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El corpus mitoloí gico y religioso egipcio es uno de los maí s longevos en la historia de
la humanidad, extendieí ndose desde antes del 3000 anñ os a.C. hasta el s. VI d.C.,
cuando con la imposicioí n del cristianismo se prohibieron estas antiguas praí cticas.
Su complejidad y diversidad dificultan mucho su estudio, desterrando cualquier
intento de resumen sencillo y lineal. Originalmente los dioses egipcios se
conectaban con los inexplicables fenoí menos naturales, que iban asociados con
atributos de diferentes animales, de lo que derivoí su representacioí n
antropomoí rfica como imagen del dios. El sincretismo, provocado por la unificacioí n
de los pueblos, fue una constante de la religioí n egipcia, asíí como el uso de triadas,
el dualismo -la constante accioí n de dos principios o fuerzas opuestas en la creacioí n
del cosmos-, o los cultos al sol. Las principales divinidades del panteoí n egipcio
fueron Ra, identificado con el sol; Isis, diosa de la fertilidad y la maternidad, que
solíía representarse alada, con un trono en la cabeza, o con cuernos de vaca; Osiris,
de origen remoto e incierto, dios de la vegetacioí n y de la resurreccioí n primero, y
del aí mbito funerario despueí s; Osiris es el principio positivo generador de orden, y
se opone a Seth, su hermano y enemigo, encarnacioí n del principio negativo y
destructor, el desierto y la sequíía: el caos. Horus, hijo de Isis y Osiris, solíía
representarse asociado al halcoí n, y se vinculaba a la realeza. Destacables tambieí n
son Serapis o Anubis, que tambieí n fueron adorados. Alrededor de estos dioses se
forjaron diferentes cosmogoníías: la teologíía menfita, donde interveníía Ptah, la
cosmologíía hermopolitana, o la mitologíía heliopolitana, que explicaba el
nacimiento de los cuatro dioses principales en los famosos díías epagoí menos. Uno
de los mitos esenciales de la religioí n egipcia, si no el que maí s, era el que narraba la
muerte y resurreccioí n de Osiris. A traveí s de una artimanñ a, su hermano Seth
consigue asesinarle y descuartizar su cuerpo en 14 trozos que disemina a lo largo
del Nilo. Isis, con ayuda de su hijo Horus y tambieí n de Anubis, consigue reunir
todas las partes de su marido Osiris, salvo el falo, e insuflarle nueva vida, momento
a partir del cual pasaraí a gobernar la Duat, el inframundo egipcio. Los misterios
egipcios, sobre todo los isiacos, se extendieron en eí poca heleníística por todo el
Mediterraí neo, llegando incluso a Hispania, y estando seguramente en el origen del
resto de misterios importantes como los oí rficos, los eleusinos o los samotracios.
LOS MISTERIOS TRACO-FRIGIOS Y DIONISIOS-ZAGREO-BACO
Tracia fue una regioí n del sudeste de Europa que abarcaba el nordeste de Grecia, el
sur de Bulgaria y la parte europea de Turquíía. La regioí n de Frigia, por su parte,
estaba ubicada en el Asia Menor, en la peníínsula de Anatolia, lo que hoy
corresponde a la Turquíía asiaí tica. Su potencial agríícola y su estrateí gica ubicacioí n
como lugar de paso entre Oriente y Occidente, le permitieron alcanzar una gran
importancia al comienzo de la eí poca arcaica griega. Fue en las montanñ as de Frigia
donde florecioí el culto a la Gran Madre, o Madre de la Montanñ a, uí nica diosa frigia
conocida, que probablemente era considerada protectora del estado. Su culto se
extendioí hacia occidente, siendo conocida como Cybele entre griegos y romanos.
En Grecia fue asimilada parcialmente con Gaia y con Deí meter, cambiando tambieí n
su iconografíía (se representaba siempre vestida a diferencia de otras diosas).
Asociada con las montanñ as, la ciudad, las murallas, la naturaleza feí rtil y los
animales salvajes, sobre todo leones, de los que solíía representarse acompanñ ada,
Cybele fue objeto de cultos misteí ricos y extaí ticos en diferentes polis, que incluíían a
su juvenil esposo castrado, el pastor Atis, que era a la vez nombre comuí n y
sacerdotal. Sus sacerdotes eran eunucos y mendicantes. En Roma fue conocida
tambieí n como Magna Mater, y el estado promovioí el desarrollo de su culto
reinventaí ndola como diosa troyana protectora de Roma, extendiendo su adoracioí n
por todo el imperio. En la fase tardíía del imperio (s. II-IV d-C.) algunos sacrificios
de animales, como el taurobolio, en el que se sacrificaba un toro, o el criobolio,
donde el animal utilizado para el ritual era un carnero, se vinculaban tambieí n con
el culto a la Gran Madre. Estos sacrificios rituales terminaron encarnando de forma
simboí lica la resistencia de la nobleza pagana ante el progresiva extensioí n del
cristianismo amparado por el emperador.
Cibeles era considerada una diosa de origen extraheleno y los ritos iniciaí ticos y las
fiestas puí blicas asociados a ella, celebrados al comienzo de la primavera, pueden
vincularse a los llevados a cabo en honor de Dionisios; al fin y al cabo, ambos
fueron dioses extranjeros y exoí ticos que habíían llegado a occidente en carros
tirados por animales salvajes, leones en el caso de Cibeles y panteras en el de
Dionisios, seguidos de un seí quito exaltado, formados por sacerdotes
autoemasculados y de comportamiento afeminado en el caso de Cibeles.
LOS CULTOS ELEUSINOS