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Facultad de Ciencias de la Educación

Pedagogía Media en Historia y Geografía

HISTORIA INSTITUCIONAL DE LA EDUCACIÓN DEL

HEROICO COLEGIO MILITAR DE MÉXICO (1822-1871)

SEMINARIO PARA OPTAR AL GRADO ACADÉMICO DE LICENCIADO EN


EDUCACIÓN

PROFESORA GUÍA MAGÍSTER EN EDUCACIÓN: CARMEN PAZ SOTO


ALUMNO: VÍCTOR MANUEL CORREA BINIMELIS

CONCEPCIÓN, CHILE
8 de marzo de 2016
1

DERECHOS DE AUTOR

© Víctor Manuel Correa Binimelis

Se autoriza la reproducción parcial o total de esta obra, con fines académicos,


por cualquier forma, medio o procedimiento, siempre y cuando se incluya la cita
bibliográfica del documento.
2

AGRADECIMIENTOS

Deseo expresar mi gratitud en primer lugar a mi Universidad San Sebastián,


por permitirme la oportunidad de viajar a México para acrecentar mis estudios y
también a la Universidad Autónoma de la Baja California (UABC), por recibirme
tan cálidamente.

Sin embargo, las instituciones son nada sin las personas que las animan: En
el caso de mi casa de estudios, agradezco con mucho cariño a la profesora
Carmen Paz Soto, quien desde mi primer día en la Universidad hizo de los
estudios una muy agradable experiencia. Gracias a que creyó en mí, hoy puedo
entregar esta tesis fruto de un largo proceso, en el que me acompañaron también
la profesora Claudia Vidal y el profesor César Espinoza, entre otros.

También quiero agradecer al Maestro Jorge Gustavo Mendoza, Coordinador


de Licenciatura en Historia en la UABC quien fue muy hospitalario conmigo, al
Doctor Marco Antonio Samaniego, por alentarme particularmente a emprender
este trabajo de investigación y orientarme en su taller en la confección del
anteproyecto de esta obra. No puedo dejar pasar la oportunidad de agradecer al
profesor Osvaldo Arias, un compatriota al que no esperé encontrar como profesor
en una Universidad tan lejana, pero que me hizo sentirme como en casa.

Finalmente, expreso mi gratitud a mis compañeros de Universidad, a mi


familia, a mis padres, a mi tío Ricardo Correa, quien me preparó para rendir la
Prueba de Selección Universitaria hace muchos años atrás, a mi hermana María
Teresa Correa, quien me animó a entrar a la Universidad y me dio un tremendo
apoyo inicial, y a mi esposa Georgina González, con quien emprendí el proyecto
de estudiar algo tardíamente, produciéndonos infinidad de satisfacciones.
3

RESUMEN

La presente investigación tuvo por objeto componer una relación histórica del
Colegio Militar de México, centrándose en su acontecer como institución de
enseñanza, a diferencia de otras obras que se centran en lo militar o en aspectos
parciales de su labor educativa. La historia del Colegio se aborda en el contexto
general del devenir de México como naciente nación. Sin embargo, este trabajo
tuvo la intención de relevar los principales personajes que preservaron el
establecimiento frente a turbulencias políticas, dificultades económicas,
secesiones internas e intervenciones extranjeras. Busca conocer sus directores,
sus profesores, su personal y sus alumnos y analizar cómo fue la enseñanza de
este colegio durante sus primeros 50 años. Quisimos comprender cuál fue la
relación que tuvo con el Estado mexicano y cómo se implementó su gestión
administrativa y pedagógica. Comparamos sus sistemas de enseñanza
adoptados y su repercusión en la administración, en el profesorado y en los
alumnos. Añadimos a estos factores la crónica falta de financiamiento del
establecimiento por parte del Estado, y la bien documentada pobreza general de
sus alumnos. Finalmente, analizamos sus reglamentos, su currículum, sus
cursos, sus horarios, sus libros, sus exámenes, sus calificaciones, sus becas, sus
premios y sus graduaciones, entre otros factores académicos.

Abordamos esta temática desde la investigación histórica, adoptando un


paradigma ecléctico en lo que tiene que ver con corrientes historiográficas,
privilegiando un enfoque historicista dada la dinámica caótica de la historia del
Colegio en esta etapa, en virtud de la imposibilidad de hallar alguna estructura
de algún proceso institucional o social duradero. Por otro lado,
metodológicamente, la presente obra es de carácter cualitativo, no experimental,
descriptivo, valiéndonos de la interpretación de fuentes primarias y secundarias

Palabras Clave: Colegio Militar de México, historia, directores, profesores,


personal, alumnos, admisión, financiamiento, currículum, reglamentos, cursos,
horarios, libros, exámenes, calificaciones, becas, premios, graduaciones.
4

ABSTRACT

This research aims to compose a history of the Military College of Mexico,


focusing on its development as a teaching institution, unlike other works that focus
on the military or partial aspects of its educational work. The history of the College
tackles the overall context of the evolution of Mexico as nascent nation. However,
this work was intended to highlight the main characters who preserved the
institution facing political turmoil, economic hardship, domestic secessions and
foreign interventions. It seeks to know its principals, teachers, staff and students
and analyze how was the teaching of this school during its first 50 years. We
wanted to understand what was the relationship he had with the Mexican
government and how its educational and administrative management was
implemented. It compares its education systems adopted and its impact on the
administration, teachers and students. We add to these factors the chronic
underfunding to the institution by the government, and the well-documented
general poverty of the students. Finally, we analyze its regulations, curriculum,
subjects, schedules, books, exams, qualifications, scholarships, awards and
graduations, among other academic factors.

We approach this issue from historical research, adopting an eclectic paradigm


which has to do with historiography, favoring historicist approach. This is due to
the chaotic dynamic of College history at this stage, given the impossibility to find
any structure of some institutional or social process. Moreover, methodologically,
this work is qualitative, not experimental, descriptive, using interpretation of
primary and secondary sources.

Keywords: Military College of Mexico, history, principals, teachers, staff,


students, admission, financing, curriculum, regulations, courses, schedules,
books, scores, grades, scholarships, awards, graduations.
5

TABLA DE CONTENIDOS

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. 10
CAPÍTULO I: ANTECEDENTES DEL PROBLEMA........................................................ 12
1.1 Formulación del Problema………………………………………………………………………………………….12

1.2 Justificación e Importancia de la Investigación……………………………………………………………13

1.3 Delimitación……………………………………………………………………………………………………………….13

1.4 Limitaciones del Estudio……………………………………………………………………………………………..14

1.5 Estado del Arte……………………………………………………………………………………………………………14

1.6 Preguntas de Investigación………………………………………………………………………………………….16

1.7 Objetivos de la Investigación……………………………………………………………………………………….16

CAPÍTULO II: MARCO TEÓRICO ..................................................................................... 17


CAPÍTULO III: MARCO METODOLÓGICO ..................................................................... 19
3.1 Enfoque de la Investigación…………………………………………………………………………………………19

3.2 Tipo de Estudio……………………………………………………………………………………………………………19

3.3 Diseño de Investigación………………………………………………………………………………………………..20

3.4 Plan de Análisis de los datos cualitativos………………………………………………………………………21

3.5 Criterios de calidad de la Investigación………………………………………………………………………..22

CAPÍTULO IV: MARCO CONTEXTUAL HISTÓRICO ................................................... 24


4. EL COLEGIO MILITAR DURANTE EL MÉXICO INDEPENDIENTE (1821-1855)………………….24

4.1 Periodización………………………………………………………………………………………………………………..24

4.2 Primer Imperio Mexicano (1821-1823)…………………………………………………………………………25

4.2.1 Diego García Conde, Primer Director del Colegio Militar (1822-1823)………………………..26

4.2.2 Primer plantel del Colegio Militar (1822-1823)………………………………………………………….28

4.2.2.1 Tomás Ramón del Moral, Ingeniero Geógrafo y de Minas………………………………29

4.2.2.2 Joaquín Velázquez de León, Creador de Colegios y Ministro de Estado…………..29

4.2.2.3 José María de Echandía (Echeandía), Arquitecto Perito………………………………….32

4.2.2.4 Manuel de Mier y Terán, revolucionario y talentoso estudiante…………………….33


6

4.2.3 Financiamiento del Colegio Militar del Imperio Mexicano durante la


administración de García Conde (1822-1823)………………………………………………………………………….35

4.3 Primera República Federal (1823-1835)………………………………………………………………………35

4.3.1 Gestión del Estado Mayor del Ejército con respecto al Colegio Militar (1823)…………..36

4.3.2 Traslado del Colegio Militar desde Ciudad de México a la Fortaleza de San Carlos de
Perote (1823-1828)…………………………………………………………………………………………………………………38

4.3.2.1 Los sucesores de Diego García Conde: Domínguez (1823-1824) y Aréchega (1825-
1828)……………………………………………………………………………………………………………………………………….39

4.3.2.2 Plantel de Profesores del Colegio Militar durante 1825-1828…………………………………40

4.3.2.3 Financiamiento del Colegio Militar durante el periodo 1823-1828………………………….41

4.3.3 El Colegio Militar regresa a Ciudad de México. Periodo sin Director (1828-1833)………42

4.3.3.1 Plantel de Profesores del Colegio Militar durante 1828-1833…………………………………43

4.3.4 El Colegio Militar durante el gobierno del General Antonio López de Santa Anna,
periodo sin Director (1833-1835)…………………………………………………………………………………………….45

4.3.4.1 Ignacio Mora y Villamil, Director del Colegio Militar (1835-1836)……………………………46

4.3.4.2 Plantel de Profesores del Colegio Militar durante 1833-1835…………………………………46

4.4 República Centralista (1835-1846)………………………………………………………………………………..47

4.4.1 Pedro García Conde, Director del Colegio Militar (1836-1846)…………………………………..47

4.4.2 Plantel de Profesores del Colegio Militar durante 1836-1846…………………………………….49

4.4.3 Financiamiento del Colegio Militar durante el periodo 1836-1846…………………………….51

4.5 Segunda República Federal (1846-1855)……………………………………………………………………….51

4.5.1 Los sucesores de Pedro García Conde: García Salinas (1846-1847) y Monterde Segura
(1847-1853)…………………………………………………………………………………………………………………………….52

4.5.1.1 Plantel de Profesores del Colegio Militar durante 1846-1853…………………………………53

4.5.1.2 Financiamiento del Colegio Militar durante el periodo 1846-1853………………………….53

4.5.2 Santiago Blanco Duque de Estrada, Director del Colegio Militar (1853-1854)…………….55

4.6 EL COLEGIO MILITAR DURANTE LA REFORMA (1855-1867)………………………………………….56

4.6.1 Introducción………………………………………………………………………………………………………………56

4.6.2 Luis Tola Algarín (1854-1859) y José Mariano Monterde (1859-1860), Directores del
Colegio Militar…………………………………………………………………………………………………………………………56

4.6.3 José Justo Álvarez Valenzuela, Director del Colegio Militar (1861-1863) ……………………58
7

4.7 EL COLEGIO MILITAR DURANTE LA REPÚBLICA RESTAURADA (1867-1871)……………………59

4.7.1 Introducción………………………………………………………………………………………………………………59

4.7.2 Amado Camacho, Director del Colegio Militar (1868-1871)……………………………………….59

CAPÍTULO V: RESULTADOS ........................................................................................... 61


5. EL COLEGIO MILITAR Y LA IMPORTANCIA DE LAS PERSONAS EN SU HISTORIA…………….61

5.1 Las dificultades del Estado al gestionar el Colegio Militar…………………………………………….61

5.2 Directores…………………………………………………………………………………………………………………….63

5.2.1 Estabilidad en la sucesión………………………………………………………………………………………….63

5.2.2 Compromiso Personal………………………………………………………………………………………………..63

5.2.2.1 Diego García Conde…………………………………………………………………………………………………64

5.2.2.2 Pedro García Conde……………………………………………………………………………………………..…65

5.3 Profesores…………………………………………………………………………………………………………………..66

5.4 Alumnos……………………………………………………………………………………………………………………....66

5.4.1 Número de Alumnos graduados…………………………………………………………………………………66

5.4.2 Número de Alumnos estudiando……………………………………………………………………………….67

5.4.3 Compromiso de los alumnos……………………………………………………………………………………..69

5.4.4 Perfil general de los alumnos…………………………………………………………………………………….69

5.4.4.1 Cohorte de 1824……………………………………………………………………………………………………..70

5.4.4.2 Cohorte de 1847……………………………………………………………………………………………………..73

5.5 GESTIÓN DEL COLEGIO MILITAR………………………………………………………………………………….75

5.5.1 Reglamentos………………………………………………………………………………………………………………75

5.5.1.1 Los reglamentos del Colegio Militar: Infraestructura y establecimientos


relacionados……………………………………………………………………………………………………………………………76

5.5.2 Los reglamentos del Colegio Militar: Relación con el Estado…………………………..77

5.5.3 Los reglamentos del Colegio Militar: Personal administrativo y gobierno


interno…………………………………………………………………………………………………………………………………….78

5.5.3.1 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de 1833……………………79

5.5.3.2 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de 1843……………………84

5.5.3.3 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de 1853……………………85

5.5.3.4 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de 1868……………………86
8

5.5.4 Los reglamentos del Colegio Militar: Número de alumnos, admisión y pago de
colegiatura……………………………………………………………………………………………………………………………..87

5.6 Financiamiento del Colegio Militar……………………………………………………………………………..89

5.6.1 El presupuesto del Reglamento de 1833……………………………………………………………………90

5.6.2 El presupuesto del Reglamento de 1843……………………………………………………………………92

5.6.3 El presupuesto del Reglamento de 1851……………………………………………………………………94

5.6.4 El presupuesto del Reglamento de 1853……………………………………………………………………97

5.7 ENSEÑANZA DEL COLEGIO MILITAR…………………………………………………………………………….98

5.7.1 Currículum…………………………………………………………………………………………………………………98

5.7.1.1 El Currículum del Reglamento de 1821……………………………………………………………………98

5.7.1.2 El Currículum del Reglamento de 1823……………………………………………………………………99

5.7.1.3 El Currículum del Reglamento de 1833…………………………………………………………………100

5.7.1.4 El Currículum de los Reglamentos de 1843 y 1853………………………………………………..107

5.7.1.4 El Currículum del Reglamento de 1868…………………………………………………………………108

5.7.2 Recursos Pedagógicos………………………………………………………………………………………………111

5.7.2.1 Biblioteca………………………………………………………………………………………………………………111

5.7.2.2 Libros de texto, cartas y atlas usados en el Colegio Militar……………………………………114

5.7.2.3 Una especie de Syllabus publicado en 1843………………………………………………………….117

CAPÍTULO VI: CONCLUSIONES ................................................................................... 119


6.1 Limitantes y Proyecciones del Estudio…………………………………………………………………………121

BIBLIOGRAFÍA................................................................................................................... 123
9

ÍNDICE DE TABLAS Y/O CUADROS

Ilustración 1 Elaboración propia................................................................... 68


Ilustración 2 Elaboración propia................................................................... 68
Ilustración 3. Elaboración propia................................................................... 71
Ilustración 4. Elaboración Propia .................................................................. 82
Ilustración 5. Elaboración propia. Adaptado de Arrillaga (1835). ................ 104
10

INTRODUCCIÓN

En tiempos donde la educación formal es vital para desarrollarse en todos los


aspectos, cuando cada vez más se considera un derecho y cuando el Estado y
todas sus instituciones en conjunto juegan un rol fundamental al respecto,
prestamos nuestra atención a México, país que tiene grandes desafíos en
materia escolar. Nos hemos propuesto investigar si en México el Ejército se ha
implicado en el quehacer educativo como sí lo ha hecho en otros países de
América Latina.

Para ello, al emprender el estado del arte respectivo, se hace patente que el
tema ha sido muy poco tratado, pero eso no quiere decir que no existan fuentes
al respecto. Aunque en forma dispersa, las fuentes mismas delimitan esta
investigación al papel jugado por el Heroico Colegio Militar en la educación. Gran
parte de lo que se ha escrito respecto a la historia de esta institución, versa sobre
su gran símbolo, los denominados "Niños Héroes", tradicionalmente destacados
por su defensa del Palacio de Chapultepec ante la invasión norteamericana en
1847. El Colegio Militar se ha esforzado por difundir este hecho más que
cualquier otro de su propia historia, enseñándose en los colegios del país desde
temprana edad. Pues bien, nos proponemos despejar esta "historia de bronce"
para ponderar el aporte efectivo que ha hecho el Heroico Colegio Militar a la
sociedad en materia educacional. Muy poco se ha registrado respecto a su
quehacer puramente pedagógico, en gran parte debido a que los archivos del
Ejército permanecieron por mucho tiempo clasificados.

Por lo tanto, en lo que tiene que ver con la delimitación temporal de nuestra
investigación, dadas las escasas fuentes y lo "intermitente" de la institución que
abre y cierra sus puertas y muda de lugar de acuerdo a la voluntad de la autoridad
de turno, nos proponemos abarcar desde la fundación del Colegio en 1822, hasta
poco antes del comienzo del gobierno de general Porfirio Díaz, teniendo presente
que no estamos historiando a la institución misma, sino su contribución educativa
formal.
11

En síntesis, esta investigación contribuirá a clarificar la labor del Colegio Militar


en lo que a educación formal se refiere y se ocupará de analizar los cursos
curriculares que dicha institución ha impartido junto con su desempeño
principalmente pedagógico.

En el capítulo 1 formularemos nuestro problema de estudio, justificaremos esta


investigación, la delimitaremos y trazaremos sus limitaciones. Además,
revisaremos su estado del arte, así como las preguntas y los objetivos de la
presente investigación.

Luego de tratar el marco metodológico en el capítulo 2, en el siguiente capítulo


presentaremos el enfoque de este estudio, el tipo en el que se clasifica, el diseño
de investigación, el plan de análisis de los datos cualitativos y los criterios de
calidad de la investigación.

En el capítulo 4 trataremos en extenso el marco contextual histórico de este


estudio, comprendiendo los periodos y subperiodos del Colegio Militar durante
las clásicas divisiones temporales del país azteca: México Independiente (1821-
1855), la Reforma (1855-1867) y República Restaurada (1867-1871).

En el capítulo 5 daremos a conocer los resultados del presente estudio,


relevando sistemáticamente la importancia de: las personas (directores,
profesores y alumnos), la gestión (reglamentos, personal y financiamiento) y la
enseñanza (currículum, biblioteca, libros de texto, cartas y atlas) en la historia de
la institución.

Finalmente, en el capítulo 6 podremos de relieve las principales conclusiones


a las que llegamos luego de analizado todo el material recabado.
12

CAPÍTULO I: ANTECEDENTES DEL PROBLEMA

1.1 Formulación del Problema

El Heroico Colegio Militar es una de las instituciones más antiguas del México
independiente que ha sobrevivido hasta nuestros días. Sus vicisitudes han ido
ligadas estrechamente a la historia mexicana. Como veremos más adelante, los
principales periodos en que se ha dividido la historia de México durante el siglo
XIX (Imperio, República Federal, República Centralista, Segunda República
Federal, Segundo Imperio, República Restaurada y Porfiriato) marcaron también
en menor o mayor grado los acontecimientos acaecidos pertinentes al Colegio
Militar, gravitando en el devenir del país, no sólo en materia militar, sino también
educativa.

Sin embargo, los procesos nacionales de México han contribuido a quitarle


protagonismo a sus instituciones militares. La menor implicancia de las Fuerzas
Armadas mexicanas en política (en comparación con otras de nuestro
continente), hacen atractivo su estudio en particular en materia pedagógica, que
es lo que nos ocupa en esta investigación.

No obstante, la historia del Heroico Colegio Militar de México prácticamente


no se ha escrito fuera de la institución, menos aún su historia como
establecimiento educativo. Por lo tanto, esta investigación consiste en explorar
aspectos del papel pedagógico del Colegio Militar que quizá siguen siendo
desconocidos, más por falta de estudio, que por ausencia o escasez de rol
docente de esta institución. Esto contribuirá a ponderar con mayor éxito el papel
del ejército mexicano en la educación formal durante gran parte del siglo XIX en
México.
13

1.2 Justificación e Importancia de la Investigación

México carece de instituciones como Academias de Historia Naval y Marítima


o una Academia de Historia Militar propiamente tal, cuyo énfasis esté en la
investigación histórica académica en vez de la exaltación institucional. Esta
situación ilustra los procesos históricos singulares que México tiene con respecto
a Latinoamérica sobre la importancia de sus Fuerzas Armadas. Tienen más bien
un papel secundario, causando en general indiferencia por la historia de dichas
instituciones. Por lo tanto, el historiar el devenir del Colegio Militar desde una
perspectiva institucional y educativa, llena una laguna que en la actualidad impide
realizar mayores investigaciones desde diversos campos del saber (en particular
en materia pedagógica), tanto para México como para América Latina.

1.3 Delimitación

En el ámbito temporal, nos proponemos abarcar la historia del Colegio Militar


de México desde su fundación en 1822 hasta 1871, unos años antes del
comienzo del gobierno del general Porfirio Díaz. ¿Por qué hemos escogido como
límite de nuestra investigación este hito histórico?

En primer lugar, porque la periodización tradicional de la Historia de México


establece como uno de sus grandes hitos la dictadura de Porfirio de Díaz
(llamada historiográficamente “Porfiriato”) desde 1876-1911. Sin duda, el devenir
histórico de México hasta ese momento (caracterizado por frecuentes “planes” o
revoluciones e intervenciones extranjeras) cambia drásticamente durante su
mandato, el más largo y estable desde la Independencia hasta hoy. De este
modo, estudiaremos la historia del Colegio Militar durante los periodos
clasificados ya desde el siglo XIX por Vicente Riva Palacio en la obra “México a
través de los siglos” (Riva Palacio, 1888) como: “México Independiente (1821-
1855)” y “La Reforma (1855-1867)”, así como también el periodo posterior
llamado tradicionalmente “República Restaurada (1867-1876)”. En el capítulo de
14

contexto histórico trataremos más en detalle estos periodos de la Historia de


México y su relación con el Colegio Militar.

En segundo lugar, hemos decidido abarcar nuestra investigación hasta antes


del comienzo del Porfiriato, porque este fue un momento de cambio histórico no
sólo para el país, sino también para el Colegio Militar. Como señala la Secretaría
de Defensa Nacional de México (en adelante, Sedena) al respecto: “Fue durante
este periodo en que el Colegio Militar vivió sus años dorados” (Sedena.gob.mx,
2010).

1.4 Limitaciones del Estudio

Las limitaciones de este estudio tienen relación con el tiempo dedicado a


emprenderlo y la lejanía de las fuentes históricas.

Respecto al tiempo de la investigación, destacamos que se trata de una tesis


de pregrado, lo que acota su duración a fin de entregarla oportunamente y por lo
tanto, sus temáticas son precisas y acotadas.

Por otro lado, la distancia de las fuentes históricas al momento de realizar esta
obra, no ha permitido hacer una triangulación (que pudiera enriquecer más esta
investigación) con otros documentos físicos guardados en el “Archivo General de
la Nación” u otras bibliotecas o archivos situados en México.

1.5 Estado del Arte

La gestión educativa formal del Colegio Militar no ha sido estudiada


directamente en el periodo que nos ocupa, desde 1822 a 1871. David Ronfeldt,
en The Mexican Army and political order since 1940, (Ronfeldt, 1975), aunque
trata la historia del ejército mexicano en el siglo XX, resume el estado del arte en
general respecto del ejército y de paso, del Colegio Militar. Al tiempo de escribir
su libro señaló que surge
15

Un gran problema para el investigador al contestar incluso las preguntas más simples
respecto a lo que el ejército hace. No hay un registro corriente, de fácil acceso, de sus
actividades y este hecho convierte el asunto en extremadamente difícil para el análisis
histórico.

Esta situación se mantuvo hasta que las fuentes oficiales de la Sedena se


pusieron al alcance del público, en el año 2010.

Los pocos trabajos que tratan la historia del ejército mexicano en general,
dedican pocas líneas a la historia del Colegio Militar, y menos todavía a su gestión
educativa formal. Sirva como ejemplo la breve mención que hace de este tema
Jorge Alberto Lozaya en su libro “El Ejército Mexicano” (Lozoya, 1984). Se limitó
a mencionar los cursos de 3 años impartidos por el Colegio Militar en 1843:

Matemáticas puras, mecánica racional y aplicada, principios de química y física,


artillería y fortificación, arquitectura civil e hidráulica, astronomía y geodesia, tácticas,
dibujo natural, francés e inglés.

Por otro lado, cabe señalar que entre los trabajos historiográficos oficiales
sobre el Colegio Militar, el más completo es la “Breve Historia de los edificios y
locales que ha ocupado el Heroico Colegio Militar”, de la Dirección General de
Archivos e Historia (Sedena.gob.mx, 2010). Sin embargo, tiene propósitos más
bien exaltadores de la institución que propiamente históricos, como
prácticamente toda la historiografía oficial en relación al Colegio Militar. Esto se
ha visto, por ejemplo, en la forma que se trata la batalla de Chapultepec de 1847,
que en este trabajo se tocará más adelante.

Las fuentes primarias más enriquecedoras para esta investigación son los
archivos digitalizados de Sedena (Archivohistorico2010.sedena.gob.mx, 2010).
Este acervo digital, contiene documentos que nos han permitido estudiar la
gestión educativa formal que efectuó el Colegio Militar en el período de estudio
ya señalado.

Por lo tanto, consideramos que los documentos puestos a disposición del


público en el archivo digital de la Sedena sobre esta materia, son fuentes con las
que podemos reconstruir el pasado del Colegio Militar en materia docente
durante la época que nos ocupa. Dado que nadie antes ha trabajado este tema
16

en específico, estos documentos serán nuestra principal fuente para acometer


dicha tarea.

1.6 Preguntas de Investigación

 ¿Cuál fue el devenir histórico del Heroico Colegio Militar de México durante
sus primeros 50 años en materias pedagógicas, de gestión y
financiamiento?
 ¿Qué características tenía el profesorado, el alumnado y el personal
administrativo del Colegio Militar desde 1822 hasta 1871?

1.7 Objetivos de la Investigación

Objetivo General

 Componer una historia institucional del Heroico Colegio Militar de México


desde 1822-1871, enfocada fundamentalmente en su quehacer
pedagógico y en su gestión, en particular financiera.

Objetivos Específicos

 Valorar los principales hechos y personajes que incidieron en la


enseñanza formal del Colegio Militar de México, así como sus procesos
históricos entre 1822-1871.
 Analizar los cursos, reglamentos, métodos pedagógicos, gestión y
financiamiento del Colegio Militar de México desde sus orígenes hasta
antes del Porfiriato.
 Caracterizar al profesorado y alumnado del Colegio Militar de México
desde la Independencia hasta el tercer cuarto del siglo XIX.
17

CAPÍTULO II: MARCO TEÓRICO

En virtud de que el objetivo de esta obra es componer una historia institucional


de un establecimiento educativo, nuestro trabajo se circunscribe a la
investigación histórica. Sin embargo, no adhiere a una sola corriente
historiográfica en particular, dado que un planteamiento ecléctico es más acorde
con las características de la institución estudiada.

De esta forma, al tomar en cuenta el devenir histórico durante el siglo XIX de


México en general, y del Colegio Militar en particular, un enfoque puramente
estructuralista sería insatisfactorio dado que sus sucesos relevantes no son fruto
de políticas de Estado o de procesos sociales definidos. El individualismo
pragmático de Santa Anna, de Juárez y de tantos caudillos de la época sugiere
un acercamiento más clásico al estudiar la historia de México y del Colegio Militar.
Sin embargo, dadas las preguntas de investigación que nos hicimos respecto al
financiamiento del establecimiento, abordaremos asuntos económicos, de
matrícula y de gestión… sin dejar de poner de relieve cómo las políticas al
respecto son muchas veces producto de la iniciativa personal. Lo mismo
podemos decir respecto a lo pedagógico: Trataremos el currículo, los horarios de
clases y los libros de texto… pero relevando el papel que desempeñaron
directores, profesores y alumnos en la implementación de la gestión pedagógica.

Este enfoque también obedece a la tendencia actual en la disciplina histórica


del retorno al sujeto, que ya venía avisando en la década de los setenta el
historiador británico Lawrence Stone (1979), al señalar: “More and more of the
'new historians' are now trying to discover what was going on inside people's
heads in the past, and what it was like to live in the past, questions which inevitably
lead back to the use of narrative”.

Por otro lado, a nuestro juicio, el acontecer del Colegio Militar y de México en
el siglo XIX corresponde con la definición de Historia Universal del historiador
británico Thomas Carlyle (1841): “Es en el fondo la historia de los grandes
18

hombres que han actuado sobre la tierra”. Pues bien, la institución estudiada
debe tanto su origen como su preservación, a hombres desequilibrantes cuyo
compromiso personal impidió la desaparición del Colegio.

Por lo tanto, parece más apropiado utilizar como herramienta principal para el
estudio de este tema el historicismo, de acuerdo a como lo describe el historiador
español Jaume Aurell (2013):

La historia como disciplina autónoma, cuyo fundamento es el estudio racional y


sistemático de las fuentes primarias. Un tratamiento metódico de esas fuentes
proporciona al historiador la materia prima adecuada para construir la narración de los
hechos del pasado… Esta transformación epistemológica se hace posible al converger
los dos principales modos que se habían practicado desde la Edad Antigua: la historia
entendida como narración de los hechos pasados y la que se asienta en el tratamiento
científico de los documentos legados.

De esta manera, valiéndonos de las fuentes primarias y secundarias,


emprendemos este proyecto desde este paradigma historiográfico.
19

CAPÍTULO III: MARCO METODOLÓGICO

3.1 Enfoque de la Investigación

El presente estudio aborda las preguntas de investigación histórica desde una


perspectiva cualitativa. Dado que nuestro objeto de estudio ha sido componer
una historia institucional del Colegio Militar de México, el análisis se centra en los
cambios y permanencias que tuvo desde su fundación en 1822 hasta la última
administración finalizada en 1871 antes del régimen porfirista. El eje que nos
propusimos trazar para este análisis dice relación con su quehacer como
institución educativa. De esta forma, la labor del Colegio Militar en este aspecto
es nuestro hilo conductor de la investigación, por encima de aspectos puramente
políticos o militares.

Por otro lado, Thomas Carlyle (2006) nos recuerda que la historia es la
“esencia de innumerables biografías”. Por lo tanto, aparte de comprender los
procesos históricos del Colegio y su interrelación con la historia nacional e
internacional, nos propusimos esbozar la contribución de los hombres
excepcionales que fueron agentes y productores del devenir histórico y educativo
de la institución, en la medida que las fuentes contuvieran la información.

3.2 Tipo de Estudio

Este trabajo tiene un carácter descriptivo, basado en una investigación


histórica documental. La herramienta que hemos usado para componer la historia
institucional del Colegio Militar es la hermenéutica. Salmerón Castro y Suárez de
la Torre (2013) señalan que la hermenéutica es “el “arte” de interpretar textos,
registros gráficos y en general, testimonios del pasado humano”.

Por lo tanto, nos hemos valido de la revisión de fuentes primarias y


secundarias para efectuar la presente investigación. Las fuentes primarias que
20

consultamos son los registros digitales del Colegio Militar que tiene la Sedena:
reglamentos, bandos, decretos, cartas, memorias y otros documentos oficiales
del establecimiento. Las fuentes secundarias revisadas comprenden biografías
sobre docentes, directores y alumnos destacados del Colegio; obras históricas
del siglo XIX y del presente, oficiales y no oficiales, sobre México en general y el
establecimiento en particular; así como tesis sobre la educación en México en el
siglo XIX y enciclopedias especializadas en historia.

Estos documentos principalmente están escritos en español, aunque nos


hemos valido de unas pocas fuentes en inglés, cuando no se ha podido hallar
material equivalente en español, haciendo una traducción propia de las obras
consultadas.

3.3 Diseño de Investigación


La presente investigación tiene un diseño no experimental, cualitativo y de
carácter histórico en educación. Cohen, Manion y Morrison (2003) definen la
investigación histórica como

the systematic and objective location, evaluation and synthesis of evidence in order
to establish facts and draw conclusions about past events (Borg (1963). It is an act of
reconstruction undertaken in a spirit of critical inquiry designed to achieve a faithful
representation of a previous age.

Los mismos autores señalan que la “historical research in education may


concern itself with an individual, a group, a movement, an idea or an institution”,
como es el caso del Colegio Militar. Sin embargo, también hay que considerar las
interrelaciones entre los hombres, los movimientos y las instituciones:

No one person can be subjected to historical investigation without some


consideration of his or her contribution to the ideas, movements or institutions of a
particular time or place. These elements are always interrelated (Cohen, Manion y
Morrison, 2003)

Ahora bien, la metodología para emprender la investigación histórica se


esquematiza de la siguiente manera:
21

Historical research may be structured by a flexible sequence of stages, beginning with


the selection and evaluation of a problem or area of study. Then follows the definition
of the problem in more precise terms, the selection of suitable sources of data,
collection, classification and processing of the data, and finally, the evaluation and
synthesis of the data into a balanced and objective account of the subject under
investigation (Cohen, Manion y Morrison, 2003).

Pues bien, en la presente investigación, centrándonos en el devenir del


Colegio Militar, hemos estudiado su interrelación como institución con el gobierno
de turno, con los alumnos, con el profesorado y con sus directores. Además,
hemos delimitado el área de estudio circunscribiéndonos a la historia educacional
de la institución comprendida entre la fundación del Colegio en 1822 y el término
del periodo de su último director antes de que Porfirio Díaz asumiera el poder
político. Nuestras preguntas de investigación nos han permitido recopilar la
información pertinente respecto a los grandes personajes del ámbito académico
ligados al Colegio. También delimitan nuestro interés en la gestión jurídica y
financiera del establecimiento, descartando los hechos puramente políticos o
militares. Finalmente, las preguntas de investigación nos permitieron buscar
fuentes respecto a la enseñanza del Colegio: principalmente su currículum y su
material pedagógico.

Una vez reunidos estos datos, hemos procedido a clasificarlos, procesarlos,


evaluarlos y sintetizarlos. Para ello nos hemos valido de tres capítulos de este
trabajo. El capítulo siguiente contiene una historia más bien fáctica del Colegio y
su contexto con la historia general de México y el subsiguiente analiza los datos
específicos que contestan nuestras preguntas de investigación. Finalmente, el
capítulo de conclusión contiene las respuestas concisas a las preguntas de
investigación, basadas en los resultados de los capítulos anteriores.

3.4 Plan de Análisis de los datos cualitativos

Tomando como base las preguntas de investigación y los objetivos planteados,


el siguiente plan de análisis (también llamado levantamiento de categorías)
codifica los datos recopilados de la siguiente manera:
22

1. Personas: Individuos relevantes en la gestión académica del Colegio


Militar, o fruto de dicha gestión. Subcategorías: Directores, Plantel
Docente, Alumnado.
2. Gestión: Principalmente la relación entre el cometido de la institución
dentro del Estado y su financiamiento. Subcategorías: Reglamentos,
Financiamiento.
3. Enseñanza: La actividad pedagógica propiamente tal del establecimiento.
Subcategorías: Currículum, Material Pedagógico.
Esta categorización permite responder las preguntas de investigación, cumplir
con los objetivos secundarios planteados y al analizar la interrelación de estas
categorías, cumplir el objetivo general respecto al devenir histórico del Colegio
Militar.

3.5 Criterios de calidad de la Investigación

Dentro de la evaluación de los datos, usamos la crítica histórica para


asegurarnos de su validez. Cohen, Manion y Morrison (2003) abordan la crítica
histórica así:

Historical criticism is usually undertaken in two stages: first, the authenticity of the
source is appraised; and second, the accuracy or worth of the data is evaluated. The two
processes are known as external and internal criticism respectively, and since they each
present problems of evaluation they merit further inspection.

Respecto a la autenticidad de los datos, hemos trabajado con los archivos


digitalizados oficiales de la Sedena, que son fuente primaria. Si hay alguna
discrepancia entre las fuentes secundarias y estas, preferimos las primarias. Si
hay discrepancia entre fuentes primarias, lo hacemos notar, o no tomamos en
cuenta el dato en disputa por falta de exactitud, a menos que a través de
triangulación sea respaldado por otra fuente de la época. Por otro lado, en la
medida de lo posible, se han verificado los datos de fuentes secundarias con los
archivos del Sedena, otras fuentes de la época, u otras fuentes secundarias, en
ese orden. Además, se han preferido biografías de la época (por tener más el
23

carácter de fuente primaria) a las actuales, siempre y cuando las primeras


existan.

Respecto a los sesgos, que atentan contra la calidad de una obra histórica,
Cohen, Manion y Morrison (2003) señalan:

Examining possible sources of bias which prevent researchers from finding out what
is wanted and using techniques to minimize the possible sources of bias. Researchers
generally recognize three sources of bias: those arising from the subject being
interviewed, those arising from themselves as researchers and those arising from the
subject– researcher interaction.

En cuanto a los sesgos que pudieran tener las fuentes, destacamos que los
principales documentos que usamos no son cartas, autobiografías, obras
historiográficas, u otros de la misma índole, sino documentos oficiales y registros
del Colegio, lo que minimiza los sesgos. Además, los constantes cambios de
gobierno durante el periodo estudiado en México, nos permiten apreciar
diferentes ideologías y tipos de administración para gestionar el Colegio Militar,
de modo que su comparación también minimiza sus potenciales sesgos.

Respecto a los sesgos del investigador, se hace presente que no ha


pertenecido al Colegio Militar o a alguna agrupación detractora. Tampoco su
formación académica se fundamenta en alguna corriente historiográfica
mexicana en particular, ni tiene intereses creados con alguna institución de tipo
militar.

Finalmente, respecto a los sesgos que pudieran surgir de la interacción


investigador-sujeto, dado que no estamos escribiendo una biografía o la historia
de una institución o de una ideología a la que el investigador haya adherido, o
que le haya perjudicado, consideramos también minimizado esta clase de sesgo.
24

CAPÍTULO IV: MARCO CONTEXTUAL HISTÓRICO

En este capítulo se presentará una reseña de la historia del Heroico Colegio


Militar dentro del contexto nacional del devenir de México y de su ejército. Para
ello, nos valdremos de la historia de sus directores y profesores, de la relación
entre el establecimiento y el gobierno de turno, así como de su gestión financiera
y educativa, a fin de tener una panorámica transversal de los distintos periodos
históricos que cruzan el acontecer del Colegio Militar.

En primer lugar, analizaremos la historia del Colegio durante los años del
llamado “México Independiente (1821-1855)”. Luego, veremos cómo evoluciona
en el siguiente periodo de “La Reforma (1855-1867)”, así como también el
periodo posterior llamado tradicionalmente “República Restaurada (1867-1876)”.

4. EL COLEGIO MILITAR DURANTE EL MÉXICO INDEPENDIENTE


(1821-1855)

4.1 Periodización

Al examinar este periodo de la Historia de México a la luz de los hechos


ocurridos en el Colegio Militar, lo dividiremos en los siguientes subperiodos en
los que habitualmente se subdivide:

Primer Imperio Mexicano (1821-1823)

 Intentos españoles de reconquista de México (1821-1829)

Primera República Federal (1823-1835)

República Centralista (1835-1846)


25

 Independencia de Texas (1835-1836)


 Primera Intervención Francesa (1838-1839)

Segunda República Federal (1846-1855)

 Intervención estadounidense (1846-1848)


 Revolución de Ayutla (1854-1855)

A grandes rasgos, esta época se caracterizó por diversas luchas intestinas:


primero entre monárquicos y republicanos, luego entre liberales y conservadores,
federalistas y centralistas, proteccionistas y librecambistas y otros. Esta situación
debilitó mucho a la naciente república, lo que desembocó en que enfrentara las
primeras intervenciones extranjeras en sus asuntos internos, siendo la más
desastrosa la invasión estadounidense, que le hizo perder cerca de la mitad de
su territorio. Este periodo estuvo fuertemente marcado por el liderazgo político de
Antonio López de Santa Anna (quién se movió políticamente entre todas las
ideologías) y llegó a su fin cuando emerge con la revolución de Ayutla el partido
liberal, y con el tiempo, Benito Juárez.

4.2 Primer Imperio Mexicano (1821-1823)

El Colegio Militar se fundó luego de conseguida la independencia, durante el


gobierno de Agustín de Iturbide, conocido también como emperador Agustín I.
Sobre este hecho arroja luz la “Breve Historia de los edificios y locales que ha
ocupado el Heroico Colegio Militar” al señalar lo siguiente (Sedena.gob.mx,
2010):

Después de la proclamación del Emperador Agustín de Iturbide, en ese mismo año,


se estableció la escuela, con el nombre de “Academia de Cadetes”, destinándosele el
antiguo edificio del Tribunal de la Inquisición y confiándose la dirección al general García
Conde.
26

Por lo tanto, el Colegio Militar fue fundado “después” de Mayo de 1822 (la
fecha de proclamación de Agustín de Iturbide como emperador) por el ingeniero
militar español Diego García Conde (1760-1826).

4.2.1 Diego García Conde, Primer Director del Colegio Militar (1822-1823)

Las primeras noticias que tenemos sobre Diego García Conde las hallamos en
una obra de consulta de la época, la “Biblioteca Hispano Americana
Septentrional”, publicada entre 1816 y 1821 (Beristain y Souza, 1883):

Natural del principado de Cataluña. De alférez de reales guardias españolas, pasó de


capitán al regimiento de dragones de México, de cuyo grado ascendió por antigüedad y
sobresalientes méritos al de brigadier con el mando del regimiento provincial de
dragones de la Puebla. En la revolución general de la N.E. (Nueva España), acreditó su
valor pericia militar y política; y hoy se halla de comandante general de las armas de la
provincia de Zacatecas. De su buen gusto e inteligencia en la música y poesía ha dado
bastantes pruebas en varias canciones, que ha compuesto en elogio de los jefes y tropas
hispano-americas, y para fomentar su entusiasmo patriótico. Y de sus vastos
conocimientos y aplicación en las matemáticas, especialmente en la arquitectura y
geografía, serán eternos monumentos el nuevo camino de Veracruz a Jalapa, el famoso
puente del rey sobre el río de la antigua, y el hermoso, magnífico y exactísimo plan o
mapa topográfico de la Ciudad de México, que publicó en 18... Escribió también “Noticia
circunstanciada de los trabajos y necesidades, que en compañía del coronel Rul y del
intendente Merino heridos y golpeados, pasó el autor prisionero de los insurgentes, y del
manejo y proyecto de estos enemigos”.

García Conde escribió la mencionada obra relatando cómo había sido


apresado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla (cuya revolución lo llevaría a ser
después catalogado como Padre de la Patria de México) durante las primeras
acciones de la independencia en octubre y noviembre de 1810. Como coronel
realista, redactó dicha relación al virrey Venegas sobre los insurgentes o patriotas
abarcando dichos meses, recogida por el historiador Lucas Alamán en su
“Historia de México” (Alamán y Alamán, 1942).

Tal como Agustín de Iturbide, García Conde había pertenecido al ejército


realista al comienzo de la lucha independentista. Sin embargo, como declara la
27

“Breve Historia de los edificios y locales que ha ocupado el Heroico Colegio


Militar” (Sedena.gob.mx, 2010):

Al consumarse la independencia, la mayoría de los ingenieros militares españoles


que formaban la sub-inspección en esta tierra, optaron por regresar a España. Los pocos
que permanecieron, adoptaron la ciudadanía mexicana, entre ellos se encontró el
Brigadier realista Diego García Conde, quien el 13 de octubre de 1821 juró la
independencia de México, reconociéndosele el grado de Mariscal de Campo.

La obra “Los ingenieros militares en el México Independiente” añade


(Ingenieros, 2014):

La unión entre españoles y mexicanos se hizo tangible, al incorporarse al ejército un


gran número de militares españoles con muchos méritos profesionales, y que por haber
estado largo tiempo en nuestras tierras las querían como propias. Como ejemplo de lo
anterior y de conformidad con nuestro tema, el entonces Brigadier Diego García Conde,
ameritado militar de un gran profesionalismo, vio la oportunidad de servir a aquel naciente
país en donde había pasado cerca de 40 años, y de inmediato Iturbide su antiguo
subordinado, le confió la Dirección de Ingenieros y lo ascendió a Mariscal de Campo.

Como señaló su contemporáneo Beristain en la ya mencionada “Biblioteca


Hispano Americana Septentrional”, García Conde tenía “vastos conocimientos y
aplicación en las matemáticas, especialmente en la arquitectura y geografía”, lo
que aunado a su pericia militar lo hicieron idóneo para que Agustín de Iturbide,
“su antiguo subordinado”, lo nombrara Director del Colegio Militar. La Sedena
agregó (Sedena.gob.mx, 2010):

El 12 de enero de 1822, la regencia nombra al Mariscal de Campo Diego García


Conde, Director General de Ingenieros, quien presenta a la citada regencia un proyecto
para crear un colegio militar en donde se impartieran los conocimientos científicos
necesarios a los oficiales del ejército y a los jóvenes que quisieran abrazar la carrera de
la ingeniería militar. Proponía además, la creación del Cuerpo de Ingenieros formado por
un batallón de minadores y zapadores. Al ser turnado este proyecto al poder legislativo,
éste dictaminó que se archivara hasta que el ejército quedara totalmente organizado.

Aquí tenemos entonces la primera propuesta de García Conde para crear un


colegio militar. ¿Por qué archivó la propuesta el Congreso, en vez de aprobarla?

El Congreso no pudo aprobarla debido a los problemas económicos por los que
atravesaba la nación. Ante tal resolución y no dándose por vencido, el Mariscal propuso
al menos que se le permitiera reunir a todos los Cadetes de los Cuerpos y algunos
Oficiales que así lo solicitaron, con el fin de que recibieran academias para mejorar su
preparación y desempeño; para el efecto, logró que se ordenara la concentración de los
28

mencionados cadetes y se empezaran a impartir algunos conocimientos básicos,


estableciéndose de hecho, una Academia de Cadetes que la gente llamaba “Colegio
Militar de México” y también “Academia de Ingenieros”, porque era en la Dirección de
Ingenieros donde recibían sus clases”, (Ingenieros, 2014).

Como vemos, García Conde insistió en su proyecto educativo. Con su


impulso, comenzaron las clases en condiciones informales. “Los ingenieros
militares en el México Independiente” señala (Ingenieros, 2014):

A mediados de 1822 y ya siendo Emperador Iturbide, la Academia fue integrándose y quedó


instalada en forma provisional, en el edificio que había ocupado el Tribunal de la Inquisición, que
apenas hacía 2 años que había sido clausurado… Como los cadetes no habían causado baja de
sus corporaciones y estaban reunidos de una manera informal, sin constituir un cuerpo especial
en el Ejército, no tenían un director oficialmente nombrado para ello, siendo el cerebro y el alma
el Mariscal García Conde, quien dirigía todos los trabajos relacionados con la enseñanza teórico-
práctica, impartiendo personalmente diversas cátedras. En noviembre de 1822, el propio García
Conde redactó un reglamento provisional que fue aprobado por el Ministerio de Guerra, y servía
para normar relativamente su funcionamiento, haciéndose los cursos por semestres; este
reglamento puede considerarse como el verdadero origen de lo que posteriormente se llamó
Colegio Militar.

4.2.2 Primer plantel del Colegio Militar (1822-1823)

La obra “Los ingenieros militares en el México Independiente” hizo una reseña


de los primeros profesores del Colegio (Ingenieros, 2014):

Esta academia de ingenieros inicia de manera informal sus actividades en mayo de


1822, en el edificio de la Ex-Inquisición, que ocupaba la Dirección de Ingenieros, teniendo
como Jefe de Estudios al doctor y patriota coronel de Ingenieros Manuel de Mier y Terán,
que provenía del Colegio de Minería; como Profesor de Dibujo y Lavado de Planos, al
Sargento Mayor de Ingenieros José María de Echandía, quien posteriormente substituiría
al Coronel Mier y Terán en su cargo en el Plantel; la enseñanza de las matemáticas la
impartía el distinguido Ingeniero de Minas y Capitán de Ingenieros Tomás Ramón del
Moral; como Profesor de cálculo infinitesimal tenían al Teniente de Ingenieros
Constantino Tarnava Malcheschi, que había estudiado la carrera de Ingeniero Militar en
su tierra natal Francia y también en la materia de Matemáticas a los Subtenientes de
Ingenieros Joaquín Velázquez de León y José María Casas, que habían sido alumnos
del Seminario de Minería, constituyéndose, de esta manera, el primer cuadro docente
militar. En ésta que pudiéramos llamar primera etapa, se gradúan el 21 de Noviembre de
1822 los jóvenes Antonio Sarabia, Manuel Duque de Estrada y José María Cortés
Gallardo.

De estos primeros profesores, del francés Constantino Tarnava y de José


María Casas, sabemos muy poco. Según María Cruz Márquez (2009), Tarnava
29

fue “alumno de la Escuela Politécnica de París”. Sobre Casas, esta misma autora
dice que fue un “ex alumno del Colegio de Minería”.

Tampoco tenemos mayores noticias sobre los tres primeros graduados del
Colegio Militar señalados arriba. Sin embargo, de los profesores Mier, Echandía,
Moral y Velázquez tenemos suficiente información como para hacernos un
cuadro de su calidad docente y de la instrucción de la época. A continuación
haremos una pequeña reseña de su vida académica y su repercusión en la
historia de México.

4.2.2.1 Tomás Ramón del Moral, Ingeniero Geógrafo y de Minas

En primer lugar, cabe destacar como docente a Tomás Ramón del Moral
(muerto en 1847), quien llegaría a ser con el tiempo profesor de geodesia (y autor
del primer texto del ramo editado en México) del Colegio Nacional de Minería,
“ingeniero geógrafo y de minas, miembro del Instituto Nacional de Geografía y
Estadística, y de la Junta Directiva General de Estudios, y corresponsal de la
Sociedad Geológica de Pensilvania” (Moral, 1852). Respecto a su clase de
“delineación y cosmografía” en el Colegio de Minería, se nos dice que enseñaba
“el dibujo de máquinas, planos y cartas geográficas, el manejo de los
instrumentos de reflexión y el modo de situar astronómicamente los lugares de la
tierra”. Esta clase duraba de “dos a tres y media de la tarde” (Cumplido, 1841).
Tales detalles nos permiten hacernos una idea aproximada de cómo eran las
clases de este profesor al inaugurarse el Colegio Militar.

4.2.2.2 Joaquín Velázquez de León, Creador de Colegios y Ministro de


Estado

De entre sus primeros profesores, también podemos relevar a Joaquín


Velázquez de León. Al contar con la “Biografía del Señor D. Joaquín Velázquez
de León” (Ramírez 1885), escrita para la Secretaría de Fomento de México,
30

podemos tener acceso a bastante información sobre su vida académica. He aquí


un resumen de su carrera, basada en la antes mencionada biografía:

Su primo, Joaquín Velázquez de León y Cárdenas (1732-1786) había sido


‘matemático, astrónomo, lingüista y jurisconsulto, primer director del Tribunal de
Minería y autor de sus ordenanzas en la Nueva España, vinculado al proyecto de
creación del Real Colegio de Minería. La citada fuente (Ramírez 1885) alude a la
Ordenanza de 1783, artículo 2, título XVIII que decreta la fundación del Colegio
de Minería. Esta Ordenanza estableció 25 plazas para alumnos

españoles o indios nobles siendo siempre preferidos los descendientes o parientes


próximos de mineros, principalmente aquellos padres que estuvieran avecindados en los
Reales de Minas.

Si cumplían estos requisitos, los alumnos recibirían además de la educación,


los alimentos y vestidos. Estos alumnos, o sus plazas se llamaban “de erección”
y entre estos contamos a don Joaquín Velázquez de León, futuro profesor del
Colegio Militar.

Concluidos sus estudios primarios y secundarios, a los 14 años entró “con el


carácter de alumno de erección” al Colegio de Minería el 26 de Febrero de 1817.
Nos señala su biografía (Ramírez 1885): “Allí estudió los dos primeros cursos de
Matemáticas, que comprendían Aritmética, Álgebra, Geometría y Trigonometría”,
durante 1817 y 1818, “bajo la dirección del entendido matemático D. Manuel de
Castro, que en su tiempo era reputado como el primero en cuyo curso quedó en
segundo lugar”. Nuestra fuente (Ramírez 1885), respecto al Segundo Curso de
Matemáticas, nos da el contenido que cursó en 1819 nuestro futuro docente con
Joaquín Ramírez: “Aplicación del Álgebra a la Geometría, secciones cónicas,
cálculo infinitesimal, ecuaciones de grado superior al segundo, Geometría
Práctica y Geometría Subterránea”. Luego, en 1820 estudió Física con Manuel
Ruiz de Tejada (el “sabio Tejada” que mencionó en sus obras el connotado
geógrafo alemán Alexander Von Humboldt en su paso por México) ganando el
primer lugar de su curso. En 1821 estudió Química con Manuel Herrera, además
de Topografía, Geodesia, Astronomía y Delineación, impartidos por el ya
mencionado Tomás Ramón del Moral.
31

Sin embargo, sus estudios se interrumpen a mediados de 1821, cuando se


pone al servicio militar de Manuel Mier y Terán (también futuro miembro del
primer plantel de profesores del Colegio Militar). Se le nombró Subteniente del
Cuerpo de Ingenieros en Febrero de 1822, luego de rendir “un brillante examen
en que demostró ampliamente sus conocimientos nada comunes”. En la biografía
de Joaquín Velázquez se nos plantea (Ramírez 1885):

Merced a la extensión y profundidad de los conocimientos que en el Colegio de


Minería había adquirido y en sus diferentes exámenes acreditado, se le nombró con fecha
23 de Enero de 1823, Catedrático del Segundo Curso de Matemáticas en el Cuerpo de
Ingenieros.

El Sargento Mayor del Cuerpo de Ingenieros, José María de Echandía, Jefe


de Estudios del Colegio Militar, el 15 de Octubre de 1823 le expidió a Joaquín
Velázquez por su cátedra “un certificado muy honorífico”.

Su carrera académica posterior está llena de éxitos. En 1826 fue nombrado


Director interino del Cuerpo y Colegio de Ingenieros (a la vez que desempeñaba
las cátedras de Física y Cosmografía). En 1828 ingresó a la Comisión de
Estadística del Estado de México (cuyo Jefe era Tomás Ramón del Moral) como
“Ingeniero Geógrafo”. Alejado del ejército en 1831, en 1833 fue nombrado Socio
del recién creado Instituto de Geografía y Estadística. En virtud de la ley del 28
de octubre de 1824, que “decretaba la remisión a Roma con el carácter de
pensionados para perfeccionar sus conocimientos a los jóvenes que más
hubieran sobresalido en determinados ramos de sus estudios”, Velázquez fue
enviado a Roma en 1835 “pensionado en el ramo de arquitectura”, a la vez que
se desempeñó en la embajada mexicana en el Vaticano. De regreso en México,
en 1839 fue nombrado vocal de la recién creada Junta de Instrucción Pública. En
1843, en el Colegio de Minería enseñó Zoología y Geología, ampliando el libro
de texto del profesor Beudant para colegios de Francia, consultando otros
autores. Fue nombrado miembro de la Junta Directiva General de Estudios en
1845. En 1851 ayudó a concluir la Carta General, Atlas y Portulano de la
República, que no pudo publicarse por “falta de fondos”.
32

Fue el primer ministro de Fomento (1853-1855) en el gobierno de Antonio


López de Santa Anna y ministro de Estado del Emperador del segundo imperio
mexicano, Maximiliano (1864-1866). Como ministro de Fomento, fue nombrado
Director del Colegio de Minería (su Alma Mater), modificando su programa de
estudios. Creó en 1854 la Escuela Especial de Comercio (anteriormente también
había sugerido crear una Escuela de Agricultura, creándose el Colegio de San
Gregorio en 1850). Además, en 1854 fue nombrado uno de los 15 miembros de
la Academia de Historia.

Sin duda, al hacer un breve resumen del currículum de Joaquín Velázquez de


León, notamos la gran calidad y preparación académica de los primeros
profesores del Colegio Militar, así como un panorama general de la educación en
México durante su vida.

4.2.2.3 José María de Echandía (Echeandía), Arquitecto Perito

Las fuentes en inglés se centran principalmente en su papel como Gobernador


de California (1825-1831, 1832-1833). Sin embargo, podemos leer breves
menciones a su carrera académica, como por ejemplo en “History of San Diego”
(Smythe, 1908):

Before coming to California, he was a Lieutenant-Colonel connected with a college of


engineers in Mexico… After leaving California he was very poor until 1835, when, an
earthquake having damaged a number of buildings, his services as engineer were in
demand and he became prosperous.

Por otro lado, tenemos una biografía en español centrada en su vida


académica en el libro “La Academia de San Carlos y los constructores del
Neoclásico” (Fuentes Rojas E., 2002). Tal fuente nos dice que nació en 1786 y
entró a la Real Academia de San Carlos de las Nobles Artes a los 14 años. Cuatro
años después, “solicitó una de las pensiones vacantes para el ramo de
Arquitectura”. Postuló presentando además del certificado de bautismo, un
expediente del director Antonio González Velázquez verificando sus planos de la
33

Capilla de Santa Teresa y un certificado de estudios de álgebra, geometría


especulativa y trigonometría, otorgado por Diego Guadalajara Tello.

Según la misma fuente, 10 años después Echandía obtuvo el grado académico


de mérito y perfeccionó sus matemáticas en el Colegio de Minería, además de
estudiar Física, Química y Arquitectura. En 1821 se incorporó al “Ejército
Trigarante” o de las “Tres Garantías” (que llevaría a Agustín de Iturbide a ser
emperador), desde donde llegó al Colegio Militar para luego desempeñarse allí
como Jefe de Estudios.

Posteriormente, en 1834 fue profesor de Arquitectura en el Seminario de


Minería, y de Matemáticas en la Academia. Ese año sus alumnos de matemáticas
expresaron su preferencia por Echandía, en lo más parecido a una moderna
evaluación docente: “argumentando el avance que lograron en comparación con
el curso del profesor Manuel de Castro” (el ya citado profesor de Joaquín
Velázquez). En 1834 también se nombra a Echandía “arquitecto perito”.

4.2.2.4 Manuel de Mier y Terán, revolucionario y talentoso estudiante

Aunque este personaje está más ligado a la historia política y militar de México,
también tuvo atributos como para haber sido el primer Jefe de Estudios del
Colegio Militar. Como dice el artículo “Pablo de la Llave, un ilustrado entre dos
siglos y dos mundos” (Huerta Jaramillo, 1999):

Mier y Terán (quien murió en julio de 1832) no sólo se había dedicado al estudio de la
cosa militar, sino que también amaba con pasión las humanidades, la astronomía, la
mineralogía, la química, y muy particularmente, la ciencia de los vegetales.

Respecto a su vida académica tenemos muy poca información en español, por


lo que citaremos una biografía suya en inglés (Morton, 1942):

Manuel tempranamente mostró una aptitud especial para las matemáticas e


ingeniería. Asistió al Colegio de Minería de Ciudad de México, graduándose en 1811. En
el Colegio de Minería aplicó su habilidad matemática a la balística.
34

Como “talentoso estudiante”, se unió a las fuerzas insurgentes


independentistas como artillero el mismo año. Al año siguiente, el líder
insurgente sucesor de Hidalgo, José María Morelos en Tehuacán se impresionó
con el joven soldado y lo puso a trabajar en la fabricación de municiones, así
como en la instrucción de nuevos reclutas. En el transcurso de la guerra, Mier
incluso llegó a liderar las tropas insurgentes.

Luego, durante el efímero Imperio de Iturbide, como diputado

sus discursos en el Congreso revelan un íntimo conocimiento de un amplio rango de


disciplinas… Sus discursos eran más del tipo que uno pudiera esperar de un académico
y estudiante de asuntos mundanos que de un soldado.

Fue también Director del Colegio de Artillería (1824-1827), cargo que deja para
dirigir la Comisión de Límites entre Estados Unidos y México, integrada por
hombres de ciencias.

Los primeros profesores del Colegio Militar fueron destacados alumnos en su


periodo de formación, algunos becados en sus estudios (incluso al extranjero),
con un fuerte manejo curricular de sus disciplinas y bien calificados por sus
alumnos. Estos profesores se educaron en los mejores centros de enseñanza de
su época: El Colegio de Minería y la Academia de San Carlos. Además, tuvieron
grandes carreras como maestros después de dejar de estar vinculados al Colegio
Militar, incluso participando en la creación de nuevos colegios y academias. De
esta manera, el Colegio Militar abrió sus puertas con los mejores auspicios
pedagógicos.
35

4.2.3 Financiamiento del Colegio Militar del Imperio Mexicano durante la


administración de García Conde (1822-1823)

En esta primera etapa, notamos que desde el comienzo esta institución pasó
por problemas económicos como ya tratamos al relatar la fundación del Colegio.
María Rodríguez-Sala (2004) comentó sobre este punto:

Desgraciadamente, las condiciones del erario no permitían apoyar de manera


decidida este proyecto, por lo que García Conde demandó un apoyo en efectivo que sólo
se pudo concretar en 250 pesos por única vez, más 50 pesos mensuales.

El artículo “Los ingenieros militares en el México Independiente” (Ingenieros,


2014) también habló sobre la precariedad de la institución:

La situación política del país y la poca importancia, que por la ignorancia de sus
elevados fines, le dieron la sociedad, el propio Gobierno y el Ejército, tuvo una vida
precaria, llena de sinsabores, que sólo el ejemplo y la perseverancia de un ingeniero
como era su creador, lograron hacerla sobrevivir.

La Sedena resumió la situación del financiamiento del Colegio Militar en este


periodo de la siguiente manera:

Debido a las condiciones inadecuadas para impartir la instrucción militar y, a pesar de


las dificultades y pobreza del gobierno del Emperador Iturbide, la Academia de Cadetes
ocupó solamente un año el edificio de la Inquisición y por solicitud de su director fue
destinada a un lugar más conveniente. (Archivohistorico2010.sedena.gob.mx, 2010)

4.3 Primera República Federal (1823-1835)

Antes incluso de que se produjera el destronamiento del emperador Agustín


de Iturbide, la historia del Colegio Militar hizo eco de lo que estaba pasando en
México en ese momento:

En diciembre de 1822 se llevó a cabo en Veracruz el Cuartelazo de Santa Anna, que


determinó que muchos cadetes regresaran a los cuerpos en que estaban comisionados,
y el plantel, como era lógico, recibió con ello y con las solicitudes de alumnos para ir a
filas un serio trastorno. (Ingenieros, 2014).
36

El general Antonio López de Santa Anna, a través del “Plan de Veracruz” y


luego del “Plan de Casa Mata” se pronunció a favor de la República. Al apoyar a
Guadalupe Victoria, se destronó al emperador Iturbide en marzo de 1823. En
tanto, Guadalupe Victoria formó parte del gobierno provisional (hasta que asumió
la recién creada presidencia de la República, desde 1824 hasta 1829). Sin
embargo, el Colegio Militar afrontó bien el cambio de gobierno:

En agosto de 1823 se logró presentar un buen informe del semestre, graduando a 16


alumnos, de los cuales los que habían obtenido la nota de sobresaliente pasarían al
cuerpo de ingenieros, y el resto a otras armas. (Ingenieros, 2014).

Después del gobierno del general Guadalupe Victoria, el país se enfrentó entre
diferentes facciones, principalmente liberales y conservadores, siendo la figura
relevante del periodo el general Antonio López de Santa Anna. La República
Centralista terminó luego de una serie de efímeros mandatos presidenciales,
pronunciamientos militares y gobiernos provisionales, dando paso a la República
Centralista.

4.3.1 Gestión del Estado Mayor del Ejército con respecto al Colegio
Militar (1823)

El gobierno que sucedió al emperador Agustín de Iturbide se dio a la tarea de


reorganizar el ejército. Para ello, creó el Estado Mayor del Ejército, que tuvo
amplias repercusiones en la gestión del Colegio Militar. Como se señaló en “Los
ingenieros militares en el México Independiente” (Ingenieros, 2014):

Con fecha 3 de septiembre de 1823, se publica un Decreto creándose el estado Mayor


General del Ejército, estableciéndose entre otros muchos aspectos, los lineamientos para
formar el pie veterano de este nuevo cuerpo, recayendo tal distinción en los Coroneles
de Ingenieros Manuel de Mier y Terán y José Antonio Rincón, así como en los
Subtenientes Ingenieros José María Mestre, José María Cortés Gallardo, Joaquín
Velázquez de León y Contreras, y tres Oficiales de caballería que se encontraban
agregados al Cuerpo de Ingenieros. Así mismo, pasó a depender de este Organismo la
“Academia de Ingenieros”, designada ahora como “Colegio Militar” y estableciéndose
en la Fortaleza de San Carlos de Perote, Ver[acruz]. El Ejército sufría una gran
modificación al suprimirse el Cuerpo de Ingenieros y crearse el Cuerpo de Estado Mayor
37

del Ejército, de quien pasaron a depender todos los establecimientos de enseñanza


militar.

Por lo tanto, el Colegio Militar experimentó en este periodo dos cambios


fundamentales: Pasó a depender del recién creado Estado Mayor y mudó sus
dependencias a Perote, situada aproximadamente a medio camino entre Ciudad
de México y Veracruz.

Ahora bien, el Estado Mayor tenía que estar compuesto por personas con los
conocimientos adecuados no solo en materia militar, sino también educativa para
efectuar una gestión apropiada de instituciones de enseñanza, precisamente del
Colegio Militar. El “Reglamento Provisional del Estado Mayor General” del 19 de
Noviembre de 1823, estipulaba en su capítulo I, artículo 12 (Ramírez y Sesma,
1827) que los aspirantes a conformar el Estado Mayor deberían pasar un examen
que abarcara las siguientes materias:

Aritmética, geometría especulativa y práctica, trigonometría, ecuaciones de primero y


segundo grado, principios de secciones cónicas, fortificación, ataque y defensa de plazas
y puestos; y tener instrucción de todos los empleos del ejército, táctica del arma en que
haya servido cada uno, conocimiento de las otras armas, principios de castrametación,
método para formar un itinerario: conocimiento de la historia en general y de la particular
de la nación, principios de dibujo natural y delineación: los componentes para levantar un
plano topográfico, idea de las órdenes de arquitectura, y conocimiento cuando menos de
un idioma extranjero.

La Sección Central del Estado Mayor estaba dividida en 4 departamentos, de


acuerdo al capítulo II artículo 1 del citado Reglamento. El departamento que
interesa en esta investigación es el de “topografía y estadística”. El artículo 5 de
dicho capítulo indicó sus labores (Ramírez y Sesma, 1827):

1°…Hará los planos topográficos que sean necesarios de las marchas, posiciones,
acantonamientos, campos, acciones, plazas de guerra y puestos fortificados, ya sean
para el general en jefe del ejército en campaña y su jefe de estado mayor; o ya para el
del Estado Mayor General y Ministerio de la Guerra.
2° Cuidará de que en las provincias se formen los planos topográficos, geográficos e
icnográficos de ellas, de sus plazas y edificios militares y otras que convengan: los que
remitidos a la Sección Central se rectificarán en ella para presentarlos al gobierno.
3° También se formarán además relaciones y estados de la población respectiva de
las provincias: clasificando sus habitantes, y describiendo sus ciudades, villas, pueblos y
haciendas; sus ríos y fuentes particulares; sus manufacturas y cultivos, calidades y
artículos de ambos ramos; sus tierras cultivadas y baldías, y a quienes estas pertenecen;
38

las minas de metales u otros minerales, y el laborío y producto de las que se trabajan. En
una palabra, todas las noticias correspondientes a la estadística.

De entre los primeros miembros del Estado Mayor, consta que Manuel de Mier
y Terán, y Joaquín Velázquez de León (cuyos antecedentes académicos ya
revisamos al tratar sobre los primeros profesores del Colegio Militar) tuvieron
claras aptitudes como para encargarse de las labores profesionales mencionadas
arriba.

4.3.2 Traslado del Colegio Militar desde Ciudad de México a la Fortaleza


de San Carlos de Perote (1823-1828)

Dando cumplimiento al Decreto del 3 de Septiembre de 1823 se produjo el


traslado del Colegio Militar desde la capital, incluyendo a “los maestros
necesarios a su instrucción” (Ramírez y Sesma, 1827). Como señala la memoria
"De los Tratados de Teoloyucan a la consolidación del gobierno civil"
(Academia.edu, 2015):

Para el día 11 de octubre, el señor Ministro de Guerra, general D. José Joaquín de


Herrera, ex realista expidió un Decreto, creando el colegio militar y ordenando que todos
los cadetes de los Cuerpos, exceptuando los de artillería, se concentraran en la Fortaleza
de Perote, Veracruz, donde debía quedar instalado el nuevo plantel, y que los que tenía
a sus órdenes el mariscal García Conde formaran el pie veterano de dicha escuela, que
desde entonces tomó el nombre de Colegio Militar de Perote.

En este nuevo plantel solo se encontraban las tropas de infantería y caballería. Para
finales del mes de octubre de 1823 partieron de la ciudad de México 10 cadetes con
rumbo al nuevo plantel, bajo las órdenes del subteniente de ingenieros y catedrático de
matemáticas, José María Cortés Gallardo. Llegaron los primeros días del mes de
noviembre recibiéndolos el teniente coronel graduado, sargento mayor de caballería
Diego María de Alcalde.

No conocemos mayores detalles de la vida académica de quien trasladó los


cadetes desde la Ciudad de México, José María Cortés Gallardo, (que siguió
desempeñándose como profesor en el Colegio Militar durante la década de 1820)
ni de Diego María de Alcalde, quien los recibió en Perote. Ahora bien, ¿qué pasó
39

con el personal que se quedó en Ciudad de México? La obra “Los ingenieros


militares en el México Independiente” señaló (Ingenieros, 2014):

Don Diego García Conde consiguió que un grupo de Cadetes no marchara a Perote,
a fin de que concluyesen sus estudios en esta Capital, lográndose la graduación como
Oficiales de Ingenieros, de todos ellos en diferentes fechas, haciéndolo los últimos el 24
de enero de 1825, desapareciendo definitivamente con ellos y en esa fecha la llamada
“Academia de Ingenieros”, precursora del Colegio Militar.

4.3.2.1 Los sucesores de Diego García Conde: Domínguez (1823-1824) y


Aréchega (1825-1828)

Habiendo culminado definitivamente la etapa inicial del Colegio con el término


del mandato de García Conde, sus sucesores no impactaron de la misma manera
que él en el mundo educativo. Por ejemplo, no hay registros de que Juan
Domínguez (1823-1824), su sucesor inmediato, tuviera credenciales
académicas. Tampoco de que perteneciera al primer plantel del Colegio Militar.
Su nombramiento aparece en las fuentes muy sucintamente: “El 12 de noviembre
de 1823 es nombrado como primer Director del Plantel, el Coronel de Caballería
Juan Domínguez y Gálvez Otero” (Ingenieros, 2014).

Sin embargo, es destacable de este periodo la dictación del “Reglamento


Provisional para las escuelas que se establezcan para la juventud que se dedica
a la carrera de las armas” del 19 de Noviembre de 1823 (Ramírez y Sesma,
1827), que en el siguiente capítulo analizaremos en detalle pues arroja luz sobre
nuestras preguntas de investigación. Baste señalar en este punto el currículum
que ofrece a los estudiantes, según su artículo 39:

Aritmética vulgar.
Elementos de geometría especulativa y práctica.
Táctica general, y la particular de las tres armas del ejército. Definiciones y primeros
elementos de fortificación.
Las ordenanzas generales del ejército, haciéndoles tomar de memoria las
obligaciones desde coronel inclusive, hasta soldado.
Leyes penales y órdenes generales para oficiales.
40

Por otro lado, para 1824 el Colegio contaba con 54 jóvenes (Sedena.gob.mx,
2010.), graduándose en enero de 1825 la primera antigüedad de Oficiales de
Infantería y Caballería del Colegio Militar, siendo en total los graduados unos 24
o 25 alumnos. (Academia.edu, 2015). En el capítulo siguiente ahondaremos en
la identidad de estos alumnos, a fin de resolver algunas de las cuestiones que
nos planteamos al comienzo de esta investigación.

Los exámenes que tuvieron que pasar fueron los siguientes, de acuerdo a
María Cruz Márquez (2009):

En la primera y segunda clase, matemáticas; fortificación permanente y pasajera, el


ataque y defensa de plazas y obras de campaña, táctica, estrategia, puentes y
reconocimientos militares, castrametación y minas; en la tercera, dibujo militar y de
paisaje; y en la cuarta, francés.

Juan Domínguez y Gálvez fue sucedido como director del Colegio Militar por
el teniente coronel de caballería José Manuel de Aréchega (1825-1828), quien,
debido a su enfermedad fue sustituido en varias ocasiones durante su periodo
(Academia.edu, 2015).

4.3.2.2 Plantel de Profesores del Colegio Militar durante 1825-1828

Las fuentes no tienen mucha información académica respecto a los docentes


de este periodo en comparación con la del primer plantel. La memoria "De los
Tratados de Teoloyucan a la consolidación del gobierno civil" (Academia.edu,
2015), nombra a estos profesores de la siguiente manera:

Dentro de los catedráticos encontramos al capitán de la Plana Mayor Facultativa de


Artillería José María Blengio, quien además de ser el comandante de la artillería del
fuerte de San Carlos y director de la maestranza, fue maestro de los cadetes y catedrático
de Táctica (14 de abril de 1824 hasta 10 de mayo de 1827). El subteniente de ingenieros
Benigno Téllez sirvió la cátedra de matemáticas, poco tiempo. Sin embrago quien estuvo
por tiempo completo fue el subteniente de ingenieros José María Cortés Gallardo:
desempeñó el primer curso de matemáticas en el plantel, desde sus inicios hasta su
extinción.
41

De los mencionados arriba, al que conocemos con más detalle en el ámbito


educacional es José María Cortés Gallardo, de quien hemos hablado antes en
esta obra.

4.3.2.3 Financiamiento del Colegio Militar durante el periodo 1823-1828

El financiamiento de la institución siguió siendo un problema durante la recién


instaurada República, como lo fue durante el Imperio de Agustín de Iturbide.
Miguel Sánchez Lamego (1961), historiador oficial del Ejército mexicano,
describió la situación así:

Conocido por el general Guadalupe Victoria, presidente la república, el estado


desastroso que guardaba el Colegio Militar, establecido desde 1823 en la fortaleza de
San Carlos de Perote, por la lectura del informe rendido con fecha 29 de septiembre de
1827 por el entonces teniente coronel Ventura Mora, comandante dicho punto
fortificado, y en consecuencia director de aquel plantel educativo, decidió crear un
nuevo centro de instrucción militar precisamente que funcionara en la capital de la
República o en sus alrededores, para que no pudiera escapar de la vigilancia directa del
presidente o del ministro de la Guerra y bajo la dirección de un personal competente y
de capacidad indiscutible. Atendiendo a estas razones y conociendo la preparación
científica y militar de algunos de los componentes del cuerpo de ingenieros del ejército,
decidió que el nuevo Colegio Militar quedara bajo el gobierno de este cuerpo militar. Así
se hizo por decreto de fecha 5 de noviembre del año de 1827.

El mencionado informe del 29 de septiembre de 1827 dio cuenta del “estado


desastroso” del Colegio, que como veremos a continuación, implicó la falta de
recursos económicos. Refiriéndose al mismo informe, la memoria "De los
Tratados de Teoloyucan a la consolidación del gobierno civil" (Academia.edu,
2015) citó directamente, al hablar de la vida lamentable de los alumnos:
“abordando el presupuesto a quinientos pesos por mes, los alumnos están casi
en cueros, sin más cama que un tablado desnudo de todo, con muy mal rancho
y sin lo necesario para el lavado”. La misma fuente señala que “en el año de 1827
la enseñanza tuvo un declive, por una parte por la falta de textos, además hubo
un desajuste financiero y cada día el número de alumnos era más bajo… No
existían documentos, el estado estaba en completo desorden.”
42

Pese a este panorama general, el Colegio presentó algunos logros a fines de


1827 (Ingenieros, 2014), pues “se admitieron a los alumnos que habían estudiado
en las academias los principios de matemáticas y de dibujo, y fue entonces en
verdad cuando empezó a metodizarse la enseñanza de obtener buenos
dividendos en la vida profesional de nuestros ingenieros”. Sin embargo, las
graduaciones de alumnos durante el periodo en que el Colegio Militar estuvo
situado en Perote fueron pocas (Academia.edu, 2015):

El segundo grupo de alumnos egresados lo constituyen 12, que terminan sus estudios
en noviembre de 1825 como subtenientes de infantería y caballería y en el año de 1826
solo egresaron 7 de ellos; para el año de 1827 egresaron 12 alumnos más; en total
durante su existencia en el Fuerte de Perote, el Colegio Militar solo salieron alrededor
de 70 alumnos.

4.3.3 El Colegio Militar regresa a Ciudad de México. Periodo sin Director


(1828-1833)

En 1828, el Colegio Militar no sólo volvió a la capital, sino que también volvió
a depender del cuerpo de ingenieros del Ejército, (igual que en tiempos de su
primer director, Diego García Conde) aunque durante este periodo “no se nombró
a ningún director del plantel” (Cruz Márquez, 2009). Esta reorganización resultó
“como consecuencia de lo anárquico de los cursos impartidos en Perote, así
como de sus limitaciones en recursos materiales” (Ingenieros, 2014).

Con el objeto de configurar el nuevo ordenamiento institucional del Colegio, en


marzo de 1828 se dictó el “Reglamento para el Cuerpo de Ingenieros”. De este
reglamento cabe destacar el tipo de exámenes que tenían que pasar los alumnos
(Cruz Márquez, 2009), entre otras materias:

Aritmética, álgebra elemental, geometría, trigonometría rectilínea y esférica,


geometría práctica, cosmografía, fortificación permanente y pasajera o de campaña, el
ataque y defensa de las plazas o puestos fortificados, arquitectura y dibujo de paisaje y
militar.

A fines de marzo de 1828, el Colegio “contando con sólo diez alumnos y siete
cadetes, fue traído a [Ciudad de] México el personal del Colegio”
43

(Sedena.gob.mx, 2010). Cruz Márquez (2009) nos aclaró que los alumnos “que
pasaron los exámenes y que quisieron seguir la carrera formaron parte del nuevo
plantel”.

Sin embargo, el número de alumnos fue aumentando progresivamente a


finales de la década de 1820. Para julio de 1828, el Colegio contaba “con treinta
y dos alumnos entre cadetes, aspirantes a ingenieros y jóvenes civiles”
(Sedena.gob.mx, 2010). Luego, de acuerdo al historiador Miguel Sánchez
Lamego (1961) “para el año 1829, en el novel Colegio Militar existían,
seguramente para diciembre del año anterior, 64 alumnos (6 Tenientes, 8
Subtenientes, 39 aspirantes y 11 paisanos)”. El mismo historiador explica que los
“paisanos” son “alumnos de procedencia civil”, en contraste con los “aspirantes”
que ya eran militares.

4.3.3.1 Plantel de Profesores del Colegio Militar durante 1828-1833

Entre los docentes de este periodo encontramos a ex alumnos de la institución,


maestros que aportaron también en otros ámbitos de la docencia, e incluso
algunos que llegaron a dirigir el Colegio con posterioridad. María Cruz Márquez
(2009) alistó los siguientes docentes para este periodo:

El capitán Luis Tola en 1829 en la primera clase de matemáticas y el capitán Pedro


García Conde en 1830 y 1831 para la misma clase; el teniente José María Salinas, para la
segunda clase de matemáticas en 1829 y el teniente Ignacio Labastida para la misma
clase pero en 1830 y 1831, el subteniente José Antonio Serrano para la clase de dibujo
en 1829 y 1830 y el subteniente Santiago Blanco para la segunda clase de matemáticas
en 1832.

De entre estos profesores (en el siguiente párrafo los trataremos), mención


especial requiere el teniente D. Ignacio Labastida por su destacada carrera
docente, basándonos en lo que nos dice al respecto el historiador Francisco Sosa
(1884). En su “Biografías de mexicanos distinguidos”, describió sus antecedentes
académicos:
44

Terminada su instrucción primaria, pasó el joven Labastida al Colegio de San Idelfonso


en el que curso la latinidad bajo la dirección del distinguido Dr. Mora y filosofía bajo la
del Lic. Rodríguez Puebla, sobresaliendo por su aplicación al estudio y por sus prendas
personales. Graduado de bachiller en filosofía después de sustentar con honra varios
actos literarios en la Universidad, inscribióse en 1823 en el Colegio de Minería a fin de
dedicarse a la carrera de ingeniero civil. Cinco años permaneció en aquel
establecimiento, presentando en cada uno de ellos lúcidos exámenes.

El 17 de julio de 1828, fue nombrado por el presidente Guadalupe Victoria


subteniente de ingenieros. Sobre su rol en el cuerpo de ingenieros, el historiador
Sosa dice que le fueron encomendadas “varias cátedras del Colegio Militar”. Su
preparación pudo llevarlo a destacar en este ámbito. Sin embargo, murió
defendiendo el fuerte de San Juan de Ulúa, en el puerto de Veracruz, llave para
conquistar México. Falleció a los 32 años de edad en 1838, durante la primera
intervención francesa en México (1838-1839), conocida como “Guerra de los
pasteles” (Sosa, 1884).

Volviendo a los demás profesores, las fuentes consultadas no tienen más


información correspondiente a nuestra investigación de José María Salinas ni de
José Antonio Serrano. Respecto al capitán Luis Tola, tampoco existen mayores
antecedentes en el ámbito educacional (salvo que llegó a ser director del Colegio,
entre los años 1854-1859). En cuanto a Pedro García Conde, fue pariente del
primer director, Diego García Conde y también llegó a dirigir la institución (1836-
1846), por lo cual nos referiremos a él en extenso más adelante.

Sobre Santiago Blanco Duque de Estrada, ex alumno del Colegio, docente del
mismo y también su director (1853-1854), también trataremos más adelante en
este trabajo. Por ahora, lo señalaremos con los egresados del periodo de este
acápite (Sedena.gob.mx, 2010):

Los primeros egresados como ingenieros fueron los Subtenientes Miguel y Santiago
Blanco, que posteriormente fueron Ministro de Guerra y Director del Colegio Militar,
respectivamente. Otro egresado del Colegio en ese tiempo fue Don Santos Degollado,
alma militar de la Guerra de Reforma.
45

4.3.4 El Colegio Militar durante el gobierno del General Antonio López de


Santa Anna, periodo sin Director (1833-1835).

El general Antonio López de Santa Anna (en adelante, Santa Anna) llegó a la
presidencia de la República luego de participar en múltiples conspiraciones,
incluso cambiando de bando. Asumió el poder alternándose en la presidencia con
el liberal Valentín Gómez Farías. Este gobierno es conocido en la historiografía
mexicana como “la Primera Reforma”, que tuvo por objeto marcar la superioridad
del Estado frente a la Iglesia en los asuntos públicos. Estas reformas liberales
también buscaron modernizar el ámbito educacional en general, como señaló
María Cruz Márquez (2009):

En 1833 se establecieron una serie de medidas que reformaron, aunque sea por un
corto tiempo, la enseñanza en México, las cuales afectaron los planes de estudio de las
escuelas, para con ello tratar de impulsar un desarrollo económico

Ahora bien, en lo que respecta al Colegio Militar, en noviembre de 1833 Santa


Anna decretó su reorganización. La “Breve Historia de los edificios y locales que
ha ocupado el Heroico Colegio Militar” (Sedena.gob.mx, 2010) narró al respecto:

El 16 de noviembre de 1833, bajo el Gobierno del General Antonio López Santa Anna,
se expidió el decreto que reorganizaba y establecía al nuevo Colegio Militar y dos días
después se publicó su Reglamento, todo hacía suponer que este centro educativo militar
quedaría establecido y organizado bajo las nuevas bases previstas; en tal disposición se
ordenaba que el Colegio fuera alojado “en el Palacio, Bosque y Fábrica de Chapultepec”,
lugar que no pudo ocupar hasta ocho años después, debido a los trastornos políticos
ocurridos en ese tiempo y la escasez de recursos económicos que padecieron los
gobiernos de aquella época.

El “Reglamento para el Colegio Militar” de 1833 decretado por Santa Anna “en
virtud de sus facultades extraordinarias” contiene mucha información pertinente
a nuestra investigación, que analizaremos en detalle en el siguiente capítulo. La
importancia de este reglamento queda consignada por esta declaración de Cruz
Márquez (2009):
46

A diferencia de las otras reformas educativas liberales de 1833 que fueron abolidas
al siguiente año, la nueva organización educativa planeada para el Colegio se conservó,
pues servía tanto a los fines de los liberales como de los conservadores, aunque se puso
en práctica hasta 1835 por los problemas políticos y la falta de recursos económicos del
país durante esa época.

4.3.4.1 Ignacio Mora y Villamil, Director del Colegio Militar (1835-1836)

Por otro lado, en agosto de 1835 el sucesor de Santa Anna en la presidencia


de la República restableció la práctica de determinar un director para el Colegio
Militar, nombrando al coronel de ingenieros Ignacio Mora y Villamil durante 1835
y 1836 (Ingenieros, 2014). La “The Encyclopedia of the Mexican-American War”
consigna su perfil como docente militar al señalar que fue un “excelente
ingeniero”. Ideó un plan maestro para proteger México y supervisó la
construcción de muchas fortificaciones como inspector militar en jefe de todos
los fuertes y defensas. En 1837 y en 1846 sirvió brevemente como secretario de
Guerra y participó en la guerra contra Estados Unidos (Google Books, 2013).

4.3.4.2 Plantel de Profesores del Colegio Militar durante 1833-1835

Durante estos años, continuó en el establecimiento el profesor José María


Salinas, como profesor del segundo curso de matemáticas, quien estuvo en el
periodo anterior. También continuó como profesor de dibujo el capitán de
ingenieros José Antonio Serrano. Por otro lado, se reincorporó al plantel de
docentes uno de sus fundadores, el teniente coronel retirado José María
Echandía en la cátedra de arquitectura. Un profesor nuevo en el Colegio fue el
capitán de ingenieros Juan Estrada, de quien no conocemos más detalles sobre
su carrera docente (Cruz Márquez, 2009).
47

4.4 República Centralista (1835-1846)

La República Centralista fue el régimen que gobernó México luego de la


reacción conservadora a las reformas liberales que Valentín Gómez Farías había
implementado. Se derogó la Constitución Federal de 1824, se cancelaron las
reformas liberales y se promulgaron las Siete Leyes constitucionales, que
establecieron la centralización del gobierno y la administración. Sin embargo,
durante este periodo sucede la independencia de Texas (1836) y de Yucatán
(1839), además de otros levantamientos internos, así como las intervenciones
extranjeras de Francia (1836-1839) y Estados Unidos (1846-1848). Santa Anna
también fue una figura relevante durante esta etapa y asumió varias veces la
presidencia de la República, dada la inestabilidad política existente (Costeloe,
2000).

4.4.1 Pedro García Conde, Director del Colegio Militar (1836-1846)

Pedro García Conde, pariente del primer director, Diego García Conde, igual
que él tuvo una destacada gestión del establecimiento. Ingresó como cadete al
ejército virreinal antes de cumplir 12 años y participó en las campañas militares
de la independencia. En 1822 ingresó al Colegio de Minería, obteniendo en 1825
el título de ensayador de minas. Ese año se integró al Colegio Militar como
segundo ayudante del Estado Mayor del Ejército. Levantó el “Plano topográfico
del Distrito Federal”, entre otros trabajos cartográficos (Rodríguez-Sala, 2004).

Luego de sus ascensos en el Ejército, recibió el nombramiento como director


del Colegio Militar. Como detalló Cruz Márquez (2009):

El 8 de agosto de 1836 la dirección del plantel fue tomada de manera interina por el
Teniente Coronel Echeandía, pues el Teniente Coronel de Ingenieros Pedro García Conde
que había sido nombrado como director del Colegio se encontraba en Chihuahua
cumpliendo con una comisión, hasta que tomó posesión del cargo el primero de marzo
de 1837, el cual mantuvo hasta el 30 de noviembre de 1846, aunque en varias ocasiones
fue sustituido.
48

En marzo de 1837 también fue nombrado como subdirector el teniente coronel


José Mariano Monterde, quien también llegó a dirigir el Colegio Militar más tarde.
García Conde y Monterde incluso empeñaron su crédito particular para proveer
a la institución de lo necesario. La carrera posterior de García Conde lo llevó a
ser ministro de la Guerra (1844-1845), senador, general durante la guerra contra
Estados Unidos y presidente de la Comisión de Límites de la frontera con dicho
país hasta su muerte en 1851 (Rodríguez-Sala, 2004). Entre sus escritos
podemos mencionar su “Ensayo estadístico sobre el estado de Chihuahua”,
́ Conde, 1842).
publicado en 1842 (Garcia

Sobre su gestión a cargo del Colegio, informó Cruz Márquez (2009):

Pedro García Conde introdujo algunas mejoras, como dotar de uniformes, según lo
marcaba el Reglamento de 1833, pero que no se había cumplido; reducir a dos años el
primer periodo de estudios; que los aspirantes de Marina ya no tomaran clases en la
Escuela de Minería en 1837 y se incorporaran al Colegio, práctica desarrollada hasta
1897 en que se creó la Escuela Naval Militar de Veracruz; logró levantar la institución
suministrando una excelente enseñanza científica y militar que hizo que el gobierno
mediante un nuevo arreglo del Cuerpo de Ingenieros del 14 de septiembre de 1838,
entre otras cosas, aumentara al doble el número de lugares en el plantel y que se
suprimirían los cadetes de los cuerpos pasándolos al Colegio.

Tratando sobre la relación entre la prensa y el Colegio Militar, Xochitl Martínez


González (2012) nos da más antecedentes sobre la gestión de Pedro García
Conde:

Se logró poner en práctica el reglamento de 1833, además de que se recomendó en


1835 el envío de jóvenes a la Escuela Politécnica de París y a West Point en Estados
Unidos. Se hicieron adaptaciones al programa de estudios para el año de 1837 tomando
como referencia el programa utilizado en la Escuela Politécnica de París de ese mismo
año, haciendo que resultara más atractivo para la población el nivel de estudios que se
obtenía en el Colegio, implementándose así una formación más acorde a lo que se
consideraba indispensable para el ejército, por tal motivo el número de estudiantes se
incrementó, de 5 en 1837 hasta 234 en años posteriores. De igual forma, se logró
presentar los alcances de la institución educativa por medio de los exámenes públicos
de 1838 y 1839 ganándose reconocimiento y prestigio por incluir materias científicas en
su plan de estudios, tal condición llevó a afirmar que “el Colegio es, pues, un plantel de
jóvenes dedicados a adquirir por el estudio la ciencia de la guerra”. No obstante de los
logros académicos obtenidos a partir de 1837, en 1841 se denunció la falta de disciplina
y orden de los alumnos así como el deficiente funcionamiento del establecimiento
educativo.
49

Además, en 1840 se creó una Escuela de Aplicación, dependiente del Colegio


Militar, para finalizar la instrucción de capitanes y tenientes de artillería,
ingenieros y plana mayor (Sedena.gob.mx, 2010).

Por otro lado, para 1842 el Colegio Militar se trasladó al castillo de


Chapultepec, en cumplimiento de la disposición de 1833, dejando de depender
de la Dirección General de Ingenieros, sino de la Secretaría de Guerra y Marina.
En materia de reglamentos, García Conde puso en vigor las “Ordenanzas del
Colegio Militar” en 1843, basándose en el reglamento de 1833 que trataremos en
el capítulo siguiente (Ingenieros, 2014).

El esfuerzo personal en sacar adelante la institución, se vio reflejado también


en la forma en que García Conde surte de textos escolares al Colegio. Nos relata
Martínez González (2012):

Se adquirieron setecientos ejemplares de la “Táctica de infantería de 1812” y de libros


para el curso de matemáticas, además de “surtir de instrumentos a los laboratorios…”
con los recursos personales del director. Pese a los problemas financieros, se buscaron
formas de adquirir el material docente necesario para las clases y prácticas, ya fueran
con los pocos recursos proporcionados por el gobierno o con créditos personales, en
este caso de García Conde.

4.4.2 Plantel de Profesores del Colegio Militar durante 1836-1846

Para 1838 los profesores de matemáticas eran el Capitán José María Salinas
(quien estuvo en periodos anteriores), el Capitán Juan Solís y el oficial de Marina
Antonio Sein. Diodoro Serrano se desempeñó como profesor de dibujo. Sobre los
textos usados para la enseñanza, señaló Cruz Márquez (2009):

Se enseñaba con textos franceses, por considerárseles los más adelantados; usando
los siguientes: en geometría y trigonometría, el de Legendre; en matemáticas el de
Bourdon; en astronomía el de Delambre; de geodesia el de Paisant.

El currículum de enseñanza para 1838 comprendió “las tácticas y ordenanzas


de todas las armas, las matemáticas puras, la física, la mecánica, la fortificación
50

en todas sus ramas y la estrategia, la castrametación, la arquitectura, la


astronomía y la geodesia”. En geografía se destacaron “los reconocimientos que,
en un primer tiempo, se hicieron en el Istmo de Tehuantepec… rectificándose los
planos topográficos que existían, y formándose otros nuevos, para integrar la
Carta Geográfica de la República” (Ingenieros, 2014).

Por otro lado, dado el incremento de estudiantes en este periodo, los


profesores tuvieron que hacerse cargo del analfabetismo. A este respecto,
Martínez González (2012) relató:

Al mismo tiempo, los problemas generados por el analfabetismo se hacían presentes


en el establecimiento, pues muchos de sus estudiantes no cumplían con el requisito
académico, pese a que así lo exigía el reglamento, obligando a los profesores a
regularizarlos y por consecuencia se atrasaron las clases, por lo que se pensó en un
sistema educativo formal e informal que abarcara todos los sectores de la jerarquía
militar. Así que se establecieron escuelas de enseñanza primaria para los soldados y se
creó la Escuela Normal del Ejército en 1837, además de una publicación periódica como
auxiliar de la educación que se pretendía llegara a todos los cuerpos y armas del ejército.

Para 1843, el plantel había cambiado: el subdirector era Luis Tola


(mencionado en este trabajo dentro de los docentes de matemáticas del periodo
1828-1833), el Teniente Coronel de Ingenieros José María Salinas (también
mencionado antes), en Matemáticas Superiores, y Lorenzo de la Hidalga, en
Arquitectura Civil (Cruz Márquez, 2009). De entre estos profesores, podemos
relevar al español Lorenzo de la Hidalga, cuya trayectoria la resume Elisa García
Barragán (2002):

Después de titularse en Madrid, de arquitecto, en la Real Academia de Bellas Artes


de San Fernando, continúa sus estudios en París, en el taller de Henri Labrouste, el
arquitecto autor de la paradigmática biblioteca parisina de Santa Genoveva. Conoce a
otros arquitectos como Eugène Viollet Le Duc y Edmond Blanc, y las teorías de Louis
Durand y de Claude Nicolas Ledoux... En 1838, se traslada a México. Rápidamente inicia
sus primeras construcciones en la ciudad de México… El talento de Lorenzo de la Hidalga
le valió varios nombramientos y honores, entre otros el de académico de mérito de la
Academia de San Carlos; el emperador Maximiliano le otorgó el título de "arquitecto de
Palacio y de la Iglesia Catedral". La arquitectura mexicana es deudora de De la Hidalga
por los muchos adelantos que introdujo.
51

4.4.3 Financiamiento del Colegio Militar durante el periodo 1836-1846

Al comienzo de la administración de Pedro García Conde, el Colegio Militar


estaba con problemas económicos, lo que lo motivó a informar a sus superiores
sobre esta situación. Detalló cómo el gobierno había paralizado las obras de
construcción del edificio del Colegio y la subvención estatal se había atrasado
más de un año, lo que resultó en el atraso de los sueldos, en que los alumnos
disminuyeran a apenas siete y que estudiaran sólo dos de los tres años. Planteó
que era mejor abolir el Colegio que tenerlo en ese estado. Luego propuso como
medidas para preservarlo concluir las obras de edificación, abonar
semanalmente los dineros necesarios para el sostén del establecimiento, abolir
los cadetes y pagar toda la deuda que tiene el Colegio “cuando lo permitan las
urgencias del erario” (Rodríguez-Sala, 2004).

En el acápite anterior, se señalaron las medidas que implementó García


Conde para sacar al Colegio de la crisis, dejándolo al término de su
administración mucho más saneado. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos
personales de García Conde, la situación del país impidió mantener bien
financiado el establecimiento, ya que “los proyectos educativos se vieron
obstaculizados por falta de apoyo y recursos, que en su mayoría fueron
desviados para hacer frente al conflicto separatista de Texas y a la intervención
francesa, sin contar con otros conflictos armados y motines” (Martínez González,
2012).

4.5 Segunda República Federal (1846-1855)

La vuelta al federalismo en México es inaugurada por la guerra contra Estados


Unidos y termina con la Revolución de Ayutla, que derroca otra vez al presidente
Santa Anna. Como todos los subperiodos anteriores que componen la época del
México Independiente, la segunda República está caracterizada por la
inestabilidad política, que llevaría a la posterior “Guerra de Reforma” y luego al
segundo Imperio Mexicano.
52

4.5.1 Los sucesores de Pedro García Conde: García Salinas (1846-1847)


y Monterde Segura (1847-1853)

Francisco García Salinas, es un personaje del cual las fuentes consultadas


prácticamente no tienen más que su nombre, fuera de la mención de un motín.
Sólo sabemos que fue “Capitán de Navío Graduado, Capitán de Fragata”
(Sedena.gob.mx, 2010), lo que lo convierte en el único marino que ha dirigido el
Colegio.

José Mariano Monterde Antillón y Segura, por otra parte, fue famoso por su
participación en la batalla de Chapultepec (donde se encontraba el Colegio Militar
en ese entonces, a las afueras de Ciudad de México) en 1847 contra la invasión
de Estados Unidos, en la cual murieron algunos alumnos (Prieto, 1886),
conocidos popularmente como los “Niños Héroes”. Aunque José Monterde fue
director del Colegio en un segundo periodo (1859-1860), no tuvo mayor
trayectoria en el ámbito educacional, siendo más bien político y hombre de armas.

Respecto a los daños que experimentó el Colegio Militar durante la invasión


del ejército de Estados Unidos, informó Cruz Márquez (2009):

Tras el bombardeo estadounidense de septiembre de 1847 el edificio de Chapultepec


quedó en ruinas, por lo que para diciembre de ese año se reiniciaron las clases en el
Cuartel del Rastro, pero por las carencias del edificio se ordenó que los alumnos sólo se
presentaran de 7 a 11 de la mañana y de 3 a 6 de la tarde para tomar clases e instrucción
militar, aunque sin armas pues los estadounidenses se habían quedado con ellas.
Afortunadamente el director del Colegio, el General Monterde, había alquilado una
bodega para guardar los aparatos, instrumentos y parte de la biblioteca.

No obstante, no fue sino hasta que concluyó la guerra con Estados Unidos que
el Colegio con 57 alumnos (Martínez González, 2012), pudo reabrir
completamente:

Así firmados los tratados de paz con los invasores norteamericanos, el Colegio Militar
reiniciaba actividades en junio de 1848, en el llamado Cuartel del Rastro, dado que
Chapultepec se encontraba en ruinas a causa del bombardeo yanqui; para agosto de
1849, los aguiluchos retornan a su “Nido de Chapultepec” ya restaurado (Ingenieros,
2014).
53

A fines de 1849 se encargaron de Europa instrumentos y textos para el


Colegio, para matemáticas la obra de Saint Cyr y para geometría, las de Leroy.

Por otro lado, en materia de reglamentos, se volvió a dictar otro en abril de


1851, agregándose un curso de arquitectura naval y militar. En diciembre de ese
año, se dictó además el “Reglamento de la Escuela de Aplicación y Colegio
Militar”. Dicho reglamento creaba 3 escuelas: La Escuela Preparatoria (pública y
gratuita que impartiría trigonometría plana, y dibujo), el Colegio Militar
propiamente dicho (para graduados de la Preparatoria, que enseñaría artillería,
ingenieros y plana mayor, o infantería o caballería) y una Escuela de Aplicación
(para que los alumnos facultativos del Colegio Militar completaran los
conocimientos necesarios). De esta manera, los ingenieros y los de artillería
necesitaban 7 años de formación; mientras que los de Estado Mayor requerían
de 13 (Cruz Márquez, 2009). Sin embargo, las dificultades económicas por las
que pasó el establecimiento, dificultan saber cuánto de todo lo reglamentado
llegó a efectuarse, teniendo presente que en 1853 vuelve a dictarse otro
reglamento.

4.5.1.1 Plantel de Profesores del Colegio Militar durante 1846-1853

Para 1847, el ya mencionado Diodoro Serrano en el periodo anterior, siguió


siendo profesor de dibujo. En cambio, Agustín Díaz estaba de práctica fuera del
Colegio. Durante 1848, no todos los profesores dieron sus clases por lo que
algunos oficiales las impartieron ad honorem (Cruz Márquez, 2009).

4.5.1.2 Financiamiento del Colegio Militar durante el periodo 1846-1853

Ni siquiera la invasión de los Estados Unidos a territorio mexicano detuvo las


dificultades de financiamiento del Colegio:
54

El director del plantel Francisco García intentó deslindar al Colegio de cualquier


actividad no académica durante los aciagos momentos de la invasión. Sin embargo, la
ceguera de Valentín Gómez Farías llevó a la cancelación del presupuesto del Colegio, por
considerar que participaba en actividades políticas, mientras que el director, tuvo que
enviar a los estudiantes a sus casas y él mismo partió a su domicilio. No obstante, luego
el gobierno determinó que el Colegio continuara con sus actividades. Sin embargo, actos
de indisciplina ocasionaron que fuera nombrado un nuevo director: el general Mariano
Monterde (Google Books, 2010).

Evidentemente la reciente guerra con Estados Unidos afectó el funcionamiento


de la institución, llegando a plantearse la necesidad de reducir la matrícula a 81
alumnos (el reglamento de 1843 estipulaba 200 alumnos). La situación de los
profesores se tornó difícil (arriba notamos los pocos docentes registrados).
Además, hubo otros factores envueltos en los problemas económicos, como nos
indica Cruz Márquez (2009):

Entre 1849 y 1851 el progreso del Colegio Militar se vio afectado por las condiciones
políticas, económicas, las revueltas armadas que sufría el país y por una epidemia de
cólera asiático en 1850. Un año más tarde se redujo por enésima vez el presupuesto del
Colegio por lo que el Consejo de Profesores se reunió e hizo algunas propuestas, entre
ellas: “…Que no se suprimieran los profesores sustitutos…Que además de un solo
profesor de Dibujo lineal, se nombraran los de Dibujo Topográfico y el de Delineación de
Máquinas…” Por lo que podemos darnos cuenta de que el Colegio no contaba con toda
la planta de profesores, que los existentes estaban cargados de trabajo y posiblemente
que los alumnos no recibían la educación de calidad que requerían.

Además, se determinó enviar 4 alumnos a escuelas militares en Europa


(después serían 2 cada 2 años), con el compromiso de no dejar el servicio del
Estado hasta después de 8 años (Cruz Márquez, 2009).

Como consecuencia, la matrícula del Colegio se vio disminuida. Martínez


González, (2012) nos entrega las cifras:

En 1849 se ordenó a los cadetes (grado creado nuevamente en 1846) de los diferentes
cuerpos del ejército que pasaran al Colegio Militar, el cual regresó a las instalaciones de
Chapultepec y ya contaba con 65 alumnos a pesar de las bajas del año anterior, además
se presentaron exámenes públicos correspondientes a los cursos impartidos.
Nuevamente se verían entorpecidas las clases por las bajas y deserción de los alumnos,
por las disposiciones gubernamentales en 1852 de reducir el número de alumnos a una
compañía y en 1850 por la epidemia de cólera que obligó al cierre temporal de la escuela
por motivos de salud... Además en 1851 se promovieron a 23 alumnos y en 1853 a 24
55

que ocuparon puestos en el ejército en todas las armas, además de presentarse


exámenes públicos correspondientes a los años de 1850, 1851 y 1852.

4.5.2 Santiago Blanco Duque de Estrada, Director del Colegio Militar


(1853-1854)

Santiago Blanco, habiendo sido alumno del Colegio, se graduó en 1827. Como
teniente, enseñó allí matemáticas hasta 1832. Bien versado en ingeniería y
tácticas de artillería, como oficial de artillería reprimió rebeliones. También erigió
fortificaciones y viajó a Estados Unidos para examinar la infraestructura de las
líneas férreas. Participó en la guerra contra ese país en varias batallas. Como
conservador inveterado fue ministro de Guerra de Santa Anna en 1853, para
luego asumir la dirección del Colegio Militar (Google Books, 2013).

Las fuentes no contienen mucha información acerca de este periodo, salvo la


creación de un nuevo “Reglamento para el Colegio Militar”, con fecha 24 de
diciembre de 1853. Cruz Márquez (2009) describe el reglamento así:

En este nuevo reglamento se especificó que el director podía pedir una fianza, la
enseñanza estaba dividida en tres periodos; el primero era de tres años o menos, según
las circunstancias para poner a los alumnos en disposición de servir con utilidad en los
cuerpos de infantería y caballería del ejército, conforme a su disposición. Las materias
eran las mismas que en 1833 más la especialización de las materias necesarias para
topografía y cartografía que se adquirió con el plan de 1843, es decir eran una
combinación de los planes de estudio de 1833 y de 1843. En el Reglamento de 1843, los
ingenieros volvieron a ser los más preparados pues cursaban más años y con mayor
especialización, pero en cuanto a la formación necesaria para levantamientos, dibujar y
copiar planos era la misma para las tres armas especiales, por lo que podemos observar
que el gobierno tenía interés en que todos los oficiales tuvieran los mismos
conocimientos topográficos y cartográficos.

Sobre el profesorado y el financiamiento de este periodo, en las fuentes


consultadas no hay datos.
56

4.6 EL COLEGIO MILITAR DURANTE LA REFORMA (1855-1867)

4.6.1 Introducción

Este periodo de la historia de México, (remitiéndome al “Diccionario de Historia


Cultural de América Latina”), comenzó con la Revolución de Ayutla, reacción
liberal que destituyó al gobierno conservador y dictatorial de Santa Anna. El
gobierno liberal de Ignacio Comonfort (1855-1857) promulgó la Constitución de
1857. Tuvo por objeto promover el liberalismo económico y debilitar la posición
de la Iglesia. Los conservadores, no contentos con estas reformas, derrocaron a
Comonfort y empezó una guerra civil entre liberales y conservadores llamada “la
Guerra de Reforma” (1857-1861), que terminó con el triunfo del líder liberal Benito
Juárez, reconocido como presidente de la República. Sin embargo, apenas
acabó este conflicto interno, se produjo la Segunda Intervención Francesa (1862-
1867), que dio lugar al Segundo Imperio Mexicano (1863-1867) con la
entronización de Maximiliano I, de Habsburgo. Benito Juárez no reconoció el
Imperio y siguió manteniendo el gobierno, que finalmente triunfó con la derrota
de los franceses y la ejecución del emperador Maximiliano, dando paso a la
República Restaurada (Enciclopedicohistcultiglesiaal.org, 2016).

4.6.2 Luis Tola Algarín (1854-1859) y José Mariano Monterde (1859-1860),


Directores del Colegio Militar

Luis Tola fue profesor de matemáticas de la institución en 1829 y subdirector


de la misma en 1843. Las fuentes revisadas no arrojan más información sobre él.
Por otra parte, nos referimos a los antecedentes de Monterde, cuando relatamos
su primer periodo como director del Colegio Militar (1847-1853).

Durante la administración de Luis Tola, el Colegio Militar pese a todos los


baches que había tenido, era una institución reconocida más allá del ámbito
militar. Por ejemplo, el “Reglamento para la concesión de licencias para obras en
la capital” de 1855, dictó que sólo los ingenieros militares titulados, además de
los arquitectos de la Academia de San Carlos, tenían permiso para realizar obras
57

de construcción (Martínez González, 2012). La labor civil de los graduados del


Colegio también se visualizó cuando “por el año de 1857, varios Ingenieros
Militares trabajaron en la Dirección del camino de San Luis Potosí a Tampico, y
en el de Querétaro a Guanajuato” (Ingenieros, 2014).

Respecto al profesorado, la ubicación del Colegio en las afueras de Ciudad de


México en Chapultepec, creó ciertas dificultades que nos manifiesta Martínez
González (2012):

Pero lejos de que se resolviera el problema de la distracción de los alumnos con el


aislamiento y reclusión en el Colegio, se presentaron otros inconvenientes que
provocaron el ausentismo de los profesores todos los inicios de semana a causa de la
distancia que tenían que recorrer para llegar al Colegio, lo que impedía impartir las clases
de forma regular, por consiguiente el retraso de los alumnos y la ausencia de los mismos.
El aislamiento que se consideraba indispensable para mantener la disciplina, el orden y
el avance académico, se convirtió en un obstáculo denunciado en la Memoria de
Ingenieros de 1857.

Por lo tanto, se trasladó el Colegio desde el castillo de Chapultepec a la ciudad,


“en virtud de la situación política que atravesaba el país en 1858 y especialmente
las operaciones [militares] en los alrededores de la capital” (Sedena.gob.mx,
2010).

Por otro lado, el “Decreto de arreglo del ejército de 8 de septiembre de 1857”,


en lo que tiene que ver con la matrícula, muy probablemente debido a problemas
financieros, “estableció que el Colegio Militar constaría de dos compañías de
alumnos de 50 cada una, es decir que serían 100 alumnos en total, por lo que se
redujo a la mitad de lo que marcaba el reglamento de 1853” (Cruz Márquez,
2009). También se dictó en 1857 la “Ley Orgánica del Ejército”, “con algunas
variaciones referentes al ingreso y número total de alumnos, los motivos por los
que se les dará de baja, la percepción económica según el periodo de estudios
que curse el estudiante y la desaparición del empleo de capellán y las clases de
religión”, medidas que manifiestan la ideología liberal del gobierno de la época
(Martínez González, 2012).

Sin embargo, el Colegio Militar como institución “dependió de los gobiernos


conservadores que detentaron el poder gubernamental en aquella década,
58

actuando con indiscutible lealtad hacia ellos” (Sedena.gob.mx, 2010). Dicha


lealtad fue reflejada por el director del Colegio Luis Tola, “quien se mantuvo en
ese empleo hasta 1857 cuando se le retiró del cargo por no jurar la Constitución
[liberal] recién promulgada” (Martínez González, 2012). Por lo tanto, una vez que
los liberales ganaron la Guerra de Reforma contra los conservadores, en
diciembre de 1860 “se expidió un decreto por el que se eliminó al ejército
permanente que empuñó las armas o se rebeló en contra de la Constitución, y
con él también desapareció el Colegio Militar” (Cruz Márquez, 2009).

Finalmente, Martínez González (2012), presentó el balance de alumnos


egresados durante este periodo: “En 1854 por motivo de la Revolución de Ayutla
pasaron a engrosar las filas del ejército 66 alumnos, en 1855 egresaron 13
alumnos, en 1856 sólo 3, en 1857 salieron 16, en 1858 únicamente 4 y en 1859
se promovieron 29”.

4.6.3 José Justo Álvarez Valenzuela, Director del Colegio Militar (1861-
1863)

El presidente Benito Juárez, a fin de consolidar el gobierno liberal, dispuso


reabrir el Colegio Militar en enero de 1861, cuando entró triunfalmente a la capital.
“Todos los alumnos se presentaron en julio… y siendo su director, el general de
brigada don José Justo Álvarez, quien pidió inmediatamente que el Colegio fuera
trasladado a su antiguo nido de aguiluchos, el Castillo de Chapultepec”
(Sedena.gob.mx, 2010).

No obstante, esta restauración sería de corta vida. La invasión francesa de


México cambió las cosas:

Como las tropas invasoras francesas estaban por entrar en la capital de la República
mexicana, la Escuela Militar de Infantería y Caballería fue clausurada el 23 de mayo de
1863, los alumnos fueron enviados a sus casas, el presidente Juárez abandonó la ciudad
el día 31 de ese mes y la Escuela permaneció cerrada todo el tiempo que duró la invasión
francesa (Cruz Márquez, 2009).
59

4.7 EL COLEGIO MILITAR DURANTE LA REPÚBLICA


RESTAURADA (1867-1871)

4.7.1 Introducción

La historiografía tradicional llama al periodo que transcurrió entre el término de


la intervención francesa y el gobierno del general Porfirio Díaz “República
Restaurada”, puesto que también se derrotó al Segundo Imperio Mexicano de
Maximiliano I de Habsburgo. Este periodo abarcó los gobiernos liberales de
Benito Juárez (1867-1872) y de Sebastián Lerdo de Tejada (1872-1876), que se
caracterizaron por sus intentos de reconstruir y modernizar el país. Sin embargo,
para fines de nuestra cronología sólo veremos la historia del Colegio hasta 1871,
puesto que hasta ese año fue director Amado Camacho. Su sucesor dirige la
institución desde esa fecha hasta 1880, adentrándose su administración varios
años en el gobierno de Porfirio de Díaz. Por lo tanto, consideramos que dicha
administración pertenece más a esa época que a la República Restaurada, sobre
todo teniendo en cuenta que el gobierno de Lerdo de Tejada constituye una
transición entre los gobiernos de Juárez y Díaz.

4.7.2 Amado Camacho, Director del Colegio Militar (1868-1871)

Las fuentes consultadas arrojan poca información sobre este director, salvo el
nombre. Tampoco nos señalan los profesores del periodo o los temas financieros.

En cambio, sí señalan su restauración. El presidente Benito Juárez, una vez


acabada la guerra contra los franceses y el Imperio, reanudó la idea de abrir el
Colegio Militar:

Por decreto del 7 de diciembre de 1867, el Presidente Juárez establece nuevamente


el Colegio Militar… Los nuevos Planes de estudios comprendían tres periodos: El primero
para la formación de Subtenientes de Infantería, Caballería, Artillería y Zapadores; el
segundo para la instrucción científica; y el tercero de instrucción especial, para graduarse
como oficiales facultativos de Ingenieros, Artillería y Estado Mayor General
(Sedena.gob.mx, 2010).
60

Además, durante el gobierno de Juárez se dictó un nuevo Reglamento para el


establecimiento el 7 de noviembre de 1868, siguiendo el modelo de tres fases de
la instrucción militar: instrucción general de 3 años para infantería y caballería;
instrucción científica de 2 años para todas las armas especiales; e instrucción
común para artilleros, ingenieros y Estado Mayor, además de instrucción especial
a cada arma, por 2 años (Cruz Márquez, 2009):

Durante el primer periodo cursaban, en el primer año, dibujo natural; en segundo,


geometría especulativa y trigonometría plana; y en tercer año, geometría descriptiva
hasta planos tangentes y la topografía teórico y práctica, y Elementos de la geometría
analítica de dos y tres. En el segundo periodo estudiaban, en el primer año, terminación
de la geometría descriptiva; dibujos de perspectiva, paisaje y topográfico, y reducción de
planos militares; y en el segundo año, los dibujos que se indican en el año anterior, y el
de máquinas.
En la instrucción común del primer año del último periodo, todas las armas llevaban
estereotomía, arquitectura y las construcciones militares; mientras los artilleros
estudiaban además Trazos y representación del material de artillería. En el segundo año,
los artilleros cursaban, Proyectos y memorias concernientes a las bocas de fuego, y a las
máquinas y talleres mecánicos; mientras que los ingenieros y el Estado Mayor,
trigonometría esférica, geodesia y astronomía; y Proyectos de plazas fuertes, cuarteles
y demás edificios militares.
Concluido el tercer periodo pasaban a los cuerpos de artillería, ingenieros y Estado
Mayor… Los artilleros adquirían los conocimientos necesarios para dibujar, copiar y
diseñar maquinaria, cosas que ya no se les enseñaban a los ingenieros y Estado Mayor.
Mientras que éstos dos últimos eran los únicos con la capacitación para dibujar y diseñar
conjuntos arquitectónicos, civiles y militares. Entre ingenieros y Estado Mayor, no había
diferencia alguna, excepto la enseñanza de las materias militares…
En este Reglamento a pesar de que todos tenían el mismo tiempo para sus estudios,
la enseñanza era progresiva y algunas materias comunes a las armas especiales,
aparecen por primera vez los estudios específicos a cada arma, por lo que se observa
una especialización según el área a desempeñar, que en los anteriores reglamentos sólo
se tenía cursando más años con respecto al arma.

Este grado de especialización de la enseñanza del Colegio Militar durante la


República Restaurada ya anuncia la época de oro que viviría la institución en el
gobierno de Porfirio Díaz, dada la estabilidad política del régimen que contrasta
con toda la historia anterior de México desde su independencia.
61

CAPÍTULO V: RESULTADOS

En este capítulo daremos a conocer los resultados de la indagación de los


objetivos planteados a fin de responder las preguntas de investigación.
Centrándonos en el devenir histórico del Colegio Militar, reflexionamos en sus
procesos de gestión y enseñanza, así como en la forma en que inciden en el sus
personajes gravitantes.

5. EL COLEGIO MILITAR Y LA IMPORTANCIA DE LAS PERSONAS EN


SU HISTORIA

Desde sus inicios, esta institución tuvo que afrontar diversas dificultades para
mantenerse en existencia. Al analizar su historia, notamos que fue la energía de
algunos personajes notables lo que mantuvo el Colegio Militar en pie. El Estado
hizo poco para preservar el establecimiento, aquejado por múltiples problemas.
(Incluso, aunque pudiéramos mencionar a Santa Anna y a Benito Juárez entre
los presidentes interesados activamente en la institución, su fomento para el
Colegio se debió más bien a una preocupación personal que a una política
pública de sus partidos). Entre ellos podemos mencionar los constantes cambios
de gobierno, los conflictos militares y los problemas de financiamiento.

5.1 Las dificultades del Estado al gestionar el Colegio Militar

Sobre los cambios de gobierno, sin entrar a detallar las decenas de


gobernantes (presidentes de la República, emperadores, triunviratos, regencias)
que México tuvo en apenas 50 años, ponemos de relieve que en breves periodos
de tiempo el Colegio experimentó políticas opuestas de acuerdo a los constantes
cambios de signo de la administración, llegando a producirse marchas y
62

contramarchas en su gestión. Baste señalar cómo se pasó de un efímero Imperio


de Agustín de Iturbide a una República Federal que duró poco más de una
década, sucedida por un República Centralista de una década, para volver a una
República Federal… para luego seguir una pugna entre conservadores y liberales
que tardó casi 20 años en darle el triunfo definitivo a estos últimos…

Sobre los conflictos militares, sería largo relatar todos los planes políticos
revolucionarios ideados para derrocar al gobierno de turno, así como los
levantamientos de los estados, las secesiones y las intervenciones extranjeras…
Con o sin éxito, la inestabilidad política creada por esta situación impidió a
cualquier gobierno implementar políticas de largo plazo para el Colegio Militar.
Incluso la ubicación física del Colegio se vio afectada por los conflictos,
cambiándose a muchos edificios dentro de Ciudad de México, y a Perote y a
Chapultepec. También hay que señalar a los conflictos militares como una de las
causas de los diversos cierres temporales que el Colegio experimentó (por
ejemplo, en 1847 a causa de la invasión estadounidense, en 1860 producto del
conflicto entre liberales y conservadores y en 1863, por la invasión francesa).

Por otro lado, los crónicos problemas de financiamiento manifestaron vez tras
vez que el Colegio Militar no era prioridad en los diferentes gobiernos de la época.
La falta de acondicionamiento de un edificio apropiado, los sueldos impagos de
profesores y empleados, la falta de textos escolares e instrumentos, la entrega
del presupuesto con atraso (a veces de un año), entre otras situaciones, hicieron
disminuir la matrícula del establecimiento en varias ocasiones, al grado que hubo
directores que se plantearon el cierre del Colegio, ante el abandono del Estado.

Entonces, ¿cómo permaneció esta institución en el tiempo pese a todos estos


factores? Fue debido a que hubo personas que se esforzaron por evitar su cierre:
Directores, profesores y alumnos comprometidos con la institución la lograron
sacar a flote, cada vez que estuvo a punto de hundirse.
63

5.2 Directores

5.2.1 Estabilidad en la sucesión

Martínez González (2012), resume la sucesión de directores de la siguiente


manera, en referencia a las décadas de 1830 a 1850:

El Colegio Militar presenció una estabilidad referente a los miembros que ocuparon
la dirección, de 1833 a 1854 cinco militares fueron directores del establecimiento
educativo. De 1833 a 1846 sólo dos personas tuvieron ese cargo de manera oficial, de
1833 a 1836 el coronel de ingenieros Ignacio Mora y Villamil, y de 1836 a 1846 el coronel
de ingenieros Pedro García Conde, a excepción de dos ocasiones que fue sustituido
interinamente por el coronel de ingenieros Sebastián Guzmán. De 1846 a 1854 se
desempeñaron como directores el capitán de fragata Francisco García, el coronel de
ingenieros José Mariano Monterde y el coronel de ingenieros Santiago Blanco.

En realidad, la estabilidad en la dirección del Colegio también se pudo apreciar


en las décadas de 1820 y 1860, pues hubo sólo 3 directores en ambas décadas.
En total, hubo apenas 12 directores en el periodo completo que hemos estudiado,
lo que nos da un promedio de rotación de un poco más de 4 años en el cargo,
una rotación mucho más baja que la de los presidentes de la República. Hay que
tomar en cuenta también que de los 2 grandes interregnos que se producen en
la sucesión de directores (1828-1835 y 1863-1868), el primero meramente
implica el cambio de dependencia al Estado Mayor del Ejército (que dirige en la
práctica la institución) y el segundo obedece a la fuerza mayor de la intervención
francesa.

5.2.2 Compromiso Personal

Sin embargo, la estabilidad en la dirección de la institución no es el único factor


que aseguró su supervivencia. La energía personal de algunos directores (que
contrastó con la inercia del Estado), empeñada en sacar adelante el Colegio, es
un factor clave que hemos procurado resaltar al describir sus biografías en el
capítulo anterior. De entre los directores, podemos relevar en este sentido a
Diego y Pedro García Conde.
64

5.2.2.1 Diego García Conde

De Diego García Conde, se dice lo siguiente cuando el Congreso no aprobó


su proyecto para crear el Colegio Militar en 1822:

El Congreso no pudo aprobarla debido a los problemas económicos por los que
atravesaba la nación. Ante tal resolución y no dándose por vencido, el Mariscal propuso
al menos que se le permitiera reunir a todos los Cadetes de los Cuerpos y algunos
Oficiales que así lo solicitaron (Ingenieros, 2014).

La iniciativa de Diego García Conde está bien acreditada, por ejemplo cuando
fue él quien redactó el primer reglamento del Colegio y no alguna institución
estatal:

Como los cadetes no habían causado baja de sus corporaciones y estaban reunidos
de una manera informal, sin constituir un cuerpo especial en el Ejército, no tenían un
director oficialmente nombrado para ello, siendo el cerebro y el alma el Mariscal García
Conde, quien dirigía todos los trabajos relacionados con la enseñanza teórico-práctica,
impartiendo personalmente diversas cátedras. En noviembre de 1822, el propio García
Conde redactó un reglamento provisional que fue aprobado por el Ministerio de Guerra
(Ingenieros, 2014).

Respecto al presupuesto, nuevamente fue la energía de Diego García Conde


la que soslayó las dificultades económicas:

La situación política del país y la poca importancia, que por la ignorancia de sus
elevados fines, le dieron la sociedad, el propio Gobierno y el Ejército, tuvo una vida
precaria, llena de sinsabores, que sólo el ejemplo y la perseverancia de un ingeniero
como era su creador, lograron hacerla sobrevivir (Ingenieros, 2014).

Además, el plantel de profesores que escogió (uno de los que más destacaron
en el trabajo académico de entre todos los que revisamos) atestiguan la impronta
personal que Diego García Conde le dio al Colegio Militar desde sus orígenes.

En marzo de 1825, dirigió su última carta pidiendo licencia al presidente de la


República antes de fallecer dos meses después, demostrando su compromiso
personal para que sus clases de matemáticas “no padezcan el menor retraso”:

Con el debido respeto a V.E. expongo hallarme desahuciado de los facultativos que
me asisten en mi grave enfermedad y de las buenas esperanzas conviven si salgo por dos
o tres meses al pueblo de Tacubaya a restablecerme. Para mí este es un paso de los más
sensibles porque en mi larga carrera militar jamás he usado licencia; pero en la disyuntiva
65

de la salud o la muerte, es preciso que venza tomando todas las medidas para que las
clases de matemáticas y asuntos del cuerpo no padezcan el menor atraso, y así
continuaré mi correspondencia, a menos que algún asunto ingente me lo impida: Vendré
con la mayor urgencia que pueda, y hasta las relaciones mensuales para el haber del
cuerpo serán por mí, por lo que le suplico sirva acceder a esta gracia (Rodríguez-Sala
2004).

5.2.2.2 Pedro García Conde

De tener 5 alumnos al comienzo de su gestión, pasó a tener la mayor matrícula


del Colegio en todo el periodo estudiado antes de que dejara el cargo, entre
muchas otras mejoras que experimentó durante su administración. Había sido
profesor en 1830, por lo que conocía de cerca el establecimiento. Su compromiso
personal se hizo patente al “empeñar su crédito particular” para surtir al Colegio
de textos escolares y otros artículos necesarios. Además, en una carta que dirigió
a sus superiores en 1837 contrastó su compromiso personal con el abandono del
Estado. Esta carta también es interesante porque nos dejó ver las malas
condiciones de trabajo de los “empleados y sirvientes” del Colegio:

Al encargarme de la dirección del Colegio Militar, ofrecía a V.S. que le propondría los
medios que en mi concepto eran adaptables para llevar a efecto el objeto que se propuso
el supremo gobierno, en el Reglamento del 18 de noviembre de 1833, pero la próxima
variación del Ministerio que entonces se esperaba a consecuencia de la elección del
primer magistrado de la República, me hizo suspenderlo hasta ahora. Destinado el
edificio conocido por Las Recogidas para el establecimiento del Colegio, el Gobierno
gastó sumas de alguna consideración para darle la lucida forma que hoy tiene, y la
comodidad necesaria para todas sus distribuciones escolares; pero por desgracia,
cuando la obra estaba al cumplirse se ha suspendido, porque la Comisaría no ha
facilitado ya las pequeñas sumas con que se estaba concluyendo esta obra. El atraso de
más de un año que resienten los haberes del establecimiento, trae consigo el carácter
de lo más preciso para la educación de los jóvenes y que no puedan entrar otros
individuos que son absolutamente indispensables para la instrucción; porque para que
lleguen a pagarse los presupuestos del mes que entran, se pasa más de un año que
tienen que servir sin sueldo alguno; y en fin, la medida adoptada en la anterior
administración, de volver los cadetes proporcionándoles ascensos a los dos años,
debiendo verificarse a los tres el de los alumnos del Colegio, ha originado la disminución
del número de estos, que hoy sólo es de siete, y dentro de poco quedarán reducidos a la
nulidad.
Esto es señor sin ninguna exageración, la situación en que hoy se encuentra el que se
ha llamado Colegio Militar, y permítame V.S. que le hable con la ingenuidad propia de
66

mi carácter y le diré que a no darle un mínimo impulso al establecimiento, será mejor


abolirlo, dejando depositados, y a cargo de un oficial, la biblioteca, máquinas,
instrumentos, modelos, muebles, etc., etc., hasta tanto haya otros recursos, pues en la
actualidad no sacándose provecho alguno de él, sus empleados somos gravosos a la
nación. Mas, si el actual gobierno guiado por los principios de ilustración que lo dirigen,
quiere que se plantee un establecimiento sin el cual no tendrá en lo de adelante, oficiales
aptos en el ejército, soy del sentir que se deben tomar las medidas siguientes: 1° Que se
disponga la conclusión de la obra del Colegio, en los términos que había seguido hasta
el mes próximo pasado en que se suspendió. 2° Que por una oficina recaudadora o por
la Comisaría, si se cree que puede cumplir, se abone semanariamente y con exactitud,
las gratificaciones del Colegio y los sueldos de los alumnos, sujetándose los empleados y
sirvientes a percibir sus sueldos en la Comisaría de lo que se debe al Colegio, lo mismo
que los demás militares de guarnición. 3° Que queden abolidos los cadetes de los
cuerpos del ejército. 4° Que se haga una parte por la Comisaría de lo que se debe al
Colegio y se comience a pagar a los empleados y sirvientes, desde el mes de la fecha,
reconociéndoles sus alcances para pagarles cuando lo permitan las urgencias del erario.
Dios y Libertad. Mayo de 1837 (Rodríguez-Sala, 2004).

5.3 Profesores

Habida cuenta de la situación salarial del Colegio Militar, es claro que una
parte de ellos impartió sus clases por estar comprometidos con la institución.
Este es el caso de Diego García Conde y sus clases de matemáticas, en los
inicios del Colegio; José María de Echandía, profesor durante las décadas de
1820 y 1830; José María Cortés Gallardo, alumno graduado en 1822 y
profesor durante la década de 1820; Luis Tola, profesor en 1829, subdirector
en 1843 y director (1854-1859), retirado del cargo por no jurar la Constitución
liberal; José María Salinas, profesor desde fines de la década de 1820 hasta
mediados de la década de 1840 y Diodoro Serrano, profesor desde mediados
de la década de 1830 hasta comienzos de la década de 1850.

5.4 Alumnos

5.4.1 Número de Alumnos graduados

De acuerdo a los datos que hemos recopilado en el capítulo anterior, la primera


graduación de noviembre de 1822 registró 3 alumnos; la de agosto de 1823, 16
67

alumnos; las dos graduaciones de 1825, 36 o 37 alumnos; la de 1826, 7 alumnos;


la de 1827, 12 alumnos; la de 1851, 23 alumnos; la de 1853, 24 alumnos; en 1854
(por motivo de la Revolución de Ayutla pasaron a engrosar las filas del ejército)
66 alumnos; en 1855 egresaron 13 alumnos; en 1856 sólo 3; en 1857 salieron
16; en 1858 únicamente 4 y en 1859 se promovieron 29.

5.4.2 Número de Alumnos estudiando

Para 1824, había 54 jóvenes estudiando, de acuerdo al acta de Juramento de


la Constitución de 1824 (Sedena.gob.mx, 2010). A fines de marzo de 1828, el
establecimiento “contando con sólo diez alumnos y siete cadetes, fue traído a
[Ciudad de] México el personal del Colegio” (Sedena.gob.mx, 2010). Para julio
de 1828, el Colegio contaba “con treinta y dos alumnos entre cadetes, aspirantes
a ingenieros y jóvenes civiles” (Sedena.gob.mx, 2010). Pero, según Miguel
Sánchez Lamego (1961) “para el año 1829, en el novel Colegio Militar existían,
seguramente para diciembre del año anterior, 64 alumnos (6 Tenientes, 8
Subtenientes, 39 aspirantes y 11 paisanos)”. Si las cifras son correctas, en menos
de un año, los alumnos aumentaron de 17 a 64 a comienzos de 1829.

Hubo 5 alumnos en 1837, según Martínez González (2012) [siete, según la


carta de Pedro García Conde de mayo de 1837 (Rodríguez-Sala, 2004)]. José
Omar Moncada maneja la cifra de 79 alumnos para el año de 1839. Para el año
de 1840 se habla de un incremento de 118 alumnos en la Memoria de Guerra y
en 1842 se mencionan 65 colegiales. En 1848, luego de la guerra con Estados
Unidos, hubo 57 alumnos y en 1849, 65 alumnos (Martínez González, 2012).

Los siguientes tabla y gráfico, diseñadas a partir de los datos disponibles,


indican que el año 1840 fue en el que más alumnos hubo bajo García Conde. La
Revolución de Ayutla de 1854 explicaría el alto número de graduados de ese año,
(Martínez González, 2012). En cambio, incidiría en la gran baja de graduados a
partir de ese año la tensión entre liberales y conservadores, volviendo a cifras de
graduados como los de la tumultuosa década de 1820.
68

N° de Estudiantes y Egresados Colegio Militar (1823-1859)

Total de
Años Estudiantes Graduados
1822 3
1823 16
1824 54
1825 36
1826 7
1827 12
1828 17
1829 64
1837 7
1839 79
1840 118
1842 65
1848 57
1849 65
1851 23
1852 24
1854 66
1855 13
1856 3
1857 16
1858 4
1859 29

Ilustración 1 Fuente: Elaboración propia

Ilustración 2 Fuente: Elaboración propia


69

5.4.3 Compromiso de los alumnos

Varios fragmentos de la historia del Colegio Militar ponen de manifiesto el


compromiso que tuvieron que tener sus alumnos para estudiar en medio de
condiciones difíciles. Por ejemplo, la memoria "De los Tratados de Teoloyucan a
la consolidación del gobierno civil" relató que para 1827 “los alumnos están casi
en cueros, sin más cama que un tablado desnudo de todo, con muy mal rancho
y sin lo necesario para el lavado… La enseñanza tuvo un declive, por una parte
por la falta de textos, además hubo un desajuste financiero” (Academia.edu,
2015).

Hemos notado también cómo ex alumnos sirvieron como profesores o


directores del Colegio y pese a las deserciones, por pocos que fueran, se
mudaron con la institución de un lugar a otro a falta de una sede apropiada para
la instrucción militar, en medio de mucha inestabilidad política y conflictos bélicos.

5.4.4 Perfil general de los alumnos

Por otro lado, hemos de señalar que el perfil de alumnos del Colegio Militar fue
muy variado durante sus primeros 50 años. Por lo tanto, discrepamos de lo que
dice Cruz Márquez (2009) al respecto. Por ejemplo, al referirse al anteproyecto
de 1821 del Colegio Militar dice: “Al ser los alumnos quienes cubrieran ciertas
cuestiones materiales de su educación, podemos inferir que no cualquiera
ingresaría al Colegio, sino sólo aquellos con recursos económicos”. Luego,
refiriéndose a la administración de Diego García Conde, agrega:

El hecho de que se recurriera a alumnos del Colegio de Minería y de San Carlos nos
deja ver que se les permitió la entrada a jóvenes de ciertos recursos económicos, pero
la queja de García Conde que muchos de sus alumnos carecían de educación y ni siquiera
sabían leer y escribir, nos lleva a pensar que también se les permitió el acceso a jóvenes
de bajos recursos que probablemente estaban ya en los cuerpos del ejército y que eran
los que carecían de conocimientos científicos. Esto nos lleva a suponer que la educación
militar no fue únicamente pensada para una élite de la sociedad, aunque en la práctica
se observa la preferencia hacia los alumnos educados, es decir de clase alta.
70

De esta misma afirmación de Cruz Márquez podemos refutar su


planteamiento: Confirma que “muchos” de los alumnos de Diego García Conde
“ni siquiera sabían leer y escribir”. No vemos una “preferencia” por alumnos
educados, “de clase alta” en lo que nos informa. Todo lo contrario: Los alumnos
del Colegio de Minería y de San Carlos convivieron con estos alumnos de “bajos
recursos” desde el comienzo de la institución.

Por otro lado, Cruz Márquez se equivoca al equivaler a los alumnos del Colegio
de Minería con “jóvenes de ciertos recursos económicos” o “de clase alta”. Al
tratar sobre el profesor del primer plantel del Colegio, don Joaquín Velázquez de
León, su biografía indicaba que a los 14 años entró “con el carácter de alumno
de erección” al Colegio de Minería (Ramírez 1885). Los alumnos de erección eran
determinados de acuerdo a la Ordenanza de 1783 (que decretó la fundación del
Colegio de Minería), artículo 2, título XVIII. Esta Ordenanza estableció 25 plazas
para alumnos

españoles o indios nobles siendo siempre preferidos los descendientes o parientes


próximos de mineros, principalmente aquellos padres que estuvieran avecindados en los
Reales de Minas.

Si cumplían estos requisitos, los alumnos recibirían además de la educación,


los alimentos y vestidos. De manera que no necesariamente por estudiar en el
Colegio de Minería se pertenecía a la élite, porque ya desde el gobierno colonial
existían becas para los alumnos de escasos recursos.

5.4.4.1 Cohorte de 1824

Ahora bien, aunque no podemos hacer una revisión de todo el alumnado del
Colegio Militar en el periodo estudiado, sí podemos examinar las características
de algunas cohortes en particular para hacernos una idea más exacta del perfil
de los estudiantes. Un suceso que nos permite, por decirlo así, “tomar una
fotografía” del alumnado, fue la protesta o ceremonia, de juramento a la
Constitución Política de 1824, cuya acta del 31 de octubre de 1824, a
continuación copiamos textualmente:
71

El Ciudadano Santiago Valdez Villabisencio, Teniente de Exto y actual Comtte. de la


primera Compañía de Alumnos de este Colegio Militar por ausencia del ciudadano
Capitán Luis Antepara.
Certifico que los individuos contenidos en esta lista, han prestado el Juramento de
guardar y hacer guardar en todas sus partes la Constitución Política de los Estados Unidos
Mejicanos, decretada y sancionada por el Soverano Congreso Constitullente en el año
presente con toda la solemnidad y formalidad y que el mismo Soverano Congreso
previene en su decreto de cuatro de octubre último.

Colegio Militar 1a. Comp. de Alumnos


Grados Clases Nombres Grados Clases Nombres
De Alferes Sgto 2o. C. Ygnacio Correa C. José María Covian
De id. id 2o. C. José María Anaya C. Maros Guemes
De id. id 2o. C. Juan Heredia C. Joaquín Morlet
De id. Cabo 1o. C. Francisco Anaya De Subteniente C. Manuel Sabariego
id 1o. C. José María Ximenes De id. C. Luis Bidal
otro 1o. C. Mariano García C. Ygnacio Alvarez de León
otro 1o. C. Joaquín Llanos C. José Soto Guerrero
De Teniente Cabo 2o. C. Agustín Guadarrama C. Joaquín Barreiro
otro 2o. C. Tomas Marin C. Antonio Oliver
Cabo 2o. C. José Antepara De id. C. Luis Aparicio
otro 2o. C. Mariano Merino C. Eduardo García
Alumnos C. Francisco Manrriques C. Juan Cuebas
C. José María Viyalvaso C. Santiago Ludino
De Subteniente C. Francisco Terán C. José María Zerain
C. Manuel Graba C. Alejo Moranto
De Alferes C. Jesús Alva C. José Montes de Oca
C. José María Ezeta C. Antonio Valdes
C. Gerónimo Ockaran C. Mariano Torreblanca
De Teniente C. Gavino Araujo C. Benito Vasques
C. Benito Rodrigues De Subteniente C. Domingo Urisar
C. Juan Ferris De Alferes C. Félix Gutierres
C. Felipe Ludino De id. C. José Rivera
C. Florencio Aspeitia C. Fernando Guevara
De id. C. José María Jordano C. José María Bernal
De Alferes C. José López C. Diego Castilla
C. Juan López C. Luis Laerson
C. Angel Miramón C. Onofre Batiente
C. Manuel Dias C. Francisco Zamora
C. Andrés Estrada C. Francisco la Vena
C. Moisés Ortiz C. Antonio Tenorio
C. Ygnacio Barberena C. José María Cornejo
C. Mariano Gonzales De id. C. José María Zapiain
C. José Villanueva

Ilustración 3. Elaboración propia

Al investigar a cada uno de los alumnos que menciona esta acta, notamos que
algunos siguieron siendo militares durante al menos parte de su vida, aunque en
los registros figuraron como un nombre solamente, por ejemplo en el Estado
72

Mayor del Ejército (1855). Del único que hay claridad de que perteneció a la élite,
es del joven Ángel Miramón, (pariente del futuro líder de los conservadores y
general del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, Miguel Miramón, compañero
de los Niños Héroes, alumnos que murieron defendiendo el Colegio Militar en
1847) pero Ángel no sobresale más allá de su ilustre apellido.

Siguiendo con los soldados del acta de 1824, sólo se hacen menciones
puntuales de ellos en las fuentes (ya sea en las relaciones del Ejército, ya sea en
los registros locales de los Estados de la República Mexicana), distando mucho
para que María Cruz Márquez llame a estos militares “la élite de la sociedad”; por
ejemplo, en menciones como esta, (menos de dos meses después de firmada el
acta de juramento de la Constitución):

El Brigadier de Marina Eugenio Cortés se encargó de examinar a los jóvenes


aspirantes, eligiendo a 18 de ellos, quienes el 24 de noviembre de 1824 fueron dados de
baja del Colegio Militar y de alta en la Armada Nacional como Aspirantes de Primera y
Segunda Clase. Los Primeros Aspirantes fueron José María Espino, José María Anaya,
Juan Heredia, José María Jiménez, Francisco Anaya, Joaquín Llanos, José Antepara,
Mariano Merino, Mariano Torreblanca, Tomás Marín, Eduardo García y José Rivera; los
Segundos Aspirantes fueron Francisco Manríquez, Marcos Güemes, Joaquín Morlet,
Fernando Guevara, Antonio Valdés y José María Montes de Oca (Semar.gob.mx, 2016).

De todos los alumnos que pasaron a la recién creada Escuela Naval, el que
más destacó fue Tomás Marín, llegando a ser Jefe de Escuadra, pero no hay
antecedentes suficientes como para decir que provenía de la élite. Por lo tanto,
la evidencia no apoya que el Colegio Militar en esta época tuviera un carácter
elitista.

Esta tendencia continuó en la década de 1830. Para 1837, se creó la Escuela


Normal del Ejército, producto de los problemas de analfabetismo en el alumnado,
que siguieron haciéndose patentes en el Colegio Militar (Martínez González,
2012).
73

5.4.4.2 Cohorte de 1847

Otra “fotografía” que tomamos a una generación de alumnos fue a la de los


célebres Niños Héroes, caídos en la batalla de Chapultepec el 13 de septiembre
́ uez Moya (2006), en su libro
de 1847, durante la invasión norteamericana. Rodrig
“El retrato en México, 1781-1867” describió a uno de los alumnos sobrevivientes
a esta batalla y de paso, nos dio una pincelada de esa generación:

Santiago Hernández Ayllón (1832-1908), a los 14 años había entrado como cadete en
el Colegio Militar y también había participado en la defensa del cerro de Chapultepec,
aunque fue hecho prisionero, fue liberado tras la firma del Plan de Guadalupe en 1848.
Siguió sus estudios militares, pero ante la muerte de su padre hubo de abandonarlos. El
director del Colegio Militar, el general Mariano Monterde, le encargó entonces la
realización de los retratos de sus compañeros muertos en la acción militar. Se volvió a
alistar en el ejército como como sargento de artillería, y finalmente abandonó su carrera
militar por la artística, pues de muy joven había sentido la afición por el dibujo. A partir
de aquel entonces sobrevivió gracias a diversos encargos de retratos, a sus clases de
dibujo y con sus colaboraciones en diversos periódicos.

En cuanto a la serie de retratos de los Niños Héroes… el mayor de ellos es Agustín


Melgar, que, como dice la inscripción que todos ellos llevan “murió por la Patria a los 18
años de edad, en la defensa de Chapultepec, contra los americanos, el 13 de septiembre
de 1847… El resto de los cadetes de la serie son Fernando Montes de Oca, Vicente
Suárez, Francisco Escutia, Francisco Márquez y Juan de la Barreda.

Es evidente en todos los cuadros la carencia de formación académica de Hernández…


su factura nos recuerda a la de los cuadros populares, a las imágenes realizadas por
pintores locales anónimos o aficionados. Pero el artista cumplió dignamente con su
cometido: conservar los rasgos de sus compañeros héroes y su memoria poco tiempo
después de su muerte.

Evidentemente, Santiago Hernández no perteneció a la élite, aunque


compartió por un tiempo estudios con Miguel Miramón, de la élite conservadora.
Para que se vea el contraste entre ambos compañeros de estudios, citaré una
descripción de Miramón:

Osollo [otro militar] y Miramón, contaban entre los elementos más capaces
egresados del Colegio Militar. Combatieron contra los invasores norteamericanos
(Miramón anduvo entre los Niños Héroes) e, imbuidos de ideas caballerescas, estaban
convencidos de que los militares constituían la parte más respetable de la sociedad
74

mexicana, por lo cual debían gobernar al país eternamente. Como complemento,


despreciaban a los letrados civiles que formaron el núcleo del liberalismo… Ambos
jóvenes empezaban a descollar en el ejército santannista, cuando el triunfo del Plan de
Ayutla les cortó la carrera. Después de que demostraron su valía en la lucha contra
Comonfort, el ya presidente Zuloaga ascendió a Osollo a general y jefe del principal
ejército conservador, llevando a Miramón como segundo en el mando (Ayala Anguiano,
2005).

De entre los mismos Niños Héroes, sólo podemos decir que perteneció a la
élite Juan de la Barrera, descendiente de la connotada familia colonial de la
Barrera llegada a México en el siglo XVII (Sanchiz y Gayol, 2014). Algunos vienen
de familias de militares que no descollan. Del cadete Juan Escutia el historiador
José Manuel Villalpando (2013) dice:

Juan Escutia no era alumno del Colegio sino que se unió a los defensores. Sostengo
que se trataba de un soldado del Batallón de San Blas que, sobreviviente de la matanza
de que fue víctima esa unidad en las faldas del Cerro del Chapulín, se refugió en el castillo
y trató de escapar con los muchachos, falleciendo al ser alcanzado por la metralla
invasora mientras descendía por la pared de la fortaleza. Por esa razón, al pie del cerro
se encontraron los cadáveres de Márquez, Montes de Oca y Escutia.

De modo que poco o nada se sabe con certeza de Juan Escutia, lo que
difícilmente lo ubica entre “la élite”. Lo mismo puede decirse de sus compañeros
mártires, excepción hecha de Juan de la Barrera.

Por lo tanto, al examinar dos cohortes de alumnos de diferentes momentos del


Colegio Militar, difícilmente se podría concluir que fue una institución preferente
para jóvenes de clase alta en el periodo estudiado.
75

5.5 GESTIÓN DEL COLEGIO MILITAR

5.5.1 Reglamentos

Desde antes de que el Colegio Militar existiera y durante todo el periodo que
hemos estudiado, su vida institucional fue regulada por reglamentos, tanto para
el Ejército en general como para el establecimiento en sí. Los reglamentos
relacionados con el Colegio Militar durante sus primeros 50 años son los
siguientes:

 “Reglamento para la instrucción de cadetes” (1821), anteproyecto del


Colegio Militar, del español Pedro Torréns (Flores D., 1954).
 “Reglamento del Cuerpo de Ingenieros” (1822) en general, de Diego
García Conde. Además regulaba la recién creada Academia de Cadetes
(archivohistorico2010.sedena.gob.mx/, 2010).
 “Reglamento Provisional para las escuelas militares que se establezcan
para instrucción de la juventud, que se dedica a la carrera de las armas”
(1823), que proyecta crear varias escuelas, (Ramírez y Sesma, 1827).
 “Reglamento para la Escuela Militar” (1833), de Pedro García Conde,
(Arrillaga, 1835).
 “Ordenanzas del Colegio Militar” y “Reglamento de la Escuela de
Aplicación” (1843), de José María Tornel (El observador judicial y de
legislación: periódico que contiene todas las leyes y decretos dados por el
exmo. Señor Presidente Provisional d. Antonio López de Santa-Anna,
desde la época de nuestra regeneración política, 1843)
 “Reglamento de la Escuela de Aplicación y Colegio Militar” (1851), del que
disponemos gracias a leyes anexas (Legislación mexicana: O sea
Colección completa de las leyes, decretos y circulares que se han
expedido desde la consumación de la independencia, 1855) y de citas de
otros autores.
76

 “Reglamento del Colegio Militar” (1853), de Santa Anna, (Reglamento del


Colegio Militar, 1854).
 “Reglamento del Colegio Militar” (1868), promulgado por Benito Juárez,
(Azpíroz, 1870).

En vez de repasarlos reglamento por reglamento, consideramos mejor


abordarlos de acuerdo a las temáticas que tratan. De este modo, podremos
compararlos directamente y ver su impacto en la gestión del establecimiento.

5.5.1.1 Los reglamentos del Colegio Militar: Infraestructura y


establecimientos relacionados.

Respecto a la infraestructura del Colegio, el reglamento de 1821 en su artículo


1 señalaba que “el gobierno debe proporcionar un edificio capaz… con las
comodidades necesarias”, cosa que como hemos visto costó mucho en cumplirse
a través de los años. Por otra parte, en la circular del 17 de noviembre de 1833
(ratificado en el artículo 338 del reglamento de 1843) se decretó que “el Colegio
se establecerá en el palacio, bosque y fábrica de Chapultepec, y para que sirva
a este objeto se harán las obras necesarias” que demoraron bastante hasta 1841,
aunque esto no impidió que el Colegio se mudara nuevamente. El reglamento de
1853 contenía un título completo al respecto: “Edificio del Colegio, apartamentos,
su cuidado y conservación”, siguiendo al reglamento de 1843. En dicho título, se
señalaba que el edificio debía tener una biblioteca, sala de armas, dormitorios,
baños y piezas de aseo, enfermería, cuartos de encierro, cocina y comedor,
bosque y fortificación (artículos 129-157).

Los reglamentos de 1821, 1833 y 1868 señalaron un único establecimiento


para la enseñanza militar centralizada. Sólo el reglamento de 1823 planteó crear
“escuelas militares” en varias provincias, (aunque menciona en específico el
único que verdaderamente existió en ese tiempo: el de Perote [art. 1]), durante la
Primera República Federal, cosa que no prosperó por falta de recursos. Sin
embargo, el reglamento de 1843 menciona una complementación de la
77

enseñanza impartida por el Colegio asistiendo al egresar a una Escuela de


Aplicación asociada, que guarda cierta relación con la “escuela práctica”, cerca
de la capital que también pensó Diego García Conde en su reglamento de 1823.
De manera similar, el reglamento de 1851 planteaba ubicar al Colegio Militar en
un sistema de enseñanza donde los jóvenes primero asistieran a la Escuela
Preparatoria; luego de haber aprobado los exámenes, al Colegio Militar
propiamente tal; y finalmente, al egresar del mismo, a una Escuela de Aplicación.

El artículo 1 del reglamento de 1843 de dicha Escuela señala:

La escuela especial de aplicación se instituye con el objeto de perfeccionar los


conocimientos teóricos, y señalarles el modo de aplicarlos a la práctica, a los jóvenes que
salen del Colegio Militar en la clase de tenientes, para los cuerpos de artillería, ingenieros
y Plana Mayor del ejército.

Además, su director era el mismo que el del Colegio Militar, según el artículo
7 de las Ordenanzas de 1843.

No ahondaremos más en esta Escuela ni en la Preparatoria por ser ambas


efímeras y ajustadas a una reforma curricular que se suprimió junto con estas
escuelas en el Reglamento de Santa Anna de 1853. Por lo tanto, la mayor parte
de sus primeros 50 años, el Colegio fue jurídicamente una institución única y
centralizada.

5.5.2 Los reglamentos del Colegio Militar: Relación con el Estado.

El anteproyecto del Colegio de 1821 asignaba directamente al “Gobierno” la


responsabilidad de la “admisión del alumno” (artículo 8) y señalaba al director
como su enlace con el poder ejecutivo (artículo 44). Sin embargo, en el
reglamento de 1822 es el Cuerpo de Ingenieros quien supervisaba al
establecimiento. Ahora bien, en reglamento de 1823 el Colegio Militar dependía
del Estado Mayor del Ejército (artículo 3). Vuelve a cambiar la inspección del
establecimiento en el reglamento de 1833, dándosele al director general de
ingenieros, con el cargo de “inspector” (artículo 5). La ordenanza de 1843 “sujetó”
el Colegio al Ministerio de Guerra (artículo 5). En el reglamento de 1853 el
78

establecimiento otra vez depende del director general de ingenieros como


inspector (artículo 3). Finalmente, vuelve a depender del Ministerio de Guerra en
el reglamento de 1868 (artículo 1).

Evidentemente este estado administrativo cambiante, contribuyó a las


dificultades del Colegio e impulsó a que los esfuerzos de los directores fueran
decisivos en su gestión, ante la ausencia de una política de Estado coherente en
la gobernanza de la institución.

5.5.3 Los reglamentos del Colegio Militar: Personal administrativo y


gobierno interno

El gobierno interior de la institución fue más estable y progresivo, de acuerdo


a los reglamentos. En el de 1821, la figura del director es fundamental, dedicando
un apartado completo para detallar sus obligaciones, teniendo el control absoluto
del Colegio. Su personal abarcaba:

 “un segundo jefe” a cargo del detalle militar y económico, (artículo 3)


 “todos los maestros” necesarios para el currículum que detalla, (artículo
4).
 “un capellán, cirujano y mayordomo” (artículo 5).

También se mencionaba a un “habilitado”, y al “botica y cocinero”. Este debía


cocinar de esta manera:

Por la mañana chocolate, a la hora que señale el Director. Al mediodía sopa, cosido
(compuesto de carnero, jamón garbanzos y verduras), un plato de guisado, de carne,
dulce y fruta. A la noche plato de guisado, frijoles y dulce, variando el guisado en asado
con ensalada (“De los fondos y distribución de estos” artículos 1-21).

En el reglamento de 1823 apareció un “consejo compuesto del director, primer


ayudante y capitanes de las compañías”, con la participación de los profesores,
si se tratan los exámenes o la enseñanza (artículo 14). Este consejo decidía
sobre estas materias, la aprobación de las cuentas y los despidos y debía llevar
79

actas (artículos 16-18). Incidentalmente, el artículo 7 menciona de paso a un


cirujano. El personal debía ‘sacarse’ de los “inválidos y retirados” (artículo 30).

5.5.3.1 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de


1833

El reglamento de 1833 especificó así al personal, luego de mencionar al


inspector del Colegio:

Además habrá un director… un subdirector jefe de estudios, nueve profesores, dos


substitutos, dos subalternos de compañía, cuatro maestros, un capellán, un médico
quirúrgico… un habilitado, un mayordomo, un conserje, un enfermero, un despensero,
un cocinero con dos ayudantes de cocina y cuatro mozos de aseo (artículo 5).

En los siguientes artículos se da el detalle de las funciones de cada cargo:

El director (que debía vivir en el establecimiento) podía “reprender y arrestar a


los omisos”, recomendando su remoción al inspector. Podía despedir
directamente a los “sirvientes” del Colegio. Emitía al inspector un informe anual
de desempeño de los “profesores y demás oficiales”, además de las propuestas
hechas en conjunto con las juntas gubernativas y de perfección (artículos 11-15).

El subdirector jefe de estudios, además de ayudarle al director, subrogarlo y


vivir en el Colegio, debía escribir informes semanales de desempeño de los
alumnos y mensuales de estos y de los profesores. Podía ser subrogado por el
profesor más antiguo (artículos 17-20).

Los profesores debían cumplir los horarios, seguir “exactamente” los


procedimientos a fin de uniformar los métodos de enseñanza del subdirector y de
la junta de perfección, apoyar a los alumnos “de mediano alcance” procurando
que no “desmayen a la vista de los progresos de los de talento”, tener un alumno
ayudante por clase, conocer cómo proceden en las horas de estudio, permitir sólo
un alumno ausente por clase y pedir los permisos por enfermedad al jefe de
estudios (artículos 21-27).
80

Los substitutos debían ir a las clases de los profesores “alguna vez” para saber
lo que enseñan y no se interrumpiera su sistema de enseñanza cuando los
reemplazaran. Además se desempeñarían como “jefes de conferencias”
encargados del orden durante las clases, procurando que los “ayudantes de
conferencias” fueran “obedecidos”, además de aclararles las dudas a los
alumnos. Cuando los ayudantes no lo consiguieran, ellos debían ayudarles con
sus lecciones (artículos 28-33).

Los subalternos de compañía se encargaban de las listas de alumnos, ropa y


libros, servían de substitutos de profesores y de guardias, dando partes de las
faltas de los alumnos a los profesores. También asignaban los toques de tambor
a la hora (artículos 44-52).

El capellán daba misa “todos los días a las seis de la mañana”. Los domingos
daba la homilía y a las “seis de la tarde, después del rosario, enseñará a los
alumnos la historia sagrada”. Confesaba a los alumnos e informaba de su
conducta semanalmente al jefe de estudios (artículos 73-81).

Luego de detallar las funciones del médico (artículos 82-90), se describen las
del “habilitado”, un tesorero que cobraba el presupuesto del fisco, así como los
aportes de los alumnos y pagaba los sueldos, habiendo dado una garantía al
gobierno de cinco mil pesos (artículos 91-94).

Al parecer los “cuatro maestros” diferentes de los “nueve profesores”


mencionados en el artículo 5, son los “maestros de lengua esgrima y baile”, de
los artículos 95-98. Estos, igual que los profesores, también tenían que seguir el
programa de la junta de perfección y dar un parte semanal del desempeño de los
alumnos.

El mayordomo se encargaba de las compras para mantener a los alumnos y


su almacenaje y calidad; del aseo de la ropa y del establecimiento; y de la
enfermería. Respondía ante la junta gubernativa por los gastos en que incurría.
La cocina, las comidas y el encendido y apagado de luces eran su
responsabilidad. El conserje, el enfermero, el despensero y “los demás criados”
81

estaban bajo su supervisión y les pagaba sus sueldos. Procuraba que los criados
no robaran ni confraternizaran con los alumnos ni que les compraran
“clandestinamente” comestibles. Para dar garantía del correcto uso de los fondos,
el mayordomo debía cancelar una fianza a favor del gobierno de mil pesos
(artículos 99-106).

El conserje a su vez tenía a su cargo el aseo y sus criados. Cuidaba que al


hacer aseo no se echaran a perder los instrumentos. Tenía un cuarto cerca de la
guardia para atender las visitas de los alumnos (artículos 107-110).

El despensero estaba a cargo de la cocina: daba cuenta de las existencias de


alimentos y tenía la lista de la vajilla y de los enseres de la cocina (artículos 111-
113).

El enfermero trabajaba con el médico y se encarga de las medicinas y


alimentos de los enfermos. Tenía un inventario de la enfermería y mantenía su
orden y silencio. Hacía además el aseo de la capilla (artículos 114-120).

Finalmente, se detallaron los deberes de los criados de la cocina y del aseo


(incluidas las caballerizas). Debían dormir también en el Colegio (artículos 121-
128).

Ahora bien, todo el régimen interno recaía sobre una Junta Gubernativa
compuesta por el director, subdirector, capitán primero de la compañía de
alumnos y del de la de subtenientes de alumnos, y tres profesores elegidos cada
año al azar. El bibliotecario era su secretario llevando las actas, sin voto, a menos
que hubiera sido también profesor. Esta junta decidía la premiación de los
alumnos de acuerdo a sus calificaciones, las expulsiones, las solicitudes de
ingreso al Colegio, las vacantes de personal, la revisión de las cuentas y asuntos
respecto al reglamento. Se debía reunir dos domingos al mes además de cuando
lo pidieran dos integrantes o el director. Los integrantes podían ser reemplazados
por los profesores más antiguos (artículos 129-148).

Otra junta de régimen interno era la Junta de Perfección. Estaba centrada en


el adelantamiento del alumnado y en la enseñanza. La integraban el jefe de
82

estudios (su presidente), cuatro profesores (escogidos por escrutinio de entre


todos los profesores a principios de año) y el bibliotecario como secretario (con
voz y sin voto a menos que fuera profesor). Los profesores en general podían
presentar proyectos educativos a esta junta. La junta se convocaba a petición de
su presidente o de la mayoría de sus integrantes. Decidía sobre el sistema de
estudios, elección de autores y distribución de materias con la aprobación del
gobierno. Todos los años preparaba el curso de estudio antes de las clases y
estaba facultada para requerir informes de los profesores. Se encargaba también
de nombrar a los examinadores de los exámenes públicos (3 por clase), elegidos
de entre los profesores y los substitutos. La junta sesionaba mensualmente
(artículos 149-160).

A continuación mostraremos un organigrama de elaboración propia que


resume este acápite:

Organigrama del Colegio Militar, según Reglamento de 1833

Ilustración 4. Elaboración Propia


83

La importancia del reglamento de 1833 se observa al compararlo con los que


le sucedieron y notar su legado en todas las áreas. Cruz Márquez (2009) nos
informa las razones de su singularidad:

El hecho de que fuera en 1833 cuando se redactó el primer Reglamento para el


Colegio Militar, de una manera tan clara y tomando en cuenta todos los aspectos
necesarios para el buen funcionamiento del plantel, creemos que se debe a que fue
durante este año en que se trató de ordenar de manera global toda la enseñanza en
México, organizando las diferentes escuelas que existían, mediante los diferentes
decretos que se publicaron ese año, como el de Supresión de la Universidad; el de
Erección de establecimientos de instrucción pública en el Distrito Federal; el de
Organización de una Biblioteca Nacional; y el de Establecimiento de escuelas primarias;
los cuales comenzaron con el Bando del 21 de octubre de 1833 en que se publica la ley
del día 19 sobre arreglo de la enseñanza pública, y en el cual "Se autoriza al gobierno
para arreglar la enseñanza pública en todos sus ramos, en el Distrito y Territorios. Se
formará a este efecto un fondo de todos los que tienen los establecimiento de enseñanza
actualmente existentes, pudiendo, además invertir en este objeto las cantidades
necesarias."
Los anteriores decretos junto con el que promulgó el Reglamento del Colegio Militar
trataron de establecer una organización en la instrucción pública del país; fue el Inicio de
un intento liberal de modernización de la educación. A diferencia de las otras reformas
educativas liberales de 1833 que fueron abolidas al siguiente año, la nueva organización
educativa planeada para el Colegio se conservó, pues servía tanto a los fines de los
liberales como de los conservadores, aunque se puso en práctica hasta 1835 por los
problemas políticos y la falta de recursos económicos del país durante esa época.
84

5.5.3.2 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de


1843

El artículo 6 de dicho reglamento divide al personal en:

 Plana Mayor: Director, segundo jefe, jefe de instrucción, ocho profesores,


un secretario, tres sustitutos, cuatro maestros, un capellán, un médico
quirúrgico, un habilitado y un mayordomo.
 Servidumbre: Un conserje, un despensero, un enfermero, un caballerango,
un cocinero, dos ayudantes de cocina y cinco criados de aseo.

Notamos un ligero aumento de personal con respecto al reglamento anterior,


aunque básicamente las funciones descritas son las mismas. Llama la atención
que hubiera ahora un secretario de la dirección “a cargo del archivo y
correspondencia… así como poner en limpio todos los documentos de la caja y
la mayoría [libro mayor]” (artículo 33). Interesantemente, las fianzas del habilitado
y del mayordomo se mantuvieron en cinco mil y mil pesos, respectivamente, pese
a haber pasado 10 años…

Otro cargo nuevo es el de “caballerango”. Dependía del jefe de instrucción


militar y del mayordomo y del despensero. Cuidaba los caballos y las monturas.
Aseaba las cuadras y los patios (artículos 117-121).

En lo que tiene que ver con el gobierno interior, la anterior junta de


perfeccionamiento ha sido reemplazada por un Consejo de Profesores. Estaba
integrado por todos los profesores del Colegio, el jefe de instrucción, el segundo
jefe y del director (su presidente). Su secretario era el bibliotecario. Seguía los
mismos patrones que la anterior junta, aunque ahora se anotaban las
inasistencias de los profesores, decidía la baja académica de los alumnos,
designaba los premios y ascensos y decidía la contratación de profesores
(artículos 129-140). Por otro lado, la junta gubernativa ya no estaba compuesta
por profesores sino del director, dos jefes, el capitán más antiguo de las dos
compañías y del secretario bibliotecario con derecho a voto. Se centraba en la
85

verificación de las cuentas, velar por la “más estricta economía”, preocuparse por
el reglamento y la admisión de alumnos (artículos 141-146).

Por otro lado, este reglamento creó una “guardia de prevención” compuesta
por un subalterno, un sargento y los cabos y alumnos que fueran necesarios. Su
objetivo era “conservar el orden”. El oficial de esta guardia era responsable de
todas las “ocurrencias” del Colegio, vigilando todo el funcionamiento de alumnos
y criados, en especial el aseo. En los recreos velaba porque no hubiera “carreras
y gritos descompensados”, y en el comedor porque todo fuera ordenado. Cerraba
las puertas en la noche y no permitía que nadie interrumpiera “la hora del
silencio”. Pasaba lista en la mañana y entregaba las novedades del día anterior
(artículos 161-175). Es probable que la disciplina haya decaído en los pasados
10 años, de modo que el reglamento precisó todas estas situaciones a manera
de darles solución dada su ocurrencia.

5.5.3.3 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de


1853

Este reglamento mantuvo básicamente el personal descrito en el anterior. Sin


embargo, ahora hay más “escribientes” en vez del secretario de la dirección: “un
escribiente primero y uno segundo para la inspección y dirección general del
cuerpo y otro escribiente”. Los cargos de mayordomo y despensero se han
fundido en el “mayordomo despensero” (artículo 3).

Por otro lado, la mano de Santa Anna se notó en este reglamento al suprimir
el consejo de profesores y la junta gubernativa, repartiendo sus funciones entre
el inspector, el director y el segundo jefe, verticalizando más la cadena de mando
y privando al personal de la participación en las decisiones. Este reglamento les
concedió “fuero privativo” a “todos los individuos del Colegio”, aunque sin incluir
a sus familias como hizo el reglamento de 1843 (artículo 158).

Entre las funciones del segundo jefe se hallaba tener “el libro de filiaciones…;
el libro de alta y baja; el de armamento; el de vestuario; el de menaje; el de
86

presupuestos y extractos mensuales de la comisaría; el de órdenes generales,


circulares y el de la orden diaria” (artículos 4-6). La fianza del habilitado bajó a
tres mil pesos, y la del mayordomo despensero a quinientos pesos (artículos 42-
50). A este último se le añadió una nueva obligación:

Llevará un libro en que se apunten diariamente todos los gastos; y por cuenta
separada se hará la de aprovechamientos; como son: ganancias de pan; de carne; venta
de objetos que se desechen y hayan sido reemplazados; de los del bosque, etc.: el
producto de todas estas economías se introducirá en caja, abonándose en la cuenta
respectiva (artículo 46).

Evidentemente, detrás de este deseo de un mayor registro de los


movimientos, se buscaba controlar y fiscalizar más eficazmente al personal y su
racionalización de los recursos.

5.5.3.4 Relación del personal del Colegio Militar, según Reglamento de


1868

Dado que este reglamento es mucho más escueto que los anteriores, no
ahondó mucho en la enumeración del personal ni en la descripción de sus
funciones. Se podría decir que es un resumen de los anteriores. Sin embargo, la
llegada del gobierno liberal de Benito Juárez se notó: desapareció la figura del
“inspector” y fue reemplazada por el ministro de la guerra (artículo 2) y ya no
figura un capellán dentro del personal.

Además, se repuso el consejo de profesores y la junta gubernativa a un estado


de cosas similar al de 1843. Ahora se sumaba a estas juntas el
secretario/bibliotecario de la dirección (sin derecho a voto en el consejo de
profesores y cuando se trate de asuntos de su ramo en la junta gubernativa). El
“pagador” (antiguo “habilitado”, ahora además profesor de “contabilidad militar”,
artículo 15) también se sumaba a la junta gubernativa, sin derecho a voto si se
trataban asuntos de su ramo (artículos 23-31).
87

5.5.4 Los reglamentos del Colegio Militar: Número de alumnos,


admisión y pago de colegiatura.

El anteproyecto de 1821 consideró el número más alto de alumnos de todo el


periodo, al que jamás llegó: 300 o más estudiantes (artículo 1). Sin embargo, en
el reglamento de 1833 su número se limitó “a lo más de ciento” (artículo 1). En el
de 1843 se aumentó a 200 (artículo 1). Ahora bien, el “Reglamento para el arreglo
del Ejército” de 1851 mandó al gobierno reducir su número a 81 alumnos (artículo
18). La matrícula volvió a crecer con el reglamento de 1853 a “200 que podrá
aumentarse si así lo dispusiere el supremo gobierno” (artículo 1).

La admisión era “según determine el Gobierno”, de acuerdo al reglamento de


1821 (artículo 8). El alumno debía entregar “180 pesos al año para alimentos y
enseñanza” (artículo 8, inciso 1), además de una cama con su ropa completa,
“una mesa de madera común”, dos sillas, baúl o ropero, “seis platos de loza de
Puebla”, un cubierto, tres servilletas, dos toallas, aguamanil, los libros y la ropa
militar (relación N°2). Hay que señalar que el anteproyecto de 1821 no llegó a
practicarse, pues muy pocos podrían cumplir este requisito económico. La
colegiatura era altísima si la comparamos con los sueldos de los funcionarios que
aparecen en los reglamentos, aún de décadas posteriores.

Instrucciones más realistas aparecieron en el reglamento de 1823, diciendo


del postulante:

Hará su solicitud por conducto del director, quien la pasará con su informe… al jefe
del estado mayor general y aprobado por este, que le expedirá el correspondiente
decreto será entonces afiliado… Deberá presentar con el memorial a su nombre, fe de
bautismo legalizada que acredite tener cumplidos 16 años y no pasar de 20, y escritura
de asistencias de 15 pesos lo menos… A los hijos de oficiales se les dispensarán dos años
de esta edad pudiendo admitírseles de la edad de14 (artículos 22-24).

Además, para hijos de militares muertos, se dejaban 10 vacantes gratuitas


(artículo 50).

El reglamento de 1833 sigue esta misma línea en cuanto a admisión,


incluyendo un examen de matemáticas y otro de religión:
88

Podrán ser admitidos de alumnos los jóvenes desde 13 hasta 18 años, que tengan
buenas costumbres, salud robusta, sepan leer y escribir, las cuatro reglas de la aritmética
y la doctrina: y presenten una asistencia mensual de 10 pesos, asegurada a satisfacción
de la junta gubernativa… Presentarán su solicitud al inspector; esta solicitud pasará a
informe del director, que oirá previamente a la junta gubernativa y en vista de dicho
informe decretará el inspector “no ha lugar” o “admítase”… Las solicitudes irán escritas
a mano de los pretendientes, y expresarán su nombre, edad y patria, acompañándose
su fe de bautismo. Antes de admitirse, el pretendiente será reconocido por el médico
para ver si goza de perfecta salud… y examinado por el profesor de matemáticas del
primer periodo y el capellán de la instrucción preliminar que se exige por este
reglamento. Las solicitudes… deberán presentarse antes del inicio del año escolar
(artículos 222-226).

Además, los alumnos admitidos debían llevar su equipaje y utensilios, lo que


incluía la ropa de cama, interior, exterior, calzados, el importe de un colchón y de
una frazada. En cambio, el gobierno proporcionaba el atuendo militar anualmente
(artículos 227-229).

Ahora bien, basándose en estas disposiciones, el reglamento de 1843 hizo


algunos cambios en la admisión de alumnos. El rango de edad de los postulantes
debía ser entre los 14 a los 19 años. Entre los conocimientos previos, debían
saber además “nociones de religión y gramática castellana”. A los documentos
requeridos, debían adjuntar dos certificados más: uno de “un profesor de
primeras letras, para asegurar que tienen la instrucción necesaria” y otro de un
médico, sobre el estado de salud, eliminando los exámenes de matemáticas y
religión. En caso de aceptación, la afiliación del alumno se estampaba en un
documento con testigos y firmas. Respecto a la colegiatura el reglamento dice:

A la discreción del director del colegio, se deja el arreglar con los padres o tutores de
los jóvenes admitidos, el equipaje que deben presentar, teniendo presentes las
facultades pecuniarias de cada uno (artículo 216).

El reglamento de 1853 de Santa Anna también hace algunas modificaciones a


la admisión, esta vez de tipo conservador. Señaló como primer requisito para
entrar al Colegio “tener buena conducta moral, civil y educación”, “sin
deformidades físicas”. La doctrina cristiana que tiene que saberse es “C.A.R”
89

(católica apostólica y romana). Repuso el privilegio de los hijos de oficiales


(muertos o “inutilizados” en campaña, probablemente teniendo presente la guerra
con Estados Unidos de 1847) al permitir su afiliación con 2 años menos de la
edad mínima de ingreso estipulada, 14 años. La edad máxima se fija en 20 años.
Ahora la solicitud de ingreso llevaba las firmas del postulante y de “el padre,
madre o tutor”. Este reglamento tampoco fijaba alguna tasa de colegiatura,
aunque facultaba al director para que el alumno admitido presentara fianza para
pagar los gastos “si se le despidiese por causa de deserción o por mala conducta”
(artículos 95-100), providencia que reflejaba el estado de la disciplina durante
esos años.

El reglamento de 1868 reflejó la ideología liberal del gobierno al suprimir de


entre los requisitos de admisión el conocimiento de la doctrina cristiana y volvió
a la fraseología que usa el reglamento de 1843 para describirlos, en vez de seguir
al reglamento de Santa Anna. Entre la documentación a presentar, se incluyó “el
certificado de nacimiento del juez del Estado civil”, o el de bautismo “si hubiese
nacido antes de regir las leyes de reforma”. Además, el reglamento repuso los
exámenes de admisión “por dos sustitutos”, quienes redactaban un informe. De
ser aceptado el postulante, su filiación “se remitirá al ministro de guerra para su
aprobación” (artículos 32, 33).

5.6 Financiamiento del Colegio Militar

Aunque el anteproyecto de 1821 obligaba al gobierno a dotar de ciertos


enseres al Colegio, no señaló un presupuesto propiamente tal. Ahora bien, como
estableció una colegiatura de 180 pesos anuales y fijó las vacantes en 300
alumnos, el presupuesto anual alcanzaría a los 54.000 pesos, que debían
distribuirse para alimentación, pago de sueldos, alumbrado, instrumentos para
las clases, limpieza, excursiones (“bagajes para días de vivaquear”) y útiles de
escritorio (“De los fondos y distribución de estos” artículos 1-21).
90

El reglamento de 1823 (que no trata específicamente del tema) revela


moderación en los gastos. Debían encenderse las “luces precisas” durante la
noche (artículo 27). Los muebles y utensilios del comedor debían ser los
“indispensables” (artículo 28). Las comida debería ser “aunque limpia y
abundante, frugal…excusando absolutamente el vino y los licores” (artículo 29).

5.6.1 El presupuesto del Reglamento de 1833

No obstante, el reglamento de 1833 fue mucho más detallado en lo económico.


Las rentas del establecimiento provenían de los “abonos de la tesorería en vista
de los presupuestos mensuales” y de las colegiaturas. (Dado que fijaba el número
de alumnos en 100 y la colegiatura en 10 pesos mensuales, esta última entrada
equivalía a 12.000 pesos anuales). Estas entradas se dividían en 6 fondos:

 Sueldos y gratificaciones de oficiales y empleados


 Mesa (descuentos de 14 pesos 4 reales por alumno y subteniente).
 Alumnos (descuentos de 7 pesos 4 reales; cabos, 9 pesos 4 reales;
sargentos 10 pesos 4 reales, para lavandería, libros, y percibir
mensualmente 1 peso “en mano” por alumno, 12 reales por cabo y 2
pesos por sargento)
 Subtenientes de alumnos (descuento de 20 pesos 7 reales, para
reposición de ropa, calzado, etc percibiendo 8 pesos)
 Común del Colegio (para biblioteca, clases, botánica y enfermería,
alumbrado, policía, cocina y mesa, forrajes y armamento).
 Retención (alumnos 2 pesos 4 reales 6 granos; cabos, 3 pesos 2 granos;
sargentos 3 pesos 5 reales 1 grano; subtenientes 4 pesos).

Estos descuentos eran mensuales, y los llevaba el pagador en un libro de


entradas y salidas, con recibos. A fin de año se hacía un balance de las cuentas
“antes de la inspección”, y se revisaban los recibos del pagador correspondientes
en poder del habilitado (artículo 161-184).

Por otro lado, los sueldos eran los siguientes:


91

 Capellán, 50 pesos
 Habilitado, 40 pesos
 Maestros de dibujo, 50 pesos
 Maestro de francés, 40 pesos
 Maestro de inglés, 40 pesos
 Maestro de esgrima, 25 pesos
 Maestro de baile, 25 pesos
 Mayordomo, 50 pesos
 Conserje, 16 pesos
 Despensero, 16 pesos
 Enfermero, 16 pesos
 Cocinero, 16 pesos
 Dos ayudantes de cocina de 6 pesos cada uno, 12 pesos
 Cuatro criados a 10 pesos cada uno, 40 pesos

Por lo tanto, los sueldos del personal equivalían a un total mensual de 436
pesos, dado que el director, subdirector, profesores y substitutos cobraban sus
sueldos del Ejército (artículos 208-210). De esta manera, en sueldos se pagaban
más de 5.200 pesos anuales, aunque con los descuentos se cubrían muchas de
las necesidades diarias del establecimiento. Sin embargo, se asignaban fondos
específicos para el mantenimiento mensual de diversas dependencias del
Colegio por concepto de “gratificaciones”:

 Para la biblioteca, impresión de tratados e instrumentos, 100 pesos


 Modelos, papel, lápiz, colores de dibujo, 30 pesos
 Modelos, gises (tizas), encerados, reglas, 10 pesos
 Botica y enfermería, 10 pesos
 Alumbrado en general, 50 pesos
 Gastos de la policía del Colegio, 4 pesos
 Reposición del servicio de comedor y cocina, 10 pesos
 Reposición del armamento, 4 pesos 4 reales
 Forraje de 16 caballos a 16 pesos 2 reales, 100 pesos
92

Estas cifras arrojaban un total de 323 pesos 4 reales mensuales, lo que no


alcanzaba a llegar a los 4.000 pesos anuales. Si a estos les sumamos los 5.200
anuales por concepto de sueldos, los 12.000 pesos anuales de colegiatura
cubrían holgadamente los gastos del establecimiento… aunque en la práctica
sucedió todo lo contrario como manifestó la carta de Pedro García Conde de
mayo de 1837, que reprodujimos en el acápite 5.2.2.2 del presente capítulo.

5.6.2 El presupuesto del Reglamento de 1843

Aunque siguió el esquema general del reglamento anterior en materia


económica, redujo los fondos a tres: 1° jefes, oficiales y empleados; 2° alumnos
y 3°común al Colegio. Los dos primeros eran de sueldos y el tercero era para el
mantenimiento del establecimiento con las “gratificaciones” (artículos 147-160).

También se decretó que el personal que tuviera sueldos en el Ejército, no


cobraría remuneraciones en el Colegio Militar. No obstante, los profesores
“paisanos” (civiles), empleados, alumnos y domésticos sí lo hacían
mensualmente (artículos 201-206):

 Profesor de astronomía y geodesia, 150 pesos


 Profesor de arquitectura civil e hidráulica, 150 pesos
 Profesor de fortificación y artillería, 140 pesos
 Profesor de mecánica racional y aplicada, 130 pesos
 Profesor de física y química, 130 pesos
 Profesor de matemáticas del segundo periodo, 120 pesos
 Profesor de matemáticas del primer periodo, 110 pesos
 Bibliotecario, 100 pesos
 Sustitutos, 80 pesos
 Maestro de dibujo, 70 pesos
 Capellán, 50 pesos
 Médico quirúrgico, 50 pesos
 Maestro de francés, 50 pesos
93

 Maestro de inglés, 50 pesos


 Maestro de esgrima y gimnástica, 50 pesos
 Subteniente alumno [en blanco en el original]
 Sargento primero alumno, 25 pesos
 Sargento segundo alumno, 22 pesos
 Cabo segundo alumno, 21 pesos
 Alumno, 20 pesos (propiedad del Colegio para su asistencia e instrucción)
 Mayordomo, 60 pesos
 Despensero, 20 pesos
 Cocinero, 16 pesos
 Enfermero, 16 pesos
 Caballerango, 16 pesos
 Conserje, 16 pesos
 Criado de aseo, 10 pesos
 Ayudante de cocina, 8 pesos
 Tambor, individuo de tropa, 9 pesos
 Corneta, individuo de tropa, 9 pesos

Dado que este reglamento no estableció una colegiatura, no podemos hacer


un estimado del presupuesto como con el reglamento de 1833. Sin embargo, un
análisis de ambos reglamentos en cuanto a los sueldos nos permite darnos
cuenta de que para 1833 los “profesores” (específicamente de disciplinas
militares y ciencias, en contraste con los “maestros” civiles de idiomas, baile y
esgrima) se esperaba que provinieran del Ejército (por lo que no son
considerados sus sueldos en dicho reglamento). En cambio, en este reglamento,
se fijaron sueldos para los profesores, por lo que se fomentó que vinieran del
mundo civil, ante la probable escasez de militares profesores de ciencias.

Por otro lado, los sueldos de los 7 profesores de ciencias (que están en un
rango de 110 a 150 pesos) triplicaron o duplicaron el sueldo más alto del
reglamento anterior, de capellán, de 50 pesos (que siguió ganando lo mismo).
Esto pone de relieve el incentivo económico que se puso para promover la
94

contratación de este tipo de profesores. Lo mismo puede decirse del cargo de


bibliotecario. El maestro de dibujo también recibió 20 pesos más que en el
reglamento de 1833. Los maestros de idiomas, baile y esgrima también recibieron
un aumento, de 10 pesos los de idiomas, y 25 los de baile y esgrima, duplicando
estos últimos su remuneración. El mayordomo, el despensero y el ayudante de
cocina (se suprimió el otro ayudante) disfrutan de un alza de 10, 4 y 2 pesos
respectivamente. Sin embargo, el enfermero, el conserje y el cocinero siguieron
ganando los mismos 16 pesos que hace 10 años atrás, igual que los criados, 10
pesos sin variación. El énfasis se puso en lo pedagógico en vez de en lo
administrativo, como manifestaron estos reajustes salariales.

También se hicieron ajustes en las gratificaciones para mantener el edificio.


Aunque se redujeron los 323 pesos del reglamento de 1833 a sólo 232 pesos, se
favoreció lo pedagógico. El mantenimiento de la biblioteca siguió siendo de 100
pesos. Se aumentó el presupuesto para los materiales de dibujo de 30 a 50
pesos, y para las tizas y otros de 10 a 20 pesos. En contraste, se redujo el
alumbrado desde 50 a 10 pesos y el mantenimiento de los caballos (artículos
207-209).

5.6.3 El presupuesto del Reglamento de 1851

Contiene el presupuesto más completo de todos los estudiados. Especifica


todos los gastos en que incurriría el Colegio durante un año. Dada su importancia,
lo paso a copiar (artículo 14):

1 Subdirector, teniente o coronel, 1.640 pesos


1 Catedrático de matemáticas, primer curso, 1.200 pesos
1 Catedrático de matemáticas, segundo curso, 1.200 pesos
1 Catedrático de física y química, 1.200 pesos
1 Catedrático de mecánica racional y aplicada, 1200 pesos
1 Catedrático de astronomía y geodesia, 1200 pesos
1 Catedrático de arquitectura naval y militar (nuevo cargo), 1200 pesos
1 Catedrático de arquitectura civil e hidráulica, 1200 pesos
1 Catedrático de geografía e historia, 1200 pesos
95

1 Catedrático de francés y elementos de gramática castellana, 600 pesos


1 Catedrático de inglés, 600 pesos
1 Catedrático de dibujo, 600 pesos
1 Catedrático de esgrima, 600 pesos
1 Catedrático de gimnástica, 600 pesos
1 Capellán, 600 pesos
1 Médico cirujano, 400 pesos
Suma 15.240 pesos

ALUMNOS
1 Capitán instructor de táctica de infantería, 804 pesos
1 Capitán instructor de caballería, 960 pesos
1 Capitán instructor de artillería, 960 pesos
1 Teniente catedrático suplente de táctica de infantería, 510 pesos
1 Teniente catedrático suplente de caballería, 600 pesos
1 Teniente catedrático suplente de artillería, 600 pesos
Tenientes ingenieros a 50 pesos, Subtenientes alumnos a 46 pesos, 5.434 pesos
1 Sargento primero, 264 pesos
2 Sargentos a 240 pesos, 480 pesos
2 Tambores de ejército a 9 pesos mensuales, 216 pesos
4 Cabos a 228 pesos al año, 912 pesos
91 alumnos a 216 pesos, 19.656 pesos
Aumento de 4 alumnos que han de marchar a Europa en el año que comprende este
presupuesto a razón de 284 pesos cada uno, 1.136 pesos
Los gastos de viaje se calculan en 400 pesos cada uno, 1600 pesos
Forraje para 20 caballos a 78 pesos, 1.560 pesos
Suma 35.692 pesos

SERVIDUMBRE
1 Mayordomo, 600 pesos
1 Despensero, 192 pesos
1 Cocinero, 192 pesos
2 Ayudantes de cocina a 72 pesos, 144 pesos
1 Caballerango, 120 pesos
4 Criados de aseo a 120 pesos, 480 pesos
Gratificación para compra de libros, premios, etc., 1200
Botica y enfermería, 120 pesos
Alumbrado, al mes 50 pesos, 600 pesos
Gastos de aseo, al mes 4 pesos, 48 pesos
Reposición del servicio, 5 pesos mensuales, 60 pesos
Reposición del armamento, 60 pesos
Suma 3.816 pesos

Importa el Colegio Militar al año 54.748 pesos


96

Las condiciones del país (acababa de tener la guerra con Estados Unidos)
repercutieron en el financiamiento del Colegio. Desapareció el cargo de
bibliotecario. A los profesores de ciencias se les bajó el sueldo a 100 pesos al
mes, aunque los maestros de idiomas, esgrima y gimnasia, así como el capellán,
lo mantuvieron en 50 pesos. En cuanto a la servidumbre, al mayordomo se le
bajó el sueldo a 50 pesos en vez de los 60 de 1843, al despensero a 16 pesos
en vez de 20, a los ayudantes de cocina (vuelven a ser dos personas en este
cargo) a 6 pesos en vez de 8 y al caballerango a 10 pesos en vez de 16. Sólo los
criados y el cocinero mantuvieron sus estipendios. Aunque estos recortes
contribuyeron a mantener el énfasis en la enseñanza, sin duda debieron generar
tensión en el personal.

Los gastos de mantenimiento de biblioteca, aseo y botica no varían y sólo se


aumentaron los gastos de alumbrado: de 40 a 50 pesos, pues era vital para el
estudio nocturno. En contraste, los gastos de reposición de servicio y armamento
bajaron, de 10 y 9 pesos respectivamente, a 5 pesos cada uno. Los premios por
los exámenes públicos se suprimieron

Sin embargo, se promovió que los alumnos se desempeñasen como


instructores y catedráticos suplentes, mejorando sus remuneraciones, (aunque
en general se les bajaron sus sueldos de 20 pesos en 1843 a 18 pesos si no
tienen grado). Además, el presupuesto contempló 4 becas para estudiar en
Europa.

Al respecto, Cruz Márquez (2009) especuló: “El mandar a los alumnos a


Europa posiblemente se debió a que la situación educativa del Colegio no era
buena”. Ignoramos qué base tuvo para afirmar esto, pero todo indica que pese a
que el Colegio recortó gastos, buscó mejorar su enseñanza a través de esta
costosa medida. Además de costear sus viajes y su viático “durante cuatro años”,
determinó “para cada alumno 500 pesos anuales puestos en el lugar donde haga
su educación”, pagando también su colegiatura en Europa. Como contrapartida,
97

los becados deberían seguir en el servicio 8 años, indudablemente aportando sus


conocimientos al Colegio (artículos 15-17).

5.6.4 El presupuesto del Reglamento de 1853

La remuneración de los profesores de segundo curso de matemáticas y de


mecánica racional y aplicada subió a 150 pesos y la del profesor de arquitectura
civil e hidráulica y alineación subió a 120 pesos. También, la de los profesores
de idiomas, esgrima y dibujo subió a 80 pesos. Al capellán también se le subió el
sueldo a 80 pesos, siendo también “catedrático de moral y maestro de principios
de gramática castellana”. Los demás profesores siguieron ganando lo mismo,
aunque al profesor de historia y geografía se le asignó ser además bibliotecario
“con funciones de secretario”.

En cuanto al personal, el “capitán habilitado pagador” y el médico quirúrgico


cobraban sueldo en el Ejército. El “mayordomo despensero” y el “enfermero
criado de aseo” mantuvieron su sueldo. El conserje subió su sueldo a 18 pesos,
el caballerango a 16 pesos, los criados a 12 pesos, el cocinero lo duplicó a 25
pesos y el ayudante de cocina lo subió a 8 pesos. El tambor subió su
remuneración de 9 a 13 pesos y el recién creado cargo de corneta pasó a recibir
también 13 pesos. Los alumnos volvieron a figurar recibiendo 20 pesos dado que
los descuentos eran habituales (por ejemplo, el artículo 70 mencionó un
descuento de 2 reales por la reposición del servicio del comedor).

Las gratificaciones subieron en general a 273 pesos, reponiendo los premios


para los exámenes públicos en 25 pesos. A su vez, es interesante que este
reglamento de Santa Anna aumentase el presupuesto para la papelería
burocrática (artículos 66-68):

Para el director, con el objeto de que satisfaga sus gastos de correo, papeles, enseres
de dirección, hojas de servicio y filiaciones, 10 pesos
Al segundo jefe para gastos de escritorio, papel y enseres la oficina, 8 pesos
A cada capitán de compañía para el gasto de papel, libros maestros y de orden, 9
pesos
98

Finalmente, el reglamento de 1868 no contiene ninguna mención financiera.

5.7 ENSEÑANZA DEL COLEGIO MILITAR

5.7.1 Currículum

Tomando en cuenta todos los cambios que enfrentó la institución, de


naturaleza política, económica e internacional, así como de administración
interna, no es sorprendente que su proyecto pedagógico también haya
manifestado incoherencias durante sus primeros 50 años. Por lo tanto,
analizaremos estos proyectos de acuerdo a cómo se expresaron en los diferentes
reglamentos del establecimiento.

5.7.1.1 El Currículum del Reglamento de 1821

Como era un anteproyecto, sólo esbozó las materias que se impartirían en el


futuro Colegio, sin presentar un proyecto sistemático de educación. La relación
N°1 del reglamento las mencionó así:

Ordenanza según la organice el gobierno; táctica de infantería y caballería;


instrucción de guerrilla de ambas armas; aritmética; álgebra; geometría; trigonometría;
fortificación; dibujo; manejo de papeles; conocimiento de castramentación; florete y
sable con ataque y defensa; manejo de lanza, nomenclatura de montura y armas y demás
puntos concernientes al conocimiento del caballo.

Ahora bien, las horas de estudio, clase y ejercicios los señalaba el Director
según las estaciones del año y el adelanto de los alumnos (artículo 20). Las
materias mencionadas arriba se impartirían por 4 años (artículo 39).

En cuanto a los exámenes, para prevenir el favoritismo de los profesores, las


preguntas de las diferentes materias se escribían en tarjetas y se barajaban “en
presencia de los concurrentes” por el reverso. Se llamaba a los alumnos en el
orden que aparecían en el estado general y escogían una tarjeta al azar. Al año
99

se efectuaban dos exámenes particulares y dos generales. Los exámenes


generales debían tener “una gran concurrencia y el mayor lujo posible” con
presencia de todos los alumnos para que estuvieran más serenos al ser
examinados. De este modo el público vería “el aprovechamiento de ellos y la
eficacia de los maestros”. El examen sólo tenía dos calificaciones: Se anotaba
“una A si aprueba y una R si reprueba”. Las notas se enviaban al Ministerio de
Guerra y el Director les comunicaba los resultados a los alumnos en un discurso.
Luego de los exámenes, todos los individuos del Colegio iban a terreno para
“práctica” con la ayuda de sus maestros en simulacros, “y así se acostumbren al
trabajo y la intemperie”. Al regreso se otorgaban los premios a los que lo
merecían “y castigos a los que hubieran salido mal en los exámenes” (“De los
exámenes”, 1-20)

Al graduarse, al alumno debía dársele un certificado de todas las materias que


hubiera aprendido, indicando la que era más de su gusto e inclinación (“De los
ascensos”, artículo 7)

5.7.1.2 El Currículum del Reglamento de 1823

El artículo 39 lo detalló así:

Aritmética vulgar. Elementos de geometría especulativa y práctica. Táctica general, y


la particular de las tres armas del ejército. Definiciones y primeros elementos de
fortificación. Las ordenanzas generales del ejército, haciéndoles tomar de memoria
las obligaciones desde coronel inclusive, hasta soldado. Leyes penales y órdenes
generales para oficiales.

La enseñanza sería teórico-práctica. Por ejemplo, las cuentas de un oficial


servirían para “aplicaciones de aritmética”, las operaciones en terreno para
“geometría práctica”. Lo mismo sucedería con las formaciones de infantería y
caballería, obras de fortificación y juicios militares (artículos 40, 41).

La distribución de las horas de clase quedaba a criterio del director, lo mismo


que la elección de libros de texto “de acuerdo con los profesores” (artículos 38 y
43).
100

Los exámenes teóricos serían ahora mensuales, ante el consejo del Colegio y
el profesor de la materia. Los exámenes generales públicos serían dos veces al
año para examinar lo estudiado durante el semestre. Contarían con presencia de
“personas de distinción”, quienes podrían plantear preguntas a los alumnos. Los
informes de estos exámenes ordenaban los alumnos por antigüedad, y se
anotaba en ellos el número de preferencia que tuvieran los alumnos según su
aplicación, además de las “notas de concepto” que merecieran. Estos informes
los firmaba el director, el primer ayudante y el profesor de la clase, certificando
“bajo su honor y conciencia” que las notas puestas fueran “las que rigurosamente
corresponden al individuo”. Estos informes se remitían finalmente al estado
mayor general, a fin de determinar los ascensos de acuerdo con “el supremo
gobierno” (artículos 44-49).

5.7.1.3 El Currículum del Reglamento de 1833

Este reglamento plasmó un proyecto educativo mucho más completo que los
esbozados anteriormente. Dividía la enseñanza en tres periodos para la
infantería, caballería, artillería o ingenieros.

 Primer periodo: Duraba 3 años y estaba dirigido a la instrucción de la


infantería y caballería. Los ramos que se impartían eran:
 Religión (historia sagrada y explicación del dogma)
 Matemáticas (aritmética, álgebra, geometría especulativa,
trigonometría rectilínea y geometría práctica)
 Instrucción Militar (táctica de infantería, de infantería ligera, de
caballería, ordenanza general del ejército, formación de procesos,
fortificación de campaña, ataque y defensa de puestos y
atrincheramiento)
 Historia y Geografía (Nociones de la historia antigua, moderna y
particular del país y geografía general)
 Idiomas (gramática castellana y francesa)
 Dibujo (natural, delineación y lavado de planos)
101

 Instrucción accesoria (equitación, esgrima y baile)


 Segundo periodo: Duraba 3 años y estaba dirigido a la instrucción de la
artillería. Los ramos que impartía eran:
 Matemáticas (análisis geométrica, álgebra trascendente, cálculo
infinitesimal, trigonometría esférica, geometría descriptiva, subterránea
y mecánica)
 Física y Química (propiedades generales de los cuerpos, electricidad,
acústica, magnetismo, óptica, perspectiva, meteorología, uso de
barómetro, cristalografía, calórico, metales, ácidos, sales metálicas,
afinidades y metalurgia)
 Instrucción Militar (fortificación permanente y ataque y defensa de
plazas, minas, puentes y reconocimientos militares, castrametación,
artillería, ordenanza de esta arma, historia militar y estrategia)
 Idiomas (continuación de inglés y francés)
 Dibujo (paisaje, arquitectura militar y objetos de artillería)
 Tercer Periodo: Duraba 3 años y estaba dirigido a la instrucción de ingenieros.
Los ramos que impartía eran:
 Matemáticas (astronomía, geodesia, arquitectura civil e hidráulica)
 Ingeniería (dirección y construcción de caminos y canales, empuje de
las tierras, cálculo de las excavaciones, terraplenamentos y
desmontes, práctica de la fortificación sobre el terreno, formación de
proyectos y presupuestos y ordenanza particular del cuerpo)
 Dibujo (continuación del dibujo militar, ejercitándose particularmente
en los objetos relativos a ingenieros)

De esta forma, la preparación de un militar de infantería o caballería duraba 3


años, de uno de artillería 6 años y de uno de ingeniería 9 años. El reglamento
también fijó la distribución de cada una de estas materias por periodo en cada
uno de los 3 años. Básicamente se impartían las mismas materias durante los
tres años, aunque de forma progresiva. Por ejemplo, notamos que hubo
matemáticas en cada uno de los 3 periodos de 3 años. Esto implicaba que un
alumno graduado de infantería o caballería había cursado, por decirlo así,
102

Matemáticas 1, 2 y 3 centradas en la infantería y caballería; un alumno graduado


de artillería cursaba además de estas, Matemáticas 4, 5, 6 centradas en la
artillería; y un ingeniero, aparte de cursar las anteriores, estudió también
Matemáticas 7, 8 y 9 (artículos 245-272).

Las clases duraban desde el 1 de enero hasta el 31 de octubre. El 1 de enero


una junta general de profesores distribuía a los alumnos y recordaba las reformas
acordadas de los cursos. No había clases sólo los domingos, “fiestas de dos
cruces, cruz y estrella, los de fiesta nacional y los tres días de cada pascua, y
todos los jueves por la tarde” para hacer la limpieza. Los sábados se hacían
repasos semanales. Los ocho días previos al examen privado de fin de año se
dejaban para estudiar. Finalizados los exámenes públicos, había vacaciones,
además de la semana de vacaciones de la semana santa (artículos 273-281).

La extensa distribución diaria de los horarios de clase era la siguiente:


103
104

Ilustración 5. Elaboración propia. Adaptado de Arrillaga (1835).


105

En cuanto a este horario, son pertinentes los comentarios que hizo Cruz
Márquez (2009), sobre la proporción de contenidos de matemáticas:

Este es el único Reglamento, antes del porfiriato, en el que se especifica el horario de


clases; las cuales estaban distribuidas de la siguiente forma, en el primer periodo durante
el primero y segundo año, se cursaban dos horas diarias de matemáticas, mientras que
en tercer año sólo era una hora y media por día. En los tres años se cursaba diariamente
una hora 45 minutos de dibujo. Las matemáticas (en su mayoría geometría)
correspondían al 20% de la enseñanza y el dibujo al 17.5% en el primero y segundo año,
lo que hacía que sólo entre estas dos materias se tuviera el 37.5% de la enseñanza
recibida en los dos primeros años; mientras que en el tercer año las matemáticas y el
dibujo ocupaban el cada una, correspondiendo ambas al 35%, es decir, que eran las
materias con más carga, aún por encima de la enseñanza militar, durante este periodo.
En el segundo periodo se cursaban cinco horas de matemáticas dianas en primer año
y en los otros dos años desaparecían; mientras que dibujo tenía una hora 45 minutos al
día durante los tres años. En el primer año de este periodo sólo las matemáticas (Análisis
geométrica, álgebra trascendente, cálculo infinitesimal, trigonometría esférica,
geometría descriptiva, subterránea y mecánica) corresponden al 50% de la enseñanza y
el dibujo al 17.5% durante todo el periodo.
En el tercer periodo sólo se especificó el horario para el primer año pues los otros se
cursaban en la Escuela de aplicación y no sabemos los horarios en ella Era de dos horas
de matemáticas y dos para dibujo.

Por otro lado, llama la atención del lector moderno lo extenso de la jornada
escolar (de lunes a sábado desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche),
repitiendo todos los días las mismas materias en el mismo orden por todo el año.
No extraña por lo tanto que hubiera unas palabras en reglamento sobre los
juegos. Se dice que no sólo serían consentidos, sino que serían instituidos con
regularidad para precaver funestos accidentes.

En cuanto a los exámenes, los privados se efectuaban el 1 de junio y el 2 de


noviembre en el orden de las horas de clase “en presencia del director y del jefe
de estudios”. Los profesores entregaban al director un informe con un “juicio” de
cada uno de los examinados y el orden de prelación de acuerdo a su capacidad
y aprovechamiento. Quienes los aprobaban constaban en una relación hecha por
el jefe de estudios para el visto bueno del director. Teniendo su aprobación, la
del subdirector y la del profesor del ramo, o al menos de dos de estas tres
106

personas, pasaban a rendir los exámenes públicos. Los alumnos que


reprobasen, podían repetir el curso “si diesen esperanza de aplicación y se les
considerase capacidad para el estudio”. Si repetían dos veces el mismo curso,
se les daba de baja quedando como militares de infantería o caballería, aunque
hubieran estudiado más tiempo (artículos 301-306).

Los exámenes públicos contaban con la presencia y auspicio del Ministro de


Guerra, acudiendo la oficialidad y “las músicas residentes en la plaza”.
Comenzaban con un discurso del director sobre los progresos de la enseñanza,
seguido de una disertación del profesor cuya materia era examinada. A
continuación “los examinadores, por el orden de antigüedad” planteaban las
preguntas con claridad, de acuerdo a los autores estudiados. “Si se extraviasen”
los alumnos, el profesor de la materia los llamaba al orden y guiaba “en caso de
hallarse embarazados”.

En los exámenes de idiomas los examinadores podían abrir cualquier libro en


el idioma examinado y pedir que el alumno leyera en voz alta y tradujera lo leído.
Por otro lado, el maestro de dibujo presentaba los trabajos de los alumnos, ya
evaluados por los examinadores (artículos 307-319).

En este reglamento las calificaciones pasaron de “aprobado y reprobado” a


“sobresaliente, bueno, mediano, atrasado”. Las calificaciones que el profesor del
ramo hubiera asignado a los alumnos se adjuntaban a la de los tres
examinadores para que la junta gubernativa las ponderase (artículo 319).

Se premiaba “con libros” a los 3 alumnos que sacaran el primer lugar en cada
uno de los tres años del primer periodo “para estimular la aplicación de los
alumnos”. Esta premiación la daba a conocer el director el último día de los
exámenes. De esta manera, en presencia del Ministro de Guerra se les
entregaban los libros con una dedicatoria de la ocasión y posteriormente se
coordinaba una reunión con “el jefe supremo de la nación” (artículos 320-325).

Finalmente, el reglamento dedica muchas instrucciones a la “práctica”, tanto


de infantería como caballería, como de geometría y artillería.
107

5.7.1.4 El Currículum de los Reglamentos de 1843 y 1853

El currículum del reglamento de 1843 hizo algunas modificaciones al de 1833.


Mantuvo el primer periodo de 3 años destinado a la enseñanza de infantería y
caballería, pudiéndose graduar al egresar los alumnos como infantes y dragones.
Sin embargo, en cuanto al segundo periodo de 3 años dedicado a la artillería,
plana mayor e ingeniería, los artilleros y plana mayor debían ingresar a la Escuela
de Aplicación para graduarse como tales. En cuanto a los ingenieros, tenían que
cursar un tercer periodo 2 años más en el Colegio Militar, antes de pasar también
a la Escuela de Aplicación (artículos 2-4).

Entre los cambios en las materias de enseñanza hechos en el reglamento de


1843 al de 1833, tenemos la supresión del baile en favor de la gimnasia (artículo
251). Cruz Márquez (2009) señaló los cambios en materia de dibujo:

Las materias de dibujo o necesarias para desarrollarlo, eran las mismas que en 1833,
solamente se reacomodaron algunas, se agregó en el segundo periodo dibujo de
proyecciones y de topografía, y desapareció la clase de dibujo de paisaje, que se daba en
el primer año de este periodo, cambiándose por dibujo topográfico; en el tercer periodo
se añadieron topografía, y dibujo de objetos de ingenieros y de geografía. Por lo que se
puede notar la preocupación porque los alumnos adquirieran los conocimientos que
permitieran hacer levantamientos, delimitación de tierras y cuestiones cartográficas. Se
dejó de enseñar un tipo de dibujo subjetivo (el de paisaje) por uno objetivo
(proyecciones), que es parte de la teoría proyectiva, y es la base del dibujo geométrico,
posteriormente llamado técnico, que permite plasmar los objetos en su real forma y
magnitud, cosa indispensable para el diseño y construcción de objetos, máquinas y
edificaciones; ya que tras la pérdida de la guerra y del territorio, era una necesidad
imperante para el Gobierno tener capacitado para el reconocimiento del país y sus
recursos además de que contaran con los conocimientos del dibujo científico.

Sobre la premiación efectuada luego de los exámenes públicos, los alumnos


debían recibirla ahora del presidente de la República (artículo 296), dando mayor
relevancia a los actos públicos del Colegio y se convidaría a personas fuera del
establecimiento para hacer las preguntas “poniéndose de acuerdo el director y el
profesor de la clase respectiva” (artículo 298).

El reglamento de 1853 suprimió la Escuela de Aplicación, pudiendo graduarse


los infantes y dragones del primer periodo de 3 años, los artilleros del segundo
periodo de 3 años y el anterior periodo y los ingenieros del tercer periodo de 2
108

años y los anteriores periodos. Mantuvo las mismas materias que el anterior
reglamento de 1843.

Entre las modificaciones que se hicieron podemos señalar que se agregó la


“ortografía” durante el primer periodo de enseñanza (artículo 114). Por otro lado,
todas las clases debían ser diarias “excepto las de historia y geografía” (artículo
117). Este reglamento añadió la calificación “muy bueno” (suprimida del
reglamento de 1868), entre sobresaliente y bueno, reprobando a los medianos y
atrasados (artículo 119), y el presidente de la República iría “siempre que
pudiera” a la repartición de premios de los actos públicos (artículo 122).

Para estos “actos públicos” (remanentes de los antiguos exámenes públicos)


se seleccionaban alumnos de cada clase, “que no exceda de 6 de los más
aprovechados” (artículo 120), limitación que nos hace pensar sobre la capacidad
de los alumnos en general para responder las preguntas formuladas por
personas externas del Colegio.

5.7.1.4 El Currículum del Reglamento de 1868

Este currículum fue el más simple, esquematizado, variado y a la vez efectivo


de todos los vistos. Equilibró el estudio de las matemáticas con el de leyes, e
incluyó por primera vez natación, alemán y hasta arte. También se incluyó
presentar proyectos al concluir el tercer periodo de enseñanza.

En vez de formar a un ingeniero en 8 años o más, como en los reglamentos


anteriores, 7 años de estudios bastaban para ello. Dividió la enseñanza en
instrucción general, para formar caballería e infantería (de 3 años); instrucción
científica, para las armas especiales (de 2 años); e instrucción especial, para
cada arma (de 2 años). El programa de estudios era el siguiente (artículos 38-
42):
109

Instrucción General (Primer Periodo, para infantería y caballería)

 Primer año
 Matemáticas: la aritmética y principios de álgebra, hasta las ecuaciones
de segundo grado, inclusive.
 Instrucción militar: Estudio de los ejercicios de infantería de línea y ligera,
maniobras prácticas correspondientes a la infantería. Ordenanza general
del ejército, desde las obligaciones del soldado hasta las del capitán,
inclusive, órdenes generales para oficiales y leyes penales.
 Instrucción accesoria: Estudios del idioma francés. Geografía universal
compendiada, y con extensión la del país, dibujo natural, gimnasia y
natación.
 Segundo año
 Matemáticas: terminación del álgebra, geometría especulativa y la
trigonometría plana.
 Instrucción militar: Estudio de los ejercicios de la caballería. Continuación
de la ordenanza general hasta las obligaciones del coronel, inclusive.
Servicio de guarnición y de campana.
 Instrucción accesoria: Generalidades sobre la historia antigua, elementos
de la moderna, y estudio de la del país. Dibujo natural y lineal. Estudio del
idioma francés. Equitación y curso de hipátria [sic, ¿hípica?]. Gimnasia y
natación.
 Tercer año
 Matemáticas: geometría descriptiva hasta los planos tangentes, y la
topografía teórica y práctica. Elementos de la geometría analítica de dos y
tres dimensiones.
 Instrucción militar: Tratado de las operaciones secundarias de la guerra,
fortificación pasajera, ataque y defensa de puestos atrincherados,
castrametación y ejercicios prácticos de artillería comprendiendo el
servicio de todas las bocas de fuego y las maniobras de fuerza de las
mismas.
110

 Instrucción accesoria: Continuación del estudio de historia, jurisprudencia


militar, nociones del derecho constitucional y de gentes, nociones de
higiene militar, idioma francés, dibujo de paisaje y topográfico. Esgrima,
gimnasia y natación.

Instrucción Científica (Segundo Periodo para armas especiales)

 Primer Año
 Matemáticas: terminación de la geometría descriptiva, el cálculo
infinitesimal y la mecánica analítica.
 Instrucción accesoria: Dibujos de prespectiva [sic, ¿prospectiva?] paisaje
y topográfico, reducción de los planos militares, idioma inglés.
 Segundo año
 Física experimental y química inorgánica. Dibujos, los que se indican en
el año anterior, y el de máquinas. Idioma inglés.

Instrucción Especial a cada Arma (Tercer periodo)

 Primer Año
 Instrucción común: Curso teórico—práctico de artillería. Maniobras
prácticas de artillería. Fortificación permanente, ataque y defensa de
plazas fuertes. La estereotomía, arquitectura y las construcciones
militares. Reconocimientos militares, formación de itinerarios. La lengua
alemana. Los trabajos prácticos en el terreno, de la artillería e ingenieros.
 Instrucción especial para la artillería: Teoría de las maniobras de la
artillería y del servicio de las bocas de fuego. Trazo y representación del
material de artillería.
 Instrucción especial para los ingenieros y estado mayor: Estudio de la
aplicación al terreno de los principios de la fortificación permanente.
 Segundo Año
 Instrucción común: Aplicación de las ciencias físicas y químicas a las artes
militares. Aplicación de la mecánica las máquinas. La legislación y
administración militares. La táctica de las tres armas, comprendiendo las
maniobras de un cuerpo de ejército, de una división y de una brigada. Arte
111

e historia militar. Continuación de la lengua alemana. Repetición de los


trabajos prácticos en el terreno de la artillería e ingenieros.
 Instrucción especial para la artillería: Proyectos y memorias concernientes
a las bocas de fuego. Proyectos y memorias concernientes a las máquinas
y talleres mecánicos.
 Instrucción especial para los ingenieros y estado mayor: Trigonometría
esférica, geodesia y astronomía. Proyectos de plazas fuertes, carteles y
demás edificios militares.

Comparando este programa del reglamento con los anteriores, Cruz Márquez
(2009) manifestó lo siguiente:

Los infantes y dragones adquirían en mayor cantidad, comparado con el reglamento


de 1853, los conocimientos básicos para el levantamiento, dibujo y copia de
topográficos; mientras que las otras armas los adquirían mucho más especializados, la
diferencia estriba en que los más capacitados para la realización de mapas cartográficos
y planos topográficos eran los ingenieros y Estado Mayor. Los artilleros adquirían los
conocimientos necesarios para dibujar, copiar y diseñar maquinaria, cosas que ya no se
les enseñaban a los ingenieros y Estado Mayor. Mientras que éstos dos últimos eran los
únicos con la capacitación para dibujar y diseñar conjuntos arquitectónicos, civiles y
militares. Entre ingenieros y Estado Mayor, no había diferencia alguna, excepto la
enseñanza de las materias militares…
En este Reglamento a pesar de que todos tenían el mismo tiempo para sus estudios,
la enseñanza era progresiva y algunas materias comunes a las armas especiales,
aparecen por primera vez los estudios específicos a cada arma, por lo que se observa
una especialización según el área a desempeñar, que en los anteriores reglamentos sólo
se tenía cursando más años con respecto al arma.

5.7.2 Recursos Pedagógicos

5.7.2.1 Biblioteca

El anteproyecto de 1821 recaía la obligación de traer “los libros que se le pidan”


en los alumnos, medida que no hubiera resultado práctica (relación N°2).

La escasez de libros de texto, se evidenció tempranamente en el reglamento


de 1823, en su artículo 43:
112

El director, de acuerdo con profesores dispondrá que se eche mano por ahora de los
mejores autores que encuentren para la enseñanza, y a los alumnos que no puedan
proporcionarse libros a propósito para su estudio se les hará escribir Ias lecciones, ínterin
el gobierno proporciona que se impriman libros elementales, y que teniendo cada
individuo el suyo, se les excuse aquella molestia.

La realidad hizo recaer en el gobierno la responsabilidad de imprimir textos,


pero mientras esto se hiciera, se mandó a los alumnos a copiar los escasos textos
existentes. Una situación como esta convirtió en necesidad básica la formación
de una biblioteca para el Colegio.

El reglamento de 1833 contuvo un apartado completo respecto a la biblioteca


que debería tener el Colegio. Los cien pesos de presupuesto para la biblioteca
deberían permitirle al profesor de historia y geografía (también bibliotecario)
hacer “un acopio de libros e instrumentos” útiles. La biblioteca debería tener un
índice de consulta a cargo del bibliotecario. Él era responsable en caso de
extravío de los libros. La biblioteca estaba abierta todos los días, desde las 8 de
la mañana hasta las 12 del día y desde las 3 de la tarde a la “oración de la noche”
(las 6 de la tarde), salvo cuando el bibliotecario tenía que hacer clases. Los
alumnos no podían pedir libros prestados, aunque sí los profesores, los
sustitutos, el director y el subdirector (artículos 294-300).

Probablemente, pese a estas providencias, se extraviaron textos de todas


maneras. Esto explicaría la disposición del reglamento de 1843 de fijar un límite
de tiempo para los préstamos de libros en 4 meses. Pasado este tiempo, el
bibliotecario avisaba al habilitado para que cursara un descuento en el sueldo del
funcionario que se quedó con el libro por el valor de su costo. Este reglamento
también fijó el tiempo mínimo en que debería abrir biblioteca en 2 horas, debido
a que el bibliotecario tenía que compaginar su rol como profesor con la atención
de la biblioteca. También, los instrumentos y su “relación exacta” quedaron a
cargo de los profesores que los ocupaban en sus clases (artículos 342-349).

Ahora bien, el reglamento de 1853 fijó otra causal de descuento en relación


con la biblioteca: que el libro prestado no se entregue en buen estado. Por otro
113

lado, el tiempo mínimo que se había fijado para que la biblioteca estuviera abierta
se omitió, señalando respecto al bibliotecario (artículos 130-133):

Cuando menos ha de permanecer este funcionario en el Colegio seis horas del día,
repartidas en la mañana y en la tarde, en cuyo tiempo estará incluso el que ha de durar
su cátedra de historia y el que ha de emplear en la secretaría de la dirección, cuyo trabajo
podrá hacerlo en la biblioteca

Pese a lo auspicioso que fue el reglamento de 1868 en otros campos de la


educación, respecto a la biblioteca se mantuvo al debe. Apenas la mencionó al
describir las funciones del secretario, al decir: “Está encargado del archivo y
correspondencia de la dirección y de la biblioteca del colegio. Debe también
auxiliar las labores de la mayoría” (artículo 6). El cargar al bibliotecario con otras
funciones, menoscabó el papel fundamental que tiene una biblioteca en un
colegio, sobre todo teniendo presente la escasez de textos en la época, y su
extravío y deterioro.

La biblioteca logró efectuar un acopio significativo de libros, aunque fugaz,


dada la guerra con Estados Unidos. Martínez González (2012), señaló al
respecto:

Pese a la falta de recursos económicos, en 1838 la biblioteca contaba con 2500


volúmenes de consulta, además de 300 planos y cartas geográficas, en 1840 se
contabilizaron 2671 volúmenes “de materias diversas, por autores muy acreditados“, sin
embargo, posterior a la invasión estadounidense se desconoce con exactitud el número
de libros totales que resguardó la biblioteca, a pesar de que el director del Colegio, el
general Monterde, “había alquilado una bodega para guardar los aparatos, instrumentos
y parte de la biblioteca,” para que no callera en manos de los invasores, a pesar de tales
medidas la biblioteca tardó en reponerse.

Aunque el presupuesto de 100 pesos para la biblioteca no varió y podría


considerarse alto en comparación con los sueldos de los criados y funcionarios,
una anécdota que recoge Martínez González (2012), permite determinar los
costes de los libros en esa época:

Sin embargo, por el alto costo del libro de Bails y la escasez en el mercado del
compendio de Vallejo, en 1838 se solicitó la colaboración del Supremo Gobierno para
que fuera impresa la traducción de “la obra que se sigue en la escuela de San Cir parte
la más análoga a las circunstancias del Colegio, y hallándose ya traducida la mayor parte
114

he contratado [Pedro García Conde] la impresión de las láminas en setecientos pesos


cuya cantidad se hace cargo de pagar este establecimiento, creído de que V.S. se sirva
interponer su influjo a fin de que por la imprenta del Supremo Gobierno se comience a
imprimir… en co[n]cepto de que [ ] no debe sacar sino solo un tomo regular…”, esto
debido a que se considera que la imprenta del gobierno contaba con los caracteres
necesarios para la impresión, además se reducirían los costos.

Al notar que traducir la obra análoga (de la Escuela Militar de Saint-Cyr,


Francia) al libro de Bails (un manual de matemática), e invertir 700 pesos en
imprimirla fue un ahorro en la compra de libros, está claro lo insuficiente que eran
100 pesos para este fin.

5.7.2.2 Libros de texto, cartas y atlas usados en el Colegio Militar

Aunque los catálogos de textos de la época han desaparecido, Martínez


González (2012) en su obra ha buscado esclarecer cuáles fueron los textos que
se ocuparon en el periodo que ella estudió: desde la creación del Colegio hasta
1860. Basándose en los libros impresos en ese periodo o antes, que actualmente
se encuentran en la biblioteca del Colegio Militar, compuso un catálogo de 107
libros. Evidentemente algunos de estos textos pudieron ser añadidos a la
biblioteca del Colegio después de ese tiempo ya sea como donaciones o
institucionalmente. Por lo tanto, falta triangulación de fuentes de la época, para
que pudiera comprobarse que los libros del catálogo fueron efectivamente
usados en la enseñanza, durante los primeros 50 años de existencia del Colegio
Militar.

Sin embargo, los textos de los que no puede haber duda que pertenecieron al
Colegio y se usaron en ese tiempo, son los que mencionan las fuentes. Martínez
González (2012) aporta sus nombres, pero no los tabula como lo hace con libros
que catalogó en la biblioteca del Colegio. Aquí están los extractos donde los
mencionó:

En 1839 el general Tornel dispuso la entrega de la litografía que se encontraba en la


Academia de San Carlos “para la reimpresión de las obras de Bails, de Vallejo, Táctica de
Infantería y Ordenanzas del Ejército, respecto a que dicho establecimiento [Colegio
115

Militar] no cuenta con los fondos necesarios para comprar estas obras que son tan
precisas para continuar sus tareas...”

“Las obras de Bails” eran “Principios de matemáticas” y “Elementos de


matemáticas” del siglo XVIII. La obra de Vallejo era su “Tratado elemental de
matemáticas”. Las “Ordenanzas del Ejército” implicaban el estudio del derecho
militar recopilado hasta el momento. La “Táctica de Infantería” aludida también
es mencionada por Martínez González (2012) en otro pasaje:

Bajo la dirección de Pedro García Conde, se adquirieron setecientos ejemplares de la


Táctica de infantería de 1812 y de libros para el curso de matemáticas, además de “surtir
de instrumentos a los laboratorios…” con los recursos personales del director

Quizá el libro “Táctica” sea en realidad “Reglamento para el ejercicio y


maniobras de la infantería" impreso en Coruña y Cádiz en 1812.

Posteriormente, Martínez González (2012), menciona una obra geográfica:

Se solicitó [en 1838] al Ministerio de Relaciones la devolución de “Las cartas esféricas


de los puertos de Californias y noticias geográficas de aquellas cartas”… Es la única
referencia que se tiene de la existencia de esta obra ya que no se menciona en otra
fuente, ni se encuentra físicamente en la biblioteca del Colegio Militar.

Aunque Martínez puede tener razón, el nombre de la obra es muy parecido a


“Carta Esférica de las Costas y Golfo De Californias Llamado Mar De Cortés que
Comprende desde el Cabo Corrientes hasta el Puerto de S. Diego Construida
Por los oficiales de la Marina Española, y publicado por orden del Exmo Sr. D.
Guadalupe Victoria Primer Presidente de la República, México Año de 1825”.
Esta carta contiene mapas de 3 de los “puertos de Californias” de aquella época:
Guaymas, La Paz y Pichilingue, por lo que bien pudiera tratarse de la misma carta
geográfica.

Sin embargo, lo que Martínez González (2012) señaló sobre manuales de


confección propia en el Colegio está bien documentado:

Las autoridades del Colegio incitaron a los profesores para que elaboraran manuales,
apoyándose en los alumnos de dibujo para las ilustraciones, con el fin de que los
manuales elaborados fueran utilizados en sus clases y homologar los contenidos
temáticos del plan de estudios con los libros de texto, sin embargo fue poca la reacción
de los profesores ante tal proyecto, únicamente respondieron a tal necesidad los
116

profesores de Instrucción Facultativa, Sebastián Guzmán, el de Geografía, Fortunato


Soto y el de Francés, Camilo Bros.

La obra “Colección de los decretos y órdenes de interés común que dictó el


gobierno provisional en virtud de las bases de Tacubaya” (1880), corrobora que
Camilo Bros, profesor de francés confeccionó un manual propio. El decreto 568
del 3 de Enero de 1843, del Ministerio de Guerra y Marina, caratulado
“Comunicación declarando que en todos los colegios se prefiera para el estudio
del francés la gramática de D. Camilo Bros”, dice:

Deseoso el Exmo. Sr. presidente sustituto de proporcionar cuanto estímulo es posible


a los mexicanos que promueven con su estudio y dedicación el adelanto de los
conocimientos útiles, y estimando el empeño y acierto con que D. Camilo Bros, maestro
de idiomas francés y español en el colegio militar, ha formado una gramática hispano-
francesa para uso del expresado colegio, ha resuello que en todos los establecimientos
que se sostengan por las rentas públicas, sea preferida esta gramática, tanto por su
exactitud y claridad, como porque es justo preferir las obras de un compatriota cuando
son como la presente, digna de serlo.

Otro profesor del Colegio, esta vez de artillería, también escribió un tratado
compilando y traduciendo obras de otros autores. Sebastián Guzmán (1846),
“general graduado y profesor de instrucción facultativa del expresado
establecimiento”, presenta a su obra de esta manera:

La suma escasez que hay en la República de autores con que poder proveer al estudio
de los jóvenes que se dedican al de los principales de Artillería en el Colegio Militar de la
Capital de la República Mexicana, me la decidido a emprender un trabajo y acometer
una empresa, desde luego muy superiores a mis escasas luces. Estoy muy lejos de tener
la presunción de creer que mi obra sea de aquellas que merecen ser elegidas, y aun dudo
mucho que pueda llenar el objeto que me propongo; mas sírvame de disculpa mi buena
intención.

También se les dedicó a los alumnos del Colegio Militar un libro de historia.
José Gómez de la Cortina (1840), les dedicó su “Método para estudiar historia”
con estas palabras:

A mis amigos: La instrucción que reciben Vds. en ese útil y apreciabilísimo


establecimiento, podría parecer incompleta si no abrazase el estudio de la historia,
porque ciencia es entre las ciencias naturales, lo que es entre las naturales la física…
117

Además, Fortunato Soto, miembro de la Sociedad de Geografía y Estadística


y profesor del Colegio Militar, compuso “Ayuda de memoria para el estudio de la
geografía”. Martínez González (2012) señaló las características pedagógicas de
este libro:

El texto de Fortunato Soto buscaba presentar un libro de instrucción elemental


manejable para que facilitara el aprendizaje de memoria, que no fuera tan grande como
las obras empleadas en la educación superior y que obligan a ser sintetizados, ni tan
pequeño como una cartilla, también está dirigido a los alumnos del Colegio Militar y se
divide en tres partes: la geografía física, la geografía política y la cosmografía.
Fortunato Soto recurre al uso de distinta tipografía para resaltar conceptos y palabras
importantes que se deben memorizar y a la numeración de páginas y párrafos en el
índice que ayudan a la pronta localización de la información, como a la numeración entre
paréntesis que hace referencia a los párrafos donde se explica con mayor detalle la
información, facilitando el repaso de los principios generales, lo que le da a esta obra un
carácter pedagógico. También habla de la utilización de herramientas y material
didáctico que facilite el aprendizaje como son el pizarrón, las cartas, el atlas y las esferas
o el empleo de la voz en las lecciones orales, “que es el sistema que comúnmente se usa
en esta clase de instrucción”. A su vez, sugiere que los datos que deben aprenderse son
los que permitan hacer lecturas en las cartas o esfera terrestre proponiendo el empleo
del método gráfico para localizar la información, haciendo del estudio de la geografía un
estudio práctico. En el capítulo V de la sección de geografía política, la cual está dedicada
a la América Septentrional, hace mención de la República Mexicana donde trata de la
población, los departamentos, la distancia a la capital e itinerario a las principales
poblaciones, al mismo tiempo realiza una síntesis histórica, tomando como punto de
partida la cultura tolteca hasta 1836 con el centralismo y remite a las obras de Lucas
Alamán y Juan Suárez y Navarro para profundizar en la historia del país. Lo que nos lleva
a pensar la posibilidad de que el texto de Lucas Alamán se halla empleado como libro de
texto para la clase de historia de México.

5.7.2.3 Una especie de Syllabus publicado en 1843

Se publicó en el tercer tomo de “El observador judicial y de legislación:


periódico que contiene todas las leyes y decretos dados por el exmo. Señor
Presidente Provisional d. Antonio López de Santa-Anna, desde la época de
nuestra regeneración política” (1843). Contenía un acabado programa de
estudios aprobado por el “Exmo. Sr. Presidente”. Este documento está firmado
por el teniente coronel Rafael García Conde (hijo y secretario del director Pedro
García Conde), quien también fue bibliotecario del Colegio Militar.
118

Interesantemente señaló algunas metodologías de enseñanza. Por ejemplo,


en dibujo programaba seguir “el método de Palomino” (Antonio Palomino, pintor
español y tratadista de la pintura) y el “particular del maestro D. Diodoro Serrano”
(un profesor de dibujo del Colegio Militar ya señalado antes). Por otro lado, en
francés recomendaba usar “el tratado de gramática hispano-francesa arreglada
por D. Camilo Bros” (ya mencionado antes también). En astronomía, se usaba el
“almanaque náutico de Grenwiels (?)”.

No obstante, en el apartado “Reglas para el método general” se dan


instrucciones respecto a cómo hacer una clase: “Los profesores interrogarán
diariamente sobre la lección anterior, de tal modo, que se cercioren de la
aplicación del mayor número de sus discípulos, para formar sus notas que
servirán a formar el parte que por reglamento han de dar al subdirector”. Además
de este método de repasos constantes, “admitirán la consulta de las dudas que
se ofrezcan a sus discípulos, y señalarán y explicarán la lección siguiente”.
119

CAPÍTULO VI: CONCLUSIONES

Cuando analizamos cada una de las características de la educación que


impartió el Colegio Militar, queda respondida nuestra primera pregunta de
investigación: ¿Cuál fue el devenir histórico del Heroico Colegio Militar de México
durante sus primeros 50 años en materias pedagógicas, de gestión y
financiamiento? En el capítulo IV contestamos ampliamente esta interrogante. La
institución, siempre relacionada con el Colegio de Minería y la Academia de San
Carlos, con dichos establecimientos tiene la distinción de ser una de las
principales instituciones educativas de México en el siglo XIX.

El aporte que el Colegio Militar hizo a México en materia educacional es


considerable: Sus ingenieros y matemáticos, no sólo construyeron obras
militares, sino también civiles. Hicieron los primeros estudios geográficos y
cartográficos del país desde el comienzo, a partir del director Diego García
Conde.

Por otro lado, los documentos del Colegio Militar contribuyen a comprender mejor
cómo era la gestión educativa durante el siglo XIX en México. Pese a la figura
relevante en autoridad del director del Colegio, vemos que el consejo de
profesores tenía bastante participación en lo académico, y la Junta Gubernativa
incidía considerablemente en la administración. Cuando Santa Anna intentó
verticalizar el gobierno interno del Colegio, esta medida fue efímera y el consejo
de profesores y la Junta Gubernativa volvieron a aparecer, confirmando su
eficacia.
120

Habida consideración de todas vicisitudes que el Colegio tuvo que enfrentar aún
antes de que viniera a la existencia y durante todo el periodo estudiado, su
historia pone de manifiesto la importancia que tienen las personas en una
institución de enseñanza. Ante el abandono del Estado, directores que ponen
dinero de su bolsillo, profesores que elaboran sus propios textos de estudio ante
su escasez, alumnos que después sirven como profesores, más por amor que
por ganancia o prestigio… fueron las bases que permitieron a la institución
sobrevivir.

Tal análisis nos llevó a contestar la segunda pregunta de investigación: ¿Qué


características tenía el profesorado, el alumnado y el personal administrativo del
Colegio Militar desde 1822 hasta 1871? En el capítulo V contestamos esta
interrogante:

Los profesores del Colegio Militar, ya sea civiles o militares (muchas veces con
sueldos atrasados y a base de otros sacrificios) enseñaron además en otras
instituciones educativas de la República y elaboraron textos de estudio
adaptando obras extranjeras, para la mejor comprensión del alumno mexicano (a
ciencia cierta conocemos los de francés y de geografía, pero pudieron ser de más
materias).

Los alumnos en general, distaban mucho de ser de la élite, como se ha afirmado.


Sólo hay unas cuántas excepciones documentadas al respecto. La gran mayoría
de los estudiantes son sólo nombres en los registros. Esto es cierto de la mayoría
de los “Niños Héroes” de Chapultepec y de su compañero cadete pintor, que los
retrató siguiendo usanzas populares.
121

Desde tan temprano como 1823, el Colegio tuvo plazas gratuitas (para hijos de
soldados muertos) y gradualmente, la institución llegó a ser verdaderamente
gratuita. Jóvenes analfabetos se educaron allí, a causa de la nivelación que la
institución tuvo que hacer con estos estudiantes. Los reglamentos ponen de
manifiesto este espíritu, animando a los profesores a ayudar a los que se
esforzaban pese a sus dificultades y velando porque no hubiera favoritismos en
los exámenes, que se procuraban aplicar lo más imparcialmente posible.

La enseñanza del francés, del inglés y posteriormente del alemán, también


fueron contribuciones valiosas para situar a México en el mundo, a través de sus
alumnos que contribuyeron a difundir la cultura. Lo mismo puede decirse de las
becas que se otorgaron para estudiar en Europa en otras instituciones
educativas.

En cuanto al personal, como vimos los reglamentos lo dividen entre plana


mayor y servidumbre. Detallan en extenso las funciones de cada empleado, así
como los diversos reajustes salariales (adversos y favorables) que tuvieron en el
periodo estudiado.

Ahora bien, el Colegio tuvo los escollos de la educación de la época, por


ejemplo, con sus extensas jornadas de enseñanza. Otros escollos, como la falta
de apoyo a la biblioteca, fueron errores propios. Sin embargo, a través de ensayo
y error, pudo optimizar sus recursos, focalizando la enseñanza de acuerdo al
arma de los graduados y a la vez, variar el currículum hasta llegar a tener cursos
como arte, nociones de derecho constitucional o natación, durante el gobierno de
Benito Juárez.

6.1 Limitantes y Proyecciones del Estudio

El tiempo acotado para nuestra investigación, así como la distancia de las


fuentes primarias, constituyen sus principales limitantes. Por otro lado, el Colegio
Militar podría enseñar más de su historia como escuela, si sus registros no
122

estuvieran incompletos por las dificultades que afrontó (guerras, constantes


cambios de domicilio, etc.).

Sin embargo, es posible que las fuentes aún puedan arrojar más información
sobre los libros de texto usados. Las actas del consejo de profesores, de la Junta
Gubernativa, de la contabilidad del Colegio, de los registros de calificaciones de
los alumnos y las memorias anuales son vetas inexploradas que podrían arrojar
mucha más luz sobre la gestión del Colegio.

Lo mismo puede decirse del material epistolar de alumnos y profesores y de


sus autobiografías y diarios. Hasta el momento, sólo disponemos de las cartas
de algunos directores y las biografías de profesores que destacaron en la política.
Ahora bien, si se lograra en el futuro compilar más material “humano” por decirlo
así, tendríamos una puerta abierta a la vida cotidiana que se respiraba en
establecimiento y una mirada al aporte que hizo a nivel individual y subjetivo a
sus alumnos y profesores.
123

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