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CONCEPCIÓN, CHILE
8 de marzo de 2016
1
DERECHOS DE AUTOR
AGRADECIMIENTOS
Sin embargo, las instituciones son nada sin las personas que las animan: En
el caso de mi casa de estudios, agradezco con mucho cariño a la profesora
Carmen Paz Soto, quien desde mi primer día en la Universidad hizo de los
estudios una muy agradable experiencia. Gracias a que creyó en mí, hoy puedo
entregar esta tesis fruto de un largo proceso, en el que me acompañaron también
la profesora Claudia Vidal y el profesor César Espinoza, entre otros.
RESUMEN
La presente investigación tuvo por objeto componer una relación histórica del
Colegio Militar de México, centrándose en su acontecer como institución de
enseñanza, a diferencia de otras obras que se centran en lo militar o en aspectos
parciales de su labor educativa. La historia del Colegio se aborda en el contexto
general del devenir de México como naciente nación. Sin embargo, este trabajo
tuvo la intención de relevar los principales personajes que preservaron el
establecimiento frente a turbulencias políticas, dificultades económicas,
secesiones internas e intervenciones extranjeras. Busca conocer sus directores,
sus profesores, su personal y sus alumnos y analizar cómo fue la enseñanza de
este colegio durante sus primeros 50 años. Quisimos comprender cuál fue la
relación que tuvo con el Estado mexicano y cómo se implementó su gestión
administrativa y pedagógica. Comparamos sus sistemas de enseñanza
adoptados y su repercusión en la administración, en el profesorado y en los
alumnos. Añadimos a estos factores la crónica falta de financiamiento del
establecimiento por parte del Estado, y la bien documentada pobreza general de
sus alumnos. Finalmente, analizamos sus reglamentos, su currículum, sus
cursos, sus horarios, sus libros, sus exámenes, sus calificaciones, sus becas, sus
premios y sus graduaciones, entre otros factores académicos.
ABSTRACT
TABLA DE CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. 10
CAPÍTULO I: ANTECEDENTES DEL PROBLEMA........................................................ 12
1.1 Formulación del Problema………………………………………………………………………………………….12
1.3 Delimitación……………………………………………………………………………………………………………….13
4.1 Periodización………………………………………………………………………………………………………………..24
4.2.1 Diego García Conde, Primer Director del Colegio Militar (1822-1823)………………………..26
4.3.1 Gestión del Estado Mayor del Ejército con respecto al Colegio Militar (1823)…………..36
4.3.2 Traslado del Colegio Militar desde Ciudad de México a la Fortaleza de San Carlos de
Perote (1823-1828)…………………………………………………………………………………………………………………38
4.3.2.1 Los sucesores de Diego García Conde: Domínguez (1823-1824) y Aréchega (1825-
1828)……………………………………………………………………………………………………………………………………….39
4.3.3 El Colegio Militar regresa a Ciudad de México. Periodo sin Director (1828-1833)………42
4.3.4 El Colegio Militar durante el gobierno del General Antonio López de Santa Anna,
periodo sin Director (1833-1835)…………………………………………………………………………………………….45
4.5.1 Los sucesores de Pedro García Conde: García Salinas (1846-1847) y Monterde Segura
(1847-1853)…………………………………………………………………………………………………………………………….52
4.5.2 Santiago Blanco Duque de Estrada, Director del Colegio Militar (1853-1854)…………….55
4.6.1 Introducción………………………………………………………………………………………………………………56
4.6.2 Luis Tola Algarín (1854-1859) y José Mariano Monterde (1859-1860), Directores del
Colegio Militar…………………………………………………………………………………………………………………………56
4.6.3 José Justo Álvarez Valenzuela, Director del Colegio Militar (1861-1863) ……………………58
7
4.7.1 Introducción………………………………………………………………………………………………………………59
5.2 Directores…………………………………………………………………………………………………………………….63
5.3 Profesores…………………………………………………………………………………………………………………..66
5.4 Alumnos……………………………………………………………………………………………………………………....66
5.5.1 Reglamentos………………………………………………………………………………………………………………75
5.5.3.1 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de 1833……………………79
5.5.3.2 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de 1843……………………84
5.5.3.3 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de 1853……………………85
5.5.3.4 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de 1868……………………86
8
5.5.4 Los reglamentos del Colegio Militar: Número de alumnos, admisión y pago de
colegiatura……………………………………………………………………………………………………………………………..87
5.7.1 Currículum…………………………………………………………………………………………………………………98
5.7.2.1 Biblioteca………………………………………………………………………………………………………………111
BIBLIOGRAFÍA................................................................................................................... 123
9
INTRODUCCIÓN
Para ello, al emprender el estado del arte respectivo, se hace patente que el
tema ha sido muy poco tratado, pero eso no quiere decir que no existan fuentes
al respecto. Aunque en forma dispersa, las fuentes mismas delimitan esta
investigación al papel jugado por el Heroico Colegio Militar en la educación. Gran
parte de lo que se ha escrito respecto a la historia de esta institución, versa sobre
su gran símbolo, los denominados "Niños Héroes", tradicionalmente destacados
por su defensa del Palacio de Chapultepec ante la invasión norteamericana en
1847. El Colegio Militar se ha esforzado por difundir este hecho más que
cualquier otro de su propia historia, enseñándose en los colegios del país desde
temprana edad. Pues bien, nos proponemos despejar esta "historia de bronce"
para ponderar el aporte efectivo que ha hecho el Heroico Colegio Militar a la
sociedad en materia educacional. Muy poco se ha registrado respecto a su
quehacer puramente pedagógico, en gran parte debido a que los archivos del
Ejército permanecieron por mucho tiempo clasificados.
Por lo tanto, en lo que tiene que ver con la delimitación temporal de nuestra
investigación, dadas las escasas fuentes y lo "intermitente" de la institución que
abre y cierra sus puertas y muda de lugar de acuerdo a la voluntad de la autoridad
de turno, nos proponemos abarcar desde la fundación del Colegio en 1822, hasta
poco antes del comienzo del gobierno de general Porfirio Díaz, teniendo presente
que no estamos historiando a la institución misma, sino su contribución educativa
formal.
11
El Heroico Colegio Militar es una de las instituciones más antiguas del México
independiente que ha sobrevivido hasta nuestros días. Sus vicisitudes han ido
ligadas estrechamente a la historia mexicana. Como veremos más adelante, los
principales periodos en que se ha dividido la historia de México durante el siglo
XIX (Imperio, República Federal, República Centralista, Segunda República
Federal, Segundo Imperio, República Restaurada y Porfiriato) marcaron también
en menor o mayor grado los acontecimientos acaecidos pertinentes al Colegio
Militar, gravitando en el devenir del país, no sólo en materia militar, sino también
educativa.
1.3 Delimitación
Por otro lado, la distancia de las fuentes históricas al momento de realizar esta
obra, no ha permitido hacer una triangulación (que pudiera enriquecer más esta
investigación) con otros documentos físicos guardados en el “Archivo General de
la Nación” u otras bibliotecas o archivos situados en México.
Un gran problema para el investigador al contestar incluso las preguntas más simples
respecto a lo que el ejército hace. No hay un registro corriente, de fácil acceso, de sus
actividades y este hecho convierte el asunto en extremadamente difícil para el análisis
histórico.
Los pocos trabajos que tratan la historia del ejército mexicano en general,
dedican pocas líneas a la historia del Colegio Militar, y menos todavía a su gestión
educativa formal. Sirva como ejemplo la breve mención que hace de este tema
Jorge Alberto Lozaya en su libro “El Ejército Mexicano” (Lozoya, 1984). Se limitó
a mencionar los cursos de 3 años impartidos por el Colegio Militar en 1843:
Por otro lado, cabe señalar que entre los trabajos historiográficos oficiales
sobre el Colegio Militar, el más completo es la “Breve Historia de los edificios y
locales que ha ocupado el Heroico Colegio Militar”, de la Dirección General de
Archivos e Historia (Sedena.gob.mx, 2010). Sin embargo, tiene propósitos más
bien exaltadores de la institución que propiamente históricos, como
prácticamente toda la historiografía oficial en relación al Colegio Militar. Esto se
ha visto, por ejemplo, en la forma que se trata la batalla de Chapultepec de 1847,
que en este trabajo se tocará más adelante.
Las fuentes primarias más enriquecedoras para esta investigación son los
archivos digitalizados de Sedena (Archivohistorico2010.sedena.gob.mx, 2010).
Este acervo digital, contiene documentos que nos han permitido estudiar la
gestión educativa formal que efectuó el Colegio Militar en el período de estudio
ya señalado.
¿Cuál fue el devenir histórico del Heroico Colegio Militar de México durante
sus primeros 50 años en materias pedagógicas, de gestión y
financiamiento?
¿Qué características tenía el profesorado, el alumnado y el personal
administrativo del Colegio Militar desde 1822 hasta 1871?
Objetivo General
Objetivos Específicos
Por otro lado, a nuestro juicio, el acontecer del Colegio Militar y de México en
el siglo XIX corresponde con la definición de Historia Universal del historiador
británico Thomas Carlyle (1841): “Es en el fondo la historia de los grandes
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hombres que han actuado sobre la tierra”. Pues bien, la institución estudiada
debe tanto su origen como su preservación, a hombres desequilibrantes cuyo
compromiso personal impidió la desaparición del Colegio.
Por lo tanto, parece más apropiado utilizar como herramienta principal para el
estudio de este tema el historicismo, de acuerdo a como lo describe el historiador
español Jaume Aurell (2013):
Por otro lado, Thomas Carlyle (2006) nos recuerda que la historia es la
“esencia de innumerables biografías”. Por lo tanto, aparte de comprender los
procesos históricos del Colegio y su interrelación con la historia nacional e
internacional, nos propusimos esbozar la contribución de los hombres
excepcionales que fueron agentes y productores del devenir histórico y educativo
de la institución, en la medida que las fuentes contuvieran la información.
consultamos son los registros digitales del Colegio Militar que tiene la Sedena:
reglamentos, bandos, decretos, cartas, memorias y otros documentos oficiales
del establecimiento. Las fuentes secundarias revisadas comprenden biografías
sobre docentes, directores y alumnos destacados del Colegio; obras históricas
del siglo XIX y del presente, oficiales y no oficiales, sobre México en general y el
establecimiento en particular; así como tesis sobre la educación en México en el
siglo XIX y enciclopedias especializadas en historia.
the systematic and objective location, evaluation and synthesis of evidence in order
to establish facts and draw conclusions about past events (Borg (1963). It is an act of
reconstruction undertaken in a spirit of critical inquiry designed to achieve a faithful
representation of a previous age.
Historical criticism is usually undertaken in two stages: first, the authenticity of the
source is appraised; and second, the accuracy or worth of the data is evaluated. The two
processes are known as external and internal criticism respectively, and since they each
present problems of evaluation they merit further inspection.
Respecto a los sesgos, que atentan contra la calidad de una obra histórica,
Cohen, Manion y Morrison (2003) señalan:
Examining possible sources of bias which prevent researchers from finding out what
is wanted and using techniques to minimize the possible sources of bias. Researchers
generally recognize three sources of bias: those arising from the subject being
interviewed, those arising from themselves as researchers and those arising from the
subject– researcher interaction.
En cuanto a los sesgos que pudieran tener las fuentes, destacamos que los
principales documentos que usamos no son cartas, autobiografías, obras
historiográficas, u otros de la misma índole, sino documentos oficiales y registros
del Colegio, lo que minimiza los sesgos. Además, los constantes cambios de
gobierno durante el periodo estudiado en México, nos permiten apreciar
diferentes ideologías y tipos de administración para gestionar el Colegio Militar,
de modo que su comparación también minimiza sus potenciales sesgos.
En primer lugar, analizaremos la historia del Colegio durante los años del
llamado “México Independiente (1821-1855)”. Luego, veremos cómo evoluciona
en el siguiente periodo de “La Reforma (1855-1867)”, así como también el
periodo posterior llamado tradicionalmente “República Restaurada (1867-1876)”.
4.1 Periodización
Por lo tanto, el Colegio Militar fue fundado “después” de Mayo de 1822 (la
fecha de proclamación de Agustín de Iturbide como emperador) por el ingeniero
militar español Diego García Conde (1760-1826).
4.2.1 Diego García Conde, Primer Director del Colegio Militar (1822-1823)
Las primeras noticias que tenemos sobre Diego García Conde las hallamos en
una obra de consulta de la época, la “Biblioteca Hispano Americana
Septentrional”, publicada entre 1816 y 1821 (Beristain y Souza, 1883):
El Congreso no pudo aprobarla debido a los problemas económicos por los que
atravesaba la nación. Ante tal resolución y no dándose por vencido, el Mariscal propuso
al menos que se le permitiera reunir a todos los Cadetes de los Cuerpos y algunos
Oficiales que así lo solicitaron, con el fin de que recibieran academias para mejorar su
preparación y desempeño; para el efecto, logró que se ordenara la concentración de los
28
fue “alumno de la Escuela Politécnica de París”. Sobre Casas, esta misma autora
dice que fue un “ex alumno del Colegio de Minería”.
Tampoco tenemos mayores noticias sobre los tres primeros graduados del
Colegio Militar señalados arriba. Sin embargo, de los profesores Mier, Echandía,
Moral y Velázquez tenemos suficiente información como para hacernos un
cuadro de su calidad docente y de la instrucción de la época. A continuación
haremos una pequeña reseña de su vida académica y su repercusión en la
historia de México.
En primer lugar, cabe destacar como docente a Tomás Ramón del Moral
(muerto en 1847), quien llegaría a ser con el tiempo profesor de geodesia (y autor
del primer texto del ramo editado en México) del Colegio Nacional de Minería,
“ingeniero geógrafo y de minas, miembro del Instituto Nacional de Geografía y
Estadística, y de la Junta Directiva General de Estudios, y corresponsal de la
Sociedad Geológica de Pensilvania” (Moral, 1852). Respecto a su clase de
“delineación y cosmografía” en el Colegio de Minería, se nos dice que enseñaba
“el dibujo de máquinas, planos y cartas geográficas, el manejo de los
instrumentos de reflexión y el modo de situar astronómicamente los lugares de la
tierra”. Esta clase duraba de “dos a tres y media de la tarde” (Cumplido, 1841).
Tales detalles nos permiten hacernos una idea aproximada de cómo eran las
clases de este profesor al inaugurarse el Colegio Militar.
Aunque este personaje está más ligado a la historia política y militar de México,
también tuvo atributos como para haber sido el primer Jefe de Estudios del
Colegio Militar. Como dice el artículo “Pablo de la Llave, un ilustrado entre dos
siglos y dos mundos” (Huerta Jaramillo, 1999):
Mier y Terán (quien murió en julio de 1832) no sólo se había dedicado al estudio de la
cosa militar, sino que también amaba con pasión las humanidades, la astronomía, la
mineralogía, la química, y muy particularmente, la ciencia de los vegetales.
Fue también Director del Colegio de Artillería (1824-1827), cargo que deja para
dirigir la Comisión de Límites entre Estados Unidos y México, integrada por
hombres de ciencias.
En esta primera etapa, notamos que desde el comienzo esta institución pasó
por problemas económicos como ya tratamos al relatar la fundación del Colegio.
María Rodríguez-Sala (2004) comentó sobre este punto:
La situación política del país y la poca importancia, que por la ignorancia de sus
elevados fines, le dieron la sociedad, el propio Gobierno y el Ejército, tuvo una vida
precaria, llena de sinsabores, que sólo el ejemplo y la perseverancia de un ingeniero
como era su creador, lograron hacerla sobrevivir.
Después del gobierno del general Guadalupe Victoria, el país se enfrentó entre
diferentes facciones, principalmente liberales y conservadores, siendo la figura
relevante del periodo el general Antonio López de Santa Anna. La República
Centralista terminó luego de una serie de efímeros mandatos presidenciales,
pronunciamientos militares y gobiernos provisionales, dando paso a la República
Centralista.
4.3.1 Gestión del Estado Mayor del Ejército con respecto al Colegio
Militar (1823)
Ahora bien, el Estado Mayor tenía que estar compuesto por personas con los
conocimientos adecuados no solo en materia militar, sino también educativa para
efectuar una gestión apropiada de instituciones de enseñanza, precisamente del
Colegio Militar. El “Reglamento Provisional del Estado Mayor General” del 19 de
Noviembre de 1823, estipulaba en su capítulo I, artículo 12 (Ramírez y Sesma,
1827) que los aspirantes a conformar el Estado Mayor deberían pasar un examen
que abarcara las siguientes materias:
1°…Hará los planos topográficos que sean necesarios de las marchas, posiciones,
acantonamientos, campos, acciones, plazas de guerra y puestos fortificados, ya sean
para el general en jefe del ejército en campaña y su jefe de estado mayor; o ya para el
del Estado Mayor General y Ministerio de la Guerra.
2° Cuidará de que en las provincias se formen los planos topográficos, geográficos e
icnográficos de ellas, de sus plazas y edificios militares y otras que convengan: los que
remitidos a la Sección Central se rectificarán en ella para presentarlos al gobierno.
3° También se formarán además relaciones y estados de la población respectiva de
las provincias: clasificando sus habitantes, y describiendo sus ciudades, villas, pueblos y
haciendas; sus ríos y fuentes particulares; sus manufacturas y cultivos, calidades y
artículos de ambos ramos; sus tierras cultivadas y baldías, y a quienes estas pertenecen;
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las minas de metales u otros minerales, y el laborío y producto de las que se trabajan. En
una palabra, todas las noticias correspondientes a la estadística.
De entre los primeros miembros del Estado Mayor, consta que Manuel de Mier
y Terán, y Joaquín Velázquez de León (cuyos antecedentes académicos ya
revisamos al tratar sobre los primeros profesores del Colegio Militar) tuvieron
claras aptitudes como para encargarse de las labores profesionales mencionadas
arriba.
En este nuevo plantel solo se encontraban las tropas de infantería y caballería. Para
finales del mes de octubre de 1823 partieron de la ciudad de México 10 cadetes con
rumbo al nuevo plantel, bajo las órdenes del subteniente de ingenieros y catedrático de
matemáticas, José María Cortés Gallardo. Llegaron los primeros días del mes de
noviembre recibiéndolos el teniente coronel graduado, sargento mayor de caballería
Diego María de Alcalde.
Don Diego García Conde consiguió que un grupo de Cadetes no marchara a Perote,
a fin de que concluyesen sus estudios en esta Capital, lográndose la graduación como
Oficiales de Ingenieros, de todos ellos en diferentes fechas, haciéndolo los últimos el 24
de enero de 1825, desapareciendo definitivamente con ellos y en esa fecha la llamada
“Academia de Ingenieros”, precursora del Colegio Militar.
Aritmética vulgar.
Elementos de geometría especulativa y práctica.
Táctica general, y la particular de las tres armas del ejército. Definiciones y primeros
elementos de fortificación.
Las ordenanzas generales del ejército, haciéndoles tomar de memoria las
obligaciones desde coronel inclusive, hasta soldado.
Leyes penales y órdenes generales para oficiales.
40
Por otro lado, para 1824 el Colegio contaba con 54 jóvenes (Sedena.gob.mx,
2010.), graduándose en enero de 1825 la primera antigüedad de Oficiales de
Infantería y Caballería del Colegio Militar, siendo en total los graduados unos 24
o 25 alumnos. (Academia.edu, 2015). En el capítulo siguiente ahondaremos en
la identidad de estos alumnos, a fin de resolver algunas de las cuestiones que
nos planteamos al comienzo de esta investigación.
Los exámenes que tuvieron que pasar fueron los siguientes, de acuerdo a
María Cruz Márquez (2009):
Juan Domínguez y Gálvez fue sucedido como director del Colegio Militar por
el teniente coronel de caballería José Manuel de Aréchega (1825-1828), quien,
debido a su enfermedad fue sustituido en varias ocasiones durante su periodo
(Academia.edu, 2015).
El segundo grupo de alumnos egresados lo constituyen 12, que terminan sus estudios
en noviembre de 1825 como subtenientes de infantería y caballería y en el año de 1826
solo egresaron 7 de ellos; para el año de 1827 egresaron 12 alumnos más; en total
durante su existencia en el Fuerte de Perote, el Colegio Militar solo salieron alrededor
de 70 alumnos.
En 1828, el Colegio Militar no sólo volvió a la capital, sino que también volvió
a depender del cuerpo de ingenieros del Ejército, (igual que en tiempos de su
primer director, Diego García Conde) aunque durante este periodo “no se nombró
a ningún director del plantel” (Cruz Márquez, 2009). Esta reorganización resultó
“como consecuencia de lo anárquico de los cursos impartidos en Perote, así
como de sus limitaciones en recursos materiales” (Ingenieros, 2014).
A fines de marzo de 1828, el Colegio “contando con sólo diez alumnos y siete
cadetes, fue traído a [Ciudad de] México el personal del Colegio”
43
(Sedena.gob.mx, 2010). Cruz Márquez (2009) nos aclaró que los alumnos “que
pasaron los exámenes y que quisieron seguir la carrera formaron parte del nuevo
plantel”.
Sobre Santiago Blanco Duque de Estrada, ex alumno del Colegio, docente del
mismo y también su director (1853-1854), también trataremos más adelante en
este trabajo. Por ahora, lo señalaremos con los egresados del periodo de este
acápite (Sedena.gob.mx, 2010):
Los primeros egresados como ingenieros fueron los Subtenientes Miguel y Santiago
Blanco, que posteriormente fueron Ministro de Guerra y Director del Colegio Militar,
respectivamente. Otro egresado del Colegio en ese tiempo fue Don Santos Degollado,
alma militar de la Guerra de Reforma.
45
El general Antonio López de Santa Anna (en adelante, Santa Anna) llegó a la
presidencia de la República luego de participar en múltiples conspiraciones,
incluso cambiando de bando. Asumió el poder alternándose en la presidencia con
el liberal Valentín Gómez Farías. Este gobierno es conocido en la historiografía
mexicana como “la Primera Reforma”, que tuvo por objeto marcar la superioridad
del Estado frente a la Iglesia en los asuntos públicos. Estas reformas liberales
también buscaron modernizar el ámbito educacional en general, como señaló
María Cruz Márquez (2009):
En 1833 se establecieron una serie de medidas que reformaron, aunque sea por un
corto tiempo, la enseñanza en México, las cuales afectaron los planes de estudio de las
escuelas, para con ello tratar de impulsar un desarrollo económico
El 16 de noviembre de 1833, bajo el Gobierno del General Antonio López Santa Anna,
se expidió el decreto que reorganizaba y establecía al nuevo Colegio Militar y dos días
después se publicó su Reglamento, todo hacía suponer que este centro educativo militar
quedaría establecido y organizado bajo las nuevas bases previstas; en tal disposición se
ordenaba que el Colegio fuera alojado “en el Palacio, Bosque y Fábrica de Chapultepec”,
lugar que no pudo ocupar hasta ocho años después, debido a los trastornos políticos
ocurridos en ese tiempo y la escasez de recursos económicos que padecieron los
gobiernos de aquella época.
El “Reglamento para el Colegio Militar” de 1833 decretado por Santa Anna “en
virtud de sus facultades extraordinarias” contiene mucha información pertinente
a nuestra investigación, que analizaremos en detalle en el siguiente capítulo. La
importancia de este reglamento queda consignada por esta declaración de Cruz
Márquez (2009):
46
A diferencia de las otras reformas educativas liberales de 1833 que fueron abolidas
al siguiente año, la nueva organización educativa planeada para el Colegio se conservó,
pues servía tanto a los fines de los liberales como de los conservadores, aunque se puso
en práctica hasta 1835 por los problemas políticos y la falta de recursos económicos del
país durante esa época.
Pedro García Conde, pariente del primer director, Diego García Conde, igual
que él tuvo una destacada gestión del establecimiento. Ingresó como cadete al
ejército virreinal antes de cumplir 12 años y participó en las campañas militares
de la independencia. En 1822 ingresó al Colegio de Minería, obteniendo en 1825
el título de ensayador de minas. Ese año se integró al Colegio Militar como
segundo ayudante del Estado Mayor del Ejército. Levantó el “Plano topográfico
del Distrito Federal”, entre otros trabajos cartográficos (Rodríguez-Sala, 2004).
El 8 de agosto de 1836 la dirección del plantel fue tomada de manera interina por el
Teniente Coronel Echeandía, pues el Teniente Coronel de Ingenieros Pedro García Conde
que había sido nombrado como director del Colegio se encontraba en Chihuahua
cumpliendo con una comisión, hasta que tomó posesión del cargo el primero de marzo
de 1837, el cual mantuvo hasta el 30 de noviembre de 1846, aunque en varias ocasiones
fue sustituido.
48
Pedro García Conde introdujo algunas mejoras, como dotar de uniformes, según lo
marcaba el Reglamento de 1833, pero que no se había cumplido; reducir a dos años el
primer periodo de estudios; que los aspirantes de Marina ya no tomaran clases en la
Escuela de Minería en 1837 y se incorporaran al Colegio, práctica desarrollada hasta
1897 en que se creó la Escuela Naval Militar de Veracruz; logró levantar la institución
suministrando una excelente enseñanza científica y militar que hizo que el gobierno
mediante un nuevo arreglo del Cuerpo de Ingenieros del 14 de septiembre de 1838,
entre otras cosas, aumentara al doble el número de lugares en el plantel y que se
suprimirían los cadetes de los cuerpos pasándolos al Colegio.
Para 1838 los profesores de matemáticas eran el Capitán José María Salinas
(quien estuvo en periodos anteriores), el Capitán Juan Solís y el oficial de Marina
Antonio Sein. Diodoro Serrano se desempeñó como profesor de dibujo. Sobre los
textos usados para la enseñanza, señaló Cruz Márquez (2009):
Se enseñaba con textos franceses, por considerárseles los más adelantados; usando
los siguientes: en geometría y trigonometría, el de Legendre; en matemáticas el de
Bourdon; en astronomía el de Delambre; de geodesia el de Paisant.
José Mariano Monterde Antillón y Segura, por otra parte, fue famoso por su
participación en la batalla de Chapultepec (donde se encontraba el Colegio Militar
en ese entonces, a las afueras de Ciudad de México) en 1847 contra la invasión
de Estados Unidos, en la cual murieron algunos alumnos (Prieto, 1886),
conocidos popularmente como los “Niños Héroes”. Aunque José Monterde fue
director del Colegio en un segundo periodo (1859-1860), no tuvo mayor
trayectoria en el ámbito educacional, siendo más bien político y hombre de armas.
No obstante, no fue sino hasta que concluyó la guerra con Estados Unidos que
el Colegio con 57 alumnos (Martínez González, 2012), pudo reabrir
completamente:
Así firmados los tratados de paz con los invasores norteamericanos, el Colegio Militar
reiniciaba actividades en junio de 1848, en el llamado Cuartel del Rastro, dado que
Chapultepec se encontraba en ruinas a causa del bombardeo yanqui; para agosto de
1849, los aguiluchos retornan a su “Nido de Chapultepec” ya restaurado (Ingenieros,
2014).
53
Entre 1849 y 1851 el progreso del Colegio Militar se vio afectado por las condiciones
políticas, económicas, las revueltas armadas que sufría el país y por una epidemia de
cólera asiático en 1850. Un año más tarde se redujo por enésima vez el presupuesto del
Colegio por lo que el Consejo de Profesores se reunió e hizo algunas propuestas, entre
ellas: “…Que no se suprimieran los profesores sustitutos…Que además de un solo
profesor de Dibujo lineal, se nombraran los de Dibujo Topográfico y el de Delineación de
Máquinas…” Por lo que podemos darnos cuenta de que el Colegio no contaba con toda
la planta de profesores, que los existentes estaban cargados de trabajo y posiblemente
que los alumnos no recibían la educación de calidad que requerían.
En 1849 se ordenó a los cadetes (grado creado nuevamente en 1846) de los diferentes
cuerpos del ejército que pasaran al Colegio Militar, el cual regresó a las instalaciones de
Chapultepec y ya contaba con 65 alumnos a pesar de las bajas del año anterior, además
se presentaron exámenes públicos correspondientes a los cursos impartidos.
Nuevamente se verían entorpecidas las clases por las bajas y deserción de los alumnos,
por las disposiciones gubernamentales en 1852 de reducir el número de alumnos a una
compañía y en 1850 por la epidemia de cólera que obligó al cierre temporal de la escuela
por motivos de salud... Además en 1851 se promovieron a 23 alumnos y en 1853 a 24
55
Santiago Blanco, habiendo sido alumno del Colegio, se graduó en 1827. Como
teniente, enseñó allí matemáticas hasta 1832. Bien versado en ingeniería y
tácticas de artillería, como oficial de artillería reprimió rebeliones. También erigió
fortificaciones y viajó a Estados Unidos para examinar la infraestructura de las
líneas férreas. Participó en la guerra contra ese país en varias batallas. Como
conservador inveterado fue ministro de Guerra de Santa Anna en 1853, para
luego asumir la dirección del Colegio Militar (Google Books, 2013).
En este nuevo reglamento se especificó que el director podía pedir una fianza, la
enseñanza estaba dividida en tres periodos; el primero era de tres años o menos, según
las circunstancias para poner a los alumnos en disposición de servir con utilidad en los
cuerpos de infantería y caballería del ejército, conforme a su disposición. Las materias
eran las mismas que en 1833 más la especialización de las materias necesarias para
topografía y cartografía que se adquirió con el plan de 1843, es decir eran una
combinación de los planes de estudio de 1833 y de 1843. En el Reglamento de 1843, los
ingenieros volvieron a ser los más preparados pues cursaban más años y con mayor
especialización, pero en cuanto a la formación necesaria para levantamientos, dibujar y
copiar planos era la misma para las tres armas especiales, por lo que podemos observar
que el gobierno tenía interés en que todos los oficiales tuvieran los mismos
conocimientos topográficos y cartográficos.
4.6.1 Introducción
4.6.3 José Justo Álvarez Valenzuela, Director del Colegio Militar (1861-
1863)
Como las tropas invasoras francesas estaban por entrar en la capital de la República
mexicana, la Escuela Militar de Infantería y Caballería fue clausurada el 23 de mayo de
1863, los alumnos fueron enviados a sus casas, el presidente Juárez abandonó la ciudad
el día 31 de ese mes y la Escuela permaneció cerrada todo el tiempo que duró la invasión
francesa (Cruz Márquez, 2009).
59
4.7.1 Introducción
Las fuentes consultadas arrojan poca información sobre este director, salvo el
nombre. Tampoco nos señalan los profesores del periodo o los temas financieros.
CAPÍTULO V: RESULTADOS
Desde sus inicios, esta institución tuvo que afrontar diversas dificultades para
mantenerse en existencia. Al analizar su historia, notamos que fue la energía de
algunos personajes notables lo que mantuvo el Colegio Militar en pie. El Estado
hizo poco para preservar el establecimiento, aquejado por múltiples problemas.
(Incluso, aunque pudiéramos mencionar a Santa Anna y a Benito Juárez entre
los presidentes interesados activamente en la institución, su fomento para el
Colegio se debió más bien a una preocupación personal que a una política
pública de sus partidos). Entre ellos podemos mencionar los constantes cambios
de gobierno, los conflictos militares y los problemas de financiamiento.
Sobre los conflictos militares, sería largo relatar todos los planes políticos
revolucionarios ideados para derrocar al gobierno de turno, así como los
levantamientos de los estados, las secesiones y las intervenciones extranjeras…
Con o sin éxito, la inestabilidad política creada por esta situación impidió a
cualquier gobierno implementar políticas de largo plazo para el Colegio Militar.
Incluso la ubicación física del Colegio se vio afectada por los conflictos,
cambiándose a muchos edificios dentro de Ciudad de México, y a Perote y a
Chapultepec. También hay que señalar a los conflictos militares como una de las
causas de los diversos cierres temporales que el Colegio experimentó (por
ejemplo, en 1847 a causa de la invasión estadounidense, en 1860 producto del
conflicto entre liberales y conservadores y en 1863, por la invasión francesa).
Por otro lado, los crónicos problemas de financiamiento manifestaron vez tras
vez que el Colegio Militar no era prioridad en los diferentes gobiernos de la época.
La falta de acondicionamiento de un edificio apropiado, los sueldos impagos de
profesores y empleados, la falta de textos escolares e instrumentos, la entrega
del presupuesto con atraso (a veces de un año), entre otras situaciones, hicieron
disminuir la matrícula del establecimiento en varias ocasiones, al grado que hubo
directores que se plantearon el cierre del Colegio, ante el abandono del Estado.
5.2 Directores
El Colegio Militar presenció una estabilidad referente a los miembros que ocuparon
la dirección, de 1833 a 1854 cinco militares fueron directores del establecimiento
educativo. De 1833 a 1846 sólo dos personas tuvieron ese cargo de manera oficial, de
1833 a 1836 el coronel de ingenieros Ignacio Mora y Villamil, y de 1836 a 1846 el coronel
de ingenieros Pedro García Conde, a excepción de dos ocasiones que fue sustituido
interinamente por el coronel de ingenieros Sebastián Guzmán. De 1846 a 1854 se
desempeñaron como directores el capitán de fragata Francisco García, el coronel de
ingenieros José Mariano Monterde y el coronel de ingenieros Santiago Blanco.
El Congreso no pudo aprobarla debido a los problemas económicos por los que
atravesaba la nación. Ante tal resolución y no dándose por vencido, el Mariscal propuso
al menos que se le permitiera reunir a todos los Cadetes de los Cuerpos y algunos
Oficiales que así lo solicitaron (Ingenieros, 2014).
La iniciativa de Diego García Conde está bien acreditada, por ejemplo cuando
fue él quien redactó el primer reglamento del Colegio y no alguna institución
estatal:
Como los cadetes no habían causado baja de sus corporaciones y estaban reunidos
de una manera informal, sin constituir un cuerpo especial en el Ejército, no tenían un
director oficialmente nombrado para ello, siendo el cerebro y el alma el Mariscal García
Conde, quien dirigía todos los trabajos relacionados con la enseñanza teórico-práctica,
impartiendo personalmente diversas cátedras. En noviembre de 1822, el propio García
Conde redactó un reglamento provisional que fue aprobado por el Ministerio de Guerra
(Ingenieros, 2014).
La situación política del país y la poca importancia, que por la ignorancia de sus
elevados fines, le dieron la sociedad, el propio Gobierno y el Ejército, tuvo una vida
precaria, llena de sinsabores, que sólo el ejemplo y la perseverancia de un ingeniero
como era su creador, lograron hacerla sobrevivir (Ingenieros, 2014).
Además, el plantel de profesores que escogió (uno de los que más destacaron
en el trabajo académico de entre todos los que revisamos) atestiguan la impronta
personal que Diego García Conde le dio al Colegio Militar desde sus orígenes.
Con el debido respeto a V.E. expongo hallarme desahuciado de los facultativos que
me asisten en mi grave enfermedad y de las buenas esperanzas conviven si salgo por dos
o tres meses al pueblo de Tacubaya a restablecerme. Para mí este es un paso de los más
sensibles porque en mi larga carrera militar jamás he usado licencia; pero en la disyuntiva
65
de la salud o la muerte, es preciso que venza tomando todas las medidas para que las
clases de matemáticas y asuntos del cuerpo no padezcan el menor atraso, y así
continuaré mi correspondencia, a menos que algún asunto ingente me lo impida: Vendré
con la mayor urgencia que pueda, y hasta las relaciones mensuales para el haber del
cuerpo serán por mí, por lo que le suplico sirva acceder a esta gracia (Rodríguez-Sala
2004).
Al encargarme de la dirección del Colegio Militar, ofrecía a V.S. que le propondría los
medios que en mi concepto eran adaptables para llevar a efecto el objeto que se propuso
el supremo gobierno, en el Reglamento del 18 de noviembre de 1833, pero la próxima
variación del Ministerio que entonces se esperaba a consecuencia de la elección del
primer magistrado de la República, me hizo suspenderlo hasta ahora. Destinado el
edificio conocido por Las Recogidas para el establecimiento del Colegio, el Gobierno
gastó sumas de alguna consideración para darle la lucida forma que hoy tiene, y la
comodidad necesaria para todas sus distribuciones escolares; pero por desgracia,
cuando la obra estaba al cumplirse se ha suspendido, porque la Comisaría no ha
facilitado ya las pequeñas sumas con que se estaba concluyendo esta obra. El atraso de
más de un año que resienten los haberes del establecimiento, trae consigo el carácter
de lo más preciso para la educación de los jóvenes y que no puedan entrar otros
individuos que son absolutamente indispensables para la instrucción; porque para que
lleguen a pagarse los presupuestos del mes que entran, se pasa más de un año que
tienen que servir sin sueldo alguno; y en fin, la medida adoptada en la anterior
administración, de volver los cadetes proporcionándoles ascensos a los dos años,
debiendo verificarse a los tres el de los alumnos del Colegio, ha originado la disminución
del número de estos, que hoy sólo es de siete, y dentro de poco quedarán reducidos a la
nulidad.
Esto es señor sin ninguna exageración, la situación en que hoy se encuentra el que se
ha llamado Colegio Militar, y permítame V.S. que le hable con la ingenuidad propia de
66
5.3 Profesores
Habida cuenta de la situación salarial del Colegio Militar, es claro que una
parte de ellos impartió sus clases por estar comprometidos con la institución.
Este es el caso de Diego García Conde y sus clases de matemáticas, en los
inicios del Colegio; José María de Echandía, profesor durante las décadas de
1820 y 1830; José María Cortés Gallardo, alumno graduado en 1822 y
profesor durante la década de 1820; Luis Tola, profesor en 1829, subdirector
en 1843 y director (1854-1859), retirado del cargo por no jurar la Constitución
liberal; José María Salinas, profesor desde fines de la década de 1820 hasta
mediados de la década de 1840 y Diodoro Serrano, profesor desde mediados
de la década de 1830 hasta comienzos de la década de 1850.
5.4 Alumnos
Total de
Años Estudiantes Graduados
1822 3
1823 16
1824 54
1825 36
1826 7
1827 12
1828 17
1829 64
1837 7
1839 79
1840 118
1842 65
1848 57
1849 65
1851 23
1852 24
1854 66
1855 13
1856 3
1857 16
1858 4
1859 29
Por otro lado, hemos de señalar que el perfil de alumnos del Colegio Militar fue
muy variado durante sus primeros 50 años. Por lo tanto, discrepamos de lo que
dice Cruz Márquez (2009) al respecto. Por ejemplo, al referirse al anteproyecto
de 1821 del Colegio Militar dice: “Al ser los alumnos quienes cubrieran ciertas
cuestiones materiales de su educación, podemos inferir que no cualquiera
ingresaría al Colegio, sino sólo aquellos con recursos económicos”. Luego,
refiriéndose a la administración de Diego García Conde, agrega:
El hecho de que se recurriera a alumnos del Colegio de Minería y de San Carlos nos
deja ver que se les permitió la entrada a jóvenes de ciertos recursos económicos, pero
la queja de García Conde que muchos de sus alumnos carecían de educación y ni siquiera
sabían leer y escribir, nos lleva a pensar que también se les permitió el acceso a jóvenes
de bajos recursos que probablemente estaban ya en los cuerpos del ejército y que eran
los que carecían de conocimientos científicos. Esto nos lleva a suponer que la educación
militar no fue únicamente pensada para una élite de la sociedad, aunque en la práctica
se observa la preferencia hacia los alumnos educados, es decir de clase alta.
70
Por otro lado, Cruz Márquez se equivoca al equivaler a los alumnos del Colegio
de Minería con “jóvenes de ciertos recursos económicos” o “de clase alta”. Al
tratar sobre el profesor del primer plantel del Colegio, don Joaquín Velázquez de
León, su biografía indicaba que a los 14 años entró “con el carácter de alumno
de erección” al Colegio de Minería (Ramírez 1885). Los alumnos de erección eran
determinados de acuerdo a la Ordenanza de 1783 (que decretó la fundación del
Colegio de Minería), artículo 2, título XVIII. Esta Ordenanza estableció 25 plazas
para alumnos
Ahora bien, aunque no podemos hacer una revisión de todo el alumnado del
Colegio Militar en el periodo estudiado, sí podemos examinar las características
de algunas cohortes en particular para hacernos una idea más exacta del perfil
de los estudiantes. Un suceso que nos permite, por decirlo así, “tomar una
fotografía” del alumnado, fue la protesta o ceremonia, de juramento a la
Constitución Política de 1824, cuya acta del 31 de octubre de 1824, a
continuación copiamos textualmente:
71
Al investigar a cada uno de los alumnos que menciona esta acta, notamos que
algunos siguieron siendo militares durante al menos parte de su vida, aunque en
los registros figuraron como un nombre solamente, por ejemplo en el Estado
72
Mayor del Ejército (1855). Del único que hay claridad de que perteneció a la élite,
es del joven Ángel Miramón, (pariente del futuro líder de los conservadores y
general del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, Miguel Miramón, compañero
de los Niños Héroes, alumnos que murieron defendiendo el Colegio Militar en
1847) pero Ángel no sobresale más allá de su ilustre apellido.
Siguiendo con los soldados del acta de 1824, sólo se hacen menciones
puntuales de ellos en las fuentes (ya sea en las relaciones del Ejército, ya sea en
los registros locales de los Estados de la República Mexicana), distando mucho
para que María Cruz Márquez llame a estos militares “la élite de la sociedad”; por
ejemplo, en menciones como esta, (menos de dos meses después de firmada el
acta de juramento de la Constitución):
De todos los alumnos que pasaron a la recién creada Escuela Naval, el que
más destacó fue Tomás Marín, llegando a ser Jefe de Escuadra, pero no hay
antecedentes suficientes como para decir que provenía de la élite. Por lo tanto,
la evidencia no apoya que el Colegio Militar en esta época tuviera un carácter
elitista.
Santiago Hernández Ayllón (1832-1908), a los 14 años había entrado como cadete en
el Colegio Militar y también había participado en la defensa del cerro de Chapultepec,
aunque fue hecho prisionero, fue liberado tras la firma del Plan de Guadalupe en 1848.
Siguió sus estudios militares, pero ante la muerte de su padre hubo de abandonarlos. El
director del Colegio Militar, el general Mariano Monterde, le encargó entonces la
realización de los retratos de sus compañeros muertos en la acción militar. Se volvió a
alistar en el ejército como como sargento de artillería, y finalmente abandonó su carrera
militar por la artística, pues de muy joven había sentido la afición por el dibujo. A partir
de aquel entonces sobrevivió gracias a diversos encargos de retratos, a sus clases de
dibujo y con sus colaboraciones en diversos periódicos.
Osollo [otro militar] y Miramón, contaban entre los elementos más capaces
egresados del Colegio Militar. Combatieron contra los invasores norteamericanos
(Miramón anduvo entre los Niños Héroes) e, imbuidos de ideas caballerescas, estaban
convencidos de que los militares constituían la parte más respetable de la sociedad
74
De entre los mismos Niños Héroes, sólo podemos decir que perteneció a la
élite Juan de la Barrera, descendiente de la connotada familia colonial de la
Barrera llegada a México en el siglo XVII (Sanchiz y Gayol, 2014). Algunos vienen
de familias de militares que no descollan. Del cadete Juan Escutia el historiador
José Manuel Villalpando (2013) dice:
Juan Escutia no era alumno del Colegio sino que se unió a los defensores. Sostengo
que se trataba de un soldado del Batallón de San Blas que, sobreviviente de la matanza
de que fue víctima esa unidad en las faldas del Cerro del Chapulín, se refugió en el castillo
y trató de escapar con los muchachos, falleciendo al ser alcanzado por la metralla
invasora mientras descendía por la pared de la fortaleza. Por esa razón, al pie del cerro
se encontraron los cadáveres de Márquez, Montes de Oca y Escutia.
De modo que poco o nada se sabe con certeza de Juan Escutia, lo que
difícilmente lo ubica entre “la élite”. Lo mismo puede decirse de sus compañeros
mártires, excepción hecha de Juan de la Barrera.
5.5.1 Reglamentos
Desde antes de que el Colegio Militar existiera y durante todo el periodo que
hemos estudiado, su vida institucional fue regulada por reglamentos, tanto para
el Ejército en general como para el establecimiento en sí. Los reglamentos
relacionados con el Colegio Militar durante sus primeros 50 años son los
siguientes:
Además, su director era el mismo que el del Colegio Militar, según el artículo
7 de las Ordenanzas de 1843.
Por la mañana chocolate, a la hora que señale el Director. Al mediodía sopa, cosido
(compuesto de carnero, jamón garbanzos y verduras), un plato de guisado, de carne,
dulce y fruta. A la noche plato de guisado, frijoles y dulce, variando el guisado en asado
con ensalada (“De los fondos y distribución de estos” artículos 1-21).
Los substitutos debían ir a las clases de los profesores “alguna vez” para saber
lo que enseñan y no se interrumpiera su sistema de enseñanza cuando los
reemplazaran. Además se desempeñarían como “jefes de conferencias”
encargados del orden durante las clases, procurando que los “ayudantes de
conferencias” fueran “obedecidos”, además de aclararles las dudas a los
alumnos. Cuando los ayudantes no lo consiguieran, ellos debían ayudarles con
sus lecciones (artículos 28-33).
El capellán daba misa “todos los días a las seis de la mañana”. Los domingos
daba la homilía y a las “seis de la tarde, después del rosario, enseñará a los
alumnos la historia sagrada”. Confesaba a los alumnos e informaba de su
conducta semanalmente al jefe de estudios (artículos 73-81).
Luego de detallar las funciones del médico (artículos 82-90), se describen las
del “habilitado”, un tesorero que cobraba el presupuesto del fisco, así como los
aportes de los alumnos y pagaba los sueldos, habiendo dado una garantía al
gobierno de cinco mil pesos (artículos 91-94).
estaban bajo su supervisión y les pagaba sus sueldos. Procuraba que los criados
no robaran ni confraternizaran con los alumnos ni que les compraran
“clandestinamente” comestibles. Para dar garantía del correcto uso de los fondos,
el mayordomo debía cancelar una fianza a favor del gobierno de mil pesos
(artículos 99-106).
Ahora bien, todo el régimen interno recaía sobre una Junta Gubernativa
compuesta por el director, subdirector, capitán primero de la compañía de
alumnos y del de la de subtenientes de alumnos, y tres profesores elegidos cada
año al azar. El bibliotecario era su secretario llevando las actas, sin voto, a menos
que hubiera sido también profesor. Esta junta decidía la premiación de los
alumnos de acuerdo a sus calificaciones, las expulsiones, las solicitudes de
ingreso al Colegio, las vacantes de personal, la revisión de las cuentas y asuntos
respecto al reglamento. Se debía reunir dos domingos al mes además de cuando
lo pidieran dos integrantes o el director. Los integrantes podían ser reemplazados
por los profesores más antiguos (artículos 129-148).
verificación de las cuentas, velar por la “más estricta economía”, preocuparse por
el reglamento y la admisión de alumnos (artículos 141-146).
Por otro lado, este reglamento creó una “guardia de prevención” compuesta
por un subalterno, un sargento y los cabos y alumnos que fueran necesarios. Su
objetivo era “conservar el orden”. El oficial de esta guardia era responsable de
todas las “ocurrencias” del Colegio, vigilando todo el funcionamiento de alumnos
y criados, en especial el aseo. En los recreos velaba porque no hubiera “carreras
y gritos descompensados”, y en el comedor porque todo fuera ordenado. Cerraba
las puertas en la noche y no permitía que nadie interrumpiera “la hora del
silencio”. Pasaba lista en la mañana y entregaba las novedades del día anterior
(artículos 161-175). Es probable que la disciplina haya decaído en los pasados
10 años, de modo que el reglamento precisó todas estas situaciones a manera
de darles solución dada su ocurrencia.
Por otro lado, la mano de Santa Anna se notó en este reglamento al suprimir
el consejo de profesores y la junta gubernativa, repartiendo sus funciones entre
el inspector, el director y el segundo jefe, verticalizando más la cadena de mando
y privando al personal de la participación en las decisiones. Este reglamento les
concedió “fuero privativo” a “todos los individuos del Colegio”, aunque sin incluir
a sus familias como hizo el reglamento de 1843 (artículo 158).
Entre las funciones del segundo jefe se hallaba tener “el libro de filiaciones…;
el libro de alta y baja; el de armamento; el de vestuario; el de menaje; el de
86
Llevará un libro en que se apunten diariamente todos los gastos; y por cuenta
separada se hará la de aprovechamientos; como son: ganancias de pan; de carne; venta
de objetos que se desechen y hayan sido reemplazados; de los del bosque, etc.: el
producto de todas estas economías se introducirá en caja, abonándose en la cuenta
respectiva (artículo 46).
Dado que este reglamento es mucho más escueto que los anteriores, no
ahondó mucho en la enumeración del personal ni en la descripción de sus
funciones. Se podría decir que es un resumen de los anteriores. Sin embargo, la
llegada del gobierno liberal de Benito Juárez se notó: desapareció la figura del
“inspector” y fue reemplazada por el ministro de la guerra (artículo 2) y ya no
figura un capellán dentro del personal.
Hará su solicitud por conducto del director, quien la pasará con su informe… al jefe
del estado mayor general y aprobado por este, que le expedirá el correspondiente
decreto será entonces afiliado… Deberá presentar con el memorial a su nombre, fe de
bautismo legalizada que acredite tener cumplidos 16 años y no pasar de 20, y escritura
de asistencias de 15 pesos lo menos… A los hijos de oficiales se les dispensarán dos años
de esta edad pudiendo admitírseles de la edad de14 (artículos 22-24).
Podrán ser admitidos de alumnos los jóvenes desde 13 hasta 18 años, que tengan
buenas costumbres, salud robusta, sepan leer y escribir, las cuatro reglas de la aritmética
y la doctrina: y presenten una asistencia mensual de 10 pesos, asegurada a satisfacción
de la junta gubernativa… Presentarán su solicitud al inspector; esta solicitud pasará a
informe del director, que oirá previamente a la junta gubernativa y en vista de dicho
informe decretará el inspector “no ha lugar” o “admítase”… Las solicitudes irán escritas
a mano de los pretendientes, y expresarán su nombre, edad y patria, acompañándose
su fe de bautismo. Antes de admitirse, el pretendiente será reconocido por el médico
para ver si goza de perfecta salud… y examinado por el profesor de matemáticas del
primer periodo y el capellán de la instrucción preliminar que se exige por este
reglamento. Las solicitudes… deberán presentarse antes del inicio del año escolar
(artículos 222-226).
A la discreción del director del colegio, se deja el arreglar con los padres o tutores de
los jóvenes admitidos, el equipaje que deben presentar, teniendo presentes las
facultades pecuniarias de cada uno (artículo 216).
Capellán, 50 pesos
Habilitado, 40 pesos
Maestros de dibujo, 50 pesos
Maestro de francés, 40 pesos
Maestro de inglés, 40 pesos
Maestro de esgrima, 25 pesos
Maestro de baile, 25 pesos
Mayordomo, 50 pesos
Conserje, 16 pesos
Despensero, 16 pesos
Enfermero, 16 pesos
Cocinero, 16 pesos
Dos ayudantes de cocina de 6 pesos cada uno, 12 pesos
Cuatro criados a 10 pesos cada uno, 40 pesos
Por lo tanto, los sueldos del personal equivalían a un total mensual de 436
pesos, dado que el director, subdirector, profesores y substitutos cobraban sus
sueldos del Ejército (artículos 208-210). De esta manera, en sueldos se pagaban
más de 5.200 pesos anuales, aunque con los descuentos se cubrían muchas de
las necesidades diarias del establecimiento. Sin embargo, se asignaban fondos
específicos para el mantenimiento mensual de diversas dependencias del
Colegio por concepto de “gratificaciones”:
Por otro lado, los sueldos de los 7 profesores de ciencias (que están en un
rango de 110 a 150 pesos) triplicaron o duplicaron el sueldo más alto del
reglamento anterior, de capellán, de 50 pesos (que siguió ganando lo mismo).
Esto pone de relieve el incentivo económico que se puso para promover la
94
ALUMNOS
1 Capitán instructor de táctica de infantería, 804 pesos
1 Capitán instructor de caballería, 960 pesos
1 Capitán instructor de artillería, 960 pesos
1 Teniente catedrático suplente de táctica de infantería, 510 pesos
1 Teniente catedrático suplente de caballería, 600 pesos
1 Teniente catedrático suplente de artillería, 600 pesos
Tenientes ingenieros a 50 pesos, Subtenientes alumnos a 46 pesos, 5.434 pesos
1 Sargento primero, 264 pesos
2 Sargentos a 240 pesos, 480 pesos
2 Tambores de ejército a 9 pesos mensuales, 216 pesos
4 Cabos a 228 pesos al año, 912 pesos
91 alumnos a 216 pesos, 19.656 pesos
Aumento de 4 alumnos que han de marchar a Europa en el año que comprende este
presupuesto a razón de 284 pesos cada uno, 1.136 pesos
Los gastos de viaje se calculan en 400 pesos cada uno, 1600 pesos
Forraje para 20 caballos a 78 pesos, 1.560 pesos
Suma 35.692 pesos
SERVIDUMBRE
1 Mayordomo, 600 pesos
1 Despensero, 192 pesos
1 Cocinero, 192 pesos
2 Ayudantes de cocina a 72 pesos, 144 pesos
1 Caballerango, 120 pesos
4 Criados de aseo a 120 pesos, 480 pesos
Gratificación para compra de libros, premios, etc., 1200
Botica y enfermería, 120 pesos
Alumbrado, al mes 50 pesos, 600 pesos
Gastos de aseo, al mes 4 pesos, 48 pesos
Reposición del servicio, 5 pesos mensuales, 60 pesos
Reposición del armamento, 60 pesos
Suma 3.816 pesos
Las condiciones del país (acababa de tener la guerra con Estados Unidos)
repercutieron en el financiamiento del Colegio. Desapareció el cargo de
bibliotecario. A los profesores de ciencias se les bajó el sueldo a 100 pesos al
mes, aunque los maestros de idiomas, esgrima y gimnasia, así como el capellán,
lo mantuvieron en 50 pesos. En cuanto a la servidumbre, al mayordomo se le
bajó el sueldo a 50 pesos en vez de los 60 de 1843, al despensero a 16 pesos
en vez de 20, a los ayudantes de cocina (vuelven a ser dos personas en este
cargo) a 6 pesos en vez de 8 y al caballerango a 10 pesos en vez de 16. Sólo los
criados y el cocinero mantuvieron sus estipendios. Aunque estos recortes
contribuyeron a mantener el énfasis en la enseñanza, sin duda debieron generar
tensión en el personal.
Para el director, con el objeto de que satisfaga sus gastos de correo, papeles, enseres
de dirección, hojas de servicio y filiaciones, 10 pesos
Al segundo jefe para gastos de escritorio, papel y enseres la oficina, 8 pesos
A cada capitán de compañía para el gasto de papel, libros maestros y de orden, 9
pesos
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5.7.1 Currículum
Ahora bien, las horas de estudio, clase y ejercicios los señalaba el Director
según las estaciones del año y el adelanto de los alumnos (artículo 20). Las
materias mencionadas arriba se impartirían por 4 años (artículo 39).
Los exámenes teóricos serían ahora mensuales, ante el consejo del Colegio y
el profesor de la materia. Los exámenes generales públicos serían dos veces al
año para examinar lo estudiado durante el semestre. Contarían con presencia de
“personas de distinción”, quienes podrían plantear preguntas a los alumnos. Los
informes de estos exámenes ordenaban los alumnos por antigüedad, y se
anotaba en ellos el número de preferencia que tuvieran los alumnos según su
aplicación, además de las “notas de concepto” que merecieran. Estos informes
los firmaba el director, el primer ayudante y el profesor de la clase, certificando
“bajo su honor y conciencia” que las notas puestas fueran “las que rigurosamente
corresponden al individuo”. Estos informes se remitían finalmente al estado
mayor general, a fin de determinar los ascensos de acuerdo con “el supremo
gobierno” (artículos 44-49).
Este reglamento plasmó un proyecto educativo mucho más completo que los
esbozados anteriormente. Dividía la enseñanza en tres periodos para la
infantería, caballería, artillería o ingenieros.
En cuanto a este horario, son pertinentes los comentarios que hizo Cruz
Márquez (2009), sobre la proporción de contenidos de matemáticas:
Por otro lado, llama la atención del lector moderno lo extenso de la jornada
escolar (de lunes a sábado desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche),
repitiendo todos los días las mismas materias en el mismo orden por todo el año.
No extraña por lo tanto que hubiera unas palabras en reglamento sobre los
juegos. Se dice que no sólo serían consentidos, sino que serían instituidos con
regularidad para precaver funestos accidentes.
Se premiaba “con libros” a los 3 alumnos que sacaran el primer lugar en cada
uno de los tres años del primer periodo “para estimular la aplicación de los
alumnos”. Esta premiación la daba a conocer el director el último día de los
exámenes. De esta manera, en presencia del Ministro de Guerra se les
entregaban los libros con una dedicatoria de la ocasión y posteriormente se
coordinaba una reunión con “el jefe supremo de la nación” (artículos 320-325).
Las materias de dibujo o necesarias para desarrollarlo, eran las mismas que en 1833,
solamente se reacomodaron algunas, se agregó en el segundo periodo dibujo de
proyecciones y de topografía, y desapareció la clase de dibujo de paisaje, que se daba en
el primer año de este periodo, cambiándose por dibujo topográfico; en el tercer periodo
se añadieron topografía, y dibujo de objetos de ingenieros y de geografía. Por lo que se
puede notar la preocupación porque los alumnos adquirieran los conocimientos que
permitieran hacer levantamientos, delimitación de tierras y cuestiones cartográficas. Se
dejó de enseñar un tipo de dibujo subjetivo (el de paisaje) por uno objetivo
(proyecciones), que es parte de la teoría proyectiva, y es la base del dibujo geométrico,
posteriormente llamado técnico, que permite plasmar los objetos en su real forma y
magnitud, cosa indispensable para el diseño y construcción de objetos, máquinas y
edificaciones; ya que tras la pérdida de la guerra y del territorio, era una necesidad
imperante para el Gobierno tener capacitado para el reconocimiento del país y sus
recursos además de que contaran con los conocimientos del dibujo científico.
años y los anteriores periodos. Mantuvo las mismas materias que el anterior
reglamento de 1843.
Primer año
Matemáticas: la aritmética y principios de álgebra, hasta las ecuaciones
de segundo grado, inclusive.
Instrucción militar: Estudio de los ejercicios de infantería de línea y ligera,
maniobras prácticas correspondientes a la infantería. Ordenanza general
del ejército, desde las obligaciones del soldado hasta las del capitán,
inclusive, órdenes generales para oficiales y leyes penales.
Instrucción accesoria: Estudios del idioma francés. Geografía universal
compendiada, y con extensión la del país, dibujo natural, gimnasia y
natación.
Segundo año
Matemáticas: terminación del álgebra, geometría especulativa y la
trigonometría plana.
Instrucción militar: Estudio de los ejercicios de la caballería. Continuación
de la ordenanza general hasta las obligaciones del coronel, inclusive.
Servicio de guarnición y de campana.
Instrucción accesoria: Generalidades sobre la historia antigua, elementos
de la moderna, y estudio de la del país. Dibujo natural y lineal. Estudio del
idioma francés. Equitación y curso de hipátria [sic, ¿hípica?]. Gimnasia y
natación.
Tercer año
Matemáticas: geometría descriptiva hasta los planos tangentes, y la
topografía teórica y práctica. Elementos de la geometría analítica de dos y
tres dimensiones.
Instrucción militar: Tratado de las operaciones secundarias de la guerra,
fortificación pasajera, ataque y defensa de puestos atrincherados,
castrametación y ejercicios prácticos de artillería comprendiendo el
servicio de todas las bocas de fuego y las maniobras de fuerza de las
mismas.
110
Primer Año
Matemáticas: terminación de la geometría descriptiva, el cálculo
infinitesimal y la mecánica analítica.
Instrucción accesoria: Dibujos de prespectiva [sic, ¿prospectiva?] paisaje
y topográfico, reducción de los planos militares, idioma inglés.
Segundo año
Física experimental y química inorgánica. Dibujos, los que se indican en
el año anterior, y el de máquinas. Idioma inglés.
Primer Año
Instrucción común: Curso teórico—práctico de artillería. Maniobras
prácticas de artillería. Fortificación permanente, ataque y defensa de
plazas fuertes. La estereotomía, arquitectura y las construcciones
militares. Reconocimientos militares, formación de itinerarios. La lengua
alemana. Los trabajos prácticos en el terreno, de la artillería e ingenieros.
Instrucción especial para la artillería: Teoría de las maniobras de la
artillería y del servicio de las bocas de fuego. Trazo y representación del
material de artillería.
Instrucción especial para los ingenieros y estado mayor: Estudio de la
aplicación al terreno de los principios de la fortificación permanente.
Segundo Año
Instrucción común: Aplicación de las ciencias físicas y químicas a las artes
militares. Aplicación de la mecánica las máquinas. La legislación y
administración militares. La táctica de las tres armas, comprendiendo las
maniobras de un cuerpo de ejército, de una división y de una brigada. Arte
111
Comparando este programa del reglamento con los anteriores, Cruz Márquez
(2009) manifestó lo siguiente:
5.7.2.1 Biblioteca
El director, de acuerdo con profesores dispondrá que se eche mano por ahora de los
mejores autores que encuentren para la enseñanza, y a los alumnos que no puedan
proporcionarse libros a propósito para su estudio se les hará escribir Ias lecciones, ínterin
el gobierno proporciona que se impriman libros elementales, y que teniendo cada
individuo el suyo, se les excuse aquella molestia.
lado, el tiempo mínimo que se había fijado para que la biblioteca estuviera abierta
se omitió, señalando respecto al bibliotecario (artículos 130-133):
Cuando menos ha de permanecer este funcionario en el Colegio seis horas del día,
repartidas en la mañana y en la tarde, en cuyo tiempo estará incluso el que ha de durar
su cátedra de historia y el que ha de emplear en la secretaría de la dirección, cuyo trabajo
podrá hacerlo en la biblioteca
Sin embargo, por el alto costo del libro de Bails y la escasez en el mercado del
compendio de Vallejo, en 1838 se solicitó la colaboración del Supremo Gobierno para
que fuera impresa la traducción de “la obra que se sigue en la escuela de San Cir parte
la más análoga a las circunstancias del Colegio, y hallándose ya traducida la mayor parte
114
Sin embargo, los textos de los que no puede haber duda que pertenecieron al
Colegio y se usaron en ese tiempo, son los que mencionan las fuentes. Martínez
González (2012) aporta sus nombres, pero no los tabula como lo hace con libros
que catalogó en la biblioteca del Colegio. Aquí están los extractos donde los
mencionó:
Militar] no cuenta con los fondos necesarios para comprar estas obras que son tan
precisas para continuar sus tareas...”
Las autoridades del Colegio incitaron a los profesores para que elaboraran manuales,
apoyándose en los alumnos de dibujo para las ilustraciones, con el fin de que los
manuales elaborados fueran utilizados en sus clases y homologar los contenidos
temáticos del plan de estudios con los libros de texto, sin embargo fue poca la reacción
de los profesores ante tal proyecto, únicamente respondieron a tal necesidad los
116
Otro profesor del Colegio, esta vez de artillería, también escribió un tratado
compilando y traduciendo obras de otros autores. Sebastián Guzmán (1846),
“general graduado y profesor de instrucción facultativa del expresado
establecimiento”, presenta a su obra de esta manera:
La suma escasez que hay en la República de autores con que poder proveer al estudio
de los jóvenes que se dedican al de los principales de Artillería en el Colegio Militar de la
Capital de la República Mexicana, me la decidido a emprender un trabajo y acometer
una empresa, desde luego muy superiores a mis escasas luces. Estoy muy lejos de tener
la presunción de creer que mi obra sea de aquellas que merecen ser elegidas, y aun dudo
mucho que pueda llenar el objeto que me propongo; mas sírvame de disculpa mi buena
intención.
También se les dedicó a los alumnos del Colegio Militar un libro de historia.
José Gómez de la Cortina (1840), les dedicó su “Método para estudiar historia”
con estas palabras:
Por otro lado, los documentos del Colegio Militar contribuyen a comprender mejor
cómo era la gestión educativa durante el siglo XIX en México. Pese a la figura
relevante en autoridad del director del Colegio, vemos que el consejo de
profesores tenía bastante participación en lo académico, y la Junta Gubernativa
incidía considerablemente en la administración. Cuando Santa Anna intentó
verticalizar el gobierno interno del Colegio, esta medida fue efímera y el consejo
de profesores y la Junta Gubernativa volvieron a aparecer, confirmando su
eficacia.
120
Habida consideración de todas vicisitudes que el Colegio tuvo que enfrentar aún
antes de que viniera a la existencia y durante todo el periodo estudiado, su
historia pone de manifiesto la importancia que tienen las personas en una
institución de enseñanza. Ante el abandono del Estado, directores que ponen
dinero de su bolsillo, profesores que elaboran sus propios textos de estudio ante
su escasez, alumnos que después sirven como profesores, más por amor que
por ganancia o prestigio… fueron las bases que permitieron a la institución
sobrevivir.
Los profesores del Colegio Militar, ya sea civiles o militares (muchas veces con
sueldos atrasados y a base de otros sacrificios) enseñaron además en otras
instituciones educativas de la República y elaboraron textos de estudio
adaptando obras extranjeras, para la mejor comprensión del alumno mexicano (a
ciencia cierta conocemos los de francés y de geografía, pero pudieron ser de más
materias).
Desde tan temprano como 1823, el Colegio tuvo plazas gratuitas (para hijos de
soldados muertos) y gradualmente, la institución llegó a ser verdaderamente
gratuita. Jóvenes analfabetos se educaron allí, a causa de la nivelación que la
institución tuvo que hacer con estos estudiantes. Los reglamentos ponen de
manifiesto este espíritu, animando a los profesores a ayudar a los que se
esforzaban pese a sus dificultades y velando porque no hubiera favoritismos en
los exámenes, que se procuraban aplicar lo más imparcialmente posible.
Sin embargo, es posible que las fuentes aún puedan arrojar más información
sobre los libros de texto usados. Las actas del consejo de profesores, de la Junta
Gubernativa, de la contabilidad del Colegio, de los registros de calificaciones de
los alumnos y las memorias anuales son vetas inexploradas que podrían arrojar
mucha más luz sobre la gestión del Colegio.
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