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CULTURAL PREHISPÁNICO
Archaeological research carried out in Colombia, since the eighties, has developed
regional, intedisciplinary and long term programs with emphasis in natural
environment.
The scope of this work is the identification of a regional historical process, including
periods, cultural identity and the explanation of historical change, based on the
concept of seetlement patterns. Such an effort seeks the integration between
nature and culture within the historical aboriginal context in a dynamic way. There
is a relationship between regional climatic changes and historical cultural evolution
that helps to understand San Agustin. A changing diverse tropical nature explains
the splendor and collapse of a hierarchic society that supported its power in a
magic thought.
The analysis of the archaeological context includes not only natural economic
resources, but also a symbolic representation of life and death forces. The
association of San Agustin ‘s statuary symbolic system with concepts of present
mythic indegenous allows new interpretations.
En Colombia cada vez se hace más frecuente hablar de Arqueología con una
alusión directa o implícita al medio ambiente natural, a diferencia de la
investigación realizada hace varias décadas en la que los investigadores tuvieron
como objetivo principal identificar, clasificar culturas en el tiempo y el espacio, con
las evidencias materiales arquitectónicas, artísticas, los complejos cerámicos, las
tradiciones tecnológicas líticas y los horizontes orfebres.
Conocerlos manejos del medio ambiente por parte de las sociedades aborígenes
tanto en el pasado como en el presente, se ha convertido en una necesidad de la
sociedad moderna, en una alternativa para los grupos ecologistas que miran con
desespero la destrucción de la naturaleza por parte de los países industrializados.
Experiencias valiosas como las consignadas por Reichel Dolmatoff en su libro
“Indios de Colombia, momentos vividos, mundos concebidos” (1991).
Los cambios pueden ser inducidos por la naturaleza o por los grupos humanos, de
todas maneras se producen alteraciones en el ecosistema cultural. De hecho un
cambio natural, como por ejemplo del clima, repercute en el grupo humano, en sus
relaciones sociales, económicas, políticas y por lo tanto en sus formas de
pensamiento mágico. La llegada de elementos culturales foráneos también
produce cambios que pueden significar la crisis de una cultura o conllevar
adecuaciones, apropiaciones de lo foráneo, articulándolo a su sistema cultural.
Esta naturaleza, con el avance de las ciencias físicas, químicas y biológicas, cada
día se puede identificar y conocer con mayor profundidad y precisión, lo que se ha
convertido en un instrumento valioso para la investigación arqueológica. La
naturaleza en tiempos modernos se la considera como una ecología y como una
etología de sus especies. Como lo propone Butzer (1989), la Arqueología debe ser
vista como una ecología del hombre o de los grupos culturales.
Lo anterior nos está indicando que las culturas son las que generan y establecen
sus comportamientos históricos, de acuerdo con sus cosmovisiones, con sus
respuestas económicas, políticas, sociales, de acuerdo con su manejo del tiempo
y el espacio, de la naturaleza como parte integral de lo que nosotros llamamos
cultura. Estas respuestas no se pueden reducir a una ley del comportamiento
cultural que explique el cambio como evolución cultural, porque es algo que
nosotros hemos supuesto que existe en todas las culturas, o sea, es un concepto
válido para nuestra realidad científica moderna. Esta posición precisamente ha
justificado el adoctrinamiento o la destrucción de culturas, bajo el pretexto de
civilizarlas.
Según este autor los cacicazgos corresponden al auge de las culturas regionales
como Calima, Quimbaya y San Agustín, en el primer milenio después de Cristo, en
tanto que culturas como la Muisca y los Taironas del período tardío son “más
complejas” al constituir “una confederación de aldeas”, o sea, al ser sociedades
“pre-estatales”. Esta terminología es el resultado de una posición evolucionista,
como ya lo dijimos anteriormente. Si miramos la arqueología desde una
perspectiva no evolucionista, sino histórica, en la que se dan desarrollo culturales
diferentes, desiguales e interrelacionados, la historia prehispánica no hay que
encasillarla en una secuencia lineal, ascendente en cuanto a complejidad.
Aunque parezca evidente, es bueno decir que las culturas indígenas prehispánicas
fueron diferentes a las existentes en el momento de la conquista y a las
sociedades indígenas modernas, y que por lo tanto la investigación etnohistórica y
etnológica no han conocido. No aceptar esta posibilidad es tomar una posición
evolucionista, donde los modelos de organización social ya están identificados en
un proceso cultural evolutivo y suponer que las sociedades indígenas modernas
no han estado inscritas en procesos históricos, lo que permite hacerlas
equivalente a las del pasado. La historia prehispánica fue hecha por las culturas
aborígenes, proceso histórico que se transformó en gran medida desde la llegada
de los invasores europeos, al alterar sus comportamientos históricos, al quedar
inscritas en relaciones de servidumbre colonial o de marginamiento territorial,
desarrollándose en ellas mecanismos de defensa de sus culturas, de su origen, de
su historia.
Entre los períodos históricos se han identificado transiciones. Hacia el siglo I AC.
mejoró el clima frío y lluvioso del Formativo tardío, al incrementarse la temperatura
y disminuir la lluviosidad; es interesante constatar, que entre esta centuria y la
primera después de Cristo, se inició el período de esplendor de la cultura de San
Agustín, conocido por su monumentalidad que llegó aproximadamente hasta el
siglo VII. Del siglo VI hasta el siglo XIII el clima volvió a empeorar,
correspondiendo con el período de crisis de dicha cultura y con el surgimiento de
una nueva etnia, la de los Yalcones. Luego el clima se aproximó al actual, a partir
del siglo XIII. Los Yalcones enfrentaron a los conquistadores españoles en el siglo
XVI.
BIBLIOGRAFÍA
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