejizan en ese
escenario, armando una trama difícil de desenredar.
El sentido más relevante que los jóvenes interpretan en las miradas adultas los
constituye en jóvenes sin historia, jóvenes congelados. Estas significaciones que los
estudiantes producen a partir de esta mirada afecta el núcleo mismo de la relación
pedagógica y de la función de la escuela en tanto el destinatario de la educación
queda cristalizado en sus carencias, en la falta, en la imposibilidad y deviene
ineducable.
No obstante los estudiantes reconocen miradas adultas que valoran sus habitus y
capitales culturales, aunque dicha valoración se torna frágil en la mirada formateada
por el deber ser pedagógico y no puede ver en ellos sino rasgos del modelo
dominante. (Barsanti, Chamorro, Bressan y Schehing, 2007)
Las herencias neoliberales de las políticas educativas de los ‗90 marcan las prácticas
sociales y educativas, aun cuando nos encontremos en un momento donde el estado
está presente con nuevas políticas públicas. Los docentes se posicionan de modo
diverso, están quienes apuestan fuertemente a amparar la vulnerabilidad de los
jóvenes, a acompañarlos en su difícil tránsito escolar, pero confiando en que se están
jugando la oportunidad histórica de inclusión social y, aquellos que, cooptados por
prácticas de supervivencia individualistas, solo atinan a transcurrir en el espacio
Las significaciones de los adultos van desde el rechazo del joven como ineducable,
provocando su expulsión interna hasta la consideración del joven vulnerable y el deber
de forjar para él la herramienta primordial de inclusión social, la escolaridad y, por ello,
sostener su permanencia y acreditación. En esa gama se desenvuelven las miradas
adultas que se configuran en un formato: expulsión áulica-retención institucional.
En el tercer eje, habitabilidad en el espacio social escolar, los relatos de los actores
escolares jóvenes y adultos expresan diferentes sentidos y horizontes según el
posicionamiento configurado en el campo. Situadas en el contexto social e
institucional, las significaciones de los docentes dan cuenta de la memoria social
incorporada al referir a la escuela con la marca fundante de ser una escuela creada
para y con el barrio.
Aquellas significaciones que sitúan la década de los ‘90, con la hegemonía de las
políticas neoliberales, refieren a sus devastadores efectos, pobreza, desocupación,
exclusión social, y destacan su embate en la escuela. En este sentido significan la
profunda desigualdad social y educativa que restringe las condiciones de habitabilidad
y el deterioro que en términos materiales y simbólicos se produce en la institución.
Profundizando aun la idea que el escenario escolar es poco habitable, las condiciones
materiales no son para los jóvenes un simple marco donde se desarrollan las tareas
escolares sino que constituyen una materialización de la posición simbólica que
ocupan como sujetos en la escuela y en la sociedad. El escenario escolar deteriorado,
empobrecido, árido, desolado, les devuelve la propia imagen devaluada como
estudiantes, como seres en formación, y pone en tela de juicio esa apuesta a futuro
que declaman los discursos escolares. (Barsanti, Chamorro, Bressan y Schehing,
2007)
Las significaciones de los docentes dan cuenta de una mirada histórica que recupera
la escuela que fue y la que pueden construir, apostando al sentido social y educativo
de una buena escuela. Sentido que enfatiza la insoslayable tarea del trabajo docente y
el profundo sentido de educar.
Bibliografía
Bibliografía
o Friera, Silvina (2004) Hay muchas aduanas para los jóvenes de esta sociedad.
Entrevista a García Canclini, Página12, julio de 2004.
o Frigerio, Graciela (2000) ¿Las reformas educativas reforman las escuelas o las
escuelas reforman las reformas? Centro de estudios multidisciplinarios.
Argentina. Reunión de trabajo: Educación y Prospectiva – UNESCO –
OREALC -– Santiago de Chile.
o Margulis, Mario (editor) (1996) La juventud es más que una palabra. Ensayos
sobre cultura y juventud. Buenos Aires. Biblos.
o Taber, Beatriz y Zandperl, Ana (2001) "¿Qué piensan los jóvenes? sobre la
familia, la escuela, la sociedad, sus pares, el sida, la violencia y las adicciones".
ISBN 987-9286-07-3 © UNICEF. Oficina de Argentina.