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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas


Centro de Estudios de Postgrado
Especialización en Gobierno y Política Pública

POLÍTICAS PÚBLICAS VIABILIZADORAS EN EL PLANO


INTERNACIONAL DE LOS ACTORES ANTAGÓNICOS EN LA CRISIS
POLÍTICA VENEZOLANA

Profesor: Autor:
Msc. Atilio Romero Diego Corado

Caracas, 20 de Agosto del 2019


“La característica esencial de una pro-
mesa consiste en asumir la obligación
de realizar un cierto acto”
Jhon Searle
Introducción:

Se toma lo un extracto de lo expresado por Jhon Searle en su obra


Actos de Habla, en referencia al cumplimiento de las promesas, por la
importancia que este hecho implica en la actual coyuntura política
venezolana, en la cual, desde el 5 de Diciembre del 2015 cuando la
oposición obtuvo la mayoría de los escaños en la Asamblea Nacional, se ha
iniciado una profundización en la crisis y polarización política, en la cual uno
de los aspectos fundamentales ha sido la relación entre las promesas
realizadas por los principales actores políticos, su correspondiente
cumplimiento y su relación con la viabilización de sus respectivos proyectos.

Se ha hecho énfasis en el seminario de viabilidad comunicativa de las


políticas públicas, precisamente en el costo político que tiene jugar en
política “sumaceramente” como lo expresara el profesor Atilio Romero; así, si
nos remontamos al mes de enero del 2016, encontramos a quien comenzó a
ejercer funciones al frente del Poder Legislativo asegurando que derrocaría
al gobierno en un lapso de seis meses y por otra parte encontramos al jefe
del ejecutivo nacional quien asegurara que culminaría su mandato
constitucional; claro ejemplo de quien cumplió la promesa y de quien no la
cumplió, con sus respectivas consecuencias políticas y hasta psicológicas en
sus seguidores.

Así se inició la actual coyuntura política, profundizándose aún más con


la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, en la cual la
oposición venezolana decidió no participar, y prometieron nuevamente que
boicotearían la elección y su posterior instalación, las elecciones
presidenciales de mayo del 2018 y la “autoproclamación”, como señalan
numerosos medios internacionales, de un diputado de la Asamblea Nacional,
acrecentando la crisis política que vive actualmente la República Bolivariana
de Venezuela.

Si algo ha sido común en todos estos escenarios, ha sido el juego de


promesas y contrapromesas, por así denominarlas, y el cumplimiento de las
mismas. Si bien la soberanía reside en el pueblo, y como reza la constitución
e incluso la Carta de Derechos Humanos de la Organización de Naciones
Unidas, el poder público emana de la voluntad popular, desde enero del
presente año ambos actores políticos han recurrido a un factor para justificar
legitimidad: el reconocimiento internacional. Ha sido este aspecto de
trascendental importancia en el tema de lograr viabilidad para cada uno de
los actores políticos en la actual coyuntura, y será esta la piedra angular
sobre la cual se cimentará la presente investigación.
Viabilidad Comunicativa de las Políticas Públicas

No se puede iniciar la presente investigación sin antes plasmar el


concepto de viabilidad, de comunicación, y de políticas públicas que fueron
discutidos en el seminario, para que sirvan como marco conceptual de
abordaje ante el problema antes planteado, en referencia a la relación que
puede tener la comunidad internacional con viabilizar alguno de los proyectos
que se disputan en la coyuntura política venezolana.

Otra vez la paradoja de la democracia…


¿Cómo hacer que la totalidad del pueblo “gobierne”?

Si se toma el sentido literal y etimológico de la palabra democracia, se


hace referencia estrictamente al “gobierno del pueblo”, no al gobierno
ejercido por una parte del pueblo (SARTORI, 1992 pag. 25), mucho menos a
la tiranía que pueda ejercer una supuesta mayoría sobre las minorías, o peor
aún, en el sentido más aberrante de la manera de llevar la “democracia” a la
práctica en la actualidad: un sistema en el cual se pretenda que los
ciudadanos electores entregan su soberanía al depositar su voto, al elegir a
un individuo para que ejerza su voluntad sin limitaciones, olvidando que fue
elegido para gobernar obedeciendo al pueblo que le otorgó la autoridad
desde donde ejercerá un poder político, como señalara Enrique Dussel, bajo
la concepción de un “gobierno obediencial” (DUSSEL, 2010 pag 26)

Tomando la palabra del Profesor Aguilar, quien plantea la necesidad


de “organizar las instituciones políticas, de modo que se impida que los
gobernantes malos e incompetentes hagan mucho daño” (AGUILAR, Luis,
1992: pag. 38) se plantea también la necesidad imperiosa de adecuar el
sistema político y su régimen democrático para que esa ciudadanía electora
se haga obedecer por los magistrados de elección popular, a través de una
auténtica representación y la participación ciudadana en todo el proceso de
formación de las políticas públicas. De esta manera, constituye un acto de
estolidez asegurar que a mayor acumulación de poder en una persona (por
ejemplo en un presidente en un régimen presidencialista centralizado) se
pueda hablar de una efectiva participación ciudadana en el proceso de
formación de las políticas públicas, cuando el poder (entendiendo a este en
su concepto más básico como la capacidad de modificar la realidad) de sus
representantes más directos en las unidades básicas territoriales, como lo
fuera en el caso venezolano; concejales, alcaldes, diputados de la asamblea
legislativa o gobernadores sea muy reducido en comparación del gobierno
central, pues mientras menos atribuciones y competencias tengan los
representantes directos del electorado, menor será su capacidad de
modificar la realidad (poder) para responder a las demandas de sus
ciudadanos. Ahora bien, tal incapacidad de la ciudadanía de influir en la
realidad empeora, sino existe una cultura política de esos representantes de
interactuar con sus representados, y además una reinante apatía de estos
representados para tratar a través de distintos medios hacerse “obedecer”
por sus representantes y poder ejercer control sobre ellos, es decir, ejercer
un control vertical sobre el proceso de formación de la política. (O´DONNEL)
En este sentido se pueden apreciar dos factores que guardan relación
con la participación ciudadana en el proceso de formación de las políticas
públicas y su relación con la gobernabilidad: El primero, el aparato jurídico en
sí, el cual le atribuya capacidades a los vasos capilares del sistema político
que están en directo contacto con la ciudadanía, y el segundo factor, que a
su vez se subdivide en la cultura política de quienes ejercen
momentáneamente las magistraturas de elección popular para tener como
fundamento de actuación que fueron electos para representar a sus
ciudadanos y no para gobernar despóticamente de espalda a los intereses
de la sociedad y por otra parte, la cultura de la ciudadanía para no ser
indiferentes ante su participación en política para la satisfacción de sus
propias necesidades. En consecuencia cabe preguntarse: ¿Se puede
considerar el federalismo como una condición sine qua non para garantizar la
Gobernabilidad Democrática en Venezuela? ¿Qué tan arraigada está la
tendencia centralista o federalista en la cultura política de Venezuela?
¿Pueden realizarse reformas federativas que contribuyan en el aumento del
interés de los ciudadanos a participar en el proceso de formación de las
Políticas Públicas?

Federalismo, Gobernabilidad y Cultura Política

Consecuentemente con lo anteriormente planteado, se procede a


continuación con una investigación bibliográfica con el fin de analizar,
utilizando un método para el análisis político institucionalista y conductista
(MARSCH, STOKER, pag. 23) la existencia, y su posible influencia de una
cultura centralista en Venezuela y su relación con la gobernabilidad
democrática, para lo cual se deberá hacer al menos una revisión histórica
para apreciar la evolución de las tendencias centralista y federalista en
Venezuela y su posible relación con la cultura política de los venezolanos. De
igual manera se analizará el actual sistema jurídico venezolano, y se
procurará hacer propuestas de modificaciones al mismo, que pudieran servir
como estímulos federativos a la ciudadanía, para incentivar la participación
de toda la sociedad en el proceso de formación de las políticas públicas y
que consecuentemente se logre un mayor contrapeso institucional.

En base a los objetivos planteados e iniciando el abordaje de esta


investigación, es preciso mencionar que está inextricablemente vinculado
con los principios republicanos, la limitación y separación del poder, y esta
separación del poder no se limita a las ramas del poder público, sino que
también abarca la separación territorial del poder público. Si bien
nominalmente, está escrito en el artículo 5° de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela el establecimiento de un Estado Federal,
la capacidad de modificar la realidad del poder municipal y regional muchas
veces se ve limitada por sus atribuciones nominales, o por usurpación de
funciones producto de arbitrariedades por parte del gobierno central o por la
falta de una cultura política federalista tanto en quienes gobiernan como por
parte de los gobernados.

En tal sentido, la importancia de la presente investigación reside en la


necesidad actual en el Estado Venezolano, de garantizar una gobernabilidad
efectiva, siendo una condición necesaria para lograr esa capacidad, la
participación ciudadana en el proceso de formación de las políticas públicas,
habiendo incluso una relación directamente proporcional entre los niveles de
federalismo y la capacidad de la ciudadanía de modificar la realidad, siendo
esto, por antonomasia, el verdadero poder político ciudadano.

Este estudio se limitará espacialmente a la República Bolivariana de


Venezuela, pero para poder realizar análisis comparativos, se tomarán
modelos federales en otras latitudes únicamente para los análisis de la
perspectiva institucional, como lo será la República Federal de Alemania.
Temporalmente esta investigación estará enmarcada desde el año 1811
hasta la actualidad para abarcar el tema de la tendencia cultural al
centralismo en la vida política venezolana, pero para abordar el tema de la
relación de federalismo con gobernabilidad se limitará temporalmente desde
el año 1961 hasta el 2018.

El Experimento del Autogobierno Federal

En la última década del siglo XIX en Estados Unidos ya se afirmaba


que la idea de una Federación en lo absoluto era nueva, pero se establecía
una premisa fundamental de funciones respectivas para el gobierno de los
estados federados y el gobierno de la federación: los gobiernos de cada
estado federado estarían enfocados en lograr la prosperidad de cada uno de
los miembros y así llevar a cabo el “experimento del autogobierno”, y por otra
parte el gobierno de “la unión” de estos estados para garantizar mutuamente
la defensa y la seguridad frente a las amenazas externas (HAMILTON,
Alexander 1798 pag. 44).

Con el objetivo de continuar una aproximación a lo que representa en


esencia un Sistema Federal para la Organización de un Estado, es preciso
traer a colación al teólogo austríaco Emill Brunner para continuar el presente
trabajo investigativo, quien aseveró que el federalismo “es la justa construc-
ción del orden, es decir, la construcción desde abajo”; esta será una premisa
que se mantendrá en este intento de generar y recalcar la necesidad de fe-
derar verdaderamente la República para garantizar la gobernabilidad demo-
crática, entendiendo que esa “construcción desde abajo” viene dada, solo en
parte, por el origen en la voluntad popular de todas las magistraturas del Es-
tado.
En virtud de lo antes expuesto se entenderá para la presente investi-
gación, como Forma de Estado Federal, a las características organizaciona-
les de un Estado, en el cual los niveles regionales y locales del poder están
en la capacidad de accionar con bastante autonomía a fin de satisfacer las
necesidades de la sociedad, su poder tiene origen en la voluntad popular, es
decir “vienen desde abajo” y gozan de una considerable independencia del
Gobierno Central para la generación de políticas; siendo principios de una
organización federal de un Estado: la autonomía de las unidades territoriales,
el respeto a las particularidades regionales y la desconcentración y descen-
tralización del poder. Como puede apreciarse al revisar el concepto anterior,
el concepto de federalismo no es inflexible (se emplea el término “bastante”
con la intención de resaltar que el concepto es una aproximación referencial),
pudiendo apreciarse en el mundo distintos tipos de sistemas federales, como
por ejemplo el Alemán, donde cada BundesLand miembro de la federación
goza incluso de una especie de gabinete ejecutivo (Cada uno de los Estados
Libres, tiene por ejemplo además de un Ministro Presidente, un parlamento
(Landtag) y ministros para atender los asuntos regionales, por ejemplo Minis-
tro de Interior, Ministro de Economía de Baviera) o el sistema federal en Ve-
nezuela en el cual la constitución establece ciertas competencias para los
gobiernos municipales y regionales.

El Federalismo Referencial

Como es apreciable en el párrafo anterior, se hizo menester la utiliza-


ción de adjetivos como “considerable” o “bastante” para hacer referencia cua-
litativamente a las atribuciones de los estados federados miembros de una
Federación precisamente, porque así como Robert Dahl (2009 pag. 17) ex-
plicara en un modelo referencial de dos variables (debate público y participa-
ción ciudadana) lo más cercano a una democracia que pudiera establecerse
en un Estado-Nación, se hace necesario una especie similar de modelo de
dos variables para explicar lo que se pudiera llamar como “niveles de federa-
lismo”. Atendiendo una de las premisas del análisis deductivo, de partir de
“afirmaciones de carácter general a hechos particulares” (RUIZ, 2007 pag.
20) se hace imperante revisar los planteamientos de los grandes defensores
del sistema federal para tratar de buscar dos características que pudieran
pasar a ser las variables del modelo referencial que se pretende construir en
la presente investigación, siendo precisamente un afluente de luces, el com-
pendio de artículos publicados en defensa de la Constitución de Estados
Unidos, por Jhon Jay, James Madison y Alexander Hamilton, donde se plan-
teó, solo por mencionar una de tan ilustres sentencias:

“Los poderes reservados a los Estados se extenderán a todos los objetos que
en el curso normal de las cosas interesan a las vidas, libertades y propiedades
del pueblo, y al orden interno, al progreso y a la prosperidad de los Estados.”
(1798 pag.183)

Así, atenderemos este planteamiento para conceptualizar una de las


variables, como “Atribuciones de los Gobierno Locales”, entendiendo a estos
como las distintas divisiones del poder público de manera territorial. Ahora
bien, si por ejemplo Venezuela, en el caso hipotético que estuviera dividida
en 5 estados: estado Los Andes, estado Centro-Occidental, estado Central,
estado Oriental, estado “Guayanoamazónico” y un Distrito Federal que tuvie-
sen más atribuciones de las que actualmente se contemplan nominalmente a
los 23 estados en los cuales está actualmente dividida territorialmente la Re-
pública, ¿pudiera hablarse de un mayor nivel de federalismo? ¿Y si esos
gobernadores fueran nombrados por el gobierno central todavía pudiera ha-
blarse de federalismo? A esta segunda interrogante es preciso aclarar que
uno de los principios conceptuales sine qua non del Estado federal, es pre-
cisamente, como se mencionó al principio de la investigación, que la “cons-
trucción del orden viene desde abajo”, por lo tanto se establece como condi-
ción indispensable, que los gobiernos locales sean magistraturas de elección
popular y existirá un mayor nivel de federalismo a medida que la proporción
de representación sea menor; es decir, una república de mil habitantes y de
20 km², dividido en cuatro estados federados de 5 km², pudiera tomarse co-
mo menos federal que otra república de las mismas dimensiones territoria-
les, divida en 10 estados federados de 2 km² aproximadamente. Por supues-
to que estos estados estarán divididos en otros gobiernos locales, como mu-
nicipios y parroquias, además, como bien es sabido y es precisamente Ve-
nezuela un claro ejemplo, la superficie del país no está dividida equitativa-
mente y mucho menos lo está la distribución demográfica; muestra de un
botón sería comparar la densidad poblacional de los estados Bolívar y Ama-
zonas con el estado Miranda o el Distrito Capital; claro está que Venezuela
no es el único ejemplo y que no existe Estado en el mundo donde el principio
de división territorial sea la equidad territorial y demográfica.

Tomando en consideración lo antes expuesto se toman dos variables


para el modelo referencial de federalismo, el primero, que será el eje de las
Y, las atribuciones del poder local, y el segundo, el cual constituiría el eje de
las X, correspondiendo a las divisiones territoriales del poder público que
emanan directamente de la soberanía popular y su relación con las circuns-
cripciones electorales entenderemos a esta segunda variable como la “pro-
porción de representación”, pero a efectos metodológicos únicamente a nivel
regional, como sería en el caso de Venezuela los Estados, en España las
Comunidades Autónomas o en Alemania los Bundesland: Es decir, si le atri-
buyéramos hoy en día nuevamente a los estados federados la competencia
de mantener todas las vialidades, aumentaría el valor en el eje de las Y, y si
además dividiéramos el Estado Zulia en Zulia Occidental y Zulia Oriental, y
el Estado Barinas en Alto Barinas y Barinas, o si se realizará un proceso
donde se crearan nuevos municipios en todo el país, solo por poner dos
ejemplos, incrementaría el “nivel de federalismo” en el modelo propuesto que
se presenta a continuación.
Esquema 1: Índice de Federalismo de un Estado (Elaboración del Autor)

Atribuciones

Proporción de
Representación

Explicado de otra manera, si un Estado estuviera dividido en unidades


territoriales correspondientes a cuadras de ocho casas y estas tuviesen la
atribución de cobrar impuestos, legislar, autonomía judicial, tener su propia
policía, presupuesto, es decir, gran capacidad de maniobra para poder
modificar la realidad, según el modelo anteriormente planteado, estaría en la
esquina superior derecha. Así como según Robert Dahl, no existe gobierno
democrático en el mundo, tampoco existe un gobierno perfectamente
federal, por poner un ejemplo de uno de los sistemas federales que ha
servido de referencia en el mundo, el Alemán, su “nivel de federalismo”
pudiera aumentarse si cada BundesLand tuviese mayores competencias
para relacionarse con otros gobiernos: justamente existen ministros de
interior, ministros de economía para los BundesLand, pero solo existe un
Ministro de Exteriores para tola la República Federativa de Alemania.
Si bien en Venezuela bastante sangre se derramó para que se
concibiera en la constitución, como modelo de organización del Estado el
modelo federal, en la actualidad, cuando es apreciable un proceso
encaminado a la destrucción de los principios republicanos, la restricción a la
autonomía de las unidades territoriales ha sido uno de los medios. Sin
embargo, tal acción no ha sido nueva, no es la primera vez que los
gobiernos regionales en lugar de venir “desde abajo” son designados “desde
arriba”; importante hacer un paréntesis aquí, el hecho de que un gobernador
tenga la legitimidad de su cargo en la elección popular no quiere decir que
su poder venga “desde abajo”, pues se producen anormalidades como que
el poder central designe a los candidatos que participarían en unas
elecciones regionales, en lugar de que estos sean considerados producto
de un proceso democrático de elección en cada una de las unidades
territoriales de sus partidos, produciéndose otras aberraciones una vez
asumen las magistraturas, donde terminan prestando más atención a las
órdenes de arriba que a las necesidades de la población que les
corresponde gobernar dentro de su unidad territorial. Que esta tendencia en
lo absoluto es nueva en la política nacional, y su posible relación con
aspectos de cultura política, será un tema a abordarse a continuación, pues
se considera al federalismo, uno de esos “ingredientes” a los que refiriera
Derek Heater (pag. 46) que influye en la estructura y podrá hacer que un
Estado sea “más o menos democrático”.

La Cultura Centralista Venezolana

Este término de Cultura Centralista Venezolana esta


inextricablemente relacionado a lo que el Dr. Elías Pino Iturrieta denominara
“personalismo en Venezuela”; sería un acto de estolidez además, estudiar
esta tendencia centralista y despótica desde 1830, sin considerar la
influencia precisamente de aquellos defensores ibéricos del absolutismo que
basaban su legitimidad en el “Derecho Divino de los Reyes”.

Esta autoridad académica hace referencia a condiciones pre-


independentistas, en las cuales la brecha entre los mantuanos criollos y el
resto de la población, aunado a la concepción que tenían los primeros sobre
esta “multitud promiscual” favorecería el surgimiento en el pronto futuro de
la república, de nexos que no “surgen como dependencias acogidas con
regocijo sino impuesta por la fuerza”. (PINO, pag. 32)

A pesar de que nuestros antiguos conquistadores tenían como


sistema político en España una Monarquía absolutista, que no reparaba en
constituciones y en lo absoluto consideraba a la soberanía popular, a
diferencia de nuestros “hermanos del norte” como los refiriera el mismo
Libertador, quienes eran herederos de un modelo donde el poder del Rey era
limitado y regulado por un parlamento que si tenía origen en una elección,
hasta cierto punto popular, los redactores de nuestra primera constitución
copiaron bastantes aspectos de ese modelo del norte, y en los albores de
nuestra historia republicana se decidió establecer el modelo federal como
base organizacional de los Estados Unidos de Venezuela, promulgándose
incluso primero las constituciones provinciales que la de la misma
federación.

Sería irresponsable especular que quienes redactaron la Constitución


Federal de los Estados Unidos de Venezuela al plasmar que cada una de
las provincias, conservarían “su Soberanía, Libertad e Independencia”, con
“el derecho exclusivo de arreglar su gobierno y administración territorial bajo
las leyes que crean convenientes” lo tomaron de lo expresado 13 años antes
por Alexander Hamilton, al explicar que los gobiernos locales debían ejercer
su total autonomía para lograr la prosperidad de los territorios donde ejercen
jurisdicción, y que la “unión” sería principalmente para la conformación de
sus fuerzas armadas y para la política exterior. Lo cierto es que tanto la cons-
titución federal de 1811 como las ideas plasmadas en el Federalista coinci-
den en que va de la mano la idea del Autogobierno, autónomo, libre, inde-
pendiente y soberano, con la adopción de un sistema federal. Pero a diferen-
cia de los Estados Unidos de América, donde abundaron los defensores de
las bondades del federalismo, en Venezuela, desde los albores de nuestra
independencia han habido bastantes que han atacado precisamente las bon-
dades del sistema federal, incluyendo el mismo Libertador Simón Bolívar,
como se expondrá más adelante. Expresaba textualmente la constitución de
la provincia de Mérida, que había sido sancionada el 31 de Julio de 1811:

“Reservándose esta Provincia la plenitud del Poder Provincial para todo lo que
toca a su gobierno, régimen y administración interior, deja en favor del Congre-
so General de Venezuela aquellas prerrogativas y derechos que versan sobre
la totalidad de las provincias confederadas, conforme al plan que adopte el
mismo Congreso en su Constitución General” (BREWER 2013, pag. 267)

Más que ese federalismo, que tanto criticara el propio Libertador, sería
la falta de apoyo de la “multitud promiscual” lo que contribuiría en gran
medida a la caída y el fracaso del primer intento republicano en el territorio
de la anterior Capitanía General de Venezuela; Bolívar afirmaría en 1812
que una de las principales causas de la derrota republicana sería la
adopción de un sistema federal. Tal desafección contra el federalismo la
mantendría durante toda su vida, pudiendo apreciarse en numerosos
manifiestos:

“Pero lo que debilitó más al gobierno de Venezuela, fue la forma federal que
adoptó, siguiendo las máximas exageradas de los derechos del hombre, que
autorizándolo para que se rija por sí mismo rompe los pactos sociales, y
constituye a las naciones en anarquía”.
Memorias de un Caraqueños a los Ciudadanos de la Nueva Granada, 15 de
Diciembre de 1812
“Y así como Venezuela ha sido la república americana que más se ha
adelantado en sus instituciones políticas, también ha sido el más claro ejemplo
de la ineficacia de la forma demócrata y federal para nuestros nacientes
Estados.”
Carta de Jamaica 6 de septiembre de 1815

“No convengo en el sistema federal entre los populares y representativos, por


ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a
los nuestros.”
Carta de Jamaica 6 de septiembre de 1815

Después de separarse Venezuela de la Gran Colombia,


paradójicamente los detractores del proyecto del Libertador, que impulsaron
tal separación, optarían por la adopción de una organización centralizada y
presidencialista. Rezaba la constitución de 1830 que “el régimen político de
las provincias estará a cargo de un Gobernador dependiente del poder
ejecutivo, de quien es agente natural e inmediato; y por su conducto se
comunicarán y circularán en la provincia las órdenes relativas a la
administración.” Clara centralización era contrapuesta a los principios
plasmados incluso en la constitución de 1811 donde se establecía que cada
una de las Provincias que componían la federación, tendrían el “derecho
exclusivo” de arreglar su gobierno. Pudiera afirmarse que la historia
republicana de Venezuela viene dada por un proceso en el cual se ha ido del
federalismo al centralismo y viceversa, al menos en lo nominal; hasta en los
momentos históricos donde se ha plasmado un sistema federal para la
República, en la práctica ha habido usurpación o aberraciones que iban en
detrimento de que el poder tuviera su origen “desde abajo”. José Rafael
Pocaterra, relata como Ignacio Andrade, sin ser el primero en cometer tal
sacrilegio contra los principios federales, “quitó algunos Presidentes
Constitucionales de sus Estados para poner gentes suyas”( pag.32); era otro
paciente de lo que el mismo Pocaterra refiriera como un “cuadro clínico” que
habían sufrido tanto conservadores como liberales, amarillos como azules,
civilistas como militaristas, centralistas como federalistas:
“Con la chistera de Andueza Palacio asomó, terrible, el síntoma dominante del
viejo cuadro clínico que se esbozó en Páez, brotó en forma purulenta con los
Monagas, llegó a hacer crisis en la reacción del 58, duró la larga agonía de la
Guerra Larga, y pasó insidiosa o benigna bajo Falcón y “los azules”, hasta de-
terminar una dolencia mortal con la dictadura fanfarrona, espectacular y bullan-
guera de Guzmán Blanco.” (pag. 58)

Nuestra Historia contemporánea nos muestra además con terrible con-


tundencia, como la voluntad política del presidente que defendió y logró que
los gobernadores emanaran de la voluntad popular, le costó su cargo ¹ y el
movimiento político que logró establecer nuevamente en la Constitución la
concepción de un sistema federal, es precisamente quienes crean corpora-
ciones y gobiernos paralelos a los magistrados regionales y locales que
emanan de la voluntad popular, pecando nuevamente contra los principios
republicanos y federales que hacían ostentación de defender.

Se ha identificado un cáncer, una enfermedad, que pudiera denominar-


se cultura política centralista despótica, arraigada tanto en quienes depositan
su voto como en quienes pasan a ejercer las magistraturas de elección popu-
lar, esto sin adentrarnos en el amplio terreno de la administración pública,
¿Cómo curarlo? Un avance es primero, hacerle saber al paciente que pade-
ce tal enfermedad. Resulta atinado hace referencia a aquella máxima de
Alphonse de Lamartine: “Las nuevas fases del mundo moderno, destruyendo
la esclavitud y dando a las masas mayores participaciones en sus propios
destinos, hacen de la moralidad y de la instrucción dos condiciones necesa-
rias a la libertad.”

Si bien, como explicara Alphonse de Lamartine, (pag 4) la moralidad y


la instrucción son dos condiciones necesarias a la libertad, sin ser las únicas,
la libertad individual viene a ser influenciada, restringida o protegida de
acuerdo a la organización y el tamaño del Estado también. En lo que al deba-
te de la concepción de libertad respecta y su relación que algunos conside-

¹ En referencia al segundo mandato presidencial de Carlos Andrés Pérez


ran indirectamente proporcional con el tamaño del Estado, Bobbio hiciera
referencia a dos aspectos fundamentales:

“1. El estado debe gobernar lo menos posible, ya que la verdadera libertad


consiste en no verse obstaculizado por un exceso de leyes.
2. Los miembros de un estado deben gobernarse por sí mismos, ya que la ver-
dadera libertad consiste en no hacer depender de nadie más que de uno mis-
mo la reglamentación de la propia conducta.” (BOBBIO, pag. 310)

Precisamente más podrán “gobernarse a sí mismos”, mientras más


cerca estén sus gobernantes inmediatos, y que estos emanen de la voluntad
popular y se deban a ella; está inextricablemente vinculada a la idea de la
libertad, la autonomía, que como refiriera Bobbio (pag. 306) esta hace refe-
rencia a “que las normas que regulan a los ciudadanos deben ser lo más
conforme posibles al deseo de los ciudadanos.”

El Federalismo como Válvula de Escape en la Olla de Presión


Venezolana.

Si bien la “guerra impía” que había sufrido Venezuela en la lucha por


su Independencia, pudo servir de justificación para desechar el sistema fede-
ral y así concebirse Venezuela con un modelo centralista en 1830, desde
1864 en adelante, donde se estableció nuevamente la adopción de una or-
ganización federal una vez finalizada la guerra, también han habido numero-
sos episodios donde se ataca el sistema federal por distintas justificaciones,
como lo fue la lucha contra el caudillismo. Es preciso hacer énfasis y repetir,
que en el concepto de Federalismo que se maneja en este ensayo, es una
condición sine qua non, que el poder emane de la soberanía popular; por lo
cual ni los presidentes de estado nombrados a dedo por Ignacio Andrade y
después por Cipriano Castro, los gobernadores designados en la democracia
en el período comprendido entre 1958 hasta el año de 1989, la usurpación
de funciones de gobernadores por personas naturales nombradas por el eje-
cutivo sin ninguna legitimidad en la soberanía popular, atacan el estableci-
miento de un sistema federal, perjudican el republicanismo y restringen la
libertad.

Así como el Libertador justificara la adopción de un férreo centralismo


para guiar a Venezuela por la senda de su Independencia, la polarización
política actual, el riesgo de un enfrentamiento fratricida, el tutelaje de poten-
cias extranjeras, hacen imperiosa la necesidad de federar la república para
abrir una válvula de escape en la actual olla de presión en la cual se ha con-
vertido la contemporaneidad política venezolana. He a continuación una justi-
ficación de este planteamiento.

Recientemente el país se vio conmocionado por otro hecho que pasó


a sumarse a la lista de arbitrariedades realizadas por los organismos de se-
guridad del Estado en tratar de mantener el orden público, tratando de disipar
a ciudadanos que ante no recibir un servicio, se ven en la obligación de obs-
taculizar una vía pública para ejercer su derecho a la protesta: el disparo de
perdigones que hirió en los ojos al ciudadano Rufo Velandria, el 1ero de Ju-
nio del 2019, dejándolo ciego. Precisamente el funcionario que lo hirió era de
la Policía del Táchira, la cual había sido intervenida por el ejecutivo nacional
en Octubre del 2017, justamente cuando había asumido la magistratura re-
gional una dirigente política de oposición. Cabe preguntarse, si este joven
gozaría de su visión de no haberse intervenido la policía, y, en caso de que
igual se hubiese cometido el mismo abuso de autoridad ¿A quién le atribui-
rían tal hecho? ¿A la gobernadora o al gobierno central?

Lo anterior es solo un ejemplo, pudiera hacerse el mismo ejercicio con


el tema de la alimentación, de la crisis de los servicios. Pero lamentablemen-
te a cada gobernador de un partido adverso al oficialista, le fue asignado una
especie de gobierno paralelo bajo la figura de “protector”; un poder que se
aleja bastante del “justo orden” al que hacía referencia Emil Brunner, al no
venir “desde abajo”.

Estas arbitrariedades, al restringir la libertad, desconocer la voluntad


popular, terminan menoscabando la gobernabilidad democrática, al imposibi-
litar que las instituciones públicas satisfagan las necesidades de la ciudada-
nía. El profesor Brewer Carías advierte:

“Pero ahora, con el vacío de poder que se nos avecina, el acuerdo que se nece-
sita para asegurar la gobernabilidad futura, por tanto, es mucho más complejo
que el de 1958. Requiere de la participación de muchos nuevos actores y, por
sobre todo, requiere de un mecanismo que les garantice su representatividad
democrática, sin exclusiones, con el objeto de reconstituir el sistema político.”
2013 Pag. 39

Precisamente en lo que ha lograr un acuerdo de gobernabilidad “sin


exclusiones” respecta, toma fuerza la necesidad de hacer modificaciones
federativas. ¿Cómo hablar, por ejemplo, de un gobierno sin exclusiones, en
un municipio como la Guaira, donde un 51% anula al 49% perdedor en las
elecciones municipales? ¿Una organización territorial distinta donde
existieran los municipios Carayaca, Catia la Mar, Caraballeda, solo por
ejemplificar, no sería más incluyente? ¿Y si esas unidades territoriales
tuvieran más atribuciones, no garantiza la desconcentración y limitación del
poder central? Existen quienes hoy ante la idea de federar más la república,
o incluso la propuesta de dar más atribuciones al parlamento para
evolucionar de un sistema presidencialista a uno parlamentario les repugna,
y hablan como diría el Libertador, que el pueblo de Venezuela no posee las
virtudes políticas para la adopción de esos modelos; vaya afirmación poco
académica y sin base a un sustento empírico, porque hoy se pueden
apreciar los resultados de doscientos años de presidencialismo y
centralismo, pluguiera al cielo que José Rafael Pocaterra no haya arado en
el mar al afirmar:
“Se cuenta excesivamente con la lenidad de la Historia en nuestro país. Es
menester que surja a cada momento, renovada y terrible, la eterna verdad;
que la sanción, los fueros sociales, los derechos conculcados, dejen de ser
una lívida procesión de espectros; y que los trogloditas de hoy no imaginen
que han de quedar, con el correr de los tiempos, amparados por ese manto
lejano, borroso, impreciso en que se han arrebujado dentro de la historia con-
temporánea los malhechores de ayer, los conculcadores, los consejeros del
despotismo, los responsables que salen a lavarse las manos a todos los pre-
torios de la humanidad.”

Federemos entonces la república, pues la escala de un gobierno me-


nor, facilita el desarrollo de los instrumentos participativos (FONT, 2001 pag.
7), y como me atrevo a asegurar tratando de hacer una analogía, las cartas
náuticas de pequeña escala permiten la navegación por aguas restringidas,
en ellas se aprecian los peligros y las ayudas a la navegación mejor que las
cartas a gran escala, pero ambas son necesarias, y cada una de ella se usan
de acuerdo a la necesidad: la racional atención de las demandas ciudada-
nas, con sus particularidades regionales, pasa por un federalismo auténtico y
funcional; con él se contribuye a la limitación y separación de poder, propios
de un verdadero republicanismo, los cuales, lamentablemente se han obsta-
culizado por la existente relación indirectamente proporcional entre la cultura
centralista venezolana y la gobernabilidad democrática.
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